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Jacques Lacan Seminario 10 1962-1963 LA ANGUSTIA (Versión Crítica) 2 21 de NOVIEMBRE de 1962 1, 2 * 3 1 Para los criterios que rigieron la confección de la presente Versión Crítica, con- sultar nuestro Prefacio: «Sobre una Versión Crítica del Seminario 10 de Jacques Lacan, L’angoisse, y nuestra traducción». Para las abreviaturas que remiten a los diferentes textos-fuente de esta Versión Crítica, véase, al final de esta clase, nues- tra nota sobre las FUENTES PARA EL ESTABLECIMIENTO DEL TEXTO, TRADUC- CIÓN Y NOTAS DE ESTA 2ª SESIÓN DEL SEMINARIO. 2 Esta 2ª sesión del seminario ocupa el capítulo II de JAM/S, y quien estableció dicho texto lo tituló: L’ANGOISSE, SIGNE DU DÉSIR {LA ANGUSTIA, SIGNO DEL DESEO}, antecediéndolo con el siguiente índice temático: Un ideal de simplicidad / Hegel y Lacan / Las cinco fórmulas del deseo del Otro / La división y su resto / Te deseo, aunque no lo sepa.

CLASE 02 Seminario 10

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  • Jacques Lacan Seminario 10 1962-1963 LA ANGUSTIA (Versin Crtica) 2 21 de NOVIEMBRE de 19621, 2

    *3

    1 Para los criterios que rigieron la confeccin de la presente Versin Crtica, con-sultar nuestro Prefacio: Sobre una Versin Crtica del Seminario 10 de Jacques Lacan, Langoisse, y nuestra traduccin. Para las abreviaturas que remiten a los diferentes textos-fuente de esta Versin Crtica, vase, al final de esta clase, nues-tra nota sobre las FUENTES PARA EL ESTABLECIMIENTO DEL TEXTO, TRADUC-CIN Y NOTAS DE ESTA 2 SESIN DEL SEMINARIO. 2 Esta 2 sesin del seminario ocupa el captulo II de JAM/S, y quien estableci dicho texto lo titul: LANGOISSE, SIGNE DU DSIR {LA ANGUSTIA, SIGNO DEL DESEO}, antecedindolo con el siguiente ndice temtico: Un ideal de simplicidad / Hegel y Lacan / Las cinco frmulas del deseo del Otro / La divisin y su resto / Te deseo, aunque no lo sepa.

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    en el pizarrn: A

    A S

    1/ d(a) : d(A) < a 2/ d(a) < i(a) : d() 3/ d(x) : d(A) < x 4/ d() < : d(A) d(A) : > d() = cero4 3 Las distintas versiones indican la existencia en el pizarrn de un conjunto de fr-mulas antes del comienzo de la sesin. 4 La ltima frmula, es decir, la segunda de las englobadas por la llave en 4/, di-fiere en JL y AFI: *d(a) : o > d(o)*, como tambin en CHO y su derivada IA: *d(a) : 0 > d(0)*: la diferencia no est en las diversas maneras de escribir ce-ro, sino en el primer trmino de la frmula: d(a) en lugar de d(A). Me inclino por la frmula propuesta por ROU fundamentalmente por la manera en que Lacan propondr leerla, ms adelante en la clase: Las otras dos frmulas, pues no hay ms que dos, sta {3/} y luego la segunda {4/} ustedes ven, englobadas en una llave para la segunda, dos frmulas que no son ms que dos maneras diferentes de escribir la misma, en un sentido y luego en el sentido palindrmico, volviendo, tras haber ido as, volviendo as. Palindromo es una palabra o frase que se lee igual de izquierda a derecha, que de derecha a izquierda. JAM/S, por su parte, in-troduce una variante no desatendible: *d(0) < 0: d()* para la primera lnea de la cuarta frmula, y *d(a): 0 > d(0)* para la segunda; esta transcripcin no es palin-drmica como parece que tendra que ser, pero en cambio, la introduccin de un en lugar de A, vuelve a esta cuarta frmula ms cercana a la segunda, como sera esperable en la medida en que no es la verdad de Hegel, sino la verdad de la an-gustia, la que no puede captarse ms que al referirse a la frmula 2, que concierne al deseo en tanto que psicoanaltico (cf. ms adelante). Dado que Lacan no volvi a referirse a esta frmula, es difcil decidir.

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    En el momento de continuar hoy comprometiendo un poco ms mi discurso sobre la angustia, puedo legtimamente plantear ante uste-des la cuestin de lo que es aqu una enseanza.

    La nocin que podemos hacernos de ella, debe de todos modos sufrir algn efecto...

    si aqu en principio somos, digamos, la mayora, analistas, si la experiencia analtica se supone que es mi referencia esencial cuando me dirijo a la audiencia que ustedes componen

    ...de que no podemos olvidar que el analista es, si puedo decir, un in-terpretante. El juega sobre ese tiempo tan esencial que ya he acentua-do para ustedes varias veces a partir de varios sujetos:5 *l no saba {il ne savait pas}, yo no saba {je ne savais pas} y al cual*6 dejaremos por lo tanto *un sujeto*7 indeterminado agrupndolo en un no se sa-ba {on ne savait pas}.8

    5 sujets: sujetos, pero tambin asuntos. JAM/S evita el equvoco mediante un aadido: [sujetos del verbo {sujets du verbe}] 6 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *sujetos para xxxx que* por los del texto. 7 Al revisar la dactilografa Lacan aadi los trminos entre asteriscos. 8 Este tpico del l no saba {il ne savait pas} Lacan lo extrae del sueo de un pa-ciente que Freud relata, y analiza sumariamente, en su artculo de 1911 sobre los dos principios del suceder psquico (El padre estaba de nuevo con vida y hablaba con l como sola. Pero l se senta en extremo adolorido por el hecho de que el padre estuviese muerto, slo que no saba) cf. Sigmund FREUD, Formulacio-nes sobre los dos principios del acaecer psquico, en Obras Completas, Volumen 12, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1980, p. 230 relato y anlisis que luego Freud aadi, con muy ligeras variaciones, a la edicin de 1911 de La interpreta-cin de los sueos op. cit., Volumen 5, A.E., Buenos Aires, 1979, p. 430. Lacan aborda el asunto en la sesin del 26 de Noviembre de 1958, 3 clase del Se-minario 6, El deseo y su interpretacin (1958-1959), en principio para cuestionar la nocin de realizacin de deseos como wishful thinking y subrayar que en lo que Freud llama pensamiento del sueo se trata del significante: lo que est en juego es el estatuto de la represin. Vuelve sobre esto en la sesin del 3 de Diciembre del mismo ao, 4 clase del Seminario, y en la 5, del 10 de Diciembre, avanzando que el sujeto se constituye como no sabiendo, para finalmente, en la 7 sesin del Seminario, el 7 de Enero de 1959, acompaar la frmula freudiana con la intro-

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    Por relacin a este no se saba, del analista se presume que sabe

    algo. Por qu no admitir incluso que sabe un poco? La cuestin no es saber sta sera, al menos, prematura si puede ensearlo...

    podemos decir que, hasta cierto punto, la mera existencia de un sitio como ste y del papel que yo desempeo en l desde hace cierto tiempo, es una manera de zanjar la cuestin, bien o mal, pero zanjarla

    ...sino saber: qu es *ensearlo*9?

    Qu es ensear cuando se trata justamente **10 de, lo que se tra-ta de ensear, de ensearlo no solamente a quien no sabe, sino hay que admitir que hasta cierto punto todos estamos aqu alojados bajo la misma ensea a quien, dado aquello de lo que se trata, a quien no puede saber.

