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1 ACTIVIDAD ARQUEOLÓGICA PREVENTIVA EN C/ Santo Domingo nº 22, Úbeda (Jaén) Anuario Arqueológico de Andalucía, 2009. (En prensa) JUAN GARCÍA WAGNER RAÚL LLORET LINAR Resumen: En este artículo se presentan los resultados obtenidos en la Actividad Arqueológica Preventiva, llevados a cabo en la calle de Santo Domingo, nº 22 de Úbeda, Jaén, que se realizó durante los meses de abril a julio de 2009. En el transcurso de la misma pudimos documentar los restos de un edificio de finales del siglo XVI, un sótano o cantina de grandes proporciones, un aljibe de época medieval así como una gran cantidad de pavimentos y atarjeas. Igualmente han aparecido los restos del antiguo cuartel de la Guardia Civil de finales del siglo XIX, y por último se han documentado varias fosas de diversas formas y tamaños que datan de época almohade y prehistórica. Summary: This article presents the results of Preventive Archaeological Activity conducted in the street appear Santo Domingo nº 22 of Úbeda, Jaén, during the months of april until juli of the year 2009. During the same we documented the remains of a building from the late sixteenth century, a basement or cellar of great proportions, a water tank of pavements and culverts. They have also appeared the remains of the Civil Guard barracks in the late nineteenth century, and finally have documented several mass of various shapes and sizes dating fron the almohad and prehistoric era. INTRODUCCIÓN El solar motivo de este proyecto se sitúa en la zona de Santo Domingo, que comprende las antiguas parroquias de San Lorenzo, Santo Domingo y San Pedro, tres de las once que existían en la ciudad cristiana, y que la articulaban no sólo desde el punto de vista religioso sino también administrativo, ya que cada parroquia presentaba candidatos para los cargos del Concejo o Ayuntamiento. Las tres se sitúan intramuros de la ciudad, por lo que en ellas se concentraba la nobleza local, sobre todo en Santo Domingo y San Lorenzo, junto con Santa María. Como prueba de ello aún se conservan gran cantidad de mansiones palaciegas, sobre todo de los siglos XVII y XVIII, aunque los edificios más señeros son del siglo XVI. En las parroquias de San Pedro y Santo Domingo abundan además las edificaciones del siglo XIX. Estos barrios mantienen en gran medida el trazado irregular de la ciudad medieval, interceptado por interesantes espacios abiertos que anteceden a las parroquias y edificios principales, originando así pequeñas plazas como las de Santa Clara, San Lorenzo, Álvaro de Torres o Gradas de Santo Domingo. De una época anterior, la de la ocupación musulmana, los pocos restos conservados así como la falta de una investigación y destrucción de éstos hace que sólo podamos hipotetizar sobre cómo era la ciudad en general y ésta zona en particular entre los siglos IX y XIII, aunque sabemos que nos encontramos dentro del perímetro de la ciudad medieval islámica. Se señala la existencia de algunas tenerías en las collaciones de Santo Domingo y San Lorenzo, próximas a la Puerta de Granada, así como un elemento importante para analizar la ciudad medieval, la existencia de un manantial que desaguaba cerca de dicha puerta y que probablemente abasteciese a un pilar que pudiese ser la fuente de los caños de San Lorenzo. El edificio, en cuestión se erigió como Cuartel de la Guardia Civil a finales del siglo XIX, estando en funcionamiento hasta principios del siglo XX, en que se traslada a un nuevo

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Informe sobre la 'ACTIVIDAD ARQUEOLÓGICA PREVENTIVA EN C/ Santo Domingo nº 22, Úbeda (Jaén) Anuario Arqueológico de Andalucía, 2009. (En prensa)' Autores: JUAN GARCÍA WAGNER, RAÚL LLORET LINAR.

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ACTIVIDAD ARQUEOLÓGICA PREVENTIVA EN C/ Santo Domingo nº 22, Úbeda (Jaén) Anuario Arqueológico de Andalucía, 2009. (En prensa) JUAN GARCÍA WAGNER RAÚL LLORET LINAR

Resumen: En este artículo se presentan los resultados obtenidos en la Actividad Arqueológica Preventiva, llevados a cabo en la calle de Santo Domingo, nº 22 de Úbeda, Jaén, que se realizó durante los meses de abril a julio de 2009. En el transcurso de la misma pudimos documentar los restos de un edificio de finales del siglo XVI, un sótano o cantina de grandes proporciones, un aljibe de época medieval así como una gran cantidad de pavimentos y atarjeas. Igualmente han aparecido los restos del antiguo cuartel de la Guardia Civil de finales del siglo XIX, y por último se han documentado varias fosas de diversas formas y tamaños que datan de época almohade y prehistórica. Summary: This article presents the results of Preventive Archaeological Activity conducted in the street appear Santo Domingo nº 22 of Úbeda, Jaén, during the months of april until juli of the year 2009. During the same we documented the remains of a building from the late sixteenth century, a basement or cellar of great proportions, a water tank of pavements and culverts. They have also appeared the remains of the Civil Guard barracks in the late nineteenth century, and finally have documented several mass of various shapes and sizes dating fron the almohad and prehistoric era. INTRODUCCIÓN El solar motivo de este proyecto se sitúa en la zona de Santo Domingo, que comprende las antiguas parroquias de San Lorenzo, Santo Domingo y San Pedro, tres de las once que existían en la ciudad cristiana, y que la articulaban no sólo desde el punto de vista religioso sino también administrativo, ya que cada parroquia presentaba candidatos para los cargos del Concejo o Ayuntamiento. Las tres se sitúan intramuros de la ciudad, por lo que en ellas se concentraba la nobleza local, sobre todo en Santo Domingo y San Lorenzo, junto con Santa María. Como prueba de ello aún se conservan gran cantidad de mansiones palaciegas, sobre todo de los siglos XVII y XVIII, aunque los edificios más señeros son del siglo XVI. En las parroquias de San Pedro y Santo Domingo abundan además las edificaciones del siglo XIX. Estos barrios mantienen en gran medida el trazado irregular de la ciudad medieval, interceptado por interesantes espacios abiertos que anteceden a las parroquias y edificios principales, originando así pequeñas plazas como las de Santa Clara, San Lorenzo, Álvaro de Torres o Gradas de Santo Domingo. De una época anterior, la de la ocupación musulmana, los pocos restos conservados así como la falta de una investigación y destrucción de éstos hace que sólo podamos hipotetizar sobre cómo era la ciudad en general y ésta zona en particular entre los siglos IX y XIII, aunque sabemos que nos encontramos dentro del perímetro de la ciudad medieval islámica. Se señala la existencia de algunas tenerías en las collaciones de Santo Domingo y San Lorenzo, próximas a la Puerta de Granada, así como un elemento importante para analizar la ciudad medieval, la existencia de un manantial que desaguaba cerca de dicha puerta y que probablemente abasteciese a un pilar que pudiese ser la fuente de los caños de San Lorenzo. El edificio, en cuestión se erigió como Cuartel de la Guardia Civil a finales del siglo XIX, estando en funcionamiento hasta principios del siglo XX, en que se traslada a un nuevo

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emplazamiento, distante del primero unos 100 m. aproximadamente, ocupando un antiguo edificio y es denominado el Cuartel de Santa Clara. En cuanto a la población de la collación de Santo Domingo, sabemos que ésta aumenta ligeramente entre los años 1447 y 1575, al igual que otras collaciones aledañas, para posteriormente entrar en una serie de años de recesión, aunque se recuperará algo en la década de los 90. Entre los padrones de 1574 y 1587 Santo Domingo eleva su media de vecinos por encima del 12 %. Respecto al siglo XVII, la población de Úbeda y de Santo Domingo siguió decreciendo como consecuencia del hambre, las epidemias, la despoblación, la presión fiscal y la corrupción del gobierno municipal. El padrón del año 1734 nos señala el momento de menor cuantía demográfica de estos siglos, comenzando a partir de aquí una muy lenta recuperación demográfica. El padrón del año 1760 distribuye a los vecinos de la ciudad en las once parroquias que todavía se conservan en esta época. En el siglo XIX se acentúa la despoblación y deterioro urbano de las zonas más antiguas, próximas a la muralla, aunque la creación del nuevo cuartel supondrá un acicate para la revitalización de esta zona, surgiendo a posteriori más edificios. Nuestro solar se localiza en una Zona tipo 3, la cual se encuentra afectada por un intenso proceso de renovación llevado a cabo en los siglos XIX y XX, siendo la mayoría de los edificios de esta época, aunque hay que destacar que a espaldas del solar se encuentra el Palacio de Medinilla, que cuenta con una cronología anterior. Este proceso se da en los ejes viarios principales, generando zonas de difícil y discontinua lectura del parcelario, de igual manera sufren afectación del sustrato arqueológico o desaparición total del mismo. SITUACIÓN El solar objeto de nuestra actividad se localiza en la C/ Santo Domingo nº 22 de Úbeda (Jaén), cuenta con una superficie de 844,88 m², una planta irregular poligonal, encontrándose adosada a otras edificaciones por tres de sus lados: por los laterales y por el fondo en casi la totalidad de sus linderos, quedando sólo exentas parte de un lateral y la fachada. La fachada mide 22,02 m y da a la calle de Santo Domingo, el lateral que da a la Plaza de Santo Domingo mide 12,63 m. y el fondo que es irregular mide unos 32 m. aproximadamente (Fig. 5).

