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CARTA DE AMOR AL COMPS DE LA BULERA
Estela Zatania
Ya ves, como todo amor, este tambin tiene su toque irracional. Una seora de
mediana edad, que por regla general se comporta como persona seria y formal, hace pblica
su declaracin apasionada por un comps, una corta serie de pulsaciones regulares que se
repite un nmero indeterminado de veces sirviendo de referencia para un tipo de msica
interpretada principalmente en el suroeste de Andaluca.
Puede una simple frmula matemtica tener personalidad propia, provocar
emociones, acaparar adeptos, o inspirar elogios como este que pretendo ofrecer,
independientemente de cualquier intrprete que llena ese comps de cante, baile o msica de
diversa ndole? Sobre este tema expongo a continuacin unas observaciones muy personales,
ntimas inclusive, desorganizadas en su mayor parte y claramente teidas de prejuicios que
han tardado toda una vida en plasmarse. Tambin hay algo de "informacin" para el aficionado
que pretende familiarizarse con la estructura de esta popular expresin flamenca, pero que
nadie tema un exceso de tecnicismos porque ests leyendo un texto escrito a partir de una
pasin desenfrenada que adems le exonera a su autora de cualquier responsabilidad por
posibles errores. Todo esto con la intencin expresa y el deseo ms sincero de convencer al
no creyente, y sin disculpa alguna para el que vea en la bulera un simple pasatiempo que
apenas se merece la atencin del aficionado serio.
Empecemos por una confesin de infidelidad. Siempre queda bien aquello de decir
que prefiero una siguiriya o una sole a una simple bulera, y por supuesto aplaudo y admiro el
cante bien logrado como aplaudo y admiro todo arte de calidad, pero declaro abierta y
pblicamente que es la bulera cuya banda sonora toca infinitamente dentro de mi cabeza y es
lo que me llega y me obsesiona, lo que hace llevadera la vida y ha sido el amigo ms fiel que
he tenido nunca. Humildemente ofrezco esta confesin por los siglos de los siglos para
imposibilitar cualquier intento de marcha atrs o arrepentimiento, y mi epitafio lo escribo yo,
aqu y ahora: Aqu yace una buleriadicta.
En los cantes rtmicos del flamenco el comps es la fuerza motriz, el pegamento, la
inercia... El comps es contradiccin. Es carcasa perfecta e indeformable a la vez que flexible
y camalenico, universal a la vez que personal e intransferible, exigente y rgido a la vez que
liberador. El comps es un dictador benvolo al que hacemos caso porque hemos aprendido
que la desobediencia no conduce a nada bueno.
Sole, siguiriyas, alegras, tangos y tientos y todas las variantes rtmicas de las
diversas comarcas del arte jondo, todos son vehculos en los que montamos, tanto intrpretes
como observadores (porque en el flamenco el que observa participa) para realizar un viaje
virtual en el que el piloto es el/la que canta o baila, y si el permiso de circulacin lo tiene en
regla, el viaje ser seguro a la vez que emocionante. En el caso concreto de la bulera,
seremos conducidos hasta el precipicio una y otra vez, ni un pice antes ni despus del
instante, porque el aterrizar un microsegundo fuera de lugar tiene tan poca validez como llegar
pasado maana. Cual montaa rusa el piloto nos dejar sentir ese miedo de que no vamos a
llegar...pero de su mano experta llegaremos todos, arrastrados por un imparable mpetu. Una y
otra vez comprenderemos nuevamente el extraordinario e irresistible poder del comps de la
bulera.
Un poder que ha hecho estremecer a siete mil personas como a una sola en la plaza
de toros de Jerez la noche que cant el Torta. O los repetidos oles de mil espaoles en
momentos precisos en LEspace Franois Mitterand de Mont-de-Marsan la noche que bail
Farruquito, y un francs detrs, perplejo, susurr a su pareja en espaol con acento galo:
parece haber una clave para saber cundo que hay que gritar. La clave, como siempre, era
el comps.
De todos los cantes acompasados del repertorio flamenco, la bulera es nica, porque
adems de los cantes directamente asociados que algunos llaman buleras cortas, la bulera
admite cualquier msica, con ms o con menos xito, normalmente dependiendo de la gracia
del cantaor o la cantaora, y su soltura con el comps. Cualquier escala musical es admisible,
sea el modo flamenco clsico de la sole o la siguiriya, sea el modo mayor de las alegras, el
menor de la farruca, o cualquier invento que nos brindan los actuales genios de la guitarra
flamenca con sus nuevos acordes y afinaciones que cambian por completo el color de la
msica, sin alterar el carcter de la bulera. Ha habido fandango por bulera, debla por bulera,
liviana por bulera, canciones populares o folclricas por bulera, sevillanas, rancheras, los
Beatles, lo que se te ocurra...por bulera. Si los dems cantes son vasos colmados de los que
todos bebemos respetuosamente, la bulera es un vaso vaco que cada uno llena a su antojo.
