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Recopilación, transcripción e inserción de imágenes: Prof. Salvador Estrada Esparza Detalle de Mural de Diego Rivera en Palacio Nacional, México, D.F.

Carácter material de la conquista hispánica de Rafael Ramos Pedrueza

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El presente es un escrito que forma parte del libro: “La lucha de clases a través de la historia de México”, publicado en 1934, del historiador y político mexicano Rafael Ramos Pedrueza. Es una especie de compilación de testimonios escritos de fuentes españolas de la época. Le agregue imágenes, algunas de códices indígenas que complementan muy bien los dichos y aseveraciones de los denunciantes hispanos, amén de que dichos códices, de una u otra forma, están diciéndonos lo mismo.

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Page 1: Carácter material de la conquista hispánica de Rafael Ramos Pedrueza

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Recopilación, transcripción e inserción de imágenes: Prof. Salvador Estrada Esparza

Detalle de Mural de Diego Rivera en Palacio Nacional, México, D.F.

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Comentarios: El presente es un escrito que forma parte del libro: “La lucha de clases a través de la

historia de México”, publicado en 1934, del historiador y político mexicano Rafael Ramos Pedrueza. Es una especie de compilación de testimonios escritos de fuentes españolas de la época.

Le agregué imágenes, algunas de códices indígenas que complementan muy bien los dichos y aseveraciones de los denunciantes hispanos, amén de que dichos códices, de una u otra forma, están diciéndonos lo mismo.

Las enfermedades infecciosas como la viruela, también influyeron en la disminución de las poblaciones indígenas, pero, obviamente, las causas fundamentales, las dicen las fuentes aquí descritas.

Indígenas infectados por viruela.

Códice Florentino.

Quiero dejar en claro, lo que he dicho en ocasiones:

“Por generaciones, a los mexicanos, nos atiborraron con generalizaciones: los „españoles‟,

por ejemplo. Yo he tratado de quitarme esa prejuiciada mira, pues, ni fueron los „españoles‟ de

su época [los responsables de la barbarie]: fue la corona, lo demás se va dando por su propio

peso; ni tienen que ver los „españoles‟ posteriores. Yo, cuando generalizo, quizá también me

equivoque, me refiero a los „españoles‟ como pueblo, tan explotado, vapuleado y martirizado,

como el de la Nueva España, por el mismo verdugo explotador: La corona y sus clases

„circundantes‟. También, la barbarie, manifestada como fuera, se dio aquí, de un imperio a otro.”

(http://www.facebook.com/photo.php?fbid=1763599605826&set=a.1563084393071.2086315.1114196264)

Finalmente, el propósito esencial de este aporte, es que sea retirada, o bien la cabeza,

o la pieza entera y, por lo menos, la alojen en un museo, de la estatua de Cortés pisando la cabeza degollada de un indígena. Más información en el anterior enlace. Ya se han retirado muchas estatuas en el mundo: ¿Por qué esa ignominia no? Gracias.

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Carácter material de la conquista hispánica 1

Sostienen los historiadores reaccionarios que el fin de la conquista

española en América fue la difusión del cristianismo. Investigaciones

basadas en la interpretación económica de la historia, comprueban que la

verdadera finalidad fue materialista: posesión de oro, plata, piedras

preciosas, joyas, minas, riquezas que pudieran adquirirse en poco tiempo,

transformando a los aventureros en grandes señores. Esa interpretación

histórica, comprueba también que la propaganda religiosa no fue un fin,

sino un medio, para la adquisición y conservación de opulentos bienes

materiales. La tendencia religiosa fue siempre inculcar la resignación y la

obediencia, enervando a las masas para impedir toda rebeldía a la inicua

explotación colonial. Frecuentemente encontramos la palabra “Epopeya”

aplicada a la piratería, consumada en gran escala por los conquistadores.

La literatura reaccionaria la prodiga para glorificar a Cortés, a Pizarro y a

otros asesinos y ladrones.

