Civallero_(2012). Contra La 'Virtud' de Asentir Esta El 'Vicio' de Pensar

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    Contra la 'virtud' de asentir

    est el 'vicio' de pensar:

    Reflexiones desde una

    bibliotecologa crtica.

    Civallero, Edgardo.

    Cita: Civallero, Edgardo (2012). Contra la 'virtud' de asentir est el 'vicio'

    de pensar: Reflexiones desde una bibliotecologa crtica. Pre-print.

    Direccin estable: http://www.aacademica.org/edgardo.civallero/95

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    Contra la virtudde asentir

    est el viciode pensar

    Reflexiones desde una bibliotecologa crtica

    Edgardo Civallero

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    No pretendemos ver el cambio.Solo haber dejado algo

    sobre el camino andado que pas.

    Len Gieco. "El desembarco".

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    El presente escrito est referido nica y exclusivamente a labibliotecologa (biblioteconoma) y a la documentacin, y notiene ni busca tener relacin alguna con las llamadas "cienciasdela informacin", disciplina cuyos resultados tienen un impactotangencial sobre el trabajo real y cotidiano de las bibliotecas ycentros afines.

    Mi agradecimiento a Sara Plaza Moreno por la revisin ycorreccin del texto y la discusin de las ideas que en l se

    expresan.

    Edgardo Civallero, 2012.

    Distribuido comopre-printbajo licencia Creative Commons by-nc-nd 3.0http://bitacoradeunbibliotecario.blogspot.com

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    Puntos de partida

    Histricamente, se atribuye a la bibliotecologa socialista la primera yms importante contribucin a resaltar la valoracin del papel de labiblioteca no slo como un componente clave en el sistema social decomunicacin sino, fundamentalmente, como parte orgnica de la vidasocial, econmica y cultural de un pas y como institucin formadora dela conciencia social. La biblioteca ocupa un lugar central en laestructura de la circulacin y la utilizacin social de los libros, de laorientacin de la lectura y del servicio de informacin a la poblacin, ycomo el espacio propicio para la formacin de una personalidadarmnicamente desarrollada, esto es, la biblioteca como base de la

    educacin en tanto contribuye a la formacin del aspecto espiritual y dela conciencia poltica y social del hombre, y como centro de divulgacinde los logros de la ciencia y de la tcnica.

    Luis Hernando Lopera Lopera.1

    En un momento en que un nmero nada despreciable de los productores y difusores deconocimiento de/sobre el universo bibliotecolgico (ya se trate de docentes, de autores,

    de conferencistas o de las ambiguas "autoridades" y los inefables "expertos") parecendedicarse fervientemente a aclamar y recomendar, como solucin nica, indiscutible einevitable a todos los problemas del quehacer profesional, las ltimas novedades enmateria de herramientas tecnolgicas: sas que en cuanto pestaeen se habrn quedadoobsoletas y demandarn ser actualizadas y renovadas de manera permanente; sas de lascuales se afirma que permiten a los profesionales de la informacin hacer su trabajo msvelozmente y, al parecer, "mejor"...2

    ...o bien a la apasionada defensa y promocin de la aplicacin del modelo empresarial(en todos sus aspectos, vertientes y variantes) a la mayor cantidad de estructuras

    bibliotecarias posibles mercantilizando incluso los programas de estudios sin medirlas consecuencias, ocultando los previsibles (y en algunos casos ms que comprobados)resultados negativos, o ignorndolos sin ms...3

    ...o a asfaltar sin sonrojo alguno es ms: a asfaltar sistemtica y deliberadamentecualquier atisbo de sentido crtico, afn de investigacin, desarrollo terico, debateideolgico o compromiso social que pueda asomar en las mentes ajenas. O a entorpecery desalentar dichas actitudes. O a desautorizarlas y condenarlas, en un desvergonzadointento por mantener intacto el pernicioso statu quoactual...

    ...o a desfavorecer la elaboracin terica, epistemolgica y metodolgica o la reflexinfilosfica sobre el universo bibliotecolgico desde una perspectiva integral, aferrndose

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    a un positivismo4 que pone todos los focos en los datos numricos, los procesosestadsticos o los resultados cuantificables, acatando servilmente los designiosimpuestos por la ideologa hegemnica del capitalismo post-industrial y su falazparadigma de la "sociedad de la informacin"...5

    Y por ende, en un momento en que tales referentes parecen haber dejado para otro da(o en otras manos, no siempre visibles) el anlisis del motivo y la finalidad ltima deltrabajo de los profesionales de la informacin, o la evaluacin de los numerososprocesos internos que se desarrollan dentro de la bibliotecologa, o la de sus gravesconflictos, o la de sus notorias carencias y falencias...

    ...o incluso la consideracin de cmo esas "nuevas tecnologas" que tan entusiastamenteimpulsan pueden ser de verdadera utilidad para la mayor cantidad de bibliotecariosposible, sean quienes sean y estn donde estn, en lugar de ser un pinge negocio paraunos pocos...

    ...por no hablar de un modelo empresarial que alaban y propagan y que est destrozandola biblioteca como institucin (sobre todo la pblica) y restndole medios para acometersus objetivos principales...

    ...o de la pauperizacin de las currculas educativas, que sirven a intereses ajenos ylimitan los horizontes intelectuales de los educandos, atrofiando cuando nodestruyendo su capacidad de pensar, de opinar, de tomar iniciativas, de serautnomos e independientes...

    ...o de la reduccin de los canales informativos y divulgativos a travs de los cuales los

    conceptos, ideas, descubrimientos, debates y pensamientos bibliotecolgicos sontrasladados de los planos abstractos y especializados a la realidad cotidiana de lostrabajadores...

    ...o de la progresiva prdida de vnculos con la sociedad y con sus necesidades msimperiosas y urgentes, sus valores ms amenazados, sus bsquedas ms postergadas...

    ...o de la necesidad imperiosa solventada de forma fragmentaria o incompleta dediscusiones interdisciplinarias que vinculen de una buena vez a la bibliotecologa concampos tan "arriesgados" y "espinosos" como la teora crtica, la sociologa y la poltica(amn de muchas otras disciplinas sociales) y la ayuden a desmitificar su falsa

    neutralidad, objetividad e imparcialidad...6...o de la impostergable de-construccin de las nocivas jerarquas bibliotecolgicasactuales para promocionar el dilogo diversificado y la participacin autntica de todoel colectivo bibliotecolgico...

    Y sobre todo, en un momento en que la crisis del sistema econmica, social, poltica,de valores e ideas arrecia y es ms necesario que nunca volver a pronunciar y a poneren prctica viejos conceptos como independencia, autonoma, compromiso, igualdad,cambio, transformacin, inclusin, justicia, libertad, colaboracin, cooperacin,solidaridad, responsabilidad, contestacin...7

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    En un momento as se impone un alto en el camino; pararse a entender, detenerse aaveriguar y, por qu no, filosofar ajenos al ruido. Se impone la necesidad de apartar lavista de la pantalla para no dejarnos distraer y dirigirla hacia los lugares reales oimaginados que han sido nuestra inspiracin y nuestro sostn a lo largo del tiempo.

    Se impone la reapropiacin y rehabilitacin de ciertos espacios, discursos y canales, ascomo el restablecimiento de una serie de valores y la recuperacin de determinadoscriterios que nos ayuden a considerar cules, de entre todos los senderos que tenemospor delante, conviene explorar antes de transitarlos, cules pueden empezar a andarse ycules no deben siquiera insinuarse.8

    El ejercicio es necesario porque, como bien sabe la gran mayora de los receptores deconocimiento del universo bibliotecolgico sobre todo esos colegas que trabajandiariamente al pie del can o en la trinchera pero cuyas voces raramente se escuchan,sus palabras raramente se publican o difunden, sus problemas raramente se consideran o

    se conocen y sus opiniones raramente se tienen en cuenta, la bibliotecologa es muchoms que noticias y anuncios de plataformas virtuales, libros digitales, nuevas bases dedatos, mediciones estadsticas o formas excelsas de manejar las cuentas y la publicidad.Es, antes que nada, un servicio. Uno que va ms all de la ancdota tecnolgica o lacoyuntura econmico-empresarial. Uno brindado por personas capacitadas para ello aotras personas que acuden a la biblioteca con necesidades concretas, urgentes a veces,importantes siempre.

    En nuestras manos descansa el poder de la informacin, y aunque muchos bibliotecarioscontinen, a da de hoy, sin percatarse de ello (algo que s han hecho las esferas

    polticas y las grandes multinacionales que las financian), es algo que no debe tomarse ala ligera: la informacin brinda inmensas posibilidades para el cambio y el desarrollo,para el razonamiento y la bsqueda de respuestas, para la resistencia y la rebelin 9. Elmanejo de tan preciado bien precisa de una formacin muy slida. Una que supere losestrechos lmites de las herramientas de trabajo y proporcione a los profesionales lacapacidad y la habilidad para actuar con destreza y buen juicio.

    Sin embargo, es cada vez ms evidente que los saberes esenciales que requieren talesprofesionales para desempearse en sus tareas cotidianas se han ido desvaneciendo pocoa poco de las aulas, de las revistas, de las conferencias y cursos, sustituidos por

    contenidos circunstanciales que, en general, alimentan poco las races ms profundas dela profesin. Y que, mal mirado, podran incluso estarlas minando, al desproveerlas desus nutrientes ms necesarios.

