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POLÍTICA INTRODUCCIÓN: POLÍTICA Y FILOSOFÍA POLÍTICA. Hay reflexión acerca de el hecho mismo del poder, las relaciones autoridad, la jerarquía de poderes, pero falta una reflexión tanto de fines y objetivos de la política, como de su origen o su génesis; falta una reflexión más filosófica. El temor a una desaparición de lo político. Hay una convicción de un retroceso, casi de una desaparición de lo político. La sociedad se separa en grupos o niveles; de esta división nace el sentimiento de “injusticia social”. Esta lleva a movimientos contra sí misma. Pero hoy hay una tendencia a existir para sí sola y por sí misma, dominándolo todo. En la medida en que se organiza una comunidad histórica, capaz de tomar decisiones, existe un lugar para lo político y para el Estado. La política tiene que ver con una acción universal, que, a pesar de partir de la acción empírica individual, es universal por ocuparse de la totalidad del género humano. El interés individual constituye el motor de la acción de individuos, grupos, capas; el Estado es quien tiene que trastocar los intereses particulares para elevarlos a pesar suyo a lo universal; se tarta de “justicia social”. Hannah Arendt: el trabajo devora todo lo social. “...hemos cambiado la obra por el puro trabajo” Tenemos “la tendencia a reducir todas las actividades serias a ganarse el pan” “El fin último de la vida activa ha llegado a ser el aumento de las riquezas, la abundancia y la felicidad del mayor número” H. Arendt. La sociedad tiende a reducir todo a “la unidad”. La política debe buscar, en cambio, la unión de “diferentes y desiguales”. Se buscará la evasión de ña pluralidad mediante una monarquía de una forma u otra. (Hobbes). Esto habría venido siendo la filosofía política desde Platón. Para H. Arendt la política reside en realidades de orden totalmente distinto a la de la sociedad de trabajo: mundo de promesa (domina la imprevisibilidad de las cosas humanas) y de alianza, es decir, de compromisos interpersonales. Calvez hablará de reconocimiento.

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Fichaje y seleccion de textos del origen de la fundamentacion de la vida politica en el teorico politico frances más relevante de la historia de la Iglesa contemporanea

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POLÍTICA

INTRODUCCIÓN: POLÍTICA Y FILOSOFÍA POLÍTICA.

Hay reflexión acerca de el hecho mismo del poder, las relaciones autoridad, la jerarquía de poderes, pero falta una reflexión tanto de fines y objetivos de la política, como de su origen o su génesis; falta una reflexión más filosófica.

El temor a una desaparición de lo político.

Hay una convicción de un retroceso, casi de una desaparición de lo político. La sociedad se separa en grupos o niveles; de esta división nace el sentimiento de “injusticia social”. Esta lleva a movimientos contra sí misma. Pero hoy hay una tendencia a existir para sí sola y por sí misma, dominándolo todo. En la medida en que se organiza una comunidad histórica, capaz de tomar decisiones, existe un lugar para lo político y para el Estado.

La política tiene que ver con una acción universal, que, a pesar de partir de la acción empírica individual, es universal por ocuparse de la totalidad del género humano. El interés individual constituye el motor de la acción de individuos, grupos, capas; el Estado es quien tiene que trastocar los intereses particulares para elevarlos a pesar suyo a lo universal; se tarta de “justicia social”.

Hannah Arendt: el trabajo devora todo lo social.

“...hemos cambiado la obra por el puro trabajo” Tenemos “la tendencia a reducir todas las actividades serias a ganarse el pan” “El fin último de la vida activa ha llegado a ser el aumento de las riquezas, la abundancia y la felicidad del mayor número” H. Arendt.

La sociedad tiende a reducir todo a “la unidad”. La política debe buscar, en cambio, la unión de “diferentes y desiguales”. Se buscará la evasión de ña pluralidad mediante una monarquía de una forma u otra. (Hobbes). Esto habría venido siendo la filosofía política desde Platón.

Para H. Arendt la política reside en realidades de orden totalmente distinto a la de la sociedad de trabajo: mundo de promesa (domina la imprevisibilidad de las cosas humanas) y de alianza, es decir, de compromisos interpersonales. Calvez hablará de reconocimiento.

Sin promesas seríamos incapaces de conservar nuestra identidad ya que estaríamos encerrados en nosotros mismos, sin fuerzas ni objetivos y sin poder confirmar nuestra realidad de hombre que promete y cumple.

En la línea de comprender a la acción humana como fabricación o “hacer”, se llega a soñar con eliminar al trabajo de la lista de las actividades humanas. Así Arendt considera como el gran peligro de esta sociedad moderna, la tendencia a excluir lo político.

Para Calvez, lo político propiamente dicho se manifiesta, a pesar de todo, suficientemente en nuestro presente (siglo XX) como para ser tenido muy en cuenta. Es necesario tomar conciencia en su originalidad.

Ciencia y filosofía.

Hay una diferencia legítima entre “ciencia” política y “filosofía” política. Pero la reflexión filosófica es convocada por la consideración completa de lo político. La sociedad política efectiva – el hombre en su existencia política – supone como unida intrínsecamente a sí misma, la dimensión filosófica, la dimensión del sentido, la dimensión de la legitimidad, que es una categoría política esencial; contiene una pregunta acerca del mundo y del Ser como tales.

