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1 Las cobijadas de Vejer en el Museo del Traje: Irene Seco “Por tu capricho te pusiste el manto” Las cobijadas de Vejer en el Museo del Traje Por: Irene Seco Las mujeres tapadas o “cobijadas” de la zona de Vejer de la Frontera, envueltas en sus mantos negros, observando el mundo con un solo ojo al abrigo de sus amplios ropajes, fueron uno de los temas favo- ritos de los viajeros románticos del siglo XIX y de los fotógrafos de las primeras décadas del XX. Hace muchos años que este tipo de indumentaria no se emplea en la vida diaria. Sin embargo, el Museo del Traje - Centro de Investigación del Patrimonio Etnológico de Madrid tiene el privilegio de contar entre sus extraordinarios fondos de indumentaria popular con el único traje completo y original de cobijada de Vejer anterior a la Guerra Civil, que, hasta donde se sabe, se conserva en el mundo. Pero, ¿cómo llegó el traje al Museo? La historia del actual Museo del Traje nace a mediados de los años veinte, cuando se celebró en Madrid una magna Exposición del Traje Regional e Histórico en el Palacio de Bibliotecas y Museos, edificio que alber- ga hoy la Biblioteca Nacional y Museo Arqueológico Nacional. La muestra, promo- vida por Trinidad von Scholz Hersmendorff, Duquesa de Parcent, estuvo organizada por un nutrido grupo de intelectuales y políticos del momento, y en ella colaboraron artistas de la talla de Vázquez Díaz o Benlliure. La exposición fue inaugurada solemnemen- te por los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia el día 18 de abril de 1925. En ella se exhibieron unos trescientos cincuenta trajes completos, casi cuatro mil prendas sueltas, más de seiscientas fotografías y dos cente- nares largos de acuarelas. Algunas de las piezas se compraron, otras fueron donadas y otras prestadas por sus propietarios. Cuando aún faltaban meses para la inaugu- ración, los periódicos ya hablaban sobre la muestra de forma habitual y aguardaban impacientes su apertura. La expectación generada fue, así pues, enorme, hasta el punto de que hubo incluso que reeditar la guía de la visita, porque se agotó con rapi- dez en cuanto se abrieron las puertas al público. Tapada de Vejer del Museo del Traje. CIPE (MT005101-02)

Cobijadas Irene Seco

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1Las cobijadas de Vejer en el Museo del Traje: Irene Seco

“Por tu capricho te pusiste el manto” Las cobijadas de Vejer en el Museo del Traje

Por: Irene Seco

Las mujeres tapadas o “cobijadas” de la zona de Vejer de la Frontera, envueltas en sus mantos negros,observando el mundo con un solo ojo al abrigo de sus amplios ropajes, fueron uno de los temas favo-ritos de los viajeros románticos del siglo XIX y de los fotógrafos de las primeras décadas del XX. Hacemuchos años que este tipo de indumentaria no se emplea en la vida diaria. Sin embargo, el Museo delTraje - Centro de Investigación del Patrimonio Etnológico de Madrid tiene el privilegio de contar entresus extraordinarios fondos de indumentaria popular con el único traje completo y original de cobijadade Vejer anterior a la Guerra Civil, que, hasta donde se sabe, se conserva en el mundo.

Pero, ¿cómo llegó el traje al Museo?

La historia del actual Museo del Traje nace amediados de los años veinte, cuando secelebró en Madrid una magna Exposicióndel Traje Regional e Histórico en el Palaciode Bibliotecas y Museos, edificio que alber-ga hoy la Biblioteca Nacional y MuseoArqueológico Nacional. La muestra, promo-vida por Trinidad von Scholz Hersmendorff,Duquesa de Parcent, estuvo organizada porun nutrido grupo de intelectuales y políticosdel momento, y en ella colaboraron artistasde la talla de Vázquez Díaz o Benlliure.

