CASSIRER Mito y Lenguaje

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    Mito V lenguaje

    En este ltbro. Cassirer se propuso tnvestegar y 1tegar a una cooeluslOn acerca deu punto que h a b r t ~ a t n u ~ n t e es dejadode lado p t OS filsofos Que se. o ~ p ndel Pfot\lema del ooncctmlen1o h u m a n o ~ ~ t wPara C8U1rer, el mito y el ~ n g l l l e apare >M s t m u l t n e t ~ m e n t e en la humanidadPero el lentuit}e. que se origina en losml:5mOS grmenes que el mito, tu. t ~ n i d ola vlrtwi de etevBT la mente del hombtllntvel de la ruron Cas.srrer muestramo ello ocum y aJ hacerto pone demonf t o lits oecutandades del esplr ltuh m no, al tlttmpo que de.scnbe os proaesos ae formecOf l de te rellgi6n y delarte

    Ernat Casslrer

    ito y lenguaje

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    oleccin Fichas Ernst assirerDirigida p r Guillermo Rabinovich

    Mito lenguaje

    diciones Nueva Visin

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    Ttulodel originalen alemn: Sprache und MythosTraduccin de Carmen Balzer

    por Ediciones Nueva Vis. n SAIC,Tucumn 3748, Buenos Aires, Rep. ArgentinaQueda hecho el depsito que marca la ley 11.723I m p r ~ s o en la r g e n t i n ~ / Printed in ArgentinaProhibida la reproduccion parcial o total

    IEl lenguaje y el mito; su posicin dentrode la cultura humana

    El comienzo del e r platnico describe cmo Scrates,l encontrarse con Fedro, es llevado por ste lejos de laspuertas de la ciudad, hasta las orillas del ro Iliso. Platnreprodujo hasta en sus menores detalles el paisaje dondeubica esta escena; adems, sobre esta presentacin flota

    u brillo y un perfume como muy pocas veces se encuen-tran en la Antigedad en las descripciones de la natura-leza. Scrates y Fedro se sientan a la sombra de un altopltano, junto a un manantial refrescante; el aire estivalse agita benigno y dulce y est lleno del chirrido de lascigarras. Compenetrado con este paisaje campestre, sepregunta Fedro si acaso no sera ste el lugar donde-segn el mito- Breas rapt a la bella Oritia; puesqu el agua es pura y cristalina, como hecha para quelas jovencitas se baen y jueguen en ella. CuandoScrates fue presionado a responder si realmente creaen ese cuento , en ese my thologema , replic queaunque no lo tomase como cierto, no por eso tendradudas acerca de su significado. "Pues i jo- entoncesprocedera como los 'sabios', y dira (valindome de unahbil 'interpretacin': ao.x.taJ.lVoc: que, cuando Oritiajugaba con su compaera Farmacia, haba sido empujadapor Breas, el viento norte, contra aquellas rocas; y aCausa del peculiar carcter de su muerte, se habra lle-gdo a decir ms tarde que efectivamente fue raptadapor el dios Breas. Pero yo, oh Fedro -prosigueS.crates-, encuentro e ~ t o demasiado frvolo, y creoq 1e tales interpretaciones son un quehacer bastante abu-rrido y artificioso, por lo que no envidio a quien sededique a ellas. Pues en semejantes casos tambindebera rendir cuenta de figuras como los Centauros

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    y la Quimera, y pronto se sentira abrumado por todauna caterva de anlogas criaturas, como Gorgones,Pegasos y muchos otros seres extraos y monstruosos;y quien, desconfiando de todos estos seres maravillosos,se acerque a ellos con l intencin de reducirlos a algoverosmil, tendr que consagrar mucho tiempo a estetipo de sabidura intil.Mas yo no tengo tiempo para dedicarme a talesocios, y la razn, amigo mo, es que an no he llegadoa conocerme a m mismo, tal como lo exige el preceptodlfico. Me parece absurdo que, mientras sigo ignorndome a m mismo, pueda ocuparme de cosas extraas.Por eso, dejo que tales cosas sean lo que sean y nopienso en ellas, sino en m mismo, al meditar si es quesoy una criatura de constitucin ms complicada ymonstruosa que la de Tifn, o si, quiz, soy un ser denaturaleza mucho ms suave y sencilla, provista de algunaesencia noble y aun divina Fedro, 229 D y ss.).

    Esta clase de interpretacin mitolgica que los sofistasy retricos de antao consideraban como la ms altasabidur a y la flor del verdadero espritu urbano, lepareca a Platn lo ms opuesto a dicho espritu; peroaunque la haya denunciado como tal, denominndolamera 'sabidura campesina a:ypoLXCX: GOip I.), este fallono impidi que los eruditos de siglos venideros volvierana entregarse a ella. Los estoicos y neoplatnicos de lostiempos helensticos compitieron en este arte, como yalo haban hecho los sofistas y los retricos de la pocade Platn. Y de nuevo, como antiguamente, se volvia utilizar la investigacin lingstica y la etimologacomo instrumentos de interpretacin. En el reino de losfantasmas y de los demonios, as como en el de las msaltas expresiones mitolgicas, pareca volver a confirmarse la palabra fustica: aqu se supuso una y otravez que la esencia de cada figura mtica poda ser reconocida directamente en su nombte. La idea de que elnombre y la esencia se corresponden en una relacionntimamente necesaria, que el nombre no slo designa,sino que tambin es ese mismo ser, y que contienedentro de s la fuerza del ser son algunas de lassuposiciones fundamenta les de esa conciencia elaboradorade mitos, suposiciones que tambin parecan ser acep-

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    tadas por la mitologa filosfica y cientfca. Lo que enel espritu del mito mismo acta como conviccin viviente e inmediata se convierte en un postulado del proceder reflexivo para la ciencia de la mitologa; sta impusoas como principio metodolgico la ntima relacin entreel nombre y la y su la tente identidad.Este mtodo se fue profundizando y perfeccionandoa travs de la historia de la investigacin mitolgica,de la historia de la filologa y de la ciencia del lenguaje.Si bien dicho mtodo mitolgico fue instrumento burdoen manos de los sofistas, y tambin la Antigedad y laEdad Media utilizaron ingenuas etimologas, luego adquiri aquella agudeza, vigor y amplitud filolgica, caractrstica de la visin espiritual, que hoy admiramos enlos maestros de la filologa clsica actual. Basta confrontar el anlisis de los ''nombres divinos , tal comolo realiza con exagerada irona, pero ajustndose al idealde la verdadera explicacin de su tiempo, el Cratiloplatnico, con la fundamental obra de Usener oscwmbres divinos, para destacar muy clara y palpablem.ente la distancia que hay entre ambas actitudes espirituales y entre sus mtodos. Sin embargo, aun el:Siglo XIX acepta teoras sobre la relacin entre elJenguaje y el mito, de evidente afinidad con los viejosmtodos de la sofs tica griega..Entre los filsofos, fue especialmente Spencer quien1 .intent probar la tesis de que la veneracin mtico-reli-1 :giosa de los fenmenos naturales, como el Sol y la Luna,:tena su origen solamente en una falsa interpretacin delos nombres conferidos por los humanos a este tipode fenmenos. Entre los fillogos, fue Max Mller quienemple el anlisis filolgico no slo como un medio

    p r ~ reyelar la naturaleza de ciertos seres mticos, sobretodo en el mbito de la religin vdica, sino tambintomo punto de- partida de su teora general de la

    ~ n e x i n entre el lenguaje y el mito. El mito no es para.l ni la transformacin de la historia en leyenda fabul sa-ni una fbula aceptada como historia; y tampoco~ directamente de la contemplacin de las grandes

    ~ n f i g u r c i o n e s y poderes de la naturaleza. Ms bienl..o que Uamamos mito es, 5egn su parecer, algo~ l d t c i o n a d o y proporcionado por la actividad del

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    lenguaje; es de hecho el resultado de una originaria deficiencia lingstica, de una debilidad inherente al lenguaje.Toda denotacin Jingstica es esencialmente ambiguaY en esta ambigedad, en esta ..paronimia de las palabras, est la fuente de todos los mitos.Los ejemplos que Max Mller utiliza para sostenersu .:eora son caractersticos de este .ltipo de interpretaclOn. El autor nos remite aqu a la leyenda de Deuca- llin Y Pirra, quienes, despus de haber sido rescatadospor Zeus del gran diluvio que extermin al gnero hu-mano, se convirtieron en los progenitores de una nuevaraza mediante el recurso de echarse piedras sobre loshombros, convirtindolas as en seres humanos. Esteorigen del hombre a pa rtir de la piedra es algo completamente absurdo, y parece resistir a toda interpretacin;pero .acaso no se aclara en seguida si recordamos queen gn.ego los hombres y las piedras se designaban porlos mismos nombres o R_ r voces de sonido semejante:que las palabras AaOL y A aa evocan por su asonancia? 1Consideremos, anlogamente, el mito de Dafne, quien essalvada de los asedios seductores de Apolo, al sertransformada en un rbol de laurel por su madre, laT i ~ r r a . Tambin aqu es slo la historia del lenguajeqmen puede hacer comprensible este mito y darlealgn sentido. Quin era Dafne? Para responder a estapregunta debemos acudir a la etimologa, o sea: debemosinvestigar la historia de la palabra. Dafne puede remitirse 1a la palabra Ahan, que en snscrito significa aurora .En cuanto sabemos esto, todo se aclara. La historiade Febo y Dafne no es otra cosa que una descripcinde l? .9ue se puede observar todos los das: primero, la japanc10n de la aurora (Dafne) en el cielo de oriente .lueg? el salir del dios Sol (Apolo = Febo), que c o r r ~de ras de. su amada; d e s p u ~ el paulatino empalidecer rde la lummosa aurora al contacto de los ardientes rayossolares, y , por ltimo, su muerte y desaparicin en elregazo de su madre, la Tierra. Lo decisivo para el d e s a ~rrollo del mito no fue, por tanto, el fenmeno natural,mismo, sino ms bien el hecho de que la palabra.griega para designar laurel B ~ V 7 7 ) se asemejara a lapalabra snscrita para designar aurora A han . Y estoimplica, por una suerte de necesidad lgica la identi-cacin de los seres que dichas palabras design:m. 1

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    Max Mller saca esta conclusin: la mitologa es.natural, es inevitable y representa una necesidad inherente al lenguaje, si reconocemos en l la forma externaY manifestante del pensamiento: ella es, en resumidascuentas, la oscura sombra que el lenguaje proyecta sobreel pensamiento, y que no desaparecer hasta que ellenguaje y el pensamiento se cubran y reflejen del todo :lo que nunca se lograr. Sin duda, la mitologa brotacon mayor fuerza en los tiempos ms antiguos de lahistoria del pensamiento humano, pero nunca desaparecepor entero. Pesando sobre l, hoy tenemos nuestra mitologa, como la hubo en los tiempos de Homero con ldiferencia de que actualmente no reparamos ella. .porque VIvnnos en su propia sombra y porque todosretrocedemos ante la meridiana luz de la verdad. Mitologa, en el ms alto sentido de la palabra, significa elpoder que e l l e n g u ~ e ejerce sobre el pensamiento, y estoes un hecho efectivo en todas las esferas posibles de laactividad mental .1Podra parecer superfluo remontarse a tales concepciones, ya hace tiempo abandonadas por las actuales .