Cortés pisando una cabeza2 Pizarro y la conquista de los incas3

1 — Tomado de: RAMOS PEDRUEZA, Rafael; “La lucha de clases a través de la historia de México”; Ediciones Revista Lux;

México; 1934; págs. 19 a 36. 2 — EFE | El Universal | Medellín/ España | Miércoles 11 de agosto de 2010.

http://www.eluniversal.com.mx/notas/700940.html 3 — Ilustración: http://www.perutourism.com/newsletter2/end.htm

http://wiki.uiowa.edu/display/ColSpanAm/Temas+de+Violencia+en+la+Clase Comentario: “¡Ah! señor gobernador, miradlo bien por entero: allá va el recogedor y acá queda el carnicero”. (CIEZA, Vol. cit., 241; PIZARRO, P., 1944, 18). “El recogedor era el veedor Carabayuelo, y el carnicero era el mismo Pizarro”.

http://www.banrepcultural.org/blaavirtual/historia/america4/cap33.htm

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Los investigadores y profesores de historia, socialistas, debemos

oponernos enérgicamente a que se califiquen de héroes a los aventureros y

verdugos de hombres, mujeres y niños inermes.

Este cargo no lo hacemos al pueblo español, integrado por grandes masas

de trabajadores quienes con su esfuerzo, sudor y sangre, realizaron la

producción española, sosteniendo —en compañía de los pueblos coloniales,

sus hermanos en el dolor de la explotación— el lujo de reyes, nobles y

gentiles hombres, minoría parasitaria, que en España como en sus colonias,

gravitó sobre inmensas multitudes laboriosas. Ninguna responsabilidad

tuvo el oprimido pueblo español en crímenes monstruosos del millar y

medio de malhechores, audaces y brutales, autores de la piratería

conquistadora. Ninguna ventaja obtuvo el pueblo español —explotado

siempre por reyes y príncipes del estado y de la iglesia—, de los tesoros

arrancados por la conquista y la gigantesca explotación que constituyó el

coloniaje. Antes y después de esa conquista, padeció hambres, miserias y

todas las torturas inherentes al feudalismo, que en España se prolongó

hasta el siglo XVII, y cuyas fuertes raigambres perduran todavía.

Crímenes de la corona y de la iglesia al pueblo español.

Nuestro ataque va directo a los bandoleros sanguinarios; a la realeza y

a la nobleza, ciegas y sordas a las heridas y alaridos de los pueblos

martirizados, a los grandes comerciantes, radicados en la península ibérica,

particularmente en Sevilla y Cádiz y a los residentes en la Nueva España,

avaros insaciables que amasaron enormes fortunas con sudores, lágrimas y

sangre de indios, negros y mestizos.

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Los cronistas españoles —testigos oculares en su mayoría— sólidamente

documentados, condenan con vehemente severidad, la codicia y perfidia de

los conquistadores y de sus descendientes.

El libro “Carácter de la conquista española en América y en México, según

los textos de los escritores primitivos”, por Genaro García, consigna lo

siguiente: “No hay para qué decir (escribe Alonso de Zurita), la multitud que se ha

consumido y se consume, llevándolos cargados a las conquistas y

entradas, y otros para servicio de la gente de guerra, sacándolos por

fuerza de su natural, y apartándolos de sus mujeres e hijos, deudos y

parientes, y de ellos volvían muy pocos o ninguno, porque todos perecían

allá o por los caminos, o en llegando a sus casas…

“Y yo oía a muchos españoles decir que el Nuevo Reino de Granada que

de allí a la gobernación de Popayán no se podría errar el camino, porque

los huesos de hombres muertos los encaminaban; y están en los caminos

unas aves que en cayendo el indio le sacan los ojos, lo matan y se lo

comen…

“Y aconteció que indias que iban cargadas mataban a las criaturas que

llevaban a los pechos y decían que no podían con ellas y con la carga, y

que no querían que viniesen sus hijos a pasar el trabajo que ellas

pasaban.

“Y en Guatemala oí decir a un procurador de aquella Audiencia, que

siendo soldado, yendo a una entrada o conquista, vio que atravesando

una ciénaga o pantano, se le cayó a un soldado español la daga y se le

hundió en la ciénaga, y como no la podía hallar, acertó a llegar una india

con su carga y una criatura a los pechos, y le tomó la criatura y echóla en

el lugar donde se le cayó la daga, porque era ya de noche y la dejó allí

plantada; y al otro día volvió a buscar su daga y decía que había dejado a

la criatura por señal.

