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Carolina Herrera en Clase Ejecutiva ABR 2009

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La diseñadora venezolana creó un imperio de moda, accesorios y fragancias. Y su hija es la continuadora natural de ese imperio fashionista pionero del latin power.

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puerto seguro, un camino sin bifurcaciones: un noviode su mismo rango social, una boda temprana, varioshijos, el cultivo de una intensa vida social. Discurrir. Ysin embargo... Siete años después de su boda con Gui-llermo Behrens Tello, Carolina firmó el divorcio y bus-có refugio en la casa paterna, junto con sus dos peque-ñas hijas (Mercedes y Ana). Eran los años de la bonan-za petrolera, cuando el país disfrutaba de una estabili-dad política inédita gracias, en gran parte, a la vocaciónde estadista de Rómulo Betancourt (presidente duran-te los períodos 1945-1948 y 1959-1964), consideradoel padre de la democracia venezolana. Mientras tanto,Carolina trabajaba por primera vez en su vida (comoRRPP de Pucci en Venezuela) y se reencontraba conReinaldo Herrera Guevara, marqués de Torre Casa,aquel noviecito de la adolescencia que se había conver-tido no sólo en el soltero codiciado de Caracas sino enel joven más notable, mejor relacionado y con mayorproyección en los negocios de su generación. Hubo bo-da. Y nacieron dos niñas más (Carolina y Patricia). Laprincesa que quería vivir se transformó en la anfitrionaperfecta, instalada en la La Vega, una hacienda construi-da en 1590 donde honró el legado socialité. Y sin em-bargo... A paso firme sobre las cuatro décadas, intuyen-do que esa sensibilidad (tan elogiada) para lookearse po-día trascenderla, presentó una colección de moda quecausó sensación en su círculo. La historia oficial indicaque, por probar, en 1981 se mudó a Nueva York y que,inmediatamente, montó un desfile en el MetropolitanClub donde las hasta entonces desatendidas almas ur-ban chic sucumbieron ante sus vestidos, faldas, pantalo-nes y chaquetas de confección matemática que, al mis-mo tiempo, reivindicaban el vértigo de la figura feme-nina, la gracia de las texturas cómplices y la sensualidadde los escotes sugeridos, las clavículas reveladas y los an-tebrazos desnudos. La historia no tan oficial alude a unpoderosísimo angel investor venezolano, a una estrate-gia de negocios concebida hasta en sus más mínimosdetalles, al asesoramiento de sus expertas amistades (lalegendaria Diana Vreeland, editora de Vogue y Harper’sBazaar, y el conde Rudi Crespi, referente de la modaitaliana en la Gran Manzana). “Nunca me metí en losnegocios, sólo en la faz creativa, que es donde reside elverdadero negocio, porque lo que yo creo es lo que sevende. Entiendo que la creatividad y los números son

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NOTA DE TAPA ◆ Carolina Herrera y Carolina Herrera (h.)

Lujo cotidianoCon plaza ya reservada en PatioBullrich, se espera que el ansiadocorte de cintas de la primera tienda CH Carolina Herrera en el país se celebre durante este semestre. Se trata de una unidadde negocios creada en 2001 quecomprende la línea de alta gamade diseño pret á porter y noche,con opciones de calzado y accesorios. Con presencia enEuropa (España, Portugal y Suiza),Estados Unidos (Coral Gables,Boca Ratón, Las Vegas, Houston,entre otras), Centroamérica(México y Panamá) y OrienteMedio (Emiratos Árabes y ArabiaSaudita), el plan de expansiónprevé la inminente apertura denuevos locales (foto), además del porteño, en Bogotá, Kuwait,Bahrein y Qatar. Por su parte,la colección de alta costura se comercializa exclusivamente a través de las dos únicas boutiques Carolina Herrera NewYork que existen en el mundo (en Madison Avenue, de la GranManzana, y sobre la madrileñaAvenida Serrano), cuyo conceptoarquitectónico y espacial –firmadopor el estudio canadiense Yabu-Pushelberg– refleja los atributosde modernidad, elegancia, lujo y sofisticación de la compañía.