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Sondeos

Ampliaciones de sondeos

S11

Figura 5.- Plano de situación de sondeos y ampliaciones s/e.

PROCESO DE EXCAVACIÓN Y DESCRIPCIÓN DE LAS ESTRUCTURAS DOCUMENTADAS.

El desarrollo de la intervención se ha ajustado, en la medida de lo posible, a las propuestas recogidas por la Dirección General de Bienes Culturales de la Consejería de la Junta de Andalucía, en materia de intervenciones arqueológicas. La Actividad Arqueológica, en principio, cubrió un área total de 420,75 m² (el 49.75 % del solar).

Se proyectaron once sondeos: Sondeo I con un área excavada de 40,00 m². Sondeo II con un área excavada de 35,75 m². Sondeo III con un área excavada de 50,00 m². Sondeo IV con un área excavada de 35,00 m². Sondeo V con un área excavada de 38,50 m². Sondeo VI con un área excavada de 45,00 m². Sondeo VII con un área excavada de 35,00 m².

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Sondeo VIII con un área excavada de 22,50 m². Sondeo IX con un área excavada de 55,00 m². Sondeo X con un área excavada de 12,25 m². Sondeo XI con un área excavada de 19,00 m².

Posteriormente a petición de la Delegación de Cultura de Jaén, se excava en extensión

ampliando cortes y eliminando testigos aumentando el área excavada, se excavan 163,50 m² más, por lo que el área total excavada pasa a ser de 584,25 m² (el 69.15 % del total del solar) (Fig. 7).

U E-87

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UE-107U E-22

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U E-34

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U E-49

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U E-123

UE-123

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UE-143

UE-144

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U E-8 U E-118

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UE-28UE-33

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U E-84U E-138

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U E-108

Figura 7.- Planta final de la Intervención s/e. Por tanto se comenzó la Intervención, propiamente dicha, replanteado, sobre el terreno, los

once sondeos-cortes estratigráficos (Fig. 5) y se procedió a la división del solar en 3 Sectores. El Sector 1 ocupa la zona situada más al fondo del solar y está compuesto por 3 sondeos: los cortes 1, 2 y 3. El Sector 2 se situó en la zona intermedia del solar y engloba los sondeos 4, 5 y 6. Por último el Sector 3, que es el que ocupa la zona más próxima a la entrada y el formado por más cortes, siendo estos los siguientes: sondeos 7, 8, 9, 10 y 11.

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Excavación del Sector 1

La Excavación Arqueológica de los sondeos comenzó en este sector, en los cortes 1, 2 y 3 que al encontrarse situados en la parte del fondo del solar, en su parte Suroeste, eran los que entrañaban más problemática a la hora de sacar la tierra (Fig. 5). Se comienza retirando con medios mecánicos, una pequeña excavadora, el estrato de colmatación, resultante de la demolición, de los tres sondeos. En estos sondeos aparecieron una serie de pavimentos pertenecientes a patios y viviendas (Lám. II).

Lámina II.- Vista del Sector 3, sondeos 7, 8, 9, 10 y 11.

Se continúa la excavación y tras documentar los anteriores, se van eliminando los pavimentos apareciendo varios muros, fosas, pozos y muchas atarjeas (Fig. 7). En este sector se procede a ampliar los cortes por su parte Sudeste y Sudoeste (Lám. I) con el fin de poder documentar debidamente las estructuras aparecidas, lo que se consigue aunque también deja al descubierto otras de cronología anterior, concretamente muros y fosas (Fig. 7), con material almohade.

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Lámina I.- Vista de los sondeos 1 y 2.

Excavación del Sector 2

Seguimos excavando en el Sector 2, en los Cortes 4, 5 y 6, situados en la parte central del solar (Fig. 5). Se comienza retirando con medios mecánicos, la ayuda de una pequeña excavadora, el estrato de colmatación, resultante de la demolición, de los tres sondeos, apareciendo una serie de pavimentos de piedra (Fig. 7) situados sobre una bóveda o techo de un sótano o cantina. El Sector 2, debido a que se encuentra sobre la bóveda de una cantina, casi en su totalidad, no requiere apenas más intervención excepto en la entrada secundaria a la bóveda, que se limpia totalmente y se despeja, permitiendo el acceso a la misma. En el Sector 2 se amplía por el Sudeste, siendo en el corte 4 donde aparecen otras estructuras como atarjeas, muros y fosas (Fig. 7).

Excavación del Sector 3

El Sector 3 es el siguiente que acometemos, primero los cortes 7, 8 y 9 y luego los cortes 10 y 11 (Fig. 5). Este sector se sitúa al Nordeste del solar, en la parte que da a la puerta de entrada y es el más próximo a la calle. Tras retirar con medios mecánicos, una pequeña excavadora, el estrato de colmatación, resultante de la demolición, de los cinco sondeos, aparecen en él más pavimentos, otro patio, así como los cuerpos de habitaciones del cuartel y una serie de pozos (Lám. III).

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Lámina III.- Vista final del sondeo 9.

El Sector 3 es el último que es intervenido, siendo donde mayor número de estructuras aparecen (Fig. 7), continúan apareciendo pavimentos, muros, pozos, cantinas o sótanos, atarjeas y un aljibe (Lám. III). Este sector es ampliado en su parte Sudeste, concretamente en los sondeos 7 y 10 y el sondeo 11 por su lado Norte (Lám. II). Estas ampliaciones nos permiten poner al descubierto nuevas estructuras como muros, pavimentos, atarjeas y cantinas (Fig. 7). ESTUDIO DEL MATERIAL MUEBLE LOCALIZADO DURANTE EL TRANSCURSO DE LA ACTIVIDAD ARQUEOLÓGICA. Todo el material que hemos exhumado, en el transcurso de la intervención, 4.035 elementos, procede de todos los sondeos. El material más abundante que sin duda ha aparecido es el cerámico con 3.476 fragmentos, seguido del óseo, 359 huesos, el vítreo con 111 trozos de vidrio y por último el metálico con 89 restos entre monedas y otras piezas de diversos metales. La cerámica la componen una serie de fragmentos de diversa tipología, destacando los vidriados, frente a los no vidriados y a las lozas (Gráf. 3). Las formas exvasadas en las lozas y en las vidriadas frente a las cerradas, al contrario que en la cerámica sin vedrío donde predominan las formas cerradas (Gráf. 2). Predomina la cerámica dedicada al servicio de mesa, le sigue la cerámica dedicada al almacenamiento y transporte de líquidos y a continuación la cacharrería dedicada a la

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cocina y elaboración de alimentos, el resto constituye la menor parte del muestreo (Gráf. 1). Los fragmentos exvasados están elaborados mayoritariamente con pastas claras y no demasiado depuradas, siendo los colores de estas el blanco y el naranja. Los recipientes que aparecen se corresponden con las formas típicas de: lebrillos, platos, cuencos, orzas, pucheros, fuentes, ollas, tinajas, marmitas, etc. (Gráf. 4). Para su decoración se utilizó, sobre todo, el cobalto y para su vidriado principalmente el óxido de manganeso. También es muy habitual el uso del vidriado estannífero para las lozas, destacando algunas formas abiertas, como platos, escudillas o cuencos, este tipo de vidriado está caracterizado por su gran solidez y color claro. De todo esto se desprende un mayor porcentaje de las formas abiertas debido a la gran cantidad de piezas de loza aparecida (Gráf. 2), siendo su inmensa mayoría vajilla de mesa, por lo que la componen platos, cuencos y fuentes, todos recipientes abiertos (Gráf. 1). Las tipologías restantes se corresponden mayoritariamente con recipientes dedicados almacenamiento y transporte de líquidos así como al almacenaje y a la preparación de alimentos. Se trata, en un primer término de recipientes que, salvo los grandes contenedores (tinajas), son de tamaño mediano y pastas porosas y no muy gruesas; la otra tipología se corresponde con recipientes de cocina que por su funcionalidad responden a tipos sólidos, con paredes medianamente recias, que tienen algunos milímetros, ya que deben de soportar el trasiego y las faenas culinarias, primando la solidez sobre la estética (Gráf. 4).

Los fragmentos cerrados son sobre todo de uso culinario, así los, pucheros, ollas, marmitas, etc., están elaborados con pastas más oscuras y refractarias, con cantidad de desgrasantes, su color suele ser más oscuro.

