capitulo 5

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caprichos y nervisismos libro de F. Dolto. Libro niños agresivos o agredidos..

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  • 5. Qu es lo justo?

    (Nerviosismos y caprichos)

    Una m adre nos dice que, desde el nacimiento de su primer hijo, est persuadida de la necesidad de escuchar, de comprender, de dialogar. S in embargo, escribe lo siguiente: "La vida no es sencilla. Sobreviene el cansancio, el nerviosismo y a veces se dan situaciones en las que tiendo a perder el dominio de m m ism a delante de m i hijo. Y nos pregunta: "Creen ustedes que esos m om entos de fa lta de control, propios de toda madre, sean perjudiciales para el hijo?

    Aqu se trata sobre todo del carcter de la madre, y sta no va a cambiar su carcter por la presencia del hijo. Si un nio pone a veces nerviosa a su madre, hay que decirle: Ya ves, hoy estoy nerviosa. El nio comprender muy rpidamente; tiene la intuicin de lo que pasa. Despus de un momento de clera, habra que decirle: No es nada; estaba nerviosa/ Pero lo que en modo alguno hay que hacer, pasado ese momento, es ponerse a besar al nio, tratando de borrar su mala impresin; hay que hablarle y hacerlo con voz suave y rer con l. En todo caso, no hay que hacerlo sentir el nico responsable de una nerviosidad que procede de la madre. Abrazarlo y besarlo

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    no servira de nada; el nio no comprender un acto brusco seguido de besos o abrazos. Hablar es siempre preferible a un transporte, ya sea de clera, ya sea de ternura; los transportes son ms animales que humanos.

    La misma madre nos hace otra pregunta: Cree usted que una madre que acaba de cometer un error y que lo reconoce ante su hijo sale enaltecida a los ojos del nio? La seora se interroga, pues, sobre el juicio que podr hacer el nio sobre ella.

    A priori, para el hijo, lo que hace la madre est siempre bien. Sin embargo, sta no debe sorprenderse si, a la edad de dos o tres aos, el hijo tiene tambin algunos saltos de humor y pronuncia palabras desagradables. En tal caso la madre deber rer y decirle: Ah, t tambin te pones nervioso, de vez en cuando, lo mismo que yo!"

    De manera que, segn usted, no es un error por parte del adulto reconocer su nerviosismo pasajero ante el nio.

    De ninguna manera. La madre no debe decir a su hijo: Me he equivocado, sino que debe decirle: estaba nerviosa ; la madre puede agregar excsame, pues el nio quiere, siempre, excusar a sus padres.

    A qu traigo, tambin, un testimonio que es a la vez humorstico y profundo. Una seora le escribe a usted: Tengo un hijo de trece aos; cuando tena cinco o seis aos y cuando yo lo regaaba o lo correga por alguna tontera, l rompa a rer a carcajadas. En una ocasin, yo desde luego alcanc el paroxismo de la clera. Le habra arrancado los pelos. Luego me calm, pasado un rato. Nos sentamos y le pregunt por qu se haba puesto a reir carcajadas. Entonces me dijo: Mam, si pudieras verte cuando ests encolerizada, t misma seras la primera en rerte'. Verdaderamente creo que no debo tener un aspecto

  • muy bonito en esas exhibiciones. Y ahora que el chico tiene 1 trece aos, cuando quiero corregirlo le digo: Ven conmigo,^ me parece que es hora d que vayamos ante un espejo. Y as la clera disminuye y los dos nos remos....

    Bueno, lograron poner cierto humorismo en sus tensiones^! y eso est muy bien.

    En suma, aqu hay un hijo que ayud a su madre a superar I sus momentos de clera.

    Otra carta presenta el caso contrario del que usted nos j explic antes: Cmo proceder con un nio que siente celos 1 de un hermano mayor?... Tengo tres hijos, dos nias de doce I y nueve aos y un varn de tres. Ahora bien, la chica de nueve 1 aos est siempre celosa de todo cuanto hace, dice o recibe f f l hermana mayor. Le aseguro que hago lo imposible para ser siem- 1 pre equitativa. Con todo, esa chica nunca est contenta: como efi hipersensible, la menor contrariedad es todo un drama, con 1 gritos, lgrimas, rabietas. Pretende entonces que no la quieren i lo bastante, y quiere marcharse de casa y, como es muy inde-1 pendiente, obedecer supone para ella una gran dificultadM Cmo hacer?"

