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Los enfoques conceptuales contemporáneos Ileana Cid Capetillo Antología Teoría de Relaciones Internacionales I Mtra. Ileana Cid Capetillo Mtra. Mayra López Díaz Mtra. Teresa Pérez Rodríguez 1 Los enfoques conceptuales contemporáneos: el marxismo Ileana Cid Capetillo Introducción Es menester, para los objetivos de este ensayo, ubicarnos de entrada en un planteamiento que nos parece importante aclarar: No pretendemos exponer el carácter del marxismo, en cuanto a los alcances de la teoría del conocimiento del materialismo histórico-dialéctico que le da sustento, sino en relación al lugar que se le ha pretendido asignar en los enfoques conceptuales contemporáneos de la disciplina de Relaciones Internacionales. La contextualización de nuestro escrito, en el sentido arriba señalado, nos obliga a hacer explícito el reconocimiento de que el esfuerzo por edificar una disciplina de carácter científico, se ha concentrado de manera destacada en los Estados Unidos de América, 1 por razones de carácter histórico que explican (aunque no justifican) que sea en las universidades norteamericanas en donde se producen las elaboraciones analíticas, los debates entre ellas y la memoria histórica, así como la periodización, propiamente disciplinaria. Esa realidad ha tenido, hasta muy recientemente, como consecuencia lógica “la marginación del marxismo de los debates teóricos” 2 pero, más aún, el desprecio casi absoluto” 3 y la negativa a reconocer la posibilidad de aplicación de esta corriente de pensamiento en el análisis de los procesos internacionales. 4 Sin embargo, esta situación, característica de una larga etapa de los estudios norteamericanos, afortunadamente, no ha sido compartida por los especialistas europeos, quienes sí reconocen la potencialidad explicativa del marxismo, la pertinencia de su Profesora y Coordinadora del Centro de Relaciones internacionales, de la FCPyS, UNAM. Texto tomado de Relaciones Internacionales , vol. XIV, núm. 53, CRI, FCPyS, UNAM, México, enero-abril, 1992, pp. 5-11. 1 Este hecho, que es comprobable empíricamente, también es reconocido como una limitante que ha impedido la exploración o desarrollo de otras metas metodológicas o incluso el avance en temas internacionales que nos son visualizados como importantes por las escuelas dominantes. Al respecto ver: Cuadra, Héctor. “La sociología internacional y la sociología latinoamericana. Un desencuentro analítico”, en Relaciones Internacionales, vol. XII, núm. 47, CRI, FCPyS, UNAM, México, enero-abril 1990.. 2 Para el análisis de esta problemática y sus causas, ver: Peña Guerrero, Roberto. “Ubicación del marxismo en el debate teórico de la disciplina de las relaciones internacionales”, en Relaciones Internacionales, vol. XIII, núm. 50, CRI, FCPyS, UNAM, México, enero-abril 1991, pp. 48-56. 3 John Vásquez, por ejemplo, plantea que las causas probables de esa situación se pueden encontrar en el sistema académico de premios y castigos, en las condiciones de la Guerra Fría que hacían más funcional, para los intereses norteamericanos, la propuesta de la realpolitik de Morgenthau; y, en la vinculación de la academia internacionalista norteamericana con los órganos de gobierno que manejan la política exterior de ese país. (Vásquez, John. El poder de la política del poder. Traducción, Ana Stellino. México Ed. Gernika, 1991, p. 179). 4 Como podemos notar en la crítica que hace Roberto Peña (op.cit.), una de las razones que con más frecuencia se argumenta es que ninguno de los fundadores del marxismo se preocupó por desarrollar una teoría de lo internacional. Karl I. Holsh, por ejemplo, afirma que Marx y Engels “(...) were understandebly more preocucupied with outlining ways to transform domestic societies than developing a systematic theory of international politics” (Holsty, K.J. The Dividing Discipline, Hegemony and Diversity in International Theory, Unwin Hyman, Boston, 1989, p.62.