La mujer de negocios que entendió a tiempo que el éxitodependía, esencialmente, de su dedicación exclusiva a ladimensión creativa de la compañía. La hija dilecta de lahigh society caraqueña. Que a los 25 años se divorció y re-gresó al solar paterno con sus dos niñas pequeñas, Mer-cedes y Ana. Que al tiempo se casó con Reinaldo, su exnovio de la adolescencia y vástago de Mimí Herrera (lamatriarca de la moda del país caribe, cuya hacienda erafrecuentada por Salvador Dalí, Christian Dior, la realezaeuropea y la aristocracia banquera estadounidense), aquien convirtió en padre de Carolina y Patricia. Que ape-nas superadas las cuatro décadas, consagrada como unade las mejor vestidas del jet set internacional, se animó asacudirse la placidez de una vida acomodada para ganar-se un lugar en el competitivo mercado de la alta costura.La mujer que rompió todos los moldes. La señora, claro.

“ALÓ, ¿QUÉ TAL? ¿NO SERÁ MUY LARGO,NO? VALE”. Adiós hipótesis, suposiciones y conjeturas.La habita una voz cálida, acogedora, serena. Sus vivacespalabras están hilvanadas por una sonrisa que nace másallá. La desenvoltura con que rompe el hielo se intuyecomo uno de esos dones mundanos heredados. Y sí, es-tá en su oficina central dispuesta a una entrevista telefó-nica pero, en realidad, formalmente, se encuentra de va-caciones. Queda claro, entonces, que nadie más alejadoque Carolina Herrera del cliché mediático de lo que de-be ser –distante, despótica, fatua– una diseñadora de mo-da. “No pienso en la fama. Figúrate que me encanta queme pidan autógrafos o fotografías por la calle porquequiere decir que algo bien he hecho. Claro que no megusta que invadan mi privacidad. Pero considero que siestás en público, haciendo algo público, bien puedes ha-cer algo pequeño como firmarle una foto a quienes sonla razón de tu éxito”. Primera lección de sentido comúnde una mujer excepcional.Lujo, exclusividad, elegancia y sofisticación suelen ser en-tendidos como sinónimos. Las sutiles diferencias entreunos y otros conceptos son el principio y el fin del uni-verso CH. Nacida hace 70 años en el seno de una en-cumbrada y antigua familia venezolana –que aportó te-rratenientes, hombres de Estado e incluso fundadores dela aviación al país caribe–, creció reflejándose en el espe-jo de una abuela y una madre que cultivaban la variantemás exquisita del refinamiento: la simpleza. A mediadosdel siglo pasado, la alta sociedad caraqueña se vestía enlas grandes maisons francesas, la realeza europea verane-aba en las haciendas de los barones del cacao y tanto labohemia intelectual parisina como el jet set hollywooden-se cultivaban amistades con sabor a ron. En ese contex-to, no llamó la atención que, cuando tenía 13 años, Ca-rolina –aficionada a los deportes, los caballos y los pe-rros– viajara a París junto a su abuela para presenciar, enprimera fila, un desfile de Cristóbal Balenciaga. Fue suprimer contacto oficial con la alta costura. Y el despertaral cosmopolitismo. Desde entonces, la belleza y la ele-gancia fueron los parámetros que guiaron una vida sinsobresaltos pero tampoco consentida gracias, especial-mente, al carisma de su madre, María Cristina, de quienha dicho que “era muy estricta, sin ser tirana. Siemprehabía un tiempo y un lugar para todas las cosas. Y he lle-vado conmigo esa idea toda la vida”. El madato de clasetenía reservado, para Carolina, un lugar previsible, un

