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RIFP / 29 (2007) 3 REVISTA INTERNACIONAL DE FILOSOFÍA POLÍTICA RIFP (Madrid), n.º 29, julio 2007, ISSN 1132-9432 SUMARIO LA UTOPÍA EN LA ESTELA DEL PENSAMIENTO POLÍTICO Presentación, por José María Hernández ............................................................ 5 Geniales gérmenes de ideas. La búsqueda de la perfección política de Atenas a Utopía, por Giulia Sissa ........................................................................... 9 La utopía entre la ética y la política: reconsideración, por Carlos Gómez ............ 39 Pensar utópicamente: política y literatura, por Krishan Kumar ............................ 65 Utopía versus política, por Ángel Rivero ............................................................. 81 Artículos y secciones especiales Continuidad y cambio en la filosofía política del siglo XX, por Pablo Badillo O’Farrell .................................................................................................... 97 Justicia distributiva, eticidad democrática y ciudadanía, por Gustavo Pereira ..... 113 Ciudadanía y justicia global: la estructura trágica de las responsabilidades comunes, por David Álvarez ....................................................................... 139 Entrevista Tres dimensiones de la ciudadanía. (Entrevista con Otfried Höffe), por Elisabeth Schwabe ............................................................................... 161 Debate Las raíces económicas del deterioro ecológico y social según José Manuel Naredo Naredo frente a los dogmas, contra la servidumbre voluntaria. Notas sobre Raíces económicas del deterioro ecológico y social, por Juan Torres ......... 175 Un comentario sobre Raíces económicas del deterioro ecológico y social, por Miren Etxezarreta ................................................................................. 181 Otra economía es posible, por Manuel Santos Redondo ...................................... 189

Comentarios Las Raices Economicas

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economia y desarrollo

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  • RIFP / 29 (2007) 3

    REVISTA INTERNACIONAL DE FILOSOFA POLTICARIFP (Madrid), n. 29, julio 2007, ISSN 1132-9432

    SUMARIO

    LA UTOPA EN LA ESTELA DEL PENSAMIENTO POLTICO

    Presentacin, por Jos Mara Hernndez ............................................................ 5Geniales grmenes de ideas. La bsqueda de la perfeccin poltica de Atenas

    a Utopa, por Giulia Sissa ........................................................................... 9La utopa entre la tica y la poltica: reconsideracin, por Carlos Gmez ............ 39Pensar utpicamente: poltica y literatura, por Krishan Kumar ............................ 65Utopa versus poltica, por ngel Rivero ............................................................. 81

    Artculos y secciones especiales

    Continuidad y cambio en la filosofa poltica del siglo XX, por Pablo BadilloOFarrell .................................................................................................... 97

    Justicia distributiva, eticidad democrtica y ciudadana, por Gustavo Pereira ..... 113Ciudadana y justicia global: la estructura trgica de las responsabilidades

    comunes, por David lvarez ....................................................................... 139

    Entrevista

    Tres dimensiones de la ciudadana. (Entrevista con Otfried Hffe),por Elisabeth Schwabe ............................................................................... 161

    Debate

    Las races econmicas del deterioro ecolgico y social segn Jos Manuel NaredoNaredo frente a los dogmas, contra la servidumbre voluntaria. Notas sobre

    Races econmicas del deterioro ecolgico y social, por Juan Torres ......... 175Un comentario sobre Races econmicas del deterioro ecolgico y social,

    por Miren Etxezarreta ................................................................................. 181Otra economa es posible, por Manuel Santos Redondo ...................................... 189

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    Comentarios suscitados por las tres reseas adjuntas de su libro Raceseconmicas del deterioro ecolgico y social, por Jos Manuel Naredo ....... 193

    Crtica de libros

    Otras voces, otros mbitos: la recepcin hispano-americana del pensamientopoltico derridiano, por Adrin Vzquez Fernndez .................................... 201

    El realismo cosmopolita; una propuesta metodolgica, poltica y normativa(Ulrich Beck, La mirada cosmopolita o la guerra es la paz),por Tomeu Sales Gelabert ........................................................................... 210

    La filosofa poltica de Agamben (Alfonso Galindo, Poltica y mesianismo.Giorgio Agamben), por Marta Garca Alonso ............................................. 215

    Fronteras y construccin nacional a debate (Will Kymlicka, Fronterasterritoriales. Una perspectiva liberal igualitarista, presentacinde Miguel Carbonell y traduccin de Karla Prez Portilla),por Noelia Gonzlez Cmara ..................................................................... 217

    La justicia ms all de Rawls (Martha C. Nussbaum: Frontiers of Justice.Disability, Nationality, Species Membership), por Daniel Loewe ................ 220

    Una singular defensa del pluralismo (Jorge V. Arregui, La pluralidad de la razn),por Nria Sara Miras Boronat .................................................................... 226

    Legitimidad y humanitarismo (Del humanismo al humanitarismo, coord. JosManuel Bermudo), por Mnica Gmez Salazar .......................................... 230

    Maquiavelo contra sus mitos (Francesco Bausi, Machiavelli), por MarceloAlberto Barbuto .......................................................................................... 236

    La Constitucin, base de la identidad europea (E. Balibar, Europe, Constitution,Frontire), por Francisco Jos Martnez Martnez ...................................... 240

    Biografa de Manuel Sacristn (J.R. Capella, La prctica de Manuel Sacristn.Una biografa poltica), por Antonio Garca-Santesmases .......................... 244

    Resmenes /Abstracts ........................................................................................ 249

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    DEBATE

    DEBATE

    Las races econmicas del deterioro ecolgicoy social segn Jos Manuel Naredo

    En mi opinin, Jos Manuel Naredo quizsea el economista espaol que ha desarro-llado con ms extensin y rigor un paradig-ma alternativo frente al dogma econmicodominante. Su ltimo libro que aqu comen-tamos es una especie de compendio del pen-samiento que ha ido desarrollando en losltimos aos de modo que no es fcil acer-carse a l para tratar de sealar sus aspectosms importantes, sus aristas ms discutibleso las cuestiones que nos parezcan ms su-gestivas o merecedoras de debate.

    El libro, en realidad, no contiene tesis queresulten novedosas para quienes han segui-do la obra anterior de Naredo pero tiene lavirtud, sin embargo, de presentar el conjuntode sus ideas de una manera sistemtica eintegrada, lo que sin duda favorece la di-vulgacin del anlisis y de los enfoques eco-nmicos alternativos que con tanta calidadha venido desarrollando en los ltimos aos.

    Este alcance divulgativo es importante por-que la ortodoxia econmica dominante se havuelto verdaderamente autista y tiende con-tinuamente a despreciar y silenciar todo loque signifique salirse del camino trazado porlos paradigmas al uso. Para corroborarlo, nisiquiera es necesario comprobar que la sabi-dura convencional que puebla las revistasms referenciadas apenas se hace eco de tra-

    bajos como los que realiza Naredo. Bastacon llevar a cabo una somera o informal en-cuesta en nuestras aulas o salas de profeso-res universitarios para comprobar hasta qupunto es desconocida la literatura econmi-ca heterodoxa y los autores que, a pesar detodo y con bastante rigor, la siguen creando.

    Slo desde ese punto de vista es ya bien-venida una obra que, aunque desde una pers-pectiva metodolgica y paradigmtica ni-ca, se aproxima a un abanico bastante plu-ral de temas, realmente, los ms candentesy de mayor influencia a la hora de confor-mar el vector de realizaciones, por utilizarla terminologa de Amartya Sen, de los queal fin y al cabo depende el bienestar de losseres humanos.

    Puesto que el libro se desarrolla ms bienen horizontal, abordando temticas diferen-ciadas aunque unidas por un mismo hiloconductor, y sin entrar en profundidad enalgunas de ellas, me parece oportuno ha-cer alguna breve consideracin sobre la obraanterior de Naredo.

    Como he dicho ya, me parece que sustrabajos, adems de rigurosos bastanteabundantes, tienen dos caractersticas queno es que se echen en falta en este ltimolibro pero que quiz no aparecen tan evi-dentes como en otros anteriores.

    NAREDO FRENTE A LOS DOGMAS, CONTRA LA SERVIDUMBREVOLUNTARIA. NOTAS SOBRE RACES ECONMICAS DEL DETERIOROECOLGICO Y SOCIAL. MS ALL DE LOS DOGMAS DE J.M. NAREDO

    Juan Torres

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    Las races econmicas del deterioro ecolgico y social segn Jos Manuel Naredo

    Me refiero, en primer lugar, a que la obrade Naredo se ha fundamentado en una granmedida en la aproximacin emprica a larealidad, en su percepcin muy difana ycontrastada hasta donde esto ltimo puedehacerse con el instrumental hoy da dispo-nible. Aunque alguno de sus grandes textos(como La economa en evolucin)1 son es-trictamente tericos, una gran parte de suobra, por no decir que casi toda ella, se harealizado recurriendo constantemente a lacontrastacin emprica de sus postulados yconclusiones, algo que, a pesar de su pre-tendida cientificidad, no suele ser habitualen la formulacin de los planteamientos te-ricos bsicos sobre los que se sostiene laeconoma convencional u ortodoxa.

    Una segunda caracterstica de la obra deNaredo es que es, por utilizar un trminoquiz algo manido, estrictamente paradig-mtica en el sentido de que se resuelvesin restricciones en el entorno que nace deldesarrollo de un principio fundamental: lanecesidad de incorporar todas las dimen-siones del mundo fsico y material en elanlisis de los fenmenos econmicos pues-to que stos se desenvuelven (modificn-dolo y siendo modificados por l) inevita-blemente en su seno

    Una ltima cuestin que me parece rele-vante destacar es que Naredo ha generadotambin una produccin cientfica cuyosresultados son claramente operativos des-de el punto de vista social, es decir, estric-tamente aplicable y aplicada a la realidadcircundante.

    Me interesa destacar todo ello porqueentre los mitos de los que suele nutrirse elpensamiento convencional (y no slo eleconmico) se encuentra el que consideraque el anlisis alternativo o heterodoxo encualquiera de sus formulaciones es utpi-co, irrealizable en la prctica y por defini-cin carente de la ms mnima utilidad in-mediata para la sociedad (un tipo de juiciosque realmente resultan sorprendentes a la

    vista del irrealismo contumaz en que, porel contrario, se desenvuelven los modelosortodoxos).

    Como se pone de relieve en este libro,los postulados ecointegradores que hilan lastesis que all se desarrollan requieren avan-zar no solamente en el terreno algo ms di-fuso de los grandes principios tericos re-lativos a la naturaleza de los seres huma-nos (y no slo de los objetos de inter-cambio), a su condicin como especie (yno slo como individuos), a la actividadeconmica como prctica social (y no slocomo mera rutina productiva o comercial),o a todo el abanico de valores e indicadoresque pueden servir de medida o referenciade la vida econmica (y no slo a los mo-netarios). Es preciso tambin que estos prin-cipios se construyan socialmente, es decir,que surjan como resultado de experienciasde cambio social efectivo y como manifes-taciones de un pensamiento capaz de mos-trar la realidad desde otras perspectivasoperativas distintas a las que utiliza el pen-samiento econmico convencional. Merefiero, por ejemplo, a los instrumentos deconocimiento fsico y territorial de los pro-blemas ecolgicos del espacio, a las meto-dologas que permitan percibir la produc-cin de mercancas no slo en su virtualexpresin monetaria sino como parte delmetabolismo fsico de la sociedad, entreotros. Todos los cuales han sido puestos enuso analtico por Naredo y otros autores enotros trabajos y que en este ltimo libro seapuntan aunque lgicamente con un menordesarrollo que en obras anteriores.