El efectivo cumplimiento de la ley y el respeto de la legitimidad están más allá de los mecanismos de coerción institucional. Hay un grado de obediencia interiorizada – y por lo tanto de reconocimiento de la legitimidad – que forma parte tanto de la realidad política empírica

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como de los mecanismos institucionales de coerción. La ciencia no puede estar enteramente separada de filosofía cuando se trata de política.

CAP. I: UN RECONOCIMIENTO ARRANCADO A LA VIOLENCIA.

¿De dónde procede lo político y el poder? ¿qué le da autenticidad?

El fondo de violencia.

Calvez define lo político como reconocimiento entre libertades arrancado de (su) violencia. Reconoce una violencia que se manifiesta siempre, aunque la supera. Se debe considerar la violencia porque las libertades humanas suponen, en primer momento, mucha negación del otro, de todo, o son siempre capaces de tal negación. Como la “guerra de todos contra todos” (Hobbes). Para Calvez esto es más realista que una naturaleza pacífica que sólo sería perturbada por la propiedad (Locke). Las consecuencias de la propiedad son muchas como lo expresó Rousseau.

En el ámbito donde se desarrolla lo político hay siempre una situación de extrañeza. Bertrand de Jouvenel muestra la génesis de lo político por la analogía con la experiencia de un niño que llega por primera vez al ambiente extraño de la escuela. Antes está amortiguado por el grupo familiar que le da un islote de certidumbre en un mundo incierto, pero ahora se encuentra como arrancado de su familia y arrojado a la escuela. Se siente un intruso en un mundo desconocido, del que no se siente parte. El no-Yo es parte de un gigante enigmático. Ese cuerpo al que los otros pertenecen es lo que B. de J. llamó “otredad”. Es la misma situación que la de un joven que llega a ciudadano o que la del que toma contacto con un país extranjero. Lo político surge cuando los hombres salen de esta extrañeza, de esta violencia. Es como la salida de las guerras: reconciliaciones difíciles y relativa, pero con la esencial salvaguardia mutua de las libertades, la consolidación de cada una de las partes por el reconocimiento de la otra.

Opuesta a esta violencia original son las visiones de los contractualistas (contrato ordinario de pura y simple voluntad de unos y otros) y la de los que hablan de la racionalidad técnica. Para los primeros todo aparece como voluntario, surgiendo de la libertad, y todo como contingente.

Reconocimiento

C. prefiere usar la palabra ‘reconocimiento’ a la de ‘contrato’ por que designa de mejor modo la constitución, la institución o la consolidación mutua de las libertades. ‘Constitución’ de la libertad (para C. libertad es capacidad de la negación, consolidada por el otro) porque ésta nace al salir de sí misma, abandonándose a otra que le da el ser. Prefiere ‘pacto’ a ‘contrato’ por ser un término activo, movimiento, superación o conversión.

La finalidad e lo político es el problema de la paz y de la justicia (ambos términos conjugados) Para Maquiavelo primero que nada es la salud de la patria, su existencia, y por lo tanto la paz indiferente de la justicia. Esto carece de un verdadero reconocimiento mutuo.

Otros sitúan en primer término algunas finalidades, sin manifestar suficientemente el surgimiento y la génesis de estos fines. Jean de Baechler dice que “lo político es el orden que tiene a su cargo el asegurar la paz por la justicia a través de una ‘realidad política’ y regular la guerra entre distintas ‘realidades políticas’. La política sería como una construcción para obtener los fines ‘presupuestos’, ya que no se muestra cómo aparecen: esto es (para C.) por el fundamental ‘reconocimiento’ que supera la violencia.

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La superación pertenece a la dinámica misma de la libertad.

No se da un nacimiento de las libertades sin un fondo previo. Es necesario que tenga ya en sí misma tal capacidad de superación intrínseca. La libertad es un poder querer, en modo absoluto, quererse a sí misma; pero por otro lado es también un poder querer lo sin límite, un poder querer lo diferente de sí mismo. Existe un antes necesario de lo político, o un absolutamente primer momento de lo político.

Raíz de la alteridad-proximidad en la sexualidad.

El buscar el sí mismo diferente de sí mismo aparece de entrada exteriorizada, afirmada (tiene una positividad) en la sexualidad. La sexualidad implica división y al mismo tiempo proximidad, relación estrecha, que me constituye. No soy, no soy persona, no soy yo, sino por ese otro, esa otra persona, ese otro sexo. Para Levinas nos constituimos a partir de la mirada la que permite existir, lo que me hace ser.

La sexualidad marca una alteridad que subyace en todas las realidades sociales En este fondo se arraiga la posibilidad de superación, que no se explicaría sin aquello.

Lo político y las otras dimensiones de lo social.

En otras relaciones sociales (familia, economía) el reconocimiento entre personas o libertades está mediatizado. Hay una especie de canalización o de limitación por lo natural. En lo político es el otro, simplemente, como libertad sin calificación particular alguna, capaz de todo lo que es capaz una libertad, imprevisible, si se quiere, que es reconocida, aceptada, dejada ser; y recíprocamente.

El retorno a la vida.

