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COLECCIÓN ESTUDIOS

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COLECCIÓN ESTUDIOS

LOS CROCODYLIA

DE VENEZUELA:

Ecología

y

Conservación

Andrés Eloy Seijas

2011

Los Crocodylia de Venezuela

Andrés Eloy Seijas

© Andrés Eloy Seijas, 2011

© Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, 2011

Hecho el depósito de Ley

Depósito Legal: lf65920115914107

ISBN: 978-980-6195-19-6

Diseño y Diagramación: Antonio Machado- Allison

Impresión: Brima Color

Todos los derechos reservados, Ninguna parte de esta publicación puede ser

reproducida, por ningún medio, sin la previa autorización escrita del autor y

de la Academia.

Impreso en Venezuela- Printed in Venezuela

PRESENTACIÓN

"Aquella trompa feroz, toda negra y de duro hueso, con

quijadas, que las he medido, de cuatro palmos, y algunos

más; aquel laberinto de muelas, duplicadas las filas de

arriba y abajo, y tantas, no sé si diga navajas aceradas,

dientes o colmillos; aquellos ojos resaltados del casco, con

tal maña que sumida toda la corpulenta bestia bajo el agua,

saca únicamente la superficie de ellos para registrarlo todo

sin ser visto; aquel dragón de cuatro pies horribles,

espantosos en tierra y formidables en el agua, cuyas duras

conchas rechazan a las balas, frustrándoles el ímpetu, y

cuyo cerro de broncas y desiguales puntas, que les afecta el

lomo y la cola de alto bajo, publica que todo él es

ferocidad, saña y furor: por lo cual no hallo términos que

expliquen la realidad de las especies que de este infernal

monstruo retengo concebidas"

Esta descripción publicada sobre el "Caimán del Orinoco" por

Gumilla en el famoso libro El Orinoco Ilustrado y Defendido..... nos

permite interpretar la pléyade de reacciones por parte de los primeros

visitantes a nuestras tierras y el encuentro con nuestra fauna tropical.

Desde esos, hasta nuestros días hemos observado con suma

tristeza, como este grupo de animales silvestres ha sido diezmado y

colocado en situación cercana a su desaparición total en nuestro

mundo, ya sea por el temor que se desarrolló en las poblaciones de

colonos, o por el uso de sus pieles altamente cotizadas en el mercado.

El libro que tenemos la satisfacción de presentar nos otorga un

inmenso volumen de información sobre este grupo de animales

acuáticos desde aquellos temas de carácter científico taxonómico,

evolutivo y biológico, hasta otros, no menos interesantes y de rigurosa

investigación, como aquellos planes de manejo y cría en cautiverio que

ha permitido parcialmente la conservación de las especies y el

repoblamiento en algunos cuerpos de agua.

Este libro es el producto de toda una vida científica del autor, del

trabajo con sus alumnos y colegas, de la experiencia en campo y

laboratorio que inteligentemente ha colocado en ocho capítulos

ampliamente ilustrados y con una .extraordinaria base de datos.

Nos introduce con un pasaje general sobre los Crocodylia como

grupo zoológico al cual pertenecen en la actualidad 23 especies

mundialmente distribuidas, con 7 en América del sur y 5 de ellas en

nuestro país. Pasa posteriormente a describir detalladamente las

especies presentes en Venezuela. El Capítulo 3 lo dedica a los

aspectos de captura, manipulación y marcaje en el campo y el cuarto

a los aspectos morfométricos tradicionales usados para el reco-

nocimiento de las especies.

El Capítulo 5 lo dedica al análisis poblacional donde abunda en

datos sobre unidades de medida y determinación de la estructura

poblacional todo ello con amplias consideraciones metodológicas de

gran importancia para la formación de estudiantes.

El Capítulo 6 nos narra sobre aspectos de la dieta de estas

especies en ambientes naturales, en diferentes sitios y épocas del año.

Todo ello muy importante para poder manejar adecuadamente este

recurso, que es profundamente descrito en el Capítulo 7.

Finaliza con un capítulo dedicado a las experiencias nacionales de

la cría en cautiverio con fines de repoblamiento. Tres especies han

sido pioneras en este trabajo. La principal el "Caimán del Orinoco"

debido a la gran amenaza de desaparición. Le siguen el "Caimán de

la Costa", una especie rara, poco abundante y que vive en sistemas

asociados a la desembocadura de ríos cercanos al mar y por último

experiencias con la "Baba" habitante común de nuestros llanos y con

gran potencial económico.

Para la Academia es altamente reconfortante poder contribuir con

la difusión de esta experiencia de vida, en la seguridad que contribuirá

a la formación de nuestros estudiantes, generar un mayor aprecio por

esta fauna silvestre y a la conservación de nuestras especies.

Antonio Machado-Allison

7

CAPÍTULO 1

LOS CROCODYLIA

El presente libro trata sobre la ecología y la conservación de las

cinco especies de Crocodylia de Venezuela. Sin embargo, para

situar al lector en el contexto de lo que significa este grupo

zoológico, este primer capítulo se centra en sus características más

distintivas, su distribución y en aspectos generales compartidos por

todas las especies de este Orden respecto a la evolución, biología y

ecología. Con frecuencia se hará referencia al conjunto de animales

de este grupo como a los “crocodilios”, castellanizando de esta

manera el nombre del Orden. Términos como “cocodrilos”, “croco-

diloides” “cocodriloides” y “crocodiloideos”, pueden también consi-

derarse válidos. La expresión “crocodilianos”, muy en boga, pro-

viene del inglés “crocodilians” y su uso se ha extendido mucho.

Suramérica puede ser considerada como el continente de los

Crocodylia, ya que alrededor de un tercio de las 23 especies

reconocidas en el mundo de este grupo de animales habitan allí.

Cinco de las siete especies suramericanas están presentes en el

territorio venezolano: el caimán de la costa, Crocodylus acutus; el

caimán del Orinoco, Crocodylus intermedius; la baba o babo,

Caiman crocodilus; el babo negro, Paleosuchus trigonatus y el

babo morichalero, Paleosuchus palpebrosus. La supuesta pre-

sencia de una sexta especie en nuestro país (Melanosuchus niger)

no ha sido fehacientemente comprobada (ver, no obstante, Donoso-

Barros, 1966a y King, 1991). En el mundo, sólo Colombia y Brasil,

con seis, superan a Venezuela en número de especies de cro-

codilios.

En comparación con las especies presentes en los Estados

Unidos de América (Alligator misissippiensis y Crocodylus

Andrés Eloy Seijas

8

acutus) o en Australia (Crocodylus porosus y Crocodylus

johnsoni), los Crocodylia en Venezuela han sido poco estudiados.

Un análisis de las poco más de trescientas publicaciones en

revistas, memorias de congresos, libros y tesis de grado que tratan

algún aspecto sobre el estado poblacional, el aprovechamiento, la

ecología, el comportamiento o la distribución, nos muestra que la

especie más estudiada en Venezuela es la baba, seguida por el

caimán del Orinoco. Para las dos especies de Paleosuchus los

estudios no comprenden ni siquiera 5% de los trabajos publicados y

la mayoría de ellos apenas se refieren a la distribución de las

especies de este género en el país. (Fig. 1.1).

Los Crocodylia, junto con las aves, son los únicos representantes

vivientes de los Archosauria (Fig. 1.2), grupo de vertebrados

tetrápodos terrestres muy exitoso que dominó las comunidades

animales durante la era Mesozoica (entre 245 y 65 millones de

años atrás).

Figura 1.1 Porcentaje de las publicaciones sobre los Crocodylia de

Venezuela en las que se hace referencia a cada una de las especies. La

categoría “Generales” agrupa a trabajos sobre legislación, distribución,

evolución, folklore y otros temas, que no se refieren a ninguna especie en

particular o tratan sobre el Orden como un todo.

0% 5% 10% 15% 20% 25% 30% 35% 40% 45%

Paleosuchus spp

Crocodylus acutus

Crocodylus intermedius

Caiman crocodilus

Generales

Los Crocodylia de Venezuela

9

Son animales altamente especializados para su modo de vida

semi-acuático, cuyos ancestros se remontan a unos 200 millones de

años. Los Crocodylia deben haber descendido de algún tipo de

theconodonte, reptiles Archosaurios cuyos dientes se alojaban en

alvéolos profundos (al igual que en los mamíferos actuales) en vez

de estar fusionados a las mandíbulas (Sues, 1989). Los crocodilios

modernos pertenecen a los Eusuchia, que aparecieron en el

Cretácico tardío hace unos 80 millones de años. Las 23 especies

de crocodilios actuales representan una pequeña fracción (10% de

acuerdo con una vieja estimación de Langston en 1973) de las que

se conocen que han existido con base en los registros fósiles. Ellas

son las sobrevivientes a los cambios climáticos globales desen-

cadenados por la colisión de un meteorito con la Tierra, los cuales

de acuerdo con la hipótesis en boga (Pough et al., 1996) causaron

la erradicación de muchas especies terrestres y marinas hace 65

millones de años.

Figura 1.2 Cladograma que muestra la relación filogenética de los Cro-

codylia con los otros vertebrados tetrápodos (Modificado a partir de

Pough et al., 1996). Los números indican los cambios o características

evolutivas claves que definen a cada grupo. Sarcopterygia es un antiguo

linaje de peces con aletas lobuladas (de las cuales evolucionaron las

extremidades) al que pertenecen los actuales peces pulmonados y el

celacanto.

Tetrápodos

Amniotas

Saurópsidos

AnuraAnura(ranas)(ranas)

UrodelaUrodela(salamandras)(salamandras)

GymnophionaGymnophiona(cecilias)(cecilias)

Testudomorpha(tortugas)

Lepidosauria(lagartos y serpientes)

CrocodyliaCrocodylia AvesMammaliaMammalia

Diápsidos

1

2

3

4

5

67

RELACIÓN EVOLUTIVA DE LOS CROCODYLIA CON OTROS TETRÁPODOSRELACIRELACIÓÓN EVOLUTIVA DE LOS CROCODYLIA CON OTROS TETRN EVOLUTIVA DE LOS CROCODYLIA CON OTROS TETRÁÁPODOSPODOS

AMNIOTASAMNIOTAS

ANFIBIOSANFIBIOS REPTILESREPTILES

1.- Par de extremidades pectorales y pélvicas.

3.- Huesos tabular y supratemporal pequeños o ausentes.

Centrum del atlas y el intercentrum del axis fusionados.

2.- Membranas que protegen el embrión (amnios,

alantoides, corion).

4.-Cráneo con par de aberturas temporales

5.- Presencia de una abertura craneal

anterior a la órbita ocular.

6.- Plumas. Pérdida de los dientes.

Homeotermia.

7.- Pelos. Mandíbula formada por

un solo hueso. Homeotermia.

SarcopterygiaSarcopterygia

Archosauria

Tetrápodos

Amniotas

Saurópsidos

AnuraAnura(ranas)(ranas)

UrodelaUrodela(salamandras)(salamandras)

GymnophionaGymnophiona(cecilias)(cecilias)

Testudomorpha(tortugas)

Lepidosauria(lagartos y serpientes)

CrocodyliaCrocodylia AvesMammaliaMammalia

Diápsidos

1

2

3

4

5

67

RELACIÓN EVOLUTIVA DE LOS CROCODYLIA CON OTROS TETRÁPODOSRELACIRELACIÓÓN EVOLUTIVA DE LOS CROCODYLIA CON OTROS TETRN EVOLUTIVA DE LOS CROCODYLIA CON OTROS TETRÁÁPODOSPODOS

AMNIOTASAMNIOTAS

ANFIBIOSANFIBIOS REPTILESREPTILES

1.- Par de extremidades pectorales y pélvicas.

3.- Huesos tabular y supratemporal pequeños o ausentes.

Centrum del atlas y el intercentrum del axis fusionados.

2.- Membranas que protegen el embrión (amnios,

alantoides, corion).

4.-Cráneo con par de aberturas temporales

5.- Presencia de una abertura craneal

anterior a la órbita ocular.

6.- Plumas. Pérdida de los dientes.

Homeotermia.

7.- Pelos. Mandíbula formada por

un solo hueso. Homeotermia.

SarcopterygiaSarcopterygia

Archosauria

Andrés Eloy Seijas

10

Las patas largas y delgadas que poseían los primitivos Croco-

dylia se toman como indicio de que eran probablemente depre-

dadores terrestres. El modo de vida anfibio fue desarrollado más

adelante en su historia evolutiva (Bellairs, 1987).

En contraste con la amplia diversidad exhibida por las aves (los

otros Archosauria vivientes, con más de 9.000 especies) la de los

Crocodylia es muy reducida, algo sorprendente para un grupo con

una historia geológica tan antigua (Buffetaut, 1989). Los registros

fósiles indican una mayor diversidad de especies en el pasado, pero

incluso en ese momento su número era relativamente escaso. Para

el caso de Venezuela, se han descrito varias especies fósiles

encontradas en el estado Falcón, algunas de ellas pertenecientes a

linajes no presentes actualmente en el país, como es el caso de los

gavialoides (Sill, 1970; Medina, 1976; Brochu y Rincón, 2004).

Los crocodilios viven en áreas tropicales y subtropicales del

mundo, aunque los aligatores pueden alcanzar latitudes de hasta los

35 grados al norte, en los E.U.A. (Alligator missisippiensis) y

China (A. sinensis).

CARACTERÍSTICAS FÍSICAS

¿Cuáles son las características distintivas que convierten a un

crocodilio en crocodilio?

Los Crocodylia poseen dos pares de patas (tetrápodos). Las

anteriores, más cortas, poseen cinco dedos. Las posteriores son

robustas y presentan cuatro dedos con membrana interdigital, al

menos parcial. Son animales alargados, con cuerpo semejante al de

los lagartos, con cola musculosa redondeada al inicio (en la

proximidad de las patas traseras) y comprimida lateralmente hacia

su parte final. La primera parte de la cola tiene una doble cresta,

mientras que la mitad posterior presenta solamente una (Fig. 2.1,

Capítulo 2).

Poseen mandíbulas armadas con numerosos dientes cónicos (de

30 a 40 en cada una, dependiendo de las especies) que encajan en

Los Crocodylia de Venezuela

11

alvéolos. No poseen labios y la lengua es plana y completamente

adosada al fondo de la boca.

Cuando los crocodilios están al acecho de sus presas y sumer-

gidos en el agua, lo único visible es la parte superior de la cabeza

(donde se ubican el oído, los ojos y los orificios nasales, Fig. 1.3) y,

a veces, algo del dorso.

Figura 1.3 Arriba: los crocodilios pueden permanecer sumergidos con sólo

los ojos y la punta del hocico en la superficie (fotografía de José de Jesús

Vargas); esa es la típica posición de acecho. Abajo: ubicación de las narinas

externas y el oído.

Narinas externas

Oído

Narinas externas

Oído

Andrés Eloy Seijas

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Las aberturas nasales (narinas externas) de los Crocodylia están

ubicadas en posición dorsal en el extremo anterior del hocico. Ellas

conectan con canales internos que conducen el aire, a través de un

paladar secundario, desde el exterior hasta las llamadas coanas o

narinas internas, en la garganta, justo detrás de una válvula palatal

que impide el paso del agua hacia los pulmones cuando el animal

está sumergido (Fig. 1.4). Todo ello permite al animal respirar

apenas asomando la punta del hocico, aun cuando la boca perma-

nezca abierta dentro del agua. Las narinas externas se cierran de

manera refleja, impidiendo el paso del agua cuando el animal se

sumerge. Los oídos también poseen mecanismos de cierre, lo que

protege a estos órganos de los sentidos durante las inmersiones.

Figura 1.4 Válvula palatal al fondo de la boca de un caimán del

Orinoco. Esta válvula sirve de mecanismo para aislar la garganta de la boca.

Los ojos de los Crocodylia poseen membranas nictitantes, es

decir unos pliegues transparentes que cubren los globos oculares y

los separan del exterior con movimientos intermitentes. Esta mem-

brana protege el ojo y permite la visión dentro del agua. Sin

embargo, la captura de presas dentro del agua depende más de

órganos sensoriales en la piel que de la visión, que es más bien

pobre en ese medio (Fleishman, 1989).

Los Crocodylia de Venezuela

13

La piel de los crocodilios está formada por una gruesa capa

dérmica cubierta por escamas epidérmicas no superpuestas. Em-

bebidos en la piel se encuentran unas placas óseas, llamadas

osteodermos, que forman una especie de coraza. El grado de

desarrollo de esos huesos dérmicos varía entre las distintas

especies.

El cráneo de los Crocodylia tiene una configuración incon-

fundible. Detrás de las órbitas oculares aparecen dos pares de

perforaciones o aberturas denominadas fenestrae (ventana, en

latín). Un par redondeado en la parte superior de la tapa craneal y

el otro par ubicado en posición lateral, separadas de las órbitas por

una especie de puente o columna ósea (Fig. 1.5). Esta confi-

guración del cráneo, con dos pares de aberturas, recibe el nombre

técnico de “diápsido”. Los lagartos, serpientes, tuataras y aves

también son diápsidos, aunque con modificaciones en las cuales las

aberturas se han transformado o perdido durante el proceso

evolutivo.

Figura 1.5 Cráneo de Crocodylus intermedius. Observe la ubicación de los

dos pares de aberturas temporales.

Andrés Eloy Seijas

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COMPORTAMIENTO

Las especies de crocodilios actuales son anfibias y pasan buena

parte de su vida en el agua, donde nadan mediante movimientos

rítmicos de la cola. En tierra, particularmente cuando escapan hacia

el agua ante la presencia de algún peligro, los crocodilios se

desplazan por medio de un rápido y poco elegante movimiento de

gateo. Cuando no hay apuro, también pueden caminar lentamente, a

cuatro patas, como los mamíferos.

No existen estudios detallados para cada una de las especies,

pero se conoce desde hace mucho tiempo que los crocodilios

pueden permanecer sumergidos durante largo tiempo. Cott (1961),

por ejemplo, aportó información de cocodrilos del Nilo adultos que

permanecieron por más de una hora bajo el agua sin salir a

respirar. Dicho autor, en un cruel experimento de acuerdo con las

normas de investigación actuales, mantuvo sumergidos de manera

forzada a cocodrilos pequeños por largos periodos. Algunos sobre-

vivieron más de media hora y uno de ellos (de 79 cm de longitud

total) hasta 57 minutos. En otro experimento con individuos

pequeños (entre 29 y 99 cm de longitud total), en los que no se

forzó a los animales a sumergirse se obtuvieron tiempos máximos

de 35 y 44 minutos, en los animales más grandes. Seebacher et al.

(2005) aportan datos de dos juveniles de Crocodylus johnsoni (de

9,2 y 14,8 kg) que permanecieron sumergidos casi dos horas. Para

las especies de Crocodylia de Venezuela, Gorzula (1978) reportó el

caso de una baba (no indicó la talla) que permaneció sumergida

durante 1 hora y 20 minutos.

Los crocodilios pasan parte de su tiempo fuera del agua. La

frecuencia, duración y momento en que lo hacen depende de la

especie, la latitud, la época del año, el tipo de ambiente que ocupan

y otros factores. Allí pueden permanecer por largos períodos con la

boca abierta, una conducta que ha sido asociada con la regulación

de la temperatura corporal (termorregulación). Este comportamiento

podría alterar la tasa de intercambio de calor de la cabeza con

respecto al cuerpo, por la exposición de las membranas húmedas

de la boca al aire, lo que produce enfriamiento por evaporación

(Spotila y Terpin, 1977; Mazzotti, 1989).

Los Crocodylia de Venezuela

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En algunos aspectos de la anatomía interna y comportamiento,

los crocodilios se asemejan a las aves, sus parientes más cercanos.

Tienen un corazón con cuatro cámaras, son ovíparos y atienden el

nacimiento de sus crías, a las que protegen durante varias semanas

después de la eclosión. Al contrario de las aves, no poseen

mecanismos de control de la temperatura corporal, por lo que ésta

fluctúa con la del ambiente (poikilotermia). Sin embargo, por medio

del comportamiento, los crocodilios tienden a mantener una tem-

peratura corporal más o menos constante, exponiéndose al sol,

protegiéndose en la sombra o sumergiéndose en el agua de acuerdo

con su conveniencia. El comportamiento de termorregulación está

influenciado por el tamaño del individuo, su edad, su estado de

salud, el proceso de digestión de alimentos, las características del

ambiente que ocupa y otros factores.

REPRODUCCIÓN Y DESARROLLO

Los machos de los crocodilios son más grandes que las hembras

y durante la época reproductiva defienden territorios donde habitan

varias hembras. Los adultos muestran un elaborado ritual de cortejo

previo al apareamiento que incluye elementos visuales, acústicos y

táctiles, muy similares en todas las especies estudiadas

(Thorbjarnarson y Hernández, 1993b [caimán del Orinoco], Staton y

Dixon, 1977 y Ayarzagüena y Castroviejo, 2008 [baba]). La cópula,

que puede ocurrir repetidas veces durante la época reproductiva,

tiene lugar en el agua. Una vez finalizada la época de cortejo y

apareamiento la hembra comienza la preparación del nido.

Las hembras de los crocodilios ponen huevos cuyo número y

tamaño depende de la especie. En general se puede afirmar que

aquellas más grandes ponen mayor número de huevos, y de mayor

tamaño, que las especies pequeñas. Una vez depositados los

huevos, las hembras defienden el nido contra depredadores.

La forma de construir los nidos depende del hábitat y la época

en que se reproduce cada especie. Las que viven en ambientes

pantanosos y que se reproducen principalmente durante la época de

lluvias encierran los huevos en nidos en forma de montículos,

Andrés Eloy Seijas

16

formados en zonas no anegadas con material vegetal y suelo de los

alrededores. Las especies que habitan principalmente ríos, cons-

truyen nidos que consisten en simples excavaciones en las playas

arenosas donde depositan los huevos, que luego cubren con arena.

Los crocodilios no poseen cromosomas sexuales. El sexo de los

individuos está determinado por la temperatura a la cual se incuban

los huevos (Deeming y Ferguson 1989; Lang y Andrews, 1994).

Aunque existen pequeñas variaciones entre las especies, en aque-

llas que han sido estudiadas se ha demostrado que temperaturas de

incubación mayores a los 32 ºC producen machos y menores a 31 ºC

producen hembras. La exposición prolongada a temperaturas de

incubación por encima de 34 ºC o por debajo de 30 ºC puede ser

letal o provocar el nacimiento de crías con defectos congénitos

(Hutton y Webb, 1992).

Las hembras atienden el nacimiento de las crías y las defienden

por periodos que pueden prolongarse por varios meses en algunas

especies. En la etapa de huevos y primeros estadios de edad, los

individuos son presa de una amplia variedad de animales: garzas,

buitres, mamíferos carnívoros, lagartos depredadores, peces carní-

voros, serpientes, e, incluso, individuos mayores de su propia

especie. En la etapa adulta, en cambio, los crocodilios tienen pocos

enemigos naturales.

DIFERENCIAS ENTRE SEXOS

En general es difícil determinar el sexo de un crocodilio por sólo

su apariencia externa. Machos y hembras son prácticamente

indistinguibles, principalmente en la etapa de crías y juveniles. No

obstante, los machos alcanzan tallas bastante más grandes que las

hembras. En el caso de la baba en los llanos de Venezuela, por

ejemplo, las hembras raramente superan 1,80 m de longitud total,

mientras que los machos pueden exceder 2,40 m.

Los crocodilios machos poseen un pene (Fig. 1.6), a diferencia

de los lagartos y serpientes, que poseen dos hemipenes. La forma

más confiable de determinar el sexo de un individuo es examinar

Los Crocodylia de Venezuela

17

su cloaca, para tratar de establecer la presencia o no de un pene.

Esto es relativamente fácil de verificar en ejemplares grandes, para

los cuales es posible insertar los dedos en la cloaca y así exponer

el órgano copulador (en el caso de los machos, por supuesto). En

individuos pequeños, para los cuales no es posible introducir los

dedos en la cloaca, se puede ejercer presión con los dedos

alrededor de ésta para forzar la salida del pene (si lo hubiere).

También se pueden usar pinzas, en animales muy pequeños, para

abrir la cloaca y auscultar. Sin embargo, cuando los individuos son

muy pequeños el clítoris y el pene tienen tamaño y apariencia

similares, por lo que se requiere de cierto grado de experticia para

distinguirlos.

Figura 1.6 Técnicas para la determinación del sexo de crocodilios.

Maneras de exponer el pene. A la izquierda en un caimán de la costa

adulto; a la derecha en una baba juvenil.

ALIMENTACIÓN

Los crocodilios son exclusivamente carnívoros y su dieta varía

según la edad y la disponibilidad de recursos en su ambiente. Se

alimentan de insectos y otros invertebrados en sus primeras etapas

de vida. Progresivamente, a medida que aumentan de tamaño,

aparecen pequeños peces e invertebrados más grandes (cangrejos,

camarones, caracoles) y cuando adquieren tallas mayores se

alimentan de aves, grandes peces y vertebrados terrestres.

Existe una noción errónea en muchas personas que creen que

los crocodilios son animales voraces. Muy por el contrario, sus

Andrés Eloy Seijas

18

requerimientos alimentarios son muy modestos si se comparan con

los de los mamíferos o las aves. En sus etapas tempranas, por

ejemplo, un cocodrilo requiere de 2 kg de alimento para incre-

mentar su peso en 1 kg (es decir, una eficiencia de 50%). El

ganado vacuno, las ovejas o los cerdos tendrían que comer

proporcionalmente de tres a cinco veces más para obtener la

misma ganancia en peso (NRC, 1983). En su ya clásico estudio

Cott (1961) reportó que cocodrilos del Nilo de mediano tamaño

(2,30 m y aproximadamente 45 kg de peso) consumieron en 36

días un promedio de 11,6 kg de alimento. En contraste, un pelícano,

ave con un peso de 8 kg, un poco menos de la quinta parte que la

de los cocodrilos mencionados, consumió 2,8 kg de pescado diario.

Es decir, extrapolando, el ave comería en los 36 días más de 100 kg

de alimento, nueve veces más que los cocodrilos de menor peso.

LONGEVIDAD

Los crocodilios son animales que pueden vivir muchos años,

pero no existen datos que permitan determinar la edad máxima

alcanzada por animales silvestres. Las referencias más confiables

sobre longevidad de los crocodilios provienen de individuos man-

tenidos en cautiverio. Un cocodrilo (especie no especificada) murió

a la edad de 110-115 años en un zoológico de Rusia en 1995

(Gorzula, 1995). Ese mismo año se reportó la muerte de un

Crocodylus porosus de 5,18 m en la granja de St. Augustine, en

el estado de Florida, EUA. La edad de ese cocodrilo se estimó,

con base en referencias sobre fecha y localidad de captura un

tanto imprecisas, en 70-80 años (http://www.flmnh.ufl.edu/cnhc/cbd-

faq-q3.htm). Pope (1960, citado por Coulson y Hernández, 1983)

aportó información sobre longevidad de crocodilios en zoológicos de

EUA, y mencionó a un Alligator mississippiensis que vivió 56

años y un A. sinensis que murió a los 50.

No se conoce con exactitud la edad de algunos grandes

caimanes mantenidos en cautiverio en Venezuela. Quizás el reporte

más confiable es el de la famosa caimana de José Faoro, comer-

ciante de origen italiano residenciado en San Fernando que participó

Los Crocodylia de Venezuela

19

en el negocio del comercio de pieles de caimanes del Orinoco.

Según datos recogidos por John Thorbjarnarson “La Negra”, como

denominaban a ese ejemplar, llegó a las manos de Faoro recién

nacida en 1922 y murió, sobreviviendo a su dueño, en 1992, a los

70 años de edad.

La edad de los caimanes adultos mantenidos en los zoocriaderos

de Venezuela en la mayoría de los casos sólo puede ser estimada.

Una excepción lo constituyen las caimanas llamadas colectivamente

como “chacachacares” del Fundo Pecuario Masaguaral. Esas

hembras provienen de una nidada colectada el 28 de febrero de

1978 por Robert Godshalk y Evelio Sosa en el río Cojedes

(Godshalk, 1978). Ellas nacieron el 11 de junio de ese año, por lo

que cumplieron 33 años en el 2011. El caimán más viejo de de ese

centro de cría llegó a las manos de Tomas Blohm en 1974 (Blohm,

1982) cuando medía 3,50 m. Si se le estima, de manera con-

servadora, una edad de 25 años para ese momento, en la

actualidad (2011) tendría cerca de 65 años y, aparentemente, en

plenitud de vigor reproductivo.

Manonerio, el C. intermedius más viejo del zoocriadero de la

UNELLEZ, ingresó a dicho centro en 1985, con una talla de 3,48

m. La edad de este ejemplar al momento de su muerte (15 mayo

2011) no debe haber sido menor de 50 años. Su compañera de

encierro, la hembra llamada “La Catira” ingresó en este centro de

cría en 1981, con una talla de 2,76 m y, quizá, unos 15 años de

edad, por lo que tendría, por lo menos, 45 años. Ambos ejemplares

mantenían, hasta la estación reproductiva de 2010, el vigor repro-

ductivo intacto, como lo demuestra el hecho de que en los últimos

25 años La Catira sólo dejó de poner huevos fertilizados una vez,

el año 2003.

Los caimanes más viejos de los zoocriaderos de Puerto Miranda

(Fig. 1.7) y El Frío también deben superar los 50 años. Como

sucede con los otros centros de cría se desconoce la edad en que

estos ejemplares ingresaron a dichos establecimientos, por lo que la

edad asignada es un tanto especulativa.

Andrés Eloy Seijas

20

Joselo, el caimán más viejo de la Estación Biológica El Frío, fue

llevado por José Ayarzagüena a ese centro de cría en 1977.

Estuvo cautivo desde su nacimiento en Achaguas y medía 3,90 m

al momento del traslado. Ayarzagüena cree que tendría 18-20 años

en esa época, por lo que su edad para 2011 sería de unos 55 años.

Figura 1.7 (A) Caimán del Orinoco macho del zoocriadero de Puerto Miranda,

estado Guárico. (B) Manonerio, caimán más viejo de la UNELLEZ (alrededor

de 50 años). Como sucede con la mayoría de los ejemplares en los centros de

cría, sus edades son difíciles de establecer con precisión ya que se desconoce

la edad al momento de ingreso.

Los Crocodylia de Venezuela

21

De acuerdo con el recién fallecido Tomás Blohm, el C. acutus

macho en el zoocriadero de Masaguaral estuvo en la casa de una

familia de apellido Goetz, en Caracas. Una foto de 1954 muestra a

dicho caimán con una talla alrededor de un metro, por lo que Don

Tomás estimaba que debió haber nacido en 1952. Para 2011 este

animal contaría con unos 59 años.

Es posible que la edad máxima alcanzable esté relacionada con

el tamaño de las distintas especies y que aquellas más pequeñas

tiendan a vivir menos años que las más grandes. Sería de esperar,

por lo tanto, que la longevidad de la baba y de los Paleosuchus sea

menor que la de los caimanes. En todo caso, no se dispone de

datos que permitan corroborar esta hipótesis.

CLASIFICACIÓN DE LOS CROCODYLIA

Tradicionalmente, siguiendo el sistema de Linneo, al Orden

Crocodylia se la ha dividido en tres familias: Gavialidae, Alli-

gatoridae y Crocodylidae y ese es el sistema de clasificación que

se seguirá en este libro (King y Burke, 1989). No obstante, hay

autores que consideran a los Crocodylia como una familia cons-

tituida por tres subfamilias: Gavialinae, Alligatorinae y Crocodylinae

(ver, por ejemplo, Ross y Magnusson, 1989).

Las relaciones filogenéticas entre las familias son todavía objeto de

controversia, así como la ubicación de Tomistoma schlegelii (entre los

gaviálidos o los Crocodílidos). En la Figura 1.8, se muestran dos

propuestas contradictorias entre las diversas que es posible encontrar

en la literatura. No es el objetivo de este libro tomar partido por

ninguna de ellas. Los lectores interesados pueden consultar los trabajos

en Grigg et al. (2001), así como otros artículos recientes (Harshman et

al., 2003; McAliley et al., 2006; Roos et al., 2007). Los rasgos

físicos principales que permiten distinguir a las especies de las tres

familias señaladas se resumen en la Figura 1.9.

En los Crocodylidae los dientes de las mandíbulas se entrelazan

cuando la boca está cerrada, por lo que quedan parcialmente a la

Andrés Eloy Seijas

22

vista. El cuarto diente de cada lado de la mandíbula inferior

sobresale al quedar sobre una escotadura lateral de la mandíbula

superior. La sínfisis mandibular, es decir, la unión de las dos piezas

de la mandíbula, se extiende al menos hasta el quinto diente.

Poseen Órganos Sensoriales Intertegumentarios (OSI) en las esca-

mas ventrales. Esas estructuras son papilas osmoreceptoras que

responden a cambios en la presión osmótica del agua y permiten a

los cocodrilos discriminar entre distintas salinidades (Jackson y

Brooks, 2007).

Figura 1.8 Genealogía de los Crocodylia propuesta por Norell (1989), a la

izquierda y Pough et al., 2004, a la derecha.

En los Alligatoridae, los dientes de la mandíbula inferior no son

visibles cuando el animal cierra la boca, ya que permanecen por

detrás de los dientes del maxilar superior. Por esta misma razón, el

cuarto diente de la mandíbula inferior, que es el que adquiere el

mayor desarrollo, queda oculto al encajar dentro de una oquedad de

la mandíbula superior. Además, no poseen OSI en las escamas

ventrales y la sínfisis mandibular generalmente no llega hasta el

quinto diente.

Los Gavialidae, que en la actualidad están representados por

una sola especie, Gavialis gangeticus, se caracterizan por poseer

un hocico muy largo, con una sínfisis mandibular que se extiende

entre los dientes 23 y 24. El hueso nasal, al contrario que en las

otras familias, no se conecta con el premaxilar. Esta última especie

Los Crocodylia de Venezuela

23

pudiera no estar sola en la familia, ya que con base en estudios

genéticos (Harshman et al., 2003) el falso gavial Tomistoma

schlegelii ha sido considerado como filogenéticamente más cercano

a Gavialis que a los Crocodylidae, familia en que ha sido

generalmente ubicado.

Figura 1.9 Clasificación de los Crocodylia vivientes. Se destacan algunos de

los caracteres que permiten diferenciar a las familias. Los OSI son pequeñas

papilas en las escamas ventrales. Dibujos de las cabezas tomados de CITES

(1995).

Existen también diferencias fisiológicas entre las familias. Los

Crocodylidae, al contrario de los Alligatoridae, poseen glándulas

especializadas en la lengua para la excreción de sales y

mecanismos desarrollados para conservar el agua del cuerpo

durante la eliminación de desechos metabólicos (Leslie y Taplin,

2001). Esto explicaría por qué varias especies de Crocodylidae

son capaces de vivir en ambientes de agua salada, e incluso

C r

o c

o d

y l i a

Gavialidae

Familias

Alligatoridae

El diente No. 4 del hueso dentario se

introduce en un alveolo de la sutura

premaxilo-maxilar. Queda oculto

cuando la boca está cerrada.

El diente No. 4 del hueso maxilar es el

más desarrollado. No posee Órganos

Sensoriales Intertegumentarios (OSI)

en las escamas ventrales.

4to diente

oculto

4to diente maxilar

más desarrolado

Crocodylidae

El diente No. 4 del hueso dentario

encaja en una escotadura lateral

del maxilar superior. Es visible

cuando la boca está cerrada.

El diente No. 5 del hueso maxilar

es el más desarrollado. Posee

OSI en escamas ventrales.

4to diente

visible

5to diente maxilar

más desarrolado

Hocico muy angosto y largo. Al

contrario de las otras familias el

hueso nasal no hace contacto con

los premaxilares. Posee OSI en

escamas ventrales

C r

o c

o d

y l i a

Gavialidae

Familias

Alligatoridae

El diente No. 4 del hueso dentario se

introduce en un alveolo de la sutura

premaxilo-maxilar. Queda oculto

cuando la boca está cerrada.

El diente No. 4 del hueso maxilar es el

más desarrollado. No posee Órganos

Sensoriales Intertegumentarios (OSI)

en las escamas ventrales.

4to diente

oculto

4to diente maxilar

más desarrolado

Alligatoridae

El diente No. 4 del hueso dentario se

introduce en un alveolo de la sutura

premaxilo-maxilar. Queda oculto

cuando la boca está cerrada.

El diente No. 4 del hueso maxilar es el

más desarrollado. No posee Órganos

Sensoriales Intertegumentarios (OSI)

en las escamas ventrales.

4to diente

oculto

4to diente maxilar

más desarrolado

Crocodylidae

El diente No. 4 del hueso dentario

encaja en una escotadura lateral

del maxilar superior. Es visible

cuando la boca está cerrada.

El diente No. 5 del hueso maxilar

es el más desarrollado. Posee

OSI en escamas ventrales.

4to diente

visible

5to diente maxilar

más desarrolado

Crocodylidae

El diente No. 4 del hueso dentario

encaja en una escotadura lateral

del maxilar superior. Es visible

cuando la boca está cerrada.

El diente No. 5 del hueso maxilar

es el más desarrollado. Posee

OSI en escamas ventrales.

4to diente

visible

5to diente maxilar

más desarrolado

Hocico muy angosto y largo. Al

contrario de las otras familias el

hueso nasal no hace contacto con

los premaxilares. Posee OSI en

escamas ventrales

Andrés Eloy Seijas

24

hipersalina, mientras que los Alligatoridae sólo pueden vivir en esos

ambientes de manera temporal o cuando el acceso a localidades

cercanas de agua dulce está garantizado.

En la actualidad se conocen 23 especies de crocodilios vivientes

(Tabla 1.1), aunque hay discrepancia en esta cifra, ya que algunos

autores le dan rango de especies completas a los que otros

consideran sólo subespecies.

Este libro trata acerca de las especies de Crocodylia presentes

en Venezuela, por lo que se sugiere a lectores que quieran conocer

más detalles sobre este grupo o sobre especies de otras regiones,

revisar la literatura citada y las lecturas recomendadas.

BIBLIOGRAFIA RECOMENDADA

BELLAIRS, A. D´A.

1987. The Crocodylia. Pp. 5-7 in: Webb, G. J. W, C. Manolis y P. Whitehead.

(Eds.). Wildlife Management: Crocodiles and Alligators. Surrey Beatty

and Sons Pty Limited in Association with the Conservation Commission of

the Northern Territory. Chipping Norton, NSW, Australia.

GRIGG, G., F. SEEBACHER Y C. E. FRANKLIN. (EDS.).

2001. Crocodilian biology and evolution. Surrey Beatty and Sons PTY Limited,

Chipping Norton, NSW, Australia.

MEDEM, F.

1981. Los Crocodylia de Sur América, Vol. I. Los Crocodylia de Colombia.

Editorial Carrera 7a. Ltda, Bogotá. 354 pp.

ROSS, C. A.

1989. Crocodiles and Alligators. Golden Press Pty Ltd. Silverwater, NSW,

Australia.

Los Crocodylia de Venezuela

25

Tabla 1.1 Especies de Crocodylia vivientes (King y Burke, 1989). Se indica el

continente o región (para aquellas de distribución muy restringida) donde se

encuentran. Las especies señaladas con asterisco están presentes en Venezuela.

Familia Género y especie Continente o región

Alligatoridae

Alligator mississippiensis Estados Unidos

Alligator sinensis China

Caiman crocodilus * Centro América y América

del Sur

Caiman yacare América del Sur

Caiman latirostris América del Sur

Melanosuchus niger América del Sur

Paleosuchus palpebrosus * América del Sur

Paleosuchus trigonatus * América del Sur

Crocodylidae

Crocodylus acutus * América

Crocodylus cataphractus África occidental

Crocodylus intermedius * Venezuela y Colombia

Crocodylus johnsoni Australia

Crocodylus mindorensis Filipinas

Crocodylus moreletii México, Guatemala, Belice

Crocodylus niloticus África

Crocodylus novaeguineae Indonesia, Papua N. Guinea

Crocodylus palustris Sub-continente Indio

Crocodylus porosus Asia, Australia

Crocodylus rhombifer Cuba

Crocodylus siamensis Sureste asiático, Indonesia,

Malasia

Osteolaemus tetraspis África occidental

Tomistoma schlegelii Tailandia, Indonesia, Malasia

Gavialidae Gavialis gangeticus Sub-continente Indio

Nota: McAliley et al. (2006) han señalado que el nombre de género válido del

cocodrilo de hocico agudo de África C. cataphractus es Mecistops y no Crocodylus.

Por su parte, Harshman et al., 2003, señalan que T. schlegelii forma un grupo hermano

con G. gangeticus.

Andrés Eloy Seijas

26

Los Crocodylia de Venezuela

27

CAPÍTULO 2

LOS CROCODYLIA DE VENEZUELA

En la introducción ya se mencionaron las cinco especies de

Crocodylia presentes en Venezuela. Para referirse a este grupo se

usará el término “crocodilios”. Para las familias se emplearán las

expresiones aligatóridos y crocodílidos. A lo largo del libro se

usaran, en la medida de lo posible, los nombres vernáculos o

comunes con que se conocen a estas especies en el país, todos

ellos ya bien arraigados en la literatura técnica.

El término “caimán” se usará para referirse tanto a Crocodylus

intermedius como a Crocodylus acutus. Los añadidos “del

Orinoco” y “de la costa” que se usan en la literatura especializada

en Venezuela para separar a estas especies son relativamente

recientes y ya están bien arraigados en el habla popular. La

palabra “caimán” es de origen caribe, lo que explica que se use

ampliamente en países como Colombia, Panamá, República Domi-

nicana y Cuba para referirse a C. acutus. Los caimanes de

Venezuela son verdaderos cocodrilos, por lo cual también pueden

ser llamados de esa manera. En la literatura en inglés se usan los

nombres de “Orinoco crocodile” y “American crocodile” para

estas especies.

El término “baba” o “babo” se usará para señalar a Caiman

crocodilus. A esta especie se le denomina babilla en la parte

occidental de la cuenca del lago de Maracaibo, probablemente por

influencia colombiana, donde a este crocodilio se conoce con dicho

nombre. Las expresiones más frecuentes para mencionar a la baba

en inglés son “Spectacled caiman” y “Common caiman”.

Andrés Eloy Seijas

28

La coincidencia entre el nombre científico de la baba y el

nombre común de los Crocodylus es, en la actualidad, causa de

gran confusión. Los documentales y programas de entretenimiento

que transmiten a diario por la televisión, y que han sido origi-

nalmente producidos en inglés, hablan de “caimán” cuando se

refieren a la baba, al hacer una traducción textual del nombre que

se le da a este animal en esa lengua. La confusión se ha extendido

a tal punto que el diccionario de la RAE (Vigésima Segunda

Edición) dice que la palabra “caimán” viene del taíno kaiman, pero

por la descripción que hacen del animal se refieren, sin duda, a una

baba. Ahora bien, los taínos eran los aborígenes de las islas de

Cuba y La Española, lugares donde los únicos crocodilios autóc-

tonos son del género Crocodylus (C. acutus y C. rhombifer). No es

posible que los taínos le hayan dado nombre a un animal que no

conocían (la baba, en este caso).

Hay razones culturales y de identidad para insistir en el uso del

término “caimán” al hablar de los cocodrilos de Venezuela y del

Caribe. En todos los países que abarca el área de distribución

histórica de C. acutus y C. intermedius, existen numerosos

topónimos como “Punta caimán”, “Paso de caimán”, “Puerto

caimán” o, simplemente, “Caimán”. Muchos de esos nombres de

lugares son muy antiguos, con seguridad anteriores al momento en

que Johann Baptist Ritter von Spix, en 1825, tuviera la ocurrencia

de usar ese nombre como género para un Aligatórido. Los luga-

reños que dieron nombres a esos sitios, con seguridad se referían a

cocodrilos. Por otra parte, numerosos dichos y refranes mencionan

al caimán, con indiscutible referencia a los cocodrilos. Canciones

conocidísimas como la del “caimán que se va para Barranquilla” o

la del “caimán de más de una cuadra” que señala Simón Díaz, se

refieren también, sin duda a los grandes cocodrilos.

Por otro lado, el caimán conocido como “el espanto del

Bramador” que Pajarote y María Nieves, los personajes de la

novela Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, matan en un caño de

Apure no era, en absoluto, una baba. En la versión al inglés de la

mencionada novela, traducida en 1948 por Robert Malloy, usan la

expresión “alligator” por caimán y “alligator hunting” por

Los Crocodylia de Venezuela

29

cacería de caimanes, lo cual es poco menos que una aberración; lo

correcto hubiera sido “crocodile” y “crocodile hunting”, respec-

tivamente.

La fuerza poderosa de la televisión obligará, en un futuro no

muy lejano, a usar la expresión “cocodrilo” al mencionar exclu-

sivamente a las especies del género Crocodylus, pero no será este

libro el que contribuya a acelerar ese proceso de pérdida cultural.

Los Paleosuchus son tan poco conocidos que no existen nom-

bres comunes de amplio uso con que referirse a ellos, como no

sean las denominaciones, por lo demás poco difundidas, que puedan

recibir de pueblos indígenas. La etnia Yaruro, por ejemplo, que

habita las márgenes del río Capanaparo, usa el nombre “aricué”

para la especie P. palpebrosus. La literatura científica ha impuesto

la expresión “babo morichalero” con que se refieren a esa especie,

según Godshalk (1982), algunos habitantes del sur de Apure.

También se usa la expresión “babo(a) negro(a)” la cual se usará

en este libro exclusivamente para P. trigonatus. En inglés se usan

las expresiones de “dwarf caiman” y “smooth fronted caiman”

para referirse a estas especies, así como “Cuvier´s smooth-

fronted caiman” para señalar a P. palpebrosus y “Schneider´s

smooth-fronted caiman” para P. trigonatus.

Para facilitar la descripción de las características morfológicas

de las especies de Venezuela, se presentan los dibujos de la Figura

2.1. Como fuente para la descripción de la escamación, se consultó

principalmente a Brazaitis (1973), Medem (1983) y CITES (1995),

así como anotaciones propias del autor.

SINOPSIS SOBRE LAS ESPECIES DE CROCODYLIA DE

VENEZUELA

La Baba (Caiman crocodilus)

Es probablemente la especie de Crocodylia más abundante del

mundo. Es, asimismo, una de las de más amplia distribución

Andrés Eloy Seijas

30

geográfica. Se encuentra desde la latitud 16º 20’ N en México

hasta la latitud 34º 00’ S en Paraguay y Argentina (Gorzula y

Seijas, 1989) aunque la mayoría de los autores señalan que las

poblaciones más al sur (Bolivia, Paraguay, Argentina) pertenecen a

Caiman yacare. La baba habita también en la isla de Trinidad y ha

establecido poblaciones al sur de la península de la Florida

(EE.UU), en Cuba y en Puerto Rico (Varona, 1976; Ellis, 1980;

Watlington, 2002).

Se han descrito distintas subespecies de C. crocodilus, de las

cuales C. c. crocodilus sería la de más amplia distribución en

Venezuela, mientras que C. c. fuscus estaría restringida en este

país a la cuenca del lago de Maracaibo y los ríos que drenan hacia

la costa de los estados Zulia, Falcón, Yaracuy y Carabobo

(Medem, 1981; Gorzula y Seijas, 1989). Prácticamente, no existen

estudios que apoyen con datos esta supuesta separación geográfica.

Se requiere de investigaciones que determinen las diferencias o

semejanzas entre las poblaciones de babas del país y que dibujen

de manera más clara la distribución de las subespecies. Por

ejemplo, no se tienen información sobre las poblaciones de

babas de la región costera oriental del país y, por lo tanto, sobre sus

afinidades con algunas de las subespecies mencionadas. Las

localidades para la que existen estudios ecológicos de C. crocodilus

con algún grado de detalle sobre la abundancia y estructura

poblacional se muestran en la Figura 2.2.

Características físicas

La baba es un crocodilio de pequeño tamaño. La talla al nacer

está alrededor de 22-25 cm de longitud total (LT). Se ha señalado

una talla máxima para los machos de 2,50-2,80 m (Brazaitis, 1973;

Ayarzagüena, 1983; Thorbjarnarson, 1990), mientras que las

hembras generalmente no superan 1,80 m (o 0,90 m de longitud

cabeza-cloaca, LCC). Todas estas dimensiones corresponden a las

babas de los llanos. Las babas de la región noroccidental del país

son más pequeñas. La hembra más grande capturada en el Zulia

por Barros (2003), por ejemplo, midió aproximadamente 1,50 m de

LT (0,74 m de LCC).

Los Crocodylia de Venezuela

31

Figura 2.1 Nombre de los diferentes grupos de escamas que se usarán para

describir a cada uno de los crocodilios de Venezuela. Se muestra además la

forma como se disponen los Órganos Sensoriales Intertegumentarios (OSI) en

las escamas ventrales, presentes en los crocodílidos pero no en los aligató-

ridos. Dibujos tomados de CITES (1995).

Por ser un aligatórido, sólo los dientes de la mandíbula superior

son visibles cuando la baba tiene la boca cerrada y no posee

órganos sensoriales inter-tegumentarios (OSI) en las escamas

ventrales. Presenta un característico borde transversal anterior a los

ojos, que se extiende entre las órbitas oculares, lo cual ha

justificado el apelativo de “caimán de anteojos” (Spectacled

caiman, en inglés) con que se le señala en la literatura (Ayarza-

güena, 1983) (Fig. 2.3).

Escamación

Con base en una muestra de babas de la región costera (desde

la cuenca del lago de Maracaibo hasta Yaracuy) y de individuos de

Andrés Eloy Seijas

32

los llanos occidentales, se elaboró un cuadro comparativo sobre el

patrón de escamación de la baba (Tabla 2.1.). No fue posible

comparar el número de filas en la cresta caudal sencilla (CCS) de

ambos grupos de babas debido a la alta proporción de animales con

mutilaciones en la cola; sin embargo, no parece haber diferencias.

El número de CCS en babas con cola aparentemente completa

estuvo entre 19 y 24 en ambos grupos.

Figura 2.2 La baba es el crocodilio de más amplia distribución en el país.

Ocupa principalmente cuerpos de agua por debajo de los 300 m.s.n.m.

Caiman crocodilus crocodilus sería la subespecie que habita las cuencas

del Orinoco y del Esequibo; C. c. fuscus ha sido señalada para la cuenca

del lago de Maracaibo y las tierras bajas de Falcón, Lara, Yaracuy y

Carabobo (áreas con líneas diagonales en el mapa). Se indican las

localidades donde se han realizado estudios ecológicos que trascienden la

sola determinación de presencia y abundancia relativa.

Los Crocodylia de Venezuela

33

Figura 2.3 Cabeza de una baba donde se observa uno de los detalles más

distintivos de la especie: la arista entre los ojos. Esa característica es

suficiente para distinguirla de los otros crocodilios de Venezuela.

Ya se señaló que, de acuerdo con Donoso-Barros (1965) y

Medem (1983), las babas de la región costera, desde la desem-

bocadura del río Yaracuy hasta la cuenca del lago de Maracaibo,

pertenecerían a la subespecie fuscus, mientras que las de los llanos

pertenecerían a la subespecie crocodilus. Pese al desbalance en el

tamaño de la muestra analizada, los datos presentados en la Tabla

2.1, no permiten inferir que exista un rasgo que por sí solo permita,

de manera absoluta, ubicar a un ejemplar determinado en uno de

estos grupos de babas. No obstante, desde el punto de vista

estadístico se puede afirmar que, como grupo, las babas costeras

poseen menos filas de escamas dorsales y ventrales que las

llaneras, así como mayor número de CCD. Más adelante, en el

Andrés Eloy Seijas

34

Capítulo 4, se verá que las babas de la costa presentan un hocico

relativamente más ancho y corto que las de los llanos.

Hábitat

En Venezuela, la baba ocupa una amplia variedad de ambientes

acuáticos por debajo de 300 m.s.n.m pero hay registros de ejem-

plares localizados en cuerpos de agua ubicados a 800 m. de altitud

(Gorzula y Paolillo, 1986). Se ha señalado su presencia en ríos,

quebradas, madreviejas, lagos, planicies inundables, embalses, prés-

tamos y canales (Gorzula y Seijas, 1989). Es una especie esen-

cialmente dulceacuícola, pero que en ocasiones puede ocupar

ambientes de manglares con agua salobre. Durante el trabajo de

evaluación de las poblaciones del caimán de la costa en la región

costera de Venezuela, entre los años 1980-1986 (Seijas, 1986b) se

observaron babas en los Canales de río Chico, en aguas con

salinidad de 7-8 ppm y en Morrocoy, con salinidad de 25 ppm.

La distribución y abundancia actuales de la baba pueden

deberse a la expansión hacia zonas donde los grandes caimanes

(Crocodylus acutus y C. intermedius) fueron exterminados o

extremadamente reducidos en número debido a la cacería comercial

(Medem, 1981, 1983; Seijas, 1986b; Thorbjarnarson, 1990) y a la

creación de nuevos ambientes acuáticos para satisfacer necesidades

humanas (Rivero-Blanco, 1974; Seijas et al., 1989). En el primer

caso, la erradicación de los grandes cocodrilos debe haber signifi-

cado un alivio de la presión ejercida por esos formidables

competidores-depredadores que mantenían las poblaciones de C.

crocodilus reducidas. En el segundo caso, la construcción de

embalses, la modulación de sabanas, la interrupción de caños con

tapas y terraplenes para almacenar agua para el ganado y la creación

de líneas de préstamos a lo largo de las carreteras, ha puesto a la

disposición de esta especie nuevos hábitats que colonizar.

Reproducción

Como en todos los crocodilios, los machos de C. crocodilus

alcanzan mayor tamaño que las hembras. Este hecho produce una

Los Crocodylia de Venezuela

35

Tabla 2.1 Patrón de escamación de babas de la región costera y llanos

occidentales de Venezuela. Se presenta el porcentaje de aparición de cada

tipo de patrón. Para los análisis estadísticos (tablas de contingencia) se

agruparon categorías de ser necesario.

Tipo de escamas

Frecuencia (%)

Babas llanos

occidentales

Babas

región

costera

Filas de escamas post-

occipitales (para ambos grupos,

la primera fila con 6 a 8

escamas más grandes)

X 2 = 0,043; P = 0,836 n.s.

Dos

Tres

55,9

44,1

(n=34)

58,3

41,7

(n=36)

Filas de escamas dorsales

X 2 = 16,0; P = 0,0003

17

18

19

20

0

21,7

72,3

6,4

(n=47)

4,4

50,0

43,4

2,2

(n=136)

Filas en cresta caudal doble

X 2 = 53,1; P< 0,001

11

12

13

14

15

0

28,3

57,6

14,1

0

(n=92)

0,7

3,6

38,0

50,4

7,3

(n=137)

Filas ventrales

X 2 = 11,97; P = 0,0175

19-20

21

22

23

24

25-26

6,5

30,4

43,5

15,2

4,3

(n=46)

21,2

35,6

31,8

11,4

0

(n=132)

marcada diferencia en la proporción de sexos de algunos grupos de

tamaño. En los llanos, las babas mayores de 180 cm de LT, por

ejemplo, son machos, mientras que el grupo de tamaños compren-

dido entre 120-180 cm de LT está mayoritariamente formado por

hembras. Con excepción de la diferencia máxima de tamaños, no

parece existir dimorfismo sexual en la especie, aunque Ayar-

zagüena (1983) señaló que las hembras por él examinadas tenían

ojos proporcionalmente más redondeados y grandes que los machos.

Andrés Eloy Seijas

36

Rivero-Blanco (1974) y Pérez-Talavera (1999) reportaron hem-

bras reproductivamente activas con LT de 110 cm. Hembras

adultas con tallas menores que la señalada han sido reportadas o

sugeridas y pudiera tratarse de casos excepcionales o medidas de

individuos con la cola rota. Para evitar errores es preferible

presentar los datos de talla en LCC. La talla mínima reproductiva

encontrada por Staton y Dixon (1977) fue 67,7 cm de LCC, la

reportada por Ayarzagüena (1983) fue de 61,4 cm de LCC,

mientras que Thorbjarnarson (1990) indicó 60,0 cm de LCC. Una

hembra con esta última talla, capturada en el Módulo Experimental

de Mantecal (Apure) en 1978, mostró un desarrollo incipiente de

huevos (Seijas, 1979).