    ~ v e s t i g a c i o ~ e s etimolgicas y de mitologa comparada,no se tratara de un enfoque caracterstieo, queStempre se repite en todos estos dominios: tanto en lamitologa como en los estudios del lenguaje y tanto en lateora del arte como en la del conocimiento. Para MaxMller el mundo mtico es esencialmente un mundo deilusin .y de una i l ~ s i n que slo es explicable si sedescubre el original e infaltable autoengao de la mente,del cual nace el error. Este autoengao se enraza enel lenguaje, que siempre juega malas partidas a la mentehumana, enredndola una y otra vez en aquella tornasolada ambigedad de significaciones que es su herencia.Y esta concepcin de que el mito no se basa enuna fuerza positiva de formulacin y creacin, sino, ms bien, sobre un defecto mental (ya queen l hemos de hallar una influencia patolgica.del lenguaje), todava encuentra sus representantes1 M M - .ax ulle.r, Uber die Philo3ophie der Mythologie reimpresocomo apndice de la edicin alemana de la ntroduccin a lctenc/4 de l religin comparada segunda edicin, Estrasburgo8 7 ~

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    y portavoces en la moderna literatura etnolgica. 2Pero, en realidad, si intentamos retrotraerla a susraces filosficas, esta actitud se reduce a la simpleafirmacin de aquel realismo ingenuo, para el que larealidad de las cosas es algo direct a e inequvocamentedado, y ~ e r a , n su sentido literal, algo tangible,b:rrpil; mtv XEPot.v , como dice Platn. Si se concibe loreal de esta manera, es comprensible que todo aquelloque no posea esta especie de slida realidad se disolvernecesariamente en mera ilusin y fraude. Por ms finoque sea el hilado de esta apariencia y por ms multi-colores y agradables que sean sus imgenes, siempreseguir siendo cierto que tal apariencia no posee uncontenido autnomo ni significacin intrnseca alguna.En efecto, ella refleja algo real, pero es una rea-lidad cuya medida jams puede dar y a la que nunca escapaz de reproducir adecuadamente. Desde este puntode vista, toda creacin artstica ser tambin meracopia, que siempre y necesariamente quedar a la zagadel original. Y en ltima instancia cae asimismo bajo esteveredicto no slo la simple copia de todo modelo pre-sentado a los sentidos, sino tambin todo aquello quese conoce como idealizacin, manera o estilo, pues lamisma idealizacin, medida por l desnuda verdad delobjeto que se quiere representn, no es nada ms quetorcimiento subjetivo y desfiguracin. Anlogamente,parece que cualquier otro proceso de gestacin mentalimplica la misma distorsin violenta, el mismo alejarsede la realidad objetiva y de los datos inmediatos de laexperiencia. Es que ningn proceso mental llega a captarla realidad misma, sino que, para poder representarla,para poder retenerla de algn modo, tiene que acudiral signo, al smbolo. Y todo simbolismo esconde ens el estigma de la mediatez, lo que le obliga a encubrirall donde pretende manifestar. As, los sonidos dellenguaje se esfuerzan por expresar el acontecer subje-tivo y objetivo, el mundo interno y externo ; perolo que retienen no es la vida y la plenitud individualde la existencia misma, sino tan slo su abreviaturamuerta. Toda esa _denotacin que pretenden dar las2 As, por ejemplo, B. Brinton, Reltgons o Primitive Peop/es,Nueva York y Londres, 1907, pp , 11 S y ss.

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    palabras habladas, no va, en realidad, ms all de lasimple alusin ; alusin que debe parecer mezquinay vacua frente a la concreta multiplicidad y totalidadde la experiencia real.esto es vlido tanto para el mundo externo comopara el mundo del yo: Cuando habla el alma, ay ,entonces ya no habla el alma

    De aqu slo hay un paso hasta las conclusiones de lamoderna crtica escptica del lenguije, o sea, hasta lacompleta disolucin del presunto contenido verdaderodel lenguaje y el reconocimiento de que este contenidolingstico no es nada ms que una especie de fantas-magora del espritu. Aun ms, con este criterio, nosblo el mito, el arte y el lenguaje, sino hasta el mismoconocimiento terico llegan a ser mera fantasmagora,pues tampoco ste puede jams reflejar la autnticanaturaleza de las cosas, tal como son, sino que debeenmarcar su esencia dentro de conceptos . Pero quson los conceptos sino formulaciones y creaciones delpensar, las qu e, en vez de proporcionarnos las verdaderasformas de los objetos, nos muestran ms bien las propiasJormas del pensamiento? P ~ > r consiguiente, tambinlos esquemas desarrollados por las ciencias para ordenar,_lasificar y agrupar los fenmenos del mundo real, noson, al fin y l cabo, ms que croquis arbitrarios,:etreos tejidos de la mente, en los que se expresao la naturaleza de las cosas, sino la naturaleza de la.mente. As, el saber cientfico, lo mismo que el mito,el lenguaje y el arte, han sido reducidos a una especiede fiCcin, que se recomienda por su utilidad prctica,pero que no puede ser medida por ningn rigurosocontraste de verdad, si queremos evitar que se nosdiluya en la nada.Contra esta autodestruccin del espritu no queda msque un remedio: aceptar con toda seriedad lo que

    K ~ n t llam su "revolucin copernicana". En vez demedir el contenido, el sentido y la verdad de las formasntelectuales por una cosa exterior, que suponemos deberep.roducida por ellas, hemos de buscar en estasniSmas formas la medida y el criterio de su verdad ySigliificaCin intrnseca; en vez de tomarlas como meras13

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    copias de algo extrao, debemos ver en cada una deellas una espontnea ley de generacin, un estilo original y tendencioso de expresin que son algo msque la mera imagen de algo inicialmente dado a travsde las fijas categoras de la existencia real. Desde estepunto de vista, el mit o, el arte, el lenguaje y la cienciaaparecen como smbolos; y no en el sentido de purasimgenes que, por medio de sugestiones e interpretaciones alegricas, se refieren a una realidad, sino considerndolos como fuerzas que crean y establecen, cadauna de ellas, su propio mundo significativo. En estedominio, el espritu se muestra a s mismo en esa dialctica ntimamente determinada, por virtud de la cualslo hay una realidad , un Ser organizado y definido. En consecuencia, las formas simblicas especialesno son imitaciones, sino rgano s de la realidad, puestoque slo por medio de ellas lo real puede convertirseen objeto de captacin intelectual y, como tal, resultarvisible para nosotros.Y no corresponde a este lugar la cuestin de qu es larealidad en s, fuera de estas formas, y qu son susatributos independien tes; pues para la mente slo esvisible aquello que posee alguna forma definida v cadaforma de existencia tiene su origen en algn ~ e c u l i rmodo de ver, en alguna intuicin de significado y formulacin intelectual. Una vez que el lenguaje, el mito, elarte y la ciencia quedan reconocidos como tales formasideadoras, la cuestin filosfica bsica ya no estriba encul es la relacin de estas formas con una realidadabsoluta que constituye, por asi decirlo, su sustratoslido y sustancial, sino que ahora el problema centralconsiste en cul es su mutua limitacin y suplementacin Aunque todas ellas cooperen orgnicamente enla construccin de la realidad espiritual, cada uno deestos rganos posee, sin embargo, su propia e individualasignacin. Surge as la tarea de describir estos esfuerzos, no slo en su simple yuxtaposicin, sino de comprenderlos en su interaccin, de entenderlos en su dependencia y en su independencia, ambas relativas.Desde este ngulo, la relacin entre el lenguaje y el mitoaparece bajo nueva luz . Ya no se trata de derivar simplemente uno de estos fenmenos del otro y de querer

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    explicarlo por medio de ste, pues eso equivaldra aequiparar a ambos, despojndolos de sus caractersticas.Si el mito, segn la teora de Max Mller, no es otracosa que la oscura sombra que el lenguaje proyectasobre el pensamiento, no se explica cmo esa sombrasiempre vuelve a revestirse con el resplandor de supropia luz, cmo puede desplegar por s misma unavitalidad y actividad positivas que tienden a eclipsarlo que solemos llamar la inmediata realidad de las(cosas), con lo cual hasta empalidece la plenitud de laexperiencia sensible, empricamente dada. Como dijoWllhelm von Humboldt, refirindose al lenguaje: Elhombre vive con sus objetos fundamentalmente tal como' el lenguaje se los presenta, y aun podra decirse quevive con ellos exclusivamente puesto que su sensibilidady accin dependen de sus percepciones. Por el mismoproceso mediante el cual el hombre (como una hilanderaextrae el hilo de su rueca)va extrayendo el lenguaje de supropio ser, tambin se va entretejiendo con l. Cadalenguaje traza un crculo mgico alrededor del puebloal que pertenece, y de este crculo no hay escapatoriaposible, a menos que se salte a otro .3Esto se refiere tal vez en mayor medida a las representaciones mticas bsicas de la humanidad, que allenguaje. Tales representaciones no son extradas de unmundo ya completo del ser; no son meros productos dela fantasa, que se desprenden de la fija y positiva realidad emprica de las cosas para elevarse sobre ellas comotenue neblina, sino que, para la concienia primitiva,

    ~ e p r e s e n t n la totalidad del Ser. La forma mtica de-concebir no es algo sobreaadido a ciertos elementos yadefinidos de la existencia emprica; por el contrario,aun la misma ex periencia primaria est impregnada deesta actividad de imaginar mitos y como saturada desu atmsfera. El hombre slo vive con las cosas entanto que vive con dichas -formas; se revela la realidada si mismo y a su vez se descubre a ella cuando lograintroducir su propio ser y el del mundo en este medioplstico, dentro del cual ambos mundos no slo seconectan, sino que se interpenetran recprocamente.3 W. von Humboldt, Einleitung zum Kawi-Werk S. W. (edicinacadmica), V 11, 60.

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    Por consiguiente, toda teora que cree haber hallado lasraces del mito explorando el campo de a experiencia,de los objetos, a los que se presentan como originndoloy de los que luego se habra i o despegando gradualmente, slo puede ofrecer un punto de vista unilaterae inadecuado. Como bien sabemos, hay gran cantidad dltales explicaciones, multitud de teoras, sobre el verdadero meollo y origen de la creacin mtica, todas ellasapenas menos abigarradas que el mismo mundo empricode los objetos. Y todas pretenden hallarlo o en ciertosestados y experiencias psquicas, especialmente en losfenmenos on ricos, o en la contemplacin de loshechos de la Naturaleza, limitndose, entre estos ltimos, a la observacin de los objetos astronmicos,como el Sol. la Luna, las estrellas, o bien a los msaparatosos procesos meteorolgicos, como tempestades,relmpagos y truenos. Se ha intentado as imponeruna y otra vez o la mitologa del alma o la de la Naturaleza (del Sol, de la Lu na o de las tormentas) comolas nicas bases de la creacin mtica como tal.Pero en el supuesto caso de que UJ;lO de estos dosintentos resultase exitoso, ello no resolvera todavael verdad ero problema que la mitologa presenta a lafilosofa, sino que a lo sumo lo hara retroceder un pasoms, pues la formulacin mtica como tal no puedeser comprendida ni apreciada por el simple hecho dedeterminar el objeto sobre el cual se centra inmediataoriginariamente. Ella es y sigue siendo el mismomilagro del espritu y el mismo enigma, sea que seextienda a este o aquel contenido real, sea que seocupe de la interpretacin o articulacin de procesospsquicos o de objetos fsicos, o que, en este ltimocaso, trate con especial preferencia de cierto objetoparticular. Aun si fuera posible reducir toda la mitologaa la mitologa astral -concluyendo as que la concienciamtica ha surgido de la contemplacin de las estrellas-,lo que tal mitologa vera en ellas directamente siempreseguira siendo algo muy diferente de la visin quedichos astros presentan a la percepcin y observacinemprica, o de la forma en que son concebidos por laespeculacin terica y la explicacin'' cientfica de losfenmenos natu rales. Descartes dijo que la ciencia terica contina siendo una y la misma en su esencia,

