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CÉSAR AUGUSTO MENDOZA RAMOS * RESUMEN En este ensayo, se aborda el proceso de ocupación, conquista, construcción y reorganiza- ción del espacio de la Provincia de Santa Marta durante el periodo colonial y comienzos de la vida republicana (siglos XVI-XIX). El estudio sitúa los procesos de reorganización del espacio provincial samario en la dinámica de reorganización espacial promovido por la di- nastía borbónica. Palabras clave Provincia, poblamiento, conquista, espacio, territorio, resistencia. ABSTRACT In this essay addresses the process of occupation, conquest, construction and rehabilitation of the area of the Province of Santa Marta during the colonial and early republican (siglos XVI-XIX). The study situates the process of reorganizing the provincial space samarium in the dynamics of spatial reorganization promoted by the Bourbon dynasty. Key words state, settlement, conquest, space, territory, resistance. * Historiador e investigador. Docente Universidad del Atlántico.

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RESUMEN

En este ensayo, se aborda el proceso de ocupación, conquista, construcción y reorganiza-ción del espacio de la Provincia de Santa Marta durante el periodo colonial y comienzos dela vida republicana (siglos XVI-XIX). El estudio sitúa los procesos de reorganización delespacio provincial samario en la dinámica de reorganización espacial promovido por la di-nastía borbónica. Palabras claveProvincia, poblamiento, conquista, espacio, territorio,  resistencia.

ABSTRACT

In this essay addresses the process of occupation, conquest, construction and rehabilitationof the area of the Province of Santa Marta during the colonial and early republican (siglosXVI-XIX). The study situates the process of reorganizing the provincial space samarium inthe dynamics of spatial reorganization promoted by the Bourbon dynasty. Key wordsstate, settlement, conquest, space, territory, resistance.

* Historiador e investigador. Docente Universidad del Atlántico.

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El territorio que llegó a constituirsecomo provincia de Santa Marta, quetoma su nombre de la capital, estuvoinicialmente regido por dos gobiernosdiferentes, los de Santa Marta y Ríode la Hacha, unificados a partir de1593. Situada al nordeste del NuevoReino de Granada, limitaba por el norte“con el mar del Norte; por una partecon el río de la Magdalena que la se-para de la de Cartagena, por otra; conla de Maracaibo, con la Sierra Neva-da, que la divide de ésta, y de los in-dios motilones, y con la Alcaldía Ma-yor de Salazar de las Palmas y la Pro-vincia de Tunja por Ocaña”1 .

1. Las condiciones geográficas

Es bien sabido, que la historia de unpueblo es inseparable de la del territo-rio que habita. De ahí, que solo puedacomprenderse la historia de los pobla-dores de la provincia de Santa Martaen torno al mar Caribe y la extensa lla-nura al este del río Magdalena, solointerrumpida por la monumental Sie-rra Nevada. Antes de la llegada de losespañoles, estaba habitada por un mo-saico de grupos, lenguas y culturas demenor densidad de población que lasdel altiplano andino, entre los cualesse destacaban los gayras, tagangas,

bondas, guagiros, coyaymas, tupes, itó-tos, motilones, chimilas, conchas, po-cabuces, alcoholados, tamalameques,cipuazas, aruacos, tayronas, los queocupaban la costa del mar, las orillasdilatadas del Magdalena, los valles delUpar, de Buriticá, del Coto y las fal-das de la Sierra Nevada, que viene aestar en el centro de la Provincia2 .

La provincia estaba constituida porzonas disímiles en topografía, climase hidrografía. Su relieve presentaba dosgrandes zonas: una alta o montañosay; otra baja, formada por valles, llanu-ras y la costa. La primera representabaun 35 % de su superficie total, contie-ne en diferentes posiciones dos gran-des accidentes geográficos: la SierraNevada y un ramal terminal de la cor-dillera Oriental, los cuales en territo-rio de la gobernación toman los nom-bres de Serranía de los Motilones yPerijá. La segunda zona, representabael 65 % restante, integrada en su ma-yor parte por alturas menores de cienmetros. Según el geógrafo Vergara yVelasco: “La sección de las llanurasbajas, es decir, de los anegadizos, lasciénagas y los playones abarca unaenorme superficie, en partes inútil ynociva. En lo general se tiende parale-la al Magdalena y sus grandes afluen-

1 SILVESTRE, Francisco. En: COLMENARES, Germán. Relaciones e informes de los gobernadores de la

Nueva Granada. Bogotá: Banco Popular, 1989, Tomo II, p.83. Según Joaquín Fidalgo la provincia samaria“confina por el oeste y S.O., con la de Cartagena de Indias, siendo sus límites el río Grande de la Magdalena; porel N.E., con la del Río de el Hacha limitándolas las de la Enea, y por el norte el océano Atlántico o mar de lasAntillas”. FIDALGO, Joaquín Francisco. Notas de la expedición Fidalgo: 1790-1805. Bogotá: Gobernación deBolívar-Instituto Internacional de Estudios del Caribe, 1999, p. 40.2 JULIÁN, Antonio. La Perla de la América, Provincia de Santa Marta. Bogotá: Academia Colombiana deHistoria, 1980, p. 144. Sobre este aspecto véase también a DE LA ROSA, José Nicolás. Floresta de la Santa

Iglesia Catedral de la Ciudad y Provincia de Santa Marta. Barranquilla: Biblioteca Departamental del Atlán-tico, 1945, p. 258.

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tes, ensanchándose de un modo ex-traordinario en torno de donde se for-ma el delta del gran río”3. Las tierrascontiguas a los ríos y ciénagas en laépoca de verano, se cubrían de pastostiernos y abundantes; en la época deverano, cuando el sol agotaba las de-hesas superiores, los ganaderos de lagobernación aprovechaban la forma-ción de estos prados para alimentar susreses.

La provincia gozó de abundantes re-cursos hídricos, lo que la hizo apta parael fomento de las actividades agrope-cuarias. Un incontable número de ríosla recorrían, muchos de los cuales na-cían en la Sierra Nevada y desembo-caban en el mar Caribe. La mayoría deestos, eran de gran caudal, torrentososy de aguas permanentes. Dentro deestos fueron importantes el Minca, elPalomino, el Achiote, el Buriticá, elManzanares; otros como el Cesar y susafluentes irrigaban el centro de la pro-vincia, dotándola de halagadoras pers-pectivas en cuanto a agricultura, gana-dería, comercio y vías de comunica-ción4 .

Entre las hoyas parciales de los ríosMagdalena, Cesar y Ariguaní se for-mó una zona semiacuática, constitui-

da por varias ciénagas, entre las quese destacan la Ciénaga Grande de SantaMarta y la de Zapatosa, valoradas nosólo por sus grandes riquezas ictioló-gicas, sino porque muchas de ellas sonutilizadas como vías naturales de co-municación y transporte de la pobla-ción, y para la producción de bienesde las regiones que influencian. En lasorillas de estos ríos y ciénagas los es-pañoles fundaron poblaciones como lavilla de Tenerife en 1543, la ciudad deSan Miguel de las Palmas de Tamala-meque en 1544, entre otras.

Aunque el clima predominante en laprovincia es el cálido, en ella, se pue-den distinguir variaciones. La franjacostera, que se extiende desde el cabode la Vela hasta la desembocadura delMagdalena, es seca; la zona interior eslluviosa y con altas temperaturas, loque la hace inhóspita. Acudir a los re-latos de quienes recorrieron la provin-cia, puede informarnos sobre cómo erael terreno y la influencia del régimende lluvias sobre las actividades agrí-colas en la gobernación. Uno de ellos,Andrés Pérez Ruiz Calderón, goberna-dor y comandante general interino dela Provincia, en carta que envió al Vi-rrey Pedro Messía de la Zerda, el 28de marzo de 1766, al comunicarle que

3 VERGARA y VELASCO, F.J. Nueva geografía de Colombia. Bogotá: Banco de la República, 1974, Tomo II,p. 579, DÍAZ-GRANADOS, Manuel J. Geografía económica del Magdalena Grande (1946-1955). Santa Marta:Gobernación del Magdalena, 1996. Lo que sigue, está basado en estos autores.4 Para la historiadora HERRERA ANGEL, Marta. Ordenar para controlar. Ordenamiento espacial y control

político en las Llanuras del Caribe y en los Andes Centrales Neogranadinos. Siglo XVIII. Santafé de Bogotá:Academia Colombiana de Historia- Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2002: “Los ríos, caños,arroyos, las ciénagas y el mar establecen ejes de referencia que contrastan con los de las cordilleras andinas. Enlos Andes, con frecuencia los ríos y quebradas se perciben como obstáculos en los caminos. En la región Caribe,además de eventuales obstáculos, son también caminos mismos, son las vías que conectan unos sitios con otros,lugares de comercio e intercambios, que se ven afectados por el verano o por el invierno”. p. 48.

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la expedición para ahuyentar los “in-dios bárbaros chimilas” se posponíapara el mes de junio, decía:

“...por el dicho mes de abrily siguiente de mayo es eltiempo que por aquellos te-rritorios abundan las lluviasy ser el que sus moradorespreparan y hacen labranzasy sementeras, asegurándomeque para el siguiente mes deJunio es el tiempo más opor-tuno, así porque cesan las llu-vias como porque aquellosmoradores están ya desocu-pados de sus labranzas encuyo tiempo ofrecen concu-rrir gustoso a este servicio,he resuelto diferir, la dichaexpedición para el mes dejunio”5 .

Las ciudades de Cartagena y SantaMarta durante la época invernal teníandificultades para su abastecimiento.José Fernando de Mier y Guerra, 8 demarzo de 1742, informó al virrey Es-lava sobre la demora de un viaje deganado para abastecer la plaza de Car-tagena motivada por:

“lo irregular del tiempo,pues, las lluvias y crecientesdel río es tan desordenadoque no ofrece otra cosa quesemejantes atrasos, debiendo

asegurar a vuestra excelen-cia que no omitiré cuantasprovidencias conduzcan aproporcionar el deseadoabasto de esa plaza, cuyo finantepondré sin omitir fatigase incomodidades”6 .