La cronología de anidación de C. crocodilus guarda una

estrecha relación con el régimen de lluvias de cada región. La

estrategia básica de reproducción en los llanos de Venezuela

consiste en anidar a mitad de la época lluviosa, de manera que las

crías nazcan al final de dicha estación o a comienzos del periodo

seco, cuando todavía permanecen muchos cuerpos de agua. Existen

pocos datos que permitan definir con claridad la cronología repro-

ductiva en regiones del país donde la estación de lluvias es muy

prolongada, como por ejemplo al sur del lago de Maracaibo o en

cuerpos de agua de zonas áridas con más de un pico de lluvias o

periodos lluviosos de menor duración, como ocurre en gran parte

de la región costera.

La baba construye sus nidos en lugares aledaños a los cuerpos

de agua, con materia vegetal viva o muerta, restos orgánicos en

descomposición y tierra que son arrastrados con las patas traseras

hasta formar un montículo. El material usado para construir el nido

depende de las características del área en que se encuentra la

baba. Hojas de gramíneas y otras plantas, pequeñas ramas,

fragmentos de corteza de árboles, entremezclado con el humus de

la capa superficial del suelo son los materiales más comunes de

encontrar.

En los llanos inundables la construcción de nidos comienza

cuando las aguas han alcanzado su máximo nivel. La temporada de

postura abarca agosto y septiembre en el hato El Frío, estado

Los Crocodylia de Venezuela

37

Apure (Ayarzagüena, 1983), de agosto a octubre en el hato

Masaguaral, estado Guárico (Staton y Dixon, 1977; Thorbjarnarson,

1990) y de septiembre a octubre en Caicara del Orinoco, estado

Bolívar (Pérez-Talavera, 1999). No existe información precisa sobre

la cronología de anidación de las babas en la región norte costera

de Venezuela. Es probable que el período de postura en la región

sur del lago de Maracaibo, con una muy corta estación seca, sea

mucho más amplio del que ocurre en los llanos. Barros (2003)

aportó información sobre tres nidadas en zonas aledañas a las

Ciénagas de Juan Manuel. Por el avance del estado de incubación

de los huevos observados, este último autor concluyó que el periodo

de desove ocurre entre julio y septiembre, coincidiendo con la

época de mayor precipitación en la zona. El comienzo de la

anidación podría iniciarse incluso antes, si tomamos en cuenta que

una hembra de esa misma localidad sacrificada en mayo de 1980

(Seijas, datos sin publicar), poseía huevos en formación en su oviducto.

El periodo de incubación dura de 70 a 75 días de acuerdo con

Staton y Dixon (1975). Thorbjarnarson (1990); sin embargo,

encontró que la duración promedio de este proceso, para 58 nidos

por él estudiados, fue de 81,8 días con pequeñas variaciones

dependiendo del tipo de microhábitat que ocupaban (ciénagas,

bosques, terraplenes o palmares). Dada la extensión del período de

apareamientos y anidación, la temporada de nacimiento de las crías de

babas en los llanos abarca desde mediados de octubre hasta diciem-

bre, con un pico en el mes de noviembre (Staton y Dixon, 1977).

Existe bastante información sobre el número de huevos por nido

(h/n). Rivero-Blanco (1974) señaló un promedio de 29,1 h/n

(n=164); Staton y Dixon (1977) 28,6 h/n (n= 30); Ayarzagüena

(1983) 30,4 h/n (n=45) y Pérez-Talavera (1999) encontró 29,6 h/n

(n=25). Velasco et al. (1996) reportaron promedios desde 26,6

hasta 32,4 para distintas regiones ecológicas de los llanos, con un

promedio global de 30,8 h/n (n=864).

En contraste con las cifras anteriores, Thorbjarnarson (1990)

reportó un promedio relativamente bajo de 22,2 h/n (n=154). Los

datos de este autor pueden ser comparados con los encontrados

por Rivero-Blanco (1974) (Fig. 2.4) quien trabajó en la misma

Andrés Eloy Seijas

38

región. Las diferencias en la distribución de frecuencias publicadas

en estos trabajos son estadísticamente significativas (X 2=111;

P<0,0001). El menor promedio encontrado por Thorbjarnarson

(1990) pudiera deberse a que él muestreó una población relativa-

mente más joven que las de los otros autores, si tenemos en

cuenta su señalamiento de que durante los años 1985-1986 la

población de babas del hato Masaguaral experimentó un consi-

derable incremento en el número de babas hembras en edad

reproductiva.

Figura 2.4 Distribución de frecuencia de número de nidos de babas de

acuerdo con el número de huevos encontrados en ellos. Se observa como

los datos de Thorbjarnarson se desplazan a la izquierda con respecto a

los de Rivero-Blanco. Quizás los datos de Thorbjarnarson fueron tomados

de una población relativamente más joven.

0

10

20

30

40

50

60

No

. d

e n

ido

s

≤10 11-15 16-20 21-25 26-30 31-35 36-40 >=41

Rivero-Blanco (1974)

0

10

20

30

40

50

60

No

. d

e n

ido

s

≤10 11-15 16-20 21-25 26-30 31-35 36-40 >=41

Thorbjarnarson (1990)

No. de huevos por nido

0

10

20

30

40

50

60

No

. d

e n

ido

s

≤10 11-15 16-20 21-25 26-30 31-35 36-40 >=41

Rivero-Blanco (1974)

0

10

20

30

40

50

60

No

. d

e n

ido

s

≤10 11-15 16-20 21-25 26-30 31-35 36-40 >=41

Thorbjarnarson (1990)

No. de huevos por nido

Los Crocodylia de Venezuela

39

El menor número de huevos en un nido que ha sido reportado

es de cuatro (Thorbjarnarson, 1990) y el máximo 48 (Rivero-

Blanco, 1974). La diferencia en el tamaño de la nidada depende

del tamaño de la hembra, ya que hembras más grandes tienden a

poner mayor número de huevos (Thorbjarnarson, 1990).

El tamaño de la nidada pudiera depender también de las

características ecológicas de cada región. Velasco et al. (1996)

encontraron un promedio menor (26,6 h/n; n=137) en los llanos

boscosos y un promedio mayor (32,4 h/n; n=349) en el bajo Apure,

aunque no mencionaron la significación estadística de estas dife-

rencias. A pesar del menor promedio de huevos por nido, estos

autores señalaron que las zonas boscosas contienen mayor cantidad

de nidos que las sabanas abiertas, al disponer de microhábitats más

favorables para la anidación. Thorbjarnarson (1990) encontró que

el tipo de hábitat con mayor cantidad de nidos fue el de las sabanas

con palmas, con los bosques en un distante tercer lugar, después

de los médanos.

Respecto a las babas de la región noroccidental del país, sólo se

tienen los datos de Barros (2003), quien localizó tres nidadas en las

Ciénagas de Juan Manuel, estado Zulia, con 24, 29 y 30 huevos.

Los Paleosuchus

El género Paleosuchus posee dos especies: el babo morichalero

(P. palpebrosus) y el babo negro (P. trigonatus). Ambas se

encuentran en el país. Es tan poco lo que se ha investigado sobre

estas especies en Venezuela que gran parte de esta pequeña

sinopsis tiene que basarse en la información disponible para otros

países. Es sólo para los años 2008 y 2009 que se lleva a cabo la

primera investigación ecológica detallada para la primera de estas

especies, por parte de Andrés Pacheco y Gabriel González, quienes

trabajaron en un sector del sur del estado Anzoátegui.

El babo negro se localiza en las cuencas del Orinoco y del

Amazonas, así como en los ríos que drenan hacia el Atlántico entre

Andrés Eloy Seijas

40

los grandes sistemas fluviales mencionados. De acuerdo con las

localidades reportadas de individuos conservados en museos, la

especie se localiza en Venezuela sólo al sur del Orinoco (Fig. 2.5)

(Seijas, 2007a). Existe un registro señalado por Godshalk (1982)

para el río Cinaruco. Desafortunadamente, este autor perdió los

ejemplares colectados, por lo que no es posible determinar si se

trató de un caso de identificación errónea (confundido con P.

palpebrosus). En un par de breves visitas al Cinaruco el 16 de

junio de 2001 y 18 de enero de 2002, se constató la presencia de

P. palpebrosus, pero no la de P. trigonatus.

El babo morichalero se encuentra en cuerpos de agua de las

tierras bajas de las cuencas del Orinoco y del Amazonas, así como

en los ríos que drenan hacia el Atlántico entre los grandes sistemas

fluviales mencionados, pero su distribución se extiende más al sur,

a lo largo del escudo brasileño, hasta las cuencas de los ríos

Paraná y Paraguay, así como en la cuenca del río San Francisco de

los estados de Bahía y Minas Gerais de dicho país (Magnusson,

1992a). El mapa de la Figura 2.5 se muestran los sitios donde la

especie ha sido reportada para Venezuela. Como se observa,

existen localidades tanto al norte como al sur del Orinoco. La

localidad más al norte de P. palpebrosus corresponde al río San

Juan en el estado Monagas (Donoso-Barros, 1966a), en una cuenca

no conectada directamente, en la actualidad, con el río Orinoco.

Características físicas

Los Paleosuchus, por ser aligatóridos, presentan un conjunto de

rasgos similares a los de la baba, entre los que vale la pena

destacar la ausencia de OSI en las escamas ventrales y la

disposición de los dientes. Las dos especies de este género son de

apariencia externa muy similar, por lo que su identificación no es

siempre sencilla. Se distinguen fácilmente de las babas por su

coloración más oscura (por lo que se les da en ocasiones el

nombre de “babos negros”) y por la ausencia de borde transversal

anterior a los ojos, entre las órbitas oculares (llamados por eso

“smooth-fronted caiman”, que prefiero traducir como babas de

frente lisa”). Poseen además un gran desarrollo de los osteo -

Los Crocodylia de Venezuela

41

Figura 2.5 Mapa con localidades donde se ha reportado la

presencia de las especies de Paleosuchus en Venezuela. Note

como para P. trigonatus sólo se conocen localidades al sur y este

del Orinoco (estados Amazonas y Bolívar).

dermos en todo el cuerpo y sus escamas dorsales, particularmente

las de la nuca (o cervicales), son muy prominentes y de bordes

muy rígidos y filosos.

P. trigonatus es un aligatórido pequeño, con longitudes máximas

reportadas de 2,26 y 2,20 m de LT (Medem, 1967, 1981; Mag-

nusson, 1992b). Los machos generalmente no exceden 1,70 m y las

hembras raramente miden más de 1,40 m (Magnusson, 1992b). P.

palpebrosus es el más pequeño de los crocodilios vivientes. La

longitud máxima reportada para los machos es algo mayor de 1,72

m y de 1,23 m para las hembras (Medem, 1967).

Una característica del cráneo que permite distinguir al género

Paleosuchus de los otros crocodilios, es que el par de orificios o

Andrés Eloy Seijas

42

ventanas (fenestraes) supratemporales, en la tabla craneal, están

muy reducidos o completamente cerrados (obliterados) en los

ejemplares adultos. (Fig. 2.6).

Figura 2.6 Vista dorsal de cráneos de Paleosuchus palpebrosus (arriba) y P.

trigonatus (abajo). Observe como las aberturas supratemporales (fenestraes

supratemporalis) están completamente cerradas en la primera de estas

especies pero se observan aun vestigios, incluso en los ejemplares adultos ,

de la segunda. Comparar con la Figura 1.5.

Existen varios trabajos en los cuales se describen rasgos físicos

distintivos de los Paleosuchus así como las características prin-

cipales que distinguen a las dos especies de este género (Brazaitis,

1973, Magnusson 1992a,b; Medem, 1967, 1981; Seijas, 2007a).

Algunos de los rasgos específicos que se mencionan tienen que ver

con la coloración, o con medidas de estructuras craneales que no

están a la vista y son de poca utilidad cuando se analizan animales

Los Crocodylia de Venezuela

43

preservados en los museos. Respecto a la coloración, por ejemplo,

se puede señalar que P. trigonatus es en general más oscuro que

P. palpebrosus. En este aspecto es particularmente notoria la

apariencia rojiza de la cabeza de la primera de estas especies,

principalmente en la cubierta externa del oído, que luce más bien

oscura en el babo negro.

La cabeza de P. palpebrosus tiene apariencia más robusta, con

aristas rostrales (cantus rostralis) bien definidas y punta del hocico

levantada. Esas son características diagnósticas que lo separan

claramente de P. trigonatus, pero tienen el inconveniente de que

sólo pueden ser bien apreciadas cuando se observan ejemplares de

ambas especies a la vez. Otro rasgo muy distintivo es la presencia

de una franja más oscura a lo largo de la parte media del hocico

en P. trigonatus, la cual no está presente en P. palpebrosus (Fig.

2.7). Estas y otras características se describen en mayor detalle en

la Tabla 2.2.

Figura 2.7 Algunos rasgos que permiten separar a las dos especies del

género Paleosuchus. Los porcentajes se refieren al número de individuos que

presentan la característica. Las figuras son modificaciones a partir de

originales en Natterer (1841) y Medem (1967).

Andrés Eloy Seijas

44

Tabla 2.2 Cuadro comparativo con características externas que permiten

diferenciar a P. trigonatus de P. palpebrosus (Seijas, 2007). La Figura 2.7

se ilustran algunas de esas características.

Característica Paleosuchus trigonatus Paleosuchus palpebrosus

Escamas post-

occipitales

Usualmente una sola fila

de escamas.

Dos (raramente menos) filas

de escamas.

Escamas nucales

(cervicales)

Suma del número de

escamas en la cuatro

primeras filas general-

mente menor a 10.

Suma del número de escamas

en la cuatro primeras filas

generalmente mayor a 10.

Número de filas

de escamas dor-

sales en la re-

gión sacra con

sólo dos escamas

Al menos una Ninguna

Últimas crestas

caudales dobles

Dos o menos de las

crestas finales hacen

contacto en la línea media

Tres o más de las crestas

finales hacen contacto en la

línea media

Número de es-

camas en la fila

ventral media

14 ó menos 14 ó más

Aspecto general

de la cabeza

Muy triangular y aguda.

Deprimida. Punta del

hocico angosta y no

levantada.

Apariencia menos aguda que

en P. trigonatus. Punta del

hocico levantada.

Aun teniendo como guía la tabla y figuras anteriores, la sepa-

ración de estos animales es a veces complicada (Seijas, 2007a).

Las especies se solapan en muchas de las características (Fig. 2.8)

y no se ha encontrado hasta ahora ningún rasgo que, por sí solo,

permita separarlas de manera definitiva. Para la preparación de los

Los Crocodylia de Venezuela

45

gráficos de la figura se analizaron en conjunto los datos aportados

por Medem (1981) con aquéllos recopilados en ejemplares depo-

sitados en distintos museos de Venezuela. Las diferencias más

notorias se encuentran en la sumatoria de escamas en las primeras

cuatro filas nucales, para las cuales P. trigonatus tiene gene-

ralmente nueve o menos y P. palpebrosus 10 ó más. Asimismo, el

babo negro frecuentemente presenta menos escamas en la fila

central del vientre que el babo morichalero. Aunque la muestra es

muy pequeña, ninguno de los P. palpebrosus analizados mostró

filas dorsales con sólo dos escamas en la región sacra. La Tabla

2.3 se compara otros patrones de escamación entre estas dos

especies.

Hábitat

Las dos especies de Paleosuchus habitan principalmente en ríos

y riachuelos en zonas boscosas. P. trigonatus parece estar más

restringido a ese tipo de ambientes que P. palpebrosus, el cual, de

acuerdo con Magnusson (1992a) también ocupa bosques inundados

cercanos a ríos principales, riachuelos de sabanas, lagos aislados y

canales. Ambas especies parecen encontrarse principalmente en

ríos de aguas claras y aguas negras pobres en nutrimentos. Varias

de las localidades de P. palpebrosus al norte del Orinoco corres-

ponden a zonas de bosques de palmares (Mauritia spp) conocidos

como morichales.

Aunque las especies de Paleosuchus son simpátricas en la

mayor parte de su área de distribución, el mapeo de las localidades

conocidas mostrado en la Figura 2.5 sugiere un patrón de sepa-

ración espacial y altitudinal. P. palpebrosus parece estar localizado

con más frecuencia en tierras más bajas que P. trigonatus. Tal

como lo discutieron Gorzula y Paolillo (1986), varios de los registros

de esta última especie corresponden a localidades por encima de

800 msnm y de aguas más frías (Gorzula el al., 1986). De esto se

desprende, que P. trigonatus tiende a ocupar ríos de menor orden

que P. palpebrosus. Investigaciones más detalladas permitirán

determinar si este aparente patrón es sólo aparente, con base en

una información todavía escasa y fragmentada.

Andrés Eloy Seijas

46

Figura 2.8 Porcentaje de individuos de las dos especies de Paleosuchus

que presentan el patrón de escamación considerada. Sólo se muestran

aquellos caracteres en que las especies muestran las diferencias más

marcadas (Seijas, 2007).

Suma de escamas en primeras cuatro filas nucales Filas dorsales entre patas traseras con dos escamas

Número de filas ventrales Número de escamas en fila ventral media

0

10

20

30

40

50

60

Porc

enta

je .

P. palpebrosus (n=34)

0

10

20

30

40

50

60

Porc

enta

je .

6 y 7 8 9 10 11 ó más

P. trigonatus (n=63)

0

20

40

60

80

100

Porc

enta

je .

P. palpebrosus (n=14)

0

20

40

60

80

100

Porc

enta

je .

0 1 2 3 y 4

P. trigonatus (n=19)

0

10

20

30

40

50

Porc

enta

je .

P. palpebrosus (n=37)

0

10

20

30

40

50

Porc

enta

je .

≤19 20 21 22 ≥23

P. trigonatus (n=78)

0

10

20

30

40

50

60

70

Porc

enta

je .

P. palpebrosus (n=34)

0

10

20

30

40

50

60

70

Po

rcen

taje

.

10 y 11 12 y 13 14 15 ó más

P. trigonatus (n=67)

Los Crocodylia de Venezuela

47

Tabla 2.3 Frecuencia de distintos patrones de escamación en las especies

de Paleosuchus. Dada la escasez de información para estas especies en

Venezuela, se incluyen datos de Colombia, tomados de Medem (1981).

Frecuencia

Escamación

Número de filas

o escamas P. palpebrosus P. trigonatus

Significancia

estadística

Filas Escamas post-

occipitales (EO)

1 1 19 X 2 = 12,9;

P<0,001

1 g.l

2 49 66

3 0 1

Filas Escamas

Nucales (EN)

(o cervicales)

3 0 1 X 2 = 32,8;

P<0,001

1 g.l

4 4 46

5 44 37

6 1 2

Sumatoria de

escamas en 4

primeras filas EN

7 ó menos 0 7

X 2 = 72,3;

P<0,001

5 g.l

8 1 14

9 2 34

10 16 8

11 6 0

12 ó más 9 0

Filas Dorsales (D)

16 0 1

X 2 = 14,5;

P<0,001

2 g.l

17 0 10

18 37 54

19 1 14

20 1 1

Filas D con 2

escamas en región

sacra

0 14 3 X 2 = 29,1;

P<0,001

1 g.l

1 0 10

2 0 4

3 0 1

4 0 1

Número de escamas

en la fila D media

5 0 2

X 2 = 30,9;

P<0,001

1 g.l

6 4 44

7 1 15

8 21 5

9 5 0

10 2 1

Filas Cresta Caudal

Doble (CCD)

8 0 1

X 2 = 1,98; P=0,16

1 g.l

No significativo

9 21 35

10 45 49

11 2 1

CCD en contacto

En línea media

0 1 2

X 2 = 8,65;

P=0,003

1 g.l

1 1 7

2 4 9

3 6 1

Filas Cresta Caudal

Sencilla (CCS)

Cola rota 32 18 No se realizó análisis

estadístico. Ver

comen-tarios en el

texto

15 a 17 0 15

18 1 22

19 8 14

20 16 2

21-22 12 0

Andrés Eloy Seijas

48

Reproducción

No hay un solo dato sobre los aspectos reproductivos de los

Paleosuchus en Venezuela. La información que se resume aquí

está basada en la también relativamente escasa literatura que existe

para estas especies en otros países.

Magnusson y Lima (1991) señalaron un inicio de la edad

reproductiva de 11 años para las hembras y de 20 años para los

machos de P. trigonatus. No existe información al respecto sobre

P. palpebrosus. Ambas especies construyen nidos de montículo

con material vegetal y lodo, de manera similar a la baba. El

número de huevos promedio por nidada de los Paleosuchus es

bajo, como se esperaría de especies de crocodilios de pequeño

tamaño: 15,1 y 13,3 huevos por nido para P. trigonatus y P.

palpebrosus respectivamente (Thorbjarnarson, 1996).

La fraccionada información disponible permite especular que las

estrategias reproductivas de las dos especies de Paleosuchus sean

distintas. Los datos aportados por Magnusson y Lima (1991) y

Magnusson (1992a) para zonas del Amazonas central, permiten

presumir que la época de anidación de P. trigonatus se inicia en

los períodos secos del año, para que las crías nazcan, después de

un periodo de incubación que supera los 100 días, en los primeros

meses de la época lluviosa. Esto contravendría el patrón supues-

tamente generalizado de que las crocodilios que depositan sus

huevos en montículos lo hacen en los períodos de máxima inun-

dación, para evitar la pérdida de nidadas debido a la elevación de

las aguas. Un aspecto importante que debe investigarse en el

futuro es como esta especie, a elevaciones tan altas como en las

que es posible encontrarla, logra conseguir una temperatura ade-

cuada para la incubación de los huevos y si existe alguna depen-

dencia a una fuente externa de calor, como por ejemplo montículos

de termitas, como han señalado Magnusson et al. (1990).

En el caso de P. palpebrosus, de los datos de Medem (1981)

para localidades de los llanos colombianos, se infiere que la

estrategia de esta especie es similar a la de la baba. Es decir, la

Los Crocodylia de Venezuela

49

postura de los huevos ocurriría a mediados del período lluvioso y el

nacimiento de las crías al final de las lluvias o comienzo del

período seco.

El caimán de la Costa (Crocodylus acutus)

Es una de los especies de la familia Crocodylidae de más

amplia distribución en el mundo. Los registros históricos de

distribución van desde 27º de latitud norte, en la Península de la

Florida, en los Estados Unidos de América, hasta 3º 30’ de latitud

sur en el río Tumbes, en Perú (LeBuff, 1957; Ross, 1998;

Thorbjarnarson, 1989). Dentro de esos amplios límites, la especie se

haya confinada principalmente a ambientes acuáticos cercanos a la

costa en la vertiente de los océanos Atlántico y Pacífico. Sin

embargo, se conoce que habitaba, y probablemente aún habita, en

algunos ríos a muchos kilómetros de la costa. Por ejemplo, existen

datos que indican que esta especie se localiza todavía en el río

Bogotá, un afluente del Magdalena en Colombia, a más de 700 km.

en línea recta desde la desembocadura de este río en el mar

Caribe (Barrera, 2004) y anteriormente mucho más arriba, hacia las

cercanías de la ciudad de Neiva, a unos 900 km del mar en el

mismo río (Medem, 1981). Por otra parte, Schmidt (1924) reportó

esta especie para el lago Yohoa en Honduras, sobre 600 m.s.n.m y

también existen registros de individuos observados a 1220 msnm en

México (Thorbjarnarson, 1988). C. acutus ha sido reportado para

17 países de la región, entre ellos los países islas de Cuba, Jamaica

y Haití-República Dominicana (Española). Esta amplia distribución

justificaría plenamente el nombre común de ‘cocodrilo americano’

con que se ha venido llamando a esta especie.

El caimán de la costa fue sometido durante el siglo XX a una

serie de factores adversos que provocaron su extinción en nume-

rosas localidades y disminuyeron sus poblaciones en el resto de su

área de distribución en la región norte-costera de Venezuela. La

disminución de la abundancia poblacional de C. acutus se debió, en

primer lugar, a la explotación irracional con fines comerciales a que

fue sometido entre 1929 y comienzos de los años sesenta del siglo

Andrés Eloy Seijas

50

pasado, periodo en que quedó completamente agotado como

recurso (Mondolfi, 1965; Medem, 1983). Sin embargo, la mayor

amenaza actual consiste en la persistente pérdida de hábitat. En la

región norte costera de Venezuela se concentra la mayoría de su

población humana. Un anárquico crecimiento industrial y urbanístico

ha traído consigo la destrucción de zonas de manglares, la

desecación de ciénagas y albuferas, la contaminación y disminución

de los caudales de los ríos costeros; todos ellos hábitats esenciales

del caimán de la costa.

Sobre la base de registros históricos y a datos obtenidos desde

1980 (Seijas, 1986c, 1990), se constata que el área de distribución

de C. acutus en Venezuela abarcaba toda la cuenca del lago de

Maracaibo, la cuenca caribeña (incluyendo la isla de Margarita) y

el sur de la península de Paria, en Sucre (Fig. 2.9).

La región que va desde la desembocadura del río Ocumare, en

el estado Aragua, hasta Cabo Codera, en el estado Miranda posee

ríos muy cortos y pocas áreas propicias para el establecimiento de

poblaciones grandes de caimanes, pero quizás en el pasado, cuando

las poblaciones humanas eran escasas, diversas localidades a lo

largo de esa franja costera eran ocupadas por pequeñas pobla-

ciones de caimanes, o por individuos errantes que garantizaban el

flujo genético entre las grandes áreas de distribución de la especie

en el oriente y el occidente del país. En apoyo a esta hipótesis

existe un registro en el museo de la Fundación La Salle en

Caracas, de una cría de unos 30 cm de LT, colectada por

Cornelius Vogl en enero de 1955 en Camurí Chico, en el litoral

central de Venezuela, lo que demuestra que todavía en ese año,

relativamente reciente, había individuos reproductores en esa región.

No existe mucha información sobre el estado poblacional del

caimán de la costa en Venezuela para el momento de la llegada de

los colonizadores españoles, pero la información reciente nos

permiten presumir que la especie era abundante en los ríos

mayores de la cuenca del lago de Maracaibo (Chama, Santa Ana,

Escalante, Catatumbo, por ejemplo) y en ríos que desembocan en

Los Crocodylia de Venezuela

51

la costa caribeña como el Tocuyo, Yaracuy, Tuy, Unare y Neverí,

por mencionar sólo algunos de los más largos. De las crónicas de

siglo XIX sólo tenemos los relatos de Alejandro de Humboldt

(1991) sobre la presencia de la especie en el río Neverí (Anzoá-

tegui) y Aguas Calientes (Carabobo) y de Karl Ferdinand Appun

(Appun, 1961), quien destacó la abundancia de caimanes tanto en la

desembocadura como aguas arriba de los ríos Yaracuy y San

Esteban, este último en el estado Carabobo.

En la década de los 80 del siglo XX se realizó un extenso

estudio para determinar la situación de C. acutus en Venezuela

(Seijas, 1986c) y se constató la existencia de 14 localidades que

todavía presentaban pequeñas poblaciones de la especie. Estudios

posteriores han profundizado en la evaluación del estado poblacional

y en la ecología de este cocodrilo (Seijas, 1988, 1996; Chávez,

1992; Arteaga, 1997, 1998; Arteaga y Gómez, 2000; Urdaneta

2002; Lander, 2003; Barros et al., 2005; Luzardo, 2005; Valeris,

2007; Lander et al., 2008). En el Capítulo 5 se discutirá en más

detalle la situación actual de las poblaciones de esta especie en

Venezuela y se presentará un listado de las localidades principales

con la cifra máxima de individuos reportada en la literatura.

Características físicas

El caimán de la costa es un crocodílido de gran tamaño, con

talla máxima sugerida (aunque nunca comprobada) de 7 m.

(Brazaitis, 1973, Álvarez del Toro, 1974, Schmidt 1924, Medem,

1981). Entre las características más distintivas de la especie resalta,

en primer lugar, su reducido e irregular arreglo de escamas

dorsales, donde usualmente no hay más de cuatro escamas en

ninguna de sus 13 a 18 filas transversales y, en segundo lugar, la

presencia de una elevación de la zona pre-ocular del hocico, que se

manifiesta mejor en los individuos de mayor tamaño (Fig. 2.10).

Estos dos rasgos son suficientes para distinguirlo de cualquier otro

cocodrilo del mundo. Además, presenta una amplia separación entre

las escamas nucales y las dorsales y la sínfisis mandibular se

completa al nivel del quinto diente.

Andrés Eloy Seijas

52

Respecto a la escamación, otra característica importante de C.

acutus es la gran variación en el patrón de escamas nucales (o

cervicales) (Seijas, 2002). En una muestra de 565 individuos

provenientes de distintas localidades de Venezuela, 440 (78%)

presentaban el patrón considerado típico de dos filas, la primera

con cuatro escamas grandes y la segunda con sólo dos. Los

caimanes restantes poseían 19 patrones distintos al típico, en los

que faltaban entre 1 y 4 escamas (Fig. 2.11). Un resumen de las

características de la escamación de 685 C. acutus, provenientes de

numerosas localidades del país, se presenta en la Tabla 2.4.

Figura 2.9 Localización de registros históricos y actuales de Crocodylus

acutus en Venezuela.

Los Crocodylia de Venezuela

53

Figura 2.10 Vista lateral del cráneo de un Crocodylus acutus adulto de la

colección del Museo de la Estación Biológica de Rancho Grande en

Maracay. Note el marcado desarrollo de la elevación pre -ocular, rasgo

que caracteriza a esta especie.

Hábitat

El hábitat principal u óptimo de C. acutus es el río, no en

balde Álvarez del Toro (1974) en su monografía sobre los

Crocodylia de México lo denominó “cocodrilo de río”, para distin-

guirlo de las otras especies de este grupo en ese país, que ocupan

con preferencia otros tipos de ambientes.

No obstante que C. acutus tenga como hábitat óptimo a los

ríos, es una especie de una gran adaptabilidad y ocupa también

estuarios, lagunas costeras y ciénagas de manglares, ambientes

estos de agua salobre, salina o incluso hipersalina (Thorbjarnarson

et al., 2006). Un ejemplo de esto último se presenta en una laguna

costera aledaña a la bahía de Turiamo, estado Aragua, donde

temporalmente las aguas pueden alcanzar salinidades muy altas. Allí

Seijas (1990) reportó, para marzo de 1987, valores de 80-90 partes

por mil, casi tres veces la concentración de sal de las aguas del

mar. En esa localidad de manera recurrente la salinidad puede

superar 60 ppm (Seijas, 1990, Vargas 1993, citada por González-

Fernández, 1999).

Andrés Eloy Seijas

54

Tabla 2.4 Patrón de escamación de C. acutus en Venezuela. El método

para determinar el número que identifica los distintos patrones PO y N

se explica en la figura 2.11.

Patrón de escamación

Individuos silvestres

(n=566)

Hermanos nacidos

en Masaguaral

(n=117)*

Post occipitales (PO)

(%)

Patrón #15: 1 fila de 4

escamas (96%); otros

patrones (4%)

Patrón #15: 1 fila de

4 escamas (98%);

otros patrones (2%)

Nucales (N) (%)

#63 (78%)

#15 (7%)

#31 (7%)

Otros (8%)

#63 (52%)

#15 (27%)

#31 (13%)

Otros (8%)

No. Filas dorsales

(D)(%)

13-14 (4%)

15 (38%)

16 (56%)

17-18 (2%)

13-14 (5%)

15 (48%)

16 (44%)

17-18 (3%)

Filas Cresta Caudal

Doble (CCD) (%)

16 (3%)

17 (50%)

18 (41%)

19-22 (7%)

16 (3%)

17 (47%)

18 (45%)

19-20 (5%)

Filas Ventrales (V) (%)

25 (3%)

26 (19%)

27 (30%)

28 (29%)

29 (16%)

30-31 (4%)

25 (2%)

26 (19%)

27 (27%)

28 (40%)

29 (8%)

30 (3%)

* Los padres de estos hermanos tenían los siguientes patrones:

Post occipitales ♂ y ♀ #15; Nucales ♂ #63, ♀ #15.

Es posible encontrar C. acutus incluso en el mar, ambiente en

que se adentra para movilizarse hacia otros cuerpos de agua, pero

donde es capaz de capturar peces, como se pudo constatar en los

Totumos, cerca de Cabo Codera (Miranda) en 1982. Es interesante

citar la manera como Alejandro de Humboldt reseñaba la ocasional

presencia de caimanes en el mar:

Los Crocodylia de Venezuela

55

“… la boca del Neverí …. está lleno de cocodrilos, que a

veces llevan sus excursiones hasta alta mar, sobre todo en

tiempo calmoso. ….. Se comprende que un animal cuyo

cuerpo está cubierto por una especie de coraza debe ver

con bastante indiferencia la saladura del agua.” (Humboldt,

1991; Tomo II, Pág. 250).

Figura 2.11 Patrones de escamación post-occipital (PO) y nucales (N) de C.

acutus. El diagrama de la izquierda muestra el patrón “típico” con cuatro

escamas PO y seis N. Allí cada escama ha sido etiquetada con un número. Si

todas las escamas están presentes en un individuo, éste queda identificado

con el PO #15 (1+2+4+8=15) y N #63 (1+2+4+8+16+32=63). Si faltan escamas

correspondientes al patrón típico, el individuo queda identificado con la

suma de las escamas presentes. En el centro aparece un caimán nacido en

cautiverio en el hato Masaguaral con el patrón N #14 (2+4+8), por poseer

sólo tres escamas en la fila superior. El de la derecha corresponde a un

juvenil del río Yaracuy, con patrón N #41 (1+8+32). (La fotografía de la

derecha es de Rogelio Samudio).

Andrés Eloy Seijas

56

El grado de adaptabilidad del caimán de la costa a distintos

ambientes se demuestra en el hecho de que prospera en distintos

embalses a lo largo de la costa de Venezuela (Pueblo Viejo en

Zulia; Jatira y Tacarigua en Falcón; Cumaripa en Yaracuy, entre

otros). Ha sido encontrado también en el sistema de canales

artificiales de las cercanías de la población de Río Chico en el

estado Miranda, entre las desembocaduras de los ríos Guapo y Tuy

(Seijas, 1986c, 1990; Babarro, 2011).

Aun cuando el caimán de la costa habita en diversidad de

ambientes, los estudios sobre crecimiento corporal de individuos

recién nacidos capturados en distintas localidades indicaron que en

aguas salobres o salinas, como Turiamo y la Laguna de Tacarigua

y Río Chico, en Miranda, los caimanes presentaron tasas de

crecimiento bajas (0,53 y 0,57 mm/día), en los de embalses como

Pueblo Viejo (Zulia) y Jatira-Tacarigua (Falcón) crecieron a tasas

intermedias (0,84 y 1,04 mm/día, respectivamente), mientras que los

del río Yaracuy crecieron a una tasa de 1,19 mm/día, es decir, más

del doble que en localidades de agua salada (Seijas, 1991a). Dichas

tasas de crecimiento pueden ser tomadas como indicadoras de la

calidad del hábitat para la especie de cada uno de esos ambientes

y apoyan la afirmación de que los ríos representan el hábitat óptimo.

Reproducción

Las hembras de C. acutus depositan sus huevos en huecos que

excavan en los bancos arenosos de las orillas de los ríos o en

playas u otras zonas elevadas cerca de las orillas de los cuerpos

de agua que habitan. En los embalses, donde el sustrato arenoso

es escaso o ausente, las hembras utilizan material más compacto y

duro, pero se desconoce la incidencia que este tipo de sustrato

tiene sobre el éxito de la eclosión. Se ha reportado que C. acutus

también construye nidos de montículo con detritus de material

vegetal, al igual que la baba (Ogden, 1978; Thorbjarnarson, 1990),

pero esto no ha sido observado en ninguna localidad de Venezuela.

Existe escasa información sobre el número de huevos por

nidada para C. acutus en Venezuela. Medem (1983) mencionó

datos anecdóticos de pobladores de la región de Cuare, Falcón,

Los Crocodylia de Venezuela

57

quienes afirmaron que el tamaño de las nidadas está en el orden

de los 20-25 huevos. Estos son precisamente los intervalos seña-

lados por Arteaga y Gómez (2000) para la laguna de Tacarigua.

Para el río Santa Rosa del estado Zulia hay datos de dos nidadas

con 22 y 38 huevos (Valeris, 2007). Thorbjarnarson (1999) aportó

datos de una hembra cautiva en el hato Masaguaral que puso 39 y

42 huevos en los años 1998 y 1999, respectivamente. Las cifras

reportadas por este último autor quizás se acerquen más a los

valores promedios de hembras grandes, si tomamos en cuenta que

en el río Yaracuy se han conseguido grupos de crías recién

nacidas que van de 29 a 34 individuos (Seijas y Chávez, 1991), lo

que sugiere nidadas aún mayores, ya que rara vez todos los huevos

de un nido eclosionan de manera satisfactoria. La cifra promedio que

reportó Thorbjarnarson (1996) para la especie es 35,6 huevos por nido.

Como ocurre en todos los crocodilios, la cronología reproductiva

de C. acutus está estrechamente asociada con el régimen climá-

tico. Sin embargo, debido a la escasez de información y a la gran

variedad de ambientes que esta especie ocupa en Venezuela no es

posible precisar cuáles son las épocas de cortejo, anidación y

eclosión para todas las localidades donde ha sido encontrada. Las

localidades para las que existe mayor información son río el río

Yaracuy, los embalses de Jatira y Tacarigua en Falcón, el Parque

Nacional Laguna de Tacarigua en Miranda, el embalse de Pueblo

Viejo en Zulia y Turiamo, en el estado Aragua.

La fecha de nacimiento de las crías en cada región se puede

inferir a partir de las tallas de individuos capturados en los primeros

meses de vida (Seijas et al., 2008). El método consistió en realizar

análisis de regresión lineal de la longitud total (en mm) de los

caimanes versus los días transcurridos después del 1 de enero del

año en que nacieron. Como en la literatura se señala que los

neonatos de C. acutus tienen una talla comprendida entre los 240

y 270 mm (Álvarez del Toro, 1974; Ogden, 1978; Seijas et al.,

1990), se calculó donde la recta de regresión talla vs fecha

obtenida, cortaba a la línea correspondiente a 255 mm, la talla

intermedia entre las cifras antes señaladas. La fecha obtenida se

consideró, para cada región, como el momento de inicio de la

Andrés Eloy Seijas

58

temporada de eclosiones. Este método permite determinar que en el

embalse de Pueblo Viejo en Zulia, la temporada de nacimientos

ocurre a comienzos de abril. En el río Yaracuy los nacimientos

comienzan algo más tarde, en junio, y en los embalses de Jatira y

Tacarigua de Falcón, a mediados de agosto (Figura 2.12).

Al aplicar el análisis anterior a otras localidades se obtienen las

fechas indicadas en la Tabla 2.5. Es interesante destacar que el

método usado permite también inferir cuál es la tasa de crecimiento

promedio de los caimanes en sus primeros meses de vida. Si

consideramos que el crecimiento inicial de los caimanes es esen-

cialmente lineal, entonces la pendiente del modelo de regresión

arroja un estimado de la tasa de crecimiento (en mm/día) de los

caimanes de cada región. Los datos de la tabla también permiten

estimar la época de anidación de C. acutus en distintas localidades.

Si restamos a esas fechas 86 días (tiempo promedio de incubación

de los huevos en condiciones óptimas) se obtiene el momento en

que ocurriría la construcción de nidos.

Tabla 2.5 Fecha probable de comienzo de la temporada de nacimiento de

crías del caimán de la costa (Crocodylus acutus) en distintas regiones de

Venezuela. Las pendientes de los modelos de regresión permiten estimar la

tasa promedio de crecimiento en longitud total (mm/día) de los individuos

de la población durante los primeros meses de vida.

Región

Probable inicio

temporada de

eclosión

Tasa de crecimiento LT (mm/día)

Promedio*

Error

estándar

Intervalo de confianza 95%

Lím. inferior Lím. superior

Turiamo 5 de marzo 0,5317 0,077 0,377 0,686

Miranda 25 de marzo 0,5717 0,088 0,392 0,752

Zulia 2 de abril 0,8406 0,040 0,762 0,920

Yaracuy 5 de junio 1,1872 0,035 1,117 1,257

Falcón 17 de agosto 1,0363 0,084 0,869 1,203

* Pendiente del modelo de regresión

Los Crocodylia de Venezuela

59

Figura 2.12 Relación entre la longitud total de caimanes en su primer año de

vida y la fecha de sus capturas. La fecha en la cual la recta de regresión corta

la línea de los 255 mm (talla promedio al nacer de C. acutus) se toma como el

momento de comienzo del período de nacimientos. Note como la temporada de

nacimientos coincide con el inicio de las lluvias en cada localidad. La línea

con triángulos representa la precipitación.

Falcón

LT (mm) = 1,0363*Días + 18,394

R2 = 0,6742

225

255

285

315

345

375

405

435

465

495

525

555

585

01-

ene

31-

ene

02-

mar

01-

abr

02-

may

01-

jun

02-

jul

01-

ago

01-

sep

01-

oct

01-

nov

01-

dic

01-

ene

31-

ene

03-

mar

Fecha

LT

(m

m)

0

50

100

150

200

250

300

Pre

cip

itac

ión

(mm

)

Yaracuy-Aroa

LT (mm) = 1,1872*Días + 70,1822

R2 = 0,892

225

255

285

315

345

375

405

435

465

495

525

555

585

01-

ene

31-

ene

02-

mar

01-

abr

02-

may

01-

jun

02-

jul

01-

ago

01-

sep

01-

oct

01-

nov

01-

dic

01-

ene

31-

ene

03-

mar

Fecha

LT

(m

m)

20

70

120

170

220

270

Pre

cip

itació

n (m

m)

Pueblo Viejo

LT (mm) = 0,8406*Días + 178,02

R2 = 0,7452

225

255

285

315

345

375

405

435

465

495

525

555

585

01-

ene

31-

ene

02-

mar

01-

abr

02-

may

01-

jun

02-

jul

01-

ago

01-

sep

01-

oct

01-

nov

01-

dic

01-

ene

31-

ene

03-

mar

Fecha

LT

(m

m)

0

50

100

150

200

250

300

Pre

cip

itació

n (m

m)

Falcón

LT (mm) = 1,0363*Días + 18,394

R2 = 0,6742

225

255

285

315

345

375

405

435

465

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525

555

585

01-

ene

31-

ene

02-

mar

01-

abr

02-

may

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jun

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01-

ago

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sep

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oct

01-

nov

01-

dic

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ene

31-

ene

03-

mar

Fecha

LT

(m

m)

0

50

100

150

200

250

300

Pre

cip

itac

ión

(mm

)

Yaracuy-Aroa

LT (mm) = 1,1872*Días + 70,1822

R2 = 0,892

225

255

285

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555

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ene

02-

mar

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oct

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nov

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dic

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ene

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ene

03-

mar

Fecha

LT

(m

m)

20

70

120

170

220

270

Pre

cip

itació

n (m

m)

Pueblo Viejo

LT (mm) = 0,8406*Días + 178,02

R2 = 0,7452

225

255

285

315

345

375

405

435

465

495

525

555

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01-

ene

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mar

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may

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jul

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sep

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oct

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nov

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dic

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ene

31-

ene

03-

mar

Fecha

LT

(m

m)

0

50

100

150

200

250

300

Pre

cip

itació

n (m

m)

Andrés Eloy Seijas

60

Todas estas cifras y fechas deben ser tomadas como pre-

liminares y podrían ajustarse aún más cuando se recabe más

información. Por ejemplo, hay un dato de una hembra que anidó en

Cuare, en el estado Falcón, el 25 de agosto de 1982, lo cual

parece completamente extemporáneo para la zona. Pero, por otro

lado, Arteaga y Gómez (2000) indicaron que la temporada de

anidación en la laguna de Tacarigua en el estado Miranda, en 1999,

se inició el 23 de marzo, prácticamente idéntica a la señalada aquí.

El caimán del Orinoco (Crocodylus intermedius)

El caimán del Orinoco recibe ese nombre por ser endémico de

la cuenca de dicho río. Esta cuenca se extiende por un amplio

territorio (1.123.000 km2, Taphorn, 1992), que cubre casi tres

cuartas partes de la superficie de Venezuela y cerca de 35% de la

de Colombia (Fig. 2.13).

El área de distribución histórica de Crocodylus intermedius se

restringía principalmente a las tierras bajas, generalmente por

debajo de 300 m.s.n.m. Registros más recientes indican que la

distribución de la especie se extendía aguas arriba en muchos ríos

del piedemonte de los Andes (Ramo y Busto, 1986; Thorbjarnarson

y Hernández, 1992) y en la mayoría de los ríos de la margen

derecha del Orinoco, incluyendo aquellos que transcurren por áreas

de bosques cerrados (Hitchcock, 1948; Franz et al., 1985; Arteaga

et al., 1994). Poco se conoce sobre la distribución histórica del

caimán en el alto Orinoco. Humboldt (1991) indicó que los

caimanes eran comunes en el río Guaviare, afluente de la margen

izquierda de este río, pero que faltaban por completo en el Paragua

(Alto Orinoco) entre San Fernando de Atabapo y La Esmeralda.

Estas diferencias las explicaba por las distintas características de

las aguas: blancas las del Guaviare y claras las del Paragua. Hoy

sabemos que las primeras son más productivas que las segundas

(Sioli, 1984). Respecto al delta del Orinoco, el propio Humboldt se

refirió a caimanes en esa región (que nunca visitó). En tiempos

relativamente recientes Cardona (1959) señaló haber observado

“bastantes caimanes” en caños de Delta Amacuro, uno de ellos

muy grande cerca de Araguaimujo, es decir, no muy lejos de la

Los Crocodylia de Venezuela

61

costa en el océano Atlántico. No se ha podido establecer si las

mencionadas reseñas, y otras de distintos autores, correspondían a

caimanes del Orinoco o de la costa.

El caimán del Orinoco se encuentra en la actualidad en sólo una

pequeña fracción de su antigua área de distribución original. La

explotación comercial en el pasado reciente eliminó a la especie de

los sistemas de ríos antes mencionados. En los últimos 30 años se

han reportado individuos aislados y pequeñas poblaciones de la

especie en Venezuela (Godshalk, 1978; Franz et al., 1985; Ramo y

Busto, 1986; Thorbjarnarson y Hernández, 1992; Seijas, 1992;

Jiménez-Oraá, 2002). Las poblaciones mayores, y quizás las únicas

viables (Arteaga et al., 1997) de C. intermedius se localizan en el

río Capanaparo, en el estado Apure (Thorbjarnarson y Hernández,

1992; Llobet, 2002) y en el sistema Sarare-Cojedes (Ayarzagüena,

1987, 1990; Seijas, 1992, Seijas y Chávez, 2000). Habría que

agregar aquí a la población de lo que fue el hato El Frío y zonas

aledañas en el Caño Guaritico donde se restableció una población

gracias al esfuerzo de liberación de animales cautivos a partir de

1990 (Antelo, 2008).

Características físicas

El caimán del Orinoco es un cocodrilo de hocico alargado

(“longirrostrino”), para el que existen registros históricos de

individuos cercanos a los 6,50 metros de longitud total (Humboldt

1991; Medem, 1981; López-Corcuera, 1984) lo que lo convierte en

una de las especies de cocodrilos más grandes del mundo. De

acuerdo con información anecdótica, sin embargo, los machos más

grandes promedian tallas entre 4 y 5 m de longitud total (Medem,

1981, 1983; Whitney, 1912).

A diferencia de lo que ocurre con el caimán de la costa, la

escamación dorsal de C. intermedius exhibe un arreglo bastante

regular, con seis escamas en la mayor parte de sus 15 a 18 filas

de escamas dorsales. Presenta además una menor separación entre

las escamas nucales y las dorsales y la sínfisis mandibular se

completa al nivel del sexto y séptimo diente.

Andrés Eloy Seijas

62

Los arreglos de las escamas post occipitales y nucales más

frecuentes en el caimán del Orinoco son similares a los señalados

como típicos para el caimán de la costa (Figura 2.11). El patrón

#15 (cuatro escamas postoccipitales) estuvo presente en 40,6% de

los individuos analizados y el patrón nucal #63 se encontró en

79,4% de los individuos. En el caso de C. intermedius cuando se

presentan variaciones a esos patrones no es porque falten escamas,

sino porque aumenta su número (Fig. 2.14). En la Tabla 2.6 se

resumen las características de la escamación de C. intermedius.

Figura. 2.13 La región marcada con líneas oblicuas, dentro de la cuenca

el río Orinoco, representa el área de distribución histórica de Crocodylus

intermedius en Colombia y Venezuela. La presencia de esta especie en el

alto Orinoco y en el delta está poco documentada. Los puntos indican la

ubicación de las cuatro poblaciones más importantes: 1, Río Manapire

(Guárico); 2, Río Cojedes (Cojedes); 3, Hato El Frío y 4, Río Capanaparo,

estas últimas en el estado Apure.

Los Crocodylia de Venezuela

63

Figura 2.14 Patrones de escamación postoccipital y nucal de dos

caimanes del Orinoco. El individuo de la izquierda presenta seis escamas

post occipitales (PO) (tres y tres) y una de las escamas nucales aparece

dividida. El individuo de la derecha presenta cinco PO (dos y tres) y

también una de las escamas nucales dividida. Note la regularidad (en

comparación con las de C. acutus) en la disposición de las escamas

dorsales.

Reproducción

Con base en información obtenida de individuos cautivos se

concluye que la madurez sexual es alcanzada a una talla de 2,40-

2,50 m de LT en las hembras y cerca de los 2,80 m para los

machos (Thorbjarnarson y Hernández, 1993a).

Hay pocos datos sobre el número de huevos por nido para

poblaciones naturales. El tamaño promedio para 17 nidos del río

Manapire, estado Guárico fue de 43,9 (Jiménez-Oraá et al., 2007)

aunque ese valor pudiera estar sesgado ya que es probable que

algunas hembras estén representadas varias veces en esa muestra.

Andrés Eloy Seijas

64

El mayor número de huevos en una nidada registrado en esa

localidad es de 66. Para el Río Cojedes han sido señalados valores

promedios de 41,0 (n=10) y 49,5 (n=8) huevos/nido (Navarro, 2007

y Espinosa-Blanco, 2010, respectivamente). Para 69 nidos del Hato

El Frío, los datos en Antelo et. al. (2010) permiten calcular un

promedio de 41.86 huevos/nido. El número de huevos promedio

colocados por cuatro hembras cautivas en el zoocriadero de la

UNELLEZ aparece en la Tabla 2.7. El número de huevos por postura

difiere de manera significativa entre estas hembras (F3,46=8,52;

P<0,001) lo que indica que cada hembra tiende a poner un número

de huevos que le es característico.

Tabla 2.6 Frecuencia de aparición de distintos patrones de escamación

de C. intermedius en Venezuela.

Patrón Post Occipitales

(PO)

(n = 244)

4 escamas (2 y 2): 40,6%

6 escamas (3 y 3): 25,4%

Otros patrones: 34%

Patrón Nucales (N)

(n = 243)

4 y 2: 79,4%

Otros patrones: 20,6%

No. Filas dorsales (D)

(n = 72)

15: 1,4%

16: 80,6%

17: 16,7%

18: 1,4%

Filas Cresta Caudal Doble

(CCD)

(n = 162)

18: 64,2%

19: 33,3%

20: 2,5%

Filas Ventrales (V)

(n = 30)

25: 6,7%

26: 36,7 %

27: 36,7%

28: 20,0%

Los Crocodylia de Venezuela

65

Tabla 2.7 Número de huevos por nido puestos por cuatro hembras en

el zoocriadero de caimanes del Orinoco (Crocodylus intermedius) en la

UNELLEZ, Guanare, Portuguesa.

Hembra No. de

nidos

Promedio

huevos/nido

Número

menor

Número

mayor

Catira 18 41,5±5,9 31 52

Grande 6 45,0±3,4 39 48

Negra 15 52,2±8,5 38 66

Pequeña* 11 45,0±2,65 41 50

Todas 50 45,9±7,4 31 66

* No se incluyen las dos primeras nidadas que puso esta hembra joven, que

fueron de 16 y 24 huevos. El total general tampoco incluye esas nidadas.

Las crías de C. intermedius nacen en los días cuando ocurre el

crecimiento estacional de los ríos, al comienzo de la temporada de

lluvias (Medem, 1981, 1983; Seijas et al., 2010). En el río Cojedes,

el nacimiento de crías más temprano que se haya podido com-

probar ocurrió el 12 de abril de 1997. No obstante, al analizar los

datos obtenidos de 77 grupos de crías, se corrobora que la mayor

parte de los nacimientos tiene lugar desde mediados de abril hasta

los primeros días de mayo (Seijas y Chávez, 2002). En cautividad,

mantenidos en condiciones ideales, la incubación de los huevos dura

86 días, pero lapsos de 80-85 días han sido señalados en la

literatura (Ramo et al., 1992; Thorbjarnarson y Hernández, 1993a;

Seijas y González, 1994; Lugo, 1995), por lo que la anidación puede

ocurrir tan temprano como mediados de enero, aunque la mayoría

de los huevos son puestos hacia finales de enero y mediados de

febrero. El nido más tempranero localizado por el autor, y aquellos

reportados por Ayarzagüena (1987) apoyan esta conclusión.

Crocodylus intermedius anida en huecos excavados en las

playas o bancos arenosos expuestos estacionalmente durante la

estación seca (enero-febrero). La cronología de desove-eclosión

varía de una localidad a otra, de acuerdo con las condiciones

climáticas en cada región. Las hembras cautivas en el zoocriadero

Andrés Eloy Seijas

66

de la UNELLEZ, en Guanare, siguen un patrón muy similar al

descrito para el río Cojedes. Las hembras cautivas en el hato

Masaguaral, del estado Guárico, presentan un retardo de aproxi-

madamente un mes, al igual que las del río Manapire, en el mismo

estado, donde se ha reportado como época de desove la última

semana de febrero-primera de marzo, y la de eclosión entre finales

de mayo y comienzos de junio (Jiménez-Oraá, 2002).

Hábitat

En el pasado, el caimán del Orinoco se localizaba en una amplia

variedad de hábitats, incluidos ríos de bosques tropicales siempre-

verdes, ríos del piedemonte andino y lagunas temporales y perma-

nentes de los llanos de Venezuela y Colombia. Los registros

históricos permiten inferir que el hábitat principal de la especie lo

constituían los ríos mayores de la cuenca del Orinoco en los llanos

de estos países (Humboldt, 1975, 1991; Codazzi, 1940; Páez, 1980;

Medem, 1981, 1983), en particular el Casanare y en menor medida

el Guayabero-Vichada en Colombia, y el Apure, Portuguesa y el

propio Orinoco en Venezuela, así como también en los ríos

compartidos entre estos países como el Arauca y el Meta, por

mencionar sólo los más importantes.

Hoy en día se conoce que la especie puede ocupar embalses,

aunque en densidades muy bajas (Thorbjarnarson y Hernández,

1992; Seijas y Meza, 1994). Se puede afirmar que el hábitat óptimo

para esta especie son los ríos de aguas blancas con amplias playas

arenosas.

CONSERVACIÓN DE LAS ESPECIES DE

CROCODYLIA DE VENEZUELA

Los grandes caimanes (Crocodylus intermedius y C. acutus)

están consideradas especies “En Peligro” de acuerdo con la

clasificación del Libro Rojo de la Fauna de Venezuela (Rodríguez y

Rojas-Suárez, 2008). Están además en la lista de especies en

“peligro de extinción” por resolución presidencial No. 1486 de 1996

(Venezuela, 1996). Su caza fue vedada por un decreto del 4 de

Los Crocodylia de Venezuela

67

abril de 1973, decisión ratificada por resolución presidencial en 1979

(Venezuela, 1973, 1979). Ambas especies están incluidas en el

Apéndice I de la Convención sobre el Comercio Internacional de

Especies Amenazadas de Flora y Fauna Silvestres (CITES). No

obstante todas esas medidas protectoras, los caimanes están todavía

en una situación crítica, con niveles poblacionales bajos, en parte

como consecuencia de la explotación comercial a que fueron

sometidos hace ya varias décadas pero también porque persisten

actividades que impiden su recuperación: destrucción de hábitat,

saqueo de nidadas, venta de crías como mascotas, muertes acci-

dentales en redes de pescadores, caza para el consumo de su

carne o grasa y por el supuesto o real peligro que representan para

los animales domésticos o la gente.

