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Carlos Forment La sociedad civil en el Perú del siglo XIX democrática o disciplinaria A partir de 1830, los peruanos se unieron por primera vez a fin de organizarse en centenares de asociaciones cívicas y políticas, esta oleada de actividad asociativa aumentaba la permanencia y la estabilidad de los lazos sociales, hacia mas frecuentes y generalizadas las formas cívicas del compromiso y condujo a la institucionalización de una sociedad civil. El escenario público de Perú se transformo para siempre, de modo que la sociedad civil desempeño un papel prominente al lado del estado y el mercado en la democratización del país y en la determinación de las vidas de todos los ciudadanos. Entre 1830-1879 la vida pública presencio la creación de no menos de 600 asociaciones nuevas, la mitad de las asociaciones realizaba una actividad cívica, la otra mitad perseguía metas políticas relacionadas con las campañas electorales (presidenciales). En términos regionales la mayoría de las asociaciones sobre las que se tiene información confiable surgió en Lima, la capital del país o en el cercano puerto de El Callao; las prácticas cívicas ya formaban parte del escenario provincial en los últimos decenios; junto con este crecimiento numérico y esta dispersión geográfica de las formas asociativas de la vida se diversifico el tipo de actividad cívica de los peruanos. Al principio la mayor parte de la vida asociativa se ligaba a la caridad y la beneficencia, pero con el paso del tiempo surgían nuevas. Esta diversificación de los lazos sociales volvía cada vez más unidas y complejas las formas cívicas de la vida y como subproducto de estos cambios, la sociedad civil se volvía cada vez más autónoma y diferenciada, desempeñando un papel importante en la redefinición de la vida publica al lado del aparato estatal y de los mercados económicos. La sociedad civil, la ciudadanía y los regimenes democráticos ¿Habermas o Focoult? Habermas estudia la forma en que la sociedad civil y la esfera pública remodelaron la vida pública de toda Europa occidental a partir del siglo XVIII. Sostiene que la formación de una sociedad civil burguesa y una esfera pública fue decisiva por cuanto transformo los principios normativos y las practicas comunicativas tanto de la elite como de las clases populares. Las asociaciones se convirtieron en las “escuelas” mas importantes de la democracia, lugres donde se reunía la gente para aprender y practicar el arte del interés propio bien entendido. Las 1

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H.A III

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Carlos FormentLa sociedad civil en el Perú del siglo XIX democrática o disciplinaria

A partir de 1830, los peruanos se unieron por primera vez a fin de organizarse en centenares de asociaciones cívicas y políticas, esta oleada de actividad asociativa aumentaba la permanencia y la estabilidad de los lazos sociales, hacia mas frecuentes y generalizadas las formas cívicas del compromiso y condujo a la institucionalización de una sociedad civil. El escenario público de Perú se transformo para siempre, de modo que la sociedad civil desempeño un papel prominente al lado del estado y el mercado en la democratización del país y en la determinación de las vidas de todos los ciudadanos. Entre 1830-1879 la vida pública presencio la creación de no menos de 600 asociaciones nuevas, la mitad de las asociaciones realizaba una actividad cívica, la otra mitad perseguía metas políticas relacionadas con las campañas electorales (presidenciales). En términos regionales la mayoría de las asociaciones sobre las que se tiene información confiable surgió en Lima, la capital del país o en el cercano puerto de El Callao; las prácticas cívicas ya formaban parte del escenario provincial en los últimos decenios; junto con este crecimiento numérico y esta dispersión geográfica de las formas asociativas de la vida se diversifico el tipo de actividad cívica de los peruanos. Al principio la mayor parte de la vida asociativa se ligaba a la caridad y la beneficencia, pero con el paso del tiempo surgían nuevas.Esta diversificación de los lazos sociales volvía cada vez más unidas y complejas las formas cívicas de la vida y como subproducto de estos cambios, la sociedad civil se volvía cada vez más autónoma y diferenciada, desempeñando un papel importante en la redefinición de la vida publica al lado del aparato estatal y de los mercados económicos. La sociedad civil, la ciudadanía y los regimenes democráticos ¿Habermas o Focoult?Habermas estudia la forma en que la sociedad civil y la esfera pública remodelaron la vida pública de toda Europa occidental a partir del siglo XVIII. Sostiene que la formación de una sociedad civil burguesa y una esfera pública fue decisiva por cuanto transformo los principios normativos y las practicas comunicativas tanto de la elite como de las clases populares. Las asociaciones se convirtieron en las “escuelas” mas importantes de la democracia, lugres donde se reunía la gente para aprender y practicar el arte del interés propio bien entendido. Las asociaciones eran importantes por otra razón ofrecían un lugar donde los ciudadanos podían deliberar con espíritu critico sobre cuestiones de interés común.Focoult relaciona las formas asociativas de la vida con el surgimiento de una sociedad disciplinada, carcelaria, basada en formas indirectas de control y vigilancia. Según su tesis el triunfo de la democracia trajo consigo la incorporación rápida y masiva de grupos hasta ahora excluidos de la vida publica.Una de las características peculiares, distintivas de la democracia moderna, es su utilización de formas cívicas del autoritarismo. Las asociaciones cívicas desempeñaron un papel en la desorganización de las identidades colectivas de los grupos que recién recibían el derecho de voto. La participación en asociaciones privaba a los individuos de sus experiencias reales, vividas, sustituyéndolas por fantasiosas, concepciones imaginarias, basadas en la noción de ciudadanía, lo que inducía a muchos e ellos a mal