De la generosidad y rendimiento de latierra de la provincia informan nume-rosos documentos, sobre todo, las cró-nicas y las relaciones geográficas dela gobernación de Santa Marta de1575, de la ciudad de San Miguel delas Palmas de Tamalameque de 1579,de la ciudad de la villa de Tenerife de1580 y de la ciudad de los Reyes delValle de Upar de 1578. Según AntonioJulián:

“hállanse en la provincia deSanta Marta el oro, la plata,piedras preciosas, perlas,conchas finísimas, palo delBrasil, cacao, tabaco, azúcar,trigo, y maíz, el añil, bálsa-mos, aceytes, y gomas aro-máticas, y medicinales, pór-fidos, jaspes, y mármoles,árboles altísimos muy esti-mables por sus colores y va-rias cualidades; en fin gana-do sin número, con pastoabundantísimo, y caballossingularisísimos, por su raravelocidad llamados aguili-llas”7 .

5 Archivo General de la Nación (En adelante AGN). Caciques e Indios. Tomo 43, folio 917r.6 DE MIER, José M. Poblamientos en la Provincia de Santa Marta: Siglo XVIII (En adelante, Poblamientos).Bogotá: Colegio Máximo de la Academia de Colombia-Libreros Colombianos, 1987, Tomo I, p, 72.7 JULIÁN, Antonio. Op. cit. p. 9.

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En general la población de la extensaprovincia de Santa Marta, ocupó unespacio donde llanura y montaña secombinaron para configurar un paisa-je surcado por los ríos Magdalena,Cesar y Ariguaní con sus respectivosvalles. En su territorio podían distin-guirse varias zonas: la costera, sobreel mar Caribe; la ribereña, sobre lamargen oriental del río Magdalena; lamontañosa, constituida por la SierraNevada de Santa Marta y; la del inte-rior, las que en parte modelaron el pro-ceso de poblamiento y la conformacióndel espacio de la Provincia, además dealbergar una diversidad de nacionesindias. Aunque la provincia era unmosaico de paisajes, etnias y culturas,esta realidad no fue percibida por elcronista Gonzalo Fernández de Ovie-do, para quien ella solo estaba habita-da por los indios caribes, los que eranflecheros, sodomitas, antropófagos eidólatras8 .

A pesar de sus diferencias, entre ellashubo importantes intercambios. Entrealgunas tribus que habitaron la SierraNevada, los de la zona costera y los de

las tierras bajas del centro, se dio unimportante comercio. Los que habita-ban el litoral intercambiaban sal y pes-cado por mantas de algodón y oro delos que vivían en la sierra. Con la ocu-pación española este territorio sufrióuna mayor fragmentación y disloca-ción, fenómeno tributario de la con-quista española.

2. Los españoles ocupan el territo-rio indígena

El litoral Caribe, el que más tarde for-maría el límite septentrional de la go-bernación de Santa Marta, fue descu-bierto en 1500 por Rodrigo de Basti-das, quien “recorrió sus costas reco-giendo oro y perlas, a través del true-que, el llamado rescate con los aborí-genes”9 . Entre el descubrimiento dellitoral y la fundación de Santa Marta,esta sección del litoral Caribe se con-virtió en “tierra de nadie, que, juntocon las islas antillanas declaradas in-

útiles, contribuía a la provisión de in-dios esclavos destinados a las islas úti-

les (Santo Domingo, Cuba, Jamaica yPuerto Rico), mediante periódicos asal-

8 FERNÁNDEZ DE OVIEDO Y VALDÉS, Gonzalo. Historia general y natural de las Indias, islas y Tierra

Firme del mar Océano. Madrid, 1959, vol. II, p. 80. Según este cronista los hombres y mujeres que habitaban laprovincia de Santa Marta eran “de color algo más claro que loros; andan desnudos, y las bragas que ellos y ellastraen, son como en la gobernación de Venezuela, de aquellos cañutos o sendos caracoles en que los hombresponen el miembro viril, o atado con un hilo y metido por adentro cuanto más le pueden encoger; y las mujeres,aquellas bragas sueltas de algodón que ninguna cosa encubren” p. 81.9 FRIEDE, Juan. Gonzalo Jiménez de Quesada a través de documentos históricos. Tomo I, 1509- 1550. Bogo-tá: ABC, MCMLX, p. 24. En la Relación de Santa Marta (ca. 1550) se dice que después “q(ue) se descubrió laisla Española que se dize de la Isla de Santo Domi(ng)o empecaron de allí a salir e(n) nabios a rescatar con losyndios por la costa de tierra firme donde fueron descubriendo todas las gob(e)rnaciones y hislas que al presentehestan pobladas. Descubrieron a Santa Marta con todas las más gob(e)rnaciones”. En: TOVAR PINZON, Hermes.Relaciones y visitas a los Andes S XVI Tomo II: Región del Caribe. Santafé de Bogotá: Colcultura-InstitutoColombiano de Cultura Hispánica, 1993, p. 125. Del mismo autor véase: La estación del miedo o la desolación

dispersa. Santafé de Bogotá: Ariel, 1997, pp. 91 y ss. Sobre este aspecto también puede consultarse la obra de:MELO, Jorge Orlando. Historia de Colombia: El establecimiento de la dominación española. Medellín: LaCarreta, 1977, pp.148 y ss;

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tos a sus costas fraguados desde SantoDomingo”10 .

La costa de la futura provincia de San-ta Marta, era una reserva importantede naturales, pero las capturas y la pos-terior esclavización provocaron el éxo-do de la población indígena costera alos casi inaccesibles valles de la Sie-rra Nevada de Santa Marta, dejándolaprácticamente despoblada.

Sólo hasta 1524, la corona capituló conRodrigo de Bastidas, acaudalado co-merciante y rematador de rentas rea-les de Santo Domingo, la conquista ypoblamiento de Santa Marta. En dichacapitulación se estipulaba que Basti-das debía,

“poblar y poblaríais la pro-vincia y puerto de SantaMarta que es en Castilla delOro llamada la Tierra Firme,y que la poblaríais dentro dedos años primeros siguien-tes, haciendo en ella un pue-blo en que a lo menos hayaen él al presente cincuentavecinos, que los quince deellos sean casados y tenganconsigo a sus mujeres y queno tengáis hecho dentro dedos años de hoy en adelante,lo más que fuese posible, asíde cristianos españoles como

de indios; y haríais y pon-dríais en ella granjerías ycrianzas, y que de presenteponíais en la dicha tierra dos-cientas vacas y trescientospuercos, y veinte y cinco ye-guas y otros animales de críaque vos pusieseis y con ellosprocuraríais de poblar mu-cho la dicha provincia ypuerto”11 .

El texto de la capitulación pone demanifiesto la necesidad de una coloni-zación ordenada y estable en tierra fir-

me. Mediante esta capitulación, Rodri-go de Bastidas recibió los títulos degobernador, capitán general y adelan-tado de la provincia; y a los colonos seles permitió contratar y comerciar conlos indios, pescar perlas, cortar palobrasil y explotar los yacimientos aurí-feros que se encontraran en ella. Ade-más, se obligaba a Bastidas a proveerdichos territorios de tres clérigos parael servicio del “Culto Divino y paraadministrar los Santos Sacramentos”,exigiéndole a él y a los vecinos quetrataran a los indios como “vasallos ylibres e industriados en las cosas denuestra fe”12 .

Con la fundación de la ciudad de San-ta Marta, 1526, se inició un procesode control territorial e incorporaciónde los indígenas que la habitaban aldominio español. Para algunos histo-

10 FRIEDE, Juan. Op. cit. p. 24; TOVAR PINZON, Hermes, La estación del miedo... p. 99. 11 El texto completo de esta capitulación firmada en Valladolid el 6 de noviembre de 1524 se encuentra enFRIEDE, Juan. Documentos Inéditos para la Historia de Colombia (En adelante DIHC). Bogotá: AcademiaColombiana de Historia, 1955, Doc. 12, p. 76-81.12 FRIEDE, Juan. DIHC. Doc. 12. p. 81.

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riadores13 , la fundación de ciudadesfue inseparable de la conquista, ya queellas se convirtieron para los conquis-tadores y sus huestes en el marco idealde la vida en sociedad y en el modeloprincipal de la organización espacial ypolítica. Rasgos particulares de statusjurídico, de sociabilidad y de culturacaracterizan la ciudad según GeorgesDuby, insistiendo en la idea de que supapel no era sólo económico sino fun-damentalmente político14 . La ciudadgarantizaba ampliar el área conquista-da, desde ella salieron empresas deconquista mucho más temerarias.

Desde su fundación, la historia de losvecinos de la ciudad de Santa Marta,estuvo vinculada al rancheo del oro conlos indígenas, los robos, saqueos, ren-cillas internas, frustraciones y a la rea-lización de entradas al territorio habi-tado por las tribus contiguas a la re-

cién fundada ciudad. Gaira a “pocomás de una legua de la ciudad”15 ; Bon-

da, entre “Santa Marta y Bo(n)digua”16

y Vondigua a “seis leguas y meda o sie-te de Santa Marta hazia el lest y porallí ubo algún oro”17 constituyeron losprimeros territorios de la provincia vi-sitados y expoliados por Bastidas y susacompañantes. Rodrigo Álvarez Palo-mino y Pedro de Vadillo, sucesores delmalogrado gobernador, continuaron ladesaforada conquista. Librando unaguerra permanente con las tribus nati-vas llegaron al Valle de Upari, pasan-do por la Ramada situada en “la costade mar q(ue) es 30 leguas de Sa(n)taMarta al leva(n)te”18 .