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    sea cual fuere el objeto al que se refiera asf comola luz solar conserva su identidad por ms numerososy diversos que sean Jos objetos por ella iluminados. Lomismo puede decirse de cualquier forma simblica dellenguaje, arte o mito, ya que cada una de ellas implicaun punto de vista especial y lleva dentro de s un focode luz propio y peculiar.Esa funcin de enfocar, ese amanecer que producela iluminacin conceptual nunca se puede derivar realmente de las cosas mismas ni puede comprendersemediante la naturaleza de sus contenidos objetivos,pues aqu no se hace cuestin de lo que vemos segncierta perspectiva, sino de esa perspectiva misma. Sienfocamos el problema de esta manera, no cabe lamenor duda de que el reducir todo mito a un tema dediscusin no nos acerca a la solucin, sino que de hechonos aleja ms que nunca de una respuesta satisfactoria,pues ahora vemos al lenguaje, al arte y a la mitologacomo otros tantos fenmenos arquetpicos de la mentehumana, que pueden ser acuados como tales, pero no. 'explicados mediante su referencia a otro objeto.Los filsofos realistas presuponen como su slida basepara tal tipo de explicacin eso que llaman lo dado ,lo cual, segn creen ellos, tiene cierta forma definiday cierta estructura inherente y propia. Ellos aceptanesta realidad como un todo integrado de causas yefectos, de cosas y atributos, de estados y procesos, defiguras estticas y en. movimiento, y lo nico quepodran preguntarse es cul de estos elementos incorpororiginariamente un producto mental peculiar, como elmito, el lenguaje o el arte. Si se tratara, por ejemplo,.dellenguaje, les cabra averiguar si la denominacin de lascosas precedi a la de las condiciones y a la de lasacciones, o viceversa; en ot ras palabras, si fueron losnombres las primeras races del lenguaje o ms bienlo fueron los verbos. Pero este mismo problema queda sinsentido tan pronto como se comprende que las diferen-ciaciones por l su puestas, es decir: la articulacindel mundo de la re.alidad en cosas y en procesos, enaspectos permanentes y en transitorios, en objetos y en;1lcciones no precede l lenguaje como un sustrato dehechos ya dados, sino que es el lenguaje mismo quieninlci tales articulaciones y las desarrolla en su propia

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    esfera. De esto se desprende que el lenguaje no puedecomenzar por fases de conceptos nominales,. o con-ceptos verbales , pues es su propia actividad quienproduce la distincin entre estas formas y da entradaa la gran crisis espiritual, en la que lo permanentees opuesto a lo transitorio, y el ser es enfrentadocon el devenir. As, los conceptos lingsticos fundamentales, siempre que se admita su posibilidad, debenser concebidos como algo anterior a esta distincin,como formas que se encuentran suspendidas entre laesfera nominal y la verbal, entre las cosas y las contin-gencias, en un peculiar equilibrio del sentir, en unestado de extraa indiferencia.Anloga ambigedad parece caracterizar tambin alas fases ms primitivas desde las cuales puede rastrearseel desarrollo del pensamiento mtico y. religioso. Juz-gamos natural y evidente que el mundo se presente anuestra percepcin y observacin como un muestrariode formas definidas, cada una de ellas con sus lmitesespaciales perfectamente determinados, lo que les proporciona su especifica individualidad. Si bien lo vemoscomo un todo, este todo, sin embargo, se compone deunidades claramente distinguibles que no se mezclanentre s , sino que conservan su peculiar identidad, quelas coloca definitivamente aparte de la id entidad detodas las dems. Pero, para la conciencia mtica, estoselementos aislados no se dan separadament e, sino quedeben ser derivados del todo de manera original ygradual, pues todava no se ha realizado el proceso de ladiferenciacin y seleccin de las formas individuales.Por esta razn, el estado mtico de la mente ha sidollamado el estado complejo , para distinguirlo mejor de nuestra actitud analtica abstracta. Preuss, queha acuado esta expresin, seala, por ejemplo, ensu detenido estudio de la mitologa de los indioscoras, que la concepcin del cielo nocturno y diurnocomo un todo debe haber precedido a la concepcindel Sol, de la Luna y de las diversas constelaciones.El primer impulso mtico - afirma el autor- no seencaminaba a hacer una deidad lunar o solar, sino unacomunidad de astros. Es cierto que el dios solarocupa el lugar privilegiado en la jerarqua de los dioses,pero aun as puede ser sustituido por los otros dioses8

    astrales. Estos lo preceden en el tiempo, y son suse r e a ~ o r e s cuanto alguien se tira al fuego 0 es~ o } d o a el; su fuerza es influida por la de ellos, y su.V da es conservada artificialmente l ser alimentadocon los corazones de las vctimas sacrificadas, o sea, conlas estrellas. El estrellado cielo nocturno es la condicin

    ~ r ~ ~ de la existencia del Sol. En esto consiste elSigruflcado de toda la interpretacin religiosa de loscoras Y de los primitivos mejicanos, y debe ser considerado corno factor principal en el posterior desarrollode su religin.4La misma funcin que aqu se atribuye al cielo

    ~ o c t u ~ o parece corresponder, en la creencia de las~ z a ~ ,m.dogermanas, al luminoso cielo diurno. La ciencialinguistica comparada nos revela una primitiva fase:del sentir Y del pensar religioso de los indogermanosen. la que se habra adorado l cielo diurno como adetdad ms importante; al Dyaush-pitar vdico corres

    ~ o n ~ ~ n en este n t i d o segn un conocido smili r r g ~ s h c o el Zt m rr rrp griego, el Juppiter latino,

    .el Zw o Zzu germnico. Pero aun prescindiendo de esteh ~ c h o , las religiones indogermnicas confirman en variosde sus rasgos la hiptesis de que la adoracin de la luzc ~ m o un todo indiviso precedi a la de los astrosaiSlados, que slo figuran como sus in termediariostomo sus m a n i f e s t a c i o n ~ s especiales. Por ejemplo, en eAvesta Mitra no es un dtos solar, como ser considerado

    'il ~ o c a s posteriores, sino que es el genio de la luz~ e J e s h a l . Aparece sobre los picos de las montaas antesrle la. salida del Sol, para subir a su carruaje que, tirado

    p ~ r cuatro corceles blancos, atraviesa los espacios celestes~ u - r a n t e todo el da; y cuando cae la noche l elSi:empre vigilante, sigue alumbr ando la faz de la i ~ r r a ~ o n

    . f u s o resplan.dor. Se nos informa explcitamente que esser no es m el Sol ni la Luna ni tampoco las estrellas~ qu.e a .travs de ellos, a travs de esos sus mil odosydiez mil OJOS, lo percibe todo y vela sobre el mundo. s.4 . s. Preuss, Naya1it-Expedition l ie Religion der Coralndlaner Le lpllg, 191 2, S. L. Cfr . tambin Preuss Die geistige{ C ~ I t u r cJer N aturvO/ker pp. 9 y ss. ':SYasht .x. 145: Ya.sna 1, ii (35) ; cf r, Cumont, Textes et Monu-pus fzgurs relat1[s au.x Mysteres de Mithra Bruselas 1899p. 225. '

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    Vernos as en un ejemplo concreto cmo la interpretacin mtica slo capta originariamente el granantagonismo bsico cualitativo entre la luz y sombra,elementos que maneja corno una sola ~ s e n c 1 a c ~ ~ oun todo complejo, del que slo p ~ u l a t m a ~ n t e uanemergiendo las caractersticas deflmdas. .A.st como .conciencia lingstica, el genio de la act1v1dad mhcaslo posee" formas aisladas individuales en cuantolas va poniendo progresivamente, en c u a n t ~ l a ~ _ya"segregando" del todo indiferenciado de su mtuictonoriginaria.Esta penetracin dentro 'de la funcin determinado.ray discriminadora que el mito, ~ a n t o como el lenguaJedesempean en la construcc10n mental de nuestromundo objetivo", parecera ser todo lo q ~ e una"filosofa de las formas simblicas" puede ensenamos.a fllosofa como tal no puede ir ms lejos; ni tampocopuede atreverse a s e n t ~ n o s concreto este granproceso de surgencia m a d i f e r e n c t a m ~ s ~ a d a una de susfases. Pero si la filosofa pura debe hm1tarse a d a r ~ o sla imagen general y terica de este desarrollo, es pos1ble

    que la filologa y la mitologa comparada puedancompletar este mero e s b ~ z o y t r ~ _ z a r ~ o n l.neas ,firmesy precisas lo que la especulac10n filosoflca solo escapaz de insinuar.Un primer paso, realmente portentoso, en e s t ~ direccin fue dado por Hermann U s e n ~ r en ~ .obraLos nombres divinos. Puso a su trabajo el s 1 g u 1 e ~ t esubttulo : " Ensayo para una ciencia de la concepc10nreligiosa ; y as lo ubic definitivamente en es-fera de los problemas filosficos y .del t r a t a m t e ~ t osistemtico. Delinear la historia de los dtoses, su ~ c e s v aaparicin y su peculiar desarrollo entre. las d t v ~ r s a stribus humanas -nos dice- no es un fm asequ1ble,pues slo podemos elaborar una h storia de la.s ideasmticas. Estas ideas, por ms policromas, var1adas Yheterogneas que puedan parecer a primera vista, poseensu propia Legalidad interna;no surgen de un desenfrenadocapricho de la imaginacin, ~ i n ? que avanzan p ~ r lascalles, bien definidas, del sentimtento y del pensamtentocreador. La mitologa se propone revelar ~ s t a leyintrnseca; ella es la ciencia (A'yO') del mtto o la20

    ciencia de las formas de la concepcin religiosa.6 Usenerno parece esperar ninguna ayuda de la filosofa; susdescubrimientos en este campo pueden, en verdad,dar descanso a los filsofos, quienes tienden a considerara la mente humana como dotada b r t o con categoraslgicas. "Nuestros filsofos" -observa el autor- , "ensu divina superioridad sobre lo histrico, emplean laformacin conceptual y la inclusin de lo sirlgulardentro de la especie y del gnero como un procesoeVidente y necesario del espritu humano. Olvidan que,ms ll de nuestra teora de la lgica y del conocimiento, hubo largos perodos en el desarrollo mentalen los que el espritu humano se fue abriendo paso pocoa poco hasta alcanzar la conceptuacin, y que entoncesel pensamiento se haba sometido a leyes esencialmentedistintas de la ideacin y del lenguaje. Nuestra epistemologa carecer de todo fundamento real hasta que lacinc1a lingstica y la mitologa hayan revelado losprocesos de la representacin espontnea e inconsciente.El salto entre la percepcin especfica y los conceptosgenerales es mucho m.s grande de lo que nos permitensuponer nuestras nociones escolares y este nuestro

    ~ g u j e que piensa por nosotros; es tan grande, quen9 llego a imaginarme cmo pudo haberse realizado, siel lenguaje mismo, sin que el hombre se diese cuentade ello, no hubiera preparado e impulsado todo esteproceso. Es el lenguaje el que produce una multitude expresiones individuales y casuales, de las que pocoa poco va destacando una que luego extiende sudenotacin sobre una cantidad siempre creciente dewos, hasta que por fm llega a abarcarlos todos y a'.iercer la funcin de un concepto genrico" (p. 321).

