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CIENCIA A LA SOMBRA DEL VATICANO  John Heilbron Universidad de Oxford Podemos interpretar la expresión «ciencia y religión» de dos formas princi- pales. Una es ins titucional: la relación entre las iglesias estableci das, con sus doctrinas, políticas y jerarquías, por un lado, y la búsqueda organizada de conocimiento histórico o natural, con su propio conjunto de autoridades, por otro lado. La segunda i nterpretación es pe rsonal o psicológic a: la rela- ción entre las exigencias de la ciencia y las reivindicaciones de la fe en las mentes de los individuos. La relación institucional está siempre, y debe estar, en conflicto potencial, ya que las iglesias estable cidas y la ciencia orga- nizada deben lealtad a diferentes autoridades y creencias. Los individuos, sin embargo, pueden disminuir el conflicto potencial y a menudo anularlo por medio de la adaptación, la parcelación, el disimulo o la nesciencia. La última estrategia niega que los seres humanos puedan resolver los profun- dos misterios y contradicciones de nuestra existencia y de la Naturaleza y permite a la persona de fe y ciencia perseguir ambas con la seguridad de que en la inescrutable mente de Dios toda verdad es una. Nesciencia no es escep- ticismo. Puede apoyar el compromiso abierto y entusiasta con una teoría como la más fiel y verdadera representación disponible de los hechos de la experiencia. No sitúa todas las representaciones en el nivel de meras hipó- tesis, más o menos adecuadas, pero en todo caso equivalentes. En esta ponencia analizaré cómo tres hombres de fe y ciencia se adapta- ron al conflicto entre la religión establecida (la Iglesia Católica Romana) y la libertad académica (la República de las Letras). Aunque mis protagonis- tas son poco conocidos hoy en día, todos tenían en su tiempo reputación internacional, es decir europea, como sabios. El más antiguo, Geminiano

Ciencia a La Sombra Del Vaticano

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  • CIENCIA A LA SOMBRA DEL VATICANO

    John HeilbronUniversidad de Oxford

    Podemos interpretar la expresin ciencia y religin de dos formas princi-pales. Una es institucional: la relacin entre las iglesias establecidas, con susdoctrinas, polticas y jerarquas, por un lado, y la bsqueda organizada deconocimiento histrico o natural, con su propio conjunto de autoridades,por otro lado. La segunda interpretacin es personal o psicolgica: la rela-cin entre las exigencias de la ciencia y las reivindicaciones de la fe en lasmentes de los individuos. La relacin institucional est siempre, y debeestar, en conflicto potencial, ya que las iglesias establecidas y la ciencia orga-nizada deben lealtad a diferentes autoridades y creencias. Los individuos,sin embargo, pueden disminuir el conflicto potencial y a menudo anularlopor medio de la adaptacin, la parcelacin, el disimulo o la nesciencia. Laltima estrategia niega que los seres humanos puedan resolver los profun-dos misterios y contradicciones de nuestra existencia y de la Naturaleza ypermite a la persona de fe y ciencia perseguir ambas con la seguridad de queen la inescrutable mente de Dios toda verdad es una. Nesciencia no es escep-ticismo. Puede apoyar el compromiso abierto y entusiasta con una teoracomo la ms fiel y verdadera representacin disponible de los hechos de laexperiencia. No sita todas las representaciones en el nivel de meras hip-tesis, ms o menos adecuadas, pero en todo caso equivalentes.

    En esta ponencia analizar cmo tres hombres de fe y ciencia se adapta-ron al conflicto entre la religin establecida (la Iglesia Catlica Romana) yla libertad acadmica (la Repblica de las Letras). Aunque mis protagonis-tas son poco conocidos hoy en da, todos tenan en su tiempo reputacininternacional, es decir europea, como sabios. El ms antiguo, Geminiano

  • Montanari, naci en 1633; el ms joven, Lodovico Antonio Muratori,muri en 1750; de ah que sus carreras combinadas abarcan un siglo, desdeaproximadamente 1650 a 1750, un periodo especialmente interesante en loque respecta a la relacin entre la Iglesia Catlica y la Repblica de lasLetras. El tercer hombre de la historia, Francesco Bianchini (1663-1729),era el estudiante y discpulo favorito de Montanari, y, durante un tiempo,el modelo de conducta de Muratori. Los tres eran cristianos devotos. Enesto Bianchini tambin ocupaba una posicin intermedia. Educado en elColegio jesuita de Bolonia y luego en la Universidad de Padua, recibi rde-nes menores y comenz su carrera como bibliotecario. Muratori, educadopor los Benedictinos, se hizo cura y pas su vida como archivista y erudito(letterato). Montanari estudi en el extranjero, regres para ejercer comoprofesor universitario y sigui siendo seglar.

    Sera un error limitar la ciencia durante el siglo 1650-1750 al estudio de laNaturaleza. En ese momento las ciencias histricas experimentaron una revo-lucin, tanto en el mtodo como en el contenido, no menos importante que lade las ciencias naturales. sta revolucin tuvo mayor inters para el mundoromano que la ms familiar de la ciencia, ya que estimul la arqueologa y cri-tic la historia transmitida de la Iglesia primitiva. Todos nuestros protagonis-tas mostraron inters en la historia, as como en la ciencia natural. Montanarifue principalmente astrnomo y filsofo natural; Muratori predominantemen-te historiador; Bianchini, astrnomo, historiador y arquelogo. En medio otravez, o ms bien en el centro, Bianchini trabaj en Roma, patrocinado porvarios papas, mientras que Muratori desarroll su carrera en Modena al ser-vicio del duque local y Montanari en las universidades de Bolonia y Padua. Porestas razones, su posicin intermedia en el tiempo y en el tema y su posicincentral en el espacio catlico, la vida y trabajo de Bianchini proporcionan unagua excelente de la ciencia a la sombra del Vaticano.

    Bianchini aprendi de Montanari que un catlico devoto poda cultivarciencia natural moderna, aunque a costa de afirmar algunos principios y enfo-ques proscritos por su iglesia. Esa afirmacin se haca porque se admita laincomprensibilidad final de todo. La nesciencia o agnosticismo de Montanariprest buen servicio a Bianchini antes de establecerse definitivamente en Romaen 1688. Luego tambin le result til a veces practicar el disimulo (tratar unaidea como verdadera mientras se deniega su aceptacin), la adaptacin (des-cartar pasajes bblicos inadecuados sobre fenmenos naturales como simplifi-caciones dirigidas a hebreos incultos) y la parcelacin (ignorar los conflictos).Estas estrategias y el riguroso cumplimiento de sus deberes como dicono ycristiano ayudaron a proteger la ciencia de Bianchini de la censura, para la cuall mismo trabaj espordicamente como asesor. Saba cmo tratar con elmundo romano, un poco santo, y todo un cortesano.1

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    1 Carta de Enrico Noris a Antonio Magliabecchi, 7 de junio de 1698, citada en Heilbron,Sun (1999), 154; para el cattolico illuminato protegido por su devocin, ver Ferrone, Giorn.crit. fil. Ital., 61 (1983), 4, y Roots (1995), 62.

  • 1. Preparacin

    El profesor de matemticas de Bianchini en la escuela jesuita de Bolonia eraGiuseppe Ferroni, un simpatizante de Galileo silenciado por los mandatosde su Orden: ensear slo Aristteles en filosofa y respetar los edictos dela Inquisicin contra Coprnico. La mordaza no silenci a Ferroni del todo,que ense a Bianchini el sistema copernicano y el excelente arte del disi-mulo. Bianchini estaba impresionado y quiso entrar en la Compaa. Perosu padre, al considerarlo muy joven para tomar tal decisin, lo envi aPadua, la ciudad universitaria de Venecia, donde encontr un enfoque total-mente distinto sobre el conocimiento natural.