La violencia, la amenaza producida por el otro, permanece siempre posible, latente; nunca se llega alcanzar una sociedad plenamente apaciguada. Es así la necesidad que lleva al reconocimiento; ofrece señales que la libertad advierte, reconociendo que no es lo que quiere ser, es decir, respeto a las otras libertades: “sí mismo ante sí mismo, superándose a sí mismo”

En vez de una protección por una constante invención de las mismas libertades, Hobbes propone el Leviatán, como gran Máquina protectora del hombre pequeño.

Algunos no ven en la política más que el momento de la violencia y corren el riesgo de caer en un cinismo, o en un realismo muy cercano a aquel. Algunos idealizan la violencia, como es el caso de Georges Sorel. También ocurre con el marxismo (aunque proponga una futura comunidad socialista sin Estado y sin violencia) Lenin, el nacionalsocialismo de Hitler, Mussolini, son más ejemplos de una sobrevaloración de la violencia.

Otros, por el contrario, no reconocen el momento de la violencia en la política, como es el caso de los contractualistas como Locke y Rousseau; o bien en aquellas teorías que se habla inmediatamente de la sociedad política y de su bien común sin hablar de su génesis (tradición de la filosofía escolástica católica).

Es cierto que no se está en enfrentamiento civil brutal o en guerra exterior, pero es necesario reconocer que la posibilidad de tal enfrentamiento nunca está lejos. Uno no se comprende si un pasado de este género, que permanece como un constante horizonte. Lo trágico nunca está lejos en lo político, que jamás es reducible a la organización racional desarrollada por la sociedad civil moderna.

Durar: el bien común.

El reconocimiento es siempre frágil pero quiere perdurar, por lo que se convierte en un fin para todos lo que participan. Es un bien común. Se convierte en una sociedad constituida en torno a sí, la sociedad política; o mejor dicho en una comunidad, ya que designa ese lugar en el que vivimos a salvo de la violencia, de hecho, por un reconocimiento durable.

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CAP. II: NATURALEZA, NATURAL, NACIÓN

Derecho natural: ¿En qué sentido?

La noción es una idea fundamental en Platón. La justicia, el hombre justo, precede a la política. Aristóteles empleará la palabra ‘naturaleza’: el hombre es un ser naturalmente social, político, porque habla, intercambia, dialoga. Existe un natural social, un derecho natural anterior a las realidades políticas concretas. Un arquetipo, un referente, un criterio. Todo esto se desarrollará mucho más en el estoicismo donde toda alma participa de n alma universal. El cristianismo (Ambrosio y Agustín) adopta ampliamente este pensamiento.

La misma comunidad política aparece como “de derecho natural”; exigida o dada antes de cualquier acción del hombre. La idea de “bien común” juega gran papel en cuanto finalidad ya inscrita, equivalente a la de derecho natural. Esto perduró hasta fines del XVIII y comienzos del XIX.

Moral y política.

En general se subordina la política a la moral, y C. piensa que se debe a que la libertad que entra en juego es intrínsecamente una realidad moral. Es siempre un “hacerse” y no un “ya hecho”, hacia la misma libertad, hacia el “ser libre” como término de la misma libertad. El hecho de tal tensión determina una existencia moral.

Maquiavelo, en “El Príncipe” dice: “Quien quiere en todo y siempre mostrarse como hombre de bien no puede dejar de perecer en medio de tantos malvados”, “...usar del bien y usar del mal según la necesidad”, “necesitando con frecuencia (el príncipe), para conservar su poder, hacer algo contrario a la lealtad, a la clemencia, a la bondad, o a la religión”. A pesar de esto, Maquiavelo es sensible al valor de la libertad, esperando que todos los ciudadanos gocen de libertad cuando se consiga la seguridad. En su pensamiento aparecen el “honor” y la “audacia” como virtudes supremas del hombre. Se da aquí una especie de “esteticismo de la política”. Pero hay poca consideración de la comunidad humana a al que se refiere la política. Su proyecto se convierte así en inmoral a la vez que deja de ser propiamente político.

Relación fundamental de mutuo respeto.

Donde hay una sumisión de la política a la moral hay también un derecho natural, es decir una relación de mutuo respeto de los hombres entre sí, planteada antes de cualquier relación particular, planteada desde el momento que es evocada tal relación. Se trata del principio del reconocimiento que se encuentra en la naturaleza misma. Se plantea cuando hay un encuentro de libertades, porque el hombre aparece fundamentalmente orientado hacia el otro, por lo que no se lo puede concebir sin una sociedad donde rija el derecho natural. Por lo tanto el derecho natural e el derecho sin el cual no se puede concebir el hombre libre que se encuentra con otros hombres libres. Por este motivo se considera todo contrato y todo reconocimiento como subordinados a puntos de vista fundamentales de respeto mutuo a las libertades inherentes a su propia naturaleza.

Se rechaza que el contrato pueda tener un contenido puramente voluntario. Hegel es un filósofo del derecho natural, pero basado en la voluntad libre. Todo para Hegel se deriva de la voluntad libre y de sus implicancias. Con el nombre de “implicancias” desarrolla las determinaciones esenciales del derecho natural.

Como base del edifico político es necesario algo como el derecho natural, una alianza fundamental tan antigua como la misma libertad. La Declaración de los Derechos del Hombre y

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del Ciudadano de 1789, es una expresión del derecho natural (‘natural’ entendido como ideal de relación intrínseco a la libertad) al querer constituir un derecho por encima de los derechos particulares.

