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CERBELEÓN PINZÓN CATECISMO REPUBLICANO PARA INSTRUCCIÓN POPULAR Biblioteca Saavedra Fajardo 2014

CERBELEÓN PINZÓN CATECISMO REPUBLICANO … · nuestras escuelas, especialmente en las privadas, se usa de castigos y de estímulos tomados de los principios de honor, de dignidad

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CERBELEÓN PINZÓN

CATECISMO REPUBLICANO PARA

INSTRUCCIÓN POPULAR

Biblioteca Saavedra Fajardo 2014

Biblioteca SAAVEDRA FAJARDO

de Pensamiento Político Hispánico

Cerbeleón Pinzón. Catecismo republicano

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Transcripción y revisión de Miguel Andúgar Miñarro a partir de: Pinzón, C.

Catecismo republicano para instrucción popular. Segunda edición. Bogotá: Imprenta

de "El Mosaico", 1865.

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Índice

NOTA ............................................................................................................................................. 4

TEODORO VALENZUELA. ............................................................................................................... 4

INTRODUCCIÓN. ............................................................................................................................ 5

ESCUELAS DE NIÑOS. ..................................................................................................................... 8

CANCIONES DE EDUCACIÓN. ....................................................................................................... 11

I.—DESCUBRIMIENTO Y COLONIZACIÓN DE LA AMÉRICA. ......................................................... 13

II.—DEPENDENCIA DE LAS COLONIAS ESPAÑOLAS. .................................................................... 18

III.—ANTIGUA REPÚBLICA DE COLOMBIA. .................................................................................. 23

IV.—DISOLUCION DE LA ANTIGUA COLOMBIA. .......................................................................... 25

V.—GARANTÍA ESPECIAL DE DERECHOS INDIVIDUALES. ............................................................ 29

VI.—GOBIERNO DE LOS ESTADOS UNIDOS DE COLOMBIA. ........................................................ 34

VII.—DE LA GUARDIA COLOMBIANA. .......................................................................................... 36

VIII.—DEL SISTEMA REPUBLICANO EN GENERAL. ....................................................................... 41

IX.—FORMA FEDERAL. ................................................................................................................ 44

X.—NUESTRO PAÍS. ..................................................................................................................... 47

XI.—DEL PATRIOTISMO. .............................................................................................................. 50

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MANUEL MURILLO,

Presidente de los Estados Unidos de Colombia,

HACE SABER:

Que el señor Cerbeleón Pinzón se ha presentado al Poder Ejecutivo solicitando

privilegio exclusivo para publicar y vender una obra de su propiedad, titulada:

“Catecismo republicano, redactado a excitación del ciudadano Presidente de los Estados

Unidos de Colombia, MANUEL MURILLO, para instrucción popular, destinándolo con

especialidad a las escuelas de los cuerpos de la Guardia Colombiana, por Cerbeleón

Pinzón”; y habiendo prestado el juramento requerido, pongo por las presentes al

expresado señor Pinzón en posesión del privilegio por el término de quince años, cuyo

derecho le concede la ley 1ª parte 1ª, tratado 3.° de la Recopilación Granadina, que

asegura por cierto tiempo la propiedad de las producciones literarias y algunas otras.

Dada en Bogotá, a 30 de noviembre de 1864.

M. MURILLO.

El Secretario de lo Interior y Relaciones Exteriores,

TEODORO VALENZUELA.

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INTRODUCCIÓN.

Expedido por el ciudadano Presidente de los Estados Unidos de Colombia el

decreto de 1º de setiembre del corriente año, creando escuelas en los cuerpos de la

Guardia colombiana, se sirvió encargarme la formación de un pequeño Catecismo

republicano que quería dedicar, con especialidad, a las escuelas que acababa de

establecer. Este encargo me fue muy grato, y gustosamente me he apresurado a

desempeñarlo, procurando llenar la intención del ciudadano Presidente, y ciñéndome a

sus indicaciones verbales, a saber: la verdad histórica y la razón filosófica en todo y

sobre todo; sencillez y claridad, nada de ampuloso o altisonante en el lenguaje, nada

destinado a lisonjear a los hombres o a nuestros partidos políticos, ni cosa alguna, de

nosotros, que pueda alimentar la vanidad, o encender un orgullo, mal fundado, en el

espíritu de la juventud. De lo que se trata es de popularizar, sin boato, ni exageración,

los principios cardinales de nuestra organización política, las condiciones realmente

ventajosas de nuestro país, y los hechos más notables de la historia nacional, a la vez

que de arrojar, principalmente en el corazón de los niños, simientes escogidas que el

tiempo desarrolle y haga fructificar.

Como era natural, he empezado la reseña histórica dando una noticia condensada

del descubrimiento y colonización de la América, y del estado de nuestro país en el

tiempo del régimen colonial. En la parte relativa a nuestra independencia de España, se

ha tenido particularmente la mira de que se mantenga vivo el recuerdo de los próceres,

sobre todo el de los ilustres mártires de aquella causa, así como la de recomendar las

heroicas acciones de valor y de patriotismo que ilustran la guerra, con tanto honor y con

tanta gloria sostenida en defensa de la misma causa. No era posible consignar, como me

hubiera sido muy agradable, los nombres de todos los afamados guerreros y de los

eminentes ciudadanos que, unos de un modo, otros de modo distinto, se pusieron al

servicio de aquella causa y contribuyeron a la fundación de la república, o que después

han servido a ésta en las diversas épocas que ha atravesado. Respecto de los ciudadanos

cuyos nombres había necesidad de mencionar, siguiendo las indicaciones del ciudadano

Presidente, no he entrado en detalles de la vida pública de aquellos, ni en la apreciación

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de sus mérito o de sus servicios, creyendo ajena de un Catecismo destinado a las

escuelas, una tarea que debe pertenecer a la opinión pública, a la historia y a la

posteridad.

Después de la breve reseña histórica se da una idea, en general, de nuestra

presente organización política. En esta parte, oyendo también las indicaciones del

ciudadano Presidente, y obedeciendo a mi propio impulso, me he detenido algo más

respecto de la garantía de los derechos individuales. Estos derechos son el verdadero fin

de los gobiernos; son la parte que más, en las constituciones políticas, interesa al

pueblo; pero tan importantes derechos no serán efectivos para la generalidad de éste,

aunque se hallen garantizados en la Constitución, si no se le hacen conocer,

explicándoselos con la debida claridad.

Aunque el Catecismo está calculado para el uso de todas las escuelas públicas y

privadas, y aún para instrucción popular en general; siendo la intención del ciudadano

Presidente, destinarlo con especialidad a las escuelas de la Guardia colombiana, he

consagrado a ésta un capítulo aparte, procurando inspirarle el ardor guerrero del soldado

de Esparta, al mismo tiempo que estimación por la profesión militar, respeto al

uniforme, amor a la bandera de la Nación, y, en general, sentimiento de dignidad, de

honor y de respeto al poder civil. Es conocida mi opinión acerca del ejército permanente

como medio o elemento de gobierno; pero no por ella dejaré de creer que debe darse

importancia y prestigio a la profesión de las armas, que debe levantársela en el ánimo

público y hacerla digna y apreciable a los ojos del guardia colombiano. También he

ensayado decir algo sobre el modo cómo debe éste portarse en la sociedad, cómo en el

cuartel, cómo en las marchas, cómo en los combates, y cómo, finalmente, después de la

victoria. Visto es que sobre estas cosas muy poco puede alcanzar mi pluma, habituada a

escribir solo de paz: los jefes instructores deben desarrollar lo que yo no he podido sino

ligeramente indicar a esos respectos.

Después de esto he creído que en un Catecismo republicano debía decirse algo,

al alcance del pueblo, sobre las ventajas del sistema republicano, bajo el que hemos

nacido y en el que habremos de vivir y morir. Me ha parecido también conveniente dar

alguna idea sobre la magnífica situación geográfica de nuestro país, sobre sus poderosos

elementos de riqueza, y sobre el alto destino que le reserva la Providencia en el mundo.

Sobre esto deben extenderse mucho los directores; es el mejor medio de que, sin

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envanecernos, apreciemos nuestro país en lo que verdaderamente vale; de que de veras

lo amemos, y de que comprendamos la responsabilidad que sobre nosotros pesa si

propendemos a su fraccionamiento o cercen, o de cualquier modo detenemos su

progreso, cerrándole el paso hacia su bienhadado porvenir. A propósito de esto, termino

el Catecismo con un capítulo sobre patriotismo. Al tratar de esta materia he hecho de las

instituciones políticas parte de la patria, pues que propiamente no puede llamarse patria

un país que carezca de un gobierno regular, o en que los habitantes estén sometidos a un

duro y contumelioso yugo. El salvaje y el esclavo habitan en un territorio, pero no

tienen patria. No puede darse ciertamente este dulce nombre al país en que se nace, si en

él no se recogen la dignidad y los derechos del hombre. Es por esto que las instituciones

políticas que garantizan esos derechos deben considerarse como parte de la patria, y tal

vez la principal. Hace mucho tiempo que se dijo: Ubi libertas, ibi patria.

Bogotá, 21 de noviembre de 1864.

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CATECISMO REPUBLICANO PARA INSTRUCCIÓN POPULAR.

ESCUELAS DE NIÑOS.

“Por lo que hace a los niños, ellos pertenecen menos a sus padres que a la

República; ellos son hijos del pueblo, hacen sus esperanzas y su fuerza, y es muy tarde

para corregirlos cuando han llegado a corromperse. Poco importa para el caso el

excluirlos de los empleos que ocupan después que se han hecho indignos de ellos;

porque vale mucho más prevenir el daño que verse obligado a castigarlo. El rey, que es

el padre de todo su pueblo, lo es con particularidad de la juventud, que es como la flor

de la nación y cuyos frutos deben cuidarse con el mayor esmero. Dígnese, pues, el rey

velar sobre la educación que se da a los niños; haga que se observen religiosamente las

leyes de Minos; fórmeseles un punto de honor de huir de las delicias y las riquezas, y

que la injusticia, la mentira, la ingratitud y la afeminación, se miren entre ellos como

vicios infames; enséñeseles a los niños, desde la tierna infancia, a cantar de memoria las

alabanzas de los héroes que han sido amados de Dios, que han hecho acciones

generosas por su patria, y manifestado su valor en los combates; que aprendan a ser

tiernos con sus amigos, fieles a sus aliados, y equitativos con todos los hombres, aun

con sus mayores enemigos; que teman menos a la muerte y a los tormentos que a la

menor reprensión de su conciencia. Si desde temprano se les enseña a los niños estas

grandes máximas y se les imprimen en la memoria por medio de la dulzura del cauto,

pocos habrá que no se inflamen de amor a la gloria y a la virtud” — FENELÓN.

“Parece que debe desterrarse de nuestras escuelas toda práctica que pueda

introducir en el corazón de los niños la semilla de la Ambición; porque sería fomentar

en ellos el orgullo. Allí solo se les debe inspirar el amor recíproco; instruirlos en las

esenciales obligaciones del hombre respecto a Dios, respecto a la patria, y respecto de sí

mismos...”

“Así como queda abolida toda la distinción de empleo, cargo, dignidad o

cualquiera otra que denote superioridad de un niño sobre otro, así también se prohíbe

que la escuela se divida en bandos. Allí todo debe respirar igualdad y fraternidad: no se

conocerá otra autoridad que la del director para mandar y corregir...”

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“Supuestas estas y otras muchas reflexiones, deben quedar excluidos de nuestras

escuelas gratuitas, el azote, la palmeta, la vergüenza, y esos semblantes airados y

sañudos de los maestros, como medios que han producido hasta aquí efecto tan

contrario al benéfico fin que se propone la educación.” (Hablando de las escuelas de la

Guardia colombiana, tampoco debiera emplearse como medio de castigo el palo, el cepo

de campaña, ni otros semejantes).

“Uno de los principales deberes del director será imprimir en los niños, desde los

principios, el espíritu de honor, de vergüenza y de probidad... Vendrá a ser más eficaz

para promover en ellos la aplicación al trabajo aquella corrección o castigo que señale

como ignorante, incapaz e indigno de pasar a otra clase; no otro que cause dolor o

infamia. Lo mismo que pasa en el corazón del hombre ya formado, sucede por lo común

en el del niño: el rigor más le exaspera que le corrige.” (Al presente, en muchas de

nuestras escuelas, especialmente en las privadas, se usa de castigos y de estímulos

tomados de los principios de honor, de dignidad y de delicadeza).