    Esta muda de piel se pone especialmente de manifiesto al comprobar que las materias delas que, hasta no hace tanto, se (pre)ocupaban los bibliotecarios la historia y laevolucin del libro y la biblioteca, su papel en el desarrollo de las sociedades, suimportancia en la educacin y la formacin individual y grupal, la organizacin de losacervos documentales, la validez de los instrumentos que ayudan a su gestin, la ticade la profesin, y un largo etctera han perdido mucho de su antiguo inters y hanquedado relegadas al fondo del bal. All continan latiendo gracias a los cuidados de

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    un puado de profesionales que, desde una perspectiva "actual", aparecen como varadosen un pasado de papeles, estanteras, humedades y plagas de pececillos de plata. Sonellos los que, en los lugares donde desarrollan la teora y la prctica bibliotecas,algunas aulas, un par de revistas y centros de investigacin comprometidos, varios blogs

    y unos cuantos sitios web recolectan, construyen, recuperan, explican y divulganbuena parte de ese saber tan necesario.

    Y son ellos, y no otros, los que nos muestran que otra bibliotecologa no solo esdeseable, sino que es posible. Una que realmente est al servicio de nuestra comunidady a no al de alguien o algo ms, y que sirva a unos propsitos democrticos,participativos y humanistas. Una que no se deje embaucar por los cantos de sirena ni losfuegos de artificio del sistema injusto, excluyente y desigual en el que est inmersa. Unaque no sucumba al mercantilismo y asuma su responsabilidad y compromiso social. Unaque nos permita crecer al ritmo al que lo hace el conocimiento y la sociedad que lo

    produce y lo requiere. Una que eduque a sus profesionales con una visin y unaconciencia crticas, reflexivas y transformadoras. Una que no nos niegue, que no noslastre, que nos impulse y nos impida cruzarnos de brazos.

    Para reivindicar esa bibliotecologa es preciso comenzar a discutir y a actuar. Sinpretensiones, pero sin medias tintas. Porque ya sabemos adonde llevan los disimulos, lasequidistancias y las tibiezas.

    [Generalizar es un error (aunque tal frase ya sea una generalizacin en s misma). Sin

    embargo, y como bien seal Ezra Pound10, si las generalizaciones vienen apoyadas

    por hechos concretos como es el caso dejan de ser una equivocacin y se

    convierten en un conjunto de sentencias vlidas].

    Notas

    1Luis Hernando Lopera Lopera. "Una tica bibliotecolgica para afrontar los retos de nuestro tiempo".

    Tesis (http://eprints.rclis.org/handle/10760/5839).2 "En nuestro afn por adoptar desarrollos nuevos y costosos en tecnologa de la informacin, losbibliotecarios estamos permitiendo que los intereses corporativos redefinan la informacin como un biende consumo mientras nosotros nos ocupamos de asuntos de eficiencia tcnica. Corremos el peligro desucumbir a una mentalidad puramente instrumental a travs de la cual los medios (...) anulen los fines alos que deberan servir". Henry T. Blanke. "Libraries and the commercialization of information: towards acritical discourse of librarianship".Progressive Librarian, 2 (1990), pp. 9-14.3"Podemos elegir convertirnos en entidades comerciales basadas en productos y clientes, o intentar serinstituciones socialmente significativas, con un rol y una vocacin ms elevados". James K. Elmborg."Libraries as the Spaces Between Us". Reference & User Services Quarterly, 50 (4), pp. 338-350. Vid.adems el programa de diez puntos presentado por Mark Rosenzweig en la Conferencia de Viena

    organizada por KRIBIBIE en 2000, especialmente los puntos 2 y 10 (http://libr.org/plg/10-point.php), y el

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    artculo de Zapopan Muela Meza "The age of the corporate State versus the informational and cognitivepublic domain".Information for Social Change, 23 (2006), pp. 75-98.4Herbert Marcuse (Escuela de Frankfurt) defini el pensamiento positivista social como uni-dimensional:se reduce a una observacin contemplativa y a una comprobacin matemtica, y deja de lado los juicios,

    las visiones crticas o los intentos de cambio. En general, el positivismo "cosifica" los procesos sociales,sin tener en cuenta la complejidad del entramado social humano. Max Horkheimer (de la misma Escuela)seal que la sumisin al formalismo lgico que provee el positivismo puede parecer un triunfo de laracionalidad objetiva, cuando en realidad es la sumisin a la razn de los datos inmediatos, en donde secarece de todo tipo de reflexin crtica. El positivismo en la bibliotecologa ha sido duramente criticadopor autores como Michael H. Harris.5 "[La sociedad de la informacin] representa la globalizacin de incontables corporacionestransnacionales; una esfera cultural internacional cada vez ms dominada por intereses corporativosmanipuladores; un sistema de valores que afirma ser universal, basado en la apoteosis del consumismo; lacabalgante 'privatizacin' de todos los aspectos de la esfera pblica y, al mismo tiempo, la invasintecnolgica de la esfera privada de los ciudadanos; un sector de la informacin cada vez ms controlado

    por un reducido puado de firmas monopolistas; la agudizacin de las diferencias entre 'los que tienen' y'los que no tienen'...". Mark Rosenzweig. "Libraries at the end of history?". Progressive Librarian, 2(1990), pp. 2-8.6"Hace mucho tiempo, muchos [bibliotecarios] adoptaron la idea del 'fin de la ideologa', sosteniendo quelas bibliotecas no solo deberan ser (lo cual es discutible) sino que, de hecho, son instituciones 'neutrales',ajenas a la ideologa, y que la poltica, en el sentido clsico e 'ideolgico', es irrelevante para nuestraprofesin. Esto prepar el camino para que la 'mano invisible' del mercado se ocupara de encontrarsoluciones ptimas y eficientes para cada problema". Mark Rosenzweig. "Libraries at the end ofhistory?".Progressive Librarian, 2 (1990), pp. 2-8.7Vid. la "Declaracin de Murcia sobre accin social y educativa de las bibliotecas pblicas en tiempo decrisis" (Murcia, Espaa, febrero de 2010).8Vid. p.e. las categoras y lneas temticas propuestas en "The Atlas of New Librarianship" de R. DavidLankes (The MIT Press/ACRL, 2011).9 "A medida que nuestra sociedad global se basa cada vez ms en la informacin como mercanca, elpoder lo acaparan y gestionan quienes tienen acceso a ella. El resto permanecen marginados". SandyIverson. "Librarian and resistance".Progressive Librarian, 18 (2001), pp. 14-20.10"Toda afirmacin general es como un cheque emitido contra un banco. Su valor depende de lo que hayaen caja para respaldarlo. Si el seor Rockefeller extiende un cheque por un milln de dlares, es uncheque vlido. Si lo extiendo yo, es un chiste, una farsa: carece de valor. Si se toma la cosa en serio,extender ese cheque se convierte en un acto delictivo". Ezra Pound. "El ABC de la lectura", p. 33.

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    Caminantes en un pramo terico

    A diferencia de sus colegas en otros campos de la actividad social, elbibliotecario se muestra extraamente desinteresado por los aspectostericos de su profesin. Parece poseer una inmunidad nica a esacuriosidad que en todos lados lleva al hombre moderno a intentar, dealguna forma, alinear su trabajo con la corriente principal de la vidahumana. Aparentemente, el bibliotecario se queda solo en lasimplicidad de su pragmatismo.

    Pierce Butler.11

    Como demuestra la cita de Butler (un texto publicado en 1933), la bibliotecologa comodisciplina parece llevar tiempo centrndose en las facetas prcticas del quehacerprofesional sobre todo en las ms mecnicas y dejando de lado sus mltiplesaspectos tericos.

    Michael H. Harris volvi a sealar este hecho en 1986, en un artculo12 que levantmuchas ampollas en la comunidad bibliotecaria internacional. En l sealaba que "laconcepcin de la bibliotecologa como un oficio mecnico que se entiende mejor a

    travs del precepto y la prctica ha mantenido su atractivo [desde 1853] hasta el da dehoy (...) En los aos veinte, hubo voces a favor de la creacin de una percepcin tericacomo la clave para desentraar los misterios de la gestin bibliotecaria y todo seadicho como un prerrequisito necesario para la mejora del status del bibliotecario.Esos crticos, siempre una minora, condenaron la absurda atencin que losbibliotecarios prestan a los detalles tcnicos".

    Las voces a las que se refera Harris siguen clamando an hoy (un ejemplo es la de JohnBuschmann en 200613). Y siguen sin encontrar ms respuesta que el eco que provocansus reclamos en un enorme, inmenso vaco.

    El campo de la bibliotecologa puede representarse, grosso modo, como la suma de dosvertientes: la que se ocupa (o debera ocuparse) de la teora, la investigacin, losdesarrollos, la metodologa y la historia de la informacin y de su manejo, y la de laprctica a nivel de bibliotecas y centros de informacin/documentacin. Ambas reasestn (o deberan estar) ntimamente relacionadas, y deben (o deberan) alimentarse

    mutuamente: los profesionales que se desempean en las unidades de informacinaportando su experiencia y utilizando conscientemente las herramientas y los saberes

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    generados por quienes trabajan sistematizando esas experiencias y especulando sobrenuevas posibilidades14. Este esquema que funciona a la perfeccin en muchsimasotras ciencias, artes y tcnicas permite (o permitira) a la bibliotecologa desarrollarsey prosperar como la ciencia social que siempre ha soado ser.