Cid Capetillo, Los Enfoques Conceptuales

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Antología Teoría de Relaciones Internacionales I Mtra. Ileana Cid Capetillo

Mtra. Mayra López Díaz Mtra. Teresa Pérez Rodríguez

1

Los enfoques conceptuales contemporáneos: el marxismo

Ileana Cid Capetillo

Introducción

Es menester, para los objetivos de este ensayo, ubicarnos de entrada en un planteamiento que nos parece importante aclarar: No pretendemos exponer el carácter del marxismo, en cuanto a los alcances de la teoría del conocimiento del materialismo histórico-dialéctico que le da sustento, sino en relación al lugar que se le ha pretendido asignar en los enfoques conceptuales contemporáneos de la disciplina de Relaciones Internacionales.

La contextualización de nuestro escrito, en el sentido arriba señalado, nos obliga a hacer explícito el reconocimiento de que el esfuerzo por edificar una disciplina de carácter científico, se ha concentrado de manera destacada en los Estados Unidos de América,1 por razones de carácter histórico que explican (aunque no justifican) que sea en las universidades norteamericanas en donde se producen las elaboraciones analíticas, los debates entre ellas y la memoria histórica, así como la periodización, propiamente disciplinaria.

Esa realidad ha tenido, hasta muy recientemente, como consecuencia lógica “la marginación del marxismo de los debates teóricos”2 pero, más aún, el desprecio casi absoluto”3 y la negativa a reconocer la posibilidad de aplicación de esta corriente de pensamiento en el análisis de los procesos internacionales.4

Sin embargo, esta situación, característica de una larga etapa de los estudios norteamericanos, afortunadamente, no ha sido compartida por los especialistas europeos, quienes sí reconocen la potencialidad explicativa del marxismo, la pertinencia de su

Profesora y Coordinadora del Centro de Relaciones internacionales, de la FCPyS, UNAM.

Texto tomado de Relaciones Internacionales, vol. XIV, núm. 53, CRI, FCPyS, UNAM, México, enero-abril,

1992, pp. 5-11. 1 Este hecho, que es comprobable empíricamente, también es reconocido como una limitante que ha impedido

la exploración o desarrollo de otras metas metodológicas o incluso el avance en temas internacionales que nos

son visualizados como importantes por las escuelas dominantes. Al respecto ver: Cuadra, Héctor. “La

sociología internacional y la sociología latinoamericana. Un desencuentro analítico”, en Relaciones

Internacionales, vol. XII, núm. 47, CRI, FCPyS, UNAM, México, enero-abril 1990.. 2 Para el análisis de esta problemática y sus causas, ver: Peña Guerrero, Roberto. “Ubicación del marxismo en

el debate teórico de la disciplina de las relaciones internacionales”, en Relaciones Internacionales, vol. XIII,

núm. 50, CRI, FCPyS, UNAM, México, enero-abril 1991, pp. 48-56. 3 John Vásquez, por ejemplo, plantea que las causas probables de esa situación se pueden encontrar en el

sistema académico de premios y castigos, en las condiciones de la Guerra Fría que hacían más funcional, para

los intereses norteamericanos, la propuesta de la realpolitik de Morgenthau; y, en la vinculación de la

academia internacionalista norteamericana con los órganos de gobierno que manejan la política exterior de

ese país. (Vásquez, John. El poder de la política del poder. Traducción, Ana Stellino. México Ed. Gernika,

1991, p. 179). 4 Como podemos notar en la crítica que hace Roberto Peña (op.cit.), una de las razones que con más

frecuencia se argumenta es que ninguno de los fundadores del marxismo se preocupó por desarrollar una

teoría de lo internacional. Karl I. Holsh, por ejemplo, afirma que Marx y Engels “(...) were understandebly

more preocucupied with outlining ways to transform domestic societies than developing a systematic theory

of international politics” (Holsty, K.J. The Dividing Discipline, Hegemony and Diversity in International

Theory, Unwin Hyman, Boston, 1989, p.62.