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moda es intelectual. Y nunca he estado de acuerdo. Creoque la moda existe puramente para agradar a tu ojo, pa-ra que veas cosas lindas. Y también para que las mujeresse expresen con su propio estilo. ¿Si los diseñadores ayu-damos a expresar o inducimos a hacerlo en cierta direc-ción? Lo que hacemos es poner en la vitrina lo que cree-mos que debe vestir una mujer que, por otra parte, tieneque saber exactamente lo que le queda bien a su estilo, asu tipo, a su cuerpo. ¿Que cómo se sabe? Yo tuve la suer-te de nacer con el ojo para eso. Nunca fui a una escuelade moda pero tuve la fortuna de que todas las mujeresde mi familia tuvieran un alto sentido de lo que es vestir-se bien. Eso de entender de proporciones y saber cómomezclar colores es un don”. La camisa blanca, neta, pu-ra, elegantemente casual, formalmente sexy. Esa solaprenda, icónica y emblemática, de por sí condensa lo queCarolina Herrera entiende por sofisticación accesible.“Adoro la idea de elegancia y complejidad. Lo complejodebe aparentar simple”, es su lema inamovible. “Ade-más, creo que la moda tiene que ser realista. Atractiva,pero que te la puedas poner. Es cierto que en contextosde crisis, como el actual, a la hora de armar las coleccio-nes uno se fija especialmente en que se puedan vender,pero eso no significa que te pones aburrida. Antes no im-portaba si había tanta fantasía que hacía imposible vestiresa ropa. Ahora buscas algo específico pero que tambiénsea especial. Y si el sueño tiene un poco de lujo, ¿por quéno?”, concede la diseñadora que ha hecho un culto de ladiscreción respecto de las top celebrities y damas de alcur-nia que integran su clientela (aunque se sabe que la hanelegido desde Jackie O –durante los últimos 12 años desu vida– hasta Shakira, pasando por estrellas de alfombraroja y princesas europeas, pero también millonarias sau-

mundos muy diferentes, que no pueden estar unidos enla cabeza de una misma persona. Y cuando hablo de cre-atividad me refiero a que sé exactamente cómo se debever un vestido divinamente bien hecho, con los hombrosen su puesto, por ejemplo. Pero si me dices que te cosa,o incluso que te dibuje un vestido, me siento a llorar por-que no tengo idea de cómo realizarlo (risas). Tampocoes necesario, porque este negocio funciona en base al tra-bajo en equipo y mi gente lleva tantos años conmigo queya tienen mi mismo ojo y saben que me gusta la perfec-ción. Es cierto que mi éxito fue inmediato, repentino,pero no siento que haya sido una carrera meteórica. Soncasi 28 años en los que he trabajado muchísimo y la com-pañía ha ido creciendo como debía. La clave fue queaporté algo diferente, un glamour que faltaba en ese mo-mento. Pero comencé porque, simplemente, me encan-taba la moda. Hoy creo que soy muy afortunada por ha-ber tenido una madre que me inculcase tanta disciplina ydeterminación”.

“DETENGÁMONOS UN MOMENTO, QUELLEGARON MIS NIETOS”. Nobleza obliga: el gra-bador en pausa. Sin embargo, es imposible no escucharlas vocecillas agudas, los besos en cada mejilla, los mimosen inglés. Cosmopolita por naturaleza, Carolina Herreraes abuela de un seleccionado internacional de 11 niños–estadounidenses, españoles y venezolanos a los que, amediados de año, se sumará uno argentino–, resultadode la diáspora de las cuatro herederas de su imperio. Ca-rolina Herrera se convirtió en un gigante del diseño in-ternacional que es no sólo sinónimo de moda sino tam-bién de fragancias, calzados, gafas y accesorios. La prime-ra boutique de bandera Carolina Herrera New York abriósus puertas en un deslumbrante edificio de cuatro pisossobre Madison Avenue que expresa materialmente elideario de sofisticada modernidad de la colección coutu-re. Con el tiempo, se multiplicó otro segmento de tien-das, CH Carolina Herrera, donde se consigue la sastre-ría pret á porter que condensa el portfolio lifestyle de lamarca y que debutará en Buenos Aires en pocas semanas.“Claro que espero que tengamos mucho éxito. Y no, nocreo que nos hayamos demorado mucho tiempo en lle-gar a la Argentina si se considera que se trata de una lí-nea casual que fue creada en 2001”, despeja dudas. Y de-muele mitos. “Tú sabes que, muchas veces, dicen que la

