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Curso de Reproducción de Plantas Clase 3 Propagación por semillas Introducción Las semillas germinan cuando encuentran condiciones favorables de humedad, temperatura y aireación. El almácigo es el lugar destinado a la siembra hasta lograr que las plántulas alcancen cierto desarrollo. Luego se separan en recipientes individuales (repique) o se pasan a canteros para completar su crecimiento. Almácigo Cualquier recipiente con 10 o 12 cm de profundidad es apropiado para preparar un almácigo. Deberá tener perforaciones en el fondo para permitir la eliminación de excesos de agua (drenaje). Para preparar el almácigo no es conveniente utilizar directamente la tierra obtenida del campo, porque ésta tiende a compactarse rápidamente. Además, contiene semillas de malezas que germinan y compiten con las sembradas. Riego: La mayoría de las semillas de plantas ornamentales son muy pequeñas. El riego posterior a la siembra provoca el arrastre de las semillas hacia algún sector del almácigo o a mayor profundidad que la necesaria. Por esta razón, hay que humedecer el suelo antes de sembrar. Siembra: Se debe esparcir homogéneamente la semilla sobre la superficie del almácigo. Las muy pequeñas se mezclan con ceniza o arena para facilitar su distribución. Luego la semilla se cubre con el sustrato, de manera que la misma quede a una profundidad no mayor a 2,5 veces su diámetro. Si el sustrato inferior estaba suficientemente húmedo, este agregado adquiere suficiente humedad para mantenerse sin riego durante varios días. El almácigo puede cubrirse con vidrio o papel para mantener oscuro y húmedo el sustrato. Cuidados del almácigo: Requiere un ambiente cálido hasta que las semillas germinen. En verano se elige un lugar fresco y sombreado. Durante los primeros días debe revisarse diariamente. Cuando comienzan a emerger las primeras plántulas, se retira cualquier cobertura que se le haya puesto, y es necesario exponer el almácigo a la luz solar en forma gradual para que los plantines se desarrollen fuertes y resistentes. El riego se limita a mantener el almácigo con suficiente humedad para 13

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Apuntes del curso de plantas medicinales

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Curso de Reproducción de Plantas Clase 3

Propagación por semillas

Introducción

Las semillas germinan cuando encuentran condiciones favorables de humedad, temperatura y aireación. El almácigo es el lugar destinado a la siembra hasta lograr que las plántulas alcancen cierto desarrollo. Luego se separan en recipientes individuales (repique) o se pasan a canteros para completar su crecimiento.

AlmácigoCualquier recipiente con 10 o 12 cm de profundidad es apropiado para preparar un almácigo. Deberá tener perforaciones en el fondo para permitir la eliminación de excesos de agua (drenaje).Para preparar el almácigo no es conveniente utilizar directamente la tierra obtenida del campo, porque ésta tiende a compactarse rápidamente. Además, contiene semillas de malezas que germinan y compiten con las sembradas.

Riego:La mayoría de las semillas de plantas ornamentales son muy pequeñas. El riego posterior a la siembra provoca el arrastre de las semillas hacia algún sector del almácigo o a mayor profundidad que la necesaria. Por esta razón, hay que humedecer el suelo antes de sembrar.

Siembra:Se debe esparcir homogéneamente la semilla sobre la superficie del almácigo. Las muy pequeñas se mezclan con ceniza o arena para facilitar su distribución. Luego la semilla se cubre con el sustrato, de manera que la misma quede a una profundidad no mayor a 2,5 veces su diámetro. Si el sustrato inferior estaba suficientemente húmedo, este agregado adquiere suficiente humedad para mantenerse sin riego durante varios días.El almácigo puede cubrirse con vidrio o papel para mantener oscuro y húmedo el sustrato.

Cuidados del almácigo:Requiere un ambiente cálido hasta que las semillas germinen. En verano se elige un lugar fresco y sombreado.Durante los primeros días debe revisarse diariamente. Cuando comienzan a emerger las primeras plántulas, se retira cualquier cobertura que se le haya puesto, y es necesario exponer el almácigo a la luz solar en forma gradual para que los plantines se desarrollen fuertes y resistentes. El riego se limita a mantener el almácigo con suficiente humedad para favorecer el crecimientote las raíces hasta que alcancen el tamaño para el repicado.

