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174 CHILE MINERO 175 ENAMI EN LA HISTORIA DE LA PEQUEÑA Y MEDIANA MINERÍA EN CHILE LA CREACIÓN DE ENAMI 1960-1989 PARTE III Foto: Nicolás Piwonka.

Chile Minero - Parte 3

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Enami Chile

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174 Chile Minero 175ENAMI EN lA hIstorIA dE lA pEquEñA y MEdIANA MINEríA EN ChIlE

lA CrEACIóN dE ENAMI1960-1989

pArtE III

Foto: Nicolás Piwonka.

176 hErNáN dANús VásquEz 177

los AlborEs dE lA ENAMI

En 1959, la Caja de Crédito Minero (Cacre-mi) se veía muy amenazada por los vicios que se habían instalado en su funciona-

miento. Esto se debía principalmente a que su Consejo estaba constituido por parlamentarios que finalmente utilizaban esta institución para poder mantener satisfechos a sus adherentes vinculados con la minería. Era esto tan eviden-te que el presidente Jorge Alessandri decidió reestructurar este organismo, que venía funcio-nando desde 1927, y la fusionó con la Empresa Nacional de Fundiciones, recientemente creada

para agrupar la fundición de Paipote con el pro-yecto de la nueva fundición de la zona central. De esta unión nació, en 1960, la Empresa Nacio-nal de Minería (Enami). Se tomó como ejemplo la Empresa Nacional del Petróleo (Enap) con su es-tructura empresarial. La nueva entidad no con-taría en su Directorio con representantes del Congreso, sino que lo constituirían funcionarios nombrados por el propio Presidente de la Repú-blica, además de representantes de la Sociedad Nacional de Minería (Sonami) y del Instituto de Ingenieros de Minas de Chile.

Su primer gerente general fue el ingeniero civil Enrique Valenzuela Blanquier, elegido por el Directorio y que contaba con la confianza del presidente Jorge Alessandri, pues había traba-jado en su campaña presidencial. La unión de fomento y producción, incluyendo fundición y refinación, en una sola entidad, había constitui-do la base del éxito de Cacremi en sus mejores tiempos, ya que el concepto de fomento inte-gral creaba una sinergia en la que los pequeños productores mineros podían llegar a los exigen-tes mercados internacionales, con el cobre en

lA ENAMI CoMo fACtor dE dEsArrollo MINEro

(1960-1989)

Hernán Danús Vásquez

La creación en las décadas del cincuenta y del sesenta de la fundición de Paipote y las plantas de Cabildo y Taltal, obedeció a un plan de expansión orientado a aumentar la producción de cobre, subir el empleo en el área, acrecentar el aporte de divisas y exportar una mayor cantidad de cobre en forma de cobre electrolítico. Para la concreción de éste la institución debió intensificar su tarea de fomento aplicando nuevos programas y reforzando los existentes, mejorando la asesoría técnica, construyendo y ampliando planteles de beneficios, entre otras actividades. Foto: Luis Ladrón de Guevara.

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barras y luego refinado en alta calidad, todo ello en condiciones muy competitivas. Siguiendo ese modelo, la Enami se estructuró en dos de-partamentos básicos: Fomento y Operaciones.

Como gerente del Departamento de Opera-ciones se nombró al ingeniero de minas Andrés Zauschquevich, quien había administrado por muchos años la fundición Paipote. Este depar-tamento manejaba las plantas de beneficio y la fundición Paipote y se le agregaría el proyecto de la fundición de la zona central: fundición y refinería de Ventanas. El contrato de ingeniería, suministro y construcción de la fundición de Ventanas estuvo a cargo del consorcio Kloeck-ner-Humboldt-Deutz y su financiamiento se ob-tuvo de la venta de bonos emitidos por la Enami con el Banco del Estado como aval, los cuales fueron vendidos en su totalidad en Alemania. El consorcio dirigió la edificación que entregó en contrato a diversas firmas nacionales.

El Departamento de Fomento estuvo en sus inicios bajo el alero del ingeniero de minas Au-gusto Millán Urzúa, facultado por el directorio de la Enami para contratar ingenieros y técnicos con remuneraciones similares a las del sector privado. Así, Millán pudo incorporar desde el co-mienzo a un equipo de ingenieros de minas con experiencia, especialmente en faenas de media-na minería. Cabe señalar que ninguno de estos ingenieros tenía conocimiento sobre la pequeña minería, ya que esta experiencia solo había sido adquirida por ingenieros que habían trabajado en la Cacremi, la mayoría de ellos en edad de ju-bilar. La Enami, desde sus inicios, se destacó por contar con excelentes profesionales, contratan-do a los mejores egresados de la carrera de in-geniería de minas de la Universidad de Chile y la Universidad Técnica del Estado. Esta hábil estra-tegia de recursos humanos fue indispensable en el éxito alcanzado por la Enami en el decenio y lo que permitió posteriormente a Chile en 1971 afrontar de manera digna la nacionalización de la gran minería del cobre.

La primera entre muchas medidas tomadas por el Departamento de Fomento fue reanudar la entrega de créditos mediante mutuos. Los préstamos otorgados por la Enami en sus pri-meros cuatro años de vida fueron importantes

y aumentaron en forma creciente. Se abrieron, además, nuevas líneas de crédito, tales como los préstamos de emergencia y los avales ante la Sociedad Abastecedora de la Minería (Sademi), destinados a la compra de insumos, explosivos y equipos menores. También se implementaron en esa época los avíos mineros, procedimiento jurídico que permite otorgar recursos para re-conocimiento, con la sola hipoteca de la perte-nencia minera.

A diferencia de lo que pasó con la Cacremi durante la presidencia de Jorge Alessandri, el Ministerio de Hacienda financió oportunamente todos los aportes que requería la Enami, tanto para sus inversiones como para su labor de fo-mento a la minería.

los EstudIos rEgIoNAlEs y lAs NuEVAs plANtAs dE bENEfICIo dE MINErAlEs

Arica y Taltal fueron dos de las ciudades que dieron hogar a las numerosas nuevas oficinas creadas para reforzar las oficinas provinciales de Antofagasta, Copiapó y La Serena existentes desde la época de la Cacremi. Otro de los gran-des logros que tuviera la Enami en sus primeros tiempos fue la realización de los dos estudios distritales de Cabildo y Taltal, que tuvieron un fuerte impacto en sus áreas de influencia. Am-bos recomendaron la instalación de plantas de beneficio con sus correspondientes planes de fomento distritales.

El estudio distrital de Cabildo abarcó toda la zona de atracción de una planta ubicada en el pueblo de Cabildo. El notable éxito de dicho estudio se debió a que ubicó y posteriormente desarrolló un número importante de minas, cer-canas a Cabildo, que podían producir minerales de cobre de concentración que abastecerían un poder comprador de estos minerales, el cual se instaló antes de construir la planta al lado de la estación de ferrocarril del pueblo. En Cabildo, la planta de concentración por flotación de capa-cidad inicial de 150 toneladas por día, puesta en marcha en 1965, fue ampliada posteriormente en varias oportunidades, dada la cantidad de pe-queñas minas que se abrieron en la zona, entre ellas la mina Sauce, que se transformó luego en

Las plantas de beneficio de Cabildo (arriba) y Taltal (abajo) son consideradas como los mayores logros de Enami en sus primeros tiempos. La creación de ambas se debió a estudios distritales que recomendaban su instalación con los correspondientes planes de fomento para la zona. Tanto Cabildo como Taltal comenzaron sus operaciones a mediados de la década del sesenta. Fotos: Museo Histórico Nacional.

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la empresa y se va reforzando hasta los prime-ros años de la década de los setenta.

El año 1966 llega con una alza sostenida en el precio del cobre, alcanzando este metal en 1969 una de las cotizaciones reales más altas hasta la fecha. La chilenización del cobre, base de la nue-va política nacional y efecto directo de la favora-ble situación en el precio del cobre, comprendía, además de la participación del gobierno en las empresas de la gran minería del cobre, un plan de expansión de la minería cuprífera, que incluía a la pequeña y mediana minería. Esta expansión se denominó Plan Quinquenal para el Desarrollo de la Pequeña y Mediana Minería y fue ejecu-tado entre 1966 y 1970. Contaba con una meta básica respecto al aumento de la producción, definida en 120 mil toneladas métricas de cobre al año, empleo para más de 8 mil personas, un mayor aporte de divisas (sobre 100 mil millones de dólares) y una mayor exportación de cobre en forma de cobre electrolítico.1

1 Mensaje del Presidente Eduardo Frei Montalva al Congreso. 21 de mayo de 1966.

La ejecución del Plan Quinquenal fue asigna-do a la Enami, por lo que la empresa debió, al mismo tiempo, generar su propio proyecto de desarrollo para poder cumplir con las demandas. Fue el denominado Plan Enami, más adelante conocido como Plan de Expansión de la Enami. En sus comienzos tuvo dificultades financieras, pero finalmente se logró cumplir la meta con un año de anticipación, principalmente gracias al alto precio del cobre en ese tiempo.

A partir de 1967, la Enami comenzó a buscar una solución de largo plazo al financiamiento requerido para la expansión más allá de los re-cursos fiscales, para lo cual se realizaron con-tactos con diversas instituciones financieras y bancarias en Europa. En agosto del año 1968, la empresa llamó a propuesta a un grupo de diez firmas de diversos países, entre las cuales, curio-samente, no estaban las que finalmente gana-ron. Luego de un largo proceso de evaluación y negociaciones se adjudicó el contrato al deno-minado Consorcio Unido, que quedó integrado por la firma Head Wrightson, del Reino Unido, y

El presidente Eduardo Frei Montalva junto a al ministro de Minería Alejandro Hales Jamarne inaugurando Ventanas. Foto: Archivo Segundo Gallardo.

la más importante de la región. La planta Cabil-do fue un aporte de concentrados a la fundición Ventanas, en construcción.

El estudio regional de Taltal demostró en un año que en ese distrito minero había un potencial productivo para abastecer una planta de por lo menos 150 toneladas por día de tratamiento de minerales mixtos de súlfuros y óxidos de cobre. La Enami aprobó en 1962 la construcción de la planta Taltal –actualmente conocida como José Antonio Moreno– y contrató para el proyecto al consultor e ingeniero Juan Schwarze. Este distin-guido metalurgista diseñó hábilmente circuitos para la recuperación de los minerales sulfurados y oxidados. La planta se puso en funcionamien-to en 1965 con gran éxito, alcanzando en el año 1973, después de varias ampliaciones, un ritmo de operación de 350 toneladas por día.

Concluye este periodo del Departamento de Fomento con la construcción de la planta de flota-ción Paipote, hoy llamada Manuel Antonio Matta.

El plAN dE ExpANsIóN dE lA ENAMI

Antes de 1960, la producción de cobre fino de la pequeña minería era de unas 13.550 toneladas al año y en 1965 alcanzó las 30 mil toneladas por año gracias a la exitosa actividad de fomento de la Enami, y esto previo al gran aumento del precio del cobre en el segundo quinquenio de la década.

En 1964, asume la Presidencia de la República Eduardo Frei Montalva con su consigna de “Re-volución en Libertad” y nombra como ministro de Minería al ingeniero de minas Eduardo Simián, quien renuncia luego de una ardua participación en la chilenización de la gran minería del cobre, siendo reemplazado por el abogado Alejandro Hales. Renuncian también los dos primeros ge-rentes de fomento debido, en gran parte, a la permanente crítica injustificada de los gremios mineros hacia el manejo técnico de la Enami. A pesar de esto, el equipo técnico de excelencia que había comenzado a formarse permanece en

Ubicada a dos kilómetros del puerto de la ciudad, la planta de beneficio de Taltal (o José Antonio Moreno) funciona desde 1966. Actualmente cuenta con dos líneas de producción: la primera para procesar minerales sulfurados mediante flotación y la segunda, para minerales oxidados, por medio de lixiviación (LIX), extracción por solvente (SX) y electroobtención (EW). Foto: Luis Ladrón de Guevara.

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donde fuera posible instalar nuevos planteles regionales. Con este fin, se iniciaron estudios para la ubicación de potenciales minas en cada área de atracción, los que estuvieron a cargo de grupos especializados de las oficinas provincia-les de fomento. Una vez recopilada la informa-ción, ésta era procesada a nivel central por la oficina de evaluación de proyectos, que realiza-ba una evaluación técnico-económica del plan de instalación, la que abarcaba, entre otros, los siguientes elementos: abastecimiento probable de minerales, tipo de mineral, tipo de proceso, tamaño de la planta, ubicación, inversión reque-rida para el suministro de agua.

Los proyectos analizados (de norte a sur) fue-ron la planta regional Tocopilla (a partir de la planta de Mantos de la Luna), la planta Calama, la planta Baquedano, la planta regional Chañaral, la planta regional Vallenar, la planta regional Tam-billos, la planta regional Combarbalá y la planta regional Catemu. De ellas, entre los años 1968 y 1973, se construyeron solo las últimas cuatro.

Como señalamos, la Enami superó de manera anticipada las metas propuestas en el Plan Quin-quenal, de tal forma que la producción de la pe-queña y mediana minería alcanzó en 1968 las 140 mil toneladas métricas de un total de 658 mil toneladas a nivel nacional. Su producción la obtuvo de sus siete plantas de beneficio de mi-nerales, sus dos fundiciones de cobre (Paipote y Ventanas) y la refinería de Ventanas. Este no-table incremento de la producción se sustentó por una creciente compra de minerales entre 1960 y 1973 sumado al buen precio del cobre, que alcanzó, en 1969, los 65,28 centavos de dólar la libra contra los 49,29 centavos de dólar la libra de 1967. La construcción de la refinería de Venta-nas, que entró en funcionamiento en el año 1966, fue parte del Programa de Gobierno que preten-día triplicar la capacidad de refinación en el país. Ese mismo año, la Enami produjo cerca de 87.075 toneladas de cobre electrolítico en forma de wi-re-bars y cátodos en la refinería de Ventanas, me-jorando la calidad del producto a exportar. Esta

Sybetra, de Bélgica, en marzo de 1969. El finan-ciamiento no era otorgado por el consorcio, sino solamente conseguido por éste y conferido por instituciones bancarias de Inglaterra y Bélgica. Posteriormente, se sumó una ayuda menor de origen alemán. Las bases fundamentales de la propuesta indicaban un financiamiento del or-den de 30 millones de dólares destinado a las adquisiciones de bienes, servicios y prestacio-nes que la empresa debía hacer en Europa, más una ayuda adicional para gastos en el país y otro de libre disposición de la Enami, de alrededor de 4 millones de dólares. Se exigía, también, consti-tuir una oficina de ingeniería para colaborar con la empresa en la ejecución de los proyectos que sobrevendrían.

Para la materialización del plan, la Enami de-bió intensificar su labor de fomento diseñando nuevos programas y reforzando los existentes, fortaleciendo la asesoría técnica, mecanización de las minas, prestación de servicios, sociedades

mixtas, y construcción y ampliación de plante-les de beneficio. Los proyectos de las nuevas plantas regionales de Tambillos, Vallenar y To-copilla (definidos dentro del Plan de Expansión) solo requirieron de los equipos del consorcio, pues ya estaban sumamente avanzadas. Pero los proyectos de Combarbalá, El Salado, Baquedano y Calama fueron apoyados por el consorcio en materia de desarrollo minero, evaluación de los anteproyectos y suministro de equipos. Cada diseño de planta llevaba asociado un programa orientado a su abastecimiento, por lo que se contempló importar también equipos de mina, que se entregaron a los pequeños productores mineros. De estos proyectos solo se construyó el primero: la planta de Combarbalá, iniciada en el gobierno de Salvador Allende. Los demás fue-ron abortados tras el golpe militar de 1973.