¿Una física de lo político?

Algunos entienden la palabra ‘natural’ como en el orden de las fuerzas naturales, como condición extrínseca a la existencia política, con un realismo en sí: “realistas”. Para Maquiavelo hay como una física de la existencia política que no se viola impunemente. Charles Maurras piensa la sociedad como analogía de lo biológico; las sociedades son hechos de naturaleza y necesidad; “la sociedad no es una asociación voluntaria sino un agregado natural”. La sociedad se regiría por los mismos principios que el resto de la naturaleza.

La nación.

Para Maurras la nación es algo histórico, heredado, como una particularidad común a un grupo de hombres dados – un cierto común particular. Para C. además de estas particularidades comunes es necesario que haya algo más: un reconocimiento en acto. El reconocimiento es antiguo, arraigado pero también debe ser activo hoy.

La tradición es importante pero no suficiente. Existe una relación entre nación y el cuerpo constituido por el reconocimiento político. Lo que corrientemente se llama nación – una comunidad con destino elegido – no es idéntico al cuerpo político actual. Para Jürgen Habermas hay una diferencia entre ‘nación prepolítica’ (comunidad lingüística y cultural, sistema social y económico) y entre ‘nación cívica’ o ‘nación ciudadana’ (partido actual). Habermas considera prepolítico lo histórico como pasado, y no como actual. La comunidad política es el hecho de la actualidad del intercambio, o de la “actividad comunicacional”.

Y lo mismo, la clase, la raza...

Estas consideraciones acerca de la nación son extendibles a otras realidades como la clase, la raza, et. Allí donde se comienza a tener miedo de las diferencias, se realiza una inversión fantástica en representaciones que ofrecen la idea de una identidad y una unidad sociales, y se anuncia la aventura totalitaria (algo dado de antemano, particular, se toma, en todos los casos, como un todo). Algunos filósofos serían atraídos por estas totalizaciones. También algunos sociólogos como es el caso de Max Weber. En esto caen también políticos y gente común, preocupados por una pertenencia inmediata, por la identidad.

Los antipolíticos.

Es lo más opuesto al reconocimiento político activo. Acá coloca a Saint – Simón, que ve desvanecerse lo político en lo “industrial”; lo político es siempre parasitario, únicamente interesado en la dominación, mientras que lo industrial es asociación, y hace que lo político vaya desapareciendo. También para Karl Marx el Estado (superestructura, aparente conciliación ciudadana) debe ser reemplazado por la asociación de trabajadores que ponen su trabajo en común. En este sentido ambos proponen una antipolítica, ya que por política se entiende el proceso siempre en marcha y siempre a recomenzar del reconocimiento arrancado de la violencia.

El punto vista de C. acerca del punto de partida de lo político es: el reconocimiento entre libertades, constitutivo de esas mismas, más allá de la violencia.

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CAP. III: EL PODER

El poder nace como necesidad de fuerza al servicio de la comunidad y de su bien, para oponerse a la violencia latente.

De la fuerza.

La fuerza no es violenta por ser moderada, civilizada; en el poder no se emplea sino de forma limitada. Pero sigue siendo capacidad de aplicar coerción, de obrar eventualmente contra la voluntad de aquellos sobre quienes se ejerce el poder. Violencia reconvertida al bien común.

El poder tiene un carácter moral y comunitario, pero sigue siendo particular. En un principio no se puede sino presentar como algo externo en relación a los miembros de la sociedad política que así queda constituida. Es fuerza al servicio de idea, nacida de la voluntad social y destinada a conducir al bien común.

Hobbes, quien justificando el poder por el interés de los individuos, por su necesidad de conservación y de paz (“utilitarista”), es quien más en claro resalta el importante lugar de la fuerza. Así se llega al contrato, por transferencia al Estado de los derechos que, en caso de conservarse, pondrían en peligro la paz de la Humanidad. Es necesario por lo tanto una fuerza: El Estado. De él dependerá todo. Esto es para Hobbes necesario pues de la igualdad de los hombres surge la desconfianza, de ésta nace la guerra, que existe fuera del estado civilizado perpetuamente de todos contra todos; se vive con un continuo temor y peligro de muerte. El hombre tiene una posibilidad de escapar fundada en el temor de muerte, deseo de las cosas necesarias para vivir bien, la esperanza de obtenerlas por la industria. El pacto o contrato se hace por la renuncia de los derechos infinitos en la hipótesis de que todos los demás harán lo mismo. Así se desarrolla un absolutismo pragmático.

Poder de hecho, poder “de derecho”

Siempre hay una fuerza de hecho en el poder. Es la fuerza manifestada en el principio por un individuo particular, reconocido como susceptible de servir a la comunidad. Progresivamente se le va confiriendo fuerza no originaria.

La autoridad, el poder.

Para distinguir el aspecto moral o social del poder de la fuerza particular se recurre al binomio autoridad-poder. Para Gaston Fessard en cualquier campo en el que pueda hablarse de autoridad y de poder, y en forma evidente en lo político, hay una fuerza, “de hecho”, en el poder. Lo específico de la fuerza empleada en el campo político es la coerción, aún física.