Con la llegada de García Lerma, go-bernador de la provincia entre 1529 y1535, se dinamizó el proceso de con-quista de nuevos territorios y la explo-tación de los indígenas. Tempranamen-

13 Entre estos pueden señalarse: ZAMBRANO PANTOJA, Fabio. El proceso de poblamiento 1510-1800. En:Gran enciclopedia de Colombia. Santa Fe de Bogotá: Círculo de Lectores, 1991; para quien España “dominólas áreas descubiertas fundando ciudades. Un nuevo núcleo urbano significaba la posesión de tierras y la suje-ción de los pueblos que las habitaban” p. 115. Para COLMENARES, Germán. Historia económica y social de

Colombia. Cali: Univalle, 1973, los territorios “conquistados dependían de la influencia de un núcleo urbano yde su control sobre el contorno rural o sobre otras ciudades que le habían debido su fundación. Esta dependen-cia tendía a debilitarse a medida que cada centro iba cobrando importancia debido a la abundancia de suspropios recursos” p.16.14 Para Georges Duby: “A lo largo de la historia, la ciudad no se caracteriza pues ni por el número, ni por lasactividades de los hombres que allí habitan, sino por sus rasgos particulares de status jurídicos, de sociabilidady de cultura. Estos rasgos derivan del papel primordial que cumple el órgano urbano. Este papel no es económi-co, es político. La ciudad se distingue del medio que la rodea en lo que ella es, en el paisaje, el punto deenraizamiento del poder. El Estado crea la ciudad. En la ciudad el Estado tiene su asiento”. Prólogo a la HistoriaUrbana de Francia (París, 1980), traducción de Ana Beatriz García y Carlos Niño Murcia, Bogotá, 1991, Copiamecanografiada. Historia del poblamiento del territorio de la Región Caribe de Colombia, Fabio Zambranoconsidera que España “dominó los espacios conquistados, mediante el establecimiento de núcleos urbanos, quese constituyeron no sólo en enclaves económicos y militares, sino fundamentalmente, en centros de poderpolítico, pues el Estado toma lugar precisamente sobre la ciudad y es en ella donde se organiza la explotación delas tierras conquistadas y la sujeción de los pueblos que la habitan”. En: ABELLO VIVES, Alberto y GIAIMOCHÁVEZ, Silvana. Poblamiento y ciudades del Caribe colombiano. Santa Fe de Bogotá: FONADE, Observa-torio del Caribe Colombiano, Universidad del Atlántico, 2000, p. 27. 15 TOVAR PINZON, Hermes. Relaciones y visitas... p. 127.16 Ibíd. p. 127.17 Ibíd. p. 127.18 Ibíd. p. 129.

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te se interesó por poblar y controlar laruta de oriente e inició las exploracio-nes hacia el río Magdalena y Valledu-par19 . En unas entradas que duraronmás o menos dos años exploró el terri-torio entre Santa Marta y Tamalame-que; repartió entre los vecinos y mora-dores de Santa Marta “cierto términode tierras que están cerca de la dichaciudad”20 para granjerías y a los indiosde Bonda y Gaira que “son los que máscerca están de la ciudad”21 .

García de Lerma se quejó permanen-temente de la falta de abastecimientode víveres de la ciudad. En una cartaenviada al rey sobre este asunto, 9 deseptiembre de 1532, le informó dramá-ticamente lo siguiente:

”Ya escribí a Vuestra Majes-tad y le he escrito muchasveces la mucha falta de gen-te que en esta tierra hay, queninguna cosa buena se pue-de hacer en ella y cada díase disminuye más y los in-dios conocen nuestra flaque-za, de donde procede quecomo siendo que somos po-cos y que no somos podero-sos para en las sierras, todosse van a ellas, por maneraque aún los cristianos queacá quedan, por pocos que

son, no tienen con qué sesustentar”22 .

Para superar esta situación, propusofundar cuatro pueblos con sus respec-tivas fortalezas23 . Uno en la Ramada;otro en la boca del río Grande de laMagdalena con una fortaleza para de-fender el puerto y la entrada; un terce-ro “en una provincia que se dice Buri-taca, donde había minas de oro y fi-nalmente Pueblo Grande”24 . Dichaspoblaciones constituirían puntos deavance para la conquista de nuevos te-rritorios en la Provincia e indicaríanlas direcciones que tomarían los futu-ros conquistadores del interior de Tie-rra Firme. Oeste, este y sur serían losejes de los nuevos procesos de conquis-ta y colonización; el río Grande de laMagdalena se convertiría en el eje fun-damental de los posteriores procesosde conquista y, desde luego, la líneadivisoria entre las dos provincias queconformarían el Caribe colombianodurante el período colonial: la de Car-tagena y la de Santa Marta.

La fundación de Riohacha en 1539, lavilla de Tenerife en 1543, Tamalame-que en 1544, Valledupar en 1550, Nue-va Salamanca de la Ramada en 1561 yOcaña en 1572, confirman los esfuer-zos de los vecinos y autoridades espa-

19 Ibíd. p. 51.20 DIHC, Doc. 158, p.17.21 DIHC, Doc. 158, p.17.22 DIHC, Doc. 399, p. 316.23 García de Lerma proyectó la construcción de fortalezas en Santa Marta, La Ramada, Buriticá y las bocas delrío Magdalena. Véase MIRANDA VÁSQUEZ, Trinidad. La gobernación de Santa Marta (1560-1570). Sevilla:Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1976, p.142.24 DIHC. Doc. 399, p. 318.

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ñolas residenciadas en la provincia porconquistar su territorio y construir unespacio que garantizara la constitucióny reproducción del orden colonial.Desde esta precaria red de centros ur-banos incipientes, los españoles domi-naron y explotaron los territorios cir-cundantes.

Sin embargo, la precaria dominacióny explotación de los territorios conti-guos lejos de satisfacer las expectati-vas creadas terminaron alimentando lafrustración y el desencanto entre losvecinos de las ciudades y villas funda-das. La crisis de la ciudad de SantaMarta se aceleró con la fundación deCartagena en 1533, la que temprana-mente se convirtió en el principal puer-to marítimo sobre el Caribe; la inva-sión al país de los chibchas en 1536 yla fundación de la villa de Santa Cruzde Mompox en 1537, la que se erigióen el principal puerto fluvial sobre elrío Magdalena y; su abandono comodestino de las flotas que llegaban aTierra Firme. Sobre la situación críti-ca en que se encontraba la ciudad y suspobladores, el obispo de Cartagena,Fray Tomás de Toro Cabrera, informóal Consejo de Indias el 31 de mayo de1535, lo siguiente:

“Santa Marta está casi per-dida y despoblaba, y por todaesta costa de Tierra Firmepara lo mismo, y no hay ne-

cesidad de abrir la puerta aque muchos cristianos ven-gan, antes hay necesidad desacar de aquí de esta provin-cia, muchos de los que hay,porque ellos están perdidosy mueren de hambre y asípara sustentarse roban lashaciendas y comidas de losindios”25

El 8 de agosto de 1563, el cabildo, jus-ticia y regimiento de la ciudad de San-ta Marta solicitaba humildemente a suMajestad que obligara a las flotas ar-madas que a “Tierra Firme, vinieren,

toquen en esta ciudad y puerto a lo

menos parte de ellas, para que seamos

proveídos de las cosas de que tuvie-

ran necesidad”26 . Se insistía en que lano llegada de navíos “será causa paraque esta ciudad se despueble y acabeun puerto tan principal e importante sepierda”27 . Más tarde, en un informe deÍñigo Aranza al Consejo de Indias, seinsiste sobre este asunto, advirtiendoque las naves “que van de España paraTierra Firme, muy pocas veces tomanpuerto en aquella ciudad y de vueltano llegan a ella desde que se descu-brió el canal de Bahama. Y a esta cau-sa es pobre”28 .

Al concluir el siglo XVI las matanzassin piedad y la esclavización de losindios, el hambre y las pestes diezma-ron drásticamente la población nativa

25 DIHC. Doc. 722, p. 278. 26 FRIEDE, Juan. Fuentes documentales para la historia del Nuevo Reino de Granada. Bogotá: Banco Popular, 1975,tomo V, Doc. 693, p. 57. Subrayado Nuestro. En adelante FDHNRG.27 Ibíd. p. 57.28 FDHNRG. Tomo VII, Doc. 1049, p. 19.

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de la provincia. Durante el siglo XVIIsolo quedaban unos centenares de es-pañoles y partidas de negros esclavose indios esparcidos en un vasto terri-torio habitando pequeños pueblos, pa-rroquias, villas y ciudades distantesunas de otras, relativamente aisladasentre sí. Los asentamientos españolesse localizaron en unas pocas áreas biendefinidas. Tales áreas fueron la riberaoriental del río Magdalena entre la vi-lla de Tenerife y la ciudad de Tamala-meque; la ciudad de Ocaña; la zonacomprendida entre Valencia de Jesúsy Valledupar; de la zona del litoral solose conquistó y colonizó la región con-tigua a la ciudad de Santa Marta y elárea de influencia de Río de la Hacha.Grandes porciones de la gobernaciónpermanecieron fuera del control colo-nial: casi toda la Sierra Nevada; lasvertientes occidentales de la Serraníadel Perijá; la Península Guajira, excep-to las costas de las Perlas; las extensaszonas selváticas y de tierras bajas ypantanosas situadas desde el río Fríopor el norte hasta la depresión mom-posina, y desde la banda oriental delrío Magdalena hasta los ríos Ariguaníy Cesar. A este último territorio se leconoció como “tierra de chimilas”, elque según el jesuita Antonio Juliánocupaba el centro de la provincia sa-maria. Para este autor:

“Si hablamos del terreno queocupan como propio los Chi-milas, donde tienen sus bu-gios, o ranchos de paja, y sus

labranzas, y platanales, escorto y reducido, como sejuzga, a cuatro o seis leguas.Pero si discurrimos del cam-po, de sus correrías, y moles-tas excursiones, es casi todala Provincia del Norte a Surde Occidente a Oriente. Todolo que no es habitado o no estáinmediato a poblaciones, des-de el río de la Magdalena has-ta los pueblos del Molino yVillanueva, situado en losconfines de la Provincia ha-cia el Oriente, y desde las in-mediaciones de la ciudad deSanta Marta hasta Tamalame-que, última ciudad hacia elMediodía, suele llamarse tie-

rra de los chimilas”29 .