Para activar la minería en otras zonas, y lue-go de construidas las plantas de Cabildo, Taltal y Paipote, se empezaron a analizar otras zonas

Proyecto Lobo-Marte, yacimiento de oro situado a más de 4.000 msnm, a medio camino entre las minas Maricunga y La Coipa (Mantos de Oro) en el norte de Chile. A nivel mundial, Chile es el decimoquinto productor aurífero, por debajo de Perú y Brasil. Su producción se encuentra distribuida en seis regiones. Atacama es la más importante en magnitud, con una participación del 45% en la producción aurífera nacional, seguida por las regiones V, II y IV. Foto: Jack Ceitelis

Desde la creación de Enami es una escena frecuente en la pequeña y mediana minería chilena el encuentro entre los propietarios de la mina y los ingenieros de la empresa encargados de asesorar y asistir a estos en el logro de sus objetivos. Foto: Luis Ladrón de Guevara.

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implementadas en los primeros años de la Ena-mi. Es posible sostener que como consecuencia de los programas de asesoría técnica y de meca-nización, impulsados con más fuerza, los prés-tamos para compra de maquinaria fueron cre-ciendo en monto y porcentaje, lo que se aprecia en los años 1967 y 1968, cuando estos créditos constituyeron el 22 y el 45% respectivamen-te, del total otorgado. La Enami importó hasta 1969 un total superior a 6,5 millones de dólares en maquinaria y equipos para venta y arriendo a los productores mineros. La declinación de los montos de créditos otorgados en los últimos dos años de la década se explican por diversos factores, como, por ejemplo, que con las gran-des cantidades de créditos cursados en los años 1966 y 1967 se cubrieron las necesidades de los mineros en condiciones de recibirlos.

La asesoría técnica directa a los pequeños y medianos mineros abarcó principalmente as-pectos relacionados con la explotación de mi-nas y plantas de beneficio. Se publicaron folletos explicativos para difundir y enseñar nuevas tec-nologías y los ingenieros de fomento de la Ena-mi recorrieron el país promoviendo su empleo mediante demostraciones educativas. Se puso en marcha un programa de mecanización de la minería, que estuvo fuertemente impulsado por el eficiente plan de asistencia técnica, que indu-cía y recomendaba al minero mecanizar su fae-na; además le indicaba el equipo que debía em-plear. De estos, los disponibles y más utilizados fueron compresoras, perforadoras, ventiladores, huinches y camiones. De esta época es también la introducción, en minas pequeñas o medianas, de palas cargadoras de aire comprimido.

AtACANdo los CIClos pErVErsos

Las plantas pasaban de periodos de so-breabastecimiento a otros de subabastecimien-to, sobre los cuales, en el corto plazo, la Enami no podía hacer casi nada. Por esto, intentar re-gular el abastecimiento era una preocupación de orden primario.

A fines de la década de los sesenta, se gestó en el Departamento de Fomento el concepto de mina base de propiedad de la Enami o bien

arrendada, pero sujeta a condiciones especiales. Cada planta de beneficio debía tener una mina base que aportara un porcentaje significativo del abastecimiento y sobre la cual se pudiera ac-tuar incentivando su producción o bien regulán-dola. Esta idea se hizo más nítida y exitosa con la mina Sauce y la planta Cabildo, pues la Enami actuaba sobre la mina mediante programas de asesoría técnica, definiendo y planificando su producción.

Es interesante también cómo en el segundo quinquenio de los años sesenta la Enami co-mienza a desarrollar sus propias faenas mineras, emprendiendo primero la creación de socieda-des mixtas y se intensifica también la ejecución de diversos estudios geológicos. La llegada de geólogos a la Enami tuvo una importancia enor-me, no solo por los trabajos distritales ejecuta-

La mina Kuroki, ubicada en el sector El Salado y Manto Verde es un buen ejemplo de la pequeña y mediana minería. En la mayoría se explotan yacimientos vetiformes con una ley bastante elevada. El tamaño del yacimiento no permite desarrollar una faena de mayores dimensiones. Foto: Wolfgang A. Griem.

producción provenía de sus propias plantas de beneficio, más una cantidad tratada a maquila de concentrado de otras fundiciones (El Tenien-te, Andina y Chagres).

hACIA uN foMENto INtEgrAl

Todos estos beneficiosos resultados se de-bieron fundamentalmente a un ambicioso pro-grama de fomento minero, así como también al aumento de las capacidades de plantas y fundiciones. La consolidación del Departamen-to de Fomento en la primera etapa, y muy en especial de su equipo de profesionales, que se incrementó significativamente en cantidad y calidad con las nuevas contrataciones en los años del segundo quinquenio de 1960, fue esencial en el positivo desempeño de la Enami. Los diferentes programas de fomento y otras acciones emprendidas por el Departamento de

Fomento, entre 1965 y 1969, fueron decisivos para el crecimiento de Enami y el cumplimiento del Plan Quinquenal. Los programas de asesoría técnica y de mecanización, considerados por las autoridades, tanto gubernamentales como mineras, como los programas estrellas del fo-mento de la Enami en la segunda mitad de la década de los sesenta, incentivaron un mejor desempeño de la pequeña y mediana minería nacional. Solamente hacia fines del decenio, se inician en la empresa los programas de explo-ración y desarrollo minero.

Para 1964, los créditos entregados con cifras cercanas a los 800 mil dólares se aumentan de manera espectacular hasta alcanzar a 5,8 millo-nes de dólares en el año 1967. Luego comenza-ron a declinar a aproximadamente 3,8 millones de dólares y 2,1 millones de dólares para los últimos dos años del quinquenio. Las líneas de crédito usadas en este tiempo son las mismas

Un factor importante en el desarrollo de la minería fue el plan de mecanización impulsado por Enami. Particularmente las que se generaron en torno a la hidrometalurgia extractiva del cobre. En esta área, una empresa vinculada a la mediana minería, la Sociedad Minera Pudahuel, inició a fines de los años setenta un desarrollo tecnológico que iba a tener gran trascendencia en la forma de producir cobre a partir de mineral. Este consistió en el perfeccionamiento del concepto y en la aplicación industrial de dos tecnologías de lixiviación: una denominada “lixiviación en pilas por capas delgadas” y la otra, complementaria a la anterior, conocida como “lixiviación bacteriana”. Foto: Luis Ladrón de Guevara.

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sistía básicamente en una sociedad en la que el minero aportaba el yacimiento que fuera de in-terés para la Enami, la cual, mediante créditos, financiaba el proyecto. Se constituía un directo-rio con mayoría de la Enami y representantes de los dueños de la mina y la gerencia de esta unión quedaba a cargo de un ingeniero de la Enami.

En la etapa de prospección y desarrollo de un yacimiento nuevo, el riesgo es muy elevado y por esto no resulta atractivo para el escaso ca-pital privado nacional que se pudiera interesar

en el negocio minero. La Enami debía desarrollar una acción directa de fomento a través de estas sociedades con participación de los particula-res y del Estado, lo que se podía traducir en un incremento notable de la producción si se con-taba con los capitales necesarios. Desgraciada-mente, dos de las primeras de estas sociedades –Cutter-Cove, en Magallanes, y Pangal, en Ran-cagua– no tuvieron el éxito esperado, principal-mente, por la mala interpretación geológica de los yacimientos, no encontrando en estos los

Enami es el pilar de numerosas localidades del norte de Chile, principalmente por la dinámica que sus plantas generan y el continuo plan de inversiones a que están sujetas. En la foto, antiguas instalaciones de la planta Manuel Antonio Matta (Copiapó) que actualmente asegura la fuente laboral a 235 trabajadores directos e indirectos. En 2009 se inauguraron nuevas instalaciones que incorpora tecnología de extracción por solvente y electro depositación.Foto: Rodrigo Gómez.

dos, sino también por la calidad de los informes de minas, los que antes eran realizados por los ingenieros informantes que no contaban con mayor respaldo geológico. Para llevar a cabo estas funciones de exploración la Enami formó un Departamento de Geología, contratando a geólogos recién egresados. Este departamento se consolidó posteriormente con el Convenio Enami-Naciones Unidas, lo que significó que va-rios geólogos que se ocupaban en este proyec-to ingresaran a Enami. Este grupo luego pasó a denominarse Departamento de Geología y Son-dajes, al traspasarse también las sondas de las Naciones Unidas a la Enami. Llegó a estar consti-tuido a comienzos de 1970 por diecisiete geólo-gos, ubicados entre Santiago y las provincias de Copiapó, La Serena y Antofagasta.

soCIEdAdEs MIxtAs

A mediados de 1960, se inicia el más contro-vertido programa de la Enami: el programa de sociedades mixtas. Éste nació como una alter-nativa a la falta de empresarios de la minería capacitados técnicamente para llevar adelante un proyecto minero de gran envergadura y que requería una alta dosis de conocimiento, capa-cidad gerencial para reconocer, desarrollar los yacimientos y construir los planteles de benefi-cio, con la sola garantía hipotecaria de las per-tenencias mineras. Esta iniciativa fue uno de los pilares del programa minero de Frei2 y con-

2 Segundo Mensaje a la Nación del Presidente Eduardo Frei Mon-talva al inaugurar el periodo de Sesiones Ordinarias del Con-greso Nacional; 21 de mayo de 1966.

Hacia 1970, la Enami alcanzó mayor especialización profesional al contratar geólogos que hicieron diversos estudios con gran nivel de calidad. En este propósito contó con el apoyo de las Naciones Unidas. Foto: Luis Ladrón de Guevara.

188 hErNáN dANús VásquEz 189lA ENAMI CoMo fACtor dE dEsArrollo MINEro (1960-1989)

quien realizó esa función con gran criterio y ecuanimidad. Su gran lealtad al gobierno y a la Enami, así como su conocimiento de los proble-mas de los pequeños mineros, le permitieron solucionar muchos conflictos por tomas y accio-nes indebidas de grupos indisciplinados.

En la pequeña y mediana minería se iniciaron las llamadas “tomas de minas” y faenas mineras por grupos de mineros y agitadores políticos que, en muchos casos, llevaron al nombramien-to de interventores gubernamentales, lo que no era del agrado ni del gobierno ni de Enami. Las demandas, imposibles de cumplir por parte de la empresa, referente a la entrega de minas, equipos y otros recursos, sirvieron para avivar a los descontentos. Sin embargo, a pesar de este ambiente de incertidumbre general, en la Enami se mantuvieron, en gran medida, los profesiona-les y técnicos como consecuencia del prestigio ganado por ellos en la década anterior.

Desde otra perspectiva, se veía venir la na-cionalización de la gran minería del cobre y el

gobierno, al igual que las autoridades del sector minero, tenían muy claro que era en la Enami donde se encontraba el grupo más importante de profesionales y técnicos chilenos que podrían manejar los complejos problemas que la nacio-nalización les plantearía.

A poco tiempo de constituirse el gobierno, se planteó la idea de regionalizar este sector y se crearon las gerencias regionales en Antofa-gasta, Copiapó y La Serena, que gozaban de atri-buciones absolutas sobre todas las actividades de cada zona: fomento, operaciones, compras, plantas de beneficio y fundiciones, entre otras. Las gerencias tradicionales, como Fomento, Operaciones y Compras, tuvieron más bien un papel normativo o funcional, ya que las decisio-nes eran tomadas por las gerencias regionales que se entendían directamente con el vicepre-sidente.

Solo la Gerencia de Ingeniería y Desarrollo, creada bajo ese mandato, estuvo ajena al proce-so y mantuvo su línea centralizada en Santiago.

El presidente Salvador Allende reunido con mineros de Chuquicamata. Durante su régimen se produce la nacionalización del cobre, hito histórico en la minería chilena. Foto: Museo Histórico Nacional.

recursos mineros estimados inicialmente para justificar la formación de la sociedad. Tambillo, por el contrario, tuvo un éxito notable.

Durante el gobierno de Eduardo Frei Montal-va, y en forma paralela a los estudios geológi-cos y distritales y a los proyectos de socieda-des mixtas, la Enami suscribió convenios para exploración minera con las Naciones Unidas, con países de Europa Central como Yugoslavia y Rumania, y con la empresa británica Charter Consolidated. La sociedad mixta formada entre la Enami y Yugoslavia, en 1968, denominada So-ciedad Chilena Yugoslava Exploradora Explota-dora, no alcanzó a terminar su cometido y fue disuelta en el gobierno de Allende. Con Rumania se exploraron exitosamente al interior de Co-piapó minerales complejos de cobre, plata, oro y zinc y se construyó una planta que luego, en el gobierno militar, se privatizó, constituyendo la base para el desarrollo de la hoy importante empresa de la mediana minería, Carola. Con la Charter del Reino Unido se hicieron prospeccio-nes al interior de Arica, determinándose áreas de interés geológico.

El programa Enami-Naciones Unidas se de-nominó “Investigación detallada de áreas se-leccionadas” y significó inversiones de las Na-ciones Unidas por sobre el millón de dólares, y del gobierno de Chile, a través de la Enami, por más de 800 mil dólares. Se efectuaron estudios y sondajes en varios yacimientos del norte del país. Pero, sin lugar a duda, las más exitosas fue-ron las exploraciones realizadas en el yacimien-to Los Pelambres. El programa de exploración en este yacimiento porfírico se inició en 1969, lográndose establecer la existencia de impor-tantes reservas de cobre y molibdeno en las categorías probables y posibles, determinán-dose también la enorme potencialidad de este yacimiento. Posteriormente, ya dentro del pro-grama de desarrollo minero, abordado direc-tamente por la Enami durante el gobierno del doctor Allende, se construyó un camino a Los Pelambres y se continuó con los estudios. Con ello, se confirmó que se trataba de un impor-tante yacimiento, actualmente en explotación como una faena de la gran minería.

lAs jorNAdAs dE foMENto: lA MINEríA Es AudACIA

La Gerencia de Fomento fue durante la se-gunda década de los sesenta la impulsora del desarrollo de la Enami. El grupo de profesionales que constituía este departamento lideraba los planes futuros de la empresa e inició en esa épo-ca jornadas anuales que fueron transformándo-se en grandes convenciones con la participación de todo el personal ejecutivo y profesional de la Enami. En ella se discutían problemas y planifica-ciones futuras y se informaba de los avances en las diferentes áreas. Tal vez fue primordialmente en estas reuniones que los profesionales de la Enami impulsaron a la empresa a una acción más audaz en sus planes de exploración directa y de-sarrollo minero propio. Se esbozaron entonces las exploraciones en Andacollo, Punta del Cobre, Los Pelambres, Mantos Verdes de Chañaral, los Pingos y otros prospectos de interés, los que fueron desarrollados con más vigor durante el gobierno de la Unidad Popular.

La vicepresidencia de la Enami no solo apo-yó estos programas sino que los impulsó y los oficializó al incluirlos en los programas de la em-presa y el gobierno.

lA ENAMI durANtE lA uNIdAd populAr

Durante su presidencia, Salvador Allende mantuvo un pacto de lealtad con los partidos de la Unidad Popular, constituyendo en todos los niveles de gobierno comités con integrantes de dicha coalición que definían las acciones en las áreas respectivas. De acuerdo con esta políti-ca, en la Enami se nombró como vicepresidente al dirigente radical y empresario minero de Co-piapó, Eduardo Matta, quien junto al dirigente comunista e ingeniero, David Silbermann, como gerente general, y al abogado socialista, Jorge Ocampo, en el puesto de fiscal, constituyeron el primer trío gobernante de la Enami. Más tarde, cuando Silbermann fue nombrado subsecreta-rio de Minería, en su reemplazo, ocupó el cargo de gerente general, el presidente del Sindicato de Pirquineros de Tierra Amarilla, Pablo Gómez,

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Exploración en mineral Las Cuñas. Foto: Luis Ladrón de Guevara.