    Disimulo

    Cuando Bianchini ingres en su colegio, los jesuitas enseaban el heliocen-trismo como una hiptesis que contradeca la verdad establecida por laInquisicin, aunque, sin embargo, til para describir los movimientos de losplanetas. Preferan el sistema ticnico, en el cual los planetas giran alrede-dor del sol y el sol alrededor de la tierra. En aquel entonces, digamos hacia1670, ninguna persona culta aceptaba la visin geocntrica de Ptolomeocomo una representacin satisfactoria del movimiento planetario; el descu-brimiento y explicacin por Galileo de las fases de Venus haba limitado laaplicacin til de la astronoma geocntrica al sol, la luna y las estrellas.2

    Ferroni no estaba satisfecho con el ficcionalismo jesuita. Para manifestar sufrustracin escribi un debate protagonizado por el joven y brillante Bian-chini y un compaero de estudios que se hizo jesuita.3

    Adimento, es decir, Bianchini, inicia el debate observando que la libertadcon la que Coprnico haba hablado de su mundo heliocntrico, apoyadopor varios obispos y un Papa, ya no exista. Otros exgetas expertos hab-an descubierto desde entonces que las Sagradas Escrituras slo hablanmuy claramente del reposo de la Tierra y del movimiento del Sol. Silvioresponde que prefiere la ficcin al hecho y a Coprnico a todos los dems.Adimento le recuerda el peligro de la doctrina. Silvio admite que ha jugadocon la idea del heliocentrismo slo para desarrollar un argumento decisivoen su contra. Adimento afirma haber hecho lo mismo. Los dos aprendicesde astrnomo proporcionan una descripcin clara y detallada del sistemaque se proponen echar por tierra. Sus novedosos argumentos consistanen variaciones de objeciones fsicas convencionales que, como saba todapersona culta, no podan ni anular a Coprnico ni demostrar a Tycho.Ferroni comprenda bien la cuestin. Su dilogo era un ejemplo de disimu-

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    2 Heilbron, en McMullin, Church (2005), 291-8.3 Ferroni, Dialogo (1680).

  • lo. Enseaba la teora de Coprnico al tiempo que pareca apoyar la prohi-bicin en su contra y aclaraba las consecuencias negativas de declarar elheliocentrismo errneo mediante los argumentos necios formulados por susbrillantes estudiantes. De qu otro modo protestar? Como el propio Ferro-ni explic al ltimo discpulo de Galileo, Vincenzo Viviani, apenas podaescribir abiertamente sobre astronoma o filosofa natural con las cadenasde Aristteles rodeando sus pies.4

    Bianchini utilizara la concepcin copernicana en buena parte de su tra-bajo astronmico. Al principio, no expres su opinin al respecto, en parteporque public pocas de sus primeras observaciones y no encontr ningu-na razn para inquietar al mundo con sus creencias sobre asuntos contro-vertidos. Uno de los primeros trabajos que public fue la descripcin sim-plificada de un mtodo para determinar paralajes planetarios inventado porGian Domenico Cassini. La descripcin no menciona sistemas del mundo,pero en las notas que aparecen en su manuscrito, Bianchini daba como unacaracterstica importante del mtodo que no se basaba en el heliocentris-mo.5 Sin embargo, lleg a pensar en trminos copernicanos de una formatan natural que cuando era mayor, en un momento de descuido, comentque tuvo que interrumpir sus observaciones de Venus porque la rotacinde la tierra lo trasladaba a una parte del cielo oscurecido [por un edificio].Public estas observaciones en 1728 con un anlisis que situaba a la Tierra,al igual que a Venus, alrededor del Sol. An segua disimulando: habaempleado el sistema prohibido nicamente por conveniencia, deca, ya quelos mismos diagramas habran sido un 75 por ciento mayores si se presen-taran en la misma escala del sistema de Tycho. Por este subterfugio trans-parente fue elogiado por la censura y censurado por el secretario de la Aca-dmie Royale des Sciences de Pars, de la cual era un miembro extranjero.Pero aunque Bianchini esconda su visin del mundo en pblico, la promo-va con cuidado en privado. Trabajaba entre bastidores para promulgarlos Principia de Newton y para buscar el paralaje estelar que, segn todoslos astrnomos, podra, si se lo encontrara, destruir las alternativas al siste-ma copernicano.6 No obstante, no hara campaa, ni siquiera en privado, afavor de la abolicin de la censura del heliocentrismo. Tampoco se aprove-chara de su familiaridad con Clemente XI (1700-21) para intentar liberara los estudiosos (letterati) de Italia de como su amigo Leibniz le manifes-t las cadenas que en la ciencia, y especialmente en la astronoma, lesatan al suelo.7

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    4 Ferroni a Viviani, ca. 1683, y 12 de mayo 1672, en Torrini, Physis, 5 (1973), 414, 418.5 Bianchini, en Acta eruditorum, 1685, 470-8, y FB(V), cod. cccliv:v, ff. 87-92.6 Heilbron, en Kockel and Slch, Bianchini (2005), 77-82.7 Heilbron, Sun (1999), 197.

  • Nesciencia

    Aunque la principal rea de estudio de Bianchini en Padua era la teologa,sigui las clases y demostraciones de Montanari asiduamente. Enseabauna fisicomatemtica que se compona del experimentalismo de la Acca-demia del Cimento, la astronoma y mecnica de Galileo y una filosofa cor-puscular eclctica al estilo de Boyle. Montanari haba empezado a desarro-llar esta mezcla mientras ejerca como profesor en la Universidad de Bolo-nia, cuando por primera vez se ocup de la filosofa de aquel extravagan-te genio francs, Ren Descartes.8 Montanari se senta constreido enBolonia y, a pesar de su aficin a la controversia, se censur a s mismo pormiedo a que otros lo hicieran por l.9 En Padua poda ensear, escribir yganar proslitos con mayor libertad. Sin embargo, se tom la molestia deproteger el territorio que reivindicaba para la razn con una apologa quediferenciaba las verdades que la fsica tena como objetivo de las certezas dela fe.

    Bianchini se convirti en un misionero de esta causa. Sus primeros con-versos eran doctores (los Aletofili) de su ciudad natal a quienes asesoren la fundacin y gestin de una academia de experimentos. En 1687, elao de la muerte de Montanari, le dijo a los Aletofili que la filosofa natu-ral no tiene como finalidad definir la verdad objetiva, sino construir unmundo mental de conocimiento y comprensin. Este mundo mental pro-porcionaba un retrato, una descripcin sugerente y precisa del mundo fsi-co, en lugar de las caricaturas y quimeras de los aristotlicos. Un retrato delmundo acertado debe estar basado en los principios esquematizados de lanaturaleza, coloreado con demostraciones evidentes y expuesto en pblico,en el entendimiento de que pueda mejorarse conforme a cada justa exigen-cia de la experiencia.10 Aqu tenemos el manifiesto de la revolucin cien-tfica en una frase: conocimiento pblico, demostrado por experimentos yconstantemente enmendable a medida que la nueva experiencia requirierael perfeccionamiento de los principios y la revisin de las consecuencias. Elfilsofo natural debe tener total libertad para inventar sus principios. Utili-zando este derecho fundamental de la Repblica de Letras la filosofamoderna ha insistido en un enfoque de mnimos completamente destructi-vo para la filosofa escolstica. Pugna para reducir las causas de toda laexperiencia de los sentidos a unos pocos principios claros, concretamentefigura, cantidad y movimiento, que usa de la misma manera que los axio-mas en matemticas.11 Como consecuencia lgica, las Sagradas Escrituras,el dogma y el consenso unnime de los Padres de la Iglesia no tienen nada

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    8 Heilbron, en Acad. Ver., Mem. (en prensa).; Montanari, Acc. dei gelati, Prose (1671),301, y Forze (1684), 112.

    9 Heilbron, Sun (1999), 187.10 Bianchini, Nuova racc., 4 (1785), 4-5, 21.11 Ibid., 8-9.

  • que decir sobre ciencia y los pasajes bblicos que aparentemente guardanrelacin con ella deben ignorarse o interpretarse de una forma adaptativa.