La exposición fue inaugurada solemnemen-te por los Reyes Alfonso XIII y VictoriaEugenia el día 18 de abril de 1925. En ella seexhibieron unos trescientos cincuenta trajescompletos, casi cuatro mil prendas sueltas,más de seiscientas fotografías y dos cente-nares largos de acuarelas. Algunas de laspiezas se compraron, otras fueron donadasy otras prestadas por sus propietarios.Cuando aún faltaban meses para la inaugu-ración, los periódicos ya hablaban sobre lamuestra de forma habitual y aguardabanimpacientes su apertura. La expectacióngenerada fue, así pues, enorme, hasta elpunto de que hubo incluso que reeditar laguía de la visita, porque se agotó con rapi-dez en cuanto se abrieron las puertas alpúblico. Tapada de Vejer del Museo del Traje. CIPE (MT005101-02)

2 Las cobijadas de Vejer en el Museo del Traje: Irene Seco

Entre los muchos trajes que se expusieron, se encontraba, precisamente, una tapada o cobijada deVejer.

En seguida hubo conciencia de la importancia de la colección de indumentaria reunida y de la granaceptación popular del tema y, en el propio discurso inaugural, el conde de Romanones planteó la ideade convertir la exposición temporal en un Museo del Traje permanente. Así, en el año 1927, se creóuna Junta del Patronato del Museo del Traje Regional e Histórico,dirigida por Mateo Silvela, y se designó una Junta Auxiliar deDamas, una Junta Protectora y una Comisión Artística. El nuevoMuseo tuvo su primera sede en el antiguo Hospicio de la calle deFuencarral, compartiendo espacio con el Museo Municipal; en elaño 1930 se instaló en el Palacio de Godoy, en la Plaza de laMarina Española y cuatro años más tarde pasó a formar parte deun museo etnológico concebido desde un punto de vista másamplio: el Museo del Pueblo Español.

Desde el año 1915, Luis de Hoyos y Telesforo de Aranzadi acari-ciaban la idea de crear un Museo de Etnografía de las culturas his-panas. En 1934 su proyecto se convirtió en realidad, con la fusiónde las colecciones del Museo del Traje con los fondos delSeminario de Etnografía y Artes populares de la Escuela Superiorde Magisterio. A estas piezas vinieron a añadirse también otras,que los Patronos Regionales compraron entre los años 1934 y1936. Y es precisamente en esos momentos, concretamente enel año 1935, cuando ingresa en las colecciones del Museo el trajede cobijada de Vejer.

Probablemente se trata del mismo traje que ya se había expues-to en la exposición de 1925. El Patrono que gestionó la entradadel traje en el Museo fue Pelayo Quintero Atauri, a cuyo cargo

Exposición “Traje regional e Histórico”, 1925, escena valencianaMuseo del Traje (FD-MT031231)

Fotografía del atuendo de tapada de Vejer que estuvo en laExposición ”Traje Regional eHistórico”, 1925 en Madrid. Nótese que la saya está montada al revés.

3Las cobijadas de Vejer en el Museo del Traje: Irene Seco

estaba la provincia de Cádiz. Merece la pena detenerse unos breves instantes en la figura de estePatrono, que fue una figura clave de la cultura de su tiempo.Quintero Atauri nació en Uclés en 1867 y murió en Tetuán en 1946; fue uno de los pioneros de laArqueología española y su obra se extendió por España y el norte de África a lo largo de más de mediosiglo. La primera publicación que se le conoce es un artículo fechado en 1889 que se titula “Uclésarqueológico y artístico”.