“Y no hay para qué decir cómo los llevaban en colleras, y el tratamiento

que les hacían por todo el camino y cómo en cansándose el indio o la

india con la carga, les cortaban la cabeza por no pararse a desensartar la

cadena y repartían la carga en los demás”.

Decía el bachiller Luis Sánchez:

“Todos cuantos pasamos a las Indias vamos con intensión de volver a España

muy ricos, lo cual es imposible, pues de acá no llevamos nada y allá holgamos

sino a costa de sudor y sangre de los indios”.

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Manifestaba por su parte el Oidor Salmerón:

“Es imposible imaginar la avaricia, el desorden y la pereza de los españoles…

Si tienen repartimientos, no piensan sino en sacar de éstos el mayor partido

posible, sin preocuparse absolutamente del bienestar o de la instrucción de los

indios. Si no los tienen, vienen desvergonzadamente a pedirnos con qué vivir…

“Como los españoles en aquel tiempo se veían señores de una tan extendida

tierra, poblada de gente innumerable y toda ella sujeta y obediente a lo que les

quisieren mandar, vivían a rienda suelta, cada uno como quería y se le

antojaba, ejercitándose en todo género de vicios.

“Y trataban a los indios con tanta aspereza y crueldad que no bastaría papel

ni tiempo para contar las vejaciones que en particular les hacían…

“Aunque los indios tuvieren antiguamente esclavos… les trataban como a

parientes y vasallos; los españoles les trataban como a perros”. Podemos

juzgar más exactos a los dominicos residentes en La Española, que dijeron

años antes: “Eran tenidos los perros por los españoles en harta más estima que

no los indios, y más valían”.

El padre Motolinía dice: “Los españoles estimaban a los naturales en

menos que a bestias”.

Fray Juan de Zumárraga escribe que:

“En la provincia (Michoacán), despueblan sus pueblos y casas y han resuelto

(los indios) que se vayan a los montes y ninguno tenga participación con su

mujer, por no hacer generación que a sus ojos hagan esclavos y se los lleven

fuera de su naturaleza… Muchos miles de indios se mataron voluntariamente”.

“¿Qué han de hacer los indios si ven que hay (preguntaba Mendieta),

salteadores asalariados de los ganaderos y estancieros, a trescientos pesos por

año, que les roban y cautivan sus hijos pequeños e hijas llegando a boca de

noche a sus pueblos para cogerlos descuidados y con un achaque los llaman y

cogen y ponen sobre sus caballos y los transportan muy lejos de allí, para que

no atinen a volverse y saben que ninguno de éstos, por ello ha sido castigado?”

Manifestaban a la Emperatriz en 1531 los Oidores de México que:

“De esta suerte Nuño de Guzmán había hecho perecer a quince mil

indios de carga de esta ciudad y de las cercanías”.

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Nuño de Guzmán quemando vivos a los tarascos. Fragmento de Juan O’Gorman4

Con toda precisión Gil González Dávila, aludiendo a la iglesia de México,

manifestaba: “En su tiempo, desde el año de 1524 hasta 1539 bautizaron los

religiosos dominicos y franciscanos en México y sus contornos, 10 millones

quinientos mil indios”, lo que comprueba su populosidad.

Pasemos ahora a estudiar la despoblación que produjo en Anáhuac la

conquista.

“Dejamos establecido en el libro segundo cómo Cortés empezó desde

Potonchán la matanza de los naturales y cómo desde Tlaxcala llevó sus guerras

a sangre y fuego, talando de raíz poblaciones enteras: «Y les quemé (nos

manifiesta al referirse a unas cuantas horas de devastación) más de diez

pueblos, en los que hubo pueblos de más de tres mil casas».

No de otra manera acabó la principal provincia de Nueva España, la gran

Tenochtitlán”. “Todos sus habitantes (escribe Dorantes de Carranza), los

acabó la guerra, como acabaron en las islas de Santo Domingo, millón y medio

de indios”. “Aquellas guerras de exterminio, las hambres y pestes que

ocasionaban y principalmente la crueldad cada vez más inhumana con que los

españoles continuaron tratando a los indígenas, fueron causa de que muy

pocos años después de la conquista, hubiesen perecido más de dos millones de

indios en la Nueva España”. Documentos de América, tomo XI, página 245.

