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Carta Apostólica "Dies Domini" Juan Pablo II afirma que no se puede vivir plenamente la fe sin la participación regular en la misa dominical Es de importancia capital que cada fiel esté convencido de que no puede vivir su fe, con la participación plena en la vida de la comunidad cristiana, sin tomar parte regularmente en la asamblea eucarística dominical El día 7 de julio de 1998 se hizo pública la Carta Apostólica Dies Domini (El Día del Señor), un documento del Papa Juan Pablo II dedicado al domingo, fiesta genuinamente cristiana que en los últimos años, debido al creciente ambiente secularizado, está sufriendo un deterioro. El Papa levanta ahora su voz para reivindicar, a escala universal el valor del domingo. Lo hace mediante la mencionada carta apostólica. Se trata de una llamada a la sociedad de tradición cristiana para que no olvide el sentido profundamente humanizador del ritmo semanal y trabaje por recuperar los valores del domingo. Es también el primer documento pontificio en la historia Iglesia dedicado a explicar de manera extensa la significación litúrgica, teológica y pastoral del domingo, en este caso siguiendo el Concilio Vaticano II. Otra característica de esta carta del Papa es su forma eminentemente catequética. Juan Pablo II afirma explícitamente que está comunicando algo más que un aspecto doctrinal. Habla del domingo como una realidad directamente vinculada con la fe en Cristo resucitado, y lo hace en un lenguaje lleno de citas de la Biblia y de los Santos Padres. Tiene también en cuenta en su enseñanza las variadas situaciones que tienen la vida de los cristianos de hoy. En algunos casos, porque la

Carta Apostólica Dies Domini

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Carta Apostólica Dies Domini

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  • Carta Apostlica "Dies Domini"

    Juan Pablo II afirma que no se puede vivir plenamente la fe sin la participacin regular en la misa dominical

    Es de importancia capital que cada fiel est convencido de que no puede vivir su fe, con la participacin plena en la vida de la comunidad cristiana, sin tomar parte regularmente en la asamblea eucarstica dominical

    El da 7 de julio de 1998 se hizo pblica la Carta Apostlica Dies Domini (El Da del Seor), un documento del Papa Juan Pablo II dedicado al domingo, fiesta genuinamente cristiana que en los ltimos aos, debido al creciente ambiente secularizado, est sufriendo un deterioro.

    El Papa levanta ahora su voz para reivindicar, a escala universal el valor del domingo. Lo hace mediante la mencionada carta apostlica. Se trata de una llamada a la sociedad de tradicin cristiana para que no olvide el sentido profundamente humanizador del ritmo semanal y trabaje por recuperar los valores del domingo. Es tambin el primer documento pontificio en la historia Iglesia dedicado a explicar de manera extensa la significacin litrgica, teolgica y pastoral del domingo, en este caso siguiendo el Concilio Vaticano II.

    Otra caracterstica de esta carta del Papa es su forma eminentemente catequtica. Juan Pablo II afirma explcitamente que est comunicando algo ms que un aspecto doctrinal. Habla del domingo como una realidad directamente vinculada con la fe en Cristo resucitado, y lo hace en un lenguaje lleno de citas de la Biblia y de los Santos Padres. Tiene tambin en cuenta en su enseanza las variadas situaciones que tienen la vida de los cristianos de hoy. En algunos casos, porque la

  • organizacin de la sociedad en la que viven no est bajo el influjo tradicional del cristianismo, como tampoco lo estuvo la sociedad en la que los cristianos de los primeros siglos comenzaron a celebrar el domingo; en otros, porque, an conservando socialmente el ritmo de la semana, han dejado de percibir o se ha debilitado la vivencia de lo que el domingo significa para la fe. Sera falsa una interpretacin de la carta de Juan Pablo II en trmino de juicios sobre la sociedad actual. El texto del Papa es una explicacin eminentemente positiva y gozosa de lo que significa para el hombre la "fiesta" que Dios le prepara y manda "santificar". Es tambin una explicacin de cmo esta fiesta "a las puertas del Tercer Milenio, contina siendo un elemento caractersticos de la identidad cristiana".

    En cuanto a su estructura, el documento est formado de cinco captulos, con una introduccin y una conclusin. Los captulos estn titulados de acuerdo con el ritmo catequtico que, como se ha sealado, tienen la Carta Apostlica.

