Casa En Lo Alto Apóstol Sergio Enríquez Guatemala, 6 de noviembre del Año De La Revelación

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Retomamos el tema de la familia y la casa, que es quizás uno de los temas más difíciles de abordar. El casa es uno de los lugares donde podemos encontrar la manifestación del amor en la tierra, como lo hemos enseñado en temas anteriores, amor de padre a hijo, amor de hijo a padre, amor entre hermanos y amor entre esposos. Estos cuatro tipos de amores son figura también del amor en el ámbito espiritual. Es por ello la importancia de abordar el tema familiar, pues si la familia como célula de la sociedad, está bien, entonces toda la sociedad lo está, pero si la célula está mal y tiene crecimiento, el crecimiento será anormal tal como el cáncer, que es un crecimiento anormal de las células que no reciben el mensaje correcto del cerebro, en que deben morir. Las células que deben morir y se siguen multiplicando deformadas o anormales, provocan tumores cancerígenos. Esto también sucede en el cuerpo de Cristo, pues hay congregaciones que se enfocan en crecimiento numérico, diferente que la orden del Señor, que dijo que debemos fructificar y después multiplicarnos. Si lo hacemos en este orden las cosas van bien, pero si nos multiplicamos sin fructificar las cosas irán mal. De acuerdo a la historia, en Jerusalén había una forma ordenada de la distribución de las casas de acuerdo a la posición social que tenían los habitantes de la ciudad, los ricos en la parte de arriba, los sacerdotes en la parte de en medio y los pobres en la parte de abajo. Entendemos entonces que para poder llegar a adorar, los ricos tenían que bajar y los pobres tenían que subir. En nuestro tiempo, esto significa que si hay un acomplejado, amargado que siempre está señalando, jamás podrá adorar; un engreído tampoco lo puede hacer en su posición, sino que tiene que bajar, pues siente superioridad. Esto coincide con el mensaje del Profeta Juan el Bautista, que dijo todo monte bájese y todo collado súbase para prepararle camino al Señor. Los ricos habitaban en las partes altas; esa costumbre quedó en casi todos los países, pues la gente pudiente casi siempre habita en las colinas, y las personas que son de escasos recursos, tienen que vivir en los valles o barrancos. En lo espiritual es importante determinar dónde vivimos, dónde escogimos vivir. En lo material es un poco difícil determinarlo, pues escogemos donde vivir dependiendo a veces, cerca de qué queremos estar; pero en lo espiritual, nuestra casa debería estar en lo alto, pues la Biblia dice que Dios habita en las alturas. Ahora bien, veamos qué otras cosas suceden en las alturas. 1 Reyes 17:19 LBLA Y él le respondió: Dame a tu hijo. Y él lo tomó de su regazo y lo llevó a la cámara alta donde él vivía, y lo acostó sobre su propia cama. La viuda a la que Elías fue enviado, tenía una casa de dos pisos, fue la viuda a la que le fue multiplicada la provisión de harina y aceite, tenía un hijo y éste murió, entonces la mujer por su dolor, olvidó el milagro que el Señor había hecho antes y le reclamó al Profeta la muerte de su hijo. Elías entonces llevó al niño a su recámara, la cual estaba en las alturas, y allí el niño resucitó.

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Todos quisiéramos que a nuestros hijos no les pasara nada, y que fueran como Juan el Bautista que fue lleno del Espíritu Santo en el vientre de su madre, además vemos en las Escrituras que no fue un muchacho perdido. Si nuestros hijos nacen en un hogar cristiano y en algún momento salen del hogar, mueren, pero si tenemos un lugar dónde orar por ellos en lo alto, entonces llegará el momento en que Dios los resucitará. Esto significa que en las alturas hay resurrección. En algunos hogares esto sucede rápido, es decir, hay resurrección, tienen su encuentro con el Señor en los primeros años de vida de los niños; en otros hogares se tarda, pero en algún momento llega a suceder si mantenemos nuestro aposento alto. Hasta cierto punto no es justo que se juzgue a los padres por las actitudes de los hijos, ya que el mejor Padre que es Dios, dijo: “hijos crié y los engrandecí y ellos se revelaron contra mí”. También el padre del hijo pródigo no tuvo más que tener su aposento alto y orar para que su hijo regresara. Daniel tenía un aposento alto que era donde oraba, nosotros también podemos tener uno, porque como padres no solo debemos brindar protección física a nuestros hijos, sino también una espiritual orando constantemente por ellos en nuestro aposento alto. 2 Reyes 4:10 VMP Ruégote pues que hagamos un cuartito en lo alto, sobre la pared de la casa; y pongamos para él allí una cama, y una mesa, y una silla, y un candelero; y será que siempre que venga a nosotros, se recogerá en él. 2 Reyes 4:11 LBLA Y aconteció que un día vino él por allí, se retiró al aposento alto y allí se acostó. Esta mujer no sabía decir cuál era su necesidad, como muchos que no saben cuál es su necesidad. Entonces Giezi le dijo al profeta lo que ella no tenía; un hijo. Entonces el profeta le dijo que tendría uno. Esto nos indica que si tenemos un aposento alto, es decir, que si vivimos en las alturas, el Señor nos hará fértiles como lo dice la Palabra en el Salmo 128:3, “el hombre que agrada a Dios, su mujer será como fecunda vid”, fructífera no solo por dar a luz hijos, sino porque las cosas pequeñas que le entreguen, las convierte en grandezas. A las mujeres se les dá y ellas devuelven mil por uno. Si se les da amor, ellas devuelven sujeción, pero si se les da una semilla de maldad, entonces darán un monstruo. Si se les da amor entonces no querrán ser parte del movimiento de empoderamiento de la mujer. El mayor poder de la mujer está en su vientre, porque recibe poco y da mucho. Con el tema del aborto, le quitan el poder a la mujer, engañándola, porque el dar un fruto de su vientre es el mayor poder que tienen. Habitando en las alturas, también tendremos todos los frutos del Espíritu y nuestros hijos se sentirán cómodos y con gran confianza y no querrán irse de casa hasta que llegue el momento en que inicien su vida familiar. Lucas 22:12 LBLA Entonces él os mostrará un gran aposento alto, dispuesto; preparadla allí. Los discípulos irían a un lugar alto, para que el Señor pudiera hacer allí un Nuevo Pacto. Esto nos indica que cuando tenemos un hogar de altura, ambos cónyuges respetan el pacto que hicieron al