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aplicación en el análisis de la problemática de lo internacional, así como la influencia que ha ejercido en la disciplina.5

Incluso, dentro de recientes escritos de la literatura anglo-sajona ya encontramos referencias al marxismo dentro de la polémica disciplinaria. Nos parece importante referirnos en detalle a dos libros que ejemplifican lo que estamos afirmando, primero porque ambos comparten la preocupación por hacer un recuento y un balance de la evolución de las relaciones internacionales; segundo, porque parten de la idea de que hay una hegemonía académica cuyos alcances requieren de una mayor explicación; y, tercero, porque son representativos de dos maneras diversas y hasta cierto grado antagónicas de enfocar al marxismo desde una perspectiva disciplinaria. 1. La exclusión del marxismo del paradigma disciplinario El profesor Karl J. Holsti, del Departamento de Ciencia Política de la University of British Columbia (Canadá), en su libro The Dividing Discipline, Hegemony and Diversity in International Theory, define su perspectiva de la siguiente manera:

Parto de la posición de que desde mediados del siglo XVII cuando fue organizado el sistema de Estados de Europa, ha habido un único paradigma que ha guiado el pensamiento en este campo. Este paradigma, en el cual el mundo es retratado como una anarquía (es decir fragmentación política) sin una autoridad superior que organice las actividades fundamentales de sus constituyentes esenciales –los Estados-nación- ha sostenido una larga tradición del trabajo filosófico y empírico que ha tenido como su preocupación central la explicación de por qué y cómo los Estados nación van a la guerra, conducen su diplomacia, edifican instituciones o costumbres que lleven a la paz, el orden, la estabilidad y cómo organizan el poder para alcanzar sus objetivos. Las principales visiones de Hobbes, Grocio, Rousseau, Morgenthau, Bull, Deutsch, y muchos otros han sido desarrolladas dentro de éste paradigma.6

No le resulta difícil al investigador, demostrar que las denominadas escuelas o corrientes de pensamiento dentro de la disciplina, a pesar de algunas diferencias de matices, han estado sujetas a la hegemonía del paradigma al cual le da el nombre de “tradicional”.

No podemos diferir de la validez de las conclusiones de Holsti, si nos ubicamos en el análisis positivista que desarrolla para comprobar su hipótesis. Él es consecuente con las premisas que establece para medir el contenido y la correspondencia de la disciplina de relaciones internacionales.7

Tales premisas son:

5 A título de ejemplo ver: Merle, Marcel, Sociología de las relaciones internacionales, traducción Roberto

Mesa, Madrid, Alianza Editorial, 1978, pp. 69-93; Mesa, Roberto, Teoría y práctica de relaciones

internacionales, Madrid, Ed. Taurus, 1980, pp. 151-178; Del Arenal, Celestino, Introducción a las relaciones

internacionales, Madrid, Ed. Tecnos, 1984, pp. 324-348; Korany Bahgat. “Una, dos, o cuatro. Las escuelas de

relaciones internacionales”, Etudes Internationales, vol. XV, núm. 4, December 1984, pp. 629-72,

Traducción, Pedro González, e Isabella Zozoaga (mimeógrafo). 6 Holsti, K. J. op. cit., p. VII (Traducción nuestra).

7 En el sentido anglo-sajón, claro está, pues como él mismo señala: “Casi todo de lo que nosotros llamamos

teoría internacional ha sido desarrollado por observadores de sólo dos países, Gran Bretaña y los Estados

Unidos”. (Idem, p. VII, subrayado nuestro).

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1) Las causas de la guerra y las condiciones de la paz/seguridad/orden; un problema subsidiario esencial es la naturaleza del poder;

2) Los actores esenciales y/o unidades de análisis; 3) Las imágenes del mundo/sistema/sociedad de Estados.8

El problema surge cuando el autor entra a medir (measure) el alcance del marxismo en términos de “como se relaciona con la enseñanza y la investigación en teoría y política internacional”.9

Por principio, el universo del marxismo, que es objeto de su análisis, está conformado por las aportaciones de los autores clásicos (Marx, Engels y Lenin) más las de Paul Baran, André Gunder Frank, Fernando Cardoso y Enzo Faletto, Samir Amin, Johan Galtung e Immanuel Wallerstein.

Cierto que se trata de un universo demasiado heterogéneo y de difícil comparación, pero para Holsti sólo hay un elemento que los diferencia y está relacionado con las imágenes del mundo que ellos manejan. Para los clásicos, las relaciones entre sociedades desarrolladas y subdesarrolladas se producen en un marco de “no suma cero”, puesto que la expansión del capitalismo facilita la creación de condiciones favorables para la revolución proletaria mundial, además de que lleva a regiones alejadas beneficios materiales; con lo que, tanto los países industrializados como las sociedades preindustriales, obtiene ganancias de diversa naturaleza. En cambio, el otro conjunto de autores, ubicados en una perspectiva neo-marxista, plantea la relación entre países pobres y ricos dentro de la caracterización de un juego de “suma-cero”; ésta sería la esencia de los análisis dependentistas y de la economía-mundo que señalan que el desarrollo de unos se levanta sobre el subdesarrollo de los otros.