    Observen bien *a dnde lleva*11, si puedo decir, la ambigedad {le porte--faux}. Una enseanza analtica, si no tuviera esa ambige-dad, este seminario mismo podra concebirse en la lnea, en la prolon-gacin de lo que sucede por ejemplo en un control donde es lo que us-tedes saben, lo que ustedes sabran, lo que sera *a llevar*12, y donde

    duccin del matema que, entre otras cosas, la lee: el S(). Adems de otras refe-rencias en el camino del Seminario, llegamos as a la sesin del 8 de Abril de 1959, 16 clase del Seminario, en la que con dicho matema queda situado lo que sera un ncleo radical en su posicin del inconsciente, sostn de lo que entonces califica como (enunciado en segundo trmino, luego del primeramente enunciado, en el Seminario 3, Las psicosis: no hay psicognesis) el gran secreto del psicoa-nlisis: no hay Otro del Otro, del que deriva la frmula-aforismo no hay meta-lenguaje. Lacan vuelve sobre el asunto en su escrito Subversin del sujeto y dialctica del deseo en el inconsciente freudiano, cf. Jacques LACAN, Escritos 2, dcimo tercera edicin en espaol, corregida y aumentada, Siglo Veintiuno Edito-res, Mxico, 1984, pp-781-782. 9 *la enseanza* 10 Al revisar la dactilografa Lacan suprimi los trminos *a saber*. 11 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *a las puertas {aux por-tes}* por los del texto: {o porte}. 12 { porter} Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy el trmino *aportada* {apporte} por los del texto. / JAM/S: [aportado {apport}]

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    yo no intervendra ms que para dar lo anlogo de lo que es la inter-pretacin, a saber, esa adicin mediante la cual aparece algo, que da el sentido a lo que ustedes creen saber, que hace aparecer en un relmpa-go lo que es posible captar ms all de los lmites del saber.

    De todos modos, es en la medida en que un saber est, en este trabajo *de elaboracin*13 que llamaramos comunitaria, ms que co-lectiva, del anlisis, *entre aquellos que tienen su experiencia, los ana-listas, donde este saber est constituido, que un trabajo*14 de recolec-cin es concebible, que justifique el lugar que puede tomar una ense-anza como la que aqu se produce. Es porque, si ustedes quieren, hay *ya*15, secretada por la experiencia analtica, toda una literatura que se llama teora analtica, que estoy forzado, a menudo a mi pesar, a darle aqu tanto espacio, y es sta **16 la que necesita que yo haga al-go que debe ir ms all de esa recoleccin, y justamente en el sentido de aproximarnos, a travs de esa recoleccin de la teora analtica, a lo que constituye su fuente, a saber, la experiencia.

    Aqu se presenta una ambigedad, que reside no solamente en que aqu se mezclan con nosotros algunos no analistas. No hay en eso *gran inconveniente*17, puesto que tambin incluso los analistas lle-gan aqu con posiciones, posturas, expectativas, que no son forzosa-mente analticas, y ya muy suficientemente condicionadas por el he-cho de que en la teora *hecha en el anlisis*18 se introducen referen- 13 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *y la elaboracin* por los del texto. 14 *donde ese saber est constituido y entre aqullos que tienen su experiencia, los analistas, que un trabajo* Por su parte, al revisar la dactilografa, Lacan sustitu-y los trminos *que cierto saber est constituido por relacin al cual cierto traba-jo* por los del texto. 15 Al revisar la dactilografa, Lacan aadi el trmino entre asteriscos. 16 Al revisar la dactilografa, Lacan suprimi los trminos *de alguna manera*. 17 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *grandes inconvenien-tes* por los del texto. 18 *analtica*

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    cias de todo tipo, y muchas ms de lo que parece a primera vista, y que podemos calificar de extra-analticas, de psicologizantes, por e-jemplo.

    Por el slo hecho, entonces, de que me las vea con esta materia: materia de mi audiencia, materia de mi objeto de enseanza, me ver llevado a referirme a esa experiencia comn que es aquella gracias a la cual se establece toda comunicacin enseante, a saber, a no poder permanecer en la pura posicin que recin he llamado interpretante, sino a pasar a una posicin comunicante ms amplia, a saber, a com-prometerme en el terreno del hacer comprender, apelar en ustedes a una experiencia que va mucho ms all de la estricta experiencia ana-ltica.

    Esto es importante que sea recordado, porque el hacer compren-der es desde siempre lo que, en psicologa, en el sentido ms amplio, es verdaderamente la piedra de tropiezo.

    No se trata tanto de que deba ponerse el acento sobre lo que, en un momento, por ejemplo, pareci la gran originalidad de una obra co-mo la de Blondel sobre la conciencia mrbida,19 a saber: hay lmites 19 Charles BLONDEL, La conscience morbide, Paris, Flix Alcan, 1928 (la primera publicacin de esta obra data de 1914). Nota de ROU: Ch. Blondel, op. cit. p. 161-2, IV, El pensamiento mrbido y el lenguaje: [Dificultades del estudio de las reacciones intelectuales] [Ciertamente las reacciones afectivo-motrices y mo-trices de los enfermos nos revelan algo de su estado mental, pero el nico medio de penetrar su diversidad es entrar en conversacin con ellos y tomar notas de sus palabras. Mucho ms que por medio del examen objetivo, las manifestaciones mrbidas intelectuales son puestas en evidencia por las modificaciones lingsti-cas del rgimen familiar de los conceptos. La expresin discursiva sin embargo es suficientemente flexible para adaptarse a diferentes situaciones mentales. Cuando sus capacidades de flexibilidad y de aproximacin no son sobrepasadas, puede conservar una aparente normalidad aun recubriendo un pensamiento patolgico. Nos es preciso por lo tanto] rodearnos de mil precauciones en el anlisis y la inter-pretacin de los decires de nuestros enfermos, incluso mientras parecen hablar nuestra lengua y no presentar ninguna idea delirante, cuando, por otra parte, las reacciones afectivo-motrices y motrices nos invitan a sospechar la calidad de sus procesos mentales. / Esta necesidad se har ms evidente todava, si consideramos que el lenguaje mrbido nos es a veces completamente ininteligible y que, en es-tas condiciones, no podramos argir sin reserva sobre los casos donde nos parece de una perfecta inteligibilidad, puesto que esta inteligibilidad puede no ser ms que aparente, tanto ms cuanto que, de esa ininteligibilidad completa a esa apa-

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    de la comprensin no nos imaginemos, por ejemplo, que compren-demos lo vivido, como se dice, autntico, real, de los enfermos. *Pe-ro*20 no es la cuestin de *ese*21 lmite lo que es importante para no-sotros, y en el momento de hablarles de la angustia, importa **22 que les haga observar que es una de las cuestiones *que suspendemos.

    Pues la cuestin es ms bien explicar por qu*23... a qu ttulo podemos hablar de la angustia? cuando subsumimos bajo esta *mis-ma*24 rbrica *la angustia*25 en la cual podemos introducirnos a con-tinuacin de tal meditacin guiada por Kierkegaard,26 esa angustia que puede agarrarnos en tal momento, paranormal o incluso franca-mente patolgico, como *siendo*27 nosotros mismos sujetos de una experiencia ms o menos psicopatolgicamente situable, *la angus-tia*28 que es aquella con la cual nos las vemos con nuestros neurti-cos, material ordinario de nuestra experiencia, *y tambin*29 la angus-tia que podemos describir y localizar en el principio de una experien-cia para nosotros ms perifrica, la del perverso por ejemplo, incluso

    riencia de inteligibilidad perfecta, pasando por toda la gama de las frmulas deli-rantes, la observacin nos revela, de enfermo a enfermo, una impresionante conti-nuidad.. 20 Al revisar la dactilografa, Lacan aadi el trmino entre asteriscos. 21 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy el trmino *el* por el del texto. 22 Al revisar la dactilografa, Lacan suprimi los trminos *desde luego*. 23 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *que es puesta en sus-penso. Podemos hablar* por los del texto. 24 Al revisar la dactilografa, Lacan aadi el trmino entre asteriscos. 25 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *esta angustia* por los del texto. 26 Sren KIERKEGAARD, El concepto de angustia. Hay versin castellana. 27 Al revisar la dactilografa, Lacan aadi el trmino entre asteriscos. 28 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *una angustia* por los del texto. 29 Al revisar la dactilografa, Lacan aadi los trminos entre asteriscos.