4 — http://www.flickr.com/photos/dolgin/3283615922/.

Page 8: Carácter material de la conquista hispánica de Rafael Ramos Pedrueza

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En una relación de 1579 sobre la provincia de Tabasco consta lo

siguiente:

“Tiene esta provincia de Tabasco tres mil indios escasos; han venido a

mucha disminución desde su pacificación por haber sido poblada de más

de treinta mil indios”.

Otro tanto pasó en Otzolotepec:

“Siendo 30,000 los vecinos que en él había cuando entró el Marqués del

Valle, ahora se hallan sólo ochocientos tributarios”. Tomo IX, página

225, Documentos de América.

En 1552 escribían varios religiosos a la monarquía española acerca del

nuevo reino de Galicia:

“Y cuanto a los servicios personales de pueblos y esclavos y naborías e

indios de carga, es tanta la disolución y desorden que… tenemos por

cierto, como por experiencia hemos visto, se acabarán los indios, que

quedan como en muchos valles y provincias donde solía haber mucho

número de pueblos y gente, está ya todo destruido; lo cual no se puede

dejar de sentir sin gran dolor y lágrimas”. Cartas de Indias, página 109.

Corriendo los años, y la destrucción de los naturales no cesó; poco

tiempo después de escrita la carta que acabamos de citar escribía Alfonso

de Zurita acerca de la Nueva España en general: “No hay la tercia parte de

la gente que había”.

Hacia 1584 vino a México como Comisario General de su Orden Fray

Alonso Ponce; en la relación de su viaje se asienta respecto a Texcoco:

“Dicen que cuando llegó ahí el Marqués del Valle la primera vez, había

60,000 indios de guerra, y que pasados algunos años los contaron y no

hallaron sino 18,000, y cuando el padre Comisario General llegó ahí,

apenas había 5,000, y de esta manera van mermando en toda la Nueva

España, así por pestilencias y mortandades que ha habido, como por

malos tratamientos que les han hecho”.

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Fray Bartolomé de las Casas, en su “Historia de la destrucción de los

indios”, dice: “En la isla Española, que fue la primera, como decimos, donde entraron

cristianos y comenzaron los grandes estragos y perdiciones de estas gentes y

que primero destruyeron y despoblaron, comenzando los cristianos a tomar las

mujeres e hijos a los indios para servirse y para usar mal de ellos y comerles

sus comidas que de sus sudores y trabajos salían; no contentándose con lo que

los indios les daban de su grado, conforme a la facultad que cada uno tenía,

que siempre es poca, porque no suelen tener más de lo que ordinariamente han

de menester y hacen con poco trabajo, y lo que basta para tres casas de a diez

personas cada una, para un mes, come un cristiano y destruye en un día, y

otras muchas fuerzas y violencias y vejaciones que les hacían, comenzaron a

entender los indios que aquellos hombres no debían de haber venido del cielo.

“Y algunos escondían sus comidas y otros sus mujeres e hijos, otros húyanse

a los montes para apartarse de gente de tan dura y terrible condición.

“Los cristianos dábanles de bofetadas y puñadas y palos, llegando a poner las

manos hasta en los señores de los pueblos.

Códice Kingsborough y Lienzo de Tlaxcala (fragmentos). Encomenderos abusando de indígenas.

“Y llegó esto a tanta temeridad y desvergüenza, que el mayor rey de toda

una isla, un capitán cristiano, le violó por fuerza su propia mujer. De

aquí comenzaron los indios a buscar maneras para echar a los cristianos

de su tierra; pusiéronse en armas, que son harto flacas y de poca

resistencia, y menos defensa (por lo cual todas sus guerras son poco más

que acá juegos de cañas y aun de niños).

Page 10: Carácter material de la conquista hispánica de Rafael Ramos Pedrueza

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“Los cristianos con sus caballos, espadas y lanzas, comienzan a hacer

matanzas y crueldades extrañas en ellos.5

“Entraban en los pueblos, ni dejaban niños ni viejos, ni mujeres preñadas ni

paridas, que no desbarrigaran y hacían pedazos, como si dieran en unos

apriscos.

