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Cocaína // Kokaina. Monográficos de Drogodependencias // Droga-Gaietako Monografikoak

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En este monográfico se propone un recorrido por los aspectos más relevantes de la cocaína, de una sustancia sintética elaborada a partir de una planta originaria de Sudamérica que causa serios problemas a quienes la consumen, fundamentalmente en Estados Unidos y Europa. En Euskadi es una droga de uso eminentemente experimental, que a sus riesgos potenciales añade el de ser consumida con niveles de adulteración desconocidos por la persona usuaria y con sustancias también desconocidas por ella.

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Cocaina 1

1. INTRODUCCIÓN

2. LA SUSTANCIA Y SUS EFECTOS: CLORHIDRATO Y BASE

3. OFERTA Y DEMANDA DE LA COCAÍNA

4. CONSUMO: PREVALENCIA, PERFILES Y EDAD DE INICIO

5. PREVENCIÓN, TRATAMIENTO Y REDUCCIÓN DE DAÑOS

El consumo de cocaína empezó a ser visible en Euskadi en la década de los 70 y desde entonces su uso, fundamental-mente experimental, se ha ido incrementando de forma casi constante hasta la actualidad.

A finales de los 70 y principios de los 80, la cocaína era una droga ilegal aparentemente ligada al éxito social, profesio-nal y económico. Esa era su imagen comercial, radicalmente opuesta a la real. El tiempo ha probado que la cocaína es una sustancia peligrosa, altamente adictiva, que puede provocar serios daños físicos, psiquiátricos y relacionales en la perso-na consumidora, daños que en no pocas ocasiones son irre-versibles. En 2003 se convirtió en la primera sustancia por la que se solicita inicio de tratamiento, incluso por encima de la heroína.

A partir de 2004 se ha producido un cierto descenso en el consumo experimental y recreativo, principalmente entre la población joven aunque porcentualmente sigue siendo sig-nificativo.

En este monográfico proponemos un recorrido por los as-pectos más relevantes de la cocaína, de una sustancia sinté-

Monográfico de Cocaína

1. Introducción

tica elaborada a partir de una planta originaria de Sudamé-rica que causa serios problemas a quienes la consumen, fun-damentalmente en Estados Unidos y Europa. En Euskadi es una droga de uso eminentemente experimental, que a sus riesgos potenciales añade el de ser consumida con niveles de adulteración desconocidos por la personas usuaria y con sustancias también desconocidas por ella.

Es una droga de fácil acceso, de uso principalmente mascu-lino, con una cierta tendencia a la baja entre la población joven —así se desprende de los datos obtenidos entre 2004 y 2008— y que se afianza como una de las principales causas de ingreso en tratamiento y en urgencias hospitalarias rela-cionadas con consumos de drogas y toxicomanías.

Aunque a día de hoy aún no se ha desarrollado un trata-miento de probada eficacia específico para la cocaína, se está avanzando en la investigación de una vacuna preventiva y por otro lado, se están aplicando con éxito terapias cognitivo-conductuales. Sin embargo, los tratamientos tienen que ir acompañados de una buena estrategia preventiva sostenida en el tiempo y de reducción de riesgos especialmente cen-trada en el ámbito del ocio juvenil.

La cocaína es un poderoso estimulante del sistema nervioso central que puede ser consumida tanto por via respiratoria (fumado), como intranasal (esnifado) o intravenosa (inyec-tado). Los diferentes compuestos surgen de hoja de coca, presente en un árbol originario de Bolivia y Perú.

Se puede presentar de diversas formas:

PASTA DE COCA (SULFATO DE COCAÍNA) O BASUCO

Es una sustancia intermedia que se usa para elaborar el resto de los productos derivados de la hoja de coca. Tras macerar

2. La sustancia y sus efectos: clorhidrato y base

en agua las hojas de coca, éstas se tratan con determinados productos (sobre todo solventes y ácido sulfúrico) obte-niéndose de esta manera la “cocaína cruda”, también llama-da pasta de coca, “pitillo” en Bolivia, “baserolo” en Ecuador, “basuco” en Colombia y en España, etc. En algunos países sudamericanos se fuma, y ha sido exportado de esa forma, sobre todo a los EE.UU. Su consumo es peligroso debido a las impurezas y adulterantes que presenta.

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Cocaina2

CLORHIDRATO DE COCAÍNA

Es lo que comúnmente conocemos como cocaína. La etapa final es clorhidrato de cocaína, la forma casi exclusiva en que llega a Europa. Es un polvo cristalino blanco de sabor amargo que centellea a la luz. No se puede fumar ya que gran parte de la droga se destruye a temperaturas altas.

BASE LIBRE O “CRACK”

La pureza de la base libre suele ser elevada. La base libre y el crack a diferencia del clorhidrato si se puede fumar. No se trata de sustancias nuevas, ni tampoco de cocaína sintética. Ambas son dos formas base de la droga, químicamente igua-les entre ellas, que difieren fundamentalmente en el proceso de elaboración: la base libre se obtiene desde el clorhidrato de cocaína añadiendo éter y calor elevado. En cambio, si lo que se utiliza es bicarbonato sódico, amoniaco y agua con calor moderado, el producto final será el “crack”. El nombre de crack deriva del sonido que se produce cuando la sustan-cia es sometida a un proceso de calentamiento. Es una de las formas de consumo de cocaína más adictivas.