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FFIINNAA EESSTTAAMMPPAA.. Hoy, comoayer y siempre, la frescaelegancia y el charme innatode Carolina Herrera, la grandama del diseño urban chicdel siglo XX.

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díes y alguna que otra figurilla del jet set vernáculo, co-mo la actriz Inés Estevez y la conductora Mariana Fab-biani). “¿Que cuál es la misión de la moda? Pues es muynecesaria para tu vida diaria, porque no sólo te vistescuando tienes una fiesta: todos los días estás en moda.Y la moda no es un cosa frívola sino misteriosa, porquenadie sabe exactamente qué es pero atrae mucho. Lacritican y la alaban, pero nadie permanece indiferente.Ahora se lleva cierta androginia pero, en el fondo, al fi-nal de todo, las mujeres quieren vestirse para ser admi-radas. Y la misión de Carolina Herrera es que las muje-res se vean bonitísimas, femeninas y sexies, que tenganen sus armarios prendas que les provoque sentirse espe-ciales”. La señora... Tan especial ella misma, tan excep-cional, tan única. Y tan modesta. “¿Que si me sientoprecursora del latin power? Mira, las latinas hemos sidosiempre muy admiradas en el mundo de la moda. No teolvides, por ejemplo, de Carmen Miranda: he visto y si-go viendo, en las colecciones europeas, ese estilo repe-tido miles de veces. Pasa que algunos años el boom estáa todo meter y a veces queda dormido, pero las latinasya tenemos nuestro lugar”.

“CAROLINA, NO CAROLINA ADRIANA”. Conesa cadencia caribe, ese tono dulce y esa determinaciónpolite de la gente bien, llega la aclaración de la tercerade las cuatro hijas de la señora (la única que actualmen-te trabaja en la compañía). Se comprende que, a sus 40años, la responsable creativa de la división fragancias delemporio reivindique con dulzura, pero sin concesiones,el título que es suyo por derecho propio. Al fin de cuen-tas, ella es la verdadera Carolina Herrera. Nacida en Caracas, en 1969, vivió una infancia deensueño en la hacienda de La Vega, en contacto con lanaturaleza, rodeada de un clima familiar de profundoafecto y absoluta libertad. “Como mis padres pasabanmuchos días fuera de casa, aprendí tempranamente a serindependiente pero también organizada y disciplina-da”, evoca siempre que puede. Cuando tenía 13 años,vivió una experiencia iniciática, tal como le había suce-dido a su madre a la misma edad. En su caso, se tratóde la mudanza a Nueva York. “No fue un shock pero síun gran cambio. Me daba mucha impotencia estar enuna ciudad tan maravillosa y no poder hacer todo loque quería debido a mi edad”, recuerda vía teléfonomóvil, mientras pasea con sus tres niños (Olimpia,Miguel y la recién nacida Atlanta) y uno de sus perrospor un parque de Madrid, donde está establecida desdesu boda con el torero Miguel Báez, alias El Litri. Cuando en 1988 se creó la primera esencia, CarolinaHerrera, una combinación de nardos y jazmines que ladiseñadora caraqueña siempre había llevado, el éxito fuetan rotundo que esa unidad de negocios se convirtió enuna nueva demostración de lo que CH tenía paraexpresar, lo cual se plasmó, tres años después, enHerrera for Men. Esos primeros lanzamientos, alinea-dos con la sofisticada división Carolina Herrera NewYork, se destacaron por su personalidad exquisita. Yposicionaron a la venezolana como una jugadora defuste en el exigente mundo de la alta perfumería. Claroque, para entonces, la señora ya se había asociado conla multinacional de beauty Puig, responsable de la defi-

