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    1/6

      Colonida

    en

    el

    modernismo

    peruano

    Como si

    hubiera

    pretendido imitar

    un sello

    de

    aguas,

    COL6-

    NID insert6

    -sobre el

    fondo

    oscuro

    de las

    portadas

    de su

    pri-

    mero y

    segundo nmmeros,

    e

    impresa

    con

    tinta

    de

    un palido

    co -

    lor blanco-, la

    silueta

    de la

    Santa

    Maria ;

    y,

    a

    la distancia,

    los velmnenes

    inciertos de

    las otras

    naves

    que

    le senalaron

    a

    Europa

    el camino

    hacia el nuevo

    continente.

    Debajo, un

    retra-

    to de

    Jose Santos

    Chocano, ejecutado

    por Abraham Valdelomar.

    Acaso

    implicaban ambos signos

    una preferencia

    por las

    expre-

    siones

    y las

    cosas de

    America. Tal vez no eran

    sino

    vago tra-

    sunto de una inquietud que incitaba a

    dilatar

    los horizontes.

    Pa-

    ra

    averiguarlo,

    escuchemos

    el juicio

    de

    Jose Carlos

    Mariategui,

    participe

    de aquella

    famosa peripecia

    literaria. Dice:

    i)

      Col6nida no

    fue

    un

    grupo,

    no

    fue

    un

    cenaculo,

    no fue

    una

    escuela,

    sino un movimiento,

    una actitud,

    un estado

    de animo.

    El colonidismo

    careci6 de

    contornos

    definidos.

    Fugaz meteo-

    ro literario,

    no

    pretendi6

    nunca

    cuajarse

    en

    una

    forma. No

    im-

    puso

    a

    sus

    adherentes

    un

    verdadero

    rumbo

    estetico.

    El

    colo-

    nidismio

    no constituia

    una

    idea ni

    un

    metodo.

    Constituia

    un

    sentimiento

    eg6latra, individualista,

    vagamente

    iconoclasta,

    im-

    (I) .--Jose

    Carlos

    Mariategui:

    7

    ensayos

    de

    interpretacion

    de la reali-

    dad peruana

    Edibiones

    Amniauta,

    Lima. -19e8.

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    2/6

    REVIST IBERO MERIC N

    precisamente

    renovador. Col6nida

    no

    era

    siquiera

    un haz

    de

    temperamentos

    afines;

    no era, al menos propiamente,

    una

    ge

    neraci6n. En sus rangos, con Valdelomar,

    More, Gibson, etc.,

    militibamos

    algunos

    escritores

    adolescentes,

    novisimos, princi-

    piantes.

    Los

    col6nidos

    no coincidian

    sino en la

    revuelta contra

    todo

    academicismo. Insurgian contra los

    valores,

    las

    reputa-

    ciones

    y los

    temperameitos

    academicos.

    Su

    nexo era

    una

    pro-

    testa, no

    una afirmaci6n.

    Conservaron,

    sin embargo,

    mientras

    convivieron en el mismo movimiento, algunos rasgos espiritua-

    les comunes. Tendieron a un gusto decadente,

    elitista,

    aristo-

    critico,

    algo m6rbido. Valdelomar

    trajo

    de

    Europa

    germenes

    de d'annunzianismo

    que

    se

    propagaron en nuestro ambiente vo-

    luptuoso, ret6rico y meridional.

    La

    bizarria,

    la

    agresividad,

    la injusticia

    y hasta

    la extrava-

    gancia

    de

    los col6nidos fueron fitiles.

    Cumplieron

    una fun-

    ci6n renovadora.

    Sacudieron la

    literatura

    nacional. La de-

    nunciaron

    como una vulgar rapsodia de

    la

    mas mediocre lite-

    ratura espafiola. Le

    propusieron nuevos

    y

    mejores

    modelos,

    nue-

    vas

    y mejores rutas.

    A tacaron a sus fetiches,

    a sus

    iconos,

    iniciaron

    lo

    que

    algunos escritores

    calificarian

    como

    una

    revi-

    si6n de

    nuestros

    valores literarios . Col6nida , fue una fuer-

    za

    negativa,

    disolvente,

    beligerante. Un

    gesto

    espiritual

    de va-

    rios

    literatos

    que se

    oponian al

    acaparamiento

    de la

    fama na-

    cional

    por un arte anticuado, oficial y pompier .