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Etapas de la Germinación

Los embriones de muchas angiospermas pasan por un período de latencia antes de que germine la semilla. Con la germinación se reinicia el crecimiento, se rompe la cubierta de la semilla y surge la plántula. Las primeras hojas de follaje se abren hacia el Sol y comienzan a hacer fotosíntesis, mientras que, internamente, continúa el proceso de crecimiento que da origen al cuerpo de la planta. En los primeros estadios del desarrollo, el crecimiento de la plántula depende de las reservas acumuladas en la semilla.

Dicotiledóneas:

Antes de la germinación, la semilla absorbe agua y se hincha, rompiendo la cubierta seminal. Primero emerge la raíz joven, seguida del hipocótilo ("debajo de los cotiledones"). Los cotiledones finalmente se marchitarán y caerán. Luego emerge el epicótilo que se encuentra entre cotiledón y haz de hojas.

Monocotiledóneas:

La primera estructura que aparece por encima del suelo es el coleóptilo, que forma una vaina cilíndrica sobre el vástago en crecimiento de la planta. Típicamente, el resto de endosperma, con el escudete (el cotiledón único) en su interior, está presente en la joven plántula.

El crecimiento primario de la planta implica la diferenciación de los sistemas de tejido, el alargamiento de las raíces y tallos, y la formación de las raíces laterales y de las ramas. Después de completarse el desarrollo del embrión, el crecimiento primario posterior se origina en los meristemas apicales de la raíz y del vástago. Las plantas, a diferencia de los animales, continúan creciendo durante todo su ciclo de vida.

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Factores ambientales que afectan la germinación:

Disponibilidad de agua:

Una curva de absorción de agua por las semillas tiene tres partes: Primero, una absorción inicial rápida, en la cual la mayor parte es de imbibición; Segundo, un período lento y Tercero, un segundo incremento al emerger la radícula y desarrollarse la plántula.

Las semillas secas tienen un gran poder de absorción para el agua, tanto en almacenamiento como en el medio de germinación. Las temperaturas elevadas aumentan la absorción de agua. Una vez que la semilla germina, la provisión de agua de la plántula depende de la capacidad de la radícula para crecer en el medio de germinación y de las nuevas raíces para absorber agua.

La humedad proporcionada a la semilla en germinación puede afectar tanto al porcentaje como a la velocidad de germinación. Las diferencias entre especies en los requerimientos de humedad del sustrato son muy grandes. Hay algunas que se adaptan a un amplio rango (col, nabo, rábano, maíz dulce, calabaza, sandía, pepino, tomate, pimiento, cebolla, zanahoria), otras que sólo germinan con un contenido de humedad mediano (frijol, lechuga, escarola) y otras que son más exigentes en cuanto al punto óptimo de humedad.

La velocidad de emergencia de las plántulas está influida sobre todo por la provisión de humedad disponible.

A medida que la semilla resta agua del suelo, el área próxima a ella se seca y el agua debe circular desde poros más lejanos para compensar este déficit.

Un exceso de sales solubles en el sustrato de germinación puede inhibirla, y reducir el número de plántulas. Esas sales pueden provenir del sustrato mismo, en el agua de riego o por fertilización excesiva. Es importante mantener una provisión elevada de humedad en la cama de las semillas donde existan posibilidades de que haya una salinidad elevada.

Puede se difícil mantener una provisión continua y adecuada de agua debido a que la germinación se produce en la superficie del sustrato, donde está sujeta a fluctuaciones de temperatura y humedad. El problema es mayor en las siembras de semillas pequeñas que por necesidad son poco profundas o donde la velocidad de germinación es lenta.

Entre los métodos para mantener una provisión uniforme de humedad se tienen: Riegos frecuentes y contínuos, como mediante un sistema de niebla. El riego excesivo

acompañado de mal drenaje puede resultar perjudicial, pues reduce la aireación del sustrato y favorece el desarrollo de enfermedades.

