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1. Introducción
En los últimos años se ha observado un renovado avance de ideas socialistas en
detrimento de una visión favorable al libre mercado. El llamado Socialismo del Siglo
XXI en Latino América, así como las posturas de los actuales candidatos a presidente
de Estados Unidos son una muestra significativa de cómo el péndulo de la opinión
pública y la dirigencia política se ha alegado de las libertades comerciales y civiles sin
un calro punto de retorno aún a la vista.1
Este avance del socialismo se debe a dos motivos fundamentales. En primer lugar, a
una confusión sobre el término capitalismo y libre mercado. Una definición imprecisa de
este término invita a diagnosticar erradamente el origen de diversos problemas sociales
y económicos. En segundo lugar, la creencia casi ciega de lo que en este ensayo
denomino mitos del capitalismo. Se da por sentado, sin mínimo cuestionamiento, que el
capitalismo produce mayor desigualdad de ingresos, que el capitalista explota al
trabajador y que el libre mercado resulta en una injusta y marcada acumulación de
riqueza en pocas manos. Estos mitos, a su vez, vienen acompañados de supuestos
casos exitosos de un socialismo bien implementado como sería el caso de los países
nórdicos.
Comienzo este ensayo discutiendo qué se debe entender por capitalismo o libre
mercado. Luego cuestiono los mitos arriba mencionados con la intención de que una
1 Al momento de escribir estas líneas los tres candidatos a presidente de Estados Unidos con mayor
posibildiad de llegar a la presidencia son Hillar Clinton y Bernard “Bernie” Sanders por el Partido
Demócrata y Ted Cruz y Donald Trump por el Partido Republicano.
mente abierta con una actitud de crítica constructiva llegue a un entendimiento más
formado del liberalismo clásico y una visión más comprensiva de la realidad social y
económica.
2. ¿Qué es el capitalismo?
Tanto una postura crítica como defensiva del capitalismo debe comenzar por definir
claramente el término capitalismo. La interpretación del término capitalismo se
encuentra asociada al uso que le dan Karl Marx y Friedrich Engels, la cual se asocia
más a clases sociales que al marco institucional que regula el mercado. De este modo,
la palabra capitalismo ya trae implícita la connotación de explotación de capitalistas
(dueños de bienes de capital) o empresarios (administradores de los bienes de capital)
sobre los trabajadores. En economía, sin embargo, el término capitalismo tiene un
significado distinto. Por capitalismo se entiende (1) un sistema económico-social en el
cual está permitida la propiedad privada sobre los factores de producción y (2) rige
igualdad ante la ley para todos, incluyendo no sólo a empresarios, sino también a
funcionarios públicos. Dadas las connotaciones asociadas a la palabra capitalismo
quizás sería más neutral utilizar el término libre mercado. El motivo es que el libre
mercado no busca beneficiar a nadie en particular, mientras que la palabra capitalismo
da a entender que los capitalistas poseen una situación privilegiada frente al trabajo.
No es el caso, entonces, que el libre mercado busque beneficiar a ciertas clases
sociales o grupos económicos en particular. El libre mercado no es pro-empresa en el
sentido de ofrecer favoritismo a grandes capitalistas y corporaciones, es pro empresa
en el sentido de reconocer su rol como creadores de empleo y riqueza y de no
dificultarles la producción de bienes y servicios vía regulaciones, controles, e
intervenciones de mercado. En el mismo sentido, el libre mercado es pro-trabajo en el
sentido de reconocer su potencial creativo y de cambio.
El error consiste, primero, en asociar el termino capitalismo con el de libre mercado.
Luego, en definir capitalismo como todo sistema en el cual existan capitalistas, es decir,
dueños de bienes de capital indistintamente de si hay o no beneficios por parte del
estado a favor de empresarios y en contra de empleados y consumidores. De este
modo, se asocia los males del capitalismo-corrupto (crony capitalism) al libre mercado.
La crítica al libre mercado consiste, entones, en aplicar la crítica bien merecida al
capitalismo-corrupto al libre mercado.