En 1904 se asentó en Cádiz, donde desempeñó los cargos de delegado de la Junta Superior deExcavaciones y Antigüedades, director de excavaciones en Cádiz, y Director del Museo Provincialentre otros. En Cádiz, Pelayo Quintero centró sus excavaciones en la necrópolis gaditana. A finales delsiglo XIX había aparecido en la ciudad un célebre y magnífico sarcófago fenicio antropomorfo, el llama-do “sarcófago antropoide”. Durante muchos años Quintero Atauri buscó sin éxito el sarcófago feme-nino que suponía que hacía pareja con él, pero nunca lo encontró. Mientras seguía con las laboresarqueológicas, aceptó ser Patrono Regional del por entonces nuevo Museo del Pueblo Español, yestuvo recopilando piezas para la institución entre el año 34 y el estallido de la guerra.

Al finalizar la guerra civil, Quintero Atauri se trasladó al Protectorado de Marruecos, donde residió hastasu muerte, y donde fue uno de los impulsores de la arqueología norteafricana. Curiosamente, cuandoen 1980 se realizaban unas obras en un solar donde años atrás se encontraba la vivienda de PelayoQuintero en Cádiz, apareció el sarcófago femenino que Quintero buscara durante tanto tiempo. Hoylos dos sarcófagos se exponen juntos en el Museo de Cádiz.

Sarcófago fenicio masculino de alabastrodel Museo de Cádiz

Sarcófago fenicio femenino de alabastrodel Museo de Cádiz

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Además del traje de cobijada de Vejer,Pelayo Quintero Atauri hizo llegar alMuseo en el año 1933 una postal enla que se ve a un grupo de tapadasvejeriegas. En el reverso de la postal,manuscrito, se lee “Enviado por D.Pelayo Quintero / de Cádiz”.

El traje que el Patrono Quintero envióal Museo consta de manto, saya yenagua; en origen tendría tambiénprobablemente una blusa blanca que,por razones que desconocemos, noingresó junto con las demás piezas.

Se trata así del conjunto arquetípicode prendas que las cobijadas de Vejerllevaban entre finales del siglo XIX yprincipios del siglo XX: una sayanegra, fruncida y sujeta a la cintura,una enagua, completamente cubiertapor la saya y, como el toque final, unmanto negro, también fruncido y suje-to a la cintura, con el que se cubríanel rostro, a menudo dejando al descu-bierto un solo ojo.

El manto del Museo es de sarga batavia de lana merina negra, y tieneun forro parcial de tafetán de seda de color turquesa muy desvaído, casisin torsión. La lana merina, la de mejor calidad, solía ser empleada paraprendas finas como este traje. El negro del manto ha virado a pardo, loque nos indica que fue teñido de forma local, o incluso casera.La saya, fruncida en la parte anterior, es también de lana merina negra,pero en este caso no es una sarga, sino un raso, un tipo de ligamentoque probablemente fue escogido para dar brillo a la prenda. Tiene unbolsillo, confeccionado con un tafetán de lino en tonos marrones y beigeformando cuadros. Los cuadros se consiguen mediante la alternanciade hilos marrones y beige en la propiaurdimbre de la tela.

También presenta vistas en la zonainferior. Las vistas son forros parcialesen las zonas de las prendas que pue-den verse al moverse (de ahí su nom-bre) y que más roce sufren, como sonpor ejemplo los puños de los jubones,los bajos de las sayas o los bordesinternos de las chaquetas. Las vistasde los bajos de las sayas se denomi-nan a veces “rodapié”. El rodapié deesta saya es de sarga batavia de algo-dón beige, rematado con cordoncillotrenzado de lana negra.

Las enaguas son de tafetán de lino decolor crudo, y están formadas por pie-zas de ochenta y dos centímetros de

Postal enviada al Museo por Pelayo Quintero Atauri.

En el anverso, impreso, se lee: "Fot. `El Trebol´ Cádiz". VEJER: GRUPO DE COBIJADAS",

y mecanografiado: "Trage [sic] de Manto y Saya / o de Cobijado".

El salón de fotografías El Trébol fue muy activo en Cádiz; estaba en la calle San Francisco.

Vista posterior del traje de cobijada vejeriega del Museo.Obsérvese cómo la concentración de pliegues otorga volumen en la zona traserade la saya, siguiendo el tipo

de silueta con polisón tan de moda a finales del siglo XIX.