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    la del psictico. *Si esta homologa se encuentra justificada por un pa-rentesco de estructura, esto no puede ser ms que a expensas de la comprensin original, que sin embargo va a incrementarse necesaria-mente con el peligro de hacernos olvidar que esa comprensin no es la de un vivido, sino de un resorte, y de*30 presumir demasiado de lo que podemos asumir de las experiencias a las que ella se refiere, especial-mente las del perverso o del psictico.

    *En esta perspectiva, es preferible advertir a quien sea que no tiene que creer demasiado*31 en lo que puede comprender. Es precisa-mente ah que toman su importancia *los*32 elementos significantes tan desprovistos *de*33 contenido comprensible como me esfuerzo por hacerlos, por medio de su notacin, *y cuya*34 relacin estructural *es*35 el medio por el que trato de mantener el nivel necesario para que la comprensin no sea engaosa, aun dejando localizables los tr-minos diversamente significativos por los cuales avanzamos, y esto especialmente, en el momento en que se trata **36 de un afecto...

    *pues*37 yo no me he rehusado a este elemento de clasificacin: la angustia es un afecto

    30 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *La homogeneidad apa-rente, la comn sustancia de estas experiencias diversamente situables, no nos in-duce peligrosamente, como por otra parte cualquier otra rbrica que puede as re-correr ese campo como constituyente de las referencias comunes* por los del tex-to. 31 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *En esta perspectiva no es demasiado deseable llevar a quien sea a creer demasiado* por los del texto. 32 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy el trmino *unos* por el del texto. 33 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy el trmino *el* por el del texto. 34 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *es en la* por los del texto. 35 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy el trmino *y {et}* por el del texto {est}. 36 Al revisar la dactilografa, Lacan suprimi los trminos *lo he introducido la vez pasada,*.

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    ...vemos que el modo de abordaje de un tema tal la angustia es un afecto se propone a nosotros, desde el punto de vista del enseante, segn unas vas diferentes que podramos, creo, bastante sumariamen-te es decir, al producir efectivamente su suma definir bajo tres rbricas:

    La del catlogo, a saber, en lo que concierne al afecto, *ago-tar*38 no solamente lo que eso quiere decir, sino lo que se ha querido decir, al constituir su categora, trmino que seguramente nos pone en posicin de ensear, respecto de la enseanza, bajo su modo ms am-plio, y forzosamente, aqu, hacer concordar lo que se ha enseado en el interior del anlisis, con lo que nos es aportado del exterior en el sentido ms vasto como categora.

    Y por qu no? Ah nos han llegado muy amplios aportes y, co-mo vern, para tomar una referencia media que llegar a nuestro cam-po de atencin, hay, en lo que concierne a lo que nos ocupa este ao...

    en tanto que a este objeto central, lo he dicho, de la angustia, es-toy lejos de rehusarme a insertarlo en el catlogo de los afectos, en las diversas teoras del afecto que han sido producidas

    ...y bien, para tomar las cosas, se los he dicho, en una especie de punto medio del corte, a nivel de Santo Toms de Aquino, para llamarlo por su nombre, hay muy, muy buenas cosas en lo que concierne a una di-visin, que l no ha inventado, en lo que concierne al afecto, entre el concupiscible y el irascible,39 y la larga discusin por la cual sopesa, segn la frmula del debate escolstico: proposicin, objecin, res-puesta, a saber, cul de las dos categoras es primera por relacin a la otra, y cmo zanja y por qu: que a pesar de ciertas apariencias, de ciertas referencias, el irascible se inserta en alguna parte en la cadena del concupiscible, siempre, el cual concupiscible, por lo tanto, es, por relacin a l, primero. 37 Al revisar la dactilografa, Lacan aadi el trmino entre asteriscos. 38 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy el trmino *agotado* por el del tex-to. 39 La nota de ROU remite, de Santo Toms de Aquino, a sus Quaestiones disputa-tae de anima, cuestiones 13 y 19, y su Suma Teolgica. Por su parte, Diana ES-TRIN (cf. Lacan da por da, editorial pieatierra, Buenos Aires, 2002) propone co-mo referencia, del mismo autor, tambin la 1 Carta a de los Corintios.

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    Esto no dejar de servirnos, pues, en verdad, no estara esta teora enteramente suspendida, en ltimo trmino, a una suposicin de un Soberano Bien al cual, ustedes lo saben, desde hace tiempo tene-mos importantes objeciones para hacer? Sera para nosotros muy a-ceptable... veremos lo que podemos conservar de ella, lo que ella acla-ra para nosotros. El slo hecho de que podamos... les ruego que se re-mitan a ella, en su momento les dar a ustedes sus referencias: segura-mente podemos encontrar en ella gran materia para alimentar nuestra propia reflexin... Ms, paradojalmente, que lo que podemos encon-trar en las elaboraciones modernas, recientes llamemos a las cosas por su nombre siglo diecinueve, de una psicologa que se preten-di, sin duda no totalmente en su derecho, ms experimental.

    Todava esto, esta *va*40, tiene el inconveniente de impulsar-nos en el sentido, en la categora de la clasificacin de los afectos, y la experiencia nos prueba que todo abandono demasiado grande en esta direccin no desembocar para nosotros...

    e incluso tan centralmente como lo llevemos, por relacin a nuestra experiencia, a esa parte sobre la cual recin puse el tra-zo, el acento de la teora

    ...ms que en manifiestos callejones sin salida, de los que un buen tes-timonio, por ejemplo, est dado por este artculo que est en el tomo 34, tercera parte, de 1953, del International Journal, donde el seor David Rapaport intenta una teora psicoanaltica del afecto.41

    Este artculo es verdaderamente ejemplar por el balance propia-mente consternante, en el que por otra parte, sin que la pluma del autor piense en disimularlo desemboca, a saber: es *asombroso*42 que un autor...

    que anuncia con ese ttulo un artculo que, despus de todo, po-dra dejarnos esperar que algo nuevo, original, salga de l, en lo que concierne a lo que el analista puede pensar del afecto

    40 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy el trmino *voz* {voix} por el del texto {voie}. 41 David RAPAPORT, On the Psychoanalytic theory of Affect, International Journal of Psychoanalysis, vol. 34, n 3, 1953, pp. 177-198. 42 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *el asombroso resulta-do de* por el del texto.

