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Cuerpo Docente, Es evidente que la Universidad, y nuestro departamento con ella, en una tendencia endémica nacional e internacional apuesta por una “tecnificación” del saber. Síntoma de lo mismo, las demandas estudiantiles exigen reformas curriculares dirigidas a la implementación de nuevos métodos de evaluación y enseñanza, rúbricas, transposición didáctica, planificaciónes. Esta tendencia tecnocrática es solidaria de un déficit notorio en teoría de las ciencias humanas. Y el caballito de batalla ha sido y es la referencia a la condición de “pedagogía” de nuestras carreras, lo que no deja de parecer de suyo una torpeza, pues, justamente, sin una sólida reflexión teórica es imposible que pongamos en entredicho los axiomas constituyentes de la ciencia burguesa, ciencia que, en su forma histórica es enseñada en colegios y universidades, y que tenemos por fin último llevar hasta su región de máxima contradicción, subvirtiéndola. El presente diagnóstico es que nuestra escuela está desatendiendo regiones imprescindibles del saber, en tanto, tomando la argumentación de Roger Chartier, toda ciencia define su región específica en sus relaciones fronterizas con otras ciencias. Así, por ejemplo, la Historia tuvo en el siglo XIX que disputar su región del saber con la incipiente lingüística comparada y la filología, como a su vez, con la sociología. Hoy, nos parece son otras las ciencias que se mantienen en relación de frontera epistémica con la Historia; por una parte, la Antropología y Sociología post-estructural (David Le Breton, Zigmund Baumman, Marc Augé) y por otra, la Semiología, o en un sentido más amplio, la Teoría del Discurso (Hyden White, Barthes, Nortop Fryp, Philippe Sollers, Kristeva, Derrida). A esto se debe sumar la imprescindible ampliación de los problemas epistemológicos generales que instaló el marxismo en tanto teoría general de la ciencia (Althusser), como el análisis psicoanalítico, que progresivamente fue ampliando su región de estudio en la medida que comprendió el inconsciente como un entramado de significaciones materiales en que reposa la ideología y las captaciones simbólicas del cuerpo social (Lacan, Guatari). Los alcances de esta problemática carencia teórico-epistemológica no son baladíes, algo vano, un hiper-intelectualismo abstracto o pretenciosidad, pues sus alcances no son sino políticos. Hemos de considerar que la puesta en jaque al proyecto burgués no solo

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Cuerpo Docente,

Es evidente que la Universidad, y nuestro departamento con ella, en una tendencia endmica nacional e internacional apuesta por una tecnificacin del saber. Sntoma de lo mismo, las demandas estudiantiles exigen reformas curriculares dirigidas a la implementacin de nuevos mtodos de evaluacin y enseanza, rbricas, transposicin didctica, planificacines. Esta tendencia tecnocrtica es solidaria de un dficit notorio en teora de las ciencias humanas. Y el caballito de batalla ha sido y es la referencia a la condicin de pedagoga de nuestras carreras, lo que no deja de parecer de suyo una torpeza, pues, justamente, sin una slida reflexin terica es imposible que pongamos en entredicho los axiomas constituyentes de la ciencia burguesa, ciencia que, en su forma histrica es enseada en colegios y universidades, y que tenemos por fin ltimo llevar hasta su regin de mxima contradiccin, subvirtindola.El presente diagnstico es que nuestra escuela est desatendiendo regiones imprescindibles del saber, en tanto, tomando la argumentacin de Roger Chartier, toda ciencia define su regin especfica en sus relaciones fronterizas con otras ciencias. As, por ejemplo, la Historia tuvo en el siglo XIX que disputar su regin del saber con la incipiente lingstica comparada y la filologa, como a su vez, con la sociologa. Hoy, nos parece son otras las ciencias que se mantienen en relacin de frontera epistmica con la Historia; por una parte, la Antropologa