Esta crítica al libre mercado muestra cierta distracción por parte del socialismo. Los
grandes pensadores del liberalismo clásico, desde Adam Smith hasta la fecha se han
opuesto y criticado las prácticas del capitalismo-corrupto.2 Esta crítica del socialismo no
sólo es, por lo tanto, imprecisa, sino que también es injusta. Una crítica seria al
liberalismo clásico debe basarse sobre lo que de hecho esta postura sostiene.
La diferencia se encuentra en que el socialismo define el termino capitalismo
respondiendo la pregunta de si hay o no derechos de propiedad sobre bienes de
producción, mientras que en economía lo que define al capitalismo no es sólo la
presencia de derechos de propiedad sobre bienes de capital, sino fundamentalmente el
marco institucional. Es un marco institucional donde hay protección a la propiedad
2 Algunos pensadores references del siglo XXI son (Mises, 1922, 1927, 1949, 1952), (Hayek, 1944, 1960,
1973, 1976, 1979), (Friedman & Friedman, 1980; Friedman, 1962), (Rothbard, 1962, 1973, 1982), y
(Nozick, 1974). Ver también las discusiones en (Humboldt, 1854; Pennington, 2011).
privada y a los contratos con una igualdad ante la ley, sin beneficios ni corrupción, lo
que hace de orden económico-social capitalista o de libre mercado para el economista.
Hay, por lo tanto, una diferencia de definición de términos. Lo importante es ser
consciente de esta diferencia. El socialista crítico del libre mercado es libre de definir el
término capitalismo como le plazca, lo que no puede hacer es utilizar una definición
distinta a la de libre mercado en economía para criticar a este sistema.
La crisis financiera del 2007 ofrece un ejemplo de cómo una descuidada definición y
uso de términos fácilmente puede llevar un errado diagnóstico de las crisis económicas.
Se ha afirmado que la crisis del 2007 fue una crisis del capitalismo, es decir, del libre
mercado. Se obvia el importante hecho que el mercado financiero es el mercado más
regulado en Estados Unidos. Es contrario a los hechos, por lo tanto, afirmar que dicha
crisis es prueba de la inestabilidad del libre mercado. Más preciso sería sostener que,
siendo el financiero el mercado con mayor regulación, la crisis es prueba de los males
que puede producir la regulación sobre el mercado más que de los riesgos del libre
mercado.3
3. El mito de la desigualdad del ingreso
La superioridad de la capacidad productiva del libre mercado por sobre economías
controladas como la Unión Soviética y Cuba, por dar dos ejemplos, es tal que la
superior eficiencia del primer sistema es innegable. La historia muestra que quienes
llegan a límites como arriesgar sus vidas son aquellos que buscan escapar del
3 Para un estudio de la crisis financiera del 2008 ver (Allison, 2012; Dowd, 2009; Iqbal & Vitner, 2013; A.
O. Ravier & Lewin, 2012; White, 2008, 2009).
socialismo en busca de economías libres. El Muro de Berlín tenía como finalidad evitar
que la gente escape al régimen comunista, no evitar un inmanejable afluente de
inmigrantes que escapaban de la explotación capitalista de Europa del Occidental.
La crítica al libre mercado, por lo tanto, no se basa en su incapacidad para alimentar
masas y desarrollar curas a enfermedades mortales, sino en que el mismo sería un
sistema eficiente pero socialmente injusto dado que incrementa la desigualdad del
ingreso entre las personas.4 Se da a entender que las mejoras económicas implican
deterioros sociales. Es por ello que lo óptimo sería optar por una política de la tercera
vía, es decir, ni libre mercado ni comunismo, es una postura intermedia la situación
óptima. El libre mercado, se sostiene, es eficiente pero insensible frente a las
necesidades sociales. Esta crítica al libre mercado adolece de dos problemas. En
primer lugar, sugerir que toda desigualdad del ingreso es injusta. En segundo lugar, los
datos muestran que no es el caso que una mayor libertad económica resulta en mayor
desigualdad de ingresos.