“Para las correcciones por falta de aplicación, poco adelanto en su clase, y otras

que nazcan del fondo de la misma enseñanza, bastarán las serias razones del director, y

que los culpables observen que distingue a aquellos que cumplen mejor con sus deberes,

con las expresiones que denoten cariño y agrado, ya ocupándolos en tomar lecciones y

corregir planas... También distinguirá el director a los más aprovechados esmerándose

en ellos, dándoles algunos libros... y sobre todo, proponiéndolos por ejemplo a los

demás, cuando no estén presentes.”

“Las pequeñas faltas de inquietud en la escuela, como las que puedan causar

distracción o ruido, las corregirá el director componiendo el semblante y alzando la voz;

pero sin emplear jamás palabras denigrativas, ni apodos, que muchas veces suelen ser

causa de los extraños nombres que se ponen unos a otros; y si esto lo supiere el director,

lo corregirá también, manifestando desagrado y haciendo ver que éste es un abuso

indigno de la buena educación.”

“ Uno de los cuidados del director será el de recibir y despedir a sus niños con

semblante risueño y palabras tan cariñosas, que no solo les inspire confianza, sino que

llegue hasta persuadirlos que los ama a todos tiernamente como si fueran sus propios

hijos,”

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“En el local de la escuela todo debe respirar aseo y buen orden, porque es una

parte principal de la educación de los niños el enseñarles la propiedad en todas las

cosas, para formarles el buen gusto y acostumbrarles a la decencia. Dios es orden: y el

hombre en sociedad debe imitarle en lo moral y en lo físico: y así el director de una

escuela enseñará a sus niños, no solo aquellas máximas que se dirigen a las buenas

acciones, sino también aquellas que tienen por objeto el aseo, la limpieza, la proporción

y el buen gusto.”

(Trozos entresacados del volumen publicado en 1849, de los escritos de Caldas.

De allí mismo copiamos las siguientes canciones que en él se ofrecen como muy

propias para que las aprendan de memoria los niños).

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CANCIONES DE EDUCACIÓN.

AL SER SUPREMO.

Eterno Númen, fuente de la ciencia

y de todos los bienes apreciables,

Vednos aquí, Señor, en tu presencia,

Confesando tus glorias inefables:

A ti debemos todos la existencia

Y deseamos con actos agradables

Aprender a servirte presurosos1

Pues sin ti no podemos ser dichosos.

A LA VIRTUD

Desciende, Virtud bella,

Ven presto, baja del empíreo cielo

Do te acogiste, abandonando el suelo

De vicios anegado,

Ven, reluciente estrella,

Alumbra al engañado,

Siendo siempre su norte y clara guía,

Y al niño que te busca desalado

Inspírale alegría:

Alma Virtud, desciende que ya anhela

Tus preceptos seguir toda la escuela.

A LA AMISTAD.

Santa Amistad graciosa,

Que con estrecho lazo

Sabes unir las almas y obrar dulces encantos:

Extiende en hora buena

1 He sustituido con esta palabra, la palabra generosos del original. En las siguientes canciones también

he sustituido las palabras en bastardilla.

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Tus amorosos brazos

Sobre estos niños todos,

Que unidos te invocamos;

Enciende en nuestros pechos

Tu fuego sacrosanto,

Para que cada día

Más finos te sigamos.

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I.—DESCUBRIMIENTO Y COLONIZACIÓN DE LA AMÉRICA.

Por muchos siglos esta grande extensión de tierra que se llama América,

continente americano o Nuevo Mundo, permaneció desconocida de esa otra gran

porción de tierra que se llama continente europeo o Viejo Mundo. Ahora más de tres

siglos, los europeos descubrieron la América, la que encontraron habitada por tribus

salvajes y por algunas pocas naciones semi-bárbaras. En religión, los naturales de este

vasto continente eran gentiles o idólatras, y en moral y en política no tenían mayores

nociones. Se hallaban igualmente atrasados en industria, artes y ciencias. En la guerra

eran muy inferiores a los europeos: no conocían el caballo, tan poderoso en las batallas,

ni las armas de fuego, cuya detonación y estragos les infundieron la idea de que los

europeos disponían del rayo y lo lanzaban a su voluntad. Todo esto contribuyó a

facilitar la conquista del país, no obstante ser los conquistadores muy inferiores en

número a los naturales, a los que dieron el nombre genérico de indios con el que se

designa todavía a los descendientes de estos, que no han mezclado su raza. Por lo

demás, la tierra ofrecía vastas y fertilísimas comarcas, variados climas, islas, grandes

lagos y ríos, soberbias cataratas, imponentes cordilleras, nevados, volcanes, valles,

altiplanicies, y riquezas inagotables en los reinos animal, vegetal y mineral; abundando,

sobre todo, en oro. El anhelo de hacerse a este metal, tan codiciado, y en algunos la mira

de propagar el Evangelio y la civilización europea entre los naturales, avivaron el

espíritu de los conquistadores y sostuvieron su valor, sometido a cada paso a rudas

pruebas, marchando al través de un país vastísimo, desconocido y cerrado, combatidos u

hostilizados por los indios, sin conocimiento del idioma o dialectos de éstos, y teniendo

que luchar, sin tregua ni aun descanso, con los ingentes obstáculos de una naturaleza

poderosa y virgen, no menos que con la insalubridad de algunos climas, con las plagas,

y a veces con el hambre.

La conquista fue ordinariamente hecha, en su mayor parte, por españoles, a

nombre del rey de España, y se establecieron colonias en los países conquistados. Estas

colonias, llamadas en general colonias españolas, formaron los antiguos virreinatos de

Méjico, Nuevo Reino de Granada, del Perú, la capitanía general de Venezuela, la

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presidencia de Quito, &a. El país llamado el Brasil fue colonizado por los portugueses,

y más tarde los ingleses formaron colonias en el norte del continente, cuya región se

llamó América del Norte, o inglesa. Otras naciones europeas formaron también

establecimientos de segundo orden en América, quedando esta, bajo el régimen

colonial, dividida en América española, inglesa, francesa, holandesa, danesa, rusa y

sueca.

Por más de tres siglos las colonias españolas, entre las que se contaba el Nuevo

Reino de Granada, que ha venido a ser nuestra patria, permanecieron sometidas a

España, la que por todo ese tiempo las gobernó discrecionalmente, por medio de

virreyes, capitanes generales, presidentes y reales audiencias.

(El preceptor puede extender o amplificar a la voz esta rápida reseña, que se hará

aprender de memoria a los alumnos).

PREGUNTAS Y RESPUESTAS

P. ¿A quién pertenece la gloria del descubrimiento de la América?

R. El descubrimiento de la América estaba en el orden de los tiempos, tendiendo

eficazmente a preparar ese acontecimiento el uso de la brújula, los adelantos hechos por

los portugueses con la navegación, y el deseo que se despertó de encontrar un paso por

mar a las Indias orientales, cuyas riquezas conocía y ambicionaba Europa. Cristóbal

Colón, natural de Génova y navegante célebre, formado en la escuela de los

portugueses, se empeñó en buscar el paso tan deseado hacia la India, navegando al

poniente, e inesperadamente encontró la América, la que no tuvo por un nuevo

continente, habiendo sostenido siempre que era una porción de las vastas regiones del

Asia, comprendidas entonces bajo el nombre general de India. En virtud de esto se le

dio a las regiones descubiertas el nombre de Indias, y a los habitantes el de indios. Sin

embargo, sea como fuere, la gloria del descubrimiento de la América pertenece a Colón,

por la intrepidez y la constancia heroicas con que se empeñó en llevar a cabo el

proyecto que al fin dio por resultado el hallazgo de este nuevo continente.

P. Y siendo así: ¿por qué lleva este continente el nombre de América, y no el

que le correspondiera por Colón?

R. No fue con designio alguno, ni aun deliberadamente que se le dio a este

continente el nombre de América. Un navegante florentino, llamado Américo Vespucio,

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publicó relaciones de sus viajes y mapas de las tierras descubiertas, poniendo en estos,

como era natural, su nombre. De aquí vino el irse llamando aquellas tierras las Américas

cuyo nombre le quedó al fin al continente. La historia ha querido ver en esto una

injusticia hecha a Colón, y aun una usurpación de sus derechos; pero las cosas pasaron

de la manera referida.

P. ¿Y nuestro país no ha rendido algún homenaje a la memoria de Colón?

R. Sí; a la República que formaron Venezuela, Nueva Granada y Ecuador le

dimos el nombre de Colombia, que hoy ha vuelto a tomar nuestra patria; una de las

principales ciudades del Istmo de Panamá lleva el nombre de Colón; y por un decreto

legislativo de 1855 se le tributaron honores a la memoria de aquel grande hombre, y se

le mandó erigir un monumento.

P. ¿Cuál fue el fin de Colón?

R. La suerte le fue adversa. Los reyes de España le pagaron con ingratitud: se

vio preso, aherrojado, y murió en pobreza. Sus restos se conservan, muy modestamente,

en la Catedral de la Habana.

P. ¿Qué otros nombres se mencionan con honra con motivo del descubrimiento

de la América?

R, El de la reina de Castilla, doña Isabel la católica, que se apresuró a ofrecer sus

diamantes para procurar fondos a Colón, y los de fray Juan Pérez de Marchena, prior del

convento de la Rábida, Alonso de Quintanilla y Luis Santángel, amigos decididos de

Colón, y que eficazmente lo apoyaron en la corte de España, También menciona la

historia a fray Bartolomé de las Casas como defensor de los indios contra la crueldad y

violencia de los conquistadores; pero no puede olvidarse que, en cambio, hizo a la

América el funestísimo presente de la esclavitud y de la raza africana, cuyas

consecuencias se sienten y se deploran aun hoy.

P. ¿Cuál fue el principal de los conquistadores del nuevo reino de Granada?

R. El Adelantado Gonzalo Jiménez de Quesada.

P. ¿Cuál de los gobernantes en tiempo de la colonia merece un recuerdo

especial?

R. El virrey, mariscal de campo, don Sebastián de Eslaba, por el valor y pericia

con que en 1741 hizo la defensa de Cartagena, atacada por los ingleses, y el virrey don

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José de Espeleta, que fundó el periodismo, inició la educación primaria y se dedicó a

hacer caminos.

P. ¿Cuáles fueron, en el tiempo de la colonia, el estado y la condición del país?

R. La masa general de los granadinos, sobre todo la que se llamaba el bajo

pueblo, estuvo sumida en la más profunda ignorancia en todo aquel tiempo. Los que, de

las clases acomodadas, recibían alguna instrucción, por lo regular solo aprendían a leer,

escribir y contar, Aunque había algunos colegios y una universidad, eran más bien para

estudios peripatéticos o escolásticos; el estudio de las ciencias físicas y matemáticas, y

sobre todo el de las políticas, era prohibido. En general, los españoles y gobernantes

peninsulares, en vez de ilustrar al pueblo, se empeñaban en mantenerlo en las tinieblas,

temiendo que la difusión de las luces suscitase en los americanos ideas de

independencia. Los que de estos, poco antes de la revolución, se distinguieron por su

saber en algún ramo, se formaron por sí mismos, privadamente, con cautela y

exponiéndose a algún riesgo.

P. ¿Cuál era el estado de la agricultura, las manufacturas y el comercio en

tiempo de la colonia?

R. “En toda la Nueva Granada estaba muy imperfecta la agricultura y eran

desconocidos los buenos instrumentos y los abonos mejores. En manufacturas, la

provincia de Quito había adelantado más que las otras, y la seguía la del Socorro, En los

demás lugares, los tejidos eran escasos y se fabricaban con muy poca pericia.” La

industria estaba entrabada por los monopolios, como el del tabaco, por las restricciones

impuestas al laboreo de las minas y al libre comercio del oro, y por los gremios. En

cuanto a trasportes, por tierra, caballerías y pésimos caminos, y en algunas partes

cargueros; y, por agua, canoas, champanes, lanchas, botes y bongos, conducidos,

cuando remontaban, a fuerza de remos o palancas, con muchísimo trabajo, grandes

riesgos, incomodidades, privaciones y suma lentitud.