    Lamentablemente, la bibliotecologa no funciona ni de lejos de esta manera.Su campo de accin se est viendo progresivamente restringido a las labores que sellevan a cabo en una biblioteca o en un centro de documentacin, lo cual es unasimplificacin brutal que anula ambas partes. Es como reducir la enologa (comociencia que estudia el universo del vino de manera integral) a la prctica diariadesempeada por los sumilleres en restaurantes y otros mbitos de cata y degustacin decaldos: poco a poco se iran abandonando los estudios sobre botnica de la vid, o sobrelos procesos bioqumicos de fermentacin y aejamiento, o sobre la propia historia delcultivo y la produccin de vinos. Tales campos seran ocupados por otros profesionales,

    como botnicos, qumicos o historiadores (con la habitual excusa de que estn mejorpreparados), y la enologa acabara por volverse un equivalente a la sumillera y, porende, desaparecera como la disciplina que un da fue.

    Esta situacin hipottica planteada para la enologa se est convirtiendo en una realidadinnegable y palpable en el caso de la bibliotecologa. Quizs sea la razn por la cual laltima contina soando con ser una verdadera ciencia social, posicin que sigue sinpoder alcanzar plenamente a pesar de las pretensiones de algunos de sus ms "ilustres"representantes.

    Un porcentaje considerable de profesionales han decidido ocuparse nica yexclusivamente de resolver su da a da, apartando cualquier pensamiento referente a lascuestiones de fondo tericas, metodolgicas o incluso ideolgicas de su oficio. Esuna posicin que ya no nos sorprende, pero que debera hacernos recapacitar, puesfrente a la indiferencia de unos, otros se sienten libres para hacer y deshacer a su antojo.

    Basndose en esta tendencia (la cual, a su vez, viene en ocasiones determinada por

    instancias superiores, incluyendo no pocas entidades empresariales), muchasinstituciones, escuelas, universidades y organizaciones bibliotecarias se han decantandopor un anlisis cortoplacista y autocomplaciente de la cotidianeidad de las unidades deinformacin. Dicho anlisis y las propuestas, recomendaciones y normativas que del se derivan empaa y acota peligrosamente el alcance de la bibliotecologa,empeado en priorizar los aspectos ms prcticos15: herramientas informticas,marketing, economa, algunas cuestiones ticas... Lgicamente, en el proceso quedarelegada la mayor parte de los asuntos tericos16, o bien se abordan como estudios(errneamente etiquetados como "tericos", en especial aquellos que se limitan a

    estructurar datos estadsticos) que benefician nicamente al statusacadmico/cientfico

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    de un colectivo reducido de investigadores/docentes y que carecen de repercusindirecta en la realidad bibliotecaria.17

    Visto desde fuera, da la sensacin de que en la bibliotecologa se huye de la teora, se lacondena solapadamente, se la excluye o se la evita abiertamente, aduciendo una serie de

    razones que slo sirven como excusa y vienen a justificar el miedo, la pereza o eldesinters que subyacen tras ellas. Ocurre que la teora es necesaria. Es ms: es vital.Convertir la bibliotecologa en un pramo conceptual (por desidia, negligencia, interesescreados, ausencia de espacios, falta de oportunidades o de capacitacin) trae, comoprimera consecuencia, que cuando se precisan categoras, mtodos o trminos para sudesarrollo se los busca en otros campos del saber y se los asimila como "prstamos" 18.Esto es habitual en muchas disciplinas pero, a diferencia de la gran mayora de ellas, labibliotecologa no suele tomarse la molestia de realizar un proceso completo deadaptacin de dichas categoras, mtodos y trminos a sus necesidades.19

    Y es a partir de este punto cuando comienzan las verdaderas complicaciones. Se entraen un crculo vicioso que, muy simplificado, podra plantearse as: (1) Debido a uncmulo de razones diversas, probablemente vinculadas entre s por motivos complejos eincluso retroalimentndose, no se produce teora bibliotecolgica stricto sensu, losinsuficientes y fragmentarios textos que la abordan no siempre resultan relevantes, y nose prepara a los profesionales (presentes y futuros) para que sean capaces de generarla;(2) La parte de la bibliotecologa que debera encarar la labor terica, ante la ausenciade motivacin y la carencia de profesionales que se dediquen a tales actividades, secontrae drsticamente hasta amenazar con desaparecer; (3) Como no se puede trabajar

    sin teora, los profesionales de la informacin echan mano de elementos de otroscampos del saber, plenamente desarrollados, de "mejor calidad" y ms accesibles ycomprensibles, a pesar de ser ajenos en todos los sentidos de la palabra. Labibliotecologa se reduce as a su mnima expresin (el plano emprico) y acabadependiendo directamente del desempeo de otras ramas del conocimiento (p.e.informtica, matemticas, historia, sociologa, antropologa, educacin, literatura,filosofa o bellas artes); (4) El inters por la teora bibliotecolgica (si es que quedaalguno) contina cayendo en picado, y con l, la estructura misma de lo que reste en piede disciplina.

    La falta de desarrollo terico, como bien sealaba Harris a mediados de los 80', no soloafecta al futuro de la bibliotecologa como campo de estudio e investigacin: tambinmenoscaba la imagen del bibliotecario/biblioteclogo como profesional autnomo eindependiente.

    La tendencia descrita en los prrafos anteriores ha contribuido a encoger las currculas

    de las escuelas, los programas de los congresos, las tablas de contenidos de las revistas,los objetivos de los centros de investigacin y el horizonte de toda la comunidad

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    bibliotecaria. En tales instancias se evidencia un nfasis demasiado fuerte en las buenasprcticas, en las experiencias y en el uso de las herramientas, pero apenas si sesistematiza alguna de ellas o se extraen principios, categoras o elementos que puedanaplicarse en otras situaciones, en otros mbitos o con otros grupos sociales; tampoco se

    buscan conocimientos ms profundos que unas breves (y generalmente superficiales)directrices de accin; no se evala la tica, la pertinencia, el marco ideolgico... Todo secie, en definitiva, a elementos muy concretos y particulares que, en todo caso, puedenser imitados o tomados como referencia pero que no conforman una base slida para elejercicio de nuestro oficio.

    En nada ayuda que no se logre hallar la manera correcta de divulgar las produccionestericas entre la comunidad bibliotecaria; en ocasiones, porque losinvestigadores/autores prefieren mantenerlas dentro de sus crculos acadmicos,discutindolas nicamente con sus pares; en otras, porque la comunicacin se realiza

    usando un vocabulario demasiado complejo y especializado, sin aclarar ni significadosni aplicaciones, ni proporcionar claves sobre cmo se deberan aprovechar talesconocimientos en situaciones concretas.

    De continuar esta situacin, en la que prima el estudio pragmtico sobre la produccinde nuevos conocimientos y la puesta en valor del patrimonio cultural de labibliotecologa, se corre el riesgo de convertirla en una cuenta de resultados.

    Es preciso que nos detengamos a reflexionar sobre ello.

    Tenemos que ser conscientes de la encrucijada en la que nos encontramos ypreguntarnos hacia dnde nos lleva esta galopante des-teorizacin de la bibliotecologa.Las respuestas no van a tardar en aflorar.

    Si de verdad queremos hacernos cargo de nuestra disciplina no podemos continuarsirvindosela en bandeja a terceros. Debemos ocuparnos de ella en toda su extensin,devolverle sus lmites originales y restablecer el dilogo entre la prctica y la teora 20.Hay que ponerse a trabajar en sta ltima y fomentar su enseanza en nuestras escuelas.Hay que estimularla, promoverla, alentarla21. Hay que desempolvar los libros dehistoria. Y la imaginacin. Porque, como bien expres Miren Etxezarreta22, "cambiar elmundo sin teora [es] muy difcil". Quizs no sea necesario en absoluto crear una "Gran

    Teora". Ni siquiera una "Teora Unificada". Pero hacen falta unas cuantas perspectivasbien construidas, mejor sustentadas y entrelazadas por elementos comunes, que sirvancomo urdimbre bsica para comenzar a tejer sobre ellas un lienzo slido y perdurable.

    Notas

    11Lee Pierce Butler.An Introduction to Library Science. Chicago: University Press, 1933.12 Michael H. Harris. "The Dialectic of Defeat: Antinomies in research in Library and InformationSciences".Library Trends, 34 (1986), pp. 515-531.13 John Buschmann. "The Integrity and Obstinacy of Intellectual Creations: Jrgen Habermas andLibrarianship's Theoretical Literature". The Library Quarterly, 76 (3), pp. 270-299.