La autoridad está más allá de la fuerza de hecho. La esencia de la autoridad, para Fessard, es ser mediadora del bien común. Si el poder responde a las exigencias de su verdadero fin, la autoridad difunde sus beneficios, si lo rechaza, se propaga la maldad del orgullo. Se confiere la autoridad por el fin al que el poder conlleva. Para Hegel, si por intereses se rehusa el bien común como fin, se autocondena como tiranía malhechora; veredicto que la historia tarde o temprano se encarga de cumplir”

El poder debe permanecer abierto a la fuente del bien común, a una dimensión espiritual en síntesis aunque sin una dimensión espiritual propia. Esta es la dimensión trascendente inherente al poder.

La autoridad requiere de fuerza para llegar a ser poder. Basta que el uso de la coacción sea posible. Lo esencial es que el vigor del lazo entre la injusticia y la sanción impuesta no sea ordinariamente discutido por los destinatarios. Es suficiente que el poder de mandar con amenaza de coacción se mantenga latente.

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Existe realmente poder político verdadero desde el momento en que la fuerza de la que se trata está realmente “autorizada”. O bien que reciba autoridad. En definitiva es el bien común, el bien de la autoridad el que es autoridad.

Hacia el derecho.

El poder está así del lado del derecho, por estar del lado de la comunidad, de su bien común. Este poder debe ser obedecido. Los otros implican sumisión. San Agustín dijo: “Dios no quiere que el hombre domina al hombre sino a la bestia”. Proudhon: “el gobierno del hombre por el hombre es la esclavitud”. Sólo la razón, no el hombre particular puede mandar a otro hombre; salvo el caso del hombre que actúa en nombre de ese principio común al poseer un poder social.

Frente a las perspectivas “realistas”.

Las perspectivas “realistas” como lo es la de Julien Freund, sólo subrayan el formalismo del mando, de la decisión y la “capacidad” de ser efectivamente obedecido. Son puramente formales sin que quede en claro que se refiere e una sociedad de mutuo reconocimiento. Por otro lado afirma que todo poder tiende a crecer en extensión y competencia. Para C. el poder debe ser una fuerza contenida en el ceno de una comunidad política constituida.

La progresiva penetración del poder por el derecho.

Hay una dinámica de lo político que consiste en una progresiva inserción del poder por el derecho que lo transforma. El poder poco a poco sobrepasa a la persona y se despersonaliza precisamente hacia un derecho. La primera etapa de esto es el atajo de las reglas de sucesión. El poder ligado a la persona del jefe es un poder de hecho. Su muerte reclama una vacancia de poder en una sociedad que, desde ese momento, reclama un poder efectivo, para mantenerse en el orden y en el progreso. Es importante fijar una regla de sucesión, para impedir períodos de regresión, que permita determinar pacífica, claramente y sin reclamos, al poseedor del poder.

El poder sometido al derecho en su mismo ejercicio.

Para que el Estado cumpla su significado social, el poder debe estar sometido en su mismo ejercicio a una regla que incorpora el ideal social. El poder se hace así jurídico; todas las relaciones políticas van a contener un elemento de derecho interpersonal como su referencia obligada. Es el camino de legalización de identificación o sumisión del poder al derecho.

El Estado es la institución determinada más allá de la arbitrariedad personal. Es la institucionalización de la sociedad política, más allá de la situación primitiva de lo político. Donde predomina solamente la personalidad.

Todo poder es empírico aunque haya llegado a ser jurídico. Por eso toda obediencia debe ser también un juicio, porque el poder es capaz de abusar. El poder puede llegar a ser tiránico.

CAP. IV: EL ESTADO Y LA CONSTITUCIÓN.

El poder, al despersonalizarse pierde su violencia que está ligada a las particularidades de las personas. C. Sigue a Georges Burdeau, para quien el Estado se forma cuando el Poder tiene su sede no ya en un hombre sino en la institución.

Institucionalización y racionalización.

La institucionalización del Estado es la operación por la que el poder político se transfiere de la persona de los gobernantes a una entidad abstracta: El Estado. Se convierte, así, completamente en derecho. Esto implica para el grupo una técnica más perfeccionada de la

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búsqueda del bien común. Así marchan todas las sociedades políticas, como lo explicó Max Weber, a través de sus investigaciones de la influencia del protestantismo ascético en el origen del capitalismo. Este proceso no se limita a este proceso. “Desde el punto de vista histórico-sociológico es necesario distinguir entre la explicación de la formación del régimen y la del funcionamiento del mismo”. La organización racional y anónima del estado es un proceso muy difundido.

¿Universalidad del fenómeno?

Bertrand Badie dice que en el mundo la mayoría de los estados no son más que un modelo importado. Muy a menudo funcionan a contracorriente de lo que podría esperarse de un Estado. Es necesario tener presente los fracasos. Existen, a pesar de esto, a través de la historia, según las culturas, una notable diversidad entre las formas de la organización política. En la mayoría se constata que la sumisión del poder a reglas definidas – a un “derecho”- se desarrolla en el momento en el que un poder supera a una persona particular.

El poder, en algún sentido, suprimido.

El nacimiento del Estado si disminuye la personalidad del estado, pero no lo suprime. La aparición de un nuevo momento en la lógica de la existencia política no hace perecer los momentos precedentes. La existencia del estado no reemplaza la inteligencia de los gobernantes quedan en juego todos los recursos morales e intelectuales de los que el hombre está dotado, y se eliminan los impulsos irreflexivos, las ambiciones egoístas, las preocupaciones por una gloria o un interés personal. Se tienden a estimular las iniciativas de los gobernantes con la muestra de su desinterés. Se orienta ahora hacia otro polo: no ya el poder, sino la sociedad a la que informa.

