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Ciudades malditas y transgresión Juan F. VILLAR DÉGANO Universidad Complutense de Madrid [email protected] RESUMEN Después de una breve introducción en la que se analiza la función mitificadora o desmitifica- dora de la literatura en lo que se refiere a la imagen de la ciudad, así como al escenario urbano en tanto que espacio de transgresión o identificación, el presente artículo describe y analiza el concepto de la ciudad maldita, como consecuencia de una maldición cósmica lanzada sobre ella. Se pone de manifiesto la existencia de un esquema recurrente en el relato bíblico del castigo y la maldición cósmica de Sodoma y Gomorra, donde la transgresión y el castigo resultan ser las invariantes funcionales de un modelo que se encuentra en otras narraciones sobre el mismo tema. Se presta especial atención a la pervivencia de esta estructura en las leyendas de la mitología céltico-bretona sobre la ciudad de Is, y en la reelaboración de este mito por el escritor gallego José María Castroviejo. Palabras clave: maldición cósmica, transgresión, El pálido visitante, José María Castroviejo. ABSTRACT After a brief introduction in which the mythifying or de-mythifying function of literature is analyzed in relation to the image of the city, as well as the urban scenery as the space for trans- gression or identification, this article describes and analyzes the concept of the damned city, as a consequence of a cosmic damnation thrown over it. The existence of a recurring scheme in the biblical narration of punishment and cosmic damnation of Sodom and Gomorra is brought to light, where transgression and punishment turn out to be the functional invariants of a model present in other narrations about the same subject. Special attention is given to the persistence of this structure in the legends of Celtic-Breton mythology about the city of Is, and the re-ela- boration of this myth by Galician writer José María Castroviejo. Keywords: cosmic damnation, transgression, El pálido visitante, José María Castroviejo. Revista de Filología Románica ISBN: 978-84-669-3068-0 2008, anejo VI, 59-71

Ciudades Maldidas y Transgresión

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ciudades; transgresión

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  • Ciudades malditas y transgresin

    Juan F. VILLAR DGANO

    Universidad Complutense de [email protected]

    RESUMEN

    Despus de una breve introduccin en la que se analiza la funcin mitificadora o desmitifica-dora de la literatura en lo que se refiere a la imagen de la ciudad, as como al escenario urbanoen tanto que espacio de transgresin o identificacin, el presente artculo describe y analiza elconcepto de la ciudad maldita, como consecuencia de una maldicin csmica lanzada sobre ella.Se pone de manifiesto la existencia de un esquema recurrente en el relato bblico del castigo yla maldicin csmica de Sodoma y Gomorra, donde la transgresin y el castigo resultan ser lasinvariantes funcionales de un modelo que se encuentra en otras narraciones sobre el mismo tema.Se presta especial atencin a la pervivencia de esta estructura en las leyendas de la mitologacltico-bretona sobre la ciudad de Is, y en la reelaboracin de este mito por el escritor gallegoJos Mara Castroviejo.

    Palabras clave: maldicin csmica, transgresin, El plido visitante, Jos Mara Castroviejo.

    ABSTRACT

    After a brief introduction in which the mythifying or de-mythifying function of literature isanalyzed in relation to the image of the city, as well as the urban scenery as the space for trans-gression or identification, this article describes and analyzes the concept of the damned city, asa consequence of a cosmic damnation thrown over it. The existence of a recurring scheme inthe biblical narration of punishment and cosmic damnation of Sodom and Gomorra is broughtto light, where transgression and punishment turn out to be the functional invariants of a modelpresent in other narrations about the same subject. Special attention is given to the persistenceof this structure in the legends of Celtic-Breton mythology about the city of Is, and the re-ela-boration of this myth by Galician writer Jos Mara Castroviejo.

    Keywords: cosmic damnation, transgression, El plido visitante, Jos Mara Castroviejo.

    Revista de Filologa Romnica ISBN: 978-84-669-3068-02008, anejo VI, 59-71

  • Desde un punto de vista referencial, los nombres de lugares, los topoi, en nuestrocaso de ciudades Madrid, Roma, Nueva York, etc., tanto para el hombre comncomo para posibles viajeros o lectores informados, son los que primero suelen libe-rar los resortes de nuestro imaginario. Ciertamente los lugares son espacios, pero susconnotaciones espaciales, que pueden ampliarse y enriquecerse o minimizarse e inclu-so desaparecer, forman parte de una dialctica ms compleja que va desarrollndo-se y evolucionando con el tiempo, y en la que la literatura tiene muchas veces unconsiderable papel mitificador o desmitificador. Con frecuencia, la literatura ha mar-cado algunas ciudades con unos rasgos selectivos determinantes, que a menudo sehan convertido en tpicos: el Dubln de Joyce, la Venecia de Mann, la Alejandra deDurrell, etc. Es entonces cuando ciertos espacios calles, canales, cafs, playas, male-cones se tien de implicaciones funcionales particulares que se filtran de maneraindeleble en la memoria colectiva. Los lugares urbanos como espacios totalizantes,constelados, a su vez, de espacios menores interconectados entre s, pueden ofrecery han ofrecido a los artistas un sinfn de escenarios para desarrollar sus capacidadesexpresivas. Los libros de viajes, que con tanta frecuencia han contribuido a la inven-cin de las ciudades, son una buena prueba de ello. Joseph Townsend, ilustrado yprolijo capelln ingls, en su Viaje por Espaa en la poca de Carlos III (1786-1787),escribe de su visita a Mlaga:

    Cuando se divisa por primera vez desde el Mediterrneo, Mlaga parece una ciu-dad profundamente resguardada por la baha y, rodeada en el lado que mira a tie-rra de altas y escarpadas montaas que parecen desprovistas de suelo, y por tanto,no cultivables; pero cuando uno se va acercando, el aspecto se hace ms agradable,se observan viedos sobre las laderas que miran al sol y todas las tierras bajas danla sensacin de ser muy productivas []. Mlaga se asienta en un valle no dema-siado extenso, junto a un profundo barranco que en verano est seco y en inviernosirve de lecho a un caudaloso ro. Las casas son altas, y las calles tan estrechas, quealgunas no tienen ms de ocho pies de ancho, y las hay que ni siquiera alcanzanesas dimensiones; todas estn mal pavimentadas y su suciedad es proverbial.(Townsend 1988: 312-313)

    Ms de cincuenta aos despus, Pedro Antonio de Alarcn en su Viaje en dili-gencia de Granada a Mlaga nos ofrece una visin casi sorollesca de esta ltimaciudad.

    Habamos llegado cerca de una agria pendiente, denominada la Cuesta de la Rei-na, ya muy vecina a Mlaga, desde donde se descubre de pronto y a vista de pjarotoda la ciudad, toda su campia, todo su puerto poblado de mstiles, todo su mar,dentro y fuera del espign del Muelle, que remata en la nombradsima Farola [].La ciudad, blanca, pintoresca, graciosa, pareca un lujoso broche del manto verdede los campos []. Y todo ello, receido por vistosas montaas a la parte del Nor-te y cobijado por un cielo pursimo y esplndido, compona un magnfico panoramaque me llen de jbilo y entusiasmo. (Alarcn 1989: 554-555)

    Son dos miradas diferentes para un mismo lugar transformado en escenario parala visita. La de Townsend desde el barco que conduce al viajero a puerto, cuidado-

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  • sa y en gran medida desapasionada, objetiva, distante, es la mirada de un britnicodieciochesco cuyas apreciaciones casi nunca tienen desperdicio, y constituyen unexcepcional documento histrico. La otra es la de un espaol romntico, ms teatralen la propia manera de descubrir de golpe, por tierra, la ciudad, a la que describe conun aura potica, luminosa y muy vitalista, preludio de la imagen que tiene en laactualidad. El cronotopo espacio-temporal es diferente, aunque el lugar sea el mis-mo, pero es la mirada de Alarcn la que se ha afianzado hasta convertirse en unavisin compartida de forma general en nuestros das. Sobre el papel mitificador odesmitificador que los escritores, en especial los autores de libros de viajes, handesarrollado en muchas de sus obras, es interesante la opinin de Nora Moll en suensayo Imgenes del otro. La Literatura y los Estudios Interculturales:

    En algunos casos, la intencin de librarse de una retrica que idealizaba su objetose vuelca incluso en el uso exclusivo de tpicos negativos: as, Rolf Dieter Brinkmann,en su relato autobiogrfico de 1979 titulado Rom Blicke, dirige su mirada haciatodo lo que le parece sucio, banal, falso y enajenado en Roma, ciudad smbolo de unaItalia rebajada a basurero. l conjuga el objetivo de desmitificar la imagen princi-palmente positiva del Bel paese, difundida por los media y las guas cultura-les, con un procedimiento de naturaleza puramente literaria: la evocacin polmi-ca del Viaje a Italia y la presentacin de s mismo como un anti-Goethe que rechazatodos los valores de la tradicin de la que Goethe fue el adalid. Sin embargo, paramuchos autores Italia sigue siendo un lugar propicio para el despliegue de su propiaindividualidad, en el que se respira una libertad que en su patria se les niega: sta esla imagen que se haya en Auslschung Ein Zerfal (Extincin) de Thomas Bernhard,donde se representa a Roma como una ciudad catica, pero al mismo tiempo comoel actual centro del mundo en que el protagonista encuentra su propio centro inte-rior. (Moll 2002: 350)

    Acostumbrados a movernos entre dicotomas, frente al locus amoenus de un lugarrural, apacible y rodeado de los dones de la naturaleza, o el mismo locus eremus,rural tambin y tranquilo, aunque con una naturaleza ms recndita, agreste o yer-ma, la ciudad, en cualquiera de sus manifestaciones, se presenta siempre como algoconstruido, inventado, a la que progresivamente se le han ido aadiendo adjetivosque la definen: industriosa, bella, tranquila, peligrosa, acogedora o despiadada, suciao tacita de plata, ciudad luz, intestino o cloaca. Pero sea como sea, la ciudadfrente al campo es el compendio de la urbanitas, un lugar para el cambio, la nove-dad, la movilidad, y un mayor anonimato. Un reducto para el trabajo diversificadoy el placer, para el ocio, el agotamiento y el vicio; y, sin lugar a dudas, para la trans-gresin en general. Este planteamiento no implica que en el campo no puedan dar-se las mismas posibilidades y transgresiones, pero considero que no lo hacen en lamisma medida y simultneamente. En el campo, muchas de las posibilidades sea-ladas son espordicas y se ofrecen en un tono menor. Conviene precisar que la ciu-dad de la que estamos hablando convencionalmente es una ciudad populosa, aunqueel valor de este concepto dependa en cada momento histrico de su confrontacincon el mundo rural que la rodea, siempre tambin convencionalmente ms peque-o y limitado. De este modo, la ciudad se presenta como un lugar privilegiado para

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  • la transgresin, para la ruptura de unas normas sociales o morales, que en algunasciudades forma igualmente parte de sus seas de identidad.