Para poder fotografiar el forro, en esta imagen se ha dado la

vuelta al bolsillo de la saya de la tapada vejeriega del

Museo del Traje

5Las cobijadas de Vejer en el Museo del Traje: Irene Seco

ancho de telar, unidas verticalmente en el sentido de la urdimbre, más otrapieza para la cinturilla. Tienen apertura lateral y cintas ataderas de algodónblanco. En la parte inferior presentan seis estrechas lorzas y un anchodobladillo con perfil lobulado y bordado a mano a punto de festón, conmotivos de estrellas a punto lanzado realizado con hilo de lana de colorrojo. El empleo del lino en la ropa blanca fue común en el siglo XIX; fuesiendo sustituido por el algodón, pero perduró durante más tiempo en elmundo popular.

Las enaguas no son habituales en el mundopopular rural, en el que la prenda interior porantonomasia es la camisa. Hay que teneren cuenta que las camisas populares, muylargas y con una abertura parcial en eldelantero, eran multiuso: se empleabancomo camisas y también como ropa interiory como camisón. Así, la indumentaria tradi-cional femenina solía incluir varias sayassuperpuestas, y debajo los faldones de lacamisa.

Sin embargo, las enaguas a veces sí seusan, sobre todo en las zonas de clima másbenigno donde no son necesarias tantassayas, habiéndose tomado en préstamo dela indumentaria urbana a la moda, general-mente en el siglo XIX. Lo que sí es muy habi-tual en el mundo popular es el empleo dedetalles bordados en rojo en la ropa interior.En las camisas, por ejemplo, suelen bordar-se con hilo rojo las iniciales del propietario apunto de cruz.

Así, estas enaguas de cobijada de Vejer son,por una parte, más propias del mundo urba-no que del popular, pero a la vez empleanuna estética caraterística de lo tradicional.

En varios sitios web1 que hablan sobre lastapadas vejeriegas puede encontrarse eldato de que bajo la saya sobresalía en elbajo el encaje bordado de las enaguas; sinembargo, en ninguna de las imágenes anti-guas que conocemos se ven las enaguas.Sí se ve en ocasiones la blusa, como en lapostal que envió Pelayo Quintero, o en algu-nas fotografías de retrato.

Algún tiempo después de su entrada en el Museo, el manto y la saya sedescosieron para lavarlos. La saya quedó dividida en las piezas que lacomponían (delantero, rodapié, costado izquierdo, soporte y costadoderecho) y el manto fue separado de su forro de seda turquesa. En laactualidad, y gracias a un cuidadoso proceso de restauración, el trajeestá de nuevo montado.

En esta fotografía se ha levantado la saya de la tapadade Vejer del Museo para que

se aprecie el rodapié.

Detalle de las enaguas deltraje de cobijada.

Museo del Traje (MT005100)

1 Por ejemplo en http://www.turismo-cadiz.es/turismo/poblaciones/vejerdelafrontera.html

Camisa femenina ibicenca delino casero. Obsérvese la

diferencia de textura y cali-dad entre el lino fino emplea-

do para la zona superior ymás visible y el lienzo bastoutilizado para el faldón, quequeda cubierto por la ropa.

Museo del Traje(MT000266).

Enaguas de un traje femeninode Alosno (Huelva).

Museo del Traje (MT005810)

Detalle de la pechera de unacamisa masculina de Cuenca.Museo del Traje. (MT002579)

6 Las cobijadas de Vejer en el Museo del Traje: Irene Seco

No vamos a entrar aquí en las raíces históricas de lasindumentarias de tapada. En el caso concreto de Vejer, amenudo se ha defendido una herencia específicamentemusulmana, a la que habría que añadir en todo caso lapresencia en toda la Península de los trajes de manta ysaya, principalmente a lo largo del siglo XVII. Lo que estáclaro es que la indumentaria de las tapadas o cobijadasde la comarca de la Janda (pues no hay que olvidar quetrajes prácticamente idénticos al de Vejer se llevaron en

otros lugares de la zona, como por ejemplo Tarifa2) seconvirtió a lo largo de los siglos XIX y XX en toda una señade identidad local y de referente a la tradición, en buenaparte, y como ya se dijo al principio, a través del tamiz delos viajeros románticos.