    Quiero decir con todo esto que esta lti-ma obra de Naredo no es (como quiz pu-diera parecer al recorrer casi a vista de p-jaro las diferentes dimensiones del proble-ma social que analiza, que no es otro que elde la vinculacin entre un tipo de actividadeconmica dada y el deterioro social y eco-lgico que le es consustancial) una simpledisquisicin de principios abstractos o de

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    DEBATE

    desiderata, el apunte inicial de una nuevaproblemtica, sino que es el resultado deuna reflexin continuada durante muchosaos y en muchas obras cientficas en lasque se pueden encontrar el desarrollo envertical de casi la totalidad de las cuestio-nes que se plantean.

    El libro, como en general la obra de Na-redo en su conjunto, refleja el intento deabordar el problema ambiental que ge-nera el modo de plantear y resolver los pro-blemas econmicos de nuestra civilizacinpero entendido desde la perspectiva omni-comprensiva o ecologizante que se consi-dera la nica que puede incorporar los di-versos planos que conforman el nudo gor-diano de un problema como se.

    Por esa razn, el libro insisto, la obratoda de Naredo que es lo que realmente estdetrs de esta ltima publicacin no es,ni poda serlo, un texto sobre el problemaambiental, sino que es, tiene que serlo, almismo tiempo, muchas cosas ms.

    En primer lugar, una revisin de las ideasy la ideologa de la economa y particular-mente de la economa del desarrollo, de lasfinanzas, del medio ambiente o de los msrecientes enfoques econmicos sobre lasostenibilidad.

    Naredo realiz ya en la obra que cit msarriba una revisin magistral de la historiadel pensamiento econmico para poner derelieve la fuente y el alcance de los mitos yde los dogmas que han llevado a que la eco-noma derive hacia un tipo de retrica irrealy en la que de ninguna manera puede caberel problema ambiental en su expresin au-tntica: como expresin de un tipo de me-tabolismo social que no se traduce en losvalores monetarios que son los que nica-mente toma como referencia la economaortodoxa.

    Esta revisin, que no slo se presentaahora de forma resumida en las primeraspginas del libro sino que va aflorando tam-bin en todos los captulos, es fundamental

    para desvelar las claves de la impotenciadel anlisis econmico ortodoxo y paraponer de relieve que su intento de incorpo-racin de los problemas ambientales (laeconoma ambiental a partir del conceptode externalidad, la teora del desarrollo sinrenunciar al exclusivo marco referencial delos valores monetarios o el propio concep-to de sostenibilidad integrados en el para-digma del crecimiento econmico) no lle-va sino a construir, en el mejor de los casos,una nana encantadora, como calific Ni-cholas Georgescu-Roegen la asuncin de laidea de sostenibilidad manteniendo la creen-cia en el crecimiento infinito.

    Esta parte del libro es la que directamen-te se encamina a desmontar los dogmas parair, como se dice en el subttulo, ms all deellos, hacia un conocimiento de la accinde los seres humanos en la sociedad y de laeconoma de la naturaleza ms realista yrespetuoso con las leyes de la vida.

    En el libro realmente se deconstruyen losconceptos (si es que las categoras hoy do-minantes en el lenguaje econmico pudie-ran realmente considerarse como verdade-ros conceptos) con los que se reviste la li-turgia del saber econmico convencional.

    Uno tras otro, Naredo va mostrando elvaco enorme que hay tras categoras apa-rentemente autosignificativas como creci-miento, produccin, desarrollo, trabajo,comercio, dinero... que dejan comnmentede lado las cuestiones esenciales que impli-can para su entorno fsico, su efecto realsobre las condiciones del universo y de lavida material.

    Al desvelar que la arquitectura de pensa-miento econmico convencional se levantaen el aire porque ninguno de estos concep-tos tiene verdaderamente en cuenta la vidamaterial, Naredo no slo descubre su po-breza terica radical sino que demuestra laparadoja que subraya Jacques Grinevaldcuando dice que la ciencia econmicamoderna, tpica de la civilizacin urbano-

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    Las races econmicas del deterioro ecolgico y social segn Jos Manuel Naredo

    industrial de Occidente, es a la vez dema-siado poco materialista, puesto que ignorala naturaleza (la Tierra, el medio ambiente,los recursos naturales, la contaminacin), ydemasiado materialista, porque no com-prende que el verdadero producto delproceso econmico no puede ser un flujomaterial entrpico (nada menos que recur-sos de baja entropa transformados en resi-duos de alta entropa) [...] La finalidad pro-piamente humana y a decir verdad tam-bin biolgica del proceso econmico esesencialmente inmaterial, espiritual si que-remos expresarnos como Bergson, y con-siste en el disfrute de la vida misma.2

    Paralelamente, y precisamente porque elpensamiento de Naredo ha crecido comoun modo de intervencin sobre el entorno,esto es, como una autntica prctica social,en el libro se presenta tambin el modo enque se desenvuelve el anlisis de la vidaeconmica desde una perspectiva econoeco-logista capaz de reconciliar en una mismaraz eco la utilidad y el bienestar propugna-dos por la economa con la estabilidad ana-lizada por la ecologa (p. 99).

    La vinculacin que permite realizar estetipo de anlisis entre los fenmenos mone-tarios, comerciales, financieros, tecnolgi-cos, etc. de los que se ocupa sin ms la eco-noma convencional y las secuelas fsicasque deja sobre la vida material el tipo derelaciones sociales de todo tipo que com-portan, es fundamental para poder enten-der lo que ocurre en nuestro mundo y, so-bre todo, para poder prevenir lo que puedeocurrir si no se modifican las tendencias.

    Como dice Naredo la pretensin de avan-zar hacia un mundo social y ecolgicamentems equilibrado y estable sin cuestionar lasactuales tendencias expansivas de los acti-vos financieros, los agregados monetarios yla mercantilizacin de la vida en general esalgo tan ingenuo y desinformado que rayaen la estupidez (p. 106). Y eso es as, por-que hoy da el comercio, las finanzas y la

    mitologa del crecimiento que ampara lasreglas que los regulan generan, distribuyeny orientan la capacidad de compra sobre elplaneta que mueve la extraccin de recursosy la emisin de residuos caracterstica de lasociedad industrial, ocasionando el crecien-te deterioro ambiental (p. 106).

    Lo interesante es subrayar que esas con-clusiones no son de ningn modo ideolgi-cas sino el simple resultado de considerar yvalorar al mismo tiempo, y a diferencia delo que hace la economa convencional, losflujos monetarios y los ciclos materialesvinculados al consumo de energa y de re-cursos naturales.

    La diferencia entre el enfoque conven-cional y el que desarrolla Naredo es, por lotanto, radical porque este ltimo contieneelementos de valoracin que toman en cuen-ta los costes de reposicin de los recursosque conlleva un determinado tipo de flujocomercial o financiero en lugar de limitar-se a tomar nota de su mera y formal expre-sin monetaria. Enclaustrados en el univer-so formal de los valores monetarios, comodice Naredo, es imposible descubrir y en-tender el mundo fsico en que realmente seproducen los fenmenos sociales, en el queefectivamente se desenvuelve nuestra viday del que verdaderamente depende el gra-do de satisfaccin o frustracin en que seresuelva la condicin de los seres humanos.

    Naredo ha utilizado en otros trabajos es-tos nuevos procedimientos de contabilidadsocial, ecolgica y energtica, para mostrar,como tambin se hace aunque de forma mssomera en el libro, los efectos en el territo-rio de los flujos econmicos y para caracte-rizar de un modo mucho ms realista la na-turaleza del modo de vida econmica y delmodelo de crecimiento en el que estamosinmersos. Una percepcin a la que de nin-gn modo puede llegar el anlisis econ-mico convencional.

    Una de las cuestiones que me parece queeste libro una vez ms permite poner de

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    evidencia es la urgente exigencia social deponer en marcha un nuevo sistema globalde informacin, el desarrollo de nuevos sis-temas de contabilidad energtica global quepermitan descubrir y evaluar (para luegorectificar) los verdaderos impactos de laactividad econmica sobre el planeta, unatarea que, como acabo de sealar, ha reali-zado, aunque lgicamente a menor escala,Jos Manuel Naredo en algunos otros desus trabajos anteriores.

    La utilizacin de este tipo de instrumentalmetodolgico y analtico permite que el librocontenga una tercera aportacin no menosrelevante: la revisin de la situacin de la eco-noma y la sociedad mundial desde la pers-pectiva de la interrelacin entre la produccinde materiales y su impacto energtico y medio-ambiental, es decir, el anlisis del meta-bolismo de nuestra sociedad. Los lectoresno habituados a este tipo de anlisis descu-brirn el gran inters que ofrece contemplareste proceso a la hora, por ejemplo, de com-parar los modelos productivos como genera-dores de asimetras, de constatar la progresi-va y desigual desmaterializacin de las rela-ciones econmicas o simplemente de evaluarsu alcance real como productores de satisfac-cin social, incluso desde el mero punto devista de la produccin de bienes materiales.

    Y, junto a ello, tambin se encuentra fi-nalmente una exposicin del modelo dedesarrollo econmico espaol, que si bienno es demasiado profunda si es enteramen-te suficiente para que los lectores se haganuna idea adecuada de su naturaleza y limi-taciones inminentes.

    La otra gran problemtica que se incluyeen el libro se refiere a la preocupacin deNaredo por lo que llama la persistencia delos dogmas, es decir, de lo que l mismoseala como la trgica perpetuacin demalentendidos y creencias que los esfuer-zos de la razn no consiguen desenterrarpor muy endebles y descarriados que seansus apoyos lgicos y empricos (p. 113).

    Esta parte del libro parte de una inteli-gente posicin de su autor, que dice estarahora ms preocupado de por qu la genteno se rebela que de racionalizar por qula gente debe rebelarse contra la opresino la explotacin como haca, por ejemplo,la teora marxista de la plusvala (p. 115).Algo que segn l no debe sorprendernoscuando varios autores han subrayado lanatural tendencia de la gente al conformis-mo y a la obediencia (p. 116).

    Es interesante cmo plantea Naredo lacuestin, desvelando en el campo de la eco-noma el origen de los dogmas y de las per-versiones del pensamiento y del lenguajecerrado y autorreferencial que pervierte lapercepcin de la realidad. Sin embargo,quiz se echa en falta en este discurso algosobre lo que la economa ecolgica pasa amenudo demasiado de puntillas, a semejan-za en este aspecto de la economa conven-cional: la interconexin entre la actividadeconmica y la generacin de los valores ylos vectores ticos de los que en ltima ins-tancia van a nacer las preferencias y, portanto, las conductas legitimadoras o rebel-des de los seres humanos.