En el caso del caimán del Orinoco existe un programa de

conservación en marcha desde mediados de los años 1980. Gran

parte de los esfuerzos iniciales para la conservación de C.

intermedius surgieron de la iniciativa personal de Cecilia y Tomás

Blohm y de la Fundación para la Defensa de la Naturaleza

(FUDENA), institución que coordinó el apoyo de instituciones

gubernamentales y privadas como el Ministerio del Ambiente y de

los Recursos Naturales (MARN), el Fondo Mundial para la

Conservación (WWF), La Sociedad Zoológica de Nueva York

(WCS-NYZS), la Agencia Española de Cooperación Internacional

(AECI) y muchas otras instituciones y personas (Thorbjarnarson y

Arteaga, 1995). Los detalles de uno de los componentes principales

de este programa, la cría en cautiverio con fines de repoblación,

serán discutidos en el Capítulo 8.

Un aspecto clave para la recuperación de los caimanes es la

conservación de sus hábitats. Las localidades legalmente protegidas

dentro del área de distribución histórica del caimán del Orinoco son

los parques nacionales Santos Luzardo (Cinaruco-Capanaparo) en el

estado Apure, el Aguaro-Guariquito y los Esteros de Camaguan, en

el estado Guárico. La guardería ambiental en esos parques es muy

deficiente y en la práctica no cumplen con la función de con-

servación que la especie requiere. Además del refugio “fantasma”

del Estero de Chiriguare, en el estado Portuguesa, existe otro

Andrés Eloy Seijas

68

refugio de fauna Silvestre, en los caños Guaritico y Setenta del

estado Apure. Esta localidad fue decretada como área protegida

específicamente para el caimán del Orinoco, pero padece de los

mismos problemas de vigilancia que los parques nacionales. Para el

río Cojedes, donde se encuentra la población más grande de C.

intermedius, no existe una figura jurídica que resguarde parte del

hábitat para la conservación de la especie en el largo plazo, pero

existen una propuesta orientada en ese sentido (Seijas, 2008).

El caimán de la costa no ha recibido en Venezuela la misma

atención que el caimán del Orinoco por parte de la comunidad

conservacionista internacional. Esto se debe en parte a que esta

especie tiene una amplia distribución en América, lo cual disminuye

su riesgo de extinción a escala continental. Sin embargo, en cierto

sentido, su situación en Venezuela es más preocupante que la de

C. intermedius, ya que para esta última especie su hábitat está

todavía en buena medida intacto, mientras que en el caso de C.

acutus, gran parte de su hábitat original ha desaparecido por

completo o está altamente degradado, situación que seguramente se

acentuará en el futuro. Varias localidades de protección estricta

(parques nacionales y refugios de fauna) se localizan a lo largo de

la costa venezolana, pero algunas de ellas poseen hábitats que

podrían catalogarse como marginales para el caimán, como es el

caso de los refugios de fauna de Los Olivitos (Zulia) y Cuare

(Falcón), así como el parque Nacional Morrocoy. Como ya se

señaló en otra parte, el hábitat óptimo del caimán de la costa son

los ríos y es precisamente en uno de ellos, el Yaracuy, donde se

ha encontrado la población más grande de la especie. No existen

políticas oficiales para la protección de esta localidad en particular,

ni para el fomento o restauración poblacional en otros ríos costeros

donde pequeñas poblaciones de este cocodrilo sobreviven a duras

penas (ríos Tocuyo, Neverí y Aroa) o han desaparecido por

completo (río Unare). El programa de restauración poblacional con

C. acutus a partir de animales criados en cautiverio ha sido más

bien modesto, como discutiremos en el Capítulo 8.

La baba es una especie muy abundante y el programa de

aprovechamiento que adelanta el MARNR no parece constituir una

Los Crocodylia de Venezuela

69

amenaza, siempre que se mantenga en los límites que ha mostrado

en los últimos años. Está incluida en el Apéndice II de CITES, lo

que indica que su comercio internacional está regulado. La cacería

para el consumo de su carne se ha intensificado en los últimos

años y esto pudiera ser un factor que afecte a varias poblaciones.

La información sobre los Paleosuchus es muy escasa, pero el

hecho de que habiten zonas por lo general despobladas hace

suponer que no están amenazadas de manera inminente. Se les

asigna la categoría “Insuficientemente conocido” en Libro Rojo de

la Fauna venezolana (Rodríguez y Rojas-Suárez, 1995). Los autores

mencionados señalan que la destrucción de hábitat por la minería

de oro y la contaminación mercurial asociada a esa actividad ha

causado un impacto severo en algunas áreas al sur del Orinoco. En

el caso particular de P. palpebrosus, la cacería de subsistencia y

las actividades de destrucción y contaminación de morichales en las

sabanas de Anzoátegui y Monagas, debido a la actividad petrolera,

son factores adversos a los que hay que prestarle atención en el

corto plazo.

Andrés Eloy Seijas

70

Los Crocodylia de Venezuela

71

CAPITULO 3

CAPTURA, MANIPULACIÓN Y MARCAJE

Algunos aspectos del comportamiento y la ecología de los

Crocodylia pueden ser estudiados sin necesidad de atraparlos, pero

hay cierta información que sólo es posible obtenerla con los

ejemplares al alcance de la mano. Aunque parezca obvio, es

necesario recalcar que los crocodilios pueden, si no son manejados

de manera adecuada, causar heridas a los investigadores que los

manipulan. Por otra parte, un mal manejo de los individuos

capturados puede provocarles daño o incluso la muerte.

Por otra parte, en muchos estudios, los individuos pueden o

deben ser capturados de manera repetida. En la mayor parte de

estos casos, la única manera de tener la certeza de que un animal

atrapado representa una recaptura, es que él esté identificado con

algún tipo de marca inconfundible. En este Capítulo se presentan un

conjunto de recomendaciones y consideraciones sobre las técnicas y

métodos para la captura, marcaje y manipulación de crocodilios.

CAPTURA

Existen muchas publicaciones que describen técnicas para la

captura de crocodilios (por ejemplo, Webb y Messel, 1977; Hutton

et al., 1987; Walsh, 1987 y Cherkiss et al., 2005). En esta

sección se enfatizará en los métodos usuales entre los inves-

tigadores que han trabajado en Venezuela. Sólo se describirán

técnicas para la captura de animales vivos.

Captura con la mano

El tamaño de los crocodilios varía mucho con las especies y,

sobre todo, con la edad de los ejemplares. Los recién nacidos de

Andrés Eloy Seijas

72

los Paleosuchus y de la baba apenas superan 20 cm; las crías de

C. acutus miden alrededor de 25 cm y las de C. intermedius

rara vez superan 30 cm. Para estos individuos pequeños la captura

directa con la mano no presenta ningún peligro, pero es necesario

tener siempre en cuenta que durante esa primera etapa de su vida

los crocodilios son cuidados y defendidos por sus madres, las

cuales en ocasiones pueden ser sumamente agresivas y peligrosas.

La protección de las crías por parte de las hembras se puede

prolongar mucho tiempo, meses en el caso de la baba, por lo que

la captura de animales pequeños, particularmente cuando todavía

forman grupos o “creches” debe llevarse a cabo después de

asegurarse que no se corre ningún riesgo de ataques por parte de

la madre o de algún otro adulto que se encuentre en las cercanías.

La captura con la mano, con un rápido movimiento al cuello,

todavía es relativamente sencillo de realizar con individuos cercanos

al metro en caso de ejemplares del género Crocodylus y de un

poco menos (70-80 cm) en el caso de la baba. Esta diferencia se

debe a que los caimanes son relativamente más delgados que las

babas y su cuello es más fácil de abarcar con los dedos para

asegurar el agarre. Por otra parte, C. crocodilus es una especie

más robusta y fuerte, y por lo tanto más difícil de manipular

inmediatamente después de la captura. Atrapar con la mano

animales más grandes que los señalados es todavía posible en

determinadas circunstancias favorables (profundidad del cuerpo de

agua, transparencia, posición del individuo con respecto a quien

quiera atraparlo, entre otras). Eso dependerá también de que tan

grandes sean las manos de la persona que intenta la tarea. En todo

caso, se debe tener en cuenta que ésta se torna más complicada y

riesgosa a medida que los animales son mayores. Gorzula, en su

estudio publicado en 1978, afirmó haber capturados todas las babas

por debajo de 1,2 m de LT con la mano. El record personal del

autor del presente libro es un caimán de la costa de 1,24 cm de

LT, capturado con ambas manos desde un bote en el embalse de

Tacarigua, en Falcón.

La captura con la mano es por lo general sólo posible durante

la noche, cuando se encandila al animal con la luz de una lámpara.

Esta técnica es más factible de llevar a cabo desde una embar-

Los Crocodylia de Venezuela

73

cación, ya que es poco probable que un ejemplar permita el

acercamiento suficiente cuando se le aproxima desde tierra, al

menos que el cuerpo de agua sea de pequeñas dimensiones y muy

somero, lo cual limitaría sus posibilidades de escape.

Captura con redes

La captura con redes de arrastre, los llamados “chinchorros” en

Venezuela, ha sido una técnica muy empleada en el caso de la

baba (Seijas, 1979; Ayarzagüena; 1983), especialmente en

préstamos y lagunas de pequeñas dimensiones donde esta especie

suele presentar densidades muy grandes hacia el final del periodo

de sequía. Seijas (1979) usó chinchorros con tamaño de trama de 1

cm. Las dimensiones de estas redes fueron de 50, 20 y 11 m de

largo por 2,50 m de altura. También usó una red de 12 m con

aberturas de malla de 5 cm, lo que evitaba captura innecesaria de

peces pequeños.

Los chinchorros son arrastrados a ras de fondo, preferiblemente

en cuerpos de agua que presentan orillas desprovistas de malezas,

lo que facilita el desplazamiento de las personas que llevan la red,

y áreas libres de vegetación acuática flotante o arraigada. De no

ser esta la situación, se requiere de un acondicionamiento previo de

las orillas del cuerpo de agua. Los préstamos de gran extensión y

profundidad sólo permiten un muestreo parcial, mientras los más

pequeños y someros pueden ser abarcados en su totalidad.

La técnica de captura con redes es muy efectiva en cuerpos de

agua que reúnan las características antes mencionadas. Tiene el

inconveniente de que en ciertas condiciones se produce la captura

no deseada de gran cantidad de peces, algunos de los cuales

pueden causar daños en las redes, como es el caso de los grandes

peces “caribe colorado” (Pygocentrus cariba) Los babos muy

grandes también pueden romper los chinchorros, por lo que el

método es más adecuado para ejemplares menores de 1,20 m. Otra

limitación del método es que requiere de la participación de varias

personas, particularmente cuando los chinchorros son muy largos.

Andrés Eloy Seijas

74

Captura con lazos y cuerdas

Los lazos corredizos, particularmente los fabricados con hilos de

alambre retorcido (las denominadas “guayas” en la jerga vene-

zolana) se han convertido en el método más usado y efectivo para

la captura de crocodilios. Existen varias compañías en los E.U.A. y

Canadá que las fabrican y vienen en distintas longitudes y grosores,

de acuerdo con las características (talla y peso) de los animales

que se pretenden atrapar. Las guayas son muy resistentes y

poseen un mecanismo de cierre que asegura al animal e impide su

escape.

La captura con guayas funciona muy bien de noche y cuando el

animal permite un acercamiento suficiente como para colocar el

lazo corredizo alrededor de su cuello (Fig. 3.1). Para aumentar el

alcance, los lazos se ajustan al extremo de una vara. En la mayoría

de las ocasiones una palo delgado de dos a tres metros de largo es

suficiente para llegar al crocodilio desde un bote cuando se trabaja

en un cuerpo de agua navegable, o desde tierra, cuando se trata de

préstamos u otro tipo de cuerpo de agua de pequeñas dimensiones

y poca profundidad. Cuando el dispositivo ha sido colocado alre-

dedor del cuello se levanta la vara con fuerza para provocar su

cierre. El extremo de la guaya opuesto al lazo debe estar ase-

gurado a una cuerda de varios metros de largo y resistente a la

tensión de los animales que se quieren capturar. El extremo libre

de la cuerda debe ser anudada al bote o al propio investigador para

impedir que el animal atrapado escape con el lazo ya ajustado a su

cuerpo. Es conveniente amarrar la guaya a la vara de manera que

se desprenda fácilmente. Esto evita que el palo se parta durante el

forcejeo del animal y pueda ser puesto de lado para facilitar el

maniobrar de la persona que lo atrapa.

Si el animal capturado es grande (por ejemplo más de 1,80 m)

es preferible dirigirse a una playa para arrastrarlo y manipularlo en

tierra. Individuos más pequeños pueden ser subidos al bote para la

toma de datos allí. Todo esto variará dependiendo que tan grande

sea el bote con el cual se trabaja y cuantas personas participan en

la captura.

Los Crocodylia de Venezuela

75

Figura 3.1 Captura de un caimán en el río Cojedes con un lazo corredizo

metálico (guaya).

Es posible preparar lazos corredizos con cuerdas, pero no son

tan efectivos como los metálicos. Para grandes cocodrilos cautivos,

como los adultos confinados en pequeños pozos en los zoocriaderos,

los lazos con cuerdas son efectivos, especialmente si se aseguran a

la mandíbula superior, donde los dientes facilitan el agarre.

Otros métodos de captura

Uno de los métodos más empleado para atrapar Crocodylia es

el de los arpones. Fue con este tipo de artefactos (Fig. 3.2a) que

se llevó a cabo la mayor parte de la caza de caimanes en la época

de explotación comercial masiva del siglo XX. Todavía se usa para

Andrés Eloy Seijas

76

la captura de babas con los mismos fines. Es sin duda el método

más afectivo para animales que van a ser sacrificados, ya que el

arpón puede ser arrojado desde cierta distancia, lo cual elimina la

necesidad de aproximación requerida en el caso del lazo corredizo

y el lugar de contacto no tiene que ser limitado al cuello. Para

capturas en las que se quiere causar el mínimo daño al animal

Webb y Messel (1977) recomiendan un tipo de arpón de doble

punta, el cual se ajusta al extremo de una lanza. El artefacto

contiene un orificio (Fig. 3.2b) por el que se introduce una cuerda,

para halar al animal una vez que ha sido atrapado. Los inves-

tigadores venezolanos no lo han usado, al menos no aparece

reseñado en la literatura.

También se reseñan en la literatura pinzas, trampas, dardos y

anzuelos para capturar crocodilios. No hay registro de su uso en

Venezuela con fines de investigación. Algunos de esos métodos

parecen muy engorrosos y de difícil aplicación en condiciones de

campo. Las trampas, por ejemplo, son generalmente muy grandes y

Figura 3.2 (a). Arpón usado para la caza de caimanes durante la época de

explotación comercial de mediados del siglo pasado (fotografía cortesía de

Robert Godshalk). (b): Arpón de doble punta mandado a fabricar por Jesús

Coty de acuerdo con las especificaciones de Webb y Messel (1977).

Los Crocodylia de Venezuela

77

necesitarían en ocasiones ser instaladas por varios días, ambas

cosas limitan su uso. Se han descrito también métodos que

producen parálisis por descargas eléctricas (Joanen y Perry, 1971;

Franklin et al., 2002) más apropiados para la captura de animales

en zoocriaderos o zoológicos.

MANIPULACIÓN

Una vez capturado un crocodilio, por cualquiera de los métodos

señalados en las secciones previas, es necesario someterlo para

tomar la información que se busca, para luego marcarlo y dejarlo

libre. Todo esto sin que se produzcan heridas entre las personas

que realizan el trabajo y que el animal retorne al ambiente sano y

salvo. Si la captura se produjo con la mano significa que el

individuo es lo suficientemente pequeño como para que la misma

persona que lo atrapó le cierre la boca con una cinta adhesiva o

una banda elástica. Debe tenerse cuidado de no tapar las aberturas

nasales del animal. Si no se van a tomar los datos de inmediato se

pueden colocar en sacos. No es necesario maniatarlos. Cuando se

manipulan para la toma de datos hay que agarrarlos siempre de

manera firme, para evitar que escape en un arranque súbito de

actividad. Cuando se toman medidas, es recomendable siempre

mantenerlos presionados contra una superficie plana y, prefe-

riblemente, con los ojos cubiertos.

La manipulación de animales un poco mayores, digamos entre

0,90 y 1,20 m en los caimanes y entre 0,80 y 1,20 en las babas y

Paleosuchus, es por lo general todavía muy sencilla y encierra

pocos riesgos, si se trabaja de la manera correcta. Cuando la

captura se realiza desde un bote, el ejemplar puede ser subido a la

embarcación evitando en lo posible que se golpee contra ésta y se

produzcan lesiones (pérdida de dientes, por ejemplo). La mejor

manera de subirlo al bote es que una de las personas hale de la

cuerda o lazo con que está sujeto al cuello en tanto que la otra le

toma la punta de la cola y entre ambas mantienen la tensión al

máximo. Luego se levanta y coloca sobre una superficie plana

donde se termina de dominar y se le amarra el hocico para

Andrés Eloy Seijas

78

mantenerlo cerrado. No se debe permitir nunca que el ejemplar

gire libremente su cuello, ya que podría morder a la persona que

sujeta la cola. El dominar a estos animales en tierra es mucho más

sencillo y sólo requiere que mientras una de las personas hala la

cuerda que sujeta al crocodilio, la otra le hala la cola en sentido

contrario, manteniendo la máxima tensión posible, hasta poder llegarle

al cuello y proceder a cerrar su boca con cuerdas o cintas adhesivas.

Para animales más grandes que los señalados, es preferible la

manipulación en tierra, aun cuando estos hayan sido enlazados

desde un bote. Mientras más grande sea el ejemplar mayor será el

número de personas requeridas para dominarlo (Fig. 3.3).

Cuando se trabaja con crocodilios hay que tratar que el tiempo

de manipulación sea lo más corto posible, particularmente con

ejemplares muy grandes. La lucha fuerte y prolongada durante la

captura puede provocarle la muerte, como consecuencia de una

severa acumulación de ácido láctico (Seymour et al., 1987).

Figura 3.3 Caimán del Orinoco de 4,30 m atrapado en el río Cojedes en

marzo de 2003. Para la captura de ese animal participaron seis personas.

Al frente aparece Brady Barr, de National Geographic, en el centro el

autor y atrás José Manuel Mendoza.

Los Crocodylia de Venezuela

79

El maniatar animales sólo se justifica cuando es necesario

improvisar un medio para inmovilizarlos (para trasladarlos a otro

sitio cercano, por ejemplo). Los amarres prolongados pueden causar

muertes de tejidos y, por lo tanto, mutilaciones. Para trasladar

grandes animales a lugares distantes, en viajes que requieren

muchas horas, es preferible preparar cajas donde estos puedan ser

introducidos y permanecer adentro con movilidad restringida, con

sólo el hocico amarrado y los ojos y oídos tapados (Fig. 3.4).

Figura 3.4 Cajón usado para el traslado de una caimana de 2,20 m desde la

ciudad de Barinas hasta el caño Guaritico, estado Apure, abril 2006. En

la fotografía aparecen Carlos Chávez y un trabajador del Hato Turagua.

Cuando se capturan varios animales para tomar sus datos

posteriormente, a veces después de varias horas, es necesario

colocarlos en lugares frescos y a la sombra. Si deben ser trasla-

dados en carro a lugares muy distantes se debe asegurar que los

individuos no queden sobre superficies que se recalienten y

esporádicamente deben ser rociados con agua para refrescarlos y

evitar la deshidratación.

Andrés Eloy Seijas

80

La manipulación de animales pudiera facilitarse y ser más

segura con el uso de drogas. No existen publicaciones sobre

experiencias de este tipo en el país, pero hay literatura abundante

sobre el tema (por ejemplo, Brisbin, 1966; Messel y Stephens, 1980;

Loveridge y Blake, 1987; Seashole et al., 2000).

MARCAJE

En la mayoría de las ocasiones en las que se atrapan crocodilios

es necesario, o recomendable, marcarlos para su reconocimiento en

caso de que ocurra una recaptura y ello permita obtener infor-

mación sobre los cambios experimentados en su condición física

(talla, peso, heridas) o su desplazamiento con respecto al lugar de

captura previa. El marcaje de los crocodilios es además una tarea

rutinaria en los zoocriaderos.

Lo ideal de un método de marcaje es que sea permanente y

fácil de reconocer por cualquiera que realice la recaptura. La

mutilación de escamas de las crestas de la cola cumple muy bien

la primera condición, siempre que los cortes sean lo suficientemente

profundos para que el recrecimiento, el cual siempre ocurre en una

pequeña medida, no permita que se confundan con crestas intactas.

Este tipo de marcaje se ha empleado ampliablemente tanto en

babas como en caimanes, pero es en estas últimas especies en las

que su uso se ha extendido.

Para facilitar la identificación de un individuo se le puede cortar

una o varias de las escamas de las crestas caudales dobles o

sencillas. Hay tres códigos que han sido usados en Venezuela,

cada uno de ellos implantado por los investigadores que han tenido

bajo su responsabilidad los primeros zoocriaderos de caimanes

establecidos en el país; a saber: Andrés E. Seijas (UNELLEZ),

John Thorbjarnarson (Masaguaral) y José Ayarzagüena (El Frío)

(Fig. 3.5).

Las mutilaciones de escamas funcionan bien cuando el número

de individuos por identificar es relativamente pequeño. Por ejemplo,

Los Crocodylia de Venezuela

81

si se usan sólo las primeras cinco escamas tanto de los lados

izquierdos y derecho de la CCD, así como las primeras cinco

escamas de la CCS, la teoría de números combinatorios permite

calcular que se pueden marcar un total de 575 individuos de

manera única, cortando no más de tres escamas a la vez [C(15, 3)

+ C(15, 2) + C(15, 1)]. Si se quiere marcar mayor número de

individuos, es necesario cortar un mayor número de escamas para

conservar una identidad única. En el caso de los zoocriaderos, el

número de animales mantenidos para su liberación ha crecido tanto

(más de 7.000 pare el 2011), que ya no es práctico el uso de este

método. Sigue siendo una buena alternativa cuando se trabaja con

pequeñas poblaciones cerradas, tales como las de C. acutus en

distintos embalses del país. En el caso del zoocriadero de la

UNELLEZ se usa sólo para identificar cual es la madre de cada

una de las crías nacidas.

Figura 3.5 Códigos usados inicialmente por los zoocriaderos vene-

zolanos para marcar a los caimanes en sus instalaciones. En el caso de la

UNELLEZ el animal quedaba identificado por las letras y/o números que

se le(s) mutila. Para Masaguaral y El Frío, cada escama representaba una

unidad, una decena o una centena. El individuo quedaba identificado con

la suma de los valores de las escamas cortadas.

Andrés Eloy Seijas

82

Ya se había señalado que el método de las mutilaciones de

escamas tiene la virtud de ser permanente, pero el uso de distintos

códigos ha causado algunas dificultades en la identificación de

individuos recapturados. Otro problema del método es que en

ocasiones pueden encontrarse individuos con mutilaciones naturales

que causan confusión.

Gorzula (1978) empleó un sistema de marcaje por remoción de

escama de la parte ventral de la cola, las cuales permanecieron

reconocibles por lo menos 26 meses.

El procedimiento más extendido para el marcaje de crocodilios

es el que consiste en la colocación de placas numeradas en las

membranas interdigitales. Este método tiene la gran ventaja de que

el número, a veces acompañado por unas siglas, es reconocible por

cualquier persona que efectúe la recaptura con poco riesgo de

equivocación. La gran limitación es que las placas pueden despren-

derse, aunque se conocen registros de animales recapturados que

las conservaban más de siete años después de la liberación

(Chávez, 2000; Llobet, 2002). Es conveniente colocar al menos dos

placas a los animales que se quiere identificar, ya que la pro-

babilidad de que pierda dos placas es menor que la de perder sólo

una. En ocasiones la pérdida de la placa se produce cuando el

crocodilio es mutilado por mordidas de otro animal, con frecuencia

un caribe (Fig. 3.6).

MARCAS NATURALES

Al igual que ocurre con los seres humanos, cada individuo de

una especie de crocodilio tiene un conjunto de rasgos que le son

exclusivos, únicos, que podrían permitirnos distinguirlos de manera

inequívoca de otros individuos de la misma especie. Esas carac-

terísticas distintivas pueden ser un patrón de coloración, algún tipo

de deformidad, alguna mutilación, algún patrón de escamación

peculiar o la combinación de varios de estos rasgos.

Cuando se trata de pocos animales, como por ejemplo los

escasos adultos en un zoocriadero, los rasgos distintivos de cada

Los Crocodylia de Venezuela

83

animal son fáciles de reconocer y el uso de marcas especiales

(placas metálicas o cortes de escamas, por ejemplo) resulta

innecesario. Las características individuales distintivas son más

difíciles de detectar cuando el conjunto de animales es grande. El

caimán de la costa presenta patrones de escamación, principal-

mente en la región nucal, muy variables. En el río Yaracuy, por

ejemplo, entre 565 individuos analizados había 18 arreglos de

escamación nucal distintos, algunos de ellos encontrados en un solo

individuo (Seijas, 2002). Si tomamos en cuenta que los individuos

presentan también variaciones en la escamación en otras regiones del

cuerpo (post-occipital, dorsal, ventral, etc.) la probabilidad de encontrar

caimanes con combinación de patrones idénticos, disminuye.

En condiciones de campo, encontrar la combinación de rasgos

que permita distinguir inequívocamente a cada individuo puede ser

una tarea sumamente tediosa y difícil de registrar en una planilla de

datos. Swanepoel (1996) describió como cocodrilos del Nilo pueden

Figura 3.6 Juvenil de caimán recapturado en el río Cojedes una

semana después de habérsele colocado una placa metálica numerada en la

pata derecha. La herida, seguramente producida por un pez caribe, no

estaba presente al momento de la primera captura. Mordidas tan severas

como éstas son capaces de mutilar una pata, y provocar la pérdida de

cualquier placa que se le haya colocado.

Andrés Eloy Seijas

84

ser distinguidos individualmente por las marcas en su cola. A

manera de propuesta se presentan a continuación los resultados

preliminares de un intento de distinguir a caimanes del Orinoco

inspirado en los resultados del mencionado autor.

Todos los crocodilios presentan en los laterales de la cola

manchas oscuras sobre un fondo más claro. La manera exacta en

que se disponen estas manchas es probablemente única en cada

ejemplar. El describir en palabras el patrón de coloración de cada

individuo puede ser una tarea engorrosa. El registro en fotografías

es probablemente el método más confiable, pero si el número de

individuos es muy grande, el conseguir el patrón que se busca en

un catálogo de fotos puede requerir de mucho tiempo. Una manera

de facilitar el trabajo es convertir el patrón en un número, al crear

para ello una especie de “código de barras”. En la Figura 3.7 se

muestra la fotografía de parte de la cola de un caimán del

Orinoco. Las escamas en las primeras tres filas y seis columnas en

la vista lateral de la CCD, usadas para el desarrollo del código,

fueron delineadas con un color claro para facilitar su identificación.

Si una escama no posee una mancha oscura se le asigna un valor

de cero. Si la mancha está presente se le asigna el valor de 1, 2 ó

4, dependiendo si está en la primera, segunda o tercera fila,

respectivamente. Para cada columna de escamas se obtiene una

cifra equivalente a la suma del valor de sus tres escamas. Esta

cifra va desde cero, cuando ninguna de las escamas posee

manchas, hasta siete (1+2+4=7), cuando las tres la poseen. El

código final de un individuo es el que resulta de colocar en forma

sucesiva las cifras correspondientes a las seis columnas.

En una muestra de 190 caimanes del zoocriadero de la

UNELLEZ de la cohorte del 2002, se encontró que había sólo

cinco individuos (2,6%) con patrones similares, tanto si se consi-

deraba el lado derecho como el izquierdo de la cola. No hubo

individuos que compartieran los mismos patrones en ambos lados.

Aunque el método antes señalado se puede considerar como

promisorio, su utilidad quizá quede restringida al manejo de

poblaciones pequeñas y como una marca complementaria a la

suministrada por las placas metálicas y cortes de escamas.

Los Crocodylia de Venezuela

85

Figura 3.7 Método para asignarle una “etiqueta” a un caimán del

Orinoco de acuerdo con el patrón de manchas en la cola. La cifra se

antecede con la letra “D” para indicar que se trata del lado derecho de la

cola. Ver explicaciones en el texto. La flecha señala un corte en la escama

“V” (cinco romano) que, en el caso de la UNELLEZ, identifica al ejemplar

como hijo de la hembra llamada “La Negra”.

Andrés Eloy Seijas

86

Los Crocodylia de Venezuela

87

CAPÍTULO 4

MORFOMETRÍA

Los estudios morfométricos en crocodilios generalmente tienen

como propósito elaborar modelos matemáticos que permitan pre-

decir alguna medida corporal a partir de otra. En muchos casos,

por ejemplo, la cola de los ejemplares capturados en el campo está

rota y la longitud total (LT) no corresponde con la que el animal

tendría si tuviera su cola intacta. En este caso, y dependiendo de

los objetivos del investigador, la LT podría estimarse a partir de la

ecuación de regresión obtenida al relacionar otra medida corporal,

digamos la longitud de la cabeza o la longitud cabeza-cloaca

(LCC), con la LT de animales con cola completa. De la misma

manera, el peso de los animales muy grandes es difícil de medir en

el campo y, nuevamente, se puede estimar a partir de modelos

elaborados previamente a partir de animales con datos completos.

En ocasiones, durante las evaluaciones de campo, una impor-

tante fuente de información sobre la presencia, abundancia o

estructura poblacional de una especie es la que se obtiene a partir

de datos indirectos, como pudieran ser las huellas (Wilkinson y

Rice, 1996). Modelos de regresión que relacionan el tamaño de

estas huellas con la talla del animal son a veces la única manera

de determinar con cierta precisión el tamaño de algunos de los

animales presentes en un área.

Para análisis forenses, estimar la talla de un animal atrapado por

cazadores furtivos a partir de sus restos (cráneo, por ejemplo) o la

talla del animal adulto a partir de las dimensiones de parte del

cuerpo, puede facilitar los procesos de investigación de la guardería

ambiental y servir como pruebas en juicios por delitos ambientales.

Andrés Eloy Seijas

88

Las relaciones morfométricas entre distintas partes del cuerpo

varían entre especies y subespecies de crocodilios y pueden ser

usadas como caracteres diagnósticos para separarlas. Las dife-

rencias, particularmente en la forma del hocico, pueden ser usadas

incluso para efectuar inferencias ecológicas sobre el tipo de dieta y

tipo de ambiente en que habitan: las especies con hocicos muy

largos y delgados ocupan principalmente ríos y presentan una dieta

esencialmente piscívora y los de hocicos más anchos ocupan áreas

de pantano y consumen presas menos movibles y de cuerpo duro

(Ayarzagüena, 1984).

En los últimos años las relaciones morfométricas entre distintas

partes del cuerpo y el peso han sido usadas para elaborar índices

de condición física, los cuales permiten comparar la gordura relativa

de individuos y poblaciones que están en condiciones ecológicas

diferentes, o para detectar cambios de la gordura relativa de la

misma población en distintos períodos climáticos (Seijas et al.,

2003).

En este Capítulo se presentan y discuten, a la luz de las

consideraciones antes expuestas, algunos análisis morfométricos con

las cinco especies de crocodilios de Venezuela. Se usaron regre-

siones lineales para generar las ecuaciones que permiten estimar el

tamaño o dimensión de alguna estructura corporal a partir de otra,

es decir:

XbaY 11

Donde Y es el tamaño de la estructura del cuerpo que se quiere

predecir a partir del tamaño X de otra estructura; a es el

intercepto de la recta en el eje Y, y b es la pendiente de la recta,

es decir, cuantas veces se incrementa Y por cada incremento de

X.

Si se realizan los análisis de regresión con los logaritmos de las

variables, se obtiene una nueva ecuación lineal de la forma:

XbaY loglog 22

Los Crocodylia de Venezuela

89

Tomando los antilogaritmos, esta última ecuación se puede

convertir a su vez en:

2

3

b

XaY

La cual es la ecuación general del crecimiento (Le Cren, 1951;

Jolicoeur, 1963; Gould, 1966; Dodson, 1975). En esta última

ecuación, a3 es el antilogaritmo de a2; el exponente b2 nos indica si

las dos estructuras corporales que son analizadas cambian o no en

la misma proporción a medida que el individuo crece. Si b2 no

difiere estadísticamente de 1, se habla de isometría perfecta, es

decir: ambas partes del cuerpo crecen en la misma proporción.

Cuando b2 es distinto de 1, existe alometría, lo que significa que

las tasas de crecimiento de las partes del cuerpo analizadas no

cambian en la misma proporción a medida que el animal crece.

Cuando se relaciona una magnitud lineal con el peso (o el

volumen), el valor del exponente b2 para perfecta isometría es 3.

TOMA DE DATOS

Antes que nada es necesario precisar cómo se toman las

medidas que se usarán en cada uno de los análisis subsiguientes:

o Longitud total (LT), desde la punta del hocico hasta el

extremo de la cola. Para la toma de esta medida es reco-

mendable que se anote además el número de filas de la cresta

caudal sencilla (CCS), ya que eso nos indicará si el animal tiene la

cola completa o no. Asimismo se recomienda tomar la medida

colocando la cinta métrica por debajo del animal y en una

superficie plana.

o Longitud cabeza-cuerpo (LCC), desde la punta del hocico

hasta la parte posterior de la abertura cloacal. Al igual que para

la LT, se recomienda colocar la cinta métrica debajo del animal

y ladear ligeramente su cuerpo para anotar la medida donde

termina la cloaca.

Andrés Eloy Seijas

90

o Ancho de la cabeza (Acab). La parte más ancha de la

tabla craneal.

o Longitud de la cabeza, desde el borde exterior del hueso

supraoccipital hasta la punta del hocico.

o Longitud del hocico (Lhoc), desde el borde anterior de la

órbita ocular hasta la punta del hocico.

o Ancho de la punta del hocico (Aph), tomada en la parte

más ancha de los huesos maxilares, al nivel de los dientes

maxilares 4to

(para el caso de los aligatóridos) ó 5to

(para los

crocodílidos), dependiendo de la especie.

o Longitud de la planta de la pata trasera (LP), hasta la

punta del dedo más largo.

o Peso. La precisión del instrumento usado debe aumentar a

medida que disminuye el peso del individuo. Se recomienda una

precisión de un gramo para individuos menores de 100 g; 10 g

para individuos entre 100 y 1000 g; 50 g para aquellos entre

1001 g y 5 kg y 100 g para los comprendidos entre este último

peso y 20 kg. Una precisión de 0,5 kg es suficiente para

crocodilios grandes.

En los dibujos de la Figura 4.1, se describen gráficamente las

medidas señaladas. Al menos que se diga lo contrario, se expre-

sarán todas las longitudes en milímetros y el peso en gramos. Estas

medidas no necesariamente coinciden con las recomendadas por

otros investigadores. Medem (1981) y Ayarzagüena (1983), mi-

dieron la longitud total (LT) desde la punta del hocico hasta la

parte anterior de la cloaca; la mayor parte de los investigadores,

sin embargo, toman esa medida hasta el final de la cloaca. Es por

esa razón que se recomienda precaución a la hora de tratar de

comparar los análisis morfométricos reportados en distintas publi-

caciones, como se verá más adelante.

RELACIONES MORFOMÉTRICAS EN BABAS

Existen varios estudios sobre babas en Venezuela que presentan

y discuten algunos análisis morfométricos. Staton y Dixon (1975),

Los Crocodylia de Venezuela

91

Figura 4.1 Descripción de las medidas morfométricas tomadas a los

crocodilios. Los dibujos son modificaciones de originales tomados de

Natterer (1841) y Medem (1981).

por medio de regresiones lineales, calcularon las ecuaciones para

predecir la LT a partir de la LCC, así como para predecir ambas

medidas a partir de la longitud del hocico. Gorzula (1978), por su

parte, generó con datos de individuos de cola completa, modelos

para predecir la longitud de la cola a partir de la LCC. Seijas

(1979) realizó análisis similares y añadió uno, al usar las trans-

formaciones logarítmicas para relacionar el peso con la LCC.

Ayarzagüena (1983) comparó los modelos de regresión al tomar los

logaritmos de diversos pares de medidas para hembras y machos.

Muchos de los análisis mencionados por este último autor pre-

sentan coeficientes de determinación (R2) altos, generalmente por

encima de 0,95 y pueden ser usados para predecir las dimensiones

de alguna medida a partir de otra.

El estudio con babas de Ayarzagüena (1983) le llevó a concluir

que existe dimorfismo sexual en esta especie respecto a la forma

del ojo, el cual sería en las hembras más grande y redondeado. En

ninguno de los análisis morfométricos que se analizarán a

Andrés Eloy Seijas

92

continuación se buscó establecer la existencia de dimorfismo

sexual en Caiman crocodilus (ni en ninguna de las otras especies

estudiadas). La única obvia diferencia entre los sexos es que los

machos alcanzan dimensiones mayores que las hembras, pero hay

que advertir que la muestra estudiada sólo registró cuatro babas

llaneras por encima de los dos metros y apenas una de las babas

de la región costera superó 1,80 m. Por esa razón, en ninguno de

los análisis se discriminó por sexo. Es posible que algunas dife-

rencias morfológicas entre machos y hembras se manifiesten sólo

cuando se comparan los animales más grandes de ambos sexos,

como señalaron Webb y Messel (1978) para Crocodylus porosus.

Lo que sí quedó claro es que hay diferencias, por lo menos en

los tamaños relativos de algunas partes del cuerpo, entre las babas

de la región costera (supuestamente Caiman crocodilus fuscus) y

las de la de los llanos (Caiman crocodilus crocodilus) por lo que

los análisis de las babas de las distintas zonas se efectuaron por

separado.

Para los análisis en que una de las dimensiones corporales

usadas era la longitud total (LT) se excluyeron los individuos con

menos de 18 CCS (es decir, con cola rota). Un animal con la cola

completa tiene una longitud corporal (LCC) que equivale aproxi-

madamente a 50% de la LT. Esa relación aumenta en la medida

en la cual se encuentre mutilada la cola, al punto que para un

individuo que haya perdido todas sus CCS, la LCC representa

alrededor de 62% de su LT (Fig. 4.2).

En el Apéndice I se presentan las ecuaciones resultantes de los

análisis de regresión entre distintos pares de variables morfo-

métricas en babas. Los altos coeficientes de determinación (R2)

nos indican que los cambios en tamaño de las distintas medidas

corporales durante el crecimiento del animal, guardan una relación

esencialmente lineal. Cuando se realizan los análisis de regresión

con los datos transformados a logaritmos, en algunos casos el

ajuste mejora ligeramente. Este último procedimiento permite

además establecer si existe algún tipo de crecimiento alométrico, es

decir, si las distintas partes del cuerpo analizadas crecen a

Los Crocodylia de Venezuela

93

velocidades diferentes. Este es precisamente el caso; las dimen-

siones corporales que revelaron mayor alometría fueron la longitud

del hocico y la anchura del hocico. Las formas exponenciales de

las ecuaciones se muestran en la Tabla 4.1.

Al analizar los exponentes de las ecuaciones de la Tabla 4.1,

vemos que tanto la LCC como la Lcab crecen más lentamente que

la Lhoc. Es decir, el hocico se hace proporcionalmente más largo a

medida que el animal crece (Fig. 4.3, Arriba). Por otra parte, si

analizamos cómo cambia el tamaño relativo de Lhoc y Aph, vemos

que la longitud de la punta del hocico crece más rápidamente que

su anchura (Fig. 4.3, abajo).

Figura 4.2 Porcentaje que la longitud cabeza-cuerpo (LCC) representa con

respecto a la longitud total (LT) cuando hay pérdida de crestas caudales

sencillas (CCS) de la cola. Una baba que haya perdido la totalidad de

dichas crestas (CCS=0), tendrá una LCC que representa cerca de 62% de

la LT. En babas con cola completa la LCC representa alrededor de 50%

de la LT. Aproximadamente, hay una pérdida de 0,5% por cada CCS

faltante. Para este análisis no se separaron las babas de la costa de las

de las de los llanos.

% de LT = -0,4877*CCS + 61,664

R2 = 0,7632. n=291

40

45

50

55

60

65

70

0 4 8 12 16 20 24

Número de CCS

% d

e L

T r

ep

res

en

tad

o p

or

la L

CC

Andrés Eloy Seijas

94

Tabla 4.1 Modelos de crecimiento alométrico entre dimensiones corporales

de babas de la costa y de los llanos.

Medidas analizadas Babas región costera Babas región llanos

Longitud corporal vs

Longitud del Hocico LCC Lhoc 10 90 0 884, ,

LCC Lhoc 10 58 0 889, ,

Longitud de la Cabeza vs

Longitud del Hocico Lcab Lhoc 3 80 0 821, ,

Lcab Lhoc 4 13 0 806, ,

Longitud del Hocico vs

Ancho de la Punta el Hocico Lhoc Aph 0 59 1 266, ,

Lhoc Aph 0 47 1 384, ,

El crecimiento alométrico es particularmente marcado en indi-

viduos menores a 350 mm de LCC. Los modelos de regresión que

se usan para predecir una dimensión corporal a partir de otra,

deberían tomar en cuenta las relaciones alométricas. En conse-

cuencia, en el Apéndice I se presentan un conjunto de ecuaciones

para animales menores a 350 mm de LCC y otro para individuos

iguales o mayores a esa talla.

¿Sirven los análisis morfométricos para separar a las babas de

la costa de las de los llanos? Una de las características que

permitiría distinguir a C. crocodilus crocodilus de C. c. fuscus es

la anchura relativa del hocico (Brazaitis, 1973). La primera sub-

especie tendría un hocico más angosto que la segunda. Los

modelos de regresión nos muestran que, en efecto, las babas de la

región del llano tienen un hocico relativamente más aguzado que

las de la costa (Fig. 4.4) lo que apoya la sugerencia de varios

autores (Donoso Barros, 1965; Medem, 1983) de que cada una de

ellas pertenece a una de las subespecies ya señaladas. Es necesario

aclarar que, aun cuando las pendientes de los dos modelos de

regresión son diferentes desde el punto de vista estadístico

(P<0,05), no es posible determinar, sólo con el largo relativo del

hocico (o lo que es lo mismo, con su anchura relativa) si una baba

proviene de la costa o del llano, ya que ambas poblaciones

muestran una amplia variación y la distribución de las medidas

individuales se sobreponen.

Los Crocodylia de Venezuela

95

Figura 4.3 Cambios en las proporciones que guardan algunas medidas

morfométricas de las babas a medida que los individuos crecen.

RELACIONES MORFOMÉTRICAS EN EL GÉNERO

PALEOSUCHUS

Son muy pocos los datos disponibles sobre medidas de algunas

partes del cuerpo de los Paleosuchus. En esta sección se muestra

un análisis comparativo de las dos especies de este género, basado

principalmente en mediciones tomadas de animales preservados en

los museos de Venezuela, pero también con datos aportados por

Medem (1981) para Colombia.

En los apéndices III y IV se presentan las ecuaciones resul-

tantes de análisis de regresión entre distintos pares de medidas

morfométricas de los Paleosuchus (Seijas, 2007a). Los coeficientes

1,4

1,6

1,8

2

2,2

2,4

2,6

2,8

0 200 400 600 800 1000 1200

LCC (mm)

Rela

ció

n L

ca

b/L

ho

c

Llanos

Costa

0,5

1

1,5

2

2,5

0 200 400 600 800 1000 1200

LCC (mm)

Rela

ció

n L

ho

c/A

ph

Llanos

Costa

Andrés Eloy Seijas

96

de determinación son altos, no obstante lo pequeño del tamaño de

la muestra. Aunque los ajustes permiten señalar que existe una

relación lineal entre la mayor parte de las variables, las regresiones

con los datos transformados a logaritmos indican que, al igual que

con las babas, existen relaciones alométricas entre algunas dimen-

siones corporales (Tabla 4.2).

Figura 4.4 Tamaño relativo del ancho de la punta del hocico respecto a

la longitud de la cabeza en babas del llano y de la costa de Venezuela.

En las primeras la longitud de la cabeza es generalmente más de 3,3 veces

mayor que el ancho de la punta del hocico, lo que le da una apariencia

más aguda que el de las babas de la región costera. Note, sin embargo,

que hay un gran solapamiento de los datos de las dos poblaciones.

En la Tabla 4.2 se muestran sólo los modelos donde la alometría

es más pronunciada. Para expresar en palabras el significado de

esas ecuaciones se puede decir que en ambas especies, a medida

que la cabeza de los individuos crece, el hocico se hace propor-

cionalmente más largo (menos ancho).

Es interesante comparar algunas de las características mor-

fológicas de los dos Paleosuchus. En términos relativos, el hocico

Lcab = 3,323*Aph - 7,965

R2 = 0,978

Lcab= 2,864*Aph -6,3705

R2 = 0,951

0

50

100

150

200

250

300

350

0 20 40 60 80 100 120

Ancho punta hocico (mm)

Lo

ng

itu

d c

ab

eza (

mm

)

Llanos

Costa

Los Crocodylia de Venezuela

97

de P. trigonatus es más estrecho que el de P. palpebrosus, tal

como se muestra en la Figura 4.5. La separación entre las dos

especies parece ser muy clara, pero hay que ser cuidadoso con las

conclusiones, debido al pequeño tamaño de la muestra.

Tabla 4.2 Modelos de crecimiento alométrico entre dimensiones corporales

de los Paleosuchus de Venezuela. Se presentan sólo las ecuaciones

cuyos coeficientes de alometría se alejan más del valor 1, cifra

correspondiente a la isometría perfecta.

Medidas analizadas P. trigonatus P. palpebrosus

Longitud de la cabeza vs

longitud del hocico Lcab Lhoc 2 283 0 825, , Lcab Lhoc 2 161 0 771, ,

Longitud del hocico vs

ancho de la punta el hocico Lhoc Aph 4 082 1 407, , Lhoc Aph 4 284 1 455, ,

Figura 4.5 Comparación de la forma relativa del hocico de las dos especies de

Paleosuchus. El de P. trigonatus (línea superior) es relativamente más

alargado que el de P. palpebrosus.

Lhoc = 2,301*Aph - 19,941

R2 = 0,985

Lhoc = 2,7124*Aph - 23,482

R2 = 0,986

0

20

40

60

80

100

120

140

160

10 20 30 40 50 60 70

Ancho punta del hocico (mm)

Lo

ng

itu

d h

oc

ico

(m

m)

P. palpebrosus (19)

P. trigonatus (24)

Andrés Eloy Seijas

98

Otra manera de ver las diferencias en la forma del hocico de

los Paleosuchus es elaborando un “índice de anchura relativa”

(IAR). Para ello se realizó un análisis de regresión entre la Lhoc y

el Aph, con los datos de ambas especies en conjunto (Fig. 4.6,

izquierda). El IAR se obtiene al dividir la Lhoc real entre la Lhoc

estimada por el modelo matemático obtenido en al análisis anterior.

Los animales representados por los puntos que quedan por encima

de la línea de regresión tienen un hocico más largo que lo que

predice el modelo, mientras que los representados por puntos

debajo de dicha línea los tienen más cortos. Este procedimiento es

análogo al que se obtendría si se toman los residuales del análisis

de regresión, sólo que los residuales se distribuyen alrededor del

valor cero (0), mientras que el IAR está centrado en uno (1). El

ancho relativo del hocico de los Paleosuchus no se mantiene

constante, sino que varía con el tamaño de los individuos (Fig. 4.6,

derecha).

RELACIONES MORFOMÉTRICAS EN EL GÉNERO

CROCODYLUS

Los caimanes de la costa y del Orinoco (como todos los

verdaderos cocodrilos) tienen una apariencia general del cuerpo

muy similar. Además de la utilidad práctica que puedan tener las

ecuaciones obtenidas por análisis de regresión de pares de variables

morfométricas (para estimar la dimensión de una medida a partir

de otra, por ejemplo), es interesante conocer aquellas medidas que

permitan diferenciar a estas especies.

De manera similar como se procedió con las babas y los

Paleosuchus, para los análisis en que se utilizó la LT se des-

cartaron aquellos individuos con menos de 17 CCS, a los cuales se

consideró con cola rota. La pérdida de parte de la cola trae como

consecuencia una disminución de la longitud total de los animales y

de cambios en la proporción relativa de los tamaños de esta

medida con las de otras partes del cuerpo (Fig. 4.7).

Los Crocodylia de Venezuela

99

Figura 4.6 Arriba: Análisis de regresión de la longitud del hocico

contra el ancho de la punta del hocico para ambas especies de

Paleosuchus en conjunto. Abajo: Los individuos con IAR por encima

de 1 tienen el hocico relativamente más largo que los que se encuentran

por debajo de ese valor. Note como por lo general, para individuos de

tamaño similar, P. palpebrosus tiene el hocico relativamente más ancho

que P .trigonatus.

Andrés Eloy Seijas

100

Figura 4.7 Cambios en el tamaño relativo de la longitud del cuerpo

(LCC) respecto a la longitud total (LT) en caimanes de la costa y del

Orinoco. En individuos con cola completa (CCS>=17) el cuerpo representa

alrededor de 53% de la longitud total. Note la poca frecuencia de C.

acutus con cola rota.

El conjunto de ecuaciones generadas a partir de los análisis de

regresión aparecen en los apéndices V y VI. Los coeficientes de

determinación R2

son en general superiores a 0,95; lo que indica un

buen ajuste a una línea recta entre los pares de variables morfo-

métricas que se analizan. Las regresiones con los datos trans-

formados a logaritmos indican también que existen relaciones

alométricas entre algunas dimensiones corporales (Tabla 4.3).

Algunos de los cambios en las proporciones de partes del

cuerpo se observan en la Figura 4.8. En primer lugar destaca que

el hocico de C. acutus es más ancho que el de C. intermedius,

aunque la muestra para esta última especie es más pequeña. Por

otra parte, se repite el patrón de las otras especies de Crocodylia

ya estudiadas, para las cuales el cambio en la anchura relativa del

hocico es especialmente marcado en los ejemplares más pequeños,

antes de alcanzar los 400 mm de LCC. A partir de esa medida el

crecimiento alométrico se atenúa.

Los Crocodylia de Venezuela

101

Tabla 4.3 Modelos de crecimiento alométrico entre dimensiones corporales de

los Crocodylus de Venezuela.

Medidas analizadas C. acutus C. intermedius

Longitud corporal vs

longitud del hocico LCC Lhoc 10 37 0 845, ,

LCC Lhoc 9 39 0 855, ,

Longitud de la cabeza vs

longitud del hocico

Lcab Lhoc 3 60 0 813, ,

Lcab Lhoc 319 0 841, ,

Longitud del hocico vs

ancho de la punta el hocico Lhoc Aph 0 66 1 442, ,

Lhoc Aph 114 1 335, ,

Figura 4.8 Cambios en las proporciones que guardan algunas medidas

morfométricas de los caimanes de Venezuela a medida que los individuos

crecen.

1,2

1,4

1,6

1,8

2

2,2

2,4

0 400 800 1200 1600

LCC (mm)

Rela

ció

n L

ca

b/L

ho

c

C. acutus

C. intermedius

3

3,5

4

4,5

5

5,5

6

100 300 500 700 900 1100

LCC (mm)

Rela

ció

n L

ca

b/A

ph

C. acutus

C. intermedius

Andrés Eloy Seijas

102

Los cambios en la relación entre las dimensiones relativas del

cuerpo que se muestran en las figuras anteriores justifica la división

de la muestra en dos grupos: uno con los individuos menores a 400

mm de LCC y otro para aquellos mayores a esa talla, tal como se

presentan en los apéndices. Esto permite afinar el poder predictivo

de las ecuaciones.

Una ecuación de utilidad práctica es la que relaciona la longitud

de la planta (LP) de la pata trasera con la talla de los animales.

En algunas localidades donde los caimanes son muy escasos y

difíciles de observar, una manera de tener una primera aproxi-

mación de las tallas de los animales presentes es a través del

registro de sus huellas. Durante las fases iniciales del trabajo del

autor con el caimán de la costa entre 1980-1984, se midió la LP

de 78 animales. Los modelos de regresión para estimar la LT y la

LCC a partir de dichas medidas se muestran a continuación:

LT (mm) = -73,555 + 12,813 LP (mm) R2= 0,978

LCC (mm) = -49,936 + 6,978 LP (mm) R2= 0,977

Aunque los modelos anteriores fueron elaborados para C.

acutus, se pueden usar, como una aproximación para datos de C.

intermedius. En una evaluación sobre el estado poblacional del

caimán del Orinoco en el embalse de Tucupido (Portuguesa), Luis

Sánchez (com. pers.) sólo observó un ejemplar de esta especie,

pero también localizó tres huellas lo suficientemente alejadas entre

sí como para suponer que pertenecían a distintos individuos. Las

longitudes de esas huellas fueron 235, 258 y 264 mm. Estas huellas

pertenecerían a ejemplares de 2938, 3232 y 3307 mm de LT; es

decir, ejemplares adultos.

APLICABILIDAD DE LOS ANÁLISIS

MORFOMÉTRICOS

Predicciones a partir de los modelos

Como ejercicio para probar el ajuste y discutir las limitaciones

de algunos de los modelos que se mostraron en las secciones

Los Crocodylia de Venezuela

103

anteriores, se utilizaron los datos de algunos especímenes repor-

tados en la literatura o que se encuentran en los museos. En la

Tabla 4.4., se muestran los datos de ejemplares colectados por

Medem (1981) y las dimensiones calculadas por medio de las

ecuaciones que aparecen en los apéndices.

Tabla 4.4 Comparación de longitud de dimensiones corporales reportadas

por Medem (1981) con aquellas calculadas a partir de ecuaciones en los

apéndices. Los porcentajes entre paréntesis indican cuanto se desvía el

valor estimado del reportado.

Ejemplar Especie

LT (mm)

reportada

LCC (mm)

reportada

Lcab

(mm)

reportada

LT (mm)

calculada

a partir de

Lcab

LT (mm)

calculada

a partir de

LCC

LCC

(mm)

calculada

a partir de

Lcab

Ecuaciones

usadas

No. 3; Fig. 8,

pag. 28 C.i. 3340 1850 522

3379

(1,2%)

3431

(2,7%)

1819

(-1,7%)

VI.5, VI.2 y

VI.10

Fig 10, pag. 30 C.a. 3440 s.d. 516 3336

(-3%) 1804 V.5 y V.11

No. 204; Fig.

17, pag. 36 C.c.f. 1400 760 187

1400

(0%)

1441

(2,9%)

730

(-4,0%) I.4, I.1 y I.9

No. 205; Fig.

15, pag. 34 C.c.f. 2360 s.d. 281

2144

(-9,2%) 1131 I.4 y I.9

No. 641; Fig.

21, pag. 37 C.c.c. 1950 1030 256

1905

(-2,3%)

1947

(-0,1%)

1010

(-1,9%)

I18, I15 y

I23

No. 77; Fig.

28, pag. 41 C.c.c. 1880 1130 290

2155

(14,6%)

2134

(13,5%)

1147

(1,5%)

I18, I15 y

I23

No. 241; Fig.

32, pag. 44 P.t. 1350 760 210

1456

(7,9%)

1432

(6,1%)

786

(3,4%)

III2, III1 y

III6

No. 11; Fig.

33, pag. 45 P.p. 1420 840 198

1234

(-13,1%)

1516

(6,7%)

685

(-18,5%)

III17, III16

y III21

Especie: C.i., Crocodylus intermedius; C.a., Crocodylus acutus; C.c.f., Caiman

crocodilus fuscus; C.c.c., Caiman crocodilus crocodilus, P.t., Paleosuchus trigonatus;

P.p., Paleosuchus palpebrosus; s.d., sin datos.

El grado en que se ajustan los valores reportados con los

calculados es muy variable. Varias razones se conjugan para

producir esas diferencias. La primera de ellas es la manera distinta

en que Medem tomaba sus medidas, particularmente la de la LCC:

hasta la parte anterior de la abertura cloacal (Medem, 1976). No

se sabe cómo este mismo autor tomó las medidas de la longitud de

la cabeza.

Las diferencias mostradas en la Tabla 4.4 pueden deberse a

algunos de los factores ya señalados, o a alguna combinación de

Andrés Eloy Seijas

104

ellos, sin excluir la posibilidad de errores al medir o al transcribir

los datos. En el caso de la baba identificada como No. 77, la

divergencia entre la LT reportada y calculada puede deberse a que

se trataba de un ejemplar con la cola rota. Aun teniendo en cuenta

las discrepancias en la forma de medición, la mayor parte de los

valores reportados se encuentran dentro de los límites de confianza

al 95% de los valores calculados.

La Figura 4.9 muestra como dos tipos de medidas de la Lcab

pueden producir resultados ligeramente distintos. También sirve para

ilustrar otro factor que puede determinar pequeñas diferencias en

las medidas. Un cráneo del que haya sido removida toda su piel

produce una medida ligeramente menor que la que se obtendría con

la piel todavía presente. En el caso de C. porosus, Webb y

Messel (1978) estimaron que el cráneo con piel produce una

medida 4% menor que la del cráneo con su piel adherida.