y Sociologa post-estructural (David Le Breton, Zigmund Baumman, Marc Aug) y por otra, la Semiologa, o en un sentido ms amplio, la Teora del Discurso (Hyden White, Barthes, Nortop Fryp, Philippe Sollers, Kristeva, Derrida). A esto se debe sumar la imprescindible ampliacin de los problemas epistemolgicos generales que instal el marxismo en tanto teora general de la ciencia (Althusser), como el anlisis psicoanaltico, que progresivamente fue ampliando su regin de estudio en la medida que comprendi el inconsciente como un entramado de significaciones materiales en que reposa la ideologa y las captaciones simblicas del cuerpo social (Lacan, Guatari).Los alcances de esta problemtica carencia terico-epistemolgica no son balades, algo vano, un hiper-intelectualismo abstracto o pretenciosidad, pues sus alcances no son sino polticos. Hemos de considerar que la puesta en jaque al proyecto burgus no solo consiste en denunciarlo, criticarlo, o denegarlo mediante el ejercicio historiogrfico si los presupuestos de esta praxis son igualmente burgueses; o dicho de otra forma, en nada cambia un desplazamiento del objeto a criticar (la burguesa) si no se repara en que el sujeto de la crtica (el burgus a su pesar y en revuelta contra su naturaleza) forma igualmente parte de ese entramado mayor que es el sistema de ideas imperante. De all que la historiografa sea, para nosotros, no cuestin de identificar la gnesis, siempre diseminada, de una prctica burguesa particular, sino la de elucidar los materiales con que se ha construido el orden del discurso burgus (sobre el cuerpo, el amor, el poder o la escritura) y reconocer las regiones que han sido invisibilizadas por ste para imponer su orden en cada intento de aproximacin a la historia. Esto puede resultar nicamente del descubrimiento de aquellas escrituras que son transgresivas a dicho ordenamiento, y que estn al margen del logos historiogrfico. Es decir, historizamos no para decir qu cosa es el pasado, ni cmo se articula el presente porque esto es siempre una apuesta a la ontologa- sino en qu medida la horadacin del pretendido continuum de ambos, que se presenta como un mbito cerrado pero no plenamente recorrido, permite un afuera abierto, que jams se termina de recorrer, donde es posible otra enunciacin que no recaiga una y otra vez en un ejercicio de fuerza que es sealarle como su naturaleza algn pasado.Si lo anterior parece imposible es porque estamos atrapados en nuestra incapacidad de dialogar con textualidades que nos hagan volver a sobre preguntas originarias. Y, en ese sentido, de lo que se trata es de pensar la historiografa no como una mediante una , sino ms bien como artefacto, que disputa mediante operaciones polisemnticas los modos de (des)organizar, (des)estratificar y hacer circular las significaciones de un . Esto quiere decir que la historia en tanto ciencia, toda vez que trabaja con signos, es decir con escritura en su sentido ms amplio (inscripciones), se ubica como praxis en medio de un ocano textual sin orillas posibles, sin comienzo, ni fin, ni sujeto, ni sentido cerrado, pues toda textualidad est abierta, y en esa medida, Homero no est antes que Goethe, ni San Agustn que Nietzsche, todos ellos son fragmentos inorgnicos de un conjunto mucho ms vasto y en constante crecimiento, del que cada praxis de escritura (vale decir produccin de investigacin, ctedra, lectura de estudio, etc) es una parte que determina y se determina por las otras.La carencia terica antes expuesta explica por qu una minora excepcional dedica sus tesis a trabajos sobre reflexin epistemolgica de la Historia y la Geografa, de acuerdo a nuestra revisin de las Tesis del departamento de los ltimos 10 aos; y contrariamente se comprende porqu los trabajos son cada vez ms especializados y parcelados, en un orden evidentemente cuantitativo, positivista y descriptivo, con problemas de orden local que no sobrepasan el impacto cientfico coyuntural, y que en un par de aos no sern materia de estudio para