    Entre los muchos adjetivos que puede asumir una ciudad est el de maldita. Conel ttulo de ciudades malditas es frecuente encontrar libros, artculos y sobre todoprogramas televisivos que se ocupan de Atlantis, Ur, Tartessos, Babel, Machu Pichuo Teotihuacn, sin ningn tipo de discriminacin. En la mayora de los casos se tra-ta de un revuelto catico de informaciones carente de referencias contrastadas, quemezcla sin pudor pocas y culturas distintas con elucubraciones pseudocientficasque nosotros no tendremos en cuenta. La ciudad maldita de la que vamos a ocupar-nos es aquella en la que la transgresin se hace totalmente patente, de tal modo que,en gran medida, su condicin perversa tiene que ver con esa ruptura de las normasque acabamos de apuntar. La maldicin llega tras una violacin de la convivencia ydel orden, y la ciudad necesita ser castigada. Me estoy refiriendo en este caso al nivelms elevado de castigo dentro de la escala transgresora, a la maldicin csmica queejecuta un ente superior, un dios, contra una ciudad Sodoma, Gomorra, Babilonia,Babel, Is, que perdura como modelo de castigo, y que tiene su mayor presenciaen el terreno literario en la leyenda y el mito. Un segundo nivel, que se presentacomo una proyeccin del anterior, es el de la ciudad maldita como metfora de laperversin, en la que la novela, el drama y el ensayo van a tener una notable parti-cipacin. La Roma de la Lozana andaluza y del Renacimiento en general se con-vierte en el compendio de todos los vicios, en la gran ramera y nueva Babilonia.Una variante de sta, de la que la Literatura, sobre todo la de los siglos XIX y XX,es una de sus grandes creadoras, es la que concibe la ciudad como un vasto teatrodel mal, escenario perfecto para las pasiones inconfesables, los peligros y los vicios.Los poetas malditos, los artistas bohemios y de vida poco convencional, los autoresde novelas por entregas, han hecho del Pars, Londres, Berln o Nueva York deci-monnico el espacio ideal para mostrar todas las tensiones y contradicciones de laciudad moderna y superpoblada, que se vuelve estmago, vientre y laberinto, en cons-tante actividad constructora-destructora. Los relatos de Edgar Allan Poe The Mur-ders in the Rue Morgue, y los folletines de Paul Fval y de Eugne Sue han teidolas ciudades de intriga y misterio. Precisamente fueron Les mystres de Paris (1842-1843) de Sue los que inauguraron una interminable saga de misterios y miserias degrandes ciudades Londres, Madrid, Lisboa, etc. que los escritores locales aprove-charon para llevar a sus respectivas capitales, generando una corriente de inters entrelos lectores, muy parecida a la de los culebrones de la televisin actual. Hay quesealar que este auge de los escenarios urbanos en la novela realista y naturalista delsiglo XIX coincide tambin con la transformacin que las grandes ciudades, en par-ticular las europeas, sufrieron durante estas centurias, cuando el xodo de los ciu-dadanos del campo hacia la urbe y el rpido desarrollo de los nuevos medios detransporte, y de la tecnologa en general, las fue convirtiendo en modernas babeles,espacios ptimos para la transgresin y el mal.

    Teniendo en cuenta estos antecedentes, el objetivo de las breves notas que pre-sento a continuacin es el de describir y analizar las diferentes funciones de la mal-dicin csmica en el relato bblico de las ciudades de Sodoma y Gomorra como luga-res y espacios emblemticamente malditos, y como ejemplo de su pervivencia posterior

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  • en una leyenda cltico-bretona, como es la de la ciudad de Is, reelaborada literaria-mente por el escritor gallego Jos Mara Castroviejo en su coleccin de ensayos Apa-riciones en Galicia (1955) y, sobre todo, en uno de los relatos incluido en El plidovisitante (1960), Dahut de Is.

    La destruccin de Sodoma y Gomorra es un episodio muy conocido y difundi-do de la vida de Abrahn (Gn 18-19) que se inicia en La aparicin en el encinar deMamr y se cierra con La descendencia de Lot1. El proceso destructor-purifica-dor, que culminar con la desaparicin de todo un distrito geogrfico, puede orga-nizarse para su anlisis en varios apartados funcionales: una situacin inicial que sir-ve de marco preparatorio y en la que se va a ir preparando y explicando el futurodesastre, tres secuencias dinmicas que constituyen el ncleo narrativo de los acon-tecimientos, y un colofn final que estructuralmente es un fragmento complementa-rio de la tercera secuencia, y que completa el proceso de destruccin-conservacindel relato.