Figura 4.9 Medidas de la longitud de la cabeza (Lcab) en

crocodilios. Lcab1 es 2,4% mayor que Lcab2 en el caso de P.

palpebrosus y 3,3% mayor en el caso de C. acutus.

Los grandes caimanes

El cráneo de C. intermedius más grande para el que se tienen

datos está depositado en el Museo de la Estación Biológica de

Rancho Grande, en Maracay (Fig. 4.10). Al aplicar la ecuación

VI.5 (Apéndice VI) se obtiene, a partir de la Lcb (68 cm), una LT

estimada de 445 cm. Si se estima esa talla a partir de la Lhoc

(49,5 cm) la cifra resultante es de 410 cm. Ninguna de esas tallas

resulta particularmente impresionante.

Los Crocodylia de Venezuela

105

Figura 4.10 El autor sosteniendo el cráneo de Crocodylus intermedius

más grande depositado en la EBRG de Maracay, donado por el Walter

Arp. La Lcab de este cráneo es de 68 cm. El Lhoc es 49,5 cm. La longitud

total estimada del ejemplar en vida es 4,45 m.

El dato confiable sobre el caimán más grande que haya sido

medido alguna vez (22 pies 3 pulgadas) corresponde a Humboldt y

Bonpland. El transformar esa cifra al sistema métrico ha sido

objeto de controversia (Seijas, 2001). Si confiamos en Medem

(1983) la cifra exacta debería ser 6,75 m. ¿De qué tamaño debió

ser la cabeza de este caimán? Con los datos disponibles se obtiene

la siguiente ecuación de regresión:

(n=328; R2 = 0,984, E=12,634)

A partir de allí se obtiene una medida de la Lcab de 103,3 cm

(intervalo de confianza 95%, 100,8-105,8 cm).

Lcab LT 16 72 0 151, ,

Andrés Eloy Seijas

106

Los modelos que aquí se presentan tienen una finalidad funda-

mentalmente práctica, que permitan estimar las tallas y pesos de

ejemplares a partir de partes preservadas en museos o de infor-

mación publicada con datos incompletos.

Las predicciones que se puedan hacer a partir de las ecua-

ciones generadas tienen una serie de limitaciones y deben ser

usadas con precaución. En primer lugar, la base de datos disponible

tiene muy pocos ejemplares de gran tamaño. Esto es especialmente

cierto en el caso del caimán de la costa, especie para la cual el

ejemplar más grande con datos completos apenas alcanzó 2,12 m y

un peso de 27 kg. En el caso del caimán del Orinoco la muestra

contiene datos parciales de individuos de hasta 4,06 m y 369 kg,

pero esos animales provienen de zoocriaderos, lugares donde

generalmente los cocodrilos son relativamente más gordos que los

silvestres (ver Montague, 1984). Con esta última especie se usaron

también datos parciales obtenidos de cráneos depositados en

museos. Esto agrega otra fuente de error, ya que las medidas

tomadas en cráneos difieren ligeramente de las tomadas en

ejemplares vivos, debido a la pérdida de la piel (Hall y Portier,

1994; Mantague, 1984; Webb y Messel, 1978).

Otro inconveniente es que en este estudio no se discriminó a los

animales por sexo. Otros investigadores han demostrado

diferencias entre machos y hembras para distintas especies de

crocodilios (Ayarzagüena, 1983; Hall y Portier, 1994; Montague,

1984; Webb y Messel, 1978), aunque esas diferencias se

manifiestan princi-palmente en animales muy grandes.

Las limitaciones antes señaladas no le quitan el valor predictivo

a las ecuaciones presentadas, pero los modelos para estimar

medidas de longitud a partir de otras medidas lineales deben ser

usadas con ciertas precauciones para predecir las tallas de ani-

males muy grandes, ya que hay que tener en cuenta que los límites

de confianza para estimaciones de valores muy por encima de las

tallas de los animales con los cuales se trabajó para generar las

ecuaciones, pudieran producir subestimaciones. En el caso del peso,

por ejemplo, el análisis de los residuales de los modelos de

Los Crocodylia de Venezuela

107

regresión indica que el valor predictivo disminuye a medida que se

consideran individuos muy grandes. Estrictamente hablando, como

señaló Gould (1966) las regresiones alométricas sólo son aplicables

al intervalo de datos usados en su cómputo.

Este estudio es, por supuesto, preliminar. Es necesario recopilar

mucho más información que permitan subsanar sus lagunas. Se

espera que sirva de estímulo a otros investigadores para proseguir

con la tarea de conocer algo más sobre la biología de los croco-

dilios de Venezuela.

Andrés Eloy Seijas

108

Los Crocodylia de Venezuela

109

CAPÍTULO 5

ANÁLISIS DE POBLACIONES

Un aspecto básico que debe contemplar cualquier plan de

manejo de una especie animal es el referido a su abundancia y

estructura poblacional. Para conocer la situación de una especie, es

decir, si su número está declinando o aumentando, si se reproduce

o no, si su área de distribución aumenta o disminuye, lo primero

que hay que averiguar es su abundancia y distribución actual, para

compararla con datos sobre estos aspectos en el pasado. Es de los

resultados de esta primera evaluación en los que el manejador de

fauna se basa para programar investigaciones más detalladas (para

averiguar las razones que explican el estado poblacional encontrado,

por ejemplo) o para diseñar e implementar medidas que permitan

que el tamaño poblacional de la especie en un área determinada

aumente, disminuya o se estabilice, de acuerdo con objetivos

establecidos. Algunas consideraciones teóricas referidas a los

métodos de estimación poblacional con los Crocodylia se pueden

consultar en Bayliss (1987).

CONSIDERACIONES METODOLÓGICAS

Antes de emprender un estudio acerca del estado de una

población de algún crocodilio (su disposición espacial, abundancia,

estructura de tamaños, aspectos reproductivos y otros) es necesario

tener un conocimiento básico sobre su ecología y sobre las

características del área de estudio (extensión, vías de acceso,

características climáticas, navegabilidad, etc.). Este conocimiento

previo permitirá establecer cuál será el equipo de campo que se

utilizará y la mejor época del año para emprender el estudio.

Cuando se visita un sitio por primera vez es conveniente realizar un

reconocimiento general, durante el día, que permita al investigador

Andrés Eloy Seijas

110

familiarizarse con el entorno y las dificultades que se puedan

encontrar durante los recorridos nocturnos. Se debe tener muy

claros los objetivos que se persiguen y, por lo tanto, el tipo de

información que se quiere colectar y llevar planillas de campo para

anotar los datos obtenidos.

DETERMINACIÓN DE ABUNDANCIA

El método más común para determinar el tamaño en las

poblaciones de crocodilios es el basado en recorridos nocturnos a lo

largo de la orilla de cuerpos de agua, para detectar a los ejem-

plares gracias al reflejo que producen sus ojos al ser encandilados

con la luz de lámparas. Es bien conocido que diversos factores

afectan los resultados de este tipo de conteos (Woodward y

Marion, 1978; Hutton y Woolhouse, 1989). La época del año en

que se trabaja, la claridad de la noche por efecto de la fase lunar

al momento del conteo, las características del área de estudio, el

equipo de campo usado y otros aspectos pueden ocasionar dife-

rencias en los valores de abundancia y estructura poblacional

obtenidos (Fig. 5.1), situación que debe tenerse en cuenta a la hora

de sacar conclusiones, hacer comparaciones y tomar decisiones de

manejo. Otro factor muy importante es la pericia del investigador,

quien debe planificar su trabajo tratando de minimizar los efectos

distorsionadores antes señalados.

Por lo general no se conoce cuál es la fracción de la población

que se observa durante los conteos nocturnos y seguramente ésta

varía de acuerdo con los factores mencionados. El factor que

afecta de manera más pronunciada las estimaciones poblacionales

de crocodilios es el nivel del agua, el cual está asociado a la

estacionalidad climática. En el caso de la baba, por ejemplo, los

conteos en préstamos y lagunas a lo largo de caminos arrojan

resultados contrastantes dependiendo de la época del año en que se

realizan (Fig. 5.2). El mejor momento para contar es a finales de la

época seca, cuando la mayoría de las babas se concentran en los

pocos cuerpos de agua disponibles.

Los Crocodylia de Venezuela

111

Figura 5.1 Algunos factores que pueden incidir en la detección de los

crocodilios presentes en un área de estudio durante un muestreo (Modi-

ficado a partir de Bayliss, 1987).

El valor máximo de babas contadas en el Módulo Experimental

de Mantecal (MEM) obtenido en el mes de marzo de marzo de

1977 fue 18,2 veces mayor que el obtenido para el mes de agosto

del mismo año. Este tipo de diferencias se obtienen también en

otros tipos de hábitats. Thorbjarnarson y Hernández (1992), por

ejemplo, reportaron para el río Guárico densidades de 1,24 babas/

km durante el periodo lluvioso y 24,9 babas/km durante el seco,

una cifra 20 veces mayor.

Es interesante notar que, aun cuando los conteos de 1977 y

1978 mostrados en la Figura anterior se llevaron a cabo en fechas

más o menos equivalentes, los resultados máximos para 1978

fueron 25% menores que los del año anterior. No hay razones que

indiquen que para el segundo año haya ocurrido una reducción de

las poblaciones de babas en el MEM, por lo que quizás las

diferencias en el régimen de precipitaciones interanual hayan

Número visto

Controlado por

investigador Sin control del investigador

Observador

Experiencia

Consistencia

Fatiga

Variables de la plataforma

o medio de observación

Velocidad de recorrido

Altura o distancia de observación

Ruido

Potencia de la luz

Comportamiento

animalClima Hábitat

Activo inactivoCaliente Frío

Cubierto Despejado

Con lluvia Sin lluvia

Con viento Sin viento

Abierto Cerrado

Andrés Eloy Seijas

112

determinado las discrepancias. Otro ejemplo de estas variaciones de

un año a otro se obtiene de los datos presentados por Chávez (2000)

quien contó en la casi totalidad del Refugio de Fauna del Caño

Guaritico (Apure) 1.238 babas en el año 1996. Al año siguiente el

número de individuos contados, en los mismos sectores y aparente-

mente bajo idénticas condiciones fue 3.989, una cifra 3,2 veces mayor.

Figura 5.2 Número total de babas contadas a lo largo del perímetro del

Módulo Experimental de Mantecal (Apure) para distintas fechas de los

años 1977 y 1978. Las cifras topes se obtuvieron en los conteos de

finales de marzo de ambos años. El valor mínimo se contó en el mes de

agosto de 1977, pero no se realizaron muestreos en los meses de

septiembre y octubre de ese año (Modificado a partir de Seijas, 1979).

Si se toma nuevamente como referencia al MEM, se observa

cómo los cambios en el número de babas contadas a medidas que

avanzaba la sequía, varió de acuerdo con las características del

hábitat (Fig. 5.3). Los lugares más bajos de esa localidad (entre los

kilómetros 10 y 22), que conservaban más agua y por un periodo

más prolongado, fue donde ocurrieron los cambios más pro-

nunciados en el número de individuos observados.

288

580

1310

1231

874

72120

691719

985

714

0

200

400

600

800

1000

1200

1400

me

ro d

e b

ab

as

co

nta

da

s

22 Ene

77

22 Feb

77

30 Mar

77

17 Abr

77

21 May

77

4 Ago

77

1 Nov

77

24 Ene

78

22 Feb

78

29 Mar

78

20 Abr

78

Fechas de los conteos

Los Crocodylia de Venezuela

113

Figura 5.3 Número de babas contadas en cada kilómetro a lo largo del

perímetro del Módulo Experimental de Mantecal (Apure) para distintas

fechas del año 1977. Las mayores variaciones en el número de individuos

contados se observaron entre los kilómetros 10 y 23, que correspondían a

las zonas más bajas del módulo, con grandes préstamos que conservaban

agua todo el año. (Modificado a partir de Seijas, 1979).

En algunas localidades, no necesariamente el mayor número de

crocodilios se observa en los meses más secos del año. En el río

Cojedes, por ejemplo, el número máximo de caimanes del Orinoco

contados en muestreos llevados a cabo en 1996 y 1997, se observó

a finales de febrero y comienzos de marzo (Fig. 5.4) y no al final

del periodo seco (abril), como habría de esperarse.

Es probable que en condiciones de sequía extrema, muchos de

los caimanes se refugien en madrigueras (solapas) y escapen de la

detección de los investigadores. La mayor disminución de la

fracción de caimanes observados en los meses de junio y julio (días

150 en adelante) se debió al aumento de los niveles del río,

después del comienzo de la estación de lluvias.

Mediante análisis adicionales se logró determinar que la

declinación en la fracción observable de caimanes se debió,

0

50

100

150

200

250

300

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27

Kilómetros

me

ro d

e b

ab

as

co

nta

da

s

22-Ene-77

22-Feb-77

30-Mar-77

17-Abr-77

21-May-77

04-Ago-77

Andrés Eloy Seijas

114

fundamentalmente, a la disminución en el número de juveniles

(caimanes <1,80 m de LT) observados (Seijas, 1998). Es decir, la

manera como los cambios climáticos (en este caso el avance de la

sequía) se refleja en la observabilidad de los crocodilios depende

del tamaño de los animales. En un estudio realizado en un canal

que conduce a la laguna El Eneal, al sur del estado Cojedes (Seijas

y Chávez, 1996), se determinó un aumento progresivo de babas a

medida que avanzaba la sequía (Fig. 5.5), pero los cambios se

debieron fundamentalmente a la incorporación de animales de la

categoría 60-90 cm de LT, particularmente a partir del mes de

febrero de 1994. Las babas de esa talla ocupaban temporalmente ese

canal, provenientes de lagunas aledañas que se secaban, mientras se

movían aguas abajo en busca de cuerpos de agua permanentes.

Figura 5.4 Decrecimiento en la fracción de la población de caimanes

observados en el Sistema del Río Cojedes a medida que avanzaba la

sequía. El primero de enero se tomó como día cero. Los triángulos

representan los muestreos de noviembre y diciembre y sirven de refe-

rencia para mostrar los índices poblacionales a comienzos de la sequía. El

número de caimanes observados en un determinado muestreo fue expre-

sado en relación con la cifra observada en abril, que se tomó como 100%.

Los muestreos de abril aparecen como círculos (Modificado a partir de

Seijas, 1998).

0

20

40

60

80

100

120

140

160

0 30 60 90 120 150 180 210

Días

% r

esp

ecto

a a

bri

l

Los Crocodylia de Venezuela

115

Figura 5.5 Estructura de tamaños y cómputo total de babas mayores de

60 cm de LT en un caño que conduce a la laguna El Eneal, estado

Cojedes. La variación en el número de individuos contados se debió

principalmente a los cambios en el número de babas de la categoría de

tamaños 60-90 cm de LT. (Modificado a partir de Seijas y Chávez, 1996).

En conteos de babas llevados a cabo en los embalses de Pueblo

Viejo (Zulia) y Tacarigua (Falcón) en 1986 (Seijas, 1988) se

encontró una correlación negativa entre el índice de abundancia de

esta especie y el nivel del agua (Fig. 5.6), aun cuando en ninguno

de los dos casos la correlación fue estadísticamente significativa

(Spearman Rho=-0,50 y -0,34, respectivamente, P >0,05).

La variación en el número de individuos y el nivel del agua en

los embalses es una manera indirecta de medir la relación entre la

abundancia relativa y el régimen de lluvias, ya que los niveles más

bajos de los embalse se obtienen en la época más seca. La falta

de significancia estadística es quizás consecuencia de la escasez de

datos y al “ruido” introducido por otros factores no evaluados (por

ejemplo, fase lunar, viento u otros).

0

5

10

15

20

25

30

35

40

45

50

14-Oct-93 27-Nov-93 08-Feb-94 09-Mar-94 15-Mar-94 12-May-94

Fechas

No

. de b

abas

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

No

. to

tal de b

abas >

60 c

m L

T

60-90

90-120

120-150

150-180

>=180

> 1 Año

Andrés Eloy Seijas

116

Figura 5.6 Número de babas observadas respecto al nivel del agua en los

embalses de Tacarigua (Falcón) y Pueblo Viejo (Zulia). Se tomó como cero

al nivel del agua más bajo encontrado durante los muestreos.

Vale la pena destacar que en el caso de los embalses antes

señalados, la fluctuación de los índices poblacionales, cualesquiera

que sean los factores que los afecten, es más amplia en el caso de

las babas que en el de los caimanes de la costa. El número de C.

acutus tiende a ser más constante y, por lo tanto, los coeficientes

de variación son menores (Tabla 5.1).

De alguna manera, estos resultados permiten concluir que los

caimanes tienden a permanecer en el embalse todo el año y el

número de individuos contados en distintas fechas varía poco,

mientras que algunas de las babas se mueven desde el embalse

Tacarigua

0

10

20

30

40

50

60

0 20 40 60 80 100 120 140 160

Nivel relativo (cm)

mero

de b

ab

as

Pueblo Viejo

0

20

40

60

80

100

120

140

0 50 100 150 200 250 300

Nivel relativo (cm)

mero

de b

ab

as

Los Crocodylia de Venezuela

117

hacia zonas inundadas o quebradas inaccesibles a los investigadores

y, por lo tanto, no son contadas durante los muestreos cuando las

aguas están en un nivel alto.

Tabla 5.1 Coeficientes de variación de los conteos nocturnos de babas y

caimanes en dos embalses de la región costera de Venezuela.

Pueblo Viejo Tacarigua

Babas Caimanes Babas Caimanes

Número de

muestreos 5 5 6 6

Promedio individuos

observados 77,6 24,4 25,5 15,2

Coeficiente de

variación 63,2% 40,0% 70,2% 15,3%

Los conteos diurnos de crocodilios son poco efectivos, ya que

una alta fracción de los individuos queda sin ser detectada. Esa

fracción es difícil de cuantificar y depende del tipo de hábitat en

que se trabaje y de otras circunstancias. En préstamos y pequeños

caños de los llanos, por ejemplo, de noche se observan tres veces

o más individuos que de día (Seijas, 1986a). En el caso de los ríos

esas diferencias son seguramente aún mayores.

No obstante sus limitaciones, los recorridos diurnos son útiles

para obtener otros datos sobre la población de crocodilidio sujeto a

estudio. En el caso de las babas esta modalidad de trabajo se

justifica porque permite una mejor apreciación de la talla de los

individuos, particularmente en las horas pico de asoleamiento, lo que

permite determinar estructuras de tallas de manera más precisa. La

búsqueda de huellas, así como de evidencias de reproducción

(nidos, conchas de huevos, depredación y otras) es una actividad

principalmente diurna.

Una modalidad de muestreo diurno que se ha usado en Vene-

zuela son los conteos aéreos desde avionetas o helicópteros

(Ayarzagüena, 1987; Franz et al., 1985; Ramo y Busto, 1986;

Thorbjarnarson y Hernández, 1992). La ventaja de este método es

Andrés Eloy Seijas

118

que permite recorrer grandes distancias en poco tiempo, pero es

extremadamente selectivo y sesgado hacia los grandes animales,

más fáciles de observar. Es por ello que se ha empleado exclu-

sivamente para detectar caimanes del Orinoco. Las horas más

adecuadas para este tipo de evaluación son las de la media mañana

(9-11 a.m.) cuando gran parte de los individuos se asolean.

Una razón para efectuar muestreo aéreos es la de ubicar

lugares donde posteriormente puedan realizarse trabajos más inten-

sivos, que incluyan recorridos nocturnos. La gran desventaja del

método es su costo, principalmente si se quisiera utilizar como

herramienta rutinaria. Por otra parte muchos ríos no presentan

características adecuadas para este tipo de muestreos, ya sea

porque poseen muchos meandros o porque están cubiertos por

bosques muy cerrados que impiden la detección de los animales.

UNIDADES DE MEDIDA DE LA DENSIDAD O

ABUNDANCIA

La manera como se expresa la densidad de crocodílidos

depende del tipo de ambiente en que se trabaja. En préstamos,

pequeñas lagunas y humedales es común expresarla como densidad

ecológica, es decir individuos por superficie de agua (o de humedal)

ocupada por la especie (ver, por ejemplo, Marcellini, 1979). La

unidad de densidad más conveniente en estos casos es la de ind/

m2, cuando se trata de áreas muy pequeñas o ind/ha, cuando se

agregan muchos ambientes como los señalados.

En el caso de la baba, en los llanos de Venezuela se ha

reportado con frecuencia la densidad bruta, es decir el número de

individuos por superficie total de alguna zona (un hato, por ejemplo)

o una región, la cual incluye áreas sin agua, o sólo temporalmente

inundadas. Ésto se ha justificado por razones de manejo y por el

hecho de que durante la época de lluvias las babas se dispersan en

la sabana inundada y ocupan gran parte de los predios o regiones

estudiadas (Ayarzagüena, 1983; Seijas, 1986a; Ramo y Busto, 1989;

Velasco y Ayarzagüena, 1995). La unidad más usada en estos

casos es ind/ha.

Los Crocodylia de Venezuela

119

En lagunas o lagos (por ejemplo embalses) una medida más

adecuada para expresar la densidad es la de número de individuos

por longitud del perímetro del cuerpo de agua. Esta medida se

justifica por el hecho de que en realidad los crocodilios habitan

principalmente los litorales y aquellas zonas donde las aguas no son

muy profundas (Seijas, 1988). Es raro, por tanto, localizar en una

laguna grande o en un embalse individuos muy alejados de la orilla.

La unidad más usada en estos casos es ind/km.

Cuando se trabaja en ríos, la unidad de medición de la abun-

dancia más usada es la de ind/km de recorrido. En este libro se usa

esa medida como una densidad, aunque quizás a los puristas de las

terminologías no les guste esa denominación. En muchos casos,

cuando se trata de ríos angostos, las cifras reportadas se refieren a

individuos encontrados en las dos márgenes del río, ya que las

lámparas que se usan para detectar a los animales tienen suficiente

potencia como para localizar los crocodilios en ambas orillas a

medida que se navega por él. En ríos muy anchos es reco-

mendable, o incluso inevitable, muestrear cada orilla de manera

independiente. Es necesario señalar en los resultados cuál de los

dos procedimientos se usó en el trabajo. En cualquier caso, la

unidad usada de ind/km.

Hay que ser cuidadoso a la hora de interpretar los valores de

densidad, cualquiera que sea la unidad usada, cuando se trata de

conteos realizados en cuerpos de agua de superficie o longitud muy

reducidos. Para ilustrar lo que se quiere decir, consideren una

situación en la que un crocodiliano cualquiera ocupe un pequeño

pozo de 100 m2. Esa densidad equivale a 100 individuos por

hectárea, una cifra muy grande, si se toma fuera de contexto. En el

río Sarare (Falcón) se reportó una densidad de 196,6 babas/km para

un pequeño segmento aislado de sólo 300 m. Esa densidad es 7,5

veces mayor que la del río Unare (Anzoátegui) para el que se

muestreó una longitud de 25 km (Seijas, 1986b). Sería un

exabrupto, sin embargo, concluir que hay más babas en el río

Sarare que en el río Unare.

De manera generalizada, en los estudios poblacionales de

crocodilios, cuando se reportan cifras de abundancia y densidad se

Andrés Eloy Seijas

120

excluyen de los análisis los individuos menores de un año, dado que

la tasa de mortalidad que ellos presentan en las primeras semanas

de vida es muy alta y, por tanto, su presencia en la población es

generalmente efímera.

DETERMINACIÓN DE LA ESTRUCTURA

POBLACIONAL

El cuerpo de los crocodilios crece de manera permanente

(durante toda la vida), pero su tasa de crecimiento, como se

discutirá en más detalle posteriormente, es muy variable y quizás

dependa principalmente de la calidad del hábitat que los individuos

ocupan (Seijas et al., 2008). Los ejemplares que habitan ambientes

muy productivos crecen rápido y alcanzan la madurez sexual en

menos tiempo que aquellos que viven en ambiente más pobres. En

apoyo de esta conclusión tenemos que Llobet (2002) recapturó en

el río Capanaparo en el año 2001 a tres C. intermedius que habían

sido liberados en esa localidad al año de edad en 1992 y 1993. La

talla (LT) de estos ejemplares fue 236 cm para el de nueve años y

204-223 para los de ocho. En contraste, Lugo (1998) reportó los

datos de tres caimanes del Orinoco liberados en el caño Matiyure

del estado Apure a los dos años de edad y recapturados en el

mismo lugar a la edad de cinco años y con tallas que iban desde

275 a 296 cm de LT. Igualmente, Chávez (2000) aportó datos de

dos C. intermedius recapturados en el Caño Guaritico (Apure) que

en poco menos de cuatro años superaban 240 cm de LT, es decir,

más grandes que los individuos de mayor edad recapturados en el

Capanaparo. Como conclusión se puede decir que el crecimiento de

los caimanes es relativamente lento en un río de aguas claras como

el Capanaparo y muy rápido en ríos de aguas blancas, más ricos

en nutrimentos, como el Matiyure y el Guaritico. También dife-

rencias genéticas entre individuos, interacciones intra e inter-

específicas y otros factores deben jugar un papel en la deter-

minación de la velocidad de crecimiento de cada animal. Todo esto

advierte sobre la imposibilidad de establecer la edad de un individuo

tomando como único criterio su tamaño.

La imposibilidad de asignarles una edad absolutamente confiable

a los animales observados durante los muestreos, ha llevado a la

Los Crocodylia de Venezuela

121

necesidad de determinar la estructura de las poblaciones que se

estudian con base en categorías de tallas o tamaños. En la mayor

parte de los casos es prácticamente imposible capturar a todos los

individuos de la población para medir sus tallas con exactitud.

Efectuar muestreos no sesgados que permitan inferir la estructura

de la población a partir de un conjunto de animales capturados es

también muy difícil de llevar a cabo, principalmente porque la

capturabilidad depende del tamaño y los individuos más grandes son

generalmente muy tímidos o requieren un esfuerzo de captura muy

grande en términos de tiempo u otros recursos, además que ello

representa en ocasiones una actividad riesgosa, tanto para los

animales como para las personas que tratan de capturarlos. La

manera más práctica de asignar a un individuo a una clase de

tamaño es, por lo tanto, estimando su talla cuando se observa a

distancia. El método requiere de pericia y no está exento de

errores (Magnusson, 1983). No es de extrañar que muchos

estudios se limiten a contar el número de individuos y no reportan

la estructura de tamaños de la población. Para corregir algunos de

los problemas mencionados se han propuesto técnicas fotográficas

para estimar las tallas de los individuos durante dichos conteos (Gorzula,

1984) pero el procedimiento es impracticable en la mayoría de las

ocasiones.

En un intento para cuantificar el grado de exactitud con que se

estima la talla de los animales observados, se llevó a cabo un

pequeño ensayo con babas en cuerpos de agua al sur del estado

Cojedes (Seijas y Chávez, 1996). Se capturaron 45 individuos, a los

cuales se les tomó un conjunto completo de datos y se elaboró un

modelo de regresión que permitiera predecir la longitud total (LT) a

partir de la longitud de la cabeza (Lcab). Para este modelo sólo se

tomaron en consideración animales con la cola completa (CCS>18)

y con una talla superior a 340 mm de LT. Posteriormente se

capturaron, desde un bote, 74 babas, a cada una de las cuales se

le estimaba en voz alta, justo antes de la captura (para que el

investigador acompañante tomara nota), la categoría de tamaño a la

que se creía que pertenecía. A estos individuos se les midió sólo la

Lcab y con el modelo de regresión señalado se les calculó la LT y

se determinó si ésta se encontraba entre los límites de la categoría

Andrés Eloy Seijas

122

de tamaños a que habían sido asignados en el instante previo a la

captura (Tabla 5.2). Los investigadores se turnaron en la tarea de

capturar y estimar la talla de las babas. Considerando solamente

las observaciones del investigador que usualmente realizó las

estimaciones poblacionales, en 18,8% de los casos la talla calculada

estuvo fuera de los límites de la categoría de tamaños estimada

antes de la captura. El porcentaje de desaciertos fue mayor en el

caso del segundo observador (38,1%). En un caso la talla de la

baba capturada estuvo 76,7 cm por encima del límite superior de la

categoría a la cual fue asignada, en los fallos restantes, sin

embargo, las tallas reales estuvieron en promedio 5,3 cm por

encima o por debajo del límite de la categoría a la cual habían sido

adjudicadas en el instante de la captura. En este ejercicio se

usaron categorías de tamaño con una amplitud de 30 cm. De

haberse usado categorías más estrechas, con seguridad el por-

centaje de fallos se hubiera incrementado.

Es necesario recordar que, en el ensayo descrito anteriormente,

las babas a las que se les estimó la talla fueron observadas desde

una lancha, de noche y a muy corta distancia, en general, menor a

los dos metros. En muchos estudios la talla de los crocodilios se

estima a la luz del día y a mucha mayor distancia que en las del

ensayo referido, a veces incluso con la ayuda de binoculares. Los

errores de apreciación en esas ocasiones pueden ser considerables.

Muchos de los conteos nocturnos de babas reportados en la

literatura se realizaron desde vehículos terrestres, generalmente a

distancias muy largas como para lograr una estimación precisa del

tamaño, por lo que habitualmente sólo se discrimina entre animales

menores de un año (que se distinguen porque tienden a permanecer

en grupos muy compactos, durante varias semanas después del

nacimiento) e individuos mayores de un año. Recorridos nocturnos

a pie a lo largo de caños o perímetros de préstamos y lagunas

permiten una aproximación suficiente como para obtener una buena

estimación de las tallas, pero este procedimiento es poco práctico

cuando el área de muestreo es muy extensa o las orillas de los

cuerpos de agua son difíciles de transitar.

Los investigadores en Venezuela han usado categorías de

tamaños diferentes a la hora de reportar sus resultados, lo cual ha

Los Crocodylia de Venezuela

123

dificultado un poco las comparaciones. Uno de los sistemas es el

establecido por Ayarzagüena (1983) de cuatro clases de tamaño, el

cual ha sido adoptado, con algunas modificaciones, por el Ministerio

del Ambiente en el programa de aprovechamiento de babas, como

discutiremos más adelante. En la literatura científica en inglés es

usual agrupar a los animales observados en categorías de longitud

total en pies, o su equivalente aproximado a 30 cm (Watson et al.,

1971; Chabreck, 1976; Messel et al., 1981; Read et al., 2004). Ese

es el tipo de clasificación que se ha venido usando en el país en

los últimos años, principalmente para el estudio de poblaciones de

caimanes del Orinoco y de la costa (Seijas y Chávez, 1991, 2000;

Llobet, 2002; Jiménez-Oráa, 2002; Urdaneta, 2002; Lander, 2003;

Barros et al., 2005).

Tabla 5.2 Aciertos y fallos de dos observadores en el intento de asignar

la categoría de tamaño de babas observadas a corta distancia desde un

bote. (A partir de datos en Seijas y Chávez, 1996).

Categoría Observador 1 Observador 2

aciertos fallos aciertos fallos

30-60 1 0 0 3

60-90 9 2 11 8

90-120 10 0 8 1

120-150 3 4 5 3

150-180 3 0 2 1

Todas 26 6 26 16

En localidades donde babas y caimanes coexisten es importante,

porque facilita el registro de datos, poseer un sistema de clasi-

ficación único que pueda emplearse tanto para babas como para

caimanes. La planilla mostrada en la Figura 5.7 es la que se ha

usado para recoger la información de campo en los ríos Cojedes,

Capanaparo y Manapire.

Aun cuando en la planilla se le asigna a cada animal observado

una de las categorías de tamaño preestablecidas, para los análisis

generalmente se agrupan éstas en clases más amplias, así:

Andrés Eloy Seijas

124

Clase I: Individuos menores de 60 cm de LT

Clase II: Individuos de 60 a 119,9 cm de LT

Clase III: Individuos de 120 a 179,9 cm de LT

Clase IV: Individuos de 180 a 239,9 cm de LT

Clase V: Individuos de 240 o más cm de LT

En el caso de las babas, la Clase I corresponde a individuos

menores a dos años. La Clase II incluye individuos juveniles, la III

contiene adultos (machos y hembras) y la IV está constituida casi

exclusivamente por machos. Esta clasificación está “inspirada” pero

no es exactamente equivalente a la establecida por Ayarzagüena

(1983) para las babas de los llanos, como veremos más adelante;

sólo que no hay babas de Clase V, ya que en esta especie son

muy raros los individuos que superan los 240 cm de LT. En el

caso de los caimanes la Clase I está conformada por individuos

menores de un año; la II y III por individuos juveniles; la IV

corresponde a subadultos y la V a adultos.

FACTORES DE CORRECCIÓN Y AJUSTES

Ya se señaló que en los conteos de crocodilios una fracción de

los animales presentes no es detectada. Staton y Dixon (1975)

estimaron que en los préstamos y lagunas en que trabajaron, en el

hato Masaguaral (Guárico), esa fracción alcanzaba 10% para los

conteos nocturnos. Esa cifra luce optimista ya que Thorbjarnarson

(1990), quien trabajó también en ese hato, reportó un valor

promedio de 19,5%.

En estudios realizados con cocodrilos del Nilo marcados en un

lago en Zimbabwe, se obtuvo que incluso en condiciones óptimas,

más de 37% de los individuos de la población permaneció sin ser

detectada, y la proporción de la verdadera población que es

observada durante los recorridos nocturnos varió entre 10 y 63%

(Hutton y Woolhouse, 1989). Bayliss (1987) discute los resultados

de metodologías basadas en el marcado y recaptura de Crocodylus

Los Crocodylia de Venezuela

125

Figura 5.7 Planilla para el registro de los datos de campo en

conteos nocturnos de crocodilios. Esta planilla se usa en recorridos

a lo largo de ríos y perímetros de embalses. Los datos anotados en

este caso no son reales y sólo pretenden ilustrar el tipo de

información que usualmente se vierte en ella.

Andrés Eloy Seijas

126

porosus, y concluye que la detectabilidad depende del tipo de

hábitat donde se trabaja y de la talla de los individuos. Combinando

marcaje con pintura, reconocimientos aéreos y recorridos nocturnos,

otros autores han calculado valores de detectabilidad aún más bajos

(Mourao et al., 1994; Woodward et al., 1996).

King et al. (1990) señalaron varias fórmulas para estimar la

fracción de individuos observables durante conteos nocturnos. Su

empleo requiere de muchas repeticiones, lo que limita su apli-

cabilidad en muchos programas de monitoreo, en los que se llevan

a cabo muy pocos conteos en la misma localidad o sector. A

continuación se presenta una fórmula que es una modificación del

modelo 3 de los mencionados autores:

sX

Xp

m

m

*3

Donde p representa la fracción observable de la población, Xm,

es el número promedio de individuos observados por conteo, s, es

la desviación estándar de la distribución de los conteos realizados.

Esta fórmula se fundamenta en el hecho de que para la

distribución normal, 99,73% de los valores quedan dentro del

intervalo de la media y más o menos tres veces su desviación

estándar. El denominador de la fórmula representa el extremo

derecho de ese intervalo, es decir, el valor máximo de animales

que se esperaría encontrar si se realizaran infinitos conteos.

Como ejercicio, se muestra el uso de la fórmula antes propuesta

con los datos aportados por Ávila-Manjón (2008) para el Río

Cojedes (Tabla 5.3).

Los datos en la Tabla 5.3 permiten calcular que sólo se

observaron alrededor de 62-63% de los caimanes presentes en el

segmento muestreado ¿Qué tanto se ajusta este valor a la realidad?

Los datos de Ávila-Manjón (2008) permiten otra manera de

calcular la fracción observable. Esta autora capturó durante el

desarrollo de su estudio 44 individuos <180 cm de LT en el sector

Confluencia-Caño Amarillo. El número máximo observado durante

Los Crocodylia de Venezuela

127

los conteos nocturnos fue 16 individuos (en dos oportunidades); es

decir, en todos los conteos 28 o más caimanes dejaron de ser

detectados, por lo que la máxima fracción observable fue de 25%.

Si se tiene en cuenta que por lo general los conteos subestiman

el tamaño de la población, se pueden implementar algunos métodos

sencillos que permiten corregir parte del error. Para que esto sea

posible se debe contar con varias réplicas de los conteos, ideal-

mente obtenidas en recorridos separados por poco tiempo (horas o

muy pocos días). Thorbjarnarson (1988b) resume este tipo de

correcciones en tres categorías:

o Aquélla que considera el número máximo de animales

observados en conteos sucesivos.

Tabla 5.3 Número de caimanes del Orinoco observados en el segmento

Confluencia-Caño Amarillo durante recorridos nocturnos efectuados en el

año 2006 (Ávila-Manjón, 2006).

Fecha

Sólo caimanes

<180 cm de LT Todas las tallas

17-ene-06 16 30

18-ene-06 15 27

01-feb-06 14 30

02-feb-06 15 39

20-feb-06 16 47

21-feb-06 9 36

28-mar-06 15 45

29-mar-06 13 42

19-abr-06 9 32

Promedio 13,6 36,4

Desviación estándar 2,7 7,2

Fracción observable (p) 0,622 0,628

Andrés Eloy Seijas

128

o La que considera el número máximo de individuos en cada

clase de tamaño de un conjunto de conteos.

o La que toma en cuenta la talla y la ubicación espacial de

los animales observados.

El primero de estos métodos consiste simplemente en tomar, de

entre un conjunto de conteos repetidos en una localidad, aquel que

arroje el número más alto. Es decir, si contamos individuos en dos

o más ocasiones y suponemos que en el lapso transcurrido entre

conteos no han ocurrido ni entradas (nacimientos o inmigraciones)

ni salidas (muertes o emigraciones), entonces el resultado con la

cifra más alta es el que se aproxima más al tamaño poblacional

verdadero.

El segundo método se basa igualmente en el supuesto de que no

hay ni entradas ni salidas en la población, pero la corrección se

realiza para cada clase de tamaño. Es decir, el mínimo número de

animales presentes de una determinada clase de tamaño está

representado por el máximo número de ellos contado en cualquiera

de los conteos individuales. Se presume que la ubicación de cada

animal en una determinada clase de tamaños no tiene error. Este

método es llamado por Messel et al. (1981) “método de los

máximos-mínimos” (MM).

En el tercer método toma en cuenta la ubicación de los

individuos durante los conteos. Es particularmente útil para mues-

treos llevados a cabo a lo largo de ríos, sobre todo si las

densidades son relativamente bajas. En esencia, se trata de mapear

la ubicación de los individuos observados. Por ejemplo, si a lo largo

de un segmento del río aparecen en conteos sucesivos registros de

un crocodilio de una determinada talla en un determinado lugar (o a

una distancia no mayor que la fijada por el investigador), entonces

se supone que las observaciones corresponden al mismo individuo.

Si las observaciones están muy distantes entre sí, entonces se

presume que se trata de individuos distintos. En la actualidad, la

ubicación precisa de los individuos con geoposicionadores sate-

litarios (GPS) permite refinar esta técnica. Mendoza (2003) la

utilizó en el Cojedes Norte; el mapeo de los animales observados

Los Crocodylia de Venezuela

129

en distintos muestreos le permitió determinar que en el segmento

muestreado había, al menos, 25 caimanes mayores de un año, aun

cuando el número máximo de caimanes contados en cualquier

salida fue de siete. Note que con este método también se puede

calcular la fracción de la población que es observable durante los

conteos nocturnos. Con los datos reportados por este último autor

dicha fracción varió desde 0%, para recorridos en los que no se

observó ningún individuo, hasta 28% para aquellos en que se

observó el número máximo.

ABUNDANCIA Y ESTRUCTURA POBLACIONAL DE

LAS ESPECIES

BABAS

Abundancia: Llanos y Guayana

La especie de crocodilio de Venezuela más estudiada es la

baba. Es para esta especie, por tanto, que existe mayor infor-

mación sobre su abundancia poblacional. Es sin duda la especie

más numerosa del país, pero, al igual como ocurre con las otras

especies de crocodilios de Venezuela, no existen registros deta-

llados sobre su abundancia histórica. Para el observador despre-

venido, y probablemente para los llaneros de las nuevas gene-

raciones, la baba siempre ha sido tan numerosa como en la

actualidad. Las anotaciones de Humboldt permiten deducir una

imagen muy distinta. En la narrativa de este naturalista alemán

contrasta la frecuencia con que se menciona a los caimanes con

las escasísimas veces en que se refiere a las babas. Se puede

suponer que si Humboldt se hubiera topado con una de esas

grandes concentraciones de babas como las que se encuentran en

la actualidad, sin duda habría escrito sobre ella. Se puede afirmar

que, simplemente, eso nunca pudo haber ocurrido, no obstante que

este naturalista recorrió parte de los llanos durante el periodo seco,

el más propicio para observar grandes grupos de babas.

La actual abundancia de babas en los llanos es producto de dos

fenómenos que se conjugan. El primero de ellos es la erradicación

Andrés Eloy Seijas

130

de los caimanes entre los años 1929 y 1960. Ese hecho eliminó

uno de los más formidables competidores-depredadores de las

babas. Los caimanes seguramente mantenían a las babas con-

finadas en pequeños caños y lagunas, los cuales les servían de

refugios frente a una especie de mayor tamaño y más agresiva,

impidiéndoles además invadir los grandes caños y ríos llaneros,

hábitat principal del caimán. La otra razón que explicaría la actual

abundancia de babas es la ampliación del hábitat disponible para

esta especie como consecuencia de la construcción de préstamos,

tapas y módulos en gran parte de las sabanas llaneras, ya sea para

fomentar la actividad ganadera o como subproducto de la cons-

trucción de carreteras y terraplenes.

Aun cuando las babas se concentran en los reducidos cuerpos

de aguas que persisten al final de la época seca, ellas se dispersan

por la sabana inundada durante la estación lluviosa, lo que ha dado

pie a cálculos de la densidad bruta, que toma en consideración

también terrenos que no conservan agua durante la época seca.

Así, han sido estimadas densidades de 0,17 babas/ha en el hato El

Frío de 78.000 ha (Ayarzagüena, 1983), 0,21 babas/ha para el

mismo hato (D´Andria, 1980) y 0,19 para un conjunto de 16 hatos

que cubrían un área de 233.800 ha (Seijas, 1986a). Cifras más

bajas que las anteriores son las reportadas por Ramo y Busto

(1989) para el Módulo Fernando Corrales, en Apure (0,04 ind/ha).

Para los llanos boscosos de Cojedes, en el hato Piñero de 75.000

ha, se han reportado densidades de 1,11 y 1,01 babas/ha

(Woodward y David, 1985; Fitzgerald, 1988a). Para las sabanas

moduladas del estado Apure, las densidades para la estación seca

han sido estimadas en 3,10 baba/ha por superficie de agua, valor

que se redujo a 1,60 baba/ha en la estación lluviosa (Ramos et al.,

1981). Como se puede observar hay un alto grado de variabilidad

en los valores reportados. Es difícil establecer en qué grado estas

diferencias se deben a factores ecológicos o son consecuencias de

usos de distintas metodologías.

En un intento por encontrar un patrón en las diferencias en la

abundancia relativa de babas, Velasco y Ayarzagüena (1995)

dividieron a los llanos en regiones ecológicas. (Fig. 5.8). Estos

Los Crocodylia de Venezuela

131

autores señalaron que estas ecorregiones se diferencian por la

riqueza de nutrimentos en las aguas que bañan las sabanas, en la

posesión de deltas internos y en el grado de inundación, entre otras

variables. Las diferencias en densidad de babas de las distintas

ecorregiones se correlacionarían con esos factores. Las densidades

mayores corresponderían a áreas con aguas ricas en nutrimentos,

con deltas internos y alto grado de inundación.

Figura 5.8 Delimitación de las regiones ecológicas de los llanos occi-

dentales basada en la propuesta de Velasco y Ayarzagüena (1995). En el

artículo original de estos autores las regiones “cajón de Arauca” y

“Aguas claras” formaban el llamado “Apure meridional”.

La densidad bruta de babas calculada para cada una de estas

regiones varió entre un mínimo de 0,10 ind/ha para Guárico y un

máximo de 0,39 ind/ha para el Bajo Apure (Tabla 5.3).

Andrés Eloy Seijas

132

Tabla 5.3 Densidad bruta de babas en las distintas regiones ecológicas

consideradas por Velasco y Ayarzagüena (1992) y Velasco et al. (1995).

Región ecológica Densidad (ind/ha)

Alto Apure 0,22

Bajo Apure 0,39

Cajón de Arauca 0,19

Aguas claras 0,10

Llanos boscosos 0,15

Hoya de Arismendi 0,35

Guárico 0,13

La división de los llanos que proponen Velasco y Ayarzagüena

(1995), debe ser considerada como una hipótesis plausible, pero

todavía falta mucha información que la sustente y defina cuáles son

sus límites, si los hubiere. Molina y Hernández (2010) señalaron

que aunque es lógico dividir a los llanos en regiones ecológicas, la

abundancia de babas (y otra fauna) depende también de la política

de protección de los propietarios de tierras, como se podía com-

probar con los grandes hatos conservacionistas.

Ahora se presentarán algunas cifras respecto a la densidad

ecológica, es decir, aquella en que sólo se toma en cuenta la

superficie con agua, que es la que en definitiva pueden ocupar las

babas de manera permanente. Se comenzará señalando los valores

que han sido reportados para lagunas y préstamos en distintas

localidades de los estados Apure y Guárico. Así tenemos que

Staton y Dixon (1975) calcularon densidades de 130 babas/ha de

laguna durante la estación seca, Ayarzagüena (1983) reportó

valores de 80 a 150 babas/ha y Marcellini (1979) obtuvo una media

de 63,5 babas/ha. Todos esos valores son relativamente altos y se

explican por corresponder a superficie pequeñas, específicamente

préstamos y lagunas remanentes durante el extremo de la época

seca. Valores algo más moderados se obtienen cuando se calculan

sobre áreas inundables algo mayores. Así, Ramos et al. (1981)

Los Crocodylia de Venezuela

133

reportan densidades de 3,1 y 1,6 ind/ha sobre superficies de 555,1

y 790,5 ha, respectivamente, del módulo experimental de Mantecal.

El valor calculados por Ramo y Busto (1989) en el módulo

Fernando Corrales, no muy lejos del lugar anterior, fue de 6,1 ind/

ha sobre una superficie de 85 ha de área encharcada.

Para la Guayana de Venezuela, (Gorzula, 1978) estimó una

densidad de 100 babas por ha de lagunas durante la estación seca

y de 10 babas/ha en los mismos cuerpos de agua para la estación

lluviosa. En estudios posteriores para esa región, Gorzula y Paolillo

(1986) estimaron una densidad global de 6,64 babas/ha de laguna.

Para la desembocadura del Orinoco, Velasco y Blanco (1996)

reportaron densidades observadas de 0,28 y 0,11 babas/ha para el

Alto y Medio Delta, respectivamente. Todas estas cifras son

difíciles de analizar para saber si existe algún tipo de patrón. La

densidad de babas en cada cuerpo de agua quizás dependa de

múltiples factores como extensión, profundidad, grado de

permanencia, cercanía a otros cuerpos de agua mayores, disponibilidad

de alimento, presión humana y otros.

Existe poca información sobre la abundancia de babas en caños

y ríos de los llanos de Venezuela. La mayor parte de los datos se

encuentran en trabajos cuyo objetivo principal era el de evaluar las

poblaciones de C. intermedius. Los ríos, y también los caños

mayores, se pueden clasificar de acuerdo con la productividad de

sus aguas en las categorías definidas por Sioli (1984) de aguas

blancas, aguas negras y aguas claras. Thorbjarnarson (1988b), en

parte apoyándose en dicho sistema de clasificación, divide a los

afluentes del Orinoco en dos grupos. El primero (I) contiene a los

tributarios que provienen de los llanos, que a su vez se pueden

dividir en: sub-grupo Ia, aquellos que se originan en las cordilleras

de los Andes o de la Costa, y sub-grupo Ib, los que forman el

drenaje interior de los propios llanos. El segundo grupo (II), lo

conforman los ríos de la Guayana, los cuales a su vez se dividen

en ríos de aguas negras (IIa) y ríos de Aguas Claras (IIb).

Los ríos que provienen de las montañas andinas y costeras (Ia)

son de aguas blancas, así denominados por el color que les

Andrés Eloy Seijas

134

confiere la alta carga de sedimentos que contienen; asimismo,

presentan una alta productividad. Los ríos de la red hídrica interna

de los llanos (Ib) poseen una menor carga de sedimentos y, en

muchos casos, son de aguas transparentes (aguas claras) y

relativamente poco productivos. Los tributarios guayaneses del Ori-

noco son también poco productivos. ¿Está relacionada la abundancia

de babas con las características ecológicas de los ríos en que se

encuentran? La Tabla 5.4 trata de responder esta pregunta.

Los datos presentados en la Tabla señalada anteriormente no

demuestran nada todavía, entre otras razones porque habría que

muestrear muchas otras localidades para comprobar si existe algún

tipo de patrón. La información para los ríos de la Guayana es

insuficiente; no existen datos para ríos y caños de algunas de las

regiones ecológicas propuestas por Velasco y Ayarzagüena (1995)

y, probablemente más importante que todo lo anterior, las meto-

dologías de trabajo de los distintos autores involucrados no nece-

sariamente son comparables. Por ejemplo, algunos reportes corres-

ponden a muestreos llevados a cabo temprano en la época seca,

mientras otros son más tardíos. No obstante, las cifras se corres-

ponden con lo esperado. Los valores mayores se encuentran en

ríos supuestamente más productivos de la vertiente andina y

costera del Orinoco. Los valores más bajos corresponden a ríos de

aguas claras y aguas negras del Apure meridional y la Guayana.

Otros factores que deben afectar la abundancia relativa de babas son

la presión de cacería y la presencia de caimanes (Thorbjarnarson y

Hernández, 1992; Seijas, 1998).

La productividad de las aguas debe ser uno de los factores

principales que pueden explicar la abundancia relativa de babas en

distintos ríos, pero ésta no es constante a lo largo de toda su

extensión y seguramente se incrementa aguas abajo, a medida que

el río aumenta su carga de sedimentos. Por lo demás, a medida que

avanzamos aguas abajo los ríos se hacen más anchos y más

profundos, y por tanto, más propicios para el establecimiento de

poblaciones de babas. Además discurren a través de áreas donde

los cuerpos de agua temporales propicios para el establecimiento de

poblaciones de babas son más frecuentes y extensos, cuyos

individuos se mueven hacia los ríos a medida que avanza la sequía.

Los Crocodylia de Venezuela

135

Tabla 5.4 Abundancia relativa de babas en distintos ríos y caños de la

cuenca del Orinoco.

Río o caño Clasificación (1);

ubicación (2)

Densidad

(babas/km) Fuente

Guárico (1) Ia. 24,9 Thorbjarnarson y

Hernández, 1992

Chirgua (1) Ia.

(2) Llanos boscosos 52,3

Thorbjarnarson y

Hernández, 1992

Tucupido (1) Ia.

(2) Llanos boscosos 7,3

Thorbjarnarson y

Hernández, 1992

Manapire (Laguna

larga +

Chigüichigüe)

(1) Ia. 28,6 Jiménez-Oráa, 2002

Cojedes (1) Ia.

(2) Llanos boscosos 30,6 Seijas, 1998

Guaritico (1) Ib.

(2) Alto Apure 33,7

Calculado a partir de

datos en Chávez, 2000

Setenta (1) Ib.

(2) Alto Apure 107,5

Thorbjarnarson y

Hernández, 1992

Capanaparo (1) Ia-b.

(2) Aguas claras 14,1

Thorbjarnarson y

Hernández, 1992

Capanaparo (1) Ia-b.

(2) Aguas claras 11,4 Llobet, 2002

Cinaruco (1) Ib.

(2) Aguas claras 3,5

A. E. Seijas (sin

publicar)

Guayana

(río no

especificado)

(1) II 0,7 Gorzula y Paolillo, 1986

Clasificación (1) y ubicación (2) de acuerdo con Thorbjarnarson (1988b) y Velasco y

Ayarzagüena (1995), respectivamente

Andrés Eloy Seijas

136

Datos para el río Cojedes (Seijas, 1998) muestran que la abun-

dancia relativa de las babas aumenta a medida que se avanza

desde sectores de la cuenca media hasta zonas más bajas (Tabla

5.5). Los datos reportados fueron tomados en años distintos, pero

hacia finales de la época seca, cuando usualmente las densidades

de babas en caños y ríos alcanzan las cifras máximas. No se

pretende señalar que estos valores son fijos. De hecho hay variaciones

año a año. Los estudios de Chávez (2000) y Mendoza (2003) para

distintos sectores del río Cojedes y el caño Guaritico confirman la

variabilidad anual de la abundancia de babas.

La tendencia a observar mayor densidad de babas a medida que

se navega aguas abajo por un río también se observa en los datos

de Llobet (2002) para el Capanaparo. Asimismo, datos sin publicar

para el río Cinaruco muestran que en tres sectores continuos la

densidad de babas fue de 1,1 babas/km para el sector más aguas

arriba, 1,7 babas/km para el sector intermedio y 3,5 babas/km para

el sector más cercano a la desembocadura en el Orinoco. Los

valores de densidad relativamente bajos del río Tucupido que se

muestran en la Tabla 5.4, quizá se deban a que el sector muestreado

se encuentra cercano a su parte alta, en el piedemonte andino.

Tabla 5.5 Abundancia relativa de babas (ind/km) en secciones del río

Cojedes. Los segmentos de río aparecen en dirección aguas abajo. Datos

tomados de Seijas (1998).

Sector Fecha del

muestreo

Longitud

recorrida (km)

Abundancia

relativa (Ind/km)

Cojedes Norte 11 marzo 1993 4,0 5,5

Guamita-Puente Nuevo 12 marzo 1996 10,5 14,2

Puente Nuevo-La Batea 4-5 marzo 1992 20 15,7

La Batea-Merecure 16 abril 1996 5,2 20,4

Merecure-Caño Amarillo 30 abril 1997 8,4 17,5

Aguas arriba Sucre 18 abril 1997 12,5 30,6

Los Crocodylia de Venezuela

137

Abundancia: Región costera

Hay menos información sobre la abundancia de las babas en la

región costera de Venezuela. La mayor parte de los trabajos

publicados que aportan datos sobre esta especie han tenido como

objetivo principal el estudio de la situación del caimán de la costa,

crocodilio con el que coexiste en muchas localidades.

Para cinco embalses de esta región se reportaron densidades de

babas que van desde un mínimo de 2 ind/km en el embalse de

Pueblo Viejo del estado Zulia, hasta un máximo de 8,6 ind/km en el

embalse de Cumaripa, del estado Yaracuy (Seijas, 1986b). La

abundancia relativa de la baba parece estar correlacionada

negativamente con la del caimán de la costa en los tres embalses donde

esta especie también estuvo presente.

Seijas (1986b,c) mostró que en ríos y caños costeros las

densidades de babas resultaron mayores en localidades donde el

caimán de la costa estuvo ausente (7,1 babas/km a lo largo de 143

km de río) en comparación con hábitats donde estas especies eran

simpátricas (1,5 babas/km en 86,9 km de ríos muestreados). La

interpretación de estas relaciones se complica debido a la amplia

variación en las densidades, particularmente de las babas, a medida

que factores como el nivel de las aguas, cambian en el tiempo. Al

igual que sucedió con los ríos de la cuenca del Orinoco, en los ríos

Tocuyo (Falcón), Yaracuy (Yaracuy) y Neverí (Anzoátegui), las

densidades de babas se incrementaron a medida que se avanzaba

hacia la desembocadura (Seijas ,1986b; Seijas y Chávez, 1991). La

densidad más alta registrada (26,3 nd/km) correspondió al río Unare

(Anzoátegui) en su últimos 25 km. Cerca de la boca del río

Yaracuy se registró una densidad aun mayor (61 babas/km), pero a

lo largo de un segmento muy corto (1,7 km).

Estructura poblacional

En el estudio poblacional pionero de Staton y Dixon (1975), se

agruparon a las babas observadas en categorías de 10 cm de LCC.

La mayor parte de los estudios posteriores han adoptado el sistema

Andrés Eloy Seijas

138

de clases de tamaño establecido por Ayarzagüena (1983). Las

categorías definidas por este último autor aparecen en la Tabla 5.6.