Empleo de un sustrato de germinación de la densidad adecuada y apretado en forma apropiada alrededor de las semillas (pero no compactado).

Siembra profunda, donde las fluctuaciones de humedad son menores. Pero las semillas pequeñas no pueden enterrarse demasiado pues no podrán emerger.

Aplicación de mantillo en la superficie.

A veces se remojan las semillas antes de plantarlas para iniciar el proceso de germinación y acortar el tiempo requerido para la emergencia. Esto puede ser ventajoso con semillas que normalmente son lentas para germinar, que son duras y secas o cuando existen ciertas condiciones de latencia (dormición). Pero se debe tener en cuenta que las semillas embebidas se dañan con más facilidad y pueden ser más difíciles de sembrar. Por otra parte, el remojo prolongado puede dañar las semillas y reducir la germinación. Esto puede deberse a la acción de microorganismos y a una reducción en la provisión de oxígeno. Si el remojo va a prolongarse, el agua debe cambiarse al menos cada 24 horas.

Temperatura:

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La temperatura tal vez es el factor ambiental individual de mayor importancia que regula la germinación y el crecimiento subsecuente de las plántulas. Las semillas de diferentes especies no sólo tienen un límite máximo y otro mínimo de temperatura para germinar, sino que también responden a ciclos específicos de fluctuaciones, estacionales (verano/invierno) o diario (día/noche). En condiciones naturales, estos requerimientos determinan la época del año en que se efectúa la germinación, y la presencia de las especies en una zona. Por ejemplo, el clima mediterráneo del sur de Europa se caracteriza por un verano cálido y seco con otoño, invierno y primavera húmedos y fríos. Las semillas de muchas especies que crecen en la región maduran en la primavera, permanecen latentes en el verano, aún si hay alguna lluvia ocasional, pero luego germinan en las temperaturas más frescas del otoño cuando se presentan lluvias adecuadas.Las temperaturas límite para la germinación dependen de cada especie. Las plantas cultivadas pueden haber variado sus requerimientos respecto de sus antecesores silvestres debido a la selección realizada por el hombre en búsqueda de otros caracteres favorables.

Por lo general, la velocidad de germinación aumenta en forma directa con la temperatura. Es decir, a mayor temperatura, mayor germinación. Pero por encima de un nivel óptimo ocurre un descenso a medida que las temperaturas se acercan a un límite letal y la semilla es dañada.

Un grupo de semillas puede clasificarse como de estación fría debido a su capacidad para germinar a temperaturas relativamente bajas. Algunas requieren temperaturas bajas y no germinan a temperaturas mayores a 25 ºC. Aquí se incluyen un gran número de hortalizas de climas templados (lechuga, apio, escarola), muchas especies florales y varias plantas perennes leñosas. Esta adaptación de las plantas impide la germinación en veranos secos y cálidos que se presentan después de la maduración de la semilla.

Otro grupo de semillas, principalmente de regiones tropicales o subtropicales, se clasifican como de estación cálida, con requerimientos mínimos de germinación de 10 ºC, como espárrago, maíz, tomate, o de 15 ºC para frijol, berenjena, pimiento, calabaza. Las semillas de algunas de estas especies, por ejemplo soja, algodón, sorgo, son susceptibles a sufrir daños por frío, y producir plántulas anormales.

El crecimiento de las plántulas puede tener un requerimiento diferente al de la germinación de las semillas. La práctica común es cambiar las plántulas a un régimen de temperaturas algo menores a fin de preparar las plantas para el transplante y reducir los problemas de enfermedades en el almácigo.

Intercambio gaseoso:

Los gases que en el sustrato pueden afectar a la germinación son el oxígeno (O2) y el dióxido de carbono (CO2). El oxígeno es esencial para los procesos respiratorios que se efectúan en las semillas en germinación. La absorción de O2 es proporcional a la cantidad de actividad metabólica de la semilla. El CO2 es un producto de la respiración, y se acumula en condiciones de mala aireación. El aumento de la concentración puede en cierto grado inhibir la germinación.

El intercambio de gases entre el sustrato y la atmósfera puede reducirse por la profundidad y por la presencia de una costra dura superficial. Puede presentarse un déficit de oxígeno cuando la humedad del sustrato es excesiva, y los poros están saturados de agua.