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    ...*no desemboca*43, al fin de cuentas, l tambin, en otra cosa que en hacer, en el interior estrictamente de la teora analtica, el catlogo de las acepciones en las cuales este trmino ha sido empleado. Y en per-catarse de que en el interior mismo de la teora, esas acepciones son irreductibles las unas a las otras, siendo la primera la del afecto conce-bido como constituyendo sustancialmente la descarga de la pulsin, la segunda, en el interior de la misma teora e incluso, para ir ms le-jos, supuestamente, que el propio texto freudiano no siendo el afec-to nada ms que la connotacin de una tensin en sus diferentes fases, ordinariamente conflictuales, constituyendo el afecto la connotacin de esa tensin en tanto que sta vara connotacin de la variacin de tensin y, tercer tiempo igualmente marcado como irreducti-ble, en la propia teora freudiana el afecto constituyendo, en una re-ferencia propiamente tpica, la seal a nivel del ego, en lo que con-cierne a algo que sucede en otra parte, el peligro venido de otra par-te.44

    *Lo importante es que l constata*45 que subsiste **46 todava, en los debates de los autores ms recientemente llegados a la discu-sin analtica, la reivindicacin divergente de la primaca para cada uno de esos tres sentidos, de **47 manera que al respecto nada est re-suelto. Y que el autor en cuestin no pueda decirnos ms de eso, es de todos modos el signo de que aqu, *el mtodo llamado del catlogo no podra no estar marcado, en fin, por algn dficit profundo, para des-embocar en unos callejones sin salida, incluso en una muy especial in-fecundidad*48. 43 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *no desembocase* por los del texto. 44 Cf. Sigmund FREUD, Inhibicin, sntoma y angustia (1926 [1925]), en Obras Completas, Volumen 20, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1979. 45 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *en lo concerniente a lo que puede justificar* por los del texto. 46 Al revisar la dactilografa, Lacan suprimi el trmino *y*. 47 Al revisar la dactilografa, Lacan suprimi el trmino *alguna*. 48 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *el mtodo llamado ca-tlogo podra no estar marcado en fin por algunos signos profundos, callejones sin

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    Hay, diferencindose de este mtodo... me excuso por extenderme hoy tanto tiempo sobre una cuestin que sin embargo tiene un gran inters previo, en lo que concier-ne a la oportunidad de lo que aqu hacemos, y no es por nada que lo introduzco, ustedes lo vern, en lo que concierne a la an-gustia

    ...es el mtodo que llamar, sirvindome por una necesidad de conso-nancia con el precedente trmino, el mtodo del anlogo, que nos lle-vara a discernir lo que podemos llamar niveles.

    He visto, en una obra que no citar de otro modo hoy, una tenta-tiva de agrupamiento de esa especie, donde vemos, en captulos sepa-rados, a la angustia concebida, como se expresan es una obra ingle-sa biolgicamente, luego sociolgicamente, luego, que s yo, cultu-rally, culturalmente, como si fuera suficiente revelar as, en niveles pretendidamente independientes, unas posiciones analgicas para lle-gar a hacer algo diferente que a desprender, ya no lo que recin llam una clasificacin, sino aqu una suerte de tipo.

    Se sabe en qu desemboca un mtodo tal: en lo que se llama una antropologa. La antropologa, a mi modo de ver, es lo que comporta el mayor nmero de los ms aventurados presupuestos, de todos los caminos en los que podamos comprometernos. En lo que un mtodo tal desemboca, por ms eclecticismo con que se seale, es siempre y necesariamente lo que nosotros en nuestro vocabulario familiar, y sin hacer de ese nombre ni de ese ttulo el ndice de alguien que inclu-so habra ocupado una posicin tan eminente es lo que nosotros lla-mamos el jungismo. Sobre el asunto de la ansiedad, esto nos conducir necesariamente al tema de ese ncleo central, que es la temtica abso-lutamente necesaria en la que desemboca una va tal. Es decir que ella est muy lejos de lo que est en juego en la experiencia.

    La experiencia nos conduce a lo que aqu llamar la tercera va, que pondr bajo el ndice, bajo la rbrica de la funcin que llamar la

    salida, incluso totalmente especial infecundidad* y otras variantes, por los del tex-to.

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    de la llave.49 La llave, es lo que abre, y lo que, para abrir, funciona. La llave, es la forma segn la cual debe operar o no operar la funcin sig-nificante como tal.

    Y lo que vuelve legtimo que yo la anuncie, y la distinga, y ose introducirla como algo en lo cual podamos confiarnos, no tiene nada que est aqu marcado de presuncin, por la razn de que yo pienso que ser para ustedes y especialmente para aqullos que son aqu de profesin enseante una referencia suficientemente convincente, esto es que esta dimensin es absolutamente connatural a toda ense-anza, analtica o no, por la razn de no hay enseanza, dir, y dir, yo, *cualquiera sea el asombro*50 que pueda resultar de ello *en*51 al-gunos en lo que concierne a lo que yo enseo, y sin embargo lo dir: no hay enseanza que no se refiera a lo que llamar un ideal de simpli-cidad.

    Si algo *hace un momento constituy para nosotros suficiente objecin en el hecho de una*52 enorme desorientacin en lo que con-cierne a lo que pensamos nosotros, los analistas, al ir *a los textos*53 sobre el afecto, {es que} hay ah algo profundamente insatisfactorio, y que es exigible que, en lo que concierne al asunto que sea, satisfaga-mos cierto ideal de reduccin simple: qu es lo que esto quiere decir, y por qu? Por qu... por qu, desde el tiempo en que se hace ciencia pues estas reflexiones remiten a muy otra cosa y a campos **54 ms vastos que el de nuestra experiencia por qu se exige la mayor 49 la cl: la llave, o la clave. 50 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *qu error* por los del texto. 51 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *al lado de* por los del texto. 52 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *fue para nosotros hace un momento suficiente objecin, por el hecho de que al proceder por cierta va una* por los del texto. 53 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *al texto* por los del texto. 54 Al revisar la dactilografa, Lacan suprimi el trmino *mucho*.

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    simplicidad posible? Por qu lo real sera simple? Qu es lo que puede permitirnos, incluso por un slo instante, suponerlo?

    Y bien, nada, pero nada ms que ese initium subjetivo sobre el cual puse el acento aqu durante toda la primera parte de mi enseanza del ao pasado,55 a saber, que no hay aparicin concebible de un suje-to como tal, ms que a partir de la introduccin primera de un signifi-cante, y del significante ms simple, que se llama el trazo unario.

    El trazo unario es anterior al sujeto. Al comienzo era el ver-bo,56 eso quiere decir: al comienzo es el trazo unario. Y todo lo que es enseable debe conservar este estigma de ese initium ultra-simple que es lo nico que pueda segn entendemos justificar el ideal de sim-plicidad.

    *Simplex*57, singularidad del trazo,58 es esto lo que hacemos entrar en lo real, lo quiera lo real o no lo quiera. Pero hay una cosa cierta, es que eso entra; que eso ya ha entrado all antes que nosotros, porque en lo sucesivo es por esa *va*59 que todos esos sujetos...

    que, de todos modos, desde hace algunos siglos, dialogan y tie-nen que arreglrselas como puedan con esta condicin, **60 jus-tamente, de que haya, entre ellos y lo real, este campo del signi-ficante

    ...a partir de entonces es *por*61 este aparato del trazo unario que se han constituido como *sujetos*62. Cmo habra de sorprendernos, a 55 Jacques LACAN, Seminario 9, La identificacin, 1961-1962, Versin Crtica de Ricardo E. Rodrguez Ponte para circulacin interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. 56 Juan, 1,1. 57 *Simplicidad* 58 trait: trazo, y tambin rasgo. 59 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy el trmino *voz* por el del texto. 60 Al revisar la dactilografa, Lacan suprimi los trminos *que sea*. 61 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy el trmino *con* por el del texto. Es una de las tantas revisiones de Lacan que JAM/S desatendi.

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    nosotros, que volvamos a encontrar su marca en lo que es nuestro campo, si nuestro campo es el del sujeto?

