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SEXTA SEMANA

Camino a la Cruz - Semana 06

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Iglesia Cristo Para Todos

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SEXTA SEMANA

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Pero Jesús llamó a los niños y dijo: “Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos. Lucas 18:16

INTRODUCCIÓNEl versículo muestra una escena conocida para cualquier lector de la Biblia. Tenemos a Jesús, mucha gente alrededor, los discípulos, padres, más gente, niños y gente. Jesús ya lidiaba para éste momento de Su ministerio, con la dificultad de caminar por las calles sin pasar desapercibido. La gente lo rodeaba y procuraba tocarlo al menos. Estar cerca del Maestro. Recibir un favor de parte de éste Jesús que revolucionaba la ciudad. Parte de los que pugnaban por acercarse eran padres, los cuales acercaban a sus hijos, para que al menos Jesús los toque. Los discípulos, no parecen molestarse por la gente que presionaba, pero si por los niños. Como era su costumbre, Jesús se detiene y reordena la situación.

DESARROLLO

Veo tres temas aquí, veamos los actores y donde és-tos se paran.Los padres tratan de que Jesús toque al menos,

a sus hijos. Buena idea. Los que somos padres queremos que Jesucristo toque a nuestros hijos, así que haremos lo posible para que eso suceda, es decir buscaremos generar situaciones de contacto con Jesús. Oraremos diariamente con ellos y por ellos. Pasaremos buen tiempo juntos, mos-trando amor y dando ejemplo. Iremos juntos a la iglesia. Les enseñaremos del Rey. Sabemos de la conveniencia de que sean bendecidos.Los discípulos, se molestan por tener a los chicos en me-dio de todo. Probablemente, no creen que puedan entender a Jesús y menos aún lo que significa su persona. Creen que los niños son limitados, aún no llegaron a la categoría de ellos.Jesús, ordena las cosas. Los chicos pueden pasar, de hecho pareciera que disfruta más de ellos que ninguno otro que

ORACIÓNQuerido Jesús, líbrame de todo lo que me impide acer-carme a Ti, despojado de toda duda, reserva y egoísmo, te digo que te amo y quiero conocerte más.

lo esté rodeando en ese momento. La verdad a aplicar era la inversa de los discípulos: los dejamos pasar para que ustedes los vean y se les parezcan un poco, así heredarán el Reino.¿En qué debiéramos parecernos a los niños los que ya es-tamos más grandes?Honestidad, simpleza y fe, son algunas de las cosas que se me vienen a la mente, el asunto es si creemos que está bueno tener esas virtudes.El otro tema es si valoramos realmente la niñez. Si llegá-ramos a ser gente que ve a los chicos como inferiores o los considera limitados, estamos complicados.Los chicos suelen ser inferiores en altura y algo limitados en vocabulario. Nos superan en capacidad de amar y con muchas menos palabras, lo dicen de maneras formidables.Yo diría que los acerquemos a Jesús y ni bien vemos que caminan hacia Él, los sigamos sin parar.

36DEJEN LOS NIÑOS VENIR

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Él les mostrará en la planta alta una sala amplia y amueblada. Preparen allí la cena. Lucas 22:12

INTRODUCCIÓNSe acerca la cena del Pesaj o pascua y Jesús va a vivirla por tercera vez con sus discípulos, aunque ésta vez con una carga muy especial. Juan y Pedro son comisionados a hacer los preparativos de ésta cena y la indi-cación de Jesús es que la preparen en el primer piso de un hombre que encontrarán al entrar a la ciudad. El hombre resultó ser el papá de Marcos, el escritor del evangelio, quien tenía parentesco con Pedro, uno de los encargados del asunto.

DESARROLLO

Es repetido en la palabra, la cantidad de veces que Jesús dependió de que le prepararan un lugar, es decir que alguien tomara el tiempo y la dedicación

a fin de preparar un espacio, un ámbito, para que el Rey se haga presente y lleve adelante algún asunto importante, como por ejemplo nacer o comer la pascua previa a la cruz.El Dios de todo, creador del cielo y de la tierra, no habita en edificios hechos por las manos de los hombres, sino que se manifiesta en espacios comunes en los cuales pueda en-contrarse con su gente.Nos gusta edificar lugares y llamarles “la casa de Dios”. La verdad es que cualquier lugar que hagamos por más be-llo y bendecido que sea, solo será la casa de Dios, cuando dos o tres se reúnan dentro y lo invoquen. Más bien nues-tros templos son la casa donde nos reunimos como iglesia. Allí aprendemos, adoramos juntos y nos organizamos para llevar adelante cosas que no podríamos hacer solos.