En lo que se refiere al consumo, la cocaína incrementa la sensación de bienestar y lucidez, la actividad motora, la sen-sación de vigor y la líbido. Asimismo, se asocia a episodios de ansiedad, de inquietud y de paranoia. A medida que disminu-yen los efectos prevalece la sensación de cansancio, disforia y depresión, lo que aumenta la probabilidad de un nuevo consumo para recuperar la sensación de bienestar.

En altas dosis se pueden presentar cuadros de temblores, convulsiones y aumento de la temperatura corporal. Ade-más de una fuerte descarga del sistema nervioso simpático (taquicardias, hipertensión y riesgo de infarto de miocardio

o hemorragias cerebrales) se da un desajuste conductual que se traduce en una mayor agresividad e irritabilidad.

La cocaína tiene un efecto cruzado con el alcohol, ya que la sensación de bienestar que produce tapa o enmascara los efectos del consumo abusivo de bebidas alcohólicas (borra-chera). Esto provoca una situación de riesgo para la persona usuaria, que no siendo consciente del estado de intoxicación alcohólica, puede seguir bebiendo hasta el coma.

En el cerebro, la cocaína actúa como un bloqueador de ve-hículos de monoamina, con afinidades similares a los vehícu-los de dopamina, serotonina, y noreprinefrina. En la sinapsis neuronal es capaz de bloquear la reabsorción de dopamina, y lo que explica su capacidad de actuar como reforzador, capacidad que se queda probada en los experimentos con animales, en los que tras administrarles dosis de cocaína, tienden a la autoadiminstración de nuevas dosis de manera recurrente.

El uso crónico de cocaína produce déficits cognitivos, fun-damentalmente en funciones ejecutivas, como la toma de decisiones o el juicio. También se asocica con problemas neuropsiquiátricos que, a su vez, pueden contribuir a las fre-cuentes recaídas en el consumo, formándose un patrón de conductas impulsivas y descontrol de impulsos y pensamien-tos que se retroalimenta con el consumo.

La recaída en el consumo de cocaina después de un pe-riodo largo de abstinencia es un grave problema clínico. La propensión, o craving, por la cocaína en presencia de otros estímulos aumenta después de varias semanas sin consumir y se mantiene alta durante un largo periodo de tiempo. Se le denomina “periodo de incubación del craving”.

Debido al aumento de la demanda de cocaína en Occidente, el cultivo de coca en los países andinos ha tendido al alza, y lo ha hecho a pesar de los esfuerzos que diversas orga-nizaciones internacionales, como la ONU, han realizado en la búsqueda de alternativas a un cultivo del que depende la subsistencia de cerca de cuatro millones de campesinos y campesinas en la zona andina. Las políticas locales apoyadas por el gobierno estadounidense y Naciones Unidas para la eliminación y erradicación del cultivo de la planta cocalera tampoco parecen haber dado grandes frutos.

El hidrocloruro de cocaína pura y sin adulterar tiene su ori-gen principal en Colombia (61%), Perú (29%) y Bolivia (10%), de acuerdo a los datos ofrecidos por la Oficina de las Na-ciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD, 2008). Estos países fueron los productores en el año 2007 de 994 toneladas de dicha sustancia, producción que, como el tráfi-

3. Oferta y demanda de la cocaína

co —y su incautación—, han ido en aumento en los últimos 20 años, siendo la cocaína la segunda droga, tras el canabis, con la que más se trafica a nivel internacional.

Son muchas las fuentes que apuntan a España y Portugal, por su posición estratégica, como los principales puntos de entrada de la cocaína en Europa. En 2006, en el estado es-pañol se llegó a incautar el 58% del total de la mercancía decomisada en Europa, lo que equivaldría a 70,18 toneladas de cocaína pura.

Sin duda alguna, el destino y las incautaciones de drogas son buenos indicadores para conocer la oferta y la demanda de las diversas sustancias consumidas en un determinado país o territorio. En el caso de Euskadi, según fuentes policiales, en 2008 se habrían incautado más de 1.500 kilos de cocaí-na, que se habrían convertido en trece millones de dosis,

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Cocaina 3

aproximadamente. En 2006, las incautaciones mundiales de cocaína superaron las 700 toneladas.

Por otro lado, la cocaína que se consume en Europa está cada vez más adulterada. Según el Observatorio europeo de drogodependencias, OED, la pureza de la cocaína ha seguido en la mayoría de países europeos una tendencia decreciente, coincidiendo con el aumento de la demanda en el periodo 2000-06. De esta circunstancia se desprende que la exten-sión y el aumento del consumo conllevan una mayor adulte-ración de la sustancia por quienes la procesan y trafican con ella a pequeña escala.

De acuerdo a los análisis que la asociación AiLaket! —en colaboración con la Dirección de Drogodependencias del Gobierno Vasco— han realizado en diversas poblaciones vascas, la adulteración de la cocaína consumida en Euskadi supera en ocasiones el 70%. Los datos del OED indican que la cocaína que se decomisa está cada vez sometida a un ma-yor grado de dilución (la razón de g/dosis ha pasado del 1,68 al 1,17 entre 1996 y 2006).