Fragmento de Lienzo de Tlaxcala.

“Hacían apuestas sobre quien de una cuchillada abría el hombre por

medio o le cortaban la cabeza de un piquete o le descubría las entrañas.

5 — Códice Florentino y: http://www.miniaturasjm.com/uniformologia/uniformes-los-conquistadores-espaoles/.

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“Tomaban las criaturas de las tetas de las madres por las piernas y daban de

cabeza con ellas en las peñas. Otros daban de cabeza con ellos en los ríos por

las espaldas, riendo y burlando, y cayendo en el agua decían: «bullis cuerpo de

tal». A otras criaturas metían en la espada con las madres juntamente y todos

cuanto delante de sí se hallaban. Hacían unas horcas largas que juntasen casi

los pies a la tierra y de 13 en 13, a honor y reverencia de nuestro Redentor, y de

los doce apóstoles, y poniéndoles leña y fuego los quemaban vivos. Otros

ataban y liaban todo el cuerpo de paja seca, y pegándole fuego, los quemaban.

Grabados de Théodore de Bry6

“Otros, y todos los que querían tomar a vida, cortábanles ambas manos y de

ellos llevaban colgando y decíanles: «Andad con cartas» (conviene a saber);

llevad las nuevas a las gentes que están huidas en los montes. Comúnmente

mataban a los señores y nobles de esta manera: que hacían unas parrillas de

varas sobre horquetas y atáñanlos en ellas, poniéndoles por debajo fuego

manso, para que poco a poco, dando alaridos en aquellos tormentos

desesperados, se les salían las ánimas.

Cortando las manos Quemando a fuego lento

6 —

http://portales.mx.cervantesvirtual.com/bib_autor/bartolomedelascasas/pcuartonivel.jsp?conten=imagenes&pagina=imagenes3.jsp&tit3=Grabados+de+Th%E9odore+de+Bry.

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“Una vez vide que, teniendo en las parrillas quemándose cuatro o cinco

principales y señores (aún pienso que había dos o tres pares de parrillas

donde quemaban otros), y porque daban pena al capitán y le impedían el

sueño, mandó que los ahogasen; y el alguacil, que era peor que el

verdugo que los quemaba (y sé cómo se llama y aún sus parientes conocí

en Sevilla), no quiso ahogarlos, antes les metió palos en las bocas, para

que no sonasen, y atizándoles el fuego hasta que se asaron despacio,

como él quería.

“Yo vide todas las cosas arriba dichas y muchas otras infinitas. Y

porque toda la gente que huir podía se encerraba en los montes y subía a

las sierras, huyendo de hombres tan inhumanos, tan sin piedad y tan

feroces bestias, extirpadores y capitales enemigos del linaje humano,

enseñaron y amaestraron lebreles, perros bravísimos, que en viendo un

indio le hacían pedazos en un credo, y mejor arremetían a él y lo comían

que si fuera un puerco.

Lienzo de Tlaxcala y dibujo de T. de Bry.

“Estos perros hicieron grandes estragos y carnicerías, y porque algunas

veces, raras y pocas, mataban los indios, algunos cristianos, con justa razón y

santa justicia, hicieron ley entre sí que por un cristiano que los indios matasen,

habían los cristianos de matar cien indios”.

Todo este libro denuncia crímenes semejantes. La población indígena

isleña fue totalmente aniquilada en veinte años; para repoblarla se trajeron

negros africanos. En el mismo volumen Las Casas afirma que en 40 años,

los españoles asesinaron en América 15 millones de indios.