Es importante distinguir entre pobreza y desigualdad. Pobreza se refiere a una
situación tal donde los ingresos no son suficientes para satisfacer necesidades
mínimas, por ejemplo, de alimentación. Desigualdad, en cambio, es la diferencia entre
quienes más ingresos tiene y entre quienes tienen menos ingresos. En un país como
Cuba, la mayoría de la población puede ser pobre con escasa desigualdad de ingresos,
mientras que en Estados Unidos hay una mayor desigualdad del ingreso, pero quienes
menos ingresos reciben se encuentran en una situación considerablemente mejor a la
del pobre en Cuba. Desigualdad y pobreza son dos cosas distintas. Es cierto que
4 Ver (Deaton, 2013). Sobre la vaguedad de térmisno como justicia social ver (Hayek, 1976, Chapter 9).
marcadas diferencias de ingresos pueden generar ciertas tensiones o quiebres en la
integración social, pero este es un problema distinto al de pobreza. Es un error analítico
sugerir que pobreza y desigualdad representan el mismo problema. Distinto es el caso
del marginado en una sociedad rica. El marginado, a diferencia del pobre, se encuentra
fuera del sistema y por ello su situación es precaria. En este sentido, pobres y
marginados representan también distintos tipos de problema.
El tratamiento sobre la desigualdad de ingreso se encuentra tan presa a vaivenes
emocionales que se entiende que la misma es siempre un problema sin cuestionar el
por qué hay desigualdad de ingreso. Se deja de lado, por ejemplo, el crucial rol de la
movilidad social. Los jóvenes con poca experiencia que dan sus primeros pasos en el
mercado laboral suelen obtener menos ingresos que quienes ya poseen años de
experiencia sobre sus hombros. ¿Es acaso esta desigualdad del ingreso injusta? Son
las sociedades libres, no las socialistas, donde se observa una mayor movilidad social.
Es decir, donde quien nace en una familia de bajos ingresos tiene más posibilidades
incrementar sus ingresos por encima del de sus padres. Es posible tener dos
sociedades con misma distribución del ingreso donde sólo una de ellas posee
movilidad social. Podemos imaginar una sociedad donde la única diferencia de ingreso
se debe a la clase social que se pertenece y otra donde la única diferencia de ingreso
se debe a los años de experiencia acumulados. Esta situación es ejemplificada en la
tabla 1 a continuación.
Tabla 1. Distribución del ingreso y movilidad social
CASO 1: Con movilidad social CASO 2: Sin movilidad social
Edad Clase alta Clase media Clase baja Clase alta Clase
media Clase baja
60 – 65 260 260 260 260 180 100 55 – 60 240 240 240 260 180 100 50 – 55 220 220 220 260 180 100 45 – 50 200 200 200 260 180 100 40 – 45 180 180 180 260 180 100 35 – 40 160 160 160 260 180 100 30 – 35 140 140 140 260 180 100 25 – 30 120 120 120 260 180 100 20 – 25 100 100 100 260 180 100
Mayor ingreso/Menor ingreso: 2.6 Mayor ingreso/Menor
ingreso: 2.6
Al enfocarse sobre la distribución del ingreso, en lugar de hacerlo en por qué se da una
determinada distribución del ingreso, se pasa por alto la cuestión de si quien disfruta de
altos ingresos lo hace gracias a recibir beneficios monopólicos por parte del estado o
satisfaciendo mejor las necesidades de sus clientes que la competencia. En un
mercado libre los productores no reciben poderes monopólicos por parte del estado,
por lo que la fortuna del empresario depende de su capacidad de satisfacer a la mayor
cantidad de gente posible de manera eficiente. 5 Las ganancias son como una
recompensa por mejorar la calidad de vida de la sociedad, no fruto de la expropiación a
través del poder y beneficios del estado. ¿Cómo sostener que la desigualdad de
ingresos es injusta sin responder estas preguntas?