    Esta objecin contra la filosofa apenas podra adnritir otra razn ms convincente, pues casi todos losgrandes sistemas filosficos -exceptuado tal vez elSis.tema platnico- prcticamente no han prestadoatencin a aquel fundamento de la teora del cono~ i e n t o terico, cuya necesidad seala Usener. Poranto, aqu es el fillogo, el investigador del lenguaje de la religin, quien enfrenta a la filosofa con un6 t:Isener, Gottemamen. Versuch einer Lehre von der religisenBegriffsbildungBonn 1896, p. 33 0; cfr. esp. pp. V y ss.

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    nuevo problema, problema que surge de sus propiasindagaciones. Y Usener no slo indic un nuevo can:I?o,sino que tambin supo seguirlo d e c i d ~ d a m ~ n t e al u t i h ~ a rlos recursos proporcionados por la histon.a del lenguaJe,por el anlisis exacto de las palabras y sobre todopor el de los nombres divinos. Podramos p r e ~ n t a r n o ssi una filosofa que no dispone de tales medios puedesolucionar este problema, que le ha sido prese?tadopor las ciencias del espritu, y cules son los expedien.tesintelectuales que aplica en este caso. Hay o t ~ ~ .cammoque el de la histori del lenguaje y de la r e h g 1 ~ n p ~ aacercarnos mejor al origeo de los conceptos p n m ~ o stanto lingsticos como religiosos? O, en este. senttdo,conocer la gnesis de tales ideas es lo mtsmo queconocer sus ltimos significados y funciones?Este es el punto que me propongo resolver en laspginas siguientes. Retomar el mismo planteo delproblema tal como fue concebido por Usener, perolo e n f o c ~ desde un punto de vista distinto Y loabordar partiendo de otra base, que .no la lasconsideraciones lingsticas y filolgcas. El miSmoUsener destac la equidad y hasta la necesidad desemejante aproximacin desde que formul? su r ~ b l ~ ? _ l absico no como un simple asunto de la htstona lmgUlstica y de la historia intelectual, sino tambin. c o ~ oun tema de la lgica y de la e p i ~ e m o l o g a Esto ~ p h c aque estas dos disciplinas t a m b i ~ n . pueden ~ a n e J a r elproblema de la concepcin s e ~ a n h c a y ~ ~ t ~ a tratan-dolo con sus propios procedtmtentos y p t o s meto-dolgicos. Slo a travs de esta expanston, de estaaparente transgresin del crculo usual de las tareasde la lgica, podr esta ciencia llegar realmente a supropia intimidad, y entonces el reino ? e ~ raz_onam e?-toterico puro podr diferenciarse y diStmgurrse mhda-mente de los otros campos del ser intelectual Y de sudesarrollo.

    nLa evolucin de las ideas religiosas

    Antes de abordar este objetivo general, debemos considerar los hechos aislados que las investigaciones histrico-lingsticas y religiosas de Usener han trado a luzcon el fin de obtener as una base concreta para u e s t r a ~interpretac_iones y construcciones tericas. En la formacin y estructuracin de esos conceptos teolgicos queha construido utilizando las nomenclaturas divinasUsener distingue tres fases principales de tal desarrollo'.a ms antigua de stas se caracteriza por la creacinde los dioses momentneos . Estos seres no personifican ninguna fuerza de la Naturaleza, ni tampocorepresentan aspecto alguno especial de la vida humana,Ymenos to dava se fija en ellos un rasgo o valor iterativo,que luego se transforma en una imagen mtico-religiosaestable; por el contrario, es algo puramente instantneouna excitacin del momento, un fugaz contenido mental:q u ~ a ? a r ~ ~ e y desaparece con anloga rapidez, por cuyaObJetivaclOn y exteriorizacin se crea la imagen del".dios momentneo .Pe este modo, cada impresin recibida por el hombre,cada deseo que en l se agita, cada esperanza que loatrae, y cada_ peligro que lo amenaza, puede llegar a~ e c t a r l o religiosamente. Slo es necesario que la sensa~ n momentnea coloque al objeto delante de l, o que} s o ~ r e n d a con su aureola de santidad algn despliegue

    e ? t t ~ n o r de fuerza o aun su propio estado personalltim?, para que ese dios momentneo haya sidoe n m e n t a d o y creado. El nos enfrenta con su inme(ij.ata singularidad y originalidad, no como parte de unafuerza susceptible de manifestarse aqu, all y en cual-

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    quier lugar, en varios tiempos y lugares y para d i s t ~ t a spersonas, de manera mltiple y sin embargo h o r n o g e n e ~sino corno algo que slo existe aqu y ahora, en un mdlvisible momento de la experiencia y para un solosujeto, a quien abruma y subyuga.Usener mostr, a travs de ejemplos. de la l i t e r ~ t u r agriega, cun vivo era todava entre los r t ~ g ? s del pe n,odoclsico este primitivo sentimiento rehgtoso Y comovolvi a tener eficacia para ellos una Y otra v e ~Debido a esta vivacidad y excitabilidad de su sentimiento religioso, cualquier concepto u o ~ j e t o que enun instante dominara todos sus pensam ientos_ pod_iaser exaltado sin ms a la jerarqua divina: lntehgencta,Razn, Riqueza, Casualidad, Emocin, Vino, Festfn,Cuerpo del Ser Amado todo lo que nos llega repentinamente como un envo del cielo, todo _que no salegra, entristece o abruma, parece un ser dtvmo paratan sensible concienci a religiosa. Hasta donde alcancemosa remontarnos en la cultra de los griegos, ~ e r e m o s queexpresan semejantes experiencias por medto de la palabra 5cxCpwv (pp . 290 ss.).Pero sobre un nivel, en cierto sentido ms ~ l e v a d o queel de estos demonios momentneos, que vte_nen Yapareciendo y desapareciendo como las propias emoct

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    saria para el nacimiento. de los dioses pe:sonales es unproceso histrico-lingstico (p. 316). Stempre ~ u ~ seconcibe por primera vez un dios e s p e c ~ a l . . se lo ~ v 1 s t ede un.nombre especial, derivado de la acttVldad particularque le dio origen. Mientras se c o m p r e ? ~ a e ~ t e nombrey se lo perciba en su significacin ongmana, sus propios lmites estarn en correspondencia con los poderesdel dios y a travs de su nombre un dios puede serretenido' constante,mente en el estrecho c a r n p ~ ~ a r ael que originalmente fue creado. Algo n:uy dtstmtosucede cuando, sea por a l t e r ~ c i _ n . ~ ~ n ~ t l c a , sea pordesuso de la correspondiente ralZ lmgutstlca, el nombre

    d i ~ i n o pierde su inteligibilidad, su conexin con el t e ~ o r oviviente del lenguaje. Entonces tal nombre ya no ~ g ~ e r ea quienes lo .expresan u oyen, la idea de una a c t x v 1 ~ a dsingular, a la que el sujeto agente permanece exclusivamente atado. Es que tal palabra se ha hecho nomb_repropio y ste implica, igual que el nombre. de pilade una persona, la concepcin de una personaltd,ad. Seha creado as un nuevo Ser que sigue. e s a r r o ~ a n d o s esegn sus propias leyes. El c o n c e p ~ o de diOs especial, ~ u eexpresa una cierta actividad ms bten que una determmad naturaleza, logra ahora su corporeidad y .se prese1_1tapor asi decirlo, en su propia carne. E s t ~ dws ahoracapaz de actuar y de sufrir como una c n a t ~ r a humana,obra de diversas maneras y, en vez de consurrurse completamente en una actividad singular, la e n f r e n t ~ _como unsujeto autnomo. Los mltiples n o ~ b r e s dtvmos, queen su origen haban servido para destgnar otros tc:ntosdioses si:lgulareS, ntidamente separados entre Sl, Sefunden ahora en un nico ser personal, que a ~ i ~ a l l a t todos ellos se convierten en los dtstmtosnacnn1en o, .apelativos de este Ser, y expresan los t f e r ~ n t e s aspectosde su naturaleza, de su poder y de su Jerarquia (pp.30 J y SS., 325 y 330).Lo que ms intriga de estos resultados de Usener(que hemos tratado de recapitular con. b r e ~ e d a des en primer lugar, su concll,lsin matenal, smo el met;do por el cual la ha o b t e n i ? ~ U ~ e n . ~ ~ ~ r e ~ haberlaalcanzado por el camino del anahsts lmgu1stico, Y no secansa de subrayar que la investigacin de las for_maslingsticas, por medio de las cuales se x ~ r e s a n las _dtversas representaciones religiosas, son el hilo de Anadna,26

    l nica va y esperanza para pouer hallar orientacinsegura en el laberinto del pensamiento mtico. Sinembargo, el anlisis filolgico y etimolgico no es sunico objetivo; slo le sirve de instrumento, y stequeda subordinado a un problema ms profundo yextenso. Es que no irnport tanto conocer y comprenderla transmutacin histrica de los nombres y figurasdivinos como llegar a remontarnos a su origen .La reflexin intenta retroceder hasta el punto en queambos -e l .dios y su nombre- brotaron inicialmentede la conciencia. Pero este brotar no slo es imaginadocomo algo temporal, no es tomado como un irrepetibleproceso histrico, que manifiesta su eficacia en determinado momento, sino que se intentar comprenderlo apartir de la estructura fundamental del conocimientolingstico y mtico, a partir de una ley general de laconceptuacin lingstica y religiosa. Aqu no noshallamos en el dominio de la historia, sino en el de lafenomenologa del espritu. En su prefacio dice Usener:

    Slo mediante la ms comprensiva penetracin dentrode las hueilas espirituales del pasado, es decir, mediante la investigacin fl.lolgica., llegamos a ejercitarnqsen el arte de sentir de acuerdo con el pasado ; entoncescomienzan a vibrar y a cantar gradualmente dentrode nosotros ciertas resonancias de simpata que nospermiten descubrir en nuestra propia conciencia loshilos unificadores de lo antiguo con lo moderno. Unaobservacin y comparacin ms fecunda nos permite irms lejos y elevarnos de los casos particulares a la leygeneral. La ciencia humana estarfa muy mal servida si elinvestigador de lo particular no pudiese llegar a la visinSinptica. l revs, cuanto ms profundo sea el sondeo,ms proba,ble ser la recompensa del conocimiento delo universal,.Por eso, las investigaciones de Usener se mueven desdeel principio en el mbito de las lenguas y de las culturashistricas clsicas. Casi todo su material comprobativo loextrae de las historias de las religiones griega y romana;sin embargo, aclara perfectamente que estas demostraciones slo sirven como meros ejemplos para lograr

    C Q n ~ x i o n e s de carcter ms general. stas adquierennelieve especial y preciso cuando a los testimortios reco_gidos por Usener agregamos tambin los de la invest-27

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    gac1on etnolgica de los ltimos decenios. El mis :toautor aunque dej sin utilizar considerable matenalcomp'arativo de las culturas y religiones primitivas, reconoce y destaca expresamente que slo obtuv