Y se llamaba así:

“no porque toda, ni siempre seahabitada por ellos, sino porquelibre e impunemente giran, co-rren, y salen por ella con flechasen las manos los Chimilas paraasesinar pasageros, y hacer dañoa las haciendas que encuentran,y matar a los esclavos que ro-dean los ganados, o trabajan enlas sementeras”30 .

Todas estas zonas eran áreas indíge-nas por fuera de la frontera de coloni-zación española después de que cul-minaron las campañas de pacificaciónde los siglos XVI y XVII. La penínsu-

29 JULIÁN, Antonio. Op. cit. p. 158. Véase también a HERRERA ANGEL, Marta. Ordenar para controlar... p. 253 y ss.30 JULIÁN, Antonio. Op. cit. p. 159.

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la era el territorio de los guajiros; laSierra Nevada de los arhuacos; el Pe-rijá de los motilones y los chimilasocuparon el centro de la provincia, peroya en contrapunteo con algunas ciuda-des, villas y parroquias.

Como se ha señalado, la incompletaconquista del territorio habitado por lasdiferentes naciones indias, posibilitó elsurgimiento de una red urbana débil yun eje precario de comunicaciones,cuyas huellas todavía están presentes.Además, ella no se sustrajo de las li-mitaciones que impuso una geografíavariada, con consecuencias profundas,para la configuración espacial colonialde la provincia samaria; entre estas,pueden señalarse el precario controlsobre un vasto territorio y el aislamien-to entre sus distintas poblaciones. Lasprovincias o gobernaciones colonialestuvieron, por lo general, raíces prehis-pánicas y delimitaciones geográficasambigua.

3. El siglo: el reformismo borbónico

Una de las grandes transformacionesexperimentadas por Hispanoaméricadurante el siglo XVIII, se produjo en

el plano demográfico31 ; en la NuevaGranada esta recuperación tuvo comomotor el mestizaje, el que para el his-toriador Jaime Jaramillo Uribe “cons-tituyó el elemento dinámico de la so-ciedad colonial”32 , durante el sigloXVIII. Los datos sobre población in-dican que en 1789 en el virreinato dela Nueva Granada había unas 826.550almas, de las cuales 277.068 eran blan-cos, 136.753 indios y 368.093 libres(mestizos)33 .

El mestizaje, junto a cimarronaje y elarrochelamiento contribuyeron al re-lajamiento de las costumbres y a ladesorganización civil y eclesiástica dela población, sumiendo a las provin-cias caribeñas en un “desorden pobla-cional”; situación que preocupó a vi-rreyes, gobernadores de provincia yautoridades locales. La urgencia deejercer un mayor control sobre la po-blación planteó a las autoridades co-loniales la necesidad de conocer conprecisión cómo estaba ocupado el te-rritorio, lo que obligó a los diseñado-res de la política borbónica a incorpo-rar tales necesidades al proyecto refor-mista, surgiendo así una nueva políti-ca de poblamiento en el siglo XVIII,

31 SÁNCHEZ-ALBORNOZ, Nicolás. La población de América Latina: Desde los tiempos precolombinos al

año 2000. Madrid: Alianza, 1975; HUNEFELDT, Christine. Transfondo socioeconómico: un análisis sobre los

albores de la independencia y las particularidades económicas y sociales andinas a fines del siglo XVIII y

principios del XIX. En: CARRERA DAMAS, Germán. Historia de América Andina. Vol. 4: Crisis del régimen

colonial e independencia. Quito: Universidad Andina Simón Bolívar, 2003. Según esta autora ”Uno de loscambios más visibles en el entorno colonial durante el siglo XVIII fue el crecimiento demográfico. En 1800vivían alrededor de 17 millones de personas en Hispanoamérica, de los cuales 7,5 eran indios, 3,2 blancos,750.000 negros y 5,5 castas”. p. 34.32 JARAMILLO URIBE, Jaime. Ensayos sobre historia Social Colombiana. Bogotá: Universidad Nacional deColombia, 1968, p.169.33 SILVESTRE, Francisco. Descripción del Reino de Santa Fe. En: COLMENARES, Germán. Relaciones e

Informes de los gobernantes de la Nueva Granada. Bogotá: Banco Popular, 1989, Tomo II, p. 55 y JARAMILLOURIBE, Jaime. Ensayos.., p. 170.

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política a través de la cual, el estadoespañol buscaba consolidar “la segun-da conquista de América”34 . En sínte-sis, se trataba de ocupar los territoriosy conquistar aquellos grupos indígenasque estuvieron por fuera del control dela corona y de los españoles, los que,según la opinión de las autoridades dela época, vivían “sin Dios y sin Ley”.

En la provincia de Santa Marta, antelas dificultades que tenían las autori-dades civiles y eclesiásticas para ejer-cer control efectivo sobre las gentesdispersas por las llanuras, los bosquesdel bajo Magdalena, la Sierra Nevadade Santa Marta y el centro de la pro-vincia, se propuso su concentración ennúcleos urbanos tal como se había rea-lizado en los primeros años de la con-quista y colonización. Para la dinastíaborbónica, gobernar se convirtió ensinónimo de poblar35 .

Concepción que explica, en parte, porqué en el recién restablecido virreina-to de la Nueva Granada Sebastián deEslava, quien llegó a mediados de abrilde 1740, apoyado en las facultades quela corona española le concedió de nom-brar gobernadores para nuevos descu-brimientos, pacificaciones y poblacio-nes, encargó a “D. Francisco del Cam-po con la gente del Valle de Upar y D.Francisco Pérez de Vargas con la deBarranquilla”36 para desalojar a los“indios bárbaros chimilas de la provin-cia de Santa Marta”37 .

El reordenamiento territorial y pobla-cional, tuvo su principal momento apartir de la segunda mitad del sigloXVIII. En la provincia de Santa Martala tarea fue llevada a cabo, por JosephFernando de Mier y Guerra y de PedroAgustín de la Sierra; tarea que realizóel primero38 entre 1744 y 1770 y, elsegundo entre 1775 y 1776. Antoniode la Torre y Miranda, distinguido fun-

34 LYNCH, John. Las revoluciones hispanoamericanas: 1808-1826. Barcelona: Ariel, 1983, p. 15.35 Según BLANCO BARROS, José Agustín. Dos colonizaciones del siglo XVIII en la Sierra Nevada de Santa

Marta. Santafé de Bogotá: Archivo General de la Nación, 1996; la “ocupación efectiva del territorio mediantela fundación de poblados concentrados” tenía sobre todo “un sentido y significado económico: el aprovecha-miento de los recursos ofrecidos por el paisaje físico- geográfico; apertura de nuevas tierras para una agriculturadiversificada y establecimiento de ganadería de vacunos, caballos, cabras y cerdos, además se perseguía con talpolítica ejercer un eficaz y urgente control de los indios bravos, en este caso los Chimilas, cuya movilidad yseveros ataques constituían real y serio problema para la gobernación samaria”. p. 7.36 COLMENARES, Germán. Relaciones e Informes... T. I, p. 66.37 Ibíd. p. 66.38 Joseph Fernando de Mier y Guerra, Caballero de la orden de Santiago y vecino de la Villa de Mompox, fue lafigura más importante del proceso de reordenamiento espacial en la gobernación de Santa Marta durante el sigloXVIII. Entre 1739 y 1741 prestó ayuda a Cartagena y Santa Marta, plazas amenazadas por la nación inglesa,que había declarado la guerra a España. A estos años corresponde su nombramiento como “maestre de campo

y cabo superior de las armas” primero de las ciudades de los Reyes del Valle de Upar, Pueblo Nuevo y SanMiguel de Tamalameque y después de toda la provincia de Santa Marta. Nombramientos hechos por Juan deVera, teniente coronel de los reales ejércitos, gobernador y capitán general de “ciudad de Santa Marta y su

Provincia con la de Río del Hacha y su granjería de perlas, por el rey nuestro señor”, confirmado por el virreydel Nuevo Reino de Granada, Don Sebastián de Eslava. Datos tomados de la Relación de los méritos y servicios

de D. Josef Fernando de Mier, Caballero de la Orden de Santiago, y vecino de la villa de Mompox, publicadaen: DE-MIER, José M. Poblamientos, t. III, pp. 303-313.

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cionario español, fue encargado delpoblamiento y de la refundación depueblos en la Provincia de Cartagena,entre 1774 y 177839 .

Las rivalidades entre España e Ingla-terra pusieron al descubierto las debi-lidades del imperio en América, parti-cularmente la fragilidad de sus puer-tos sobre el Caribe. En 1740 JosephFernando de Mier y Guerra ante losrequerimientos del gobernador de laprovincia, don Juan de Vera, envió ini-cialmente ciento treinta y siete hom-bres para defender la ciudad de un po-sible ataque británico, costeando laexpedición con su propio peculio, porno tener las cajas reales de la ciudaddinero alguno. Ese mismo año por pe-tición del gobernador bajó con doscien-tos hombres más. Don Juan de Vera,18 de junio de 1740, certificó su cola-boración con la ciudad en los siguien-tes términos:

“Y estando en este serviciole libré orden para que conla mayor brevedad hicieseuna revista de inspección detoda la Provincia para reco-nocer la gente que fuese há-bil y al propósito para la de-fensa de esta plaza contra lanación inglesa, la que no fi-

nalizó por haberle libradopor mi segunda orden paraque con la mayor brevedadremitiese a esta plaza la gen-te que de pronto pudiese jun-tar para la urgencia en queme hallaba, lo que ejecutó re-mitiendo a ella ciento trein-ta y siete hombres, cuyoscostos por mí orden suplió ya si mismo le previne conti-nuase la citada revista y pre-vención de gente; que sien-do precisa más, le libré ter-cer orden, mandándole baja-se a esta plaza con doscien-tos hombres y que suplieselos costos de su transporte(que importaron mil trescien-tos treinta y seis pesos y dosreales de los que ha hechogracia y donación a su ma-jestad)”40 .