5 Existe lo que se denomina monopolio natural. Este es el caso donde el mercado no es lo
suficientemente grade como para sostener a más de un productor (o se prudce un bien network). Esto no
es una falla de mercado que deba corregirse, por ejemplo, dividiendo al monopolio natural en varias
empresas. Esto no es otra cosa que el resultado del hecho que los recursos son escasos. Si el volumen
de producción que minimiza el costo medio de producción es superior al tamaño de mercado, entonces
el resutlado eficiente es tener un solo productor. Este productor, a diferencia de un monopolio fruto de
beneficios legales, puede perder su mercado si no logra satisfacer a sus clientes.
Pero estas no son las únicas cuestiones que escapan a la crítica socialista del libre
mercado. El dilema de esta crítica es que no se puede garantizar una igualdad de
ingresos sin renunciar a la igualdad ante la ley. Una política cuyo objetivo sea la
igualdad de ingresos debe quitar a quienes más ingresos tienen y transferirlos a
quienes menos ingresos tienen. Esto quiere decir que los segundos tienen derechos
sobre los ingresos de los primeros. La igualdad ante la ley, base fundamental de una
sociedad civil libre y organizada, es el precio a pagar por la igualdad de ingresos. Esta
situación ayuda a ver que la moralidad de un resultado, por ejemplo la distribución del
ingreso, depende de si las reglas de juego (instituciones) son justas, no del resultado
en sí. Un marco institucional justo no puede dar como resultado una situación injusta,
pero un marco institucional injusto donde, por ejemplo, no se respeta la igualdad ante la
ley o la defensa a la propiedad privada, da como resultado una situación injusta por
más que se obtenga una perfecta distribución igualitaria del ingreso.
No obstante estos problemas en la crítica al libre mercado, no es el caso que las
economías más libres sean más desiguales. El Economic Freedom of the World del
Fraser Institute otorga un puntaje entre 10 (economías libres) y 0 (economías no libres)
a casi todos los países del mundo. Esto permite ordenar los países de más a menos
libres. El último reporte a la fecha muestra que tanto en las economías más como las
menos libres el 10% de la población con menos ingresos recibe alrededor del 2.5% del
total del ingreso nacional.6 Es decir, la distribución del ingreso es independiente de la
libertad económica cuando se observa la totalidad de los países en lugar de unos
pocos seleccionados ad hoc (figura 1.)
6 Este resultado se mantienen en los distintos reportes anuales.
Figura 1. Participación en el ingreso del 10% más pobre
Fuente: (Gwartney, Lawson, & Hall, 2015, p. 24)
Donde se encuentra diferencia es en los ingresos absolutos que recibe la población
10% más pobre. En las economías más libres el promedio se encuentra en 9,900USD
(PPP), mientras que en las economías menos libres se encuentra en 1,600USD (PPP)
(figura 2). Al observar estos datos, de ser pobre, ¿prefiere serlo en una economía libre
o en una economía regulada? La diferencia no se encuentra sólo en los niveles de
ingresos entre las economías libres y reguladas, sino también en sus tasas de
crecimiento. Entre 1990 y el 2013, las economías más libres crecieron a un promedio
de 3.27% por año, mientras que las economías menos libres lo hicieron al 1.17%
(figura 3). No es casualidad que la disminución mundial de pobreza en las últimas
décadas venga acompañada de reformas hacia economías más libre por parte de
países con alta población como India y China. De hecho, según datos del World
Development Indicators del Bancco Mundial, el porcentaje de individuos viviendo con
menos de 1.90USD por día cayó del 44.3% en 1981 al 12.7% en el 2012. Esta
tendencia descendente no se detuvo con la crisis financiera del 2007.
Figura 2. Ingreso anual en US$ del 10% más pobre
Fuente: (Gwartney et al., 2015, p. 24)
Figura 3. Crecimiento PBI per cápita (PPP) [US$ 2011], 1991-‐2011
Fuente: (Gwartney et al., 2015, p. 23)
No sólo es cuestionable la postura de que toda desigualdad del ingreso sea una
injusticia, sino que la afirmación de las que las economías libres crecen a costa de
incrementar la desigualdad se contradice con los hechos cuando en lugar de observar
algunos países convenientemente elegidos observamos la totalidad de la muestra.