Nación y Estado.

Un estado es siempre un pueblo con sus características concretas. Pero el estado actúa sobre todos los que están en el territorio nacional. El ejercicio del poder es la característica del estado mismo. Todo lo demás es prepolítico. El estado consiste en dar forma a la realidad social subyacente que sin él no la tenía; es hacer una sociedad histórica a partir de los diversos elementos sociales que hasta ese momento no habían alcanzado tal tipo de existencia. Lo que lo constituye como estado es una especial manera de ser del poder, permitiéndose explicar todas las características que estamos acostumbrados a considerar como parte integrante de un estado: unidad, continuidad, poder, la limitación por el derecho.

Los hombres y el estado.

Le corresponde a la voluntad humana dar nacimiento al Estado. No pertenece sino al hombre pensar al estado como tal. El estado se desplaza hacia la nación que conforma, consciente de un destino querido común, no simple sustrato natural existente fuera de toda consciencia y voluntad.

Vivir en un Estado.

Para los gobernantes la institucionalidad permite ejercer un poder estable y continuado; a la vez legitimación del monopolio de la autoridad. Para el gobernado es la exclusión de lo arbitrario de un gobierno y la vigencia en reglas positivas de los preceptos de la idea de derecho; gozan de la seguridad del derecho.

Esta institucionalización del estado lleva a identificarse con el cuerpo político y con el poder. Una primera interiorización del poder se produce en la sociedad a través de la estructura estatal. La exterioridad va retrocediendo a medida que el poder está claramente sometido a un derecho explícito. Todas las manifestaciones externas de una decisión interna se manifiestan desordenadas en un principio. Luego se forma una corriente de pensamiento que une las

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afirmaciones, y gobernantes y gobernados buscan encontrar en el concepto de estado la solución a los problemas que plantea a su espíritu la organización de la vida colectiva.

La constitución.

El estado se constituye concretamente en el acto jurídico de la Constitución. Lo importante es que estén determinadas las maneras en que se eligen los gobernantes y las condiciones en las que ejercen el poder. Así, es el marco estable que da garantía y seguridad. En todos los casos significa: definición del soberano, determinación de los gobernantes, los fines impuestos a su actividad, el modo de ejercicio de su competencia. Quita el dominio a los gobernantes y les deja el ejercicio. Sanciona la sumisión del poder al derecho.

La constitución establece su legitimidad subordinando los gobernantes a su función. Designa a los gobernantes y fundamenta su legitimidad. Los gobernantes son órganos, activos, del estado. Son instrumentos del poder del estado y este no es una potencia propia. La constitución determina las condiciones por las que las voluntades gubernamentales pueden ser imputadas al estado.

El equilibrio entre los distintos poderes.

La constitucionalización tiene como aspecto la organización de distintos poderes que se controlan entre sí. Montesquieu dice que para que no se pueda abusar del poder es necesario que, por la disposición de los elementos, el poder frene al poder. Distingue tres poderes: legislativo (crea, modifica o anula leyes) el ejecutivo del Estado (ejecuta la seguridad las guerras, los derechos de la gente) y el judicial (juzga las actitudes de los particulares. Para Burdeau la libertad aparece cuando, en el cumplimiento de cualquiera de las funciones, la voluntad del Estado, no puede formarse sino a través de la intervención de una pluralidad de autoridades. La división de poderes implica un gran progreso en la línea de la institucionalización del estado.

Estado de derecho.

El estado de derecho es una aspiración fundamental y primaria. Este se logra por la división en los tres poderes y la moderación del poder que el autocontrol de estos ejerce. La democracia debe ante todo respetar de manera escrupulosa el estado de derecho.

CAP. V: RESISTENCIA, REVOLUCIÓN Y DERECHOS DEL HOMBRE.

Por sí la resistencia y la revolución están prohibidas.

Resistencia y revolución.

La dimensión de desconfianza, de cuestionamiento y eventualmente de resistencia no puede ser completamente eliminada, por las siguientes ocasiones: La maquinaria estatal al servicio del abuso de poder; falta de capacidad de adaptarse al derecho vivo del grupo social determinado quedando como orden inadaptado e inefectivo.

La posición anarquista.

Para algunos el poder siempre lleva la poder abusivo, por lo que habría que vivir en la sola asociación, la cooperación, la federación. Entre sus representantes está Proudhon, para quien “...ya no admitimos el gobierno del hombre por el hombre”; “la anarquía es la condición de la existencia de las sociedades adultas. Hay un progreso humano que va de jerarquía a anarquía.

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Grados de resistencia.

Hay tres grados de resistencia: El negar la obediencia a una ley o a una medida particular considerada como injusta. La resistencia contra la opresión. La revolución, que agrega a la anterior la voluntad de establecer un nuevo orden.

Las teorías de la resistencia.

Santo Tomás no afirma la bondad de una revolución o resistencia pero supone la ruptura de la fidelidad al gobernante, que justifica el retiro de la obligación por parte del pueblo. Pablo VI lo reconoce como un derecho a pesar de todas las reservas.