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Fray Servando de Teresa y Mier [sic], criollo y sacerdote católico, afirma

que los españoles quitaban a los indios sus ídolos de piedra y que si

entregaban oro, plata o pedrería, se los devolvían para que continuasen

adorándolos. El mismo autor y otros de indiscutible prestigio, afirman que:

“La conquista y el coloniaje impidieron a los indios asearse, pues se les

prohibió bañarse obligándolos a robar para vivir y embruteciéndolos con

pulque, aguardiente y fanatismo”. 7

Los reyes de España admiraban muchas de las leyes de los pueblos

aborígenes por justas y acertadas; entre ellas, mencionamos la que imponía

mayor castigo al delincuente de alta posición que al humilde trabajador,

por igual delito, considerándolo más responsable y más pernicioso su

ejemplo. En 300 años de “civilizadores” no enseñaron a los indios a leer ni a

escribir. Continuaron siendo bestias de carga, nutriéndose con maíz y frijol,

pero en menor cantidad, trabajando más, por lo que su alimentación fue

deficiente.

Los indígenas como bestias de carga. Lienzo de Tlaxcala.

7 — ¡Qué interesante! El origen del “mexicano fodongo” está aquí: por imposición y costumbre. Además, tal y como di jera

Goebbels ca. De 150 años después: “A la gente se le controla por medio del espectáculo, del entretenimiento”: http://www.youtube.com/watch?v=dD2x-R9l0DI&feature=fvsr , claro que también con fanatismo religioso: La virgen de Guadalupe, mito al cual, también se opuso Fray Servando: Muy adelantado para su época. Mis respetos para él:

http://www.mexicodesconocido.com.mx/fray-servando-teresa-de-mier.html ; http://www.letraslibres.com/index.php?art=7292.

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En las colonias americanas pertenecientes a España, se calcula que había

a principios del siglo XIX, 20 millones de habitantes (Pereira, Historia de

América), y que sólo el uno por ciento eran españoles, o sean 200,000.

En la Nueva España, al comenzar la guerra de independencia, había

6.000,000 de habitantes, y sólo 60,000 peninsulares. Para estos pequeños

grupos y sus familias (1.000,000 de personas en toda la América Española;

300,000 en la Nueva España), eran cultura, teatros, fiestas de arte y

escuelas superiores.

Para las enormes masas indígenas no había más cultura que la enseñanza

de la doctrina cristiana resumida en el deber de resignarse en esta vida a

todas las injusticias y explotaciones, para salvar las almas, destinadas en la

otra a eterna bienaventuranza.

Evangelización a indígenas. En segunda imagen: "Justicia que se hizo de un cacique de Tlaxcala

porque había reincidido en ser idólatra; habiendo sido cristiano, se había ido a unas cuevas a idolatrar".8

La conquista destruyó millones de vidas, obras de arte, templos, palacios,

monumentos, estatuas, pinturas, códices, archivos y bibliotecas, conteniendo

copiosa producción científica.

Todo lo que no podía transportarse y aprovecharse materialmente, estaba

condenado a la destrucción. En cambio, no fueron destruidos ni ocultados el oro,

las joyas y los objetos de valor negociables. Este fue el verdadero carácter de la

conquista española en América y su real finalidad fue absolutamente

materialista, aunque valiéndose de medios y apariencias espiritualistas.

8 — http://www.uaq.mx/ingenieria/publicaciones/boletin/articulo/gaviria/ixtla.html .

http://www.montero.org.mx/speluncam.htm#slideup. En Diego Muñoz Camargo.

Page 15: Carácter material de la conquista hispánica de Rafael Ramos Pedrueza

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La propiedad de la tierra y la organización del trabajo en la Nueva

España no mejoró sino conservó, y en algunos aspectos, empeoró la

condición de las clases productoras. En vez de ser el emperador azteca el

primer propietario de la tierra, lo fue el rey de España; en lugar de tierras

para los guerreros indios, aparecieron los enormes latifundios, donados a

los conquistadores y a sus descendientes (tierras realengas y mercedes

reales), para premiar hazañas y amistades con los soberanos españoles.

Los derechos de los sacerdotes aztecas fueron sustituidos por los derechos

de los sacerdotes católicos. Cuando la independencia se inició, la iglesia era

dueña de las tres cuartas partes de la riqueza colonial. Lucas Alamán,

historiador católico, exaltado reaccionario y testigo presencial de las

condiciones en que se encontraba la colonia, afirma que: “la riqueza de la

iglesia era inmensa y el clero era un enorme acreedor hipotecario”. El oro, la

plata, las gemas, los tesoros de orfebrería, que en otro tiempo pertenecían a

las noblezas aborígenes, pasaron transformados y “cristianizados” a los

templos católicos, a los príncipes de la iglesia y a los grandes funcionarios

de la colonia.