Además, mantuvo la guarnición pordos meses, aportando unos siete milpesos, hasta que se dio providencia delos situados de Santa Fe y Quito. Du-rante la guerra de España con los bri-tánicos, uno de los grandes problemaspara las plazas de Cartagena y SantaMarta era el de su abastecimiento decarne, maíz, trigo y, desde luego, hom-bres para su defensa. Otro fue la pre-

39 Sobre las fundaciones y refundaciones de Antonio de la Torre y Miranda en la provincia de Cartagena puedenconsultarse los trabajos de MORENO DE ANGEL, Pilar. Antonio de la Torre y Miranda viajero y poblador:

Siglo XVIII. Santafé de Bogotá: Planeta, 1993, pp. 63-169; CONDE CALDERON, Jorge. Espacio, sociedad y

conflictos en la provincia de Cartagena 1740-1815. Bogotá: Fondo de Publicaciones de la Universidad delAtlántico, 1999, pp. 70-85. LUCENA GIRALDO, Manuel. Las nuevas poblaciones de Cartagena de Indias,

1774-1794. En: Revista de Indias. Vol. LIII, Núm. 199, pp. 761-781.40 AGN. Poblaciones Varias, Tomo 11, f. 189.

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cariedad de sus vías de comunica-ción41 , lo que obstaculizó intercambiosy relaciones más amplias, y obligó asus autoridades locales y provincialesa tomar medidas tendientes a superardichas dificultades. En la Provincia deSanta Marta don Joseph Fernando deMier y Guerra, estimulado por el go-bernador y el virrey, desempeñó unimportante papel en la construcción decaminos, los que permitieron superar,en parte, los problemas de abasteci-mientos que padecían las plazas deCartagena y Santa Marta. Desde 1742,el mismo de Mier y Guerra, mientrasse ocupaba de abrir el camino de SanAngel, desarrolló un ambicioso y sis-temático programa de poblamiento.En menos de tres décadas, entre 1744-1770, de Mier y Guerra fundó una se-rie de poblaciones sobre la margenderecha del río Magdalena y el ríoCesar42 , refundó otras, hizo agregacio-

nes y abrió caminos que facilitaron lacomunicación entre distintas poblacio-nes de las provincias de la Costa Cari-be y, entre estas y el interior del virrei-nato, utilizando obviamente el ríoMagdalena. Estas fundaciones y refun-daciones obligaron a la nación Chimi-la a retirarse al centro de la Provincia,donde la manigua, la selva y los pan-tanos se convirtieron en barreras natu-rales para su precaria supervivencia yal tiempo para su resistencia.

En la provincia Santa Marta, el predo-minio de una frontera abierta facilitóel proceso de expropiación de sus co-munidades indígenas, entre ellas a lainsumisa nación Chimila. Tanto Valle-dupar como Valencia de Jesús43 , alen-taron “una carrera sobre las tierras ocu-padas por los chimilas a los cuales des-alojaron de las llanuras que se abríanentre la Sierra de Santa Marta y el río

41 A pesar de su magnífica ubicación para los contactos de todo tipo con el mundo exterior, Cartagena y SantaMarta presentaban un doble problema. En primer lugar, se veían frente a serias dificultades para comunicarsecon las provincias del interior del Virreinato y, el segundo, la difícil comunicación de sus centros urbanos conlas comarcas internas. Sobre las dificultades de las comunicaciones entre Santa Marta y su traspaís véase aHOENIGSBERG, Julio. Chispazos de Historia. Barranquilla: Centro de historia de Barranquilla, 1976;MENDOZA RAMOS, César. Vías de comunicación en la provincia de Santa Marta: un dilema irresoluto. En:Revista Historia Caribe, Vol. II, 2000, No. 5, pp. 115-119; RESTREPO TIRADO, Ernesto. Op. cit.; FIDALGO,Joaquín Francisco. Op. cit. y, PACHECO, Juan Manuel. Los jesuitas en Colombia. Bogotá: San Juan Eudes,1959.42 A orillas del río grande de la Magdalena fundó, entre otras, a San Fernando de Carvajal, San Zenón deNavarro, Nuestra Señora del Carmen de Barrancas, San Sebastián de Menchiquejo, Santa Ana de Buenavista yNuestra Señora de El Banco; sobre el río Cesar, Nuestra Señora de la Pura y Limpia Concepción de Chimichaguay San Vicente de Ferrer de la Nueva Saloa. Sobre estas fundaciones véase DE-MIER, José M. Poblamentos. T.I, pp. 268-70, 270-71, 285-90, 317-19, 337-41, 347-52; T. III, p. 25.43 Aunque no fueron las únicas, como lo evidencia la documentación existente, desde estas ciudades de laprovincia de Santa Marta se organizaron entradas y salidas al territorio chimila y, sus vecinos colaboraron condineros y hombres para estas empresas de despojos. En una nota escrita enviada el 22 de marzo de 1752, elmarqués del Villar reconoció la participación del Cabildo de Valencia del Dulce Nombre de Jesús en la funda-ción de San Sebastián de Rábago. Posteriormente, 25 de junio de 1752, en un escrito del virrey al cabildo de laciudad de Valencia del Nombre de Jesús, le pide colaboración para la fundación de la población de Garupar enlos siguientes términos: “Habiéndome informado en vista de lo representado por ese cabildo de las entradas a lashabitaciones de los indios chimilas, no pueden producir los buenos efectos que vuestras mercedes exponen, yque la osadía de estos bárbaros se contendrá con la fundación de Garupar que está para construir y principiar enesta consideración se dará espera a ella, y ese cabildo, con el celo que hasta aquí lo ha ejecutado dará las escoltas

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Magdalena”44 , territorios privilegiadospor el fundador de Mier.

Las nuevas fundaciones formaron unaespecie de semicírculo45 que buscabaresguardar a las poblaciones de los po-sibles ataques indígenas, y ser ellasuna frontera contra los indios chimi-las. Como puede apreciarse, su em-presa colonizadora fue amplia, cen-trándose en la margen derecha delMagdalena. Se buscó con ellas, quelas ciudades de la parte oriental de laProvincia y a su capital, tuvieran unfácil y rápido acceso al río Magdale-na, principal arteria fluvial del virrei-nato; como también mejorar sus co-municaciones internas, ampliar sustierras disponibles para la agriculturay reducir el contrabando, que permea-ba la provincia y al que estaban vin-

culados sus distintos grupos socio-económicos.

En la relación de las fundaciones esta-blecidas y de los dineros de su propiopeculio invertidos en ellas del 18 dediciembre de 1751, para informar alvirrey José Pizarro sobre el estado delas nuevas fundaciones, de Mier yGuerra declara haber fundado docepoblaciones durante el gobierno deSebastián de Eslava y lo que había co-rrido del gobierno de Pizarro, “hallán-dose establecidas y situadas en la pro-vincia de Santa Marta, en cordillera porla vereda y orilla del río Magdalena”46 .

El cuadro que sigue muestra la grandinámica fundacional entre 1744 y1751, la que merma drásticamente enla fase que sigue:

necesarias. Y por lo que mira a que se suministren algunos fusiles, pólvora y bala para la mayor seguridad de lasexpresadas escoltas necesarias, daré la providencia correspondiente”. Más tarde en la Descripción de los recur-sos y lista de quienes participaron en las milicias que de Valencia de Jesús salieron en contra del los chimilas, 12de enero de 1764, se detalla con minuciosidad los términos de la ayuda. Véase DE-MIER, José M. Poblamientos.

T. II, p. 23, 35, 228-33.44 TOVAR PINZÓN, Hermes. Grandes empresas agrícolas y ganaderas: Su desarrolla en el siglo XVIII. Bogo-tá: CIEC, 1980, p. 20. Del mismo autor puede verse también sobre este aspecto, Hacienda colonial y formación

social. Barcelona: Sendai, 1988, p. 27.45 DE MIER, José M. Poblamientos. T. I. p. 360.46 Relación de las fundaciones establecidas y de los dineros de su propio peculio invertidos en ella, 18 dediciembre de 1751. En: DE MIER, José M. Poblamentos. T. I. P. 357.

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Entre 1751 y 1770 fundó diez pobla-ciones más. San Antonio, San LuisBeltrán de Sapayán, Santa Ana dePueblo Nuevo, Santa Cruz de San Jo-seph, El Piñón, Salamina, son entreotras, las poblaciones fundadas en esteperíodo47 .

Para poblar sus fundaciones, refunda-ciones y agregaciones, de Mier y Gue-rra recurrió al concurso de varias et-nias: blancos, mestizos, pardos, zam-bos y negros constituyeron la base dela población de las nuevas fundacio-nes y refundaciones, formulación quese infiere del estudio detallado de al-

gunas matrículas de vecinos de las fun-daciones. Sobre este asunto, ilustra lamatrícula de vecinos de Nuestra Seño-ra del Carmen de Barranca Bermeja del23 de enero de 1748; en ella se obser-va que de los 132 vecinos y 538 almasque la componían, 31 vecinos y 115almas eran blancos; 53 vecinos y 215almas eran mestizos; 19 vecinos y 78almas eran pardos; 23 vecinos y 101almas eran zambos; 6 vecinos y 29 al-mas eran negros48 . La matricula delsitio de San Fernando de Carvajal,constituye otro ejemplo que ilustra estaaseveración, dicha población contabacon 50 vecinos y 218 almas, de los

FUENTE: AGN. Poblaciones Varias: tomo 5, fols. 958r- 969v; tomo 11, fols. 464r -469v.FALS BORDA, Orlando. Mompox y Loba. Bogotá: Carlos Valencia, 1979, pp. 112B-113B;MORA DE TOVAR, Gilma. Poblamiento y sociedad en el Bajo Magdalena durante la

segunda mitad del siglo XVIII. En: AHSC. No. 21, Santafé de Bogotá, 1993, pp. 40-62. De

MIER, Joaquín. Poblamentos. T.I, p. 357-359.