Esta gerencia acogió en su seno a la mayor parte de los profesionales de alto nivel de la Enami y puede decirse que se mantuvo incólume hasta el fin del gobierno. De ella salieron los primeros profesionales hacia las faenas nacionalizadas de la gran minería y de algunas de la mediana mine-ría, como Disputada de Las Condes y La Africana. Este equipo también abordó los exitosos proyec-tos de desarrollo minero que se venían esbozan-do desde fines de la administración Frei Montal-va: Andacollo, Los Pelambres, Punta del Cobre,

El Indio, Mantoverde de Chañaral, Los Pingos y otros. En estos proyectos se realizó la primera y más riesgosa etapa del negocio minero: estudios geológicos, sondajes, labores mineras, proyectos de explotación, caminos de acceso y obras de infraestructura. El programa fue muy exitoso y es pertinente resaltar que todos estos proyectos mineros fueron, más tarde, el origen de faenas importantes de la minería privada, ya sea de la mediana o gran minería. Constituyen una etapa crucial en la historia minera de Chile, y fueron

ganando fuerza en el gobierno de Eduardo Frei y más todavía en el de Salvador Allende.

lA ENAMI EN El dEsArrollo MINEro

Podría pensarse que el desarrollo directo por la Enami de faenas mineras propias obedecía a directrices políticas del nuevo gobierno, pero ello no fue así. La idea y el programa, como he-mos visto, nació del mismo Departamento de Fomento, incluso antes del gobierno del Presi-

dente Allende, aunque indudablemente, la idea recibió un fuerte apoyo de su parte.

Las principales y más emblemáticas explo-raciones ejecutadas por la Enami, tanto por su magnitud como por su posterior desarrollo, por lo interesante de su historia y su significa-do en la producción minera de Chile a fines del siglo XX, fueron Punta del Cobre, Andacollo y Los Pelambres. Sin embargo, estos yacimientos se encontraban identificados mucho antes de que la empresa realizara exploraciones en ellos.

La mina La Africana se ubica aproximadamente a 20 kilómetros al oeste de Santiago, en el flanco oriental del cordón Lo Aguirre y en el borde occidental de la Cuenca de Santiago. El yacimiento corresponde a un depósito vetiforme de rumbo 70º N, con una inclinación de 70º W. La veta contiene un clavo de aproximadamente 3 millones de toneladas de minerales sulfurados de 2,5% Cu. Foto: Luis Ladrón de Guevara.

192 hErNáN dANús VásquEz 193lA ENAMI CoMo fACtor dE dEsArrollo MINEro (1960-1989)

No obstante, no fueron los únicos proyectos de exploración realizados en esa época por la empresa.

El distrito minero de Cabildo y en especial la mina Sauce fue el primer desarrollo minero di-recto de la Enami, iniciado a fines de los años sesenta. La planta de Cabildo, abastecida por El Sauce, debió ser ampliada varias veces durante el periodo que perteneció a la Enami. Ambas fueron vendidas durante el régimen militar a la Compañía Minera Las Cenizas, la que, comple-mentando los sondajes hechos por la Enami, logró cubicar en la mina Sauce una reserva de cerca de 15 millones de toneladas de mineral.

Por otra parte, en el yacimiento Manto Verde en Chañaral, la Enami, con la estructura de una sociedad filial, realizó en los inicios de los años setenta, estudios geológicos y sondajes, valori-zando el yacimiento. Durante el gobierno mili-tar este mineral fue licitado, siendo posterior-mente adquirido por la empresa minera Mantos Blancos –hoy Anglo American–, que, con una inversión de 180 millones de dólares, ejecutó un interesante proyecto, actualmente en funciona-miento.

hACIA uNA EMprEsA MAquIlAdorA

El abrupto término del gobierno de Salvador Allende en septiembre de 1973 significó, ade-más de la salida de los principales ejecutivos de la Enami, un cambio radical en las políticas y programas. A los pocos días del golpe militar, tomó el control de la empresa el comandante de Carabineros Rodolfo Stange, como delegado de la junta de gobierno, aunque había un vicepre-sidente civil. Este esquema se mantuvo hasta la llegada a la vicepresidencia de altos oficiales del Ejército.

La organización de la empresa volvió a la que existía antes de la regionalización, con lo que la Gerencia de Fomento recuperó su importancia y pasó a denominarse Gerencia de Minería, la

Desde su construcción y hasta el año 2006, la planta Taltal procesaba los minerales oxidados a través de lixiviación y precipitación usando chatarra. Actualmente este proceso se realiza con tecnología SX EW limpia y con cátodos como producto final. Foto: Luis Ladrón de Guevara.

194 hErNáN dANús VásquEz 195lA ENAMI CoMo fACtor dE dEsArrollo MINEro (1960-1989)

El curioso nombre de “disputada” de la actual Compañía Minera Disputada de Las Condes no es antojadizo y responde a una historia de litigios, pleitos y discusiones por la propiedad de las minas en explotación. Fue descubierta en 1867 por un grupo de hombres que divisaron en el cajón Los Bronces una concentración de mineral que resplandecía en medio de la nieve. Foto: Jack Ceitelis.

que a su vez tenía varias subgerencias que abar-caban las diferentes funciones de fomento. De esta gerencia volvieron a depender las oficinas provinciales. Se reformuló también la Gerencia de Operaciones y la Gerencia de Ingeniería. Una vez superado el periodo de ajuste, se visualiza-ron algunas directrices como las de devolver a sus dueños las faenas mineras que habían sido “tomadas” por sus trabajadores y grupos de pir-quineros, o bien estaban en manos de Enami.

En una primera fase, que duró hasta 1976 aproximadamente, y que podríamos llamar de “normalización”, la actividad de la Enami se de-senvolvió en el marco de sus objetivos tradicio-nales, aunque orientando sus esfuerzos a reducir o eliminar todas aquellas funciones ligadas direc-tamente a la producción minera. Acorde con el rol subsidiario que el nuevo esquema asignaba al Estado, se licitaron plantas de beneficio, perte-nencias mineras y otros activos que estaban en poder de la empresa. Por otro lado la función de fomento fue disminuyendo hasta reducirse al mí-nimo y muchísimos profesionales y técnicos, con experiencia en esta labor, fueron despedidos.

Con el tiempo se confirmó que mucha de la información técnica que se perdió de la Enami (la Biblioteca, por ejemplo, que era el mejor y más completo centro de documentación mi-nera) pasó a manos privadas, lo que permitió a determinado grupo de personas obtener in-formación privilegiada y a través de la cual se adueñaron de activos de la empresa, dentro de los cuales se contaban sus plantas de beneficio y faenas mineras. Al vender varias de sus plantas de beneficio, la Enami disminuyó drásticamen-te el abastecimiento propio a sus fundiciones, llegando a transformarse prácticamente en una empresa maquiladora de concentrados de cobre al término del gobierno militar.

Los programas ministeriales de 1977 plantea-ban en forma precisa que, al 31 de diciembre de ese año, la Enami debía completar la venta de sus activos, presentando como único patrimo-nio las instalaciones más importantes: fundición Paipote y fundición y refinería de Ventanas.3 El gobierno militar continuó por un tiempo solo

3 Ibídem.

con dos proyectos en etapa avanzada de desa-rrollo: Punta del Cobre y Andacollo, los que pa-sarían finalmente a manos privadas.

Solo a raíz de la crisis de 1982, la Enami rea-sume tímidamente su rol de fomento, pero esta vez orientado a los lavaderos de oro, para paliar la fuerte cesantía. Así, llegó un momento en que hubo 5 mil “cesantes” –adscritos a planes de absorción de mano de obra desempleada– tra-bajando en el plan aurífero. La Enami entonces tuvo que constituir propiedad minera para pro-teger los trabajos, sobre todo, en ríos y afluentes donde laboraban los mineros. En 1990, la Enami tenía 1.000 hectáreas de propiedad minera in-servible.4

lA grAN prIVAtIzACIóN: VuEltA A fojAs CEro. pérdIdAs y gANANCIAs

Las numerosas plantas de beneficio construi-das con gran esfuerzo por la Cacremi y la Enami durante más de cuatro décadas fueron, en su mayoría, vendidas. El proceso de privatización de activos llevado a cabo por el gobierno mili-tar se realizó en dos fases. La primera en el año 1974, y la segunda entre los años 1985 y 1986. Antes se había procedido al desmantelamiento del área de propiedad social, constituida duran-te el mandato del doctor Allende.

En la primera fase la venta de empresas se efectuó en medio de una grave recesión inter-na (el PGB de 1975 cayó a -12,9% y el desem-pleo aumentó de un dígito, a casi 18%), con un mercado de crédito muy estrecho. Así, estas ventas se realizaron con un fuerte subsidio del Estado, con pagos iniciales de solo un 10 o un 20% del monto total, proporcionando la Corfo el crédito necesario para el resto. Se estimuló la concentración de la propiedad en unos pocos grupos, mediante la venta de grandes paquetes de acciones. Muchas de estas empresas, como los bancos reprivatizados, prácticamente que-braron durante la crisis de 1982 y 1983, los que fueron invertidos y rescatados por el Estado, constituyendo lo que se llamó “el área rara de la economía”.

4 Ibídem.

196 hErNáN dANús VásquEz 197lA ENAMI CoMo fACtor dE dEsArrollo MINEro (1960-1989)

Entre 1976 y 1981, la Enami vendió nueve plantas de beneficio, incluidas tres filiales, dis-minuyendo en aproximadamente 110 mil tone-ladas por mes su capacidad de tratamiento de minerales, lo que significó perder cerca de la mitad de su volumen total de beneficio. Por las licitaciones o ventas directas, recibió en princi-pio unos 80 millones de dólares, aunque la cifra exacta es difícil de estimar, primero porque no todos los compradores iniciales cancelaron el valor de venta fijado, renegociando después en otros términos. En segundo lugar, varias de las operaciones de venta incluían un valor fijo y uno variable según la producción y el precio del co-bre. Las plantas vendidas se ubicaban de norte a sur y correspondieron a Tocopilla (Mantos de la Luna), Pedro Aguirre Cerda, Domeyko, Tambillos, Panulcillo, El Parral (Combarbalá), El Arenal (Illa-pel), Cabildo y Catemu. En esta época también se intentaron vender otras plantas de beneficio como la planta Matta, Vallenar y Osvaldo Martí-nez, pero esto nunca se materializó. De haberse concretado estas últimas ventas, la capacidad de tratamiento de la empresa habría llegado a valor cero.

La venta de la Sademi fue otra de las accio-nes devastadoras para el fomento a la pequeña minería, puesto que se comercializó, en 1979, a un empresario minero de Illapel, en aproxi-madamente 1 millón y medio de dólares. Pero peor que la baja cifra fue que al desprenderse de Sademi, los pequeños mineros perdieron la posibilidad de comprar equipos, insumos y ex-plosivos, entre otras cosas. No olvidemos que la Enami entregaba, además, su aval para realizar las compras en la Sademi, siendo esta línea de crédito altamente solicitada en las épocas de la Cacremi y la Enami.

Asimismo, la empresa se desprendió, por li-citación o negociación directa, de importantísi-mos yacimientos o activos mineros que consti-tuían –y lo siguen haciendo hasta hoy–, faenas de la gran o mediana minería del cobre y oro como Disputada de Las Condes, El Indio, Punta del Cobre, Cerro Negro de Cabildo, Manto Verde en Chañaral, Santo Domingo en Taltal, Coemin en Copiapó (el 51%), Distrito de Guanacos, Santa

Catalina de Sierra Gorda, Cachinal de la Sierra en Taltal, Inca de Oro, mina Teresita, Los Pingos y varios más.

De los activos licitados, la compañía Minera Disputada de Las Condes es la venta más impor-tante, pues fue la principal empresa que había pasado a manos de la Enami. Ésta incluía la mina Los Bronces y su planta al interior de Santiago, además de la mina y la planta de El Soldado y fundición de Chagres. La venta fue negociada en forma directa por el ministro de Minería de esos años, Enrique Valenzuela Blanquier, a Exxon Mineral International. Las acciones transadas co-rrespondían al 86,58% del total, en algo más de 97 millones de dólares, muy por debajo del valor estimado. La negociación estableció la opción para Enami de recomprar para sí, u otra empresa del Estado, hasta el 49% de la compañía, la que fue traspasada a Codelco el año 2008 por 175 millones de dólares. En cuanto a El Indio, también fue vendido a un precio flagrantemente inferior al indicado por los propios técnicos de la Enami.

Una situación distinta sucedió con Punta del Cobre, yacimiento en el cual se aplicó lo que se llamó “capitalismo popular”, y que consistió en que la Enami vendió las acciones a sus trabajado-res, quienes posteriormente las fueron vendien-do a un inversionista privado, que actualmente es dueño del yacimiento.

Los Pelambres, Mantoverde y Quebrada Blan-ca fueron también licitados por la Enami y cons-tituyen hoy en día significativas faenas mineras de la mediana y gran minería privada. Quebrada Blanca fue vendida en 1988. La Enami se quedó con solo un 10% de la sociedad que la explota, situación que se mantiene hasta la fecha. Gra-cias a los buenos precios del cobre de los últi-mos años, ello le reporta significativos ingresos a Enami.

En distintas etapas y durante el régimen mi-litar, los más grandes activos con que contara Enami fueron, como se ha descrito, adquiridos por privados a precios inferiores a su valor. To-dos ellos habían sido desarrollados por Enami durante decenios con mucho esfuerzo y el com-promiso de chilenos de todas las tendencias du-rante generaciones.

Entre 1985 y 1986 se realizó la segunda fase de privatizaciones, llevadas a cabo por el minis-tro de Hacienda Hernán Büchi. Éstas no se hi-cieron como las anteriores, que se basaron en el endeudamiento; tampoco se favoreció la con-centración, y se intentó diversificar la propiedad. Estaban en vigencia las reformas previsionales y tributarias y se usaron mecanismos como con-versión de la deuda externa, licitaciones nacio-

nales e internacionales, capitalismo popular y conversiones de compromisos monetarios. A pesar de las franquicias otorgadas, ellas tuvie-ron un mayor riesgo que las anteriores privati-zaciones, por lo que no participaron en estas licitaciones las AFP, ya en funcionamiento. Para privatizar sus activos, la Enami constituyó, entre 1975 y 1976, la comisión Venta de activos, de-pendiente de la vicepresidencia.

La mina Mantoverde se encuentra ubicada en la III Región, a 56 kilómetros de la ciudad de Chañaral y a 900 msnm. El yacimiento comenzó a ser explotado en 1906, por la Societé des Mines et Usines de Cuivre. En 1972 Enami ejerció la opción de compra de la mina. Cuatro años más tarde la Compañía Minera Mantoverde S. A. compra el yacimiento e implementa un programa de explotación, que incluyó pruebas metalúrgicas para evaluar la factibilidad de explotar el yacimiento a gran escala. Entre 1988 y 1992 Anglo American ejerce la opción de compra y el yacimiento pasa a formar parte de su filial Minera de Mantos Blancos S.A. Foto: Jack Ceitelis.

199198

Un importante estudio geológico –seguido de explo-raciones que tuvo, posteriormente, gran trascendencia, no solo a nivel regional, sino también nacional–, fue el de Punta del Cobre. Este mineral, situado en el valle de Copia-pó en Tierra Amarilla, era conocido como un importante yacimiento de cobre durante la Colonia, época en que sus minerales oxidados de alta ley eran fundidos en el mismo lugar. Tanto su excelente ubicación como sus altas leyes lo hacían un interesante foco de prospección. Su produc-ción básicamente en pirquenes era en los años sesenta de 120 toneladas al día de mineral oxidado de alta ley, que se vendía a la Enami en Paipote. En esa década, gracias a un convenio entre la Enami y el desaparecido Instituto de In-vestigaciones Geológicas (IIG) se realizaron tres sondajes, los cuales, interpretados por el geólogo del IIG Francisco Ortiz, permitieron definir un interesante yacimiento de más de 4 millones de toneladas de mineral de buena ley.