El cristianismo se transformó en gigantesca empresa bancaria,

obteniendo fabulosas ganancias y cuantiosos réditos por préstamos

hipotecarios. El crecido número de clero regular y secular, parasitario,

pesaba abrumadoramente sobre las masas productoras, obligadas a

sostenerlo. Había conventos, por ejemplo, con 100 monjas y 500 servidoras.

Los pocos frailes que al principio de la colonia llegaron en la miseria,

viviendo de la mendicidad, se convirtieron en compacta multitud,

propietaria de haciendas, iglesias, palacios y empresas lucrativas.

Los calpulli y calpullalli —tierras para los pueblos— fueron sustituidos

por los ejidos y fundos legales para asentar poblados. Los artífices y

artesanos fueron agrupados en barrios y calles de las principales ciudades

de la Nueva España (plateros, talabarteros, tejedores), con la diferencia de

que estos gremios estaban regidos por cofradías, cuyo patrón era algún

santo o santa, a fin de que su carácter religioso permitiese al clero

intervenir en sus asuntos interiores y refrenar todo intento de

mejoramiento económico, predicando siempre la pobreza, la humildad y la

renunciación a los bienes materiales. Esta clase estaba en condiciones

parecidas, aunque inferiores a la de los productores técnicos de Anáhuac.

Page 16: Carácter material de la conquista hispánica de Rafael Ramos Pedrueza

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La gran masa indígena estaba destinada al peonaje, a los rudos trabajos

de minas y a transportes de mercancías. Los negros, más resistentes,

vendidos y comprados en calidad de esclavos, hacían también trabajos

agotadores. Gran parte del mestizaje dedicábase a oficios y actividades

inferiores, recibiendo cortos jornales; el asignado a los indios (refiere

Humboldt), era de dos reales diarios, mermado por tributos, tiendas de

raya, deudas y réditos patronales. Las castas (población de color, resultante

del cruce de razas [sic]9 diversas, blancos, indios, negros y sus descendientes

subdividiéndose cada vez más con el transcurso del tiempo), se llamaban

“infames” y se veían con desprecio.10

Hombres y mujeres pertenecientes a

ellas, no podían usar “alhajas, bordados, armas, insignias, condecoraciones,

trajes de damas y caballeros, ni concurrir a fiestas y espectáculos a donde

asisten los nobles y las personas de sangre pura”. Los negros, esclavos

legales; los indios, esclavos de hecho, no podían tener armas ni caballos.

Los indios eran “gentes sin razón y menores de edad” cualesquiera que

fuesen sus años y sexo, y no podían otorgar documentos de compra venta

mayores de $5.00. Esta era la verdadera situación de los habitantes de las

colonias españolas en América.

Además, la mitad del presupuesto (que era de 20.000,000 de pesos de

ingresos anuales), salía de la Nueva España para la metrópoli y otras

posesiones, carentes de recursos, dejándose de realizar urgentes mejoras en

el territorio productor de esa suma; caminos, irrigaciones, hospitales y

escuelas. Agréguese la estrangulación de la agricultura, la industria y el

comercio, para que obtuviesen grandes ganancias los terratenientes de la

Nueva España, los industriales de la península y los comerciantes de

ambas; por lo que sólo se cultivaban pequeñas superficies de las grandes

haciendas, se impedía el establecimiento de industrias en las colonias,

destinándolas a vastos mercados de consumo de la industria ibérica; se

prohibía comerciar a las colonias entre sí y con otros países, permitiéndose

únicamente con la metrópoli y por determinados puertos, conducente todo

ello al enriquecimiento de unos cuantos mercaderes. Afirman historiadores

reaccionarios, que el gobierno colonial fue excelente y que una paz venturosa

para todos sus habitantes fue su benéfico resultado. La falsedad es absoluta.

9 — Ramos Pedrueza utiliza un término de su época pero en la actualidad no es correcto:

“Las razas biogeneticamente no existen”: http://www.facebook.com/seemx7/posts/151120528286072 . 10

— Para mayor información de esta división racista y discriminatoria, véase:

http://americas.sas.ac.uk/publications/docs/genero_segunda4_Castro.pdf .

