Carmen Posadas - Cuentos

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Cuentos*CARMEN POSADAS ABC 07/09/15** Sin nimo por supuesto de comparar unos cuentos con otros, uno ahorase pregunta por ejemplo cmo un personaje mediocre como Artur Mas, y contantos esqueletos en el armario, habr conseguido hacer creer a tantaspersonas que la independencia de Catalua es algo as como el blsamo deFierabrs.*La cuna del hombre la mecen con cuentos, deca Len Felipe y cantabaPaco Ibez cuando yo era joven, all por los aos sesenta. Es curioso,pero cuando uno oye ciertas frases de su pasado tiende a interpretarlassolo en el contexto y el espacio temporal en los que las conoci por vezprimera. Piensa por tanto que aquella idea de que nos anestesian concuentos, con falacias, eran atribuibles solo, por ejemplo, a ladictadura franquista, o al Chile que propici la llegada de Allende alpoder o, todo lo ms, a los Estados Unidos de Nixon con sus patraas ysu Watergate.Pasan los aos y uno sigue recordando con nostalgia tan bellas pal abras per o de ningn modo las relaciona con el presente. Cmo que ahoratambin nos mecen con cuentos? Acaso no pertenecemos a la sociedad msinformada, ms interconectada de la historia, tambin la ms culta, lams preparada? No existen, adems, la libertad de expresin, lapluralidad de puntos de vista, la libertad de discrepar? Sin entrar enanlisis de estas tres ltimas preguntas, que tienen tambin su miga, locierto es que uno se cree inmune a las mentiras. No solo eso; en subuena fe piensa que si le hubiera sido dado nacer en una poca preadade cuent os y de monstruosas mentiras como en la Alemania de los aostreinta, por ejemplo, jams habra sucumbido a la locura colectiva delnazismo y menos an hubiera participado o silenciado sus carniceras.Sabemos sin embargo (a pesar de que tambin nos lo han intentado ocultarcon cuentos) que fueron pocos los que lograron mantenerse al margen ypagaron por ello un altsimo precio. Algo parecido ocurri en Franciadurante el Gobierno de Vichy. Segn los cuentos, no haba en todo elpas un solo colaboracionista, todos estaban en la Resistencia.A veces los cuentos son necesarios. El hombre necesita pasar pgina,olvidar errores y ese manto de olvido colectivo cumple una misincicatrizante. Otras en cambio los cuentos resultan del todoinexplicables, sobre todo para quien no es target o pblico objetivode ellos. Mira a su alrededor, observa cmo los cuentan unos y se loscreen otros y no puede comprender cmo personas inteligentes y cultaspueden tragarse tan inverosmiles milongas. Sin nimo por supuesto decomparar unos cuentos con otros, uno ahora se pregunta por ejemplo cmoun personaje mediocre como Artur Mas, y con tantos esqueletos en elarmario, habr conseguido hacer creer a tantas personas que laindependencia de Catalua es algo as como el blsamo de Fierabrs. Unungento mgico que har que, al da siguiente de lo que l llamadesconectarse de Espaa, se acabarn todos los problemas de la regin,habr dinero a raudales y sern todos felices.Ms inverosmil an resulta el hecho de que les haya hecho creer elcuento de que Catalua seguir dentro de la Unin Europea, a pesar deque sta haya dicho ya por activa, por pasiva y por perifrstrica queno, que al da siguiente mismo de la independencia quedar fuera de laComunidad Europea. Para m, sin embargo, lo ms asombroso del talento deMas como cuentacuentos es que haya conseguido fascinar tanto a suaudiencia como para que olvide por completo que lo han elegido paragobernar, para gestionar, para solucionar los problemas de losciudadanos. Pues no. No hay en Catalua ms proyecto ni programa que laindependencia. Lo que ocurre con la sanidad, con el bienestar, con laeconoma, todo es irrelevante y no le pasa factura. Obviamente l se hametido en esta loca carrera hacia ninguna parte porque saba que era sunica forma de sobrevivir, pero le ha salido bien el cuento. Su figurame recuerda a la Sherezade de Las mil y una noches. Cada da tena queinventar una historia nueva para el sultn porque saba que si no stele cortara la cabeza.No es Artur Mas el nico Sherezade que tenemos en el panorama patrio.Pablo Iglesias y sus muchachos tampoco le van a la zaga y sus cuentosson tan bellos como fantsticos. Tienen la ventaja, adems, de quecrecen en terreno abonado porque todos estamos hartos de lo que vemos anuestro alrededor. La lista es larga y no necesito cansarles con lo queustedes ya saben. Paro, corrupcin, indolencia, caciquismo y, sobretodo, en el caso de ambos partidos mayoritarios, la irritante mana demirar para otro lado y creer que todo se exorciza con un Y t ms.Frente a los viejos partidos, ellos nos proponen un cambio de guin.Nadie sabe muy bien en qu consiste, porque lo suyo se parece ms a lacarta de los reyes magos que a un programa poltico. Acabar con lasdesigualdades, repartir la riqueza, castigar a los corruptos, sanear lasinstituciones Cuntos creern en sus posibilidades de cambiarlo todo,confiarn en sus propuestas, escucharn sus cuentos? Pronto lo sabremos,pero mientras tanto me parece interesante saber por qu tiene tantopredicamento este tipo de fabuladores. Cuando escrib mi novela sobre lamuerte de la familia imperial rusa, muchos lectores me echaron en caraque no salvara a ninguno de sus miembros de la matanza.En vano les deca yo que ahora con las pruebas de ADN, quedabacompletamente descartado que Anastasia o el zarevich, como tantas vecesse ha fantaseado, sobrevivieran a ella. A esas personas no les gust milibro, era demasiado verdico, decan. En la vida real pasa algosimilar. No nos gusta la verdad, nos gustan las mentiras. Las bellasmentiras que hacen que el mundo sea ms hermoso o que al menos exista laposibilidad por remota, fantasiosa o mentirosa de que lo sea. Por qu?El maestro Len Felipe lo explicaban de este modo: La cuna de loshombres la mecen con cuentos. Los gritos del hombre los ahogan concuentos. El miedo de los hombres in vent todos los cuentos.*CARMEN POSADAS ABC 07/09/15*