Al pasar a la confrontación de las premisas básicas de las cuales parte Holsti, con el pensamiento marxista, dentro del objetivo general de dilucidar su aplicabilidad a la disciplina, los resultados son los siguientes:

1) Una vez que ha quedado claro que la naturaleza de las relaciones internacionales está dada por la dicotomía entre “paz y guerra” y que, por lo tanto, la tarea disciplinaria radica en dilucidar estos fenómenos, resulta que el marxismo, aunque importante e interesante, en virtud de que tiene otras preocupaciones, no constituye una aportación para comprender la esencia del fenómeno internacional:

El materialismo histórico, el método dialéctico y el análisis de clase fue relevante para estudiar las dinámicas de cambio en sociedades impactadas por la industrialización, pero aparte del colonialismo tenían poco para añadir a los escritos incisivos de Hobbes, Grocio, Rosseau y otros, cuando entraban al problema de la relación entre Estados. Eso no quiere decir que Marx y sus sucesores se desinteresaron por los problemas de la guerra y la paz; pero sus afirmaciones estaban expuestas a retos en numerosos terrenos, el no menos importante de los cuales es que ellos mismos no pudieron aclarar sus propias ideas en algunos temas fundamentales.10

8 Idem, p. 8.

9 Idem, p.63.

10 Idem, pp. 61-62.

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Así, para el enfoque tradicionalista, los personajes centrales en la escena son el militar y el diplomático, cuando para el marxismo los papeles principales son interpretados por el capital y el trabajo.

El neo-marxismo, a pesar de que difiere con el marxismo en algunas cuestiones, comparte con éste una preocupación de carácter moral en cuanto a la explotación. De modo que tampoco este enfoque responde a los requerimientos disciplinarios:

La problemática del nuevo paradigma neo-marxista [sic] son las causas de la desigualdad/explotación y las condiciones para la igualdad, y en algunas versiones, para la autonomía política y económica. Como ya hemos argumentado, la cuestión de guerra y la paz es sólo de interés periférico, mientras que en el tema del orden hay una incompatibilidad fundamental entre la tradición clásica y el paradigma neo-marxista.11

2) En referencia a los actores básicos de las relaciones internacionales, hay una

abierta oposición entre el enfoque tradicional y el marxista, puesto que para el primero no hay margen de duda en la creencia de que es el Estado el que desarrolla las relaciones político-militares, de poder y guerra, y es él, el que establece o busca las condiciones para el mantenimiento de la paz.

Pero para el marxismo, el Estado es el actor derivado, no primario: “(...) los actores reales aquellos que promueven el cambio y afectan las vidas del pueblo (no exactamente los diplomáticos y los guerreros) son las clases y diversas asociaciones trasnacionales con bases clasistas”.12

La crítica que hace Holsti tiene dos vertientes. Primero señala, erróneamente, que para esta corriente las actores se desenvuelven en un escenario predeterminado, en el cual los papeles son fijos y están delineados por la totalidad del sistema, con lo que parecería que cada actor individual carece de autonomía y está imposibilitado para desarrollar acciones en busca de un cambio de su status. En segundo término plantea (y aquí debemos reconocer que no carece de razón) que, aunque los autores neo-marxistas insisten en el carácter protagónico primario de las clases sociales, en sus estudios empíricos han sido incapaces de trascender la visión estatocéntrica.

En conclusión, con tal perspectiva este paradigma no ha demostrado que “(...) pueda arrojar luz sobre las cuestiones tradicionales de la teoría internacional”.13

3) La forma como el paradigma neo-marxista, según Holsti, visualiza al mundo es a partir de una unidad económica, en la cual no parece haber cabida para formas precapitalistas (es obvio que el autor no encontró en sus manuales el concepto de formación económico social); pero, además, en virtud de que hay una determinación del sistema mundial, se ha privilegiado el análisis de este conjunto descuidando la historia de unidades sociales particulares.