    Es verdad que el lenguaje de los cientfi-cos, los dogmas y la generalizacin de mal-entendidos en el campo de la razn son fac-tores fundamentales para que la conductahumana sea conformista y legitimadora delorden social establecido, como expone ma-gistralmente Naredo, pero quiz hubiera queconsiderar algo ms que eso, incorporandoen el propio corazn del anlisis econmico(igual que se hace con los factores relativosal mundo fsico que rodea la vida econmi-ca) el papel de la tica, del poder, de los va-lores subjetivos en la actividad econmica.No es fcil, desde luego; y por eso quiz seanecesario para ello un tipo de enfoque algoms omnicomprensor y an ms globalizan-te, en mi opinin ms en la lnea de la com-prensin globalmente ecologizante de EdgarMorin que para Naredo no parece ser ms

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    Las races econmicas del deterioro ecolgico y social segn Jos Manuel Naredo

    que un intento loable de construir un pen-samiento complejo (p. 135).

    En todo caso, lo que Naredo consiguemostrar me parece a m que con toda rotun-didad es que la economa ortodoxa domi-nante se ha construido a partir de una mani-fiesta distorsin de la realidad que circun-da a los fenmenos econmicos (o quiz,mejor dicho, sencillamente, soslayndola),una distorsin que proviene, como he des-tacado antes, de la insistencia en utilizarinformacin monetaria para llevar a cabola gestin de los recursos. Y, adems, quelos intentos que realiza para tratar de incor-porar en el anlisis econmico las variablesambientales, los aspectos fsicos, territoria-les y medioambientales en general, slo hanservido para realizar una especie de lavadode cara y, sobre todo, para mantener el mitodel crecimiento ilimitado porque los siste-ma de medicin que se utilizan (concebi-dos para registrar tan slo valores moneta-rios) computan los costes de extraccin ymanejo de los recursos pero no los de repo-sicin. Algo que no slo incentiva el dete-rioro sino que, adems, es la causa de lasprofundas desigualdades sociales y territo-riales de nuestro tiempo, precisamente, por-que al ni siquiera poder percatarse de suorigen en el uso dispar de los recursos, l-gicamente tampoco pueden ser corregidas.

    Como no poda ser de otra forma, el dis-curso de Naredo no es ajeno, sino todo lo con-trario, a la consideracin de los factores depoder y voluntad poltica que, en realidad,constituyen la barrera ms importante a la horade avanzar hacia instrumentos y desarrollostericos que corrijan el deterioro ambientalque genera la actividad econmica aunque enel campo de las propuestas operativas no seavanza demasiado en este texto, aunque hayalgunas ideas novedosas, al menos, en el m-bito del pensamiento social ms extendido,como la de limitar la capacidad de creacinde dinero financiero y, desde luego, las que

    tienen que ver con los sistemas de percep-cin del metabolismo social y de informaciny evaluacin de los impactos de los flujos eco-nmicos sobre la naturaleza.

    Finalmente, me gustara destacar que unlibro comprometido y sabio como el de Na-redo es, al mismo tiempo, riguroso y radical,mesurado y a veces brutal, como brutal es ladimensin del deterioro que viene implican-do una civilizacin como la nuestra que haconvertido en depredadora a la especie hu-mana. Pero depredadora no slo de la bios-fera, sino que, como seala Naredo, ha lle-gado a ser tambin depredadora de suspropios congneres, llegando a escindirseprofundamente como especie. La polariza-cin social entre pases, regiones o barrioses tan extremada que origina patrones de-mogrficos tan diferentes como los que seobservan en la naturaleza entre especies dis-tintas. Pero, a diferencia de otros depreda-dores, los individuos o grupos humanos noejercen hoy generalmente su dominio apo-yndose en una estructura corporal mejordotada en tamao, olfato, vista, colmillos ogarras, sino utilizando las reglas del juego ylos instrumentos econmicos-financierosimperantes para dotarse de medios exoso-mticos de intervencin y diferenciacin so-cial cada vez ms potentes (p. 218).

    Cuando todo ello ocurre para salvaguar-dar el paradigma del comercio y la compe-tencia, resulta clarividente un juicio comoel de Franz Hinkelammert al recordar queel presidente de una multinacional comoNestl demandaba a sus ejecutivos instin-to asesino, o que autores de xito comoJack Trout establecen que la competenciaasesina es el ideal de la competencia: te-nemos que volver a un mundo diceHinkelammert en que a aquellos que sir-ven al instinto asesino se les considere ase-sinos, en vez de verlos como promotoresmefistoflicos del progreso, porque el pro-greso que promueven se ha hecho mortal.3

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    DEBATE

    NOTAS

    1. Jos Manuel Naredo (2003), La econo-ma en evolucin. Historia y perspectivas de lascategoras bsicas del pensamiento econmi-co. Siglo XXI, Madrid.

    2. Jacques Grinevald (2006), Georgescu-Roe-gen: Bioeconoma y biosfera. En Colectivo Re-

    vista Silence, Objetivo decrecimiento. Podemosseguir creciendo hasta el infinito en un planeta fi-nito? Leqtor Discrepancias, Barcelona, p. 76.

    3. Franz Hinkelammert (2005), Solidaridado suicidio colectivo. Universidad de Granada,Granada, pp. 119 y 122.

    ste es, por ahora, el ltimo libro de Nare-do. Consiste en una especie de compendiodel pensamiento sobre el tema que ha acu-mulado en sus muchos aos de trabajo y desu vasta obra publicada. Interpreto que esuna apretada sntesis para un pblico am-plio de las principales ideas que ha reunidodurante sus muchos y fructferos aos dededicacin al tema de la ecologa y de lacrtica a la economa. Cuando al socaire dela popularizacin del tema ecolgico, sur-gen ahora, casi como las setas, tantos eco-logistas de ltima hora, es sugerente tenerla oportunidad de conocer la sntesis de supropio pensamiento de uno de los pionerosen este tema en el estado espaol. Slo poresto ya es un libro interesante.

    Podra decirse que en este trabajo se in-tegran y articulan inextricablemente (por lomenos) tres importantes lneas de argumen-tacin: su tratamiento del tema ecolgico,su crtica a la economa ortodoxa, y al mis-mo tiempo, una revisin panormica sobrela etapa actual del capitalismo, especialmen-te en su vertiente financiera. Lo que enri-quece y blinda metodolgicamente su tra-bajo, al mismo tiempo que muestra la soli-

    UN COMENTARIO SOBRE RACES ECONMICAS DEL DETERIOROECOLGICO Y SOCIAL. MS ALL DE LOS DOGMAS

    Miren Etxezarreta

    dez de sus conocimientos y su erudicin.Pero, al mismo tiempo, en algunos captu-los esta precisa fundamentacion se convierteen una especie de digresin de los argumen-tos esenciales, lo que dificulta el seguir laslneas principales de su razonamiento y, porlo menos a m, me hace sentir incapaz desintetizarla en una dimensin viable (miprimer intento tiene 36 pginas). Para quienquiera conocer lo que Naredo dice en estaobra, es imprescindible su lectura directa.Por otra parte, para muchos de los lectoresde estas lneas los planteamientos bsicosde Naredo son probablemente suficiente-mente conocidos como para no necesitaruna descripcin detallada de los mismos.De modo que obvio incluso un intento desntesis y me dedicar exclusivamente a co-mentar sobre algunos puntos que me pare-cen de mayor inters por su novedad o porpresentar aspectos que, a mi juicio puedenser controvertidos. Lo siento si el lector nocomparte mi criterio y hubiera preferido unarecensin ms convencional.

    En el libro de Naredo est casi todo.Quiero decir que se tratan muchsimos delos temas que me parecen importantes y cla-

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    Las races econmicas del deterioro ecolgico y social segn Jos Manuel Naredo

    ves para una comprensin del tema ecol-gico y de la sociedad actual. Integrando laeconoma, la ecologa y la etapa actual delcapitalismo, en particular en su vertiente fi-nanciera, el autor hace un anlisis de lo queconsidera los principales elementos y rela-ciones que conducen a la situacin ecolgi-ca actual.

    En su primera parte, desvela las enor-mes deficiencias de la economa conven-cional para integrar los temas ambientalesy propugna un enfoque ecointegrador,muestra las falacias que permiten mante-ner el tema ambiental dentro de la econo-ma convencional, explora el metabolismode la sociedad industrial, y lo enmarca enla dinmica actual del capitalismo, espe-cialmente en sus aspectos financieros, paralograr una explicacin de la inviabilidaddel desarrollo actual y de las enormes des-igualdades territoriales y sociales que elsistema actual implica.

    En esta parte me han interesado particu-larmente su enrgico argumento contra laidea de la creciente desmaterializacin delas sociedades actuales, que no slo consi-dera errnea, sino deliberadamente indu-cida para eclipsar las preocupaciones quedeberan contribuir a que tal desmateriali-zacin se produzca realmente con generali-dad (56). Asimismo, es muy sugerente suanlisis de lo que supone un enfoque queutiliza el razonamiento monetario comogua suprema de la gestin (66), basadoen la produccin y el crecimiento, ignoran-do el coste de adquisicin y de reposicin,causa, para l de las desigualdades territo-riales; lo que completado con la dinmicafinanciera actual permite a los pases msricos y poderosos posibilidades de finan-ciacin que van mucho ms all de lo queles permitira el comercio, ampliando con-siderablemente su capacidad de comprasobre el mundo de los ricos y, por ende, elflujo neto de energa y materiales que reci-ben desde el resto del mundo, que les ayu-

    da a cuidar la calidad de su medio ambientelocal. Pero la globalizacin de la extrac-cin y el comercio de recursos traen consi-go el alcance tambin global de los resi-duos, que, a diferencia del modelo anteriortrasciende la escala local. Producindose asuna globalizacin de las extracciones e im-pactos destructivos y contaminantes de laespecie humana sobre el planeta, que correpareja a las globalizaciones econmico-fi-nancieras y militares que la apuntalan y pro-mueven (95).

    El anlisis de Naredo en esta primeraparte desvela importantes aspectos de larealidad actual y de la situacin del temaecolgico, con una amplia interpretacincrtica, tanto de la misma como de la cien-cia econmica en que se apoya, que no pue-do menos de alegrarme de que sean hechasy que comparto. Celebro una gran parte desus afirmaciones parciales, las podra ha-cer mas sin dudar y me satisface grande-mente que una persona del prestigio deNaredo las plantee una vez ms. Son nece-sarias, importantes, interesantes y muy opor-tunas en la coyuntura actual.

    Pero no me queda ms remedio que de-cir tambin que, en el captulo de conclu-sin a su primera parte, me ha resultadodifcil entender las posiciones de Naredo.Inicia el captulo con lo que se puede inter-pretar como una defensa del statu quo, con-tina con una alabanza a ideas muy libera-les y, al final del captulo realiza unas reco-mendaciones, en mi lectura, muy alejadasde estos dos primeros aspectos. Me resultamuy trabajoso reconciliar estas distintas po-siciones.

    Afirma Cuando la prctica totalidad delplaneta ya ha sido apropiada, el problemaecolgico no estriba tanto en socializar, re-distribuir o privatizar esa propiedad, comoen establecer unas reglas del juego que fa-ciliten la conservacin del patrimonio na-tural, cualquiera que sea su titularidad envez de su acelerada explotacin-destruc-

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    DEBATE

    cin, practicada hoy tanto por particularescomo por empresas o administraciones dendole diversa... (mis cursivas). Se trata queel sistema econmico actual coevolucio-ne hacia un sistema ecointegrador, que re-concilie la utilidad y el bienestar propugna-dos por la economa con la estabilidad ana-lizada por la ecologa... La cuestin clavees si esa coevolucin se produce o no.(99) Y expone cmo sera la sociedad in-dustrial reconvertida hacia el modelo de labiosfera, de una forma que me ha parecidoun sistema meramente mecnico, sin la pre-sencia de instituciones sociales y en el quepara nada aparecen los agentes que tomanlas decisiones mayores en la sociedad. Paral esta evolucin depende que se replanteeel modo de gestin imperante, pero aadelas entidades encargadas de velar por unsistema monetario internacional que se re-vela incompatible con la estabilidad, no sloecolgica, sino financiera, no piensan encambiarlo (101).