Hemos recogido, limpiado y estudiado un total de 3.476 piezas, las cuales nos han permitido elaborar una serie de estadísticas que nos informan sobre sus tipologías permitiéndonos conocer mejor la producción cerámica de la época y su realidad social. El resultado del estudio de estos restos nos indica que se corresponde con un entorno principalmente doméstico aunque no muy alejado de otros de tipo industrial o comercial (Gráf. 4). CERÁMICA Lozas Entendemos por loza la labor de barro cocido o bizcocho que posteriormente se esmalta mediante un vidriado blanco, a base de estaño, que impermeabiliza la pieza y oculta su naturaleza de barro, con posterioridad se decoran con óxidos colorantes vitrificables, así los de hierro, antimonio, cobalto, cobre y manganeso, que proporcionarán respectivamente las tonalidades ocres o anaranjadas, amarillas, azules, verdes y negras. Para realizar esta segunda cochura había que ir con más cuidado para evitar que los colores se descompusieran al contacto directo con el fuego. La loza es el segundo grupo más numeroso (formado por 1.211 piezas), que está constituido por piezas de factura más depurada y por lo tanto más cara. Está compuesto por elementos de uso más específico (platos, cuencos, escudillas, fuentes, etc.), en definitiva el servicio de mesa de lujo, de lo que nos da una idea el gran porcentaje de fuentes, platos, jarras y cuencos que forman el registro de piezas recuperado (Gráf. 4).

SERIE FUNCIONAL Nº DE FRAG PORCENTAJE %

Cerámica de servicio y presentación de alimentos

1286 (37,00 %)

Cerámica de cocina 352 (10,13 %)

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Usos múltiples 90 (2,59 %) Almacenamiento y transporte de líquidos

640 (18,41 %)

Almacenamiento de alimentos

225 (6,47 %)

Cerámica de higiene personal

51 (1,47 %)

Utensilios de alfarero 18 (0,52 %) Contenedor de fuego 1 (0,03 %) Juguetes de cerámica 92 (2,65 %) Amorfos indefinidos 721 (20,73 %)

TOTAL 3476 100,00 % Gráfica 1

TIPOS CERRADAS ABIERTAS AMORFOS OTRAS

Vidriada 510 (14,67 %) 606 (17,43 %) 437 (12,57 %) 62 (1,78 %) No vidriada 316 (9,09 %) 32 (0,92 %) 235 (6,76 %) 67 (1,93 %) Loza 175 (5,03 %) 920 (26,47 %) 47 (1,36 %) 69 (1,99 %)

TOTAL 1001 (28,79 %) 1558 (44,82 %) 721 (20,69 %) 198 (5,70 %) Gráfica 2

MATERIAL TOTAL VIDRIADA NO VIDRIADA Cerámica 2265 (65,16 %) 1615 (49,34 %) 650 (19,13 %) Loza 1211 (34,84 %)

Gráfica 3

FORMAS LOZA VIDRIADA NO VIDRIADA Platos 309 (29,56 %) 75 (6,31 %) 2 (0,48 %) Cuencos 285 (26,00 %) 145 (12,20 %) 12 (2,89 %) Escudillas 28 (2,55 %) 89 (7,49 %) 2 (0,48 %) Fuentes 227 (20,71 %) 100 (8,42 %) Vasos 15 (1,37 %) 18 (1,51 %) Tazas 16 (1,46 %) Copas 3 (0,27 %) Jarras 140 (12,77 %) 133 (11,19 %) 137 (33,01 %) Cántaros 16 (1,35 %) 37 (8,92 %) Botijos 4 (0,34 %) 13 (3,13 %) Botellas 7 (0,64 %) 43 (3,62 %) 42 (10,12 %) Pucheros 174 (14,65 %) Marmitas-ollas 64 (5,39 %) 25 (6,02 %) Orzas 3 (0,27 %) 69 (5,81 %) 47 (11,32 %) Ataifores 21 (1,77 %) Lebrillos 92 (7,74 %) 14 (3,37 %) Bacines 1 (0,09 %) 46 (3,87 %) Tinajas 7 (0,59 %) 15 (3,61 %) Morteros 16 (1,35 %) Macetas 1 (0,08 %) 2 (0,48 %)

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Huchas Tapaderas 3 (0,27 %) 16 (1,35 %) 24 (5,78 %) Fichas 3 (0,27 %) 15 (1,26 %) 11 (2,65 %) Atanores 3 (0,25 %) Rollos de alfarero 1 (0,24 %) Atifles 17 (4,10 %) Azulejos 16 (1,46 %) 8 (0,67 %) Figuras 1 (0,08 %) 3 (0,72 %) Juguetes(miniaturas) 32 (2,92 %) 27 (2,27 %) Tinteros 2 (0,18 %) Teteras 1 (0,09 %) Bacías 1 (0,09 %) 2 (0,16 %) Soperas 4 (0,36 %) Coladores 1 (0,08 %) Candiles 2 (0,16 %) 1 (0,24 %) Canicas 2 (0,48 %) Anafres 1 (0,24 %) Losetas 2 (0,48 %) Tejas 5 (1,20 %) Total 1096 1188 415

Gráfica 4

Dentro de los fragmentos estudiados podemos destacar las piezas vidriadas con recubrimiento estannífero (en blanco), siendo los más, encuadrables en los siglos XVII y XVIII. Las decoradas en azul cobalto o verde, de las que la mayoría son de producción local y ocuparían un lugar destacado correspondiendo a trozos de jarras, cuencos y algunas fuentes. Son fáciles de distinguir por la baja calidad de las pastas utilizadas, poco depuradas, así cómo por la utilización de tonos azules degradados y bastante claros, en la mayoría de los casos de deficiente calidad ya que por exceso de temperatura en el proceso de cocción los pigmentos se han quemado y se ha pasado el color, mostrando una textura escamosa y decolorada. Estas producciones tienen su apogeo en los siglos XVII y XVIII, cambiando en el siglo siguiente a las decoraciones en tonos verdes y marrones, siendo las que aún hoy acaparan toda la producción de estos escasos talleres locales. Otro grupo de lozas está formado por las elaboradas con pastas de color más oscuro, marrón o rojo y vidriadas en color blanco cremoso, marrón o verde. Se corresponden con formas más bastas y de mayor tamaño, grandes fuentes, cuencos, jarras, etc. Estas producciones podemos encuadrarlas dentro del siglo XIX, perdurando hasta la actualidad. También hemos podido localizar algún fragmento de loza de esmerada elaboración perteneciente a talleres de gran prestigio localizados en la Meseta, concretamente en Talavera de la Reina y el Puente del Arzobispo. Son piezas de gran calidad en cuanto a su elaboración y decoración por lo que fueron ampliamente imitadas en talleres sevillanos y toledanos, siendo muy difícil diferenciar dichas imitaciones. Características propias de estas producciones son los temas, su tratamiento, su técnica, sus formas y pigmentos, en especial el empleo del amarillo y el naranja junto al azul (Lám. V). Los restos encontrados se pueden encuadrar cronológicamente en los siglos XVII y XVIII, algunos de ellos pertenecen a la serie polícroma que se desarrolla en el S. XVII, donde podemos identificar como tema central unos tallos vegetales perfilados con trazos negros y otros a las series azules producidas desde el comienzo hasta el S. XIX, con abundancia de figuras animales y vegetales perfilados con trazos negros. Esta serie (serie polícroma) presenta un conjunto homogéneo, con grandes afinidades cromáticas y ornamentales, siendo su característica principal la de convertir la superficie de la pieza en soporte

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de una composición pictórica, frente a los temas simples ornamentales de las series anteriores. Ahora se decoran con temas complejos, desarrollados en amplios paisajes, con diversas figuras y animales, consiguiendo a veces la sensación de movimiento y vida mediante el dominio de la perspectiva y el escorzo. La decoración de la cerámica en azul, alcanzó en Talavera y el Puente del Arzobispo gran difusión, siendo la primera mitad del siglo XVIII cuando las series monócromas en azul alcanzan su apogeo, siendo muy difícil diferenciar entre ellas. En azul cobalto también hemos encontrado algún fragmento de procedencia dudosa, ya que tienen decoración monócroma, forman escenas dinámicas pero el tratamiento de las figuras es bastante estilizado y plano, sin volúmenes, en este caso se trata de algunos fragmentos de una fuente, aparecida en el sondeo 4, US 7, con una escena de caza, también los restos de otra, en el sondeo 7 (Fig. 3), con una rosa de los vientos, encuadrables ambas, probablemente en la primera mitad del siglo XIX.

Figura 3.- Secciones sondeos 7, 8 y 9.

Hemos encontrado un fragmento en el sondeo 9, en la US 35 (Fig. 3 y 4) perteneciente a una fuente con un escudo o blasón (Lám. V), si bien no es posible identificarlo ya que está fracturado y ha desaparecido una gran parte del mismo, aún así parece que éste pertenece a alguna orden religiosa o a un prelado, algo bastante probable ya que estos serían los mejores clientes de los talleres talaveranos a lo largo toda la Edad Moderna, después de la Casa Real. Este fragmento podría datarse entre los siglos XVII-XVIII.