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interpretar y desconocer a los demás y aun a sí mismos. La incorporación de la vida pública contribuía a la supresión de la heterodoxia, al ocultamiento de las diferencias y al surgimiento de ciudadanos dóciles, normalizados.Ambos autores otorgan primacía y centralidad al papel de la sociedad civil, en la promoción de los regimenes democráticos y consideran que la primera mediaba y transformaba la influencia de los últimos en formas complejas que no se han estudiado suficientes. También ambos subrayan las prácticas consuetudinarias por encima de los momentos episódicos y dramáticos de ruptura radical en que la vida publica se agita y moviliza, ambos se niegan a otorgar centralidad a un solo grupo; sostienen que las practicas asociativas aparecen en diversas formas y tamaños y que cada cual tiene importancia incomparable para la vida publica. La Guerra Civil y la vida publica en Perú 1830-1845 Los salones familiares: Lima, Cuzco y A`requipa los salones de Lima eran socialmente homogéneos y excluyentes, solo accesibles a los miembros mas influyentes de la elite y muchos de los que a ellos asistían estaban conectados entre si por lazos de parentesco comerciales y crediticios densos, múltiples y yuxtapuestos. Las salonnieres se turnaban visitándose mutuamente, lo que generaba un trafico continuo entre la elite de la ciudad que aprovechaba estos encuentros semanales para renovar antiguas amistades, crear nuevas relaciones y reparar los lazos sociales dañados. Dentro de los salones, las relaciones sociales eran rituales coreográficos destinados a reflejar las mismas gradaciones sutiles de la posición ocupada en la vida pública. En su interior se reflejaban las diferencias sociales existentes en el interior de este grupo aparentemente homogéneo. Después del baile los invitados se mezclaban mas libremente, reuniéndose en pequeños grupos voluntarios, lo que aprovechaban las personas para redefinir su lugar en la vida publica y para cuestionar y desafiar la interpretación de la vida social, convencional y canónica del anfitrión.La sociabilidad existente entre la elite cuzqueña estaba ligada a un pasado imaginado, arraigando a las tradiciones incas andinas asociadas con la grandeza de su nobleza aristocrática.La elite de Cuzco custodiaba su propia genealogía, estas luchas feroces por la posición desalentaban a la mayoría de las familias de toda participación en la vida pública, pues temían que se mancharan su honor y su reputación, lo que haría disminuir su capital sociocultural. La radicalización de la vida privada y la militarización de la vida publica entre 1835-1845 muchos de los salones de Lima cayeron al mismo tiempo de extremismo político que había afectado ya al resto de la vida publica, durante el gobierno liberal de Orbegoso, algunos miembros de la oposición conservadora (gamarrista) fueron perseguidos hasta el interior de sus casas.Los conservadores respondieron retirándose a sus hogares y convirtiendo sus salones en centros de conformismo político y uniformidad ideológica, en lugar de la anterior tolerancia aristocrática. Liberales y conservadores lanzaban reiteradas cacerías de brujas y purgas políticas, lo que minaba el espíritu cívico del público del país. A principios de 1840 mientras el Perú se encontraba todavía bajo un gobierno autoritario, la elite se ligo más al estado.