Por otra parte, como ya se ha señalado, el enfoque del neo-marxismo ve las relaciones internacionales en términos de “suma-cero”, con lo que cae en una postura profundamente pesimista: “En otras palabras, las estructuras internacionales del sistema capitalista mundial no pueden, a través de los procesos económicos ordinarios, volverse

11

Idem, pp. 65-66. 12

Idem. P. 69. 13

Idem, p. 69.

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más igualitarias”,14 pues, supuestamente, el cambio en las unidades individuales requiere previamente “(...) la destrucción del sistema capitalista mundial y su reemplazo por un socialismo global”.15

Después de confrontar la perspectiva marxista y neo-marxista con las tres premisas básicas de la disciplina, el profesor canadiense señala que:

La única conclusión que puedo derivar de la revisión de las dos literaturas, es que no es posible, y probablemente tampoco deseable, llegar a una síntesis. Es suficiente que los seguidores de las dos escuelas (la tradicional y neo-marxista), conozcan la existencia una de la otra y que ocasionalmente intercambien puntos de vista (...) La razón principal para tomar esta posición es que los dos paradigmas están interesados en problemas fundamentalmente diferentes, uno en la paz, la guerra y el orden, y el otro con la desigualdad, la explotación y la igualdad.16

El estudio que hemos venido reseñando es típicamente representativo de lo difícil que resulta a una mentalidad positiva entender el marxismo. Pero, por otra parte también demuestra que un conjunto de verdades dichas a medias, sacadas de su contexto y desvinculadas de los conceptos que explican su complejidad, puede conducir al estudioso de la disciplina a las conclusiones que más convienen al paradigma dominante.

Fernando H. Cardoso en respuesta a las “críticas” positivistas de la teoría de la dependencia, afirma algo que, autores más, autores menos, es aplicable a los razonamientos de Holsti:

Se toman los trabajos más generales y más formales de Frank, como si ellos reflejaran lo mejor de su obra, se añade la definición formal de la dependencia dada por Theotonio Dos Santos, se completa esta problemática con la del subimperialismo y la de la marginalidad, se suman una o dos citas embrolladas de mis trabajos o de los de Sunkel y se obtiene „la teoría de la dependencia‟ Títere fácil de destruir.17

Ahora, para completar la receta y desacreditar al marxismo, e incluso al neo-marxismo (en sus vertientes de las teorías de la dependencia, del imperialismo y el sistema-mundo), todavía queda el recurso de pretender demostrar la inviabilidad práctica de esta doctrina, ampliamente demostrada con el “fracaso histórico de los llamados países socialistas”. Este argumento no es totalmente novedoso, sus raíces se encuentran en la identificación mecánica entre marxismo y política exterior de los países socialistas,18 aunque

14

Idem, p. 72. 15

Idem, p. 73. 16

Holsti, además dice que: “No hay más razón que buscar la síntesis entre estos dos tópicos, que la que pueda

haber para un investigador dental en integrar su trabajo con alguien que haga investigación sobre cáncer de

colon” (Idem, p. 74). 17

Cardoso, Fernando H. “Les Etats-Unies et la Théorie de la Depéndance”, Tiers Monde, núm. 68, octubre-

diciembre 1976, p. 815. El subrayado es nuestro. 18

Para la explicación del manejo de esta falacia, ver: Del Arenal, Celestino op. cit., p. 324 y Peña Guerrero,

Roberto, op. cit., pp. 50 y 51.

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obviamente los acontecimientos de los últimos años han producido en occidente una posición triunfalista19 que lo ha renovado. 2. El marxismo como alternativa al paradigma del realismo político Una propuesta, más inteligente y fresca, nos parece que es la que plantea John A. Vásquez en su libro El poder de la política del poder, que fue elaborado primero como tesis doctoral.

El propósito de este autor radica en demostrar que el realismo político tal como fue sintetizado por Hans J. Morgenthau,20 se ha constituido en el paradigma hegemónico de nuestra disciplina. Para alcanzar ese objetivo, desarrolla y aplica una metodología cuantitativa y de análisis de contenido que es expuesta en todos sus detalles.