      De

    otra

    lado,

    los col6nidos

    no

    se

    comportaron

    siempre

    con

    injusticia.

    Simpatizaron

    con todas las figuras h'ereticas,

    he-

    terodoxas, solitarias, de nuestra

    literatura .

    Y,

    ubicando

    la importancia

    de

    la

    empresa

    en el

    proceso

    de

    la literatura peruana ,

    afirma:

      Col6nida

    represent6

    una

    insurrecci6n

    -decir

    una

    revolu-

    ci6n

    seria

    exagerar

    su

    importancia-

    contra

    el academicismo

    y

    sus

    oligarquias,

    su enfasis

    ret6rico,

    su gesto conservador,

    su

    galanteria

    dieciochesca

    y

    su

    melancolia

    mediocre

    y

    ojerosa.

    Los

      col6nidos ,

    virtualmente,

    reclamaron

    sinceridad

    y

    naturalismo.

     

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    3/6

    ESTUDIO

    0 S

    Su

    movimiento

    demasiado

    heter6clito

    y

    anarquico,

    no

    pudo

    con-

    densarse

    en una

    tendencia

    ni concretarse

    en una

    f6rmula.

    Ago-

    t6 su

    energia

    en

    su grito iconoclasta

    y su

    orgasmo

    esnobista .

    En

    la fuerza

    insurreccional

    de

    COL6NID

    A y en

    su espiritu

    renovador

    no hubo, sin

    embargo,

    intransigencia.

    Varios

    escri-

    tores hicieron

    olonidismo

    sin pertenecer

    a

    la capilla

    de Valde-

    lomar

    -nos

    dice Jose

    Carlos

    Marittegui.

    Y,

    precisando

    la

    alusi6n, Luis Fabio

    Xammar

    agrega:

    2

    Col6nida

    tenia un

    amplio

    eclecticismo

    intelectual.

    Acogia

    en

    sus columnas

    posiciones

    y

    muestras

    de

    las

    mas diversas

    sen-

    sibilidades

    (por ejemplo

    Chocano y

    Eguren), pero esta

    recep-

    tividad

    no

    significaba ni fiofieria ni

    tolerancia culpable

    para de-

    jar pasar

    valores de contrabando .

    A'in hay otro

    valor

    que

    caracteriza

    a COL6NIDA:

    es su

    reac-

    ci6n

    contra el

    desden

    con que

    los escritores capitalinos

    solian

    mirar

    el

    movimiento

    cultural

    de

    las

    provincias, su

    orientaci6n

    hacia la

    bisqueda

    de cauces propios.

    COL6NIDA

    ful

    dirigida por

    Abraham

    Valdelomar;

    pero,

    sin

    subestimar

    lo

    personal

    de la

    empresa,

    se la ha

    considerado

    siem-

    pre

    como

    vocero

    del

    grupo

    literario

    que

    respondia

    al

    mismo

    nombre.

    Al

    respecto,

    no es

    muy precisa

    la

    informaci6n

    de Luis

    Alberto

    Sanchez

    cuando

    afirma

    que

    al grupo

    COL6NIDA

    aflu-

    yeron

    voluntarios

    procedentes

    de

    todas

    partes.

    Dice

    que

    acu-

    dieron:

    (3)

      De

    Arequipa,

    con Alberto

    Hidalgo

    y

    Cesar

    Atahualpa

    Ro-

    driguez;

    de

    Trujillo,

    con

    Antenor

    Orrego,

    Cesar

    Vallejo,

    Alci-

     2).-Luis

    Fabio

    Xammar:

    Tesis

    doctoral,

    sobre

    la obra

    de

    Abraham

    Valdelomar,

    presentada

    a la

    Facultad

    de

    Letras

    de la Universidad

    Mayor

    de

    San Marcos.

    (Inedita).

    3.--Luis

    Alberto Sanchez:

    Indice de

    la poestia

    peruana

    contenmpordnea

    Ediciones

    Ercilla,

    Santiago

    de

    Chile

    1937.

