LA CIBERCULTURA Y LA FORMACIÓN DEL PROFESORADO.

Por Antonio VILLANUEVA. CPR de Calatayud.

El empuje de las nuevas tecnologías está cambiando nuestra manera de vivir. No son sólo cosa de iniciados: nos afecta a todos. La seducción de la tecnología ha impuesto el triunfo, en nuestra sociedad, del modelo científico de conocimiento. Se han confundido hasta tal punto ciencia y tecnología que ninguna existe sin la otra. Algunos dicen que vivimos una segunda revolución industrial y, como la del siglo anterior, traerá buenas y malas consecuencias . Lo que es evidente es que se están produciendo grandes cambios en nuestra vida y que el mundo no volverá a ser como fue. Existe incluso una iniciativa, llamada CALS (Continuous Acquisition and Life-cycle Support), del Ministerio de Defensa norteamericano y la industria privada de la informática, para eliminar el papel como soporte de la información. Si esta iniciativa tuviera éxito, significaría el fin de la deforestación de nuestros bosques y el nacimiento definitivo de una nueva cultura de la pantalla , con sus implicaciones de cambio permanente y continua evolución : en la pantalla nada tiene por qué permanecer inalterable. Todo puede cambiarse: los textos, los dibujos, los gráficos. El concepto de obra de arte pasaría a tener una movilidad hasta ahora desconocida. Y el proceso de corrección sería muchísimo más sencillo que con las copias impresas, aunque, por el contrario, nunca tendría un final, pues siempre sería posible reelaborar el texto en su conjunto o alguna de sus partes. Incluso instituciones tan tradicionales como las bibliotecas cambiarán de aspecto. En la viñeta que reproducimos, de Dave Coverly, se capta perfectamente este cambio. La bibliotecaria, airada, le dice al lector que ha

pedido un libro: ¡Caballero, esto es una biblioteca! Si quiere un libro, vaya a un almacén. En la biblioteca del futuro, nos dice con humor Coverly, sólo habrá terminales de ordenador y consultas on-line. El préstamo consistirá en transferencias de archivos.

Al aumentar la población mundial de modo tan imparable, ha aumentado la información disponible, por ejemplo simplemente en el campo de la memoria colectiva (historia, cultura común, folclor, etc.); por lo tanto, se han complicado los procesos de asimilación e interrelación , puesto que es mayor la cantidad de información que los individuos deben procesar. La cibernética ha venido a echarnos una mano en este panorama progresivamente complejizado. Pero lo que algunos han llamado paradoja de la información está en que, aunque el tratamiento automático de la información se inventó para reducirla, la cantidad de

información que hay que procesar cada vez es mayor.

Un ejemplo claro de este incremento de información está en el número cada vez más elevado de términos especializados procedentes de la ingeniería de telecomunicaciones que se está haciendo de uso común. Si, en otro tiempo, palabras procedentes de la filosofía o de la medicina o de otros campos del saber se hacían populares y pasaban a formar parte del vocabulario común , actualmente, muchos vocablos propios de la informática se han hecho populares. Hay una viñeta de Quino en la que se recoge perfectamente esta idea: un caminante se ve asediado por

una legión de nuevos vocablos digitales, hasta el punto de llegar a sentirse aislado en un mundo que no comprende.

La cibernética

(ciencia del que pilota, del griego kyber, piloto y techne, técnica; Platón aplicó este termino al arte de pilotar naves), patrimonio de unos pocos expertos, pasa a

cibercultura cuando se hace fenómeno de masas . Esto ha sido posible gracias al gran desarrollo de la

informática (tratamiento

automático de la información) y, de modo más específico, de la microinformática , que lleva camino de poner un ordenador en cada hogar. La computadora es ya

tan familiar en la vida doméstica como la televisión o el equipo de música.

Ciberespacio o espacio cibernético es un término usado por primera vez por el escritor de ciencia-ficción William Gibson, en Burning Chrome. Luego, lo usa Vernor Vinge, en True Names.

Se habla a menudo de la ciberdelia , una versión actualizada de la psicodelia de los 60. También se escuchan cosas sobre el ciberpunk , la nación ciber o el estado ciberpunk. El ciberpunk es la nueva cultura underground. El término fue utilizado por primera vez por Gardner Dozois, editor de la revista Isaac Asimov, en los años 80, y

fue plagiado por Bruce Behtke, quien tituló su obra de fantaciencia precisamente así: Ciberpunk. La palabra punk tiene connotaciones de rebeldía, lucha radical contra el sistema; nos lleva a pensar en los Sexpistols de la informática, en el kitsch, en La naranja mecánica de Stanley Kubrick y en las películas de Almodóvar. Y el prefijo ciber- nos hace imaginar un mundo futuro de alta tecnología. Las visiones acerca de cómo sea ese mundo varían, desde las posturas más optimistas y orgullosas hasta las más pesimistas (por ejemplo, Aldous Huxley, en Un mundo feliz, o H.G. Wells, en La máquina del tiempo).