47 FALS BORDA, Orlando. Mompox... p. 113B; MORA DE TOVAR, Gilma. Op. cit. p. 53. LUNA, Lola.Resguardos coloniales de Santa Marta y Cartagena y resistencia indígena. Santafé de Bogotá: Banco Popular,1993, p. 76.48 AGN. Miscelánea. Colonia, Tomo 140, fols. 421-425. Síntesis de la matrícula de los vecinos de la nuevafundación de Nuestra Señora del Carmen de Barranca Bermeja, enero 23 de 1748. DE MIER, José M.Poblamientos. T. I, pp.162-166.

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cuales 6 vecinos eran blancos, 27 mes-tizos y 17 zambos49 .

También hicieron parte de estas pobla-ciones delincuentes indultados, comolo indica la solicitud presentada por deMier y Guerra el 10 de marzo de 1752.En ella propuso al gobernador de laprovincia indultar delincuentes paradestinarlos al poblamiento de las nue-vas fundaciones. Interesado en fundardos poblaciones,

“la una en la entrada delmonte de Garupar, caminoreal y preciso para el tráficocomún de aquella provinciay tierra caliente pero fertilí-sima y propia de pan coger ygrandes sabanas para crías;y la otra en el paraje que lla-man Punta de Ternera, seisleguas más debajo de la Ba-rranca del Rey, no menosiguales su terrenos a los an-tecedentes de Garupar y sindisputa utilísima y coadyu-vantes a la contención de labárbara nación chimila, faci-litación del tráfico de hari-nas de Rábago y demás susfavorables efectos que se es-

peran véome precisado a ex-poner a vuestra excelencia elpensamiento que tengo y es:que se hallara con la facul-tad de admitir en ellas cuan-tos fugitivos por varios deli-tos andan vagantes y desca-rriados, sirviéndole de bas-tante indulto la fundación yvecindad, más breve y pron-to lograría concluir y perfec-cionar con algunos poblado-res y de bríos dichas dosagregaciones, y las otras quepretendan e intenten en ade-lante, pues sujetos de tal ca-lidad necesitan y les sonoportunos por ser de con-sideración el riesgo que hayde chimilas en dichos para-jes”50 .

Obviamente, no faltaron para este tipode exigencias, consideraciones de tipomoral, religioso y de justicia. Lo ante-rior, porque durante la segunda mitaddel siglo XVIII la provincia de SantaMarta, al igual que su vecina Cartage-na, fue una época rica, variada y agita-da de la vida social. Motivos por loscuales era perentorio unir la poblacióndispersa con costumbres que iban en

49 AGN. Poblaciones varias, Tomo 4, fols. 419-429, noviembre 17 de 1751. Síntesis de la Matrícula de SanFernando de Carvajal, noviembre 17 de 1751. DE MIER, José M. Poblamientos. T, I, pp, 268-270. Además deestos documentos, en las instrucciones sobre nuevos asentamientos del 19 de diciembre de 1749, don JosephFernando de Mier y Guerra advierte que los “mencionados pobladores son algunos blancos del país, uno u otroespañol y mulatos, mestizos, zambos y negros; todos generalmente pobres”.50 AGN. Poblaciones varias. Tomo 10. folios 999 a 1000, marzo 10 de 1752. Esta idea la reiteró en una nota del18 de mayo de 1752, al insistir en la necesidad de una fundación en la entrada del monte Garupar, “cuyas tierrasson muy propias y pingües para sementeras, con grandes sabanas para crías”. En dicho documento pidió nueva-mente facultades para admitir en dicha población “los fugitivos por varios delitos, a excepción del de lesamajestad, cuyo indulto poblará allí muchos sujetos de bríos y oportunos a sostener las avenidas de dichosindios, único remedio para privarlos el que ocupen los dos expresados caminos y que vengan a quedar casi sinningún riesgo” DE MIER, José M. Poblamientos. T. II, p.13.

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contravía de la religión cristiana y lasubordinación a las dos majestades.Las “idolatrías”, el concubinato y lasborracheras habrían proliferado51 .Consideraba don Joseph Fernando queera necesario para ordenar la provin-cia, unir estas gentes en lugares bajoel control de la religión católica y queconocieran la subordinación, especial-mente de aquellos que habían delinqui-do y escapado de manos de la justicia.

Bajo la anterior consideración, orde-nar la población para controlarla seconvirtió en una tarea ineludible. DeMier y Guerra, 15 de marzo de 1763,informó al virrey Pedro Messía de laZerda sobre los medios que utilizó parareprimir el concubinato, manifestaciónconcreta del relajamiento de las cos-tumbres, en la provincia samaria. Paraello recurrió a dos estrategias: la per-suasión y la represión. Según el men-cionado informe aunque hasta el mo-mento había:

“procedido con la mayoratención y política reconvi-niendo privadamente a cadauno de los sujetos de varias

clases, que he sido informa-do se hallaban sensualmentedivertidos, para que por símismos diesen la providen-cia de apartar de este lugar alarga distancia que hicieseimpracticable su ilícito co-mercio la causa motiva quese la originaba, con escánda-lo notable muchos de ellos,por el desorden con que sevivía, llevando la mira conesta urbanidad de que que-dando al mismo tiempo cum-plida mi obligación, no se hi-ciese de otro modo más pu-blico su pecado”52 .

Añadiendo seguidamente lo siguiente:

“Ya hoy, señor, me veo pre-cisado a tomar otras provi-dencias que escarmienten, yrefrendo estas libertades pararemediar las que algunos sehan tomado, de retornar a lavilla sus concubinas secreta-mente y mantenerlas oculta.Pero como estos estrépitos,tomándolos con toda la for-

51 El relajamiento de las costumbres involucraba no solo a la población dispersa e insumisa sino también a laque habitaba en los poblados. El 4 de febrero de 1773 el gobernador de Santa Marta referencia a los excesos quese cometen en Chiriguaná y al silencio cómplice del cura de la localidad en los siguientes términos: “pues en 10años de cura, poco fruto demuestra haber sacado de sus feligreses en la enseñanza de doctrina cristiana yreformación de viciosas costumbres, sin haber reproducido en mi tiempo queja al eclesiástico según tengoentendido, ni a mí; esto solo lo manifiesto a vuestra señoría por lo que he oído generalmente a los más, noporque yo pueda agravar la conciencia de este sacerdote sin justificaciones que acrediten lo expuesto; que escuanto por ahora puedo significar en este particular”. DE MIER, José M. Poblamientos. T.III. p. 38. Según elvirrey Sebastián de Eslava “los indios pintados (por llamarse así su nación) tenían dos pueblos al margen de unaciénaga, más arriba de la villa de Tenerife, donde gustosamente vivían, por estar separados de toda comunica-ción, mientras no salían al ejercicio de la boga al río Magdalena, y que por ciertos tiempos se internaban a suspróximas montañas con el pretexto de sus rocerías y se mantenían allí tributando adoración a un ídolo colocadoen una casa o templo que juntamente les servía de habitación, hasta acabar sus supersticiosos ejercicios y lasbebidas que llevaban para su embriaguez”. En: COLMENARES, Germán. Relaciones e informes... T. I, p. 49.52 DE MIER, José M. Poblamientos. T. II, p. 208-209.

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malidad que pide el juicio enjusto resguardo de los resul-tos que puedan ocurrir, hande venir a redundar en crear-se grandes procesos y noconseguir el cristiano fin quese desea con tanto ruido, porser consecuente que cadaparte prevenga astuto sus ár-bitros y en materia de tal na-turaleza donde se proponensus dificultades, faltandoabogado director de quien seprometa el acierto. Por esto

y otras reflexiones que deben

hacerse en semejante asun-

to, ocurro a la justificación

de vuestra excelencia supli-

cándole rendidamente se

digne disponer mi obliga-

ción a los trámites que debe

sujetarse, más prontos al re-

medio y contención de estos

excesos, para que quede ase-

gurada mi conducta en este

proceder y se logren los pia-

dosos fines de purgar a este

lugar de los malos ejemplos

que lo han tenido viciado”53

Para su empresa colonizadora De Miery Guerra contó con el apoyo de loshacendados que ocupaban orillas, pla-yones, islas y terrenos anegadizos delrío Magdalena y los de Valledupar yValencia de Jesús, quienes conjunta-mente organizaron los ataques al terri-torio habitado por la nación chimila.Un Informe de Manuel Campuzano,

escrito en 1767, indica el verdaderosentido de las fundaciones y refunda-ciones emprendidas por Joseph Fer-nando de Mier y Guerra en la provin-cia de Santa Marta entre 1740 y 1770.En él se anotaba que las mejores tie-rras de la provincia las poseían los chi-milas, realidad que podía modificarsefundando poblaciones en sus territo-rios. La presión sobre las tierras enmanos de los indios fue hecha por en-comenderos, hacendados, vecinos po-bres, mestizos y agentes del Estado, losque estaban interesados en ampliar sudominio sobre el territorio y la manode obra chimila.