Andacollo fue famoso desde la época incaica –y pro-bablemente antes– por su riqueza en oro, la cual durante la Conquista atrajo la ambición de los españoles. En 1600, Pedro de Valdivia escribía al monarca español: “El cerro de Andacollo es uno de los ríos que hay en el mundo de oro”. Sin embargo, Andacollo es fundamentalmente un mineral de cobre que en su larga historia fue constituyéndose en propiedades mineras de diferentes dueños, muchas veces superpuestos entre sí, lo que significó que sucesivas ex-ploraciones de empresas extranjeras fracasaran en lograr un acuerdo de venta.

En 1964, a raíz de un grave accidente que dejó varios mineros atrapados en el subsuelo por largos días, el Ins-tituto de Ingenieros de Minas realizó, el 17 de marzo de ese mismo año un estudio sobre la minería de Andaco-llo y sus problemas, que abarcó el estado de las faenas, la seguridad minera, la operación misma del rescate y –sin duda, lo que es más importante– los problemas básicos de la minería de Andacollo: micro propiedad minera, incierta disponibilidad de agua y energía, mala técnica de explota-ción y problemas financieros y económicos. Andacollo era trabajado por un gran número de pequeños empresarios independientes, que en su mayoría pagaban derechos o regalías a los propietarios de las pertenencias en explota-ción. En la década de los sesenta, la ocupación en las rudi-mentarias minas y las pequeñas plantas de Andacollo, se estimaba en 1.500 hombres con una producción total de 1.000 toneladas mensuales de concentrados y precipita-dos de 30% de cobre con 4 gramos de oro por tonelada, en base al mineral extraído de más de 50 piques.

A pesar del aparente auge de la minería andacollina, las explotaciones que allí se hacían presentaban una inestabi-lidad permanente. Por una parte, los continuos derrumbes de labores y hundimientos de bloques completos ame-nazaban las tareas de extracción, y por otra, las grandes fluctuaciones en la disponibilidad de agua limitaban la ca-pacidad de beneficio de los trapiches. A esto se le debía agregar que se perdía más de la mitad de la reserva por falta de una explotación racional. La Gerencia de Fomento de la Enami, a partir del año 1965, decidió tomar medidas para que el yacimiento de cobre de Andacollo fuese estu-diado y, eventualmente, explotado a rajo abierto a gran

Posteriormente, los geólogos de la Enami, ya instalados en Copiapó, continuaron los estudios. Mediante un inge-nioso contrato, la Sociedad Minera Punta del Cobre fue tomada en arriendo por una filial de Enami, a cargo de la recién constituida Gerencia de Ingeniería y Desarrollo, creada con ese propósito en 1971. Entre ese año y 1973, se hicieron en Punta del Cobre 10 mil metros de sondajes. El estudio geológico basado en estos sondajes confirmó reservas importantes de mineral de una ley media de 1,8% de cobre, con contenidos adicionales de plata. Más adelan-te, la Enami descubrió problemas en la propiedad minera y mensuró, apropiándose del yacimiento que luego fuera privatizado por el gobierno militar. La importancia de este yacimiento es tal, que en el periodo 2002-2003, su produc-ción alcanzó sobre los 3 millones de toneladas de cobre fino al año, lo que la convierte en una de las empresas más destacadas de la mediana minería nacional.

escala y dotado de una planta de flotación que beneficia-ría toda su producción, en vez de que fuera destruida por pirquenes artesanales.

La oposición de los trapicheros y parlamentarios de Coquimbo dado los elevados precios del cobre en aquellos años, que proporcionaban a los propietarios cuantiosas regalías, frustró estos planes, y no se llegó a acuerdo sobre la venta de las pertenencias, a pesar de las conversaciones que la Gerencia de Fomento de la Enami sostuvo con sus (siete) dueños principales. La única medida aplicada fue cortar los préstamos a Andacollo.

El proyecto Andacollo fue iniciado formalmente por la Enami en 1971, gracias a la autorización conferida a la Enami por el gobierno de Allende de hacer sondajes en propiedades que no eran de la empresa. Entre 1971 y 1973, se hicieron distintos estudios geológicos de tipo distrital y de detalle y se perforaron sobre 8 mil metros de sondaje con recuperación de testigos. Entre los meses de marzo y abril del año 1975, la Enami pudo por fin firmar con nueve propietarios de pertenencias opciones de compra, lo que se tradujo en un pago de 13 millones 120 mil dólares. Éste fue el primer proyecto presentado al Comité de Inversio-nes Extranjeras en 1975 por el DFL 600. Posteriormente fue adquirido por empresas transnacionales que operan hasta la fecha produciendo 20 mil toneladas por año de cátodos y se encuentra en proceso de ampliación.

puNtA dEl CobrE: lA ACCIóN tIENE su prEMIo

ANdACollo: problEMAs y soluCIoNEs dE uN “río dE oro”

Aunque el yacimiento de Los Pelambres, ubicado en la alta cordillera al interior de Salamanca, era conocido an-tes del siglo XX, solo en 1965 se iniciaron trabajos explo-ratorios propiamente tales. Así, la Enami llevó a cabo un programa de reconocimiento denominado Proyecto Ena-mi-Naciones Unidas, que contó con fondos de dicho orga-nismo internacional, y que junto con otros yacimientos, ejecutaría estudios y reconocimientos en Los Pelambres. Luego, en una extensión de este programa, entre 1969 y 1971 se realizaron exploraciones, por un total de 1,5 mi-llones de dólares, que incluyeron caminos de acceso, un campamento, levantamientos geológicos, geoquímicos y geofísicos y 32 sondajes en el fondo del valle, por sobre los 4.000 msnm. Este programa estableció la existencia de grandes reservas de cobre y molibdeno en todas las ca-tegorías probables y posibles. Además, indicó el enorme potencial de este yacimiento, puesto que las reservas ex-ploradas abarcaron una superficie de apenas un 15% del área de anomalías geoquímicas y de alteraciones, las que eran más favorables para la mineralización cuprífera.

En 1979, la Enami autorizó a la sociedad minera Los Pe-lambres para llamar a una licitación internacional a la cual solo se presentó Anaconda Copper Co., que ofreció 20 mi-llones de dólares al contado. Anaconda hizo varias mejoras en el camino, creó un campamento, estudios de topogra-fía y geología, más 16 mil metros de sondajes, entre 1980 y 1983. Con estos trabajos, Anaconda pudo confeccionar

un completo estudio de factibilidad, en el que invirtió 66 millones de dólares, descartando la posibilidad de llevar a cabo la explotación del yacimiento, fundamentalmente porque sus inversiones en el área del petróleo –el fuerte de la compañía en esa época–, eran mucho más rentables que la explotación de esta mina.

El empresario chileno Andrónico Luksic, que había ido adquiriendo acciones de Anaconda Chile, recibió dentro de sus pertenencias la rica mina de Los Pelambres. Tiempo después se asoció con capitales japoneses e inició el de-sarrollo y la explotación de este yacimiento. Tras una ex-plotación de mediano tamaño, Luksic formó la minera Los Pelambres, de propiedad mixta: un 60% perteneciente a Antofagasta Minerals (Grupo Luksic) y un 40% a un gru-po japonés integrado por varias compañías. Los Pelambres realizó una importante ampliación de la explotación del yacimiento, mediante un nuevo proyecto que consideró expandir el complejo a una capacidad de 700 mil toneladas de concentrados, con un contenido cuprífero de 230 mil toneladas. El proyecto se construyó entre 1997 y 1999 con una inversión de alrededor de 1.300 millones de dólares.

La minera Los Pelambres produjo un total cercano a las 300 mil toneladas de cobre fino en concentrados y casi 6 mil toneladas de molibdeno fino en 2000, su primer año de operación. En el año 2005, Los Pelambres requirió de la construcción de un nuevo y extenso depósito de re-laves, denominado El Mauro.

Foto: Luis Ladrón de Guevara.

Foto: Luis Ladrón de Guevara.

los pElAMbrEs: VAIVENEs dE uN grAN proyECto

CuAtro CAsos ExItosos dE IMpulso MINEro gENErAdo por ENAMI

201200

El yacimiento de oro de El Indio se sitúa en la alta cor-dillera, al interior de La Serena, en el nacimiento de los afluentes del río Elqui. Por su ubicación, esta zona era poco conocida y no se disponía de información geológica so-bre ella. Pequeños mineros trabajaban vetas angostas de oro o plata con altas leyes en arsénico, como por ejemplo la conocida por el apelativo de Las Hediondas, por el mal olor que desprende el arsénico. Estos minerales de alta ley eran vendidos en la agencia de Guayacán, de La Serena, y se castigaban fuertemente por su contenido de arsénico, considerado impureza en las fundiciones de cobre y oro.

En la década de los sesenta y comienzos de los seten-ta, Enami realizó con sus ingenieros algunas visitas técni-cas destinadas a conocer estas vetas de oro y, al mismo tiempo, evaluar sus altos contenidos de arsénico. La idea era encontrar una solución para evitar el castigo al que estaban sometidas las remesas de mineral y que hacía poco sustentables estas explotaciones artesanales de oro y plata. A comienzos de 1973 la Enami envió a su geólogo Carlos Llaumet a efectuar un estudio sobre el yacimien-to El Indio. En su sorprendente informe concluye que lo observado en El Indio tenía bastante similitud con los ya-cimientos epitermales de oro-plata existentes en otros países. El auspicioso informe justificó la realización de un segundo estudio que fue entregado, sin costo, al admi-nistrador de la sociedad minera El Indio, que comenzó de inmediato gestiones para vender sus pertenencias a una empresa extranjera.

Al publicarse, en 1974, el Estatuto de Inversión Extran-jera (DFL 600), la empresa estadounidense Saint Joe Mine-

rals decidió invertir en el país en exploración por recursos minerales. En 1975 leyeron el informe de Llaumet, se inte-resaron y estudiaron el prospecto de El Indio. A principios de 1976, suscribieron para Saint Joe una opción de compra por el precio de 8 millones de dólares, lo que significó el 80% de las acciones de la sociedad legal minera El Indio. Saint Joe inició trabajos en el área.1

La Empresa Nacional de Minería, por su parte, hizo es-tudios geológicos y geoquímicos en la alta cordillera de la región de Coquimbo, identificando una larga faja de alte-ración hidrotermal en la que se encontraron mineraliza-ciones de oro-plata y cobre-arsénico. La Enami mensuró lo que vendría a ser el núcleo de El Indio y otras perte-nencias vecinas (Libra, entre otras). La mineralización del yacimiento continuaba en algunas de estas pertenencias y Saint Joe se interesó en comprar las que colindaban con las suyas. Durante el gobierno militar, la Enami vendió sus pertenencias centrales en 250 mil dólares, desconociendo informes técnicos de la misma empresa que recomenda-ban su venta a un precio de 6 millones de dólares. Afortu-nadamente la Enami pudo resarcirse de este mal negocio y de lo gastado en la exploración al venderle a Chevron las pertenencias vecinas de Libra en 16 millones de dólares. Chevron realizó en ella intensos trabajos exploratorios sin resultados positivos.

Una vez que Saint Joe firmó el contrato de opción en el segundo semestre de 1976 realizó sondajes y labores

1 Augusto Millán. Historia de la minería del oro en Chile. Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 2001.

de exploración y para mayo de ese año, se totalizaban cer-ca de 2 mil metros de sondajes y sobre 4 mil metros de labores subterráneas. Cuando la inversión llegaba a los 5 millones de dólares, esta empresa suscribió con el Estado un contrato de inversión extranjera, dentro de los térmi-nos del DFL 600. Ejecutadas las evaluaciones y el estudio de factibilidad, Saint Joe decidió desarrollar la explotación del yacimiento, con un proyecto que consideraba la ex-tracción de 1.250 toneladas por día de mineral.

Durante el invierno de 1979, antes de contar con la planta, se iniciaron las exportaciones de minerales de alta ley (250 gramos de oro por tonelada) extraídos de las la-bores de exploración y desarrollo. Las utilidades de estos embarques fueron tan significativas que, al parecer, logra-ron financiar de manera completa las construcciones del proyecto. La inversión final de El Indio llegó a 200 millo-nes de dólares, el doble de la proyectada inicialmente. La planta empezó a producir concentrados de flotación en julio de 1981, pero los otros circuitos solo empezaron a operar en febrero de 1982 y a fines de ese año se alcanzó la capacidad proyectada de tratamiento: 1.250 toneladas por día. La producción anual récord de El Indio se logró en 1986 con 9.100 kilos de oro. En 1994 fue de 7 mil kilos de oro, 43 mil kilos de plata, 30 mil toneladas de cobre y 6.400 toneladas de trióxido de arsénico.

Cuando corría 1999, Barrick, su actual propietario, pa-ralizó El Indio definitivamente. El motivo esgrimido fue el agotamiento de las reservas explotables comercialmente. Este yacimiento había operado con grandes beneficios para el país y, sobre todo, para la región de Coquimbo, du-

rante 20 años, venciendo las dificultades de explotar sus innumerables y ricas vetas con la complejidad de los mi-nerales con alto contenido de arsénico.

Los geólogos Carlos Llaumet y Fernando Henríquez publicaron un interesante trabajo en el Primer Congreso de Geología de 1976, donde resumen el resultado de las exploraciones de la Enami en el área de El Indio. Motivados por las conclusiones de este informe y el descubrimiento de El Indio, se consumaron numerosas exploraciones por oro en la denominada Faja del Indio, que se extiende con características geológicas semejantes en las regiones de Atacama y Coquimbo. Tras el descubrimiento de El Indio se realizaron favorables proyecciones y finalmente se en-contraron otros yacimientos similares, como La Coipa, El Peñón, Agua de la Falda y Pascua Lama, lo que motivó a que, entre los años 1976 y 2000, las empresas realizaran en Chile un intenso programa de exploración por oro, con lo que se descubrió y definió unos treinta yacimientos. Al iniciarse la explotación, estos elevaron espectacularmen-te la producción de este metal en el país, aumentando ocho veces en los últimos 20 años del siglo recién pasa-do. La identificación de El Indio no solo permitió poner en producción este yacimiento sino –y lo que es mucho más importante para el país– agregar a su potencial minero una extensa zona con yacimientos de oro.2

2 Hernán Danús. Crónicas mineras de medio siglo. Santiago de Chile: RIL Editores, 2007, p. 199.

Fotos: Luis Ladrón de Guevara.

El INdIo y El dEsArrollo AurífEro dE ChIlE

202 gAstóN fErNáNdEz MoNtEro 203

se sabe que la actividad minera se ha rea-lizado en nuestro territorio desde tiem-pos inmemoriales. Está suficientemente

comprobado que geológicamente las entra-ñas de nuestro subsuelo son pródigas en toda clase de recursos metálicos y no metálicos. El origen volcánico de nuestras cordilleras se complementa armónicamente con los diferen-tes valles y extensos desiertos en cuanto a la profusión de sustancias minerales.

También está registrado en los anales de la historia que el hombre de estas tierras estu-vo ligado a la actividad minera desde épocas remotas, más que por razones económicas o utilitarias, por razones religiosas ligadas fun-damentalmente al culto tributado a sus divi-nidades. Sin embargo, no hay constancia de

la existencia de normativas jurídicas escritas que regularan esta actividad antes de la llega-da de las huestes españolas de don Diego de Almagro en el año 1536.

