Martín Pinos Quílez Martín Pinos Quílez

Antes de la LOGSE nuestro sistema educativo se centraba en la transmisión de conocimientos.

La LOGSE, desde los supuestos teóricos del constructivismo, planteó que los conocimientos sin las herramientas para su puesta en práctica no servían de nada. Un nuevo concepto se ponía en valor: las CAPACIDADES.Hoy día seguimos formulando nuestros objetivos y criterios de evaluación como capacidades que el alumnado deber alcanzar.

Cuando a la capacidad se le une una actitud muy concreta, la actitud o predisposición positiva para aplicarla en nuevos contextos, incluso fuera del ámbito escolar, entonces surge la competencia como La capacidad de poner en práctica de forma integrada, conocimientos, habilidades, actitudes para resolver problemas en diferentes contextos (un saber que se aplica).

Este artista es competente en lo que hace. Tiene conocimientos, capacidades…, pero si es capaz de crear una obra como esta en un lienzo tan basto como el cemento, y sólo con tizas de colores, qué no hará en un lienzo de tela.

¿Cómo sé yo que estoy trabajando o evaluando una competencia en el aula?

Un niño tiene conocimientos en la multiplicación cuando se sabe las tablas o resuelve ejercicios de multiplicar. Ese niño mostrará capacidad en la multiplicación, cuando al plantearle varios problemas en la escuela, pueda decidir cuáles de ellos se resuelven multiplicando y proceda con eficacia a ello.Ese niño será competente en la multiplicación cuando en la calle, en la tienda multiplique para calcular la cantidad de cromos que puede comprar, o el tiempo que necesita ahorrar para poder comprar esa pelota que tanto le gusta.Pero no podemos seguir al niño por la calle para ver como muestra competencia. Por eso debemos recrear en el aula situaciones reales o simuladas pero verosímiles, que siendo significativas para ellos, funcionales o, al menos, motivantes, les inviten a poner sus capacidades en juego en contextos variados.

¿Cómo sé yo que estoy trabajando o evaluando una competencia en el aula?

O sea. Si hago ejercicios, desarrollo conocimientos.Si hago actividades o problemas, pero bajo contextos escolares ajenos a los intereses del niño, puedo trabajar capacidades.Si planteo problemas variados de cierta complejidad en base a contextos significativos, funcionales o motivantes para el alumnado, puedo desarrollar competencias (tareas competenciales).

¿Entonces debo cambiar mi forma de trabajo totalmente?

En absoluto. Para que aquel niño llegue a mostrar competencia en la multiplicación, tuvo que adquirir previamente el conocimiento trabajando ejercicios. Luego hizo problemas escolares para aplicar el conocimiento y desarrollar capacidades. Y, al final del proceso, a través de tareas competenciales le habremos facilitado el acceso a las competencias.Necesitamos cambiar una parte, sólo una parte. El resto ya lo hacíamos y es necesario. Y además, lo hacíamos bien.

¿En cuánto debo cambiar entonces mi forma de trabajo?

La respuesta sólo la tienes tú.¿Cuántos ejercicios necesita un alumno para aprender a multiplicar?, ¿Cuántos problemas del libro o del cuadernillo debe resolver antes de enfrentarlo a situaciones más reales y funcionales para él?

¿Y si, por aventurar un porcentaje, eso supusiera un 20% de lo que ahora hago? Con un 5% que cambie cada curso, en 5 años lo tengo solucionado. ¿Y si lo hago en colaboración con mis compañeros de nivel o área…? Pues aún menos…

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¿Entonces, es posible desarrollar las COMPETENCIAS?

PERO NO ANTES DE PROGRAMARLAS,NO ANTES DE ENSEÑARLAS