Luz :

La luz puede estimular o inhibir la germinación de las semillas de algunas plantas. Algunas epífitas sólo germinan si están expuestas a la luz, y pierden su viabilidad si se mantienen unas semanas en oscuridad.

Entre las semillas que necesitan luz para germinar se encuentran las de apio, lechuga, tabaco, la mayoría de los pastos, muchas coníferas, muchas florales herbáceas y malezas.

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Las semillas de otro grupo de plantas son inhibidas de germinar en presencia de luz, por ejemplo ajo, cebolla, amarantus, phlox. Otras semillas responden a la longitud del día (fotoperíodo).

El control de la germinación se ejerce por medio de una reacción fotoquímica reversible, en la que interviene un pigmento (fotocromo) que responde a la luz de una longitud de onda específica.

En la actualidad se considera la sensibilidad a la luz como un factor ecológico principal en la adaptación. Las semillas sensibles a la luz, en ocasiones, son pequeñas y su germinación se favorece colocándolas cerca de la superficie del suelo, de tal manera que las plántulas puedan emerger con rapidez e iniciar la fotosíntesis. Dichas semillas no tendrían la capacidad para emerger de profundidades mayores. Embebidas de agua y enterradas en el suelo permanecen latentes hasta el momento en que el suelo se altere o cultive en forma tal que las exponga a la luz. De manera similar, la supervivencia de las plántulas no se favorece si las semillas germinan en proximidad estrecha con otras plantas donde habrá una intensa competencia por luz, nutrientes y agua con la población de plantas ya establecida.

Por el contrario, las plantas que producen semillas que son inhibidas por la luz en su germinación, tienden a encontrarse en ambientes desérticos, donde la supervivencia de las plantas es aumentada si las semillas germinan a una profundidad del suelo algo mayor, donde hay menos calor y más humedad.

La luz y el crecimiento de las plántulas

En las etapas tempranas de la germinación, la plántula utiliza las provisiones de reserva de la semilla. El crecimiento posterior depende de la fotosíntesis. Para lograr plantas robustas y vigorosas se requiere luz de una intensidad relativamente elevada. La luz de baja intensidad produce ahilamiento y fotosíntesis reducida.

Por otra parte, una luz de intensidad elevada en extremo puede producir altas temperaturas que pueden dañar a la plántula. En consecuencia, deben evitarse los extremos en la iluminación. Muchas plantas requieren durante su crecimiento inicial un sombreado parcial de las plántulas cuando se las cultiva a la intemperie.

Factores de la semilla que afectan la germinación:

Poder germinativo:

Es el porcentaje de semillas que, puestas en condiciones óptimas, son capaces de germinar. Esta medida determina la viabilidad de un lote de semillas, y por lo tanto la calidad del mismo. La viabilidad disminuye cuando la semilla sufre daños, ya sean por factores ambientales (malas condiciones de almacenamiento), envejecimiento, enfermedades, etc. Es decir, no son condiciones propias de la semilla, sino factores externos que la han afectado negativamente.

Latencia o dormición

Una semilla es latente cuando presenta un letargo (imposibilidad o demora en la germinación) debido a condiciones que se presentan dentro de la semilla, distintas a la falta de viabilidad. Una semilla no viable no germina porque está muerta, mientras que una latente está viva pero no germina por factores que le son propios de su especie. Una semilla que puede germinar de inmediato al absorber agua, es quiescente o no latente.

Ecológicamente, se piensa que los mecanismos de control de la germinación se han originado como mecanismos para la supervivencia en la naturaleza, y son de especial importancia en plantas que crecen en zonas desérticas o frías, donde las condiciones ambientales pueden no ser favorables inmediatamente después de la diseminación de la semilla. En la zona templada, las semillas que maduran en primavera en árboles como olmos, arces y sauces, germinan de

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inmediato y la plántula se establece en la misma estación. Si las semillas de árboles de la misma región maduraran en el otoño y germinaran de inmediato, es muy probable que murieran en el invierno. Las semillas de muchas plantas de este último tipo requieren de enfriamiento invernal (horas de frío) y no germinan sino hasta la primavera siguiente.