Tabla 5.6 Definición de las clases de tamaño de babas (mm de LCC)

y sus características biológicas principales (Ayarzagüena, 1983)

Tallas (mm) Grado de

desarrollo

Sexo Edad (años)

Clase I X<200 Juveniles ♀♀ y ♂♂ Menos de uno

Clase II 200≤X<599 Inmaduros ♀♀ y ♂♂ De 1 a 5-8

Clase III 600≤X<899 Adultos ♀♀ y ♂♂ Más de 5-8

Clase IV X≥900 Adultos ♂♂ Más de 5-8

Las categorías de Ayarzagüena tienen un significado biológico.

En términos generales se puede decir que las babas alcanzan una

longitud de alrededor de 200 mm de LCC al año (Chirivi-Gallegos,

1973; Blohm, 1973; Rivero-Blanco, 1974; Staton y Dixon, 1975,

1977; Gorzula, 1978; Medem, 1981; Ayarzagüena, 1983). Las

hembras alcanzan la madurez sexual cuando llegan, o se aproximan,

a los 600 mm de LCC. Los machos posiblemente llegan a la

madurez sexual a una talla mayor que la de las hembras pero

logran alcanzar tamaños considerablemente mayores. De tal manera

que la clase I contiene a los individuos menores de un año; la

clase II a individuos de más de un año que no han alcanzado la

madurez sexual; la clase III comprende a todas las hembras adultas

así como una fracción de los machos ya maduros sexualmente. Por

último, la clase IV contiene a los machos más grandes, es decir,

aquellos que superan la talla máxima que normalmente alcanzan las

hembras, que se estima que está alrededor de 900 mm de LCC.

El uso de la clasificación de Ayarzagüena se ha extendido

(Seijas, 1986; Arteaga, 1990; Thorbjarnarson, 1990) incluso fuera de

Venezuela (Godshalk, 1996; Micucci y Waller, 1995) y ha sido

Los Crocodylia de Venezuela

139

tomada como base para el monitoreo de las poblaciones sometidas

a aprovechamiento por el Ministerio del Ambiente (Velasco y

Ayarzagüena, 1995, Velasco et al., 1995, Venezuela 1999). Por

razones que se desconocen el sistema adoptado por el MINAMB

modificó el límite de tamaño entre las clases I y II, llevándolo a

500 mm de LT, lo que determina que la clase I contenga individuos

de hasta, al menos, dos años.

El sistema de clasificación en Categorías de Tamaños es a

veces expresado en referencia a la LT en vez de la LCC. Es

precisamente esta modalidad la que adoptó el Ministerio del

Ambiente en Venezuela. En este caso los límites que definen a cada

clase duplican a los de Ayarzagüena (1983) al considerar, de manera

aproximada, que la LT es el doble de la LCC. Así, por ejemplo, la

clase IV comprende a los individuos mayores de 1800 mm de LT. Es

necesario aclarar que en realidad la LT es 1,864 veces mayor que la

LCC (ver Eq. I.15 en el Apéndice I) por lo que siguiendo de manera

estricta a Ayarzagüena (1983) la Clase IV estaría constituida por

individuos mayores de 1678 mm de LT. Asimismo, el límite de

tamaños que define la madurez sexual es de 1118 mm de LT, y no

1200 mm de LT como indica la estructura que estableció el MARNR.

Existe gran variabilidad en las estructuras de tamaño que muestran

las poblaciones de babas en distintas localidades de los llanos (Fig.

5.9), supuestamente debido a una combinación de factores que incluye

la presión de cacería, las características ecológicas de cada región y,

también, la experticia de las personas que toman los datos.

Los valores de la Figura 5.9 representan sólo una muestra

de las cifras disponibles en la literatura. No se puede hablar de

homogeneidad ni siquiera dentro de las regiones. En el caso del

Alto Apure, por ejemplo, Velasco y Ayarzagüena (1995) dividieron

el grupo de hatos muestreados en cuatro lotes. Un análisis a

posteriori con los datos de estos autores muestra que las estruc-

turas de tamaño para esta última región son estadísticamente

diferentes entre sí (X2=566, P<0,0001). Por otra parte, las estruc-

turas mostradas por los citados investigadores para Guárico son

notoriamente distintas a las de otras localidades en ese mismo

estado reportadas por Arteaga (1989) y Thorbjarnarson (1990).

Andrés Eloy Seijas

140

Figura 5.9 Estructura de tamaños de distintas poblaciones de babas de los

llanos de Venezuela. A: Ayarzagüena, 1983; B: Seijas, 1986a (sólo los

datos de Apure); C: Thorbjarnarson, 1990. D, E, F y G: Velasco y

Ayarzagüena, 1995. H: Seijas y Chávez, 1996. Es costumbre en estos

gráficos no reportar a los individuos de la Clase I, debido a que su

número es muy cambiante dependiendo de le época en que se realicen los

muestreos.

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Clase II Clase III Clase IV

A: Apure, El Frío

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Clase II Clase III Clase IV

B: Apure (Muñoz)

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enta

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Clase II Clase III Clase IV

C: Guárico, Masaguaral

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Porc

enta

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Clase II Clase III Clase IV

D: Guárico

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Porc

enta

je

Clase II Clase III Clase IV

E: Alto Apure

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Clase II Clase III Clase IV

F: Llanos boscosos

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Porc

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Clase II Clase III Clase IV

G: Apure, aguas claras

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Clase II Clase III Clase IV

H: Cojedes (El Eneal)

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Clase II Clase III Clase IV

A: Apure, El Frío

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Clase II Clase III Clase IV

B: Apure (Muñoz)

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Clase II Clase III Clase IV

C: Guárico, Masaguaral

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Porc

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Clase II Clase III Clase IV

D: Guárico

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Porc

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je

Clase II Clase III Clase IV

E: Alto Apure

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Clase II Clase III Clase IV

F: Llanos boscosos

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Porc

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Clase II Clase III Clase IV

G: Apure, aguas claras

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Porc

enta

je

Clase II Clase III Clase IV

H: Cojedes (El Eneal)

Los Crocodylia de Venezuela

141

Un factor que juega un papel determinante en la estructura de

tamaños que se obtiene para un muestreo determinado es la época

del año en que éste se lleva a cabo (Fig. 5.10).

Figura 5.10 Estructura de tamaño (en porcentajes) de la población de

babas en la laguna El Eneal y cuerpos de agua conexos en tres fechas

distintas. Con fines comparativos se presenta la estructura de tamaños

para los ‘Llanos Boscosos’ (Lote A) reseñada por Velasco y Ayarzagüena

(1995).

En la figura anterior se observa como la estructura poblacional

de babas en El Eneal y canales aledaños del estado Cojedes

(Seijas y Chávez, 1996) difiere dependiendo de la fecha en que se

realizaron los muestreos. Con fines comparativos, en la Figura se

presenta también la estructura de tamaños reportada por Velasco y

Ayarzagüena (1995) para el sector 'Llanos Boscosos (Lote A)',

región en la cual está ubicado El Eneal. Se observa cómo hacia el

final de la sequía, los cómputos indican que la clase IV representa

menos del 10% de la población, mientras que la clase II se

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Clase II Clase III Clase IV

Clases de tamaño

14 de octubre de 1993

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Clase II Clase III Clase IV

Clases de tamaño

8 y 9 febrero 1993

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Clase II Clase III Clase IV

Clases de tamaño

9 marzo de 1993

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Clase II Clase III Clase IV

Clases de tamaño

Velasco y Ayarzagüena 1995

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Clase II Clase III Clase IV

Clases de tamaño

14 de octubre de 1993

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Clase II Clase III Clase IV

Clases de tamaño

8 y 9 febrero 1993

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Clases de tamaño

9 marzo de 1993

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Clase II Clase III Clase IV

Clases de tamaño

Velasco y Ayarzagüena 1995

Andrés Eloy Seijas

142

convierte en la categoría más numerosa. La estructura de tamaños

para el 9 de marzo de 1993 es estadísticamente diferente a la

reportada por Velasco y Ayarzagüena (X²=41,02; P<0.001). Como

conclusión hay que señalar que la verdadera estructura de la

población es difícil de establecer y que es necesario reportar en

que época se realizaron los muestreos. Desafortunadamente esa

información no aparece en el trabajo de Velasco y Ayarzagüena

(1995), lo cual le quita valor a la comparación.

No sólo la fecha en que se hacen los conteos tiene incidencia

en los resultados, ya que incluso la hora en que se realizan éstos

puede ser un factor determinante. Thorbjarnarson (1990) presentó

estructuras de tamaños obtenidas en cuerpos de agua el mismo día

pero a diferentes horas (Fig. 5.11).

La estructura de tamaños también puede variar con el tipo de

hábitat. Hay ambientes que pueden ser propicios para el estable-

cimiento de los individuos de una determinada talla o edad, como

ocurre con las crías que ocupan principalmente cuerpos de agua

relativamente pequeños, poco profundos y con abundante vegeta-

ción acuática, donde por lo general permanecen protegidos por una

hembra adulta. Thorbjarnarson (1990) muestra gráficamente esta

situación, al comparar la abundancia relativa de babas, por cate-

goría de tamaños, en préstamos y lagunas de distintas dimensiones.

Aunque cualquier individuo de una especie de Crocodylia puede

ser ubicado en alguno de los estadios definidos por Ayarzagüena,

las tallas que delimitan esos estadios o clases de tamaño varían con

las especies, subespecies e, incluso, entre poblaciones de la misma

especie que habitan en condiciones ecológicas distintas. Las babas

de la Guayana Venezolana, por ejemplo, parecen ser más pequeñas

que las de los llanos y no se conoce cuál es la talla a la que las

hembras de esta región adquieren la madurez sexual (lo cual

delimitaría el comienzo de la clase III). En el río Yaracuy las

babas tampoco parecen alcanzar las grandes tallas comunes en los

llanos. Si se clasifica a la población de babas de esa localidad

(Seijas y Chávez, 1991) de acuerdo con las categorías del

MARNR, se obtiene una estructura en las que las babas Clase IV

están prácticamente ausentes.

Los Crocodylia de Venezuela

143

Figura 5.11 Estructura de tamaños de babas en un mismo cuerpo de agua

(préstamo 19) del hato Masaguaral, Guárico. El gráfico superior

corresponde al 25 de enero y el de abajo al 16 de febrero de 1989.

Para las babas de la región zuliana, también más pequeñas que

las de los llanos, Barros (2003) propuso la siguiente delimitación de

clases de tamaños: Clase I: <250 mm LCC; Clase II: 251-500 mm

LCC; Clase III: 501-750 mm LCC; Clase IV: >750 mm LCC. Esta

categorización quizá es aplicable a las poblaciones del río Yaracuy

y otras localidades al oeste de dicho río de la región costera

venezolana. En la Figura 5.12 se comparan las estructuras de

tamaños obtenidas al usar límites de talla definidos por el MARNR

y el sistema de Barros (2003) para los mismos datos obtenidos en

el embalse de Pueblo Viejo (Zulia) el 5 y 6 de febrero de 1987.

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Clase II Clase III Clase IV

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Mañana Tarde Noche

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Mañana Tarde Noche

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Andrés Eloy Seijas

144

Figura 5.12 Estructura de tamaños de la población de babas contadas en

el embalse de Pueblo Viejo (Zulia) el 5 y 6 de febrero de 1987 al usar las

categorías definidas por el MARNR y las establecidas por Barros (2003).

De los gráficos presentados en la Figura 5.12, sólo el de Barros

(2003) podría ser comparado con los reportados para las babas de los

llanos, ya que está basado en estadios biológicamente equivalentes.

LOS PALEOSUCHUS

Abundancia

Algunos de los hábitats que ocupan los Paleosuchus son

difíciles de muestrear, por tratarse de cuerpos de agua no

navegables en áreas boscosas. En esos ambientes, los métodos

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Clase I Clase II Clase III Clase IV

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Clase I Clase II Clase III Clase IV

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Clasificación Barros (2003)

Los Crocodylia de Venezuela

145

tradicionales para el conteo de crocodílidos (recorridos nocturnos

con botes y linternas) son de poca aplicabilidad. Por eso no

sorprende la poca información sobre la abundancia de estas

especies en el país. Métodos de trabajos más intensivos, que

incluyan largos periodos de trabajo, recorridos a pie a lo largo de

las orillas, captura y marcaje de individuos y seguimiento por radio

telemetría, tal como lo hicieron Magnusson y Lima (1991) con P.

trigonatus en Brasil, serían los más recomendables.

Solamente Gorzula y Paolillo (1986) y Pacheco (2009) han

publicado información sobre la abundancia relativa de los

Paleosuchus en Venezuela. En la Tabla 5.7 se presentan los datos

de estos investigadores. Se incluyen en la tabla los resultados de un

conteo en el río Cinaruco (Seijas sin publicar).

Las densidades conocidas para los ríos nos indican que los

Paleosuchus son, comparados con las babas, relativamente escasos

(ver tablas 5.4 y 5.5). Gorzula y Paolillo (1986) reportan para C.

crocodilus densidades promedio de 2,5 ind/km. en ríos y ria-

chuelos, valor muy superiores a los mostrados en la Tabla 5.7 para

los babos negro y morichalero, con excepción de la cifra de 7,50

ind/km que es un valor exagerado provocado por la poca extensión

muestreada. En el trayecto del río Cinaruco señalado en la Tabla

5.7 se observaron 4 P. palpebrosus y 24 C. crocodilus, una

abundancia relativa seis veces mayor de esta segunda especie con

respecto a la primera. Pacheco (2009) por su parte encontró

durante la época seca siete veces más babas que P. palpebrosus

en el Río Canjilones del estado Anzoátegui, pero en el cercano Río

Negro el mismo autor reporta que el babo morichalero supera en

abundancia (2,8:1) a la baba, lo que indica que en cierto tipo de

hábitats Paleosuchus puede ser la especie dominante.

En el río Bita de Colombia, que se une al Orinoco muy cerca

de la desembocadura del Meta, Ríos y Trujillo (2004) reportaron

haber contado, en un recorrido total de 26,8 Km., 2 P.

palpebrosus y 235 C. crocodilus, una diferencia de abundancia

relativa considerable. A lo largo de ambas márgenes tanto del

Cinaruco como del Bita, como se puede constatar al analizar

imágenes de satélite Landsat TM, se encuentra un conjunto de

Andrés Eloy Seijas

146

Tabla 5.7 Abundancia de las especies de Paleosuchus en ríos y

caños de Venezuela.

Especie y

localidad

No. Ind.

Observ.

Km.

Recor.

Densidad lineal

(ind/km) Fuente

P. trigonatus

Río no especificado

(Bolívar)

16 10 1,60 Gorzula y Paolillo,

1986

Caño no

especificado

(Bolívar)

3 0,4 7,50

Gorzula y Paolillo,

1986

Río no especificado

(Bolívar)

3 9ª (0,33) Gorzula y Paolillo,

1986

Río no especificado

(Bolívar)

4 14ª (0,29) Gorzula y Paolillo,

1986

Río no especificado

(Bolívar)

3 5,2 0,58 Gorzula y Paolillo,

1986

Río no especificado

(Bolívar)

3 14,7 0,20 Gorzula y Paolillo,

1986

P. palpebrosus

Río no especificado

(Bolívar)

4 2 2,00 Gorzula y Paolillo,

1986

Río Cinaruco

(Apure)

4 17,4 0,23

Seijas (sin publ.)

Río Canjilones

(Anzoátegui)b 6 10 0,60 Pacheco, 2009

Río Canjilones

(Anzoátegui)c 7 10 0,70 Pacheco, 2009

Río Negro

(Anzoátegui) 42 26 1,62 Pacheco, 2009

Río Claro

(Anzoátegui) 6 13 0,46 Pacheco, 2009

Río Mapire

(Anzoátegui) 5 2,2 2,27 Pacheco, 2009

a Sólo se muestreó una de las orillas, por lo que se esperaría una

densidad real del doble. b Época seca.

c Época lluviosa

Los Crocodylia de Venezuela

147

lagunas rodeadas de un bosque difícil de penetrar. Esos cuerpos de

agua no sé pueden muestrear por métodos convencionales y en

ellos, quizá, la abundancia de P. palpebrosus pudiera superar a la

de la baba.

Estructura poblacional

No existe información suficiente como para discutir sobre la

estructura de tamaños de las poblaciones de los Paleosuchus en

Venezuela. Solamente el trabajo de Pacheco (2009) presenta datos

al respecto (Fig. 5.13). Con base en 60 individuos capturados u

observados en cuatro ríos del estado Anzoátegui, este autor

determinó que la población estuvo dominada por adultos. Se

capturaron 1,5 machos por cada hembra. Las categorías de tamaño

definidas por este autor fueron: juveniles, individuos menores a 20

cm de LCC; sub-adultos, individuos desde 20 hasta 39,9 cm de

LCC, y adultos, aquellos con 40 ó más cm de LCC.

Figura 5.13 Estructura de tamaños de la población de Paleosuchus en

ríos del estado Anzoátegui (Pacheco, 2009).

0

10

20

30

40

50

60

Juveniles Sub-adultos Adultos

Po

rce

nta

je

Andrés Eloy Seijas

148

CAIMÁN DE LA COSTA

Abundancia

Muy poco se conoce sobre la distribución y abundancia del

caimán de la costa en Venezuela en épocas muy anteriores a la

explotación comercial de mediados del siglo XX que diezmó sus

poblaciones. Las únicas referencias confiables son las Alejandro de

Humboldt y las de Karl Ferdinan Appun, otro naturalista alemán

que visitó el país a mediados del siglo XIX (Appun, 1961). De lo

anotado por estos autores se desprende que C. acutus era muy

abundante en los ríos Neverí y Yaracuy. Las pocas referencias de

mediados del siglo XX (Röhl, 1956; Donoso-Barros, 1966b), así

como algunas relativamente más recientes (Maness, 1982; Medem,

1983; Seijas, 1988, 1991b, 1996) permiten suponer que el caimán

de la costa abundaba en todos los ríos de la cuenca del Lago de

Maracaibo y en los ríos más importantes que drenan hacia la costa

del Caribe, entre otros el Tocuyo, El Aroa, el Tuy y el Unare,

además de los ya mencionados Yaracuy y Neverí. Asimismo, el

caimán de la costa probablemente se encontraba en grandes

números en los manglares del río Limón (Zulia), río Hueque, Cuare

y Morrocoy (Falcón), Buche y Laguna de Tacarigua (Miranda) por

sólo mencionar las localidades más grandes y conocidas.

En un extenso recorrido por la región costera venezolana entre

los años 1980 y 1984, el cual incluyó más de 50 localidades, sólo

se pudo constatar la presencia de caimanes en 14 lugares (Seijas,

1986c). Exploraciones posteriores y datos obtenidos por información

de otros investigadores han ampliado la lista hasta una veintena de

sitios (Seijas, 1988). En la Tabla 5.8 se presentan los datos sobre

la abundancia de C. acutus en las localidades conocidas, colocando

en cada caso la cifra más alta reportada desde 1980, cuando se

iniciaron los estudios detallados con esta especie.

Otras localidades, no incluidas en la Tabla 5.8, donde se ha

confirmado en los últimos 30 años la presencia de C. acutus son

los ríos Aricuaisá, Santa Rosa, Torondoy y Chama en la cuenca

del Lago de Maracaibo; embalses Machango y Agua Viva, en los

Los Crocodylia de Venezuela

149

estados Zulia y Trujillo, respectivamente; Golfete de Coro, río

Mitare y embalse El Camare del estado Falcón (Seijas, 1986c,

1990; Lander et al., 2008; Tito Barros y Luis Sánchez, com.

pers.). Quizás con la excepción del río Santa Rosa, las poblaciones

de caimán de la costa en esas localidades son muy pequeñas.

No existe un programa nacional de monitoreo continuo de las

poblaciones de C. acutus. La mayor parte de las cifras reportadas

en la Tabla 5.8 son ya un poco viejas, pero sirven de línea base

con la cual comparar los resultados de estudios futuros. Pero la

información disponible permite, para algunas localidades, comparar

la situación de la especie en distintos años para así determinar si

han ocurrido cambios. De esta manera, se puede constatar que

existió un considerable incremento en el número de animales

observados respecto a estudios previos para el embalse de Pueblo Viejo

(109%), Parque Nacional Morrocoy (280%), Turiamo (100%)

y Parque Nacional Laguna de Tacarigua (112%). En otras loca-

lidades ha ocurrido una considerable disminución. Esto último es el

caso del Refugio de Fauna de Cuare, donde Manness (1982) contó

23 individuos adultos en 1975. Los muestreos en esta localidad a

comienzos de los años 80 arrojaron una cifra máxima de 2

individuos (Seijas, 1986c), aunque Arteaga (1997) reportó 23 indivi-

duos en los primeros años de la década de los 90, cuando ya un

programa de reforzamiento poblacional se había iniciado.

Las poblaciones de caimán de la costa en Venezuela se

encuentran en su mayoría aisladas entre sí. Como se señaló hace

unos cuantos años (Seijas, 1991b) en la actualidad es casi imposible

que ocurra, por ejemplo, el intercambio genético necesario para

reducir la endogamia entre los caimanes de la Laguna de Taca-

rigua, en Miranda, y los escasos individuos que hayan podido

sobrevivir en el río Neverí. Si algún caimán intentara ese viaje, a

través del mar, se encontraría con un ambiente degradado y hostil,

lleno de playas contaminadas, construcciones portuarias y seres

humanos -pescadores y turistas- dispuestos a matarlo en la primera

oportunidad que se les presente (Fig. 5.14). El flujo genético entre

los caimanes de las localidades mencionadas estaba garantizado en

el pasado, cuando estos cocodrilos abundaban a lo largo de toda la

Andrés Eloy Seijas

150

costa venezolana y con seguridad existían poblaciones intermedias

en los ríos Cúpira, Uchire, Unare y en las lagunas de Píritu y

Unare (Seijas, 1991b).

Tabla 5.8 Cifras máximas de Crocodylus acutus mayores de un año

reportadas para distintas localidades de Venezuela.

Localidad Extensión muestreada No. máximo de

individuos

observados

Fuente

Los Olivitos (Zulia) Todo el refugio 15 Urdaneta, 2002

Embalse Pueblo Viejo (Zulia) 44 km (perímetro) 71 Urdaneta, 2002

Río Mitare (Falcón) 10 km 8a Guada y Vernet, 1990

Embalse Tacarigua (Falcón) 20 km (perímetro) 55 Arteaga, 1997

Embalse de Jatira (Falcón) 14,4 km (perímetro parcial) 56 Seijas, 1988

Río Tocuyo (Falcón) 26,3 km 20 Seijas, 1988

Cuare (Falcón) 25 km 23 Maness, 1982

Morrocoy (Falcón) 15 km 19b Arteaga y Gómez, 2000

Río Aroa (Falcón) 51,2 km 67 Seijas, 1986c

Río Yaracuy (Falcón-

Carabobo)

24,5 km 148 Seijas y Chávez, 1991

Embalse Cumaripa 8,5 km (perímetro parcial) 2 Seijas, 1988

Turiamo (Aragua) Laguna completa 52 Lander, 2003

Los Totumos-Laguna Grande

(Miranda)

No cuantificada 4 Seijas, 1986c

Canales de Río Chico

(Miranda)

No cuantificada 6 Seijas, 1986c

Laguna de Tacarigua

(Miranda)

14,5 km 70 Arteaga y Gómez , 2000

Río Neverí (Anzoátegui) 3,75 km 4 Seijas, 1986c

Aricagua, Paria (Sucre) No cuantificada 6 Cattini, 1986

a Valor mínimo. Interpretación a partir de registros de huellas y avista -

mientos señalados por los autores. b

Cifras para sólo los sectores Punta

Brava e Isla de Pájaros.

Los Crocodylia de Venezuela

151

Figura 5.14 Izquierda. Fotografía en el diario El Nacional (17-11-2004) de

un caimán de la costa capturado en Playa Los Cocos en el litoral central.

El animal, con múltiples heridas, fue trasladado al zoológico de Caricuao

donde murió unas tres semanas después. La autopsia reveló que tenía en

el estómago el anzuelo mostrado en la fotografía de la derecha

(información aportada por Ricardo Babarro).

Mucho más distantes entre sí se encuentran las localidades del

estado Miranda que aún conservan caimanes (Laguna de Taca-

rigua, por ejemplo) y la bahía de Turiamo, en Aragua. Pero en el

pasado con seguridad había poblaciones intermedias que facilitaban

el flujo genético. En la colección del Museo de la Fundación La

Salle, en Caracas, hay una cría de C. acutus que fue colectada en

enero de1955 en Camurí Chico, estado Vargas, lo que demuestra

que todavía en un pasado relativamente reciente existían pobla-

ciones de esta especie en el litoral central del país.

Estructura poblacional

En los estudios sobre la estructura de tamaños de las pobla-

ciones de caimanes de la costa en Venezuela se ha utilizado el

sistema de 5 clases ya discutido anteriormente. En la mayor parte

de las localidades estudiadas hasta ahora, las poblaciones del C.

acutus aparecen dominadas por individuos juveniles (clases II y

III). La únicas excepciones corresponden a los muestreos llevados a

cabo en el embalse de Jatira el 15 de marzo de 1987 (Seijas,

1988), y a los resultados reportados por Arteaga y Gómez (2000)

(Fig. 5.15).

Andrés Eloy Seijas

152

Figura 5.15 Estructura de tamaños de distintas poblaciones de C. acutus

en Venezuela. Sólo se muestran gráficos basados en la observación de 50

o más individuos. Clases II y III, juveniles; Clase IV sub-adultos y Clase

V, adultos. Las Fuentes para estos gráficos son: Lander, 2003 (Turiamo),

Urdaneta, 2002 (Pueblo Viejo), Arteaga y Gómez, 2000 (PN Lag.

Tacarigua), Seijas, 1988 (Jatira) y Seijas y Chávez, 1991 (Yaracuy).

Vale la pena discutir las posibles causas de las diferencias en

las estructuras de tamaño presentadas. La dominancia de individuos

pequeños quizás refleje la fuerte presión que ejerce la gente sobre

los animales adultos que, por ser grandes y conspicuos, son

frecuentemente cazados. Los caimanes más pequeños, al pasar

más fácilmente inadvertidos, permanecen en la población, al menos

mientras crecen. Aunque parezca contradictorio, otro factor que

seguramente influye en determinar la estructura observada es la

timidez de los caimanes mayores. Los animales grandes tienden a

hundirse muy temprano cuando un bote se aproxima, y escapan a

la detección (Seijas, 1988). Por otra parte, los animales grandes

tienden a ocupar pozos más profundos, donde les es más fácil

sumergirse por completo. En los conteos nocturnos es frecuente

incluir a los individuos para los que no fue posible estimar la talla

en una categoría denominada “sin datos”. Muy frecuentemente se

trata de animales observados a mucha distancia, muy proba-

blemente animales grandes.

0

10

20

30

40

50

60

70P

orc

en

taje

Clase II Clase III Clase IV Clase V

Pueblo Viejo (n=50)

0

10

20

30

40

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70

Po

rce

nta

je

Clase II Clase III Clase IV Clase V

Jatira (n=68)

0

10

20

30

40

50

60

70

Po

rce

nta

je

Clase II Clase III Clases IV-V

Yaracuy (n=148)

0

10

20

30

40

50

60

70

Po

rce

nta

je

Clase II Clase III Clase IV Clase V

Turiamo (n=55)

0

10

20

30

40

50

60

70

Po

rce

nta

je

Clase II Clase III Clase IV Clase V

PN Lag. Tacarigua (n=80)

0

10

20

30

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50

60

70P

orc

en

taje

Clase II Clase III Clase IV Clase V

Pueblo Viejo (n=50)

0

10

20

30

40

50

60

70

Po

rce

nta

je

Clase II Clase III Clase IV Clase V

Jatira (n=68)

0

10

20

30

40

50

60

70

Po

rce

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je

Clase II Clase III Clases IV-V

Yaracuy (n=148)

0

10

20

30

40

50

60

70

Po

rce

nta

je

Clase II Clase III Clase IV Clase V

Turiamo (n=55)

0

10

20

30

40

50

60

70

Po

rce

nta

je

Clase II Clase III Clase IV Clase V

PN Lag. Tacarigua (n=80)

Los Crocodylia de Venezuela

153

Los resultados reportados por Arteaga y Gómez (2000) para la

Laguna de Tacarigua en Miranda, muestran muy pocos clase V

(adultos) y una importante representación de caimanes de la clase

IV (subadultos). Estos autores señalan que la población de C.

acutus estaba creciendo durante los años de estudio (1997 a 1999),

lo cual se reflejaba principalmente en el número de individuos de

esa última categoría de tamaño. En este caso se puede comprobar

que la proporción de individuos clase V es una subestimación, ya

que ellos reportaron la localización de 50 nidos en el año 1999, lo

que por supuesto significa la existencia de al menos igual número

de hembras adultas. Sin embargo, sólo 8 de los individuos obser-

vados durante los conteos nocturnos fueron asignados a esa

categoría. El sesgo pudiera haber ocurrido al momento de estimar

las tallas durante los conteos nocturnos y que algunos de los 48

caimanes que ellos colocaron en la clase IV, pertenecieran en

realidad a la clase V.

En el caso de Jatira ejemplifica también las dificultades en

establecer de manera precisa la estructura de tamaños de una

población de crocodilios. El gráfico para esta localidad mostrado en

la Figura 5.14, representa un ajuste basado en tres conteos

realizados entre marzo y junio de 1987. En uno de esos conteos se

observaron 42 ejemplares adultos, mientras que en los otros dos

conteos se observaron sólo 6 individuos de esa talla. La gran

diferencia radica en que en el primero de esos conteos se logró

recorrer una zona nunca antes explorada, ya que el nivel del agua

en el embalse permitió la navegación como en ninguna otra

ocasión. De no haberse presentado esa afortunada circunstancia,

los resultados habrían sido completamente diferentes.

CAIMÁN DEL ORINOCO

Abundancia

Las anotaciones de Humboldt (1975, 1991) constituyen la fuente

antigua más confiable que permiten formarnos una imagen de la

abundancia de los caimanes en una época muy anterior a la

Andrés Eloy Seijas

154

cacería comercial que los llevó al borde de la extinción en el siglo

XX. Son frecuentes las referencias de este insigne alemán en las

que muestra asombro por la cantidad de caimanes con que “hier-

ven los ríos”. Unas pocas citas permiten formarse una idea de

cuan numerosas eran las poblaciones de C. intermedius:

“Más abajo de la desembocadura del Arauca aparecieron

los caimanes en mayor número que hasta entonces. Los

indios nos dijeron que los saurios provenían del interior del

país, donde habían pasado su período de letargo en el

barro seco de las sabanas. Tan pronto como vuelven a la

vida con las primeras lluvias, se reúnen en manadas y se

dirigen al río [Orinoco] donde se dispersan nuevamente.”

(Humboldt, 1975, p. 206)

“Los indios nos aseguraban que los cocodrilos nuevos

prefieren las charcas y los ríos menos anchos y profundos.

Se acumulan sobre todo en los caños, y está uno por decir

de ellos lo que Abd-Allatif dice de los cocodrilos del Nilo:

”que hormiguean como gusanos en las aguas bajas del río

y al abrigo de las islas inhabitadas” (Humboldt, 1991, Tomo

III, p. 324).

“Cuando las playas son de una anchura considerable [en

el Apure] … vence los cocodrilos, a menudo en número de

8 ó 10, tendidos sobre la arena, inmóviles, … Se han

multiplicado de tal manera estos reptiles monstruosos, que

a todo lo largo del río hemos tenido a la vista, casi a cada

instante, cinco o seis de ellos.” (Humboldt, 1991, Tomo III, p.

293 y 294).

Hoy en día se pudiera recorrer al río Apure en toda su

extensión sin contar, en total, el número de caimanes del Orinoco

que Humboldt pudo observar en una sola playa. La primera

evaluación de la situación de esta especie, luego de que su cacería

comercial fue prohibida, fue llevada a cabo por Robert Godshalk,

con los auspicios de la Fundación para la Defensa de la Naturaleza

(FUDENA) entre los años 1976 y 1977 (Godshalk, 1978, 1982).

Los Crocodylia de Venezuela

155

Este autor por medio de entrevistas con pescadores y ribereños, y

un extenso recorrido por ríos llaneros, detectó la presencia de sólo

273 caimanes en el país. Posteriormente se iniciaron estudios más

detallados en varias de las localidades ya mencionadas por este

autor, particularmente las más importantes: El río Cojedes (Ayar-

zagüena, 1987, 1990) y el río Capanaparo (Thorbjarnarson y

Hernández, 1992). Otras investigaciones más recientes han confir-

mado la importancia de esas dos localidades y han aportado

información sobre la situación de C. intermedius en algunas otras

(Seijas et al., 2002) (Tabla 5.9).

Tabla 5.9 Número máximo de caimanes del Orinoco observados en localidades

de los llanos venezolanos en los últimos 25 años.

Localidad Extensión

muestreada (km)

No. individuos

estimados Fuente

Capanaparo (Apure) 279,4 382 Llobet y Seijas, 2003

Caño Guaritico (Apure) 120 12 Chávez, 2002

Embalse Tucupido

(Portuguesa) 80 (perímetro) 11 Seijas y Meza, 1994

Río Caura (Bolívar) 233 (aéreo) 11 Franz et al., 1985

Río Cojedes (Cojedes) 195,6 547 Seijas y Chávez, 2000

Manapire (Guárico)* 7,3 26 Jimenez-Oráa, 2002;

Heredia, 2005.

* La extensión muestreada en el Manapire corresponde a la sumatoria de la

longitud de cinco ramales distintos

Las localidades listadas en la Tabla 5.9 representan sólo algunas

(las más importantes) donde se ha confirmado la presencia de la

especie en los últimos años. Gracias al programa de cría en

cautiverio que se adelanta desde finales de los años 80 del siglo

pasado, se han liberado caimanes en diversa localidades de los

llanos. Los resultados de ese esfuerzo o no han sido sufí-

cientemente analizados o están todavía en una etapa de evaluación

incipiente. Quizás el resultado más importante ha sido el res-

tablecimiento de una población en el hato El Frío y sectores

aledaños, estado Apure (Antelo et al., 2010).

Andrés Eloy Seijas

156

A la luz de los resultados mostrados en la Tabla 5.9 se puede

concluir que la situación de C. intermedius en Venezuela no es tan

desfavorable como la que reportó Godshalk en 1978. No se puede

afirmar, sin embargo, que las cifras que se conocen en la actua-

lidad signifiquen que la especie se ha recuperado un poco. Las

valores más altos de la actualidad pueden deberse a un mejor

conocimiento de la real situación de la especie, producto de

estudios más detallados e intensivos. La especie sigue estando en

una situación crítica y en algunos sectores hay datos que indican

que existe un deterioro de su situación, como es el caso de

diversos sectores del río Cojedes, donde la población ha disminuido

de manera notoria (Mendoza, 2003; Seijas et al., 2010). Asimismo,

la población que quedó encerrada en el embalse de Tucupido

(Seijas y Meza, 1994) es mucho menor que la que se esperaría de

acuerdo con estimaciones previas a la construcción de este cuerpo

de agua (Ramo y Busto, 1986; Thorbjarnarson y Hernández, 1992).

Otras localidades donde parece haber habido un deterioro de la

población son los ríos Meta y Cinaruco (Seijas, 2007b).

Estructura poblacional

Las poblaciones de caimanes del Orinoco son tan pequeñas que

sólo tiene sentido describir las estructuras de tamaños de las

poblaciones del Capanaparo y del Cojedes. En el primero de estos

ríos los datos más recientes son de Llobet (2002). En el caso del

Cojedes existen datos mucho más abundantes, que corresponden a

varios años de muestreos, desde los iniciales reportados por

Ayarzagüena (1987) hasta los de Ávila Manjón (2008) y Espinosa

(2010). Se mostrarán sólo algunos gráficos que permitan discutir las

particularidades más resaltantes de la estructura poblacional de C.

intermedius en esas localidades (Fig. 5.16).

En el Capanaparo los caimanes adultos (Clase V) representan

un porcentaje importante de la población (entre 19,8 y 30,6%). En

el caso del Cojedes, solamente en la sección de La Batea-

Merecure, los adultos representan un porcentaje destacable. Una

relativa abundancia de adultos puede ser indicativa de poca presión

de cacería, la cual afecta principalmente a los adultos, pero las

Los Crocodylia de Venezuela

157

Figura 5.16 Estructura de tamaño de las poblaciones de

caimanes del Orinoco en segmentos de los ríos Cojedes y Capa-

naparo (Las Campanas, El Naure, Piedra Azul). Los datos del

Capanaparo fueron tomado en el 2001 (Llobet, 2002) y los del

Cojedes son de 1997 (Seijas, 1998).

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II III IV V

Cojedes Norte (n=17)

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II III IV V

Caño de Agua Norte (n=88)

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II III IV V

Batea-Merecure (n=40)

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taje

II III IV V

Merecure-Caño Amarillo

(n=58)

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35

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taje

II III IV V

Las Campanas (n=49)

0

5

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15

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25

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Po

rcen

taje

II III IV V

Naure (n=81)

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taje

II III IV V

Piedra Azul (n=34)

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II III IV V

Cojedes Norte (n=17)

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taje

II III IV V

Caño de Agua Norte (n=88)

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II III IV V

Batea-Merecure (n=40)

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Po

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taje

II III IV V

Merecure-Caño Amarillo

(n=58)

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15

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30

35

Po

rcen

taje

II III IV V

Las Campanas (n=49)

0

5

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30

35

40

Po

rcen

taje

II III IV V

Naure (n=81)

0

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Po

rcen

taje

II III IV V

Piedra Azul (n=34)

Andrés Eloy Seijas

158

diferencias entre secciones del mismo río respecto a la importancia

relativa de alguna clase de tamaño en particular puede también ser

un reflejo de contrastes en la calidad del hábitat. La sección La

Batea-Merecure del río Cojedes, por ejemplo, posee quizás las

mejores condiciones para la anidación de C. intermedius (Seijas,

1998) lo cual explicaría la presencia de numerosos individuos

adultos allí. La sección inmediata aguas abajo (Merecure-Caño

Amarillo) posee escaso hábitat de anidación, por lo que la población

está constituida principalmente de juveniles y sub-adultos. Hay que

hacer notar, en todo caso, que las estructuras de tamaños no son

una característica fija de las poblaciones. En el caso del último

segmento señalado del río Cojedes, los datos de Ávila (2008)

indican que la proporción de animales adultos en la población se ha

incrementado.

Los Crocodylia de Venezuela

159

CAPÍTULO 6

DIETA

Un aspecto relevante en el estudio ecológico de cualquier

especie animal es el referido a su dieta. Los estudios sobre la

dieta nos indican: 1) qué tipo de presa caza determinada especie de

crocodilio; 2) cuándo y dónde las captura y 3) cuáles son sus

presas más importantes. Toda esa información es relevante desde

el punto de vista de la conservación y el manejo. La disponibilidad

y calidad de los recursos alimentarios son indicadores de la

idoneidad del hábitat para una especie, pero solamente podemos

evaluar esa calidad si sabemos de qué se alimenta la especie cuyo

hábitat queremos evaluar.

Por otra parte, el conocimiento de la dieta de una especie

aporta información directa acerca de sus relaciones tróficas, sobre

el tipo de interacciones que establece con las otras especies de la

comunidad. Así se puede inferir su papel ecológico en el eco-

sistema que ocupa, el impacto que su erradicación podría causar y

la ruta que algunos nutrientes o contaminantes pudieran seguir

hasta llegar a alcanzarla. Al mismo tiempo orienta sobre el tipo de

actividades de manejo que pudieran implementarse para favorecerla

o perjudicarla, si alguna circunstancia particular así lo requiriera.

La dieta de tres de las especies de crocodilios de Venezuela ha

sido estudiada en diferentes grados de detalles. Para la baba se

tienen los estudios realizados en distintas localidades de los llanos

(Staton y Dixon, 1975; Ayarzagüena, 1983, 1988; Seijas y Ramos,

1980; Fitzgerald, 1988a; Thorbjarnarson, 1990), en la región de

Guayana (Gorzula, 1978) y en la región costera (Seijas 1988, 1996;

Chávez, 1992). La dieta de caimán de la costa ha sido estudiada

Andrés Eloy Seijas

160

en tres embalses (Pueblo Viejo, Jatira y Tacarigua) por Seijas

(1988, 1996), Chávez (1992) y Arteaga (1998), y en el río Yaracuy

(Seijas y Chávez, 1991). Para el caimán del Orinoco sólo hay

información recabada en el río Cojedes (Seijas, 1998). Sólo existe

un trabajo sobre la dieta de una de las especies de Paleosuchus (P.

palpebrosus) realizado en Venezuela (González Orihuela, 2010).

Métodos

Los métodos que han sido usados para los estudios de la dieta

han sido diversos. En las investigaciones iniciales (Gorzula, 1978;

Seijas y Ramos, 1980; Ayarzagüena, 1983) el procedimiento usado

para obtener la información consistió, al menos parcialmente, en el

sacrificio de los animales. Como anécdota vale la pena referir que

esta forma de trabajo fue criticada públicamente por el australiano

William Magnusson durante la reunión del Grupo de Especialistas

en Cocodrilos de la UICN que se realizó en Caracas en 1984, al

referirse en particular al trabajo de Seijas y Ramos ya citado.

Quizás en la mente de Magnusson estaba todavía fresca la imagen

de la carnicería de millares de crocodilios, sacrificados con fines de

“investigación”, que había sido denunciada años antes por Gans y

Pooley (1976). Aun cuando sin duda crueles, estos métodos tienen

la ventaja de permitir la obtención de la totalidad del contenido

estomacal, eliminando errores en análisis comparativos. Sin embar-

go, esta forma de trabajo debe ser descartada en la actualidad y

sólo se justificaría si los animales deben ser inevitablemente

sacrificados por alguna otra razón. En este sentido, es sorprenden-

temente que no existan publicaciones sobre dieta de la baba que

estén basados en el abundantísimo material disponible que ha

significado la cosecha autorizada por el MARN de cerca de

millón y medio de individuos adultos desde el año 1983.

Parte de la información sobre la dieta, particularmente de babas,

ha sido obtenida al revisar los contenidos estomacales de animales

atropellados en las carreteras (Staton y Dixon, 1975; Ayarzagüena,

1983; Thorbjarnarson, 1990). Existen también, y en la actualidad son

ampliamente usados, métodos de extracción por lavado del conte-

nido estomacal de individuos vivos. El primero en usar un proce-

Los Crocodylia de Venezuela

161

dimiento de este tipo en el país fue José Ayarzagüena (1983),

quien luego de inmovilizar a las babas con amarras y mantenerles

la boca abierta con trozos de madera, introducía una manguera y

expulsaba el contenido estomacal con la presión del agua. Un mé-

todo más refinado es el descrito por Fitzgerald (1988b) quien usó,

además del agua a presión, la denominada “maniobra de Heimlich”,

la cual consiste en ejercer presión con las manos sobre el

estómago del animal para facilitar la expulsión de su contenido. El

procedimiento de Fitzgerald ha sido empleado también con C.

acutus (Seijas, 1988, 1996; Chávez, 1992; Arteaga, 1998) y con C.

intermedius (Seijas, 1998). En cualquiera de las modalidades de

lavado para la remoción del contenido de los estómagos, el agua

junto al material extraído son recogidos en un recipiente. Con un

colador se separan del agua las presas o sus restos y se preservan

para su posterior análisis.

Un inconveniente del método de Fitzgerald es que en con-

diciones de campo es a veces difícil de implementar un mecanismo

para introducir agua a presión en el estómago de los animales.

Para solventar este problema se han usado bombas manuales, o

recipientes con agua colocadas a cierta altura (techo de los

vehículos, por ejemplo) para que el agua baje a través de la

manguera por gravedad. La presión del agua en estos casos no es

muy grande y no se ha evaluado su incidencia en la eficiencia del

método. Por otra parte, el equipo que se requiere no es portátil, por

lo que se necesita instalar un campamento base para llevar los

animales, a veces desde una distancia considerable.

Otro método, descrito por Taylor (1979), consiste en introducir

agua al estómago a través de una manguera y un embudo (Fig.

6.1), para luego extraer el contenido estomacal con la ayuda de un

tipo de cuchara. Ese sistema de muestreo ha sido ensayado en

Venezuela por distintos investigadores (Fitzgerald, 1988a; Alfredo

Arteaga com. pers.) pero de manera esporádica. Fitzgerald (1988b)

encontró, al comparar el contenido estomacal remanente en grupos

de babas sacrificadas después de removerles el contenido esto-

macal por alguno de los dos métodos ya señalados, que la técnica

del lavado con la introducción de agua a presión y la aplicación de

Andrés Eloy Seijas

162

la maniobra de Heimlich fue mucho más eficiente que el descrito

por Taylor (1979).

Un aspecto que hay que tener en cuenta a la hora de analizar

los resultados de todos estos métodos es el tiempo transcurrido

entre la captura del animal y el momento cuando se le remueve el

contenido estomacal. De manera ideal, la extracción debería

realizarse inmediatamente después de la captura, lo cual no es

siempre posible. Una pronta extracción reduce el tiempo de

digestión y posibilita que presas recién capturadas por el crocodilio

aparezcan más completas, lo que facilita tanto su identificación

como la determinación de su peso y volumen.

En estudios de la dieta de babas y caimanes en la región

costera de Venezuela (Seijas, 1988, 1996; Seijas y Chávez, 1991) las

capturas de los animales se realizaban en la noche y la extracción

se efectuaba a primera hora del día siguiente, por lo que en

algunos casos podían transcurrir hasta 10 horas entre la captura y

la colecta del contenido estomacal. Los resultados obtenidos de

esta manera pueden estar sesgados a favor de renglones cuya

digestión es más lenta, teniendo en cuenta que la carne es digerida

más rápidamente que los huesos, y estos a su vez se digieren más

rápidamente que el componente quitinoso de algunos invertebrados.

Para acortar el tiempo entre captura y extracción de contenido

estomacal es recomendable atrapar a los animales en las últimas

horas de la madrugada y efectuar el lavado apenas amanezca, o

antes, si las condiciones lo permiten. El lavado estomacal inmedia-

tamente después de la captura es posible de realizar, pero significa

por lo general trabajar en el bote y con una serie de inconvenientes

y limitaciones que incomodan el desempeño de los investigadores.

Por lo general, los contenidos estomacales son preservados en

formol al 10% o, preferiblemente, alcohol etílico al 70%, para su

posterior análisis en el laboratorio. Allí, los renglones de cada

muestra son separados y ligeramente presionados con papel absor-

bente para retirar el exceso de líquido. Luego se les determina su

volumen (en mililitros) por desplazamiento de agua en un cilindro

graduado. Por lo general se intenta una identificación de las presas

Los Crocodylia de Venezuela

163

consumidas al nivel taxonómico más bajo posible. Se recomienda

recolectar muestras de las presas potenciales en el área de estudio

para preparar una colección de referencia y facilitar la identi-

ficación de los fragmentos encontrados en los estómagos. El

número, tamaño y volumen original de las presas capturadas

pueden ser estimados a partir de los fragmentos encontrados.

Figura 6.1 Preparación de una baba para proceder a extraerle el con-

tenido estomacal.

Para determinar cambios ontogénicos en la dieta, los contenidos

estomacales se agrupan de acuerdo con la talla de los crocodilios

de los cuales se extrajeron. Es preferible trabajar siempre con la

longitud corporal (LCC) de los crocodilios, tomada desde la punta

del hocico hasta el extremo posterior de la abertura cloacal, ya que

en algunas localidades una alta proporción de los animales tienen la

cola rota, por lo que la longitud total (LT) no refleja fielmente la

talla del animal.

Andrés Eloy Seijas

164

No existe un modo perfecto para cuantificar la dieta de los

crocodilios. Los análisis basados en la frecuencia de aparición de

las presas probablemente sobreestimen la importancia de aquellos

renglones que poseen estructuras de difícil digestión, como por

ejemplo los élitros de los coleópteros o los opérculos de los

caracoles, que permanecen mucho tiempo en el estómago. En

ocasiones no es posible conocer el número de presas a partir de

los restos encontrados en el estómago, como sucede cuando se

encuentran pelos sin ningún otro tipo de fragmentos del mamífero a

que pertenecían. Esto puede provocar una subestimación del

número de individuos consumidos. Si se toma en consideración sólo

el número de presas capturadas se sobreestima la importancia de

animales pequeños, que suelen ser consumidos en grandes canti-

dades y, por lo tanto, se subestima la relevancia de presas grandes

que sólo aparecen ocasionalmente. Por último, el volumen medido de

algún tipo de renglón puede ser engañoso, particularmente si la presa

fue comida mucho tiempo antes de la extracción y ha sido digerida en

su casi totalidad. En este caso, se produciría una subestimación de su

importancia. Para corregir el sesgo, en ocasiones se puede estimar el

tamaño (y volumen) original de la presa al momento de ser atrapada

por el crocodilio a partir de los fragmentos encontrados en el

estómago (Staton y Dixon, 1975; Webb et al., 1983).

Los datos que usualmente se toman en cualquier estudio de

dieta de Crocodilios son:

o Frecuencia de aparición de un renglón determinado, es

decir, el porcentaje (o proporción) de estómagos analizados

con el tipo de presa en consideración.

o Número de individuos de cada presa en particular, tanto por

estómago analizado como en el total de crocodilios

estudiados.

o Volumen (por estómago y total) de cada uno de las presas

encontradas.

o Peso seco. En este caso se extrae la humedad en una es-

tufa (55-60 ºC). Este procedimiento es necesario si se quiere

determinar el contenido calórico de las presas consumidas.

Los Crocodylia de Venezuela

165

o Es usual encontrar en los contenidos estomacales renglones

considerados “no alimenticios”. Es el caso de los gastrolitos

(piedras), restos vegetales y parásitos del tracto digestivo,

especialmente nematodos. Éstos también se cuantifican.

Debido a la amplia variedad de especies que en ocasiones apa-

recen en los contenidos estomacales, algunas de ellas representadas

por muy pocos individuos, es conveniente discriminarlas por cate-

gorías. Es usual agruparlas de acuerdo a criterios taxonómicos

(artrópodos, moluscos, peces, mamíferos, por ejemplo). Pero este

tipo de categorización es muy artificial y aporta poca información

sobre los hábitos alimentarios del crocodilio estudiado, ya que

dentro de una misma categoría taxonómica puede haber especies

que ocupan diversos microhábitats en los ambientes terrestres o

acuáticos. Una primera alternativa de categorización es el de

segregar a las presas de acuerdo con el tipo de ambiente en que

se encuentran, por ejemplo en acuáticas o terrestres. Esto nos

permite inferir con qué frecuencia una determinada especie se

alimenta en estos ambientes. Otras categorizaciones son posibles,

como por ejemplo agrupar las presas de acuerdo por el tipo de

microhábitat que ocupan (habitantes de aguas abiertas, organismos

frecuentes en la vegetación acuática, organismos anfibios). En todo

caso, son los objetivos que se buscan con la investigación los que

determinan el tipo de categorización más adecuada.

Por lo general, los investigadores toman sólo algunos de los

datos señalados anteriormente. Para contrarrestar los sesgos que se

producen se han usado índices de abundancia relativa, que toman en

consideración tanto el número total de individuos de cada presa en

toda la muestra como su frecuencia de aparición (Staton y Dixon,

1975). Asimismo, se han asignado rangos de importancia a cada presa

de acuerdo con su tamaño (Fitzgerald, 1988a; Thorbjarnarson, 1990).

No existe una metodología perfecta y correcta para todas las

situaciones. Cada investigador debe estudiar con detalle los distintos

procedimientos y conocer sus limitaciones. Seguramente, todavía

queda campo para innovar y proceder de acuerdo con las nece-

sidades y objetivos de las investigaciones que se planteen.

Andrés Eloy Seijas

166

ANÁLISIS COMPARATIVO DE DIETAS DE

CROCODILIOS

A partir del trabajo pionero de Cott (1961), en numerosos

estudios se ha mostrado que los crocodilios son depredadores

oportunistas con un cambio ontogenético de sus dietas (Fig. 6.2).

También se ha señalado que no hay datos que permitan demostrar

una marcada preferencia de los crocodilios por determinadas presas

(Webb et al., 1982), es decir, que la frecuencia y abundancia con

que aparece un renglón alimentario determinado en sus estómagos

es sólo un reflejo de la disponibilidad con que éste se encuentra en

el medio. Por otra parte, algunos investigadores han señalado que

existe una relación entre la morfología bucal y el tipo de dieta de

la cual depende cada una de las especies de crocodílidos

(Iordansky, 1973; Langston, 1973; Ayarzagüena, 1984). Esta

relación establecería límites al “oportunismo” en la captura de las

presas.

No obstante la diversidad de metodologías que se han empleado,

los estudios llevados a cabo en Venezuela permiten comparar la

dieta de poblaciones de la misma especie pero que ocupan

ambientes distintos. Asimismo, existen estudios en los cuales es

posible comparar la dieta de especies distintas que ocupan la

misma localidad. Estas investigaciones ponen a prueba las ase-

veraciones sobre la condición de cazadores oportunistas de los

crocodilios, así como la de que estos animales no muestran

preferencias por presa alguna.

DIETA DE LA MISMA ESPECIE EN DISTINTAS

LOCALIDADES

Baba

Una primera oportunidad de comparación se presenta con los

estudios de Seijas y Ramos (1980) y Ayarzagüena (1983). Esas

investigaciones fueron realizadas casi de manera simultánea, a

Los Crocodylia de Venezuela

167

finales de los años 70 del siglo pasado, en localidades distantes

apenas unos 40 km entre sí. La primera de ellas en las sabanas

moduladas de Mantecal y la segunda en las sabanas (poco

intervenidas para la época) del hato El Frío, ambas en el estado

Apure (Tabla 6.1).

Figura 6.2 Variación en la importancia relativa del tipo de presas con-

sumidas por babas de distintas tallas. Observe como la importancia

relativa de los insectos disminuye a medida que los animales alcanzan

tallas mayores. Los peces, por el contrario, adquieren mayor importancia

a medida que la talla se incrementa (Tomado de Seijas y Ramos, 1980).

No obstante las discrepancias en la categorización de los

animales en clases de tamaño, los datos de la Tabla 6.1 muestran

claramente las diferencias en la dieta de la baba entre las dos

localidades. Los caracoles (Pomacea sp) por ejemplo, el principal

0

20

40

60

80

100

10 30 50 70 90Talla promedio (LCC cm)

Po

rcen

taje

Insectos Camarones Peces

Andrés Eloy Seijas

168

renglón en importancia en el hato El Frío, nunca fueron encon-

trados en la muestra de Mantecal. Los camarones

(Machrobrachium spp), por su parte, constituyeron un renglón de

suma importancia para todas las clases de tamaño en Mantecal,

pero significaron un tipo de presa de importancia marginal en el

hato El Frío. Es sorprendente constatar como animales que viven

en localidades tan cercanas puedan tener dietas tan distintas. Esas

diferencias pueden ser atribuidas a las contrastantes características

de esas dos localidades. Las sabanas de Mantecal habían sido

recién alteradas por la construcción de un sistema de diques para

el control de inundaciones que encerraban áreas de 2000 a 5000 ha

denominadas “módulos”. Esta modificación de hábitat habría favo-

recido, al menos temporalmente, algunos elementos faunísticos

como, por ejemplo, a los camarones y quizás perjudicado a otros,

quizás a los cangrejos. Las sabanas de El Frío, por el contrario,

habían sido menos alteradas por la construcción de tapas y

préstamos y por lo tanto estaban más cercanas a la condición

original de banco-bajio-estero típica (de acuerdo con la definición

de Ramia, 1967) de esa parte de los llanos.

Tabla 6.1 Comparación de la importancia relativa de distintos

componentes de la dieta de Caiman crocodilus en dos localidades

cercanas de los llanos de Venezuela. La importancia se expresa con el

porcentaje en que aparece el renglón con respecto al total de la muestra.

Renglón

Ayarzagüena (1983) Seijas y Ramos (1980)

Crías

(Clase I)

n=7

Juveniles y

subadultos

(Clase II)

n=14

Adultos

(Clase III y

IV) n=91

Juveniles

n=20

Subadultos

n=16

Adultos

n=13

Caracoles 0,0 14,3 37,4 0,0 0,0 0,0

Insectos 100,0 35,7 5,5 85,0 25,0 23,0

Cangrejos 0,0 50,0 38,5 0,0 0,0 0,0

Camarones 0,0 0,0 6,6 40,0 31,3 15,4

Peces 0,0 7,1 36,3 5,0 31,3 61,5

Los Crocodylia de Venezuela

169

En los estudios de la dieta de la baba en los hatos Masaguaral

y Piñero (Staton y Dixon, 1975; Fitzgerald, 1988a; Thorbjarnarson,

1990), en los llanos de Guárico, relativamente más secos que los de

Apure, los camarones estuvieron ausentes o fueron muy escasos.