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    14Para la relacin entre teora y prctica bibliotecaria, vid. p.e. B. Crowley. Spanning the theory-practicedivide in library and information science. Lanham, MD: Scarecrow Press, 2005; Thomas W.Shaughnessy. "Theory Building in Librarianship". The Journal of Library History, 11 (2) (1976), pp. 167-176.15

    "[Existe] una inclinacin hacia las cuestiones tcnicas y una adhesin a la habilidad prctica demasiadoentusiasta". Es preciso una "accin que tenga implicaciones sociales y ticas y que no se reduzca aldesempeo tcnico de las tareas". John M. Budd. "The Library Praxis and Symblic Power". LibraryQuarterly, 73 (1) (2003), pp. 19-32.16"Se otorga demasiada importancia a los aspectos prcticos del quehacer bibliotecario en detrimento delos tericos". John J. Doherty. "Towards Self-Reflection in Librarianship: What is Praxis?". Progressive

    Librarian, 26 (2005), pp. 11-17.17"El trabajo terico en bibliotecologa es prcticamente inexistente y, cuando lo hay, resulta en su mayorparte irrelevante para la prctica bibliotecaria". Thomas Weissinger. "Information as a Value Concept:Reconciling Theory and Practice".Library Philosophy and Practice, 8 (1) (2005).18Para una aproximacin a los prstamos en bibliotecologa, vid.p.e. Sydney J. Pierce. "Dead Germans

    and the theory of librarianship".American Libraries, 23 (8) (1992), pp. 641-643.19 "Aunque, en mayor o menor medida, todas las disciplinas toman prestada teora de otras, en LIStenemos que ser ms conscientes y/o crticos sobre qu y cmo tomamos y adaptamos". Gloria J. Leckie,Liss M. Given, John E. Buschmann (eds.). Critical Theory for Library and Information Science:

    Exploring the Social from Across the Disciplines. Santa Brbara (Ca): ABC-CLIO, 2010, p. xi."En bibliotecologa, la tecnificacin del conocimiento comienza cuando se adoptan acrticamenteconceptos de otras disciplinas con el fin de lograr mayor eficiencia y precisin, y sin relacionar ningunode esos conceptos a contextos sociales o polticos". ngel Castillo, Carlos Martnez. "Library Science inMexico: a Discipline in Crisis".Progressive Librarian, 31 (2008), pp. 29-36.20Un abordaje sobre la revitalizacin de la teora bibliotecolgica puede verse en B. Jones. "Revitalizingtheory in library and information science: The contribution of process philosophy". Library Quarterly, 75

    (2) (2005), pp. 101-121.21Sobre el uso de la teora bibliotecolgica (en el lugar de trabajo, en las aulas, etc.), vid. p.e. S. Kim &D. Y. Jeong. "An analysis of the development and use of theory in library and information scienceresearch articles". Library & Information Science Research, 28 (4) (2006), pp. 548-562; V. Perrone."Theory and practice in the library workplace". LIS News (2009); K. M. Thompson. "RememberingElfreda Chatman: A champion of theory development in library and information science education".

    Journal of Education for Library and Information Science, 50 (2) (2009), pp. 119-126.22"Entrevista de un conflicto: el 15 M. Dilogo con la economista crtica Miren Etxezarreta". Rebelin,febrero 2012 (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=144359).

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    Desnudos de ideas, mudos de quejas

    La conclusin que avanza imparable es el hecho de que la biblioteca esuna institucin embebida en un conjunto estratificado de institucionesque funcionan en la regin de la "alta cultura" (...) y que se dedica a la(...) reproduccin de la ideologa hegemnica.

    Michael H. Harris y Masaru Itoga.23

    La discusin poltica, filosfica o ideolgica dentro de la bibliotecologa ha sido

    sutilmente combatida o abiertamente rechazada en muchsimos mbitosprofesionales (en las propias bibliotecas, en las aulas, en los congresos, en laspublicaciones), usando para ello todo tipo de medios, con el pretexto de que ladisciplina es "neutral"24. Quienes esto alegan son los mismos que sostienen que labibliotecologa (y los trabajadores de la informacin) no debe inmiscuirse en cuestionesque no sean de su campo de inters especfico, que en trminos prcticos se refiere atodo aquello que exceda los libros (o la informacin, fsica o digital) y su ordenamientoy distribucin.25

    Una rpida consulta al diccionario arroja como resultado que "neutral" significa "que no

    participa de ninguna de las opciones en conflicto". Y salta a la vista que esabibliotecologa que se vanagloria de una "neutralidad" impecable siempre participa deuna opcin: por defecto, se coloca del lado de quien la financia y apoya, ya sea elEstado o cualquier otro organismo, institucin o entidad pblicos o privados, en elmarco de la ideologa capitalista hegemnica.

    No, definitivamente ni la bibliotecologa ni los bibliotecarios son neutrales; no puedenserlo26. Hay mucha mitologa que hace falta desmontar, y en ello llevan tiempotrabajando un buen nmero de autores progresistas27. Joseph Good, por ejemplo, en unartculo publicado en Progressive Librarian28, nos recordaba la creencia generalizada

    aunque Dante no lo expresase exactamente as en la Divina Comedia de que ellugar ms ardiente del infierno est reservado a los que se mantienen neutrales entiempos de crisis.

    A partir de aqu surgen esas cuestiones que muchos prefieren evitar condenando lareflexin ideolgica y poltica: por qu la bibliotecologa es "no-neutral"? Qurazones existen para que asuma una postura determinada? Cmo se decide esealineamiento, quin lo hace, por qu? Qu consecuencias ticas y profesionales tienetal hecho? Cules son las sociales? Qu otros posicionamientos puede haber, y qusignificara cada uno para la disciplina en general y para las bibliotecas y losbibliotecarios en particular?

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    La propia existencia de esas preguntas hace que salten las alarmas de muchos de losdefensores de la "neutralidad" bibliotecaria. Responderlas ya va unos cuantos pasos msall en la escala de "peligrosidad": implica reflexin, crtica, debate, razonamiento...Implica poner en juego conceptos (y pensamientos, y planteamientos, e incluso

    sentimientos) que tienen que ver con el compromiso, la responsabilidad, la solidaridad,la libertad de eleccin y accin, la inclusin, la pluralidad... Implica hablar debibliotecas como motores de cambio social, baluartes de la "democracia delconocimiento", puentes sobre brechas informativas... Implica rechazar la equidistanciaentre posiciones contrarias, el falso consenso, el inmovilismo reaccionario... y darse debruces con la complejidad de la realidad.

    En un mundo en el que las clases dominantes se aseguran la hegemona manteniendo unfrreo control sobre todos y todo (especialmente sobre la informacin y la educacin), laaudacia intelectual y el pensamiento independiente son el enemigo a batir. De ah su

    constante y sistemtico descrdito; de ah la manipulacin, la censura y la persecucinque sufren las voces crticas; de ah la prohibicin e ilegalizacin de las ideas quecontaminan el "orden" y la "paz social". Quizs por eso la ideologa, la formacinpoltica y ciudadana, el estudio de las distintas corrientes de pensamiento o la filosofaestn tan ausentes de los espacios bibliotecolgicos (sobre todo de las escuelas): pensar,adems de sospechoso, resulta peligroso, como lo es dudar de la inevitabilidad deciertas decisiones. Darse cuenta de que las cosas no tienen porqu ser de una nicaforma amenaza el statu quo, e imaginar otros mundos posibles lo pone patas arriba.

    No nos engaemos: afirmar que la disciplina es "neutral" pone de manifiesto sus filias y

    sus fobias y no oculta sus servidumbres. Contribuye adems a que los profesionales dela informacin sean parte de ese rebao obediente e industrioso que sigue las directricesde su pastor29y se limita a realizar una serie de tareas prcticas.

    Inmersa como lo est en una sociedad determinada, es innegable que la bibliotecologatiene mucho que decir y que hacer en trminos polticos, sociales e ideolgicos. Trabaja

    en el seno de su comunidad, en contacto con la poblacin que la rodea, sus problemas,sus opiniones y sus intereses. Su camino se cruza inevitablemente con las corrientes depensamiento que fluyen a su alrededor. Su trayectoria est sembrada de encuentros ydesencuentros con otros actores sociales y culturales, y su devenir, ntimamenterelacionado con los avances y retrocesos de esa sociedad.30

    La reflexin y la accin poltica no significan la adhesin a una formacin, corriente opartido poltico. Requieren, eso s, un pensamiento libre y un espritu crtico eindependiente. Atendiendo a la definicin de "poltica" como la "actividad delciudadano cuando interviene en los asuntos pblicos con su opinin, con su voto, o de

    cualquier otro modo", la biblioteca tiene un doble papel que desempear. Por un lado,tomando parte en las deliberaciones que la afecten a ella o a su objeto de estudio y

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    trabajo. Y por el otro, proporcionando el material (y/o el espacio) pertinente que permitaa su comunidad el debate necesario para tomar decisiones informadas y promoveriniciativas participativas.

    La reflexin y la accin social tienen que ver con el punto anterior, y no implican

    necesariamente la alianza con o la participacin en movimientos sociales determinados.Conllevan el anlisis de la situacin en que se encuentra la sociedad en la que se trabaja,el conocimiento de sus problemas y carencias, la discusin y bsqueda de soluciones, latoma de decisiones, el diseo de las acciones que se llevarn a cabo y la evaluacin desus resultados. Y ponen en juego la tica y la responsabilidad social de los profesionalesde la informacin, tan presentes en discursos y papeles como ausentes de las aulas y lasbibliotecas.

    A su vez, estn estrechamente vinculadas con la reflexin terica y filosfica. Es sta laque permite esclarecer la misin de la bibliotecologa y las bibliotecas; las funciones del

    bibliotecario; la relacin con su entorno; los resultados esperados (y obtenidos) deltrabajo bibliotecario; y los vnculos entre la disciplina y conceptos como los derechoshumanos, la justicia, la libertad y la igualdad.

    La reflexin y la accin poltica, social y filosfica estn inexorablemente inscritas enun marco ideolgico. Emanan de l y lo construyen, en un proceso de retroalimentacin

    permanente.La ideologa puede definirse como el "conjunto de ideas fundamentales que caracterizael pensamiento de una persona o colectividad". En breve, puede decirse que se trata dela forma en que un individuo o grupo se representan el universo en el que viven, loentienden, lo explican, lo manejan o lo transitan. Atraviesa desde las estructuras yrelaciones sociales ms generales hasta las creencias ms particulares, desde lasconvenciones culturales hasta las decisiones, anhelos y esperanzas propias. La ideologanos permite reconocer en dnde estamos parados, porqu actuamos como actuamos yhacemos lo que hacemos, quines somos y hacia dnde vamos.

