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COMENTARIO FILOLÓGICO Y LITERARIO. En Valencia seye mio Çid con todos sus vasallos, con el amos sus yernos loa ifantes de Carrion. 2280 Yazies en un escaño, durmie el Campeador; mala sobrevienta sabed que les cuntio: salios de la red e desatos el leon. En grant miedo se vieron por medio de la cort; 1enbraçan los mantos los del Campeador e çercan el escaño e fincan sobre su señor. 2285 Ferran Gonçalez non vio alli dos alçasse nin camara abierta nin torre, metios so´l escaño tanto ovo el pavor; Diego Gonçalez por la puerta salio diziendo de la boca: “¡Non vere Carrion!” tras una viga lagar metios con grant pavor, 2290 el manto y el brial todo suzio lo saco. En esto desperto el que en buen ora naçio, vio cercado el escaño de sus buenos varones: “¿Ques esto, mesnadas, o que queredes vos?” “¡Hya señor ondrado rebata nos dio el leon!” 2295 Mio Çid finco el cobdo, en pie se levanto, el manto trae al cuello e adeliño pora[ l ] leon; el leon quando lo vio assi envergonço ante mio Çid la cabeza premio y el rostro finco; mio Çid don Rodrigo al cuello lo tomo 2300 e lieva lo adestrando, en la red le metio. A maravilla lo han quantos que i son e tornaron se al (a)palaçio pora la cort. Mio Çid por sos yernos demando e no los fallo, mager lo estan lamando ninguno non responde. 2305 Quando los fallaron assi vinieron sin color; ¡non viestes tal guego commo iva por la cort! Mandolo vedar mio Çid el Campeador. Muchos tovieron por enbaidos los ifantes de Carrion;

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COMENTARIO FILOLÓGICO Y LITERARIO.

En Valencia seye mio Çid con todos sus vasallos,con el amos sus yernosloa ifantes de Carrion. 2280Yazies en un escaño, durmie el Campeador;mala sobrevienta sabed que les cuntio:salios de la red e desatos el leon.En grant miedo se vieron por medio de la cort;1enbraçan los mantos los del Campeadore çercan el escaño e fincan sobre su señor. 2285Ferran Gonçalez non vio alli dos alçasse nin camara abierta nin torre,metios so´l escaño tanto ovo el pavor;Diego Gonçalez por la puerta saliodiziendo de la boca: “¡Non vere Carrion!”tras una viga lagar metios con grant pavor, 2290el manto y el brial todo suzio lo saco.En esto desperto el que en buen ora naçio,vio cercado el escaño de sus buenos varones:“¿Ques esto, mesnadas, o que queredes vos?”“¡Hya señor ondrado rebata nos dio el leon!” 2295Mio Çid finco el cobdo,en pie se levanto,el manto trae al cuello e adeliño pora[ l ] leon;el leon quando lo vio assi envergonçoante mio Çid la cabeza premio y el rostro finco;mio Çid don Rodrigo al cuello lo tomo 2300e lieva lo adestrando, en la red le metio.A maravilla lo han quantos que i sone tornaron se al (a)palaçio pora la cort.Mio Çid por sos yernosdemando e no los fallo,mager lo estan lamando ninguno non responde. 2305Quando los fallaron assi vinieron sin color;¡non viestes tal guego commo iva por la cort!Mandolo vedar mio Çid el Campeador.Muchos tovieron por enbaidos los ifantes de Carrion;fiera cosa les pesa desto que les cuntio. 2310

Comentario filológico.

El texto que vamos a comentar presenta una serie de rasgos lingüísticos que nos van a permitir fijarlo desde un punto de vista filológico. Para ello, vamos a abordar las correspondencia entre grafías, fonemas y sonidos del texto en primer lugar:

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Es rasgo llamativo la presencia de apócope de –e tras pronombre enclítico: metios y desatos. Este tipo de apócope fue normal desde finales del siglo XI hasta finales del siglo XIV, a diferencia de otros casos de apócope, que cayeron mucho antes, en 1270, cuando Alfonso X la condena por extranjerizante, por ejemplo, tenemos en el texto, cort. Por otro lado, es fenómeno propio de apócope extrema la vacilación y ensordecimiento de las dentales oclusivas finales, como vemos en el texto grant. Por el mismo fenómeno se apocopan y varían los nombres propios seguidos de patronímico: en nuestro texto, Fernando pasa a Ferran Gonçalez. Por tanto, como primera conclusión parcial podemos afirmar que el autor del texto ha sufrido el influjo ultrapirenaico de la apócope extrema, que elimina –e principalmente tras r, s, l, n, d y z según hemos visto. El fragmento, pues, lo podríamos datar entre finales del siglo XI hasta 1270, es decir, es un texto escrito en lo que denominamos español prealfonsí.