    El filsofo natural reconoce que, puesto que su ciencia se fundamenta enla experiencia de los sentidos, contiene mucho de incertidumbre. Es ungrave error, cometido por muchos exponentes de la filosofa corpuscular, eincluso por el extravagante genio francs en su fuente original, caer en lafragua del capricho, donde filsofos descaminados imaginan los tamaosy formas de las partculas elementales. Al calcular la dilucin de la capa deplata que cubre un trozo de alambre de cobre cuando el alambre se alarga-ba, Montanari obtena un lmite superior para el tamao de las partculaselementales de plata; como era un buen filsofo, se detuvo en ese punto yno se dej tentar por conjeturas acerca de su verdadera forma y tamao.Tampoco dio la causa de su cohesin. Al igual que Borelli y Boyle, Monta-nari se contentaba con sugerir una causa mecnica verosmil, sin atrever-se [sin embargo] a llamarla verdadera. 12

    Bianchini finaliza su arenga con un tono asertivo, a menudo empleadopor los estudiosos de la poca, que para odos modernos suena nacionalis-ta. Coment que las investigaciones experimentales de Boyle, Redi y Mal-pighi, y los acertados mtodos de Galileo y Borelli haban dado al siglo XVIIun esquema de la naturaleza de fiar. Slo necesitamos completarlo, le dijoBianchini a sus compaeros Aletofili, e Italia volver a estar en la vanguar-dia. La historia est con nosotros. La filosofa trada a Italia por Pitgorasdesde Egipto y Grecia, y enterrada all con la repblica romana, apareci denuevo con el nacimiento de Galileo, y ahora est a punto de proporcionarinmortalidad al nombre de Italia.13 Este incongruente llamamiento al pres-tigio de la cultura italiana no pretenda suscitar sentimientos nacionalistasentre los estudiosos sino remitir los censores a los antepasados. Los hom-bres que escriban en italiano podan arreglrselas en la ciencia europea sila censura los dejaba tranquilos.

    Al igual que a quien una vez fue su amigo, Ferroni, a Montanari le gus-taba ensear por medio de dilogos redactados para sus alumnos. Bianchi-ni consider uno de ellos lo suficientemente importante como para publi-carlo tras la muerte de Montanari. Versaba sobre la gran cuestin de lanaturaleza del vaco. Los interlocutores son Galileo, Gassendi y Montana-ri. El ms joven introduce la escena:

    MONTANARI: Oh gran Galileo! Oh famoso Gassendi! He ledo la diatri-ba que, con razn, dirigs contra los filsofos que odian, como si de la pestese tratara, la frase no lo s. Qu puedo entonces decirle a mis alumnossobre el vaco en el tubo del barmetro y en el recipiente de una bomba deaire?GALILEO: Entiendes el infinito?

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    12 Ibid., 14-15, 18.13 Ibid., 36-7.

  • MONTANARI: Slo entiendo que no poseo el intelecto para entenderlo.GALILEO: Bravo!Has aprendido todo lo que puede entenderse sobre elinfinito.

    No se pueden encontrar soluciones satisfactorias para cuestiones como laexistencia y extensin del espacio o la naturaleza del vaco, ya que implicanla idea incomprensible de infinitud. No te inquietes por estas cuestiones,aconsej Galileo a su discpulo. Surgen de una indisciplinada ansia deconocimiento.14

    2. Adaptacin en Roma

    En Roma, adonde lleg para estudiar Derecho despus de licenciarse en teo-loga en Padua en 1684, Bianchini moder de nuevo su dedicacin a susestudios formales cultivando las ciencias naturales. Pas a formar parte dela Accademia fisicomatematica romana financiada por un miembro de lacuria, Monseor Giovanni Giusti Ciampini. All conoci a algunos desta-cados estudiosos extranjeros, en particular a Jean Mabillon, una autoridadeuropea en la autenticidad de manuscritos histricos, y a Leibniz, quienaprovech la oportunidad de su visita a Italia en 1689-90 para intentar con-vencer a los altos cargos eclesisticos de que, debido a que el movimiento esrelativo y a las conveniencias de los sistemas cosmolgicos, todos los ban-dos en la disputa heliocntrica eran correctos e incorrectos al mismo tiem-po. Sin duda Bianchini consideraba favorablemente este agnosticismo ire-nista. Entonces an sostena la filosofa de Montanari. Probablemente haciala poca de la visita de Leibniz redact un dilogo sobre la teora corpus-cular de Montanari sobre los fluidos y otro sobre la forma en la que el soni-do viaja en el aire y en el vaco.15 Puede que estuviera demasiado cerca-no al hereje Leibniz y al censurado corpuscularismo para el gusto roma-no. Circulaban rumores de que tena tendencia al libertinaje.16 Quizs poresta razn, as como por consideraciones profesionales, desvi su atencinde los temas de Montanari a otro campo de trabajo bastante diferente: eru-dicin, historia, arqueologa.

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    14 Montanari, en Altieri y Biagi, Scienziati (1980), 525, 528-32, 535.15 BP(V), cod. cccliv:8, ff. 177r-205v, y cod. cdxxxviiic:20, ff. 475-8.16 Robinet, Nouv. rep. lett., 1991:2, 18, y Iter (1988), 54-62, 81-118.

  • La Fsica matemtica romana

    La figura dominante de la Accademia fisicomatematica en la dcada de1680, adems de Ciampini, era Francesco Eschinardi, profesor de matem-ticas en el jesuita Collegio Romano. En 1680 Eschinardi public una rela-cin de experimentos, muchos de los cuales dise y analiz, llevados acabo en las reuniones de Ciampini. Comienza osadamente corrigiendo unade las proposiciones de Galileo sobre palancas.17 Sin embargo, Eschinardisigui las sugerencias de Galileo sobre Mecnica en la mayora de aspectos,incluyendo la cinemtica de la cada libre y el movimiento de proyectiles.18

    Despleg su maliciosa tctica de aumentar los errores insignificantes deGalileo al tiempo que utilizaba los principales resultados de Consideracio-nes y demostraciones matemticas sobre dos ciencias nuevas relacionadascon la mecnica en muchas otras ocasiones. Su compaero de Orden y deAcademia Antonio Baldigiani, S.J., a veces se le una en esta campaa peyo-rativa y una vez (en una reunin en marzo de 1678) declar que no vea nin-gn motivo para abandonar los principios de filosofa natural de Aristte-les.19 De este modo los jesuitas trataban de separar el atomismo y el cor-puscularismo, con su peligroso sabor a materialismo, de la fisicomatemati-ca y demostrar que quedaba mucho por hacer para mejorar las cienciasexactas que Galileo haba iniciado.

    Casi la mitad del informe de Eschinardi sobre el trabajo de la Accademiafisicomatematica trata de temas mecnicos tradicionales indiscutibles, comolas ruedas de carga, el funcionamiento del timn y la mejora de los relojes.20

    Una academia fsico-matemtica no poda, sin embargo, prescindir de laastronoma y Eschinardi present una propuesta de Ciampini para cons-truir en Roma un gran reloj de sol para la observacin exacta de los solsti-cios y equinoccios, al igual que Cassini haba hecho en Bolonia, un proyec-to realizado ms adelante por Bianchini por encargo de Clemente XI. Tam-bin se incluan debates sobre problemas del momento relacionados con laastronoma de observacin: cmo determinar mejor la refraccin atmosf-rica, observar eclipses, medir la oscilacin de la luna, diversificar la gno-mnica, etc.21 Eschinardi tampoco pudo evitar mencionar el experimentode Torricelli. Pero aqu, donde Montanari y otros galileanos de tercera gene-racin estrechaban a Boyle contra su pecho y convertan la Pneumtica enun baluarte del corpuscularismo, Eschinardi rehus participar. Tan slo

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    17 Eschinardi, Raguagli (1680), 3-6, repetido en Eschinardi, De impetu (1684), 77-9; lacorreccin se refiere a la primera figura en el segundo da de los Discorsi de Galileo en Twonew sciences (1974), 114.

    18 Eschinardi, Raguagli (1680), 24-5. y De impetu (1684), 21-4.19 Rotta, en Di Palma, Cristina (1990), 139-40; Torrini, Dopo Galileo (1979), 41-77;

    Eschinardi, De impeto (1684), 76-7.20 Eschinardi, Raguagli (1680), 12-19, 25-7, 29-3.21 Ibid., 30-5.