    Qu es lo que ha pasado en algo menos de un siglo para que el trabajo bibliotecario,tanto prctico como terico, que llev a cabo sobre todo la escuela socialista sovitica31uno de cuyos autores seal que "[l]a biblioteca es una institucin ideolgica y deinformacin cientfica"32 haya sido arrinconado y hoy prevalezca una visin tcnica ypragmtica del quehacer bibliotecolgico?33

    Lo que ha ocurrido es que se han dado grandes pasos en la mercantilizacin de lacultura y el conocimiento, y que se ha pervertido y manipulado hasta tal punto ellenguaje que numerosos discursos y declaraciones ya no significan ni cambian nada. Loque ha ocurrido es, ni ms ni menos, que ha triunfado la ideologa capitalista y la

    propaganda.34 Paradjicamente, su condicin hegemnica y su monopolio del

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    relato ha venido acompaada del anuncio del fin de la ideologa, sumado al del fin dela historia y al de la lucha de clases35. Y por eso se tacha de dogmtico y desfasado acualquier intento por poner de manifiesto que s existen otras ideologas, otrasopciones, otros caminos, otras formas de pensar y actuar. En definitiva, que s hay

    alternativas fuera del capitalismo.De ah que la reflexin (en todos los sentidos de la palabra) y la exploracin de otrosentramados ideolgicos pueden resultar muy beneficiosas para la bibliotecologa.Permitira una mirada crtica hacia nuestro trabajo; hacia la forma en que lodesempeamos; hacia las misiones, funciones y objetivos que nos planteamos; hacia lautilidad de los resultados que esperamos y a veces obtenemos; hacia la relacin connuestra comunidad; hacia el conocimiento que tenemos de nuestros usuarios; hacia laimportancia que le damos a los instrumentos que usamos o la informacin quemanejamos; hacia lo que deseamos como profesionales y como personas...

    Esa reflexin nos llenar de dudas y preguntas, las cuales, a su vez, nos llevarn a labsqueda de soluciones que no tienen que pasar por lo que dicta el sistema. Esassoluciones pueden inspirar cambios, torcer trayectorias, impulsar la bsqueda de nuevasvas y horizontes distintos... Horizontes que, evidentemente, los estamentos dominantesno desean que sean encontrados. Porque tal cosa significa rebelin, protesta,inconformismo, contestacin, resistencia, palabras todas que han sido pintadas conmatices negativos en nuestra sociedad moderna.

    La exploracin de otras ideas algunas muy viejas, la revisin de los vnculos quenos unen a la comunidad, el estudio desprejuiciado de los principios que rigen nuestro

    trabajo, el posicionamiento respecto a las problemticas sociales que nos rodean, laparticipacin en los asuntos pblicos, as como el examen cuidadoso de las polticas ylos mecanismos que se estn poniendo en marcha para controlar la informacin y elconocimiento o impedir el acceso a la cultura por parte de los ciudadanos, soncuestiones que deben estar presentes en la labor bibliotecolgica y bibliotecaria. Sin eso,la disciplina y la profesin perderan una parte importante de su razn de ser y seconvertira en un terreno artificialmente asptico. Tan asptico como intil.

    La herramienta ms comn para impedir que se expresen y visibilicen ideas diferentes,que se discuta sobre temas candentes o que se manifiesten compromisos sociales,posicionamientos polticos o vnculos ideolgicos, es la censura.

    La censura36 ("la supresin del discurso u otras formas de comunicacin pblica quepuedan considerarse objetables, dainas, sensibles o inconvenientes para la sociedad,segn lo determine el gobierno, los medios u otros organismos de control") puedeasumir diferentes formas, y se da a varios niveles.

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    En primer lugar, la autocensura37: el profesional evita expresar abiertamente opinionespor temor a la condena (y las consecuencias que pueda tener) de su entorno profesional(laboral, acadmico) y personal.

    En segundo lugar, la censura por los pares y el entorno ms prximo: el profesional,

    amparndose en el principio de libertad de expresin, supera la autocensura y manifiestasus puntos de vista, solo para encontrarse con desaprobacin y todo tipo de formas decoaccin (abierta u oculta).

    Y en tercer lugar, la censura de la sociedad en general, que dicta cules son losdiscursos "correctos y aceptables" y condena a aquellos individuos que no acaten susdirectrices.38

    La censura forma parte de un conjunto de represalias (que incluye ademspersecuciones, denuncias, amenazas y/o dao fsico) con las que el sistema combateaquellas ideas y creencias contrarias o simplemente diferentes que desafen sus reglas.

    Es un muro de contencin que intenta impedir el desarrollo de ciertas lneas depensamiento y que, al mismo tiempo, limita toda posibilidad de libertad intelectual.Eliminar tales barreras es una tarea prioritaria para las bibliotecas y la bibliotecologa.Pues, como escribi el Nobel de Literatura Bernard Shaw, "las censuras existen paraprevenir que se desafe las concepciones actuales y las instituciones existentes. Todoprogreso, sin embargo, se inicia al desafiar las concepciones existentes, y se ejecuta alcambiar las instituciones existentes. Por lo tanto, la primera condicin para el progresoes la supresin de la censura".39

    La bibliotecologa no puede ser neutral. Si es obligada a mantener semejante posicin,perder una de las que podran considerarse como sus principales fortalezas: suconexin con la sociedad para la cual trabaja.

    Puede, s, ser independiente y, hasta cierto punto, autnoma.

    Debe fomentar el pensamiento crtico y la reflexin en el seno de su comunidad, pues labiblioteca es el reducto social en el cual se almacenan las herramientas para ello y es un

    excelente espacio para que la ciudadana se haga con el poder que le corresponde porderecho propio.

    Pero, para lograr tal objetivo, debe ponerlos en prctica primero y predicar con elejemplo.

    Debe tener ideas propias, juicios de valor acerca de su tarea y su desempeo, opinionesformadas, de manera tal que ninguna entidad externa le imponga nada: ni censuras nidirectrices.

    Para lo cual antes debe deshacerse de los cepos, las cadenas y las mordazas; debe

    despojarse de la montaa de visiones y misiones que otros le han forzado a asumir yaprender a pensar por s misma.

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    Debe dejar de tener miedo y comprometerse, posicionarse, actuar, pues eso se espera deella: que sea un motor para el cambio, la transformacin, la innovacin.

    Y para eso necesita saber en donde est parada, cules son sus virtudes y sus defectos, yactuar en consecuencia, utilizando los primeros a su favor y corrigiendo los segundos.

    Debe dar ms oportunidades a la colaboracin y menos a la competencia. Pues, a pesarde lo que la ideologa dominante pretenda hacernos creer, no solo los ms fuertes sonlos que triunfan; tambin lo hacen los que cooperan para lograr un objetivo comn.40

    La doctrina capitalista nos ha inculcado, a travs de la educacin, los medios masivos ytantos otros canales, que no hay caminos fuera de ella: todo lo que se salga de sutrayectoria predefinida no son sino "sueos", "utopas", "delirios" o "esperanzas vanas".Tambin nos ha habituado tanto que lo repetimos motu proprio a creer que susideales, sus proyectos y sus planes son lo mejor para nosotros, o son el futuro paratodos...

    Sin embargo, es del presente del que no podemos olvidarnos y es en l en el que, da ada, paso a paso, accin tras accin, tenemos que anclar nuestro trabajo. Como dijo KarlMarx, no basta con pensar el mundo, interpretarlo o filosofar sobre l: la verdaderacuestin es usar todo lo pensado, lo credo y lo imaginado para transformarlo41. He ahel fin ltimo de toda disciplina que se considere verdaderamente social.

    Notas

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    Michael H. Harris, Masaru Itoga. "Becoming Critical: For a Theory of Purpose and Necessity inAmerican Librarianship". EnLibrary and Information Science Research: Perspectives and Strategies forImprovement. Norwood: Ablex, 1991, pp. 347-357.24 "[Los bibliotecarios] se enorgullecen de su posicin no poltica, de su 'neutralidad' en las luchassociales que ocurren a su alrededor. Aseguran que estn fuera de las luchas que tienen lugar en susociedad". Shiraz Durrani, Elizabeth Smallwood. "The Professional is Political: Redefining the SocialRole of Public Libraries".Progressive Librarian, 27 (2006), pp. 3-22.25Pese a tener todo en su contra, sabemos de muchas acciones solidarias desarrolladas por bibliotecariosy bibliotecas, que entran de lleno y sin matices en el terreno de lo social, tantas veces exorcizado pordocentes y "autoridades" bibliotecarias. Tales acciones tienen poco que ver con todo lo que sea"beneficencia", "caridad" y "solidaridad meditica" (lo cual s est bien visto por el establishment) y a

    veces son el preludio del verdadero compromiso, el debate, la discusin o la protesta (profundamentedenostados por quienes se apropian de verdades prefabricadas).26"El mito del bibliotecario 'neutral' necesita ser destruido. No hay forma de que los bibliotecarios sean opuedan ser neutrales con respecto a las luchas de sus sociedades". Shiraz Durrani, Elizabeth Smallwood,"The Professional is Political: Redefining the Social Role of Public Libraries". Progressive Librarian, 27(2006), pp. 3-22. Vid. tambin Robert Jensen. "The Myth of the Neutral Professional". Progressive

    Librarian, 24 (2004), pp. 28-34."[La ideologa de la informacin] sirve para posicionar a la bibliotecologa como una profesin neutral endos sentidos: (1) los bibliotecarios minimizan su participacin en las disputas internas de otrascomunidades; y (2) la bibliotecologa no se define a s misma en relacin a la ideologa de una comunidaddeterminada de usuarios". P. E. Agre. "Institutional Circuitry: Thinking About the Forms and Uses of

    Information".Information Technology and Libraries, 14 (4) (1995), pp. 225-230.