P. ¿Cuál era el carácter y la condición social del pueblo en tiempo de la colonia?

R. Como sometido a un régimen de opresión, y viviendo en la ignorancia, por lo

general el pueblo era obediente y sufrido. No tenía parte en el gobierno, ni derechos

individuales garantizados, ni libertades políticas. El clero secular y regular ejercía

grande influjo sobre los habitantes; la religión católica, apostólica romana era única y

exclusiva. Por lo demás, vivían en profunda paz, “pobres y tranquilos, entregados al

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trabajo de las minas de oro y plata, a su escasa agricultura, y al comercio de los

galeones que venían de España a Portobelo y a Cartagena; este era casi el único

comercio que hacían para proveerse de las manufacturas y otros artículos europeos que

consumían. Por lo general los pueblos eran pobres, ignorantes y supersticiosos.”

P. ¿Qué contribuciones pesaban sobre la Nueva Granada en tiempo de la

colonia?

R. Las siguientes:

De Tabaco, aguardiente, naipes, pólvora, aduanas, alcabalas, quintos de metales,

casas de moneda, papel sellado, tributos de indios, derechos de pulperías, de lanzas,

anualidades, de Medias anatas y mesadas eclesiásticas, bulas de la Santa Cruzada,

diezmos, salinas, correos, confiscaciones y comisos, patio de gallos, pontazgos y peajes,

derechos de bodegas, masa general de la real Hacienda.

Además se pagaban las contribuciones destinadas exclusivamente al culto, como

primicias y derechos de estola.

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II.—DEPENDENCIA DE LAS COLONIAS ESPAÑOLAS.

Al principio del presente siglo las colonias españolas del continente americano

proclamaron su independencia, y sacudiendo la dominación que por tres siglos las había

mantenido sometidas a España, se presentaron al mundo como naciones; soberanas,

libres o independientes de toda potencia extranjera: mas como la metrópoli se empeñase

en mantenerlas, por la fuerza de las armas, en el estado y condición de colonias,

tuvieron que sostener contra los ejércitos de Fernando VII, rey de España, una larga,

sangrienta y desastrosa guerra, en la que los independientes o patriotas hicieron

prodigios de valor y dieron altos y brillantes ejemplos del más ardiente patriotismo.

Corrió mucha sangre en los campos de batalla, los hombres más sabios y virtuosos del

país fueron sacrificados bárbaramente en los patíbulos, se vertieron muchas lágrimas

por madres, esposas, hermanas e hijas, se arruinaron muchas familias notables y

acomodadas; mas al fin triunfó la causa de la Justicia y del Derecho, las huestes

opresoras fueron debeladas y arrojados sus restos del continente, quedando, como

inmortal trofeo de la grande lucha, las Repúblicas de Méjico, Centro-América,

Colombia, Perú, Bolivia, Chile y Rio de la Plata. La América inglesa las había

precedido, habiendo proclamado su independencia de Inglaterra desde fines del siglo

pasado, y organizádose en una gran confederación, con el nombre de Estados Unidos de

la América del Norte, y cuyo primer Presidente fue Jorge Washington.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS.

P. ¿Qué causas produjeron la emancipación de las colonias españolas?

R. La independencia o emancipación de las colonias españolas era un hecho que

más tarde o más temprano tenía que cumplirse, como es natural la emancipación del

hijo de familia al llegar a cierta edad. Fue acelerado aquel hecho por la revolución

francesa del siglo pasado que, aparte sus sangrientos horrores, hizo pasar más acá de los

mares el conocimiento de los derechos del hombre y el deseo de libertad. Mas

inmediatamente fue acelerado por la intervención del Emperador Napoleón en los

negocios interiores de España.

P. ¿Cuál es el día más memorable en los fastos de la independencia de nuestro

país?

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R. EL VEINTE DE JULIO DE 1810. Aunque ciertamente en ese día no se

proclamó la independencia absoluta de España, se dio en el primer paso hacia ese fin, y

se inició la organización de un gobierno nacional americano.

P. Decid los nombres de los que firmaron el acta del 20 de julio de 1810.

R.—Juan Jurado—Dr. José Miguel Pei—Juan Gómez—Juan Bautista Pei—José

Ortega—Fray José Chávez—Fray Mariano Garnica—José María Domínguez del

Castillo—José Sanz de Santamaría—José María Moledo—Nepomuceno Lago—

Joaquín Camacho—Nicolás Cuervo—Dr. Ignacio de Herrera—Francisco Fernández

Suescun—Fernando de Benjumea—Antonio González—Nicolás Mauricio de Omaña—

Camilo Torres—José de Leiva—Fruto Joaquín Gutiérrez de Caviédes—Sinforoso

Mutis—Pedro Groot—Manuel de Pombo—Rafael Córdova-—Manuel Pardo—Antonio

Baraya—Francisco Javier Serrano Gómez—Manuel Bernardo Álvarez—Doctor

Leandro de Torres y Pérez—Antonio Morales—José Ignacio Pescador—José de

Acevedo y Gómez—Agustín Gallardo—Pablo Plata—José Ignacio Álvarez—Emigdio

Benítez—Eugenio Martin Melendro.

P. ¿Qué fuerzas, principalmente, se destinaron a someternos otra vez a la

dominación española?

R. Una expedición enviada de España, en 1815, al mando del General don Pablo

Morillo, y fuerte de más de diez mil hombres de desembarco. La conducta de Morillo,

así como la de su segundo don Pascual Enrile y la de sus primeros subalternos, fue atroz

y sanguinaria.

P. ¿Cuáles fueron las víctimas sacrificadas en los patíbulos por los

expedicionarios españoles?

R. He aquí sus nombres que debemos venerar como los de generosos mártires de

la patria:

Antonio Villavìcencio—Ignacio Vargas—José de la Cruz Contreras—José

María Carboneil — José Ramón de Leiva — Crisanto Valenzuela — Miguel Pombo —

Francisco Javier García Evia — Jorge Tadeo Lozano — Emigdio Benítez — José

Gregorio Gutiérrez — Antonio Baraya —Pedro de Lastra — Custodio García Rovira —

Hermógenes Céspedes — José Gabriel Peña — Agustín Zapata — Juan Nepomuceno

Tiguarana — Francisco Carate — José Gómez — Luís Sánchez — José Riaño Cortez

— José Ayala — Joaquín Hoyos — José Nicolás Rivas — Mariano Grillo — Joaquín

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Grillo — Joaquín Camacho — José Antonio Ardila — Miguel Angulo — Pedro

Monsalve — Juan José Monsalve — Emigdio José Troyano — Pedro Ramírez —

Carlos Montúfar — Liborio Mejía — Silvestre Ortiz — Andrés Linares — Félix

Pelgron — Rafael Niño — Pascual Andreu — Martin Cortez — José María Cabal —

José María Arrublas — Manuel Bernardo Álvarez — Manuel García — Dionisio Tejada

— José María Ordóñez — Antonio José Vélez — José María Gutiérrez — Manuel

Santiago Vallecilla — Luis José García —José Díaz — Benito Salas —Fernando Salas

— Francisco López — José María López — Santiago Abdón Herrera — Antonio

Palacio — Andrés Rosas — José España — Rafael Lataza — José María Quijano —

Mariano Matute — Manuel Rodríguez Toríces — Camilo Torres — José María Davila

— Pedro Felipe Valencia — Francisco Julián Olaya — Andrés Quijano — Salvador

Rizo — Joaquín Morillo — Francisco Cabal — Francisco de Paula Aguilar — Manuel

José Sánchez — Juan Bautista Gómez —Francisco Olmedilla — Juan Sálias — Fruto

Joaquín Gutiérrez — Luis Báez — Luis Abad — Joaquin Cerda — Miguel Montalvo

— Miguel Buch — Francisco Caldas — Francisco Antonio Ulloa — José León Armero

— Agustín Calambazo — Joaquín Chacón — Ramón Villamizar — José Javier

Gallardo — Luis Mendoza — Agustín Navia — José María Pino — Pedro López —

Francisco Morales — Juan Nepomuceno Niño — José Ramón Lineros — José

Cayetano Vásquez — Nicolás María Buenaventura — Miguel Gómez Plata — Egidio

Ponce.

A esos nombres deben agregarse los de Policarpa Salavarrieta y Antonia Santos,

inmoladas igualmente, sin consideración a la debilidad del sexo, por la cuchilla

española. En Quito fueron también sacrificados Morales, Quiroga, Ascázubi y otros por

su amor a la causa americana, y desde el siglo pasado habían sido sacrificados Galán,

Aleantuz, Molina y Ortiz, si no precisamente por la causa de la independencia, sí por la

causa del pueblo. Posteriormente fueron sacrificados Rosillo y Cadena, jóvenes de la

provincia del Socorro, que promovieron una revolución en los Llanos de Casanare, a

principios de 1810.

P. ¿Para qué hacer memoria del sacrificio de estas víctimas?

R. Para que veneremos sus nombres y aprendamos a hacer el sacrificio de la

vida, cuando sea necesario, por la causa de la independencia, de la libertad y del pueblo;

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no en manera alguna para excitar sentimientos de odio o de venganza contra la antigua

metrópoli, mientras ésta respete nuestro derecho.

P. ¿Cuáles fueron las batallas más notables, ganadas por las huestes libertadoras,

y que más contribuyeron a afianzar nuestra independencia?

R. Bocayá, Carabobo, Pichincha, Junin y Ayacucho.

P. Decid las fechas de esas gloriosas batallas.

R. Boyacá el 7 de agosto de 1819.

Carabobo el 24 de junio de 1821.

Pichincha el 23 de mayo de 1822.

Junin el 6 de agosto de 1824.

Ayacucho el 9 de diciembre de 1824.

Según el final del parte de Sucre, la independencia y la paz de América se

firmaron en el campo de esta batalla. Por haberla mandado en jefe recibió el general

Antonio José Sucre el bastón de gran mariscal de Ayacucho.

P. ¿Qué hechos notables de valor y de patriotismo registra la historia de la guerra

de nuestra independencia?

R. Para responder a esa pregunta sería necesario recitar aquí la historia entera de

aquella gloriosa guerra: toda ella es un tejido de acciones grandes de valor y de

patriotismo. ¡Qué denuedo, qué arrojo en los combates! ¡Qué sufrimiento en los

campamentos y en las marchas! ¡Qué abnegación personal! ¡Qué ardimiento, qué

entusiasmo, qué fe ciega en la santidad y en el triunfo de la causa! Algunas de las

campañas de aquella heroica lucha, ofrecen les rasgos de un poema o de una novela.

Los portentos obrados por el llanero, con su caballo y su lanza, pasman de admiración,

al mismo tiempo que hasta recrean y entretienen. El sitio sostenido en 1815 por la

ciudad de Cartagena, la primera provincia de la Nueva Granada que por un acto

solemne declaró su independencia absoluta de España, hace recordar a Numancia y a

Sagunto; y el sacrificio de Ricaurte en San Mateo pasará a la posteridad como el más

alto hecho de valor y de patriotismo.

P. ¿Cuál fue ese sacrificio?

R. He aquí cómo lo refiere la historia:

“Pero en lo más recio de la pelea, la columna de Bóves, que en silencio había

montado las alturas situadas a la espalda de los patriotas, se muestra sobre la casa del

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cerro, y marcha a ocupar el trapiche o edificio del ingenio. Depositado allí el parque del

ejército, su pérdida parecía inevitable, lo que por sus funestos resultados tuvo al

Libertador, a sus jefes y oficiales, que miraban el riesgo en una terrible incertidumbre

por algunos momentos. No temiendo aquel ataque imprevisto, solamente cincuenta

hombres custodiaban los pertrechos y las municiones; mandábalos el joven capitán

granadino Antonio Ricaurte, natural de Santa Fe, y de una familia distinguida. Viendo

éste que los enemigos se iban a apoderar, sin duda alguna, del almacén, y que tomando

el parque era suya la victoria, hizo poner en salvo la tropa que mandaba, la que desfiló

hacia la llanura, y con la mecha en la mano aguarda a que se aproximen los realistas.

Entonces pone fuego a la pólvora y vuela el parque con terrible estruendo: los enemigos

sufren un grande estrago, huyen despavoridos los restos de la columna; y Ricaurte,

sacrificándose por su patria, salvó al ejército republicano de su total destrucción...”

¡Qué lección, que ejemplo para la guardia colombiana!

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III.—ANTIGUA REPÚBLICA DE COLOMBIA.

Preguntas y respuestas.

P. ¿Cuándo fue creada la antigua República de Colombia, y de qué secciones se

formó?