Es bien sabido que nada logra un país con tener abundancia de recursos naturales si no cuenta al mismo tiempo con un ordenamiento jurídico que regule adecuadamente su apro-vechamiento. Afortunadamente nuestro país ha contado desde su origen, primero como colonia de España y posteriormente hasta el presente, con un marco jurídico coherente y adecuado que ha permitido en las distintas épocas de la historia el desarrollo de esta acti-vidad económica a lo largo de toda su geogra-fía, con preferencia en la zona septentrional del territorio nacional.

En una apretada síntesis haremos un re-cuento de la evolución de la principal norma-tiva jurídico-minera que rigió en nuestro país desde la época colonial hasta el presente, se-ñalando básicamente cómo al comienzo la Co-rona y, posteriormente, el Estado, otorgaron a los particulares la exploración o explotación de las minas, así cómo operaron las diferentes instituciones o figuras jurídicas relacionadas con esta actividad económica.

EVoluCIóN dE lA lEgIslACIóN MINErA fuNdAMENtAl dE ChIlE

Gastón Fernández Montero

La explotación minera en nuestro país ha estado acompañada desde la Colonia por diversos marcos jurídicos que han regulado la actividad. En este contexto destacan las Ordenanzas de Minería de Nueva España o México (1783), que, no obstante haber sido dictadas por la Corona, rigieron en el país como Ley de la República por más de sesenta años en el Chile ya independiente, hasta la promulgación del primer Código de Minería, en el año 1874. En la foto mineros de El Salvador. Foto: Jack Ceitelis.

204 gAstóN fErNáNdEz MoNtEro 205EVoluCIóN dE lA lEgIslACIóN MINErA fuNdAMENtAl dE ChIlE

dictadas por D. Juan I, que reafirmó el dominio real sobre las minas metálicas; las “Ordenanzas de Valladolid”, también conocidas como la “Ley de Minas de 1559”, dictadas por el rey Felipe II, considerado como el padre de la minería espa-ñola y que, a través de la referida Ordenanza, reincorporó a la Corona todas las minas, dejan-do sin valor y efecto las mercedes otorgadas por sus antecesores.

Sin embargo, en el siglo XVI, cuando se inicia la actividad minera en estas tierras, se dictaron en 1574 las llamadas “Ordenanzas de Toledo”, uno de los cuerpos jurídicos más completos y de mayor repercusión en su épo-ca en materia minera. Estableció el “registro” de todo descubrimiento… “porque ninguno tiene derecho a labrar, ni a disponer de los di-chos minerales, sin la licencia que por regis-trarlos se le concede”.

Pero no hay duda que la obra fundamental del derecho indiano colonial fueron las Or-denanzas de Minería de Nueva España o de México (1783), que, no obstante haber sido dictadas por la Corona, rigieron en el país

como Ley de la República por más de sesen-ta años en el Chile ya independiente, hasta la promulgación de nuestro primer Código de Minería.

Estas Ordenanzas son consideradas como el cuerpo de doctrina jurídica y técnico más acertado de todo el periodo colonial y en ellas se observa la suma de todo el desarrollo ante-rior, acrisolado con las opiniones de los más eminentes juristas de la época. En 1785, dos años después de su promulgación, fueron apli-cadas en Chile con cincuenta “declaraciones” para acomodarlas a nuestra realidad nacional y a nuestro territorio.

Se puede afirmar con certeza que prác-ticamente no hay instituciones legales mi-neras en nuestro país que no reconozcan su origen en las sabias disposiciones de estas Ordenanzas, por lo que centraremos en cua-tro aspectos fundamentales su profunda in-fluencia en nuestro ordenamiento jurídico minero: regalismo, registro y descubrimien-to de minas, sistema de amparo y autoridad minera.Trabajadores de Paipote frente a la cámara que los retrata en el descanso dominical de la provincia. Foto: Archivo Enami.

dErECho MINEro hIspáNICo

o ColoNIAl

Dentro de este acápite señalaremos bre-vemente los principales cuerpos jurídicos que regularon esta materia. Algunos de ellos fueron dictados específicamente en el país y otros también rigieron en otras colonias ame-ricanas sometidas a la Corona española. Entre los primeros podemos señalar las curiosas Or-denanzas dictadas por el Cabildo de Santiago. Desgraciadamente, el único ejemplar de las normas vigentes resultó consumido por las llamas en el incendio de Santiago del Nuevo Extremo provocado por las huestes del caci-que Michimalongo, el 11 de septiembre de 1541. La falta de normativa obligó a don Pedro de Valdivia a solicitar a un “hombre prático” la redacción de un cuerpo jurídico de emergen-cia, el que fue aprobado por el Cabildo el 9 de enero de 1546, con carácter de transitorio y

mientras llegaban de Lima nuevos ejemplares de las Ordenanzas oficiales. Los 36 artículos de estas criollas Ordenanzas establecían un pro-cedimiento concesional para el otorgamiento del derecho de explotación y las obligaciones de los mineros una vez concedido el derecho (“la cédula”, en su terminología), dejando a al-bedrío de buen juez los numerosos vacíos que contenía, pero sirviendo más que todo como cuerpo regulador de las relaciones entre los mineros.

Lo que ningún cuerpo legal relacionado con la minería puso en duda fue el principio regalis-ta según el cual todas las minas, se encontrasen donde fuese, eran del Rey, quien las concedía a sus vasallos para que las exploraran y explota-ran, sujeto al pago de una regalía.

Mientras fuimos colonias de España rigió en materia minera toda la legislación española an-tigua, tales como el Código de las Siete Parti-das (1213), las Ordenanzas de Birbiesca (1387)

“El proyecto de reforma de la Constitución Política del Estado que tenemos la honra de someter a la consideración del Congreso Nacional, significa la definitiva consagración jurídica de un pensamiento político que estamos seguros es compartido por una abrumadora mayoría nacional: que impone la subordinación del derecho y el interés privado, chileno y extranjero, a los derechos y a los intereses generales de la colectividad nacional”. Primer párrafo del Mensaje del Ejecutivo, de diciembre de 1970, con el que inicia el proyecto de reforma constitucional que modifica el artículo 10 Nº 10 de la Constitución Política de 1925, referente al Derecho de Propiedad. Este proceso culminaría el 11 de julio de 1971, cuando el Congreso Nacional aprobó, con muy pocas modificaciones y por votación unánime, la enmienda constitucional que hizo posible la nacionalización total del cobre, caratulada como Ley 17.450. En la foto mineros en 1971. Foto: Museo Histórico Nacional.

206 gAstóN fErNáNdEz MoNtEro 207EVoluCIóN dE lA lEgIslACIóN MINErA fuNdAMENtAl dE ChIlE

de catar y cavar en tierras de cualquier domi-nio, como asimismo la libre denunciabilidad.

A fin de lograr que ninguna mina se mantu-viese inactiva, las Ordenanzas exigían el trabajo efectivo de las mismas, el amparo por medio del “pueble” o trabajo continuado con un número mínimo de operarios y el “despueble” cuando no lo hace, dejándola desamparada, despoblada o desierta.

Las Ordenanzas de Minería de Nueva Espa-ña establecieron una completa instituciona-lidad pública encabezada por el Real Tribunal de Minería, que era la máxima autoridad en “lo gubernativo, directivo y económico”, quedan-do subordinados a él los llamados “Diputados

de Minas”. La preocupación de la Corona por los mineros y por su gremio se explica lógi-camente pues estos pasan a ser verdaderos “socios” del Rey a través del quinto real (20% de los productos extraídos), razón por la cual los trataba con toda consideración, dándoles algunos privilegios como el de la nobleza y la inembargabilidad de las minas. La Corona, en consonancia con la política reformista de Carlos III, propició la formación de un gremio minero fuerte y declaró en las Ordenanzas, a favor de la “profesión científica” de la minería, el referido privilegio de la nobleza, exigiendo que los mineros “sean mirados y atendidos con toda distinción”.

Un malacate mediante el cual se extraía mineral de un pique utilizando solamente la fuerza de los brazos. En la actualidad accionados con motor eléctrico o diesel. Foto: Luis Ladrón de Guevara.

En primer lugar, el principio regalista que las inspira queda precisado en el Título V, titulado: “Del dominio radical de las minas; de su con-cesión a los particulares y del derecho que por esto deben pagar”.

En el artículo 1° se señala: “Las minas son pro-pias de mi real corona, así por su naturaleza y ori-gen, como por su reunión dispuesta en la ley…”.

En el artículo 2° se dispone: “Sin separarlas de mi real patrimonio, las concedo a mis vasa-llos en propiedad i posesión, de tal manera que puedan venderlas, permutarlas, arrendarlas, do-narlas, dejarlas en testamento por herencia o manda, o de cualquier otra manera enajenar el derecho que en ellas le pertenezca en los mis-

mos términos que lo posean, i en personas que puedan adquirirlo”.

El artículo 3° por su parte señala: “Esta con-cesión se entiende bajo dos condiciones: la primera, que hayan de contribuir a mi real ha-cienda la parte de metales señalada; i la segun-da, que hayan de labrar i disfrutar las minas cumpliendo lo prevenido en estas Ordenan-zas, de tal suerte que se entiendan perdidas siempre que se falte al cumplimiento de aque-llas en que así se previniere, i puedan conce-dérsele a otro cualquiera que por este título las denunciare”.

En cuanto al descubrimiento de minas, las Ordenanzas establecieron una amplia libertad

Un “marai” usado desde antes de la llegada españoles para moler los minerales, fundamentalmente de oro. Foto: Luis Ladrón de Guevara.

208 gAstóN fErNáNdEz MoNtEro 209EVoluCIóN dE lA lEgIslACIóN MINErA fuNdAMENtAl dE ChIlE

y del Código Civil en 1857, en materia mine-ra, fue este último que en su artículo 591, se preocupó de esta materia. Por su importancia transcribimos su texto: “El Estado es el dueño de todas las minas de oro, plata, cobre, azogue, estaño, piedras preciosas, y demás sustancias fósiles, no obstante el dominio de las corpora-ciones o de los particulares sobre la superficie de la tierra en cuyas entrañas estuvieren situa-das. Pero se concede a los particulares la fa-cultad de catar y cavar en tierras de cualquier dominio para buscar las minas a que se refiere el precedente inciso, la de labrar y beneficiar dichas minas, y la de disponer de ellas como dueños, con los requisitos y bajos las reglas que prescribe el Código de Minería”. Como puede apreciarse, don Andrés Bello se adaptó a las circunstancias y atribuyó el dominio de las minas al Estado, entendiendo en esta forma que éste sucedía a la Corona en este rol.

Tal como ya lo anunciaba el referido artículo del Código Civil, el año 1874, se dictó nuestro primer Código de Minería. Este nuevo cuerpo jurídico significó un notable retroceso para la actividad minera nacional. No solo debemos culpar a la deficiencia de sus disposiciones el entrabamiento que originó su puesta en vigen-cia, sino también en el cambio institucional producido en la nueva era republicana donde se suprimieron las diputaciones de minas, los tribunales especiales mineros y se debilitó el gremio minero tan activo en la época colonial. Se dice que este primer Código de Minería fue elaborado favoreciendo a la agricultura y al pro-pietario del predio superficial en desmedro del minero. Prueba de ello fue la restricción de la denunciabilidad solo a unas pocas sustancias minerales, quedando el resto de ellas en el do-minio del dueño del suelo.

Se complicó la tramitación de la constitu-ción del título, introduciendo a las etapas tra-dicionales de la manifestación y de la mensura, una nueva del “título provisorio”, dejando a su vez la mensura de ser obligatoria.

Sin las instituciones coloniales ya señaladas, se mantuvo el sistema de amparo por el traba-jo, lo que originó numerosos juicios de despue-

ble que entrabaron el desarrollo de la actividad y crearon inestabilidad en el sector.

No bien fue dictado el Código de Minería de 1874, comenzaron las críticas y los intentos por reformarlo. A partir de 1870 se había iniciado un largo periodo depresivo de la economía in-ternacional que se reflejó en una baja general de los precios, afectando en forma directa a los principales productos de exportación como ya lo era el cobre. Esta crisis se agudizó a partir de 1878, lo que se unió al agotamiento de las par-tes mineralizadas de alta ley de los yacimientos de cobre y de plata, ligado a la entrada al mer-cado internacional del cobre estadounidense producido en forma abundante y a menor cos-to por la incorporación de nuevos procesos y tecnologías.

Por todo lo anterior, los mineros tradiciona-les se encontraban en una muy difícil situación, empobrecidos, desunidos y entrabados por una normativa jurídica que dificultaba el desarrollo normal de esta actividad. Salvo los mineros de Copiapó, organizados en una Junta de Minería, donde desarrollaban una fructífera labor en be-neficio del gremio, el resto de los mineros se había dejado arrastrar por el individualismo que los hizo vulnerables ante la autoridad que había incluso establecido un impuesto retrógrado a las exportaciones de cobre.

Fue así como el propio gobierno advirtió la necesidad de estudiar la situación del sector para cuyo objeto designó una comisión que se abocó a la elaboración de un diagnóstico y pro-puso las medidas de fomento y desarrollo que era procedente adoptar. Esta comisión estable-ció la conveniencia de crear una entidad que agrupara a los mineros y promoviera el progre-so de esa actividad. Fue así como por decreto supremo de fecha 26 de septiembre de 1883, firmado por el Presidente de la República don Domingo Santa María, se constituyó la Sociedad Nacional de Minería y se aprobaron sus estatu-tos. La primera labor de Sonami, además de or-ganizar el gremio, fue estudiar el reemplazo del Código de Minería de 1874 por uno nuevo que reflejara las exigencias de la desafiante etapa que estaba viviendo esta actividad, sobre todo

dErECho MINEro ChIlENo

Curiosamente, no obstante haberse produ-cido en 1818 la independencia definitiva de España, en materia minera nuestro país conti-nuó rigiéndose por las Ordenanzas de Minería de Nueva España, brevemente reseñadas an-teriormente. Una explicación para ello se en-cuentra en la gran calidad de este cuerpo jurí-dico dictado en la época borbónica y aplicado en todos los países hispánicos americanos, con ligeros matices, pudiendo ser considera-do como una especie de “código de minería internacional”.

El 11 de junio de 1833, mediante un decreto dictado por el Presidente de la República don

Joaquín Prieto, habiéndose presentado dudas acerca de su vigencia, se declaró que estas Or-denanzas eran ley de la República. Se mantuvie-ron en vigor por más de sesenta años hasta la promulgación del primer Código de Minería na-cional, en el año 1874. Vale la pena recordar que bajo esta normativa se produjo el enorme de-sarrollo minero de etapa republicana del siglo XIX. Al desarrollo de la minería aurífera se unió el ciclo de la plata y el potente surgimiento de la minería del cobre que llevó a Chile al primer lugar entre los países productores y exportado-res de este metal.

A medida que se consolidaba jurídicamente la República de Chile, mediante, entre otras, la dictación de la Constitución Política de 1833

Trabajadores en el casino de la fundición y refinería Ventanas. El 3 de mayo del año 2005, la Corporación Nacional del Cobre asumió el control de la fundición que hasta el 30 de abril de ese año pertenecía a la Empresa Nacional de Minería. Foto: Luis Ladrón de Guevara.

210 gAstóN fErNáNdEz MoNtEro 211EVoluCIóN dE lA lEgIslACIóN MINErA fuNdAMENtAl dE ChIlE

to jurídico nacional; la denunciabilidad amplia extensiva al mayor número de sustancias mi-nerales, constituyéndose esta característica en la regla general; modernización de la concesión para explorar a través de normativa sencilla y eficiente; determinación del objeto de la con-cesión, haciéndola comprensiva de todas las substancias denunciables; precisión geodésica del terreno solicitado en concesión mediante el empleo del sistema de coordenadas U.T.M. en la mediciones de la cara superior de la concesión en trámite o constituida; amplia publicidad de las actuaciones o trámites en beneficio de la

transparencia del procedimiento de constitu-ción del título.