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Figura 4.- Secciones sondeos 1-2, 3 y 9.

Existe otro grupo importante, las decoradas en azul cobalto o verde, de las que la mayoría son de producción granadina, denominadas Fajalauza. La producción de Fajalauza representa un pequeño porcentaje de la loza recuperada ya que la mayoría es de producción local. Es fácil de identificar ya que una de sus características es el tipo de color empleado en su decoración (azul, verde, melado y marrón), el cual se aplica con una intensidad uniforme, sin utilizar tonos degradados para buscar efectos estéticos más complejos; se pinta con línea continua, perfilando los dibujos y rellenando los espacios interiores de color, con algunas excepciones que sirven para resaltar algún detalle (ojos, alas y sobre todo los centros de las flores y sus pétalos), esto da lugar a una decoración plana, sencilla y de trazos simples, aún así muy resultona y agradable a la vista.

Los temas o motivos utilizados son muy diversos aunque destacan los figurados de aves, flores y frutos (granada). Otro tipo de loza sería la procedente del Levante, concretamente de Manises así como de los talleres valencianos con una producción parecida, estilísticamente, a los anteriores. Nos referimos a la cerámica de reflejo dorado de época medieval, concretamente de los siglos XIV y XV. Es una cerámica muy cara sólo al alcance de una pequeña parte de la población. Las primeras piezas conocidas elaboradas con esta técnica son del siglo XI, aparecieron en Mesopotamia, en Bagdad y son de unos hornos cercanos a Kufa o Basora. El nuevo invento se extendió muy rápidamente gracias a las caravanas y a la existencia de rutas comerciales a lo largo y

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ancho del mundo musulmán. La película de reflejo dorado se obtiene de una aleación de metales: el cobre y la plata y a veces el bermellón, diluidos en un mordiente, comúnmente el vinagre. Estos se obtenían de desechos de monedas y restos de calderería, calcinados en los hornos.

Lámina V.- Loza decorada de Talavera o Puente del Arzobispo.

Dentro de la producción medieval, de cerámica de reflejo dorado valenciana, se distinguen cinco fases: el estilo malagueño, el estilo de Pula, el estilo islamizante, el estilo clásico y la etapa de decadencia. Los fragmentos aparecidos en el transcurso de nuestra intervención (Lám. VI), se corresponden con fragmentos de cuencos de pastas claras, con recubrimiento estannífero y decoración de palmetas y filigranas doradas y rojizo-marrones, por lo que se corresponden claramente con el cuarto estilo el estilo clásico, que se desarrolla durante la mayor parte del siglo XV, desde los años veinte hasta el final del mismo.

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Lámina VI.- Loza decorada de Manises.

Seguidamente vamos a hablar de la loza estampada o china opaca, producida en talleres andaluces o del resto de España. Son producciones que comienzan aproximadamente a mediados del siglo XIX, algunas antes según que talleres, están realizadas con molde y prácticamente todas decoradas con estampaciones. La Cartuja o Pickman es la más conocida, ya que es la única que ha perdurado hasta hoy, por lo que es la más difundida y por el centro de producción, situado en Sevilla, la más cercana y asequible a nosotros. Es una loza fina de buena calidad, con una enorme variedad de diseños decorativos: cinegéticos, galantes, militares y sobre todo paisajísticos; estos últimos tanto campestres como urbanos. Los colores empleados son el negro, azul, verde y rosa principalmente, aunque todos los fragmentos encontrados están estampados en negro. Los fragmentos que hemos encontrado, proceden seguramente de este taller aunque al ser sólo pequeños fragmentos del borde e interior y no tener marcas, podría pertenecer a otros talleres con producciones parecidas estilísticamente y también con amplia difusión, ya que los temas son bastante parecidos en todos ellos; estos talleres serían La Amistad en Murcia, Valdemorillo en Madrid y Sargadelos en el Norte, principalmente, aunque había más. Bucarina Es un tipo de cerámica poco conocida, ya que sólo aparece en los yacimientos de manera puntual. Tiene unas características muy peculiares como son el color y la decoración, el color suele ser rojo intenso, era conocido como “barro portugués”. Los recipientes podían ser lisos o decorados y la decoración de estos últimos, hecha: en relieve, a troquel, con pequeños guijarros embutidos (Lám. VII), etc. Podemos encuadrarlo en los Siglos XVI-XVII, haciéndose muy popular, aunque su elevado precio la hacía un objeto de lujo y es difícil que aparezca en grandes cantidades. La denominación barros bucarinos no se refiere a una sola variedad cerámica, sino a un amplio abanico que engloba producciones, no en función de peculiaridades de índole formal u ornamental, sino de una serie de

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aplicaciones refrigerantes y ambientales y de unas arcillas aromáticas. Entre estas variadas producciones es fácil hallar vasos pintados sobre engobes rojos, negros o cremoso, otros simplemente bruñidos, total o parcialmente, sobre barros negros o rojos, otros cubiertos de barnices brillantes.

Lámina VII.- Cerámica Bucarina decorada.

Su producción se inicia en Portugal y a finales del S. XVI pasa a Talavera, continuando hasta el S. XVIII, se elaboran piezas cerradas como botes, botellas, jarras, etc. y piezas abiertas como platos, cuencos, tazas y copas. Hemos encontrado varios fragmentos, en el sondeo 1, en la US 8, una tapadera casi completa, perteneciente seguramente a un bote, algunos cuellos de jarras, en el sondeo 4, US 7, y en el sondeo 9, US 34, un fragmento decorado mediante la aplicación de pequeños guijarros de cuarzo lechoso formando parte de una decoración incisa, formando estrellas. Cerámica almohade Es un tipo de cerámica característico de este pueblo de origen berebere, que utiliza la técnica del vidriado al igual que la decoración pintada directamente sobre el bizcocho, utilizando para esta última principalmente el color rojo y el negro. Los motivos decorativos son sobre todo geométricos y vegetales. Cuatro colores componen la paleta tradicional del ceramista andalusí: marrón, verde, amarillo y azul. El marrón se obtenía de óxidos de hierro y manganeso, obteniéndose tonos hasta ocre o rojizo, el verde del óxido de cobre y el amarillo de la limonita. El azul se obtenía a partir del óxido de cobalto y es el único color que se utiliza en las series monocromas, combinando a veces con tonos o bien con elementos de amarillo o carmín. Hemos encontrado varios fragmentos de cerámica que podemos adscribir a este periodo, Casi todos han aparecido en los sondeos 1 y 2, coincidiendo con las estructuras más antiguas de las aparecidas en la Intervención, también el sondeo 5 contaba con una fosa con algún material de esta época. En el sondeo 1, en una fosa (la UE 152), localizada en el espacio 11, encontramos un paquete (la US 4) (Fig. 1) que contenía gran cantidad de cerámica de época almohade, decorada con pigmento color almagra, pertenecen a jarritas globulares con grandes asas también decoradas (Lám. VIII), la decoración del cuerpo es a base de medallones con forma de hoja que contienen ramilletes de hojas y motivos geométricos (círculos, puntos y rayas), separados por bandas verticales

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dispuestas en haces, toda esta decoración se dispone sobre una banda horizontal que circunvala la pieza a la altura de la mitad de la panza, separando la parte inferior, sin decorar, de la superior, profusamente decorada. La decoración del asa es a base de bandas horizontales, más o menos paralelas.

Lámina VIII.- Cerámica sin vidriar, jarra almohade.

En la misma fosa también hemos encontrado otros fragmentos de una marmita de pasta roja, con el fondo plano y decorada con los dedos de Fátima, que consiste en tres bandas desiguales paralelas dispuestas verticalmente, en este caso, que simbolizan la palabra “ALÁ “. Esta decoración se da entre los siglos XI y XIII y es tomada por los cristianos, a posteriori, con una simbología distinta, concretamente con fines profilácticos, ya que se creía que protegía contra el mal de ojo.

También hemos encontrado en el mismo sondeo pero en US distintas, las US 7, 8 y 9 (Fig. 4), los restos de unos grandes contenedores (tinajas) profusamente decorados, son fragmentos de vasijas de gran formato, con decoración incisa (fuelles u ojos y vegetal) y estampillada (círculos) y con profusa decoración incisa, vegetal y cúfica (Lám. X) que repite la máxima coránica y que pertenecería a una tinaja u orza de gran tamaño. Estas serían de los XI o XII, por lo que podrían ser almorávides o almohades.

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Figura 1.- Secciones sondeos 1, 4 y 7.