R. Con motivo del riesgo común y de la necesidad de la común defensa,

Venezuela, Nueva Granada y Ecuador, tocándose por tantos puntos y con tantas y tan

estrechas relaciones naturales, debían hacer, aun sin explicarse ni entenderse, de su

causa una sola causa, y de su suelo uno solo; lo que en efecto así sucedió de hecho

desde que aquellas secciones proclamaron su independencia; los ejércitos y los caudillos

de la una fueron desde el principio ejércitos y caudillos de la otra, y comunes los

triunfos y los reveses. Podría fecharse la unión de Venezuela y Nueva Granada en la

acción de Bárbula o de San Mateo, que recuerdan el sacrificio de Jirardot y de Ricaurte,

y en las que empezó a correr la sangre de los granadinos mezclada con la de los

venezolanos. Más tarde esa unión fue decretada formalmente, el 17 de diciembre de

1819, por el Congreso reunido en aquel año en la ciudad de Santo Tomás de Angostura

(hoy ciudad Bolívar); viniendo así Nueva Granada, Venezuela y Ecuador, a formar, por

una ley fundamental, un solo cuerpo de nación, a la que se le puso un nombre que

recordara el del hábil y atrevido navegante que dio ocasión al descubrimiento de

América, Cristóbal Colón. De aquí resultó la antigua República de Colombia,

pensamiento dominante del Libertador Simón Bolívar, y heredera de las grandes glorias

de la guerra de la independencia. Su creación fue confirmada en 1821 por el Congreso

general constituyente, reunido en aquel año en la villa del Rosario de Cuenta.

P. ¿Qué ciudadanos ejercieron la presidencia y la vicepresidencia de la antigua

Colombia?

R. Fueron presidentes en la antigua Colombia el general Simón Bolívar, y

después el ciudadano Joaquín Mosquera; y vicepresidentes, sucesivamente, el

ciudadano Francisco Antonio Zea, general Antonio Nariño, general Francisco de Paula

Santander y general Domingo Caicedo.

P. ¿La independencia y nacionalidad de Colombia llegaron a ser reconocidas por

España?

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R. Por un tratado no lo fueron, pero sí de hecho, desde la capitulación del

ejército español en Ayacucho. Después de la disolución de Colombia, España ha

reconocido, por tratados, la independencia de Venezuela y la del Ecuador. La nuestra

aún no ha sido reconocida de la misma manera, bien que la bandera española es

admitida en nuestros puertos.

P. No habiendo aún reconocido España nuestra independencia, ¿tendría derecho

para pretender reducirnos otra vez al estado de colonia suya?

R. España nunca tuvo derecho a dominarnos. La conquista no le dio tal derecho,

y menos lo tendría hoy después de más de medio siglo de proclamada nuestra

independencia, de haber sido afianzada esta en los campos de batalla, sellada con la

sangre de tantos mártires, sancionada por el voto del mundo, y reconocida expresamente

por varias naciones,

P. Mas si a pesar de esto, España intentara someternos nuevamente a su

dominio, ¿qué deberíamos hacer?

R. Juzgándose razonablemente, no puede admitirse que España intentase volver

a imponernos su dominación. Una política elevada y justa, su verdadero interés, y el

respeto debido a las potencias que han reconocido nuestra existencia como nación, y

que tienen con nosotros tratados de amistad y de libre comercio, le impedirían a España

acoger tal pensamiento; mas suponiendo que llegara a abrigarlo, deberíamos arrollar

todas nuestras cuestiones interiores, y levantarnos en masa en justa defensa de nuestra

independencia, de nuestra libertad y de nuestro derecho. Hoy, después de haber figurado

como nación, sería el colmo de la ignominia volver a vernos en el estado de colonia.

¡Perder la libertad y volver a la esclavitud! Ningún colombiano consentiría

pacientemente en semejante cosa. Todos saldríamos a la defensa de nuestra

nacionalidad, y más adelantados y con más relaciones, recursos y elementos que en la

primera época de nuestra independencia, es indudable que tendríamos ahora más

probabilidades de defenderla y sostenerla.

P. ¿No ha hecho recientemente el gobierno español alguna declaratoria

importante respecto de la independencia de las naciones hispano-americanas?

R. Sí; el gobierno español acaba de declarar, de un modo solemne, en las cortes

y en notas diplomáticas, que respeta la independencia de las naciones hispano-

americanas y que no intentará cosa alguna contra aquella.

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IV.—DISOLUCION DE LA ANTIGUA COLOMBIA.

Nueva Granada, Estados Unidos de Nueva Granada y Estados Unidos de

Colombia.

Por causas que indagará y expondrá la historia, se consumó en 1831 la

disolución de la República de Colombia; y Venezuela, Nueva Granada y Ecuador se

constituyeron en Estados separados e independientes. A fines dc aquel año se reunió en

Bogotá una Convención de diputados de la Nueva Granada, después de haber sido

derrocada la dictadura del general Rafael Urdaneta, por la reacción liberal que

acaudillaron los generales López, Obando y Moreno, y a cuya cabeza se puso el

vicepresidente Caicedo, encargándose del poder ejecutivo. En 1832 la convención

granadina expidió la constitución que rigió hasta 1843, en que fue reformada. Tanto la

constitución de 1832 como la de 1843 establecieron un gobierno republicano,

organizado según la forma central. En 1853 volvió a ser reformada totalmente la

constitución, descentralizando el poder y acercándose a la forma federal. Después se

erigió en Estados a Panamá y a Antioquía, y finalmente en 1857 y 1858 se adoptó del

todo la forma federal, dividiéndose la Nueva Granada en ocho estados soberanos, que

inmediatamente se ligaron por el lazo federal, formando una nacionalidad común, con el

nombre de Confederación Granadina. Durante la guerra civil de 1860 y 1862, algunos

de los listados se confederaron aparte con el nombre de Estados Unidos de Nueva

Granada, y después, en mayor número, con el de Estados Unidos de Colombia,

Terminada aquella guerra, el general Tomás C. de Mosquera, hoy gran general de

Colombia, convocó, para entregar el mando supremo que había estado ejerciendo, y

para que organizase definitivamente el país, una convención nacional, la que se reunió

en Rionegro el 4 de febrero de 1863, y expidió, con fecha 8 de mayo del mismo año, la

constitución que hoy rige a nuestra patria, llevando ésta el nombre de “Estados Unidos

de Colombia.”

PREGUNTAS Y RESPUESTAS

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P. Qué ciudadanos han ejercido la presidencia de la república, después de la

disolución de la antigua Colombia?

R. Los siguientes: 1.° el general Francisco de Paula Santander, de 1833 a 1837;

2.° el ciudadano José Ignacio de Márquez, de 1837 a 1841; 3.° el general Pedro

Alcántara Herrán, de 1841 a 1845; 4.° el general Tomas C. de Mosquera, de 1845 a

1849; 5.° el general José Hilario López, de 1849 a 1853; 6.° el general José María

Obando, de 1853 a 1854; 7.º el ciudadano José de Obaldía, como vicepresidente

encargado del poder ejecutivo, de 1854 a 1855; 8.° el ciudadano Manuel María

Mallarino, como vicepresidente encargado del poder ejecutivo, de 1855 a 1857; 9.º el

ciudadano Mariano Ospina, de 1857 a 1861, como presidente.

Durante la guerra de 1860 a 1862 el ciudadano gran general Tomas O. de

Mosquera ejerció también el mando, primero como supremo director de la guerra; luego

como presidente de los Estados Unidos de Nueva Granada; enseguida como presidente

de los Estados Unidos de Colombia; y nombrado después para el mismo puesto por la

convención de Rionegro, ejerció el poder ejecutivo hasta abril de 1864, en que entregó

dicho poder al ciudadano Manuel Murillo, quien hoy lo ejerce, como primer presidente

de la Unión, de nombramiento directo de los Estados.

P. Decís que nuestra patria es hoy una nacionalidad común compuesta de

Estados soberanos, unidos por el lazo federal: ¿de dónde salieron esos Estados

soberanos?

R. De la división de la Nueva Granada en tales Estados. Por un acto de la

voluntad nacional fueron creados en 1857: cada fracción erigida en Estado asumió toda

su soberanía natural; mas inmediatamente, de su libre y espontánea voluntad, pactaron

unirse, desprendiéndose cada Estado de parte de su soberanía para establecer un

gobierno general, sobre las bases y con las condiciones de una federación.

P. ¿Qué consultaron en esto los Estados?

R. Consultaron su mejor representación ante las otras naciones, darse recíproco

auxilio para defender su independencia, su soberanía y la integridad de su territorio,

igualmente que las libertades y los derechos del hombre y del ciudadano, libertades y

derechos que están bajo la protección de la Unión.

P. ¿Cuántos son y cómo se llaman los Estados que hoy forman la Unión

Colombiana?

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R. Nueve, a saber:

Antioquia, su capital Medellín. Tiene más de327.000 habitantes, en una área de

cerca de 600 miriámetros cuadrados.

Bolívar, su capital Cartagena. Tiene 175.000 habitantes, en una área de 700

miriámetros cuadrados.

Boyacá, su capital Tunja. Tiene 443.000 habitantes, en un área de 864

miriámetros cuadrados.

Cauca, su capital Popayan. Tiene más de 437,000 habit. en un área de 6.068

miriámetros cuadrados.

Cundinamarca, su capital Bogotá, Tiene más de 400.000 habitantes, en un área

de 2.067 miriámetros cuadrados.

Magdalena, su capital Santamaría. Tiene algo más de 100.000 habitantes, en una

área de 698 miriámetros cuadrados.

Panamá, su capital la ciudad de Panamá. Tiene algo más de 173.000 habitantes,

en un área de 826 miriámetros cuadrados.

Santander, su capital la ciudad del Socorro. Tiene 496.000 habitantes, en un área

de 422 miriámetros cuadrados.

Tolima, su capital Natagaima. Tiene 251.000 habitantes, en una área de algo más

de 477 miriámetros cuadrados.

P. ¿Con qué naciones linda el territorio de los Estados Unidos de Colombia?

R. Con Venezuela, Centro-América, el Perú, el Brasil y el Ecuador.

P. ¿Cómo hemos venido a la adopción de la forma federal?

R. Por grados sucesivos, y con el voto casi unánime de todos los partidos.

P. ¿Quiénes son colombianos según nuestra actual constitución?

R. Todas las personas nacidas en el territorio de los Estados Unidos de

Colombia, o fuera de este, de padres colombianos y que vengan a domiciliarse en el

país, y los extranjeros que hayan obtenido carta de naturaleza. Los colombianos, bajo

pena de perder la calidad de tales, no pueden admitir empleos, con decoraciones, títulos

o rentas de gobiernos extranjeros.

P. ¿Cuáles son los deberes de los colombianos?

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R. Contribuir para los gastos públicos, y servir a la Unión en lo que exijan las

leyes, haciendo el sacrificio de la vida, si fuere necesario, para defender la integridad

del territorio, la independencia y el honor nacional.

P. ¿Cuáles son las principales bases y condiciones de la Union?

R. 1.ª El establecimiento de un gobierno general, organizado según los

principios republicanos, y que no pueda ejercer otras funciones que las que clara,

expresa y especialmente le hayan sido delegadas por los Estados.

2.ª El establecimiento de gobiernos republicanos en los Estados.

Además son condiciones de la Unión varios compromisos especiales de los

Estados para no enervar ni dificultar la acción del Gobierno general en lo que es de

competencia de la Unión,

P. ¿Puede un Estado hacerle la guerra a otro?

R. En ningún caso, ni por motivo, ni de modo alguno. Las diferencias que se

susciten entre los Estados, se deciden pacíficamente por los medios establecidos en la

constitución.

P. ¿Puede el Gobierno de la Unión declarar y hacer la guerra a los Estados?

R. No puede, sino con expresa autorización del Congreso y después de haber

agotado antes todos los medios de conciliación que la paz nacional y la conveniencia

pública exigen.

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V.—GARANTÍA ESPECIAL DE DERECHOS INDIVIDUALES.

Los gobiernos no se establecen con el único y preciso objeto de que unos

hombres manden y otros obedezcan; ni de que haya un Emperador, un Rey, un

Presidente, un Parlamento, dietas cortes o congresos; ni para que haya jueces, ni estos o

aquellos funcionarios, por el gusto de que los haya. Todas estas cosas, igualmente que la

forma adoptada para el ejercicio del poder, son como la barra, la escuadra, la plomada,

las garruchas, los andamios y todo aquello de que se necesita para levantar un edificio.

El edificio que en lo político o con los medios políticos se construye es el de las

garantías o de los derechos individuales.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS.