Page 17: Carácter material de la conquista hispánica de Rafael Ramos Pedrueza

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Las conspiraciones, insurrecciones y tumultos, precursores de la guerra de

independencia, comprueban lo contrario. De 1521 a 1810, hubo 8 conspiraciones, para

arrancar a España la más rica de sus colonias, dirigidas sucesivamente por: el propio

Cortés; su hijo, el Marqués del Valle; el duque de Escalona, virrey; Lombardo de

Guzmán, criollo, sabio, genial y desequilibrado; Pedro de la Portilla, recaudador de

rentas de la capital de la colonia; José de Iturrigaray, virrey; el capitán García Obeso;

el cura Hidalgo. Insurrecciones hubo en todas las regiones de la extensa colonia. Los

negros, particularmente en las selvas veracruzanas, levantáronse contra sus verdugos.

El indio Mariano de Nayarit y el panadero Jacinto Canek en Yucatán, acaudillaron

rebeliones tumultuosas. En la muy “noble y leal” Ciudad de México, un gran tumulto

provocó el incendio del Palacio Municipal y difundió el pánico entre los habitantes, con

la presencia de masas indígenas, enloquecidas por el hambre y los malos tratamientos

(fines del siglo XVIII). Durante los tres siglos de la dominación hispánica, muchas

tribus indígenas prefirieron vidas trashumantes en selvas y serranías, preñadas de

peligros, cazadas como fieras, antes que incorporarse a la “civilización”. Millares de

indios perecieron en esa vida, prefiriendo la muerte a una existencia miserable,

particularmente en el norte de la Nueva España. Las rebeliones fueron algunas veces

vencidas por la intervención de hábiles prelados, quienes consiguieron con sus prédicas

sujetar a las masas y calmar su desesperación. Las más fueron ahogadas en sangre,

asesinándose cruelmente a sus jefes, como a Jacinto Canek en Yucatán…

Nunca los aprovechados del coloniaje permiten que se instruyan los

explotados. En Nueva España, sólo existían 29 centros culturales y 11,118

iglesias, al comenzar la guerra de independencia. Si hubiera sido a la inversa,

la situación del pueblo habría sido muy distinta.

Lienzo de Tlaxcala.

Page 18: Carácter material de la conquista hispánica de Rafael Ramos Pedrueza

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“Rafael Ramos Pedrueza [miembro de la Liga Internacional de Escritores

Revolucionarios] (n?-1943) es conocido dentro del panorama de la historiografía mexicana por ser el primero que introdujo, de manera rigurosa, el análisis marxista aplicado a la historia nacional. Sus primeros trabajos históricos son apenas breves folletos, como Rusia soviet y México revolucionario y Vicente Guerrero, precursor del socialismo en México (1922); José María Morelos, precursor del socialismo en México (1930), y Francisco Javier Mina, representativo de la lucha clasista en Europa y América (1937), obra prologada por Félix Gordon Ordaz. Su obra de mayor trascendencia es La lucha de clases a través de la historia de México, aparecida por primera vez en 1934, y que en menos de diez años alcanzaría dos ediciones más, corregidas y aumentadas. Nadie se ha ocupado historiográficamente de este autor. Los datos bibliográficos se han obtenido de Luis González et al., Fuentes de la historia contemporánea de México, 3 v., México, El Colegio de México, 1961-1962, y Lecturas históricas mexicanas, 5 v., selección, prefacio, notas y tablas cronológicas de Ernesto de la Torre Villar, México, Empresas Editoriales, 1966-1971, t. IV, p. 251”:

http://www.iih.unam.mx/moderna/ehmc/ehmc05/048.html#nf7

http://books.google.com.mx/books?id=izp91Macu7EC&pg=PA468&lpg=PA468&dq=rafael+ramos+pedrueza+mu

ere&source=bl&ots=FzMyFK3JCz&sig=3AeJS0w1YnArt_T0CWZcbYShfRI&hl=es&ei=x9uOTcL5JoK_gQfNlq29

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