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    27Alison Lewis (ed.). Questioning Library Neutrality: essays from Progressive librarian. Library JuicePress, 2008.28 Joseph Good. "The Hottest Place in Hell: the crisis of neutrality in contemporary librarianship".

    Progressive Librarian, 28 (2006), pp. 25-29.29

    Refirindose al despotismo, Alexis de Tocqueville seal: "no destruye las voluntades, pero lasablanda, las somete y las dirige; obliga raras veces a obrar, pero se opone incesantemente a que se obre;no destruye, pero impide crear; no tiraniza, pero oprime; mortifica, embrutece, extingue, debilita yreduce, en fin, a cada nacin a un rebao de animales tmidos e industriosos, cuyo pastor es elgobernante".De la dmocratie en Amrique, vol. I, cap. 6 (1835).30 En ocasiones la biblioteca se fuerza a s misma a aislarse para mantener fuera de sus muros y susestantes toda posible "contaminacin" que la distraiga de sus "verdaderos objetivos" y la lleve por"senderos que no desea transitar". Es entonces cuando la institucin (y con ella la disciplina que larespalda) detiene su pulso, se reseca y muere: se convierte en una cpsula desconectada de la realidad,deja de cambiar, adaptarse y evolucionar al ritmo al que lo hace la comunidad a la que sirve y con la queinteracta (o debera interactuar) y su misin principal, proveer un servicio, se convierte en una sombra

    de lo que debera ser.31 "(...) entre cuyas figuras [el historiador Miguel Viciedo Valds] menciona a Vladimir I. Lenin, N.Krupskaya, A. I. Abramov y O. S. Chubarian". Citado por Felipe Meneses Tello en su resea de ViciedoValds, Miguel. "Biblioteca pblica y revolucin: su desarrollo de 1959 a 1989" (La Habana: EdicionesExtramuros, 2009).Investigacin bibliotecolgica, 25 (53) (2011).32O. S. Chubarian. Bibliotecologa general. La Habana: Editorial Cientfico-Tcnica, 1981. Citado porLuis Hernando Lopera Lopera en "Otra bibliotecologa es posible"(http://otrabibliotecologiaesposible.blogspot.com/2005_11_01_archive.html).33"(...) el conocimiento histrico se emprende accesoriamente, en aras de privilegiar la temporalidad delpresente, a partir del desarrollo de conocimientos de lo inmediato y novedoso, bajo lo cual subyace eldictum de una visin tcnica y pragmtica del quehacer bibliotecolgico". Filiberto Felipe Martnez

    Arellano, Juan Jos Calva Gonzlez (comps.). Tpicos de investigacin en bibliotecologa y sobre lainformacin. Volumen II. Mxico: UNAM, 2007, p. 405.34"[L]a propaganda triunfa y se vuelve innecesaria: esa sobresaturacin semntica en virtud de la cual, afuerza de significar demasiado, las palabras ya no significan nada y su slo uso contagia y difunde, comouna peste, la incomunicacin. Baste pensar en los trminos 'democracia', 'fascismo', 'genocidio' o'libertad', de tal modo generalizados, en indiscriminada proliferacin, que se han vuelto intiles comoinstrumentos de definicin y como herramientas de combate. Cuando los medios de destruccin presionanexcesivamente sobre la autonoma del lenguaje (lo que implica la responsabilidad individual de todosaquellos, polticos, periodistas e intelectuales, que lo gestionan en el espacio pblico), las palabras sevuelven, como deca Steiner, 'inservibles para la verdad y para la poesa'. El lenguaje mismo, comotransporte ingenuo de consensos bsicos e instrumento de conocimiento, colapsa, desapareciendo junto al la posibilidad misma de un espacio pblico compartido. [] Mientras el lenguaje resiste, ningunacatstrofe obliga a empezar de cero; sin l, la verdadera catstrofe es la de tener que comenzar y cmohacerlo sin lenguaje? desde la Edad de Piedra". Santiago Alba Rico. "Episemia o pansemia: lacontagiosa destruccin del lenguaje". Rebelin, julio 2005(http://www.rebelion.org/noticia.php?id=17232).35Vid. p.e. Mark Rosenzweig. "Libraries at the end of history?".Progressive Librarian, 2 (1990), pp. 2-8.36"Conviene distinguir de entrada entre libertad de expresin y libertad de informacin. La libertad deexpresin pertenece al mbito privado y puede ser ms o menos desbocada, pero nunca objeto deplanificacin institucional. (...) Al contrario que la libertad de expresin, la libertad de informacinpertenece al espacio pblico, al que slo se puede acceder a travs de ciertos medios de produccin y

    ciertas mediaciones tecnolgicas. Por eso, de la misma manera que la libertad de expresin es en realidadlibertad de autocensura, la libertad de informacin es en realidad libertad de censura. Creo que, expuestas

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    de esta manera, se entienden mejor las cosas. Ciertos rganos, ciertas instituciones, ciertos colectivos,reciben del Estado el derecho soberano a censurar pblicamente un nmero casi ilimitado de voces. Lateora nos dice que la multiplicacin de los rganos de censura es precisamente la que garantiza lacomparecencia de una pluralidad completa. Eso ser bajo el socialismo. Porque bajo el capitalismo, el

    Estado delega el derecho de censura, no en manos de ciudadanos libres o, en el extremo, de partidos ycolectivos civiles, sino de grandes multinacionales que son las que, directa o indirectamente, redactan losperidicos y programan las cadenas de televisin. Los mismos que deciden quin come y qu comemos,quin puede beber y qu bebemos, quines van a matarse y con qu armas, quin puede ir al colegio y questudiamos, quin puede tener una casa y dnde vivimos, quin puede llevar zapatos y cmo nosvestimos, son los que deciden quin puede hablar y qu escuchamos". Santiago Alba Rico. "En favor dela censura".Rebelin, mayo de 2008 (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=66875).37 Vid. p.e. la Resolution on Workplace Speech del ALA (2005); Kathleen de la Pea McCook"Workplace Speech in Libraries".Progressive Librarian, 31, 2008, pp. 7-17.38Vid. p.e. Peter McDonald. "Corporate inroads & librarianship: The Fight for the Soul of the Professionin the New Millenium".Progressive Librarian, 12/13 (1997), pp. 32-44. La censura tambin se da dentro

    de la propia biblioteca, hacia su comunidad de usuarios. Vid. K. Moody. "Covert censorship in libraries: adiscussion paper". The Australian Library Journal, 54 (2) (2005); Charles Oppenheim, Victoria Smith."Censorship in Libraries".Information Services & Use, 24 (2004), pp. 159-170; Alex Byrne. "The end ofhistory: censorship and libraries".Beacon for Freedom of Expression Conf., Egipto, 2003.39George Bernard Shaw.Mrs. Warren's Profession. Prefacio (1893).40Las derivaciones sociales de la teora evolutiva de Charles Darwin (el llamado "darwinismo social" queestipulaba el principio de la supervivencia del ms apto) fueron contestadas por el zologo y gegrafo(anarquista) Piotr Kropotkin en su libro "El apoyo mutuo: un factor en la evolucin" (1902).41 "Die Philosophen haben die Welt nur verschieden interpretiert; es kommt aber darauf an, sie zuverndern" (Los filsofos solamente han interpretado el mundo de maneras diversas; de lo que se trata,sin embargo, es de transformarlo). Karl Marx. Tesis sobre Feuerbach(1845). Tesis 11 (y epitafio en la

    tumba de su autor).

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    Malenseados, desprevenidos, desubicados...

    La educacin consiste principalmente en lo que hemos desaprendido.

    Mark Twain. "Cuaderno de notas".

    La educacin es una fbrica de ecos controlada por el Estado.

    Norman Douglas.

    En un artculo publicado en Progressive Librarianen 200842, ngel Castillo y CarlosMartnez sealan, refirindose al programa de la Escuela de Bibliotecologa de laFacultad de Filosofa de la UNAM de 2002: "Las materias no corresponden a unpensamiento reflexivo formativo, sino que estn completamente dirigidas haciacuestiones puramente tcnicas y administrativas, as como a la mercadotecnia delservicio bibliotecario. Las autoridades acadmicas argumentan que las humanidadesfueron dejadas como opciones para los estudiantes que estn interesados en estudiararchivos histricos o libros antiguos, como si las humanidades fueran una especie deherramienta para tratar libros viejos". Agregan que "la educacin de los bibliotecarios essobre todo doctrinaria y mecnica" y que, en consecuencia, los profesionales acabanteniendo una "visin instrumentalista de la realidad en la cual la tecnologa no es solo elmedio, sino el propio fin de la actividad bibliotecaria".