La latencia o dormición de las semillas se produce por diversas causas fisiológicas:

1 Cubiertas de las semillas impermeables a la humedad. Las semillas no llegan a absorber agua sino hasta que la cubierta es modificada por métodos naturales o artificiales (escarificado). En la naturaleza, las cubiertas de las semillas se ablandan por medio de diversos agentes del ambiente, tales como abrasión mecánica, congelamiento y deshielo alternados, ataque de microorganismos del suelo, paso por el tracto digestivo de aves o mamíferos o por el fuego.

2 Presencia en la semilla de inhibidores químicos. Por lo común se encuentran en el pericarpio, como en el jugo de los frutos carnosos o en las cubiertas secas que son retenidas por las semillas de algunas plantas. También pueden presentarse inhibidores en las cubiertas, el endosperma o el embrión de las semillas. Esto ocurre en, por ejemplo, cítricos, manzanas, peras, uvas, tomates, zapallos. Estas sustancias evitan la germinación prematura cuando las semillas aún están en la planta madre. Los inhibidores son reducidos o eliminados por lixiviación (lavado) con el agua o son absorbidos por el suelo cuando las semillas ya no están en contacto con el fruto. En ciertas plantas desérticas, los inhibidores son lixiviados (“lavados”) por las lluvias abundantes. Una lluvia ligera es insuficiente, y a dichas sustancias se les ha llamado “pluviómetros químicos”.

3 Semillas con embriones morfológicamente poco desarrollados (rudimentarios). En algunas especies los embriones no se han desarrollado por completo morfológicamente al tiempo de maduración de la semilla, y por lo común tienen un crecimiento posterior dentro de la semilla después de haberse removido de la planta. Por ejemplo, el acebo (mal llamado muérdago) tiene embriones pequeños muy poco diferenciados, que requieren un periodo de condiciones cálidas y húmedas después de la maduración, pero también una cubierta dura y resistente, y requiere posteriormente bajas temperaturas para germinar.

4 Semillas con letargo interno (endógeno). La germinación es regulada por los tejidos internos de la semilla. Aquí se encuentran semillas con requerimientos de temperatura, luz o concentración de gases para germinar. Existen en el interior de la semilla sistemas fisiológicos inhibidores-estimuladores que responden a señales del medio ambiente.

Preacondicionamiento de las semillas para estimular la germinación

Escarificación mecánica

El objetivo de la escarificación es modificar las cubiertas duras o impermeables de las semillas. Escarificación es cualquier proceso de ruptura, rayado o alteración mecánica de las cubiertas de las semillas para hacerlas permeables al agua o a los gases.

Frotar las semillas con papel lija, rayarlas con una lima y romper las cubiertas con un martillo o entre las mordazas de un tornillo de banco son métodos sencillos y útiles para lotes pequeños de semillas relativamente grandes. Para operaciones en gran escala se usan escarificadores especiales, como barriles forrados con papel lija o mezcladoras de cemento combinándolas con arena o grava. Las semillas deben tener distinto tamaño que la arena o la grava para separarlas luego por tamices.

La escarificación debe ser cuidadosa y no dañar las semillas, cuyas partes internas no deben quedar expuestas.La semilla escarificada es más susceptible a que la dañen organismos patógenos y no se guarda tan bien como la semilla no escarificada.

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Estratificación

El objetivo de este tratamiento es proporcionar la exposición a bajas temperaturas que algunas semillas requieren para lograr una germinación pronta y uniforme. Permite que se efectúen cambios fisiológicos en el embrión de estas semillas.