Ante la pregunta muchas veces planteada sobre el precio de la dosis, las estimaciones realizadas y recogidas por el Ob-servatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías, en diversos países europeos, indican que en 2006 el precio típico de venta por los pequeños traficantes oscilaba entre los 50 y 75 euros por gramo, aunque hoy en día, según diversas fuentes periodísticas, el precio de venta del gramo de cocaína en el Estado Español se encontraría en torno a los 40 euros.

Según la memoria del Programa Testing desarrollado por la referida asociación, en esta ocasión en colaboración con la en la Facultad de Química Orgánica de la UPV-EHU “la pure-za de la cocaína es alta o muy alta. El 86,4% de las muestras superan el 60% y el 66,5% superan el 80%. Tan solo un 10% de las muestras analizadas están por debajo del 50% de pu-reza. Resulta llamativo comprobar que 35 muestras (38,8%) superan el 90% de pureza”. En cualquier caso, las muestras de cocaína analizadas presentan una pureza muy variable, de entre el 22 y el 94%.

Asimismo, el informe destaca que “en la mitad de las mues-tras analizadas (45) sólo hay presencia de cocaína y restos orgánicos de origen natural. Podemos calificar a este gru-po como cocaínas sin adulterar, de gran pureza, que pro-bablemente no hayan sido adulteradas desde su síntesis en

Sudamérica hasta su adquisición por el consumidor.”

Respecto a los adulterantes, los encontrados por Ailaket! coinciden con los hallados habitual y repetidamente por el INT: analgésicos, como la fenacetina y el paracetamol, cafeí-na y anestésicos locales (lidocaína, procaína y benzocaína). Y lo mismo sucede en el caso de los diluyentes detectados, que básicamente fueron el manitol, la lactosa y la glucosa.

En las muestras analizadas también fueron hallados azúcares (manitol 38-57%), además de antiinflamatorios, fenacetina (10-16%) y lidocaína (7%). En general, las muestras de co-caína presentan cantidades considerables de benzoato de ecgonina (6-60%), lo cual es indicativo de una cierta degra-dación de la cocaína original.

Ailaket! comunica también la detección de compuestos in-solubles como el sulfato cálcico (yeso), el carbonato cálcico y la celulosa, sustancisa sobre las que anota en su informe anual: “En las 54 cocaínas con índices de pureza por encima del 85% aparece alguno de estos elementos, en 12 ocasiones en valores que no superan el 3%, siendo más bien anecdótica su presencia. En cambio en las siete cocaínas con índices de pureza por debajo del 45% encontramos estos elementos en proporciones especialmente altas en cuatro ocasiones. […] Del total de las muestras 10 aparecen adulteradas con sulfato cálcico (yeso), dos con carbonato cálcico, dos con celulosa y seis que no es posible identificar de cual se trata. El porcentaje total de muestras en las que aparecen restos insolubles es del 22,22%.”

Por último, se indica la presencia de etanol en cinco mues-tras; de butilglicol metil éter en una muestra; de etil-glicerina en una muestra; de benzoato de ecgonina en dos muestras y de ecgonina en una muestra.

Otro aspecto importante relacionado con esta sustan-cia es el tráfico ilegal. La persona consumidora recreativa, la mayoritaria entre la población joven, es el objetivo de traficantes a pequeña escala. No es de extrañar, por tanto, que ante la pregunta realizada en la encuesta de Euskadi y Drogas 2008 sobre la facilidad o dificultad de obtener co-caína, el 86,5% de quienes consumieron esta sustancia en el último mes y el 60% de la población vasca de entre 20 y 44 años afirmara que le resulta muy fácil o relativamen-te fácil, percepción coincidente con otras registradas en encuestas epidemiológicas realizadas en países europeos.

De acuerdo a los datos de Euskadi y Drogas 2008, la cocaína desbanca a las anfetaminas en cuanto a la prevalencia de con-sumo entre la población vasca. Así, tras el cannabis, resulta ser la droga ilegal más consumida por la ciudadanía vasca

4. Consumo: prevalencia, perfiles y edad de inicio

tanto alguna vez en la vida (el 8,8% de la población), como en el último año (2,6%) o en el mes previo a la realización de la encuesta (1,1%).

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Cocaina4

Consumo experimental, reciente y actual de cocaína y base (%).

Gráfico 1.

1. Como se señala en el caso del cannabis, la razón de este cambio puede deberse a dos factores: sin duda se debe una menor tasa de incorporación de perso-nas jóvenes al consumo de esta sustancia, pero también al propio proceso de envejecimiento de las personas consumidoras, que no siempre abandonan esos consumos, o no por completo, cuando pasan a la edad adulta.

Si las diferencias de edad se analizan con más detalle, se ob-serva que las mayores tasas de prevalencia se registran en el tramo de 25 a 29 años. Sin embargo, si en el caso del consu-mo reciente y actual las prevalencias caen de forma clara y sostenida a partir de esa edad, algo que no ocurre en el caso del consumo experimental, al menos hasta la frontera de los 45 años. Respecto a 2006, y centrándonos en el consumo actual, las prevalencias se reducen en los tramos de edad más jóvenes —muy especialmente entre los 15 y los 29, y entre los 25 y los 29—, pero crecen, muy ligeramente, entre quienes tienen entre 35 y 54 años. Lo mismo ocurre co los consumos recientes y experimentales, con un incremento muy marcado del consumo experimental de cocaína entre los mayores de 45 años. De estos datos, cabe extraer la con-clusión, de que el consumo de esta sustancia puede estar de-jando de ser eminentemente juvenil, o, al menos, que su vin-culación con esta etapa vital es cada vez menos marcada1.