    La situacin descrita por los autores para Mxico es extrapolable a muchos otroslugares43, como puede comprobarse comparando programas de estudio: lo que seensea en las escuelas de bibliotecologa en general tiene poco que ver con lo queprecisa una actividad social o una disciplina humanstica y mucho con lo requerido porun trabajo tecnolgico, mecnico y/o administrativo44 (sobre todo cuando las agendasuniversitarias vienen marcadas por empresas, como es el caso en muchos pases). Deesta forma, los herederos de una actividad con siglos de historia no estn adquiriendo

    los conocimientos bsicos y mnimos necesarios para desempear su rol de gestores (enel sentido no-mercantilista de la palabra) integrales del conocimiento, sino el puado dedestrezas informticas e informacionales que sus empleadores les van a exigir.

    La amplitud y la profundidad de la educacin bibliotecolgica han ido decreciendosensiblemente con el paso del tiempo. Se han dejado de lado materias relacionadas conla filosofa, la epistemologa, la metodologa, la didctica, la pedagoga o la sociologa

    (cuya presencia en un programa de estudio resulta bastante improbable en la

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    actualidad), as como los asuntos tericos (en franca recesin). Se estn perdiendo laenseanza de la historia en general y la del libro y la cultura en particular, incluyendo elestudio de la imprenta, la paleografa y otras facetas estrictamente bibliolgicas. Sepriorizan las lecturas eminentemente empricas (manuales, sobre todo) en detrimento de

    la comprensin y el anlisis de artculos acadmicos. Retroceden la escritura y laproduccin de contenidos (p.e. la redaccin de ensayos). Y disminuye la capacitacinpara llevar a cabo las actividades que requieren mayor trabajo intelectual, como laconstruccin de tesauros, la elaboracin de bibliografas (sobre todo las comentadas) ylos resmenes, algunas de ellas sustituidas por el aprendizaje del manejo de programasinformticos especializados que "ahorran tiempo" (y actividad neuronal). Se fomentapoco el trabajo en distintos idiomas, con categoras de otras disciplinas o en mbitosajenos a la biblioteca, cerrando as muchas "ventanas" que deberan abrirse cada vez enmayor nmero en un mbito multidisciplinar. Y, finalmente, no existe una formacin

    slida en la redaccin, preparacin e implementacin de proyectos de ningn tipo,excepto el llamado "planeamiento bibliotecario", que tiene ms de administrativo que debibliotecolgico (basta revisar las categoras presentes en los marcos tericos de esosplanes).

    Atrapados en los lmites de las herramientas y los instrumentos de uso "prioritario",cada vez ms docentes "olvidan" la enseanza de materias o la transmisin de ideas quehacen a la razn de ser fundamental de la profesin, a su trayectoria, a la herencia quelos grandes actores del pasado legaron, a sus estructuras y valores presentes o a susposibilidades de futuro. "Olvidan", adems, hablar de posicionamientos, compromisos y

    solidaridad; de descubrimientos y hallazgos; de dudas jams resueltas, preguntasinconvenientes y respuestas poco atinadas... "Olvidan", en definitiva, lo realmenteimportante de la bibliotecologa: su imperiosa necesidad de una teora, de una historia,de unos mtodos, de unas definiciones y conceptos, de un marco y unas categoras, deunos pilares y de un andamiaje...45

    Aunque tal vez lo ms preocupante es que los docentes no ensean a sus alumnos apensar. Como bien indica la cita de Norman Douglas, muchas escuelas (en este caso, lasde bibliotecologa) parecen haberse transformado en una fbrica de ecos en las que losestudiantes repiten mecnicamente unos contenidos ya masticados, digeridos y listos

    para usar: no hay ejercicio reflexivo ni crtico, no se alienta el pensamiento autnomo,no se impulsa la adquisicin independiente de conocimientos y se impide, enconsecuencia, toda posibilidad de duda razonada, de construccin de puntos de vista ode discusin confiada.

    De seguir por ese camino, las instituciones educativas terminarn convirtindose enfbricas de produccin de profesionales en cadena. Profesionales armados y montadospara desenvolverse en puestos concretos, que ni saben, ni contestan, ni opinan, nimanifiestan. Es preciso que las currculas acadmicas incorporen y no solo comomeros cursos o seminarios adicionales las facetas ms humansticas de la disciplina;

    que abran todas las puertas (o, al menos, las insinen) al conocimiento y la cultura

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    universal46, a las distintas perspectivas ideolgicas, a las corrientes de pensamientohistricas y actuales, a todos los modos de accin, a todas las posibilidades de laprofesin...47

    Hace falta asumir la actitud, tantas veces repetida pero pocas veces puesta en prctica,

    que resume el proverbio chino popularizado por Benjamin Franklin: "dime y loolvidar; mustrame y quizs recuerde; involcrame y comprender".

    Notas

    42 ngel Castillo, Carlos Martnez. "Library Science in Mexico: a Discipline in Crisis". ProgressiveLibrarian, 31 (2008), pp. 30-37.43 Vid. algunos de los problemas ms comunes y recurrentes de la educacin bibliotecolgica en D. J.Grogan. "Education for Librarianship: Some Persistent Issues".Education for Information, 25 (1) (2007),pp. 5-26. Existen informes concretos sobre educacin bibliotecaria en pases como Reino Unido, Zambia,China, Iran, Bangladesh, Vietnam o Canad, que coinciden en muchos de los problemas identificados porGrogan.44 Vid. p.e. S. P. Singh. "Library and Information Sciences Education in India: Issues and Trends".

    Malaysian Journal of Library and Information Science, 8 (2) (2003), pp. 1-17, en donde se hace expresohincapi en que es precisa la tecnificacin de los profesionales.45El informe final del Australian Learning & Teaching Council ("Re-conceptualising and Re-positioningAustralian Library and Information Science Education for the 21st Century", 2011) seala: "Losgraduados necesitan una mezcla de conocimientos y capacidades bibliotecolgicas esenciales as comoformacin en solucin de problemas y pensamiento crtico, para enfrentarse a las necesidades conocidas yemergentes" (p. 95).46

    "S el que abre las puertas para aquellos que vengan tras de ti, y no trates de convertir el universo en uncallejn sin salida". Ralph W. Emerson.47Vid. p.e. Toni Samek. "Ethical reflection on 21stcentury information work: an address to teachers andlibrarians".Progressive Librarian, 25 (2005), pp. 43-61.

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    Tras la novedad y la eficiencia

    ...la cara incusa de la novedad, su revs tenebroso, es la caducidad, elterror tambin permanente a la obsolescencia anidado en la psicologadel consumidor. La obsolescencia est inscrita en la ley misma de larenovacin acelerada de las mercancas, como su amenaza y su elipsis.

    Santiago Alba Rico.48

    Inmersa en la lgica de la renovacin acelerada, en el paradigma post-industrial y

    capitalista de la "sociedad de la informacin", y en la ola de los grandes avancestecnolgicos, la bibliotecologa se ha lanzado hacia delante en una carrera por conseguirlo ltimo en trminos informticos/digitales, relegando muchas de sus motivaciones yalgunos de los contenidos fundamentales que vena estudiando desde que la disciplinase constituy como tal, a finales del siglo XIX. 49

    Tan rpido ha querido ir, tan radical y decidido ha sido su compromiso para con elzeitgeistdominante y dominador, que en la actualidad la disciplina se muestra fervientedevota de lo que antao eran simples herramientas. Herramientas que caducancontinuamente pues no es otra la intencin del modelo consumista de renovacin

    acelerada deslumbrando con sus brillos de juguete nuevo, llamando toda la atencin(y desvindola a la vez de problemas cruciales) y robando el inters que deberaprestarse a los temas realmente esenciales de una disciplina igualmente esencial.

    No se trata de lanzar gratuitamente un juicio negativo hacia las TICs (tecnologas de lainformacin y la comunicacin), las cuales nos permiten nuevas formas de interaccin,de organizacin, de almacenamiento y procesamiento de datos, de entretenimiento o decreacin. Se trata de evaluar la importancia desmedida que se le ha dado a su empleo, alconvertrselas prcticamente en el mismsimo ncleo de la profesin.

    Nuestra realidad ha cambiado, y con ella las prioridades. Pero eso no significa quedeterminados temas hayan dejado de ser relevantes, o no merezcan ser tenidos encuenta, sobre todo por parte de personas los "productores y divulgadores deinformacin" del universo bibliotecolgico cuya funcin es, precisamente, dotar atodos los profesionales de las nociones indispensables para desempear su trabajo sinperder nada en el camino. O, siendo realistas, perdiendo lo menos posible. Sin embargo,los canales educativos/divulgativos bibliotecolgicos han pasado a dedicarse casi enexclusiva a las nuevas tecnologas, en detrimento de asuntos tan primordiales como laanimacin a la lecto-escritura (no digital), el rol social de la biblioteca (no digital) en elseno de comunidades desfavorecidas (o no), la organizacin del conocimiento (digital ono), la gestin de una unidad de informacin (no necesariamente digital), la elaboracin

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    de bibliografas comentadas o tesauros especializados (sin confiar la tarea a unprograma informtico que lo haga por s solo), o las estrategias de las bibliotecas parapromocionar sus servicios (sin depender exclusivamente de las redes sociales o la web2.0).