Uno de estos viajeros, el célebre Richard Ford, en su

“Manual para viajeros por Andalucía y lectores en casa”3

del año 1845, escribía a su paso precisament por Tarifacosas como éstas:

La Mantilla es el tocado femenino aborigen de Iberia […]la cara tupida o tapada, o sea, el rostro así envuelto, fuesiempre respetado en España, de la misma manera que

Mesalina4 envolvía bajo el manto de modestia sus adulte-rios imperiales. Este camuflaje es indudablemente de ori-gen oriental […]; y no se crea que la costumbre estápasada de moda en Andalucía, porque sigue practicán-

dose en Tarifa, donde las mujeres siguen usando la Mantilla de la misma manera que las árabes el

Boorkó5 y de acuerdo con la actual moda egipcia del Tob6 y el Habarah7, que consiste en no mos-trar más que un ojo; éste sin embargo, punza y penetra, emerge del velo oscuro como una estrella, yla belleza se concentra en un solo foco de luz y significado. […] Estas miradas asesinas, dignas de los

partos8, han sido origen de bromas abundantes por parte de los ingenios españoles, Quevedo com-

para a estas fusileras con el abadejo, que significa dos cosas: reyezuelo9 o aguzanieves10 y cantári-

da11; esta comparación combina, por lo tanto, el meneo y el acicate. Tal era, sin la menor duda, la

2 También en ciertas zonas del vecino Portugal, como en Olhão (en el Algarve) o Nazaré (en la zona central de la costa, al norte deLisboa), hubo a finales del siglo XIX y principios del XX una indumentaria muy próxima -véase por ejemplo De Sousa y Neto (1985,lám. 403)-.3 A Handbook for Travellers in Spain and Readers at Home. Hay varias ediciones españolas, entre ellas una reciente de Turner: Ford(2008); sobre el tema de los viajeros románticos en la zona véase también García Mercadal (1999) o García-Doncel (1984).4 Valeria Mesalina (25-48 d. C.) Emperatriz romana, esposa del emperador Claudio, famosa por sus excesos.5 Por burqa.6 Por zub (thawb o thobe en otras transcripciones), término árabe genérico para vestidos de tipo túnica.7 Nombre dado a un gran velo, a menudo negro, con el que se cubrían las mujeres egipcias y turcas a principios del siglo XX.8 Ford hace aquí referencia a una táctica militar de los jinetes partos (empleada también por otros pueblos de la Antigüedad), que con-sistía en fingir la retirada para de pronto dar la vuelta y, al galope, disparar su arco contra el enemigo. En realidad la referencia es a la metá-fora de un poema de Samuel Butler del año 1678, que menciona dicha táctica con las siguientes palabras: You wound, like Parthians,while you fly, / And kill with a retreating eye ("Hieres, como los partos, mientras huyes / y matas con una mirada en retirada").9 "Pájaro común en Europa, de nueve a diez centímetros de longitud, con las alas cortas y redondeadas y plumaje vistoso por la varie-dad de sus colores" (RAE).10 "Pájaro de unos ocho centímetros de largo, sin incluir la cola, que tiene casi otro tanto; ceniciento por encima, blanco por el vien-tre, y con cuello, pecho, alas y cola negros. Vive en lugares húmedos, se alimenta de insectos y mueve sin cesar la cola. Abunda en Españadurante el invierno". (RAE).11 "Insecto coleóptero, que alcanza de 15 a 20 mm de largo y de color verde oscuro brillante, que vive enlas ramas de los tilos y, sobre todo, de los fresnos. Se empleaba en medicina". (RAE).