    En este prrafo parecen quedar claras lasprioridades de Naredo: la conservacin delpatrimonio natural en vez de su aceleradaexplotacin-destruccin, as como su acep-tacin en toda regla del statu quo respectoa la propiedad y distribucin de la riquezasocial: cualquiera que sea su titularidad.El nico problema es que se produzca o nouna coevolucin hacia un sistema ecoin-tegrador que facilite dicha conservacin.No se puede objetar a una opcin personal,pero me pregunto si es posible tratar a lapropiedad y la distribucin que de la mis-ma resulta, como elementos no relevantespara avanzar hacia la ecointegracin. Enel mejor de los casos me parece una defi-ciente identificacin de las races del pro-blema, que slo puede dificultar una genui-na solucin.

    Se adentra a continuacin en una espe-cie de apologa del liberalismo, que me re-sulta difcil de situar tras los captulos ante-riores y de aceptar en este autor.

    Me sorprende enormemente cuando alconsiderar las alternativas se manifiesta encontra del intervencionismo y mantiene queel ejercicio de la libertad se facilita con elestablecimiento de reglas de juego aplica-bles para todos, cuya inequvoca claridadpermita a la vez reducir los conflictos y lasarbitrariedades (y desigualdades) fruto delactual intervencionismo... (102).1 Y quePrecisamente para evitar el intervencionis-mo de los bancos centrales y las crisis fi-nancieras... no le parezcan mal algunasrecomendaciones de los tericos del libe-ralismo, aun sealando que son las de Mi-ses, Hayek y Friedman; quiero suponer queporque cree que el capitalismo hegemni-co hace un uso oportunista de las ideas li-berales (101). Tanto su comentario sobrela tasa Tobin, as como su referencia a ladistraccin de los movimientos antigloba-lizacin que luchan por el antiliberalismoen vez del capitalismo que compartono me parece que obligan necesariamentea aceptar la bondad de las recomendacio-nes de los liberales ms extremos. Ideas,adems, contradictorias, ya que frente al li-beralismo con el que parece simpatizar pideque se realicen slo inversiones de granseguridad. Cmo se asegurar de esto endicho rgimen liberal?

    Sorpresa mayor porque Naredo, que en-tiende perfectamente el poder del capitalEl mero hecho que los parasos fisca-les, donde los capitales escapan a las reglasestablecidas por los estados y los organis-mos financieros internacionales, gocen debuena salud es algo tan vergonzoso comorevelador de la supeditacin de los estadosy organismos internacionales a los intere-ses del capitalismo transnacional (106),propugna que con el objetivo de evitar lasocializacion de prdidas y privatizacin debeneficios a una escala sin precedentes(104) se podran contemplar desde la reim-plantacin del patrn oro, en un extremo,hasta la permisividad en la creacin de di-

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    Las races econmicas del deterioro ecolgico y social segn Jos Manuel Naredo

    nero, controlada por un verdadero BancoMundial a fin de conciliar la libertad deempresa con la necesidad financiera sinnecesidad de organismos estatales o inter-nacionales de intervencin y salvamento(105), pronuncindose, por solucionestransparentes y consensuadas al ms amplionivel, que mantengan al menos un equili-brio coherente entre regulacin y mediosde intervencin: a ms regulacin se nece-sitaran menos medios de intervencin yviceversa.

    A mi juicio el problema de estas propues-tas, independientemente del juicio tcnicoque puedan merecer las mismas y en el queno entrar, no reside en que el problemaestriba en que estas propuestas son escasa-mente conocidas (103), sino que su reali-zacin supondra el hundimiento de lo quesupone el capitalismo actual, que es algo queen ningn momento estudia este autor. Eneste apartado Naredo aparece con opinionesde un acendrado individualismo no slo con-trarias a la intervencin pblica, sino apa-rentemente convencido de que es sta unade las principales razones del problema, casiemulando a Friedman y Buchanan.

    Ms adelante en el mismo captulo, sinembargo, vuelve a su lnea ms general, ale-jada del liberalismo de los prrafos prece-dentes. Sita la responsabilidad de la situa-cin en la expansin financiera La preten-sin de avanzar hacia un mundo social yecolgicamente ms equilibrado y establesin cuestionar las actuales tendencias expan-sivas de los activos financieros, los agrega-dos monetarios y la mercantilizacin de lavida en general es algo tan ingenuo y desin-formado que raya en la estupidez (mis cur-sivas) [...] no cabe corregir de forma sig-nificativa el problema ambiental sin mo-dificar las reglas del juego que hoy orientanel comercio y las finanzas del mundo y sincuestionar la mitologa del crecimiento quelas ampara. Ya que ambos generan, distri-buyen y orientan la capacidad de compra

    sobre el planeta que mueve la extraccinde recursos y la emisin de residuos carac-terstica de la sociedad industrial, ocasio-nando el creciente deterioro ambiental(106). En cuanto al comercio... replantearen su raz los propios criterios de valora-cin vigentes, especialmente con un siste-ma de valoracin energtica global y la vo-luntad de utilizarlo para corregir los crite-rios de valoracin. Adems, en suspropuestas de cambio presupone que stasmodifican la idea de sistema econmico, decrecimiento, de desarrollo, de calidad o ni-vel de vida, y reconoce que slo se darn sihay presin social. Me parece difcil conci-liar esta parte con su fuerte defensa del li-beralismo en los prrafos anteriores. Cuan-do se refiere a cambiar las reglas del jue-go, me figuro que no est propugnando unaevolucin hacia el liberalismo.

    Probablemente son las deficiencias de milectura, pero la verdad es que me resultaconfuso y contradictorio, casi como si fue-ra un captulo que se ha deslizado en estelugar inadvertidamente, y no s realmentecul es la verdadera posicin del autor.

    En la segunda parte, que adecuadamen-te titula Sobre la persistencia de los dog-mas revisa, efectivamente unos cuantoselementos base de la economa y de la cien-cia convencional, y aade un captulo so-bre el desarrollo econmico espaol. Ini-cia esta segunda parte preguntndose,qu es lo que hace que triunfen y semantengan inmunes a la crtica determi-nadas ideas y modos de pensar a la vezque otros se ven arrinconados?, cules sonen suma los mecanismos que gobier-nan la seleccin social de ideas y plantea-mientos triunfantes? (114).

    Interesante el captulo dedicado al anli-sis de la tendencia a conformarse con elstatu quo... que se ve apuntalada hoy, notanto por la fuerza bruta como por la de-pendencia econmica, que contribuye amantener la sumisin y la deferencia en el

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    DEBATE

    trato hacia los ricos y poderosos (116) loque hace mediante el anlisis de las rela-ciones que ligan la ideologa, el lenguaje yla percepcin de la realidad. Sobre ellas lle-ga a la percepcin que los poderosos con-siguen imponer sus metforas para avalardecisiones y acciones concretas construyen-do un lenguaje racionalizador muy sutil queencubre las contradicciones y conflictosque alberga la realidad (143), y que, a tra-vs tanto de la manipulacin del lenguajecomo la represin de las reacciones crticasy reivindicativas de las personas logran, ensuma, el funcionamiento normal del pro-ceso social que asegura la adaptacin y lasumisin, sin especiales medidas coerciti-vas respecto a la mente (144, Marcuse,citado por Naredo).

    En el mbito de la economa, explica quelos trabajos ms especficos sobre el temano alcanzan a tocar las cuestiones de fondoo los que lo hacen son ignorados. Ignoran-cia que no es fruto de ninguna confabula-cin expresa, sino que resulta del compor-tamiento normal del mundo acadmico.(149). Aade que, El problema estriba enque la mera especializacin en el estudiodel lenguaje, de las ideas... o del evolucio-nismo no conduce por s misma a trascen-der la dogmtica econmica imperante(148). S, la mayor o menor aceptacin aca-dmica de textos que impugnen y reorien-ten el panorama econmico actual depen-der en buena medida del peso que tenganlas corrientes crticas en la sociedad.

    Dedica el resto de esta segunda parte a larevisin crtica, de los conceptos de trabajoy desarrollo en dos amplios captulos, a loscuales no puedo hacer justicia aqu. Aun-que trata aspectos de gran inters no puedodetenerme en ellos, sealando slo que, enuno, plantea la evolucin del concepto detrabajo y la construccin ideolgica quesupone el concepto actual de trabajo, yen el segundo, insiste en una de su ideasfuerza recurrente que es la inviabilidad

    del desarrollo econmico generalizado paratoda la humanidad. Concluye esta segundaparte con el captulo dedicado al desarrolloeconmico espaol en el que aplica de for-ma muy sugerente su anlisis anterior acer-ca del metabolismo de las economas in-dustriales y sus consecuencias, proporcio-nando interesantes ideas sobre su trayectoriay perspectivas.

    En general los planteamientos de Nare-do, en su mayor parte ya conocidos por suobra anterior, me han interesado mucho denuevo, y repito que tomados aisladamente,tengo que decir que comparto una gran partede sus explicaciones y afirmaciones. En estesentido doy la bienvenida a su nueva obra,felicito a su autor por la misma y esperoque sea ampliamente comentada.

    No obstante, encuentro en este trabajo,tambin, algunos aspectos importantes tra-tados de forma que me impiden mostrarhacia el mismo el entusiasmo que me hu-biera gustado expresar. Ya he sealado an-tes mi sorpresa ante algunos de los plantea-mientos que aparecen en la primera parte,pero realizar a continuacin algunos co-mentarios de carcter ms general.

    Encuentro en este libro una fuerte reti-cencia a entrar de lleno en un anlisis y unacrtica del sistema econmico-social, comotal sistema. A pesar que el concepto de sis-tema econmico es fuertemente denostadopor l, el anlisis del mismo parece que sequeda siempre en el lmite de ciertas fron-teras. La frontera que supone la referenciaclara a un sistema capitalista explotador delas personas y depredador de la naturaleza.Hay, por supuesto, mltiples referencias alcapitalismo, al juego del poder y los pode-rosos, a las empresas transnacionales, a ladependencia de unos sujetos, a los depre-dadores y las presas, pero al mismo tiempouna clara inhibicin a profundizar en lascausas ltimas de todos estos elementos. Yescasas referencias a los agentes econmi-cos y sociales que detentan la capacidad de

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    Las races econmicas del deterioro ecolgico y social segn Jos Manuel Naredo

    tomar decisiones que afectan la vida de par-tes importantes de la poblacin o inclusodel conjunto de la humanidad, as como asus objetivos y motivaciones.