    SITUACIN INICIAL

    En el bosque de Mamr, Abrahn, que habla constantemente con Jehov, recibe lavisita de tres hombres tres ngeles enviados a quienes invita a comer y descan-sar. stos y el propio Jehov le confirman, a pesar de la vejez de l y de su espo-sa Sara, el futuro embarazo de sta y el nacimiento del hijo de ambos, Isaac. Sara,que lo est oyendo todo a la entrada de su tienda, comenta incrdula y hasta ir-nica:

    Despus de que estoy gastada, verdaderamente tendr placer, siendo, adems,viejo mi seor?. Entonces Jehov dijo a Abrahn: Por qu se ri Sara? y dijo:Es que de veras y ciertamente dar a luz, aunque he envejecido? Hay cosa algu-na demasiado extraordinaria para Jehov? Al tiempo sealado volver a ti, el aoprximo por este tiempo, y Sara tendr un hijo. (Gn 18: 12-14)

    Pero adems de esta premonicin, lo ms interesante para nuestro anlisis es lareferencia a Sodoma y Gomorra, concebidas ya como recintos cuyo grado de corrup-cin es tan alto que requiere un castigo. Las alusiones son totalmente explcitas yno dejan lugar para la duda; aunque en esa particular dialctica entre Jehov y Abra-hn, necesiten una comprobacin, una prueba contundente, quiz para calmar losescrpulos de Abrahn, que lo propios emisarios divinos deben constatar visitandola ciudad.

    Por consiguiente, Jehov dijo: El clamor de queja acerca de Sodoma y Gomorraes ciertamente fuerte, y su pecado es ciertamente muy grave. Estoy completamente

    1 Manejamos la Sagrada Biblia (versin directa de las lenguas orientales por Eloina Nacar Fuster y AlbertoColunga Cueto, 1973), que hemos compulsado con la Traduccin del Nuevo Mundo de las Sagradas Escri-turas (1997). Las citas bblicas proceden de esta ltima.

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  • resuelto a bajar para ver si obran del todo conforme al clamor que acerca de elloha llegado a m, y, si no, podr llegar a saberlo. (Gn 18: 20-21)

    La suerte de las ciudades est echada de antemano, por ms que se mantengatodo un conato de legalidad tranquilizadora para Abrahn, el que va a ser unanacin grande y poderosa (Gn 18: 17). Este marco, con un discurso general sint-tico y denso, como es habitual en este tipo de textos sagrados, cumple una funcinanticipadora y a la vez explicativa de lo que va a acontecer. Su carcter informati-vo es fundamental para la posterior coherencia del relato; sus implicaciones histri-cas, por una parte, refrendan en la figura de Abrahn la excepcionalidad de los or-genes del pueblo judo, y por otra, las implicaciones morales validan lo que va aocurrir, como ejemplo aleccionador de las inexorables consecuencias de cualquiertransgresin. Tambin, y desde una perspectiva ms profana, este relato mtico,como muchos otros, engloba el recuerdo de un posible fenmeno de destruccin deun entorno geogrfico concreto, cuyas causas, totalmente naturales, requeran en elpensamiento mtico un tipo diferente de explicacin, que no fuera el simple hundi-miento geolgico de las orillas de un lago, el actual Mar Muerto.

    PRIMERA SECUENCIA: LA INTERCESIN DE ABRAHN

    En ese pulso verbal que Jehov mantiene con Abrahn, esta primera secuencia sepresenta como un intento por parte del profeta de lograr la salvacin de las ciudadespecadoras o de alguno de sus moradores, frente al autoritarismo globalizante que esfrecuente en el dios. El hombre intercede hasta el final, hasta que el mismo Jehovdesaparece del escenario, con una insistencia que es un autntico regateo para llegara algn criterio de compasin, que en el fondo enmascara un criterio de justicia,teniendo en cuenta que la zona estaba ya casi condenada al exterminio total. Acabarcon todo sin dejar rastro era una prctica habitual en las guerras de la Antigedad ydel entorno del Israel actual, Egipto o Mesopotamia, donde, cuando una ciudad serebelaba o se resista a los nuevos conquistadores, lo mejor que les poda ocurrir asus pobladores era que fuesen vendidos como esclavos. De forma paralela, el diosbblico, cuando est ofendido, suele actuar como un rey absoluto de los que mandanpasar a cuchillo a todos los habitantes de un lugar y sembrar de sal su entorno. PeroAbrahn, como luego Lot, quiere salvar algo: ciudad, bienes y, en particular, perso-nas; bien porque pragmticamente conoce ya las consecuencias de esta prctica des-tructora y vengativa, bien porque tiene el convencimiento de que no todos los habi-tantes de las ciudades estigmatizadas son igualmente pecadores, y alguno merece serpreservado, como Lot y su familia. Verdaderamente barrers al justo con el ini-cuo? (Gn 18: 23), le pregunta Abrahn a Jehov. El regateo para salvar la urbe sise encontraran en ella al menos cincuenta hombres justos termina en la pequea cifrade diez, sin posibilidad de ser reducida. La propia ausencia del interlocutor sagradozanja el envite. Con su insistencia, Abrahn, a pesar de su constante sumisin a Jeho-v, pone de manifiesto su voluntad de mediacin y de bsqueda de un equilibrio que