Una orden del virrey José Alfonso Pi-zarro, marqués de Villar, sobre el po-blamiento de San Sebastián de la Sie-rra Nevada del 13 de Marzo de 1750,autoriza a De Mier y Guerra para queen dicho pueblo puedan “establecersetodas las personas libres que se halla-ren sin agregación alguna, así en lassabanas de Tolú como en otros parajesde ambas provincias, al fin del cultivode aquella fértil tierra, retirar los in-dios y facilitar el tráfico y comerciode unos pueblos con otros”54 y se leconcede,

“toda la comisión y facultadque en derecho se requiere yes necesaria, para que por síy las personas que eligiere desu confianza pueda obligar atoda la gente libre y vaga deuno y otro sexo, de cualquier

53 Ibíd. p. 209. Subrayado nuestro.54 AGN. Poblaciones varias, Tomo 5, folio 551v., marzo 13 de 1750.

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calidad o condición quesean, a que residan en socie-dad en el expresado pueblode San Sebastián, sus inme-diaciones o donde tuvierenpor más conveniente, repar-tiéndoles las tierras que lepareciere correspondientes,guardando en esto lo dis-puesto por la leyes reales deestos reinos, para lo cualmando a los gobernadores,corregidores y demás justi-cias de este virreinato, den yhagan dar al enunciado donJosé Fernando y a las perso-nas que nombrare para esteefecto, todos los auxilios quepidiere, franqueándole lascárceles y prisiones para co-rregir a los que se resistiesenal cumplimiento de sus órde-nes, facilitándoles los víve-res y transportes que hubie-re menester para las familiasque se condujeren a esta nue-va población e inhibiéndolosasí mismo de que por ningúncaso puedan proceder ni en-trometerse en cuanto seaconcerniente a esta materia,pena de quinientos pesos”55 .

De Mier en un Informe que presentóal Virrey Pizarro, 27 de noviembre de1751, aclara sobre la compensaciónrecibida en tierras donde se erigieronlas fundaciones de Santa Ana y SanFernando y destacó la importancia quetenía el reparto de esta entre los veci-nos de las nuevas fundaciones. Desdeluego, tales repartos no estuvieron almargen de conflictos. En su tarea fun-dadora, De Mier y Guerra, se enfrentóa algunos vecinos de las Provincias deCartagena y Santa Marta como tam-bién a autoridades eclesiásticas. El 28de junio de 1750, el marqués de SantaCoa, expuso ante el Virrey las dificul-tades que se presentaron con Josephde Mier, dificultades asociadas funda-mentalmente al celo por jurisdiccionesy, a problemas de tierras creados porlas nuevas fundaciones56 .

Fueron frecuentes las solicitudes de DeMier y Guerra al gobernador de la pro-vincia de Santa Marta y al virrey, paraque se le exigiera a algunos vecinosde Mompox no obstaculizar su políti-ca de reorganización territorial, expre-sada en la fundación de poblaciones57 .

Finalmente, debe anotarse, que la fun-dación de los pueblos siguió los patro-nes establecidos en las Leyes de Indias:

55 AGN. Poblaciones varias, Tomo 5, folio 551v., noviembre 27 de 1751.56 El marqués de Santa Coa se mostró abiertamente contrario a los procedimientos empleados por José Fernan-do de mier y Guerra en la traslación y fundación de poblaciones. DE MIER, José M. Poblamientos. T. I, p. 231-234. Otro vecino de Mompox, Andrés de Madariaga, se quejó ante el virrey, 29 de octubre de 1752, de losperjuicios que causaban las fundaciones de De Mier y Guerra, sobre las haciendas y propiedades de algunosvecinos ribereños. T. II, p. 43-48.57 El 12 de enero de 1751, don José Fernando solicitó al virrey que se sancionara a las autoridades de Mompoxpor oponerse a la plantación de tres sitios a orillas del río Magdalena. DE MIER, José M (comp.). Poblamientos.

T. P. 265-266. El 22 de abril de 1752 conminó a José de Aguilar para que no obstaculizara la fundación deSapayán. T. II, p. 23-24.

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señalar plazas, trazar calles, repartirlotes y fijar los ejidos, fueron ritualesy procedimientos que como señalaOrlando Fals Borda, le permitieron alestado español y algunos de sus súbdi-tos entrar en posesión de grandes por-ciones de territorio. Al referirse a lafundación de Sapayán, De Mier co-menta la manera como se erigían losnuevos poblados. Primero se recono-cía por él o por uno de sus comisiona-rios el terreno donde se iba a hacer lanueva fundación, después se buscaba,“...la persona independiente que sigi-losamente aliste a la gente que hay dis-persa más inmediata a la situación de-putada...”, o de las ciudades, villas, si-tios o fundación más inmediata; en ter-cer, se le ayudaba y se le protegía has-ta construir sus casas; luego, se reclu-taban gentes de las rochelas para en-grosar la población de la fundación y,finalmente,

“...cómprese ornamento ytodo lo demás necesario paraque el cura más inmediato osacerdote, que a mis solici-tudes pueda conseguirles es-piritualmente les administrey diga misa en la capillita quecon el santo titular de la fun-dación, es una de las prime-ras casas que se hacen y en

este estado se conserva ymantiene hasta que la funda-ción por sí o junto con otra,la más inmediata, puedemantener un cura y regular-mente el primer año de pagoestipendios, haga fiestas,etc.”58 .

Todos los esfuerzos de Don JosephFernando de Mier y Guerra, fueroncompensados con creces. Al concluirsu labor poblacional se convirtió enuno de los más grandes terratenientesdel Caribe colombiano durante la se-gunda mitad del siglo XVIII, junto almarqués de Santa Coa y a don Josephde Hoyos59 . Pero, a pesar de su enco-miable esfuerzo, siguieron existiendoen la provincia indios insumisos, so-bre todo, guajiros y chimilas. En la re-lación de mando del virrey Pedro Mes-sía de la Cerda se le informa a su suce-sor, acerca de la existencia de indiosque inquietan las provincias del Río deel Hacha, Santa Marta y Cartagena, queasilan a otros ya reducidos y a “gentesde mal vivir”, que destruyen las hacien-das de los españoles y comercian conlos extranjeros, “quienes por este me-dio consiguen proveerse de los apre-ciables frutos de maderas, palos de tin-te, mulas y semejantes”60 y por otro,suministran armas y municiones para

58 AGN. Poblaciones varias, Tomo 10, folios 1021r a 1024r., agosto 21 de 1752.59 Según el historiador Fabio Zambrano: ”Las políticas de poblamiento de los Borbones, tuvieron repercusióndirecta en la formación de la nobleza costeña del siglo XVIII, gracias a la compra de títulos permitida por losreyes de España. En efecto, quienes impulsaron la fundación o refundación de poblados, como en el caso deMier y Guerra, vieron premiados sus esfuerzos con el control de muy extensos latifundios que les permitieronformar mayorazgos de tierras vinculadas y la oportunidad de comprar títulos”. En: Poblamiento y ciudades del

Caribe colombiano. p. 48.60 COLMENARES, Germán. Relaciones... T. I, p. 187.

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que resistan a los españoles61 . Es estasituación, la que obliga al virrey Ma-nuel Guirior a emprender nuevos pro-cesos de pacificación en la provinciasamaria.

4. Nuevos esfuerzos: viejos pro-blemas

Desde 1775, se hicieron nuevos esfuer-zos para someter los restos de la na-ción chimila. Tarea que el virrey de laNueva Granada, Manuel Guirior, en-cargó en 1774 a don Pedro Agustín dela Sierra, “maestre de campo de lasmilicias de toda la provincia de SantaMarta, en el Nuevo Reino de Grana-da, capitán de conquista, regidor de-cano de la ciudad de Valencia de je-sús, hijodalgo notorio”62 , quien en1775, al iniciar dicha empresa apresóen el centro de “aquellas montañasdoce chimilas que condujo a su casaen donde los mantuvo y vistió; y remi-tiendo después dos de ellos a sus ran-cherías para persuadirles la paz que sedeseaba”63 . El 11 de marzo de 1776,amparado en la providencia que lonombró capitán de conquista, informóque

”se dedicó con la mayor fa-tiga y abandono de sus pro-pios intereses a dicha reduc-ción, con lo que pudo conse-

guir la fundación de seis pue-blos que doctrinan varios re-ligiosos capuchinos y que setransiten con seguridad aque-llos montes y caminos hastala capital de Santa Marta,Cartagena y Mompox”64 .

Las poblaciones fundadas por PedroAgustín de la Sierra fueron San Anto-ñito, San Miguel de Punta Gorda, SantaCatalina, Concepción de Venero, Ga-rupal, San José de las Pavas y Arigua-ní con un total de mil personas65 . Aun-que la vida de estas poblaciones fueefímera, con ellas se persiguió la re-ducción de los chimilas y hacer

“transitables sin el menorriesgo todos los montes deSanta Marta, Cartagena yMompox, poniendo libre lanavegación del río Cesarimposibilitada como dichosmontes, en que no se veíanmás que homicidios y sepul-turas de españoles, siendohoy iguales a estos en la uti-lidad pública por la instruc-ción que toma en labores ycrianza de ganados, obser-vándose en ellos lo ejecutancon arreglo a la verdadera fey obediencia de vuestra realmajestad, en cuya atención y

61 Ibíd. p. 187 62 Datos tomados de la relación de méritos de don Agustín de la Sierra, maestre de campo de la provincia deSanta Marta y capitán de conquista de la nación chimila, 3 de octubre de 1780. DE MIER, José M. Poblamientos,

T. III, p. 68-69. 63 DE MIER, José M. Poblamientos. T. III, 7364 Ibíd. p. 73.65 LUNA, Lola. Op. cit., pp. 80-82.

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en la de hallarse sujeta la ci-tada nación al dominio devuestra majestad”66

Pedro Agustín de la Sierra, atribuyó elfracaso de sus fundaciones a una epi-demia de viruela y a la inconstanciade los indios. Para remediar esto, soli-citó soldados para recoger los indioshuidos y jurisdicción para administrarjusticia y castigos67 . Opinión diferen-te, tuvieron los capuchinos doctrine-ros de Santa Catalina de Venero y SanMiguel de Punta Gorda, quienes acu-saron a Sierra de ser el responsable delfracaso de las poblaciones por haber-las establecido en tierras estériles. Antedicho fracaso, los capuchinos solicita-ron al gobernador de la Provincia, An-tonio de Narváez, la custodia de losindios. En su enfrentamiento con loscapuchinos Pedro Agustín de la Sierracontó con el respaldo de Antonio deNarváez, para quien la tarea de limpiary abrir camino sobre el territorio chi-mila se habían cumplido.