ORACIÓNSeñor, hoye te dedico mi corazón, sabiendo que es apo-sento donde Tú más quieres estar. Sé que mi corazón es la casa donde tu quieres estar.

Un salón que tiene muebles donde acomodarnos para estar cómodos, atendidos por buenos hombres y mujeres de ciu-dades. Si los consagramos e invitamos a Jesús, se vuelven Casa de Dios, benditos aposentos altos para el encuentro con Dios. Aún si quedan en planta baja.Preparamos los espacios personales para los propósitos que deseamos alcanzar, así en nuestras casas hay diferentes lu-gares dedicados para la actividad que desarrollamos allí. Lugares para ver tv o escuchar música o dormir o pensar…Preparemos un lugar donde pasar tiempo con Dios, un es-pacio donde encontrarnos con Él, lugares de nuestras casas para el encuentro con Dios.Si preparamos el aposento Jesús se sentará.Como cada vez que el pueblo de Dios preparó lugares para el encuentro, este se produjo. No monumentos vacíos, sino aposentos donde invitarlo a Él.

37LUGAR PARA JESÚS

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Entonces les dijo:--He tenido muchísimos deseos de comer esta Pascua con ustedes antes de padecer Lucas 22:15

INTRODUCCIÓNEl amor comienza y termina con Dios. El es su Autor; lo creó como expresión de su misma naturaleza y desea que compartamos y experimentemos ese don maravilloso con toda la humanidad. Al pensar en esto descubrimos que no alcanzamos los atributos más grandes de Dios. No somos omniscientes ni omnipotentes ni omnipresentes, no tenemos capacidad de crear de lo que no hay y realmente son pocas las cosas que controlamos. Sin embargo estamos invitados a imitar a Dios. Dios es amor y El desea que participemos de ese atributo con El. ¡ Qué privilegio tan hermoso! Cuando amamos a otros es cuando más nos parecemos a Dios.

DESARROLLO

Éste es el pensamiento que me asalta cuando leo versículos como el de hoy. Jesús nos anhela. ¡Tre-mendo!

Su amor perfecto es un regalo, un obsequio. Nosotros no podemos ganárnoslo por nuestros méritos. Si alguien obsequia un regalo y el que lo recibe trata de pagarlo al que se lo obsequió, deja de ser un regalo. Pero Dios nos obsequia su amor y lo hace conforme a su naturaleza. El no puede hacer menos que amarnos.El amor perfecto que El nos obsequia es eterno. Nece-sitamos memorizar este versículo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia (Jeremías 31:3). Nosotros no podemos hacer nada para impedir que Dios siga amándonos. ¡Magnífico! El amor de Dios jamás se extingue.Más aún, su amor perfecto y eterno que El obsequia a todo creyente es incondicional. Algunas personas crecieron oyen-do que les decían: “Yo te amo con una condición . . .”; o: “Te

ORACIÓNSeñor que yo te ame, se entiende. Que Tú me ames, solo es comprensible por quien eres Tú. Hoy doy gracias por Tú amor por mi vida hoy y cada día. Que yo pueda dar de lo que he recibido.

volveré a recibir cuando . . .” El amor de Dios no tiene un si condicional, ni un quizá, ni estipulaciones ocultas, ni notas explicativas; es totalmente incondicional. El jamás nos dice: “Volveré a recibirte cuando . . .” Va más allá. El amor perfecto y eterno que Dios nos ob-sequia incondicionalmente es sacrificado. Allí es donde interviene la cruz: De tal manera amó Dios al mundo que dio . . . a Su hijo. Nosotros podemos vivir esa dimensión de amor, a través del Espíritu Santo.Amar a los demás con ese amor que hemos recibido de parte de Dios, nos hace parecernos a Él. Dejemos llegar a nuestra vida el amor y recibiéndolo, démoslo a otros, de nuestra casa especialmente y más allá.El apóstol Pablo nos asegura que estamos arraigados y cimentados en amor, y que necesitamos ser plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura de ese amor (Efesios 3:17-18).