    Ciertamente esa pequea se encuentra en una situacin! difcil: es la hija segunda y del mismo sexo que la mayor.] Lo que desea es, pues, igualar siempre a la mayor. Cuando! naci el hermanito, el primer varn, los padres sintieron verdaderamente, como si se tratara de un nuevo hijo, pues un segundo, del mismo sexo, slo es de alguna manera una repeticin i de lo ya conocido. Creo que, sobre todo despus del nacimiento del hermanito, los celos se hicieron dolorosos para esa chica. La madre se engaa cuando trata de establecer una perfecta equidad: para el nio, no hay justicia. A sus ojos, todo es injusto cuando no lo tiene todo. La madre hara mucho mejor en decirle: Es verdad, tienes razn, soy injusta, muy injusta Tal vez te sientes desgraciada de pertenecer a esta familia.

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    Es importante que la madre le hable a solas, no en presenda de la hermana mayor o en presencia del hermanito. Tal vez podran hacerlo el padre y la madre juntos y decirle por ejemplo: Si realmente te sientes muy desdichada... tu padre y yo veramos si nos es posible hacer el sacrificio de colocarte en un internado. Eso supondr un gran sacrifido pecuniario para nosotros, pero realmente, si te sintieras all ms feliz..., bueno, contemplaramos esa posibilidad. Que la madre no trate de ser justa, pues el mundo mismo no es justo. Tambin podra darse a la nia otro ejemplo: Como sabes, hay pases en los que siempre se ve el sol y otros donde llueve continuamente. Tal vez t quisieras estar en otro lugar, porque aqu no ests contenta. Y sobre todo, habra que hacerle resaltar las diferencias entre ella y su hermana. Sealando bien esas diferencias entre los nios, se les ayuda a identificarse con ellos mismos y no con otra persona. Tambin es preciso poner de manifiesto todas sus cualidades. Por ejemplo, cuando deben comprar un vestido, una cinta o cualquier otra cosa, es bueno que la madre hable en voz baja y por separado a cada una de las nias y que les pregunte al odo qu color preferiran..., que aliente a cada una a reflexionar en su propio gusto y a elegir por su cuenta. Si no se procede asi, la nia (la segunda) cree que lo que elige la mayor est bien o es lo mejor que existe. Se trata de una nia demasiado dependiente que sufre mucho por esa circunstancia; finge ser independiente, pero en realidad eso no es cierto. La dependencia, as como los celos, procede del sentimiento (imaginario) de valer menos que los dems. Corresponde a la madre dar valor personal a cada uno de los hijos. Es doloroso envidiar a otro y siempre inimitable.

    Es sa una situacin corriente en los nios?

    S, pero aqu, sobre todo, la nia siente que su situacin apena a la madre. Esta dice que los celos son un defecto, y eso no es cierto. Los celos son un sufrimiento que pide compasin

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    y amor por parte de la madre. Se trata de una etapa normal e inevitable del desarrollo entre niflos de edades aproximadas,

    Y es eso grave?

    No s si es grave o no lo es. No creo que lo sea; todo debe proceder de que la madre sufre con el sufrimiento de su hija, en tanto que si la ayudara con palabras a expresar ese sufrimiento ^la nia se sentira comprendida. Pero repito que no hay que hablar a esa nia en presencia de su hermanito o de su hermana mayor... No estoy segura de que todo esto no sea el resultado de ciertos celos que siente la mayor por la pequea.

    Mi consejo es no tratar de ser justo; lo que hay que hacer es sencillamente ayudar a la segunda hablndole con franqueza. La nia se quejar de cualquier cosa.

    Una seora nos dice: Tengo una nia de cinco aos cuyas reacciones me dejan a veces perpleja. Qu actitud asumir con una pequea que me pega o hace ademn de darme un golpe cuando le ordeno hacer algo o me niego a darle algo? Claro est que estas cosas slo ocurren cuando est de mal humor**."\ Esta seora agrega que lo ha intentado todo: la indiferencia la irona, el furor...

    Cree usted que se trata de una abuela o de la madre?

    Precisamente era la pregunta que me estaba hacienda...

    Bueno, supongamos que sea la madre... Se dan esas escenas cuando estn solis o cuando hay otras personas?

    La corresponsal no lo dice.

    Examinemos de todas maneras la cuestin; Lo intent todo: la indiferencia, el furor.... Y qu otra cosa?

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    La irona.