    En su trabajo no se trata tanto del siste-ma capitalista como base de los problemasa los que se hace referencia, sino que esmayormente la expansin financiera de laetapa actual del capitalismo su causante: elsistema financiero amplifica la polarizacinsocial y territorial, al ofrecer a las entidadesy los pases ms ricos y poderosos posibili-dades de financiacin que van mucho msall de lo que les permitira el comercio [...](69). Se trata de cuestionar las actualestendencias expansivas de los activos finan-cieros, los agregados monetarios y la mer-cantilizacin de la vida en general... Loscrticos del sistema actual deberan aunarsus protestas con propuestas para replan-tear el sistema financiero mundial con nue-vas reglas del juego e instituciones capacesde gestionarlo desde puntos de vista mselevados que los del negocio de las corpo-raciones transnacionales y los intereses delos actuales grupos y pases beneficiarios(107). Si se puede mejorar la gestin de sta(sus referencias a sistemas de control mo-netario) los problemas podran resolversesin una mayor transformacin de las rela-ciones de fondo.

    De aqu tambin su nfasis en la impor-tancia de la gestin, especialmente de lagestin financiera, mientras que explcita-mente est dispuesto a ignorar la importan-cia de la propiedad y la distribucin. Tam-poco se pregunta qu es lo que lleva a lasrazones por las que, segn l, esa gestin estan deficiente, cules son los criterios porlos que la gestin es la que es. Mencionael razonamiento monetario como gua su-prema de gestin y sus consecuenciasrespecto a considerar slo los costes de pro-duccin e ignorar los de adquisicin y re-posicin, pero no lleva ms lejos su argu-mento, y, desde luego no establece ninguna

    relacin entre sta gua de gestin y lapropiedad del capital.

    Quiz por ello los aspectos sociales noreciben tanta atencin como podra espe-rarse del ttulo del libro. En ste se refiereal deterioro ecolgico y social, pero meparece que es un libro sobre ecologa y ladisciplina de la economa que ya es mu-cho, pero que slo concede una impor-tancia muy subordinada a lo social. Es ver-dad que en el texto casi siempre se aadesocial al desequilibrio territorial perono hay ningn tratamiento un poco ms de-tallado de este tema, sino que, al contrario,la otra mencin explcita es a que la distri-bucin no es relevante, acerca de la queya he comentado ms arriba.

    Respecto a la distribucin hay tambinotro elemento a comentar: una de las ideas-fuerza de Naredo, en este libro y desde hacemuchos aos, es la inviabilidad fsica de undesarrollo a la occidental para toda lahumanidad. Idea que es imposible no com-partir. Ahora bien, si se est de acuerdo enla imposibilidad de este tipo de desarrollo,me parece que aceptar este punto requiere,a mi juicio inmediatamente, pero en cual-quier caso, en alguna parte de su trabajo,plantearse la problemtica de lo que supo-ne el no desarrollo. En otras palabras, siel desarrollo actual de los ricos no es po-sible para todos, cul es la situacin de losno desarrollados?, qu hacer con los po-bres? Me inquieta que en este libro, queseguro ser influyente, ni siquiera se men-cione que una situacin de no crecimien-to obliga inevitablemente a plantarse eltema de la distribucin de la riqueza mun-dial. Es curioso y preocupante, que tantosecologistas que comparten la posicin acer-ca de la imposibilidad del desarrollo gene-ralizado ignoren el tema de la distribuciny no se posicionen frente al mismo. Hechode menos a Harich (que Naredo no cita ensu bibliografa) que, si bien planteaba unsistema inviable con la correlacin de fuer-

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    DEBATE

    zas del mundo actual, y que incluso podano parecer deseable a muchos, enfrentvalientemente este tema, dedicndole cui-dadosa atencin.

    Los aspectos polticos, institucionales,sociales, reciben muy somero tratamiento,si alguno. Excepto para denostar el inter-vencionismo, el Estado se menciona poco,posiblemente porque se considera que hasido superado por las empresas transnacio-nales, pero no me parece una razn sufi-ciente, pues son todava agentes muy rele-vantes en las decisiones econmicas. Tam-poco aparecen las polticas. Por el contrario,al referirse a las relaciones econmicas in-ternacionales los sujetos son siempre lospases; slo alguna vez, pocas, hace refe-rencia a las empresas transnacionales, peropara nada ahonda en su papel en la econo-ma mundial. Ya he sealado que es curio-so que haciendo frecuentes referencias aldominio, a los poderosos, a los ricos y lospobres, al capital financiero, no haga nin-gn intento en explicarse el papel de los dis-tintos agentes, la existencia de estas dife-rencias y grupos. En general, presenta lasociedad como un conjunto homogneo deseres sin diferencias de poder, con muy fre-cuentes referencias a la humanidad. Nole pido al autor que utilice el concepto declase para su anlisis, pero s que tenga encuenta que en la humanidad hay poderesmuy distintos, relevantes para el anlisis quel pretende realizar.

    Otro de los aspectos que me produce cier-ta incomodidad es su planteamiento acercadel poder de las ideas y del conocimiento.Parece que para l, el problema principales no poder ni querer ver las alternativasporque tienen las mentes embotadas por lamitologa imperante. Son las trabas men-tales las que impiden concebir y elaborarnuevos marcos institucionales capaces dereorientar las formas de propiedad, de va-loracin mercantil, de tiles financieros, derelacin laboral y de proteccin social.

    (229). Me parece que hay mucho ms quetrabas mentales, ms bien intereses econ-micos muy poderosos, en los problemaspara la construccin de nuevos marcos ins-titucionales.

    Es verdad que el dominio en el mundode las ideas est siendo crucial para lograrla aceptacin conformista del sistema en elque vivimos, y en esta parte su crtica meparece muy vlida. Pero tambin escribecomo si el mero cambio de las ideas y lamejora del conocimiento pudiera cambiarel mundo, aunque es demasiado honestopara no verse obligado en algunas ocasio-nes a afirmar que esto no es suficiente: Elproblema estriba en que la mera especiali-zacin en el estudio del lenguaje, de lasideas... o del evolucionismo no conduce pors misma a trascender la dogmtica econ-mica imperante. As, la mayor o menor acep-tacin acadmica de textos que impugneny reorienten el panorama econmico actualdepender en buena medida del peso quetengan las corrientes crticas en la sociedad(148). Pero incluso en estas ocasiones nose adentra mucho en el tema y la importan-cia de los poderes y los intereses, sobre todoeconmicos, pero tambin polticos queestn tras estas decisiones no son muy tra-tados. Creo que las ideas son fundamenta-les para un cambio social, y he dedicadotoda mi vida a luchar en el campo de lasideas, pero eso no me lleva a pensar que lasideas solas pueden ser agentes principalesde transformacin. En algn punto Naredoseala que las entidades encargadas develar por un sistema monetario internacio-nal que se revela incompatible con la esta-bilidad, no slo ecolgica, sino financiera,no piensan en cambiarlo (101), lo que esuna pequea muestra de su conciencia deque no slo es cuestin de ideas o conoci-miento, pero no me caben aqu las otrasmuchas citas en las que parece creer que uncambio en las ideas es capaz de cambiar lasituacin.

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    Las races econmicas del deterioro ecolgico y social segn Jos Manuel Naredo

    Me parece que esta reticencia suya depenetrar en el fondo del sistema tiene tam-bin una incidencia en el lenguaje que utili-za. Sus expresiones son muy moderadas, o,en trminos ms modernos, polticamentecorrectas, lo que a menudo le hace ser bas-tante crptico. Por qu se refiere siempreal razonamiento monetario la sociedadactual utiliza el razonamiento monetariocomo gua suprema de la gestin (66),cuando se est refiriendo a la bsqueda des-carnada del beneficio? Por qu habla decivilizacin industrial en vez de capitalis-mo?2 La palabra beneficio creo que apare-ce una o dos veces en el texto, y no he en-contrado ni una sola referencia a la concen-tracin y acumulacin del capital. De hecho,tampoco la palabra capital es de las que seutiliza con mayor profusin, y no recuerdohaber ledo la palabra especulacin a pesardel amplio papel concedido a la globaliza-cin financiera. Asimismo en el ltimo ca-ptulo nuestro pas ha pasado de ser unvendedor neto de la propiedad de empresasnacionales al resto del mundo a convertirseen un comprador neto del patrimonio em-presarial del resto de los pases (238), nosera ms sencillo referirse a la compra deempresas por capital extranjero o a las sali-das de capital nacional para comprarempresas, que tan largos circunloquios?Cuando seala que para sacar partido detodos estos enfoques... hay que relativizarla lgica unidimensionalmente monetaria...(138). Qu significa esta expresin? Quie-re decir que tendr que ponerse en cuestinla bsqueda del beneficio como objetivoprincipal de la vida econmica? Hay al-guna razn para tanto eufemismo?

    En resumen, en mi opinin, en este libroNaredo, continuando con una tarea inicia-da hace muchos aos, trata del tema delecologismo situndolo en una amplia crti-ca de la sociedad actual, y especialmentede sus aspectos financieros, as como de lasgraves limitaciones de la ciencia econmi-

    ca convencional y su falaz tratamiento deltema ecolgico. Es un libro de una enormeriqueza de planteamientos. Aborda casi todolo que hay que decir y, tomados uno a uno,me parecen muy interesantes y, en su ma-yora, acertados. Pero, al mismo tiempo,todo el tiempo se percibe que hay algunosterritorios en los que rehsa entrar, espe-cialmente respecto a cul es el sistema eco-nmico que causa todos estos desastres, unaespecie de reticencia para hablar del capi-talismo y, sobre todo, para hablar de la esen-cia del capitalismo que constituye la explo-tacin del hombre y la naturaleza por elcapital. Ah me parece que hay muchos ro-deos y eufemismos, cuando no fallos deidentificacin serios.

    Cuando llega a las soluciones en la me-dida en que prospere la percepcin de la rea-lidad a partir de las metforas parasitarias ydepredadoras a las que actualmente respon-de, prosperar tambin la posibilidad de po-nerles coto (de nuevo la fuerza de las ideas)y la voluntad de personas que no quieren ju-gar el papel ni de depredadoras ni de pre-sas (y la ignorancia de las cuestiones depoder). (230) Me parece una visin bastantelimitada y posibilista, lo que probablementequiz sea una virtud operativa, pero encajabastante mal con muchos aspectos de su cr-tica y la realidad de los poderes fcticos.

    Los aspectos que menciono, son para minquietantes, porque a reserva de los muchosaspectos de gran validez crtica que plantea,de la abundancia y riqueza de sus argumen-tos, stos pueden dejar al lector, sobre todosi ste es un lector de primera instancia, conideas que, a mi juicio, son errneas acercade la dinmica social y la distribucin delpoder y la riqueza en la misma. Un muchode cal pero tambin bastante de arena, quepuede hacer que el edifico crtico que pre-tende construir tenga mucho elementos vli-dos, pero fundamentos no tan slidos comolos que caba esperar.

    Barcelona, marzo 2006

  • RIFP / 29 (2007) 189

    DEBATE

    NOTAS

    1. Que son precisamente las reglas que in-tentan imponer los adalides del neoliberalismocomo Friedman o Buchanan.

    2. Me figuro que lo hace para englobar apases que sin ser capitalistas pertenecen a la

    civilizacin industrial como la URSS en suda, o actualmente China, pero l ya deja muyclaro en ciertos puntos que la URSS pertene-ca al mismo paradigma industrial que el mun-do occidental.