Los cangrejos, por el contrario, fueron por lo general muy fre-

cuentes. En dichas localidades, los caracoles del género Pomacea

también constituyeron un importante renglón en la dieta, al igual

que en el hato El Frío.

En algunos de los estudios de la dieta de la baba antes

mencionados, los anfibios no parecen tener una relevancia especial.

Pero eso podría ser un indicativo de que el muestreo no se llevó a

cabo en la época en que éstos son más abundantes. En contraste,

en el trabajo de Gorzula (1978) en la Guayana venezolana, las

ranas representaron 66% de las presas consumidas durante la

estación lluviosa.

Con respecto a las babas de la región norte costera de

Venezuela, se pueden comparar los resultados de los estudios

disponibles para localidades en Zulia y Falcón (Tabla 6.2. Seijas,

1988, 1996). Dos componentes importantes en la dieta de C.

crocodilus en el embalse de Pueblo Viejo fueron los cangrejos y

los invertebrados terrestres. En los embalses de Jatira-Tacarigua,

los componentes más importantes fueron los caracoles y los

insectos acuáticos. Estas diferencias se explican por las caracte-

rísticas contrastantes de estas localidades. En Pueblo Viejo, las

aguas eran turbias y carecían por completo de macrofitas acuá-

ticas, condiciones poco propicias para la existencia de caracoles, lo

que explicaría la poca relevancia (tanto en frecuencia de aparición

como en número de individuos presentes) de esta presa en los

estómagos analizados. Las babas de esta localidad parecían depen-

der en gran medida de presas que habitaban la zona litoral (dipló-

podos, ortópteros, cangrejos y pequeños vertebrados terrestres). En

los embalses de Jatira-Tacarigua, las aguas eran claras y las

macrofitas acuáticas muy abundantes, particularmente en Jatira,

siendo Eichhornia sp, Chara sp y Najas sp las especies domi-

nantes. Esto explicaría la mayor importancia de animales acuáticos

(caracoles, invertebrados acuáticos, peces) en estas localidades.

Andrés Eloy Seijas

170

Tabla 6.2 Comparación de la dieta de babas en dos embalses de la

región costera de Venezuela: Pueblo Viejo (Zulia) y Jatira-Tacarigua

(Falcón). La importancia se expresa como el porcentaje en que aparece

el renglón con respecto al total de la muestra (Reelaboración a partir de

datos en Seijas, 1988 y Seijas, 1996).

Renglón Pueblo Viejo n=31 Jatira-Tacarigua n=28

Cangrejos 41,9 28,6

Caracoles 9,7 46,4

Invertebrados terrestres 67,7 10,7

Invertebrados acuáticos 19,4 50,0

Peces 16,1 21,4

Caimán de la costa

Existe información sobre la dieta del caimán de la costa en el

embalse de Pueblo Viejo (Seijas, 1988, 1996) y en los embalses de

Jatira-Tacarigua (Seijas, 1988, 1996; Chávez, 1992; Arteaga, 1998).

En los párrafos anteriores se expusieron las características contras-

tantes de estas localidades. Las diferencias en la dieta de C.

acutus en estos embalses (Tabla 6.3), pueden ser explicadas

nuevamente por las disimilitudes entre estos hábitats. La gran inci-

dencia de invertebrados terrestres en los contenidos estomacales

analizados para Pueblo Viejo, sería una indicación de la importancia

del forrajeo en las zonas litorales, pero sorprende la baja incidencia

de cangrejos (muy frecuentes en las babas), para lo cual no hay

una explicación lógica. Como cabría esperar, los invertebrados

acuáticos tuvieron mayor relevancia en Jatira-Tacarigua que en

Pueblo Viejo. Los camarones, por último, representaron un renglón

muy importante en la localidad zuliana, pero no aparecieron nunca

en los embalses de Falcón, aun cuando se sabe que allí existían

(Chávez, 1992) pero evidentemente eran escasos, al menos durante

el tiempo en que se llevaron a cabo las investigaciones.

Los Crocodylia de Venezuela

171

Tabla 6.3 Comparación de la dieta de caimanes de la costa en dos

embalses de la región costera de Venezuela: Pueblo Viejo (Zulia) y Jatira-

Tacarigua (Falcón). Tomado con modificaciones de Seijas, 1996.

Renglón Pueblo Viejo n=19 Jatira-Tacarigua n=47

Cangrejos 5,3 31,9

Caracoles 5,3 8,5

Invertebrados terrestres 78,9 51,1

Invertebrados acuáticos 10,5 70,2

Peces 5,3 34,0

Camarones 42,1 0,0

Caimán del Orinoco

Para el caimán del Orinoco existe información que permite

comparar su dieta en distintos sectores del mismo río (Seijas,

1998). En el río Cojedes, se analizaron 67 contenidos estomacales

de C. intermedius jóvenes, siete de ellos colectados a intervalos

irregulares entre 1992 y 1993 y los 60 restantes en febrero y

marzo de 1997. Esta última muestra estuvo dividida en partes

iguales entre dos sectores de ese río: Caño de Agua Norte (CAN)

y caño de Agua Sur (CAS) (Tabla 6.4).

Debido a su mayor representatividad, la mayor parte de los

análisis se refieren a comparaciones entre CAN y CAS. En todo

caso, los cuatro contenidos estomacales colectados en Cojedes

Norte en 1993 estuvieron escasos de presas, las pocas presentes

consistieron en restos de insectos y de un pez Doradidae.

Globalmente, en términos de biomasa, los vertebrados (tanto

acuáticos como terrestres) representaron una alta proporción de la

dieta de los caimanes juveniles, con 78,1% en CAN y 76,9% en

CAS. Los vertebrados terrestres estuvieron representados prin-

cipalmente por roedores cricétidos (restos conseguidos en 24

Andrés Eloy Seijas

172

contenidos estomacales), pero también fueron observadas ranas de

la familia Leptodactylidae, un ave no identificada y una serpiente

(Leptodeira annulata).

Tabla 6.4 Número de contenidos estomacales de caimanes del Sistema

del río Cojedes colectados y analizados (Seijas, 1998).

Lugar Año No. de

Estómagos

Intervalo de tamaños

(mm LCC)

Cojedes Norte 1993 4 520-1080

Caño de Agua Norte 1997 30 540-1356

Caño de Agua Sur 1992 3 605-707

1997 30 543-1224

Los vertebrados terrestres se encontraron con más frecuencia

en los contenidos estomacales de CAN. Estas diferencias pueden

ser consideradas estadísticamente significativas (X2

=3,3; P=0,069).

Los vertebrados terrestres representaron 76% del volumen de la

muestra de CAN, pero sólo 26,6% de la muestra de CAS.

Por volumen, los peces fueron el renglón más importante en los

contenidos estomacales de los caimanes de CAS (50,3%), pero

ellos representaron sólo 2,1% del volumen en CAN. La diferencia

en frecuencia de aparición de peces entre estas dos localidades, sin

embargo, no fue significativa (X 2

=0,417; P= 0,519).

Los insectos acuáticos, grupo que incluyó a hemípteros de la

familia Belostomatidae y coleópteros de la familias Hydrophilidae y

Dytiscidae, fueron más importante como presas de caimanes en

CAN que en CAS, tanto en términos de frecuencia de aparición

(X2

=17,78; P<0,001) como en volumen (Tabla 6.5).

En la categoría ‘insectos terrestres’ se incluyó a los coleópteros

de la familia Carabidae y Scarabaeidae, así como a saltamontes,

polillas y una avispa. Por su frecuencia de aparición los insectos

terrestres fueron más importantes en CAN que en CAS, pero las

diferencias no fueron significativas.

Los Crocodylia de Venezuela

173

Tabla 6.5 Importancia relativa de grupos principales de presas en con-

tenidos estomacales de caimanes en el Sistema del Río Cojedes,

Venezuela. El material no identificable no fue usado en los análisis (Seijas,

1998).

Intervalo de

tamaños de

los caimanes

estudiados

(mm LT)

Frecuencia

aparición de la

presa

Individuos

presentes Volumen (ml)

Nº % Nº % Total %

CAÑO DE AGUA NORTE (n=30)

Poppiana dentata (cangrejo) 651-898 4 13,3 5 5,3 14,3 6,5

Peces 540-1049 5 16,7 6 6,3 4,7 2,1

Insectos acuáticos** 574-1356 26 86,7 33 34,7 21,5 9,8

InsectosTerrest. 565-1062 20 66,7 24 25,3 8,5 3,9

Arañas 624-1083 4 13,3 5 5,3 3,6 1,6

Thiara sp (caracol) 700-920 2 6,7 4 4,2 0,1 <0,1

Vertebrados Terrestres* 565-1356 17 56,7 18 18,9 167,0 76,0

No identificable 22,4

Total 95 242,1

CAÑO DE AGUA SUR (n=30)

Poppiana dentata 570-1224 8 26,7 8 8,6 15,0 11,8

Peces 543-1207 7 23,3 8 8,6 63,7 50,3

Insectos acuáticos 544-1001 10 33,3 12 12,9 6,0 4,7

Insectos terrest. 543-1001 15 50,0 44 47,3 7,4 5,8

Arañas 684-1224 2 6,7 2 2,2 0,1 <0,1

Thiara sp 830-1165 2 6,7 9 9,7 0,9 0,7

Vertebrados Terrestres 543-1195 10 33,3 10 10,8 33,6 26,6

No identificable 21,8

Total 93 148,5

* Diferencia con Caño de Agua Sur cercana a valores significativos (alfa 0,05, X²=3,3,

p=0,069)

** Diferencias con Caño de Agua Sur altamente significativas (X²=178; P<0,001)

Otra presa importante que se encontró en número y frecuencia

similar en ambas localidades fue el cangrejo Poppiana dentata.

Los camarones (Macrobrachium sp) no fueron encontrados en

ninguno de los contenidos estomacales analizados en 1997. Este

renglón fue el más importante (16 individuos) en tres estómagos de

CAS que se analizaron en 1992.

Por su frecuencia de aparición y por su volumen, la importancia

de los gastrolitos varió significativamente entre localidades. Vein-

titrés estómagos (80,7%) en CAN y sólo ocho (13,9%) en CAS

tenían gastrolitos (X 2

=15,02; P<0,001). También fue observado un

Andrés Eloy Seijas

174

pequeño número de conchas del caracol Thiara sp, quizá ingeridas

junto a los gastrolitos.

El río Cojedes está altamente contaminado lo cual quedó de

manifiesto con algunos de los restos encontrados en algunos estó-

magos: un pequeño pedazo de tela en un contenido estomacal de

CAS, restos de material plástico en otro de CAN y partes de un

guante de goma localizados en un estomago de Cojedes Norte.

Otro renglón que es importante mencionar es el de los nemá-

todos. Estos fueron mucho más abundantes y frecuentes (X 2

=8,3;

P<0,01) en los contenidos estomacales de CAS, en comparación

con aquellos de CAN.

Con la excepción de peces y cangrejos, todos los otros renglo-

nes alimentarios se encontraron con mayor frecuencia y abundancia

en los contenidos estomacales de los caimanes de CAN que en los

de CAS. En el caso de los insectos y vertebrados terrestres, esas

diferencias fueron estadísticamente significativas.

La importancia relativa de las presas de origen terrestre varió

entre localidades, seguramente un reflejo de las características

contrastantes entre estos segmentos de río y de sus alrededores.

En este sentido, la mayor importancia relativa de presas de origen

terrestres (particularmente vertebrados) en CAN, se podría explicar

por el hecho de que en este sector del Sistema del Río Cojedes (al

contrario de lo que ocurre en CAS donde las orillas están casi

siempre desnudas) los bordes del río están profusamente cubiertos

de vegetación graminosa y pequeños arbustos, lo cual probable-

mente representa un mejor hábitat para insectos y otros inverte-

brados, los que a su vez atraen a pequeños vertebrados (por ejem-

plo, ranas).

El comportamiento tanto de los caimanes como de sus presas, y

las características del río en cada lugar, deben jugar un papel de

importancia, determinando que es accesible y que no lo es.

Los Crocodylia de Venezuela

175

DIETA DE DISTINTAS ESPECIES EN LA MISMA

LOCALIDAD

La baba y el caimán de la costa

Un análisis más interesante, por sus implicaciones ecológicas, es el

que se produce al comparar la dieta de dos especies de crocodilios

coexistiendo en la misma localidad, es decir, en sintopía. Ésto se llevó

a cabo con las babas y caimanes tanto en el embalse de Pueblo Viejo,

como en los embalses de Jatira-Tacarigua, en Falcón (Seijas, 1988,

1996). En las tablas 6.6 y 6.7 se detallan la frecuencia y abundancia

(en volumen y en número de individuos) en que las distintas presas

fueron encontradas en los crocodilios de esas localidades.

Para facilitar las comparaciones, los contenidos estomacales de

crocodilios de tallas similares se analizaron en conjunto. Los

renglones de la dieta fueron agrupados en amplias categorías, a

saber: invertebrados acuáticos, invertebrados terrestres, arañas,

caracoles (Pomacea sp), cangrejos, camarones (no encontrados en

Tacarigua-Jatira), peces, y otros vertebrados (Tabla 6.8).

Los invertebrados terrestres (T) incluyen varias especies del orden

Coleoptera, Orthoptera y Diplopoda. Los invertebrados acuáticos (A)

incluyen a insectos de las familias Hydrophilidae (Coleoptera) y

Belostomatidae (Hemiptera) y larvas del orden Odonata. En Verte-

brados están incluidos todos los vertebrados con excepción de peces.

Los invertebrados acuáticos, distintos a camarones o cangrejos,

fueron escasos e infrecuentes tanto en babas como en caimanes, lo

cual quizá refleje la poca abundancia de esos animales en un

embalse donde la vegetación acuática estaba prácticamente ausen-

te. Esto también explicaría la escasez de aparición de caracoles,

incluso en los estómagos de las babas.

Los cangrejos sólo aparecieron en estómagos de crocodilios

mayores a 300 cm LCC. Si se considera sólo estas tallas, la

frecuencia de aparición en babas (13 estómagos) resultó estadís-

ticamente distinta a la encontrada en los caimanes (1 estómago)

(Prueba Exacta de Fisher, PEF, P = 0,012).

Andrés Eloy Seijas

176

Tabla 6.6 Análisis de contenidos estomacales de babas y caimanes en el

embalse de Pueblo Viejo, estado Zulia (Seijas, 1988, 1996). Volumen acu-

mulado en mililitros.

Renglones

Caiman crocodilus (n=31)

Crocodylus acutus (n=19)

# contenidos

estomacales

Acumulado # contenidos

estomacales

Acumulado

#ind. Vol. #ind. Vol.

Crustácea 13 14 66,4 1 1 <0,1

Poppiana dentata

Macrobrachium sp -- -- -- 10 50 7,1

Diplopoda 3 3 1,5 1 1 <0,1

Insecta

No identificados 3 3 0,2 2 2 0,1

Coleoptera

Carabidae 1 1 <0,1 1 1 <0,1

Hydrophilidae 2 2 0,7 2 2 0,5

Scarabaeidae 3 3 1,9 4 4 4,8

Dynastinae 3 7 15,5 1 1 0,7

No identificados 12 13 7,5 5 5 3,8

Hemiptera

Belostomatidae 5 5 3,5 -- -- --

Orthoptera

Tettigonidae 2 2 0,1 2 2 2,0

Blattidae 1 1 <0,1

Gryllotalpinae 1 1 <0,1 1 1 <0,1

Gryllinae -- -- -- 1 1 0,5

Hymenoptera

Formicidae (Atta sp) 12 557 41,5 2 16 0,6

Avispa no. ident. 1 1 0,1 1 1 <0,1

Arachnida -- -- -- 7 7 1,8

Mollusca

Pomacea sp. 3 7 2,6 1 1 <0,1

Thiara sp. 2 5 0,1 -- -- --

Osteichthyes

Hoplias sp. 1 1 20,0 -- -- --

No identificado 4 4 17,0 1 1 10,0

Amphibia

Bufo sp. 1 2 73,0 -- -- --

No identificado 1 1 75,0 -- -- --

Crocodylia

Crocodylus acutus 1 1 -- 1 1 --

Aves

Volatinia sp. 1 1 12,0 -- -- --

No identificadas -- -- -- 1 1 1

Mammalia

Sigmomys sp. 1 1 4,5 -- -- --

Zygodontomys sp. 1 1 72,5 -- -- --

Marmosa sp. -- -- -- 1 1 22,0

No identificado 3 3 16,8 -- -- --

Vegetación 23 6,2 16 17,3

Nematoda 10 24 5 8 --

Piedras 19 140 23,9 18 482 19,6

Los Crocodylia de Venezuela

177

Tabla 6.7 Análisis de contenidos estomacales de babas y caimanes en los

embalse de Embalses de Tacarigua-Jatira, estado Falcón. Volumen

acumulado en mililitros. (Seijas, 1988, 1996).

Renglones

Caiman crocodilus (n=28) Crocodylus acutus (n=47)

# contenidos

estomacales

Acumulado # contenidos

estomacales

Acumulado

#ind. Vol. #ind. Vol.

Crustácea

Poppiana dentata 8 12 89,2 15 16 94,2

Insecta

No identificados 1 1 0,1 6 6 2,0

Coleoptera

No identificados 6 9 5 7 7 0,3

Coccinelidae -- -- -- 1 1 <0,1

Carabidae 1 2 <0,1 1 1 1,5

Dynastinae -- -- -- 1 1 3,0

Hydrophilidae 6 12 9,5 12 18 13,9

Scarabaeidae -- -- -- 1 1 0,2

Hemiptera

Belostomatidae 12 26 17,2 29 98 36,8

No identificados -- -- -- 1 1 0,1

Odonata 1 3 0,2 4 4 1,2

Orthoptera

Acrididae 3 3 4,1 6 6 0,8

Blattidae -- -- -- 2 2 2,8

Gryllotalpinae 1 1 <0,1 3 3 0,9

Gryllinae -- -- -- 1 1 <0,1

Hymenoptera

Formicidae 2 52 0,1 1 2 <0,1

Arácnida -- -- -- 10 60 4,2

Mollusca

Pomacea sp. 14 124 18,5 0,2 4 4

Thiara sp. 3 13 0,7 5 22 0,5

Osteichthyes

No identificado 5 5 5,5 15 15 9,1

Petenia krausii 1 1 <0,1 1 1 0,6

Loricaridae -- -- -- 1 1 30,0

Amphibia

Bufo marinus -- -- -- 2 2 50,0

Reptilia

Iguana iguana 1 1 <0,1 -- -- --

Pseudemys scripta 1 1 <0,1 1 1 3,5

Aves

Fluvicola pica -- -- -- 1 1 20,0

Jacana jacana -- -- -- 1 1 28,0

Vegetación 18 -- 50,8 36 -- 26,2

Nematodo 13 126 -- 30 912 --

Piedras 3 4 0,2 13 126 2,6

Andrés Eloy Seijas

178

Tabla 6.8 Embalse de Pueblo Viejo. Número total de estómagos de

crocodílidos muestreados para cada categoría de tamaño y número de

contenidos estomacales en los que se encontró cada renglón.

Especie y renglón Longitud cabeza-cuerpo (Lcc) mm.

Total <200 200-299 300-399 400-499 500-599 ≥ 600

Caiman crocodilus

Cont. estom. analizados 2 1 10 9 6 3 31

Cangrejos 0 0 2 7 4 0 13

Caracoles (Pomacea) 0 0 2 1 0 0 3

Invertebrados (T) 1 1 8 7 4 0 21

Invertebrados (A) 0 0 2 2 2 0 6

Peces 0 0 0 0 3 2 5

Vertebrados 0 0 1 2 3 2 8

Vegetación 2 1 7 6 4 3 23

Nemátodos 0 0 4 1 3 2 10

Piedras 0 1 7 4 5 2 19

Crocodylus acutus

Cont. estom. analizados 5 2 7 3 2 0 19

Cangrejos 0 0 0 0 1 -- 1

Camarones 2 0 6 1 1 -- 10

Caracoles (Pomacea) 0 0 0 0 1 -- 1

Arañas 3 1 2 1 0 -- 7

Invertebrados (T) 4 2 5 2 2 -- 15

Invertebrados (A) 0 0 2 0 0 -- 2

Peces 0 0 0 0 1 -- 1

Vertebrados 0 1 0 1 0 -- 2

Vegetación 3 2 6 3 2 -- 16

Nemátodos 1 0 1 1 2 -- 5

Piedras 5 2 6 3 2 -- 18

* Los invertebrados terrestres (T) incluyen varias especies de especies del Orden

Coleoptera, Orthoptera y Diplopoda. Los invertebrados acuáticos (A) incluyen

insectos de las famias Hydrophillidae (Coleoptera) y Belostomatidae (Hemiptera) y

larvas del Orden Odonata. En Vertebrados están incluidos todos los vertebrados con

excepción de los peces.

Los camarones y las arañas aparecieron exclusivamente en

caimanes. Al considerar la totalidad de la muestra las diferencias

resultaron estadísticamente significativas (X 2

= 15,54 y 13,28 para

camarones y arañas, respectivamente, probabilidades menores de

0,01).

Para las otras categorías de presas (vertebrados e invertebrados

terrestres) no hubo diferencias en frecuencia de aparición, o la

Los Crocodylia de Venezuela

179

muestra resultó muy pequeña para realizar comparaciones esta-

dísticas. Como dato anecdótico hay que resaltar que entre el 16 y

el 20 de mayo de 1987 aparecieron abundantes reinas y zánganos

de hormigas del género Atta en los contenidos estomacales

muestreados. Dos babas tenían cada una no menos de 250 de

estos insectos en sus estómagos. Debido a la presencia efímera

(durante el vuelo nupcial al comienzo de las lluvias) y al hecho de

que la muestra de esos días estuvo muy desviada a favor de las

babas (22 estómagos de babas contra sólo 6 de caimanes) estas

hormigas no se tomaron en cuenta en los análisis.

Vale la pena destacar que en los análisis de los contenidos

estomacales en Pueblo Viejo se obtuvo evidencias tanto de

depredación interespecífica como de canibalismo. En una opor-

tunidad se consiguió dentro del estómago de un caimán juvenil (372

mm de LCC) una placa metálica numerada, que había sido

colocada a una cría de C. acutus. Asimismo se consiguieron dos

de esas placas, con las que se habían marcado otras crías de

caimán, en el estómago de una baba (432 mm de LCC). Todas las

crías habían sido marcadas un mes antes.

En Jatira-Tacarigua los invertebrados acuáticos se encontraron

con mayor frecuencia en caimanes que en babas para tres de las

cinco categorías de tamaño consideradas, aunque sólo para la

categoría 200-299 mm Lcc, la diferencia fue estadísticamente

significativa (PEF, P < 0,018). Estos invertebrados también se

encontraron con mayor abundancia en caimanes que en babas. No

hubo diferencias significativas en la frecuencia de aparición de

invertebrados terrestres entre estos crocodilios (Tabla 6.9). Sólo se

encontraron peces en crocodilios mayores de 200 mm de LCC. La

ocurrencia de peces solamente se puede considerar mayor en

caimanes que en babas, para animales de más de 600 mm de Lcc

(PEF, P = 0,063).

Tanto para la baba como para el caimán, la frecuencia de

aparición de cangrejos aumentó con la talla. En los animales

mayores de 600 mm de LCC, la frecuencia de aparición de

cangrejos fue mayor para los caimanes que para las babas (PEF, P

Andrés Eloy Seijas

180

= 0,034). Las arañas solamente se encontraron en los estómagos

de los caimanes. Estos invertebrados fueron particularmente comu-

nes en animales menores de 300 mm de Lcc. Para estas tallas, la

diferencia en frecuencia de aparición entre babas y caimanes resultó

estadísticamente significativa (X 2

= 5,27; P = 0,021). Las arañas no

sólo resultaron comunes, sino en ocasiones muy abundantes. Dos

contenidos estomacales mostraron 21 ejemplares cada uno.

Los caracoles del género Pomacea aparecieron con mucho más

frecuencia y abundancia en las babas que en los caimanes. Se

encontró un solo opérculo de caracol en cada uno de los cuatro

contenidos estomacales de caimanes en donde esta presa estuvo

presente; en contraste, el número acumulado de opérculos de Poma-

cea en los 14 estómagos de babas con este renglón alimentario alcanzó la

cifra de 124 (intervalo 1-50), diferencias que son estadísticamente

significativas (t = 2,23; P = 0,044). Para otros renglones alimentarios la

muestra fue muy pequeña para intentar análisis estadísticos.

Las diferencias parciales en la dieta de babas y caimanes son

probablemente consecuencia de formas distintas de usar el hábitat

por estas especies. El caimán usa una franja más ancha desde el

borde del agua y se encuentra con más frecuencia en aguas

abiertas. Las babas, por su parte, se localizan por lo general en

aguas someras y más cerca de la orilla y se adentran un poco en

el ambiente terrestre que bordea a los cuerpos de agua. El

contraste en el uso del hábitat entre babas y caimanes es menos

evidente en localidades estructuralmente complejas como los embal-

ses de Jatira-Tacarigua, lugares donde la vegetación acuática es

muy abundante, que en otra más simple como el embalse de

Pueblo Viejo, donde la vegetación acuática estaba ausente para el

momento en que se realizó el estudio. En Jatira-Tacarigua la

vegetación acuática parece separar físicamente a las dos especies,

mientras que en Pueblo Viejo el hábitat ofrece menos posibilidades

para esa separación. No obstante, en la represa de Pueblo Viejo,

las babas fueron localizadas predominantemente en ensenadas,

bocas de caño y otros lugares estrechos, mientras que C. acutus

se encontró con mayor frecuencia en orillas abiertas hacia el

cuerpo principal del embalse (Seijas, 1988). El tipo de micro-

Los Crocodylia de Venezuela

181

ambiente que el animal ocupa se traduce en diferencias en la

disponibilidad de presas, así como disparidad en la efectividad de

distintas estrategias de caza (Herron, 1985).

Tabla 6.9 Embalse Jatira-Tacarigua. Número total de estómagos de

crocodílidos muestreados para cada categoría de tamaño y número de

contenidos estomacales en los que se encontró cada renglón.

Especie y renglón Longitud cabeza-cuerpo (Lcc) mm.

Total <200 200-299 300-399 400-499 500-599 ≥ 600

Caiman crocodilus

Cont. estom. analizados 5 3 5 0 4 11 28

Cangrejos 1 0 1 -- 2 4 8

Caracoles (Pomacea) 1 0 4 -- 2 6 13

Invertebrados (T) 3 2 3 -- 0 11 19

Invertebrados (A) 4 0 4 -- 3 3 14

Peces 0 2 2 -- 1 1 6

Vertebrados 0 0 0 -- 0 1 1

Vegetación 2 1 3 -- 4 8 18

Nemátodos 4 1 2 -- 2 4 13

Piedras 0 0 0 -- 1 2 3

Crocodylus acutus

Cont. estom. analizados 3 9 13 8 9 5 47

Cangrejos 0 0 1 3 6 5 15

Caracoles (Pomacea) 0 0 1 0 1 2 4

Arañas 2 6 0 0 1 1 10

Invertebrados (T) 2 5 8 2 6 1 24

Invertebrados (A) 3 8 9 7 4 2 33

Peces 0 3 5 2 3 3 16

Vertebrados 0 0 1 0 2 2 5

Vegetación 1 8 9 7 6 5 36

Nemátodos 0 5 9 7 6 3 30

Piedras 0 1 1 6 2 3 13

Los invertebrados terrestres (T) incluyen varias especies del orden

Coleoptera, Orthoptera y Odonata adultos. Los invertebrados acuáticos

(A) incluyen a insectos de las familias Hydrophilidae (Coleoptera) y

Belostomatidae (Hemiptera) y larvas del orden Odonata. En Vertebrados

están incluidos todos los vertebrados con excepción de peces.

Andrés Eloy Seijas

182

El comportamiento para la búsqueda y captura del alimento por

parte de los crocodílidos ha sido poco estudiado. La mayor parte

de los investigadores señalan que estos reptiles son oportunistas y

que no hay datos que muestren una marcada preferencia por

determinadas presas (Webb et al., 1982) y que la frecuencia y

abundancia con que aparece un renglón determinado es sólo un

reflejo de la abundancia de éste en el medio. De acuerdo con esto,

si consideramos exclusivamente los contenidos estomacales de

babas, deberíamos concluir que las arañas son escasas en las

localidades estudiadas. Mientras que si nos limitáramos a analizar

los contenidos estomacales de los caimanes llegaríamos a una

conclusión opuesta. Asimismo, si tratáramos de inferir la abundan-

cia de camarones o caracoles a partir de los análisis de los

contenidos estomacales, se llegaría a conclusiones contradictorias

dependiendo de si se trabaja con babas o con caimanes. Más

ajustada parece la conclusión de Taylor (1979, aun cuando ella se

refería a la importancia de ingestión secundaria de ciertos renglones

en C. porosus) de que la composición de la dieta es el resultado

tanto del comportamiento o modo de captura de las presas como

de las oportunidades de alimentación que le ofrece el hábitat.

Las discrepancias en la dieta entre babas y caimanes (tanto del

Orinoco como de la costa) probablemente se basan más en dife-

rencias en conducta de forrajeo entre estas especies que en distinta

disponibilidad de alimento para cada una de ellas. Se puede señalar

que, en términos relativos C. acutus es un cazador más activo que

C. crocodilus (Seijas, 1988). Esta última especie tiene como

estrategia principal la caza al acecho (Fitzgerald, 1988a; Seijas,

1988), aunque esto no quiere decir que en ciertas circunstancias las

babas no sean capaces de utilizar otros tipos de estrategias de

caza, como por ejemplo perseguir a sus presas (Medem, 1981;

Ayarzagüena, 1983; Thorbjarnarson, 1993). De acuerdo con Schaller y

Crawshaw (1982), los yacaré (Caiman crocodilus yacare) del

Pantanal en Brasil, acechan a la presa en vez de perseguirla.

En la región costera de Venezuela la baba parece permanecer

más tiempo en tierra que el caimán, al menos de noche cuando las

observaciones han sido realizadas (Seijas, 1988). Por esta razón

Los Crocodylia de Venezuela

183

sería de esperar encontrar más presas de hábitos terrestres en

babas que en caimanes. Los datos apoyan esta observación,

aunque las diferencias no fueron estadísticamente significativas. Por

otra parte, la presencia de presas duras como cangrejos y

caracoles se esperaba que fuera mayor en babas que en caimanes,

ya que en teoría (Iordansky, 1973; Ayarzagüena, 1984; Pooley,

1989) las especies de hocico ancho (como la baba) están mejor

adaptadas para la captura de ese tipo de presas. Los datos para la

región costera venezolana (Seijas, 1988) demuestran, sin duda, que

los caracoles son consumidos con más frecuencia y abundancia por

las babas. Los cangrejos aparecieron con mayor frecuencia en

babas que en caimanes en el embalse de Pueblo Viejo, pero la

frecuencia y abundancia de este renglón fueron prácticamente las

mismas en Tacarigua-Jatira. El cangrejo Dilocarcinus dentatus

(=Poppiana dentata) puede ser encontrado dentro o fuera del

agua. En las aguas turbias de Pueblo Viejo, esta presa pudiera ser

más fácilmente cazada en tierra que en agua, lo que explicaría su

relativa mayor importancia como parte de la dieta de las babas.

En las investigaciones sobre la dieta de babas y caimanes de la

costa, no hay datos que demuestren que los recursos alimentarios

fueran, ni siquiera temporalmente, escasos en las localidades

estudiadas, una condición necesaria para la ocurrencia de compe-

tencia por explotación de recursos. Sin embargo, la competencia

por interferencia podría ser importante. Para otras localidades, y

con otras especies de crocodilios, se han documentado, o han sido

sugeridas, interacciones negativas directas entre distintas especies

de crocodílidos (Álvarez del Toro, 1974; Herron, 1985; Webb et

al., 1983; Scott et al., 1990). La dominancia de una especie que

alcanza gran tamaño sobre otra más pequeña podría significar que

la primera impide a la segunda el acceso a determinado recurso,

por ejemplo algún tipo de presa. En este sentido, los grandes

caimanes de la costa podrían excluir a las babas, por medio de

agresión directa, de ambientes con recursos alimentarios más

abundantes y de mejor calidad. Pero al mismo tiempo, una baba

grande puede dominar, en interacciones directas, a un caimán

pequeño. Es difícil demostrar cómo estos tipos de interacciones

negativas pudieran contribuir a determinar la característica de la

Andrés Eloy Seijas

184

dieta de dos especies de crocodilios que viven en sintopía. En el

embalse de Pueblo Viejo se pudo demostrar que las interacciones

entre crocodilios que viven en una misma localidad pueden ser muy

directas, ya que se encontraron evidencias de que una baba de 643

mm de LT se comió a una cría de C. acutus (Seijas, 1988).

En conclusión, se puede afirmar que aunque los crocodilios son

depredadores oportunistas, la disponibilidad de determinada presa no

depende exclusivamente de la abundancia en que ésta se encuentra

en el medio: la complejidad estructural del medio, el tamaño del

depredador, su comportamiento y la forma de su hocico deben

jugar un papel en la delimitación de sus dietas. Es posible que la

dieta de una especie de crocodilio en una localidad determinada se

vea influenciada por la presencia de otra especie del mismo grupo,

posibilidad que vale la pena investigar en estudios futuros.

Los Crocodylia de Venezuela

185

CAPÍTULO 7

LOS CROCODYLIA COMO RECURSO

Los crocodilios forman parte del conjunto de los muchos

animales silvestres que han servido de alimento a los seres

humanos desde tiempos antiquísimos. No existen, sin embargo,

datos precisos que permitan cuantificar dicha importancia antes de

la conquista de las tierras americanas por los europeos. Algunas

referencias aisladas de la época de la colonia, así como otras del

siglo pasado, permiten formarnos una idea del papel que estos

reptiles jugaron en las economías de subsistencia de los pueblos

aborígenes de Venezuela.

Usos tradicionales

El padre Gumilla en su crónica de la primera mitad del siglo

XVIII (citado por Medem, 1981) señaló que los indios Otomacos y

Guamos, por ejemplo, sólo cazaban caimanes para comer cuando la

pesca era difícil o escasa pero que, en cambio, apreciaban mucho

la carne de la “babilla” aun cuando el pescado estuviera disponible.

En su recopilación sobre El Caimán en el folklore venezolano

Cardona (1959) transcribió algunas de las observaciones de José

Luis de Cisneros, escritas en 1764 (Cisneros J. L., 1950.

Descripción exacta de la provincia de Benezuela. Edit. Ávila

Gráfica Caracas), parte de las cuales citaré a continuación:

“Asimismo se crían en todos los ríos de los llanos

innumerables caimanes,… tienen mucha grasa, en especial

en la cola; su carne es muy blanca, aunque algo dura. Los

indios la comen muy bien. … sus colmillos tienen virtud

contra el veneno, y una ochava de polvos de la Verga de

Andrés Eloy Seijas

186

este animal, es especial curación para el pasmo; la manteca

es delgada y purgante; los indios la beben y con ella se

limpian el vientre. … Hay otro animal de la misma figura,

aunque mucho más pequeño que los indios llaman Baba: no

es carnicero, solo se mantiene de peces. Yo he comido su

carne, es muy blanca y gustosa”

Es de suponer que el consumo de huevos, carne y otros pro-

ductos de crocodilios era una actividad común para muchos otros

pueblos que vivían en las tierras bajas donde se encontraban (y

todavía existen) estos animales. En ese sentido, Muñoz (1986)

recoge algunos testimonios de cronistas de la época colonial. Datos

colectados principalmente por antropólogos en tiempos relativamente

recientes permiten cuantificar dicho consumo. Hames (1985), por

ejemplo, comparó la eficiencia de caza de los Yanomami y los

Ye´kwana y reportó que las babas representaron el animal de caza

más importante (30% en peso del total de las capturas) en el

segundo grupo aborigen, pero con sólo una importancia marginal

(2%) en el primer grupo indígena. Estas diferencias las explicaba

por el uso de distintos métodos de caza entre estos pueblos y

porque los Ye´kwana estudiados vivían principalmente a lo largo de

los ríos. Por otra parte, para el momento del estudio usaban armas

de fuego y lanchas con motores fuera de borda, mientras que los

Yanomami eran gente del bosque y dependían principalmente del

arco y la flecha para cazar. Lizot (1979) reportó que las babas

representaban 5% en peso de los animales cazados por los Yano-

mami por él estudiados. Estos reportes parecen sugerir que los

crocodilianos jugaban un papel relativamente pequeño como fuente

de proteínas para las comunidades indígenas previo al contacto con

los colonizadores europeos, al menos si se compara con la impor-

tancia de las tortugas acuáticas, los mamíferos y las aves. Quizá

en apoyo de esta posibilidad se puede mencionar que Roze (1964)

señaló que los indios Piaroas mataron 18 caimanes grandes en una

sola noche durante la temporada de anidación de la tortuga de río

(Podocnemis expansa) y agregó que esa matanza pudo haber

aliviado la presión de estos depredadores sobre las tortugas, a las

cuales los indígenas apreciaban mucho más por ser su fuente de

alimento preferida.

Los Crocodylia de Venezuela

187

El consumo de carne de crocodilios por comunidades rurales no

indígenas tampoco está muy bien documentado. Ojasti et al. (1986)

resumieron información colectada por varios autores en la que

estos animales no aparecen como uno de los renglones cazados por

comunidades criollas.

Los crocodilios han sido cazados tradicionalmente no sólo por su

carne. La grasa, por ejemplo, fue usada como agente fijador en la

industria de perfumes o como combustible (mezclada con kerosén)

para el alumbrado, o como agente curativo de heridas y rasguños

(Medem, 1981, 1983; Godshalk, 1978). A los dientes y huevos

también se le han adjudicado supuestas propiedades curativas y

mágicas (Gumilla, 1963; López-Corcuera, 1984).

Aprovechamiento comercial

Las referencias previas sobre el aprovechamiento de crocodilios

para el consumo de su carne u otros productos no pretenden ser

una recopilación exhaustiva. Con ellas se quiere poner de mani-

fiesto que el uso con fines no comerciales de estas especies

seguramente no causó una merma considerable en sus poblaciones,

en contraste con lo ocurrido con la explotación de sus cueros.

Una antigua referencia sobre el valor comercial de los caimanes

la recogió Tablante-Garrido (1961), al reseñar una monografía del

año 1831 del gobernador Gral José Cornelio Muñoz, de la Provincia

de Apure. En ella el gobernador señalaba:

"de tres años a esta parte, se hace un gran consumo de

la manteca del cayman que se consigue en abundancia. El

atraso de nuestra industria no ha permitido que esta grasa

tan buena como las otras, reciba las preparaciones que son

indispensables para liberarla de la fetidez que exhala. Sin

embargo por un proceder muy sencillo y brusco, con el

auxilio del ácido del limón se obtiene ya manteca del propio

anfibio, que sirve para los alumbrados sin molestia casi del

olfato"

Andrés Eloy Seijas

188

El valor comercial de estas especies también fue destacado más

tarde por Adolfo Ernts, el científico alemán radicado en Venezuela

a finales del siglo XIX, quien en su libro La Exposición Nacional

de Venezuela en 1983 indicaba:

“Pocos ríos y caños hay en el interior de la República

donde no se encuentre una que otra de las diferentes

especies llamadas caimán en el país. Tenemos por lo menos

cinco, sin contar la baba,… y casi todas las hay en número

muy considerable. Siendo animales eminentemente dañinos,

debería hacerse todo lo posible por destruirlos, y esto tanto

más cuando es posible sacar provecho de sus cadáveres. En

los Estados Unidos es muy usado el cuero de Aligator,…

[por lo que] … no sería absurdo no hacer un ensayo

industrial con los cueros de los caimanes en nuestro país.

… Se sabe que [la baba]… es el más pequeño de los

crocodílidos. … [por lo que] no daría mucha ventaja en

cuanto á su cuero; pero su destrucción sería importante

para la piscicultura, porque la baba es uno de los enemigos

más rapaces de los peces.” (Adolfo Ernts. Obras completas.

Compilación de Blas Bruni Celli. Fundación Venezolana para la

Salud y la Educación, Caracas 1983. Pág. 297-298).

Más adelante Ernts se refirió en su libro a otros productos

aprovechables de los caimanes en los siguientes términos:

“La manteca de caimán… es de color amarillento,

semifluida á la temperatura ordinaria y de un olor muy poco

pronunciado. Si realmente es siempre de ese color, creemos

que bien pudiera servir para muchos propósitos industriales,

lo que sería un aliciente más para la caza y la destrucción

de estos reptiles dañinos”.

“No son menos grandes las propiedades medicinales

que el pueblo atribuye a los colmillos de caimán… La

creencia debe ser muy general, puesto que el gran número de

estos dientes presentados en la exposición encontró

rapidísima salida.

Los Crocodylia de Venezuela

189

“Con el nombre de almizcle de caimán había en la

colección formada por la Sociedad Patriótica de San

Fernando una muestra… de glándulas anales de este saurio:

forman pedazos algo irregulares, aunque bastante redondos,

de color grís amarillento, con cavidades interiores, y de un

olor muy fuerte á almizcle. Los pedazos más grandes tienen

3 ó 4 cm. de diámetro. Leemos en la última Revista del

Mercado de Drogas, publicado por Gehe & Ca. Dresden

(Set. 1884) que se ha empezado á exportar el almizcle del

aligator de los Estados Unidos como artículo usado en la

perfumería, y creemos que bien podría hacerse lo mismo

respecto a los caimanes de nuestros ríos”. (Adolfo Ernts.

Obras completas. Compilación de Blas Bruni Celli. Fundación

Venezolana para la Salud y la Educación, Caracas 1983. Pág. 309).

Conocidas las recomendaciones, muy autorizadas para la época,

de Adolfo Ernts, no sorprende, como veremos más adelante, la

saña con que estos caimanes fueron cazados en décadas poste-

riores. La percepción despectiva sobre los crocodilios persistía

todavía en 1933, en pleno apogeo de la cacería con fines comer-

ciales de estos animales. En una breve nota del 7 de julio

aparecida en El Nuevo Diario, de Caracas, firmada por Ceferino

R. Avecilla, ese articulista ironizaba sobre los gustos culinarios de

un Club de Gastrónomos Franceses, que alardeaban de haber

comido “colas de cocodrilos” entre otras extravagancias. Agregaba

Avecilla que

“Los cocodrilos son una de las bestias que tienen menos

derecho a la vida. Hasta ahora no ha podido utilizarse de

ellos más que su piel,…”.

Debido a sus grandes tamaños y la calidad de sus cueros

(denominados “pieles clásicas” en la jerga del comercio de pieles

de crocodilios) las primeras especies explotadas en gran escala

fueron los caimanes (Crocodylus acutus y C. intermedius). Los

intentos iniciales de comercializar las pieles del caimán en Vene-

zuela fueron realizados por una compañía norteamericana, que tenía

su centro de operaciones en El Yagual, estado Apure, en los años

1894-1895 (Verstraeten, 1939, citado por Medem 1983; Calzadilla,

Andrés Eloy Seijas

190

1948). Los caimanes eran cazados con armas de fuego durante el

día, un método ineficiente en el que muchos animales muertos o

heridos se perdían al no poder ser recuperados. André (1904)

señaló que dos hermanos noruegos, de apellido Christianssen, se

dedicaban a la cacería de caimanes hacia 1897. Ellos, o sus em-

pleados, cazaban de noche con la ayuda de reflectores adaptados a

linternas. Entre 60 y 70 animales eran cazados con armas de fuego

en una sola noche. Los cueros salados, que eran luego procesados

para la manufactura de ‘bolsos y maletas durables y refinados’

eran vendidos a un dólar la pieza. Esos primeros intentos no

prosperaron. Los gastos de preparación y transporte de las pieles

fueron muy altos y por lo tanto el trabajo tuvo que ser abandonado

(Mozans, 1910; Calzadilla, 1948).

A pesar de estos intentos iniciales de explotación comercial,

durante los primeros 25 años del siglo XX los caimanes eran pro-

bablemente tan abundantes como cuando Humboldt y otros natura-

listas del siglo XIX (Appun, 1961; Páez, 1980) se sorprendieron por

su número. Whitney (1912) y Calzadilla (1948) se refirieron a la

abundancia de caimanes en esos primeros años del siglo pasado en

ríos como el Apure y el Matiyure.

Una nueva fase de explotación comercial se inició a finales de

los años 20 (Medem, 1983). El empleo de nuevos métodos de ca-

cería (arpones y linternas eléctricas) y un incremento en la deman-

da internacional por las pieles de los grandes reptiles, se combi-

naron para llevar al borde de la extinción, en menos de tres

décadas, a unas especies cuyos individuos originalmente podían ser

contados por millones, al menos en el caso del caimán del Orinoco.

Esta situación era inimaginable, de acuerdo con la opinión que tenía

Humboldt cuando visitó a Venezuela en el año 1800:

“Es poco probable que se llegue un día a librar de los

cocodrilos a un país en el cual el laberinto de los ríos sin

número conduce todo los días nuevas bandadas desde las

vertientes orientales de los Andes, por medio del Meta y el

Apure, hacia las costas de la Guayana española.” (Humboldt,

1991, Tomo IV, p. 485).

Los Crocodylia de Venezuela

191

Medem (1981, 1983) presentó el registro más detallado sobre la

explotación de C. intermedius en Venezuela (y Colombia). Sólo las

cifras más resaltantes serán repetidas aquí. El pico de la explo-

tación ocurrió entre los años 1930 y 1931, cuando entre 3.000 y

4.000 cueros eran negociados diariamente en San Fernando de

Apure. Entre 1933 y 1935, Venezuela exportó más de 900,000

pieles de caimanes. La explotación a gran escala finalizó en 1947-

1948, debido esencialmente a la escasez del recurso para ese

momento. Algunos cazadores persistieron en esa actividad por

varios años, pero la exportación de pieles de caimanes desde 1950 a

1963 fue mínima (Mondolfi, 1965). Cuando los caimanes se

volvieron escasos en las áreas donde históricamente eran más

abundantes, las poblaciones más distantes, en la periferia de su

área de distribución, comenzaron a ser cazadas. Hitchkock (1948),

por ejemplo, señaló que una partida de cazadores mató 58 caima-

nes durante la estación seca de 1947 en el río Ventuari, uno de los

extremos sureños de la distribución de la especie.

No existen registros que permitan discriminar en cual proporción

las cifras de cueros de caimanes exportados por Venezuela entre

1929 y 1963 correspondieron a C. intermedius o a C. acutus, ya

que no se distinguió nunca entre esas dos especies. Es de suponer

que la cacería fue igualmente intensa en el caso el caimán de la

costa. No obstante la falta de estadísticas oficiales al respecto, con

base en conversaciones con pescadores, lugareños y personas

conocedoras, se puede establecer que la explotación comercial fue

particularmente fuerte en la Laguna de Tacarigua en Miranda y en

el río Catatumbo y otros ríos de la cuenca del lago de Maracaibo.

Lo mismo debió haber ocurrido en ríos como el Tocuyo, Aroa,

Yaracuy, Unare y Neverí.

Todas las actividades de explotación previamente mencionadas

fueron ejecutadas legalmente, como lo comprueban las resoluciones

y decretos publicados en la prensa del país, principalmente en el

periódico gomecista El Nuevo Diario. Como ejemplo transcribo el

texto de una resolución del Ministerio de Fomento, aparecida en el

mencionado diario el 10 de octubre de 1930:

Andrés Eloy Seijas

192

Hacia finales de los años 40, se empezó a manifestar preocu-

pación por la escasez de caimanes como consecuencia de la

actividad comercial (Blohm, 1948; Mondolfi, 1957; Medina-Padilla,

1960). El estado extremadamente deprimido de las poblaciones de

las especies fue materia de preocupación en publicaciones poste-

riores (Mondolfi, 1965; Donoso-Barros, 1966b; Rivero-Blanco, 1968,

King, 1973, Blohm, 1973). Irónicamente, los primeros instrumentos

legales para proteger la especie fueron emitidos entre 1968-1970 en

Colombia (Donadío, 1981) y entre 1970-1971 en Venezuela (Vene-

zuela 1970), cuando ya quedaba poco que resguardar.

A comienzos de los años 60, una vez que los grandes cocodrilos

habían sido agotados como recurso, se incorporó a la baba

(Caiman crocodilus) al comercio de pieles (Medem 1981, 1983).

La explotación de esta especie, simpátrica de los dos grandes

caimanes, de piel menos valiosa pero ya para ese momento más

abundante, seguramente contribuyó con la completa erradicación de

los caimanes de muchas áreas. Como ha sido señalado por King

(1978) la especie menos valiosa permitió a los cazadores y a los

teneros y comerciantes en pieles, tanto nacionales como interna-

cionales, continuar con sus operaciones cuando las especies más

LA CAZA DA CAIMANES

PERMISO CONCEDIDO

Por Resolución del Ministerio de

Fomento y llenados los requisitos de

Ley, se le ha concedido al señor Er-

nesto Sánchez Lacruz, comerciante,

domiciliado en esta ciudad, permiso

para cazar caimanes en el río Unare,

jurisdicción del Municipio Píritu, Dis-

trito Peñalver del Estado Anzoátegui.

Nota: Se mantiene el error encontrado en el original

Los Crocodylia de Venezuela

193

codiciadas (en este caso C. acutus y C. intermedius) eran muy

escasas para sostener la industria. En la persecución de las babas,

los cazadores seguramente mataban los pocos caimanes restantes

que encontraban.

Al igual que sucedió con los caimanes, los registros oficiales

sobre volúmenes de exportación de babas son imprecisos. Medem

(1983) entrevistó a dos de las personas dedicadas a la industria de

la curtiembre de aquellos años, quienes le informaron que unas

2.600.000 pieles de C. crocodilus fueron exportados desde Vene-

zuela entre 1960 y 1969. Las cifras “oficiales”, sin embargo, limitan

esa cantidad a 311.400 pieles (Tabla 7.1).

Tabla 7.1 Cueros de babas exportados desde Venezuela, de acuerdo con

estadísticas de la División de Fauna del Ministerio de Agricultura y Cría

de la época. El número de cueros es el resultado de la multiplicación del

número de permisos por 150, cantidad máxima de babas permitidas por

permiso.

Año No. de permisos No. de cueros

1960 117 17.550

1961 107 16.050

1962 112 16.800

1963 124 18.600

1964 194 29.100

1965 216 32.400

1966 286 42.900

1967 205 30.750

1968 168 25.200

1969 141 21.150

1970 192 28.800

1971 214 32.100

Total 1960-1971 311.400

Fuente: Medem ,1983

Andrés Eloy Seijas

194

La obtención de estadísticas precisas sobre el número de babas

cosechadas en esa época se complica por el hecho de que sólo se

registraba el peso del producto exportado, en este caso pieles

crudas (sin curtir). Rivero-Blanco (1973, 1974) presentó un gráfico

que reflejaba la fluctuación en los totales anuales de explotación de

babas entre 1958 y 1972, según datos recopilados en la Oficina

Nacional de Pesca de la época. En la Figura 7.1 se superponen

los datos de este autor con los del número de permisos concedidos

para la explotación reportado por Medem (1983).

Figura 7.1 Cifras de explotación de babas desde 1958 hasta 1972. Los

valores en kg fueron tomados de Rivero-Blanco (1973), los de número de

licencias provienen de Medem (1983). Note como el pico de exportación

de cueros ocurrió un año después del año pico en el número de licencias

concedidas.

Las licencias para la cacería de babas eran adjudicadas a

individuos, sin la necesaria sujeción a algún predio en particular. La

explotación bajo este esquema se prolongó hasta 1972. Al año

siguiente se decretó una veda general para la caza comercial y

deportiva de todas las especies de la fauna silvestre en todo el

0

50

100

150

200

250

300

350

400

1958 1959 1960 1961 1962 1963 1964 1965 1966 1967 1968 1969 1970 1971 1972

Años

Kg

. d

e c

ue

ros (

mil

es

)

0

50

100

150

200

250

300

350

No. d

e lic

en

cia

s

kg No. de licencias

Los Crocodylia de Venezuela

195

territorio de la República (Venezuela, 1973) la cual se prolongaría,

para el caso de la baba, por unos 10 años.

En 1983 se inició en Venezuela un nuevo programa de aprove-

chamiento, esta vez sólo para la baba, único crocodilio con

poblaciones relativamente numerosas en el país para ese momento

(Seijas, 1986). Este programa ha estado restringido casi exclusiva-

mente a los llanos occidentales. Entre 1993 y 1997 también se llevó

a cabo un programa de aprovechamiento de las babas del delta del

Orinoco, que tuvo unos alcances limitados, debido al relativamente

pequeño número de ejemplares que se cosecharon (Tabla 7.2).

La información sobre los aspectos legales que rigen el programa

de aprovechamiento comercial de la baba en los llanos occidentales

de Venezuela es muy abundante. Se remite a los lectores a

algunas de las fuentes de referencia más importantes (Velasco y

Ayarzagüena, 1995; Velasco et al., 2003; De Sola et al., 2000;

Villarroel et al., 2000; Colomine et al., 2000; Thorbjarnarson, 1991;

Thorbjarnarson y Velasco, 1998a,b). Una crítica pormenorizada de

los aspectos técnicos y administrativos del programa ha sido

publicada por Molina y Hernández (2010).

El programa de aprovechamiento de la baba ha tenido marchas

y contramarchas. Hasta 2006 se habían publicado 13 resoluciones

que establecían las normas que lo rigen y cerca de 30 resoluciones

en las que, dadas las circunstancias particulares de cada tempo-

rada, se efectuaron cambios en el calendario de ejecución. La

norma vigente para el momento de la preparación de este libro es

la Nº 195 del 05/04/2006 en GORBV Nº 38412 del 21/04/2006.

Ésta derogó a la Nº 23 del año 99 (R. De Sola, com. pers.).

El ámbito de ejecución del programa de aprovechamiento de la

baba son las tierras de propiedad privada o aquellas que estaban

bajo la propiedad y posesión del Instituto Agrario Nacional hoy

suprimidas y traspasadas al Instituto Nacional de Tierras (INTI)

por mandato de la Ley de Tierras y Desarrollo Agrario. El ámbito

de ejecución del programa abarca a los estados Apure, Barinas,

Guárico, Cojedes y Portuguesa. Originalmente, también estuvo

Andrés Eloy Seijas

196

incluido el estado Bolívar. El estado Guárico se mantuvo excluido

del programa por algunos años con base en el argumento de que

los niveles poblacionales eran bajos y se esperaba que alcanzasen

cifras adecuadas para su explotación.

Tabla 7.2 Aprovechamiento de babas en el delta del Orinoco.

Temporada Número de babas

autorizadas

Número de babas

cosechadas

Kg de carne

1993 2000 274 2.895

1994 2000 915 12.000

1995 3000 2837 40.857

1996 6000 5025 66.249

1997 6000 4605 54.121

Fuente: De Sola y Trejo, 1996. Los datos del año 1997 fueron

recopilados por Roldán De Sola.

El programa se fundamenta en la extracción de una fracción de

los individuos de la población mayores a 1,80 m de LT, es decir,

babas clase IV de acuerdo con la terminología de Ayarzagüena

(1983). Esta clase está formada casi exclusivamente por machos

adultos. Se parte de las premisas de que la fracción de animales

cosechados no supera la tasa de reclutamiento de nuevos individuos

a la clase IV, y que la caza de los animales más grandes, los

machos dominantes, no afecta negativamente la reproducción de la

especie. Estos supuestos no han sido probados científicamente.

En realidad el manejo de la baba se ha llevado a cabo de un

modo empírico. En ocasiones, razones de índole político-admi-

nistrativo han privado a la hora de asignar las cuotas de cosecha y

hay que reconocer que se ha tratado siempre de ser prudente para

no propiciar la sobreexplotación del recurso. La tasa de extracción

ha variado con los años (Tabla 7.3). En la actualidad se trabaja

Los Crocodylia de Venezuela

197

con un sistema de asignación de cosechas que trata de tomar en

cuenta las diferencias ecológicas de las regiones en que se

localizan los hatos.

El sistema de regiones ecológicas establece que cada una de

ellas tiene una densidad y estructura poblacional de babas que le

es característico (Fig. 7.2). Se remite al lector a que consulte la

discusión que aparece en el Capítulo 2 respecto a la estructura de

tamaños de las poblaciones de babas.

Tabla 7.3 Cambios en la cuota de aprovechamiento que ha sufrido el

programa de aprovechamiento de babas.