El procedimiento consiste en la exposición a baja temperatura (de 0 a 10 ºC), a la humedad y al aire por algún tiempo. Las semillas secas deben remojarse en agua de 12 a 24 h, escurrirse, mezclar con un medio que retenga la humedad y luego almacenarlas por el período de tiempo necesario. La temperatura más usual es de 2 a 7 ºC. Temperaturas más altas pueden producir brotado prematuro. Cualquier medio que retenga la humedad, proporcione aireación y no contenga sustancias tóxicas, es adecuado. Entre ellos se puede incluir a la arena bien lavada, al musgo, la turba, vermiculita, aserrín bien intemperizado (puesto a la intemperie, el aserrín fresco puede contener sustancias tóxicas). Un buen material lo constituye una mezcla de una parte de arena y una de musgo o turba, humedecido y reposado durante 24 h. Cualquier medio debe ser húmedo pero no tan mojado como para que se pueda exprimir el agua.

Las semillas pueden estratificarse en capas de 1,5 a 7,5 cm de grosor, alternándolas con un espesor igual del medio. Los recipientes apropiados son lastas, frascos de vidrio con tapas perforadas o cualquier recipiente que permita la aireación, impida que se sequen y las protejan de los roedores. Se puede agregar un funguicida para proteger a las semillas.

Las semillas se ponen en refrigeradores o en invierno a la intemperie. Se deben proteger de heladas, desecación o roedores.

El tiempo necesario para completar la postmaduración depende de la especie. Para la mayoría de las semillas, varía entre 1 y 4 meses. Si es necesario hay que rehumedecer el sustrato. Al final de este período, algunas semillas pueden germinar en el almacenamiento. Para sembrar, se retiran de los recipientes y se separan del medio, teniendo cuidado de no dañar las semillas húmedas. Se deben sembrar de inmediato, sin permitir que se sequen.

Producción de plántulas

Siembra directa

Con este método es más difícil controlar la germinación y lograr poblaciones uniformes, con la densidad deseada, que por medio de trasplante. Sin embargo, si se maneja bien, la siembra directa proporciona un desarrollo continuado y rápido de la planta sin los retrasos en el crecimiento que se producen en el trasplante. Cuando hay que controlar la densidad de plántulas, el costo del raleo es importante. Los cultivadores aficionados pueden preferir este método, pues es más simple, menos costoso, implica menos tiempo de trabajo y no requiere instalaciones ni espacios especiales.

La buena preparación de la cama de siembra es fundamental. El suelo debe estar suelto, sin terrones grandes pero no muy pulverizado para evitar la formación de costras. Debe tener buena aireación y drenaje. Puede mejorarse con el agregado de abonos verdes, estiércol, musgo, turba o cualquier material ya visto. Las “costras” impiden el ingreso del agua de riego, el intercambio gaseoso y también la emergencia de la plántula. Se pueden emplear mantillos superficiales para evitar que se formen costras con el agua de lluvia o de riego: perlita, vermiculita, mantillo de hojas. Además ayudan a retener la humedad en la superficie.

Debe cuidarse la profundidad a que se siembran las semillas. Si es muy superficial, puede resecarse o ser comida por pájaros o insectos. Si es muy profunda, la plántula puede no tener fuerzas suficientes para emerger. Una regla general: sembrar a una profundidad de 3-4 veces el diámetro de la semilla.

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La densidad de siembra es un factor crítico: si es muy baja, se reducen los rendimientos (especialmente en hortalizas). Si es muy alta, el tamaño y la calidad de la planta será menor por la competencia que se produce entre las plantas por el agua, la luz y los nutrientes. Por lo general, los cultivos de hortalizas se deben ralear hasta lograr la densidad requerida (número de plantas deseado por unidad de superficie).

Almácigos bajo techo

Se emplean para producir plantas que después se trasplantan al campo o al jardín, y es una técnica importante en la producción de flores y hortalizas. Con la producción de plántulas bajo techo se tiene mejor control que con la siembra directa a la intemperie y hace posible efectuar una programación precisa para estaciones y usos específicos. Pero requiere instalaciones costosas tales como invernaderos, cajas cubiertas, camas frías, camas calientes, etc. Las plántulas que se trasplantan a raíz desnuda, como es el caso de muchas hortalizas, sufren cierto “choque de trasplante”, que detiene su desarrollo, y se es muy severo puede impedir que se emplee esta técnica. El uso de macetas también tiene sus inconvenientes. Muchas plantas leñosas tienen raíces pivotantes y no forman un buen sistema radicular a menos que se les maneje en forma adecuada.