    20 aos despus de publicar La economaen evolucin (1987) y bastantes ms desdeLa evolucin de la agricultura en Espaa(1971) los balances energticos que llev acabo con Pablo Campos (1980), Naredopublica ahora un libro destinado a un p-blico amplio, y que de alguna manera com-pendia muchas de sus investigaciones ante-riores. A pesar de la amplitud de los hori-zontes del autor en sus investigaciones, creoque existe una coherencia y unidad en to-das ellas: la necesidad de utilizar, junto alos instrumentos convencionales de anli-sis econmico, otras mediciones, muchasveces en unidades fsicas, y con esa infor-macin tomar despus decisiones polticas.Esos trabajos prcticos nos aclaran mucholas propuestas concretas de enfoque eco-integrador que se defienden de forma ge-nrica como conclusin de la crtica al sis-tema econmico. Adems, en la trayectoriadel autor, primero fueron los trabajos deeconoma aplicada y su labor como Esta-dstico Facultativo y luego sus reflexiones

    OTRA ECONOMA ES POSIBLE

    Manuel Santos Redondo*

    ms generales sobre la ciencia econmica.Creo que siguiendo en parte esa misma tra-yectoria puede entenderse mejor este libro.

    Al analizar la agricultura espaola, Na-redo utilizaba contabilidad convencionalen dinero pero tambin mediciones fsicasde cantidades de energa o de toneladas demateriales. La agricultura tradicional,preindustrial, presentaba un balance ener-gtico positivo, es decir, aportaba msenerga de la que consuma, mientras quela agricultura resultado de la revolucinverde consuma ms energa, en forma decombustibles fsiles y maquinaria, que laque proporcionaban sus productos. Estamedicin en cantidades de energa o en to-neladas no sustituye a la medicin en dine-ro, pero es tan necesaria como la habitualde los economistas.

    El de 1987 es un texto de historia de pen-samiento econmico, que pretende expli-car lo inadecuado de los conceptos clavede la economa convencional. Porque ade-ms de estudios concretos que apliquen unenfoque multidisciplinar, hacen falta re-flexiones ms generales para entender porqu los economistas seguimos haciendo mso menos lo mismo que participemos en dis-cusiones metodolgicas.

    * Universidad Complutense de Madrid, Fa-cultad de Ciencias Econmicas y Empresaria-les. Departamento Historia e Instituciones Eco-nmicas I ([email protected]).

  • RIFP / 29 (2007)190

    Las races econmicas del deterioro ecolgico y social segn Jos Manuel Naredo

    Races econmicas del deterioro ecol-gico y social es un libro mixto. Incluye tan-to pensamiento econmico como estudiosempricos, con uso de variables convencio-nales, es decir, medidas en dinero, a la vezque las innovadoras medidas en energa oen toneladas de materiales. Slo as puedeentenderse lo que Naredo llama el meta-bolismo de nuestra civilizacin. Mientrasla contabilidad en dinero puede mostrar unaaparente buena salud de la sociedad, la con-tabilidad energtica y de materiales puedeponer en evidencia un modelo de crecimien-to que no se puede sostener y mucho me-nos ampliar a todo el mundo.

    La combinacin de los dos anlisis, el quemide en dinero y el que mide en eficienciaenergtica y en flujos de materiales, es lo quedio a Naredo un puesto preeminente entrelos estudiosos de la agricultura y de la ecolo-ga. Por eso recomiendo, al menos a los eco-nomistas, comenzar la lectura de este libropor el ltimo captulo: Revisin del desa-rrollo econmico espaol, donde el autoraplica la metodologa que propone, el enfo-que ecointegrador, para analizar el modelode desarrollo espaol. Analiza los flujos fi-nancieros, poblacionales, y de energa y ma-teriales, y muestra cmo Espaa se convierteen atractora de capitales, recursos naturalesy poblacin; y a partir de 1995 son las em-presas espaolas las que realizan inversionesen el exterior, a diferencia de lo que ocurrien la dcada de 1980, cuando eran los noresidentes quienes compraban las empresasespaolas para introducirse en el mercado delnuevo pas europeo. Queda claro que el casode Espaa, el sector inmobiliario tiene unagran importancia, y la tiene como inversin,compitiendo con los mercados financieros.Y esto no se puede analizar slo con medi-ciones en dinero, porque la construccin deviviendas y de infraestructuras es una activi-dad que consume mucha energa y materia-les y que tiene un gran impacto en el territo-rio, y por tanto es un grave problema ecol-

    gico (p. 254). En esta sociedad, el ecologis-mo debe preocuparse por el metabolismode la economa espaola, en la que las vi-viendas se compran como inversin, con elrcord de viviendas secundarias y desocupa-das. La conclusin de este captulo tan emp-rico y actual, que se apoya en trabajos conscar Carpintero, es la misma que en los ca-ptulos de pensamiento econmico: lo quellamamos desarrollo es imposible de ge-neralizar a todo el planeta, sobre todo por sula ineficiencia ecolgico-ambiental; y debe-ramos revisar el propio concepto de desa-rrollo de forma que incluya medidas medi-ciones de flujos fsicos, como hace el autoren este libro y en otros estudios.

    Por tanto, vemos que la conclusin deNaredo en los trabajos interdisciplinares so-bre agricultura, en los que fue pionero; ensus trabajos empricos sobre los flujos finan-cieros, y en sus trabajos de pensamientoeconmico, es bsicamente la misma y muycoherente: no se puede gestionar bien la eco-noma, ni siquiera hacerse una idea de lo quefunciona bien o mal, si contribuye al bienes-tar o al desastre ecolgico, sin incluir la con-tabilidad de energa y materiales, o de me-tros cuadrados de suelo destinados a cadauso. Que esa contabilidad no puede sustituira la puramente econmica, lo sabemos loseconomistas y toda la poblacin. Pero el ra-zonamiento inverso, que la economa nopuede ignorar las limitaciones fsicas, esigualmente obvio, pero lo olvidamos con fre-cuencia o no lo queremos saber.

    Creo que despus de leer este captulo, ellector puede hacerse una idea del enfoqueeco-integrador que propone Naredo, y ala vez del amplio uso de herramientas con-vencionales del anlisis econmico que im-plica ese enfoque. Y entonces puede pasar aleer la crtica terica y metodolgica al con-junto de las ideas, metforas y medicioneshabituales de los economistas. Los econo-mistas como profesin tenemos una especiede vacuna de sensatez, que hace que slo

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    aceptemos pequeos cambios o crticas des-de dentro, que dejan intacto lo esencial delrazonamiento econmico. Esa aceptacin taninteriorizada y socializada es lo que convier-te en dogmas lo que deberan ser slo ins-trumentos de anlisis. A veces hacen faltaplanteamientos radicales; cuando la situacines extrema, lo insensato es no hacerlos. Comoeconomistas y como acadmicos, la inercianos lleva a seguir haciendo lo que hemosaprendido y lo que nos proporciona ingre-sos y prestigio profesional y social; esto es, aalejarnos de cualquier alarmismo y a cola-borar en operaciones de imagen como elcrecimiento sostenible, que resulta impo-sible sin cambios radicales (Conclusionesy recomendaciones, p. 106). Esos cambiosexigen contar con presin social y enfoquescapaces de alterar el vnculo entre poder ydinero que ha generado la presente situa-cin, pero tambin requieren la revisinde los valores, metas y estilos de vida hoydominante. Conclusiones as suenan raras,casi ingenuas y hasta poco profesionalespara economistas, pero hablar de medio am-biente sin hacer esas recomendaciones esengaar o engaarse.

    Schumpeter, que era un admirador de lateora por la teora misma, escribi sobreel xito de la Teora General de Keynes:en la economa un entusiasmo tal y,anlogamente, una marcada hostilidadnunca aparece a menos que el fro acerodel anlisis, en virtud de las reales o su-puestas implicaciones polticas que con-tiene, adquiera una temperatura que no lees propia (Historia del anlisis econmi-co, p. 389). Y cita como precedentes de en-tusiasmos y expresiones ardientes a Marxy a los fisicratas.

    Schumpeter no es el nico a quien le gus-tara que su ciencia, la economa, quede enmanos de los profesionales y lejos del p-blico o de la militancia poltica. El bilogoespaol Ramn Margalef se desmarca asdel activismo ecologista:

    Afortunadamente, la construccin de lalengua espaola admite los dos trminos,eclogo y ecologista, con su distinto signifi-cado. [...] La ecologa, en realidad, no tienetantas pretensiones [como el ecologismo].Trata de comprender cmo los organismos,que otras ramas de la biologa estudian unopor uno, se insertan en la vida real. Estosconocimientos pueden ser interesantes parael hombre, como especie biolgica. En todocaso, las decisiones hay que tomarlas en otronivel. Algunas de las vaguedades que con-funden a la ecologa actual, as como el sen-tido de milicia que infecta [sic] a algunos desus cultivadores se comprenden si se consi-deran las races histricas del pensamientoecolgico. [Pero] sin dejar de ver con inte-rs los mencionados antecedentes culturales,la ecologa actual es una ciencia, en el senti-do habitual de esta palabra (Margalef, Eco-loga, 1981, pp. 13-15).

    Races econmicas del deterioro ecol-gico y social fue presentado en un acto orga-nizado por la organizacin Attac, que se de-fine como movimiento internacional por elcontrol democrtico de los mercados, en unambiente ms de militancia ecologista e iz-quierdista que acadmica. Pero, como dijoentonces Carlos Berzosa, rector de la Uni-versidad Complutense y anfitrin, su fuerzaest en los razonamientos, no en las emocio-nes ni la militancia poltica. Naredo lleva acabo el fro anlisis, pero deja claro que paraque se realicen los cambios que propone hacefalta esa temperatura que Schumpeter con-sideraba impropia de economistas.

    La temperatura que no le es propia vie-ne de las conclusiones polticas y prcticasque se deducen del anlisis, y tambin desu retrica. Esa retrica parece anticapita-lista y contraria a la economa terica con-vencional, pero las propuestas concretas sonms bien pragmticas. En la polmica en-tre ms estado o ms mercado, Naredo dejaclaro que el problema del deterioro ecol-gico no encaja en ese esquema: la polmi-

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    Las races econmicas del deterioro ecolgico y social segn Jos Manuel Naredo

    ca liberalismo-intervencionismo distrae hoyla atencin de la verdadera encrucijada delsistema econmico y financiero internacio-nal y de la posible formulacin de alternati-vas razonables, esterilizando con ello losfrutos de la protesta (p. 104). No es sloque el sistema econmico de la Unin So-vitica imit en lo esencial las ambicionesdesarrollistas del capitalismo, pero conmucho mayor deterioro ambiental (p. 35);es que en nuestra economa, los particula-res, los empresarios y las administracionescontribuyen hoy a la explotacin y destruc-cin del patrimonio natural. Lo que necesi-tamos es una economa, unos sistemas deinformacin y de gestin y unas reglas deljuego que incentiven la conservacin, seacon propiedad pblica o privada (p. 106,Conclusiones y recomendaciones).

    Por mucho que quiera parecerse a lasciencias duras, la economa es siempre unaciencia social (p. 18); y an ms cuando seocupa del medio ambiente o del deterioroecolgico y social. Inevitablemente, el an-lisis y las soluciones son una cuestin tica ypoltica, adems de tcnica. El economistaque se ocupa de estos temas puede ser o noun activista poltico ecologista; pero difcil-mente podr mantenerse en una torre demarfil profesional. Pero antes de rendirse ydejar paso a los criterios ticos y polticos, laeconoma, en compaa de otras ciencias, tie-ne mucho que decir sobre la gestin del pla-neta y sobre el deterioro ecolgico y social.