    En el anlisis, hay *algo*63 que es anterior a todo lo que pode-mos elaborar o comprender, y a esto yo lo llamar presencia del Otro, A mayscula. No hay autoanlisis, incluso cuando uno se lo imagina: el Otro {Autre}, A mayscula, est ah. Lo recuerdo, porque fue ya *sobre esta va y con la misma mira de simplicidad*64 que *he situado lo que les he dicho*65, lo que les *he*66 indicado... **67 lo que he co-menzado a indicarles *sobre*68 algo que va mucho ms all, a saber, la angustia, *o sea esa*69 cierta relacin que hasta aqu no he hecho ms que figurarla. La vez pasada les record su imagen, con el dibujo vuelto a evocar de mi presencia, mi presencia muy modesta y embara-zada70 en presencia de la mantis religiosa gigante. Ya les dije al res-pecto mucho ms al decirles: esto tiene relacin con el deseo del Otro.

    62 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy el trmino *sujeto* por el del texto. 63 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *algunas veces esto* por el del texto. 64 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *para volver a la sim-plicidad* por los del texto. 65 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *el sentido de lo que les digo, de* por los del texto. 66 Al revisar la dactilografa, Lacan aadi el trmino entre asteriscos. 67 Al revisar la dactilografa, Lacan suprimi el trmino *de*. 68 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *dicindoles ya* por el del texto. 69 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *es una* por los del texto. 70 embarrasse: recurdese lo que sealamos en una nota de la clase anterior del Seminario, relativa a que el trmino embarazo remite en francs a la idea de estorbo, traba, a lo que solemos denominar una situacin embarazosa, y no al sentido de preez.

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    Este Otro, antes de saber lo que eso quiere decir, mi relacin con su deseo cuando estoy en la angustia, a este Otro yo lo pongo ante todo ah. Para aproximarme a su deseo, tomar, mi Dios, los caminos que ya he desbrozado. Les he dicho: el deseo del hombre es el deseo del Otro. Me excuso por no poder aqu volver, por ejemplo, sobre un anlisis gramatical que efectu durante las ltimas jornadas provincia-les es por eso que me atengo de tal modo a que ese texto me llegue finalmente intacto, para que dado el caso podamos difundirlo el anlisis gramatical de lo que eso quiere decir: *el deseo del Otro, y el sentido de ese genitivo (objetivo)*71, pero, en fin, los que han estado 71 La frase entre asteriscos corresponde a un rengln manuscrito aadido en la ver-sin JL, y es incorporado sin sealarlo en las versiones AFI y CHO. La versin ROU identifica esta frase como uno ms de los aadidos manuscritos de Lacan al revisar la dactilografa. Como sea, todos los textos-fuente coinciden en este parn-tesis que parece restringir el genitivo en el sentido de la determinacin objetiva. Ahora bien, el asunto no podra ser menor, por lo menos a esta altura de la ense-anza de Lacan, cuando en su Comunicacin al congreso reunido en Royaumont, bajo el ttulo La dialctica, del 19 al 23 de Septiembre de 1960, que deriv en su escrito Subversin del sujeto y dialctica del deseo en el inconsciente freudia-no, probablemente redactado contemporneamente a estas clases del Seminario La angustia, salvo redaccin definitiva en 1966 para la publicacin de los crits, podemos leer lo siguiente, que de un modo u otro contradice, ms que comple-menta, lo que acabamos de leer en la clase del Seminario: Pues ah se ve que la nesciencia en la que queda el hombre de su deseo es menos nesciencia de lo que demanda, que puede despus de todo cernirse, que nesciencia de dnde desea. / Y es a esto que responde nuestra frmula de que el inconsciente es discurso del Otro, donde hay que entender el de en el sentido del de latino (determinacin objetiva): de Alio in oratione (compltese: tua res agitur). / Pero tambin aadiendo a ello que el deseo del hombre es el deseo del Otro, donde el de da la determinacin lla-mada por los gramticos subjetiva, a saber que es en tanto que Otro que desea (lo que da el verdadero alcance de la pasin humana). / Es por eso que la pregunta {question} de el Otro que vuelve al sujeto del lugar donde espera su orculo, bajo la redaccin de un: Che vuoi? qu quieres?, es la que conduce mejor al camino de su propio deseo, si se pone, gracias al savoir-faire de un partenaire con el nombre de psicoanalista, a retomarla, aunque fuese sin saberlo bien, en el sentido de un: Qu me quiere? cf. crits, ditions du Seuil, Paris, 1966, pp. 814-5, la traduccin es ma. con las variantes del caso, cf. la versin castellana en Escri-tos 2, op. cit., p. 794. Tanto en francs como en castellano, no siempre es posi-ble distinguir entre la determinacin objetiva y la determinacin subjetiva del ge-nitivo. En trminos generales, la determinacin objetiva toma al complemento u objeto directo como objeto, mientras que la determinacin subjetiva lo toma como sujeto... pero el fenmeno situado por Freud como Unheimlich revela bien que el objeto ms seguramente inanimado puede sbitamente animarse como sujeto (pinsese por ejemplo en el temor del espantapjaros que se supone experimen-

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    hasta ahora en mi seminario pueden de todos modos, creo... tienen bastantes elementos como para situarse suficientemente.72

    Bajo la pluma de alguien... que es, justamente, el autor de ese pequeo trabajo al que alud al comenzar este ao de enseanza, la vez pasada, que me haba sido remitido la maana misma, sobre un asunto que no era otro

    tan los pjaros, y lo que esta misma expresin significa en El mago de Oz, de Frank Baum). No obstante, ante la ambigedad que podra persistir en dos frmu-las clave de su enseanza, Lacan aporta lo que podra precisarlas: en el incons-ciente es discurso del Otro, en tanto se lee con la determinacin objetiva del geni-tivo, se trata de que ese discurso habla del Otro, se dirige al Otro; mientras que en la frmula el deseo del hombre es el deseo del Otro, en tanto se lee con la deter-minacin subjetiva del genitivo, hay que entender que es en tanto Otro que el suje-to desea, lo que se refuerza al final del prrafo citado cuando leemos que el cami-no al propio deseo (pero entonces por qu no unas comillas rodeando a ese pro-pio siempre en veremos?) pasa por lo que vuelve desde el lugar del Otro. Aado una precisin de mi parte: la determinacin subjetiva del genitivo en la frmula deseo del Otro ni por excepcin retrocede sobre lo que Lacan ya tiene ms que ad-quirido: el Otro no es sujeto, y adems, no es lo mismo, el Otro no existe. La dife-rencia con la lectura hegeliana de la misma frmula, tambin pasa por ah. Pero acaso ninguna precisin gramatical levante del todo un equvoco que quiz sea tambin de doctrina. As, en la sesin del 3 de Mayo de 1961 de su Seminario sobre la transferencia podemos leer lo siguiente: Ese deseo del Otro este geni-tivo es a la vez subjetivo y objetivo: deseo en el lugar donde est el Otro, para que pueda ser este lugar, el deseo de alguna alteridad, para satisfacer a la bsqueda del objetivo, a saber de lo que desea ese otro que viene a encontrarnos, es preciso que ah nos prestemos a la funcin del subjetivo, que de alguna manera podamos, por un tiempo, representar, no como se lo cree, y como sera, a fe ma, irrisorio, confisenlo, y cun simple tambin, que podamos serlo no el objeto al que apunta el deseo, sino el significante. Lo que es a la vez mucho menos, pero tam-bin mucho ms. cf. Jacques LACAN, Seminario 8, La transferencia en su dis-paridad subjetiva, su pretendida situacin, sus excursiones tcnicas. Versin Cr-tica de Ricardo E. Rodrguez Ponte para circulacin interna de la Escuela Freudia-na de Buenos Aires. Sobre esta cuestin, vase tambin la nota que sigue. 72 En el curso de este prrafo, Lacan aludi nuevamente (ya lo haba hecho en la clase anterior) a su intervencin en el curso de las Jornadas Provinciales de otoo de 1962, de la que quedan sendas notas redactadas por Claude Cont e Irene Rou-blef. El carcter fragmentario de las mismas permite conjeturar, pero no establecer sin dudas, el lugar que da Lacan al genitivo en la frmula el deseo del hombre es el deseo del Otro. Cf. Jacques LACAN, Jornadas de Otoo de 1962 (Octubre). In-troduccin al seminario sobre La angustia, traduccin de Ricardo E. Rodrguez Ponte para circulacin interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires.