38LOS ANHELO

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También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo:--Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí. Lucas 22:19Y él les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes. Marcos 8:15

INTRODUCCIÓNPensando hacia atrás, en sus días con Jesús, Juan, uno de los doce, recuerda que había algo en el Señor como en ningún otro, durante ese tiempo en que sus discípulos “contemplaron su gloria.” Su singularidad era esa “gloria” increíble, una gloria que representaba la misma presencia de Dios. Además, este Glorio-so era “lleno de gracia y verdad”. Hagamos una pausa y permitamos que esto penetre nuestro corazón. Era su gloria mezclada con la gracia y la verdad lo que le hizo diferente. En un mundo de tinieblas y demandas, reglas y regulaciones, requisitos y expectaciones exigidas por los dirigentes religiosos hipó-critas, Jesús vino y ministró de una manera nueva y diferente; Él solo, lleno de gracia y lleno de verdad, presentó una manera revolucionaria, diferente, de vida.

DESARROLLO

Una de las virtudes maravillosas de Dios, es que a causa de cuanto nos ama, se acercó a nosotros: nos dio a Su Hijo.

Es simple, estamos necesitados, no logramos salvarnos por nuestras acciones, sino que por el contrario, nuestras obras naturales nos separan de Dios, así que Jesús vino a pagar la culpa. Si acepto Su obra y lo recibo en el corazón, es volver a comenzar, volver a nacer. Los fariseos, habían llenado la relación con Dios de reglas y leyes humanas que solo lograban distanciar al hombre de Dios y hoy es igual.“Levadurizamos” el mensaje de la cruz, cuando le sacamos

ORACIÓNSeñor te doy gracias por todos los pasos que diste hacia mí. Ayúdame a no dejar de caminar contigo jamás.

reconocimiento de nuestras faltas y a cambio le agregamos penitencias, lo llenamos de reglamentos y le agregamos categorías a la fe.No es tan complicado.Solo no puedo. Reconozco que lo necesito. Confieso mis faltas. Lo invito a mi corazón. Es nacer de nuevo.De allí en más la relación entre Dios y yo es Padre-hijo y está regida por la misma regla de siempre: Dios me ama al 100% y me dio todo, hasta Su hijo. Yo lo amo y le doy mi vida. No me pide nada que no haya hecho primero. Me lleva en Su corazón, me pide vivir en el mío.

39SIN LEVADURA

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De la misma manera tomó la copa después de la cena, y dijo:--Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes. Lucas 22:20

INTRODUCCIÓNSe comió una cena. Es noche los discípulos se reunieron en un cuarto en la parte alta de Jerusalén y co-mieron juntos la comida pascual: cordero asado, hierbas amargas, legumbres, fruta y pan sin levadura. Después de la comida tomaron la primera copa de vino, y empezó la recitación de la historia: “Yo soy el SEÑOR, y os sacaré de debajo de las cargas de los egipcios. . . .” Luego la segunda copa de vino: “y os libraré de su esclavitud. . . .” Una tercera copa: “y os redimiré con brazo extendido y con juicios grandes. . . .” La cuarta copa y final: “Y os tomaré por pueblo mío, y yo seré vuestro Dios; y sabréis que yo soy el SEÑOR vuestro Dios, que os sacó de debajo de las cargas de los egipcios” (Éxodo 6:6–7). Esa noche, diferente de todas las demás, Jesús dijo: “esto es mi cuerpo que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí” (Luc. 22:19). “Olvídense del Éxodo,” dice Jesús. “De ahora en adelante, esta comida en memoria de MÍ. Yo soy el cordero sacrificial. Mi sangre los librará de la muerte. Yo soy su libertador.”

DESARROLLO

Se hizo la pregunta de Éxodo 13:8. “¿Por qué es esta noche diferente de las otras noches?” Pero ¿qué hace de esta pregunta tan importante? Sin la pre-

gunta la comida, la celebración se vuelve nada más que otra celebración, y la tradición queda sólo en eso: una tra-dición, sin significado; nada más que una de esas cosas que hacemos porque siempre las hemos hecho. La pregunta se-para esta noche de todas las demás. Esta noche es especial, una noche santa. El “pasaje” o “travesía” en el Pesaj señala el pasaje de la esclavitud a la libertad luego de padecer los sufrimientos del Éxodo, la liberación de Israel de la esclavitud.En la Pascua Cristiana remite a la salvación del pecado a través de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.Es la conclusión de una manera de vivir la fe y el comienzo de la fe Cristiana, una relación con Dios para un pueblo formado por todos los que aceptan la obra de Cristo en sus vidas.