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    lllLenguaje y concepcin

    Para comprender la naturaleza peculiar de la concepcinmtico-religiosa no slo a travs de sus e s u l ~ a d o s sino ensu principio y para ver adems cmo la formacin de losconceptos lingsticos se relaciona con la de los conceptos religiosos y en qu rasgos esenciales coinciden ambases asimismo necesario que nos remontemos an mslejos dentro .del pasado. No debemos vacilar en emprender un rodeo por los campos de la lgica y de laepistemologa pues slo sobre estas bases esperamospoder determinar ms precisamente la funcin de estaclase de ideaciones y distinguirlas claramente de lasformas conceptuales empleadas por el pensar terico.El mismo Usener saba que su problema no slo poseaun aspecto histrico y filosfico-religioso sino tambinotr relacionado con la pura teora del conocimiento pues sus investigaciones pretenden esclarecer nada menosque un antiguo problema bsico de la lgica y de lacrtica del conocimiento: el problema de los procesosespirituales a travs de los cuales se opera la elevacin.desde lo singular a lo general desde las percepciones yrepresentacions particulares hasta un concepto universal.Si para llegar a t l meta no slo ve la posibilidad deuna eventual excursin por los dominios de la historiadel lenguaje y de la religin sino que hasta la consideranecesaria esto supone que no se ha dado por satisfechoni ha quedado tranquilo con las comunes explicacionesde los estudiosos de la lgica sobre la relacin de logeneral con lo particular y singular. De hecho es muyfcl caracterizar lo que en este tipo de explicacinresulta ch :>eante para todo lingista que trata de calar

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    hondo en el fundamento espiritual del lenguaje. Deacuerdo con las enseanzas tradicionales de la lgica, lamente forma los conceptos al reunir en el pensamientocierto nmero de objetos que poseen propiedadescomunes - es decir : que coinciden en ciertos aspectos- ,al pensar y al hacer abstraccin de las diferencias, de talsuerte que nicamente retiene las semejanzas y reflexiona sobre ellas. Es as como surge en la conciencia laidea general de tal o cual clase de objetos. Por tanto, elconcepto notio conceptus) es aquella idea que representa la totalidad de las caractersticas esenciales, o sea: laesencia de los objetos en cuestin.En esta explicacin, al parecer tan simple y convincente, todo depende de lo que se entienda por caractersticas , y de cmo tales caractersticas originariamentefueron determinadas. La formulacin de un concepto general presupone caractersticas ya definidas; slo cuandoexisten ciertos rasgos fijos, por los cuales las cosaspueden ser reconocidas como semejantes o dismiles,como coincidentes o no coincidentes, es posible reuniren una clase los objetos que se asemejan entre s. Yno podemos dej ar de preguntarnos en este punto: cmoexisten semejantes diferencias antes del lenguaje? Noes ms exacto que adquirimos conciencia de ellas por

    d i o del lenguaje, por el acto mismo de nombrarlas?Si esto ltimo es lo aceptable, entonces, segn qureglas, s ~ g qu criterio se desenvuelve este acto? u es lo que induce o determina al lenguaje areunir justamente estas ideas en un todq singular y adenominarlas con una detenninada palabra? Qu es loque le obliga a seleccionar ciertas formas privilegiadasde entre la siempre fluyente y siempre uniformecorriente de las impresiones que hieren nuestros sentidos o brotan de los pr ocesos espontneos de la mente,para de tenerse ante ellas y conferirles una significacinparticular?Tan pronto como se plantea el problema de estamanera, la lgica tradicional ya no ofrece ningn puntode apoyo al estudioso ni al filsofo del lenguaje, pues suexplicacin sobre el origen de las ideas universales y delos conceptos genricos ya presupone la misma cosa queestamos tratando de entender y deducir, a saber: la

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    formulacin de las nociones lingsticas 8 . El problemase torna an ms difcil y an ms urgente, si se considera que la forma de esa sn tesis ideadora, que conducea los conceptos verbales primarios y a las denotaciones,no es determinada simple y unvocamente por el o bjetomismo, sino que abre un amplio campo de accin parala libre actividad del lenguaje y para su peculiaridad especficamente mental. Por supuesto, esta libertad debeposeer sus reglas, y este poder original y creativo, supropia ley. Pero, se deja explicar esta ley? Y puedeser relacionada con los principios que gobiernan a lasotras esferas de la expresin espiritual, especialmentecon las reglas de la concepcin mtica, de la religiosa

    la concepcin puramente terica, es decir, cientfica?Si comenzamos por estas ltimas, es factible demostrar que la tarea intelectual {mediante la cual el esprituforma las representaciones y los conceptos generalespartiendo de las impresiones particulares) tiende a romperel aislamiento de los datos, a los que pretende arrancardel aqu y ahora de su ocurrencia real, relacionndoloscon otras cosas y reuniendo a stas y aqullos dentrode un orden incluyente , den tro de la unidad de unsistema . La forma lgica de la concepcin, desde elpunto de vista del conocimiento terico, no es otra cosaque la preparacin para la forma lgica del juicio y no olvidemos que todo juicio tiende a superar lailusin de singularidad que va adherida a cada con tenidoparticular de la conciencia. El hecho aparentementesingular es co nocido, comprendido y fijado en unconcepto, slo cuando es subsumido bajo una ideageneral , cuando es aceptado como el caso de ley,como miembro de una multiplicidad o de una sene. Eneste sentido. todo verdadero juicio es sinttico: pues suprincipal intento y ambicin es justamente esta sn tesisde la parte en un todo, -este entretejer a los particularesdentro de un mismo sistema. Dicha sntesis no puedelograrse inmediatamente ni de golpe, sino que debe serelaborada poco a poco, por la progresiva act ividad derelacionar entre s las nociones aisladas o las impresiones

    ~ n s i l e s particulares, reuniendo despus esos todos8 Para ms detalles, ver m Philosophie der symbolischen For-men tomo 1, pp . 244 y ss.

    J ?

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    resultantes en complejos mayores, hasta conseguif, poriin, que la ltima unificacin de todos estos complejosseparados produzca la imagen coherente de la totahdadae las cosas.La tendencia hacia esta totalidad es el principio vivi-Lcante de nuestra concepcin terica y em prica. Pore.

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    ~ ~tica, bajo la figura de una frmula abstracta, sino que sedestaca como una totalidad vital concreta. No se tratade la mera subordinacin del caso particular a la ley,sino de una organizacin que, al relacionar la partecon el todo, simultneamente, percibe la forma del todoen la parte. Ahora bien, el carcter discursivo del pensamiento todava conserva su vitalidad y efectividad enmedio de esta percepcin , pues el objeto, en su determinacin y singularizacin individual, no se inmovilizasimplemente frente a l percepcin, sino que comienzaa moverse ante ella. No representa una mera y simplefigura, sino que se despliega en una serie y en una granvariedad de figuras: se presenta bajo la ley de lametamorfosis . Y esta metamorfosis no se inte rrumpehasta que no haya sido recorrido todo el mbito de laobservacin natural. Dicho mbito slo existe para elinvestigador en cuanto es atravesado gradualmente poruna constante alineacin de los casos, que progresa de loprximo a lo prximo.Goethe elogia la mxima de la metamorfosis porcuanto ella lo condujo felizmente a travs de todo eldominio de lo comp rensible y, por ltimo, hasta ellmite de lo incognoscible, ante el que se debe conformarel espritu humano. En este t ipo de contemplacin setoma cada existente dentro de su singularidad, pero lmismo tiempo se lo concibe como un analogon detodo lo existente, de manera que la existencia siemp:re sepresenta como apartada y a la vez como relacionada conotra cosa. La forma del intuir no se opone a la deldeducir , sino que ambas se compenetran y. fusionan.Por eso dice Goethe de s mismo: No descansarhasta hallar un punto significativo, del que puedan deducirse muchas cosas o, ms bien, que l mismo las hagabrotar de s y las lleve a mi encuentro .Se hallan bajo la misma ley de nuestro pensamientotanto los conceptos formales morfolgicos y biolgicoscomo los hiStricos. Se ha establecido una distincinentre el modo individualizador del pensamiento histrjco y el modo g e n e r a l i z a d o r de la ciencia. Mientrasque en esta ltima cualquier caso concreto es vistosimplemente como una instancia de una ley general y elaqu y el ahora carecen de significado a menos que

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    revelen una regla universal, en la historia -por elcontrario- se buscan deliberadamente este aqu yeste ahora para comprenderlos mejor en su propiocarcter. Ahora bien, la intencin del historiador no sedirige a cualquier tipo de concepto, actualizable en unapluralidad de ejemplares similares y equivalentes, ni aun acontecer repetible, reiterativo, sino que se refierea la propiedad y peculiaridad de los hechos concretos,a lo fcticamente irrepetible y nico. Y tambin escierto que esta nota nica y peculiar, propia de la materia del acontecer y de la ciencia histrica, no incluyesimultneamente a su forma especfica. Aun en el pensa-miento histrico, el hecho particular slo adquieresignificado en virtud de las conexiones que va estableciendo. Aunque no puede ser mirado como el caso deuna ley general, sin embargo, para pensarlo histricam e n t e para que aparezca su specie histrica, debeocupar su lugar como un miembro de la se:rie de losacontecimientos, o pertenecer a algn nexo teleolgico.Su determinacin en el ~ m p es, por tanto, lo exacta

    m ~ n t e opuesto a su estado de aislamiento temporal; puescontemplado desde el punto de vista histrico slotiene significado si remite a un pasado y preanuncial porvenir.

    As, toda genuina reflexin histrica, en vez de perderseen la visin de lo meramente nico, debe empearse, asemejanza del pensamiento morfolgico de Goethe, enhallar aquellos momentos fecundos dentro del cursode los acontecimientos donde, como en puntos focales, concluyen series enteras de sucesos. En tales puntos,las fases de la realidad, que se encuentran muy separadasentre s, llegan a conectarse hasta constituir un todounitario para la concepcin y la comprensin histrica.En cuanto ciertos momentos significativos son entresacados de la corriente unorme del tiempo, se relacionanenfre s y se concatenan en series, se iluminan gradualmente el origen y el fin de todo acontecer, su dednde y su hacia dnde. As tambin, el conceptohistrico se caracteriza por el hecho de que a travsde l se forjan de un solo golpe miles de combinaciones;y no es tanto la percepcin de lo singular, sino msbien el tener conciencia de estas combinaciones lo que vagestando eso que llamamos sentido especficamente37

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    bist6rico de los fenmenos, o sea, su peculiar historicidad.Pero no nos detengamos por ms tiempo en estasreflexiones generales, pues nuestra intencin no se dirigea la estructura de los conceptos i e n t f i c o s ~ slo consideramos esta estructura c o ~ el objeto de elucidar la formay el carcter de los conceptos lingsticos primordiales.Mientras esto an est por hacer seguir siendo incompleta la teora puramente lgica de la concepcinintelectual, pues los conceptos del conocimiento tericoslo constituyen una capa superior de la lgica, que asu vez se basa sobre otra capa inferior la de la lgicadel lenguaje. Antes que se inicie el trabajo intelectualde concebir y comprender los fenmenos, debe haberleprecedido y haber alcanzado cierto grado de elaboracinla tarea de la denominacin, porque es esta tarea la quetransforma el mundo de las impresiones sensibles, talcorno las poseen los animales, en un mundo mental,en un mundo de ideas y significacines. Todo cqnocimiento terico parte de un mundo ya preformado porel lenguaje y tambin el historiador, el cientfico, y aunel filsofo, viven con u objetos slo cuando el lenguajese los presenta. Y esta dependencia inmediata, inconsciente, es ms difcil de comprobar que todo aquelloque el espritu crea mediatamente, a travs de procesosconscientes de pensamiento.Es evidente que aqu no tiene mucha aplicacin la teoralgica, que remonta el origen de los conceptos hasta unacto de "abstracci n" generalizadora. Es que tal "abstrae-'cin" consiste en elegir de entre las mltiples propiedadesdadas algunas que sean comunes a las respectivas expe

    r i e n c i ~ s sensoriales o intuitivas; y nuestro problema noes el de la eleccin de propiedades ya dadas, sino laobtencin, la posicin de las propiedades mismas. AquSt. trata de comprender y aclarar la naturaleza y direccinde ese ..denotar", que debe anteceder a la funcin d e ~

    d e n o m i n a r . Hasta los pensadores que ms activamentese ocuparon del problema del "origen del l e n g u a j e ~creyeron necesario detenerse en este punto, y supusieronsencillamente una original "facultad" del alma para elproceso de "denotar."."Cuando el hombre lleg a. la condicin reflexiva que lel