Los derechos del hombre.

En la búsqueda de la institucionalización de la resistencia o revolución, se acude a los derechos del hombre que deben ser respetados por todo poder constituido. Se trata de un derecho natural públicamente declarado puesto sobre las constituciones. El derecho natural escapa de suyo a los derechos positivos, por lo que se hace necesario evitar tratarlo prácticamente como tal.

Aparecen como oposición al estado constituido, como expresión de la libertad que se reivindica ante la institución. Se busca, sin embargo, la más precisa institucionalización.

Pero ante los derechos del hombre, ¿quién puede juzgar?.

Pero en el encuentro de los derechos que se contradicen o entre los derechos de unos y de otros, falta el principio concreto de limitación. Los derechos de los hombres se institucionalizan en las libertades prácticas por un lado y en los objetivos de la acción del estado (derechos sociales) por el otro. Como no se abarcan todas las situaciones concretas de los hombres es necesario no olvidar una tercera categoría, el derecho de sociedad, que completa las libertades públicas y los derechos sociales. Derecho de participación en la vida social y política, por lo que la democracia no es un simple régimen particular sino es algo esencial. El estado de derecho debe florecer en estado democrático.

CAP. VI: LA DEMOCRACIA ESENCIAL.

La institucionalización de los derechos del hombre es una etapa significativa en la interiorización de la relación política; el reconocimiento de las personas toma ventaja sobre la exterioridad. Los derechos sociales aparecen con miras a reconocer los derechos del hombre concreto y situado (gobierno para el pueblo). Por último, son necesarios el derecho a participar, a tener parte, a tomar parte más allá de todo lo que pueda ser recibir simplemente: democracia o gobierno por el pueblo.

La búsqueda de la participación.

Que el estado garantice los derechos sociales, no satisface a los hombres . Como tercera exigencia, después de la exigencia constitucional y de la institucionalización de los derechos del hombre, aparece la “democracia”. Es un momento fundamental en lo político, una búsqueda de la que es imposible sustraerse.

¿La democracia sólo es un régimen entre los distintos regímenes políticos?

Julien Freund afirma que la democracia es un estado intermedio entre la tiranía y la anarquía. La democracia se autoengaña creyéndose más pacífica que otros regímenes. La democracia no sabe que hacer con lo que es contrario a la democracia. La democracia busca la igualdad y la libertad, pero va siendo corroída por los intereses liberados y desencadenados, a la

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vez que se ve obligada a realizar compromisos, para subsistir, que pueden contradecir su finalidad: la igualdad. (Freund)

Y sin embargo, la democracia es una dimensión esencial.

A pesar de las críticas que pueda recibir la democracia y de las similitudes en defectos con otros regímenes, el aumentar cada vez más la participación de los ciudadanos es una dimensión esencial de lo político. Lo esencial es gobierno por el pueblo. Se debe lograr la interiorización del poder para conseguir su des-exteriorización. Se trata también de darle el lugar debido al reconocimiento de la libertad y la violencia. El problema radica en cómo realizar la democracia, cómo hacer valer una exigencia sin caer en la utopía de la abolición de toda autoridad.

Con Rousseau y la rev. Francesa la democracia surge cómo la única forma aceptable del poder político. Aún así existen diversas formas en su pensamiento.

¿El buen régimen?

La tendencia o exigencia no se agota en ningún régimen ni queda descalificada por las insuficiencias o fracasos de la “democracia”. El régimen es un instrumento que se pone en contacto con sus fines: La paz y la justicia. En la democracia lo que es arbitrario o facultativo (lo religioso, lo económico, etc.) se refiere al interés particular y debe y debe tratarse y reglarse en lo privado. Permitiendo a los intereses particulares que se encuentren en los distintos espacios de intercambio, se la democracia aumenta la posibilidad de que aumente la probabilidad de que se actualicen los cambios virtuales.

Para C. no es la bondad efectiva de los regímenes democráticos concretos lo que le da el carácter esencial a la democracia, sino que la entiende como una búsqueda, una exigencia, inscriptas en la relación política fundamental, y asimismo, en todo el camino recorrido en esta relación fundamental, a través de la sumisión del poder al derecho, constitución y estado de derecho, derechos del hombre. Es necesario trabajar sobre la participación personal. Es un asunto de régimen pero no sólo de él.

CAPÍTULO VII. FORMAS Y ETAPAS DE LA DEMOCRACIA

Desde la Edad Media

La democracia radical

Los temores de Tocqueville

Que la democracia, por el pluralismo de ideas y el desorden lleven a perder de vista un objetivo común, y degenere en un totalitarismo, pedido por los mismos que desarrollaron la democracia.

La democracia radical destructora

La democracia radical consecuente postula de hecho, siendo fiel a sí misma, un reconocimiento social ya realizado, cumplido - el contrato social de Rousseau -, mientras que la existencia política concreta, como la hemos comprendido en una óptica fenomenológica, consiste más bien en efectuar el reconocimiento y renovarlo constantemente...

La democracia como ideal ya realizado se contradice cruelmente, se convierte en autoritaria y totalitaria... es necesario siempre reemprenderla real, efectiva y pacientemente.

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La democracia representativa jacobina

Aparece como un mal menor al no poder lograr la deliberación de todo el pueblo. Pero se corre el peligro de transformar la representación en la divulgación de los propios intereses. Y caer en un totalitarismo.