Es fenómeno propio de este tiempo que el recuerdo de la caída de las vocales protónicas impidiera el reajuste consonántico hacia grupos no tenidos como extraños en español: así ondrado (del latín honorare > onrar / ondrar ) donde se ha establecido una /d/ epentética, o cobdo (del latín cubitus >cubido > cobdo), donde aún no ha caído la bilabial, oclusiva, sonora.

En efecto, el fragmento muestra el estado de grafías y fonemas propio del español prealfonsí: la ç indica fonema dental, africado y sordo // – enbraçan, Çid, envergonço,...-, que se neutralizaba si iba en posición implosiva en un sonido fricativo escrito como “z”: Gonçalez.

Aparece la grafía “l” inicial por /l/, tal vez por influjo leonés o gallego portugués: lamando, lieva,... mientras que está geminada en posición interior, como es normal ya en este periodo: fallo, cuello, vasallos,...

La “f” inicial de procedencia latina se pronunciaba como tal, es decir, labiodental, fricativa y sorda, o bien aspirándose como alófono de ese fonema: fallo, fincan,... esta grafía se mantendrá por escrito, al margen de su progresiva relajación y caída, hasta finales del siglo XIV.

Del mismo modo encontramos geminación “ss”, “s” ante consonante y “s” inicial como representantes del fonema apicoalveolar, fricativo, sordo /s/ (assi, esto y seye, respectivamente), que podía sonorizar en posición intervocálica como //, marcándose en lo escrito como “s” simple (cosa) para diferenciarla de la geminada.

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No encontramos restos de la grafía visigótica “k” para el fonema velar, oclusivo, sordo, sustituido por la solución gráfica carolingia “c”, que triunfa en 1150, fecha que nos sirve como delimitación ante quem provisional.

El fonema palatal, nasal sonoro /n/ aparece con grafía “ñ” y no “nn” o “ni” como es común en los primeros años del español prealfonsí. Lo que nos confirma la fecha antes señalada.

La apócope extrema nos marca como fecha ad quo 1270, mientras que la aparición de “c” por “k” nos indica como año ante quem 1150. En efecto, el resto del comentario fonético nos confirma la idea de estar ante un texto del periodo prealfonsí.

En cuanto a la morfología, observamos que hay verbos acabados en –ie: durmie y -eredes: queredes, lo que nos indica que estos morfemas verbales aún no han caído a favor de –ía y –éis, respectivamente, como sucede ya a partir de 1270. Aparecen también otras formas arcaicas como seye, pretérito imperfecto de estar, tomado del latín sediare, que palataliza por yod: En Valencia seye mio Çid.

En esta época a ver y tener contienden para expresar posesión: tanto ovo el pavor . De todas formas aver se iba especializando con matiz incoativo y combinado con objeto directo abstracto, como nos revela el ejemplo anterior, donde pavor es nombre abstracto; y tener con matiz durativo y de objeto directo concreto, aunque vemos que este reparto de funciones aun no está bien establecido en nuestro texto: A maravilla lo han quantos i son y Muchos tovieron por enbaidos los ifantes de Carrion , lo cual nos indica que no estamos cerca de mediados del XIII, cuando empiezan a consolidarse tales especializaciones.

Los sustantivos tienen aún una morfología no fijada en cuanto presentan múltiples vacilaciones de género y número: buen ora, tenemos aquí.

En cuanto a los adjetivos, notamos la presencia de nombre propio más adjetivo especificativo como fórmula de superlativo relativo habitual en este tiempo –y cuyas implicaciones ampliaremos en el comentario literario -: mio Çid el Campeador, si entendemos Çid como nombre antonomástico lexicalizado como propio.

Por otro lado, los artículos podían ser omitidos ante sustantivo abstracto –en grant miedo se vieron, donde se omite el artículo indefinido -, genérico –nin camara abierta, nin torre- o ante sintagma nominal regido de preposición.

En los pronombres, nos encontramos con un curioso caso de leísmo en la red le metio, que es muy escaso, si no está referido a

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persona, desde el siglo XI hasta el XIV inclusive. Por otro lado observamos otro de los rasgos de época prealfonsí: la posición enclítica de un pronombre a un verbo tras pausa: Mandolo vedar. La alternancia de sus y sos, para acabar con el apartado de pronombres, nos indica que estamos antes de 1270, cuando se consolida la forma sus.

En lo tocante a la sintaxis, es común en esta época la supresión de la preposición a ante complemento directo de persona: Muchos tovieron por enbaidos los ifantes de Carrión. Otra peculiaridad propia del español prealfonsí, es la abundancia de oraciones subordinadas sustantivas con función de complemento directo sin verba dicendi: “¿Ques esto, mesnadas, o que queredes vos?” / “¡Hya señor ondrado rebata nos dio el leon!”.