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    es peculiar _:dice Herder, en su ensayo sobre el origendel lenguaje- y cuando esta reflexin logr por primeravez moverse libremente el hombre invent el lenguaje." Supngase que cierto animal (por ejemplo, uncoxdero) pasa ante ,los ojos de un ser humano. Quimagen, qu visin de l se presentar a la concienciahumana? Por cierto que no ser la misma que "sentirn"el lobo o el len; stos ya la e ~ t a r a n husmeando ygustando mentalmente; y, dominados por la sensualidad, el instinto }os arrojara sobre ella. T.ampoco laimagen del hombre ser semejante a la de otro animal,para quien el cordero no tenga inters directo, puestal animal la dejara pasar vagamente ante s, ya queu instinto estara dirigido hacia otra cosa. " No locurre as al hombre Tan pronto como ste siente. la necesidad de conocer la oveja, po le molesta ningn instinto, ni tampoco ste lo arrastrar demasiadocerca de su objeto ni lo alejar demasiado de l.

    S i m p l e m e n ~ e , la oveja e le presenta tal como impresionaa sus sentidos: blanca, mansa, lanuda y la raznhumana, en u ejercicio conscient'e, sigue buscando unacaracterstica para este ser, hasta hallar que la ovejabala Ha encontrado la diferencia especfica. Su sentidointerior ha sido activado. Este balar, que se ha grabadocon mayor fuerza en su mente, que se aisl de todaslas dems propiedades de la vista y del tacto, seadelant y penetr ms profundamente dentro de suexperiencia Ah, t aes eso que bala Esto eslo que retienl dentro de s, lo que siente interiormentecomo percibido humanamente, como bien interpretado, por haberlo reconocido en su atributo. Entonces, ocurri PO medio de un atributo? Y ste qu es sino unapalabra atributiva interior? As, el sonido del balar,aprehendido por el ser humano como una caractersticade la oveja, se transform, por medio de la reflexin,en el nombre de dicho animal; y esto tiene lugar aunque.Sll -lengua (la c;lel hombre) nunca hubiese podido expre-.sarlo'.9 En estas declaraciones de Herder todav,ia parece orseclaramente el eco de aquellas teoras que l estaba9. b ~ r de -n Ursprung der Sprache", en erke (e.d. Supham),' ti, pp. 5 Y SS.

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    combatiendo: las teoras lingsticas del Iluminismo,que pretendan que el lenguaje derivaba de la reflexinconsciente lo consideraban como algo inventado .l hombre busca caractersticas, porque las necesita,porque su razn, su especfica facultad de reflexinlas exige. Esta misma exigencia sigue siendo algo noderivado: una fuerza fundamental del alma . Por ciertoque de este modo la explicacin se ha ido moviendodentro de un crculo, pues tambin debe ser consideradocomo su comienzo el fin y la meta de la formacin dellenguaje, a saber: el acto de denotar reflejando laspropiedades especficas de las cosas.La forma lingstica interior de Humboldt parececonducirnos hacia otra direccin, pues este autor yano se refiere al de dnde de los conceptos lnigsticos,sino a su puro qu ; no a su origen, sino a la revelacinde su peculiaridad. El modo de denotar, que es el sostnde toda formacin verbal lingstica, acua siempreun tpico carcter espiritual, una manera especial deconcebir y aprehender. Por eso, la diferencia entrelos diversos lenguajes no es una cuestin de sonidos ysignos distintos, sino de diferentes concepciones delmundo. Si, por ejemplo, en griego, la Luna se denominaMedidora ;.fw) en latn, Luminosa luna), o sien uno el mismo idioma, como en el snscrito, elelefante se llama ora el que bebe dos veces , oraEl bidentado , ora El provisto de una mano . todo ello demuestra que el lenguaje .nunca designasimplemente los objetos como tales, sino siempre concep-tos, que surgen de la actividad autnoma de la mente.Por dicha razn, la naturaleza de estos conceptosdepende de la direccin asumida por esa activa visinintelectual.Pero aun este concepto de la forma interna del lenguajepresupone realmente aquello mismo que pretenda de-mostrar deducir. En efecto, por un lado, el lenguajees aqu el instrumento para cualquier perspectiva espi-ritual del mundo, el medio a travs del cual ha de pasarel pensamiento antes de hallarse a s mismo y poderconferirse una determinada forma terica; pero, porotro lado, i ~ m e n t e esta clase de forma, esta especialperspectiva del mundo, debe ser presupuesta para poder40

    explicar el carcter particular de cualquier lenguaje,es decir: su modo peculiar de ver y denotar. As, lacuestin del origen del lenguaje siempre tiende a conver-tirse, aun para los pensadores que la han comprendidoprofundamente que ms fatigas han sufrido por sucausa, en un intrincado rompecabezas. Toda la energamental que a ella se aplica slo parece hacernos giraren un crculo vicioso dejarnos en el mismo punto dedonde habamos partido.Sin embargo, la propia naturaleza de tales problemasfundamentales hace que la mente, por pocas esperanzasque tenga de resolverlos alguna vez, nunca pueda dejarde tomarlos en cuenta. Recibimos algo as como unhlito de posible solucin si, en vez de comparar lasformas lingsticas primarias con las formas de la concep-cin lgica, ms bien tratamos de relacionarlas con lasde la ideacin mtica. Lo que nos induce a u bicar estosdos tipos de conceptos, el lingstico y mtico, en unasola categoda a oponerlos ambos a la forma delpensafuent lgico, es que ambos parecen revelar unamisma clase de aprehensin intelectual, que se contra-pone a nuestros procesos del pensar terico. Como yahemos visto, el pensamiento terico t iende especialmentea liberar a Jos contenidos de la experiencia sensible eintuitiva del aislamiento en que originariamente suelendarse; los saca de sus estrechos lmites, los asocia conotros contenidos, los compara entre s y los conca-tena en un orden definido y en un contexto englobaddr.Procede discursivamente en cuanto toma al conte-nido inmediato slo como un punto de partida, desdeel cual pueda recorrer toda la gama de las impresionesen sus mltiples direcciones, hasta lograr combinarlas,por fin, en una concepcin unificada, en un sistemacerrado. En este sistema ya no hay puntos aislados;todqs sus miembros se relacionan recprocamente, serefieren los unos a los otros, se aclaran y explican:mutuamente. Pareceria as que lo singular, los hechosaislados,. se fueran recubriendo ms y ms de hilosinvisibles, que los enlazaran con el todo. La significacinterica que ahora reCiben se basa en e] hecho de estarmarcada con el sello de la totalidad.l pensamiento mtico, contemplado en las formas

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    ms primigenias que podamos alcanzar, es ajeno alcarcter de unidad intelectual, y hasta contrario a suespritu, pues en esta su especial manera de ser, elpensamiento no dispone libremente de los datos de laintuicin para poder relacionarlos y compararlos entres mediante la reflexin consciente, sino que es subyugado y caut ivado por las intuiciones que p n t i n ~lo encandilan. Uega a descansar sobre la expenenClliinmediata; slo siente y conoce esta presencia sensible,que es tan poderosa como para hacer desaparecer todolo dems. Para una persona que se halla bajo el hechizode esta intuicin mtico-religiosa todo el mundo quedacomo anulado, paes el contenido inmediato, cualquieraque sea, que determina este inters religioso, llena.completamente su conciencia, que nada puede subSistirjunto a ella ni fuera de sus lmites. El yo agota toda suenerga en este solo objeto, vive en l y se J e r ~ edentro de su esfera. En vez de ampliarse la expenenctaintuitiva, encontramos aqu su limitacin rris extrema;en vez de una expansin que podra elevarla hacia cpu-.las cada vez ms amplias del ser, vemos aqu una tendencia a la concentracin; en vez de su distribucinextensiva su comprensin intensiva. Esta concentracinde todas' las fuerzas en un solo punto es el requisitoprevio de todo pensamiento mtico y de toda formulacin mtica. Si, en primer trmino, el yo se entrega porentero a una sola impresin y queda poseso de ella;si. adems, se da la mayor tensin entre el sujeto Y suobjeto: el mundo exterior; si la realidad ex erna no essimplemente vista y contemplada, sino que se imponel Ji ombre en su cruda inmediatez, causando emocwnesde miedo o de esperanza, de terror o de deseos satisfechos y liberados entonces de algn mo do salta lachispa y la tensin se afloja desde el momento en que laexcitacin subjetiva queda objetivada, desde que esenfrentada por la mente humana como un dios o undemonio.Nos hallamos as frente al protofenmeno mtico-re.ligioso que Usener trat de fijar con el concepto Y laexpresin de dios momentneo . En la inmediatezabsoluta -dice- el fenmeno individual es endiosado,sin que intervenga ni el ms mnimo concepto genrico;esa sola cosa, que ves delante de ti, esa misma, Y nn-

    guna otra, es el dios (p. 280). Aun hoy la vida de losprimitivos nos descubre ciertos rasgos en los que esteproceso se destaca nitidamente y de manera casi palpable. En este punto podemos recordar los ejemplosutilizados por Spieth para ilustrar dicho proceso: elagua encontrada por una persona sedienta, el montn determitas que oculta a un fugitivo y le salva la vida, cualquier objeto novedoso que suscita repentino terror en elhombre: todo esto es transformado directamente en undios. Spieth resume sus observaciones en las siguientespalabras: ara la mente de los eveos, el momentoen que un objeto o cualquier atributo llamativo seenlaza con la vida y el espritu del hombre en unarelacin perceptible, sea agradable o desagradable, marcael nacimiento de un tr en su conciencia . Es como sl impresin aislada, su separacin de la totalidad de lasexperiencias co munes y cotidianas, no slo produjeseuna tremenda intensificacin, sino tambin el mayorgrado de condensacin,. y como si en virtud de estacondensacin se crease la forma objetiva del dios, detal suerte que pareciera surgir de dicha experiencia.En esta forma intuitiva, creadora, del mito, y no en laformacn de nuestros conceptos discursivos, tericos, e sdonde debemos buscar la llave que ha de abrirnos lossecretos de los conceptos originarios del lenguaje. Adems, la formulacin del lenguaje no debe ser retrot,radahacia ninguna especie de contemplacin reflexiva, nihacia la tranquila y esclarecedora comparacin de lasinpreSiohes sensibles dadas de antemano ni hacia laabstraccin de atributos deftnidos, sino que tambinaqu hemos de abandonar estas inticiones estticas yvolver al proceso dinmico que .ocasiona el sonidoverbal por su propio impulso interior. Y tampoco bastaesta mirada retrospectiva, pues por su intermedio.terminamos por ser conducidos a otra pregunta ms lejana ydificil, la pregunta de cmo es posible que algo permanente pueda brotar de tal dinamismo, de cmo el vagooleaje de las impresiones y sentimientos sensibles, tendidos hacia un objetivo, pueda hacer surgir unaestructura verbal.