Si el consumo de esta sustancia se analiza desde el punto de vista de las características personales de las personas con-sumidoras, se observa que su uso sigue siendo predominan-temente juvenil (aunque como veremos cada vez en menor medida) y masculino. De hecho, las tasas de consumo juvenil (si por tal se entiende el que realizan las personas de entre 15 y 34 años de edad) duplican las del conjunto de la po-blación (en el caso del consumo experimental la multiplican por 1,5). Las diferencias entre los consumos masculinos y fe-meninos son aún mayores, y resultan más acusadas a medida que el consumo es más frecuente. En el caso del consumo realizado alguna vez en la vida, el masculino (13,3%) triplica el femenino (4,4%) e incluso cuadriplica la tasa de consumo femenino en el último año y en el mes previo a la realización de la encuesta.

Consumo experimental, reciente y actual de cocaína y base por tramos de edad (%).

Gráfico 2.

Experimental

TOTAL 15-34

TOTAL 15-74

Mujer

Hombre

13,7

8,8

4,4

8,8

0 5 10 15 20

Reciente

TOTAL 15-34

TOTAL 15-74

Mujer

Hombre

5,5

2,6

0,7

4,5

0 1 2 3 4

Actual

TOTAL 15-34

TOTAL 15-74

Mujer

Hombre

2,4

1,1

0,3

1,9

0 5 2 3 45 6

Experimental

15-19 años 4,7

0 5 10 15

Reciente

2,6

4,2

0 2 4 6 8

Actual

10

14,7

12,4

13,2

8,0

1,3

0,3

20-24 años

25-29 años

30-34 años

35-44 años

45-54 años

55-64 años

65-74 años

15-19 años

20-24 años

25-29 años

30-34 años

35-44 años

45-54 años

55-64 años

65-74 años

7,0

7,7

0,9

0,7

1,8

0 2 4 6 8 10

15-19 años

20-24 años

25-29 años

30-34 años

35-44 años

45-54 años

55-64 años

65-74 años

3,0

3,7

0,2

1,2

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Cocaina 5

Edad media de inicio en el consumo de cocaína por sexo y tramos de edad.

Tabla 1.

22,1 22,2 16,4 17,9 19,5 22,1 24,4 24,6 22,2 22,1 19,7

Hombre Mujer 15-19 20-24 25-29 30-34 35-44 45-54 55-64 15-74 15-34

Género Edad Grandes grupos de edad

Por otra parte, si analizamos al mismo tiempo el sexo y la edad de los consumidores observamos que las diferencias de género que antes se han señalado no siempre se mantienen. Efectivamente, entre las personas más jóvenes —entre 15 y 19 años— las diferencias entre el consumo experimental, reciente y actual de hombres y mujeres son muy reducidas, y, a medida que aumenta la edad aumenta la distancia entre las tasas de consumo masculino y femenino. En relación al con-sumo realizado durante el mes anterior, destaca la mínima diferencia entre la prevalencia del consumo femenino (0,6%) y masculino (0,9%) de las personas de entre 15 y 19 años.

En lo que se refi ere a la edad media de inicio en el consumo de cocaína, se observa —como en el resto de las sustan-cias— que los grupos de edad más jóvenes son quienes han accedido a esta sustancia con mayor precocidad. La edad media de inicio en el consumo de cocaína de hombres y mujeres es similar, 22,1 y 22,2 años, respectivamente.

Aunque, como antes se ha dicho, la edad media del primer consumo de cocaína y base se ha incrementado de forma sustancial respecto a oleadas anteriores de Euskadi y Dro-gas 2008, debe destacarse que, a diferencia de lo que sucede en los grupos de mayor edad, entre la población joven de menos de 24 años el primer consumo de cocaína parece haberse adelantado: de 17,1 a 16,4 en el caso de quienes tienen entre 15 y 19 años, y de 18,5 a 17,9 entre quienes tienen entre 20 y 24. A partir de esas edades, el momento de inicio parece mantenerse o tender al alza.

En el mismo sentido, se incrementa ligeramente con respec-to a 2006 el porcentaje de personas consumidoras de esta sustancia que la consumieron por primera vez a edades muy tempranas (menos de 16 años): como podemos visualizar en el siguiente gráfi co, el porcentaje de quienes consumieron por vez primera cocaína con quince años o menos ha pasa-do del 3,3% al 3,9%, aunque también asciende el porcentaje de quienes la consumieron con más de 25 años, pasando del 23,2% al 33,8%. Destaca igualmente el descenso porcentual de quienes se iniciaron en el uso de esta sustancia en edades comprendidas entre los 16 y 24 años.

En cuanto a la frecuencia de uso de esta sustancia, la mayoría de quienes la han probado han realizado después un uso muy esporádico u ocasional: más de la mitad de las perso-nas consumidoraes la han consumido menos de 10 veces en toda su vida y un 24,7% entre 11 y 50 veces y sólo un 8%

—un 0,9% de la población— ha consumido más de cien ve-ces en su vida esta sustancia.