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    que el que aborda Lvi-Strauss, el de la puesta en suspenso de lo que puede llamarse la razn dialctica, en el nivel estructura-lista en que se sita Lvi-Strauss

    ...alguien, sirvindose, para desembrollar ese debate, entrar en sus ro-deos, desenmaraar su madeja, desde el punto de vista analtico, y ha-ciendo referencia, desde luego, a lo que yo he podido decir del fantas-ma como soporte del deseo, no observa suficientemente, para mi gus-to, lo que yo digo cuando hablo del deseo del hombre como deseo del Otro.73

    Lo que lo prueba, es que l cree poder contentarse con recordar que sa es una frmula hegeliana. Ahora bien, si hay, pienso, alguien que no se equivoca en cuanto a lo que nos ha aportado la Fenomenolo-ga del Espritu,74 soy yo mismo. Si hay un punto, no obstante, donde es importante sealar que es ah que yo sealo la diferencia y, si uste-des quieren, para emplear este trmino, el progreso me gustara to-dava ms el salto que es el nuestro por relacin a Hegel, es justa-mente el que concierne a esta funcin del deseo. No estoy en posicin, visto el campo que tengo que cubrir este ao, de retomar paso a paso con ustedes el texto hegeliano.

    Aludo aqu a un autor... que, espero, ver publicado ese artculo, y que manifiesta un co-nocimiento completamente sensible de lo que al respecto dice Hegel

    73 El autor del pequeo trabajo aludido por Lacan es muy verosmilmente Andr GREEN, quien poco despus publicara en el n 194 de Critique su texto La psy-chanalyse devant lopposition de lhistoire et de la structure (versin castellana de Jos A. Castorina: El psicoanlisis ante la oposicin de la historia y la estruc-tura, en AA.VV., Estructuralismo y psicoanlisis, Ediciones Nueva Visin, Bue-nos Aires, 1970). En dicho texto, el autor parte del debate entablado entre dos tex-tos que se haban publicado recientemente: Crtica de la razn dialctica, de Jean-Paul SARTRE, y su crtica en el captulo IX, Historia y dialctica, del libro El pensamiento salvaje, de Claude LVI-STRAUSS (de ambos textos hay tambin ver-sin castellana). CHO, en el margen izquierdo, al escribir Green al lado de este prrafo seguramente despus de su transcripcin, parece confirmar mi conje-tura. La identidad del autor del trabajo que lo haba dejado a Lacan en la espera (cf. la sesin anterior del Seminario) quedara as establecida. 74 G.W.F. HEGEL, Fenomenologa del Espritu, traduccin de Wenceslao Roces, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1966.

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    ...de todos modos, no voy a seguirlo sobre el plano del pasaje, en efec-to, completamente original, que tan bien record en esta ocasin. Pero para el conjunto de los que me escuchan y con lo que ya ha pasado, pienso, a nivel del comn de este auditorio en lo que concierne a la re-ferencia hegeliana, dir inmediatamente, para hacer sentir lo que est en juego, que en Hegel, en lo que concierne a esa dependencia de mi deseo por relacin al deseante que es el Otro, me las tengo que ver, de la manera ms cierta y ms articulada, con el Otro como conciencia. El Otro es aqul que me ve...

    en lo cual eso interesa a mi deseo, ustedes lo saben, lo entrevn ya bastante, pero volver a ello en seguida; por el momento ha-go oposiciones masivas

    ...el Otro es aqul que me ve, y es sobre ese plano, sobre ese plano que ustedes ven que por s solo compromete, segn las bases con que He-gel inaugura la Fenomenologa del Espritu, la lucha sobre el plano de lo que l llama puro prestigio, y mi deseo est all interesado.

    *Para*75 Lacan, **76 porque Lacan es analista, el Otro est ah como inconsciencia constituida como tal, e interesa a mi deseo en la medida de lo que le falta y que l no sabe. Es a nivel de lo que le falta y que l no sabe que yo estoy interesado de la manera ms pregnante, porque no hay para m otro rodeo, para encontrar lo que me falta como objeto de mi deseo.

    Es por esto que para m no hay, no solamente acceso, sino in-cluso sustentacin posible de mi deseo que sea pura referencia a un objeto, cualquiera que sea, si no es acoplndolo, anudndolo con esto que se expresa por medio del **77, que es esa necesaria dependencia por relacin al Otro como tal.

    El cual Otro, desde luego, es aqul que, en el curso de estos aos, pienso haberlos acostumbrado a distinguir, a cada instante, del otro, mi semejante: es el Otro como lugar del significante. Es mi se- 75 Al revisar la dactilografa, Lacan aadi el trmino entre asteriscos. 76 Al revisar la dactilografa Lacan suprimi los trminos *si ustedes lo permiten*. 77 AFI: *a*

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    mejante entre otros, desde luego, pero *no solamente, porque*78 es tambin el lugar como tal donde se instituye *el Otro*79 de la diferen-cia singular de la que les hablaba al comienzo.

    Pero en el punto de partida, voy a introducir ahora las frmulas, que les he marcado aqu a la derecha, de las que no pretendo lejos de eso, dado lo que les he dicho al comienzo que les entreguen in-mediatamente su malicia. Hoy les pido, como la vez pasada es para eso que este ao escribo cosas en el pizarrn *transcrbanlas*80. Despus vern su funcionamiento.81 1/ d(a) : d(A) < a 2/ d(a) < i(a) : d() 3/ d(x) : d(A) < x 4/ d() < : d(A) d(A) : > d() = cero

    El deseo de deseo, en el sentido hegeliano, *es*82 pues deseo de *que un deseo responda*83 al llamado del sujeto. Es deseo de un de-seante. Este deseante que es el Otro, por qu tiene necesidad de l? Esto est, bajo cualquier ngulo que ustedes se siten, pero de la ma-nera ms articulada, en Hegel: tiene necesidad de l para que el Otro lo reconozca, para recibir de l el reconocimiento. Qu quiere decir 78 *no solamente, en cuanto que* / JAM/S: [pero solamente en cuanto que] 79 {lAutre} / *el orden {lordre}* 80 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *es para que ustedes las transcriban* por el del texto. 81 Vuelvo a reproducir aqu las frmulas que estaban en el pizarrn al comienzo de la sesin. Sobre su establecimiento a partir de las distintas versiones, vase su-pra la nota ad hoc. 82 Al revisar la dactilografa, Lacan aadi el trmino entre asteriscos. 83 *de un deseo que responda*

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    esto? Que el Otro como tal va a instituir algo, a, que es justamente aquello de lo que se trata a nivel de lo que desea es ah que est to-do el impase al exigir ser reconocido por l.84 *Ah donde*85 yo soy reconocido como objeto, *puesto que este objeto en su esencia es*86 una conciencia, una Selbstbewusstsein, *ya no hay*87 otra me-diacin que la de la violencia. Obtengo lo que deseo, soy objeto, y no puedo soportarme como objeto.88 *No puedo soportarme reconocido en el modo,*89 el nico modo de reconocimiento que pueda yo obte-ner, es preciso por lo tanto, a toda costa, que se zanje entre nuestras dos conciencias. *Tal es la suerte del deseo en Hegel.*90

    El deseo de deseo en el sentido lacaniano, o analtico, es deseo del Otro de una manera mucho ms principialmente abierta a una suer-te de mediacin. Al menos, as lo parece a primera vista. Porque el de-seo aqu, ustedes vern **91...