Hay una diferencia que puede parecer sutil, pero que para nosotros es importante, entre el estudio de que ahora nos ocupa y el elaborado por Holsti, puesto que Vásquez plantea al realismo político como un paradigma de la disciplina (antecedido por el paradigma idealista) y, por tanto, la confrontación que hace de las diferentes teorías respecto de los elementos centrales del paradigma, no tiene como objetivo calificar su aplicabilidad disciplinaria sino precisamente su pertinencia o adecuación dentro de un paradigma particular de esta disciplina. Mientras que Holsti hace una identificación entre paradigma y objeto de estudio, por lo que la inadecuación de una teoría se produce respecto al paradigma, y por lo tanto, respecto a la disciplina.

Las premisas centrales del paradigma realista, deducidas de los planteamientos de Morgenthau, según Vásquez son:

1. Los estados-nación, o quienes toman las decisiones, son los actores más importantes para entender las relaciones internacionales.

2. Hay una marcada diferencia entre la política interna y la internacional. 3. Las relaciones internacionales constituyen una lucha por el poder y por la paz.

Comprender cómo y por qué ocurre la lucha y sugerir formas para regularla, es el propósito de la disciplina. Toda investigación que no esté por lo menos dirigida a este propósito es trivial.21

La confrontación de estas premisas con el marxismo es breve, debido a que la

conclusión es contundente:

Fuera de los Estados Unidos, la principal alternativa al realismo ha sido el marxismo. Este paradigma rechaza los tres supuestos del paradigma realista. No considera que la nación sea la unidad más importante de análisis, sino que se enfoca a las clases sociales como actores clave (...) Piensa que la nación es un concepto desarrollado por la clase gobernante para confundir y distorsionar la percepción de las demás (...) Finalmente, el paradigma marxista

19

El doctor Edmundo Hernández-Vela S. advierte sobre los riesgos de dicho triunfalismo y ubica las

transformaciones en las URSS y en Europa Central y Oriente en un complejo de problemas más amplio. Ver:

Hernández Vela S., Edmundo “La encrucijada europea y la seguridad mundial” en Relaciones

Internacionales, vol. XII, núm. 49, CRI, FCPyS, UNAM, México, septiembre-diciembre 1990, pp.9-23. 20

La edición más reciente en español es Morgenthau. Hans J. Política entre las naciones, la lucha por el

poder y la paz, 6ª. ed. revisada por Kenneth W. Thompson, traducción Herbert W. Olivera, GEL, Buenos

Aires, 1986, pp. 718. 21

Vásquez, John, A. op. cit., p. 39.

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no comparte con el realista la preocupación de la lucha por el poder entre Estados. Más bien, las cuestiones importantes son las que se refieren a la forma y los medios de producción y a la relación de las clases sociales con ellos (...) Toda investigación que no esté por lo menos indirectamente relacionada con este punto es trivial para el paradigma marxista.22

A continuación el autor pasa a identificar las áreas de investigación que han sido influenciadas por el marxismo, las más de las cuales no son disciplinarias sino afines a las relaciones internacionales:

1. Estudios de carácter general sobre el comportamiento del capitalismo. 2. Los análisis de los historiadores revisionistas norteamericanos. 3. Las investigaciones sobre el imperialismo. 4. Textos sobre temas propiamente de relaciones internacionales, si bien no

expresamente norteamericanos. 5. Estudios sobre la guerra, motivados por el impacto del “trauma de Vietnam” y la

política exterior norteamericana. 6. De manera destacada, los análisis sobre dependencia, que por cierto tuvieron

impacto por la problemática planteada y dieron pie a algunos intentos por verificar y comprobar cuantitativamente el fenómeno.23

Sin embargo, la conclusión de Vásquez es que, en términos generales, dentro de los

estudios disciplinarios ha habido un abierto rechazo al marxismo, provocado por causas que ya vimos antes, que no tienen que ver con el desconocimiento o refutación científica sino con posturas ideológicas antagónicas.