ORACIÓNSeñor me preparo para vivir días especiales. Oro por la realización del vía crucis mañana. Pon tu mano sobre el clima y sobre cada detalle. Que todo sea para Tu Gloria.

Un pan alcanza y una copa de vino para representarlo, por-que la vivencia no puede ser copiada sino de forma simbó-lica y se vive con todo el corazón.Aquella Pascua fue diferente porque fue la noche final de redención. En el huerto la traición que sufrió Jesús nos en-seña que se hizo esclavo para librarnos a nosotros de la es-clavitud. En la cruz su muerte nos enseña que él se hizo el Cordero sacrificado de Dios para rescatarnos de la muerte. Hoy, cuando celebramos la Cena del Señor recordamos la noche en que fue entregado porque su esclavitud significa nuestra libertad, y proclamamos la muerte del Señor has-ta que él venga, porque su muerte significa nuestra vida. Todo tiene que ver con la redención. Siempre recuerde la noche de redención. Esta noche disfrutaremos de una manera especial una de las reunions más lindas del año, pues evoca y revive un momento único de la vida.

40CENEMOS JUNTOS

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¿Cuál era el sacrificio que tenía Jesús en mente? Al parecer, era no sólo el sacrificio en el monte Sinaí relatado en Éxodo 24, por medio del cual se renovó

el pacto en forma decisiva, sino también el sacrificio pas-cual de Éxodo 12, que se convirtió en una conmemoración anual del Pacto y la liberación obrada por Dios a favor de Israel.

Según los Evangelios sinópticos, la última Cena de Jesús con los Doce fue la comida pascual que siguió al sacrificio del cordero pascual. Esto resulta claro porque los discípu-los preguntaron a Jesús donde debían de hacer los prepara-tivos para comer ‘la Pascua’

El contexto de la Pascua nos da tres lecciones importantes:

En primer lugar, Jesús atribuyó fundamental importancia a su muerte. En realidad, estaba dando instrucciones para que la celebración anual de la Pascua fuese remplazada por su propia Cena. Esto se desprende de las palabras de explicación que habló sobre el pan y el vino:

“Esto es mi cuerpo…- esto es mi sangre”, Tal como el jefe de una familia judaico—aramea hacía con respecto a la comida pascual (“Esto es el pan de aflicción que nuestros padres tuvieron que comer cuando salían de Egipto”, pp. 54-57). Dice Joachim Jeremías que “Jesús modeló sus di-chos sobre el ritual de interpretar la Pascua”

Esto aclara, en segundo lugar la forma en que Jesús entendía el propósito de su muerte. Jesús escribió Jeremías, presu-pone “una muerte que ha separado carne y sangre. En otras palabras, Jesús habló de sí mismo como un sacrificio”.

Tomado de: La cruz de Cristo. John Stott. (Ediciones Certeza)

Más aún, “probablemente hablaba de sí mismo como un sacrificio”. Más aún, “probablemente hablaba de si mismo como el cordero pascual”, de modo que el significado de su última parábola es: “¡Voy a la muerte como el verdade-ro sacrificio pascual!”

Las implicaciones de esto son considerables. En la Pascua original en Egipto cada uno de los corderos pascuales mo-ría en lugar del primogénito de la familia, y el primogénito se salvaba únicamente si se mataba un cordero en su lugar.

No solo debía morir el cordero, sino que su sangre tenía que ser rociada en la puerta de entrada a la casa y su carne debía ser consumida en una comida de comunión.

De este modo el ritual pascual también nos enseña una ter-cera lección, la de que era necesario que cada cual se apro-piase personalmente de los beneficios de la muerte vicaria de Cristo.

EL PRIMER VÍA CRUCIS

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El día en que Jesús fue crucificado, una siniestra ti-niebla oscureció el sol y cubrió a Jerusalén con una cubierta de mal. Cualquiera que viera estos acon-