En lo que va corrido de la aplicación del nue-vo marco jurídico minero, se puede decir que disminuyeron notablemente los juicios que ori-ginaba la legislación anterior, se logró dar se-guridad jurídica a los títulos mediante el otor-gamiento de las garantías constitucionales del derecho de propiedad al derecho real de conce-sión minera. Finalmente, la certeza del sistema de ubicación y el catastro desterraron las super-posiciones u otras anomalías que entrababan el desarrollo de esta actividad.

La división Andina opera el yacimiento Río Blanco, cuya riqueza era conocida desde 1920. Pero los intentos por iniciar su explotación no se concretaron hasta medio siglo después, en 1970. Está ubicada a 80 kilómetros al noreste de Santiago, entre 3.700 y 4.200 msnm. En la actualidad esta división de Codelco realiza la explotación de minerales en la mina a rajo abierto Sur –foto– y en la mina subterránea de Río Blanco. Foto: Jack Ceitelis.

con la incorporación del salitre y de las grandes extensiones territoriales nortinas plenas de po-sibilidades mineras.

El Código de Minería de 1888, comenzó a regir el 1° de enero de 1889 y estuvo vigente por más de medio siglo, dando respuesta a los requerimientos del sector y dejando atrás las restricciones impuestas en la legislación ante-rior. Entre sus principales innovaciones está la de ampliar el número de sustancias concesibles y sustituir el sistema de amparo del pueble por el del pago de una patente anual, dando estabi-lidad a la propiedad minera a través de un siste-ma objetivo, dejando atrás la etapa de denuncio de despueble que originaba numerosos juicios que, en definitiva, dejaban entregada su resolu-ción al más endeble de los medios probatorios: la prueba testimonial. No obstante el progreso que significó su promulgación, mantuvo el títu-lo provisional y dio poca protección al verdade-ro descubridor de un yacimiento, lo que le aca-rreó numerosas críticas. Sin embargo, también permitió que se pusieran en funcionamiento los principales yacimientos que constituyeron lo que se ha llamado “la gran minería del cobre”.

En 1930, se dictó el tercer Código de Mine-ría nacional mediante la Ley 4796 promulgada el 25 de enero de 1930. Este Código introdujo importantes innovaciones tales como estable-cer como regla general la libre denunciabilidad de prácticamente todas las sustancias mineras conocidas. Suprimió el llamado “título provi-sional”, establecido en las Ordenanzas, con lo que se dio certeza a los títulos y terminó con la práctica viciosa de los “pedimentos giratorios” Perfeccionó el sistema de amparo y estableció la caducidad automática por el no pago de dos patentes consecutivas.

En 1932 se aprobó por Decreto Ley 448 el cuarto Código de Minería Nacional. Este Código es en esencia muy similar al anterior, salvo en algunos aspectos relativos a las sustancias de libre denunciabilidad, a la mensura y a la exten-sión de la pertenencia. Este Código rigió hasta 1983 y durante su prolongada vigencia la mi-nería nacional se desarrolló y en algunos aspec-tos sustanciales su normativa se elevó a rango

constitucional a raíz de la nacionalización de las empresas de la gran minería del cobre y de la Compañía Minera Andina. En efecto, el año 1971, a través de la Ley 17.450, de 16 de julio de ese año, se modificó el artículo 10 N° 10 de la Constitución Política de 1925, y se introdujo un cambio sustancial en el régimen jurídico mine-ro, consagrando rotundamente el dominio del Estado sobre las minas con el carácter de ab-soluto, exclusivo, inalienable e imprescriptible. Con esto se puso fin a toda expectativa de pro-piedad privada sobre las minas. En el año 1976, se dictó el Acta Constitucional N° 3 (D.L. 1522, del 13 de septiembre de 1976) que mantuvo el esquema establecido en 1971, mientras no se estableciera el nuevo estatuto especial que re-gularía esta materia.

Fue así como la Constitución Política de 1980, en su artículo 19 N° 24, en los incisos 6° al 10, estableció el marco legal relativos al de-recho minero con normas trascendentales y que rigen plenamente hasta la actualidad. Esta norma estableció el dominio del Estado sobre las minas, despejando cualquier duda sobre el dominio eminente que algunos había propues-to. La Constitución dispuso la promulgación de una Ley Orgánica Constitucional para regular determinados aspectos de su normativa, la que fue promulgada en 1982, con el N° 18.097, y que entró a regir conjuntamente con el nuevo Códi-go de Minería.

El Código de Minería de 1983, fue promulga-do el 26 de septiembre del referido año, y em-pezó a regir sesenta días después de su publica-ción. Para completar esta normativa se dictó un Reglamento del Código que fue publicado en el Diario Oficial el 27 de febrero de 1987.

Es preciso tener presente que hasta ahora este Código, con ligeras modificaciones, ha es-tado rigiendo eficientemente la actividad mi-nera del último cuarto de siglo, en el que nues-tro país –como nunca antes en su historia– ha tenido tan espectacular desarrollo económico.

Algunas de las características principales de esta normativa son la constitución de dere-chos mineros mediante resolución judicial, si-guiendo una tradición de nuestro ordenamien-

212 gAstóN fErNáNdEz MoNtEro 213EVoluCIóN dE lA lEgIslACIóN MINErA fuNdAMENtAl dE ChIlE

Foto: Claudio Pérez

214 AlbErto sAlAs Muñoz 215

la mediana minería es definida en nuestro país de distintas formas. Según el Servicio de Impuestos Internos, en relación al capi-

tal y la producción; según la Enami, en función de los tipos y cantidades de producción; según Sernageomin, por los niveles de producción, en-tre otros criterios.

No obstante lo anterior, a nuestro entender la mejor definición de este sector productivo es aquella establecida por el Instituto de Ingenie-ros de Minas de Chile en 1990. Según ésta, los medianos productores corresponden a empre-sas que explotan entre 100 mil y 3 millones de toneladas de mineral al año, equivalentes a una

lA MEdIANA MINEríA EN ChIlE

Alberto Salas MuñozPresidente de la Sociedad Nacional de Minería

producción anual aproximada de 1.500 a 50 mil toneladas de cobre fino anual (o equivalente).

Es importante destacar que este sector pro-ductivo corresponde de manera prioritaria a iniciativas de grupos empresariales chilenos, en general empresas familiares, con creciente profesionalización en recursos humanos.

Asimismo, es relevante señalar que las fae-nas de esta minería tienen –por su origen– una alta identificación con las comunidades locales donde están insertas. Ello contribuye también a que esta actividad tenga un efecto positivo en el empleo y bienestar de los habitantes de aquellas zonas, generando encadenamientos productivos que multiplican los beneficios de su operación.

Adicionalmente, la mediana minería comple-menta el rol que ejerce la Empresa Nacional de Minería de comprador-maquilador de produc-tos de la pequeña minería, con lo que estimula el desarrollo de esta última.

Los productos de la mediana minería son principalmente concentrados de cobre y oro, precipitados de cobre o cátodos de cobre. La

Los desafíos estratégicos de la mediana minería debiera contemplar una mayor innovación –lo que redunda en una mayor productividad y competitividad–, una política energética de largo plazo, una información geológica básica más exhaustiva del país, una promoción de la industria a amplios sectores de la población para que se valore su contribución al crecimiento nacional y un acceso al sistema financiero, entre otros aspectos. En la foto, fundición Paipote. Foto: Claudio Pérez.

216 AlbErto sAlAs Muñoz 217lA MEdIANA MINEríA EN ChIlE

comercialización de sus productos se realiza principalmente a través de la Enami y, subsidia-riamente, exportando en forma directa al mer-cado mundial.

orígENEs y AportE hIstórICo

La mediana minería representa la tradición más antigua de esta actividad a nivel indus-trial. Se inicia en la década de 1830, con la in-serción de Chile en la economía mundial. La gran demanda de minerales de los países de Europa, unida a los ricos yacimientos de nues-tro país, potencian el desarrollo de la minería del cobre y de la plata. A mediados del siglo

noroeste de la ciudad de Ovalle, convirtiéndolo en un gran complejo industrial minero.

Posteriormente, se desarrollan en el Norte Grande el salitre, la plata y el guano, surgiendo una nueva generación de empresarios mineros, entre los que sobresalen José Santos Ossa, José Díaz Gana, Manuel Barreau, José María Artola, Ángel Custodio Gallo, Otto Harnecker y Pedro Lucio Cuadra, entre otros.

La labor de todos estos empresarios permitió el desarrollo y la consolidación de una activad empresarial de gran importancia social y econó-mica en la zona norte de nuestro país, generan-do además, un efecto multiplicador en las em-presas encadenadas a este sector productivo.

EVoluCIóN y CrECIMIENto ACtuAl

En los últimos 30 años, este sector ha te-nido una evolución importante y significativa, particularmente desde el punto de vista de la producción y de su incorporación de tecnolo-gía. Es así como a mediados de la década de los setenta, su producción total no superaba las 30 mil toneladas de cobre fino al año, mien-tras que en la actualidad sobrepasa las 300 mil toneladas.

Hoy, Chile cuenta con una mediana mine-ría de gran relevancia económica y social, con un sostenido crecimiento y con eficientes pa-rámetros de gestión, particularmente en los

XIX, la minería era la actividad económica más relevante de la economía nacional y represen-taba el 80% de las exportaciones del país. Al igual que hoy, Chile era el primer productor de cobre del mundo.

La mediana minería fue impulsada por esfor-zados y visionarios empresarios, entre los que destacan Bernardo del Solar, Pedro León Ga-llo, Matías Cousiño, Francisco Ossa, Juan José Echeverría, Agustín Edwards Ossandón, José Antonio Moreno, Ramón Ovalle y muy especial-mente José Tomás Urmeneta, uno de los forja-dores de la minería nacional, que con esfuerzo y perseverancia logró desarrollar a mediados del siglo XIX las faenas del mineral de Tamaya al

El 75% de la producción de Cerro Bayo –productora de concentrado de oro– proviene de la minería subterránea y el 25% restante de la minería de explotación de superficie que se lleva a cabo por método de slot cut (zanjas o rajos), cuya profundidad máxima de explotación generalmente no supera los 60 metros.Fotos: Jack Ceitelis.

218 AlbErto sAlAs Muñoz 219lA MEdIANA MINEríA EN ChIlE

ámbitos operacionales, medioambientales y comerciales.

En la actualidad, este sector está represen-tado en todas las regiones de norte a sur del país hasta la del Libertador General Bernardo O’Higgins, y la de Aisén.

Dos grandes factores han contribuido al de-sarrollo de todas estas empresas. Primero, sin duda, la gran capacidad de gestión y empren-dimiento de los medianos empresarios nacio-nales; y, segundo, las políticas de fomento de la Enami, a partir de 1960, y de su antecesora, la Cacremi, a partir de 1929.

La labor de fomento productivo desarrollada por la Enami está exenta de subsidio alguno y se realiza dentro de una sana política de eco-nomía social de mercado. Entre sus funciones,

destacan la política de compra, que asegura un poder comprador al productor; la política tarifaria, que asegura precios de mercado; la política de servicios de mercado de futuros y derivados, que asegura estabilidad a las empre-sas, y finalmente una política muy exitosa de sustentación de precios en los ciclos bajos, que se devuelve, con intereses, en los ciclos altos. A la fecha, el sector de la mediana y pequeña minería no tiene deudas con la Enami por este concepto.

Cabe tener presente que la Enami, como se dijo, es la continuadora de la Cacremi, y de la Fundición Nacional Paipote. Ambas empresas fueron creadas por el Estado a partir de propo-siciones concretas hechas por la Sociedad Na-cional de Minería (Sonami).

IMpACto dE lA MEdIANA MINEríA EN lA ECoNoMíA

Los medianos mineros tienen una alta rele-vancia en la economía del país. Si lo compara-mos con importantes actividades de la econo-mía nacional, este sector aparece dentro de los más significativos. Así lo demuestra el siguien-te gráfico comparativo de exportaciones en 2008.

CrECIMIENto dE lA MEdIANA MINEríA

La mediana minería nacional ha tenido un notable crecimiento en los últimos años. Entre 2001 y 2008, su tasa promedio de crecimiento real anual ha sido de 8,4%, lo que equivale al doble del crecimiento de la economía nacional en el mismo periodo.

El siguiente gráfico muestra la producción de cobre fino en miles de toneladas del sector, en el periodo 2001-2008.

3.500

3.000

2.500

2.000

1.500

1.000

500

0 Celulosa Salmón y Vino Uva Harina de Mediana y papel truchas pescado minería

400

350

300

250

200

150

100 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008

3.300

2.300

1.4001.250

500

2.500

201220

240

284311

333338 353

En 1990 Dayton Andacollo-oro compra la totalidad de los derechos mineros de la Chevron Minera Corporation of Chile, empresa que había adquirido en la zona minera de Andacollo una importante cantidad de instalaciones mineras pertenecientes a empresarios de la localidad. Las operaciones mineras extractivas comenzaron el año 1995 extendiéndose hasta el mes de septiembre del año 2000, cuando se paralizó la extracción minera debido a la sostenida baja del precio del oro. Desde ese año, solo operó el proceso de lixiviación y la planta de recuperación. Foto: Jack Ceitelis.

MEdIANA MINEríA por rEgIóN

Región de Tarapacá:

• Haldeman Mining Company S.A., productora de cátodos de cobre.

Región de Antofagasta:

• Lipesed S.A., productora de cátodos de cobre.• Minera Mantos de la Luna S.A., productora de cátodos de

cobre.• Minera Michilla S.A., productora de cátodos de cobre.• Minera Cerro Dominador S.A., productora de concentra-

dos y cátodos de cobre.• Sierra Miranda S.C.M., productora de soluciones y cátodos

de cobre.• Minera Rayrock Ltda., productora de cátodos de cobre.• Yamana Gold, productora de metal doré.• Compañía Minera Nova Ventura, productora de concen-

trados de cobre.• Minera Las Cenizas S.A., productora de concentrados de

cobre.

Región de Atacama:

• SCM Atacama Kozan, productora de concentrados de co-bre.

• Sociedad Contractual Minera Carola, productora de mine-rales de cobre.

• Coemin S.A., productora de concentrados de cobre.• Compañía Contractual Minera Ojos del Salado, producto-

ra de concentrados de cobre.• Sociedad Punta del Cobre S.A., productora de concentra-

dos y cátodos de cobre. • Compañía Explotadora de Minas San Andrés, productora

de concentrados de cobre.• Compañía Minera San Esteban Primera, productora de

concentrados de cobre.• Sociedad Contractual Minera Coyancura, productora de

minerales de cobre.• Compañía Minera Las Pintadas, productora de minerales

de cobre.• Cía. Explotadora de Minas S.C.M., productora de cátodos

de cobre.

Región de Coquimbo:

• Compañía Minera San Gerónimo, productora de concen-trados y sulfato de cobre.

• Minera Talcuna Ltda., productora de concentrados de co-bre.

• Compañía Minera Linderos, productora de minerales de cobre.

• Compañía Minera Carmen de Andacollo, productora de cátodos de cobre.

• Compañía Minera Dayton, productora de metal doré.• Manganesos Atacama S.A., productora de minerales de

manganeso.• Compañía Minera Punitaqui S.C.M., productora de concen-

trado de cobre.• Compañía Explotadora de Minas S.C.M., productora de

concentrado de cobre.• Sociedad Minera Don Alberto, productora de concentrado

de cobre.