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Los ministros del poder ejecutivo y los oficiales del ejército utilizaban estas reuniones para establecer los lazos clientelistas con la elite social y cultural del país, los salones partidistas fueron sustituidos por los bailes, banquetes y fiestas patrocinados por el estado. Estas festividades patrocinadas por el estado eran vistas por todos, porque a menudo eran la única señal de vida pública en un terreno cada vez más estéril y hostil. Fue efímero el esfuerzo del directorio por revivir la cultura cortesana pero hizo mucho para desorganizar aun más los lazos sociales horizontales subsistentes entre las elites, sustituyéndolos por lazos verticales basados en el patronazgo y arraigados en las prácticas autoritarias y oportunistas del estado. Entre 1835-1845, Lima se vio asolada por bandas de salteadores (montones) que a su paso por la ciudad aterrorizaban a los residentes contribuyendo así a una nueva reducción de la vida pública. La estabilidad cívica y la redefinición de la sociabilidad de la elite 1845-1875 en el decenio de 1850 se produjo una disminución de la lucha civil, aunque no su final. Entre 1846-1876 la vida asociativa resurgió por todo Perú, organizada alrededor de clubes sociales, patrióticos y recreativos y de sociedades profesionales de estudios y académicas, la elite peruana transformaba estas arenas cívicas en arenas autónomas donde podía experimentar con nuevos tipos de lazos sociales y ensayar nuevas interpretaciones críticas de la vida pública. Narración de la vida publica: el catolicismo cívico la elite cultural del país que actuaba dentro de estas asociaciones cívicas forjo una contra narrativa critica del status quo y arraigada en las nociones de civilidad, en una época en que sus compatriotas aun sostenían una visión autoritaria o liberal de la vida publica, el discurso cívico emanado de estas asociaciones cívicas cuestionaba el discurso dominante, autoritario el cual continuaba sosteniendo que los peruanos no estaban preparados para gobernarse por si mismos, de modo que necesitaban la tutela de un estado fuerte y cuestionaba el discurso liberal para el cual el libre comercio constituía la solución de la mayor parte de los males del país, fuesen de carácter social, político o económico. La narrativa cívica que ahora circulaba entre el publico era nueva, pero tenia profundas raíces en la cultura política peruana, ya que contenía fuertes elementos del neoclasicismo católico, que había sido el lenguaje de la vida publica desde fines del periodo colonial. La elite limeña reformulo y estructuro estas vertientes en una forma novedosa, produciendo una visión alternativa de la vida publica, la que defendió como catolicismo cívico, tomo de los conservadores la noción de la comunidad, de los igualitarios tomo las nociones de participación popular y la necesidad de una sociedad fuerte y autónoma. A partir de 1850 el catolicismo cívico del Perú, se difundió y gano partidarios, incluso entre los artesanos urbanos y provinciales y entre los habitantes de las zonas rurales, hasta alcanzar el triunfo del civilismo en 1870, que habría de ganar la presidencia nacional para Pardo. El catolicismo cívico era el idioma de la vida pública en el Perú de mediados del siglo XIX y en opinión del autor este lenguaje desempeño un papel importante en la formación del imaginario colectivo de las elites que trataban de democratizar la vida pública. El pensamiento social católico suponía que la pasión es una parte constante, de la naturaleza humana mientras que el comercio, los mercados y el beneficio económico, al igual que la posición social, son simplemente construcciones artificiales y por ende incapaces de domar nuestras pasiones mas profundas,

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solo mediante la practica de la sociabilidad, considerada como una parte de la naturaleza humana, podrían ser nuestras pasiones vigiladas y canalizadas hacia fines civilizados, las pasiones humanas solo podrían ser disciplinadas por otro impulso natural: el de la sociabilidad. Antes de que la sociabilidad pudiera producir prodigios, tendría que reprimirse la pasión dominante en forma institucional y publica, para tal efecto, la mayoría de los clubes sociales imponían una regla contra los debates que prohibía a sus miembros l discusión de cuestiones públicas que pudiera dar margen a controversias y fuera capaz de provocar sentimientos extremos. El hincapié que se hacia en las formas puritanas del autocontrol trataba de generar una decomprensión política de la vida publica y reducir el extremismo ideológico y social que había destruido la vida publica durante los decenios precedentes.Otro tema recurrente en el catolicismo cívico se centraba en la relación existente entre la sociedad civil y política. El poder social se estaba transfiriendo de la sociedad al estado.El tema del poder social se discutía de otras maneras, este transfiriendo de la sociedad civil a la sociedad política, con consecuencias devastadoras para la vida publica. Los temas de la autoridad cultural, el escepticismo moral y la opinión pública figuraban en el catolicismo cívico quienes proponían esta estructura narrativa abogaban por la diferenciación del campo cultural y simbólico. La desestabilización de las verdades epistemológicas y ontologicas contribuyo a aumentar la deliberación y la argumentación, requisitos de la cultura democrática moderna, lo cual olvidan los habermasianos quienes suponen que la democracia necesita fundamentos sólidos. El caso peruano plantea también algunos interrogantes al modelo de Focoult la elite utilizaba verdades disciplinarias basadas en el conocimiento profesional a fin de mirar el monopolio de los eclesiásticos y los políticos, creando así una opinión publica y una esfera publica.En el contexto cultural del Perú de fines del siglo XIX, el catolicismo cívico representaba una ruptura radical con el pasado, una novedad cultural de primera magnitud. La experiencia de la vida publica: inclusión y exclusión una discusión de la vida asociativa podría iluminar como las practicas de inclusión y exclusión dieron forma a la sociedad civil peruana durante la segunda mitad del siglo XIX. Las sociedades profesionales contribuyeron en formas inesperadas a la inclusión y la exclusión cívica, en el área de la atención médica resulta instructivo el caso de la sociedad médica (1845), integrada por médicos, dentistas, farmacéuticos y parteras. Los miembros que se encontraban en dificultades financieras y/o médicas así, como sus esposas, viudas, hijos y huérfanos, recibían asistencia durante periodos prolongados. Siempre que la vida publica se agitaba y la opinión publica se polarizaba, las asociaciones se dividían en facciones, lo que reducía mas aun la capacidad de la sociedad civil para generar poder social.La sociedad médica estigmatizaba y marginaba a todos los grupos que ponían en peligro su proyecto profesional y su posición cívica. Tradicionalmente los mulatos habían desempeñado su papel importante en la atención médica, como médicos y barberos y esa era una de las razones de que los miembros de la profesión hubiesen carecido hasta entonces del mismo reconocimiento y