P. ¿Qué derechos individuales garantiza especialmente nuestra constitución a los

habitantes de los Estados Unidos de Colombia?

R. Los siguientes, a saber:

1.º La inviolabilidad de la vida.

2.º La libertad individual.

3.º La libertad absoluta e irresponsable del uso de la imprenta.

4.º La libertad de expresar el pensamiento de palabra y por escrito, sin limitación

alguna.

5.º La libertad de viajar dentro de! territorio de la Unión, de salir de él y de

volver a él sin necesidad de pasaporte, ni permiso de autoridad alguna, en tiempo

de paz:

6.º La libertad de ejercer cualquiera industria, arte o comercio, salvos los

derechos adquiridos legalmente por otro en razón de privilegio temporal, y lo

que el Gobierno se haya reservado como arbitrio rentístico.

7.º La libertad de dar o recibirla instrucción que a bien tengan no siendo en

establecimientos costeados de fondos públicos.

8.º La libertad de asociación, sin armas.

9.º La libertad de tener armas y municiones y de hacer comercio de ellas.

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10.º La libertad de ejercer su religión, cualquiera que esta sea, con tal de que no

se ejecuten hechos incompatibles con la soberanía de la Unión, o que puedan

turbar la paz pública.

11.º La seguridad personal.

12.º La propiedad.

13.º La igualdad.

14.º El derecho de obtener pronta resolución en las peticiones que por escrito

dirijan a los funcionarios públicos.

P. ¿Puede imponerse por la Unión o por los Estados la pena de muerte?

R. No; en ningún caso ni por motivo alguno.

P. ¿Pero no es necesaria la pena de muerte para castigar los grandes crímenes y

prevenirlos?

R. La pena de muerte no es eficaz para contener a los criminales; la experiencia

prueba que antes fomenta los crímenes que se quiere prevenir con ella. Ha sucedido

tener lugar un asesinato en la misma plaza y en el mismo momento de estarse

ejecutando a un individuo por igual delito. El medio mejor de evitar los delitos a que se

cree debe imponerse la pena de muerte, es el de instruir al pueblo, e infundirle

sentimientos de humanidad; esto es un deber sagrado de los gobiernos; es parte

importante de su misión, y contrarían abiertamente tal deber dando ellos mismos el

ejemplo de matar, sancionando la muerte del ser humano, y haciendo de ella un

espectáculo. Además, la pena de muerte no deja lugar a reparación, ni consulta la

corrección y enmienda del culpable, que deben ser uno de los principales fines de las

penas. Últimamente, la pena de muerte tiene tal trascendencia sobre la familia inocente

del culpable, la afecta de una manera tan terrible, que en consideración a esto solo, debe

proscribirse aquella pena. Es verdad que las otras penas también afectan a los allegados;

pero no de una manera tan grave, ni con las mismas consecuencias.

P. ¿Qué se debe hacer entonces para librar a la sociedad de los grandes

malhechores?

R. Fundar casas penitenciarias, fuertes, seguras y bien organizadas y dirigidas.

Todos los gobiernos tienen este deber; pero principalmente aquellos que han

proclamado la inviolabilidad de la vida humana. Como consecuencia de este principio

es también un deber de la opinión pública condenar y proscribir el duelo o desafío.

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P. ¿Cuál es el máximo de pena corporal que puede imponerse según nuestra

Constitución?

R. El de diez años.

P. ¿La garantía de la libertad absoluta de la imprenta, no favorece la difamación

pública y tiene otros graves inconvenientes?

R. La experiencia demuestra que la libertad absoluta de la imprenta tiende más

bien a moderar el uso de ésta. Además, en las repúblicas, aquella absoluta libertad es

indispensable para la existencia del gobierno propio popular, y sobre todo, para que con

entera seguridad pueda ser censurada la conducta de los gobernantes y denunciados sus

abusos o faltas. En fin, admitiendo que la imprenta libre ofrezca algunos

inconvenientes, son mayores los que nacen de restringir su uso y someterlo a una

responsabilidad que por mil medios fáciles puede volverse ilusoria.

P. La garantía constitucional otorgada a la libertad de expresar el pensamiento,

de palabra y por escrito, sin limitación alguna, ¿puede autorizar o excusar siquiera, el

perjurio, la falsedad y otros delito semejantes?

R. No, en manera alguna; y los que cometan esos delitos se hacen culpables de

ellos y acreedores a las penas legales consiguientes.

P. ¿Puede haber esclavos en el territorio de los Estados Unidos de Colombia?

R. Desde la fundación de la República se reconoció el ultraje que la esclavitud

del hombre infiere a Dios y a los derechos de la humanidad; en 1821 se declaró que

todo hombre que naciese en Colombia seria libre, y al mismo tiempo se atendió a la

manumisión gradual de los esclavos entonces existentes. Más tarde indemnizando a los

dueños de esclavos, se abolió del todo la esclavitud, en 1851, y la constitución actual la

veda enteramente en el territorio de la Unión, hasta el punto de que si se introduce un

esclavo en el territorio de ésta, queda aquel de hecho en la condición de hombre libre.

P. ¿Se puede sacar por medio de fundaciones, o de otra manera, una finca raíz de

la libre circulación, o imponerse censos a perpetuidad?

R. Lo primero lo prohíbe expresamente la constitución, en beneficio del

comercio libre y de la mejora e incremento de la propiedad raíz; y en cuanto a censos a

perpetuidad, solo pueden imponerse sobre el Tesoro público, por la misma razón de no

ser conveniente la estancación de las fincas raíces.

P. ¿Puede un habitante de Colombia ser reducido a prisión por deudas?

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R. No, en ningún caso ni por motivo alguno. El juez, o autoridad sea la que

fuere, que haga poner en la cárcel a un individuo, por deuda, viola la garantía otorgada a

la seguridad personal y debe por ello ser juzgado y castigado. En los Estados Unidos de

Colombia un individuo no puedo ser preso ni detenido, sino por motivo criminal, o por

pena correccional.

P. ¿Los extranjeros gozan también de los derechos individuales?

R. Los extranjeros, aunque sean meros transeúntes, gozan en los Estados Unidos

de Colombia de los mismos derechos individuales que los nacionales, en igual extensión

y con la misma garantía que estos, bien que no gocen de los derechos políticos si no se

hacen colombianos.

P. ¿Los derechos individuales son concedidos por las instituciones políticas?

R. No; ellos son concedidos al hombre por Dios, por la naturaleza. Las

constituciones no hacen sino declararlos, reconocerlos y garantizarlos.

P. ¿Pueden dichos derechos ser suspendidos en algún caso?

R. En ninguno ni por motivo alguno. Los gobiernos que piensan conservarse

suspendiendo en casos críticos el goce de esos derechos, se exponen a perjudicar su

causa.

P. ¿De qué depende la eficacia de la garantía constitucional de los derechos

individuales, y el real y efectivo goce de estos derechos?

R. Esas cosas dependen del respeto de cada uno por los derechos individuales de

los demás; de la lealtad, honradez y rectitud de los funcionarios públicos; y, sobre todo,

del mantenimiento inalterable del orden y de la paz. Reinando ésta, aunque de intento se

esterilizase el suelo, aunque lo cubriese la sombra de un gobierno audaz, o poco mirado

y respetuoso, las garantías individuales, a pesar de eso, por el solo poder de la paz,

germinarían, crecerían y vendrían a ser robustos y copados árboles. Habiendo paz y

orden, ¿quién ni para que tendría que ir a tocar con la persona, con la libertad, con la

propiedad, ni con otro alguno de los derechos individuales? Lo contrario si hay guerra:

aunque se abone eficazmente el suelo; aunque los gobernantes sean moderados, suaves

y circunspectos; aunque en derredor de las garantías se abran profundas vallas, y aunque

en torno suyo se erijan fuertes muros, todo eso será inútil; todo eso desaparecerá de un

golpe al estampido del primer cañonazo, aun del primer tiro de fusil. Los derechos y las

garantías quedarán entonces al descubierto; sobre ellos vendrán a pasar los carruajes de

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la pesada artillería; los hollará la planta del soldado; los harán pedazos los cascos de los

caballos de batalla. ¡Gran dicha será, si se logra conservar la semilla!

P. ¿Qué deberemos hacer entonces, por nuestra parte, como individuos, para

asegurar el goce real y efectivo de los derechos individuales que munificentemente nos

garantiza nuestra actual constitución?

R. Tres cosas: l.ª comportarnos bien, de manera que no ataquemos ni ofendamos,

siquiera levemente, los derechos individuales de los otros, para que los nuestros no

tengan que ser ofendidos ni atacados por la justicia y por la ley. 2.ª contribuir

eficazmente, por la imprenta, por el sufragio y por todos los medios lícitos, al

nombramiento de gobernantes y de magistrados honrados, leales y rectos; y 3.ª y

principal, oponernos resueltamente a las guerras civiles, y contribuir y cooperar con

todas nuestras fuerzas, con todas nuestras facultades, con todos nuestros medios a la

conservación del orden y al mantenimiento inalterable de la paz pública.

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VI.—GOBIERNO DE LOS ESTADOS UNIDOS DE COLOMBIA.

El gobierno de los Estados Unidos de Colombia es federal republicano. El objeto

principal de su establecimiento es representar la Unión ante las otras naciones, y dirigir

y cultivar las relaciones exteriores. Es de su deber la defensa del país y la vindicta del

honor nacional, y al efecto dispone de la fuerza y de los recursos de la Unión. Todo lo

relativo al comercio exterior, de cabotaje y costanero, puertos marítimos, fluviales y

socos, arsenales, fortalezas, &a., le está delegado por los estados, así como las vías

interoceánicas y la navegación de los ríos que bañan más de un estado o que pasan al

territorio de otra nación. Le está igualmente delegado lo relativo al pabellón y al escudo

de armas de la Unión, a las monedas, al crédito público, y, en general, todo lo que toca a

las naciones según el derecho de gentes, y todo lo que en común pertenece a los estados.

Todas estas cosas le corresponden exclusivamente al gobierno general, y además, sin

exclusión de los estados, le corresponde la instrucción pública, el servicio de correos, la

inmigración, la carta geográfica, y la civilización de las tribus de indígenas salvajes.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS.

P. ¿Qué poderes atienden al desempeño de las funciones delegadas por los

estados al gobierno general?

R. El legislativo, el ejecutivo y el judicial.

P. ¿Quién ejerce el poder legislativo?

R. El congreso, compuesto de dos cámaras: el Senado y la Cámara de

representantes. Los senadores se consideran como plenipotenciarios de los estados, y

cada estado nombra tres. Los representantes se supone que representan la población, y

cada estado nombra un representante por cada cincuenta mil habitantes y uno más por

un residuo que no baje de veinte mil.

P. ¿Cómo se hace el nombramiento de senadores y de representantes?

R. Del modo que para sí lo determine cada estado.

P. ¿Cuál es el período de duración de los senadores y representantes?

R. El de dos años; pero pueden ser reelectos indefinidamente.

P. ¿Tienen alguna responsabilidad?

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R. Ante Dios, la conciencia y la opinión pública: ante la ley son inmunes tanto

por los votos que den, como por las opiniones que emitan.

P. ¿Tienen alguna prohibición especial los senadores y representantes?

R. Sí: mientras conserven su carácter no pueden hacer por sí ni por interpuesta

persona, ninguna clase de contratos con el gobierno general, ni admitir poderes para

gestionar contra la Unión.

P. ¿Puede una ley ser anulada?

R. Sí puede serlo por el voto de la mayoría de las legislaturas de los estados,

cuando ataque la soberanía o viole los derechos individuales garantizados por la

constitución.

P. ¿El poder ejecutivo por quién se ejerce?

R. Por un funcionario con el título de “presidente de los Estados Unidos de

Colombia.” Lo nombran los estados, por mayoría, teniendo cada estado un voto. Dura

dos años, y no puede ser reelecto en el inmediato período siguiente. Para el desempeño

de sus funciones tiene los secretarios y agentes que le da la ley. En caso de falta hace

sus veces un designado, que toma el título de presidente.

P. ¿El poder judicial por quién es ejercido?

R. Por la corte suprema federal y por los tribunales y juzgados que determina la

ley.

P. ¿De cuántos magistrados se compone la corte suprema federal, quién los

nombra, y cuál es el período de su duración?