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  • justifique la necesidad de no destruir por completo las ciudades. Aunque las reglasque se han roto hayan emanado de lo alto, la funcin intercesora en la que Abrahninsiste no es slo un acto de lgica y de conmiseracin humana, sino tambin de jus-ticia equitativa y de previsin normativa de futuro que, sin duda, el dirigente in pec-tore va a necesitar para conducir y controlar al pueblo de Dios. La funcin interce-sora, que nuestro protagonista detenta en su bsqueda de un fiel para la balanza, esun adelanto de la funcin justificativa que, por una parte, permite explicar el origende la catstrofe csmica prcticamente nadie merece ser salvado por ser tan gran-de la iniquidad de los sodomitas y de sus vecinos, y por otra, logra que los interlo-cutores humanos de Abrahn entiendan bien el poder ilimitado de Dios y, de paso,la importancia de unas leyes promovidas por la divinidad. El silencio final de Diosestablece el lmite, diez justos, que finalmente no se encuentran.

    Por fin dijo: Que Jehov, por favor, no se enardezca de clera, sino que se mepermita hablar esta sola vez: Supongamos que se hallen all diez. A su vez, ldijo: No la arruinar por causa de los diez. Entonces Jehov procedi a irse cuan-do hubo acabado de hablar a Abrahn, y Abrahn se volvi a su lugar. (Gn 18:32-33)

    SEGUNDA SECUENCIA: LA CORRUPCIN DE SODOMA

    Ya al comienzo de la primera secuencia la acusacin de Jehov contra Sodoma yGomorra es contundente: [] su pecado es ciertamente muy grave (Gn 18: 20),pero es a lo largo de esta segunda secuencia cuando el texto pone de relieve expl-citamente el empecinamiento sexual de sus habitantes y, por lo tanto, su pecadonefando. El ncleo de la secuencia se centra en la historia de Lot, que como antesAbrahn tambin quiere hacer de juez, segn afirman sus convecinos, y pro-mover un equilibrio preservando algo: en primer lugar, a los enviados de Dios,invitndolos a pernoctar en su casa y defendindolos del furor libidinoso de lossodomitas, y despus, a los propios habitantes justos del lugar, sus posibles yer-nos, que no le hacen caso y piensan que est bromeando y que Jehov no va aarruinar la ciudad.

    Antes de que pudieran acostarse, los hombres de la ciudad, los hombres de Sodoma,cercaron la casa, desde el muchacho hasta el viejo, toda la gente en una chusma. Ysiguieron llamando a Lot y dicindole: Dnde estn los hombres que entraron con-tigo esta noche? Scanoslos para que tengamos ayuntamiento con ellos. Por finLot sali de donde ellos, a la entrada, pero cerr la puerta tras s. Entonces dijo:Por favor, hermanos mos, no obren mal. Por favor, miren que tengo dos hijas quenunca han tenido coito con hombre. Por favor, djenme sacarlas a ustedes. Enton-ces hganles lo que parezca bien a sus ojos. Slo no hagan nada a estos hombres,porque por eso han venido a la sombra de mi techo. A lo que dijeron: Qutateall!. Y aadieron: Este hombre solitario vino ac a morar como forastero y, noobstante, realmente quiere hacer de juez. Ahora vamos a hacerte peor a ti que a

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  • ellos. Y con mpetu vinieron echndose pesadamente sobre el hombre, sobre Lot, yestaban acercndose para forzar la puerta. De modo que los hombres alargaron lamano y metieron a Lot consigo, dentro de la casa, y cerraron la puerta. Pero a loshombres que estaban a la entrada de la casa los hirieron con ceguera, desde elmenor hasta el mayor, de modo que estos se agotaban tratando de hallar la entra-da. (Gn 19: 4-11)

    Admira la simplicidad y precisin del relato, muy plstico en su vivacidad casicinematogrfica y en su detallismo sinttico, pero admira ms an el juego psicol-gico, la sensacin de peligro y la frustracin de Lot, quien, ante su deber de hospi-talidad, no duda en ofrecer incluso a sus hijas a una chusma que no las necesita. Porfavor, repite insistentemente. La funcin castigo empapar poco a poco el discur-so y el esfuerzo de sus agentes, los ngeles, y se centrar ya slo en la defensa y pre-servacin del justo y su familia, hasta el punto de cegar a los inmorales sin distin-cin de edad, como un preludio del castigo total que vendr despus: [] puesvamos a arruinar este lugar, porque el clamor contra ellos se ha hecho fuerte delan-te de Jehov (Gn 19: 13). Pero Lot es tambin un poco terco, y se resiste a aban-donar la ciudad, hasta que los ngeles se lo llevan por la fuerza junto con su mujery sus dos hijas, y le conminan a que se retire a una regin montaosa. Lot es verda-deramente un urbanita, y en su resistencia sigue insistiendo en habitar en un lugarpoblado. No se rinde y consigue arrancarle a Jehov la salvacin de la pequea ciu-dad de Zar, en los confines del distrito, por el temor de que la calamidad se man-tenga cerca de l (Gn 19: 19). Lot no es su valedor Abrahn, pero, como l, man-tiene una actitud reflexiva y, tambin como l, va obteniendo concesiones de Dios.Parece un reflejo, ms plido, pero en la rbita de Abrahn, del hombre insistente,aunque dependiente de Dios, como ms adelante lo sern Moiss y otros profetas.Acta como un personaje imbatible al desaliento, que con su actitud ante la divini-dad a l tambin le habla Jehov va a conformar gran parte de la voluntariosamanera de ser del pueblo judo.