En el mismo sentido, cuando se tiene en cuenta la frecuencia del consumo en el último año, se observa que el uso reciente de cocaína y base —pese a su relativamente elevada preva-lencia— resulta muy esporádico, aún entre la población más joven: de todas las personas de 15 a 34 años que han consu-mido esta sustancia durante el último año, más de la mitad (52,8%) lo ha hecho con una frecuencia de entre una y cinco veces al año (es decir, menos de una vez cada dos meses); el 14,6% entre 6 y 11 veces al año, y otro 12,5% —que equivale a siete de cada mil jóvenes de esa edad— entre una y tres veces a la semana. El consumo diario o casi diario es nulo entre los 15 y los 34 años y muy minoritario en el conjunto de la población (1,7% de todos los consumidores).

Distribución de la población por ocasiones de consumo de cocaína a lo largo de la vida (%)

Gráfi co 3.

Como antes se ha señalado, los datos obtenidos a través de Euskadi y Drogas 2008 nos muestran que el consumo de co-caína se mantiene en máximos históricos, pese a la notable

Consumidores

Entre 51 y 100 veces

4,2

Más de 101 veces

8

Entre11 y 50 veces

24,7Menos de 10 veces

56,1

Toda la población

Menos de 10 veces

4,9

Entre11 y 50 veces

2,1

Entre 51 y 100 veces

0,9Más de 101 veces

0,7

Nunca ha consumido

91,4

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Cocaina6

Si analizamos la evolución del consumo de cocaína por tra-mos de edad, se observa que se mantiene la tendencia a la baja del consumo experimental juvenil iniciado en 2004, aun-que crece el consumo del conjunto de la población debido al incremento de los consumos de las personas de entre 35 a 54 años, los cuales representaban en 2006 el 33,4% de las personas consumidoras iniciadas en esta sustancia y ahora constituyen el 45,6%. Desde el punto de vista del sexo, se observa con claridad que mientras desciende el consumo femenino, tanto experimental como actual, el masculino re-punta con cierta fuerza.

Dadas las tendencias puestas de manifiesto en lo que se re-fiere al descenso en las tasas de consumo y al envejecimien-to de las cohortes que probaron en su día esta sustancia, no es de extrañar el peso creciente de las personas mayores de cierta edad entre quienes consumen de forma experimental (entre 1992 y 2008 los y las mayores de 30 años han pasado del 35% al 55% del total). Desde el punto de vista de las dife-rencias por razón de género, se observa también un proceso de reversión del incremento del peso porcentual de las mu-jeres dentro del colectivo de quienes consumen de forma experimental, que tras crecer sostenidamente entre 1996 y 2002, ha comenzado a descender a partir de ese año.

El análisis del perfil actual de quienes han consumido cocaína en el último año, no hace más que reafirmar la tendencia y los datos anteriormente detallados. En este caso resultan de mayor interés, ya que, a diferencia del consumo experimen-tal, los porcentajes no son en el consumo reciente acumu-lativos (una persona de 50 años que probó la cocaína hace 20 y nunca volvió a probarla se refleja en el colectivo de consumidores experimentales, pero no en el de consumido-res recientes, a no ser que la hubiera consumido en el año anterior). Y las tendencias no son muy distintas —aunque quizá sí menos categóricas— cuando se analiza la evolución de este indicador: entre los y las consumidoras recientes de cocaína, las personas mayores de 30 años han ido ganando peso de forma ininterrumpida, y han pasado de represen-tar un tercio de quienes consumían en 1992 a representar casi la mitad en la actualidad. En este caso parece aún más evidente, por las razones señaladas, el impacto del envejeci-miento de las generaciones que comenzaron siendo jóvenes a consumir cocaína, y que, como ahora vemos, no siempre abandonan el consumo al entrar en la fase adulta2. Por otra parte, el proceso de ‘masculinización’ del consumo experi-mental de cocaína al que hemos hecho referencia también parece hacerse evidente cuando analizamos la evolución del peso de las consumidoras frente a los consumidores de esta sustancia en los doces meses anteriores a la encuesta.

La evolución de la prevalencia del consumo experimental, reciente y actual, a la que se ha hecho referencia para la CAPV, coincide, en buena medida, con los datos que se acaban

caída registrada entre 2004 y 2006, con un ligero repunte incluso del consumo experimental. En lo que se refiere al consumo reciente, se produce sin embargo un estancamien-to respecto a 2006, que en el caso del consumo actual se convierte en un ligero retroceso (importante, en cualquier caso, en términos proporcionales ya que ese consumo des-ciende en más de un 20%).

Evolución del uso experimental, reciente y actual de cocaína 1992-2006 (%)

Gráfico 4.

Evolución del uso experimental y reciente de cocaína, según sexo y tramos de edad. 1992-2006 (%)

Gráfico 4 bis.

2. Lo cual, en parte, contradice las tesis que se mantenían en Euskadi y Dro-gas 2006, en el sentido de que las personas jóvenes abandonan mayoritaria-mente sus consumos de drogas ilegales cuando pasan a la edad adulta.