Resolución Fecha Temporadas Cuota asignada Condiciones

445 14-Dic-82 1983; 1984 7% - 12% población total

122 21-Dic-84 1985, 1986 y

1987 7% población total

73 29-Dic-87 1988 7% población total*

60 12-Sep-88 1989 25% población clase IV % IV 32; 8% población

total

138 06-Dic-89 1990 25% población clase IV % IV 32; 8% población

total

144 26-Dic-90 1991 25% población clase IV % IV 32; 8% población

total

139 13-Dic-91 1992 25% población clase IV % IV 23,3; 3,5 % población

total. Ajuste a 30.000.

177-A 25-Nov-92 1993; 1994 MARNR - CITES Regiones ecológicas

1 04-Ene-94 1995; 1996 MARNR - CITES Regiones ecológicas

1 04-Ene-97 1997;1998 MARNR - CITES Regiones ecológicas

23 25-Ene-99 1999

(Vigente) MARNR - CITES Regiones ecológicas

Datos aportados por Roldán De Sola. * En 1988, no obstante que la cifra

acordada fue 7%, sólo se asignó 4%.

Andrés Eloy Seijas

198

Es importante hacer notar que, dada la extensión de los llanos y

las insuficiencias de personal con que siempre ha contado el

Ministerio del Ambiente, es imposible una supervisión detallada,

predio por predio, del programa de aprovechamiento (Molina y

Hernández, 2010). Es factible, y probable, que en algunas loca-

lidades las babas hayan sido sobreexplotadas. Muchas veces las

babas no son cazadas en los predios donde corresponde, hay

cacería furtiva, se caza en lugares prohibidos (áreas protegidas y

ríos navegables). Pero en términos globales, tomando a los llanos

como una totalidad, la especie sigue siendo común y abundante.

La asignación de cuotas de aprovechamiento tiene en cuenta la

ubicación de las propiedades en el sistema de ecorregiones ya

señalado, pero también la extensión de los predios para los cuales

se realiza la solicitud. Éstos se categorizan así: Grandes Hatos

(GH), aquellos mayores de 25.000 ha; Hatos (HH), posesiones con

superficies comprendidas desde 12.500 hasta 25.000 ha; Fundos,

propiedades con extensiones desde 3.500 hasta 12.500 ha; Funditos

(FI), con superficies desde 1.000 hasta 3.500 ha, y, finalmente,

Pequeños Funditos (PF), posesiones con superficies menores a 1.000 ha.

Figura 7.2 Densidad bruta y porcentaje de la población de babas repre-

sentada por la clase IV en cada una de las regiones ecológicas de

acuerdo con Velasco y Ayarzagüena (1995).

Los Crocodylia de Venezuela

199

Hasta el año 2004, el total de babas aprovechadas legalmente

en los llanos occidentales de Venezuela alcanzó la cifra de

1.307.095 individuos (Tabla 7.4).

La cifra total no parece muy grande si la comparamos con las

señaladas para el período previo de explotación comercial de los

años 60. La cantidades anuales han fluctuado considerablemente y

tal vez la del año 1985 representó una sobreexplotación, lo que

sensibilizó a la opinión pública y obligó al MARN a decretar una

suspensión (“pausa ecológica” fue denominada) en 1986. En los

últimos 10 años la cifra de explotación se puede considerar

modesta y, probablemente, sustentable. Si tomamos como cierta la

cifra de 2.600.000 babas explotadas entre 1960 y 1969 (Medem

1983), cuando los sistemas de control por parte del estado eran

extremadamente laxos o inexistentes, entonces la cifra total del

periodo 1983-2004 (más de 20 años) representa una tasa de

extracción cuatro veces menor. En cualquier caso, hay que man-

tener una vigilancia constante sobre la manera como se maneja el

recurso y mejorar los sistemas de monitoreo de las poblaciones que

posibiliten la ejecución de respuestas rápidas ante cualquier señal

de deterioro.

ZOOCRIADEROS COMERCIALES

Desde finales de los años 80, paralelo al programa de aprove-

chamiento de las poblaciones de babas silvestres, se inició un pro-

grama de cría en cautiverio apoyado en el rancheo de huevos

(Martínez, 1996). Gran parte de la información que aparecerá en

los párrafos siguientes se generó a partir de una importante

recopilación efectuada por el Lic. Roldan De Sola, funcionario del

Ministerio del Ambiente.

El establecimiento de los zoocriaderos de babas se inició con

fines “experimentales” (nunca quedó claro en qué consistía el

experimento). La primera resolución que regulaba el funcionamiento

de éstos fue la No. 79, publicada en la Gaceta Oficial de la

República de Venezuela No. 34.490, del 15 de junio de 1990

Andrés Eloy Seijas

200

(Baquero y Quero, 1996). Esta normativa fijó un plazo de 90 días

para la legalización de los centros de cría ya establecidos. Para

1992 de los 37 centros que habían mostrado algún tipo de interés en

iniciar la cría con fines comerciales de babas, solamente 28

obtuvieron licencias de funcionamiento y de estos sólo 21 llegaron a

vender algún tipo de producto (Tabla 7.5).

Tabla 7.4 Número de babas (Caiman crocodilus) aprovechadas en los

llanos de Venezuela en el lapso 1983-2006.

Año Solicitudes Licencias otorgadas Babas cosechadas

1983 56 50 2.319

1984 115 55 85.233

1985 339 178 231.453

1986 Pausa -- --

1987 360 200 92.53

1988 689 304 169.878

1989 900 560 126.662

1990 644 466 86.365

1991 994 429 133.392

1992 328 230 18.682

1993 253 189 22.175

1994 347 295 25.621

1995 629 484 48.592

1996 Pausa -- --

1997 899 610 59.816

1998 1065 465 15.419

1999 579 100 8.112

2000 423 129 12.825

2001 564 324 30.82

2002 536 226 10.747

2003 640 449 50.024

2004 904 674 76.43

2005 75

2006 1.147

Total 1.307.095

Los Crocodylia de Venezuela

201

Tabla 7.5 Producción de los zoocriaderos de babas de Venezuela en

el lapso 1990-2003. La lista no incluye al zoocriadero Momaisa, que

funcionó como proveedor de huevos para La Florida.

Zoocriadero Municipio Estado

Animales

vivos Cueros

Caña Fistola Bruzual Apure 2.000

El Cedral Mantecal Apure 1.763

El Piñal El Yagual Apure 200 5.602

La Florida Biruaca Apure 16.800 15.896

Mata de Caña Cunaviche Apure 1.075

Mata 'e Guamo Bruzual Apure 2.150

Merecure Cunaviche Apure 2.188

Merecurito Apurito Apure 3.095 5.181

San Pedro S. Raf. Atamaica Apure 200 3.979

San Vicente del

Yagual El Yagual Apure 80.356

Santa Luisa Biruaca Apure 300 3.985

Agropecuaria

KIUBO Taguay Aragua 19.808 38

El Oasis La Luz Barinas 1.641

San Antonio

(CROCOVEN) Arismendi Barinas 39.031

La Esperanza El Baul Cojedes 2.500 23.627

Las Caobas Rómulo Gallegos Cojedes 2.350 4.218

Veladero Libertad Cojedes 3.000 5.000

Puerto Miranda Camaguan Guárico 12.240 13.350

La Estancia Guanarito Portuguesa 11.350

La Guacamaya Guanarito Portuguesa 700

Elaboración a partir de datos recopilados por Roldán De Sola.

El funcionamiento de los zoocriaderos fue efímero en la mayor

parte de los casos. El año con mayor número de centros activos

fue 1993. Esa cifra ha declinado paulatinamente hasta el presente

Andrés Eloy Seijas

202

(Fig. 7.3). El zoocriadero más constante ha sido San Vicente del

Yagual, el cual ha trabajado exclusivamente en la venta de

animales vivos.

Figura 7.3 Número de zoocriaderos de babas activos en Venezuela entre

los años 1991-2003.

Hasta el año 2003 la producción global de todos los esta-

blecimientos de cría fue de 283.626 babas, la mayor parte de ellas

(54,7%) comercializadas como animales vivos (Tabla 7.6).

Al igual que con la explotación de cueros de las poblaciones

naturales, el destino final de la producción de los zoocriaderos ha

sido el mercado internacional. La producción de animales vivos ha

estado destinada principalmente a satisfacer el mercado de

mascotas en E.U.A. y Taiwán, mientras que la producción de

cueros ha tenido como destino principal a Japón (Fig. 7.4).

Es necesario aclarar respecto a la venta de cueros por parte de

los zoocriaderos, que la mayor parte de la producción fue adquirida

por tenerías establecidas en Venezuela, las cuales a su vez vendían

0

2

4

6

8

10

12

14

16

1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003

Año

No.

zoocriadero

s

Los Crocodylia de Venezuela

203

sus productos al exterior. Respecto a la producción de pieles, el

desempeño de los zoocriaderos dejó mucho que desear y la mayor

parte de ellos ya habían cesado sus operaciones para el año 1998.

Algunos se mantuvieron abiertos para la producción de crías para

la venta como mascotas.

Tabla 7.6 Producción de los zoocriaderos de babas en el lapso 1991-2003.

Año Animales vivos Pieles

1991 5.095 33.924

1992 11.350 17.888

1993 23.878 32.513

1994 22.390 5.005

1995 11.650 13.730

1996 14.130 7.525

1997 3.500 8.792

1998 8.790 0

1999 15.500 8.200

2000 7.350 0

2001 9.800 0

2002 10.512 1.000

2003 11.104 0

Total general 155.049 128.577

Elaboración a partir de recopilación de Roldan De Sola en archivos del

MARN.

Por razones que no serán analizadas con detalle en este libro, el

programa de rancheo fracasó. Pero en todo caso, a corto y

mediano plazo, la cría en cautiverio de babas no parece ser una

alternativa que sustituya el aprovechamiento sustentable de sus

poblaciones naturales.

Las pocas referencias disponibles sobre esta primera experiencia

de cría con fines comerciales nos sugieren una serie de problemas

Andrés Eloy Seijas

204

técnicos, que seguramente hubieran podido superarse de haberse

mantenido la actividad. Ya se mencionó lo relacionado con las

relativamente bajas tasas de eclosión de los huevos. Las tasas de

mortalidad también mostraron valores muy altos. Para 1988,

Gutiérrez (1991) reportó valores de 25% en los primeros seis

meses. La cifra se redujo a 15% en 1889 (Szeplaki, 1991). Hutton

y Webb (1992) señalaron que las cifras de mortalidad durante el

primer año no deben alcanzar 5% cuando las condiciones de

manejo son las adecuadas.

Figura 7.4 Distribución en los mercados de los productos de los

zoocriaderos de babas de Venezuela en el lapso 1991-2003. Análisis a

partir de recopilación de Roldan De Sola.

Quizá el mejor indicador del pobre desempeño de los esfuerzos

de cría en cautiverio de babas con fines comerciales fue el muy

lento crecimiento de los individuos, que rara vez superó 2,5 cm de

LT al mes. (Gutierrez, 1991; Szeplaki, 1991). El trabajo de Pérez-

Talavera (2000) demostró que es posible hacer crecer a las babas

a tasas extraordinarias, que no tienen nada que envidiar a las

obtenidas para otros crocodílidios en otras partes del mundo. Re-

analizando los datos de esta autora, es posible calcular que en dos

de sus tanquillas, los animales con los que ella experimentó

crecieron a tasas promedios de 6,8 y 7,3 cm de LT mensuales,

superiores a las logradas por Joanen y McNease (1976) y muy

cercanas a las señaladas por Hutton y Webb (1992) como

adecuadas para Alligator missisippiensis, una especie de mayor

tamaño que la baba. Es necesario acotar, sin embargo, que las

condiciones experimentales con las que trabajó Pérez-Talavera

(tanquillas completamente cubiertas, muy bajas densidades y

alimentación diaria, entre otras) son probablemente muy costosas

Animales vivos

Otros España Japón Venezuela

Tailandia Taiwan USA

Cueros

Singapur Otros Panamá Francia

Tailandia Japón Venezuela

Animales vivos

Otros España Japón Venezuela

Tailandia Taiwan USA

Cueros

Singapur Otros Panamá Francia

Tailandia Japón Venezuela

Los Crocodylia de Venezuela

205

para implementar en un criadero que se establezca con fines

comerciales.

A pesar de que la cría de crocodilios con fines comerciales no

ha terminado de establecerse en Venezuela, esa actividad ha

venido consolidándose en el mundo, al punto que está sustituyendo

al aprovechamiento de animales silvestres (Fig. 7.5)

Figura 7.5 Tendencias mundiales de las distintas formas de

aprovechamiento de los crocodilios. (Modificado a partir de

MacGregor, 2002).

Los volúmenes de exportación de cueros de babillas de Colom-

bia, por ejemplo, son impresionantes. Dicho país exportó un

promedio superior a 655.000 pieles entre 1994 y el 2002, con una

cifra máxima para el 2000 de 824.303 pieles (Cadwell, 2004) y en

la actualidad es el mayor productor de pieles del mundo

(MacGregor, 2006).

Es deseable que en Venezuela se desarrolle y consolide la cría

comercial de crocodilios, pero lo ideal es que lo haga con los

0

200

400

600

800

1000

1200

1400

1600

1982 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000

Año

Miles

de p

iele

s

Silvestres Rancheo Zoocriaderos

Andrés Eloy Seijas

206

grandes cocodrilos C. acutus y C.intermedius (Ayarzagüena,

1991; Seijas, 1992) especies que poseen una piel mucho más

valiosa que la de la baba. Es necesario advertir, sin embargo, que

el desarrollo de la cría en cautiverio de los grandes cocodrilos de

Venezuela no puede ir en detrimento de la conservación de las

poblaciones naturales. Muy por el contrario, esta actividad debe

estar condicionada al mantenimiento de saludables y numerosas

poblaciones silvestres. Los zoocriaderos cerrados tienen muy poco

(si alguno) valor conservacionista (MacGregor, 2006).

Tal como señaló Thorbjarnarson (2002), se ha vendido la idea

de que el aprovechamiento comercial de la fauna es una especie

de panacea que contribuirá a la conservación del recurso. Sin

embargo, ha sido el esfuerzo mundial en proteger las poblaciones

naturales y el establecimiento de límites al comercio lo que ha

permitido el espectacular retorno de las poblaciones de algunas

especies, como el aligátor (Alligator mississippiensis) y ciertas po-

blaciones del cocodrilo del Nilo (Crocodylus niloticus) y del de

agua salobre (Crocodylus porosus). No se debe llegar tampoco al

extremo de creer que el aprovechamiento comercial y la conser-

vación de los crocodilios son actividades antagónicas. El uso con

fines de consumo debe considerarse como una herramienta comple-

mentaria, que provea incentivos a propietarios o habitantes locales

para que protejan a unos animales que, de otra manera, no son

muy bien vistos (Hutton et al., 2001).

También se ha señalado que el aprovechamiento de las pobla-

ciones naturales de crocodilios es un incentivo que tienen los

propietarios de tierras para proteger sus hábitats. Por los momentos

se puede señalar, que no hay evidencias de que el aprovechamiento

de las babas en Venezuela haya influenciado la toma de decisiones

relacionadas con el uso de la tierra (Thorbjarnarson y Velasco,

1998a,b). La principal actividad económica en los llanos es la gana-

dería y en la búsqueda de mecanismos para mejorarla, los dueños

de tierra han creado préstamos y aumentado la capacidad de

retención de agua de las sabanas, lo que ha beneficiado circuns-

tancialmente a la baba. En el caso de los caimanes, especialmente

con respecto a C. intermedius, el rancheo de huevos y neonatos

Los Crocodylia de Venezuela

207

para ser suministrados luego a zoocriaderos con fines comerciales

puede ser una actividad que beneficie a la gente que vive a lo

largo de los ríos y pudiera convertirse en un incentivo para la

conservación de sus poblaciones y su hábitat. Este es un esfuerzo

que vale la pena intentar.

Andrés Eloy Seijas

208

Los Crocodylia de Venezuela

209

CAPÍTULO 8

CRÍA EN CAUTIVERIO

Comparado con otros países (EE.UU., Australia y Colombia, por

ejemplo), la experiencia en la cría en cautiverio de crocodilios en

Venezuela ha sido muy limitada. El que se puede considerar como

el trabajo pionero en este campo fue llevado a cabo por Carlos

Rivero-Blanco (Rivero-Blanco 1973, 1974) quien colectó 170 nidos

de babas en el hato La Guanota, cerca de San Fernando de Apure,

para intentar su incubación en condiciones controladas y el levante

posterior de las crías. Debido a la inexperiencia el éxito de eclosión

fue muy bajo (alrededor de 15%). No hay información publicada

sobre el levante posterior de los animales nacidos.

También a comienzos de los años 1970 se empezó a recopilar

información sobre el crecimiento de babas en cautiverio (Blohm

1973). Los registros corresponden a ejemplares mantenidos en

tanquillas improvisadas en la casa del mencionado autor, en Cara-

cas. La tasa promedio de crecimiento de los individuos durante los

primeros 35 meses fue de 2,04 cm/mes. En el artículo citado,

Tomás Blohm también aportó datos sobre los primeras experiencias

de cría con caimanes, específicamente con C. intermedius.

Respecto al caimán de la costa Seijas et al. (1990) realizaron

entre 1984 y 1985 un ensayo de levante con 17 individuos recién

nacidos (de un grupo original de 37) provenientes del río Yaracuy y

los Canales de Río Chico, en el estado Miranda. El estudio se llevó

a cabo en las instalaciones del Servicio Nacional de Fauna Silvestre

del MARNR, en El Limón, estado Aragua. Durante los 15 meses

en que se llevó el registro, los caimanes crecieron a tasas que iban

desde 1,42 a 2,07 cm de longitud total por mes.

Andrés Eloy Seijas

210

Como se discutirá más adelante, tanto el porcentaje de eclosión

de los huevos, así como el incremento en la talla de los crocodilios

en los primeros ensayos de cría fueron extremadamente bajos.

Ellos sirven para ilustrar los alcances poco auspiciosos de los

primeros pasos en la cría de crocodilios en Venezuela. En lo que

se refiere al crecimiento corporal de los crocodilios, el factor que

probablemente jugó un papel determinante en los malos resultados

obtenidos fue la muy baja temperatura de los lugares donde se

mantenía a los animales. Como ejemplo se puede señalar que en el

ensayo con C. acutus ya mencionado, durante los meses más fríos

del año, de diciembre a marzo, las temperaturas mínimas fueron

menores de 17 ºC (Seijas et al., 1990), muy por debajo de los 32 ºC

señalados por Coulson y Hernández (1983) como óptimos para

obtener un crecimiento máximo en Alligator mississppiensis. Igual-

mente, las bajas temperaturas de Caracas deben haber tenido un

efecto determinante en el bajo crecimiento de los caimanes men-

cionados por Blohm (1973) y Rivero-Blanco (1973).

Fue asimismo en la década de los 70 del siglo pasado que se

adquirieron las primeras experiencias con la reproducción en

cautiverio del caimán del Orinoco (Ramírez et al., 1977; Blohm,

1982). Con ellas se demostró que la cría en condiciones contro-

ladas era posible, pero los esfuerzos no tuvieron mayor tras-

cendencia, principalmente porque las instalaciones donde se llevaron

a cabo no eran las más adecuadas (Thorbjarnarson y Blohm,

1986).

Una década más tarde se establecen ya unos centros de cría

para C. intermedius, mejor ubicados geográficamente y con un

manejo más riguroso. Ellos estaban orientados específicamente a la

producción de individuos para la restauración poblacional de la

especie (Thorbjarnarson y Blohm, 1986; Ramo et al., 1992). En el

año 1987 se inició un programa “experimental” de cría de babas

(Espinoza, 1988, 1989; Gutiérrez, 1991) con los objetivos básicos de

repoblar áreas naturales sujetas a explotación comercial y deter-

minar la factibilidad económica de la cría de este crocodilio. Esta

actividad creció de manera explosiva y para 1988 ya había al

menos 36 establecimientos en los que se había tomado alguna

iniciativa para iniciar sus funciones (Espinoza, 1988).

Los Crocodylia de Venezuela

211

TIPOS DE ZOOCRIADEROS

Para la cría de crocodilios en cautiverio en Venezuela se han

manejado todas las alternativas posibles: 1.- Las de los zoocriaderos

cerrados, es decir, aquellos donde los reproductores están en

cautiverio y son la fuente de donde provienen huevos y crías para

el levante; 2.- zoocriaderos abiertos, que son los que mantienen una

vinculación directa con las poblaciones naturales, las cuales son la

fuente proveedora de huevos o neonatos (rancheo) para el levante

en condiciones controladas. En este caso, los reproductores están

libres en su ambiente natural; y 3.- Los zoocriaderos mixtos, que

combinan las dos modalidades anteriores.

Los tipos de zoocriaderos en Venezuela han dependido de las

especies con las que se trabaja. En el caso del caimán del Orinoco

la cría en cautiverio se inició con zoocriaderos cerrados, con

esporádicas colectas de huevos y neonatos, principalmente de los

ríos Capanaparo y Cojedes, localidades con las poblaciones más

grandes de la especie. Con el tiempo, sin embargo, el rancheo de

huevos y recién nacidos se ha convertido en una opción muy

aprovechada al punto de que es prácticamente la única que se

lleva a cabo en los zoocriaderos del hato El Frío y en el más

reciente de todas las instalaciones, la de FUDECI en Puerto

Ayacucho.

En el caso del caimán de la costa, la cría en cautiverio se ha

apoyado principalmente en el rancheo, aun cuando existe una

pareja cautiva en Masaguaral la cual ha producido la mayoría de

los animales levantados en cautiverio en Venezuela. En lo con-

cerniente a las babas, los zoocriaderos que han existido han

trabajado exclusivamente con la modalidad del rancheo.

Desde el punto de vista económico el rancheo es la alternativa

más adecuada, en especial cuando la especie con que se trabaja es

relativamente numerosa y los huevos o neonatos son fáciles de

colectar, que es precisamente lo que ocurre con la baba. Con esta

modalidad no se incurre en gastos de mantenimiento de individuos

adultos cautivos, los cuales requerirían de espacios amplios, cons-

Andrés Eloy Seijas

212

trucción de corrales, suministro de agua abundante, alimentación

apropiada y, posiblemente, eventual atención veterinaria. Lo impor-

tante en estos casos es proteger las poblaciones silvestres o, incluso,

manejarlas para que incremente el número de reproductores.

A continuación se analizarán detalladamente las experiencias de

cría en cautiverio de crocodilios en Venezuela. Sólo se consi-

derarán los aspectos técnicos, es decir aquellos que tienen que ver

con el mantenimiento de los reproductores, la colecta e incubación

de los huevos en condiciones controladas y el levante de animales.

En todos estos puntos se recomienda al lector avanzado que

consulte el excelente material preparado por Hutton y Webb (1992)

sobre el manejo de zoocriaderos de crocodilios. Otro asunto para

discutir es el relacionado con los resultados obtenidos en la

liberación de animales criados en cautiverio con fines de restau-

ración o fomento de poblaciones. Lo referente a los aspectos

comerciales de la cría fue analizado de manera superficial en el

Capítulo anterior.

1. Mantenimiento de adultos

Como se indicó en párrafos anteriores, los zoocriaderos abiertos

dependen de reproductores que vivan libres en su ambiente natural

y que, por lo tanto, no requieran de cuidados especiales, aunque sí

de protección. En ocasiones el mantenimiento de adultos en los

criaderos es recomendable, o inevitable, como ha ocurrido con el

caimán del Orinoco y, en menor medida con el caimán de la costa.

Para estas especies han existido individuos en manos de parti-

culares, que han permanecido cautivos por muchos años y ya no se

considera conveniente su liberación al medio natural. Dado la

situación crítica en que se encuentran estos cocodrilos, cada

individuo sobreviviente es una fuente de genes importante para

conservar y transmitir a las poblaciones futuras. Las recomen-

daciones que se presentan a continuación se refieren a los

caimanes, ya que con las numerosas poblaciones de babas silves-

tres que existen en Venezuela, el mantenimiento de reproductores

de esa especie en cautiverio no tiene ningún tipo de justificación

económica, al menos en la región de los llanos.

Los Crocodylia de Venezuela

213

1.1. No obstante el gran tamaño que alcanzan los caimanes

adultos, se pueden mantener en espacios relativamente reducidos,

siempre que éstos contenga un área seca, donde puedan salir a

asolearse, y un pozo lo suficientemente profundo como para que se

puedan sumergir por completo. La pareja reproductora de C.

acutus del hato Masaguaral, por ejemplo, está ubicada en un corral

de menos de 60 m2, con un pozo circular de unos 4 m de

diámetro. Es necesario recordar que los crocodilios copulan en el

agua y que, por lo tanto, estanques muy someros pudieran impedir

que el apareamiento se lleve a cabo de manera efectiva.

1.2. La parte con agua del encierro puede ser una simple

excavación en el terreno, si las características del suelo lo per-

miten. En los llanos este tipo de pozos se mantienen llenos en el

período de lluvias pero tienden a secarse en la época seca, por lo

cual es necesario mantener una fuente de agua para reponer la

que se pierde por evaporación e infiltración. En terrenos que no

permiten la retención de agua hay que construir estanques de

concreto o alguna alternativa que supla de manera constante el

agua que se pierde.

1.3. El cercado que rodea a los encierros debe ser a prueba de

escapes. Las cercas tipo “ciclón”, con unos 1,80 m de altura

cumplen perfectamente con estos requerimientos (Fig. 8.1).

1.4. El número de adultos por corral puede variar dependiendo

del tamaño de éste. No es recomendable mantener más de un

macho por encierro, ya que estos son extremadamente territoriales

y se pelean hasta la muerte. Cuando los corrales son muy

pequeños hay que mantener sólo una pareja, ya que cuando el

espacio es muy reducido las hembras también pelean entre si con

riesgos de muerte.

1.5. Contrario a lo que el común de la gente piensa, la cantidad

de comida necesaria para mantener a un caimán adulto es muy

pequeña, si se compara con la que requeriría un mamífero de su

mismo peso. Una o dos gallinas a la semana, por ejemplo, es

suficiente, dependiendo del tamaño del ejemplar. En el caso de la

UNELLEZ los adultos se alimentan con los animales muertos que

aparecen eventualmente en otras unidades de producción de la

Andrés Eloy Seijas

214

institución (conejos, cochinos, ovejas) o con becerros nonatos

conseguidos en el matadero que allí funciona. Otros criaderos de

caimanes alimentan a sus adultos con caballos y burros de

descarte. Otras alternativas son posibles (pescado, chigüires, cerdos

silvestres, entre otros) de acuerdo con la disponibilidad de recursos

que ofrezca el área donde se encuentran las instalaciones.

Figura 8.1 Encierro tipo “préstamo” en el zoocriadero de la UNELLEZ.

1.6. Se debe acondicionar, en algún lugar cercano al cuerpo de

agua, una pequeña “playa” que sirva como lugar de anidación para la

hembra. Será necesario preparar tantos nidos artificiales como hem-

bras haya en el encierro, para evitar la competencia entre ellas por

lugares de anidación. El nido artificial consiste en un hueco excavado

en el terreno (mínimo 1 m2) con una profundidad de al menos 50 cm.

Dicha cavidad se rellena con arena fina, idealmente recogida de la

playa de un río cercano. Hay que colocar arena suficiente como para

formar un montículo que sobresalga 30-40 cm. sobre el terreno. La

excavación donde se vacía la arena debe estar por encima del nivel

del agua del pozo aledaño, para evitar que se inunde.

Los Crocodylia de Venezuela

215

1.7. Los lugares para la anidación deben ser acondicionados por

lo menos con un mes de anticipación al momento esperado del

desove, para que la hembra tenga tiempo de reconocerlo.

COLECTA E INCUBACIÓN DE HUEVOS

La colecta de huevos de crocodilios para su posterior incubación

es un trabajo delicado, que requiere de una serie de precauciones.

Cuando el trabajo se realiza de la manera adecuada, el éxito de

eclosión debe superar 90% (Joanen y McNease, 1991). La infor-

mación disponible para Venezuela indica que el éxito promedio de

la incubación de huevos de Crocodylus colectados en el medio

natural ha sido bajo (Jiménez-Oraá, 2007, Barros et al., 2010),

aunque Antelo et al. (2010) reportan un aceptable 84,35% de éxito,

una vez descartados para los cálculos 24,6% de los huevos

originales por considerarlos infértiles. En el caso de reproductores

mantenidos en cautiverio, en el zoocriadero de la UNELLEZ el

éxito de eclosión total desde el 2003 hasta el 2008 fue 64,4%.

En Masaguaral, para las temporadas 1998 y 1999, el éxito global

de eclosión alcanzó 66,1% (Thorbjarnarson, 1999). En descargo de

estos malos resultados hay que señalar que en ninguno de los

zoocriaderos del país se realiza una revisión minuciosa de los

huevos que se colocan en la incubadora, para descartar los

infértiles. No obstante el relativo pobre desempeño señalado,

algunos eventos aislados demuestran que es posible lograr valores

óptimos (Seijas y González, 1994).

En el caso de la baba existen estadísticas sobre éxito de

eclosión de nidadas para algunos zoocriaderos. En 1987 los hatos

afiliados a ASOBABA (Asociación para la Cría y Conservación de

la Baba) recolectaron un total de 12.002 huevos, de los cuales

eclosionaron de manera exitosa 7.642 (68,3%; Espinoza, 1989). Al

año siguiente, el éxito se elevó hasta 87,0% (Gutiérrez, 1991;

Szeplaki, 1991). Los valores reportados son mejores que los antes

señalados para los caimanes, pero todavía lejos de las cifras

óptimas.

Andrés Eloy Seijas

216

Los aspectos elementales que se deben tener en cuenta para

obtener los mejores resultados en la incubación de huevos de

crocodilios en condiciones controladas, tienen que ver con el mo-

mento de la colecta, manipulación de los huevos, material usado

para el mantenimiento de los huevos, y la temperatura y humedad

relativa del ambiente donde se incuban. Los bajos resultados

obtenidos en Venezuela nos indican que algunos de los factores

mencionados no han sido los adecuados. A continuación se enu-

meran los pasos que deben seguirse, al tomar como base el trabajo

de Joanen y McNease (1991), un manual preparado para el hato

Masaguaral (Thorbjarnarson y Rodríguez, 1992), el artículo de

Martínez (1996) y la experiencia adquirida en el zoocriadero de la

UNELLEZ.

2. Colecta de los huevos

2.1. Las hembras de los crocodilios protegen a sus nidos. Esto

es particularmente cierto con las caimanas de los zoocriaderos. Es

por ello que el primer paso en la localización del nido (cuando se

trata de poblaciones silvestres) y llegar a los huevos que se quieren

recoger, es tener las mayor precaución para evitar heridas de los

colectores y de los mismos animales. Para las hembras cautivas en

algunos casos es necesario amarrarlas, para mantenerlas alejadas

del nido, pero generalmente se puede trabajar sin recurrir a ese

extremo. En este caso a las hembras se les empuja al agua con la

ayuda de varas largas, propinándole pequeños golpes en la punta

del hocico y en los costados. La idea no es maltratar al animal,

sino mantenerlo a raya. Se recomienda un mínimo de tres personas

para realizar esta labor (Fig. 8.2).

2.2. En todo momento la manipulación de los huevos debe ser

cuidadosa y evitar que éstos roten o sufran movimientos bruscos.

Idealmente, deben colectarse en las primeras 24 horas después de

la puesta. En ese momento los embriones no se han fijado a la

membrana del huevo y son menos susceptibles a la manipulación.

Si la colecta se efectúa después de las 24 horas hay que ser

mucho más cuidadosos en su manejo, para reducir la probabilidad

de muerte de los embriones.

Los Crocodylia de Venezuela

217

2.3. Los huevos deben ser trasladados desde el nido hasta la

bandeja de colecta, la cual debe estar preparada con material

adecuado, generalmente colectado del mismo nido natural. Los

huevos deben ser colocados en la misma posición en que se

encontraron en el nido, impidiendo que rueden o sufran cualquier

tipo de desplazamiento súbito.

Figura 8.2 Colecta de huevos de una de las hembras del zoocriadero de

la UNELLEZ. Una persona permanece vigilante con una vara para evitar

que la hembra suba hasta el nido.

2.4. A medida que se sacan los huevos, se cuentan y se anota

el número de ellos que aparecen con fracturas o con cualquier otro

detalle que pudiera afectar su futuro desarrollo. Si la colecta se

realiza en las primeras 24 horas después de la puesta, es posible

que la mayor parte de ellos no presenten la mancha o banda típica

que señala el punto de fijación del embrión, por lo que no es

posible saber si el huevo está fertilizado o no. Aun en esta etapa

es posible detectar la presencia del embrión, si se observa el huevo

al trasluz en un cuarto oscuro. Para colectas más tardías la banda

Andrés Eloy Seijas

218

de fijación del embrión debe ser visible y su anchura puede ser

usada para determinar qué tan avanzado está el proceso de

desarrollo embrionario (Joanen y McNease, 1991). En este último

caso, la ausencia de banda puede ser usada como indicadora de

que el huevo no ha sido fertilizado.

2.5. Todos los pasos anteriores deben llevarse a cabo en el

tiempo más corto que la prudencia indique. Hay que evitar que los

huevos permanezcan mucho tiempo descubiertos y expuestos a la

deshidratación y el sobrecalentamiento por efecto de la brisa y el

sol.

2.6. Luego los huevos son trasladados a la incubadora. Si

ésta está muy distante del sitio de colecta, es preferible colocar los

huevos en recipientes herméticos (cavas), cubrirlos con material del

nido y taparlos para evitar pérdida excesiva de humedad. El

traslado a largas distancias, particularmente si las vías de comu-

nicación no están en buenas condiciones, pone en riesgo la

viabilidad de los huevos.

3. Cuarto de incubación

3.1. De acuerdo con la experiencia en el zoocriadero de la

UNELLEZ con C. intermedius, se puede aseverar que la mejor

alternativa para la incubación es colocar cada nidada en un

recipiente cerrado (hielera o cava) con arena. Los otros zoo-

criaderos han construidos “canteros” llenos de arena, donde se

entierran los huevos simulando las condiciones naturales. En el

caso de los aligatóridos habría que colocar materia vegetal en el

nido, preferiblemente recogida en el mismo nido natural. Los

huevos deben permanecer completamente cubiertos por una capa

que supere 10 cm. El material del nido tiene que contener suficiente

humedad como para garantizar una saturación cercana a 100%

durante todo el período de incubación. Debe evitarse, sin embargo,

exceso de agua.

3.2. La cava cerrada o el cantero debe colocarse en un cuarto

donde sea posible mantener una temperatura constante. Como

Los Crocodylia de Venezuela

219

fuente de calor se pueden usar bombillos o resistencias cuyo

encendido y apagado sea controlado, de acuerdo con la conve-

niencia, por un termostato. Se pueden tolerar pequeñas fluctua-

ciones en la temperatura del cuarto, ya que dentro de la cava ésta

permanece más o menos estable y tenderá hacia valores equivalentes

al promedio general de todo el cuarto de incubación (Fig. 8.3).

Figura 8.3 La línea de arriba se muestra las fluctuaciones en

temperatura en el cuarto de incubación en el zoocriadero de la

UNELLEZ en el 2006. La línea inferior indica la temperatura

dentro del recipiente donde se encuentran los huevos. Como el

cuarto estaba muy caliente, la temperatura dentro del recipiente

presenta una leve tendencia a subir.

3.3. Si la fecha de postura se conoce con exactitud y las

condiciones de la incubación han sido las adecuadas, es posible

predecir con gran precisión la fecha en que debe ocurrir el

nacimiento de las crías. En ese momento las cavas se pueden

destapar para dejar al descubierto, al menos parcialmente, los

huevos y facilitar la salida de los recién nacidos.

30

32

34

36

38

40

42

44

46

22-feb 23-feb 24-feb 25-feb 26-feb 27-feb 28-feb 1-mar

Tem

pe

ratu

ra º

C

Nido Exterior

Andrés Eloy Seijas

220

En la Figura 8.4 se muestran fotografías que ilustran distintas

etapas del proceso de colecta e incubación de los huevos de C.

intermedius en el zoocriadero de la UNELLEZ.

4. Crianza de individuos

4.1. Es recomendable mantener los individuos recién nacidos en

recipientes pequeños, con un poco de agua, por unas 24 a 48 horas

antes de trasladarlos a las tanquillas o estanques de crianza. El

agua debe ser renovada con frecuencia. Es conveniente, incluso,

mantenerlos durante ese periodo en el cuarto de incubación, a

temperaturas cercanas a 32 ºC, para acelerar la absorción del saco

vitelino. Esta medida facilita la inspección de los individuos para la

atención inmediata de cualquier problema que se presente en los

primeros días después de la eclosión.

4.2. Inmediatamente después del paso anterior, los animales deben

ser trasladados a las tanquillas. Se les debe colocar comida molida o

cortada en trozos que puedan ser tragados por ellos sin dificultad. No

todos los animales comenzaran a comer de inmediato. Se puede forzar

la alimentación en unos cuantos animales, para acelerar el aprendizaje

en el consumo del alimento. A las dos semanas ya todos los animales

deberían estar alimentándose por si solos.

4.3. Las características de la dieta a ser suministrada dependerá

del tamaño de los animales y del tipo de comida disponible en el

área donde se encuentre el zoocriadero: Carne de burro, caballo o

ganado vacuno, pescado (de mar o de río), restos de aves

(mollejas, pescuezos). Se debe evitar, sin embargo, la monodieta y

el exceso de grasa. Es indispensable suministrar complementos

minerales y vitamínicos para evitar la aparición de enfermedades

por deficiencias nutricionales (Boede y Sogbe 2000).

4.4. La cantidad de alimento proporcionado a la semana debe

equivaler a 15-20% del peso de los individuos (Joanen y McNease,

1976; Hutton y Webb, 1992). Esa cifra puede variar dependiendo

de la temperatura ambiental y la época de año. Los animales

tienden a comer más en los meses calurosos, por lo que la

Los Crocodylia de Venezuela

221

cantidad debe ser ajustada frecuentemente. Se recomienda una

frecuencia de alimentación diaria (lunes a viernes) durante los

primeros seis meses, que puede ser reducida a tres veces por semana

después de esa edad. Hay que destacar que Pérez-Talavera (1999,

2000, 2005) logró tasas de crecimiento extraordinarias con un

régimen de alimentación mucho más intensivo (todos los días,

incluyendo sábados y domingos) que el recomendado aquí.

4.5. La limpieza periódica de las tanquillas o piletas de levante

es un elemento clave para evitar enfermedades. La frecuencia con

que ésta se realiza dependerá de las características de las

instalaciones, pero se recomienda un mínimo de tres veces por

semana. Se debe ofrecer el alimento a los animales de manera de

evitar al máximo el despilfarro y, en particular, que éste caiga en el

agua (donde por lo general no es comido). La acumulación de

restos de comida en el agua constituye una fuente de conta-

minación y hace necesario una mayor frecuencia en la limpieza. En

la UNELLEZ se coloca el alimento en bandejas de aluminio, lo

cual reduce la caída de éste al agua. Cuando se efectúa la

limpieza de los estanques los animales tienden a amontonarse y

frecuentemente, especialmente si el agua no les cubre el cuerpo,

estallan peleas que pueden producir heridas profundas y fracturas

en la mandíbula.

4.6. Pérez-Talavera (1999, 2000) y Pérez-Talavera y Rodríguez

(2005) comprobaron que el crecimiento de los crocodilios es mayor

en tanquillas completamente cubiertas, donde es posible mantener el

agua a temperaturas más altas, lo que acelera la absorción del

alimento suministrado y su conversión en masa corporal. Es posible

que el aislamiento de perturbaciones externas que permiten estos

recintos ayude a disminuir el estrés y se traduzca en tasas de

crecimiento mayores. Como la construcción de encierros comple-

tamente cerrados es costosa, se puede manejar, como alternativa

para reducir el estrés, la colocación de láminas de zinc unos 10 a

20 cm. por arriba de la superficie del agua. Estas estructuras

sirven de refugio a los animales y los aísla un poco de pertur-

baciones externas y, quizá, permiten mantener temperaturas del

agua más altas y constantes.

Andrés Eloy Seijas

222

Figura 8.4 Fotografías de distintas etapas del proceso de colecta e

incubación de huevos de C. intermedius en el zoocriadero de la

UNELLEZ. A, apariencia de una nidada al momento de exponerla para su

colecta. B, Huevo con banda incipiente. C y D, huevos colocados en la

bandeja. E, Huevos en el recipiente dentro del cuarto de incubación; se

observan los envases donde se colocaron los termómetros que registraron

la temperatura durante todo el proceso. F, Neonato saliendo del huevo.

B

D

Los Crocodylia de Venezuela

223

4.7. El diseño de los encierros para el levante queda abierto a

la creatividad del criador. En Venezuela se ha trabajado con

encierros redondos, cuadrados y rectangulares. No obstante, se

pueden adelantar algunas recomendaciones.

4.7.a. La superficie de los encierros debe estar dividida

en una parte con agua y otra seca. La proporción entre ellas

puede ser 50:50. Tanquillas rectangulares, con una parte seca

formando una franja en el medio y dos franjas con agua que la

flanquean, ofrecen la ventaja de que los animales se pueden

refugiar en una de las franjas con agua mientras la otra es

limpiada. Esto disminuye la probabilidad de que los animales se

peleen entre sí cuando se amontonan en un lugar seco y se

inflijan heridas, a veces fatales.

4.7.b. La profundidad máxima de la parte con agua

dependerá de hasta qué tamaño se pretenda levantar a los

animales. Para animales de hasta dos años es suficiente una

profundidad de 40 cm.

4.7.c. La parte con agua debe contener un rampa, que

disminuya gradualmente la profundidad desde la parte más honda

hasta la parte seca del encierro. Esto facilita el acceso a la

comida y permite a los animales descansar con el cuerpo

cubierto de agua y apoyados sobre el fondo, con gasto mínimo

de energía.

4.7.d. El sistema de drenaje de las piletas es un aspecto

clave. Es preferible construir encierros sobre la superficie del

terreno (no en excavaciones) y con sistemas de drenaje también

superficiales, lo que facilita su mantenimiento y reparación

4.8. Se debe evitar el hacinamiento. Sin embargo, no existe una

cifra exacta a la hora de recomendar la densidad óptima de

animales por tanquillas. La especie con que se trabaja, la forma de

la tanquilla, la relación superficie con agua/superficie seca, la

profundidad del agua y el manejo, pueden tener algún tipo de

incidencia sobre el número de animales que se puede mantener por

Andrés Eloy Seijas

224

metro cuadrado. Pérez-Talavera (1999) obtuvo crecimientos muy

buenos en caimanes del Orinoco mantenidos cerca de un año a

una densidad de 0,71 individuos por m2. En el caso de la baba, la

misma autora (Pérez-Talavera, 2000) logró los mejores resultados

con densidades de 1,10 ind/m2, aunque no muy alejados de aquellos

obtenidos con densidades de 1,80 ind/m2.

Las recomendaciones enumeradas anteriormente no pretenden

ser rígidas ni absolutas, existe excelente documentación sobre la

cría de crocodílidos con fines comerciales, una actividad en

expansión a escala mundial pero que, por razones que no se

pretenden analizar en profundidad aquí, ha fracasado en Venezuela.

La cría de crocodilios que ha tenido mayor continuidad en

Venezuela es la que se ha desarrollado con fines de conservación,

para la producción de individuos para la restauración o fomento de

poblaciones. Es este tipo de experiencias el que será objeto de

discusión en las siguientes secciones.

CRIANZA DE CROCODILIOS CON FINES DE

REPOBLACIÓN

El levante o crianza de crocodilios en cautiverio para su

posterior liberación en el ambiente natural ha sido una estrategia de

conservación varias veces propuesta y practicada en Venezuela

(Blohm, 1973; Chávez, 2000; Espinoza, 1988; Lugo, 1998; Muñoz

y Thorbjarnarson, 2000; Ramo et al., 1992; Rivero-Blanco, 1974;

Seijas, 1995; Seijas et. al., 1990). Esta estrategia se fundamenta en

el hecho de que en su medio natural todos los crocodilios presentan

una tasa de mortalidad muy alta (mayor de 95%) en los primeros

meses de vida, etapa en que los recién nacidos son fáciles presas

de un gran número de depredadores.

El levante en condiciones controladas de individuos nacidos en

cautividad, o colectados en el ambiente natural en las primeras

horas después de la eclosión, aumenta la probabilidad de sobre-

vivencia de éstos. Los ejemplares son mantenidos en los centros de

Los Crocodylia de Venezuela

225

levante durante un tiempo que les permite alcanzar una talla y peso

adecuados para su liberación, es decir, suficientemente grandes

como para reducir su vulnerabilidad ante gran parte de sus

depredadores naturales.

CAIMÁN DEL ORINOCO

Ya para el año 1986 existían en Venezuela tres zoocriaderos de

caimanes, en los hatos El Frío (Apure) y Masaguaral (Guárico) y

en la UNELLEZ (Portuguesa). No obstante, la primera liberación

formal de individuos criados en cautiverio se efectuó el 17 de abril

de 1990, cuando se introdujeron al medio natural, en el hato El

Frío, los primeros 31 individuos. En 1991 se incorpora un nuevo

centro de cría, la Agropecuaria Puerto Miranda (APM, Guárico) y

en el 2004 inicia operaciones un último zoocriadero en Puerto

Ayacucho, de la Fundación para el Desarrollo de las Ciencias

(FUDECI). El Ministerio del Ambiente ha criado también caimanes

del Orinoco en las instalaciones de la Estación Biológica de

Rancho Grande (El Limón, Maracay), lugar poco propicio para esa

tarea. Hasta junio de 2010 se habían liberado poco más de 7.600

individuos provenientes de esos zoocriaderos en un total de 14

localidades de los llanos (Fig. 8.5).

La talla promedio de los primeros individuos liberados fue

cercana a 150 cm. de LT, por tratarse de caimanes de tres o más

años de edad (Fig. 8.6). De ese año en adelante las tallas al liberar

han disminuido, ya que corresponden principalmente a ejemplares de

alrededor de un año de edad. Sólo el hato El Frío ha liberado, de

manera rutinaria y mayoritaria, individuos de dos o más años.

La caída en la talla promedio para 1992, fue consecuencia de la

liberación de 259 caimanes de sólo seis meses de edad en el río

Capanaparo ese año. El menor promedio de 1997 pudiera ser

consecuencia de falta de datos, ya que uno solo de los zoo-

criaderos (Masaguaral) reportó haber liberado caimanes ese año. El

gráfico muestra que la talla de liberación en los últimos años ha

declinado de manera progresiva, tendencia que es necesario corregir.

Andrés Eloy Seijas

226

Figura 8.5 Caimanes del Orinoco liberados en distintos ríos o localidades

de los llanos de Venezuela hasta junio de 2008. RFSEC, Refugio de Fauna

Silvestre Esteros de Camaguán; RFSCG, Caño Guaritico, PNAG, Parque

Nacional Aguaro-Guariquito.

Figura 8.6 Talla promedio de los caimanes del Orinoco liberados por los

zoocriaderos desde 1990.

0 200 400 600 800 1000 1200 1400 1600 1800 2000

No. individuos liberados

PNAG

RFSCG

Hato El Frío

Río Capanaparo

Río Cojedes

Río Cinaruco

RFSEC

RFS T. ARRAU

Río Manapire

Río Orituco

Río Anaro

Hato El Cedral

Hato Garza

Emb. Tupupido

0

200

400

600

800

1000

1200

1400

1600

1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010

Año

LT

pro

me

dio

(m

m)

Los Crocodylia de Venezuela

227

El aporte, en número de individuos liberados, de cada zoo-

criadero, aparece en la Figura 8.7. Destacan allí Masaguaral y

Puerto Miranda, los centros de cría con instalaciones más grandes

y mayor número de reproductores.

Figura 8.7 Número de caimanes del Orinoco liberados por los distintos

zoocriaderos de Venezuela hasta el mayo de 2008. APM, Agropecuaria

Puerto Miranda; EBRG, Estación Biológica de Rancho Grande; DWA,

Dallas World Aquarium.

Aunque el objetivo de los zoocriaderos de caimanes ha sido

principalmente la conservación, implícita o explícitamente (Thorbjar-

narson y Blohm, 1986) se ha discutido sobre la necesidad de

desarrollar técnicas para una eventual cría con fines comerciales. Los

valores alcanzados respecto a tasas de mortalidad y crecimiento nos

permiten analizar hasta qué punto se ha avanzado en esa dirección.

La mortalidad de los caimanes en los zoocriaderos fue muy alta

en los primeros años (Ramo et al.,. 1992; Seijas, 1991; Boede y

Sogbe, 2000) pero en los últimos años ha sido reducida hasta

valores tolerables (menos de 5% anual).

El crecimiento de los caimanes en los zoocriaderos puede ser

analizado a partir de los datos contenidos en la base de datos del

0 300 600 900 1200 1500 1800 2100 2400 2700

Ind. liberados

DEA COJEDES

DWA

FUDECI/UNELLEZ

APM/UNELLEZ

EBRG

UNELLEZ

El Frío

FUDECI

APM

Masaguaral

Andrés Eloy Seijas

228

Grupo de Especialistas en Cocodrilos de Venezuela (GECV) y si

se toman en cuenta sólo las tasas de crecimiento (cm/mes) de los

individuos liberados de edad conocida y menores de dos años

(Tabla 8.1). El centro de crianza con el mejor desempeño en este

aspecto ha sido la Agropecuaria Puerto Miranda, en el cual los

caimanes han crecido a una tasa promedio de 4,62 cm/mes.

No hay elementos para discriminar entre los distintos aspectos

que pudieran haber determinado las diferencias entre las cifras de

la Tabla 8.1. Probablemente las características de las instalaciones

sea el factor más importante. La APM posee las instalaciones más

adecuadas y amplias, lo que les ha permitido mantener a los

animales en bajas densidades. Ellos fueron además los primeros en

implementar un sistema de refugios dentro de las tanquillas, con

láminas de zinc colocadas sobre la parte con agua, para reducir el

estrés que produce en los animales las labores rutinarias del

zoocriadero o la presencia esporádica de visitantes. Los muy bajos

valores de FUDECI en su primer año de funcionamiento pudieran

reflejar una etapa de aprendizaje por parte de los encargados del

mantenimiento, pero también que el origen de los caimanes allí

mantenidos fue muy diverso, y muchos de los individuos perma-

necieron relativamente hacinados o sin la adecuada atención en

otros lugares antes de su traslado a Puerto Ayacucho.

El crecimiento de los crocodilios en cautiverio depende de

diversos factores como calidad y cantidad del alimento suministrado,

manejo sanitario, temperatura del agua, densidad de individuos en

las tanquillas, sexo, carga genética y quizá algunos otros. Incluso

las condiciones en que se desarrolla el embrión durante la

incubación del huevo, tienen consecuencias tanto en el sexo como

en la potencialidad de crecer después del nacimiento (Ferguson

1987; Ferguson y Joanen, 1983; Joanen et al., 1987; Hutton y

Webb, 1992). No es fácil controlar todas las variables señaladas,

pero un análisis más detallado de los resultados obtenidos por los

zoocriaderos permite establecer que, para al menos una fracción de

la población, los resultados fueron adecuados. Así se tiene que 84

individuos de la APM (7,7%) crecieron a tasas iguales o superiores

a 6 cm/mes. Esa cifra fue de sólo 4,5% para el zoocriadero de

Masaguaral, mientras que los otros centros de cría no alcanzaron

Los Crocodylia de Venezuela

229

nunca ese valor. Una tasa de crecimiento de 5 cm/mes todavía se

puede considerar buena y el porcentaje de individuos que la alcanzó

en los dos zoocriaderos mencionados fue de 27,0 y 22,7, respec-

tivamente. Hutton y Webb (1992) señalaron que cuando una granja

de crocodilios es operada de la manera adecuada, el porcentaje de

animales que alcanza las altas tasas de crecimiento debe estar por

el orden del 30-40%.

Tabla 8.1 Tasas de crecimiento de caimanes del Orinoco (cm/mes) antes

de los dos años de edad logradas por los distintos zoocriaderos del país

(hasta 2006). No se incluye a El Frío, por no poder precisar la edad de la

mayoría de los individuos liberados. Las diferencias entre zoocriaderos

son estadísticamente significativas (Tukey. HSD; alfa=0,05).

Zoocriadero

Tamaño

de la

muestra

Tasa de crecimiento (cm de LT por mes)

Promedio

Máximo

absoluto

Error

estándar

Lím. Confianza

(95%)

Inferior Superior

APM 1094 4,62 7,51 0,03 4,57 4,67

FUDECI 221 2,60 4,60 0,05 2,51 2,70

Masaguaral 1275 4,12 6,78 0,03 4,06 4,18

UNELLEZ 383 3,71 5,62 0,07 3,65 3,78

Todos 2973 4,14

El desempeño de los zoocriaderos ha tenido altibajos. Si ana-

lizamos año por año, encontramos que para 2003 la talla promedio

de los caimanes liberados por Masaguaral alcanzó 96,6 cm. Para

18,9% de los ejemplares de ese año la tasa de crecimiento superó

6 cm por mes, con una tasa máxima total de 6,8 cm/mes. El

porcentaje de ejemplares que creció por encima de 5 cm/mes fue

de 69,4, lo que debe ser considerado como extraordinario. Por

razones que no han sido analizadas, ese porcentaje bajó a sólo 6,6

al año siguiente.

Andrés Eloy Seijas

230

Los valores óptimos discutidos anteriormente nos indican cual

sería el potencial de levante en condiciones ideales. Con cifras

como esas se levantarían animales de hasta un metro o más al

año. Como el crecimiento en los dos primeros años es esencial-

mente lineal, se podrían obtener animales entre 1,40 y 1,60 metros

en dos años, una talla adecuada quizá para el aprovechamiento

comercial.

Pérez-Talavera (1999) reportó datos de crecimiento para C.

intermedius en condiciones de cuidado sanitario, alimentación y

temperatura difícilmente superables. La manera como ella presentó

sus datos, sin embargo, no permite una comparación directa con los

valores alcanzados por los otros zoocriaderos. Al re-analizar los

resultados presentados por esta autora se pueden calcular tasas de

crecimiento mensual que van desde 4,53 hasta 6,15 cm/mes. Esta

última cifra fue alcanzada para un lote de 40 caimanes mantenidos

con un régimen de alimentación diaria, en una tanquilla comple-

tamente cerrada y por un lapso de 5,5 meses. Una tasa de cre-

cimiento ligeramente menor (6,07 cm/mes) fue obtenida para un

grupo de 18 animales mantenidos en condiciones similares a las

señaladas, pero por un periodo de 11,5 meses.

Tanto los valores más altos de la APM y Masaguaral, como los

resultados de Pérez-Talavera (1999) nos indican que es posible

hacer crecer a los caimanes a tasas muy altas, comparables a las

mejores reportadas en la literatura (Hutton y Webb, 1992). Inves-

tigaciones futuras tendrán que determinar la factibilidad de lograrlo

de manera económicamente rentable, si el objetivo principal del

zoocriadero es el de producir pieles y carne para el mercado.

Monitoreo de las liberaciones

Con la excepción de ocho caimanes liberados en el río Capa-

naparo en 1991, los cuales fueron seguidos (radio-telemetría) de

manera continua durante once meses (Muñoz y Thorbjarnarson

2000), la mayor parte de las liberaciones no han recibido un

monitoreo adecuado. Se han realizado sólo tres estudios con un

esfuerzo de muestreo relativamente intenso, dos de ellos en el RFS

Los Crocodylia de Venezuela

231

de Caño Guaritico y zonas aledañas del hato El Frío (Lugo, 1998;

Chávez, 2000) y el tercero en el río Manapire del estado Guárico

(Jiménez-Oraá, 2005). Los indicadores de éxitos de estas libera-

ciones se pueden obtener a partir de la fracción de individuos

sobrevivientes, de las tasas de crecimiento corporal que experi-

mentaron en su nuevo ambiente, y en la eventual reproducción de

los caimanes liberados.

Sobrevivencia en el ambiente natural

En primer lugar hay que aclarar que aunque se usará el término

“sobrevivencia”, quizá en algunos casos la expresión “permanencia”

podría ser más adecuada, ya que es posible que algunos individuos

abandonen el área de estudio y escapen a la detección de los

investigadores.