Retrato fotográfico con atuendo de tapada. Nosabemos a ciencia cierta si se trata de una

cobijada vejeriega, tarifeña o de otro lugar deCádiz. El cartel publicitario colgado en

la pared del fondo a la izquierda es de unaempresa de San Fernando.

7Las cobijadas de Vejer en el Museo del Traje: Irene Seco

manera de usar la mantilla entre las coquetas fenicias. “Ay” dice Eccequiel12 (XIII, 18) que conocía bienTiro, “ay de las mujeres que se ponen pañuelos en las cabezas para cazar almas”. La saya y la man-tilla son para la mujer española lo que el buen caldo y los chalotes para el cocinero francés; que la

materia prima, sea la que fuere, se aliñe con esta mágica sauce13 picante y se habrá preparado en

un momento una sabrosa entré14. La Andaluza, cuando está en casa, donde sólo su marido la ve, esuna cenicienta en el desaliño y apenas hace otra cosa que ponerse la enagua exterior y el velo, y yaestá lista para ir a la iglesia.

Con erudición típicamente decimonónica, Ford hace remontarse las mantillas andaluzas a supuestos

orígenes romanos15.. Habla también de los ingenios del Siglo de Oro a través de una cita de Quevedo,

tomada de un poema burlesco sobre las mujeres16. En él, el poeta hace uso de los nombres de todaclase de peces y otros animales marinos. Por lo tanto, se equivocaba el viajero inglés al pensar queQuevedo utilizaba el término “abadejo” en el sentido de pájaro o de insecto, pues en realidad lo emple-

aba en su acepción de “bacalao”17. En cualquier caso, la cita elegida por Richard Ford es buen ejem-plo de la presencia de la figura de la tapada en la literatura española del siglo XVII.

En cuanto al pasaje bíblico que cita, es parte del capítulo decimotercero del libro bíblico del profetaEzequiel, concretamente del fragmento 17 a 19, titulado “Contra las profetisas falsas”. En la traduc-ción española más habitual, la parte del versículo 18 que reproduce Ford dice:

18 […] “¡Ay de aquellas que […] para cazar las almas hacen velos de todo tamaño para las cabezas!“.

No hay acuerdo entre los investigadores bíblicos acerca del sentido de esta curiosa frase, pero la teo-ría de Ford no suele ser citada. Se piensa que los “velos para las cabezas” hacen referencia a una ico-nografía propia de los profetas, o en este caso las profetisas; ponerse un velo o pañuelo en la cabezasería una forma de arrogarse la dignidad de profetisa. Algunos incluso defienden que la frase del pro-feta Ezequiel es metafórica, y que los velos o pañuelos de los que habla no son más que un símbolode la ceguera espiritual que las falsas profetisas hacen descender sobre aquellos a quienes engañan.

Pero probablementre lo que más llama la atención del pasaje de Richard Ford que venimos comentan-do es el hincapié que hace en los paralelos musulmanes del traje vejeriego. Estos paralelos, aunqueestán hoy en entredicho, no sólo se asumían como válidos en aquellos momentos sino que todavíasiguen siendo empleados por buena parte de quienes escriben sobre el tema. Ciertamente las muje-res musulmanas que aparecen en ciertas imágenes de finales del siglo XIX y principios del siglo XXrecuerdan en su forma de cubrirse a las cobijadas vejeriegas, si bien las prendas de indumentaria quellevan no son del mismo patrón.

No mucho después de que Ford pasara por la zona, concretamente hacia 1855, el fotógrafo francésJean Laurent y Minier tomaba una imagen de las tapadas y la anotaba con la frase “Trage (sic) de lasmugeres de Vejer”.

