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Ciclo CDomingo V del Tiempo de Pascua
«Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros.»
«Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros.»
Santos del Día
• San Afrodisio de Béziers. Francia Obispo • San Agapio de Cirta. Cirta ( †259 )Mártir, Obispo • San Caralipo. Mártir • Beato José Cebula. Polonia (1902 †1941 ) Mártir, Religioso Oblato • Santa Juana Beretta Molla. Italia (1922 †1962) Madre • San Luis María Grignon de Montfort. Francia (1673 †1716 ) Fundador de la Compañía de María (Marianistas), Misionero. • Beato Luquesio. Italia ( †1260 )• Beata María Luisa de Jesús Trichet. Francia ( †1759 ) Religiosa • San Pánfilo de Corfinio. Italia. Obispo • San Pedro Chanel. Francia (1803 †1841 ) Mártir, Marista • San Polión. Mártir • San Prudencio de Tarazona. España ( 720 †861 ) Ermitaño, Obispo • San Vidal de Rávena. Italia
San Luis María Grignon de Montfort
Misionero
1679 † 1716
Nació en Montfort, Francia.Primero se educó en los Jesuitas, después se ordenó Sacerdote y fue misionero.
Una de las devociones favoritas era el rezo del rosario.Es llamado el “Apóstol del Rosario”.
El santo dedicó todas sus grandes cualidades de predicador, de conductor de multitudes, de cantante y compositor a predicar misiones para convertir pecadores, viajando por los distintos lugares de Francia anunciando el Evangelio y permitiendo la llegada de Dios Padre en el corazón de las personas.
El santo fundó una de las comunidades religiosas que han hecho grandes obras por la conversión de las almas: los Padres Monfortianos, a cuya comunidad le puso por nombre "Compañía de María", y las Hermanas de la Sabiduría.
San Luis además escribió uno de los libros que junto con "Las Glorias de María" de San Alfonso, ha llegado a ser uno de los libros más famosos que se han escrito acerca de la devoción a la Virgen María: "Tratado de la verdadera devoción a la Virgen María".
Ruega por nosotros
Incluso el Papa Juan Pablo II tomó como lema una frase que repetía mucho nuestro gran santo: "Soy todo tuyo oh María, y todo cuanto tengo, tuyo es".
Ven Espíritu Santo, revísteme de humildad para recibir dignamente la Palabra de Dios,
y hazme dócil a sus divinas enseñanzas. Ven y concédeme los dones necesarios para que se cumpla en mí
Su voluntad.
† En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén
21 Después de haber evangelizado esta ciudad
y haber hechos numerosos discípulos, volvieron
a Listra, a Iconio y a Antioquía de Pisidia.
22 Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe,
recordándoles que es necesario pasar por muchas
tribulaciones para entrar en el Reino de Dios.
23 En cada comunidad establecieron presbíteros, y con oración y ayuno,
los encomendaron al Señor en el que habían creído.
24 Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia.
25 Luego anunciaron la Palabra en Perge
y descendieron a Atalía.
26 Allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido
encomendados a la gracia de Dios para realizar la misión que acababa
de cumplir.
Palabra de Dios Te alabamos Señor
Primera Lectura - Hechos 14,21b-27
Pablo y Bernabé, grandes apóstoles. Prototipo de evangelizadores. El milagro operado en Listra los ha puesto en una situación
embarazosa. Los oyentes han pasado de la admiración al insulto, del temor
reverencial a la persecución. Los mensajeros de la Buena Nueva encuentran la expulsión.
La ocasión, la curación de un tullido y la consiguiente predicación.
«Contaron a la Iglesia lo que Dios había hecho por medio de ellos»
El apóstol pasa bendiciendo, predicando, designando colaboradores. Dios les acompaña. En las comunidades ha de haber ancianos que
presidan, que sean el alma de la comunidad. La obra sigue adelante. Bendito
sea Dios.
Los apóstoles siguen su camino, evangelizan, consuelan, sostienen, animan.
La entrada y pertenencia al Reino implica dificultades, tribulaciones.
8 El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
9 el Señor es bueno con todos y tiene compasión de todas sus
criaturas.
10 Que todas tus obras te den gracias, Señor,
y tus fieles te bendigan;11 que anuncien la gloria de tu
reino y proclamen tu poder.
12 Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso esplendor de tu reino:
13 Tu reino es un reino eterno, y tu dominio permanece para
siempre.
El Señor es fiel en todas sus palabras
y bondadoso en todas sus acciones.
Salmo 145(144),8-9.10-11.12-13
Salmo de alabanza. Uno de los clásicos atributos de Dios, en la antigua revelación,
es la clemencia. Dios es misericordioso, inclinado siempre a la bondad.
Es cariñoso con sus criaturas. Queda muy a la sombra la ira. Su gobierno se caracteriza por su piedad, siempre Padre para sus
creaturas.
«Bendeciré tu nombre por siempre jamás, Dios mío, mi Rey»
Cristo ha establecido, con nuestra colaboración, un Reino de paz y de misericordia,
un Reino de justicia. Él es nuestro Rey y nuestro Dios.
Estos atributos alcanzarán tamaño mayúsculo en la Revelación nueva, en Cristo.
En él se revela la justicia. La justicia que salva naturalmente.
1 Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron,
y el mar ya no existe más.
2 Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén,
que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia
preparada para recibir a su esposo.
3 Y oí una voz potente que decía desde el trono: «Esta es la morada
de Dios entre los hombres: él habitará con ellos, ellos serán su
pueblo, y el mismo Dios estará con ellos.