Región de Valparaíso:

• Compañía Minera El Bronce de Petorca, productora de concentrado de oro.

• Compañía Minera Pullalli Ltda., productora de minerales de oro.

• Minera Las Cenizas S.A., productora de concentrados de cobre.

• Compañía Minera La Patagua, productora de concentra-dos de cobre.

• Compañía Minera Amalia Ltda., productora de cátodos de cobre.

• Compañía Minera Cerro Negro S.A., productora de con-centrados, sulfatos y cátodos de cobre.

Región Metropolitana:

• Compañía Explotadora de Minas S.C.M., productora de metal doré.

• Yamana Gold, Inc., productora de metal doré.

Región de O’Higgins:

• Minera Valle Central S.A., productora de concentrados de cobre y molibdeno.

Región de Aisén:

• S.C.M. Minera El Toqui, productora de concentrados de cinc, oro y plata.

• Compañía Minera Cerro Bayo Ltda., productora de con-centrado de oro.

220 AlbErto sAlAs Muñoz 221lA MEdIANA MINEríA EN ChIlE

VIAbIlIdAd ECoNóMICA

Uno de los mitos más extendidos e infunda-dos en la opinión pública es que los medianos mineros son subsidiados por la Enami. Esto no corresponde a la realidad, ya que este sector comercializa sus productos con referentes de mercado.

La tarifa de la Enami se construye básica-mente pagando el precio de los finos recupe-rados menos los cargos de tratamiento que implica transformar dichos productos en cá-todos. A su vez, es importante tener claro que el precio considerado tiene como referente la Bolsa de Metales de Londres (LME). En tanto, los cargos de fusión y refinación se determinan a partir de las transacciones efectuadas por las grandes compañías con las fundiciones y refi-nerías japonesas, que están disponibles para los agentes del sector y publicadas en revistas es-pecializadas.

Otra consideración relevante de los media-nos mineros es que explotan yacimientos que por su tamaño y forma solo son rentables a esta escala productiva, transformando en riqueza recursos que de otra manera jamás llegarían a aprovecharse.

Con esta explotación, este sector crea em-pleos calificados en zonas donde prácticamente no hay otras alternativas laborales. Actualmen-te, el número de empleos estimados directos e indirectos supera los 25 mil.

futuro y dEsAfíos EstrAtégICos

Chile tiene un gran potencial de yacimien-tos de mediana minería que deben ser desa-rrollados. Para eso, es necesario avanzar en di-ferentes ámbitos, ya que este sector enfrenta un escenario de gran complejidad en todos los planos: social, medioambiental y técnico.

En este sentido, es gravitante tener a la vista las siguientes consideraciones:

1. Mayor valoración de la mediana minería: se debe trabajar por promover la identificación con este sector, lo que implica inicialmente

un esfuerzo del mismo sector por continuar abriendo la minería a muchos chilenos que aún desconocen su enorme contribución al crecimiento del país. Esto implica además una creciente sustentabilidad ambiental e integración a la comunidad.

2. La innovación como eje estratégico entre ciclos de altos precios y costos crecientes y ciclos de menores precios y costos más aco-tados. La forma más efectiva de disminuir costos es con mayor innovación, lo que re-dunda en mayor productividad y competiti-vidad.

3. Disponibilidad energética: la minería, así como el país en general, requiere una polí-tica energética de largo plazo, que acelere la diversificación de la matriz para asegurar el suministro de energía eléctrica a costos competitivos internacionalmente.

4. Recursos hídricos: se trata de un recurso es-caso, especialmente en la zona norte del país, que se debe cuantificar, tanto en términos de oferta como de demanda, para establecer políticas públicas de aprovechamiento que incentiven el uso eficiente del agua.

5. La profundización del mercado de la propie-dad minera: es necesario mejorar la informa-ción geológica básica del país con el objetivo de potenciar las exploraciones. Por otra parte, es importante que los grandes actores mine-ros hagan esfuerzos por transferir al mercado aquella propiedad minera que, por su forma o menor tamaño, no sea atractiva a esa escala productiva. Esto puede considerar todas las formas de negocios disponibles, como son el arriendo, la venta o la asociación.

6. Acceso al sistema financiero: en Chile existe un divorcio entre el sistema financiero y la mediana minería, debido principalmente a un desconocimiento por parte del sector finan-ciero acerca de las características propias de este negocio. Un paso importante que se ha dado en tal sentido es la ley de persona com-petente, que permitirá informar con certeza sobre la calidad y cantidad de los recursos mineros en un lenguaje estandarizado. Esto facilitará, sin duda, una mejor evaluación de

los proyectos mineros. Cabe mencionar que en la actualidad existe una sola empresa de la mediana minería que está listada en la Bolsa de Comercio de Santiago, por lo que hay un amplio espacio de oportunidades de finan-ciamiento por esta vía.

7. Recursos humanos: la minería chilena se ha caracterizado a nivel mundial por la ex-celencia de sus recursos humanos, tanto a nivel profesional como técnico, y de sus operarios. No obstante lo anterior, el gran desarrollo minero de Chile ha producido una movilidad de sus propios recursos humanos, al punto que los profesionales de la mine-ría de nuestro país son contratados por las grandes compañías mineras internacionales. Por lo tanto, para asegurar su desarrollo es necesario contar con nuevas generaciones de profesionales, técnicos y operarios. Eso implica un mayor compromiso de la propia

industria con las universidades que impar-ten carreras relacionadas con nuestra acti-vidad.

8. Modernización del Estado: en un mundo alta-mente globalizado y competitivo, la minería requiere de una contraparte pública cuyas instituciones regulatorias se caractericen por ser modernas, profesionales, eficientes y no discrecionales.

Los recursos mineros por sí solos no asegu-ran el desarrollo. Son una condición necesaria pero no suficiente para el crecimiento de la minería y del país. Se requiere un conjunto de factores y condiciones para generar un entorno favorable, que permita alcanzar ese desarrollo. Ello supone una actitud proactiva de todos los actores –públicos y privados– involucrados. A buenas políticas públicas, la minería responde-rá siempre de manera consecuente.

Construcción de la planta de relaves, minera Los Pelambres, Salamanca, IV Región. Foto: Claudio Pérez.

222 AlbErto sAlAs Muñoz 223lA MEdIANA MINEríA EN ChIlE

Foto: Nicolás Piwonka

Muchos estudios históricos relacionan los orígenes del movimiento obrero chileno con las actividades mineras en nuestro país. Mientras algunos autores observan este fe-nómeno durante el siglo XIX otros se re-montan hasta el periodo colonial.

Un hito crucial en la historia de los trabajadores y de su formación como clase es, sin duda, el surgimiento de la industria nacional del salitre, entre 1880 y 1930. A grandes líneas, se puede señalar que los trabajadores del salitre constituían una red de vinculaciones socia-les, culturales y políticas propias de un grupo humano alejado de las tradiciones del Chile central. Su depen-dencia absoluta de salarios y la nacionalidad foránea de sus empleadores determinaron la forma en que se percibieron como una clase separada.

La m i n e r í a e n e L o r i g e n d e L m o v i m i e n t o o b r e r o

Las condiciones de vida y trabajo, la hostilidad del desierto, el impacto del salitre en la economía, entre otros elementos, conformaron un cuadro de conflictos laborales que devino, a nivel nacional, en un poderoso e institucionalizado movimiento sindical.

Antes de llegar a las pampas nortinas, la mayoría de estos trabajadores se trasladaron desde el campo ha-cia áreas urbanas, donde experimentaron una primera transformación social. Luego prosiguieron su marcha hacia el Norte Grande, donde completarían su prole-tarización.

El descubrimiento y la explotación de nuevas mi-nas de plata y el nacimiento de la industria fundido-ra del cobre en la década de 1850-1860 acrecentó el proletariado minero. Así, durante la segunda mitad del siglo XIX el número de obreros existentes en el país se calculaba en más de 100 mil, entre ellos más de 30 mil obreros de las minas de plata y cobre. El proletariado salitrero llegaba en 1890 a cerca de 13 mil trabajado-res. A la vanguardia del movimiento obrero durante las décadas de 1860 y 1870 estuvieron los trabajadores del cobre y, posteriormente, los del salitre. Tras la Guerra del Pacífico, el Norte Grande, con su producción sali-trera, se convirtió en el principal sector de la economía.

Con el tiempo, la pampa se transformó en el es-cenario de un conflicto estructural que terminaría por favorecer el desarrollo de la conciencia de clase, con-sistente en la división tajante entre obreros y patrones, división con localización geográfica precisa y con ras-

Foto: Museo Histórico Nacional.

Hitos, testimonios y

personajes de La minería nacionaL

La minería en el origen del movimiento obrero

Nacionalización del cobre

Ingenieros forjadores de la minería nacional

Mujeres en la minería

225Hitos, testimonios y personajes de La minería nacionaL

Huelga de obreros del salitre, Iquique, 1907.Operarios en la calle Vivar abren el paso para recibir a los obreros en huelga. Al fondo la estación de trenes.Foto: Museo Histórico Nacional.

con la formación del Partido Obrero Socialista (POS), liderado por Luis Emilio Recabarren, considerado el fundador del movimiento obrero chileno organizado.

Oriundo de Valparaíso, Recabarren comenzó a tra-bajar en Santiago a los 14 años como aprendiz de tipó-grafo. Tras ingresar al Partido Demócrata, único parti-do popular en aquel tiempo, fue uno de los fundadores y redactores del periódico La Democracia, cuya primera edición apareció en enero de 1899. En él se difundían las actividades de las nacientes organizaciones obreras, como la Mancomunal Obrera de Chile, creada en ene-ro de 1900 por los lancheros de Iquique.

Tres años después, la Mancomunal de Tocopilla propuso a Recabarren trasladarse a ese puerto para fundar, dirigir y escribir un periódico de su entidad, a raíz de lo cual tomó contacto con la pampa salitrera y toda su problemática social. Comenzó así una labor considerada decisiva en la transformación de la forma de organización del proletariado chileno y que se tra-duciría a lo largo del siglo XX en un nuevo movimiento basado en una historia social de partidos, federaciones, uniones, sindicatos y también de fracciones.

Pulpería, 1915. Señoras adquiriendo productos en una pulpería, norte salitrero. Foto: Museo Histórico Nacional.

Luis Emilio Recabarren. Foto: Archivo Dibam.

gos de nacionalismo representados por un capital ex-tranjero contrapuesto a un trabajo nacional.

Las huelgas y rebeliones mineras se multiplica-ron, motivadas principalmente por incumplimiento o postergación de la fecha de pago, mal trato, falta de viviendas y de seguridad. Obreros y empleadores fue-ron preparando un enfrentamiento que culminó con la huelga de 1907 y el trágico episodio de la Escuela San-ta María de Iquique, del 21 de diciembre de ese año.

Si bien la masacre y la represión que le siguió vir-

Trabajadores del salitre. Retrato de un grupo de hombres del salitre, 1918. Foto: Museo Histórico Nacional.

tualmente destruyó la organización sindical del norte y ter-minó con la era de las mancomunales salitreras, instituciones similares reaparecieron luego en los puertos del salitre y en la pampa, con una intensidad mayor a la alcanzada por las primeras mancomunales.

Durante las primeras décadas del siglo XX, se configuró definitivamente el proletariado nacional, creciendo no sola-mente en número sino también en capacidad para organizar-se. Las primeras organizaciones sindicales, las mancomunales, fueron generando una conciencia de clase que se consolidó

227Hitos, testimonios y personajes de La minería nacionaL226 Hitos, testimonios y personajes de La minería nacionaL

Arriba: Portada El Mercurio. Archivo Dibam. Abajo: Letrero ubicado en un sitio eriazo cercano al centro de la ciudad. Foto: Alejandro Stuart.

na c i o n a L i z a c i ó n d e L c o b r e

Presidente Eduardo Frei Montalva, firmando documentos sobre la chilenización del cobre. Aparecen junto a él sus ministros Alejandro Hales de Minería y Juan Hamilton, quien fuera ministro de la Vivienda y luego subsecretario del Interior, 1967. Fotografía de autor desconocido. Museo Histórico Nacional.

El presidente Salvador Allende Gossens entrega el docu-mento de nacionalización del Cobre, 1971. Fotografía de Togo Blaise. Museo Histórico Nacional.

El cobre, principal riqueza y recurso de exportación chileno, ha sido la “viga maestra” de nuestra economía en el siglo XX. Los antecedentes señalan que desde 1905, los prin-cipales yacimientos cupríferos eran explotados por capitales norteamericanos, constituyendo verdaderos enclaves dentro del territorio nacional. La relación entre estas empresas y el Estado chileno estuvo marcada desde la segunda mitad del siglo por sucesivas controversias relacionadas con aumentos de impuestos, el precio del cobre y las inversiones.

Al comenzar la década de 1960, el surgimiento de ideas reformistas y revolucionarias en América Latina instalaron en la opinión pública nacional el tema de la recuperación de las riquezas básicas, cobrando fuerza los postulados de la nacio-nalización. Un primer paso en este proceso lo constituyó la llegada al gobierno de Eduardo Frei Montalva y su programa reformista de la “Revolución en Libertad”, cuya línea econó-mica proponía un conjunto de reformas estructurales, desta-cando una nueva política cuprífera conocida como la chileni-zación del cobre (1964).

Esta acción permitió la intervención chilena en la pro-piedad y dirección de la gran minería del cobre mediante la asociación con el capital extranjero; asimismo, proponía un aumento sustancial de la producción mediante fuertes inver-siones y la refinación completa del cobre en nuestro territorio

(1966). En plena marcha de este proceso, el alza del precio del cobre y las altas utilidades de las corporaciones norte-americanas reavivaron en la opinión pública el debate sobre una nacionalización total, obligando al gobierno a poner en marcha la llamada nacionalización pactada.

De esta manera, al finalizar el gobierno de Eduardo Frei Montalva, el camino a la nacionalización integral de la gran minería del cobre quedó abierto, y fue recogido por las can-didaturas presidenciales de Radomiro Tomic y de Salvador Allende. El triunfo del candidato de la Unidad Popular puso en marcha un inmediato proceso hacia la nacionalización y estatización de la gran minería del cobre. Este proceso cul-minó el 11 de julio de 1971, cuando el Congreso Nacional aprobó, con muy pocas modificaciones y por votación unáni-me, la enmienda constitucional que hizo posible la nacionali-zación total del cobre, caratulada como Ley 17.450.

El mismo día, por la tarde, en una multitudinaria concen-tración en Rancagua, el presidente Salvador Allende se diri-gió al país señalando que “Chile va a nacionalizar el cobre en virtud de un acto soberano. Acto soberano que incluso está consagrado en las resoluciones de las Naciones Unidas, que establecen que los países tienen derecho a nacionalizar sus riquezas básicas”.

(Fuente: “Memoria de Chile” - Portal de la Cultura de Chile)

229Hitos, testimonios y personajes de La minería nacionaLHitos, testimonios y personajes de La minería nacionaL228

Arriba: Cartel diseñado por Hernán Vidal (Hervi), e impreso en los talleres de la Editora Nacional Qumantú, 1971. Foto: Leonore Mau.Derecha: Cartel conmemorativo del primer aniversario de la Nacionalización del cobre, diseñado por los hermanos Larrea y Luis Albornoz, 1972. Archivo Larrea Impresores.

231Hitos, testimonios y personajes de La minería nacionaLHitos, testimonios y personajes de La minería nacionaL230

Eduardo Simián GalletÚnico ingeniero de minas que ocupó al-guna vez el cargo de ministro de Minería, fue públicamente co-nocido en su juven-tud por ser el arquero del equipo de fútbol de la Universidad de

Chile y del seleccionado nacional, rol en que recibió el apodo de “El Pulpo Simián”, a fines de los años treinta.