    La moderna ciencia lingstica, en su esfuerzo parailuminar el or igen del lenguaje, muchas veces recurre

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    al aforismo de Hamann de que la poesa es la lenguamaterna de la humanidad . sus estudiosos han subra. .y_ado que el lenguaje. no se enraza en .el lado prosaico,smo en el lado potico de la vida, qe tal suerte que sultimo fundamento no debe ser buscado en la preocupacin por la percepcin objetiva de las cosas .ii enc ~ a s i f i c a r l a s . c u e r d o con determinados atributos,smo en el pnnuttvo poder del sentimiento subjetivo.toPero, si bien esta doctrina de la expresin lrico-musicalde primer intento, parecera pode.r evadirse del . c r c u l ~vicioso en que siempre vuelve a caer de nuevo la feorlade la expresin lgica, sin embargo, al ftn no puedesuperar el abismo entre la funcin expresiva del lenguajey su mera funcin denotativa. Es que tambin en estateora sigue persistiendo una especie de hiato entreel aspecto lrico de la expresin verbal y su carcterlgico; y precisamente sigue siendo oscura aquella e m n ~ i p c i n que el sonido, en su expresinemoctonal, en un somdo denotativo.Tambin en este caso podramos guiarnos una 'mspor la consideracin de cmo fueron generados los

    d i ~ s e s ~ o m e n ~ n e o s , las configuraciones mticasmanas. S1 tal d10s en su origen, es producto deuninstante, si debe su existencia a una sitcin -er.iiera:

    m ~ n t concreta e individual, que unca se repite delm1sn:to modo, alcanza luego, sin embargo, cierta consistencia que lo eleva muy por encima de la condicinaccidental de su origeq. En cuanto se lo desliga de lanecesidad inmediata, del miedo o de la esperanza deaquel momento, se transforma en un ser independiente,q ~ ~ desde entonces vive segn su propia ley, tras conqUistar forma y continu idad. Se presenta a los hombresno como una creacin del momento, sino como unapotencia objetiva y superior, a la que ellos adoran yproveen, mediante el culto, de forma cada vez msdefinida. En adelante, la imagen del dios momentneoen vez de limitarse a conservar el recuerdo de q u e l l ~que al comienzo significaba y fue -mera liberacindel miedo, o el cumplimiento de un deseo y de- unaesperanza- persistir y continuar mucho tiempo des-10 Otto Jespersen, rogress in lanoouage Londres, 18.94 , esp.pp. 332 Y SS,

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    pus de que haya palidecido y aun desaparecidocompletamente tal recuerdo.La misma funcin que desempea esa imagen deldios, esa misma tendencia a la existencia permanente,deben ser asignadas a los sonidos ar ticulados del lenguaje. La palabra, como dios o como demonio, no sepresenta ante el hombre como si fuera su propia c r ~ a c i n. .smo como algo existente y significativo por derechopropio, como una realidad objetiva. En cuanto saltla chispa, en cuanto l tensin y la emocin delmomento encontr su descarga en la palabra o en laimagen mtica, le ocurri una especial peripecia a lamentalidad humana ; y fue que su excitacin interior,que era un simple estado subjetivo, se desvaneci,y transfigur en la forma objetiva del mito o del lenguaje.Ahora puede comenzar una objetivacin siempre progresiva. Del mismo modo que la actividad autnomadel hombre .se extiende paulatinamente sobre una esferacada vez ms amplia, y llega a ajustarse y a organizarsedentro de ella, tambin el mundo m tico y lingsticosufre una progresiva organizacin, una articulacincada vez ms definida. Los dioses ..momentneos sonseguidos por los dioses de la actividad.tal como nos loseal Usener a travs de los dioses funcionales romanos y las correspondientes divinidades lituanas. Wissowa resume el carcter bsico de la religin romanaCOtt las siguientes palabras: ..Todas sus deidades sonconcebidas, por decirlo as, de manera puramente prci:ica, como eficientes para las cosas con las que losromanos tratan en su vida ordinaria: el medio ambienteen el que actan, las distintas actividades que los reclamll;n las ocasiones que determinan y configuran la vidadel hombre como individuo y la de la comunidad. Todosestos aspectos del obrar estn bajo la proteccin dedioses claramente concebidos, dotados de poderes biendefinidos. Para los romanos aun Jpiter y Tellus erandioses de la comunidad, dioses del hogar y del campo,del bosque y del prado , de la siembra y de la cosecha,del crecimiento, de la flor y del frutou11 G. Wissowa, Religion und Kulttis der Romer Munich, 1912,voL 2, pp. 24 y ss.

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    Aqu se puede descubrir directamente cmo el hombre'slo logra la percpcin de la realidad objetiva a travesde su propia actividad y por la progresiva diferenciacinde dicha actividad; antes de pensar en conceptos lgicos,el hom retiene sus experiencias por medio de im.genes mttcas claras y bien d i f e r e n c ~ d a s . Ta m bin aqu eldesarrollo el lenguaje parece ser la anttesis del desenvo_lv Dnjento sufrido por la intuicin y el p e n s ~ i e n t om t h ~ ? s pues no se puede asir la verdadera natura leza yfuncton de los conceptos lingsticos si se los consideracomo copias, como meras reproducciones de un slido'mundo de cosas, cuyos componentes fue.ran dados a Jamente humana b nitio y ya con la rgida delimitacin'de sus e n t o r n o s . De nuevo hay que establecer primerolos lmites de las cosas y trazar sus siluetas por mediodel lenguaje. ,Esto se consigue cuando el obrar delhombre se organiza interiormente y su concepcin delSer logra una pauta cada vez ms ntida.Y a hemos demostrado que la funcin primaria de los

    c o n c ~ p t o s lingsticos no consiste en la comparacin delas dtversas experiencias sensibles ni en la seleccin deciertos atributos comunes, sino en la concentracin ctelcontenido perceptivo, destilndolo, por as decir, en unsolo punto. Pero el modo de esta concentraci n siempred ~ p e n d e de la direccin del inters subjetivo, y es determmado no tanto por el contenido de la experiencia,como por la perspectiva teleolgica desde la cual se loenfoca. Slo lo que resulta importante para nuestrodesear y querer, esperar y cuidar, obrar y actuaresto slo esto recibe el sello de la "significacin"

    v ~ r b a l L_as distinciones en la significacin son el requisito prevto de aquella solidificacin de las percepcionesque, tal como hemos dicho antes, es condicin necesariapara su denotacin mediante las palabras. Es que sloaquello que de algn modo se relaciona con nuestrospuntos focal_s del querer y del obrar, slo lo que -

    m ~ e s t r ser Impulsor u obstructor, importante o necepara nuestro esquema de vida y actividades, eseleSJ:dO de entre el flujo uniforme de las impresionessens1bles, es destacado en medio de ellas, o sea:recibe un nfasis lingstico especial, un nombre.Las etapas i n i c ~ a l e s de este proceso de destacar tam-46

    bin las ejercitan los animales, pues tambin en sumundo de ~ x p e r i e n c i s son escogidos mediante laaprehensin consciente aquellos elementos sobre los quese centran sus impulsos e instintos. Slo aquello queexcita un instinto des acado, como por ejemplo el instinto de nutricin o el instinto sexual, o algo que serelacione mediata o inmediatamente con l " est presente para un animal como un contenido objetivo desu sentimiento y apercepcin. Pero semejante presenciaslo llena el preciso momento en que el instinto es

    provocado y directamente estimulado; tan pronto comola excitacin disminuye, y el deseo es apaciguado, satisfecho, se desploma de nuevo el mundo del Ser, elorden de las percepciones. Cuando un nuevo estmuloalcance a conmover la conciencia animal, quiz resucitedicho mundo; pero siempre se mantendr en los estrecho

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    los cuales el pensamiento mtico trasciende la originariaindeterminacin de las intuiciones complejas , Y progresa hacia construcciones mentales concretamente determinadas y ntidamente separadas entre s. E s t ~ progreso es determinado, en primer lugar, por medto delrumbo que asume la accin; es as que las formas lainvencin mtica reflejan no tanto las caractersttcasobjetivas de las ..cosas como, ~ b r ~ _odo, las formasobrar humano. El dios de los pnnuttvos, como acc10nde los primitivos, se limita a un campo de a c ~ t o n muyrestringido. No slo cada actividad ttene dws particular, sino que tambin cada momento smgular dedeterminado obrar, cada una de las f a s e ~ de la a c c 1 ~ ntotal, se convierte en e\ dominio de un d10s o demomoindependiente, que patrocina precisamente esta s ~ e r aaccin. Cuando se realiz en Roma un acto exp1ato_nopor haber sido arrancados los rboles de un bosquectllosagrado de la diosa Da C e ~ e s ) , sus sacerd?tes, _losHermanos Arvales, dividieron dtcho acto en va:ws p t s o ~dios singulares, para cada uno de los cuales t ~ ~ o c a b a nuna divinidad especial: Deferenda p a r ~ veriflcar losrboles; Commolenda para trozarlos; Comquenda parahacerlos tablones, y Adolenda para quemar los restosde madera que deban ser descartados.18De modo muy parecido suelen proceder ciertos e ~ ? u a j e sprimitivos, que a menudo subdividen una acc10n envarias otras, y que, en vez de ~ o ~ p r e n d e r l a s en sugeneralidad y expresarlas con un termmo verbal ~ e n e r a l ,denominan cada .patte con un verbo s e p a r a ~ o comosi tuvieran que d e ~ m i m u z a r la -idea en pequenas partesa fin de poder IQaii.ejarla mejor. Tal vez no sea_ meracasualidad que, en el lenguaje de los e v ~ o s tan neo endioses momentneos y dioses especiales (como sededuce de la descripcin de Spieth), se destaque e s t ~peculiaridad lingstica con tanto v i ~ o r . Y aun alltdonde tanto el lenguaje como el mlt

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    guajes no mantienen tal diferencia de ' gneros gramaticales, sino que en vez de stos usan ot "OS y ms complejos pr incipios de clasificacin, el mundo mtico-religioso tarobin suele presentar una estructura completamente distinta, representando todas fases de la existencia, no bajo los auspicios de poderes personales ydivinos, sin ordenndolas en clases y grupos totmicos?Nos contentamos con plantear simplemente la cuestin,cuya ltima respuesta slo puede ser resuelta por unadetallada investigacin cien tfica. P ero, sea cual fuere larespuesta, es evidente que tanto el lenguaje como el mitodesempean tareas similares en la evo lucin del pensamiento que va de la experiencia momentnea a las concepciones duraderas, de la impresin sensible a la formulacin, y que sus respectivas funciones se condicionanmutuamente. La conexin de ambas prepara el terrenopara las grandes sntesis, de las que brota nuestra creacin mental, nuestra visin unificada del cosmos.