R. La corte suprema federal se compone de cinco magistrados. Se hace su

nombramiento votando las legislaturas de los estados por cinco ciudadanos; el congreso

declara nombrados a los cinco que reúnan más votos; pero no puede declarar nombrados

dos individuos que sean naturales, vecinos o ciudadanos de un mismo estado. El período

de su duración es de cuatro años, y las vacantes que ocurran las llenan los suplentes

nombrados anualmente por el congreso.

P. ¿Qué otro funcionario importante hay en la Unión?

R. El Procurador general, nombrado, cada dos años, por la Cámara de

Representantes.

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VII.—DE LA GUARDIA COLOMBIANA.

“No es propio para la guerra el que no puede con serenos ojos mirar cómo corre

la sangre, y no arde en deseos de acercarse al enemigo. Las virtudes guerreras reciben la

corona más brillante, la que hace ilustres a los héroes. Útil verdaderamente es a su país

el mancebo que se adelanta con orgullo a la primera fila, permanece en ella sin

pasmarse, destierra de sí la idea de una fuga vergonzosa, se precipita delante de los

peligros, y próximo a morir hace frente todavía al enemigo que tiene más inmediato.

¡Útil en verdad, en verdad es excelente este mancebo! Se desvanecen al frente de él las

formidables falanges enemigas, y lleva a su diestra encadenada la victoria, pronta a

desplegar sus alas y hender los aires, cual una águila rapante. Pero si traspasado el

escudo en mil partes, si cubierto el pecho de mil heridas cae el guerrero en el campo de

batalla, ¡qué honor para su patria, para sus conciudadanos, para su madre! Jóvenes y

ancianos, todos le lloran, y se lleva consigo el amor de un pueblo entero. Su sepulcro,

sus hijos hasta su posteridad más remota, se atraen el respeto de los hombres. ¡No, no

muere el héroe, que se sacrifica, en las aras de su patria: es inmortal! […]

“¡Qué hermoso es morir en la primera fila combatiendo por la patria! No existe

una vergüenza igual al deshonor de la patria ni al ultraje impune de armas extranjeras.

Si el ciudadano no vuela a empuñar el acero para vindicarla y defenderla, tiene que

llevar la mancha arrojada sobre su frente; y, o arrastra la pesada y vil cadena del

esclavo; o, abandonando su país, lejos del suelo que le ha visto nacer, vaga mendigando

un pan amargo en tierra extraña, con su querida madre, con su padre encorvado bajo el

peso de los años, y su esposa joven que acordándose de su país, estrecha, llorosa, contra

el pecho a sus hijos pequeñuelos, que ya no tienen patria. Blanco del humano desprecio,

se ve roído por la odiosa pobreza. Su nombre se envilece, sus formas en otro tiempo tan

hermosas, se alteran, y constantemente angustia su pecho una ansiedad intolerable, un

mal interior indefinible: no tarda en perder el pudor, y su frente ya no se ruboriza. ¡Ah!

¡Muramos, si es necesario, por nuestra tierra natal, por nuestros conciudadanos, por

nuestra familia; por el honor y por la libertad de la patria! Héroes de Esparta,

combatamos estrechamente unidos: ninguno de nosotros se entregue al temor o a la

fuga. Prodigad vuestros días; precipitaos contra el enemigo con generoso furor; cuidad

de no abandonar a esos ancianos, a esos veteranos cuyas rodillas ha entorpecido la edad.

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¡Qué vergüenza, si quedándose atrás el joven, pereciese el anciano adelante en la pelea;

verle con su cabeza cana y su blanca barba agitándose en el polvo!... Este anciano es en

un todo semejante a los guerreros jóvenes: brilla con las flores de la adolescencia: vivo,

adóranle hombres y mujeres; muerto, le destinan una corona. ¡Oh espartanos,

marchemos pues, contra el enemigo; marchemos con paso firme, y cada héroe ocupe su

sitio, mordiéndoselos labios!”

(Canto de guerra de los espartanos).

PREGUNTAS Y RESPUESTAS.

P. ¿Qué es lo que se llama la guardia colombiana?

R. La guardia colombiana es la fuerza armada terrestre de la Unión. Se compone

de la fuerza organizada según la ley federal, y de la milicia nacional que debe organizar

cada Estado.

P. ¿Cuál es el destino principal de la guardia colombiana?

R. Defender, con las armas confiadas a su lealtad y a su valor, el suelo, la

independencia, la libertad y el honor de nuestra adorada patria.

P. ¿Cuál es su más grande deber?

R. Morir, si necesario fuere, cumpliendo heroicamente su glorioso destino.

P. ¿Pero no es degradante la profesión de las armas, no hace duro al que la

ejerce, no favorece la corrupción y la licencia?

R. Eso es un error; la profesión de las armas más bien perfecciona que degrada,

y de ninguna manera excluye la compasión, la dulzura, la cortesanía, ni otra alguna de

las virtudes privadas. Todas estas cosas se hermanan perfectamente con el uniforme

militar. El guardia colombiano debe mirar este uniforme con el respeto que merece, y

conducirse de una manera irreprensible para no manchar su brillo en ningún caso, ni

degradar la institución,

P. ¿Qué toca hacer, principalmente, a la guardia colombiana para captarse el

amor y el respeto de los ciudadanos?

R. Amar de corazón las instituciones republicanas, respetar hasta la idolatría la

constitución y la ley, y acatar profundamente el poder civil. No debe olvidar la guardia

colombiana que se halla instituida para apoyar y hacer respetar este poder, no para

dominarlo, ni vilipendiarlo. Sobre todo, nunca ni por motivo alguno entrará aquella en

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conjuraciones o complots contra el poder civil, al que en todo caso debe presentársele

cortésmente la espada. Un ejército conspirador, o siquiera voluntarioso, es indigno de

llamarse “guardia de la nación”; sería más bien guardia pretoriana.

P. ¿Cómo debe portarse el guardia colombiano en la sociedad?

R. Debe portarse en todo y siempre con decencia y honor. El honor es el

verdadero bordado del uniforme militar. Debe el guardia colombiano procurar

presentarse en público con dignidad, mas sin altanería; debe ser bien criado y atento con

todos, no proferir palabras descompuestas, ni ejecutar actos reprobados por la buena

educación, la decencia, o la delicadeza.

P. ¿Cómo debe comportarse el guardia colombiano en el cuartel?

R. Sumiso y respetuoso, sin abyección, a sus jefes y superiores. Cuando la fatiga

militar se lo permita, debe el guardia colombiano ocuparse en alguna cosa útil: en

limpiar y tener en buen estado su arma; en el aseo de las prendas de su uniforme; en

aprender a leer y escribir, si no supiere; en instruirse en las leyes y en las ordenanzas del

ejército; en cualquiera lectura provechosa; en ejercicios de agilidad y de fuerza, o en lo

que dispongan los estatutos militares. No debe olvidar que la ociosidad suele engendrar

vicios.

P. ¿Cómo debe portarse el guardia colombiano en las marchas?

R. En las marchas el guardia colombiano debe ser sufrido, puntual, debe guardar

absoluto silencio, y cuidar con esmero de las municiones. Confiar en Dios y tener

mucho cuidado de que no se moje la pólvora, como decía Cromwell a sus soldados.

Principalmente debe el soldado, en sus marchas, respetar el hogar de los ciudadanos

inofensivos, aun el de aquellos adictos al bando contrario. Debe no esparcir el terror por

donde pasa; no asustar a las gentes, sobre todo a las mujeres y a los niños; no tomar

cosa alguna con violencia, sino usando de buenos modos y pagando lo que tome; ni en

fin talar los campos ni hacer otros daños, a no ser que reciba orden expresa de sus jefes

para hacerlo en propia defensa, o como medio de hostilidad permitida en la guerra.

Todo acto innecesario de destrucción o de violencia deshonra al soldado y hace perder

la opinión a la causa a que sirve.

P. ¿Cómo debe portarse el guardia colombiano en los combates?

R. Con impavidez y denuedo. La serenidad disminuye el peligro, y la victoria es

de los valientes. Debe además tener fe ciega en el triunfo; el que no espera vencer, ya

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está vencido, así como el que confía en vencer, ya es vencedor. Un gran capitán ha

dicho que una batalla ganada es una batalla que el enemigo cree haber perdido. Por

tanto, la falta de fe y de confianza puede por sí sola dar al otro beligerante el laurel del

triunfo. Jamás el guardia colombiano debe pensar en la fuga, debiendo hacer cuenta,

cuando se ha empeñado el combate, que a su espalda no ha quedado terreno; hay mayor

riesgo personal en volverle la espalda al enemigo, que en presentarle la cara, y según se

ha dicho, el soldado parece mejor, muerto en el campo, que salvo en la fuga. En todo

caso, con el escudo o sobre el escudo.

P. ¿Cómo debe portarse el guardia colombiano después de la victoria?

R. Con humanidad y compasión. Desde que cesa el combate callan las leyes de

la guerra, y recobran su imperio las de la humanidad, las del evangelio y la civilización.

El vencido no es ya un enemigo; es un hermano en desgracia: está aterrado, agobiado de

fatiga, tal vez devorado de ardiente sed, tal vez cubierto de dolorosas heridas; siente en

su derredor los pasos de la muerte, o cuando menos, oye sonar la cadena del prisionero:

oprimido el pecho suspira por su bandera vencida, y traspasado de agudo dolor,

acuérdase de su esposa, de sus hijos pequeñuelos, acaso de una madre anciana... En tal

aflictiva situación ¡qué falta de nobleza y de valentía no tenderle generosamente la

mano! ¡Qué crueldad, qué envilecimiento descargar sobre él, a sangre fría, un golpe

mortal! La gloria recogida en el más famoso combate, quedaría empeñada por una

acción semejante. El valiente es compasivo y generoso, y el guardia colombiano debe

portarse como se portan los valientes. Hay más satisfacción en salvar a un enemigo

rendido, que en derrotar a un ejército. Jamás del guardia colombiano debe partir aquel

grito salvaje: ¡Ay de los vencidos!

P. En política ¿no tiene algún deber especial la guardia colombiana?

R. Sí, tiene uno muy sagrado: el de no concurrir en formación ni con armas a las

urnas electorales, no coartar la libertad del sufragio, ni aparecer en los alrededores del

congreso ni de las corporaciones deliberantes, sino cuando sea conducida a esos puestos

para dar seguridad, inspirar confianza y mantener el orden.

P. ¿En qué debe cifrarse la gloría de la guardia colombiana?

R. En sacar siempre triunfante la bandera nacional.

P. ¿Cuáles son los colores de nuestra bandera?

R. Azul, amarillo y encarnado.

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P. ¿Qué significan o deben significar esos hermosos colores en nuestra bandera?

R. Independencia, honor, libertad y paz. El guardia colombiano, depositario

especial de esa bandera, debe amarla, después de Dios, más que a todas las cosas.

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VIII.—DEL SISTEMA REPUBLICANO EN GENERAL.

El sistema republicano es el más favorable a la garantía de los derechos

individuales, y a vida, la libertad, la seguridad, la igualdad, la reputación y la condición

doméstica; y como la protección y el goce efectivo de estos derechos es el gran fin con

que se establecen los gobiernos, el gobierno republicano es el mejor de los que conocen

los hombres. Si los derechos de la humanidad, si la dignidad del hombre, si las

libertades públicas, y el progreso social merecen y deben ser atendidos, el sol no debiera

brillar sino sobre repúblicas, ni el aire debiera batir otras banderas que la republicana.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS.

P. ¿Cuál ha sido el sistema de gobierno que por el voto constante y unánime del

país, hemos adoptado después de nuestra gloriosa emancipación de España?

R. El republicano, popular, representativo, alternativo, electivo y responsable: el

mejor de los gobiernos conocidos, como que es el que más eficazmente favorece la

garantía de los derechos individuales, que son lo esencial, que son el todo para el

hombre en sociedad.

P. Pero las repúblicas americanas, de origen español, ¿no han vivido en

continuas guerras civiles bajo de este sistema?

