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Chino Mandarín y Derecho: ¿por qué hacer las cosas simples, complicadas? ¿Alguna vez ha comido las adictivas "papitas" Pringles? ¿Sabía usted que -en realidad- no son papas? Así es, una corte decidió que Pringles no eran papas , en un caso sobre pago de impuestos. La diferencia entre ser y no ser papas, significó varios millones de dólares de ahorro. Todo este tiempo usted ha estado engañado, pensando que comía papitas cuando -en una realidad paralela- el Derecho había decidido que estaba comiendo otra cosa. Los abogados tendemos a complicar el lenguaje, en varios sentido. ¿Cuál es la razón para hacer esto? [Imagen tomada de James McCory ]

Chino Mandarín y Derecho (1)

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Chino Mandarín y Derecho: ¿por qué hacer las cosas simples, complicadas?¿Alguna vez ha comido las adictivas "papitas" Pringles? ¿Sabía usted que -en realidad- no son papas? Así es, una corte decidió que Pringles no eran papas, en un caso sobre pago de impuestos. La diferencia entre ser y no ser papas, significó varios millones de dólares de ahorro. Todo este tiempo usted ha estado engañado, pensando que comía papitas cuando -en una realidad paralela- el Derecho había decidido que estaba comiendo otra cosa. Los abogados tendemos a complicar el lenguaje, en varios sentido. ¿Cuál es la razón para hacer esto? 

  [Imagen tomada de James McCory]

Leguaje legal que se separa del lenguaje "coloquial"

¿Qué cosa es un "transgénico"? Cualquiera pensaría que "un producto que ha sido alterado mediante ingeniería genética, recibiendo genes de otro organismo". Pero resulta que esa modificación puede variar de intensidad, por lo que se habla de "porcentajes de modificación genética". En Perú, primero se aprobó una norma obligando a los transgénicos a poner etiquetas y luego se han prohibido por completo. Sin embargo, en relación a la primera norma -y seguramente harán lo propio en relación a la segunda- "(...)

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empresarios han pedido al Ejecutivo que se fije un "umbral", es decir, que si el producto contiene menos de 5% de material transgénico no se detalle en la etiqueta". La noticia fue titulada "Empresas quieren sacar la vuelta con transgénicos". Lo chistoso es que -antes de ser dictada- se podía advertir que ese era un peligro potencial de su creación. La disociación entre el lenguaje coloquial y el legal, es una herramienta que tienen los grupos de interés para sacarle la vuelta a las normas, tal como ha explicado el profesor de la Universidad de Chicago Omri Ben-Shahar, ¡justamente refiriéndose al caso de los transgénicos! [ver, aquí, en el video]. Pero acá somos muy "iluminados" para escuchar lo que tiene que decir uno de los mayores expertos del mundo en un tema, antes de regular.

Un caso parecido es el de la "Ley de Alimentación Saludable".  Define a la comida saludable como la que está en "estado natural o con procesamiento mínimo".  Un pollo a la brasa puede tener poco procesamiento, frente a un pollo de un lugar considerado más tradicionalmente "fast food". Sin embargo, ¿una de las dos es saludable? ¿Bajo qué criterio? Nuevamente, las definiciones de la ley no necesariamente calzan con nuestra idea de lo que es alimentación saludable o comida chatarra. ¿Cuál es el interés por hacer estas distinciones? Unos podrán decir que -de otra manera- la norma sería inaplicable. Otros, más suspicaces, pensaremos que se han hecho distinciones con el objeto de excluir a la comida peruana, con la que no se quiere chocar. El clásico pan con chicharrón peruano no entra en la norma. Mire usted, nuevamente, el Derecho nos sorprende yendo más allá de lo evidente: el chicharrón es "saludable".

Las definiciones legales, lejos de informar a los consumidores, los hacen más ignorantes, pues crean conceptos que separan la realidad de las normas, con el resultado de hacer más confuso el mundo, en lugar de algo más simple.

 Lenguaje coloquial que se hace "florido" y "técnico" o simplemente huachafo

"Estando a lo dispuesto en el artículo 171 del Código Procesal Civil, para que la instancia superior sancione con nulidad el fallo de su inferior, debe existir causa establecida por ley, sin embargo dicho supuesto no se presenta en el caso de autos, por cuanto en ella no se advierte la ocurrencia de vicios procesales insubsanables (...)". ¿De quién es el auto? ¿Entendió algo? Si no, no se preocupe, yo tuve que estudiar -al igual que muchos abogados- casi seis años para poder entender algo así.

Los bancos u otras empresas no se quedan atrás. ¿Alguna vez ha tratado de leer y -peor aún- entender un contrato-tipo? Esos contratos no solo no se pueden entender, sino que están diseñados para no ser entendidos.

 ¿Por qué esto es así?

 Una aproximación es la falta de formación o técnica para hacerse entender claramente. Otra es que es a propósito. La persona que no es clara tiene un interés en no ser entendida.

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En el caso de los abogados, restringir la competencia. Mediante la confusión, crean un "mercado cautivo" para nuestros servicios. Esto es compartido con otras profesiones donde, sin ser exhaustivo, incluyo a la Economía o la Medicina. Los médicos tanto no quieren ser entendidos, que escriben en jeroglíficos sus recetas.

 [Imagen tomada de Michael Reuter]

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Si uno no entiende algo que solo un grupo de privilegiados eruditos entiende, entonces -necesariamente- tendré que llamar a uno de esos eruditos para resolver cualquier cuestión relativa al uso de esos lenguajes extraños.

La norma que obliga a contar con la "firma de un letrado" para un proceso judicial o la obligatoriedad de la receta médica, son solo expresiones de este afán por capturar clientes por medios artificiosos.

¿Qué hacer?

Ligada a una de las aproximaciones, la solución sería tener más clases de redacción en las facultades o impulsar programas como "Hablemos más simple" o iniciativas gubernamentales como "Plain Language". Ligado a la segunda aproximación, se encuentra una solución mucho más compleja y mucho menos dependiente de esfuerzos individuales: es la necesidad de cambiar nuestra cultura, de una que confía en la intervención estatal; a otra que promueva la competencia como el medio para alcanzar el desarrollo. Solo abrazando una cultura del trabajo, la libertad individual y la competencia, se podría lograr alinear el interés público con el privado, lo cual tendría a la claridad como tan solo uno de sus reflejos. Así, esta aproximación, aunque no es pesimista propiamente, sí desconfía de la "técnica" para solucionar un problema que -en realidad- se deriva de una característica estructural de nuestra cultura e ideas en relación al mercado y la competencia.