    TERCERA SECUENCIA: LA DESTRUCCIN DE LAS CIUDADES

    Y as, sencillamente, se consuma el castigo:

    El sol haba salido sobre la tierra cuando Lot lleg a Zar. Entonces Jehov hizollover azufre y fuego desde Jehov, desde los cielos, sobre Sodoma y Gomorra. Demodo que sigui adelante derribando a estas ciudades, s, al Distrito entero, y a todoslos habitantes de las ciudades, y las plantas del suelo. Y la esposa de l empez amirar alrededor desde detrs de l y se convirti en columna de sal. (Gn 19: 23-26)

    Sera la mujer de Lot, con su curiosidad y sus silenciosas miradas detrs del, el cordn umbilical que le retuvo unido a la ciudad tantas horas demorando susalvacin? El castigo se ha consumado por fuego y azufre; y el castigo ha arras-trado tambin a la mujer curiosa y desobediente de Lot, probablemente como un

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  • recordatorio de que quien rompe las normas, aunque pertenezca a la familia, tam-bin debe ser castigado: Escapa por tu alma! No mires atrs y no te detengas entodo el Distrito! Escapa a la regin montaosa por temor de que seas barrido! (Gn19: 17). Y es a partir de este momento cuando Sodoma, Gomorra y otros lugares deldistrito pasan al mito, y despus, a convertirse en operativas metforas morales: para-digma espacial de todos los vicios y, por lo tanto, ciudades malditas por excelencia,ya que ha sido el mismo Dios quien las ha maldecido. A pesar de suponer la culmi-nacin del mito, en el relato bblico, esta secuencia del castigo no recubre la grave-dad del dao, a la hora de su consumacin, de grandes tintes apocalpticos, comosuelen hacer los glosadores religiosos de este relato. La conclusin se expone consobriedad, pero no por ello deja de ser aleccionadora, tremendamente humana, sinalharacas y muy prxima a la que podra darse hoy y se da ante una catstrofe.Abrahn, testigo de excepcin, nos va a hacer el resumen final:

    Ahora bien, muy de maana Abrahn se dirigi al lugar donde haba estado de piedelante de Jehov. Entonces mir abajo hacia Sodoma y Gomorra y hacia toda latierra del Distrito, y vio una escena. Pues mire, humo denso ascenda de la tierracomo el humo denso de un horno de calcinacin! Y aconteci que, cuando Dios arrui-n las ciudades del Distrito, Dios tuvo presente a Abrahn, pues dio pasos paraenviar a Lot de en medio del derribo cuando derrib las ciudades en medio de lascuales haba estado morando Lot. (Gn 19: 27-29)

    La relacin Abrahn-Lot como hombres justos se hace aqu ms patente; y lasimple afirmacin humo denso ascenda de la tierra como el humo denso de un hor-no de calcinacin es mucho ms expresiva que todo un discurso moral impostado.La justicia divina se ha cumplido y su eficacia puede servir tambin de modelo parala justicia humana

    COLOFN: LA DESCENDENCIA DE LOT

    El anlisis que estamos haciendo tiene su complemento y culminacin en lo que enalgunas versiones de la Biblia, por ejemplo la de Nacar y Colunga citada en las notasa pie de pgina, lleva por ttulo La descendencia de Lot. Formalmente, se trata deun fragmento secuencial que completa de una manera en parte bastante lgica, y enparte sorpresiva, la historia de nuestro solitario forastero que quiere hacer de juez,al decir de sus enemigos. La escabrosa, y a todas luces incestuosa, historia de lashijas de Lot, que deciden yacer con su padre para preservar su descendencia segnla manera de toda la tierra, es un interesante colofn que, como algunos versculosanteriores los de la aparicin de los tres varones en el encinar de Mamr, y la pro-mesa de Jehov a Abrahn y Sara, nos remite tambin a una situacin de procrea-cin. En la primera ocasin, de dos ancianos, una situacin lmite, como lo es tam-bin, aunque en otro sentido, el caso de no procreacin, propio de las relacioneshomosexuales que desembocan en la destruccin de Sodoma y Gomorra. Reunidaslas hijas de Lot en una cueva despus de la catstrofe

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  • [] la primognita procedi a decir a la ms joven: Nuestro padre es viejo, y nohay hombre en el pas que tenga relaciones con nosotras segn la manera de todala tierra. Ven, demos a beber vino a nuestro padre y acostmonos con l y conser-vemos prole de nuestro padre. De modo que siguieron dando a beber vino a su padredurante aquella noche; entonces la primognita entr y se acost con su padre, perol no supo cuando ella se acost y cuando se levant []. Y ambas hijas de Lot que-daron encintas de su padre. Con el tiempo la primognita lleg a ser madre de unhijo, y lo llam por nombre Moab, hasta el da de hoy. En cuanto a la ms joven ellatambin dio a luz un hijo, y entonces lo llam por nombre Ben-amm. Es el padre delos hijos de Ammon, hasta el da de hoy. (Gn 19: 30-38)