4 El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni
queja, ni dolor, porque todo lo de antes
pasó».
5 Y el que estaba sentado en el trono dijo:
«Yo hago nuevas todas las cosas».
Palabra de Dios Te alabamos Señor
Segunda Lectura - Apocalipsis 21,1-5a
Nos estamos acercando al final del libro. La primera creación ha pasado.
Aquel cosmos sin consistencia, aquella realidad aparente, se esfumó. Los malvados han sido barridos por la ira de Dios. El vidente lo ha
presenciado todo. Queda por ver la maravilla suprema: el Reino de Dios, su esplendor y
su gloria.
«Dios enjugará las lágrimas de sus ojos.»
Pedro, en su segunda carta, se detiene a describirlo. Todo el Nuevo Testamento es consciente de esa realidad sublime.
Juan, el vidente, lo testifica.
Un cielo nuevo y una tierra nueva. Una nueva creación. Una creación que pertenece a otro orden. Ya lo habían anunciado los
profetas (Is 56, 17). Sus ecos resuenan en la apocalíptica judía.
Desciende de lo alto, pertenece a otra esfera. Es obra exclusiva de Dios, es su morada.
Es toda luz, es toda simpatía, es toda vida y amor. Es toda santa. La ciudad vieja, endeble, carcomida, raquítica, se ha derrumbado
para siempre.
Es una ciudad nueva, una nueva civilización, una humanidad nueva, un nuevo mundo.
Una humanidad gozosa, alegre, sana, siempre joven; sin mancha, sin culpa, sin maldad alguna.
Esa ciudad es nuestro destino. Irrumpe de lo alto. En realidad somos ya sus ciudadanos. Esperamos ser envueltos
totalmente por ella. Atentos, pues, no la perdamos de vista. Es nuestra Patria.
Ahora es su pueblo elegido, selecto, donde no tendrá cabida el dolor ni el llanto.
La misma muerte será alejada de ella para siempre. No hay temor, no hay duda,
no hay incomprensión, no hay inseguridad, no hay sombras. Dios está en medio de ellos.
Ellos son su pueblo y Él es su Dios.
35 En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos:
en el amor que se tengan los unos a los otros».
31 Después que Judas salió, Jesús dijo:
«Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado
y Dios ha sido glorificado en él.
32 Si Dios ha sido glorificado en él, también
lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto.
33 Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me
buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos:
«A donde yo voy, ustedes no pueden venir».
34 Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros.
Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a
los otros.
Lectura del Santo Evangelio - Juan 13,31-33a.34-35
Gloria a Ti, Señor Jesús
Palabra de Dios
Ha llegado la hora de la suprema manifestación de Jesús. Es el momento de su glorificación. Jesús retorna al Padre. Se avecina la
muerte y, con ella, su exaltación. Comienzan las efusivas e íntimas revelaciones de Jesús a los suyos.
No son extraños, son amigos.
«Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros»
Con la traición de Judas comienza la Pasión y en ella el momento cumbre
de la revelación de Jesús como Hijo de Dios y Salvador nuestro.
Dan comienzo con el lavatorio de los pies. Es un acto de servicio. El gesto (signo) apunta a la muerte.
La muerte va a ser expresión de un servicio y de un amor sin límites (los amó hasta el extremo).
El Padre va a coronar su obra y en ella va a comunicar su gloria a todos los que beban de aquella viva fuente.
Jesús va al Padre, y el camino es ese: Pasión-Muerte-Resurrección.
La obra de Dios se va a llevar a buen término. Es Jesús que va a ser elevado y glorificado.
Hacia él van a concurrir todas las miradas del universo. Va a ser constituido
en poder y majestad, cuando su cuerpo exánime mane sangre y agua (eucaristía, bautismo).
La obra de Dios es una obra de amor. Jesús ha amado a los suyos hasta el extremo.
No cabe mayor amor. Los suyos deben continuar la obra: deben continuar ese servicio,
deben lavarse los pies unos a otros, deben cultivar el amor mutuo y sincero.
Este amor no debe tener fronteras, ni siquiera las que levanta la enemistad.
Esa es la señal, esa la encomienda; ese el distintivo y esa es su vida: amor recíproco y universal, como Cristo nos ha amado. Ahí su gloria,
ahí su poder; ahí glorificamos al Padre; ahí somos glorificados por él y en él.
Señor danos la gracia de amar como tú, siguiendo tu ejemplo que nace
del servicio y de la entrega desinteresada a los demás.
Gracias Señor por tu Palabra purificadora, que ilumina, alimenta, enriquece, alegra, consuela
y compromete.Concédenos vivir conforme a ella.
¿Quién no se llenará la admiración ante ti? Tú eres firme protección, refugio seguro, intercesión vigilante, salvación perenne, auxilio eficaz, socorro inmutable, sólida muralla, tesoro de delicias, paraíso irreprensible, fortaleza inexpugnable, trinchera protegida, fuerte torre de defensa, puerto de refugio en la tempestad, sosiego para los que están agitados, garantía de perdón para los pecadores, confianza de los desesperados, acogida de los exiliados, retorno de los desterrados, reconciliación de los enemistados, ayuda para los que han sido condenados, bendición de quienes han sufrido una maldición, rocío para la aridez del alma, gota de agua para la hierba marchita, pues, según está escrito, por medio de ti nuestros huesos florecerán como un prado.
Oración de San Germán
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