    en la frmula misma, el significante, que yo pongo ah en el pi-zarrn92 voy bastante lejos en el sentido de atravesar, quiero decir de contrariar, lo que ustedes puedan esperar

    84 Lacan lee as la primera frmula: 1/. d(a) : d(A) < a. 85 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy el trmino *El* por los del texto. 86 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *puesto que l es en su esencia* por los del texto. 87 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *y no hay ah* por los del texto. / AFI: *El deseo aqu es deseo*. 88 He aqu cmo ordena JAM/S este prrafo: [Es ah que est todo el impase. Al exigir ser reconocido, ah donde soy reconocido, no soy reconocido ms que como objeto. Obtengo lo que deseo, soy objeto, y no puedo soportarme como objeto, puesto que este objeto que soy es en su esencia una conciencia, una Selbst-bewus-stsein.] 89 *No puedo soportarme reconocido ms que en el mundo* 90 Al revisar la dactilografa, Lacan aadi los trminos entre asteriscos. 91 Al revisar la dactilografa, Lacan suprimi l trmino *que*. 92 Lacan pasa a leer ahora su segunda frmula: 2/. d(a) < i(a) : d().

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    ...*ustedes vern que he escrito*93, en tanto que imagen soporte de ese deseo, relacin pues *de d(a)*94 con lo que yo escribo, con lo que no vacilo en escribir: i(a), incluso y justamente porque eso produce ambi-gedad con la notacin que yo designo habitualmente de la imagen es-pecular...

    ah, no sabemos todava cundo, cmo y por qu eso puede ser-lo, la imagen especular, pero es una imagen seguramente. Eso no es la imagen especular, es del orden de la imagen: es el fan-tasma, que dado el caso no vacilo en recubrir por medio de esta notacin de la imagen especular.95

    ...Digo entonces que este deseo es deseo en tanto que su imagen so-porte es el equivalente es por eso que los dos puntos {:} que esta-ban aqu {en 1/} estn ah {en 2/} es el equivalente del deseo del Otro. Pero ah el Otro {Autre} est connotado {A barrado} porque es el Otro en el punto donde se caracteriza como falta {manque}.

    Las *otras*96 dos frmulas, pues *no hay ms que*97 dos, sta {3/} y despus la segunda {4/}98 *ustedes ven*99, englobadas en una llave *para la segunda, dos frmulas que no son ms que*100 dos 93 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *que yo he escrito* por los del texto. Por su parte, AFI aqu opta por transcribir *El deseo aqu es deseo*. 94 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *de las dos a* por los del texto. 95 Mediante algunas interpolaciones que pareceran obedecer a la intencin de aclarar, JAM/S distorsiona completamente el sentido de este prrafo, que no ofre-ce dificultades en las otras versiones. 96 Al revisar la dactilografa, Lacan aadi el trmino entre asteriscos. 97 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *hay de ellas* por los del texto. 98 3/ d(x) : d(A) < x 4/ d() < : d(A) d(A) : > d() 99 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy el trmino *que* por los del texto. 100 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *slo est constituida como por* por los del texto.

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    maneras de escribir la misma, en un sentido, luego en el sentido palin-drmico, al volver, tras haber ido as, al volver as. Es todo lo que es-cribe la tercera lnea.

    No s entonces si hoy tendr tiempo de llegar hasta la traduc-cin de estas dos ltimas frmulas. Sepan no obstante, desde ahora, que una y otra estn hechas: la primera {3/} para poner en evidencia que la angustia es lo que da la verdad de la frmula hegeliana, a saber, que si la frmula hegeliana es parcial y falsa y desestabiliza todo el punto de partida de la Fenomenologa del Espritu...

    como ya lo he indicado varias veces al mostrarles la perversin que resulta, y muy lejos, y hasta en el dominio poltico, de ese punto de partida demasiado estrechamente centrado sobre lo imaginario pues es muy lindo decir que la101 servidumbre del esclavo est grvida de consecuencias y lleva al Saber Absolu-to, pero eso quiere decir tambin que el esclavo seguir siendo esclavo hasta el fin de los tiempos! A poner los pies en el pla-to!

    ...la verdad de la frmula hegeliana existe, es Kierkegaard quien la da. Es, no la verdad de Hegel, sino la verdad de la angustia la que nos lle-va a nuestras observaciones concernientes al deseo en el sentido anal-tico:

    *La segunda frmula, es la verdad de la angustia: que slo pue-

    de captarse al referirse a la frmula que concierne a la angustia por re-lacin al deseo {2/}.*102

    En las dos frmulas, la de Hegel103 y la ma104, en el primer tr-mino de las frmulas, arriba, por paradjico que eso parezca, es un ob-jeto a el que desea. Si hay diferencias, hay algo comn entre el con-

    101 Aqu la versin JL carece de una pgina, la 19, y salta hasta la prxima apari-cin del trmino Selbstbewusstsein. Las dems versiones reconstruyen lo faltante en base a notas. 102 AFI y CHO: *Observaciones:* 103 1/. d(a) : d(A) < a. 104 2/. d(a) < i(a) : d().

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    cepto hegeliano *de*105 deseo y el que yo promuevo ante ustedes. Es *que en*106 un momento, el punto de un impase inaceptable en el pro-ceso de la Selbstbewusstsein en Hegel, es un objeto, es decir algo don-de el sujeto, sindolo, ese objeto, est irremediablemente marcado de finitud.

    *Pues*107 ese objeto que est afectado por el deseo, es aquello en lo cual lo que yo produzco ante ustedes tiene algo en comn con la teora hegeliana, excepto que en nuestro nivel analtico, el cual, no e-xigiendo la transparencia de la Selbstbewusstsein esto es una difi-cultad, desde luego, pero no de una naturaleza como para hacernos desandar camino, ni tampoco para comprometernos en la lucha a muerte con el Otro a causa de la existencia del inconsciente, pode-mos ser ese objeto afectado por el deseo. Es incluso en tanto que mar-cados as de finitud que nosotros, sujetos del inconsciente, nuestra fal-ta, puede ser deseo, deseo finito, en apariencia indefinido, porque la falta, participando siempre de algn vaco, en principio puede ser lle-nada de varias maneras, aunque sepamos muy bien, porque somos a-nalistas, que no la llenamos de cualquier cantidad de maneras. Y vere-mos por qu, y cules.

    La dimensin, dir, clsica, moralista, no tanto teolgica, de la infinitud del deseo debe ser, en esta perspectiva, totalmente reducida, pues esa pseudo-infinitud no se sostiene ms que en una cosa...

    que felizmente cierta parte de la teora del significante, que no es otra que la del nmero entero, nos permite figurar

    ...esa falsa infinitud est ligada a esa suerte de metonimia que, en lo que concierne a la definicin del nmero entero, se llama la recurren-cia. Es, muy simplemente, la ley que hemos, creo, acentuado podero-samente el ao pasado a propsito del uno repetitivo.

    Pero lo que nos demuestra nuestra experiencia es se los arti-cular, **108 en los diversos campos que le son propuestos, especial y 105 *del* 106 *en* 107 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy el trmino *Pero* por el del texto.