    La conservacin de la especie y la genealoga de los distintos pueblos, tribus ypersonajes, tan importante en el desarrollo de la religin juda, abren vas interpre-tativas por las que ahora no podemos caminar. Siguiendo con nuestros objetivos, noes difcil ver en estos textos del Gnesis, y en otros parecidos, un esquema recurrentede funciones que podramos resumir de la siguiente manera: transgresin-dao, recon-vencin-castigo, restauracin-beneficio. Primero, transgresin de un pacto o deunas normas de convivencia ms o menos explcitas que genera un dao; despus,reconvencin divina o de un ente con poderes superiores, que va a desembocar enun castigo de proporciones csmicas para los transgresores y en una promesa de sal-vacin para el hombre justo, y finalmente, la restauracin del pacto o de las normascon una continuidad ms o menos ortodoxa de las mismas. En el texto que acaba-mos de estudiar, el final no es tan convencional al menos si partimos de una orto-doxia tradicional como para hacer que el esquema se cumpla sin fisuras. Eso aa-de ms inters a la propuesta, en tanto que el estudio de las posibles variantes puedeenriquecer an ms el conocimiento de unos textos mticos, en principio sagrados,pero que al tematizarse pueden a la vez convertirse y as ha ocurrido en infinidadde ocasiones en una cantera inagotable de ideas para los creadores de muchas lite-raturas y sistemas de pensamiento.

    TRANSGRESIN Y CASTIGO EN DAHUT DE IS DE JOS MARA CASTROVIEJO

    El cuento Dahut de Is, que aparece en El plido visitante, un excelente libro derelatos del escritor Jos Mara Castroviejo (1909-1983), gira tambin en torno a unaciudad maldita, Is, en Bretaa, pas lleno de resonancias clticas y medievales queha nutrido la imaginacin y la fantasa de muchos escritores gallegos, entre ellosCastelao, Cunqueiro y el propio Castroviejo (vid. Estvez Rodrguez 2004). De losveintitrs relatos que componen la obra, la historia de la princesa Ahs Dahut formaparte del bloque de cuentos bretones, los del Finisterre armoricano, uno de los blo-ques fundamentales de la obra que se complementa con otro de temtica gallega,ms prxima en general a nuestro tiempo, aunque el tiempo de Castroviejo sea siem-pre un tiempo mgico y de reminiscencias ancestrales, aun presentndose como pr-ximo. Tal como seala Manuel Antonio Estvez (2004: II, 514 y ss.) entre las fuen-

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  • tes del relato hay que contar los lays de Mara de Francia Le lai de Grallon Meury, sobre todo, la obra de Hersart de la Villemarqu Barzaz Breiz, Chants Populairesde la Bretagne, que fue muy conocida entre los franceses desde la segunda mitad delsiglo XIX2. El tema del relato es el de la destruccin de una ciudad como castigodivino, y esto es lo que va a relacionar a Is con Sodoma y Gomorra. As vilas e cida-des asolagadas, hundidas en el agua y destruidas por el mar o por el desbordamien-to de ros o lagunas, como la Antioquia sumergida en la laguna de Antela, en Ouren-se, son un tema recurrente entre las tradiciones clticas y aparece reflejado eninnumerables leyendas, porque este relato efectivamente tiene aroma de leyenda.Antes de El plido visitante, Castroviejo se ocup de Is en Apariciones en Galicia,obra de 1955. Aqu el texto es ms sucinto, menos potico y ms ejemplo moral. Enesencia se trata de la historia del rey Gralon Grallon en El plido visitante, quereside con su hija Dahut en Is, una magnfica ciudad costera en la punta de la isla dela Cabra; ciudad que, a pesar de su magnificencia, es un centro de depravacin de laque participa tambin la princesa, que no escucha ni los ruegos de su padre ni los deotros santos varones que proclaman el castigo divino por tanta inmundicia. Un daen que Dahut presida un gran banquete, preludio de mayores desenfrenos, llega elcastigo en forma de gran tormenta de agua que hunde la ciudad. El rey, pese a susaos y a su espanto, logr reunir febrilmente aquello que tena como ms precioso,colocando a su hija y a su tesoro sobre un corcel fogoso, pero las furiosas aguas, msgiles que el animal, arrastraron caballo y carga en un torbellino sin esperanza (Cas-troviejo 1955: 57). En este texto, Castroviejo sigue sus fuentes de una manera msmecnica; fuentes que a su vez, aun siendo clticas en lo que se refiere a las ciuda-des hundidas, estn empapadas de cristianismo, por lo que el esquema transgresin-dao, reconvencin-castigo, restauracin-beneficio se cumple esencialmente, aun-que en este caso el pobre rey no consiga salvarse. La ciudad, sin embargo, s seconvierte en metfora del pecado y, por lo tanto, en modelo negativo de lo que pue-de suceder a otras ciudades que la imiten.