El punk cibernético ha generado nuevos conceptos y nuevas formas de vivir, por supuesto valoradas de muy distinta manera según la perspectiva que se adopte para juzgarlas. Así, han surgido los hackers , piratas informáticos (del verbo inglés to hack, cortar, acuchillar, destrozar); para unos, especie de Robin Hood que luchan contra el poder omnímodo de las multinacionales; para otros, terroristas peligrosos que socavan los cimientos mismos de la civilización occidental. Existen también crackers (que actúan para enriquecerse, sin pretensiones filantrópicas; de to crack, romper, partir, resquebrajar) y phreackers (piratas de la telefonía, llaman a todo el mundo a costa de las grandes empresas de telecomunicaciones). Incluso hay empresas que recurren a los servicios de los crackers para hundir a la competencia. Se contrata a un cracker como se haría con un mafioso o con el cobrador del frac. Se ha dicho, puede que con razón, que “el poder lo tiene quien más ceros y unos posea”1.

En la cultura ciber , hay una serie de nombres que brillan con luz propia. Autores de culto, como Isaac Asimov, J.R.R. Tolkien o Jules Verne. Sus obras encarnan el mito de la vida Alt, la vida alternativa. Alt es la tecla mágica que nos permite romper con el espacio convencional, tridimensional. Con Alt, entramos en la cuarta dimensión, es el salto al hiperespacio.

Con frecuencia hablamos de realidad virtual , contradictio in terminis, creación lingüística chocante que reconcilia dos mundos tradicionalmente antitéticos. La R.V. no imita a la realidad, no sigue el modelo mimético, la mímesis predicada desde Aristóteles, sino que la desborda, la supera o modifica. Se anticipa a ella, liberándola de sus imperfecciones físicas: en ella no hay límites. Es ficción, como la literatura. La R.V. es el sueño freudiano hecho realidad. Sus aplicaciones abarcarán todos los dominios del saber humano en el futuro: medicina virtual (con pacientes virtuales para que aprendan los estudiantes), arquitectura virtual, arte virtual, ocio virtual, sexo virtual...

Antes se privilegiaba la imaginación (por ejemplo, la literatura desbordante del Barroco español) y, ahora, hay un auge exponencial de la tecnología : ella dice lo que es posible y lo que no. Como dice Marshall McLuhan, el medio es el mensaje. Vivimos dominados por cuatro marcas de dos o tres multinacionales. Durante mucho tiempo, hemos pensado que nuestra historia común se realizaba por una serie de contenidos universales que aparecían en todas las culturas. Pero ahora, nos vamos dando cuenta de que eran los medios de transmisión los que producían ese efecto unificador. La tecnología es la cultura común. Ella era la memoria colectiva. Y la comunicación era, en el fondo, telecomunicación. Ahí estaba el aleph borgiano. La historia de la humanidad no habría sido la misma sin invenciones como las de la imprenta o el teléfono o, más recientemente, de la televisión y el ordenador . La cultura virtual , progresivamente más inmaterializada, será el paradigma comunicativo del próximo milenio. De Internet, sin ir más lejos, se ha dicho que “es el fenómeno de comunicación más importante de la Historia de la Humanidad”2 o que está en tal expansión que “es más apropiado decir que Internet se conecta a nosotros y no

1 LÓPEZ, Alejandro y ESTRELLA, Julio: Cibercultura. Madrid, Anaya Multimedia, 1995. 2 Op. cit., pág. 65.

nosotros a Internet”3. Incluso algunos se preguntan quién manda realmente en el mundo. En la ilustración que sigue se insinúa que el nuevo Caesar Imperator es Guillermo Puertas (Bill Gates), por encima incluso del Presidente de los Estados Unidos, El Otro Guillermo. ¿Cuál es su opinión?

La cibercultura es un fenómeno de dimensiones universales. Oponerse a ella sería como intentar cerrarle el paso a un alud. Ella será el paradigma comunicativo del próximo milenio. Es urgente iniciar al profesorado en las nuevas tecnologías, pues privarles de ellas equivale a condenar a sus alumnos a los guetos analógicos del pasado siglo. ¿Hay alguien que aún dude de esta urgencia?

BIBLIOGRAFÍA

• TERCEIRO, J. B.: Sociedad digital. Del “homo sapiens” al “homo digitalis”. Madrid, Alianza Editorial, 1996.

• NEGROPONTE, Nicholas: Mundo digital. Barcelona, Ediciones B, 1995. • LINDO, Wilfred: Cibermanía. Barcelona, Marcombo, 1995. • MARQUÉS, Pere et alii: Comunicación educativa y nuevas tecnologías. Barcelona, Praxis,

1997. • GATES, Bill: Camino al futuro. Madrid, Mc-Graw Hill, 1995. • LÓPEZ, Alejandro y ESTRELLA, Julio: Cibercultura. Madrid, Anaya Multimedia, 1995.

3 Op. cit., pág. 64.

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