Las cajas deben llenarse por completo con el sustrato, emparejado con cuidado para llenar las esquinas. Luego se comprime con suavidad para proporcionar una cama firme a las semillas, como a 1,5 cm más abajo del borde. Luego se debe regar o remojar, dejar que drene y cubrirla con polietileno, para que retenga la humedad hasta el momento de sembrar. Las semillas se siembran a una profundidad aproximada de dos o tres veces su diámetro mímimo, y las muy pequeñas se esparcen en la superficie.

Es importante mantener en el medio las condiciones de temperatura y humedad adecuadas para la germinación. Las cajas se pueden cubrir para impedir la pérdida de humedad, o regarse con frecuencia.

Una vez que las semillas han germinado, se cambian las cajas con las plántulas a un sitio con temperaturas algo menores y buena luz. Las temperaturas altas y la luz baja tienden a producir plantas ahiladas, delgadas, que no sobreviven al trasplante.

Cuando los sistemas radicales ya se han desarrollado lo suficiente como para vivir en el medio, el riego se puede reducir a mantener la superficie del medio algo seca sin dejar que falte agua en profundidad. Esto ayuda a evitar el ataque de hongos patógenos.

Repique

El éxito en el trasplante depende en alto grado del manejo previo. Cuando se repican a macetas que permanecerán en el invernadero, las condiciones ambientales están controladas y no difieren de las que ya han tenido las plántulas hasta ese momento. Cuando el trasplante se hace al campo, la operación es algo más crítica y precisa que las plantas sean rusticadas, “endurecidas” previamente. Esto puede lograrse reduciendo la provisión de humedad, reduciendo la temperatura y cambiando las plantas en forma gradual del invernadero o cama caliente al ambiente de su sitio definitivo. Se precisa un sombreadero (lugar con sombra pero a la intemperie). Las cajas con plántulas pueden dejarse allí de seis a diez días antes de repicarlas al campo.

Antes de pasar las plantas al campo deben regarse abundantemente. Es conveniente retener en las raíces tanta porción de sustrato como se pueda, a fin de proteger el sistema radical. Luego se deben regar profusamente y si es posible darles un sombreado temporal. Durante los primeros días se deben vigilar con respecto a su marchitamiento, y regarlas si es necesario.

Los fertilizantes químicos afectan a las plántulas recién repicadas. Pequeñas cantidades de harina de huesos en el sustrato favorece el crecimiento radicular de las plantas.

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Almácigos a campo

Las plántulas de muchas especies se cultivan durante el primero o hasta el segundo año en almácigos a la intemperie, para luego repicarse a baldes de cultivo o al lugar definitivo, es decir se plantan a raíz desnuda.

Estos almácigos pueden tener 1 a 1,25 m de ancho, y un largo variable según el espacio y la cantidad de plántulas que se desean lograr.

La semilla se puede sembrar al voleo o en surcos poco espaciados. Debe controlarse la densidad de siembra, raleando de ser necesario. La densidad óptima depende de la especie y del objetivo de la propagación; si las plántulas se repicarán de pequeñas a otras camas o baldes de cultivo, la densidad puede ser mayor.

Después de sembrar, la aplicación de mantillo sobre el suelo ayuda a protegerlo de la desecación, de la formación de costras y del frío, y ayuda también a disminuir el crecimiento de malezas. Como mantillo puede utilizarse: aserrín, hoja de pino, paja, heno, viruta de madera, así como medio de enraizamiento viejo formado por arena y turba.

Los cuidados en el transplante se reducen a cuidar el sistema radicular, aquí no hay necesidad de rusticación de las plántulas. Los cuidados en cuanto al riego son los mismos que los ya indicados.

Tratamientos fitosanitarios de las semillas y de los almácigos

Tratamiento de semillas:

Las semillas tratadas vienen recubiertas por un polvo adherido, por lo general de color rosado fuerte. Estas semillas NO DEBEN MANIPULARSE CON LAS MANOS SIN GUANTES, ya que los productos fitosanitarios son tóxicos y en su casi totalidad cancerígenos. No es recomendable tratar la semilla en forma casera, pues deben evitarse los riesgos de toxicidad. Para evitar inconvenientes es más sencillo tratar el sustrato del almácigo con calor, o bien, a la intemperie, colocar cintas “espantapájaros” para evitar que las aves coman las semillas recién sembradas.