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Imperio fraganteLos ‘80 marcaron un antes y undespués en el ordenamiento mundial. Fueron la antesala a la caída del bloque comunista y a laapertura de los mercados.Carolina Herrera, que por entoncescomenzaba a destacarse en el mundo de la moda, también dio un gran salto hacia la consolidacióncorporativa. Durante aquellos años,firmó su primer acuerdo con Puig,un grupo multinacional de beautycon presencia en 150 países, quehoy comercializa la marca. En 1988,crearon en conjunto la primera fragancia, Carolina Herrera, y la respuesta de las consumidoras fuetan positiva que, en 1991, sería elturno de la primera masculina. Asíse dio el puntapié inicial a una estrategia de expansión comercialque contempló la conquista de nuevos mercados, el crecimiento a través de adquisiciones, la penetración de otros segmentos y la diversificación de productos.Otra etiqueta ya emblemática es CH Carolina Herrera: en línea con el código de las tiendas homónimas, es “una fragancia que se puede llevar, de la mañana a la noche, en cualquier ocasión,porque es fresca y accesible al instante”, señalan en la compañía. Se especula con que la versión masculina se lanzaría próximamente.

nición estratégica del nuevo segmento de negocios.Surgió la idea de crear una generación de fraganciasurbanas, modernas y cosmopolitas. Y fue entoncescuando a CH se le ocurrió convocar a su tercera hijapara que aportara su perspectiva fresca y rabiosamenteneoyorquina a los lanzamientos por venir. Tomó encuenta, claro, los conocimientos que Carolina Jr. habíaadquirido durante su trabajo en un laboratorio de laRockefeller University (que abandonó porque “no que-ría vivir entre probetas”) y, esencialmente, su facetainnovadora (que ya había puesto a prueba tanto traba-jando en la industria audiovisual de Los Ángeles comoconfeccionando collares y pulseras que vendía en supropia tienda de diseñadores independientes). Corría elverano de 1997 y estaba instalada en España, produ-ciendo un documental sobre niños con vocación tore-ra. Pero extrañaba Nueva York. Por eso, cuando sumadre le pidió ayuda para crear una esencia que, justa-mente, evocara y resumiera todo el espíritu de esa ciu-dad, no lo dudó. Y se involucró a fondo, fiel a su estilo:en el proceso creativo, en la definición conceptual, enlos testeos de notas, en la campaña de publicidad, en elguión de emociones a despertar. Y el éxito de 212 fueinmediato, contundente. Y definitivo. Porque ese tra-bajo de verano, casi una pasantía o colaboración espe-cial con su madre, se transformó en una actividad conla que ya celebró poco más de 10 años, y que sumónuevos clásicos taquilleros (212 Men, 212 Sexy, 212 SexyMen) y sus ediciones limitadas 212 On Ice, H20, Splash.Así, oficialmente, Carolina Jr. se convierte en la musa ymano derecha de Herrera en la división cosmética yperfumes. “¿Que qué me cautivó del universo de las fra-gancias? Es un misterio, no hay una fórmula, se trata deun mundo intangible, secreto, sensual. Es, también, untrabajo arduo. Cada proyecto implica unos dos años deinvestigación, de testeos, de consultas entre nuestros