Los regímenes de opinión (representativo- liberales)

Elecciones, partidos

El problema principal de la democracia reside en que, por importantes que parezcan, las elecciones y los partidos no son suficientes: por el contrario, es necesario, de manera más extendida y profunda, una participación personal más desarrollada de cada uno.

CAPÍTULO VIII. HACIA LA PARTICIPACIÓN

Normalmente el ciudadano es convocado a contribuir (por el impuesto, el servicio militar y la sangre), pero aquí se trata de participación en el gobierno.

La participación de la que se trata es esencialmente personal, aunque pienso también en la participación de grupos, en la medida en que estos movilizan a las personas.

El peligro de la masificación

Lo anterior evitaría la masificación. La cual fue tan combatida por Nietzsche... quita valor a todo proceso político... pierde toda esperanza en la posibilidad de lograr que cada uno llegue a ser competente y participante, en vez de animar a conseguirlo.

En la boca del Papa Pío XII

También Pío XII pone una fuerte inquietud ante el riesgo de la masificación.Pueblo y masa son totalmente diferentes. El pueblo vive y se mueve con vida propia. La

masa se mueve desde el exterior.El ciudadano no debe estar obligado a obedecer sin haber expresado su opinión.

¿En qué condiciones?

¿Es posible realizar consultas válidas? Las encuestas no son la solución.

Diálogo, competencia y cultura

Se debe dialogar no parlotear. Fijar las condiciones de un diálogo útil. Son necesarios ante todo interlocutores competentes y responsables.

Para tener competencia en los problemas debo tener acceso al conocimiento. Lo cual necesita de una educación común para todos que permita esto.

Claridad, compromiso

Lo importante es el compromiso personal -afectivo- de la participación, que muchas veces falta cuando se tienen la costumbre de apartar a los hombres de las decisiones y elecciones.

Existe un ámbito en la que los hombres pueden participar ampliamente: el ordenamiento de su régimen de vida, la renovación urbana, la de tos barrios. ¿Por qué esa mayoría es olvidada por los que deben tomar las decisiones, los técnicos y los políticos?

Nueva preocupación por la búsqueda de la "representatividad"

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Alain Touraine ha llamado "representatividad" a esta búsqueda de un progreso en la participación efectiva...

La concepción liberal de la democracia se limita a garantizar la libre elección de los gobernantes sin preocuparse del contenido de su acción.

Existe una crisis de representación social porque ha girado durante mucho tiempo casi exclusivamente alrededor de las clases sociales. Los partidos políticos los han representado. Se impone que los partidos comiencen a representar los proyectos de vida colectivo y eventualmente los movimientos sociales.

Entre individuos, entre grupos sociales y entre naciones, el reconocimiento debe ser siempre arrancado a la violencia por una conversión y superación. Y sería necesario que. Llegando al término del despliegue total de lo político, con la exigencia de la participación de todos, particulares y grupos, no se pierdan de vista las etapas anteriores, las exigencias superadas que deben estar presentes.

La democracia en la economía y en la empresa

Si se admiten practicas autoritarias en economía, o la violencia o el engaño, es aceptar su transposición a la política... Se presenta aquí uno de los problemas urgentes del momento, tanto en el plano teórico como en el práctico.

CAPÍTULO IX. LA DEMOCRACIA, LA TRANSCENDENCIA, LA

VERDAD

Existen muchos campos que están protegidos del debate y del diálogo...Dificultad mayor. Ninguna palabra tiene mayor peso. Existe como una ausencia de

fundamento. Esta idea es muy peligrosa.

El fundamento de la transcendencia religiosa

Hoy parece desvanecerse el fundamento religioso de la política. Esta se consideraba venir de Dios, tanto de modo directo o indirectamente. Rom. 13.

El Concilio apoya la autoridad en la misma naturaleza humana, la cual es creada por Dios, dejando a la libre voluntad de los ciudadanos la elección de su régimen político.

"¿Religión civil?"

Una religión que le haga amar los deberes al ciudadano.La inquietud de TocquevilleLa ausencia de valores comunes en una sociedad.

Una respuesta

Para Claude Lefort se puede tener confianza en el proceso democrático para asegurar suficientemente la trascendencia, la constante superación inscripta en otro tiempo en la referencia religiosa. La referencia religiosa aparece como un símbolo de lo que se puede realizar en la vida social. Como una meta a alcanzar...

La democracia y la verdad

La democracia como mero procedimiento ¿no es demasiado poco?La misma verdad que ella afirma induce e implica es "el respeto a la libertad Pero la

libertad solamente es valorizada en pleno por la aceptación de la verdad.

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¿En qué sentido una exigencia de fundamento?

El fundamento de la democracia es la exigencia del reconocimiento, al que debemos volver, una especie de verdad práctica.

Referencia al reconocimiento

Si no tiene lugar el reconocimiento la democracia no acontece...Esta es la verdad de la alteridad que implican la definición y el descubrimiento de la

libertad humana.

Mayoría, minorías

Que la mayoría sea una mayoría consensuada de tal modo que nadie encuentre insoportable el compromiso propuesto.

Conclusión. Problemas de método. Para terminar

Historia y fenomenología

Fenomenología y encuestas

Significación práctica