    La versin del mismo tema que Castroviejo introducir cinco aos ms tarde enEl plido visitante, adems de estar trabajada con mayor riqueza esttica, plantea, apesar de su brevedad, una mayor complejidad. En ella, el autor desarrolla un juegoficcional ms sugestivo, ya que Genoveva de Tanguy, la vieja dama de Locronan,que es quien cuenta al autor muchos de estos relatos de Bretaa, mantiene con l undilogo enriquecedor en el que la fantasa y la realidad se mezclan y se influyenmutuamente. Las referencias histricas legitiman como verdadero lo que se est con-tando, y la fantasa refrenda el horizonte de expectativas de los lectores, que se abrea unos mundos llenos de misterio: Esta ciudad sumergida hermana de Occismor,de Arnival, de Minquiers, de Saint Gaud, de Tollente y de Lexobia se llamaba Is,se extenda sobre nueve leguas circundada de gruesas murallas y sus esclusas occi-dentales eran de bronce (Castroviejo 1960: 45). A su vez, implicndose en el jue-go, el propio autor interviene como narrador y le comenta a la vieja dama:

    2 Esta obra ha sido publicada en castellano bajo el ttulo de El misterio celta, relatos populares de Bretaa(1999).

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  • Hace tiempo, querida amiga, que me fascina todo lo relacionado con las villas sumer-gidas. Cuando anduve por estos mares y por el Grand Sol, con mis valientes galle-gos y con el patrn Perrachica, me senta emocionado al saber que bajo nuestra qui-lla [] haba pueblos y bosques sumergidos. (Castroviejo 1960: 45-46)

    Volviendo a la complejidad del relato, el rey Grallon no slo es el constructor dela ciudad y el guardin de la llave de las esclusas que la defienden del mar y la haceninexpugnable, sino que adems es un guerrero y un enamorado. Grallon mantienerelaciones con una bellsima ondina que al final le abandona, aunque antes le salvade las aguas en las que el impetuoso rey se ha metido persiguiendo a su amada3.Superada esta decepcin amorosa, conquista ms tarde a Malgven, una princesa nr-dica de gran belleza, y se la lleva a lomos de su caballo Morvarch, capaz de cami-nar sobre las olas. Ella ser la madre de Dahut Ahs y morir antes de llegar a tie-rra, dejando a su hija que tambin llegar a poseer una extraordinaria belleza alcuidado del rey. Y es Dahut, hija del mar, la que convence a su padre para que leconstruya una ciudad casi sobre las olas. Pero Ahs se revela como una mujer sinfreno que no quiere prescindir de ninguno de los placeres: Todas las tardes un nue-vo amante es introducido en palacio y todas las lvidas maanas su cuerpo se balan-cea trgico entre las espumas furiosas del infierno de Plogoff (Castroviejo 1960:48). Con unas cuantas pinceladas, la hija de este rey fundador del reino de Cor-nualles, segn Genoveva de Tanguy adquiere los rasgos de una femme fatale, quefinalmente cae en los brazos de un extrao caballero que la inicia en el secreto devicios desconocidos. Tras la transgresin y las premoniciones, el castigo no va atardar en aparecer. Un da, el amante de la princesa abre las esclusas que defiendena la ciudad del oleaje con las llaves que Dahut ha robado a su padre para entregr-selas a l. Grallon consigue huir montado en Morvarch con su hija a la grupa, peroel caballo ya no tiene fuerzas y se va hundiendo poco a poco. San Guenol insta alrey a que se desprenda de la maldita criatura que se aferra a sus hombros, y alhacerlo, Morvarch y el rey alcanzan fcilmente la costa, mientras la ciudad y Dahutdesaparecen tragadas por el mar. Sabemos por la vieja dama que Dahut fue conver-tida en sirena y que A veces los marineros oyen un canto triste y dulce que ascien-de del abismo marino hasta remontar las olas Es Dahut, cuya alma errante expasus grandes pecados y pide a los vivos plegarias para que cesen sus tormentos (Cas-troviejo 1960: 49).

    CONCLUSIONES

    El texto del Gnesis sobre la destruccin de Sodoma y Gomorra como precedente,y los dos de Castroviejo sobre el hundimiento de Is que acabamos de comentar sonalgunos de los muchos ejemplos que se podran estudiar de ciudades desaparecidas

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    3 En la figura de la ondina, subyace el motivo recurrente de las sirenas enamoradas de hombres con quienestienen hijos, origen mtico del apellido gallego de los Mario de Lobera.

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  • a causa de un cataclismo. Tambin son ciudades aureoladas por una maldicin, quelos mitos y la propia literatura han mantenido y recreado a lo largo del tiempo. Sonciudades malditas desde una perspectiva csmica, en las que la transgresin y el cas-tigo se mantienen como invariantes funcionales de un esquema de acciones que serepite ineludiblemente. En el modelo inicial hablbamos de transgresin-dao, recon-vencin-castigo, restauracin-beneficio; ahora bien, este ltimo rasgo que, como con-clusin formal, es tambin una invariante inevitable pues algo va a ocurrir siem-pre despus no lo es en cuanto al tipo de posibles respuestas que puedan producirse(variantes). No hay una respuesta nica, aunque los textos ms prximos a un mode-lo antropolgico de causas y efectos morales (sagrados) puedan presentar quiz unasconstantes ms regladas de restauracin y proteccin de lo bueno y erradicacin delo malo que los textos (profanos, o ms profanos) trabajados por la literatura y la fic-cin, que se pueden inclinar hacia respuestas ms fantasiosas y arbitrarias.

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