Lámina X.- Cerámica sin vidriar, tinaja decorada. Escala 1:50

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En el sondeo 5 pero en Unidad Sedimentaria US 8 (Fig. 2), hemos encontrado más restos de cerámica, estos pertenecen a una pequeña orcita con decoración geométrica a base de bandas paralelas dispuestas a modo de tejado o pirámide (unidas en una punta y muy separadas en la contraria), ocupando la parte superior de la panza y debajo de bandas finas y anchas que recorren todo el hombro de la pieza. El color empleado es el color rojo-almagra y son de la misma cronología que los anteriores.

Figura 2.- Secciones sondeos 5, 10 y 11.

En el sondeo 9, en la US 37 que rellena a la UE 109 (Fig. 4), hemos hallado varias patas de una o varias ollas trípode, éstas eran producciones típicas del Alto Guadalquivir y se utilizaron entre los siglos VIII al X. En el sondeo 6, en la parte que linda con el sondeo 9, también aparecieron restos de más patas de estas ollas. Serían los restos más antiguos asociados a la fase árabe. Por último hemos podido localizar otros fragmentos de cerámica, uno decorado con pigmento de almagra roja y sobre la misma, utilizando un punzón, se ha raspado y eliminado la capa cromática, dibujado un tema geométrico. El otro fragmento está pintado en gris humo y también ha sido decorado utilizando la misma técnica. Ambos serían del mismo periodo de la mayoría de los fragmentos encontrados en el solar. Estos aparecieron en los sondeos 10 (en la US 28) y 5 (US 7) (Fig. 2).

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Cerámica Popular o alfarería de basto. Con esta denominación nos referimos a la cerámica de uso común, aquella que está vidriada y la que no lo está, cumpliendo todas las necesidades de la vida entorno a la comida. Podemos distinguir varias clases atendiendo a su uso y al tratamiento de las cerámicas. La primera se conoce como alfarería del fuego y comprende los recipientes que presentan un tratamiento de vidriado que elimina la porosidad, permitiendo que puedan ir al fuego para cocinar, como ejemplo tenemos los muy sufridos pucheros y las cazuelas. La segunda la denominamos alfarería del agua y no presenta ningún tipo de vidriado, la arcilla sólo se ha cocido una vez y la transpiración es el efecto deseado, así los cántaros, jarras o botijas y tinajas. Otro tipo de recipientes dentro de este tipo (sin vidriar), serían las jarritas, los botijos y las botellas. Por último las jofainas y alguna maceta, de todos estos hemos encontrado restos en gran cantidad en casi todos los sondeos. Existe un tercer tipo híbrido que comprende los recipientes vidriados que no están destinados al fuego sino a servir como contenedores de líquidos y productos que necesitan ser aislados de la humedad, los lebrillos y las orzas son, respectivamente, ejemplos de unos y otros. También se elaboraban recipientes pequeños para servicio de mesa, que podían contener líquidos, así vasos, platos, cuencos y copas. El vidriado transparente marrón se conseguía con sulfuro de plomo, extraído principalmente de las minas de Linares (Jaén), los alfareros lo llamaban alcohol de hoja. Este producto se empleó desde la antigüedad hasta la segunda mitad del siglo XX. Es sin lugar a dudas la más abundante y por los motivos antes descritos, muy difícil de identificar cronológicamente a no ser que se trate de formas específicas que se puedan adscribir a un momento determinado. A finales del siglo XIX y durante todo el XX, se utiliza la decoración a la barbotina, en la que esta se hace el dibujo en relieve utilizando un pigmento espeso, hoy día es muy utilizado en talleres locales. Otro tipo de utensilios son las denominadas cerámicas de higiene personal, y está presente en muchos de los hogares desde el siglo XVII, y prácticamente en todos desde el XIX y la primera mitad del XX, es el bacín, bacinilla, escupidera, etc. Son varios los nombres que se la han dado pero tienen la misma función, ya que la ausencia de retretes hacía necesario el uso de estos recipientes. Hemos encontrado uno casi entero y varios más deteriorados, y los podemos encuadrar como pertenecientes a finales del siglo XIX. El vidriado polícromo también se utilizó para decorar objetos específicos como azulejos, baldosas y baldosines. La utilización de varios esmaltes de distinto color, era una técnica onerosa, sólo al alcance de unos pocos, si bien las piezas obtenidas mediante esta técnica eran de una belleza sin igual, con un brillo y unos tonos inigualables. Los colores más utilizados eran los rojos (en todas sus gamas), los azules y los verdes; aunque también se utilizaban, en menor medida, los amarillos, marrones, etc. Los esmaltes se depositaban en los huecos del dibujo de los azulejos, rebajados en la arcilla, como si de la técnica del cloisonné se tratase, de esta manera se impide que los distintos colores se mezclen durante la fusión. La decoración solía ser geométrica o vegetal, aunque también podía tener motivos figurados o escenas a imitación de los talaveranos o de los manuelinos portugueses. Los 24 fragmentos que hemos encontrado serían de los más comunes, con decoración vegetal y geométrica, con colores azules, verdes y marrones, sobre fondo estannífero blanco. Podríamos encuadrarlos, mayoritariamente, en las decoraciones barrocas del siglo XVII, de tradición mudéjar aunque también hay algunos pertenecientes al siglo XIX. Hay que destacar también unas piezas de pequeño formato, hechas mediante un molde, tienen formas varias: estrellas, cruces, cuadrados, rectángulos, etc. Son herederas del alicatado de origen árabe que se obtenía cortando con un alicate o tenaza trozos de un azulejo, dándoles diversas formas y encajándolas a la manera de un puzzle sobre la pared, formando sobre la misma figuras geométricas de diverso colorido.

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Cerámica de varias épocas. En una fosa localizada en el sondeo 3 (la UE 51) (Fig. 4), hemos encontrado varios fragmentos de cerámica de factura manual, no se ha utilizado torno ni torneta, es por tanto una cerámica muy antigua, seguramente la más antigua aparecida en el solar. También se ha encontrado formando parte del estrato de colmatación (US 21) de la citada fosa y ha aparecido con material algo más moderno, concretamente un trozo de tégula de época romana. Por lo tanto es posible que las fosas localizadas en la parte O del solar sean de una época indeterminada pero muy anterior a las demás allí aparecidas, ya que las características de las cerámicas: pastas, tipologías y tratamiento, nos hacen pensar que pueden pertenecer al Bronce Final, si bien son los únicos restos e indicios aparecidos. Figuras y silbatos La tradición de hacer figuritas de animales o de personas para jugar, aunque nos llega por tradición hispanomusulmana, es de toda el área mediterránea y se documenta en el periodo prehelénico y la antigua Grecia. Aún hoy se mantienen puntos de fabricación con formas tradicionales, así en Andujar (Jaén) se fabricaban y se siguen fabricando los jinetes y caballitos y en Guadix (Granada) los toritos. Los silbatos pudieron ser utilizados para diversos fines, estando constatados en romerías del siglo XVII, como la de la Virgen de la Cabeza, en Andujar (Jaén). En general son formas tradicionales fabricadas con materiales populares y baratos como el barro y realizados con motivo de festejar una fecha religiosa, histórica o local. Las formas no son exclusivas de un lugar, aparecen en diferentes puntos, por lo que sería posible que los moldes se vendiesen a distintos alfareros y procediesen de un único punto geográfico, extendiéndose gracias al comercio o a las ferias. Nosotros hemos encontrado tres fragmentos de figuras zoomorfas, todas pertenecientes a cuadrúpedos. La primera de ellas será posiblemente un caballo ya que presenta el cuerpo largo y el arranque de las cuatro patas, no se aprecia el arranque del pito o silbato ni el del cuello. La segunda pertenece con seguridad a un caballo aunque sólo conserva la mitad anterior del cuerpo, esta presenta casi toda la cabeza del animal así como una de sus patas, la izquierda, parte de la montura y un trozo de la pierna del jinete que lo montaba. La tercera pieza es seguramente un caballo aunque su hocico excesivamente chato y gran boca le haga parecer un toro, esta pieza es la más completa y la más antigua pudiendo atribuírsele una cronología muy antigua entorno al siglo XV-XVI. Esta figurita conserva todo el cuerpo, la pata derecha delantera y media de la izquierda, el arranque de las dos ancas traseras y ha perdido el pito. El rasgo más llamativo es la policromía que presenta, está decorado con topos y rayitas de color naranja rojizo aplicadas a mano por el alfarero a modo de manchas (Lám. IX).

Lámina IX.- Cerámica sin vidriar, terracota zoomorfa.