  • dira que la apelacin a las partculas flexibles y los vacos intersticialestena sus dificultades, ya que la flexibilidad a su vez necesitara una expli-cacin mecnica, que implicara partculas flexibles y vacos cada vez mspequeos y as ad infinitum.22

    Durante la dcada de 1690 la Accademia fisicomatematica se haba atre-vido, sin duda, a traspasar los lmites definidos tcitamente por el informede Eschinardi. Alejandro VIII (1689-91), a quien, cuando era solo PietroOttoboni, Bianchini serva como bibliotecario, era un antiguo inquisidor yun estricto intrprete de la ley. La persecucin lleg a afectar a algunos ami-gos de Bianchini que se hacan llamar Congresso medico romano, que acep-taban el corpuscularismo moderado de Boyle, Montanari y Borelli.23 Supersecucin por parte de los revigorizados inquisidores de Alejandro VIIIangustiaba a Bianchini, cuyas simpatas estaban con sus amigos y compa-eros de viaje, pero cuya lealtad perteneca a Ottoboni, que era su patrn ysu Papa.24

    Bianchini continu siendo el bibliotecario de Ottoboni durante la dca-da de 1690, inmerso en la historia universal y alejado de las medidasenrgicas, aunque no indiferente a ellas, contra los intelectuales ateos(recte, cartesianos) en Npoles y Roma durante los primeros aos del suce-sor de Alejandro, Inocencio XII (1691-1700).25 En 1693 el principal miem-bro del Congresso medico romano, Giovanni Maria Lancisi, marc una dis-tensin en una conferencia en Roma sobre el mtodo apropiado para filo-sofar sobre medicina. Defini la filosofa natural como una actividad de lamente humana regulada por principios mecnicos y geomtricos induda-bles, y por experimentos qumicos y fsico-mecnicos. A esto aadi quese la debera indagar para la mejora de la medicina sin buscar los elemen-tos primordiales de los tomos de Demcrito y Epicuro o (de este modo seentendi) sin consultar al Santo Oficio. Al ao siguiente, 1694, Bianchinipublic el dilogo de Montanari con Galileo sobre la naturaleza de los to-mos y del vaco.26 Qu otras cosas Bianchini pudo haber hecho para aliviarlas hostilidades, en privado o en la academia de Ciampini, no es fcil dedeterminar, ya que pocos de los manuscritos de sus amplios remanentes lite-rarios estn fechados. En cualquier caso tena bastante que hacer con escri-bir, ilustrar y publicar su gran contribucin al mtodo histrico, su Istoriauniversale (1697).

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    22 Ibid., 60-1.23 Donato, Nuncius, 18 (2002), 75-83.24 Mazzoleni, Vita (1735), 14-17, 24-8.25 Heilbron, Sun (1999), 96-7, 217-18; Donato, Nuncius, 18 (2003), 84; Ferrone, Roots

    (1995), 49.26 Lancisi, Sul modo di filosofare nellarte medica (1693), citado en Donato, Nuncius,

    18 (2003), 85; Montanari, Forze (1694).

  • Historia universal

    Bianchini redact su Historia confiando tan poco como fuera posible en losdocumentos ordinarios de los historiadores.27 Prescindi de crnicas hist-ricas, incluso de las de las Sagradas Escrituras, utilizando en su lugar mone-das, medallas, esculturas, inscripciones y otras reliquias materiales. Desa-rroll una teora sobre la perseverancia del significado de los smbolos quele permiti relacionar la descripcin antigua de una figura mtica o sucesotradicional con la trascendencia histrica del momento que conmemoraba.Se dirigira a los escritos copiados y recopiados de antiguos historiadoresslo cuando fuera necesario, algo que en la prctica ocurri a menudo. Nofue capaz de triunfar del todo en su plan de escribir la historia de la Huma-nidad desde la Creacin hasta el ao 1600 sin referirse al Antiguo Testa-mento, no ya porque se cans del proyecto cuando slo iba por 3200 aosen su relato, sino tambin porque en su investigacin a menudo percibaparalelismos entre los patriarcas hebreos y los hroes paganos por ejem-plo, Moiss y Mercurio que no poda mencionar.

    La datacin de la Creacin, el diluvio universal y la travesa de los Argo-nautas mostrar la interaccin cmoda y complementaria de la ciencia y lareligin en el mtodo histrico de Bianchini. De hecho, la armona puederesultar asombrosa. Las historias y artefactos antiguos muestran que todoslos pueblos crean en una creacin. Cundo tuvo lugar? Unos 4000 aosantes del reinado de Csar Augusto. La fecha concordaba convenientemen-te con la inferida por sabios del siglo XVII como el obispo Ussher a partirde la suma de los engendramientos de la Biblia. El truco era hacerlo sin refe-rencia a las Sagradas Escrituras. Bianchini observ que las excavacionesalrededor del Monte Vesubio se haban encontrado con terreno hmedo auna distancia x por debajo del nivel del suelo. Suponiendo que el suelo enci-ma de ste haba sido depositado al mismo ritmo antes y despus de la des-truccin de Pompeya en el ao 79 d.C., una regla de tres facilita la fecha enque se deposit la capa hmeda. Result ser unos 2350 aos antes deAugusto. Bianchini supuso de forma obvia que la humedad permanecadesde el Diluvio Universal, del cual tenemos constancia a travs de distintasfuentes aparte de la Biblia. Si la suposicin tuviera algn valor el nivelhmedo debera estar presente en todas partes, como el estrato de platino eiridio en el lmite del Cretceo con el Terciario, y ser ms hmedo que elnivel bajo el Vesubio, que se haba estado cociendo en un volcn durante 24siglos antes de su descubrimiento. Bianchini admiti la conveniencia de con-firmar su conjetura excavando en otra parte, lo que an sera un buen pro-yecto de investigacin en la ciencia de la creacin. La fecha de Bianchinipara el diluvio coincida casi exactamente con los meticulosos clculos delos cronologistas bblicos.

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    27 Para esta seccin, Heilbron, en Biale y Westman, Thinking impossibilities (en prensa).

  • Slo faltaba calcular la Creacin. Bianchini necesitaba un dato, queobtuvo de un historiador antiguo, y un principio optimista, que concibi lmismo. El dato, de Marco Terencio Varrn: los griegos tardaron 1000 aosen prosperar desde la ignorancia hasta una civilizacin superior. El princi-pio de Bianchini: por trmino medio todos los pueblos hacen idnticos pro-gresos en el mismo tiempo. Podemos suponer que los griegos primitivosempezaron desde un nivel superior de civilizacin al de los primeros hom-bres, ya que los griegos contaban con la ventaja de tener conocimientossobre agricultura, ganadera y construccin naval que sobrevivieron al dilu-vio. Por consiguiente, los primeros hombres probablemente habran necesi-tado ms de un milenio para progresar del salvajismo a la civilizacin des-truida en el diluvio. Digamos que tardaron otra mitad ms o, para nometerles prisa, 1600 aos; tal y como Bianchini el matemtico coment aBianchini el historiador es intil ser preciso en estas cuestiones. Pero par-tiendo del supuesto razonable de que el diluvio ocurriera 1600 aos despusde la creacin, y 2350 aos antes de Augusto, el intervalo entre la creacinde la Tierra y la del Imperio romano resultara ser de unos 4000 aos, lobastante cercano al clculo bblico como para darnos confianza en ambos.

    Un suceso clave en la historia y cronologa griegas fue la travesa de losArgonautas. Conocer su fecha nos permite fijar en el tiempo las aventurasde Hrcules y otros hroes, Eneas y Ulises. No es que Bianchini creyera enlos dioses de Grecia; ms bien sostena el principio evemerista de que losviejos mitos representaban historias sobre gente real magnificadas por susdescendientes. Para fechar el lanzamiento del Argos Bianchini invoc denuevo un dato y un principio. El dato, el globo Farnesio, es una copia hechaalrededor del 150 d.C. de un original mucho ms antiguo. Tiene imgenesde las constelaciones y crculos de referencia que indican la Eclptica, elEcuador y el coluro equinoccial en el siglo II. El principio era que el origi-nal del globo databa del momento en que sus constelaciones fueron ideadaspor primera vez. Ninguno de estos asterismos remite a un tiempo posteriora la era de Jasn, Hrcules, Quirn, Teseo y sus compaeros. De ah la ine-ludible conclusin: el autor del globo Farnesio copi, en uno o varios pasos,el instrumento con el que Quirn ense a Jasn cmo navegar mediantelas estrellas.