    La irona... Me parece que, en ltima instancia, esas dos personas han entrado en una especie de juego: Quin ser la que mande a la otra? Debe tratarse de una chiquilla muy inteligente, pues no es lo mismo pegar realmente, que hacer ademn de pegar. Hacer ese ademn significa: Cuidado! Cuidado! La que manda soy yo, no t! Cuando la nia pega de veras, lo hace sin duda porque est nerviosa. Creo que, cuando procede de esta manera, la madre debe decirle: Oye, te digo cosas que no te gustan, pero hago lo que puedo; si no ests contenta, no tienes que venir a verme. Puedes permanecer en tu rincn, en tu cuarto. Pero si te acercas a m, te dir lo que pienso. Creo que hay que hablar con esa nia y no fingir que est uno enojado o ofendido con ella o cualquier otra cosa. Tambin creo que hay que bromear y rer con la chica: Ah! Tu mano quiere pegarme? Y t qu dices?.... Porque la nia puede tener reacciones de sus manos y pies, que a ella misma se le escapan. Esto parecer curioso, pero hay que decirle: Vaya, por qu quiere pegarme esa mano? Porque te dije algo que no te gust? Pero t, tambin me dices cosas que a m no me gustan. Y acaso te pego yo? O si tienes un osito: Aqu tienes el chirlo que me diste, se la devuelvo a tu osito, y qu dice el osito?... . Hay que convertirlo todo en una especie de juego: tengo la impresin de que esa chiquilla quiere, sobre todo que su abuela (o su madre) se ocupe de ella y slo de ella. Desgraciadamente, en la carta no se nos dice si esas escenas ocurren en pblico o en la intimidad.

    Tengo la impresin de que todo ocurre tambin en pblico, puesto que la mam (o la abuela) escribe: Lo intent todo, teniendo en cuenta tam bin a los que estaban presentes. Quiere decir entonces que o bien la seora pidi consejo entre sus vecinas o que las escenas se desarrollaron ante testigos. Esto plantea otro problema, pues nuestra corresponsal no nos dice tampoco si tiene la costumbre de pegar a menudo a la

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    nia n i si, cuando sta era pequeita, tena una nodriza o cuidadora que le pegara.

    Los nios toman las costumbres de los mayores, sobre todo cuando son muy pequeos. Esta chica ha tomado probable* mente el lenguaje de los mayores. La gente siempre se asombra de esto y a menudo omos a los padres que hablan con voz violenta a sus hijos pequeos y les dicen: (Cllate! No toques eso!... etc. . Y luego, se sorprenden cuando el nio comienza a hacer lo mismo en el momento en que se siente ya una per- sonita...

    Y las palizas?

    Depende...

    Piensa usted, de una manera general, que hay actitudes que merecen un par de bofetadas?

    Las madres, cuando eran pequeas, recibieron a veces algunos azotes que les parecieron bien... Por qu entonces abstenerse de drselas a los hijos? De esta manera hacen lo que hicieron por ellas. Hay chicos que son muy sensibles a los azotes: si de vez en cuando no se les da una paliza, creen que no se los quiere. Todo depende del modo de ser de la mam. No se puede decir de una manera absoluta si los- azotes son buenos o malos. Las palizas suponen un conjunto de cosas...

    Pero, no le choca a usted eso?

    No. Pero creo que, si se puede, hay que evitar todo lo que entraa humillacin para el nio. No hay que humillarlo nunca. La humillacin, ya se infiera por burla, ya se lo haga por enojo, es destructora. Adems, aunque en el momento calme al adulto y a veces tambin al nio, la paliza puede ser perjudicial % la larga (y la educacin tiene miras de largo plazo). En todo caso, si el padre o la madre quieren obrar con rigor, que nunca

  • castiguen a su hijo en pblico. Ser conveniente que lo lleven a su habitacin y que all le den la reprimenda del caso. Si la mam es presa de cierto nerviosismo y se le van las manos... qu quiere usted? no se le puede impedir. Eso no quiere decir que sea una mala madre. Hay madres que jams tocan a sus hijos y que sin embargo en sus palabras y en su comportamiento son mucho ms agresivas y sdicas que las madres que dan paliza.

    Lo que se nos escribe precisamente aqu revela un signo de debilidad de parte de los mayores, debilidad y falta de control de uno mismo. De manera que aqu el adulto da un mal ejemplo. Un adulto que habla con violencia y agresividad, que obra de manera irascible y se abandona a explosiones de clera ante su hijo, no debe asombrarse de que a los pocos meses o aos ese hijo hable y obre de la misma manera con los que son ms dbiles que l. Repito que un nio pequeo ve bien todo lo que hace el adulto; .dira yo que hay aqu cierto encegue- cimiento. Y tarde o temprano, el nio lo imitar, tanto en su conducta frente al propio adulto como en su conducta con los dems nios.

    En todo caso, y para volver a referirnos a los azotes, cuando, por falta de dominio de s mismo, el adulto no puede abstenerse de dar unos azotes, que no se d la excusa fcil de que obra as con un fin educativo, porque eso es falso. Y por lo menos, que la paliza nunca sea una cosa pospuesta: esta noche o el sbado te dar la paliza. Porque aqu, puede darse una actitud perversa, gozosa del adulto, que pervierte tambin al nio y que resulta humillante para los dos, adems de ser antieducativa; si el nio teme al adulto, pierde su estimacin por l en seguida y lo juzga como lo que es: un ser dbil, incapaz de dominarse, o an algo peor, un ser sdico en fro.

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