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Cesar Hildebrandt : "Chávez no fue una abrupta pesadilla. Fue construido tras el sueño despilfarrado de una democracia incapaz de destruir pobrezas y groseras desigualdades. Chávez nada tuvo de intempestivo. Y si se quedó fue porque lo reeligieron. Y si lo reeligieron fue porque, a su manera, desató una ola de rabiosa compasión que bajó en 20 puntos la pobreza. Pero no siendo ni un estadista ni una repetición milagrosa de Bolívar, Chávez fue el único latinoamericano que llamó a algunas cosas por su nombre ("ladrón de siete suelas", le dijo a Alan García) y tuvo el coraje de enfrentarse al sórdido imperialismo de los Estados Unidos. Por eso lo odiaban tanto en el patio trasero. Empezando por Uribe y terminando por la resignada Concertación chilena. Chávez puso su vozarrón, su coprolalia, su indomable rudeza al servicio de la dignidad latinoamericana. Es que los señoritos académicos y los gobernantes de voz moderada eran y son parte del harén de los Estados Unidos. No quedaba otra cosa que gritar, desde algún callejón, lo que Chávez gritó con valentía. Aunque fuese solo por eso merecería mi respeto. Y mi pena."

Cesar Hildebrandt

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Ensayo de Cesar Hildebrandt

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Page 1: Cesar Hildebrandt

Cesar Hildebrandt : "Chávez no fue una abrupta pesadilla. Fue construido tras el sueño despilfarrado de una democracia incapaz de destruir pobrezas y groseras desigualdades. Chávez nada tuvo de intempestivo. Y si se quedó fue porque lo reeligieron. Y si lo reeligieron fue porque, a su manera, desató una ola de rabiosa compasión que bajó en 20 puntos la pobreza. Pero no siendo ni un estadista ni una repetición milagrosa de Bolívar, Chávez fue el único latinoamericano que llamó a algunas cosas por su nombre ("ladrón de siete suelas", le dijo a Alan García) y tuvo el coraje de enfrentarse al sórdido imperialismo de los Estados Unidos. Por eso lo odiaban tanto en el patio trasero. Empezando por Uribe y terminando por la resignada Concertación chilena. Chávez puso su vozarrón, su coprolalia, su indomable rudeza al servicio de la dignidad latinoamericana. Es que los señoritos académicos y los gobernantes de voz moderada eran y son parte del harén de los Estados Unidos. No quedaba otra cosa que gritar, desde algún callejón, lo que Chávez gritó con valentía. Aunque fuese solo por eso merecería mi respeto. Y mi pena."