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Son juguetes o figuritas exentas parecidas a las que se han encontrado durante el transcurso de varias intervenciones realizadas en distintos solares de las Provincias de Jaén, Almería, Granada y Huelva entre otras. Pertenecen al grupo más numeroso de zoomorfos, cuya característica común es la disposición de los remos, abiertos y apoyados directamente sobre el suelo, sin ningún tipo de peana, así como la simpleza del resto de sus partes anatómicas, siendo los ojos resaltados, realizados mediante la aplicación de círculos, crines marcadas, arreos y silla de montar en el caso de incorporar un jinete. También ha aparecido un trozo de figura antropomorfa, está compuesto por la cadera, glúteos y el arranque de las dos piernas, por lo que se hace imposible saber si se trataba de una figura exenta o un jinete desprendido de su montura. Es habitual encontrar de vez en cuando algún recipiente de pequeño tamaño, alguna figurita, canicas y sobre todo fichas. Esta últimas se obtienen recortando y dando forma redondeada a un trozo de cerámica procedente de un recipiente desechado o roto, estas fichas o chanflas se han venido utilizando desde la antigüedad y era un objeto versátil que se podía utilizar para varios juegos de tablero. Se utilizan fragmentos de todo tipo como loza, cerámica vidriada y sin vidriar, etc. Las miniaturas de utensilios, forman parte del método de aprendizaje a través de la imitación. El juego con vajillas en miniatura, conduce al aprendizaje de los roles sociales, adelantando el papel que desempeña en el hogar la mujer de la época. Todas las piezas a excepción del caballito moteado, que es anterior, se pueden encuadrar entre los siglos XVII y XVIII, atendiendo al contexto en el que han aparecido. VIDRIO El vidrio encontrado es otro de los elementos significativos aparecidos durante el proceso de excavación, han aparecido varios fragmentos, ciento once en total. Son fragmentos de recipientes abiertos: vasos y copas y cerrados: botellas, jarras, botes y redomas; los primeros traslúcidos y los segundos de color verde o azul, también hay otros amorfos. El color natural del vidrio es el verde azulado, se obtienen otros colores y tonalidades añadiendo otros componentes como óxidos metálicos y sales. El vidrio blanco opaco se obtiene añadiendo antimonio, el azul se obtiene añadiendo al material en fusión minerales de cobre, el azul marino se obtiene por la adicción de óxido ferroso y férrico, los colores verdes se obtienen añadiendo la mezcla de minerales de cobre y hierro y por último la obtención del vidrio negro se precisa de la adicción de grandes cantidades de mineral de hierro o bien de gran cantidad de cobre y manganeso unidas. Los objetos encontrados pertenecen a distintos recipientes de mesa y están elaborados con técnicas tradicionales como el soplado y el estriado. Hay que destacar la aparición de varios fragmentos de pulseras de este material, son aros de vidrio coloreado de distintos grosores y calibres y que debido a su fragilidad se rompían fácilmente. La técnica para la elaboración de estos objetos es la siguiente: se hacía un churro de vidrio, se estiraba y retorcía con unas tenazas y a la vez se le adosaba por fuera uno o varios pelos de vidrio opaco, de colores distintos. Todo esto se enrollaba sobre una pieza de metal con el calibre deseado. METAL El metal está representado por ochenta y nueve piezas, con útiles diversos y varios fragmentos amorfos. Los restos metálicos son de hierro (39 piezas), cobre-bronce (31 piezas) y fragmentos amorfos (19 piezas).

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Hierro Los restos de hierro pertenecen principalmente a enganches y clavos, todos ellos elaborados mediante el método conocido como forja, que consiste en el trabajo, en la fragua, del metal a altas temperaturas, trabajándolo con un martillo sobre un yunque, así se obtuvo una herramienta muy necesaria en esa época, la hoz, con la que se segaba el trigo y los cereales, también con la forja se fabricaban las herraduras para las cabalgaduras. Otros elementos encontrados, en el sondeo 9, US 35 (Fig. 3 y 4), serían los restos de una espada con lo que parece ser restos de la hoja fragmentada en tres trozos (0,22 m. el más largo, 0,19 m. otro y 0,07 m. el más pequeño), es bastante fina ya que tiene 0,03 m. de anchura. La empuñadura es la parte más importante y la mejor conservada, tenía las cachas del enmangue de madera recubierta de una lámina de lo que parece ser plata, conserva restos de madera y un trozo del recubrimiento de plata (Lám. XI) en el que se puede apreciar dos semicírculos adosados, mide 0.16 m. de alto, una anchura máxima de 0,03 m. un grosor de 0,01 m. está rematada por un pomo bilobulado y conserva los clavitos remachados que sujetaban el enmangue. No conserva la cruz o guardamonte que protegía la mano de los cortes en las luchas. La cronología de esta pieza es muy difícil de establecer, siendo posible encuadrarla con seguridad en la Época Medieval, si bien no podemos concretar si en la Alta o la Baja.

Lámina XI.- Empuñadura de hierro de una espada. Escala 1:1.

Hay que destacar también la aparición de dos asas de brasero muy bien forjadas y medianamente conservadas y un clavo perteneciente a una puerta exterior que daría sin duda a la calle. El clavo es un elemento de anclaje y adorno, es un espárrago de metal acabado en punta y rematado por una pirámide equilátera, de cuatro caras, con los bordes inferiores calados formando ondas, el vértice de la pirámide está rematado por una flor de cuatro pétalos, esta sería propiamente la cabeza del clavo. Este tipo de clavo se utiliza en los portones de entrada de palacetes y edificios, principalmente, de los siglos XVI al XVIII, lo que se correspondería con los restos encontrados pertenecientes a un gran edificio de corte renacentista y de cerámica del siglo XVI. Cobre-bronce En este material (en cobre), en el sondeo 3, en una estructura de grandes dimensiones que estaría dedicada a almacenar agua (una cisterna) registrada como UE 47 y en el estrato más antiguo (US 18) (Fig. 1), hemos encontrado una pulsera en buen estado de conservación. Es un círculo abierto en un extremo, con un diámetro máximo de unos 0,07 m. una anchura máxima de 0,02 m. y un peso de 55 gramos. Está decorada con una incisión en forma de cuña en su parte central, flanqueada por cuatro líneas incisas, dispuestas de dos en dos, paralelas y con uno de sus extremos acabados en punta a modo de pirámide invertida. Por su tipología podría ser de la misma cronología que los

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trozos de cerámica más antigua aparecida en una fosa cercana, esto sería en la Edad del Bronce Final. Otro objeto curioso aparecido en el sondeo 1, en la US 7 (Fig. 1 y 4), ha sido un dedal de bronce, se encuentra en perfecto estado mide 0,03 m. de alto y tiene un diámetro de 0,018 m. consta de un anillo o collar de 0,005 m. seguido de la capucha decorada a base de punteados en toda su superficie. Este dedal se utilizaba para proteger las puntas de los dedos cuando se trabajaba el esparto, lo que nos hace suponer que el sistema de fosas y atarjeas localizadas pertenecerían a un espacio dedicado a esos menesteres: al trabajo del esparto, para lo cual se necesita agua y contenedores para ablandar la planta a la hora de trabajarlo. Podemos situarlo junto con los conjuntos de cerámica almohade en esa época (siglos XII-XIII). Hemos encontrado otros objetos como un cascabel, una hebilla de zapato o cinturón, ambos de Época Moderna y un lote de monedas. Han sido localizadas diecisiete monedas que han aparecido en casi todos los sondeos. Casi todas son de cobre (17 monedas) aunque cuatro de ellas también contienen plata, son conocidas como vellones. La mayoría de las piezas son monedas reselladas de a 6, de a 8 y de a 12 maravedíes y pertenecen al reinado de Felipe IV, en total monedas. Dos de ellas (de los resellos) conservan la fecha: una de a 6 maravedíes es del año 1659 y la otra de a 8 maravedíes parece que pone 16(59). Pertenecientes al reinado de Felipe III han aparecido: 2 monedas de 2 maravedíes, una de ellas con la fecha de 1605 perfectamente legible y otras 3 monedas más de a 4 maravedíes, en estas no se puede ver la fecha. Todas tienen en una cara la leyenda PHILIPPUS III D.G. y en el centro el emblema de Castilla, en la otra cara se puede leer HISPANIARUM REX seguida de la fecha de acuñación y en el centro aparece un león rampante que es el emblema de León. La moneda más antigua que hemos encontrado pertenece probablemente a Enrique IV apodado el Impotente que reinó entre los años 1454 y 1474. La moneda es una Blanca de 2 maravedíes, la leyenda no se puede leer apenas, en una cara aparece el escudo de Castilla dentro de una orla y en la otra un león rampante representando a León. Esta moneda se devalúa ya que el 12 de Mayo de 1473 se marcan, en Segovia, los nuevos valores para las monedas, siendo las equivalencias las siguientes: 1 Enrique (oro) = 400 maravedíes 1 Dobla de la banda (oro) = 300 maravedíes 1 Florín aragonés (oro) = 200 maravedíes 3 Blancas (vellón) = 1 maravedí 1 Blanca (vellón) = 3 cornados Pertenecientes al reinado de los Reyes Católicos (Fernando V e Isabel I), hemos encontrado una moneda, tiene el valor de una Blanca. En una cara aparece la inicial del nombre del Rey: una F coronada y en la otra la inicial del nombre de la Reina: una Y coronada, esto es debido a que en la lengua castellana del siglo XV Isabel se escribía con Y griega. Las otras dos son también de vellón y debido a su mal estado de conservación nos es imposible poder catalogarlas. La moneda más reciente es una de cobre que presenta en una cara la estrella de David con un punto central y por la otra cara alguna leyenda en árabe y una fecha. Las malas condiciones de conservación del reverso hacen imposible distinguir la fecha, pero sabemos que estas son acuñaciones marroquíes del siglo XIX que aparecen abundantemente en nuestro país.