    Saber que el original del globo Farnesio era una reliquia de los Argo-nautas no nos proporciona una fecha para ellos. El historiador recurri alastrnomo. Si Bianchini supiera dnde dibujar el coluro equinoccial entiempos de Jasn podra calcular a partir del valor conocido de la precesinde los equinoccios cuntos aos antes del 150 d .C. zarp el Argos. Segnel astrnomo griego Eudoxo, que vivi en los tiempos de Aristteles, los pri-meros maestros de la esfera dibujaron el coluro a travs de los centros delos asterismos de Aries y Libra. Quirn habra situado el equinoccio vernalen el corazn en lugar de en el cuerno del carnero. La medicin a lo largode la eclptica desde el equinoccio del 150 d.C. representada en el globo Far-nesio hasta el centro del carnero daba un arco determinado; la multiplica-

    ciencia a la sombra del vaticano 205

  • cin del arco por 71, el nmero de aos requeridos para un grado de pre-sesin, daba 1425 aos, por lo que la travesa de los argonautas tuvo lugaralrededor de 1275 a.C., fecha semejante a la datacin tradicional de lasfuentes griegas. Haba un cierto margen en el clculo ya que el centro de uncarnero tallado toscamente en una esfera de piedra no est definido deforma clara; pero el resultado es, sin duda, ms seguro que la estimacin deBianchini sobre la Creacin.

    Es difcil no quedar impresionado por la fluidez con la que Bianchini semova en la mitologa, la arqueologa y la astronoma hasta obtener resul-tados que conciernen a aspectos de gran importancia para la doctrina cat-lica, la cual, aunque siempre en segundo plano, nunca aparece de formaexplicita en el razonamiento. No importa que los resultados sean errneosde principio a fin. Lo importante es que Bianchini pudo aprovechar unmtodo que tena en s la capacidad de socavar la creencia en las SagradasEscrituras sin ningn impedimento, interno o externo. El peligro es obvioretrospectivamente y quizs ya era bastante evidente entonces: tratar lasfuentes paganas como aptas para producir la misma historia de la Creacinque las Sagradas Escrituras y el mismo esquema general de la historia huma-na facilita dar el paso de reducir el relato de Moiss al mismo nivel que lapica de Gilgamesh. Al atribuir alguna credibilidad a los anales de los chi-nos, los egipcios o los babilnicos, quienes se vanagloriaban de una anti-gedad mucho mayor que la reclamada por los griegos o los hebreos, ine-vitablemente se reforzaba la creencia en la existencia de hombres anterioresa Adn. Por supuesto Bianchini no persegua los desafos a las SagradasEscrituras como una descripcin verdadera de la historia humana implica-da por su Istoria universale.

    3. Fe y Ciencia

    Aunque disfrutaba del rango de Monseor, al cual fue ascendido por Cle-mente XI, Bianchini no avanzara ms all del diaconato. Haba demostra-do su compromiso con la iglesia al recibir rdenes menores y el sacerdocioexceda sus ambiciones. Prefera el trabajo de un estudioso a los deberes deun sacerdote y no disfrutaba de la pugnaz competencia mediante la que unhombre sin influencias familiares avanzaba en la jerarqua eclesistica. Noobstante, no olvid su formacin en teologa y derecho cannico. De vez encuando daba sermones y homilas a papas y cardenales y defenda reivindi-caciones y privilegios papales de la usurpacin por parte de prncipes riva-les.

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  • Religiosidad

    Bianchini comenz predicando en el Vaticano al poco de llegar a Roma en1684 (puede que la va fuera su presentacin por el cardenal Pietro Otto-boni). Probablemente la primera ocasin tuvo lugar en 1685 cuando, a laedad de 23 aos, dio un sermn sobre el misterio de la Trinidad en presen-cia de Inocencio XI. Los temas eran la razn, la religin y el amor. No debe-mos adorar como autmatas, dijo Bianchini al Papa y a sus cardenales, sinocomo seres sensibles y sensatos: Ahora el Seor no nos llama esclavos, sinoamigos (Iam non servos vocat nos Dominus, sed amicos). El amor y elconocimiento son iguales en Dios, cada uno es un acto de Dios, cada unoes Dios. Y por ello, el recin nombrado telogo y experto astrnomoconcluy, tengamos tanto fe como razn, amemos saber y sepamos quepodemos amar.28 Al parecer el sermn obtuvo aprobacin. Bianchini fueinvitado a pronunciar la oracin fnebre final (la novendiali) por InocencioXI en 1689. Le gust el tema, ya que Inocencio tambin era un hombredevoto, que finalmente fue beatificado, aunque no gracias a la oracin deBianchini.29

    En una reflexin sobre el significado de la cruz, pronunciada en 1707,Bianchini explicaba el concepto de beatitud utilizando la misma filosofaabreviada de la ciencia perceptible en su sermn de 1685. Beatitud es laconformidad interna de la razn con el objeto amado y su corresponden-ciacon la idea impresa en el alma por la operacin y difusin serenas delCreador en nuestro interior. La cruz es un instrumento para alcanzar labeatitud. De este modo habl el telogo. El matemtico lo desarroll: refle-xionar sobre la cruz puede modelarnos del mismo modo que un artesanoentendido, al utilizar sus instrumentos de precisin en una torre en ruinas,puede reducirla a sus justas proporciones con ngulos rectos y semejantes.Y por ltimo el cortesano: La cruz ha triunfado en todas partes, sobre lasdiademas de los monarcas y los laureles de los Csares, mientras que losque le son fieles, los que reflexionan sobre ella, aprendern axiomas delsaber celestial desconocidos para las ms cultivadas academias de Alejan-dra y Atenas.30

    El Vaticano valoraba el criterio y la opinin religiosa de Bianchini lo bas-tante como para elegirlo consejero del Colegio de Cardenales cuando entra-ba en el cnclave para elegir al sucesor de Clemente XI. Veis el poder deItalia menguado por todas partes, dijo Bianchini a los electores. Losasuntos en el Este se inician ms alegremente que lo que se concluyen; en

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    28 Bianchini, Oratorio (1685), B L 1572/868(1).29 Uglietti, Erudito (1986), 113. El proceso de beatificacin, que comenz bajo el manda-

    to del patrn de Bianchini Clemente XI en 1714, se complet con xito en 1956, despus deque los franceses, quienes haban bloqueado el comercio debido a la disputa de Inocencio conLus XIV por la investidura de los obispos, hubieran decidido que lo pasado, pasado est.Kelley, Popes (1986), 288.

    30 Bianchini, Opuscula (1754), 2, 8-9, 13-14.

  • otros lugares las cosas estn o muy poco ordenadas o demasiado dispersas.El arbitrio de tratados, la asignacin de reinos y servidumbres, de ttulos ycargos, lo que una vez fue natural en esta ciudad y esta Sede, ahora pareceextrao y extranjero. Debemos reconocer que los Papas nunca recupera-rn su dominio temporal. No persigamos estas cosas, no luchemos porposeer cosas por las que la gente compite con hierro, fuego y ambicin.Defendamos la moderacin, no la posesin.31 Con el consejo e inspiracindivina de Bianchini los cardenales eligieron a un administrador experimen-tado, quien se dispuso inmediatamente a conciliar a los grandes poderescatlicos y a disciplinar a los jesuitas.