    El primero de ellos Dies Domini (Da del Seor) parte de la contemplacin de la creacin como obra de Dios, y de la obra de Cristo como "nueva creacin". Siguiendo el Gnesis y otros textos del Antiguo Testamento, Juan Pablo II destaca la actitud de adoracin y de comunin con Dios por parte del hombre. A este propsito, motiva fuertemente el descanso entendido no tanto como una simple interrupcin del trabajo, sino "como la celebracin de las maravillas obradas por Dios ". La santificacin de las fiestas no se inscribe como una simple observancia de disciplina religiosa, sino como uno de los fundamentos de la vida moral inscrita en el corazn de cada hombre. El Antiguo Testamento tuvo en el sbado el da del "recuerdo para la santificacin"; la Iglesia tienen todo su "recuerdo", es decir, su fe, centrada en la resurreccin de Cristo, el da despus del sbado.

  • En el segundo captulo, titulado Dies Christi (Da de Cristo), Juan Pablo II explica cmo llegan a su plenitud, en la celebracin del domingo en honor de Cristo resucitado, todos los aspectos de la fiesta: es la Pascua semanal, que los cristianos progresivamente separaron del sbado judo; es el da de la nueva creacin, el da que anuncia la eternidad, el da de Cristo-Luz, el da del don del Espritu, el da de la fe. Termina con una afirmacin solemne acerca del carcter "irrenunciable" del domingo cristiano. Citando el Concilio Vaticano II, reafirma que la Iglesia no se opone a los diferentes sistemas del calendario civil, siempre que garanticen y conserven la semana de siete das con el domingo".

    Con el ttulo de Dies Ecclesiae (Da de la Iglesia), en el tercer captulo el Santo Padre hace una descripcin entusiasta de la celebracin eucarstica dominical, en todos sus aspectos. En el corazn de toda la explicacin, aparece el impulso de Juan Pablo II a los pastores y fieles para que valoren pastoralmente esta sntesis de alimento de la fe que es la Asamblea litrgica del domingo. Ante los desnimos de unos, las dudas de otros sobre la necesidad de que sea precisamente el domingo el da de la Asamblea, la impresin que no pocos cristianos tienen de la no urgencia de la participacin en la misa dominical, el Papa reafirma el sentido profundo de la obligacin grave que afecta a todos los cristianos, fundada en la suma importancia de la Eucarista para la vida cristiana. Es una afirmacin que ser clarificadora para los pastores, los educadores, los padres cristianos, y para todos los fieles.

    El cuarto captulo Dies hominis (Da del hombre) trata de las consecuencias que se derivan de la celebracin del domingo para la calidad de vida de los hombres: una alegra liberadora, un descanso humanizador que comporte enriquecimiento espiritual. No se trata de ir contra el ftbol o cualquier otra aficin, sino una decisin de "elegir, entre los medios de cultura y las diversiones

  • que la sociedad ofrece, los que sean ms conforme a los preceptos del Evangelio". El domingo es igualmente una oportunidad para la solidaridad, para aprender a compartir. En estos aspectos es donde, sobre todo, el Papa tienen en cuenta la diversidad de situaciones sociales en las que viven los cristianos.

    El ltimo captulo titulado Dies dierum (Da de los das) es una reflexin sobre el sentido cristiano del tiempo. Si Cristo es el centro de la historia, la celebracin del Da de Cristo es tambin "el da que revela el sentido del tiempo". El domingo es la jornada que estructura todo el ao litrgico y su celebracin es el paradigma de todas ellas. Estas afirmaciones del Papa son un llamamiento a no cubrir con otros aspectos la celebracin del misterio de Cristo en el domingo.

    La Carta termina con una invitacin a los cristianos para que vivan plenamente la misa dominical: "Es de importancia capital dice el Papa que cada fiel est convencido de que no puede vivir su fe, con la participacin plena en la vida de la comunidad cristiana, sin tomar parte regularmente en la asamblea eucarstica dominical El cristiano se siente, en cierto modo, solidario con los otros hombres al gozar del da del reposo dominical; pero, al mismo tiempo, tiene viva conciencia de la novedad y originalidad del domingo, da en el que est llamado a celebrar la salvacin suya y de toda la humanidad". El Papa termina con una referencia mariana, y con una inspirada alusin al Jubileo: este pasar, pero "el domingo seguir marcando el tiempo de la peregrinacin de la Iglesia hasta el domingo sin ocaso".