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laboratorios en Barcelona y París. Y me involucro desdeel principio y hasta el final mismo, no importa el tiem-po que tome. Con la experiencia que llevo acumuladaen esta industria donde los principales desafíos pasanpor las variantes productivas, químicas y económicas, mibalance es que lo que uno cree que se puede, se logra.Se sueña y se imagina mucho al momento de planearuna fragancia. Y se aprende tantísimo con las diferentesnarices. Eso es lo que vuelve diferente e interesante aeste trabajo, gracias a Dios”.Su madre ha defendido siempre, como una banderainclaudicable, que el perfume es el accesorio invisibleimprescindible de una mujer que se precie de chic.Carolina Jr. confiesa que, en su caso, ha tenido desdepequeña un vínculo natural y descontracturado con losaromas. “Viví hasta los 13 años en Venezuela y algunosde los olores de la infancia se me han grabado en lamemoria sin remedio: los jazmines, las rosas, las garde-nias, pero también las frutas cítricas, como el pomelo yla bergamota, y la canela, por supuesto”. Sin embargo,considera que es en los códigos universales donde resi-de el encanto de una esencia, alejando la fácil suposiciónde que el ADN latino le confiere una sensibilidad espe-cial (o, al menos, una ventaja diferencial) a la hora de lacreación aromática. “Es cierto que uno inventa, sueña eimagina en función de lo que ha vivido, de lo que hasoñado, de lo que ha sentido. Por eso, tengo muy clarolo que me gusta y lo que me atrae de lo que veo, lo queoigo y lo que conozco. Pero también se trata de un tra-bajo meticuloso donde la inspiración es tan importantecomo la evolución. Cuando comencé, me gustaban lasnotas cítricas y las flores frescas, mientras que ahora megustan los aromas más profundos. Es un cambio quetiene que ver con la vida, seguramente con situacioneso personas que generan nuevas asociaciones. Y no creoque sea un cambio tan vinculado con la edad, por ejem-

Fall collectionLa mujer debe hacer el esfuerzo por verse bien. Sencillamente bien,porque la elegancia no es compleja.Fiel a su mantra, la colección otoño-invierno 2009/1010 que CarolinaHerrera presentó en la semana de la moda de Nueva York reivindica las siluetas, las texturas y los coloresque enfatizan su irrenunciable definición de femineidad. Inspiradaen el siglo XVIII, concentra la cinturaen los vestidos sirena, elonga laspiernas en los pantalones slim y subraya las caderas en las faldas angostas. Todo, con sutileza. Porquelo chic, en el universo Herrera, essinónimo de sugerir.

plo, sino con los recuerdos. Y con su magia”, describemientras en voz baja le señala a sus hijos que halló unlindo lugar en el parque para sentarse un ratito. Y, enseguida, asegura que “me encantaría hacer perfumespara bebés, niños e incluso adolescentes, porque meencantan los desafíos”. Desde su cargo, Carolina hasido también artífice del lanzamiento de Chic (2001),Carolina (2002) y Chic for Men (2003), así como delmás reciente CH Carolina Herrera, una fragancia fres-ca, en sintonía con la gama lifestyle de la división modahomónima. “¿Que si soy mi propio modelo de mujer ala hora de crear una fragancia? Pues me gusta pensar enuna mujer femenina, aventurera pero familiera, quesabe triunfar en su trabajo pero también disfrutar de lavida en familia, que es moderna y elegante. ¿Que si megustaría emular el camino de mi madre? No soy la per-sona más ambiciosa del mundo Simplemente dejo quelas cosas pasen. No necesariamente quiero ser la empre-saria que mi madre ha sido. Si pasa es perfecto, pero noestá en mis planes. Y no descarto que, cuando mis hijoscrezcan, vuelva al mundo de los documentales. ¿Que sime siento la heredera? Eso lo dicen más los periodistasque nosotros. Me llaman los niños, ¿vale?”. Vale.

“¿ACASO TÚ SABES, COMO MUJER, QUÉQUIERES TENER EN TU ARMARIO? Restamedio minuto en la conversación con CarolinaHerrera. Y es tiempo de confidencias, en ese tono cóm-plice que asumen las girly talk. “A mí también me pasade salir a comprar un par de zapatos y terminar con unvestido de fiesta divino (risas). Querer querer y saber sa-ber es el misterio de la moda. Y de las mujeres”. Click.La señora ha dejado el edificio.◆

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