    Los censores de libros tambin apreciaban la perspectiva religiosa y elcriterio cientfico de Bianchini, tal y como muestra la entusiasta aprobacinde su obra pstuma Opuscula varia, una coleccin de matemticas aplica-das, saberes diversos y reflexin devota. Juntos los escritos mostraban que(como dijo un censor) Bianchini haba conseguido unificar una mente muybien ordenada con la ms profunda erudicin y una devocin singular.Otro censor, Thomas Le Seur, coautor de una importante edicin de losPrincipa de Newton, inculcador de teologa moral en la escuela comn paradivulgar la fe (Propagandi fidei) y profesor de matemticas en la Universi-dad de Roma (La Sapienza), garantiz con su autoridad que los escritos reli-giosos de Bianchini mostraban verdadera devocin y los otros profundi-dad de conocimiento y claridad de pensamiento.32

    Bianchini haba mostrado las mismas cualidades como consejero delMaestro del Sacro Palacio (el censor interno del Vaticano). La mayora desus informes podran servir como modelo para evaluar propuestas en unaeditorial universitaria hoy en da. Sealan errores, proporcionan materialadicional y sugieren reformulaciones para mejorar la precisin y la claridad.En una ocasin critic unos pasajes de un manuscrito de Mabillon que sebasaban en documentos sin fundamento. El dispositivo de la censura, porlo tanto, impidi que el fundador del arte de la crtica de documentos come-tiera un embarazoso error. Bianchini envi a Mabillon una lista de correc-ciones, quien respondi con su sincero agradecimiento.33

    Con menos acierto, Bianchini desaconsej la publicacin de un libro delprincipal discpulo italiano de Mabillon, Benedetto Bacchini. El libro erauna docta edicin del nico manuscrito del Liber pontificalis, del cronistadel siglo IX Agnello Ravennate. Agnello proporcionaba apuntes de las vidasde los obispos de Ravena hasta su tiempo, adornados con las habitualesancdotas e historias sagradas y estropeados por omisiones, contradiccionesen los hechos, confusin de nombres y un estilo brbaro. Aun as los apun-tes contenan informacin histrica que se hubiera ignorado de otro modoy que, con la suficiente purga de un entendido, podra hacerse pblica satis-

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    31 Citado en Uglietti, Erudito (1986), 113-14.32 G. Cenni y T. Le Suer, en Bianchini, Opuscula (1754), 1, iii.33 FB (Ver), cod. ccccxxx:v, ff. 146-71.

  • factoriamente. Sin embargo, el libro se basaba en una premisa imperfecta yquizs fatdica. Agnello proclamaba que Ravena disfrutaba del derecho anombrar sus propios obispos y a llevar sus asuntos eclesisticos con inde-pendencia de Roma. En este caso, la cercana de Bianchini al Vaticano pudollevarle a exagerar los defectos de Bacchini.34 Bianchini el abogado canni-co se combin con Bianchini el historiador eclesistico para censurar a Bac-chini por no hacer lo suficiente para rebatir la afirmacin de Agnello, queera no slo falsa, sino tambin peligrosa e imposible como premisa de unlibro aprobado por la Iglesia catlica. El destacado alumno de Bacchini,Muratori, se hizo cargo de la lucha y con la ayuda de amigos en Roma logrque Agnello pasara la censura despus de que Bacchini lo corrigiera parasatisfacer las objeciones de Bianchini.35 En su versin impresa seala lasmeteduras de pata y la confusin general de Agnello para as desacreditarsus ataques contra los ms santos pontfices romanos y su puesta en dudade los derechos de stos sobre los obispos de Ravena. Estas menciones con-tentaron a los censores, que ya no encontraban en Agnello nada perjudicialpara la fe o contrario a la buena moralidad sino ms bien una doctrinalcida y acertada, que forma y ensea.36

    Hay otro Liber pontificalis, una compilacin del siglo IX de un tal Atha-nasius Bibliothecarius, que trata de los Papas de Roma. Haba servidocomo instrumento de formacin para dos de los primeros patrones deBianchini en el Vaticano, el bibliotecario Emmanuel Schelestraten y el abo-gado Giovanni Ciampini. Hacia 1717, a peticin de un editor romano,Bianchini se encarg de editar el libro de nuevo. Su profusin su Atana-sio llenaba cuatro amplios volmenes en cuarto puede considerarse unademostracin de cmo un verdadero cientfico responsable se ocupa de laedicin de fuentes antiguas de historia eclesistica. La principal labor deBianchini era aclarar la cronologa y comentar el texto, como haban hechosus predecesores. En su prlogo para el primer volumen, Bianchini llama-ba la atencin sobre la erudicin internacional movilizada para hacer queel Atanasio fuera una fuente fiable. Todas las naciones que conformabanla Repblica de las Letras haban contribuido y puede que an hicieranms al ofrecer sus reconsideraciones para incorporarlas en volmenes ulte-riores. Creo que nada es ms deseable que la colaboracin de expertosque trabajen juntos para llegar tan cerca como sea posible de la verdadaccesible a las mentes bien preparadas. Bianchini orden su mente bienpreparada por medio de cinco reglas con las que determinar la cronologa.No hacen referencia a las Sagradas Escrituras. El tipo de prueba ms fia-ble, preferible a todas los dems, son los monumentos pblicos erigidos yconservados por encargados apropiados. Las siguientes mejores autorida-

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    34 Caracciolo, Passionei (1968), 53-5; Andreoli, Benedictina, 6 (1952), 60.35 Bacchini en Muratori, Scriptores 2 (1723), 8-9; Waquet, en Boutier et al., Naples (2005),

    644-5.36 Bacchini, en Agnello, Liber (1708), 3, y el imprimatur.

  • des son el consenso de hombres afamados por su conocimiento y agudezay la concordancia exacta entre las fechas dadas y los clculos astronmi-cos retrospectivos.37

    Buon gusto

    Estoy leyendo con el mayor placer la historia antigua del abate Bianchinidemostrada por bajorrelieves, etc., y me parece una idea noble y grandio-sa. Esto fue lo que Muratori escribi a un compaero bibliotecario, Anto-nio Magliabecchi, en septiembre de 1698, acerca de la entonces nueva Isto-ria universale. Estaba tan impresionado que se tom la molestia de viajar aRoma para conocer a Bianchini.38 En 1704, encomi el ltimo libro deBianchini, De kalendario (1703), como otro ejemplo de la incomparableerudicin y agudeza del anciano. Estas lisonjas pretendan, deshonesta-mente, facilitar su peticin para ayudar a despejar el camino del Agnello deBacchini, que entonces estaba en el aire.39 A pesar de esa tensin eligi aBianchini como prototipo y presidente de un grupo de italianos que l,Muratori, haba seleccionado por su buen gusto acadmico. Este grupo, quepasara a conocerse como la Accademia letteraria dItalia, exhibira y prac-ticara el buon gusto que, segn el programa de reforma de Muratori, intro-ducira en el siglo XVIII las artes y las ciencias en Italia.40

    Actu sin gusto y sin tacto. Escribiendo bajo pseudnimo anunci pla-nes para la formacin de la academia, propuso a sus miembros iniciales yespecific el papel de Bianchini en ella sin consultrselo. Bianchini declinel honor, critic las tcticas de Muratori y rechaz en su conjunto la idea deque los italianos debieran establecer un competidor para la Repblica deLetras universal (es decir, la europea). Sin duda era consciente de que lainvocacin del nacionalismo cultural era en parte un ataque contra la cen-sura y, por consiguiente, contra la autoridad de la Iglesia, y tambin de queMuratori estaba intentando utilizarle a l y a la propuesta libertas philo-sophandi de la academia para influir en el Agnello de Bacchini. 41 Sinembargo, podemos aprender algo sobre la imagen de Bianchini en el mundode la erudicin, as como de las opiniones de Muratori, en base a su identi-ficacin de Bianchini como un hombre de ottimo gusto, capaz de equilibrarlas exigencias de su ciencia y de su fe sin el menor escrpulo.

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    37 Bianchini, en Athanasius, Liber (17[2]1), 1, f. e2v, lxiv-lxix.38 Muratori a Magliabecchi, 10 de sept. y 1 de oct. de 1698 (cita), en Muratori, Epist.

    (1901), 1, 335, 333. Bianchini enva a Muratori una copia de su Istoria universale (ibid., 301,19 de Feb. de 1698).