Nacido en 1915 en Santiago, a los 15 años ingresó a es-tudiar ingeniería civil de minas en la Universidad de Chile, donde se destacó como uno de los mejores estudiantes. Se recibió en una época de gran convulsión política, a raíz de los hechos que antecedieron al triunfo electoral de Pedro Agui-rre Cerda en septiembre de 1938 al finalizar la presidencia de Arturo Alessandri Palma, incluida la llamada matanza del Seguro Obrero.

Contrajo matrimonio e ingresó a trabajar en el departa-mento de minas y petróleo del Ministerio de Fomento. En el año 1941 fue enviado a Estados Unidos para trabajar en una empresa petrolera de Lousianna. Con Estados Unidos entran-do en la Segunda Guerra Mundial, Eduardo Simián regresó a Chile y con un grupo de geólogos y físicos se trasladó a Magallanes en la búsqueda de petróleo.

Simián alcanzaría una nueva notoriedad, distinta a la del fútbol, al formar parte del equipo que el 29 de diciembre de

1942 hizo brotar el codiciado oro negro en tierras magalláni-cas. Un acontecimiento histórico.

Entonces jefe de Corfo en Magallanes, Eduardo Simián asumiría luego cargos –primero técnicos y posteriormente ejecutivos– en la Empresa Nacional del Petróleo (Enap), crea-da poco tiempo después del hallazgo. Peses a haberse retirado de la empresa en 1954, viajó cuatro años después a Nueva York para hacerse cargo de la oficina de Enap en esa ciudad.

Al salir electo presidente, en 1964, Eduardo Frei Montal-vo, lo nombró ministro de Minería, cargo en el cual debió liderar el proceso de chilenización del cobre, que formaba parte del programa de gobierno de Frei Montalva y que tenía una fuerte oposición en el Congreso. Tras duros 22 meses, renunció, pero a cambio le fueron encomendadas misiones en Petroquímica Chilena y la minera El Teniente.

El triunfo de la Unidad Popular dejó a Simián cesante por primera vez en su vida, pero no tardaron en llegarle ofertas de otros países. Decidió ir en 1971 a Ecuador, donde se había descubierto petróleo en la selva amazónica. Sin embargo, el golpe militar que se produjo en 1972 en ese país determinó que dejara de trabajar para el gobierno.

En septiembre de 1973 fue llamado desde Chile, pues la junta militar lo necesitaba para encargarse de Enap, por lo que regresó al país y permaneció en la empresa petrolera hasta 1975, cuando renunció.

Durante su trayectoria, fue parte activa del Instituto de In-genieros de Minas de Chile, del que llegó a ser presidente, y recibió numerosas distinciones por su destacada labor como ingeniero de la especialidad. Una de ellas fue el Premio Na-cional del Colegio de Ingenieros de Chile, en 1995, mismo año en que dejó de existir.

Alexander Sutulov PopovEn Chuquicamata fueron de vital importancia, en los albores de la chilenización del cobre, a fines de los años sesenta, los primeros egresados de Ingeniería Metalúrgica de la Universi-dad de Concepción. Esta escuela fue ideada por el cultísimo visionario Alexander Sutulov.

Nacido en Croacia, en 1925, se formó primordialmente en Rusia, ya que sus padres tenían ese origen. Su progenitor había sido general del ejército ruso y le inculcó con severidad una educación excepcional. Estudió ingeniería tecnológica en la Universidad de Belgrado, de la que egresó con distinciones.

Luego de algunos viajes por el mundo, aterrizó en nuestro país en el año 1955 para trabajar en el laboratorio tecnológico de la Braden en El Teniente, donde fue con el tiempo ascendi-do a jefe de investigaciones metalúrgicas. Fue en el pueblo de Sewell donde conoció a la que sería su mujer, Consuelo Baeza, con quien tuvo dos hijos.

La prolijidad de sus investigaciones y la lucidez de sus tra-bajos, impregnados de un implacable carácter ruso, se trans-formaron en un incentivo incalculable al desarrollo académi-co y técnico de nuestro país, principalmente en el área de la metalúrgica.

Solo entre los años 1960 y 1970 realizó a lo menos 60 investigaciones, hizo 15 publicaciones en revistas técnicas y científicas, y escribió 10 libros de su especialidad.

ingenieros forjadores de La minería nacionaL

Esteban Domic MihovilovicGrandes aportes hizo este metalurgista al desarrollo de la mi-nería en Chile. Sus abuelos croatas arribaron a principios del siglo XX a nuestro país, poco antes de la Primera Guerra Mun-dial, y se establecieron en Punta Arenas, donde se sintieron muy cómodos puesto que aquella ciudad era muy similar al territorio europeo.

Al producirse el hallazgo de petróleo en Magallanes, se presentaron en esa ciudad importantes ingenieros de minas como Eduardo Simián, quienes se relacionaron con la familia Domic y representaron en su juventud una poderosa influen-cia para Esteban.

Según él mismo señala, le quedó muy grabada la imagen de la ingeniería de Enap, sintiendo especial cercanía con per-

sonajes que circulaban en el medio puntarenense, como el mismo Simián y Juan Pedrals, a quienes admiraba profunda-mente.

Cuando estudiaba ingeniería en Santiago, decidió tomar la especialización de minas, rubro dentro del cual optó luego por la metalurgia, que entre otras ventajes le permitía que-darse en Santiago, lo que era de importancia para el recién casado Esteban Domic.

Ingresó a trabajar a la empresa Intec, donde realizó su me-moria y se instruyó sobre solventes, obteniendo el apoyo de Helmut Tribuch, quien integró un equipo que ganó el Premio Nobel y que por entonces recorría Latinoamérica para cono-cer y contribuir a su desarrollo.

En el año 1975 se ocupó en minera Pudahuel, específica-mente en los estudios metalúrgicos para la planta de La Afri-

Su hijo, también llamado Alexander Sutulov, artista digi-tal, señala que su padre “tenía esa capacidad, incluso una vez escribió un libro en tres semanas, y le era muy fácil escribir directamente de la cabeza. En una oportunidad recuerdo que redactó sesenta páginas en un día”.

En su honor, el Ministerio de Minería instauró el Premio “Alexander Sutulov”, que entrega anualmente a quienes reali-cen y desarrollen en Chile investigación científica y/o tecnoló-gica en materias geológicas, mineras o metalúrgicas.

cana, donde introdujo con gran éxito la lixiviación bacteriana, proceso que había aprendido con Tribuch. Gran impacto en la industria del cobre tuvo también un proceso de hidrometalur-gia que él mismo inventó llamado, Thin Leaching (TL), que combinado con extracción de solventes elimina el proceso de la fundición, llegando a productos terminados exportables de alta pureza. Este método es utilizado hoy por el 80% de la industria, pues aparte de económico es ambientalmente más limpio.

En Minera Pudahuel tomó contacto con profesionales vinculados al Instituto de Ingenieros de Minas, por lo que se fue conectando tanto con este grupo hasta introducirse en él, llegando a convertirse con el tiempo en director y luego en presidente. Las últimas dos décadas las ha dedicado a tareas independientes como consultor.

233Hitos, testimonios y personajes de La minería nacionaL232 Hitos, testimonios y personajes de La minería nacionaL

Andrés Zauschkevich Kuscheleff

Nacido en Rusia en 1918, Andrés Zauschkevich Kuscheleff llegó a Valparaíso a los seis años de edad, junto a su madre y su abuela, edu-cándose en el Liceo Eduardo de la Barra, de ese puerto.

Incentivado por personas liga-das a la minería, que de niño lo llevaban a los cerros de Valparaíso

y sectores aledaños a conocer el granito y el cuarzo, es-tudió ingeniería de minas en la Universidad de Chile, donde por su buen rendimiento fue ayudante en algu-nas cátedras.

Al egresar comenzó su carrera en las faenas de la sociedad aurífera Alhué, con minas vecinas al pueblo del mismo nombre y al que alude la obra del escritor José Santos González Vera.

Luego de la quiebra de esa sociedad, se trasladó a la mina de oro de Sierra Overa, al interior de Taltal, y posteriormente ocupó el cargo de ingeniero informan-te en Domeyko, planta que lleva el nombre del inves-tigador polaco naturalizado chileno. Contrajo matri-monio precisamente con una de las bisnietas del sabio, Carmen Domeyko Bulnes.

Después de Domeyko, donde adquirió un gran co-nocimiento de la minería de Atacama, Zauschkevich se trasladó a Copiapó para trabajar en la construcción de la fundición de Paipote, inaugurada en 1952. Más adelante administró la fundición durante nueve años, periodo en que se ganó el afecto de los copiapinos y durante el cual fue profesor de la Escuela de Minas de la ciudad.

En forma paralela, en esos años, inició su actividad empresarial al mensurar con otros colegas el mineral de hierro Cerro Imán, de gran importancia comercial en la década siguiente, durante la cual comenzó a recibir las regalías provenientes de su explotación.

Fue vicepresidente ejecutivo de la Corporación del Cobre durante tres años, hasta 1976, cuando se formó Codelco Chile. Realizó una gran labor en un periodo difícil, tras el golpe militar. A la falta de planificación respaldada por profesionales se sumaban tensiones en-tre estos y los militares.

Se volcó luego a la minería privada, en el lejano Aisén, donde llevó adelante el proyecto El Toqui. Dos años después adquirió las antiguas pertenencias de la sociedad Alhué. Durante los años ochenta buscó finan-ciamiento para su explotación hasta que, luego de las dificultades de la crisis del 83, lo consiguió de parte de la Sociedad Minera Las Cenizas. Este apoyo permitió una explotación durante 20 años hasta que la mina fue vendida a una firma internacional.

Hermann Schwarze Dintrans

Pirometalurgista de renom-bre, Hermann Schwarze Dintrans siguió los pasos de su padre, Juan Schwar-ze Tellería, apasionado de la minería y acreditado metalurgista quien fuera administrador de la planta Domeyko, de la Caja de Crédito Minero, Cacremi.

Hermann Schwarze es-tudió en la Escuela de Ingeniería de Minas de la Uni-versidad de Chile, la misma en la que su padre fue des-tacado profesor, egresando en el año 1962. A él se debe el invento del Convertidor Teniente (CT), de gran im-pacto en el proceso de fundición de cobre.

Junto con su padre, marcaron su vida laboral su pro-fesor Carlos Díaz, especializado en pirometalurgia y promotor de esta especialidad en la Escuela, y Samuel Riveros, administrador de la fundición Hernán Videla Lira, quienes le inculcaron la inquietud por desarrollar mejoras en las plantas. Esto se tradujo, por ejemplo, en un estudio en Paipote acerca del uso del oxígeno y la posibilidad de ir a procesos continuos.

Trasladado a la fundición Caletones, aprovechando la planta de oxígeno instalada y los numerosos conver-tidores Peirce Smith, decidió probar allí el uso del oxí-geno para fundir concentrado en un convertidor alar-gado junto con la conversión del eje a metal blanco. El proceso, que pasó a llamarse Convertidor Teniente (CT), tuvo tal éxito que fue aplicado en todas las fun-diciones de Codelco y posteriormente en Enami, dado que aprovechaba equipo existente con pocas modifica-ciones y reducida inversión.

En la medida que las virtudes del Convertidor Te-niente fueron reconocidas, se fue expandiendo como tecnología alternativa válida en la industria pirometa-lúrgica del cobre.

Luego de estar durante varios años en la actividad privada, con su propia empresa de ingeniería, se inte-gró al staff técnico superior de Codelco, encargándose principalmente de las fundiciones de esa corporación.

Más tarde, en 1993 retornó a Enami como gerente de operaciones, calidad en la que modificó el sistema de fundición en Ventanas y Paipote, trabajando con el Convertidor Teniente como horno principal, sin rever-bero, y usando un horno eléctrico para la limpieza de la escoria del convertidor.

Junto con la medalla al mérito del IIMCH, que le fue concedida en 1983, fue galardonado con el Premio Alexander Sutulov (1996), además de recibir el Diplo-ma de Honor Presidencia de la República en 1975.

En la mina Mantoverde yo trabajaba con mi marido harneando metal, carretillando, cargando los camiones,

eso hacía yo en la mina. (Margarita)

Archivo fotográfico Liliana Muñoz

mu j e r e s e n L a m i n e r í a (t e s t i m o n i o s)

Existe una ancestral superstición de que a la mina no pueden entrar mujeres, pues su presencia pro-voca muertes y derrumbes. Antiguas leyendas decían que ellas debían vestirse lo más parecido a los hombres cuando trabajaban en terreno para no atraer los males.

Sin embargo, desde el siglo XIX las mujeres han tenido un importante protagonismo en la minería chilena, desem-peñando varios oficios y trabajos domésticos. También colaboraron activamente en la realización de huelgas.

En el siglo XX, paralelo a la incorporación de la mujer en forma activa en la sociedad chilena, fueron

ganando espacios, logrando mayor participación y po-der. En el sector minero se han hecho cada vez más presentes, tanto en labores operativas como en cargos ejecutivos. Lejos ha quedado el tiempo en que solo se podía ver a una mujer “pallaqueando” los desmontes de Punta del Cobre, con su nieta que le llevaba la “choca” a mediodía.

Pero las vivencias presentes y pasadas en el entorno de la mina siguen incrustadas en la memoria de muchas mujeres como un metal insondable y fantasmático. Sus testimonios nos revelan el rostro duro y cautivante de la metalurgia.

Yo trabajaba haciendo la huella, que permitía el acceso a la mina, llevaba la administración y compraba los víveres. (Rita)

Desde el principio obtuve la simpatía de los mineros y como no estaba de más ganar unas monedas extras, y mientras mis hijo aún no iban al colegio, yo trabajaba en la cantina. (Pabla)

Yo y mis hermanos prácticamente nacimos y nos criamos en las minas. Mi padre nos enseñó el oficio, así que me siento minera por tradición. Junto a él trabajé hasta que murió, después nos trasladamos a Antofagasta con mi madre y mis hermanos, ahí conocí a Manuel, mi marido y con el volví a la ruta de las minas. (Blanca Ester)

235Hitos, testimonios y personajes de La minería nacionaLHitos, testimonios y personajes de La minería nacionaL234

237ENAMI EN lA hIstorIA dE lA pEquEñA y MEdIANA MINEríA EN ChIlE

Estas no son manos de mujer… aunque ahora las tengo con menos callos porque hace días que bajé. Me viera usted cuando estoy en el cerro, parezco carbón de negra. (María)

Yo hago lo mismo que hace un hombre, porque yo barreno, apireo, chanco, carretilleo y venimos a moler al trapiche como hoy día, por ejemplo… y hay trabajos que uno hace mucho mejor que un hombre. (Ubilda)

El minero es tanto o más fantasioso que el pescador, pues se imagina cosas que internaliza en tal grado que termina por creerlas como reales. Ellos tienen la mejor mina, la que produce pepas de oro de diez o quince gramos, la que tiene el mejor filón y la veta más ancha, con la mejor ley. (Doris)

La primera remesa que junté fue una tonelada de metal de cobre en la mina Bronce Jarilla, de Uldarino Reygada, que era tío mío. (Ubilda)

A veces salgo pa’ fuera y siento que mi viejo viene subiendo. Me asomo y nada… pero no me da miedo. Es más, yo siento que la mina me tira, porque

a veces uno se chorea, pero hay algo dentro de mí que me llama y lo único que quiero es volver a la mina… no sé si habrá algo bueno, no sé,

pero eso yo lo siento aquí. (María)

Fotografía Marcos Chamudes / Paipote. Archivo fotográfico Enami.

Foto: Claudio Pérez

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