Esta negligencia por parte de los científicos estadounidenses ante la mayor alternativa que se presentaba al realismo en los cincuenta y sesenta, apoya, más que invalidar la proposición. En realidad, Kuhn (...) afirma que la existencia de un paradigma alternativo de importancia, y de investigadores que trabajan en el mismo, será ignorada por los miembros de un campo, sobre la base de que los otros investigadores no están dentro del campo. 24

3. El marxismo en el análisis de relaciones internacionales Para iniciar este tercero y último apartado es necesario puntualizar que, como bien señala Holsti, ni el marxismo ni ninguna de las corrientes que de él se derivan, han tenido pretensiones disciplinarias “(...) ello no implica soslayar su presencia y aportaciones científicas al desarrollo epistemológico de la disciplina de las relaciones internacionales. De hecho, el marxismo, en cuanto a teoría y metodología, ha creado un nuevo paradigma en el estudio de la sociedad internacional, ya que desde el primer momento rompió con la

22

Idem, p. 177. 23

Los ejemplos interesantes sobre estos esfuerzos son: Sylvan, David; Snidal, Duncal; Russet, Bruce y

Jackson, Steven, “Penetración y distorsión económica en las economías periféricas”, en Relaciones

Internacionales, vol. XI, núm. 33-34, CRI, FCPyS, UNAM, México, julio-diciembre 1984, pp. 67-97, y,

Ferris, Elizabeth G. “Aplicaciones norteamericanas de la teoría de la dependencia” en idem, pp. 99-118. 24

Idem, p. 181.

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visión tradicional de las concepciones estatocéntricas y hobbsiana del estado de naturaleza, que sustentan los enfoques teóricos anglosajones”.25

Aún, siendo más radicales, debemos reconocer que el marxismo no podía aceptar participar en una discusión sobre la presencia de paradigmas en la ciencia ni siquiera verse a sí mismo como un paradigma, porque la noción que explica la postura que se asume ante la realidad es la de “concepción del mundo” (Weltanschaung) que va más allá de una simple manera de percibir y aprehender esa realidad.

La concepción del mundo está íntimamente relacionada con la problemática de la práctica que ejerce el hombre –entendido como ser social- y que le permite relacionarse con la naturaleza y con la sociedad, transformando la primera y edificando la segunda, al mismo tiempo que trasforma y edifica su propio ser. Así, el marxismo tiene como base fundamental la filosofía de la praxis, puesto que “(...) la realidad sensible sólo puede ser pensada en sí misma envuelta en la actividad humana „práctico-crítica‟, en la praxis como esfera unitaria del pensamiento y de la acción práctica”.26

Esa realidad es percibida en su real articulación a través de la categoría de totalidad, que alude a su contextura estructural, al mismo tiempo que al esfuerzo intelectual por reconstruirla.

La conjunción de la filosofía de la praxis y la visión totalizadora de la realidad, dan sustento a la teoría de la historia (como ciencia social única):

Uno se pregunta si la filosofía de la praxis no es, precisamente, una teoría de la historia y la respuesta es que sí; pero por esto no pueden separarse de la historia, la política y la economía, ni siquiera en las fases especializadas de ciencia y arte de la política y de ciencia y arte económicas. Es decir después de haber llevado a cabo la tarea principal en la parte filosófica general –que es la filosofía de la praxis propiamente dicha: la ciencia de la dialéctica o gnoseología, en la que se anudan en unidad orgánica los conceptos generales de la historia, de la política, de la economía (...)27

De aquí, debemos deducir que si la realidad social es única, la ciencia social también lo es. La disgregación de sus partes en conjuntos aislados, e incluso inconexos, es responsabilidad del positivismo, que insiste en identificar realidades específicas de carácter “económico”, “político”, “histórico” o “social”, y que dio pauta al surgimiento de ciencias particulares: Economía, Politología, Historia, Sociología, etc.28

25

Peña Guerrero, Roberto, op. cit., p. 54. 26

Fernández Santos, Francisco, “Marxismo como filosofía”, en Korsch, Karl, et al, La filosofía del marxismo,

distribuidora Baires. Col. Papeles políticos, Buenos Aires, 1974, p. 15.

Para una mayor comprensión de la complejidad de este importante sustento filosófico del marxismo, ver

Sánchez Vázquez, Adolfo, Filosofía de la praxis, México, Ed. Grijalbo, 1972, 383 pp. 27

Gramsci, Antonio, La política y el estado moderno, traducción Jordi Solé-Tura, Barcelona, ed. Península,

1971, p.99. 28

No desechemos la división de las disciplinas puesto que ésta permite avanzar en el conocimiento y la

explicación sistemáticos de diferentes fenómenos, pero es importante hacer explícito que tal división no

corresponde con la realidad que es, al mismo tiempo, política, social, histórica, etc. Esto obviamente no es

reconocido por el positivismo en ciencias sociales y, aún, en relaciones internacionales.