4. El mito de la explotación y la concentración de ingresos
Una alta concentración de ingresos en base a explotación del capital por sobre el
trabajo es la fuente del segundo mito de los males del capitalismo. En su versión
tradicional, el valor de los bienes depende del trabajo (socialmente necesario) incurrido
en el proceso productivo. El capital (y el empresario) no contribuyen al valor de los
bienes y servicios producidos. Por lo tanto, las ganancias percibidas por los
empresarios y capitalistas son expropiados del trabajador. Este es, muy
resumidamente, el fenómeno de la plusvalía. Los problemas y contradicciones en las
teorías del valor-trabajo han sido ampliamente estudiadas. 7 Hoy día la idea de
explotación se basa en el argumento de que el empleador se encuentra en una
situación de mayor poder al negociar el salario con los empleados. De haber
explotación, sin embargo, la misma debe basarse explícita o implícitamente en alguna
teoría de valor-trabajo. De lo contrario podría haber concentración de ingresos, pero no
habría explotación por lo que se caería el argumento moral en favor de la redistribución
del ingreso. Ya en la época de Marx, sin embargo, la realidad iba en sentido contrario al
principio de explotación. Son las sociedades más capital intensivo donde los salarios
son mayores en términos reales, lo cual se contradice con la tesis de la explotación del
capital sobre el trabajo.
El problema de la alta concentración de ingresos ha tomado nueva relevancia a partir
de la traducción al inglés del libro El Capitalismo en el Siglo XXI de (Piketty, 2013).
Según la tesis de este libro, la riqueza se acumula en un reducido número de manos lo
cual lleva a inestabilidad social. Sería demasiado extenso lidiar con todos los
problemas que la crítica ha encontrado al trabajo de Piketty, incluyendo su dudoso uso
de datos y series económicas.8 Los resultados de Piketty a su vez parecen encontrar
apoyo en el reporte de desigualdad de Oxfam (Fuentes-Nieva & Galasso, 2014).
Uno de los problemas del trabajo de Piketty es que incluye el valor de los inmuebles
como bienes de capital cuando en realidad son bienes no productivos y de consumo de
7 Ver (Böhm-Bawerk, 1896; J. C. Cachanosky, 1994a, 1994b; N. Cachanosky, 2012; Mises, 2006; Sowell,
1985). 8 Ver (Henderson, 2014; Magness & Murphy, 2015; Mccloskey, 2014; Sala-i-Martin, 2014)
largo plazo. Esto quiere decir que un aumento en el valor de inmuebles no implica un
aumento en el capital productivo acumulado. Por otro lado, no incluye el valor del
capital-humano, la cual es a su vez una de las propuestas del mismo Piketty. Quizás
una de las limitaciones de este tipo de análisis consista en ver al mundo dividido en dos
clases excluyentes: trabajadores y capitalistas, donde se pertenece a una o a la otra,
pero no a ambas a la vez. Si bien puede ser discutible separar la sociedad en clases
sociales en estas líneas, no es el caso que las misma sean excluyentes. Quien tiene un
empleo e invierte en un fondo jubilatorio se convierte también en capitalista al invertir
en acciones y bonos corporativos. Esta práctica se ha ido extendiendo en las últimas
décadas, por lo que es cada vez menos la proporción de gente cuya fuente de ingreso
es sólo el factor trabajo. Si es cierto que el capital explota al trabajo, entonces la
concentración de ingresos por este fenómeno debería disminuir en la medida que una
mayor cantidad de individuos adquiere capital ya sea de manera directa o indirecta.
El reporte de Oxfam también adolece de problemas. Quizás el más serio sea confundir
calidad de vida (consumir de bienes y servicios) con el patrimonio neto de las personas.
Al calcular el valor neto de los activos menos las deudas se obtiene un indicador
sesgado de lo que se pretende medir en primer lugar. Por ejemplo, un norteamericano
con una hipoteca y un balance en su tarjeta de crédito puede tener un significante
mejor pasar que un campesino en una pobre zona rural sin hipoteca ni acceso a
tarjetas de crédito. El problema del indicador del informe de Oxfam es que no mide lo
que dice medir.