     

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    4/6

    R E V I S T

    A

    IB E R O M E R IC N

    des

    Spelucin

    y

    Haya

    de

    la

    Torre;

    de

    Lima,

    con

    Jose

    Carlos

    Ma-

    riategui

    Cesar Falc6n,

    Eduardo

    Zapata

    L6pez, Jose

    Carlos

    Chi-

    rif,

    Pablo

    Abril

    de

    Vivero;

    de

    Puno,

    con Alejandro

    Peralta;

    de

    Cajamarca

    con

    Nazario

    Chavez

    Aliaga .

    Pero

    Alciles

    Spelucin

    se

    encarga

    de

    rectificar

    esta

    informa-

    ci6n

    cuando

    menciona,

    con

    ostensible

    desencanto,

    la

    escasa

    com-

    prensi6n

    que

    ofrecieron

    los

    col6nidos

    a

    los

    mozos

    de

    enton-

    ces:

    (4)

      Nuestra

    generaci6n,

    la

    que

    apareci6

    en

    las

    letras

    naciona-

    les

    en

    momentos

    de

    la

    liquidaci6n

    Col6nida ,

    se

    encontr6

    con

    un

    lenguaje

    poetico

    vaporoso

    y

    delicuescente.

    Con

    los

    giros

    y

    palabras

    poeticas

    en

    boga

    se

    expresaban

    a

    las

    mil

    maravillas

    los

    tambien

    vaporosos

    y

    delicuescentes

    t6picos

    poeticos

    de

    la epoca

      Col6nida .

    Nuestra

    falta

    de

    dominio

    sobre

    la

    expresi6n

    y

    nuestra

    impotencia

    para

    liberarnos

    de

    los

    lugares

    comunes

    de

    la

    poesia

    de

    entonces,

    confundieron

    al

    principio

    nuestro

    mensa-

    je

    con

    el

    de la

    generaci6n

    precedente.

    Pero

    esta

    confusi6n

    dur6

    poco.

    Los

    hermanos mayores,

    los

    Col6nidos ,

    que nos

    ha-

    bian

    saludado

    cordialmente,

    nos negaron

    despues,

    asegurando

    que

    llegabamos

    a la

    zona

    de

    o

    incomprensible

    o

    de

    lo

    incon-

    gruente.

    Fue

    entonces

    cuando

    nuestra

    generaci6n

    se

    sinti6 due-

    fi

    de si

    misma,

    duefia

    de su

    expresi6n

    y duefia

    de

    su

    estetica .

    COLONIDA

    dio

    la

    impresi6n

    de

    la

    existencia

    de un

    grupo,

    de-

    bido

    a su

    eclecticismo

    y su

    beligerancia.

    Atrajo

    la

    simpatia

    de

    muchos

    descontentos,

    porque se

    enfrent6

    al academicismo

    rei-

    nante

    y

    empez6 a

    divulgar

    los

    valores

    aislados.

    Adopt6

    una

    ac-

    titud

    plasmando

    un

    latente

    estado

    de

    espiritu

    y

    por eso se

    con-

    virti6

    en

    foco,

    a donde convergieron

    y

    de

    donde irradiaron

    las

    energias

    de

    los no conservadores.

    Pero,

    aparte

    de Jose

    Carlos

    Mariategui,

    Enrique A.

    Carrillo

    Percy

    Gibson,

    Augusto

    Agui-

    rre

    Morales

    y

    otros

    adherentes

    circunstanciales,

    el

    grupo

    es-

    tuvo

    integrado

    fundamentalmente

    por

    aquellos

    ocho

    poetas

    que

    (4).-Alcides Spelucin: Trayectoria

    literaria

    de

    Cesar

    Vallejo .

    Pre-

    sente :

    No. 3 Lima.

    Segundo

    semnestre de

    1931.

      o

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    5/6

    ESTU IS

    reunieron

    sus

    composiciones

    en

    Las voces

    mriltiples

    a

    saber:

    Abraham Valdelomar, Alberto Ulloa Sotomayor, Federico

    Mo-

    re,

    Alfredo

    Gonzalez

    Prada,

    Antonio Garland, Hernin

    Belli-

    do Pablo Abril

    de Vivero, y Felix

    del Valle. Y -como ob-

    servaba Jose Carlos Mariitegui-

    stos no

    formaban

    un grupo,

    ni

    una

    escuela, ni

    un

    centculo, ni

    siquiera

    una generaci6n.