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    distintamente, el neurtico, el perverso, incluso el psictico es que ese uno, al cual se reduce en ltimo anlisis la sucesin de los elemen-tos significantes, el hecho de que sean distintos y que se sucedan, no agota la funcin del Otro, *y*109 esto es lo que yo expreso aqu a partir de este Otro originario como lugar del significante, de este S to-dava no existente, que tiene que situarse como determinado por el significante, bajo la forma de estas dos columnas, que son aquellas ba-jo las cuales, como ustedes saben, podemos escribir la operacin de la divisin. A S a lado del Otro mi lado110

    Por relacin a ese Otro, dependiendo de ese Otro, el sujeto se inscribe como un cociente, est marcado por el trazo unario del signi-ficante en el campo del Otro. Y bien!, no es por esto, si puedo decir, que pone al Otro en rodajas: hay un resto, en el sentido de la divisin, un residuo.111 Este resto, este otro ltimo, este irracional, esa prueba y nica garanta al fin de cuentas de la alteridad del Otro, es el a. Y es por esto que los dos trminos, y a, el sujeto, como marcado por la barra del significante, el a minscula objeto, como residuo de la pues-ta en condicin, si puedo expresarme as, del Otro, estn del mismo la-do, ambos *del lado*112 objetivo de la barra, ambos del lado del Otro. El fantasma, apoyo de mi deseo, est en su totalidad del lado del Otro, 108 Al revisar la dactilografa, Lacan suprimi el trmino *que*. 109 Al revisar la dactilografa, Lacan aadi el trmino entre asteriscos. 110 Las precisiones lado del Otro y mi lado slo existen en AFI. 111 Est claro, supongo, que Lacan hace un empleo slo aproximativo, impreciso, de los trminos de la divisin (dividendo, divisor, conciente, resto). 112 Al revisar la dactilografa, Lacan aadi los trminos entre asteriscos.

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    y a. Lo que ahora est de mi lado, es justamente lo que me constitu-ye como inconsciente, a saber, , el Otro en tanto que no lo alcanzo.

    Voy aqu a llevarlos ms lejos? No, pues me falta tiempo. Y para no abandonarlos en un punto tan cerrado en cuanto a la prosecu-cin de la dialctica que va a insertarse en l y que, como vern, necesita que el prximo paso que tengo que explicarles, es lo que yo comprometo en el asunto, a saber, en la subsistencia del fantasma figurar el sentido de lo que tengo que producir por un llamado a una experiencia que, pienso, ser para ustedes, en, mi Dios, lo que ms les interesa no soy yo quien lo ha dicho, es Freud la experiencia del amor, de alguna utilidad.

    Quiero hacerles observar en el punto al que hemos llegado *que en*113 esta teora del deseo en su relacin con el Otro, **114 tienen us-tedes la clave de lo siguiente: esto es que, contrariamente a la esperan-za que podra darles la perspectiva hegeliana, que el modo de la con-quista del otro es aquel, ay!, demasiado a menudo adoptado por uno de los partenaires, *del*115: te amo, aunque no lo quieras...

    no crean que Hegel no se haya dado cuenta de esa prolongacin de su doctrina: hay una muy, muy preciosa notita donde l indi-ca que es por ah que habra podido hacer pasar toda su dialcti-ca. Es la misma nota en la que dice que, si no sigui ese camino, fue porque ste le pareca carecer de seriedad! Cunta razn tiene, hagan la experiencia! Me darn algunas noticias sobre su xito!

    ...hay sin embargo otra frmula que, si no demuestra mejor su efica-cia, esto quiz no es sino por no ser articulable, pero eso no quiere de-cir que no est articulada, es: te deseo, aunque no lo sepa. En cual-quier parte donde ella logre, por inarticulable que sea, hacerse escu-char, *sa*116, se los aseguro, es irresistible.

    113 Al revisar la dactilografa, Lacan sustity el trmino *de* por el del texto. 114 Al revisar la dactilografa, Lacan suprimi el trmino *que*. 115 Al revisar la dactilografa, Lacan aadi el trmino entre asteriscos.

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  • Seminario 10: La angustia Clase 2: 21 de Noviembre de 1962

    Y por qu? No les dejar esto como adivinanza. Si esto fuera

    decible, qu es lo que dira yo por medio de eso? Yo digo al otro que, desendolo, sin saberlo, sin duda, siempre sin saberlo, lo tomo por el objeto para m mismo desconocido de mi deseo, es decir, en nuestra concepcin del deseo, que yo lo identifico, que yo te identifico, a ti, a quien yo hablo, a ti mismo, al objeto que a ti mismo te falta, es decir que por ese circuito donde estoy obligado *a pasar*117, para alcanzar el objeto de mi deseo, cumplo justamente para l lo que l busca. Es precisamente as que, inocentemente o no, si tomo ese rodeo, el otro como tal, objeto aqu, obsrvenlo, de mi amor, caer forzosamente en mis redes. Con esto los dejo, sobre esta receta, y les digo hasta la vez que viene. establecimiento del texto, traduccin y notas: RICARDO E. RODRGUEZ PONTE para circulacin interna de la ESCUELA FREUDIANA DE BUENOS AIRES

    116 Al revisar la dactilografa, Lacan sustituy los trminos *es ah* por el del tex-to. 117 Este aadido viene slo de AFI.

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  • Seminario 10: La angustia Clase 2: 21 de Noviembre de 1962

    FUENTES PARA EL ESTABLECIMIENTO DEL TEXTO, TRADUCCIN Y NOTAS DE ESTA 2 SESIN DEL SEMINARIO JL Jacques LACAN, Langoisse, Sminaire 1962-1963. Lo que Lacan ha-

    blaba era recogido por una taqugrafa, luego decodificado y dactilografiado, y el texto volva a Lacan, quien a veces lo revisaba y correga. De dicho texto se hacan copias en papel carbnico y luego fotocopias. La versin dactilografia-da que utilizamos como fuente para esta Versin Crtica se encuentra reprodu-cida en http://www.ecole-lacanienne.net/index.php3, pgina web de lcole la-canienne de psychanalyse.

    ROU Jacques LACAN, Langoisse, dit Sminaire X, Prononce Ste.

    Anne en 1962-1963, Paris, 2003. Por razones de ndole legal, los autores de las transcripciones no se identifican a s mismos. No obstante, esta versin se atribuye con suficientes razones a Michel Roussan, quien efectu un notable trabajo de transcripcin y aparato crtico a partir de varios textos-fuente, entre ellos la dactilografa y notas de asistentes al Seminario, como Claude Cont, Franoise Dolt, Ginette Michaud, Jean Oury, Marie-Claire Boons-Graf, y probablemente Wladimir Granoff, Piera Aulagnier y Franois Perrier. Esta transcripcin crtica destaca tambin que en la versin dactilografiada de este Seminario La angustia encontramos, entre los muchos aadidos manuscritos sobre y en los mrgenes de la dactilografa que tras muchas copias y copias de copias llamamos JL, y con alguna posibilidad de identificarlas, las anotacio-nes manuscritas y correcciones del propio Lacan.

    AFI Jacques LACAN, Langoisse, Sminaire 1962-1963. Publication hors

    commerce. Document interne lAssociation freudienne internationale et des-tin a ses membres. Paris, 1998.

    CHO Jacques LACAN, Langoisse, Sminaire 1962-1963. Fuente fotoco-

    piada atribuda a M. Chollet, se encuentra en la Biblioteca de la E.F.B.A. codi-ficada como CG-181/1 y CG-181/2.

    IA Jacques LACAN, Seminario 10, La angustia, impreso exclusivamente

    para circulacin interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, Traduccin: Irene M. Agoff, Revisin Tcnica: Equipo de Traductores de la E.F.B.A. y la colaboracin de Isidoro Vegh y Juan Carlos Cosentino. Esta versin publicada originalmente en fichas, cuya fuente francesa es presuntamente CHO, se en-cuentra en la Biblioteca de la E.F.B.A. codificada como C-0698/01.

    JAM/S Jacques LACAN, LE SEMINAIRE livre X, Langoisse, 1962-1963, tex-

    te tabli par Jacques-Alain Miller, ditions du Seuil, Paris, 2004.

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