Experimental

Reciente

Actual

1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008

3,2

0,9

0,2

3,6

0,8

0,1

3,9

0,5

0,1

4,2

-

0,4

4,7

1,9

0,9

6,7

1,8

1,0

9,9

3,4

1,5

8,1

2,6

1,4

8,6

2,6

1,1

10

8

6

4

2

0

Mujer

15-74 años

15-34 años

1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008

5,2

1,3

3,2

6,9

5,4

1,8

3,6

8,1

6,1

1,7

3,9

8,4

2,1

6,5

4,2

7,5

6,3

3,1

4,7

8,3

8,5

4,9

6,7

14,6

14,0

5,9

9,9

17,1

11,4

4,8

8,1

15,5

12,9

4,4

8,7

13,3

20181614121086420

Hombre

Experimental

Mujer

15-74 años

15-34 años

1992 1994 1995 2000 2002 2004 2006 2008

1,6

0,2

0,9

1,9

1,6

0,0

0,8

1,7

1,6

0,0

0,5

1,3

2,9

0,9

1,9

3,6

2,6

1,1

1,8

5,1

5,1

1,7

3,4

7,8

4,0

1,3

2,6

6,4

4,5

0,7

2,6

5,5

12

8

6

4

2

0

Hombre

Reciente

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Cocaina 7

Evolución del uso reciente de cocaína, según sexo y tramos de edad. 1992-2006 (%).

Gráfico 5.

de hacer públicos para el conjunto del Estado español3. En este caso, y al objeto de homogeneizar en la medida de lo posible la metodología de ambas encuestas, se recogen para la CAPV las prevalencias correspondientes a la población de 15 a 64 años, tal y como acostumbra a hacer el PNSD, lo que incrementa de forma relativamente importante las prevalencias calculadas para la CAPV. Efectivamente, el primer efecto de este cambio es un incremento muy significativo de las tasas de prevalencia vascas, que pasan el 9,8% en el caso del consumo experimental, al 3,0% en el reciente y al 1,2% en el actual.

Si se compara con la actual situación en el conjunto del Estado, se observa que mientras el consumo experimental es en Euskadi mayor y el reciente idéntico, las tasas de consumo actual son menores, lo que, como más tarde veremos, se refleja en unos índices de continuidad también menores para la CAPV.

En lo que respecta a la evolución, se detectan ciertas similitudes, pero también divergencias importantes: en el corto plazo, el consumo experimental se incrementa tanto en Euskadi como en España, pero mientras en el Estado no ha dejado de hacerlo desde 1999, en Euskadi se produjo en 2006 una caída, que ahora revierte parcialmente. Lo mismo cabe decir del consumo reciente —que en ambos ámbitos territoriales se sitúa desde 2006 en el 3%—, mientras que en el caso del consumo actual, en España se ha detenido la anterior tendencia al alza, mientras que en Euskadi el descenso operado en los últimos años hace retrotraer las tasas de consumo a los valores de 2000 y 2002.

3. Encuesta Domiciliaria sobre Alcohol y Drogas en España (EDADES), 2007, cuyo avance de resultados ha sido hecho público en noviembre de 2008 por el Plan Nacional sobre Drogas.

Evolución del consumo experimental, reciente y actual de cocaína en el Estado español y en la CAPV. 1992-2008.

Gráfico 6.

También resulta interesante analizar en qué medida han evo-lucionado, en Euskadi y en el conjunto del Estado español, los índices de continuidad del consumo de esta sustancia. Por una parte, los datos ponen de manifiesto que las tasas de continuidad son para la CAPV sensiblemente más bajas

que las que se registran en el conjunto del Estado español, tanto en lo que se refiere al ICR (porcentaje de personas consumidoras experimentales que también lo son recien-tes), como al ICA (porcentaje de personas consumidoras experimentales que también lo son actuales, es decir, que han consumido en el mes previo a la encuesta). La evolución en los dos ámbitos territoriales es, en lo esencial, similar, con una tendencia a la baja en los últimos años para ambas tasas. Sin embargo, en el caso español la tendencia de descenso parece más uniforme, mientras que en el caso de la CAPV se producen más altibajos, con incrementos muy significativos en torno al año 2000.