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Las monedas más antiguas han aparecido en el sondeo 1, así en la US 11 (Fig. 4) aparecieron la de Enrique IV y la de los Reyes Católicos, también dos de Felipe IV. En el sondeo 2, en la US 2, dos de Felipe III. En el sondeo 4, en la US 7 (Fig. 1), una de Felipe III, otra de Felipe IV y otra indeterminada. En el sondeo 7 (Fig. 1), dos de Felipe IV. En el sondeo 8, en la US 2 (Fig. 3), una de Felipe IV, otra de Marruecos y otra indeterminada. En el sondeo 9, en la US 31, una de Felipe III o IV y en la US 1 tres de Franco. En el sondeo 11, dos indeterminadas. Aluminio En aluminio también hemos encontrado tres monedas más, estas pertenecen al periodo denominado como Estado Español y comprende la época que va desde 1936 hasta 1975 siendo Francisco Franco el gobernante del País. Hemos encontrado en el sondeo 9, en la US 1, dos monedas de 10 céntimos del año 1959 y una de cinco céntimos algo más antigua, del año 1941. A estas monedas de 5 céntimos se las denominaba perras, siendo esta una perra chica y denominando a las de 10 céntimos perras gordas. RESTOS ÓSEOS Se ha encontrado bastante material óseo, concretamente 359 elementos entre fragmentos y huesos enteros. Dentro de los restos óseos podemos encontrar aves, roedores, bovinos, equinos, porcinos y sobre todo ovicápridos y restos de animales fruto de actividades cinegéticas como el jabalí, siendo la caza una actividad que completaría la dieta en los hogares de la época. Hay gran cantidad de huesos entre los que se pueden distinguir los de porcino. Otros huesos de menor tamaño pertenecientes a aves también se han identificado, pero en una mínima cantidad. Es también destacable la aparición de gran cantidad de huesos de ovicápridos. Los huesos de vacuno, de gran tamaño también se han encontrado, al igual que los de equinos y por último los de los lepóridos. Los animales base de la dieta de los siglos XVII al XIX, son prácticamente los mismos durante todo este periodo de tiempo. El primer lugar lo ocuparía el cerdo, un animal que sólo produce carne y se cría con ese fin, de él se aprovecha todo, siendo esta la razón del éxito de su crianza. Aunque en el caso que nos ocupa hemos encontrado menos huesos porcinos (93 huesos) que ovinos (102 huesos). El segundo lugar lo ocuparían los ovicápridos que proporcionan leche, lana y carne, si bien no son tan prolíficos como el anterior, por lo que no serían la base proteínica en la dieta de la época. Una cabra-oveja saca una o dos crías al año frente a las 16 o 20 del cerdo, además de la versatilidad alimenticia del mismo, capaz de engullir cualquier tipo de alimento. Las aves de corral (8 huesos) y los conejos (7 huesos), son otros de los animales criados para producir huevos y carne, si bien sus huesos al ser pequeños y huecos (los de las aves), se descomponen antes o pueden pasar desapercibidos. También se ha consumido con profusión la carne de los equinos (41 huesos): caballos, mulos y borricos, ya que antes no se desperdiciaba nada, cuando un animal no podía seguir trabajando en el campo (mula y asno) o bien ya no servía para el transporte (caballo), este pasaba a servir de alimento. Se puede contemplar perfectamente los cortes en los huesos, resultantes del despiece y descarne de estos animales. Por último el ganado vacuno, del que también hemos encontrado restos (26 huesos), era una carne muy apreciada. Este se criaba para producir leche y carne.

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De hueso hemos encontrado una pieza muy interesante, se trata de una de las cachas del enmangue de un cuchillo. Apareció en el sondeo 9, en la US 7, tiene una forma sinuosa, sin duda para adaptarse a la palma y a los dedos, está decorado con unas incisiones en tres bandas a modo de troquelado y tenía dos agujeros que unían, con unos remaches de hierro de los que aún queda restos de óxido, las piezas de hueso al cuchillo en la parte inferior o enmangue (Lám. XII).

Lámina XII.- Cacha de hueso de la empuñadura de un cuchillo. Escala 1:50.

SECUENCIA CRONOLÓGICA La secuencia quedaría estructurada en varios períodos: 0.- PERIODO INICIAL INDETERMINADO (Bronce Final, Romano, Islámico) En un momento indeterminado se utiliza esta zona con fines agrícolas y/o industriales, esto lo atestigua la presencia de fosas en gran número. La existencia de este tipo de estructuras nos lleva a pensar en la pervivencia en el tiempo de estas labores, pero nos es imposible determinar su cronología ya que todas contienen materiales de diversa índole y muy mezclados, con la excepción de alguna, así en el sondeo 3 localizamos una fosa (UE 51) con material muy antiguo en su estrato inferior (US 21) y con una cierta uniformidad, lo que unido a la aparición de una pulsera de cobre en una cisterna (UE 47) asociada a la fosa antes mencionada, de la misma tipología que la cerámica, nos permite situar la ocupación de esa zona en la prehistoria, en algún momento del Bronce Final, lo que es bastante plausible debido a la cercanía con el gran núcleo poblacional de las Eras del Alcázar. En el sondeo 1 hay otra fosa que contenía todo su registro muy homogéneo (época almohade) la UE 152, en el sondeo 5 hay otro registro de cerámica almohade en la fosa denominada UE 73 y por último en los sondeos 6 y 9 la aparición de cerámica emiral en una cantina nos hace suponer que habría algún atisbo de ocupación con anterioridad a la aparición de los restos de edificios encontrados en el solar.

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El resto de las estructuras asociadas a esta fase serían las siguientes: en el Sector 1, las UE 20, 47, 48, 49, 50, 51, 82, 83, 84, 114, 116, 129, 130, 138 y 152, en el Sector 2, las UE 73, 80, 121, 160 y 162, en el Sector 3, la UE 105 (Fig. 7). Hemos denominado este periodo como Fase I y aparece en el plano en verde claro (Fig. 6).

FASE I

FASE II

FASE III

FASE IV

FASE VI

FASE VII

FASE VIII

FASE IX

FASE V

Figura 6.- Plano de fases de constructivas y de ocupación s/e.

1.- PERIODO MEDIEVAL Es posiblemente en esta época cuando se produce la primera ocupación permanente del solar, entendiendo por ocupación la inclusión de estos terrenos dentro de la trama urbana mediante la edificación de una vivienda. Los restos encontrados así nos lo indican, ya que se conserva parte de un aljibe de esta época, así como innumerables restos arquitectónicos reutilizados posteriormente en los paramentos de los edificios. De igual forma la cerámica aparecida también nos lo confirma. A este periodo pertenecerían los siguientes restos: En el Sector 1, las UE 45, 139 y UE 155, en el Sector 3, las UE 90, UE 100, UE 109 y UE 112 (Fig. 7). Hemos denominado este periodo como Fase II y lo hemos coloreado en amarillo (Fig. 6).