    Nuestra realidad ha cambiado, en efecto, y al querer cambiar tan deprisa como ellahemos perdido el rumbo por completo: nos hemos dejado arrastrar voluntariamente porlos vientos del desenfrenado progreso tecnolgico sin preocuparnos por la direccin enque nos soplaban. Hipnotizados por las luces que las ltimas tendencias ponen frente anuestros ojos, "superamos" cosas valiosas de las que ni siquiera nos hemos molestadoen despedirnos; en ocasiones, ni siquiera hemos evaluado con cuidado, conpaciencia si era preciso dejarlas atrs. En la carrera estamos abandonando lo que noshace nicos, lo que nos diferencia de otros profesionales, lo que da un valor agregado anuestra labor: el duro trabajo intelectual, la responsabilidad, los valores ticos. En

    resumidas cuentas, nuestras mayores y mejores habilidades profesionales.Una cosa es innegable: si las bibliotecas queran entrar de lleno en el mundo de lasnuevas tecnologas de la informacin, lo estn consiguiendo. Revistas profesionales,actas de conferencias y blogsdedican pginas y megabytesal tema, y los bibliotecariosparecen no preocuparse de otra cosa. Buena noticia para las multinacionales, queobtienen publicidad gratuita y usan las bibliotecas como escaparates estratgicos de susproductos de cara al gran pblico.

    El alineamiento incondicional de la bibliotecologa con el paradigma de la "sociedad dela informacin" responde, por un lado, a las nuevas necesidades reveladas por losusuarios y, por el otro, a una clara imposicin de un modelo post-industrial capitalistabasado en la mercantilizacin y el desaforado consumo de la informacin (imposicinque puede hallarse tambin en el origen de esas nuevas necesidades antedichas).50

    Las bibliotecas, como centros de almacenamiento y diseminacin de conocimiento, sehan convertido lgicamente en blanco prioritario para aquellas compaas que pretenden

    hacer de la informacin su mayor fuente de beneficios econmicos. De ah que laconstante presencia de entidades comerciales en el universo bibliotecolgico (en formade editoriales y gestoras de bases de datos) se haya multiplicado en los ltimos tiempos,incluyendo ahora el rea de las redes digitales y las tecnologas de la comunicacin. Yde ah la imparable cadena de privatizaciones de bibliotecas en todo el mundo,transformando centros de saber pblicos en negocios que brindan pinges dividendos.

    Al erigirse (consciente o inconscientemente) en una rama ms del mercado global deinformacin, las bibliotecas han visto sus estructuras, personal y procedimientosafectados por una visin empresarial51que ha trasladado las razones, los motivos y los

    fines que hasta no hace tanto impulsaban el trabajo de un profesional de este rea alplano contable. La financiacin de la biblioteca (y, por ende, su supervivencia) queda

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    supeditada al logro de una serie de objetivos cuantificables (una forma de trabajo regidapor estadsticas que no es nueva, aunque s lo sea la profundidad que ha alcanzado y lasconnotaciones que presenta). Y el vocabulario bibliotecolgico ha ido incorporando laterminologa corporativa (o de "gestin", trmino preferente en el tesauro

    bibliotecolgico internacional contemporneo) a travs del hbito, de la moda o de una"educacin" bibliotecolgica que cada vez tiene menos de "bibliotecologa" y ms de"management".

    La biblioteca y sus trabajadores son parte de una sociedad que sigue un esquema socio-econmico determinado. Dado que ste gua todos y cada uno de los aspectos denuestras vidas, es difcil sustraerse de l. Pero no es imposible. Y es necesariodesmercantilizar urgentemente ciertos espacios y procesos bibliotecolgicos, pues deotro modo se perdern los rasgos esenciales de la bibliotecologa como disciplina y delas bibliotecas como mbito natural de la cultura e instituciones garantes del derecho a

    la libertad de informacin y del acceso universal al conocimiento.

    Estamos permitiendo que una actividad intelectual y documental, una de las msvaloradas y respetadas a lo largo de los siglos, se vuelva por arte de birlibirloque unatarea de gestin administrativa o de manejo informtico. El mercado y la tecnologa hoy dos caras de una misma moneda se han adueado de nuestro territorio y lo handespoblado de relatos crticos y accin colectiva. Es momento de recuperarlo yreapropirnoslo en toda su maravillosa complejidad.

    Notas

    48 Santiago Alba Rico. Capitalismo y nihilismo: dialctica del hambre y la mirada. Madrid: Akal,2007/2001, p. 177.49Vid. un ejemplo de esta actitud en Laili bin Hashim, Wan Nor Haliza Wan Mokhtar. "Trends and issuesin preparing new era librarians and information professionals". Knowledge Management Section, IFLA

    Newsletter, 2004.

    50Vid. Michael H. Harris, Stan A. Hannah, Pamela C. Harris.Into the future: The foundations of libraryand information services in the Post-industrial era. Greenwich: Ablex, 1998; Mark Crispin Miller."Reading in the Age of Global Media". Progressive Librarian, 18 (2001), pp. 18-28. Asimismo vid. p.e.un anlisis de la imposicin de ese paradigma en Mxico en Carlos Eduardo Mass Narvez. "Autonomaestatal y universitaria, mercantilizacin del conocimiento y educacin en el neoliberalismo". Educere, 12(41) (2008).51Vid. p.e. el abordaje empresarial de M. Madhusudhan. "Marketing of Library and Information Servicesand Products in University Libraries: A Case Study of Goa University Library".Library Philosophy and

    Practice, (2008).

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    Eplogo | Manifiesto

    No te quedes inmvil / al borde del camino

    No congeles el jbilo. / No quieras con desgana.

    No te salves ahora / ni nunca.

    No te salves. / No te llenes de calma.

    No reserves del mundo / slo un rincn tranquilo.

    No dejes caer los prpados / pesados como juicios.

    Mario Benedetti.52

    1. Considerando que la teora es la columna vertebral de toda disciplina, y que son losconceptos, categoras, vnculos, estructuras, relaciones, mtodos y definiciones losque fundamentan su accionar, existe una necesidad urgente de regenerar, consolidary ampliar el corpusterico de la bibliotecologa.

    2. La teora debera construirse: (a) a travs de la sistematizacin planificada de lasprcticas bibliotecolgicas (sobre todo aquellas basadas en la evidencia) desde unenfoque plural, comparativo/internacional e integrador; y (b) a travs del dilogo y

    el debate abiertos, interdisciplinarios, activos y crticos que permitan confrontarexperiencias.3. La bibliotecologa debera considerar seriamente la inclusin de reflexiones y

    abordajes crticos, as como la adopcin de perspectivas sociales, polticas yfilosficas (humansticas) tanto en los procesos de elaboracin y anlisis tericocomo en su prctica cotidiana.

    4. Sera recomendable crear espacios de participacin profesional en donde se divulguey explique la teora bibliotecolgica, de forma que sea aprovechable y operativa, yen donde a la vez pueda ser discutida, contestada e incluso reformulada

    (especialmente a travs de estrategias de investigacin-accin).5. Tanto la teora como las herramientas necesarias para su construccin y loslineamientos de adaptacin de categoras pertenecientes a otros campos del sabertienen que estar presentes en los mbitos acadmicos y educativos, desde los quedebe avanzarse hacia la autonoma terica de la bibliotecologa.

    6. El discurso a favor de la aparente neutralidad de la disciplina debera serabandonado y la realidad, asumida. La bibliotecologa tiene unos principiosideolgicos, como tambin los tiene econmicos y polticos; sus profesionalesdeberan esclarecerlos, analizarlos y encontrar buenos argumentos para defenderlos,

    cuestionarlos o cambiarlos.

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    7. La mercantilizacin de la biblioteca y de sus procesos y actividades deberadenunciarse, nunca naturalizarse. No tenemos que olvidar que se trata de unaentidad nacida para dar poder a la ciudadana, garantizar el derecho a la libertad deinformacin y el acceso universal al conocimiento.

    8.

    La presencia de las TICs en el mundo de la informacin ha brindado nuevos medios,canales y herramientas a la bibliotecologa, y como tales deberan seguir siendoconsideradas. Por eso mismo han de utilizarse para la consecucin de los fines questa persigue, y no pueden ser confundidas con ellos.

    9. La formacin bibliotecolgica debera ajustarse a las circunstancias de lasbibliotecas actuales sin perder de vista las bases histricas, las estructuras tericas ylas diferentes corrientes de la disciplina. Las escuelas de bibliotecologa tienen queser algo ms que la antesala del mercado laboral y constituirse en un espacio deeducacin integral y humanista, en el que se formen profesionales crticos,

    capacitados en todos los aspectos de la disciplina y no solo en aquellascompetencias que exija el perfil de un determinado puesto de trabajo.10.Las asociaciones y organizaciones bibliotecolgicas no deberan hacer suyos los

    intereses mezquinos del sistema capitalista ni someter sus estructuras a la lgica delmercado. En lugar de albergar foros de publicidad, venta de servicios y trfico deinformacin, deberan brindar espacios de verdadero aprendizaje, intercambio ydifusin de conocimientos.

    11.El colectivo bibliotecolgico debera fomentar puntos de encuentro en donde primenla horizontalidad y la cooperacin, abrir sus discusiones ms all de los crculos

    acadmicos y combatir el miedo a hablar y el monopolio de la censura.12.La prctica bibliotecaria debera concentrarse en el servicio a la sociedad en generaly a su comunidad en particular desde una perspectiva de desarrollo de base,respondiendo a sus necesidades y garantizando las libertades expresadas, entre otrosdocumentos, en la Declaracin Universal de los Derechos Humanos.

    13.La bibliotecologa jams debera perder de vista su historia de siglos y, sobre todo,las luchas sociales de las que ha sido partcipe. Su compromiso con las batallasactuales depende de ello.

    Notas

    52Mario Bendedetti. "No te salves". EnPoemas de otros(1973-1974).