25,5

37,2

37,5

8,7

57,4

33,8

0,0

59,7

40,3

11,8

43,4

41,3

3,5

3,8

64,0

32,2

10,9

53,6

32,8

2,6

8,3

55,5

32,4

3,8

5,4

46,1

42,3

6,2

1992 1994 1996 2000 2002 2004 2006 2008

100%

80%

60%

40%

20%

0%

15-19 20-29 30-44 ›44

Consumo reciente cocaína

89,5

10,5

100

75,4

24,6

52,9

47,1

74,6

25,4

75,7

24,3

86,6

13,4

1992 1994 1996 2000 2002 2004 2006 2008

100%

80%

60%

40%

20%

0%

Hombre Mujer

Consumo reciente cocaína

87,3

12,7

Con. Experimental

Consumo Reciente

Consumo Actual

1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008

3,7

1

0,3

4,2

0,9

0,1

4,5

0,6

0,1

5,2

-

0,5

5,7

2,3

1,2

8,2

2,2

1,2

11,4

3,9

1,7

9,2

3

1,6

9,8

3

1,2

12

10

8

6

4

2

0

CAPV

Con. Experimental

Consumo Reciente

Consumo Actual

1995 1997 1999 2001 2003 2005 2007/2008

3,5

1,8

-

3,3

1,6

0,9

3,1

1,6

0,9

4,8

2,5

1,3

5,9

2,7

1,1

8

3

1,6

12

10

8

6

4

2

0

Estado Español

7

3

1,6

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Cocaina8

De acuerdo a los últimos datos disponibles y publicados por el Servicio Vasco de Salud, en el año 2006 el consumo de cocaína fue la segunda causa —tras el alcohol— de admi-sión a tratamiento por consumo de sustancias en Euskadi. En efecto, 833 personas consumidoras de esta sustancia ini-ciaron el tratamiento en dicho año, seguidas a distancia, por 504 consumidoras de heroína. El incremento de admisiones a tratamiento por el consumo de esta sustancia ha sido muy marcado y acorde con el aumento del consumo en esos últi-mos 12 años, destacando el dato de 2005, cuando el número de pacientes por consumos de cocaína alcanzó su máximo histórico, con 941 casos admitidos. A partir justamente de ese año, y por primera vez desde el incremento desde 1995, se redujo el número de admisiones al tratamiento por co-caína, con 108 personas menos en 2006.

El perfi l de la persona consumidora de cocaína admitida a tratamiento en 2006 —muy cercano, por otro lado, al perfi l actual— responde mayoritariamente a un varón, con una media de edad de 32 años y que en el momento de ser ad-mitido estaba trabajando y con residencia estable. Respecto al tiempo transcurrido de consumo, el 61% de los admitidos llevaban menos de diez años consumiendo y solamente cua-tro de cada diez consumían cocaína diaria o casi diariamente, mientras que otros cuatro lo hacían con una frecuencia de menos de tres veces a la semana, poniendo en cuestión es-tos últimos datos la creencia de que el tratamiento sólo se dirige a los consumidores que consumen de forma diaria o casi diaria esta sustancia. Respecto a la modalidad de con-sumo de las personas admitidas, el 71% la esnifaba, el 20% la fumaba y un 6% la consumía por vía parenteral, siendo el 5,5% de los consumidores en tratamiento por cocaína portadores del VIH.

5. Prevención. Tratamiento y reducción de daños

Heroína

Cocaína

Cannabis

Anfetaminas

Éxtasis

Hipnóticos y sedantes

Alucinógenos

Heroína + cocaína

Otros**

TOTAL

85,3

4,6

3,3

3,8

0,8

0,6

0,4

0

1,1

2.058

1996 1998 2000 2002 2004 2005 2006

74,6

11,8

5,1

5,6

0,9

0,6

0,2

0

1,2

1.652

63,7

22,9

5,2

5,1

0,9

1,1

0,1

0

1,1

1.408

50,5

30,4

8,0

8,9

1,0

0,7

0,1

0

0,5

1.443

32,3

47,6

9,3

7,1

0,1

0,8

0,2

1,3

1,2

1.894

28,3

51,8

10,1

6,4

0,1

0,9

0,2

1,3

0,9

1.818

29,6

49,0

11,1

6,8

0

0,2

0,1

1,0

2,2

1.701

incluso también de speed, éxtasis o heroína, no es de extra-ñar que entre quienes ingresaron por causa del consumo de cocaína, un 53,5% manifestaran síntomas relacionados con el alcohol y otras sustancias estimulantes. Los trastornos mentales, ansiedad taquicardia, nauseas, dolores de cabeza y los diagnosticados con VIH (5,6%) componen el resto de síntomas recogidos en los episodios de urgencia motivados por el consumo de cocaína.

Particular atención merecen, además de los programas de prevención y de tratamiento, tanto ambulatorio como resi-dencial, los programas de reducción de daños enfocados a quienes consumen esta sustancia. En ese sentido, debe re-cordarse que desde su apertura en 2003, y salvo en 2007, la cocaína ha sido la sustancia más utilizada, por delante de la heroína, en la Sala de Consumo Supervisado que la entidad Médicos del Mundo tiene en Bilbao.

Sala de consumo

Un reciente trabajo del Observatorio Europeo de las Dro-gas y las Toxicomanías repasa la literatura científi ca pro-ducida en los últimos años, fundamentalmente en Euro-pa, en relación a los programas para el tratamiento de la adicción a esta sustancia. El informe repasa las tendencias y perspectivas que se abren tanto en relación a los abor-dajes farmacológicos como a los enfoques psicosociales, y las medidas relacionadas con la reducción de daños. En sus conclusiones, el trabajo pone de manifi esto que la efi cacia del tratamiento de la adicción a la cocaína sigue siendo me-nor que en el caso de otras sustancias como la cocaína, y que las probabilidades de éxito se reducen debido, entre otras razones, al poli consumo de otras drogas. El informe asegura que existen ciertas esperanzas puestas en el de-sarrollo de tratamientos basados en vacunas y destaca los buenos resultados de los programas que aplican incentivos económicos a quienes se mantienen abstinentes. Se reclama también por parte de los autores un incremento de los pro-gramas de reducción de daños dirigidos a los consumidores de esta sustancia y la realización de evaluaciones rigurosas de la efectividad de las intervenciones de tipo psicosocial.