En forma casera y para desinfectar cantidades relativamente pequeñas de sustrato, puede realizarse el siguiente procedimiento:

Se coloca el sustrato en un recipiente metálico con una capa de 6-8 cm de arena o perlita saturada con agua.

El recipiente se expone a fuego directo hasta 15 minutos después de observar los primeros vapores en la superficie.

El vapor de agua que atraviesa el sustrato elimina los microorganismos patógenos y destruye el poder germinativo de las semillas de maleza.

Cuando se enfría, el sustrato está listo para ser usado.

Tratamiento de plántulas:

Las enfermedades más frecuentes del almácigo están producidas por hongos, que proliferan al contar con un sustrato rico en nutrientes, con temperatura y humedad muy adecuadas para su desarrollo. Por lo general atacan las raíces y el cuello de la plántula, por lo cual la plantita cae; se denomina “mal de los almácigos” o “dumping off” al grupo sin identificar de enfermedades fúngicas que causan estos síntomas, y que pueden destruir almácigos enteros.

Las plántulas atacadas no se recuperan, los tratamientos deben ser preventivos.

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Una manera de prevenir la aparición de fungosis es mantener buenas condiciones sanitarias en el área donde van a germinar las semillas. Cualquier planta podrida o enferma, u otro material orgánico, debe descartarse de inmediato. Las calles, bancos y paredes deben mantenerse limpios y desinfectados.

Los funguicidas que se pueden conseguir comercialmente pueden aplicarse a las plántulas recién emergidas, o como preventivo en el sustrato, pero hay que asesorarse pues algunos se inhiben en contacto con el suelo. Otros protegen sólo la parte aérea pero no las raíces de la planta, y por ello pueden ser inefectivos. Los mejores son los funguicidas sistémicos, que ingresan al “sistema” planta, y se traslocan desde las hojas hacia las raíces, y al estar en el interior de la planta no son lavados por el agua de lluvia o riego.

También debe protegerse a la plántula de insectos, sobre todo en las siembras a campo. Caracoles, bichos bolita, hormigas, orugas, gusanos de suelo, pueden arruinar almácigos enteros. En los viveros se trata el suelo con productos altamente tóxicos en forma de vapor, pero esto requiere de muchos cuidados y debe ser hecho por personas idóneas (profesionales), ya que los productos usados contienen mercurio, que contamina el suelo y las napas de agua y puede ser mortal para un operador inexperto, o bromuro de metilo, también sumamente tóxico. Estos productos están prácticamente prohibidos en todo el mundo, pero aún se siguen usando en ciertos lugares.

Para controlar gusano blanco lo ideal es roturar el suelo y “darlo vuelta”, para dejarlos expuestos a la intemperie, y permitir que actúen los pájaros, que son sus principales depredadores.

Se puede tratar a las plántulas con un insecticida. Los sistémicos protegen a las plantas incluyendo las raíces, como ya dijimos, no se lavan con el agua de lluvia o riego. Son también los más caros. El más utilizado es el dimetoato. Deben respetarse las diluciones que se indican en la etiqueta del producto. El dimetoato no se adsorbe a las arcillas de suelo, e ingresa a la planta por las raíces además de la parte aérea.

Al trabajar con cualquier producto fitosanitario es estrictamente obligatorio respetar las indicaciones de seguridad. Usar guantes, no tener la piel expuesta (musculosas, shorts prohibidos) en el momento de la pulverización. No pulverizar a la intemperie en un día con viento, y por supuesto no inhalar los vapores o la niebla asperjada. Proteger la cara y los ojos. Y si la aplicación ha sido sobre una superficie importante (un jardín completo, por ejemplo) darse un baño inmediatamente después. Por supuesto, cambiarse de ropa una vez terminada la operación. No olvidar que TODOS los productos se absorben por la piel, y aunque no haya síntomas inmediatos, la mayoría de estos productos son cancerígenos.

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