    39 Muratori a Bianchini, 20 de dic. de 1704, en Epist. (1901), 2, 737-8.40 Waquet, en Boutier et al., Naples (2005), 637-44.41 Bianchini a Muratori, 7 de feb. de 1705, en Bertelli, Erudizione (1960), 81-2n.

  • Buon gusto es la capacidad de discriminar lo verdadero de lo falso, lo valio-so de lo trivial, lo correcto de lo tradicional y a una opinin de su autor. laporta las herramientas necesarias para seleccionar y manejar los productos dela erudicin. Consideremos los escritos histricos. Aunque es deseable y lau-dable recolectar, descifrar y divulgar medallas, inscripciones, diplomas, ilustra-ciones, esculturas y manuscritos que de otro modo se podran haber perdido,es un derroche apilar hechos insulsamente, sin principio, orden o discerni-miento alguno, como hicieron los cronistas medievales.42 La base de la recons-truccin histrica deben ser documentos depurados y verificados a la maneradel hereje Mabillon y sus seguidores,43 y el historiador debe considerartodos los aspectos de la vida humana: leyes, costumbres, arte, ciencia, religin,as como las dinastas, guerras y otros asuntos de menor importancia. No debe,sin embargo, limitarse a acumular hechos, sino tambin organizarlos confor-me a principios filosficos amplios y estrictos.44

    Respecto a todos estos criterios, la Istoria universale de Banchini rayabamuy alto, de hecho es ejemplar tanto en su mtodo como en su contenido.Podemos encontrar un ejemplo similar en un posterior y ms limitado trabajode Bianchini, su reconstruccin del Palacio de los Csares. No estaba satisfe-cho con la mera erudicin, la descripcin exacta de las exhaustivas excavacio-nes realizadas en el Palatino bajo su direccin como supervisor de las inscrip-ciones latinas antiguas halladas en Roma. Organiz los pormenores arqueol-gicos de acuerdo con una filosofa o principio deducido de Vitrubio: que todoslos edificios importantes de finales de la antigedad eran rigurosamente sim-tricos. Uniendo filosofa y erudicin, Bianchini dise para los csares unextenso palacio barroco sorprendentemente parecido al de Versalles.45

    El ejercicio del buon gusto evidentemente no siempre acaba en verdadduradera. Pero as, segn dijo Muratori, es como debe ser. La nica certi-dumbre reside en la verdad revelada, la verdad de Cristo y sus apstoles, ylas decisiones infalibles sobre asuntos relacionados con la fe y la moralidadtomadas por los Papas y los concilios generales. La ciencia no revela estasverdades; pero en consecuencia tampoco toca la fe. Cristo no se encarg deensear a la raza humana astronoma, fsica o historia; lo que sabemossobre ellas est siempre sujeto a cambio; el buon gusto nos permite contra-pesar la evidencia relevante, ponderar alternativas y seleccionar la ms fac-tible, preferible o la mejor opinin de acuerdo con nuestro conocimiento endesarrollo.46 En este punto actuamos como albailes (muratori!), compro-bando y corrigiendo cimientos antes de seguir construyendo, es decir, iden-

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    42 Buon gusto (1708, 1715), en adelante BG, I.4 (228-9), II.2 (256-9), referencia a las pgi-nas de la reimpresin parcial en Muratori, Opere (1964).

    43 El grupo en Roma que hizo que el Agnello pasara la censura se refera en broma al maes-tro de Bacchini como l'eretico Mabillon. Carraciolo, Passionei (1968), 51.

    44 BG, II.3 (260-3), II.5 (267).45 Engleberg, en Kockel y Slch, Bianchini (2005), 155-6, 160.46 BG, I.6 (236, 238, 241). Cf. De ingeniorum moderazione (1714), en adelante IM, I.10

    (297), I.16 (301).

  • tificando nuestros prejuicios y descartando las creencias con poco funda-mento en autoridades antiguas y, como a veces ocurre, en autoridadesmodernas. Nada puede ser de peor gusto que seguir sumisamente a unmaestro o de mejor gusto que copiar juiciosamente a los cartesianos, quie-nes cuestionaban todo antes de construir.47

    S, la Iglesia haba proscrito los trabajos de Descartes, pero eso no eramotivo, aconsejaba Muratori, para despreciarlos. Su censura global es msuna muestra del celo, la ignorancia y el prejuicio de los censores que del valorde la filosofa de Descartes.48 Del mismo modo, la Inquisicin censuraba lateora de Coprnico, lo que era insensato e impertinente. Es irrelevante parala fe el si la Tierra gira alrededor del Sol o el Sol alrededor de la Tierra; lostelogos erraron al confiar en el juicio de hombres que haban sido instrui-dos no por Cristo, sino por Aristteles. El mtodo apropiado habra sidoevaluar la evidencia y suspender el juicio hasta que estemos convencidospor razones.49 Inquisidores celosos e ignorantes hicieron una parodia delsano decreto del Concilio de Trento que prohiba tergiversar las SagradasEscrituras para apoyar la interpretacin de pasajes concernientes a la fe y lamoralidad contraria al sentido enseado por la Iglesia o el consenso de losPadres. Es una verdadera tergiversacin de este decreto, dice Muratori enuna brillante interpretacin de los intrpretes, aplicarlo a la ciencia, sea his-trica, filosfica, fsica, astronmica o geogrfica. Ms bien el decreto pro-tege una amplia libertad de investigacin sobre estos asuntos y otros simila-res. Previene contra el celo desbordante de algunas personas que aplicar-an inapropiadamente la opinin y la autoridad de los Padres a cuestionesindiferentes o intiles mientras explican partes de las Sagradas Escriturasque no tienen nada que ver con la fe, la moralidad y la estructura de la doc-trina cristiana.50 Los Libros Sagrados son difciles de entender y puedeninterpretarse de muchas formas diferentes no perniciosas para la fe. Todasesas opiniones estn permitidas.51 Se est ms expuesto a equivocarse que aestar en lo cierto. En la exploracin de la verdad Humildad, Humildad,Humildad! (Ad eruendam veritatem, Humilitas, Humilitas, Humilitas!).52

    Muratori admita el valor de la censura para suprimir la locura, la impie-dad y la falsa doctrina. Los problemas surgan porque algunos consultores einquisidores no gozaban de ese ingrediente fundamental que es el buen gusto,la santa moderazione. Los estudiosos no temen a los censores doctos e ins-truidos, sino a los ignorantes e imprudentes.53 Al aniquilar buenos libros, o,lo que vena a ser lo mismo, al inculcar una autocensura fatal, se privaba a loscatlicos de informacin importante y se daba a los protestantes numerosas

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    47 BG, II.4 (266), I.5 (231-3), I.7 (242-3).48 IM, II.13 (321).49 BG, I.6 (236-7, cita); IM, I.21 (307).50 IM, I.23 (311, 313 cita).51 IM, I.5 (22 (309).52 Muratori, BG, citado en Marchi, en Romagnani, Scipione Maffei (1996), 367.53 BG, II.1 (255-6).

  • ocasiones para rerse. Muratori hablaba desde la experiencia. Haba sentidolas cadenas de la autocensura (mi pluma encierra muchas observaciones quepueden no ser inservibles, que habran disfrutado de la licencia de escaparse,pero estn obligadas a permanecer en su morada) y cuando a veces fueincauto despert a la Inquisicin. En el momento del incidente de Bacchini sequej a un amigo de que si las cosas no mejoraban, los pobres estudiososslo podrn imprimir el padrenuestro.54 La nica esperanza a corto plazoera la educacin, la ilustracin, un nuevo tipo de censores que no creyeranque su opinin en materias no dogmticas controvertidas, a menudo basadaen textos irrelevantes de las Escrituras, fuera la correcta. Quin, por lotanto, no ve que la erudicin y la ciencia son necesarias a fin de que la verdadno sea asfixiada o daada y la supersticin no se desmande?55