    Lo sorprendente es que la actividad profe-sional de los economistas se haya converti-do en gran parte en una defensa de antema-no del statu quo, debido a la inercia y loshbitos mentales, por un lado; y a la parcela-cin y especializacin que dominan en elmbito acadmico. Cada vez el pensamientoeconmico dominante ayuda ms a convivircon el continuo deterioro ecolgico y la po-larizacin social que ocasiona la sociedadindustrial que a controlarlo, paliarlo o evi-tarlo (p. 36). Naredo considera que los en-foques de la economa ambiental, de laeconoma ecolgica y de la ecologa in-dustrial son complementarios, y se sera elenfoque ecointegrador (p. 16); aunque afir-ma de forma contundente: Pese a mi afnconciliador, he de reconocer que la econo-ma ambiental acostumbra a trasladar la fun-cin mistificadora propia del enfoque con-vencional al tratamiento de los recursos na-turales o ambientales (p. 17). Pero a pesarde esa retrica tan pesimista, en este libro,adems de la crtica a las ideas y las metfo-ras del capitalismo y de la economa, pode-mos encontrar tambin trabajos donde el ins-trumental de los economistas, dentro de unenfoque pluridisciplinar, arroja luz sobre elproblema del deterioro ecolgico que da t-tulo al libro, en vez de contribuir a sofisticarel anlisis a la vez que nos adormece comosi nada de lo que ocurre estuviera fuera decontrol. Y considero que esa es su principalaportacin y un motivo para el optimismo.

    CAMPOS, Pablo y NAREDO, Jos Manuel (1980):Los balances energticos de la agriculturaespaola, Agricultura y Sociedad, n. 15,abril-junio, pp. 163-255.

    CARPINTERO, scar (2005): El metabolismo dela economa espaola. Recursos naturales yhuella ecolgica (1955-2000), Teguise, Fun-dacin Csar Manrique.

    MARGALEF, Ramn (1981): Ecologa. Planeta,Barcelona.

    REFERENCIAS BIBLIOGRFICAS

    NAREDO, Jos Manuel (1987; 3. edicin, ac-tualizada en 2003): La economa en evolu-cin. Historia y perspectivas de las catego-ras bsicas del pensamiento econmico,Madrid, Siglo XXI.

    [1971] (2004): La evolucin de la agricul-tura en Espaa (1940-2000), Editorial Uni-versidad de Granada.

    SCHUMPETER, J. A. [1954] (1994): Historia delanlisis econmico. Barcelona: Ariel.

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    Agradezco la iniciativa de la revista al ele-gir mi libro como centro de este bloque dereseas. La amplia temtica tratada en ellibro se presta a diferentes lecturas. Al pro-poner el avance hacia una economa abier-ta y trandisciplinar, el libro no slo va diri-gido a economistas, sino a personas preocu-padas por reflexionar sobre la interaccindel universo monetario, propio de la eco-noma ordinaria, con el medio fsico y so-cio-institucional que lo envuelve, sabiendoque esa interaccin alcanza dimensionesplanetarias y condiciona el devenir de lacivilizacin industrial, tan unida al univer-salismo capitalista imperante. Esta re-flexin, al hurgar en ese elemento hoy tancapital de la ideologa dominante que es laideologa econmica, tiene evidentes rami-ficaciones filosficas, polticas..., y antro-polgicas. La triple llamada a la comuni-dad cientfica de los economistas deman-dando comentarios para el libro ofrecepuntos de inters, porque permite profun-dizar en aspectos de las corrientes de eco-noma crtica que se hubieran diluido al lle-var la reflexin hacia otras disciplinas, aun-que tambin sta se habra enriquecido conello, llevando la discusin al contexto msamplio de la revista.1

    Una primera constatacin es que la co-munidad cientfica de los economistas noes monoltica, sino que alberga en su senola disidencia o al menos ciertas dosis de li-brepensamiento. El hecho de que personasbien asentadas en el mundo acadmico delos economistas como lo son los autores

    de las tres reseas adjuntas saluden coninters un texto rupturista como el mo aslo evidencia. Es cierto que los tres autoresno pertenecen a esa ortodoxia econmicadominante que segn uno de ellos (To-rres) se ha vuelto verdaderamente au-tista y tiende continuamente a despreciar ysilenciar todo lo que signifique salirse delcamino trazado por los paradigmas al uso.Tal vez ese autismo hizo que alguno de losrepresentantes de esa ortodoxia declinarafinalmente a hacer la resea solicitada, ava-lando que cuando se discute desde fuera delparadigma en el que se desenvuelven, pre-fieren recurrir al silencio y esperar que paseel chaparrn, contribuyendo a que el librose olvide, por muy juiciosas que fueran susconsideraciones.2 Al neoscurantismo que sederiva de la actual Torre de Babel de lasespecialidades cientficas se aade, as, elde la incomunicacin que se observa entrelas distintas corrientes que se albergan enel seno de estas especialidades. El horizon-te de cambio se vislumbra, as, no tantoporque triunfe por s sola la razn en el de-bate cientfico, sino porque el contexto so-cial potencie este triunfo, al mostrarse fa-vorable a la posible corriente impuganado-ra, hacindola ganar peso y consiguiendoque, al fin, se haga or y respetar.

    Una segunda constatacin es que elpensamiento econmico que escapa a laortodoxia dominante dista tambin mu-cho de ser monoltico, como evidencia elhecho de que los reseantes aporten jui-cios y enfoques que denotan posicionesdiferentes, alimentado con ello el intersde este bloque.

    COMENTARIOS SUSCITADOS POR LAS TRES RESEAS ADJUNTASDE SU LIBRO: RACES ECONMICAS DEL DETERIORO ECOLGICOY SOCIAL. MS ALL DE LOS DOGMAS*

    Jos Manuel Naredo

    * Madrid, Siglo XXI Eds., 2006, 269 pp.

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    Las races econmicas del deterioro ecolgico y social segn Jos Manuel Naredo

    Pese a estas diferencias, me congratula verque los tres reseantes sitan el libro en elcontexto ms amplio de mis publicaciones,que denotan conocer bien, pese a que mu-chas de ellas no sean accesibles desde losportales habituales de Internet, ni tampocofiguren en ninguna pgina Web personal, queno he materializado por pudor y falta de es-pritu comercial. Me ha sorprendido muyfavorablemente la sntesis de contexto quehace Torres, con quien adems no habamantenido contacto personal, a diferencia delos otros dos reseantes. Tambin me pare-cen generalmente ajustadas las sntesis quehacen del libro, aunque necesariamente alsubrayar ciertos aspectos soslayen otros quepuedan parecer dignos de subrayarse.3 Peroms que dedicarme a completar o redundaren las sntesis, descripciones o pretensionesdel libro, voy a dedicar mi espacio a las cr-ticas u objeciones que plantea sobre todo unode los reseantes: Miren Etxezarreta.

    El texto de Etxezarreta ha sido para muna sorpresa. Conociendo su vehemencia,me encuentro en su texto con tan duras ob-jeciones que denotan que, de alguna mane-ra, la ha enfadado mi libro. Cmo es posi-ble que eso ocurra, cuando Etxezarreta pro-mueve la economa crtica y milita desdesus inicios en la asociacin que lleva esenombre? Al analizar sus objeciones veo quecomportan toda una serie de malentendidosy prejuicios que denotan que la incomuni-cacin se produce tambin, lamentablemen-te, en el seno de la propia economa crtica.Tratar de iluminar esta cuestin importan-te, que haba soslayado al hacer el libro.Cuestin que tiene que ver, a mi juicio, conque parte de esa economa crtica comulgacon algunos de los paradigmas propios dela economa convencional o estndar y noalcanza a comprender, as, las reflexionesque desde fuera se plantean. Pero quiz lamejor manera de entrar en materia sea revi-sar primero las objeciones para concluirdespus sobre el tema.

    Un primer punto, que al parecer molestaespecialmente a Etxezarreta, es que segnella hago una alabanza de ideas muy libe-rales o una especie de apologa del libe-ralismo y, adems, me manifiesto en con-tra del intervencionismo. Crea que, comoconfirma Santos en su resea, haba dejadobien claro en el libro que, a mi juicio, elproblema del deterioro ecolgico trascien-de la polmica entre ms Estado o ms mer-cado..., o entre marxismo y liberalismo, queha venido ocupando la atencin de los eco-nomistas. No slo pongo ejemplos, comoel de la Unin Sovitica, que denotan quela intervencin, e incluso la propiedad es-tatal, no son suficientes para evitar ese de-terioro. Sino que subrayo que la polmicaliberalismo-intervencionismo distrae hoy laatencin de la verdadera encrucijada delsistema econmico y financiero internacio-nal y de la posible formulacin de alternati-vas razonables, esterilizando con ello losfrutos de la protesta (p. 104). Sobre todocuando en ella el liberalismo monopolizala idea de libertad dejando al otro lado unintervencionismo poco presentable y cuan-do suele pasar desapercibido que las mayo-res sobredosis de intervencionismo econ-mico, e incluso militar, se operan hoy en elmundo bajo bandera liberal. Aclarar el con-fusionismo reinante exige trascender esapolmica desigual y confusa en vez de se-guirla atizando a base de hacer profesinde fe en uno u otro sentido. Mxime cuan-do la idea de libertad recortada al comer-cio, a la explotacin y los negocios por par-te de los liberales, hizo que ya en el sigloXIX se inventara el neologismo libertario4para distinguir a quienes se posicionan afavor de una defensa ms amplia de la mis-ma. Aunque siento la aversin propia demuchas mentes libres a someterse a las eti-quetas al uso,5 si me fuerzan dir que no esla de liberal la que mejor me cuadra, sino lade libertario. Quede claro, pues, que noadopto una posicin eclctica, ni rehuyo a

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    comprometerme en la polmica indicada,sino que trato de aclarar las cosas desdeperspectivas ms amplias.

    Frente a la actual desregulacin e inter-vencin discrecional (a este pas se le ayu-da desde los organismos internacionales porser fiel a USA y sus empresas transnacio-nales, y a este otro no...) propias del actualsistema monetario internacional, me resul-ta incomprensible que, a alguien crtico, leparezca mal que defienda en el libro solu-ciones transparentes y consensuadas quemantengan al menos un equilibrio entre re-gulacin y medios reglados de intervencin:a ms regulacin se necesitara menos in-tervencin y viceversa. Y me sorprendeque Etxezarreta se sorprenda de que yo digaque el ejercicio de la libertad se facilitacon el establecimiento de reglas de juegoaplicables a todos, cuya inequvoca clari-dad permita a la vez reducir los conflictos ylas arbitrariedades (y desigualdades) frutodel actual intervencionismo [refirindomesobre todo al del FMI]....6 Acaso consi-dera Etxezarreta mejor las soluciones os-curas y no consensuadas, que amplen a lavez la desregulacin y los medios discre-cionales de intervencin guiados en la som-bra desde el poder?