Al finalizar el siglo XVIII, los virre-yes Francisco Gil y Lemus y Josef deEzpeleta, consideraban que los indioschimilas estaban pacificados. Para Gily Lemus, 31 de julio de 1789, “los in-dios chimilas cansados de hacer o re-cibir incursiones, se hallan ya pacifi-cados y debe ponerse en su reducciónel mayor esmero para aprovechar las

buenas disposiciones que manifies-tan”68 . En términos similares se expre-saba Josef de Ezpeleta en su Relación

de gobierno del 3 de diciembre de1796. En este documento el virrey Ez-peleta, comunica a su sucesor que los:

“indios chimilas de SantaMarta se mantienen pacífi-cos, y no se ha oído decir queperturben en estos tiempospor esta Provincia. Para fijarsu condición incostante ha-bía ofrecido un vecino redu-cirlos a población, darles tie-rras y animales de cría, soli-citando en remuneraciónciertas gracias, sobre lo queinformé a S. M.; y cuando seiba a tomar providencias, fa-lleció el proponente, y susherederos desistieron delproyecto. No se ha presenta-do otro a repetirlo y por aho-ra bastará no darles motivode queja y tratar de que con-tinúe la reducción por losPadres Capuchinos, que escuanto interesa al comer-cio”.69

Después de la muerte de Pedro Agus-tín de la Sierra, Juan de la Rosa deGalván, 1804, intentó reconstruir dospoblaciones chimilas a orillas del ríoCesar. Aunque la conquista de los chi-

66 DE MIER, José M. Poblamientos, T. III. p. 69.67 Según Pedro Agustín de la Sierra en un informe de 1785 sobre el estado de las fundaciones de chimilas, sóloquedaban tres poblaciones: Venero, San Antoñito y Punta Gorda. LUNA, Lola. Op. cit, p. 81.68 Relación de D. Francisco Gil y Lemus, Santafé 31 de Julio de 1789. En: COLMENARES, Germán. Relacio-nes. T. II, p. 21.69 Ibíd. p. 254-255. Relación del gobierno del Exmo. Sor. Don Josef de Ezpeleta.

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milas después de medio siglo no habíaconcluido, el gobernador Antonio deSamper, en 1806, consideraba que ha-bía sido un éxito porque los caminosse habían abierto a través de su territo-rio y el río Magdalena estaba limpiode atacantes70 .

Resumiendo lo hasta aquí expuestopodemos se puede afirmar que, duran-te la segunda mitad del siglo XVIII ylos comienzos del siglo XIX, la políti-ca de expansión colonizadora y de so-metimiento de la población indígenaagenciada por Joseph Fernando deMier y Guerra, Pedro Agustín de laSierra y Juan de la Rosa Galván, trans-formó la vida de los pueblos de indioscercanos a la ciudad de Santa Marta ya las riberas del bajo Magdalena entreTenerife y Mompox. Las tierras de losindígenas de Ciénaga, Gaira y Mama-toco alrededor de la ciudad capital dela provincia, y Plato, Zárate, Guayma-ral, Punta de Palma, Menchiquejo yChiloa entre Tenerife y Mompox seconvirtieron en objeto de repartos de losnuevos colonizadores.

Sin embargo, a pesar de que con lasfundaciones y refundaciones de la se-gunda mitad del XVIII las élites de laprovincia ejercieron un mayor controlsobre su territorio, ampliaron y conso-lidaron sus haciendas, se mantuvo unaporción importante de su territorio porfuera de un control efectivo, problemaque heredaría la república.

5. La República se reorganiza

Con la emergencia de las nuevas Re-públicas hubo, en muchos casos, nue-vas y cambiantes demarcaciones polí-tico-administrativas, las cuales se apar-taron mucho de las regiones históricasy de las delimitaciones geográficascoloniales. Antes de producirse la in-dependencia se estaban gestando cam-bios entre los centros urbanos de po-der y sus correspondientes espacioscontrolados, organizados bajo formasde provincia o “goviernos”. La inde-pendencia trastocó las jerarquías urba-nas, especialmente, los centros de po-der tradicionales, se acentuaron las ri-validades entre distintos núcleos urba-nos dentro de una provincia o, entreprovincias diferentes. Ejemplo gráfi-co de esta situación lo constituyó elenfrentamiento durante la primera re-pública entre Cartagena y Mompox enla provincia de Cartagena, o entre Car-tagena y Santa Marta capitales de lasprovincias del mismo nombre en elCaribe. Dentro de la provincia fueronimportantes los enfrentamientos entreValencia de Jesús y Valle de Upar, yentre Santa Marta y Ciénaga.

Estos enfrentamientos se agudizarondurante el período comprendido entre1810 y 1820. Valle de Upar, Guaimaroy Sitionuevo abrazaron la causa inde-pendentista para romper por un ladocon la Corona española y, por el otro,con Santa Marta, capital de la provin-cia. Valle de Upar, por su lado, encon-

70 AHM. Caja No.1, 1819, Informe del gobernador Antonio de Samper al virrey en 1806. 2 folios.

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tró fuerte resistencia en poblacionescomo Villanueva, Fonseca y el Moli-no, proclives a las autoridades espa-ñolas71 . La villa de Chiriguaná, queestuvo durante la colonia bajo la juris-dicción de la ciudad de Tamalamequeaprovechó la coyuntura para declarar-se independiente de dicha ciudad. Es-tos conflictos entre poblaciones pusie-ron de manifiesto la existencia de unmarcado particularismo localista nosólo entre las grandes ciudades, sinotambién entre villas y parroquias. To-dos ellos aspiraban a una autonomíaque les permitieran poseer un espaciosobre el cual gobernar.

Durante la coyuntura de la independen-cia muchas poblaciones importantes enla época colonial de la provincia deSanta Marta, decayeron, sobre todo, laspoblaciones situadas a orillas del ríoMagdalena. Tenerife fue casi totalmen-te destruida por las fuerzas realistasdurante la guerra de independencia72 .La guerra provocó el éxodo de habi-tantes de algunos centros urbanos dela provincia.

Sólo entre 1821 y 1826 se empieza aconsolidar el proceso de organizaciónterritorial de la república de Colom-bia, proceso que tuvo profundas reper-cusiones tanto en la región Caribe,como en la provincia samaria. La Ley

del 8 de octubre de 1821, que trató so-bre la organización y régimen políticode los departamentos, provincias y can-tones en que se dividió la república,fraccionó al naciente Estado en sietedepartamentos. Al departamento delMagdalena lo conformarían las anti-guas provincias en que estaba dividi-da la costa Caribe del virreinato: Car-tagena, Santa Marta y Río de la Ha-cha. Su territorio, lo constituiría el vie-jo territorio de estas provincias colo-niales.

La Ley del 25 de junio de 1824, quearregló “la división territorial de la re-pública” de Colombia, estableció que“el territorio de la república debe te-ner una división regular en sus depar-tamentos y provincias con respecto asu extensión y población, como queconviene tanto para la fácil y prontaadministración pública en todos susramos, de que dimana la felicidad delos pueblos”73 . Decretó que el territo-rio de Colombia se dividiera en docedepartamentos: Orinoco, Venezuela,Apure, Zulia, Boyacá, Cundinamarca,Magdalena, Cauca, Istmo, Ecuador,Azuay y Guayaquil. Esta ley instauróen el país el modelo francés de orde-namiento territorial, que consistía enla división por departamentos, estos enprovincias, estas en cantones y, estosen distritos parroquiales.

71 AHM. Caja 2, 1812. Los vecinos de muchas de estas poblaciones se quejaban no sólo del abandono en que lostenía la corona sino también las autoridades provinciales. Por eso a través de representaciones pidieron anexarsea Cartagena en los comienzos de la independencia, especialmente cuando la Junta de Santa Marta hizo explícitasu adhesión al “Monarca y a la Religión”. 72 Sobre la destrucción material de poblaciones en el Caribe colombiano durante la guerra de independenciavéase a NICHOLS, Theodore. Tres puertos de Colombia. Bogotá: Banco Popular, 1973, p. 41 y ss.73 AHM. CODIFICACION NACIONAL. Bogotá: Imprenta Nacional, 1924, Tomo I, p. 170-172.

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Como se anotó anteriormente, el de-partamento del Magdalena, uno de loscreados por la ley del 25 de julio de1824, estaba integrado por las provin-cias de Cartagena, Santa Marta y Ríode la Hacha cuyas capitales llevabanlos mismos nombres. La ley unió enuna sola entidad territorial las antiguasprovincias que constituían el Caribeneogranadino. Conformaron la provin-cia de Santa Marta los cantones deSanta Marta, Valledupar, Ocaña, Pla-to, Tamalameque y Valencia de Jesús,cuyas capitales eran las ciudades delmismo nombre.

Consciente de los problemas hereda-dos de la jerarquía urbana colonial ellegislador erigió en villas a las cabe-ceras de estos cantones, aunque mu-chas de las cuales al momento de ex-pedirse la ley sólo fueran parroquias.En dicha ley, se estableció la igualdadteórica entre todos los municipios, he-

74 ZAMBRANO PANTOJA, Fabio. Grandes regiones de Colombia, En: Nueva Historia de Colombia. Santaféde Bogotá: Planeta, 1998, vol. VIII, p. 220.

cho que para el historiador Fabio Zam-brano Pantoja, “...introdujo un profun-do cambio en las primacías urbanashasta entonces establecidas, y recono-ció las primacías reales, que en variasprovincias, ya no coincidían con lasformales”74 . Con ello se asistió a ladesintegración de los territorios bajocontrol de las ciudades tradicionales y,en varios casos, al surgimiento de nue-vos centros de poder provincial. Eldepartamento del Magdalena constitu-ye un ilustrativo ejemplo. Cartagena,capital de la nueva entidad territorial,consolidó su supremacía al comenzarla era republicana en el Caribe colom-biano a expensas de la decadencia deSanta Marta y Río de la Hacha. Estasupremacía fue precaria por las rivali-dades entre cartageneros y momposi-nos por un lado, y cartageneros y sa-marios por el otro, en los primeros añosde la república.