tecimientos con ojos carnales pensaría que la oscuridad, el diablo y la muerte habían derrotado al Hijo de Dios de una vez por todas.Admito que esas tres cosas son la raíz de casi todas mis preocupaciones. Me preocupo por la muerte; en particular por la muerte de mis seres queridos. Me preocupo por la oscuridad, tanto literal como figurada. Me preocupa lo que el diablo anda tramando.Demonios, oscuridad y muerte . . . todo eso trabajó diligen-temente durante el ministerio de Jesús hasta llegar a este largo y angustioso día. Pero lo que nadie pudo ver es que la muerte del Mesías penetraría la misma esencia del mal.Tres días después de que Jesús fue puesto en la tumba, un domingo por la mañana María Magdalena y un grupo de mujeres llegaron a la tumba. Al acercarse vieron que la piedra gigantesca había sido puesta a un lado. María Mag-dalena de inmediato corrió a decirles a Pedro y a Juan: “¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dón-de lo han puesto!” (Juan 20:2).Mientras tanto las otras mujeres miraron más de cerca. La tumba estaba completamente abierta. Los lienzos estaban allí, todavía envueltos e intactos, pero vacíos. El cuerpo había desaparecido. Se quedaron estupefactas por varios momentos, hasta que se dieron cuenta de que dos ángeles se les habían aparecido. Uno estaba sentado en la piedra en tanto que el otro estaba cerca. “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí. ¡Ha resucitado!” (Lucas 24:5-6).Al salir corriendo de la tumba vacía, encontraron a alguien que calmó sus temores: “Jesús les salió al encuentro y les dijo: «¡Salve! . . . No teman. Vayan y den la noticia a mis hermanos, para que vayan a Galilea. Allí me verán»” (Ma-teo 28:9–10).Cuando las mujeres contaron lo que había sucedido, los discípulos pensaron que lo que decían era una locura, o simplemente una exageración. Mientras tanto María Mag-dalena halló a Pedro y a Juan. Al principio ellos también no le quisieron creer, pero la curiosidad a la larga les ganó y ellos también se fueron corriendo a la tumba.Cuando Juan llegó, se detuvo a la entrada y miró adentro. Sin detenerse Pedro entró corriendo a la tumba y quedó perplejo por lo que vio. Uniéndose a Pedro dentro de la

tumba, pienso que Juan le dijo al oído: “¡Él está vivo!”Conforme la palabra se difundía, una multitud empezó a reunirse en una casa en Jerusalén. Con las puertas cerra-das, una voz familiar se dejó oír en medio de ellos: “«La paz sea con ustedes.» Y mientras les decía esto, [Jesús] les mostró sus manos y su costado” (Juan 20:19–20); y ellos creyeron.Lamentablemente, Tomás, uno de los doce, no estaba allí. Cuando llegó, todos le contaron la experiencia. Tomás no quería creer lo que le decían. “Si yo no veo en sus manos la señal de los clavos, ni meto mi dedo en el lugar de los clavos, y mi mano en su costado, no creeré” (20:25). Ocho días más tarde, Tomás se hallaba dentro de la misma casa, con las puertas más cerradas que antes. “La paz sea con us-tedes” (20:26). Jesús, de nuevo se puso en medio de ellos. “Acerca aquí tu dedo, y mira mis manos; extiende aquí tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente” (20:27). Tomás no se movió. No levantó ni un dedo. Respondió como sólo un genuino seguidor de Jesús puede responder: “¡Señor mío, y Dios mío!” (20:28).Las respuestas de los que conocían a Jesús este domingo por la mañana son paralelas a las respuestas que encuentro todos los días como portador actual de estas buenas noticias.Algunos creyeron de inmediato. Se les dio más informa-ción, recordaron lo que Jesús había predicho durante su ministerio, y aceptaron su resurrección como genuina.Algunos creyeron cuando vieron la evidencia indirecta. Inicialmente dudaron de la noción, pero al recibir más in-formación, tal como ver la tumba vacía, sabían que Cristo había resucitado.Algunos creyeron con evidencia directa. Creyeron que Jesús había resucitado sólo cuando le vieron con sus propios ojos.Los demonios, la oscuridad y la muerte han sido expulsa-dos, y sin embargo continúan disipando un odio implaca-ble contra toda la creación de Dios. Pero no se preocupe. . . Cristo está vivo con un nuevo tipo de vida que anhela darle a cualquiera y a todos los que creen en Él. ¿Forma usted parte de este grupo? O, ¿Ya se ha dado cuenta que necesita un Salvador? ¡Qué bien! El diablo, la oscuridad y la muerte pueden atacar y vanagloriarse, los aguijonazos de la vida aún pueden lastimarle por un tiempo, pero las fuerzas del mal están acercándose a su último aliento. Así que no hay por qué preocuparse. . . ¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente, ha resucitado!

NO SE PREOCUPE . . . ¡HA RESUCITADO!