nadie, pero que siempre se quieren politizantes porque parten de la existencia de un grupo explotado y otro explotador, como si en ello consistiera el descubrimiento de la gallinita de los huevos de oro.Esta situacin incluso tiene una comprobacin fctica. Es claro que el departamento ha incluido nuevo personal en el rea geogrfica; pinsese en docentes como Rodrigo Rocha, Froiln Cubillos o Felipe Irarrzaval. Entre ellos hay efectivamente una renovacin epistemolgica que se percibe en sus estrategias de anlisis, que involucran comprensin de construcciones simblicas del espacio (de Certeau), teora del flujo de mercancas y espacialidad (Harvey), o el espacio como emplazamiento de la mquina de guerra (Lacoste). Aqu se puede notar que todos estos tpicos encuentran una relacin fronteriza con las ciencias antes dichas. Inversamente, en los estudios histricos, poco o nada se sabe de obras capitales para las ciencias humanas desde mediados de los aos 70. Tampoco se trata de estar a la moda universitaria. Es ms, es sintomtico, igualmente, que no se haga leer en ningn curso obligatorio (y no electivo) obras capitales de la gran tradicin historiogrfica nacional e internacional; pinsese en Alberto Edwards, Francisco Antonio Encina, Jaime Eyzaguirre, Mario Gngora, Julio Csar Jobet o Hernn Ramirez Necochea; o en Fustel de Coulanges, Ernst Renan, Jules Michelet, Oswald Spengler, Jacob Burckhardt, entre muchos otros. Cuando se estudia la Historia Colonial, o Historia de Chile qu se indaga en el imaginario? Qu se dice de la obra de Alonso de Ercilla, en cuanto construccin de un Mito del que no slo basta con decir que es una invencin al servicio del poder; qu de la poesa de Sor Juana Ines de la Cruz y el ideario barroco americano; qu de la obra de Andrs Bello como eptome del liberalismo hispnico; se piensa en que una obra como la de Manuel Rojas o Jos Donoso es completamente explicativa del Chile de los aos 40 y 50 no slo por su referencialidad si no por su ruptura interna con los modos de escritura? Estamos renunciando al estudio de fuentes, seores docentes, y eso porque nuestros instrumentos de interpretacin son extremadamente pobres. La obra de Arte, el emplazamiento material (arquitectura, escultura, viabilidad), la Literatura, El Ensayo Crtico, el Cine, la Msica, Los Deseos (y aqu la teora post-marxista de las mquinas deseantes y su captacin por parte del aparato gubernamental es central. Pinsese en Guatari, Deleuze, Debord, etc) son materiales riqusimos para el estudio histrico. Pongo un ejemplo simple, un estudiante puede explicar el sistema colonial del siglo XVII, pero si se le presenta un texto de Pedro de Oa, una obra del barroco novo-hispano, una catedral del Virreynato del Per, o un smbolo real de la corona espaola podra reconocer que pertenece a tal o cual siglo? Y de hacerlo podra a partir de dicho registro dar cuenta de su conocimiento estructural de la poca? Es sintomtico que nuestros estudiantes sean expertos en historia americana, medieval, antigua, contempornea o chilena, pero desconozcan las fuentes, o no sepan hacerlas dar cuenta de sus estudios histricos.Seores docentes, nuestra inquietud asume para s misma carcter urgente. Luego, tal vez sea tarde, y estudiar (pedagoga en) historia, literatura o filosofa no sea muy distinto a estudiar administracin de empresa o mecnica automotriz. Necesitamos urgentemente aumentar las asignaturas de Teora, y desde all dialogar con otras ciencias. Como dicen, camarn que se duerme se lo lleva la corriente, y si no procedemos atendiendo esta necesidad, nuestro departamento ser devaluado completamente respecto a otras casas de estudio, lo cual, daa a la Universidad como Institucin, al estudiantado como nuevo agente del conocimiento, y finalmente al docente porque, mal que mal, es ste su trabajo, y cuando ya no tenga valor, no habr sueldo, y, como dijo don Francisco de Quevedo, poderoso seor es Don dinero.

Atte,Juan Carlos Vergara,Estudiante de Cuarto ao de Pedagoga en Historia y Geografa.