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La perspectiva de la realidad como totalidad le brinda a la disciplina una rica veta y asidero para la determinación de su objeto de estudio, superando la discusión de si las relaciones internacionales son un área de la Sociología o de la Política. Como señala Roberto Peña: “No cabe duda de que las relaciones internacionales son un fenómeno social, y que el análisis de éstas se debe llevar a cabo, en un primer momento, a partir de las relaciones económicas y su vinculación con los intereses de clase en un momento histórico determinado. Esto nos permite, en un segundo momento, comprender las formas superestructurales que adquieran las relaciones internacionales políticas, jurídicas, ideológicas y hasta militares en un periodo histórico concreto”.29

Asimismo, esta visión contribuye a dilucidar una discusión que ha producido no pocos dolores de cabeza a los especialistas de relaciones internacionales, quienes no han podido llegar a una conclusión sobre la manera en que se vinculan lo “interno” y lo “externo” o sea, lo “nacional” y lo “internacional”, incluso muchos de esos especialistas continúan discerniendo sobre si existe o no tal vinculación.

En este punto es muy enriquecedora la argumentación que presenta Gramsci:

(...) según la filosofía de la praxis (en su manifestación política) (...) la situación internacional debe considerarse en su aspecto nacional. La correlación „nacional‟ es realmente el resultado de una combinación „original‟, única (en cierto sentido), debe comprenderse y concebirse en esta originalidad y unicidad si se quiere dominar y dirigir. Es cierto que el desarrollo tiende hacia el internacionalismo, pero el punto de partida es „nacional‟ y en este punto de partida hay que tomar pie. Pero la perspectiva es internacional y no puede dejar de serlo. Por tanto se debe estudiar exactamente la combinación de fuerzas nacionales que la clase internacional deberá dirigir y desarrollar según la perspectiva y las directrices internacionales.30

No es nuestro objetivo, ni podemos hacerlo por razones de espacio, profundizar aquí en toda la problemática que entraña la aplicación del marxismo. Existe una bibliografía muy amplia que da cuenta de las aportaciones potenciales y reales que esta concepción puede brindar y ha brindado para una comprensión más amplia de lo internacional.

Partimos del reconocimiento que la realidad que constituye nuestro objeto de estudio es compleja, posee múltiples determinaciones, es dinámica y cambiante por naturaleza y, en consecuencia, la aprehensión y la explicación que de ella se hace es un proceso en constante evolución que requiere de una perpetua revisión.

El marxismo, en este sentido, debe afrontar el reto de adoptar una visión autocrítica que lo conduzca a superar posibles obsolescencias y recrear la “imaginación sociológica” en busca de explicaciones que respondan a la estructura y al relacionamiento del capitalismo internacional actual.

Como ya lo señaló Víctor Batta: “Tal vez la responsabilidad más apremiante de los marxistas contemporáneos sea identificar las principales debilidades teóricas del marxismo clásico, explicar sus razones históricas y teóricas y, lo principal, proponer remedios.

A nuestro juicio, esta ruta de trabajo puede centrarse, por una parte, en una revisión crítica del pensamiento marxista clásico y contemporáneo y, por la otra, en la discusión

29

Peña Guerrero, Roberto, op. cit., pp. 55-56. 30

Garmsci, Antonio, op. cit., p. 169.

Page 10: Cid Capetillo, Los Enfoques Conceptuales

Los enfoques conceptuales contemporáneos Ileana Cid Capetillo

Antología Teoría de Relaciones Internacionales I Mtra. Ileana Cid Capetillo

Mtra. Mayra López Díaz Mtra. Teresa Pérez Rodríguez

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sobre las principales cuestiones internacionales a las que debe dar respuesta la concepción marxista de la sociedad.”31

31

Batta Fonseca, Víctor, “Marxismo y cuestión internacional” en Relaciones Internacionales, vol. XI, núm.

31, CRI, FCPyS, UNAM, México, enero-marzo 1984, p.79.