R. Desgraciadamente la guerra civil ha afligido con frecuencia a estas

repúblicas; pero esto no debe atribuirse al sistema republicano adoptado por ellas, sino a

su estado de adolescencia, al tipo y tendencias que les imprimió el medio de conquista

con que fueron colonizados estos países, a la escasez de su población, a la ignorancia de

las masas, a la ausencia de fuertes intereses materiales y de grandes empresas de

industria y de comercio, a la falta de vías de comunicación, y a otras causas extrañas al

sistema. También monarquías, hoy quietas y poderosas, han sido azotadas por guerras

civiles. Es que en lo general, parece que las naciones, sea cual fuere la forma de su

gobierno, tienen que andar una vía de sangre antes de llegar a una condición estable y

pacífica. La Inglaterra, que es hoy el país donde la paz interior está más afirmada, ha

atravesado períodos de largas y sangrientas luchas intestinas. La gran República de los

Estados Unidos de América, no obstante la forma de su gobierno, había gozado hasta

ahora poco de larga y profunda paz; y la guerra civil que hoy la devasta tiene una causa

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bien conocida, distinta e independiente de su organización política. En Méjico

proclamaron una vez el imperio, y el imperio no pudo asegurar allí la paz pública.

P. Sin entrar en las profundidades de la teoría, ni en una comparación rigurosa

entre la monarquía y la República ¿pudierais trazar de esta algunos rasgos prominentes,

al alcance del pueblo, y que puedan hacerle palpables las ventajas que le brinda el

sistema republicano?

R. Alguno de nuestros conciudadanos ha hecho ya esto. Repetiré parte de sus

palabras:

“En la República nadie tiene derecho, por grande que sea su saber y su riqueza, a

mandar a los ciudadanos: es preciso que estos le nombren. El pueblo elije, directa o

indirectamente, todos sus mandatarios: los empleados duran cierto período de tiempo,

pueden ser reelegidos, pero no vitalicios: los empleos no se heredan ni se compran; y

todos aparejan responsabilidad si el que los desempeña no cumple con sus deberes. El

pueblo conoce sus jefes, y el simple obrero tiene acceso hasta el salón del presidente de

la Nación, y se roza con él al pasar por la acera de una calle; presencia las discusiones

de sus legisladores, desde la barra del Cabildo hasta la del Congreso y aplaude o

condena libremente sus discursos y sus trabajos.”

“En la República los empleados no son más que administradores de la cosa

pública, esto es, mayordomos o servidores de la Nación: los hombres del pueblo son

ciudadanos, es decir, libres y señores.”

“En la República cualquier ciudadano ocurre hasta los estrados mismos del

Tribunal supremo de la Nación, y sus peticiones, por disparatadas que sean, son

atendidas como el alegato del más famoso orador: en los bancos de las partes litigantes,

desaparece toda distinción social; allí es absoluta la igualdad ante la ley.”

“En la República, el ciudadano dirige, por medio de la prensa y con toda

libertad, sus censuras y sus acusaciones contra los desaciertos y las injusticias de los

mandatarios: la sanción moral produce sus fallos por la imprenta, ya contra el individuo

particular, ya contra el empleado público. El hombre que no es abyecto ni cobarde se

encara contra otro hombre, sea cual fuere el rango o empleo de éste, y reclama lo que le

interesa, o le demuestra los excesos o las faltas que comete, sin riesgo de ser abofeteado

como irrespetuoso o insurgente.”

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“En la República el hombre honrado puede elevarse desde la simple condición

de jornalero hasta la de capitalista u hombre de Estado: todas las carreras están abiertas

para el que trabaja o estudia.”

“En la República no hay vinculación de propiedades que no puedan enajenarse y

pasar de mano en mano. El que a esfuerzos de su trabajo ha reunido un capital, lo

emplea en tierras o como a bien tenga. El más rústico campesino tiene o puede tener un

pedazo de terreno y hace exclusivamente suyos todos sus productos: nadie puede

arrebatarle el fruto de su trabajo, ni exigirle, a título de señor, un solo centavo de sus

especulaciones. Solo está obligado a contribuir para los gastos de la administración

pública, en proporción a su riqueza, y en virtud de preceptos terminantes de las leyes

que él mismo ha hecho por medio de sus representantes que legislan. Toda industria

lícita es permitida a quienquiera que se le antoje ejercerla; en la República no hay

gremios que monopolicen una profesión determinada.”

“En la República todo es sencillez y llaneza: no hay más que el pabellón de las

armas nacionales y el bastón del magistrado.”

“La República, es el Edén del pueblo, que constituye los muchos.”

“En la República hay ciertas distinciones puramente sociales, debidas al talento,

a la virtud y aun a la riqueza; pero que en nada afectan la independencia y dignidad de

los ciudadanos, ni menoscaban sus derechos ante la ley. Esa desigualdad social está en

la naturaleza misma de la comunión de los hombres, y sería un insensato quien quisiese

pasar el nivel por encima del género humano. Pero es solo en la República donde esa

desigualdad se mantiene y se modera en sus justos límites, y donde no presenta ese

cúmulo de monstruosidades que amenguan al ser creado libre por la mano de Dios…”

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IX.—FORMA FEDERAL.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS.

P. La forma federal aplicada al sistema republicano, o combinada con este

sistema ¿no brinda algunas ventajas especiales?

R. El sistema de pequeños Estados republicanos federados, es decir, una gran

República compuesta de pequeñas Repúblicas, consulta mejor el gobierno propio

popular, y formando de entidades políticas, no muy extensas, una nacionalidad común,

reúne las ventajas de las naciones grandes a las que son propias de las pequeñas, como

nuestros Estados. Éstos, con una extensión, relativamente reducida e independientes

unos de otros, pueden atender con mayor libertad, más de cerca, con mejores

conocimientos locales y con una acción más concentrada y vigorosa, a sus necesidades e

intereses exclusivos, y constituirse y gobernarse según la opinión que domine en cada

Estado, sin que la opinión ni los intereses predominantes en otros Estados puedan

presentar obstáculo al ejercicio pleno y absoluto de la soberanía interna de cada uno. En

lo exterior, de muchos, uno; en lo interior, cada uno soberano, libre e independiente en

su suelo. En el sistema central el gobierno es como una gran rueda en la que vienen a

endentarse las ruedas de los gobiernos seccionales: desde que estas no se mueven en el

mismo sentido de la rueda común, hay resistencia, y se hace preciso hacer girar por la

fuerza y contra la tendencia natural de sus principios o de sus intereses, las ruedas

seccionales que se mueven en sentido inverso de la mayoría; por manera que tendrá que

haber, alternativamente, secciones opresoras y secciones oprimidas. En el sistema

federal cada rueda se mueve a su voluntad, sin contacto forzado con las otras, y sin

dependencia, en lo interior, de la rueda del gobierno general; cada una gira libremente,

como giran los mundos cada uno dentro de su respectiva órbita, al mismo tiempo que el

todo, como el sistema planetario, se mueve en concierto y armonía.

P. ¿El sistema federal es favorable al mantenimiento del orden público y de la

paz?

R. El sistema federal supone la paz y el orden, sin cuyas condiciones no puede

existir, y tiende como por instinto de su propia conservación, a favorecer esas

condiciones naturales de su existencia. Sobre todo, en el sistema federal hay menos

riesgo de que las revoluciones y los trastornos se generalicen; el sistema los encierra

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dentro de los límites de cada Estado, los que no pueden traspasar, salvo el caso de una

conflagración general excepcional.

P. ¿No hay alguna otra razón para establecer que el sistema federal es favorable

a la paz de la nacionalidad común?

R. Sí la hay. Teniendo cada Estado su suerte en sus manos, pudiendo disponer de

ella a su libre y entera voluntad, siendo árbitro y soberano para labrar su dicha interior,

no tendrá por qué pensar en conmociones o revueltas generales, antes bien aquellos

Estados que marchen regularmente, se opondrán a que las haya, Hablando de nosotros,

el día en que siquiera tres Estados hayan echado el áncora, y que libres y bien

gobernados, se hallen ricos y florecientes, fuera de servir de ejemplo y de estímulo a los

otros Estados, servirán también de poderoso lastre en la Unión, llegando hasta hacer

imposibles las revoluciones generales. En el sistema central, las secciones, por grandes

que sean, nunca tienen la importancia, el espíritu, ni la tendencia que requiere aquella

misión.

P. ¿Qué otra ventaja notable brinda el sistema federal?

R. La de llevar la vida y la importancia políticas del centro a las extremidades, y

extender por todo el cuerpo social la ciencia del gobierno y de la administración. En el

sistema rigurosamente central, la nación es como un cuerpo débil con una gran cabeza;

en el sistema federal la fuerza se halla bien compartida entre todos los miembros; y

existiendo varios centros importantes en el todo, la cabeza no arrastrará al cuerpo

entero. Aun la instrucción, las notabilidades, los capitales, las empresas, se distribuirán

convenientemente en todo el país, al favor del sistema federal.

P. Pero esa independencia, esa soberanía que el sistema federal otorga a las

secciones, ¿no las entrega a desaciertos y tal vez a la anarquía?

R. El sistema federal no se adopta en un país, sino cuando las grandes secciones

que lo forman, han llegado por decirlo así, a su mayor edad; y entonces es justo dejar la

suerte de cada gran sección en sus manos. Continuar manteniendo esas secciones en el

pupilaje, después que han crecido y se han desarrollado, podría traer mayores y más

graves inconvenientes que los que puedan nacer de dejar que se gobiernen a su

voluntad. Además, no hay tarea que no se aprenda con el ejercicio, y sabido es que la

experiencia hace maestros. Los desaciertos o desvíos en política y en administración

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llevan de cerca su castigo, y éste escarmentará a los Estados que no usaren bien del

poder de gobernarse, puesto en sus manos.

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X.—NUESTRO PAÍS.

Siguiendo a nuestro célebre y malogrado Caldas, puede decirse que la posición

geográfica de Colombia, la destina al comercio del universo. “Situada bajo de la línea, a

iguales distancias de Méjico y California por el Norte, como de Chile y Patagonia por el

Sur, ocupa el centro del nuevo continente. A la derecha tiene todas las riquezas

septentrionales, a la izquierda todas las producciones del mediodía de la América. Con

puertos sobre el Pacífico y puertos sobre el Atlántico, en medio de la inmensa extensión

de los mares, lejos de los huracanes y de los carámbanos de las extremidades polares de

los continentes, puede llevar sus especulaciones mercantiles desde donde nace el sol

hasta el ocaso. Mejor situada que Tiro y que Alejandría, puede acumular en su seno los

perfumes de Asia, el marfil africano, la industria europea, las pieles del Norte, la ballena

del mediodía, y cuanto produce la superficie de nuestro globo. Ya me parece que esta

colonia afortunada recojo con una mano las producciones del hemisferio en que domina

la Osa, y con la otra las del opuesto; me parece que se liga con todas las naciones, y que

lleva al polo los frutos de la línea y a la línea las producciones del polo. Convengamos:

nada hay mejor situado en el viejo y en el nuevo mundo que Colombia. No nos

deslumbremos con las riquezas de Méjico, ni con la plata de Potosí. Nada tenemos que

envidiar a estas regiones tan ponderadas. Nuestros Andes son tan ricos corno aquellos, y

el lugar que ocupamos es el primero. El Perú allá en una zona estéril de las costas del

Pacífico, Méjico con una situación más feliz en los confines de la zona tórrida y

templada, ¿pueden contar, como nosotros, con el número prodigioso de ríos, de estos

canales cavados por las manos de la naturaleza por donde algún día deben correr

nuestras riquezas desde el centro hasta las extremidades? Buenos Aires, el Brasil, la

Guayana, Caracas, las provincias independientes del Norte, el Canadá, &a., no pueden

venir al Sur sin correr los peligros de Magallanes, y no pueden pasar al Oriente sin

visitar el cabo más meridional del África, tan temido de los navegantes. Colombia tiene

en su arbitrio mandar sus buques a la China y a la Europa, a la Groenlandia y a

Kamtschastka, sin tocar con aquellas puntas borrascosas que tanto retardan el comercio

de las naciones. Esta es nuestra situación y estas son las relaciones que tenemos con

todos los pueblos de la tierra.”

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PREGUNTAS Y RESPUESTAS.