Los resultados de Piketty y Oxfam no sólo se contradicen con los expuestos en la
sección anterior. También se contradicen con un estudio de (Young & Lawson, 2014).
En este estudio, Young y Lawson ordenan los países de más a menos libres en
términos económicos y encuentran que es en los países más libres donde el factor
trabajo recibe un mayor porcentaje de los ingresos totales. Young y Lawson llegan a
este resultado al observar un amplio número de países, en lugar de correr el riesgo de
sufrir un sesgo muestral al observa sólo unos pocos países convenientemente
elegidos.
La tesis de la explotación en base a teoría del valor-trabajo no sólo han perdido su
sustento teórico hace ya más de medio siglo, sino que la tesis de un marcado
empeoramiento de la concentración del ingreso no se verifica empíricamente. Los
estudios que llegan a esta conclusión lo hacen definiendo incorrectamente sus
variables o bien construyendo indicadores que no son indicadores fieles de la calidad
de vida.
5. El mito del socialismo nórdico
Sectores de izquierda y del socialismo suelen referirse al éxito del socialismo nórdico
que muestra fehaciente de que el socialismo bien implementado es superior al
capitalismo. Estos casos de estudio mostrarían que es posible obtener mejores
indicadores sociales a los del libre mercado sin tener que renunciar a un alto nivel de
eficiencia económica. El programa de bienestar y asistencia social de países como
Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, y Suecia es recurrentemente citado como
casos exitosos de socialismo. Nuevamente, un estudio más cuidadoso el socialismo
nórdico deja ver que los datos no respaldan las afirmaciones haciendo de este otro mito
de problemas asociados al capitalismo.
Lo primero a tener en cuenta es que el éxito tanto económico como social del
socialismo escandinavo es anterior a las reformas socialistas en estos países. Los
países nórdicos se encontraban entre los más ricos e igualitarios del mundo antes de
entablar las reformas de la tercera-vía. Estas reformas resultaron ser
contraproducentes al punto tal que fueron abandonadas sucesivamente por los países
nórdicos. Esto ha resultado en una mejora económica y social, pero se ha mantenido la
opinión pública de que estos países siguen aplicando sus políticas socialistas de
manera intensa. La primera lección es que estos ejemplos no permiten concluir que son
las reformas socialistas las que producen éxito económico y social. La segunda lección
del caso nórdico es que el resultado de dichas reformas fue negativo para estos países.
Algunas de estas reformas se iniciaron, como en Suecia, alrededor de 1936 de manera
gradual. El crecimiento y desarrollo de Suecia, sin embargo, comienza con las reformas
de libre mercado a fines del siglo XIX y el gradualismo de las reformas socialistas no
impidió que dicho proceso continuase. Si fuese el socialismo fuese la causa del éxito
sueco entonces deberíamos observar una gradual mejora a partir de 1936, en lugar de
un sólido desempeño a partir de la década de 1870. Entre los años 1970 y 2000,
Suecia paso de ubicarse cuarto en el ranking the países con mayores ingresos del
OECD a ubicarse en el puesto decimoprimero. Uno de los motivos por los cuales los
efectos del socialismo han pasado desapercibidos a una mirada superficial es por la
creación de empleo público que opacó el estancamiento de puestos de trabajo en el
sector privado. La creación neta de puestos de trabajo en Suecia entre 1950 y 1990 es
prácticamente nula, mientras que el estado creó alrededor de un millón de puesto de
trabajo en el estado (Sanandaji, 2015, pp. 33–34). Lo que creció fue el estado, no el
mercado.
Quizás lo más significativo, sin embargo, sea que estas economías supuestamente
socialistas son de hecho economías con un fuerte perfil de libre mercado. El siguiente
gráfico muestra la evolución del índice de libertad económica de los cinco países
escandinavos entre 1970 y el 2013. La figura 4 permite obtener dos conclusiones. En
primer lugar, las economías socialistas poseen un alto puntaje de libertad económica.