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posición concedidos a otras profesiones; la sociedad trataba de cambiar esto, de ahí que empezó a exigir certificación a todos los médicos, quienes deberían probar que habían terminado la instrucción medica.La sociedad emprendió también varias campañas en contra de los herbolarios chinos; también las parteras fueron estigmatizadas y empujadas a las fronteras de la sociedad. Las mujeres se tornaron invisibles y quedaron relegadas a los márgenes de la sociedad civil.La sociedad utilizaba el conocimiento profesional para romper los lazos sociales que hasta entonces habían existido entre los mulatos y sus pacientes, los herbolarios y sus clientes, las parteras y las mujeres embarazadas, sin estos lazos, los miembros de estos 3 grupos que se encontraban ya en los márgenes de la sociedad se vieron mas relegados aun, perdiendo su lugar en la vida publica. Por una parte la sociedad reducía el grado de heterodoxia social de la sociedad civil, pero por otra parte fortalecía la vida publica al incorporar a los profesionales de la salud, que practicaban en las provincias, a pesar de su historia desigual, la sociedad resulto ser perdurable y estable y un refuerzo para la sociedad civil. El gobierno del club se basaba en un acta constitutiva, reglas formales, elecciones regulares y consenso, antes que en la autoridad cultural y social de alguna familia, como ocurriera en los salones privados del pasado reciente. Los nuevos centros de sociabilidad de la elite alteraron el escenario público peruano, en 4 sentidos a) permitieron que los profesionales asalariados se distanciaran socialmente de sus patrones, b) alteraron la organización espacial de la vida publica, desplazando el centro de la sociabilidad de los salones familiares a los sitios de reunión y los clubes de estas nuevas asociaciones, c) reestructuraron la autoridad cultural, paso de las nociones aristocráticas de posición social a las de la clase media con base en los conocimientos técnicos y disciplinarios, d) produjeron una narrativa cívica contraria a las interpretaciones de la vida publica centradas en el estado o en el mercado que hasta entonces no habían sido cuestionadas. Observaciones Finales el estudio del escenario publico peruano durante la segunda mitad del siglo XIX le supuesto al autor de que la democracia, entendida como forma de vida arraigada en la igualdad y la libertad, estaba ya generalizada en este periodo, contra lo que sostiene la mayoría de las interpretaciones. Las formas democráticas de vida continuaron desarrollándose luego, pero de un modo desigual.Muchas de las prácticas democráticas reseñadas aquí no corresponden a ninguna definición rigurosa, estricta, de la poliarquía, de acuerdo con las normas de los politólogos que en todo caso parecen existir solo en los libros de texto académicos. Un procedimiento para evaluar el papel de la elite cultural en la democratización de la vida pública del Perú consiste en examinar este proceso, concentrándonos en 2 de sus partes constitutivas: las prácticas de la comunicación y las relaciones asociativas. La elite desempeño un papel importante en la creación de una ideología critica y emancipadora; el catolicismo cívico desempeño un papel decisivo al cuestionar las interpretaciones autoritarias y liberales de la vida publica. En resumen la elite cultural no desempeño un papel importante en la creación de poder social, pero si en imaginar la democracia.

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