En cuanto a la pasiva refleja, abundaba con sujeto paciente de cosa, mientras que el referido a persona asumía ciertas funciones de agente, adquiriendo matices de oración reflexiva o recíproca: Ferran gonçalez non vio alli dos alçasse o metios con grant pavor.

Las conjunciones subordinativas no están aún muy desarrolladas en este tiempo, por lo que nos encontramos con una sobreabundancia de la coordinación polisindética con la conjunción copulativa: e cercan el escaño e fincan sobre su señor o simple yuxtaposición: Mio Çid finco el cobdo, en pie se levanto / el manto trae al cuello e adeliño pora[ l ] leon.

Por tanto, podemos concluir el comentario filológico afirmando que este texto corresponde al periodo prealfonsí y que, concretando aún más, fue escrito entre 1150 y el primer tercio del siglo XIII: en efecto, estamos ante el Poema de Mio Çid, escrito según Menéndez Pidal, en su primera teoría, en torno a 1140, y según otros autores, como Colin Smith, escrito en la fecha de su explicit, es decir, 1207 de la era cristiana. Hoy la crítica acuerda que es de entre finales del siglo XII y principios del XIII.

Comentario literario.

Estamos, como decimos, ante un texto épico castellano, el Poema de Mio Çid, de autor anónimo o identificable para estudiosos como Menéndez Pidal, quien en primera instancia pensó que lo había escrito un vecino de Medinaceli hacia 1140. En una segunda teoría afirma haber sido compuesto por dos autores: un juglar de San Esteban de Gormaz lo escribe en parte entre 1103 y 1109: tiene frescos los acontecimientos –el Çid muere en 1099- y por eso los mínimos detalles son suyos. Éste tiene conciencia épico-histórica y crea el plan general de la obra, aunque sólo pudo concluir sus dos primeras partes. El segundo autor es de Medinaceli, villa bien

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descrita, pero comete notables errores históricos. Recreó el segundo cantar e hizo el tercero.

Una de las razones que aduce Pidal para la separación de autores es la cuestión métrica y de versificación: mientras que el primer autor es juglar y conoce bien su oficio, el segundo confecciona grandes tiradas con rima fácil asonante –como es propio de la oralidad- en aguda, o en rima áe, áo u óe. En efecto, nosotros nos encontramos con este tipo de tirada: treinta y un versos (vv. 2279-2230) con rima asonante aguda en ó: Carrion, Campeador, fallo, cuntio,..., incluso con rima interna en algunos versos: el leon quando lo vio assi envergoço e incluso entre primeros hemistiquios, en este ejemplo encontramos rima áo: Mager lo estan lamando ninguno non responde / Quando los fallaron assi vinieron sin color.

Los versos son anisosilábicos, es decir, no tienen una regularidad silábica; los hemistiquios predominantes son los de 6,7 u 8 sílabas, en este ejemplo ilustrativo hemos de sumarle una sílaba por tener final agudo: Man/do/lo/ ve/dar =5 +1=6 mio/ Çid/ el/ Cam/pe/a/dor = +1=8

Por razones mnemotécnicas, y de pobreza sintáctica ya aludida, predominan los verso esticomíticos, es decir, carecen de encabalgamientos y de hipotaxis: son versos paratácticos: Yazies en un escaño, durmie el Campeador; / mala sobrevienta sabed que les cuntio.

Y es que, ante todo, la épica es cantada y de ahí que tengamos que atender a estos rasgos de oralidad, como las fórmulas fáticas de llamada de atención al auditorio: ¡non viestes tal guego

commo iva por la cort!, donde el juglar hace cómplices a los oyentes de la cobardía de los infantes de Carrión. Incluso estudiosos como Colin Smith apuntan la idea de que las frases físicas tautológicas sirvieran de apoyo verbal a algún ademán del juglar: tenemos en nuestro fragmento diziendo de la boca o en pie se levanto. La admiratio es también empleada en nuestro fragmento para comunicar la admiración, precisamente, que se produce en los personajes o en el propio narrador: “¡Hya señor ondrado rebata nos dio el leon!” y ¡non viestes tal guego commo iva por la cort!; mientras que es común resaltar un suceso mediante la amplificatio paralelística de parejas sinonímicas, frecuente distribuidas en respectivos hemistiquios: salios de la red e desatos el leon o ante mio Çid la cabeza premio e el rostro finco, o bien mediante los binomios inclusivos, por el que designa el todo tomando a dos de sus representantes: aquí, para señalar que todo el infante salió sucio de su escondite se nos dice que el manto y el brial todo sucio lo saco.