    Buen gusto y buena ciencia

    Bianchini aceptaba la separacin de las esferas de la fe y la ciencia y el libreejercicio de la intuicin y la razn en materias cientficas. Crea en la pon-deracin de la evidencia y la practicaba antes de aceptar un supuesto hechofsico o histrico y en suspender el juicio cuando la evidencia no determi-naba el balance de probabilidades. Adems, al aplicar estas proposiciones ala nueva ciencia de su tiempo, descubri al igual que Muratori que Gali-leo, Descartes y Mabillon haban abierto las vas ms prometedoras paraavanzar en astronoma, fsica e historia, con independencia de las opinionesde la Inquisicin. Pero mientras que Muratori haca pblicos temas polmi-cos, Bianchini se reserv su opinin de forma tan eficaz que el censor de sulibro sobre Venus no encontr nada que objetar. Al contrario, alegaba queel muy erudito Bianchini haba presentado los hechos de tal forma quenadie poda buscar argumentos en ellos que apoyaran cualquiera de losdos sistemas del mundo ms ampliamente sostenidos. Y con todo, la pre-ferencia de Bianchini era tan obvia como la de Galileo, cuya endeble afir-macin de haber tratado a Coprnico y a Ptolomeo de la misma forma noenga a los censores de su tiempo. Haba transcurrido un siglo entre lacensura del libro de Galileo y la aceptacin del de Bianchini. No obstante,aunque alababa a Galileo exageradamente (el prncipe de todos quienampli nuestro conocimiento de las matemticas y la fsica con tantos des-cubrimientos nuevos), Bianchini no poda liberarse de la autocensura quelos estudiosos de su generacin haban interiorizado.56

    La distincin de Muratori entre las esferas de la fe y la ciencia se centra enuna separacin de poderes aparentemente paralela: la religin organizada

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    54 BG, II.9 (277-8), II.1 (255, primera cita), II.9 (277n, segunda cita).55 IM, II.13 (319, II. 14 (323, cita).56 Bianchini, Hesperi (1996), 14, 22.

  • determina el dogma y la ciencia investiga todo lo dems. En la prctica, sinembargo, esta delgada lnea era (y es!) una ancha frontera. No exista ningncatlogo completo de dogmas. Fue el geocentrismo en algn momento undogma? El carcter chapucero del juicio, sentencia y retractacin de Galileoenredaba la cuestin. Algunos sostenan que los Papas Pablo V y Urbano VIIIhaban declarado el heliocentrismo como una hereja. Otros pensaban que laaccin contra Galileo fue simplemente eso, un asunto personal que no tuvoms implicaciones jurdicas.57 Dnde debera posicionarse el censor con buongusto? No sera prudente por su parte advertir al fiel en contra de aceptarpuntos de vista que a su juicio experto pudieran algn da ser contrarios aldogma? Dnde reside la carga de la prueba? Muratori daba siempre a la cien-cia el beneficio de la duda. Bianchini pudo haber estado de acuerdo, pero conla salvedad, inaceptable para Muratori, de que los censores inteligentes e infor-mados tenan la obligacin de corregir o rechazar las sandeces disfrazadas deconocimiento. Al fin y al cabo, como Muratori comentaba a menudo, elmundo est lleno de escritorzuelos que mienten, exageran, confunden las joyascon el oropel, sobrevaloran a los antiguos o a los modernos, siguen a ciegas aalgn maestro y, adems, son estpidos, presuntuosos y engredos. Los estu-diosos de gusto exquisito odian a estos impostores.58 Deberan los censorestratar de detenerlos? Deberan hacerlo las editoriales universitarias?

    La armonizacin por Bianchini de la fe y la ciencia fue a costa de la auto-censura. Sus publicaciones sobre ciencia, aunque atrevidas y ocasionalmen-te incluso imprudentes, dejaban amplias vas de retirada. Como astrnomoconservaba el acceso a los terrenos seguros de las matemticas y las hipte-sis; como arquelogo, a la salvaguardia de los objetos materiales; como his-toriador, a la confirmacin de las explicaciones histricas y naturales delViejo Testamento por medio de fuentes paganas. Puede que estas maniobraso la necesidad de su existencia no incomodaran a nuestro alegre monseor.Pero puede que expliquen por qu dej buena parte de su trabajo sin ter-minar, desde su historia universal al estudio de las pequeas variaciones enlas rbitas aparentes de las estrellas. Estas ltimas observaciones abrieronel camino, que Bianchini no sigui, a uno de los mayores descubrimientosen fsica y astronoma, la aberracin de la luz de las estrellas.59

    El frontispicio del libro de Bianchini sobre Venus constituye un smboloperfecto de las fortalezas y debilidades de su buen gusto en ciencia. Un ngelen el centro superior pregona algo nuevo a son de trompeta. Minerva est sen-tada en un pedestal bajo el trompetista. Seala con una mano un paisaje en elque Bianchini dirigi sus excavaciones y alz sus telescopios y en la otra manosujeta un retrato de rey Juan V de Portugal, que pag por la impresin dellibro. En el lado izquierdo del pedestal un Atlas se tambalea bajo el peso delglobo Farnesio y un querubn se arrodilla para ofrecer una pequea imagen

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    57 Heilbron, en McMullin, Church (2005), 281-4.58 BG, I.9-10 (250, 251 cita); II.12 (284).59 Manfredi, en Bianchini, Astronomiae (1737), 265-6.

  • de Venus con las espurias marcas en la superficie que Bianchini haba descu-bierto. (Su libro sobre Venus era tan ingenioso y tan errado como la Istoriauniversale y su reconstruccin del palacio de los Csares). En el lado derechoaparece de pie una atractiva ayudante con un atuendo antiguo. A sus pies hayinstrumentos matemticos, dibujos geomtricos y clculos aritmticos. Consu mano derecha le ofrece al rey una esfera armilar del sistema venusiano conel centro vaco. Es demasiado tmida para introducir en el centro el astro, elSol o la Tierra, que revelara el sistema planetario que prefiere. Al igual queBianchini prefiere vivir tranquilamente y quizs un poco superficialmenteantes que escarbar hasta el fondo de la ciencia natural y la historia humana.

    Puede que la gente como Bianchini, que consiguen crear un conjunto ope-rativo con su fe, su ciencia y su religin, compre su tranquilidad al precio deno hacer con frecuencia contribuciones duraderas a ninguna de ellas. Aque-llos que viven en armona parcial, como Muratori, desperdician el tiempopreocupndose. Los censores exigan cambios en su trabajo, y l siempre loshizo, aunque a veces de mala gana. Eso debera haber sido suficiente. Perocuando se aproximaba su final le preocupaba que ni siquiera la muerte leliberara de la censura. Algunos futuros e intransigentes guardianes de laortodoxia, cediendo ante los jesuitas, quienes le haban estado persiguiendodurante aos, podran encontrar defectos en su doctrina. Este pensamientole deprima de tal manera que lleg a temer las Sagradas Escrituras que defi-nan su fe y su dogma.60 La preocupacin constante por cruzar una lneaambigua y arbitraria haba agotado sus fuerzas y, si damos crdito a sus pala-bras, convirti su amor por la Biblia en preocupacin y desconfianza.

    Nos queda Montanari, que s hizo contribuciones duraderas a la ciencia,por ejemplo la observacin de cometas, que Newton utiliz para demostrarsu recurrencia, y el descubrimiento de las estrellas variables. Saba cual erasu parecer y lo expresaba con contundencia. Promovi la nueva filosofamecnica abierta y eficazmente e inspir a varios discpulos que alcanzaronpuestos influyentes en la Iglesia. Aunque l tambin se senta presionadopor la organizacin de su religin, no estaba constantemente en alerta, almenos no desde su mudanza a Padua. All tena suficiente libertad para per-mitirse un toque de Einsteinkrankheit (la enfermedad de Einstein), el com-promiso constante con un programa de investigacin a pesar de las obje-ciones aparentemente convincentes de las autoridades establecidas y loscompaeros conformistas. La centsima parte de la enfermedad de Einsteinincomodara lo suficiente a un sabio como para querer ser un descubridor ,siempre y cuando los guardianes de la ortodoxia no se la curasen primero.

    Texto traducido del ingls porLARA GARCA QUINTS

    ciencia a la sombra del vaticano 215

    60 Carta a Scipione Maffei del 20 de enero de 1750, citada por Marchi, en Romagnani, Sci-pione Maffei (1998), 371.