Parece inevitable tocar brevemente el tema de la bulera por sole, sole por bulera,
buleras al golpe o bulera pa escuchar, aunque slo sea por la coincidencia de la palabra
bulera. Estas etiquetas se refieren a un comps relacionado pero diferente que acompaa
cantes a medio camino entre la sole y la bulera, con otra estructura y otra proyeccin. Se
trata de un ritmo nacido en los tabancos de Jerez a golpe de nudillos, y no se debe de
confundir con la bulera que estamos aqu desglosando y homenajeando, porque carece de
varios rasgos importantes de sta. Al final su comps reposado y formal es un adulto
responsable comparado con la impetuosa dinmica adolescente de la bulera.
Hablando entonces de la bulera y no de otra cosa, este cante, palo, forma...cmo
designar a un animal tan extico?...no siempre ha gozado de la popularidad que conoce hoy en
da con el gran pblico. Hace tan slo tres o cuatro dcadas, los cuadros y espectculos de
flamenco solan hacer su fin de fiesta por rumba, y no todas las grabaciones de cante incluan
buleras como es el caso hoy en da por regla general.
Durante dcadas los gitanos del Bajo Guadalquivir, y tambin muchos no gitanos (en el
calor de la olla flamenca pesa ms el ser flamenco o no serlo, que pertenecer a cualquier
etnia), haban estado reunindose da tras da, noche tras noche: en el barrio, en todas las
puertas de las casas, haba fiesta siempre cuenta con nostalgia el To Paulera, santiaguero
ochentn. En las gaanas y los patios de vecinos, en las bodas, bautizos y pedimentos, en los
tabancos y calles de Santiago, la Merced, la calle Nueva de Utrera, la sevillana Alameda de
Hrcules, Santa Mara o La Via en Cdiz, la Plaza San Miguel de Morn, los sbados por la
noche y los martes a medioda...todo momento era bueno para hacer son y para cantar, y el
ritmo preferido, con grandsima diferencia, era, y sigue siendo, la bulera.
Pero el mundo exterior, todava con la resaca de la pera flamenca, se emborrach
nuevamente en los aos sesenta con el comps sencillo, binario y marchoso de la rumba
catalana que haba llegado a escena para romper el aplastante dominio fandanguero. El
Pescalla y Lola Flores, Peret, La Polaca, Miguel de los Reyes, Bambino, La Chunga y otros se
montaron en la cresta de la ola mientras que la bulera observaba entre bastidores, marcando
con palmas sordas, esperando su momento cumbre. Fue una transicin an tena que llegar
la revolucin.
La bulera iba madurando y la diversidad de estilos a lo largo de los aos no ha podido
ser ms amplia. Empezando por los jerezanos, como Dios manda, grandes cantaores se han
decantado por la bulera sin complejos ni disculpas. Juan Mojama que para muchos
entendidos invent el decir moderno de la bulera, sin mencionar su baile del pauelo, tan
copiado que se ha convertido en clsico, el Gloria, el genial e inolvidable Fernando Terremoto,
el To Borrico, la Paquera que nos dej tan precipitadamente llevndose mil secretos
buleriyeros y una voz irrepetible... Y los maestros actuales para quienes la bulera no guarda el
menor misterio: Luis el Zambo, el Torta, Fernando de la Morena, Jos Merc, El Capullo,
Manuel Moneo, imposible nombrar la dcima parte siquiera... La orga de comps celebrada
anualmente en Jerez y que se llama La Fiesta de la Bulera es un fenmeno que no podra
existir en ningn otro lugar del planeta Tierra.
La figura omnipresente y a veces controvertida de Antonio Mairena merece atencin.
En la pgina 262 de su polmica obra Mundo y formas del cante flamenco escrito con Ricardo
Molina en 1963, podemos leer lo siguiente: Cuando la bulera deriva hacia el fado, el
chachach, la cancin italiana, al cupl espaol, la zarzuela, etc..., el resultado es casi siempre
negativo. Cuando se mantiene dentro del mbito propio, que es casi todo el flamenco,
entonces recoge legtimos frutos. Por esta misteriosa fuerza asimiladora corre la bulera el
riesgo de dar en monstruo horaciano compuesto por dispares miembros de irreconciliables
criaturas del arte. Son palabras que caen sobre odos actuales como desorbitadas y
alarmistas. Es bien sabido que el de los Alcores tena vetada la interpretacin por bulera de
toda clase de derivados que l consideraba cuestionables en los festivales de los aos setenta
donde tena influencia. Pero en cierta poca anterior la cancin Era trianera y se llamaba
Carmen f