En segundo lugar, a partir de mediados de la década de 1970 lo que se observa es un
incremento, no una disminución, de la libertad económica.
Figura 4. Libertad económica en países escandinavos
Fuente: Economic Freedom of the World
El ranking de estos países en el año 2012, sobre un total de 157, es el siguiente:
Finlandia 19, Dinamarca 22, Noruega 27, Suecia 42, e Islandia 85. Los tres primeros
países se encuentran en el cuartil de las economías más libres del mundo, Suecia en la
cota superior del segundo cuartil (es decir, cerca de estar en el primer cuartil) e Islandia
en la cota superior del tercer cuartil. Si se observa la figura 1 se aprecia que Islandia ha
tenido un marcado deterioro luego de la crisis financiera. En el 2006, año anterior a la
crisis, Islandia se ubicaba en el noveno puesto, encontrándose entre las 10 economías
más libres del mundo. En el mismo año Suecia se ubicaba en el puesto 24, estando en
el primer cuartil de libertad económica. El socialismo, entonces, se encuentra en la
incómoda situación de criticar al capitalismo al mismo tiempo que señalan a países que
se encuentran entre las economías más libres del mundo como modelos a seguir.
6. ¿Por qué persisten las ideas socialistas?
En este ensayo he mostrado tres mitos del capitalismo o libre mercado fáciles de
rebatir. Los datos que he utilizado se encuentran al alcance de todos. Sin embargo, las
erróneas descripciones del socialismo persisten generación tras generación. ¿A qué se
debe esta perseverancia? Hay cuatro maneras de responder a esta pregunta.
En primer lugar, un problema de sesgo muestral y de confirmación de hipótesis. La
creencia de que el socialismo puede dar mejores resultados que el capitalismo puede
verse erróneamente confirmado al observar casos parciales. De manera consciente o
inconsciente se eligen las excepciones en lugar de casos representativos de toda la
muestra. El siguiente gráfico muestra en el eje horizontal le puntaje de libertad
económica y el eje vertical el PBI per cápita (PPP). Para facilitar la lectura del gráfico
he dejado fuera de la muestra claros outliers en su nivel de ingreso per cápita como
Kuwait, Luxemburgo, y Quatar. Los puntos negros representan al cuartil de las
economías más libres, los puntos en gris oscuro al segundo cuartil de libertad
económica, el gris claro al tercer cuartil de libertad económica, y los puntos blancos al
cuartil de las economías menos libres.
Figura 5. Libertad económica en países escandinavos
Fuente: Economic Freedom of the World y Banco Mundial
Si tomamos solo dos países, podemos elegir Venezuela, caso paradigmático del
Socialismo del Siglo XXI y Georgia, que posee un mayor grado de libertad económica.
Venezuela posee un PBI per Capita (PPP) mayor al doble del de Georgia. Este es un
caso de sesgo muestral, pues es evidente el ver toda la muestra que la correlación
entre libertad económica e ingreso per cápita es positiva. De modo similar se podría
haber elegido cualquier país con un ingreso per cápita mayor al de Venezuela y realizar
el argumento inverso. Para evitar estos sesgos es necesario observar todos los países.
Si se observa con mayor detenimiento, vemos que, dentro del grupo de los países más
libres, aquellos con un menor nivel de ingreso per cita son los que no tienen una larga
historia y tradición de economías libres, como Armenia, Guatemala, Nicaragua,
Ruanda, Camboya, El Salvador, Honduras, y Jamaica. Los países con altos ingresos
son aquellos que han sido consistentes en sus instituciones de libre mercado y
protección a la propiedad privada. El gráfico también marca los países del socialismo
escandinavo discutidos arriba. Se puede ver, en este caso, que estos países se
encuentran entre los más libres del mundo; es decir, hacia la derecha del gráfico.