    Creo que slo la incomprensin o la ofus-cacin le impiden tambin aceptar el inte-rs de propuestas ms radicales que muchasde las procedentes de foros alternativos(como la famosa tasa Tobin) para desin-flar o controlar la capacidad de creacin dedinero, por el mero hecho de proceder dealgunos adalides del liberalismo que defien-den la regulacin para evitar o reducir laintervencin. La exigencia de mantener unareserva del 100 % de los depsitos banca-rios o de aplicarlos slo a determinadas in-versiones de especial naturaleza o garanta(identificando como bancos limitados na-rrow banks a los que operen de esa ma-nera) son propuestas de evidente inters paraponer coto a la desregulacin del actual sis-

    tema monetario internacional y deben de serconsideradas cualquiera que sea su proce-dencia.7 El problema estriba en que la inco-municacin antes mencionada se acentacuando, desde determinados enfoques o ten-dencias, se llegan a demonizar ciertos au-tores y a canonizar otros, abrazando y ve-tando en bloque sus obras, en vez de invitara enjuiciarlas libremente, separando el gra-no de la paja. Esta situacin de incomuni-cacin y de enfrentamiento viene espolea-da porque, como apunto en el libro, el ac-tual sistema de poder slo ha contribuido adivulgar hasta la saciedad declaraciones ypublicaciones de economistas liberales quesirven para vender ciertos productos (des-reguladores y privatizadores) que le intere-san, pero no otros que le incomodan. Estejuego meditico ha desviado las crticas deese mal llamado movimiento antiglobali-zacin hacia los demonios del neolibera-lismo salvaguardando as al capitalismo decarne y hueso que los utiliza como seue-lo (p. 103). Pues el capitalismo no es elresultado de aplicar la utopa liberal, sinoun sistema social fruto de una complejaevolucin histrica y, como tal, ha utilizan-do con pragmatismo las ideas ms variadase, incluso, contrapuestas liberales y au-toritarias, reguladoras e intervencionistas,etc., segn se acomodaban mejor a sus in-tereses en cada momento. Insisto que acla-rar las cosas exige no confundir liberal conlibertario ni, como hace Etxezarreta, libe-ralismo con statu quo, sino denunciar laconfusin que genera el hecho de que elsuperintervencionismo reinante en el mun-do opere hoy bajo disfraces liberales..., ode que haya guerras y destrucciones masi-vas que se presentan con envolturas hu-manitarias y de defensa de los derechoshumanos.

    Otro aspecto en el que hacen presa lascrticas de Etxezarreta es el que me atribu-ye ignorar la importancia de la propiedady la distribucin; reprobando que ni si-

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    Las races econmicas del deterioro ecolgico y social segn Jos Manuel Naredo

    quiera mencione que una situacin de nocrecimiento obliga inevitablemente a pla-tearse el tema de la redistribucin de la ri-queza mundial; e incluso me llegue a im-putar mi aceptacin en toda regla del statuquo respecto a la propiedad y la distribu-cin de la riqueza social, insistiendo ade-ms en ello. A la vez que dice que presentoa la sociedad como un conjunto homog-neo de seres sin diferencias de poder. Medejan de piedra estas apreciaciones, porquefrancamente no pensaba que el libro, ni nin-guna de mis numerosas publicaciones, die-ran pie a ellas. Adems, su interpretacinde que hago una defensa del statu quocontradice la de otras muchas personas quevaloran el libro por todo lo contrario: justoen el momento mismo de escribir estas l-neas acabo de recibir la felicitacin de unlector que concluye afirmando que es param una alegra ver que sigue habiendo unhilo conductor para otras maneras de very pensar el mundo, al margen de todos losstatu quo sociales, polticos y econmi-cos. Adems hay prrafos concretos dellibro que contradicen las apreciaciones deEtxezarreta. Sin nimo de exhaustividad voya referirme a algunos.

    No cabe decir que ignoro el tema de lapropiedad ni las relaciones de poder cuandoen la sntesis que hago de las reglas del juegoeconmico imperante a corregir, afirmo que[...] la polarizacin social y territorial se vehoy acentuada por convenciones sociales yacuerdos institucionales dignos de mencin.El primero de ellos es el respaldo legal y laaceptacin social de derechos de propiedaddesigualmente repartidos entre unos ciuda-danos que, paradjicamente, acostumbran adefinirse iguales en derechos. Con lo cual eljuego econmico aparece ya sesgado en suorigen a favor de unos afortunados, frente auna mayora de desfavorecidos [...] El segun-do es el respaldo legal y la aceptacin socialde relaciones laborales dependientes a las quese somete la mayora de la poblacin: el sim-

    ple pago de un salario otorga a los afortuna-dos el derecho a mandar y obliga a los des-favorecidos a obedecer. Adems, las relacio-nes de poder desequilibradas presentes en loscontratos de trabajo se extienden y refuerzanhoy, sobre todo, a travs de las cadenas demando de esas organizaciones jerrquicas ycentralizadas que son las empresas capitalis-tas. En tercer lugar, las normas que rigen hoyesa convencin social que es el dinero am-plifican notablemente esa polarizacin socialy territorial... (pp. 68-69). Y entre mis pro-puestas finales figuran las de reorientar lasformas de propiedad, de valoracin mercan-til, de tiles financieros, de relacin laboraly de proteccin social (p. 229). Incluso elcuadro de sntesis que aparece en esa mismapgina incluye mi propuesta de revisar laactual teora de la propiedad....

    Y en lo que concierne a la distribucin,por ejemplo, en la pgina 7 suscribo unosbellos prrafos de J.S. Mill (1848) en losque, tras decir no veo que haya motivo paracongratularse de que personas que son msricas de lo que nadie necesita ser hayandoblado sus medios de consumir cosas queproducen poco o ningn placer, salvo comorepresentativos de riqueza..., concluye que[...] lo que se necesita desde un punto devista econmico es una mejor distribucin,con nimo de apuntar que la situacin ac-tual revaloriza esta apreciacin. Todo lotocante a la por m denominada Regla denotario y a la aplicacin de la metforadepredador-presa tiene que ver con eltema de la desigual distribucin y con rela-ciones de poder que acrecientan la polari-zacin social. Cuando la referencia a estapolarizacin es una constante en todo el li-bro, no entiendo cmo Etxezarreta puededecir que presenta a la sociedad como unconjunto homogneo de seres sin diferen-cias de poder. En el captulo sobre la mi-tologa del trabajo, adems de criticar lateora neoclsica de la distribucin y sea-lar por qu se encuentra cientficamente

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    superada, me decanto a favor de paliar,tanto las flagrantes desigualdades actualescorrigiendo la creciente asimetra obser-vada entre la retribucin y la penosidad deltrabajo [reflejada en la Regla del nota-rio] como la actual dicotoma entre elparo y el trabajo compulsivo..., adems deproponer medidas orientadas a reducir eltrabajo penoso y dependiente, a favor deactividades econmicas ms gratificantes ylibremente guiadas por afanes de creativi-dad e intercambio solidario....

    Cmo es posible que Etxezarreta afir-me, en contra de toda evidencia, que acep-to el statu quo de la propiedad y la distribu-cin, que ignoro su importancia, que nohablo de redistribucin o que considero lasociedad como un conjunto homogneo deseres...? Con independencia de que en elfragor de la crtica Etxezarreta desbarre,interpreto que tiene algunas razones subya-centes para hacerlo. La principal es que lacrtica econmica, mayoritariamente prac-ticada desde el marxismo, se centra en elempeo de mejorar la mala distribucin delos ingresos y de socializar la propiedad delos medios de produccin, como pana-ceas capaces de resolver, mediante el des-arrollo de las fuerzas productivas tanto losproblemas sociales, como los ecolgicos(interpretando estos ltimos como un pro-blema de distribucin o racionamiento delos recursos naturales, como hace Harich[1975] en el libro al que Etxezarreta diceque no hago referencia). Y siendo distribu-cin y propiedad la piedra angular de estediscurso crtico habitual, a Etxezarreta lesaben a poco mis referencias al tema. Ade-ms de molestarle que ponga en duda quela mera correccin de stas vaya a arreglarlos problemas ecolgicos actuales y afirmela necesidad de instalar reglas del juegoque incentiven la conservacin ya sea conpropiedad pblica o privada.

    Porque mi preocupacin no es tanto dis-cutir la distribucin o la propiedad de la

    tarta, como la naturaleza de la propia tar-ta y la nocin de sistema econmico quela define, que estas crticas acostumbran asoslayar. Considero que no slo hay quediscutir la distribucin de la riqueza so-cial de la que habla Etxezarreta, sino lapropia nocin usual de riqueza. Trato detrascender, as, la cada vez ms carentede contenido metfora de la producciny la mitologa del desarrollo que reposasobre ella y de formular metforas alterna-tivas que ofrecen versiones y percepcionesdiferentes de la realidad econmica, quesubrayan precisamente situaciones de po-larizacin y de dominio que soslayaban losenfoques econmicos ordinarios y dedicoa estos aspectos buena parte del libro.8

    No es un secreto para nadie que el mar-xismo utiliza, en lo econmico, las mismascategoras de produccin y desarrollo de laeconoma poltica, con lo que adopta la mis-ma ideologa del progreso econmico de estaltima. Como no podemos detenernos aquen enjuiciar las elaboraciones econmicas deMarx y del marxismo,9 con sus diferentesaspectos y matices,10 me permitir hacer unsimple recordatorio: que tanto Marx, comosobre todo el marxismo, hicieron las vecesde caballo de Troya de la ideologa econ-mica dominante, al divulgar en el seno delmovimiento crtico al capitalismo la metfo-ra de la produccin y la mitologa del desa-rrollo econmico, sobre las que se articulala nocin usual de sistema econmico. Y almantener el mismo afn desarrollista11 yla misma idea de sistema econmico, con sucarrusel de la produccin y del consumo, seincapacit a este movimiento para idear ver-daderas alternativas.

    Tal vez porque Etxezarreta no quiere verque oriento mi crtica hacia esa nocin usualde sistema econmico que comparten tantola economa estndar como el marxismo,en vez de orientarla slo en criticar el siste-ma econmico capitalista, pueda decir queencuentra en el libro una fuerte reticencia

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    Las races econmicas del deterioro ecolgico y social segn Jos Manuel Naredo

    a penetrar en el fondo del sistema [capita-lista] aado yo, para que tal afirmacinpueda tener algo de sentido... Es falso quela palabra beneficio aparezca solo una odos veces en el texto: aparece 28 y variasveces la palabra lucro u otras anlogas.Como tambin lo es que no mencione lapalabra especulacin cuando, entre otrascosas, concluyo que la actual burbuja in-mobiliaria ha tenido el desastroso efecto deextender el virus de la especulacin portodo el cuerpo social (p. 253). Y desde lue-go, resulta totalmente falso que no haga niuna sola referencia a la concentracin y acu-mulacin de capital, cuando llego inclusoa postular que nos encontramos en una ter-cera fase de acumulacin capitalista, toda-va escasamente analizada: tras la acumu-lacin primitiva de capital cobr fuerzala acumulacin propiamente capitalista,analizada por Marx y otros autores, basadaen las plusvalas obtenidas de la produc-cin y venta de mercancas. Sin embargoahora asistimos a una tercera ola de acumu-lacin de capital realizada por un reducidogrupo de enormes empresas transnaciona-les a base de crear dinero por el procedi-miento antes mencionado, para comerciarcon el patrimonio vinculado al capitalismotradicional y al desmantelamiento del sec-tor pb