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casarse. De lo contrario, empiezan a decir que ya no quieren al cónyuge, y eso significa que no lo amaron jamás, porque la Biblia dice que el verdadero amor nunca deja de ser. Hechos 1:13 LBLA Cuando hubieron entrado en la ciudad, subieron al aposento alto donde estaban hospedados, Pedro, Juan, Jacobo y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Jacobo. En el aposento alto hubo llenura del Espíritu Santo, lo cual debe haber en nuestro hogar también. Ahora bien, ¿cómo hacemos para hacer la transición de nuestro hogar a un lugar alto? Mateo 8:20 LBLA Y Jesús le dijo*: Las zorras tienen madrigueras y las aves del cielo nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza. Las zorras habitan a flor de tierra, es decir, están pegados a lo terrenal; pero las aves habitan en lo alto. Mateo 6:26 LBLA Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No sois vosotros de mucho más valor que ellas? Somos más importantes que las aves para el Señor, entonces debemos escudriñar la forma de actuar de las aves. Salmos 104:17 LBLA donde hacen sus nidos las aves, y la cigüeña, cuya morada está en los cipreses. En la versión DHH dice “pinos” en lugar de cipreses, éstos dos tipos de árbol tienen una característica importante, que en el invierno son los únicos que no botan sus hojas, todos los demás si lo hacen. Tal como lo dice el Salmo 1:3, “será como árbol plantado junto a corrientes de agua que da su fruto en su tiempo y su hoja no cae”. Esto significa que nuestra confianza está puesta en el Señor, hasta el último momento, no debemos tener puesta nuestra confianza en nuestros contactos, o en el dinero que tengamos. Cuando hacemos esto y lo enseñamos a nuestros hijos, entonces estamos edificando nuestra casa en lo alto, como la cigüeña. Sabemos que la tierra es también nuestro hogar y es una nave que Dios dotó de agua y todo lo necesario para que pudiéramos sobrevivir. La hizo con dos movimientos, el de rotación y traslación, con el propósito de moderar el clima. Dios hizo perfecto este planeta, desde todos los puntos de vista. Entonces, si Dios hizo esto, puede también darnos lo que necesitamos como un buen Padre. El Padre que tenemos es impresionante, su bondad, su amor, no hay nombre que lo pueda definir más que el que Él mismo se puso: “Yo soy”, tal como se lo dijo a Moisés. Ningún otro nombre lo puede describir, porque tiene muchas facetas: proveedor, creador, eterno, etc. Él es, por ello debemos confiar en Él porque es capaz de corregir todos nuestros problemas.

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Salmos 84:3 RV 1960 Aun el gorrión halla casa, Y la golondrina nido para sí, donde ponga sus polluelos, Cerca de tus altares, oh Jehová de los ejércitos, Rey mío, y Dios mío. Si queremos vivir en lo alto, debe ser cerca de los altares. El altar sirve para morir a nuestras pasiones, a nuestras metas, a nuestro carácter, etc., y para resucitar en Él. Cantares 2:14 BSO Paloma mía, que anidas en lo oculto de la roca, en lo escondido de escarpados parajes, muéstrame tu rostro, hazme oir tu voz, porque tu voz es dulce y hermoso tu aspecto». Este versículo nos dice, “habita en Cristo”, Pues cada uno de los huecos de la peña donde podemos refugiarnos, son las heridas del Señor Jesús, donde quedaron cicatrices, señales que representan algo. El Señor nos invita a habitar en Él, en la roca que es Cristo, que nos da agua, miel, sombra, que es escondedero, protección, por ello Cristo es el todo para nosotros. Job 39:27-28 LBLA ¿Acaso a tu mandato se remonta el águila y hace en las alturas su nido? 28 En la peña mora y se aloja, sobre la cima del despeñadero, lugar inaccesible. El águila es el ave que más alto vuela. El lugar donde vive es un lugar inaccesible para sus enemigos, por ello no la persiguen. Nuestra oración es que subamos a la roca más alta que es Cristo, para que habitemos en lo alto y tengamos seguridad y paz. Podemos acercarnos a los altares para morir a nuestros deseos, con la ayuda y la unción del Espíritu Santo.