P. ¿Qué debe decirse del trozo de tierra que nos ha tocado por patria?

R. Su apreciación geográfica ha sido hecha, desde ahora más de medio siglo, por

nuestro malogrado compatriota Caldas. Bajo de este aspecto nada hay que añadir a lo

que él nos dejó escrito

P. ¿Y en lo demás?

P. En lo demás tenemos una extensión de suelo fértil más que suficiente para

contener y alimentar la nación más numerosa. Hay espacio, en nuestro suelo, donde

quepamos todos, y con que labrarnos todos nuestra felicidad, sin excluirnos ni

incomodarnos unos a otros. No tenemos los hielos del invierno ni los calores del

abrasador estío; nuestros climas, en lo general, son dulces, constantes y reinan en ellos

tibias y perfumadas auras. Tampoco tenemos el cólera asiático, ni la lupia del

pauperismo propiamente tal, ni otros azotes semejantes que devastan la población o la

corrompen. Somos dueños de ricas y variadas minas, principalmente de oro; la platina

es de nuestro país, y tenemos también el carey, el nácar, la perla y la esmeralda. En

nuestros montes se encuentran exquisitas maderas de construcción, palos de tinte,

bálsamos y cáscaras medicinales, al mismo tiempo que en los campos y en los bosques

se crían los cuadrúpedos más útiles al hombre, las aves más estimadas y mil pajarillos

de dulce canto. Las espigas, las frutas, las flores se ostentan por donde quiera…

Parece que la naturaleza al dotar a nuestro suelo dijo: “que no quede por mí; si

ha de quedar, que sea por ellos.”

P. ¿Es decir que somos el pueblo más feliz del mundo?

R. No; bien que por nuestra posición geográfica, nuestras riquezas naturales y

por nuestras instituciones políticas debiéramos ser, si no el pueblo más feliz de la tierra,

sí uno de los más felices.

P. ¿Y por qué no lo somos con esas tantas ventajas y condiciones favorables que

debemos a la naturaleza? ¿Es que ha faltado por nosotros?

R. Varias causas han impedido a nuestro país aprovechar esas ventajosas

condiciones naturales. Sin contar el modo como se hizo su colonización, su primer

período, de más de tres siglos, fue de ignorancia, de opresión y de abatimiento; su

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segundo periodo fue de lucha por la independencia y por la libertad, y en su último

periodo ha sido desgraciadamente anotado con frecuencia por la guerra civil. Sin esas

causas, nos encontraríamos hoy a considerable altura en educación de las masas

populares, en hábitos republicanos, en riqueza, en crédito, y en toda suerte de mejoras

materiales; tendríamos abundancia, y nos sobrarían comodidades y goces.

P. Si nuestro país, por su posición geográfica, por la extensión de su suelo, sus

ríos, sus inagotables riquezas naturales está llamado a un alto destino, ¿qué nos toca

hacer por nuestra parte?

R. Empeñarnos en mantener la integridad nacional, oponiéndonos decididamente

al fraccionamiento de la Unión, y lanzando un anatema contra el primero que intente

separar de ella alguna de las entidades políticas que tan favorecido conjunto forman.

Unidos estrecha y cordialmente los Estados, profesando un mismo símbolo político, y

reinando inalterablemente la paz, es seguro que nuestro país realizará un día su

halagüeño porvenir.

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XI.—DEL PATRIOTISMO.

El patriotismo es un afecto vivo y ardiente; es el sentimiento que produce los

héroes y los grandes hombres. Sabe obrar prodigios de valor y de abnegación, y cuando

su fuego arde en todos los pechos, tantos ciudadanos cuenta el país, otras tantas firmes

columnas apoyan o sostienen el edificio político: la independencia, el orden y las

libertades públicas reposan entonces sobre una base eterna. Por el contrario, una

sociedad a la que el fuego del amor patrio no anima, es una presa fácil para el primer

usurpador que se presente en sus puertos, o para el primer ambicioso que se levante en

su seno.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS.

P. ¿Qué entendéis por patriotismo?

R. El amor a la patria.

P. ¿Y qué es lo que se llama patria?

R. El país en que hemos nacido, o en el que nos hallamos naturalizados: su

suelo, sus instituciones y sus habitantes.

P. ¿El amor a la patria es un amor exclusivo?

R. No: debemos amar a la humanidad entera, desear el bien de todos los países

del mundo; pero nuestro país y nuestros compatriotas deben ser preferidos en nuestro

afecto y en nuestros deseos.

P. ¿Cuál es el primer deber que nos impone el patriotismo?

R. Cuando el país se halla bien constituido y gobernado, cuando es electivo el

goce de los derechos del hombre y de las libertades públicas, el primer deber, el más

grande y sagrado, que impone el patriotismo, es el de cooperar al mantenimiento del

orden y de la paz pública.

P. ¿Tan importante es, pues, para la dicha de un país la conservación del orden y

de la paz pública?

R. Para contestar a esta pregunta basta considerar el cuadro que presenta una

sociedad en estado de guerra: el ruido de las armas, el despotismo militar. la

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inseguridad, el abandono del trabajo, los atentados contra la propiedad, el comercio

abatido, los mercados desiertos, la miseria y el lamento general, los campos eriales

cuando no empapados en sangre y cubiertos de muertos, o de heridos cuyos lastimeros

ayes, mezclados con el estertor de los moribundos, “recuerdan el dolor de sus padres, de

sus esposas y de sus hijos reservados al abandono, tal vez a la miseria y ciertamente a

un luto irreparable; destruidas las cosechas, incendiadas las casas de campo, expuestas

las ciudades a los largos padecimientos de los asedios..."

P. No más horrores; trazad más bien el cuadro de una sociedad en estado de paz.

R. Una sociedad que se halla bien organizada, ofrece en el estado de paz el

reinado de las garantías, la libertad, la seguridad personal, el respeto a la propiedad, el

comercio floreciente, los campos cubiertos de mieses, o poblados de caballerías, de

ganados y de rebaños; las vías de comunicación francas y seguras para todos; los

mercados concurridos; la abundancia y la baratura de los víveres; el cambio generoso de

servicios y atenciones; las comodidades, las recreaciones, los placeres, la dulzura de la

vida: todos los esfuerzos reunidos para atraer el bien y alejar el mal; las artes las

ciencias, las musas, honradas y atendidas; la virtud ensalzada, el vicio compadecido o

corregido...

P. Comprendo por qué interesarse y empeñarse eficazmente en la conservación

del orden y de la paz pública debe ser la primera y más sagrada obligación que impone

el amor a la patria: decidme ahora qué deberes nos impone respecto del suelo material

en que vivimos, que nos alimenta, por el que viajamos, en el que comerciamos, y que

debe ser el suelo de nuestros hijos.

R. Debemos mirarlo como cosa que nos pertenece, como nuestra propiedad;

debiendo interesarnos y contribuir eficazmente, cada uno en lo que pueda y hasta donde

alcance, a su mejora material: la composición de sus caminos, la apertura de otros

nuevos, la navegación de los ríos; la composición de diques y canales, el aseo y ornato

de las poblaciones, la fundación de otras nuevas, la colonización de los baldíos, la

desecación de los pantanos, y últimamente el desarrollo de los poderosos elementos de

riqueza, de comodidad, y de bienestar que encierra nuestro suelo.

P. ¿Y qué deben hacer los ciudadanos respecto de todas esas cosas?

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R. Directamente lo que cada uno pueda según su posición y sus medios, e

indirectamente empeñarse en el mantenimiento del orden y de la paz pública. Al favor

de ésta, todas aquellas cosas se verán cumplidas.

P. ¿Qué deber impone el patriotismo respecto de las instituciones públicas?

R. Amarlas, obedecerlas y defenderlas. En una República los ciudadanos deben

tener a las instituciones el amor que en las monarquías profesan los súbditos a los reyes

y a las familias dinásticas. Deben ensalzarse las instituciones, hacer resaltar sus

ventajas, y hasta deben excusarse sus defectos; esto último sin perjuicio de promover su

mejora y perfección por medios pacíficos y regulares.

P. ¿Qué debe hacer cada ciudadano según su posición y sus medios para que las

instituciones sean efectivas, y, sobre todo, para que en realidad se goce generalmente de

los derechos individuales que aquellas garantizan?

R. Extender su conocimiento en el pueblo, contribuir a la elección o

nombramiento de buenos funcionarios públicos, denunciar las faltas y los abusos de

estos, e interesarse en el mantenimiento del orden y de la paz pública.

P. ¿También es necesaria la paz para la realidad de las instituciones y de los

derechos individuales?

R. Indudablemente. Cuando desaparecen el orden y la paz y se cae en la guerra

civil, se recluta violentamente a los individuos por uno y otro beligerante: se toman

arbitrariamente los caudales del particular, las mercancías del comercio, los ganados, las

caballerías y las cosechas del agricultor: no hay seguridad para viajar, ni aun para salir

de la casa: el país se convierte en teatro de violencias, depredaciones, saqueo y tala; en

suma, desaparecen virtualmente las instituciones republicanas y los derechos

individuales.

P. ¿Qué deberes impone el patriotismo respecto de los habitantes del país entre

sí?

R. La concordia, la unión y la tolerancia. Todos los hombres deben amarse y

tolerarse, como que todos son hermanos; pero esta obligación es más estricta entre los

habitantes de un mismo país. Además deben estos instruirse y protegerse los unos a los

otros.

P. ¿Y si difieren en opiniones morales, políticas o religiosas?

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R. Pueden discutir pacíficamente, como seres racionales; pero no odiarse por

aquellas cosas, acriminarse, perseguirse ni matarse.

P. ¿Y siempre que difieren los ciudadanos en opiniones o en doctrinas, entrarán

a sostener una discusión seria?

R. No; solamente cuando lo exija el deber o haya objeto, utilidad o alguna

ventaja publica en hacerlo, De resto se debe dejar a los individuos y a los partidos en

quieta y pacífica posesión de sus ideas, teorías o creencias, por exageradas o absurdas

que sean.

P. El amor o la consideración que debemos tener por nuestros conciudadanos

¿exige alguna vez el que en bien suyo renunciemos el ejercicio de algunos de nuestros

derechos?

R. Sí; sobre todo cuando solo se trata de nuestros intereses materiales debemos

renunciar a los medios que tenemos derecho de emplear para mejorar nuestra fortuna

particular, si el empleo de esos medios puede perjudicar o dañar los intereses del

público. Ese sacrificio no quedara sin galardón.

P. ¿ Todos los habitantes, sin distinción, hacen parte de la patria?

R. Sí, todos; lo mismo el pobre que el rico, el ignorante que el sabio, el

desvalido que el poderoso, el negro que el blanco; lo mismo los de un partido que los

del partido contrario, y hay que querer el bien de todos igualmente, pues de lo contrario

no se ama a la patria, sino a una fracción de ella.

P. ¿Y los extranjeros hacen también parte de la patria?

R. También; aunque no sean nuestros conciudadanos, viven en nuestro suelo y

contribuyen a embellecer nuestra sociedad, impulsan nuestro comercio, mejoran

nuestras artes, o ejercitan profesiones útiles a la humanidad. El diccionario de la

filosofía no contiene la palabra extranjero. Debemos querer el bien de los extranjeros

residentes, como el de los nacionales; esto exige el verdadero patriotismo. En cambio,

los extranjeros deben interesarse por el bien del país como los nacionales.

P. Respecto de la patria en general, es decir, respecto del conjunto del suelo, de

las instituciones y de los habitantes que la forman ¿qué deberes prominentes nos impone

el patriotismo?

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R. Defender hasta con el sacrificio de la vida, si fuere necesario, su

independencia, su soberanía, su honor y su libertad, y pagar religiosamente y con gusto

las contribuciones establecidas por la ley.

P. ¿Será lícito admitir la intervención de armas extranjeras para el triunfo de

nuestros principios o de nuestros intereses políticos?

R. En ningún caso ni de modo alguno, por santos o sagrados que aquellos

principios o intereses fuesen. Lejos de admitir tal intervención, los ciudadanos todos

deberían unirse y levantarse en masa para impedirla, El más alto y más firme

representante de la lealtad a la causa de los Borbones, decía aludiendo a la intervención

de las bayonetas del resto de la Europa en los negocios interiores de Francia, que si sus

palabras tuviesen algún peso “las emplearía en unir a los franceses contra el extranjero

que trajese a Enrique V en sus brazos.”

P. ¿Y cada habitante, que deber respecto de sí mismo, le impone el patriotismo?

R. El de mejorarse, instruyéndose, moralizándose y trabajando para por estos

medios llegar a ser un miembro útil de la patria, no un ser perjudicial a ésta por la

ignorancia, o peligroso o temible por malas costumbres, o gravoso o inútil por la

ociosidad y la pereza. Es también un deber de patriotismo para cada individuo ofrecer a

la patria una familia que la acrezca, la cimente, la honre y la sirva. El amor a la patria

exige de cada uno que trabajemos en nuestra propia dicha, pues que de la suma de la

dicha de los particulares o de las familias, resulta la dicha de la patria: la dignidad, la

fuerza, la riqueza y el buen nombre y bienestar de ésta. ¡Quiera el cielo protegerla

siempre!

FIN.