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    Va p l br mgica

    Basta aqu hemos intentado descubrir la raz comn dela co_nceptuacin lingstica y mtica ; surge ahora lacuestin de cmo se refleja esta conexin en la estructuradel mundo que nos dan el lenguaje y el mito. Aqu nosencontramos con una ley que tiene la misma validez paratodas las fonnas simblicas que influye esencialmenteen su_ desarrollo. Ninguna de stas se presenta inicialmente como una forma aislada, independiente, reconocible en s misma, sino que slo se va desprendiendopo o a poco de su ma triz comn, que es el mito.lodos los contenidos mentales, por ms que demuestrentener un dominio sistemticamente independiente y supropio principio autnomo, de hecho slo se presentan en este tipo de combinacin. La concienciaterica, prctica y esttica, el mundo del lenguaje y elde la moral, las formas fundamentales de la comunidad ydel Estado . . . s vinculan originariamente con las con

    ~ p c i o n e s mtico-religiosas. Esta conexin es tan vigo.rosa que, all donde comienza a debilitarse el mundointelecto parece amenazado de total desintegracin ;es tan vital que , tan pronto como las formas individualestratan de salir del todo originario para enfrentarlo en supretensin de originalidad especfica, ms bien parecendesenraizarse y perder parte de su propio ser. Despusdescubrimos poco a po'o que justamente esta autodestmcctn representa un momento necesario n su autoaesap:ollo, que la negacin contiene el germen de unanuev.a afirmacin, que eL mismo divorcio se convierte en punto de partida de una hueva cone~ n la que a su vez surge de otras postulacionesheterogneas.

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    Este vnculo ongmario entre la conciencia lingstica yla mtico-religiosa se expresa sobre todo en el hecho deque todas las estructuras verbales aparecen tambin comoen tidades mticas, provistas de determinados poderesmticos, y de que la Palabra se convierte, de hecho, enuna especie de potencia primigenia, de donde procedetodo ser y todo acontecer. En todas las cosmogonasmticas, por ms lejos que nos remontemos en su historia, siempre podremos hallar esta suprema posicin dela Palabra. Entre los textos que Preuss recogi de losindios uitotos, hay uno que concuerda paralelamente conlos pasajes iniciales del Evangelio de San Juan, que, enefecto, segn su traduccin, parece coincidir completamente con l. Dice as: En el principio la Palabra dioorigen al Padre .2o Por ms sorprendente que parezca lasemejanza, nadie intentar por eso deducir de ella unparentesco inmediato, ni tan siquiera una analoga entreel contenido material del primitivo relato de la creaciny el de las especulaciones del Evangelio de San Juan. Y, .sin embargo, esta correspondencia nos enfrenta con unproblema latente, pues nos seala que aqu debe haberuna relacin indirecta, que se eleva desde los msprimitivos, balbuceos del pensamiento mtico-religiosohasta las estructuras ms elaboradas, en las que dichopensamiento parece penetrar ya en el campo de lo puramente especulativo.Obtendremos una idea ms exacta del modo y fundamen-to de esta relacin, si logramos remontarnos (en nuestroestudio de los diversos ejemplares de la veneracinmtico-religiosa de la Palabra que nos ofrece por doquierla historia de las religiones) desde la mera analoga desus respectivos contenidos hasta el reconocimiento desu forma comn. Debe ser alguna funcin particular,esencialmente inmutable, que confiere a la Palabra estecarcter extraordinario y religioso, transportndola desdeel principio a la esfera religiosa, a la esfera de lo sagrado . En los relatos que de la creacin hacen casi todaslas grandes religiones culturales, la Palabra aparecesiempre unida al Dios creador, el de mayor jerarqua, seaen calidad de su instrumento, sea directamente como elfundamento primordial de donde ella misma, as como20 Preuss, Re/igion und Mythologie der Uitoto J, 25 y ss: ll, 65 9.

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    todo ser y todo orden, provienen. El pensamiento y suexpresin verbal son considerados, por lo comn, comouna sola cosa, pues la mente que piensa y la lengua quehabla se pertenecen necesariamente. As, en los msantiguos do cumentos de la teologa egipcia, se atribuyeeste poder primordial de el corazn y la lengua, aldios creador Ptah, ya que l produce y dirige a todoslos dioses, hombres, animales y dems seres vivientes.Todo lo existente ha llegado a ser por medio del pensamiento de su corazn y el mandato de su lengua; aambos deben su origen todo Jo psquico, as como todala existenCia corprea, el ser del Ka, as como el de todaslas cualidades de las cosas. Aqu, como ya lo sealaronciertos eruditos, miles de aos antes de la era cristiana se concibe a Dios como un Ser espiritual, quepens el mundo antes de crearlo, y us la Palabracomo medio de expresin y como instrumento decreacin.221 Ver Moret . M ysteres Ef yp ti ens. Pars, 1913, pp. 8 y ss.:cfr. esp. Erman, Ein Denkmal memphitischer Theologie , enSitzungsberichtder kfmiglir.h-Preussi.When A kodemif ' e r i ~ s P n s -chaften, XLIII, 1911 , pp. 916 y ss. Un paralelo exacto puedeencontrarse en un himno oolinesio a la creacin. el cu a l.de acuerdo con la traduccin alemana de Bastian (aqu alcas.tellano) dice lo siguiente:

    E n el principio. el Espacio y el Compaero:el Espacio, en lo alto del Cielo,Tananaoa colmaba: El rega el Cielo,y Mutuhei se enrollaba por encima de El.An no haba ninguna voz, ningn sonido,ninguna cosa viva en movimiento.An no haba ningn da ni tampoco luz,slo una no che siniest ra . neg ra v oscura.Tananaoa fue quien conquist a la noche,y el espritu de Mutuhei taladr la distancia.De Tananaoa brot Atea,henchido de fuerza vital, poderoso fuerte;Atea era ah ora quien rega el da,Y ahuyent a Tananaoa

    .a idea bsica de to d o es to es que Tananaoa desencadena esteproceso desde el momento en que el silencio original (Mutuhei)es desplazado a causa de la produccin del sonido (Ono) en que~ t e a (la luz) se casa con la auro ra (Atanua) . Ver S. Bastian,Die heilige Sage der Polynesier Kosmogonie urfd TheologieLeipzig, 1881, pp. 13 y ss. Ver tambin Achelis, Uber Mytholo-gie und Kultus von Hawaii ' ' , en Das A ~ l a n d tomo 66, 1893,p. 436.

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    Y as como enraizan en l todo ser fsico y psquicoas ocurre tambin con todos los lazos morales y todo elorden tico. Aquellas religiones cuya imagen del mundoy cuya cosmogona se basan sobre un fundamental contraste tico -e l dualismo entre el bien y el mal- veneran en la Palabra hablada la fuerza primordial por cuyosolo intermedio el caos pudo ser transformado en uncosmos tico-religioso. La Introduccin del Bundahish(la cosmogona y cosmografa de los parsis) narra que lalucha entre el poder del Bien y el poder del Mal, entreAhura Mazda y Angra Mainyu, comienza por la recitacin de Ahura Mazda, quien pronuncia las palabras dela oracin santa (Ahuna Vairya): "Dijo aquello que estconstituido por veintiuna palabras. La terminacin, esdecir, su triunfo, la impotencia de Angra Mainyu, eldeclinar de los Daevas, la resurreccin y la vida futura,el fin de la oposicin contra la (buena) creacin paratoda la eternidad . . , todo esto se lo mostr a AngraMainyu . . . Cuando fue dicha una tercera parte de estaoracin, Angra Mainyu se retorci de miedo; cuandohaban sido dichos dos tercios, cay de rodillas, ycuando se acab de decir en su totalidad , se sinticonsternado e impotente de cometer cualquier abusocontra las criaturas de Ahura Mazda, quedando confundido por tres mil aos".22 - Tambin aqu las palabrasde la oracin preceden a la creacin material, resguardndola contra los poderes destructivos del mal.Del mismo modo, en la India, se antepone el poderde la Palabra Hablada (Vac) l poder de los propiosdioses. "De la Palabra Hablada dependen todos losdioses, todos los animales y todos los hombres LaPalabra es lo Imperecedero, es el Primognito de la Leyeterna, la madre de los Vedas, el ombligo del mundodivino" 23A esta prioridad de su origen corresponde la desu poder. A menudo, el nombre del dios, ms queel dios mismo, parece ser la verdadera fuente de u22 Ver Der Bundehesh zum ersten Male herausgegeben vonPerdinand Justi Leipzig, 1868, cap. I, p. 3.23 Taittiriya Brahm 2, 8, 8, 4 (en alemn, por Gelder, en suR eligionsgeschichtliches Lesebuch p. 125).

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    eficacia.24 El conocimiento de estos nombres confiere, alque lo posee, el poder de subyugar tambin el ser y lavoluntad del dios. Una difundida leyenda egipcia nos cuenta que Isis, la gran maga, indujo astutamente al dios delsol, Ra, para que le desc1,1brera su nombre, y que por estemedio obtuvo poder sobre l y sobre los dems dioses.25Tambin. la vida religiosa de los egipcios evidencia devarias maneras en todas sus fases esta fe en la supremacadel nombre y en el poder mgico que le es inherente.26Para las ceremonias de la consagracin de los faraoneshay determinadas normas que indican cmo se transfieren los diversos nombres de los dioses al faranY cada nombre nuevo le transmite a su vez un n u e v ~a,tributo, una nueva fuerza dvina.27Adems, este dogma desempea un papel importante. en la doctrina egipcia del alma y de su inmortalidad.2, egn la leyenda los maoris, que relata su primera emigraCIOn Nue,va Zeland ta, stos no llevaron consigo sus viejos dioses, stno solo sus potent es o raciones, por medio de las cualeses t-aban .seguros de poder doblegar la voluntad de los dioses asus deseos ; cfr. Brinton, Religions o[ Primirive P e o p l e . ~ . pp .F0 3 Y ss.25 " 'Yo soy - dice Ra en esta historia-- el de los muchos nom

    b r ~ s Y de las .muchas f.otmas, y mi forma est en cada diospadre Y :1' madre me dijeron m i no mbre. ste permanecio_culto en mt cu_rpo desde m i nacimiento, a fin de que ningnm go pudiese adquirir poder mgico sobre m, invocando taln ~ ~ b r e . Entonces dijo Isis a R (que hab a sido picado por una

    b o r a venenosa de su creacin, y que apelaba a todos losdioses en busca de ayuda contra el veneno}: 'Dime tu nombreplidre de los dioses . dmelo , para que el veneno huya de tipues el hombre cuyo nombre es pr onunciado conserva as suEl veneno quemaba ms que el fuego , de ta l suerte que eldiOs ya no pudo resistir ms dijo a Isis: 'Mi nombre ha deslir . de .mi, cuerpo y t r a s l ~ d a r s e al t u ~ . o . Y agreg: 'Debes~ u l t a r . l o , solo p u e d e ~ revelarselo a tu hiJO Horus, para que lesuva de po tente hechtzo contra todo veneno' . Erman, Ae gyp - .ten und aegyptisches Leben im Altertum II, pp. 360 y ss.;ie aegyptische Religion vo l, 2, pp. 173 y ss.26 - . C::fr lo s eJemplos Citados por Budge en Egyptian Magic vo l.

    o n d r 1.911, pp . 157 y ss. tambin Hopfner, GriechischAgyptischer 0/fenbarungszauber Leipzig, 19 2 1, pp. 680" y ss.21 Cfr esp. G. Foucart, Histoires des religions et mthodecinnpariJtive Pars, 19 12, pp. 202 y ss.; "Donner au Pharaon: m -nom nouveau, dans Jeq ue entrait la dsignation d'un attribut

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