Una segunda explicación del por qué la persistencia de las ideas socialistas hace uso
de la racionalidad irracional de (Caplan, 2007). La racionalidad irracional consiste en
sostener ideas erradas por la utilidad que el individuo recibe al ser asociado a ciertas
ideas. La cuestión no es estar en lo correcto, sino sentir pertenencia a un grupo que
defiende ciertas ideas y posturas sean estas correctas o no. El punto no es, por
ejemplo, estar a favor de la energía verde porque de hecho es un modo de ahorrar
energía, sino porque este individuo percibe utilidad al ser asociado con estas ideas. Ser
políticamente correcto es más importante que estar en lo correcto. De este modo, quien
desea sostener ideas socialistas por una cuestión de pertenencia a cierto grupo social
por ser políticamente correcto no cambia sus ideas en base a resultados empíricos. Por
ello no importa cuántos datos y casos se presenten se muestren, estas personas no
cambian su posición. El debate no es racional, es más emocional, haciendo de la
persuasión en el debate un arte más que una ciencia dura. Esto es más un problema
de educación y cultural que de falta de evidencia histórica sobre los resultados
económicos y sociales del libre mercado y del socialismo.
En tercer lugar, los cambios generacionales deben tenerse en cuenta. Las personas
mayores que han vivido varios ciclos de socialismo-liberalismo en sus vidas han
experimentado cada sistema. Estas personas pueden ser más proclives a dejar de lado
la irracionalidad racional o ser políticamente correctos. Pero las generaciones más
jóvenes, si bien pueden estudiar historia, no han vivido dichas experiencias. No es lo
mismo leer sobre las bondades del socialismo y las maldades del libre mercado que de
hecho transitar varios años de la vida en dichos sistemas. Las huellas que dejan los
años vividos no pueden ser pasados de generación a generación.
Por último, si bien es cierto que el socialismo ha persistido en el tiempo, no es menos
cierto que su significado ha cambiado en el tiempo. En el debate sobre el cálculo
económico del socialismo a principios del siglo XX, se entendía por socialismo aquel
sistema donde si bien existía propiedad privada sobre los bienes de consumo, no hay
derecho de propiedad sobre los factores de producción (Mises, 1920). Hoy día por
socialismo se entiende algo muy distinto. Hoy día por socialismo se entiende una
economía de mercado por un estado más preocupado por ofrecer planes sociales a los
más necesitados y garantizar buenas condiciones laborales a los empleados. El
retroceso en la postura socialista no es menor. Es el socialismo el que se ha acercado
significativamente a la postura del liberalismo clásico, no el liberalismo clásico el que se
ha acercado a la postura del socialismo. Es significativo que el socialismo se refiera a
economías de las más libres del mundo, como las escandinavas, como referencia a
qué tipo de socialismo debe practicarse. Este último punto posee un mensaje más
positivo que los anteriores; lo que ha persistido es más el término socialismo que sus
ideas distintivas.
7. Conclusiones
No se cuestiona en este ensayo que los socialistas y diversos grupos de izquierda
tengan buenas intenciones. Lo mismo deben estos grupos sostener de quienes
defienden las ideas del libre mercado. Ambos grupos buscan llegar al mismo objetivo:
un mayor bienestar posible incluyendo a los más necesitados. El debate no es sobre
los fines buscados, el debate es sobre qué medios ofrecen mejores resultados. Si bien
es cierto que los temas discutidos en este ensayo pueden tratarse de manera más
profunda, el mensaje de este escrito es dejar de lado mitos sobre el capitalismo que
desvían la atención del debate de fondo si lo que importa es obtener una mejor calidad
de vida para todos.
Un debate maduro no se deja llevar por las ideas que son políticamente correctas, sino
que consiste en un análisis racional de las teorías y de los datos que la historia tiene
para mostrar. A principios del siglo XX el socialismo tenía una postura que hoy ya ha
sido dejado de lado. A principios de este siglo, sin embargo, el socialismo ha basado su
crítica en una errada definición de capitalismo y en base a mitos que no se dan en la
realidad. La opinión pública debe estar libre de estos sesgos para llegar a conclusiones
mejor formadas. Este ensayo busca contribuir en esta cuestión fundamental.
8. Referencias
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