El seguimiento realizado por Muñoz y Thorbjarnarson (2000)

mostró que los individuos liberados (con tallas comprendidas entre

los 103,3-139,3 de LT) se movieron considerablemente durante los

primeros meses (hasta 11,6 km. del lugar de liberación) para luego

ser más sedentarios y establecerse en un zona. Sin contar un

ejemplar para el cual el radiotransmisor falló a los 253 días, sólo

uno de los individuos liberados murió (cazado por un indígena)

durante los 352 días del estudio. Esto indica una sobrevivencia sor-

prendente de, al menos 75%. Una sobrevivencia de 100% cuatro

años después de la liberación, aunque basada en sólo cuatro

animales, se comprobó en caimanes liberados en el caño Matiyure

del hato El Cedral, Apure (Lugo, 1998).

Lugo (1998), con base en el número de caimanes observados

durante conteos diurnos y nocturnos, calculó fracciones de perma-

nencia desde 8,9 hasta 12,2% en el caño Guaritico y zonas

aledañas. En las mismas localidades Chávez (2000), utilizando una

metodología similar, calculó una permanencia de 7% para caimanes

liberados entre dos y ocho años antes de su estudio, y de 16%

para caimanes liberados entre 6 y ocho meses previos a su eva-

luación. El método para calcular estas permanencias-sobrevivencias

es mucho menos eficiente que el de la radio-telemetría empleado

Andrés Eloy Seijas

232

por Muñoz y Thorbjarnarson (2000) y por lo tanto, los valores

señalados probablemente representan sub-estimaciones

En el río Capanaparo (Apure) se liberaron 456 caimanes con

talla promedio de 65 cm de LT en los años 1992 y 1993. Con los

datos obtenidos por Llobet (2002) se pudo determinar que los

caimanes sobrevivientes de esas liberaciones representaban, por lo

menos, 26% de los individuos mayores a 1,80 m observados en

sectores de dicho río muestreados en el año 2001.

Crecimiento en el ambiente natural

El crecimiento corporal experimentado por los caimanes en su

nuevo ambiente, constituye otra manera de medir el éxito de las

liberaciones. Muñoz y Thorbjarnarson (2000) reportaron que la tasa

de crecimiento promedio de los caimanes liberados en el río Capa-

naparo (0,079 cm LT/día) fue similar a los de los animales

silvestres. Los datos aportados por varios investigadores permiten

comparar el crecimiento de los caimanes recapturados en distintas

localidades (Tabla 8.2).

De los datos presentados en la Tabla 8.2 hay que destacar su

gran variabilidad. A ella contribuye que los lapsos agrupados son

muy amplios, además de que no se discriminó a los animales de

acuerdo con el sexo. Sin embargo, parte de las diferencias pueden

estar relacionadas con las características ecológicas de los ríos y la

calidad de hábitat que ellos representan para los caimanes. Las

tasas máximas de crecimiento de Guaritico y Macanillal, por

ejemplo, son mucho mayores que la de los ríos Cinaruco-

Capanaparo. Esto es de esperar si se considera que estos últimos

ríos son de aguas claras y, por lo tanto, poco productivos, como se

discutió en el Capítulo 5.

Los valores de crecimiento para el caño Matiyure del hato El

Cedral son extraordinarios, y quizás sean parcialmente consecuencia

del hecho de que esos caimanes fueron alimentados eventualmente

por turistas (J. Thorbjarnarson, com, pers.). Con tasas de cre-

cimiento como las reportadas, los individuos liberados pueden

Los Crocodylia de Venezuela

233

alcanzar la talla adulta en unos cinco a seis años después de la

liberación en las localidades más productivas. Las tasas de creci-

miento de los dos individuos recapturados en el embalse de

Tucupido (estado Portuguesa) son, por el contrario, extremadamente

bajas. Los embalses parecen ser ambientes de baja calidad para C.

intermedius (Thorbjarnarson, 1987; Lugo; 1998) y la conveniencia

de liberar de individuos en este tipo de localidades debe ser

considerada con cuidado.

Tabla 8.2 Tasas de crecimientos de caimanes recapturados en distintas

localidades de los llanos de Venezuela. El tiempo transcurrido se

refiere al número de años entre la liberación y la recaptura.

Tasa de crecimiento

(cm/mes)

Tiempo transcurrido y localidad n Intervalo Promedio

Desde 0,5 a 3 años

Macanillal y areas aledañas (El Frío, Apure) 28 0,89 4,61 2,27

Cinaruco-Capanaparo (Apure) 7 1,33 2,99 2,59

Manapire (Guárico) 22 1,54 3,86 2,54

Guaritico (Apure) 12 0,78 6,02 2,93

Orinoco 3 1,90 3,79 3,17

Emb. Tucupido (Portuguesa) 2 -0,20 0,98 0,48

Más de 3 años

Macanillal y areas aledañas (El Frío, Apure) 6 1,62 3,71 2,7

Capanaparo (Apure) 3 1,42 1,72 1,53

Matiyure (Apure) 4 3,78 3,91 3,83

Valores calculados a partir de datos en Chávez, 2000; Jiménez-Oraá, 2005;

Llobet, 2002; Lugo, 1998; Muñoz y Thorbjarnarson, 2000, así como

información no publicada del autor.

Andrés Eloy Seijas

234

Reproducción en el ambiente natural de los

individuos liberados

Como consecuencia de las tasas de crecimiento ya discutidas en

párrafos anteriores, gran parte de los caimanes liberados en los

primeros años (entre 1990 y 1995) ya han alcanzado la talla

reproductiva. La primera evidencia de reproducción se obtuvo en

1997 (Lugo, 1998) en el hato El Frío. Durante la temporada

reproductiva de 2001 se comprobó la anidación de 11 hembras en

los alrededores del caño Macanillal del hato El Frío (M. Trillo,

com. pers.) y de tres hembras en el hato El Cedral (C. Chávez,

com. pers.). Antelo et al. (2010) reportaron un total acumulado de

69 nidos para las temporadas 2003-2007, con un máximo de 19

nidos en el año 2006. Existe también información de que ya hay

hembras reproductivamente activas en el Caño Guaritico (Rafael

Antelo, com. pers.) lugar donde se han liberado, hasta el 2011,

cerca de 1600 de los caimanes, por lo cual se deberían intensificar las

actividades de monitoreo en esta localidad en los próximos años.

CAIMÁN DE LA COSTA

Los esfuerzos de cría de C. acutus con fines de restauración o

fomento poblacional son más modestos que los que han sido

adelantados con el caimán del Orinoco. La primera liberación de

individuos de esta especie se llevó a cabo el 26-feb-1986, con

animales cercanos a los dos años que habían sido capturados

recién nacidos en el río Yaracuy en 1984 (Seijas et al., 1990).

Estos 19 primeros individuos se soltaron en los embalses de

Tacarigua y Jatira, del estado Falcón. Al año siguiente se liberaron

nueve caimanes en el embalse de Pueblo Viejo, pero en este caso

los individuos provenían de esta misma localidad, donde habían sido

capturados como crías en 1986.

A partir de 1991 se intensifica un poco el programa de

liberación cuando se comienzan a soltar caimanes hijos de una

pareja de C. acutus mantenida en el hato Masaguaral. Aunque la

base de datos del GECV es un poco imprecisa, se puede asegurar

Los Crocodylia de Venezuela

235

que al menos 312 de los 704 caimanes de la costa (44,3%)

liberados hasta el 2011, son hijos de la misma pareja antes

mencionada. En el año 1995 el MARN inició un programa de

captura de neonatos y juveniles en la laguna de Turiamo, en el

estado Aragua (González-Fernández, 1999; Lander, 2003) para su

levante en cautiverio y posterior liberación. La cifra de individuos

soltados en el medio natural provenientes de esta localidad es de

124 (17,6% respecto al total).

La localidad que ha recibido la mayor parte de los individuos

liberados es el Refugio de Fauna Silvestre de Cuare, en el estado

Falcón (37,5%), seguido por el Refugio de Fauna Silvestre de los

Olivitos en el estado Zulia (19,0%) y el Río Santa Rosa, también

en el estado Zulia (16,8%) (Fig. 8.8).

Figura 8.8 Caimanes de la costa liberados en distintas localidades de la

región costera de Venezuela hasta el año 2011.

0 50 100 150 200 250 300

RFS Cuare (Falcón)

RFS Los Olivitos (Zulia)

Río Santa Rosa (Zulia)

Emb. Jatira-Tacarigua (Falcón)

Emb. Machango (Zulia)

PN Laguna Tacarigua (Miranda)

RFS Tucurere (Falcón)

Turiamo (Aragua)

Río Negro (Zulia)

Emb. Pueblo Viejo (Zulia)

No. individuos liberados

Andrés Eloy Seijas

236

El programa de fomento y restauración poblacional con el

caimán de la costa ha sido poco evaluado. Cuatro de los primeros

animales liberados fueron recapturados en 1987 y 1988 y mostraron

tasas de crecimiento similares a la de los animales silvestres y

condición física aceptables (Seijas et al., 1990). Arteaga (1991)

encontró que siete de 25 caimanes recapturados en el embalse de

Tacarigua mostraron tasas de crecimiento promedio de 3,63 cm. al

mes, superiores a las que habían experimentado en la etapa previa

en cautiverio (2,72 cm/mes). Urdaneta (2002), en recorridos

nocturnos en Los Olivitos contó un máximo de 15 ejemplares, una

cifra baja si se tiene en cuenta que para el momento de su

evaluación se habían liberado 45 individuos en el refugio, pero hay

que considerar que la fracción de cocodrilos observados en reco-

rridos nocturnos puede ser tan baja como 10% (ver Capítulo 5).

Un solo ejemplar ha sido recapturado en esta última localidad, no

obstante el esfuerzo importante de muestreo que se ha llevado a

cabo (Barros et al., 2005).

El aspecto más crítico del programa con C. acutus es el

altísimo porcentaje de animales hermanos que se han liberado, lo

cual podría traer consecuencias genéticas indeseables en el futuro.

Otro punto que hay que revisar, para evitar que ocurra de nuevo,

es que en el programa que se desarrolló en Turiamo varios de los

animales capturados en dicha localidad, para su traslado al criadero

de El Limón y de allí a otros lugares del país, eran en su mayoría

animales de tallas comprendidas entre 60 y 95 cm de LT

(González-Fernández, 1999; Lander, 2003), es decir, caimanes que

habían sobrevivido su etapa más vulnerable, algunos de ellos con

seguridad mayores de dos años y por lo tanto ya bien establecidos

en la población. Tal vez se partió de una idea preconcebida de que

los caimanes de Turiamo debían ser “rescatados”, cuando lo

apropiado era su protección e, incluso, el fomento de su población.

BABA

En el marco del programa de aprovechamiento comercial de

babas silvestres que comenzó en Venezuela en 1982, se planteó la

Los Crocodylia de Venezuela

237

necesidad de establecer estrategias para mitigar el impacto que la

extracción de individuos pudiera causar sobre las poblaciones

naturales. De esta manera, se estableció en la normativa legal que

cada zoocriadero debería liberar a la vida silvestre una cuota anual

(entre 2% y 10%) de los animales levantados en sus instalaciones,

provenientes de neonatos o huevos colectados en el medio natural

(Baquero y Quero, 1996). El fundamento de este requerimiento era

el de resarcir, de alguna manera, el impacto provocado por el

manejo de la población silvestre. Esa normativa se cumplió de

manera parcial. Aunque no hubo un seguimiento sistemático de sus

resultados, las primeras experiencias reportadas mostraron resul-

tados desastrosos. Espinoza (1989) indicó, por ejemplo, que una

primera liberación de babas criadas en cautiverio sufrió de manera

inmediata una alta mortalidad (estimada en 5%) por ataques de

caribes y babas adultos. Una segunda liberación se llevó a cabo en

un préstamo que tenía babas adultas, una de las cuales fue

posteriormente cazada para el aprovechamiento del cuero. En su

estómago se encontraron las placas de, al menos, 70 de los

individuos liberados en meses anteriores.

Una evaluación más detallada se llevó a cabo con 1287 babas

de dos o más años liberadas en el hato El Cedral, estado Apure

(Seijas et al., 2003). Un grupo de ellas fue soltado antes del

comienzo de la época seca (noviembre-diciembre de 1992) y otro a

comienzos del período de lluvias (abril-julio 1993) (Tabla 8.3).

La recaptura de 210 individuos, en lapsos comprendidos entre

los 26 y los 523 días, permitió determinar cambios en la gordura

relativa, incidencia de heridas y tasas de crecimiento en su hábitat

natural. Ciento quince (115) babas silvestres capturadas en el

mismo hato se usaron como grupo control. Un análisis con un

índice de gordura relativa (IGR) mostró que tanto las babas

silvestres (F=25,4; P<0,001) como las liberadas (F=15,4; P<0,001)

perdieron peso y crecieron a una tasa muy baja (0,257 cm. LCC/

mes) durante la época seca, comparado con el de aquellas

liberadas al comienzo del periodo de lluvias (0,65 cm. LCC/mes).

Las tasas de crecimiento fueron muy bajas, comparadas con las

que se obtienen en condiciones de cautiverio.

Andrés Eloy Seijas

238

Tabla 8.3 Número y distribución por sexo de babas (Caiman crocodilus)

liberadas en el hato El Cedral, estado Apure, en los años 1992 y 1993, y

de babas silvestres capturadas en la misma localidad y años, las cuales

fueron usadas como control.

Origen de los individuos Machos Hembras Sexo no

determinado

Total

Grupo 1: Noviembre-diciembre 1992

(final periodo lluvioso)

256 414 6 676

Grupo 2: Abril-julio 1993

(inicio lluvias)

20 476 0 496

Silvestres 62 44 9 115

338 934 15 1287

No obstante lo reducido del crecimiento durante la época seca,

particularmente en los días inmediatos después de la liberación, la

mayoría de las babas lograron un incremento neto en sus tallas al

transcurrir más de un año, cuando ya habían experimentado un

periodo de lluvias en el ambiente natural (Fig. 8.9).

La metodología usada no permitió evaluar tasas de sobre-

vivencia, pero algunos resultados sugieren que la probabilidad de

sobrevivir una vez liberados aumenta con la talla del individuo al

momento de la liberación. Por ejemplo, al dividir las babas liberadas

en tres categorías de tamaños (pequeñas, medianas y grandes), la

proporción de individuos pequeños recapturados un año después de

vivir en condiciones naturales fue menor que la que representaban

al momento de la liberación (Fig. 8.10). Los individuos más

grandes, por el contrario, aparecieron en mayor proporción entre

los recapturados. La diferencia es altamente significativa (Pearson

X2=7,09; P=0,0289).

En términos generales, se puede concluir que las babas criadas

en cautiverio mostraron signos de adaptación al ambiente natural.

Ello permite recomendar a la cría en cautiverio como estrategia

Los Crocodylia de Venezuela

239

para restaurar poblaciones que hayan sido explotadas en extremo,

lo cual no era el caso del hato El Cedral para el momento de

realizar el estudio. Aunque los zoocriaderos de babas de Venezuela

dejaron de funcionar a mediados de los años 90 del siglo pasado, si

programas de aprovechamiento comercial similares (con esa u otras

especies de crocodílidos) llegaran a desarrollarse en el futuro, sería

conveniente mantener la provisión de reservar una pequeña cuota

de los animales para programas de restauración dentro o fuera del

área donde se localiza el zoocriadero. La utilización o no de los

animales reservados para dichos fines dependería de las con-

diciones del momento.

Figura 8.9 Variación en el crecimiento neto de las babas liberadas a

comienzos del periodo de sequía a medida que transcurre el tiempo en el

medio natural.

-0,4

-0,2

0

0,2

0,4

0,6

0,8

1

1,2

1,4

0 50 100 150 200 250 300 350 400 450 500 550

Días transcurridos en el medio natural

Cre

cim

iento

en L

CC

(cm

/mes

)

Andrés Eloy Seijas

240

Figura 8.10 Proporción de babas en cada una de las categorías de

tamaño (mm de LCC) en que se dividió la muestra. La estructura de

tamaño de las babas capturadas un año después de la liberación es

distinta a la del momento de liberación, lo cual indica que las más

grandes tienen mayor probabilidad de sobrevivir.

0

10

20

30

40

50

60

Po

rcen

taje

de b

ab

as

Liberadas Más de un año

<300 mm LCC 300-399 mm LCC >=400 mm LCC

Los Crocodylia de Venezuela

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Los Crocodylia de Venezuela

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APÉNDICES

Apéndice I. Valores necesarios para calcular el tamaño estimado de una variable morfométrica, y sus

límites de confianza, a partir de otra variable en babas (Caiman crocodilus). En "Selección" se indica

cuales individuos fueron usados para generar la ecuación de regresión: Grupo 1, individuos menores a

350 mm de LCC; Grupo 2, individuos mayores o iguales a 350 mm de LCC; n, tamaño de la muestra.

Los significados de Xm, Sxx y s, se explican en el texto.

Babas región costera

Ec. Variables Selección n Intercepto Pendiente Xm Sxx s R2

I.1 LT vs LCC Todos 73 34,7 1,850 404,8 4977018,4 24,90 0,994

I.2 LT vs Lcab Todos 69 -36,8 7,624 109,3 129998,1 39,29 0,986

I.3 Lt vs Lcab Grupo 1 31 3,5 7,095 70,5 8055,8 29,29 0,940

I.4 Lt vs Lcab Grupo 2 38 -80,4 7,915 141,0 37145,7 44,91 0,970

I.5 Lt vs Lhoc Todos 71 99,8 11,374 60,7 57176,9 34,40 0,989

I.6 Lt vs Aph Todos 64 -97,7 23,155 39,1 12089,4 74,43 0,950

I.7 LCC vs Lcab Todos 107 -36,8 4,073 126,1 2446621,1 20,86 0,988

I.8 LCC vs Lcab Grupo 1 35 -8,9 3,747 71,7 9774,0 10,32 0,975

I.9 LCC vs Lcab Grupo 2 72 -68,8 4,269 152,5 81072,6 22,99 0,976

I.10 LCC vs Lhoc Todos 110 40,5 6,007 71,9 112098,7 19,74 0,990

I.11 LCC vs Aph Todos 103 -67,5 12,364 44,5 23497,2 46,69 0,942

I.12 Lcab vs Lhoc Todos 132 20,2 1,457 74,5 142333,2 3,10 0,996

I.13 Lcab vs Aph Todos 125 -3,6 2,938 45,9 31377,9 10,58 0,952

I.14 Lhoc vs Aph Todos 128 -15,3 1,989 45,8 31762,6 7,97 0,940

Babas región llanera

Ec. Variables Selección n Intercepto pendiente Xm Sxx s R2

I.15 LT vs LCC Todos 94 27,3 1,864 382,8 1739299,9 20,07 0,993

I.16 LT vs Lcab Todos 95 -32,1 7,779 98,7 92415,9 26,71 0,998

I.17 Lt vs Lcab Grupo 1 40 -30,5 7,667 70,6 12207,6 23,66 0,971

I.18 Lt vs Lcab Grupo 2 55 23,9 7,349 119,2 25665,7 26,54 0,974

I.19 Lt vs Lhoc Todos 15 68,5 12,272 46,3 18932,4 60,33 0,984

I.20 Lt vs Aph Todos 15 -60,0 23,109 23,5 2060,5 44,18 0,977

I.21 LCC vs Lcab Todos 135 -28,7 4,148 105,3 170273,0 17,13 0,987

I.22 LCC vs Lcab Grupo 1 83 -17,0 3,909 72,1 13275,6 11,20 0,972

I.23 LCC vs Lcab Grupo 2 87 -21,4 4,029 123,6 74827,1 23,89 0,972

I.24 LCC vs Lhoc Todos 20 33,8 6,484 65,0 40958,9 42,41 0,982

I.25 LCC vs Aph Todos 19 -63,2 13,439 32,5 7832,0 28,36 0,99

I.26 Lcab vs Lhoc Todos 47 18,6 1,474 92,8 198762,6 4,40 0,997

I.27 Lcab vs Aph Todos 47 -7,8 3,313 47,5 47331,7 12,02 0,978

I.28 Lhoc vs Aph Todos 45 -17,1 2,235 48,7 25172,0 9,41 0,971

Andrés Eloy Seijas

272

Apéndice II. Ecuaciones de regresión entre distintas medidas morfométricas de babas de Venezuela. Los

datos fueron trasnformados a sus logaritmos naturales. El coeficiente de regresión (pendiente de la recta)

indica si la relación entre las variables es isométrica o alométrica. Cuandos las variables que se relacionan

son ambas lineales, el valor para perfecta isometría es 1. En las ecuaciones donde interviene el peso, el valor

para perfecta isometría es 3. Cuando los límites de confianza no encierran al valor de perfecta isometría (1 ó

3), existe crecimiento alométrico. El valor de las variables está en milímetros.

Babas región costera

Intervalo de confianza 95% del

coeficiente de regresión

Ec. Ecuación n R2 Límite inferior Límite superior

II.1 Log(LT) = 0,939 + 0,955 Log(LCC) 67 0,997 0,941 0,968

II.2 Log(LT) = 1,845 + 1,029 Log(Lcab) 67 0,991 1,005 1,054

II.3 Log(LT) = 3,198 + 0,849 Log(Lhoc) 68 0,992 0,831 0,868

II.4 Log(LT) = 2,689 + 1,090 Log(Aph) 61 0,972 1,042 1,139

II.5 Log(Peso) = -14,567 + 3,263 Log(LT) 62 0,988 3,171 3,354

II.6 Log(Peso) = -11,482 + 3,113 Log(LCC) 69 0,989 3,034 3,193

II.7 Log(Peso) = -8,344 + 3,311 Log(Lcab) 67 0,980 3,193 3,429

II.8 Log(Peso) = -3,815 + 2,691 Log(Lhoc) 64 0,985 2,608 2,774

II.9 Log(Peso) = -5,432 + 3,452 Log(Aph) 59 0,956 3,255 3,650

II.10 Log(LCC) = 0,929 + 1,081 Log(Lcab) 111 0,995 1,066 1,096

II.11 Log(LCC) = 2,389 + 0,884 Log(Lhoc) 112 0,993 0,870 0,897

II.12 Log(LCC) = 1,833 + 1,142 Log(Aph) 101 0,965 1,098 1,185

II.13 Log(Lcab) = 1,335 + 0,821 Log(Lhoc) 134 0,998 0,814 0,827

II.14 Log(Lcab) = 0,879 + 1,044 Log(Aph) 125 0,969 1,011 1,078

II.15 Log(Lhoc) = -0,530 + 1,266 Log(Aph) 125 0,966 1,223 1,308

Babas región llanos Intervalo de confianza 95% del

coeficiente de regresión

Ec. Ecuación n R2 Límite inferior Límite superior

II.16 Log(LT) = 0,807 + 0,976 Log(LCC) 126 0,997 0,967 0,985

II.17 Log(LT) = 1,619 + 1,083 Log(Lcab) 125 0,993 1,067 1,099

II.18 Log(LT) = 3,279 + 0,833 Log(Lhoc) 17 0,991 0,789 0,878

II.19 Log(LT) = 2,485 + 1,167 Log(Aph) 17 0,990 1,103 1,231

II.20 Log(Peso) = -14,753 + 3,323 Log(LT) 114 0,991 3,262 3,383

II.21 Log(Peso) = -12,025 + 3,234 Log(LCC) 113 0,991 3,177 3,291

II.22 Log(Peso) = -9,388 + 3,603 Log(Lcab) 113 0,987 3,524 3,682

II.23 Log(Peso) = -4,563 + 2,959 Log(Lhoc) 146 0,986 2,901 3,017

II.24 Log(Peso) = -6,348 + 3,816 Log(Aph) 11 0,994 3,589 4,043

II.25 Log(LCC) = 0,890 + 1,097 Log(Lcab) 180 0,994 1,084 1,109

II.26 Log(LCC) = 2,359 + 0,904 Log(Lhoc) 163 0,988 0,889 0,919

II.27 Log(LCC) = 1,750 + 1,188 Log(Aph) 21 0,994 1,145 1,232

II.28 Log(Lcab) = 1,419 + 0,806 Log(Lhoc) 50 0,996 0,790 0,822

II.29 Log(Lcab) = 0,784 + 1,091 Log(Aph) 49 0,991 1,060 1,122

II.30 Log(Lhoc) = -0,764 + 1,347 Log(Aph) 49 0,985 1,299 1,396

Los Crocodylia de Venezuela

273

Apéndice III. Ecuaciones de regresión entre distintas medidas morfométricas de los

Paleosuchus de Venezuela. Valor de las variables en mm. Estas ecuaciones pueden variar

ligeramente a las presentadas en Seijas (2007), al haber cambiado la base de datos usados

para los análisis.

Paleosuchus trigonatus

Ec. Ecuación R2 n

III.1 LT = 14,79766 + 1,8646963 LCC 0,995 15

III.2 LT = -23,97737 + 7,0497403 Lcab 0,986 15

III.3 LT = 67,136693 + 12,342573 Lhoc 0,984 15

III.4 LT = -106,0477 + 20,664465 Acab 0,985 8

III.5 LT = -54,28352 + 23,262999 Aph 0,981 9

III.6 LCC = -28,54747 + 3,8787153 Lcab 0,987 22

III.7 LCC = 35,187548 + 6,3464815 Lhoc 0,980 22

III.8 LCC = -85,49065 + 11,810095 Acab 0,991 14

III.9 LCC = -48,0113 + 12,833302 Aph 0,989 15

III.10 Lcab = 18,196589 + 1,59207 Lhoc 0,979 26

III.11 Lcab = -24,43757 + 3,3559498 Acab 0,980 18

III.12 Lcab = -11,83313 + 3,549734 Aph 0,983 19

III.13 Lhoc = -28,1064 + 2,1750412 Acab 0,982 18

III.14 Lhoc = -19,94064 + 2,301047 Aph 0,985 19

III.15 Acab = 3,9604423 + 1,0519896 Aph 0,992 18

Paleosuchus palpebrosus

Ec. Ecuación R2 n

III.16 LT = 2,7771764 + 1,8010854 LCC 0,994 25

III.17 LT = -45,01173 + 6,4617133 Lcab 0,995 22

III.18 LT = 44,241079 + 10,335092 Lhoc 0,986 23

III.19 LT = -242,0939 + 24,50656 Acab 0,981 17

III.20 LT = -116,1756 + 24,468448 Aph 0,978 17

III.21 LCC = -23,78713 + 3,5775826 Lcab 0,993 26

III.22 LCC = 42,673932 + 5,3887154 Lhoc 0,982 26

III.23 LCC = -151,6896 + 14,29227 Acab 0,982 21

III.24 LCC = -72,11267 + 14,045054 Aph 0,981 21

III.25 Lcab = 18,680039 + 1,50277 Lhoc 0,987 32

III.26 Lcab = -37,15267 + 3,9842052 Acab 0,982 27

III.27 Lcab = -12,15312 + 3,8429046 Aph 0,988 27

III.28 Lhoc = -33,63235 + 2,5969194 Acab 0,975 24

III.29 Lhoc = -23,4816 + 2,7124385 Aph 0,986 24

III.30 Acab = 6,8321225 + 0,9506395 Aph 0,977 27

Andrés Eloy Seijas

274

Apéndice IV. Ecuaciones de regresión entre distintas medidas morfométricas de Paleosuchus de Venezuela.

Los datos fueron trasnformados a sus logaritmos naturales. El coeficiente de regresión (pendiente de la recta)

indica si la relación entre las variables es isométrica o alométrica. Como las variables que se relacionan son

ambas lineales, el valor para perfecta isometría es 1. Cuando los límites de confianza no encierran al valor de

perfecta isometría (1, en este caso), existe crecimiento alométrico. El valor de las variables está en milímetros.

Paleosuchus trigonatus

Intervalo de confianza 95% del

coeficiente de regresión

Ec. Ecuación n R2 Límite inferior Límite superior

II.11 Log(LT ) = 0,591 + 0,999 Log(LCC ) 22 0,996 0,971 1,027

II.12 Log(LT ) = 1,371 + 1,093 Log(Lcab ) 18 0,997 1,069 1,117

II.13 Log(LT ) = 2,838 + 0,894 Log(Lhoc ) 19 0,997 0,868 0,921

II.14 Log(LT ) = 2,136 + 1,258 Log(Aph ) 18 0,989 1,189 1,328

II.15 Log(LCC ) = 0,861 + 1,0757 Log(Lcab ) 20 0,995 1,038 1,112

II.16 Log(LCC ) = 2,285 + 0,885 Log(Lhoc ) 20 0,992 0,845 0,925

II.17 Log(LCC ) = 1,612 + 1,239 Log(Aph ) 20 0,991 1,182 1,297

II.18 Log(Lcab ) = 1,315 + 0,825 Log(Lhoc ) 25 0,998 0,809 0,842

II.19 Log(Lcab ) = 0,731 + 1,143 Log(Aph ) 25 0,998 1,101 1,184

II.20 Log(Lhoc ) = -0,778 + 1,407 Log(Aph ) 24 0,991 1,348 1,465

Paleosuchus palpebrosus

Intervalo de confianza 95% del

coeficiente de regresión

Ec. Ecuación n R2 Límite inferior Límite superior

II.31 Log(LT ) = 0,623 + 0,997 Log(LCC ) 17 0,982 0,923 1,072

II.32 Log(LT ) = 1,582 + 1,067 Log(Lcab ) 18 0,966 0,961 1,172

II.33 Log(LT ) = 3,275 + 0,818 Log(Lhoc ) 18 0,953 0,722 0,914

II.34 Log(LT ) = 2,563 + 1,1355 Log(Aph ) 15 0,963 1,002 1,269

II.35 Log(LCC ) = 0,927 + 1,078 Log(Lcab ) 17 0,993 1,030 1,126

II.36 Log(LCC ) = 2,651 + 0,823 Log(Lhoc ) 17 0,972 0,746 0,900

II.37 Log(LCC ) = 1,898 + 1,151 Log(Aph ) 15 0,988 1,073 1,228

II.38 Log(Lcab ) = 1,578 + 0,771 Log(Lhoc ) 20 0,982 0,719 0,822

II.39 Log(Lcab ) = 0,895 + 1,070 Log(Aph ) 17 0,993 1,021 1,119

II.40 Log(Lhoc ) = -1,087 + 1,455 Log(Aph ) 19 0,987 1,370 1,540

Los Crocodylia de Venezuela

275

Apéndice V. Valores necesarios para calcular el tamaño estimado de una variable morfométrica, y sus límites

de confianza, a partir de otra variable en caimán de la costa (Crocodylus acutus). En "Selección" se indica

cuales individuos fueron usados para generar la ecuación de regresión: Grupo 1, individuos menores a 400 mm

de LCC; Grupo 2, individuos mayores o iguales a 400 mm de LCC; n, tamaño de la muestra. Los significados

de Xm, Sxx y s, se explican en el texto.

Ec. Variables Selección n Intercepto Pendiente Xm Sxx s R2

V.1 LT vs LCC Todos 446 16,0 1,860 207,0 2544599,0 8,72 0,996

V.2 LT vs LCC Grupo 1 319 16,3 1,858 215,7 16909126,0 8,94 0,996

V.3 LT vs LCC Grupo 2 104 34,7 1,813 540,8 32476627,0 19,22 0,995

V.4 Lt vs Lcab Grupo 1 353 0,8 6,206 64,8 187638,0 14,07 0,990

V.5 Lt vs Lcab Grupo 2 96 -27,7 6,519 159,2 130822,0 34,45 0,980

V.6 Lt vs Lhoc Grupo 1 392 89,9 8,738 35,1 100437,0 18,14 0,984

V.7 Lt vs Lhoc Grupo 2 99 92,5 8,884 104,2 86218,0 34,36 0,983

V.8 Lt vs Aph Grupo 1 151 -112,3 32,720 17,7 3304,0 21,30 0,981

V.9 Lt vs Aph Grupo 2 69 -143,3 34,686 34,0 3623,6 53,08 0,958

V.10 LCC vs Lcab Grupo 1 356 -6,3 3,311 64,9 190784,0 7,38 0,990

V.11 LCC vs Lcab Grupo 2 97 -29,6 3,553 160,0 136207,0 15,05 0,987

V.12 LCC vs Lhoc Grupo 1 390 40,7 4,679 35,2 100420,9 9,28 0,985

V.13 LCC vs Lhoc Grupo 2 100 36,5 4,838 104,1 627633,0 16,79 0,986

V.14 LCC vs Aph Grupo 1 152 -64,2 17,372 17,3 3309,6 11,61 0,980

V.15 LCC vs Aph Grupo 2 70 -84,7 18,570 34,1 42246,7 34,08 0,966

V.16 Lcab vs Lhoc Grupo 1 356 13,9 1,417 35,9 94457,0 2,00 0,992

V.17 Lcab vs Lhoc Grupo 2 94 20,1 1,346 103,6 583255,0 2,43 0,996

V.18 Lcab vs Aph Grupo 1 149 -16,2 5,165 17,6 3209,9 3,85 0,975

V.19 Lcab vs Aph Grupo 2 71 -12,7 5,161 34,0 3965,6 8,75 0,952

V.20 Lhoc vs Aph Grupo 1 151 -20,7 3,594 17,7 3294,5 3,00 0,969

V.21 Lhoc vs Aph Grupo 2 68 -22,2 3,768 33,8 3595,6 5,86 0,957

Andrés Eloy Seijas

276

Apéndice VI. Valores necesarios para calcular el tamaño estimado de una variable morfométrica, y sus límites de

confianza, a partir de otra variable en caimán del Orinoco (Crocodylus intermedius). En "Selección" se indica

cuales individuos fueron usados para generar la ecuación de regresión: Grupo 1, individuos menores a 400 mm de

LCC; Grupo 2, individuos mayores o iguales a 400 mm de LCC; n, tamaño de la muestra. Los significados de Xm,

Sxx y s, se explican en el texto.

Ec. Variables Selección n Intercepto Pendiente Xm Sxx s R2

VI.1 LT vs LCC Todos 237 28,0 1,839 523,6 21697726,5 26,92 0,998

VI.2 LT vs LCC Grupo 1 98 18,4 1,875 294,4 620486,1 11,03 0,995

VI.3 LT vs LCC Grupo 2 139 27,0 1,840 685,2 12301764,5 33,93 0,996

VI.4 Lt vs Lcab Grupo 1 123 39,1 5,462 98,0 73722,9 34,46 0,939

VI.5 Lt vs Lcab Grupo 2 205 -163,1 6,784 223,4 1939476,3 93,61 0,980

VI.6 Lt vs Lhoc Grupo 1 122 126,3 7,435 60,2 39810,7 34,36 0,939

VI.7 Lt vs Lhoc Grupo 2 172 31,8 8,504 134,8 555346,9 68,59 0,980

VI.8 Lt vs Aph Todos 24 84,2 28,866 34,7 21073,7 141,83 0,975

VI.9 LCC vs Lcab Grupo 1 124 6,8 3,005 97,6 76212,1 8,84 0,986

VI.10 LCC vs Lcab Grupo 2 190 -89,9 3,657 209,2 1270943,0 49,02 0,974

VI.11 LCC vs Lhoc Grupo 1 123 55,2 4,085 59,9 54100,1 9,39 0,985

VI.12 LCC vs Lhoc Grupo 2 168 37,3 4,417 129,0 281751,2 19,70 0,988

VI.13 LCC vs Aph Todos 21 -98,6 20,785 24,8 699,3 14,07 0,987

VI.14 Lcab vs Lhoc Grupo 1 123 16,2 1,358 59,9 41178,5 1,49 0,996

VI.15 Lcab vs Lhoc Grupo 2 177 23,3 1,310 158,3 744672,0 8,31 0,990

VI.16 Lcab vs Aph Todos 27 29,6 4,316 38,1 27153,7 26,62 0,966

VI.17 Lhoc vs Aph Todos 27 9,0 3,258 38,1 27153,7 20,92 0,963

Los Crocodylia de Venezuela

277

Apéndice VII. Ecuaciones de regresión entre distintas medidas morfométricas de caimanes (Crocodylus spp)

de Venezuela. Los datos fueron trasnformados a sus logaritmos naturales. El coeficiente de regresión

(pendiente de la recta) indica si la relación entre las variables es isométrica o alométrica. Cuandos las variables

que se relacionan son ambas lineales, el valor para perfecta isometría es 1. En las ecuaciones donde interviene

el peso, el valor para perfecta isometría es 3. Cuando los límites de confianza no encierran al valor de perfecta

isometría (1 ó 3), existe crecimiento alométrico. El valor de las variables está en milímetros.

Crocodylus acutus

Intervalo de confianza 95% del

coeficiente de regresión

Ec. Ecuación R2 n Límite inferior Límite superior

VII.1 Log(LT ) = 0,852 + 0,965 Log(LCC ) 0,998 571 0,962 0,968

VII.2 Log(LT ) = 1,792 + 1,009 Log(Lcab ) 0,996 449 1,003 1,015

VII.3 Log(LT ) = 3,098 + 0,818 Log(Lhoc ) 0,989 487 0,810 0,826

VII.4 Log(LT ) = 2,631 + 1,220 Log(Aph ) 0,991 203 1,204 1,236

VII.5 Log(LCC ) = 0,995 + 1,041 Log(Lcab ) 0,996 448 1,035 1,047

VII.6 Log(LCC ) = 2,339 + 0,845 Log(Lhoc ) 0,990 485 0,838 0,853

VII.7 Log(LCC ) = 1,887 + 1,251 Log(Aph ) 0,991 208 1,235 1,267

VII.8 Log(Lcab ) = 1,282 + 0,813 Log(Lhoc ) 0,994 447 0,808 0,819

VII.9 Log(Lcab ) = 0,877 + 1,194 Log(Aph ) 0,990 204 1,177 1,210

VII.10 Log(Lhoc ) = -0,416 + 1,442 Log(Aph ) 0,987 203 1,419 1,465

VII.11 Log(Peso (gr)) = -13,696 + 3,120 Log(LT ) 0,974 539 3,076 3,163

VII.12 Log(Peso (gr)) = -11,128 + 3,026 Log(LCC ) 0,971 499 2,980 3,071

VII.13 Log(Peso (gr)) = -8,219 + 3,171 Log(Lcab ) 0,966 430 3,114 3,227

VII.14 Log(Peso (gr)) = -4,046 + 2,551 Log(Lhoc ) 0,953 475 2,499 2,602

VII.15 Log(Peso (gr)) = -6,107 + 3,990 Log(Aph ) 0,953 203 3,868 4,113

Crocodylus intermedius Intervalo de confianza 95% del

coeficiente de regresión

Ec. Ecuación R2 n Límite inferior Límite superior

VII.16 Log(LT ) = 0,867 + 0,964 Log(LCC ) 0,998 217 0,958 0,970

VII.17 Log(LT ) = 1,922 + 0,972 Log(Lcab ) 0,992 207 0,962 0,985

VII.18 Log(LT ) = 3,093 + 0,810 Log(Lhoc ) 0,986 200 0,797 0,824

VII.19 Log(LT ) = 2,738 + 1,224 Log(Aph ) 0,983 15 1,128 1,320

VII.20 Log(LCC ) = 1,033 + 1,022 Log(Lcab ) 0,995 276 1,013 1,031

VII.21 Log(LCC ) = 2,240 + 0,855 Log(Lhoc ) 0,987 277 0,844 0,867

VII.22 Log(LCC ) = 2,058 + 1,236 Log(Aph ) 0,983 19 1,152 1,319

VII.23 Log(Lcab ) = 1,160 + 0,841 Log(Lhoc ) 0,995 265 0,834 0,848

VII.24 Log(Lcab ) = 1,236 + 1,129 Log(Aph ) 0,975 19 1,038 1,221

VII.25 Log(Lhoc ) = 0,135 + 1,335 Log(Aph ) 0,979 19 1,236 1,435

VII.26 Log(Peso (gr)) = -13,698 + 3,138 Log(LT ) 0,982 278 3,088 3,188

VII.27 Log(Peso (gr)) = -11,016 + 3,023 Log(LCC ) 0,988 279 2,983 3,063

VII.28 Log(Peso (gr)) = -7,653 + 3,038 Log(Lcab ) 0,975 272 2,979 3,097

VII.29 Log(Peso (gr)) = -3,981 + 2,524 Log(Lhoc ) 0,966 267 2,467 2,581

Andrés Eloy Seijas

278

CONTENIDO

Pag.

Capítulo 1

LOS CROCODYLIA…………………………………. 7

Características físicas…………………………………… 10

Comportamiento……………………………………….. 14

Reproducción y desarrollo ……………………………. 15

Diferencia entre sexos……………………………….... 16

Alimentación………………………………………...... 17

Longevidad…………………………………………..... 18

Clasificación de los Crocodylia……………………… 21

Capítulo 2

LOS CROCODYLIA DE VENEZUELA……………. 27

Sinopsis sobre las especies de Crocodylia de Venezuela…. 29

La Baba (Caiman crocodilus)…………………………… 29

Los Paleosuchus……………………………………………… 39

El Caimán de la Costa (Crocodylus acutus)……………. 49

El Caimán del Orinoco (Crocodylus intermedius)……… 60

Conservación de las especies de Crocodylia de

Venezuela ……………………………………………….. 66

Capítulo 3

CAPTURA, MANIPULACIÓN Y MARCAJE……… 71

Captura………………………………………………….. 71

Manipulación……………………………………………. 77

Marcaje………………………………………………….. 80

Capítulo 4

MORFOMETRÍA……………………………………. 87

Toma de datos…………………………………………... 89

Relaciones Morfométricas en babas……………………. 90

Relaciones Morfométricas en el género Paleosuchus…… 95

Relaciones Morfométricas en el género Crocodylus……. 98

Aplicabilidad de los Análisis Morfométricos…………... 102

Los Crocodylia de Venezuela

279

CONTENIDO

Pag.

Capítulo 5

ANÁLISIS DE POBLACIONES…………………….. 109

Consideraciones metodológicas…………………………. 109

Determinación de abundancia………………………….. 110

Unidades de medida de la densidad o abundancia……. 118

Determinación de la estructura poblacional…………… 120

Factores de corrección y ajustes……………………….. 124

Abundancia y estructura poblacional de las especies… 129

Capítulo 6

DIETA………………………………………………… 159

Métodos…………………………………………………… 160

Dieta de la misma especie en distintas localidades……… 166

Dieta de distintas especies en la misma localidad……….. 175

Capítulo 7

LOS CROCODYLIA COMO RECURSO……………. 185

Usos tradicionales……………………………………….. 185

Aprovechamiento comercial…………………………….. 187

Zoocriaderos comerciales………………………………... 199

Capítulo 8

CRÍA EN CAUTIVERIO…………………………..… 209

Colecta e incubación de huevos…………………………. 215

Crianza de Crocodilios con fines de repoblación……….. 224

Caimán del Orinoco………………………………….. 225

Caimán de la Costa…………………………………… 234

Baba………………………………………………….. 236

REFERENCIAS…………………………… 241

APÉNDICES………………………………. 271

NOTAS DEL AUTOR PARA LA EDICIÓN DIGITAL

Para esta edición digital agregué, como apéndices adicionales,

1) una Fe de Errata; 2) Aclaratoria de imprecisiones; 3) Cálculo de

límites de confianza para el estimado de una medida corporal a

partir de otra; 4) Un Resumen Curricular y 5) Agradecimientos.

Estos dos últimos puntos se presentan tal como fueron redactados

en el 2011.

Fe de erratas

Para esta edición digital se corrigieron algunos errores presentes

en la edición impresa, la mayor parte de ellos referentes a unos

pocos problemas de acentuación y a inconsistencias en el uso de las

comas (“,”) y puntos y comas (“;”) en el momento que se citan las

referencias en el texto. Se corrigieron algunas otras pocas

inconsistencias o errores, fácilmente reconocibles como tales por

cualquier lector, y que no provocaban ningún tipo de confusión

sobre lo que se quería decir, por lo que no vale la pena detallarlas

en esta nota. Ninguna de esas correcciones cambia el sentido

original de las oraciones en las que aparecen. Otras modificaciones

relevantes se señalan a continuación.

En la primera fila de la Tabla 2.3 (página 47) donde decía

“Escamas Occipitales (EO)” se escribió “Escamas Post-

Occipitales”, que es lo que en realidad corresponde.

En versión impresa se omitió por error de la Figura 2.11 (página

55), el dibujo de los patrones de escamación de Crocodylus acutus

que debió aparecer a la izquierda de las dos fotografías

incorporadas. Sin ese dibujo la leyenda de la figura pierde

completamente su sentido. En esta versión digital se agrega el

dibujo referido.

Dos tablas con distintos contenidos fueron identificadas con el

mismo número (Tabla 5.3) (páginas 127 y 132). Se mantuvo el

error, porque su corrección hubiera significado numerosos cambios

tanto en el texto como en la numeración de todas las tablas

sucesivas, lo que me pareció inconveniente.

Se completó la nota al pie de la Tabla 6.8 (página 178),

agregando al final del texto “con excepción de los peces”.

Por lo demás, el significado del texto de cada página, cada

párrafo y cada línea se corresponde de manera fiel con el texto

original impreso, aunque pueden existir pequeñas diferencias de

forma (tamaño de las letras, tamaño de las tablas y otras).

Imprecisiones

Vale la pena mencionar algunos errores u omisiones de otra

índole. En el segundo párrafo de la página 7 se dice que son siete

las especies de Crocodylia que existen en Sur América, cuando en

realidad son ocho, como queda claro en la Tabla 1.1 (página 25).

Por otra parte, en el último párrafo de la página 104 se afirma

que el cráneo más grande de Crocodylus intermedius del que se

tenga noticias (68 cm) se encuentra en el Museo de Rancho

Grande, en Maracay, cuando en realidad Antelo (2008) menciona a

un ejemplar con un cráneo de 74 cm (el Caimán de Pariaguán).

Ambas imprecisiones se mantienen en esta versión digital.

Cálculo límites de confianza

Los modelos de regresión que aparecen en los apéndices pueden

ser usados para estimar el tamaño de una parte del cuerpo (que se

desconoce) a partir de otra (conocida). La ecuación general de estos

modelos es:

𝒀 = 𝒂 + 𝒃 ∙ 𝒙

Donde Y es valor predicho por el modelo, a es el intercepto de la

recta en el eje de las abscisas, b es la pendiente de la línea de

regresión, y, por último, x es el tamaño de la parte del cuerpo que

se usa para predecir Y. Los valores de “Xm”, “Sxx” y “s” que

aparecen en los señalados apéndices I, V y VI sirven para calcular

los límites de confianza de Y. En la versión impresa se dice que sus

significados aparecían en el texto, lo cual no fue el caso, por lo que

se hace a continuación:

Xm = 𝒙, el valor promedio de la variable morfométrica (tomada

como variable independiente) utilizada para el análisis de

regresión.

𝑺𝒙𝒙 = ∑ (𝒙 − 𝒙)𝟐𝒏𝒊=𝟏 , es la suma de las diferencias al cuadrado

de cada observación respecto a la media general.

𝒔 = √𝟏

𝒏−𝟐∑ (𝒚𝒊 − 𝒀𝒊)𝟐𝒏

𝒊=𝟏

𝟐; es la desviación estándar de los

residuales del modelo de regresión, donde yi es el valor observado

y Yi es el valor predicho por el modelo. El valor de s puede ser

obtenido a partir de distintos análisis de algunos programas

estadísticos (Por ejemplo, s es el root mean square error, RMSE,

que aparece en el análisis de varianza con JMP In; o la raíz

cuadrada de Dispersion Phi en el GLM con Past, por citar dos

ejemplos).

Con todos esos valores es posible calcular los límites de

confianza de un valor estimado (Y), de acuerdo a la ecuación:

𝑳í𝒎𝒊𝒕𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒇𝒊𝒂𝒏𝒛𝒂 = 𝒀 ∓ 𝒕𝒔 {𝟏 +𝟏

𝒏+

(𝒙 − 𝒙)𝟐

𝑺𝒙𝒙}

𝟏𝟐

Donde, n es el número de datos usados en el modelo de

regresión y t es el valor tabulado de la distribución de Student para

el nivel de probabilidad deseado (con n-2 grados de libertad).

Para más detalles, consultar:

CAMPBELL, R. C.

1967. Statistics for biologists (3ra ed.). Cambridge University Press, New

York (Pag. 341-342).

HAMMER, Ø.

2017. Past. Paleontological Statistics Reference Manual. Version 3.15.

SALL, J., A. LEHMAN Y L CREIGHTON.

2001. JMP Start statistics. A guide to statistics and data analysis using JMP

and JMP In Software. (2da ed.).Duxbury, Pacific Grove, CA. (Pag.

138).

Un ejemplo servirá para ilustrar mejor el uso de las ecuaciones

de los apéndices I, V y VI.

El 11-MAY-1987 se capturó una baba (Caiman crocodilus

fuscus) en el embalse de Tacarigua, estado Falcón, con la cola

mutilada. Le faltaban la totalidad de las CCS y poseía solo 11 CCD

(por lo general poseen entre 13 y 14 CCD). La LT medida fue 1005

mm. ¿Cuál sería la LT de este animal con la cola completa? Se

estimará a partir de tres medidas disponibles: LCC=645 mm;

Lcab=169 mm, y Lhoc=101.7 mm. Utilizando los valores

reportados en el Apéndices I, se calcula la LT estimada (Y) y se

sustituyen los otros valores en la ecuación anterior: Los resultados

son:

LT(LCC) = 1228 mm ± 49.8 mm (Eq. I.1)

LT(Lcab) = 1257 mm ± 92.9 mm (Eq. I.4)

LT(Lhoc) = 1256 ± 69.2 mm (Eq. I.5)

El intervalo se calculó para el 95% de confianza. Los valores de

t-student´s varían en cada ecuación, dependiendo del tamaño de la

muestra.

El animal en cuestión había perdido entre 15.9 a 34.5 cm de su

cola.

Andrés Eloy Seijas Y.

4 sep. 2017

AGRADECIMIENTOS

Mi relación con los Crocodylia comienza cuando buscaba un

tema para mi tesis de Licenciatura en Biología en el año 1976.

Después de explorar varias posibilidades, que iban desde el estudio

del “periphyton” en cuerpos de agua en el Módulo Experimental de

Mantecal (MEM) hasta la de ahondar en la ecología de la tortuga

Kinosternon scorpioides en los llanos, me topé, casi por descarte,

con la propuesta que me hiciera el ya fallecido profesor Jesús

María Pacheco de trabajar bajo la dirección de Santiago Ramos,

recién ingresado profesor del Instituto de Zoología Tropical (IZT).

El objetivo era estudiar aspectos de la ecología y el metabolismo de

la baba (Caiman crocodilus) integrante conspicuo de la fauna de

los llanos inundables de Venezuela. La biología de esta especie era

apenas conocida en aquel momento y los primeros estudios en el

país, de Carlos Rivero-Blanco y Mark Staton, eran todavía muy

recientes.

Mi trabajo en el MEM contó con la entusiasta colaboración de

todo el equipo del IZT que coordinaba el profesor Pacheco. Quiero

agradecer en particular a mi tutor Santiago y a quienes se

constituyeron en mis ayudantes de campo: Tomás Pino, Gustavo

Villarroel, Gregory Colomine (††), Eduardo “El Pavo” Miranda

(††), Wilman “Picosa” Vásquez, Franklin Michelangelli, Napoleón

León, Eglis Méndez, José Rodríguez, Oswaldo Travieso y Gerardo

García.

Una vez graduado, en 1979, entré a trabajar en la Oficina de

Fauna del Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales

Renovables-MARNR (ahora MINAMB). Mi jefe, Gonzalo Medina

Padilla, apoyó mis iniciativas de investigación sobre el caimán de

la costa (Crocodylus acutus) primero en la bahía de Turiamo,

apenas a una hora de recorrido desde nuestra oficina en Rancho

Grande, y luego al resto del país. Numerosos colegas y compañeros

de trabajo participaron en las expediciones que planificamos entre

1980 y 1984. Quiero darle un reconocimiento especial a Luis

Caballero, Pedro Liendo, Gerardo Cordero, Arnaldo Ferrer, Ramón

Rivero, Sergio Bermúdez, Alberto Wilinski, José Ochoa, Arelis

Chang, Edgar Useche, Frank Espinoza, Luis Machado, Francisco

Bisbal y José Daniel Pérez Bora. En esa época tuve el privilegio de

organizar una actividad de campo en la compañía de Tomás

Blohm, Peter Brazaitis y Myrna Watanabe.

Para el trabajo de campo de mi tesis de maestría (con el caimán

de la costa) me acompañaron en ocasiones algunos de los amigos

del MARNR ya mencionados y también Betty Baquero, F. Wayne

King (mi tutor), Dante Vides, John Thorbjarnarson (††) y, en

especial, Carlos Chávez, quien me ayudó también años más tarde

con el trabajo de campo con el caimán del Orinoco en el río

Cojedes.

Otras personas con las que he compartido actividades de campo

relacionadas con los crocodilios, o que me han suministrado

gentilmente datos, son Alfredo Arteaga, Alfredo Morales, Álvaro

Velasco, Bethina Vargas, Carlos Cáseres, Carlos Sánchez, Daría

Pirela, Esteban López, Ernesto Boede, Gustavo Hernández,

Gustavo Spinetti, Hedelvy Guada, Ildemaro González, Jesús Rivas,

José Ayarzagüena, María Muñoz, Marianne Navarro, Martín

Correa-Viana, Néstor Windelboxel, Omar Hernández, Oscar Brull,

Ramón Leal, Ricardo Babarro y Tibisay Escalona.

A mis estudiantes: Alfonso Llobet, Ariel Espinosa Blanco,

Fredy Garabito, Heide Heredia, Joaquín Salazar, José Adrianza,

José Manuel Mendoza, Juan Manrique, Keila Matos, Luis Sánchez,

Magddy Jiménez-Oraá, Magdiel Jiménez-Oraá, Manuel González-

Fernández, Pablo Meza, Pamela Ávila, Rogers Barreto, Tito

Barros, Yamilé Terán, Yubane Rosales, Yohiner Delfín. En ellos

ha recaído gran parte del trabajo pesado en los últimos años.

A las instituciones y personas que facilitaron mis estudios de

postgrado y han apoyado mi trabajo de campo: MARNR (Gonzalo

Medina Padilla, Douglas Figueroa, Enrique Dorta), World Wildlife

Fund (Curtis Freese, Byron Swift), Universidad de Florida (F.

Wayne King, John Robinson, Kent Redford, Richard Bodmer, J.

Perran Ross), Wildlife Conservation Society (Stuart Strahl, John

Thorbjarnarson), UNELLEZ, Fundación Fullbright, CONICIT,

FUDENA (Cecilia Blohm, Glenda Medina) y PROVITA, FUDECI

(Omar Hernández, Antonio Machado Allison).

A mi esposa, Lemnie Falkenhagen, y mis hijos: Andrés y Sara,

quienes con frecuencia me asistieron en la toma de datos y en el

trabajo sucio de mantenimiento del zoocriadero de la UNELLEZ.

Con seguridad hay más personas con las que estoy en deuda por

la ayuda que me han prestado, lamento no poder recordarlas a

todas. Mis sinceras disculpas a todas ellas.

La versión final de este libro mejoró sustancialmente con las

correcciones y sugerencias de Jorge Méndez, Lemnie Falkenhagen,

Andrés Seijas F., Sara Seijas F., Aldeima Pérez, Roldán De Sola, y

los miembros del jurado que lo evaluó como trabajo de ascenso a la

categoría de profesor titular de la UNELLEZ (Rony Tejos, Alexis

Arends y, muy especialmente, Martín Correa-Viana). Como ya se

acostumbra a decir en estos casos, los errores y limitaciones que

permanecen son de mi entera responsabilidad.

Andrés E. Seijas

Guanare, Junio 2011.

RESUMEN BIOGRÁFICO DEL AUTOR

Andrés E. Seijas Yanes. Biólogo (Escuela de Biología, UCV-

1979) con maestría (1988) y Doctorado (1998) de la Universidad

de Florida (Gainesville-EE.UU). Trabajó (1979-1989) en el

Ministerio del Ambiente (MARNR) en investigaciones

relacionadas con inventarios de fauna, anillado de aves y

evaluaciones poblacionales del caimán de la costa (Crocodylus

acutus) y la baba (Caiman crocodilus). Ingresó a la Universidad de

los Llanos (UNELLEZ) en 1989, institución donde impartió

docencia en Zoología, Manejo de Fauna y Biología de la

Conservación. Encargado del zoocriadero de Crocodylus

intermedius de esa institución por 20 años. Pertenece al Comité de

Supervivencia de las Especies (SSC-UICN) desde 1984. Fue

presidente del Grupo de Especialistas en Cocodrilos de Venezuela

(GECV). Es autor o coautor de más de 50 publicaciones.