262.- PERIODO MODERNO

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En este periodo se produce la demolición de casi todas las estructuras anteriores, así como la transformación y el reaprovechamiento de alguna, aunque mínimamente, ya que la nueva concepción de la arquitectura, en esta época, lleva a la sustitución de todo elemento anterior, medieval, por otros nuevos, de mayores proporciones y estética renacentista, acorde con el nuevo gusto de estos tiempos. Pensamos que sería en torno al siglo XVI, pues las primeras referencias bibliográficas que encontramos de su entorno más inmediato son del siglo XVI, al igual que las tipologías cerámicas. A este periodo pertenecerían: en el Sector 2, las UE 17, 39, 146 y 173, y en el Sector 3, las UE 74, 75, 81, 101, 109 y 110 (Fig. 7). Hemos denominado este periodo como Fase III y lo hemos coloreado en morado (Fig. 6). Dentro de este periodo hemos podido identificar otra fase, esta se correspondería con una edificación de inferior categoría y asociada al uso industrial y agrícola, que conviviría con la anterior edificación. Estos restos se adscribirían al siglo XVIII y se encuentran en los sectores 1 y 2, ya que el 3 estaría ocupado por la edificación renacentista, a este periodo pertenecerían: en el Sector 1, las UE 13, 22, 28, 37, 40, 41, 44, 52, 123, 144, 148 y 161 y en Sector 2, las UE 23, 24, 38, 48 y 111 (Fig. 7). Hemos denominado este periodo como Fase IV y lo hemos coloreado en azul (Fig. 6). 3.- PERIODO CONTEMPORÁNEO De ésta época encontramos en el solar varias fases constructivas, dos pertenecientes a finales del siglo XVIII o al comienzo de la centuria del XIX, otras dos fases pertenecientes a la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX, identificadas con el acuartelamiento militar, así como una última subfase correspondiente al abandono y posterior ocupación del edificio por familias carentes de recursos. Las dos primeras fases, que se corresponderían con el final del siglo XVIII o comienzos del XIX, forman un conjunto estructural diferenciado, siendo la primera la que ocupa los tres sectores y la segunda ocupa sólo el primer sector, a estas fases le pertenecerían: a la primera, identificada con la Fase V, en el Sector 1, las UE 30, 32 y 122, en el Sector 2, las UE 21, 64, 106 y 164 y por último en el Sector 3, las UE 25, 60, 61, 76, 89, 91, 96, 102, 113, 119, 120, 125, 132, 133, 140 y 147; y la segunda, que corresponde a la Fase VI y a la que pertenecerían las UE 29, 31, 43, 104 y 167 (Fig. 7). Hemos denominado estos periodos: como Fase V, coloreada en verde oliva y Fase VI, coloreada en marrón oscuro (Fig. 6). Las dos siguientes fases se corresponden con la edificación del cuartel de la Guardia Civil a mediados del siglo XIX y perdurará hasta el primer cuarto del siglo XX, correspondiendo la primera fase del cuartel con la Fase VII y comprendería: en el Sector 1, las UE 8, 33, 77, 92, 98, 115, 135, 149, 153, 154, 165, 166 y 176, en el Sector 2, las UE 11, 12, 15, 18 y 107 y por último en el Sector 3, las UE 66, 96 y 97; la segunda fase del cuartel se corresponde con la Fase VIII y comprendería: en el Sector 1, las UE 34, 53, 55, 65, 85, 86, 118, 134, 136 y 150, en el Sector 2, las UE 10, 14, 99, 122, 151 y 174, y en el Sector 3, las UE 1, 2, 3, 4, 5, 58, 59, 63, 66, 67, 69, 80, 87, 88, 108, 127, 128, 146, 156, 157, 169, 170 y 171 (Fig. 7). Hemos denominado estos periodos: como Fase VII coloreada en fucsia y Fase VIII, coloreada en rojo (Fig. 6).

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La última fase de ocupación del solar se corresponde con momentos posteriores al abandono del cuartel, transformándose en un edificio donde malvivían gran cantidad de familias sin recursos y se corresponde con los dos cuartos intermedios del siglo XX y comprendería: en el Sector 1, las UE 54, 56 y 57 (Fig. 7). Hemos denominado este periodo como Fase IX y lo hemos coloreado en cian (Fig. 6). CONCLUSIONES. Nos hallamos ante un parcelario urbano que se incluye en el trazado originario musulmán, formado por un perímetro amurallado externo que circunscribía la ciudad medieval y que hoy delimita casi todo el casco histórico, cuya estructura viaria preexistente es en buena parte herencia islámica. Con la conquista cristiana la trama urbana en un principio se mantiene intacta, organizándose la ciudad en torno a parroquias, elementos de distribución de carácter religioso, administrativo y jurisdiccional, existiendo once de ellas, de las cuales seis se situaban intramuros, entre ellas esta de Santo Domingo, y cinco fuera del recinto amurallado. A partir de finales del siglo XIV y todo el XV se van conformando los arrabales a extramuros, que llegaron a ser hasta un total de seis, y aunque los grandes cambios que desestructuran la imagen medieval comienzan en las últimas décadas de dicho siglo, éstos se llevarán a cabo sobretodo en el siglo XVI, que aunque no hay una gran ampliación del casco urbano, lo que se realiza es un mejor aprovechamiento del terreno para edificar, en terrenos destinados hasta ahora a huertos y corrales, llenándose la ciudad de palacios y casas solariegas y reestructurando espacios públicos o apareciendo otros nuevos. De época medieval es un resto de aljibe que ha aparecido en el sondeo 9, así como otro posible situado muy cerca, en el mismo sondeo. El aljibe estaba revestido con una capa de cal o mortero hidráulico, totalmente pintado de rojo y contaba con unas escaleras para poder acceder al mismo. La reestructuración del edificio se produce en el XVI, se levanta un edificio de corte señorial así como una pequeña plaza delante y a un lado, el edificio cuenta con un gran sótano o cantina abovedada, que ocupaba la parte final de la edificación, dando a unos patios traseros. Entre los siglos XVII y XVIII la ciudad acusa un continuo deterioro urbanístico que afecta especialmente a la destrucción de de su muralla medieval y a la ruina de sus edificios religiosos. No se invierten fondos en reconstruir ni remodelar el trazado urbano y los edificios se arruinan, siendo abandonadas muchas casas. En este periodo se continúa con la transformación de la edificación preexistente, el acceso a la cantina se ciega y se abre otro justo en el extremo opuesto, rompiendo la pared del fondo. Posteriormente se abren otro gran sótano coincidiendo con la crujía que da a la plaza lateral del edificio, pero este en de techo bajo y plano, hecho seguramente con rollizos de madera, tiene el suelo pavimentado con piedras y cantos rodados, así como dos desagües para recoger el agua y los excrementos provenientes de los animales allí estabulados. A estas cuadras subterráneas se accedía por una rampa escalonada de suave pendiente, igualmente pavimentada. El ganado necesita gran cantidad de agua, por lo que creemos que el sótano abovedado, de la etapa anterior, se reutiliza se abre otro pozo en un extremo del mismo y se deja acceso el ganado. Paralelamente en el patio posterior, que no pertenece a los edificios antes referidos, se desarrolla otro tipo de actividad, esta sería probablemente la agricultura, ya que hemos encontrado pozos, fosas y canalizaciones en gran cantidad, así como algo de actividad industrial. La aparición de un dedal de los que se usaban para trabajar el esparto, en el Sector 1 así como la gran cantidad de recipientes y canalizaciones de agua nos hacen pensar en la industria del esparto, ya que esta necesita gran cantidad de agua, habiendo constancia de este tipo de actividad en estos barrios. La creación del cuerpo de la Guardia Civil, por el Duque de Ahumada, en el siglo XIX, propicia que se establezca, este cuerpo en todas las ciudades de cierta entidad, en todo el territorio nacional, para lo cual se necesitan edificios con unas características específicas, sobre todo la superficie a ocupar, ya que las familias de los militares también se instalan en los edificios. Este es el motivo de

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que el edificio primigenio, que da a la calle de Santo Domingo, se una a otros situados a espaldas del mismo, llegando hasta las tapias del Palacio de Medinilla y ocupando así una gran superficie (840 m²). En un primer momento sólo se ocupa el edificio que da a la calle, pero seguramente las necesidades se espacio harán necesario más espacio, es ahora cuando se produce la gran remodelación. Se traza una nueva construcción que absorbe todos los elementos anteriores, reutiliza lo que puede y crea un nuevo edificio con varios cuerpos: un arco de entrada, un primer patio, edificaciones a derecha e izquierda con dos crujías cada una, un cuerpo central situado sobre la antigua cantina renacentista, que ahora se reaprovecha como fosa séptica y un segundo patio con edificaciones a izquierda, derecha y al fondo, todas de una sola crujía. Entre los materiales reaprovechados destaca un enorme portón de madera con refuerzos y guarniciones de hierro perteneciente probablemente al edificio renacentista. La última fase de ocupación del solar sería la de casa de vecinos. Aquí habitaron gran cantidad de familias, se hacinaban, según testimonio de algunos de sus moradores, en pequeñas habitaciones, se demolió o simplemente se derrumbó el edificio situado en el segundo patio, a la izquierda. Para uso común se hacen tres letrinas contiguas en el centro del segundo patio. Este sería el periodo final del edificio, en los años ochenta del siglo pasado se desocupa y se cierra, arruinándose y hundiéndose. Este solar, por lo tanto, ha tenido una ocupación, prácticamente ininterrumpida, desde aproximadamente el siglo XIV-XV hasta hace unos años, teniendo en todo momento una funcionalidad variable que va desde la doméstica a la agroindustrial, pasando por la militar. No sabemos con exactitud cuando se produce la primera ocupación del solar, pero atendiendo a la cerámica aparecida sería en época prehistórica, en un horizonte cultural perteneciente al Bronce Final. BIBLIOGRAFÍA -Cavilla Sánchez-Molero, Francisco (1992). La cerámica hispano-musulmana de Beca. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz. -Cerámicas islámicas y cristianas a finales de la Edad Media. Influencias e intercambios. Publicado por el Museo de Ceuta, Consejería de Educación y Cultura de la Ciudad Autónoma de Ceuta. 2003.

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