Jean Laurent recorrió España fotografiando monumentos, obras de arte, obras públicas y tipos popu-lares. El resultado de este ejercicio documental fue un extraordinario repertorio de imágenes, que sirvio

12 Por Ezequiel.13 Por salsa.14Por aperitivo.15 Aunque ciertamente los velos y mantos son de origen casi tan antiguo como el propio hecho de vestirse, hoy no podríamos afirmarque las características de las prendas romanas se hayan mantenido en las mantillas populares españolas tal y como las conocemos; elmanto vejeriego, además, es muy particular en cuanto a su conformación y a la forma de llevarlo.16 "Tiburón afeitado / anda por esas plazas, / armado sobre espinas, / vestido sobre garras. / Acuéstanse lampreas, / sirenas se levan-tan, / son mero en el estrado, / son mielgas en la cama, / ya congrio con guedejas, /delfín con arracadas, / que pronostican siempre / aldinero borrascas. […] Tapadas de medio ojo / cada punto se hallan / abadejos mujeres / arremedando caras. […]".17 "Nombre común a varios peces del mismo género que el bacalao". (RAE).

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de referencia para otros fotógrafos, tanto contemporáneos como posteriores. Hasta tal punto creció lacolección de Laurent, que alrededor de 1860 llegó a crear una empresa para explotar su arc hivo.

Catorce años después, su catálogo incluiría más de seis mil fotografías18.

Poco después las tapadas llamaron la atención de otro impor-tante fotógrafo, el alemán Kurt Hielscher, maestro de profesiónpero muy aficionado a la fotografía. Herr Hielscher estaba enEspaña cuando estalló la Primera Guerra Mundial; al no poderregresar a su país debido al conflicto, se dedicó a recorrer elnuestro, e hizo múltiples fotos entre 1913 y 1918. KurtHielscher reflejó la vestimenta femenina vejeriega, aunque, alcontrario que Jean Laurent, escogió los interiores, y más con-cretamente la imagen de los patios. Esta imagen fue conoci-da en toda Europa gracias su libro de 1922, Das unbekannteSpanien. Baukunst, Landschaft, Volksleben (que podríamostraducir como “La España desconocida. Arquitectura, paisaje,vida popular”, y que se publicó en español como “Españaincógnita”). El fondo completo de fotografías que hizoHielscher, de las que sólo aparecen en el libro una pequeñaparte, se custodia en la Hispanic Society de Nueva York.

También dentro de esta tradición romántica costumbrista se ins-criben las famosas fotografías de tapadas de Vejer tomadas porOrtiz Echagüe alrededor de 1930, y sobre las que no nos exten-deremos, al ser mucho más conocidas.

Apenas ligeramente posterior, del año 1935, es un cuadro del pin-tor andaluz Francisco Prieto Santos (1884-1967), “Las cobijadasde Vejer de la Frontera”, hoy en el Museo Provincial de Cádiz.

Fotografía realizada en Vejer por el francésJean Laurent hacia 1855.

Museo del Traje (FD-MT000636).

Un grupo de mujeres sirias y otro de mujeres egipcias tomadas del libro publicado en 1907 por Van Sommer yMarinus Zwemer Our Moslem Sisters. A Cry of Need from Lands of Darkness Interpreted by Those Who Heard It.

18 En el año 1927 el fotógrafo madrileño Joaquín Ruiz Vernacci adquirió los fondos de Laurent y los amplió aún más con negativos pro-pios y de otros autores. El fondo así creado, el Archivo Ruiz Vernacci (que se conserva en el Instituto del Patrimonio Cultural de España),es a día de hoy uno de los más importantes que existen a la hora de estudiar la España de finales del siglo XIX y principios del XX.