A diferencia de lo que ocurre en el caso de la heroína, a día de hoy no existe por tanto ningún tratamiento farma-cológico para los consumidores problemáticos de cocaína y los fármacos que se les proporciona, en la mayoría de los

Sala de inyección

Heroína

Cocaína

Mezcla

Sala de inhalado

Heroína

Cocaína

Mezcla

29,1

51,8

19,1

61,5

26,2

12,3

Substancias consumidas en la sala de consumo. %

Por otra parte, en 2006, la cocaína fue la causa principal del 24,9% de los 408 ingresos de urgencia motivados por el con-sumo de drogas en una muestra de hospitales vascos.

Así mismo, se recogía el uso de cocaína en el 39,2% de todos los casos de urgencia motivados por el consumo de otra sustancia psicoactiva. Teniendo en cuenta que la mayoría de las personas consumidoras de cocaína lo son también de otras sustancias, sobre todo de alcohol, tabaco y cannabis, e

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Cocaina 9

casos, están dirigidos a solventar o aliviar los síntomas rela-cionados con la ansiedad, alteración del sueño o dolores de cabeza. Tampoco puede decirse que ninguno de los enfoques psicoterapéuticos que normalmente se aplican —entrevis-tas motivacionales, contrato de contingencias e incentivos, tratamientos cognitivo conductuales, counselling individual y grupal...— resulte sustancialmente más eficaz que los demás. En ese sentido, los especialistas coinciden en que ningún tra-tamiento biológico disponible hoy es suficientemente eficaz para poder prescribirse como acción terapéutica única o principal. (Llorente del Pozo JM e Iraurgi-Castillo. Tratamiento cognitivo conductual aplicado en la deshabituación de cocaína).

Sin embargo y bajo la tutela de la Comisión Clínica de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Dro-gas, se prevé experimentar en el año 2009 con una vacuna que genera anticuerpos y bloquea el efecto de la cocaína en el cerebro. El ensayo se realizará con 164 consumidores en diez hospitales repartidos por la geografía del Estado Es-pañol, entre ellos el Hospital del Galdakao, y provocará que el consumidor no sienta los efectos que previamente expe-rimentaba, con el consiguiente abandono de la sustancia.

Particular atención merecen, además de los programas de prevención y de tratamiento, tanto ambulatorio como re-sidencial, los programas de reducción de daños enfocados a los consumidores de esta sustancia. En ese sentido, debe recordarse que desde su apertura en 2003, salvo en 2007, la cocaína ha sido la sustancia más utilizada, por delante de la heroína, en la Sala de Consumo Supervisado que la enti-dad Médicos del Mundo tiene en Bilbao.

Un reciente trabajo del Observatorio Europeo de las Dro-gas y las Toxicomanías repasa la literatura científica produ-cida en los últimos años, fundamentalmente en Europa, en relación a los programas para el tratamiento de la adicción a esta sustancia. El informe repasa las tendencias y pers-pectivas que se abren tanto en relación a los abordajes far-macológicos como a los enfoques psicosociales, así como las medidas relacionadas con la reducción de daños. En sus conclusiones, el trabajo pone de manifiesto que la eficacia del tratamiento de la adicción a la cocaína sigue siendo me-nor que en el caso de otras sustancias como la cocaína, y que las probabilidades de éxito se reducen debido, entre otras razones, al poli consumo de otras drogas. El informe asegura que existen ciertas esperanzas puestas en el de-sarrollo de tratamientos basados en vacunas y destaca los buenos resultados de los programas que aplican incentivos económicos a quienes se mantienen abstinentes. Se reclama también por parte de los autores un incremento de los pro-gramas de reducción de daños dirigidos a los consumidores de esta sustancia y la realización de evaluaciones rigurosas de la efectividad de las intervenciones de tipo psicosocial.

A diferencia de lo que ocurre en el caso de la heroína, a día de hoy no existe por tanto ningún tratamiento farma-cológico para los consumidores problemáticos de cocaína y los fármacos que se les proporciona, en la mayoría de los casos, están dirigidos a solventar o aliviar los síntomas rela-

cionados con la ansiedad, alteración del sueño o dolores de cabeza. Tampoco puede decirse que ninguno de los enfoques psicoterapéuticos que normalmente se aplican —entrevis-tas motivacionales, contrato de contingencias e incentivos, tratamientos cognitivo conductuales, counselling individual y grupal...— resulte sustancialmente más eficaz que los de-más.

En ese sentido, los especialistas coinciden en que ningún tra-tamiento biológico disponible hoy es suficientemente eficaz para poder prescribirse como acción terapéutica única o principal.

Sin embargo y bajo la tutela de la Comisión Clínica de la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Dro-gas, se prevé experimentar en el año 2009 con una vacuna que genera anticuerpos y bloquea el efecto de la cocaína en el cerebro. El ensayo se realizará con 164 consumidores en diez hospitales repartidos por la geografía del Estado Espa-ñol, entre ellos el Hospital del Galdakao, y provocará que el consumidor no sienta los efectos que previamente experi-mentaba, con el consiguiente abandono de la sustancia.

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1ª. Abril 2009

1.250 ejemplares

Administración de la Comunidad Autónoma del

País Vasco

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Eusko Jaurlaritzaren Argitalpen Zerbitzu Nagusia

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Donostia-San Sebastián, 1. 01010 Vitoria-Gasteiz

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Fernández del Campo, 11. 3ºD. 48010 Bilbao

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BI-3.607/2008

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