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Según Parry, otros rasgos de oralidad reseñables son las fórmulas, es decir, un grupo de palabras son repetidas en las mismas condiciones métricas y expresan una misma idea esencial, dentro de éstas caben de modo destacado el epíteto épico, por el cual algunos de los actantes en la epopeya queda designados por alguna cualidad ponderativa: así el Çid es en nuestro texto: mio Çid el Campeador y el que en buen ora naçio. Los temas, según Parry, son aquellos motivos que se repiten de un modo hasta conformar escenas que el auditorio reconoce como propias de la épica: en nuestro caso se escenifica como tema la valentía del señor y la infamia de los desleales, que aquí, naturalmente, son los infantes.

Para mantener la atención del auditorio, el poema tenía de un lado una gran movilidad externa, es decir, de lugares; mientras que en los sitios cerrados, como en nuestro caso, que se desarrolla en la sala del trono de la corte, se alternan tiempos verbales sin gran lógica gramatical: en efecto en nuestro texto predomina el pretérito indefinido propio de la narración: cuntio, vinieron, tomo,...; pero este tiempo se alterna con otros que hacen que el receptor se introduzca en la trama: por un lado emplea el pretérito imperfecto aprovechando su valor evocativo e imperfectivo: commo iva por la cort, en Valencia seye mio Çid,...; y, por otra parte usa del valor actualizador del pasado del presente histórico, especialmente para magnificar las acciones del Çid y los suyos: enbraçan los mantos

los del Campeador / e cercan el escaño e fincan sobre su señor o cuando el Çid, ante el peligro, el manto trae al cuello y al león lieva lo adestrando (...) / A maravilla lo han quantos que i son.

Dentro de la línea argumental, podemos situarnos en la segunda etapa del esquema trazado por Edmund de Chasca: la trama avanza por una cuestión de honra –señor ondrado es apelado el Çid por sus caballeros, precisamente -: destierro, reconciliación, afrenta de Corpes, cortes y nuevas bodas. Como decimos, nuestro fragmento corresponde al segundo de estos apartados: el Çid se ha reconciliado con su rey, Alfonso VI, tras la toma de Valencia –En Valencia seye mio Çid- y se le conceden a los infantes de Carrión para que se casen con sus hijas, doña Elvira y doña Sol, y quede así emparentada la familia con la alta nobleza

Los personajes son tratados de un modo maniqueo: los caballeros del Çid cumplen el tópico de las epopeyas medievales de que las virtudes de su señor les son comunicables: en nuestro texto, a pesar del susto que se llevan – “¡Hya señor ondrado

rebata nos dio el leon!” – no es óbice para que cierren filas en torno a su señor: enbraçan los mantos los del Campeador / e cercan el escaño e fincan sobre su señor.

El Çid es el personaje principal de la obra: ostenta las marcas literarias propias del héroe épico medieval: mesura, valentía y amor

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por los suyos: en nuestra secuencia esto que decimos queda bastante bien ilustrado cuando es obedecido, de modo casi mágico, por el símbolo de fiereza y realeza por excelencia en la Edad Media, el león, por eso el autor se recrea en los movimientos pausados del Çid en contraste con la presteza de sus caballeros y la huida arrebatada de los infantes: Mio Çid finco el cobdo, en pie se levanto, / el manto trae al cuello e adeliño pora[ l ] leon; / mio Çid don Rodrigo al cuello lo tomo / e lieva lo adestrando, en la red le metio. Y, al tiempo, el héroe demuestra, como tópico épico, generosidad con los vencidos –aun siendo esta vez en cuestiones de honra- pues manda prohibir las chanzas que la corte hace de los infantes: ¡non viestes tal guego commo iva por la cort! / Mandolo vedar mio Çid el campeador. Ostenta la marca literaria de la sapientia, que es sinónimo, no de cultura, sino de sentido común. El Çid es un infanzón, esto es, está por debajo de la alta nobleza, por tanto no llega a emparentarse con la realeza sino por méritos propios.

Por el contrario, los infantes de Carrión son, según el citado planteamiento maniqueo, la inversión de las virtudes del héroe principal: carecen de mesura, valentía y sapientia y son ridiculizados por ello: Ferran Gonçalez non vio dos alçasse nin camara abierta nin torre o Diego Gonçalezpor la puerta salio / diziendo de la boca: “¡Non vere Carrión!”. De ahí que el auditorio interno de la obra, es decir, los receptores de la escena en la ficción, los sancione: tovieron por enbaidos los ifantes de Carrión. El hecho de ser afrentados públicamente por su cobardía anuncia su venganza en la afrenta de Corpes: pertenecen a la alta nobleza por méritos consanguíneos, no por virtudes personales. Los infantes son caracterizados, por tanto, según la oppositum retórica, o contraposición de elementos para resaltar sus rasgos opuestos: no otra es la misión de este episodio del león.