9Las cobijadas de Vejer en el Museo del Traje: Irene Seco

En fechas algo más recientes, otros autores también han tomado a las tapadas de Vejer como símbo-lo popular, a veces dentro del ámbito satírico, como en el caso de este soneto compuesto por el tari-

feño Manuel Pérez–Petinto y Costa (1871-1953)19:

“A una tapada”

Si eres bella y gentil como parecey tu firmeza en el pisar pregona;si la gracia y el candor de tu personaes rico dote que tu amor ofrece;

Si la luz de los astros palidecefrente al sol que en tus ojos se aprisiona,y es de tus sienes natural coronacabello que ni es ralo ni encanece,

¿A qué ese empeño de ocultarnos tanto,delicias que la vida nos recreacompensando con creces su quebranto?

Arroja ese tocado y que se vea,por tu capricho te pusiste el mantoy no por vieja, desdentada y fea.

La figura de la tapada o cobijada se sigue empleandohoy en día en la zona como símbolo local; en el propiopueblo de Vejer existe un monumento a la cobijada, y nofaltan ejemplos de utilización comercial del icono de latapada por parte de empresas del lugar.

El uso cotidiano de la indumentaria de tapada finalizó ofi-cialmente en el año 1936, cuando fue prohibida por elgobierno republicano; esta prohibición, que resultó ser ladefinitiva, venía a sumarse a una añosa lista de normas y decretos que trataban de eliminar en todo elpaís el empleo de prendas que pudieran disfrazar la identidad. Después de la Guerra Civil hubo inten-tos de recuperarla, pero los trajes habían sido reutilizados para confecionar prendas masculinas y ropade cama.

Así, aunque hoy en día pueden verse en Vejer ejemplos de trajes de tapada, no se trata de indumen-

taria antigua20. Como ya se dijo más arriba, el traje de cobijada vejeriega del Museo es, hasta dondesabemos, el único testimonio completo conservado de este tipo de indumentaria local. Gracias a lalabor del patrono Pelayo Quintero Atauri tenemos la pieza, y gracias a la restauración que se ha lleva-do a cabo, hoy tenemos la suerte de poder disfrutarla de nuevo.

Fotografía de cobijadas tomada por el alemánKurt Hielscher en los años de la

Primera Guerra Mundial.

19 Secretario del Excelentísimo Ayuntamiento de Algeciras y Cronista Oficial de la ciudad. En 1944 escribió su "Historia de la MuyNoble, Muy Patriótica y Excelentísima Ciudad de Algeciras", que sigue inédita. El soneto se conoce a través de su correspondencia conJosé Román (un personaje de tintes renacentistas, que según se dice fue entre otras cosas escultor, libretista de zarzuelas, fotógrafo, escri-tor y torero, aunque se ganaba la vida como profesor de modelado en la Escuela de Artes y Oficios de Algeciras y fue también pericialde Aduanas en Madrid).20 Siguiendo un proceso similar al de las indumentarias populares de otras zonas de España, el traje de tapada es hoy un símbolo decaracter identitario festivo. En las fiestas patronales de Vejer, anteriormente presididas por una Reina de las Fiestas, desde 1976 se eligecada año a una "Cobijada Mayor", con su corte de damas cobijadas y a una "Cobijada Infantil", también con su corte de niñas tapadas.

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Agradecimientos

Quiero expresar mi gratitud hacia las personas sin cuya colaboración y trabajo no habría sido posibleeste estudio: Silvia Montero (restauradora, Museo del Traje. CIPE), Lucina Llorente (especialista en tex-tiles, Museo del Traje. CIPE), José Luis Mingote (Conservador, Museo Nacional de Antropología). Atodos ellos muchas gracias.

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http://www.televejer.es/reportajes2.html

http://www.juntadeandalucia.es/cultura/museos/MCA/index.jsp?redirect=S2_3_1_1.jsp&idpie-za=128&pagina=2

http://www.juntadeandalucia.es/cultura/museos/MCA/index.jsp?redirect=S2_3_1_1.jsp&idpie-za=113&pagina=2

Textos: Irene Seco Serra (Doctora en Arqueología)Conservadora Museo del Traje. CIPE

Maquetación:Amparo García Paredes