    Cons-

    tituian la capilla

    de Valdelomar .

    Por

    eso

    se

    observa

    que la

    agonia de COL6NIDA

    coincide con el

    parcial

    alejamiento

    de

    Abra-

    ham Valdelomar: en

    el

    cuarto

    nimero

    encarga a un

    adminis-

    trador -Ernesto

    More- la atenci6n

    de

    los

    asuntos

    concer-

    nientes

    a

    la

    revista, pero

    el

    quinto

    nt imero

    no

    alcanza

    a

    ver

    la

    luz

    Como

    consta

    por el

    pie

    de

    imprenta:

    los

    dos

    primeros

    n'ime-

    ros

    fueron

    editados

    en

    la

    Imprenta

    del

    Estado ,

    que se

    halla-

    ba

    instalada

    en

    la

    calle

    Nufiez,

    No.

    206; el

    tercero, en los

    talle-

    res

    tipogrficos

    de

    La Opini6n

    Nacional ;

    y

    el

    cuarto

    en

    los

    talleres

    de la

    Empresa

    Tipografica

    Uni6n ,

    situados

    en la ca-

    l Boza

    No. 873.

    Y cuanto

    se

    referia

    a la direcci6n

    y la

    administraci6n era

    atendido por

    Abraham Valdelomar,

    en

    su

    pro-

    pio

    domicilio, que entonces se

    hallaba en la calle

    Ormeio,

    No.

    I1159; en realidad,

    no lleg6 a tener

    efecto el

    encargo

    de estas

    preocupaciones

    a un

    administrador;

    pues

    el

    aviso que

    asi

    lo es-

    tablecia

    no

    apareci6

    sino

    en el cuarto nlimero.

    Se publicaba

    en un

    formato

    de 7 cm.

    por 4

    cm. 5. Cada

    ejemplar costaba

    treinta

    centavos.

    Y

    a

    juzgar

    por una inscrip-

    ci6n

    aparecida

    en

    el cuarto

    nlimero,

    parece

    que

    COLONIDA

    lan-

    zaba

    3 ejemplares.

    Fur

    anunciada como

    revista

    quincenal,

    pero su periodicidad

    efectiva puede apreciarse en

    el cuadro siguiente:

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    6/6

    RE VI S T

    IB E R O M E R IC N

    FECH

    Nuimero

    No.

    de Observaciones

    A i

    o

    M

    e

    s

    D

    i a

    p in s

    I

    9 6

    Enero

    5 3 42

    agina

    de arte,

    con

    6leo de

    Roura

    2

    Febrero

    °

    3 47

    Oxandaberro.

    3

    Marzo 1

    3 46

    Suplemento,

    con re-

     

    ayo

    itrato

    de

    Federico

    Gerdes.

    Impresa

    en papel

    para

    ilustraci6n,

    COLONIDA

    contaba,

    tam-

    bien, con variable

    numero de

    paginas impresas

    en papel de pe

    ri6dico,

    dedicadas

    a la inserci6n

    de avisos

    y a

    los

    ecos

    de la

    ac-

    tualidad

    cultural.

    Tenia una caratula

    de

    cartulina

    flexible, cu-

    yo

    color

    variaba

    de un nimero

    a

    otro; estuvo

    ilustrada,

    suce

    sivamente,

    con los

    retratos

    de

    Jose

    Santos

    Chocano,

    Jose

    Maria

    Eguren,

    Percy

    Gibson -ejecutados

    al

    carb6n

    por Abraham

    Valdelomar-

    y

    Javier

    Prado.

    Tenia

    varias secciones.

    La

    falsa caritula

    reemplazaba al

    editorial, pero

    sus

    temas eran intrascendentes. La quincena

    literaria

    incluia

    comentarios

    a los

    libros del momento.

    La

    quincena

    teatral

    enjuiciaba los

    espectaculos.

    La

    quincena ar-

    tistica

    -que, en rigor,

    no apareci6

    sino en el

    tercer

    nimero-

    debia

    pasar revista

    a las

    exposiciones

    de arte. Y

    el Dispara-

    torio

    nacional

    sacaba

    a relucir los

    dislates gramaticales

    de la

    prensa.

    ALBERTO TAURO.

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