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Comisión para la Conmemoración del Centenario de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo Rodrigo Pardo Fernández, responsable.Ana Cristina Ramírez Barreto, Patrimonio cultural. Helmut Horkheimer Vázquez Torres, director de la Facultad Popular de Bellas Artes, Actividades artísticas COMITÉ DE CULTURA Continuar leyendo pág.2 ... Cultura, identidad y literatura de la migración Rodrigo Pardo Fernández L a literatura sobre la frontera entre México y Estados Uni- dos, construcción y recrea- ción de una compleja relación so- cioeconómica y cultural, se mues- tra vigente en el siglo XXI, ahora quizá matizada por la existencia de fábricas maquiladoras y la venta de autos chocolate...

COMITÉ DE CULTURA - gacetanicolaita.umich.mx · no son habitantes ya de ese otro espacio, al sur de la frontera, de cualquier pueblo que es signo de la pérdida y de la identidad

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Comisión para la Conmemoración del Centenariode la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

Rodrigo Pardo Fernández, responsable. Ana Cristina Ramírez Barreto, Patrimonio cultural. Helmut Horkheimer Vázquez Torres, director de la Facultad Popular de Bellas Artes, Actividades artísticasCOMITÉ DE CULTURA

Continuar leyendo pág.2 ...

Cultura, identidad y literatura

de la migraciónRodrigo Pardo Fernández

La literatura sobre la frontera entre México y Estados Uni-dos, construcción y recrea-

ción de una compleja relación so-cioeconómica y cultural, se mues-tra vigente en el siglo XXI, ahora quizá matizada por la existencia de fábricas maquiladoras y la venta de autos chocolate...

C2 Lunes 20 de junio de 2016. Año 6 No. 101.

Rumbo al CentenarioRumbo al Centenario

De este modo es posible tanto imaginar como reconstruir esa esci-sión geográfica entre dos territorios que es como una herida que nunca sana, a partir del desarrollo de la narrativa que descubre y reconstruye el discurso sobre este espacio: la Línea, zona de conflicto, violenta y crea-dora. No hay transparencia en la relación entre la línea y la violencia: se trata de una relación mediada, histórica, construida por siglos a partir de las múltiples dificultades en las relaciones humanas de espacios que se consideran diferentes, por lo menos, cuando no opuestos o divergentes. Las categorías cerradas son incapaces de comprender la diversidad y los alcances de una literatura marcada por la proximidad (esperanza o ame-naza) de la Línea. De manera significativa, en la literatura chicana escrita al otro lado, como bien señala Justo Alarcón, destaca el hecho de que:

[…] siendo tan importante La Frontera en la vida del chicano, muy pocas obras literarias tratan explícitamente de dicho tema. La mayor parte de las obras la presuponen implícitamente. Se habla mucho de “cruzar” o de “pasar la frontera”, pero muy pocas veces se describe detenidamente “el cruce” y “el paso” o “pasaje” de la misma.

Pareciera, de este modo, que un mismo universo, un espacio geo-gráfico imaginado (esto es lo importante) por escritores diferentes, la frontera (encuentro, fin, ruptura, inicio), condiciona, en cierta medi-da, el modo de narrar, y no sólo eso, el modo de analizar y compren-der esa práctica narrativa. Y una preocupación central de algún modo, la violencia, exaltada por la escritura, quizá, pero no exagerada si lee-mos las noticias y vemos cómo, hasta la fecha, se vive y se muere en esa zona del mundo. No se trata de un determinismo fácil, maniqueo, sino la comprensión de que una realidad –que el escritor recrea, imagi-na, trastoca en la escritura– también participa del proceso; la frontera y los migrantes que la habitan (de paso o que han llegado para quedar-se, como los chicanos) no son mero escenario y figurines, sino proble-máticas humanas específicas, un territorio desolado y complejo que se constituye como eje vinculante de la historia. Los migrantes trastocan un orden pretendidamente estable, pero que se basa en su esencia en la contradicción. Como ha señalado Rubén Martínez en su texto Bendecido por las contradicciones:

Es 1994. Ya no los llamamos refugiados, o comunistas. Ahora son ilegales, in-vasores, criminales, y siguen viniendo. América, tierra de inmigrantes, niega al inmigrante. En una temporada de furia política, la clase media contradice la señal inmigrante, e intenta borrar la conexión entre Los Ángeles y San Sal-vador, Los Ángeles y Guadalajara, que por supuesto es la conexión con Los Ángeles mismo.

En verdad, el inmigrante nos contradecía a nosotros. El inmigrante era un recuerdo constante de la clase en la sociedad “sin clases”, de la raza en la na-ción “sin raza”. El inmigrante nos decía que no había frontera entre Estados Unidos y el resto del mundo, que no había excepción a la historia; nos mostró cuánto de nuestra cultura y nuestra política es moldeado por los viajes de migrantes, de profetas.

Más allá de los intentos de la literatura migratoria (mexicana o chicana; en español, inglés o pachuco) por conformar o encontrar una identidad propia, hay nuevos intentos de hablar propiamente del fenómeno desde este lado, desde la perspectiva del migrante que va y vuelve, que regre-sa y cuestiona tanto el mundo que dejó atrás, estadounidense, como su propia cultura. Pretendo indicar vías posibles para una investigación más amplia y reflexiva sobre este fenómeno cultural y su trascendencia.

El spanglish una muestra de un lenguaje que no consiste sólo en la mezcla, errática o fortuita, del español y del inglés. Se trata de una for-ma de concebir la escritura como recreación de un modo, vital y vigente, de construir el discurso mediante un mecanismo de code-switching de gran complejidad, por cuanto se realiza de forma natural, de un modo similar a como se aprende y se desarrolla el habla de la lengua mater-na. Vale destacar la necesidad de buena parte de la escritura chicana de reconocer, reconocerse, en el ámbito geográfico en el que viven y escri-ben, al que a la vez asumen como extraño y propio. Esta inquietud no se presenta en la literatura mexicana (no al menos con esas especificida-des), y por tanto es un signo particular de la que suele llamarse también literatura latina en Estados Unidos.

La experiencia vital y literaria del paso a través de, y de la vida en la frontera se traduce en un conjunto de obras y de autores cuya impor-tancia no puede soslayarse, y se encuentra íntimamente ligada a otras experiencias narrativas de quienes habitan los territorios fronterizos.

Recordemos que “… [toda] corriente de migración … ha estado con-dicionada por las políticas migratorias que actúan como un filtro entre el deseo de los emigrantes y los desplazamientos reales que tienen lu-gar.” En la novela de Mario Chávez-Campos, Muros de sed, un personaje, Raúl, llega a California huyendo de sí mismo, no estricta y únicamente de la pobreza sino de un vacío existencial que no sabe cómo llenar; sin que se mencione de manera explícita, un programa oficial como Paisano facilita y propicia su tarea: pensemos en la importancia que tienen los envíos de dinero desde Estados Unidos para mantener a flote nuestra economía, y apreciaremos el valor que le da el Estado mexicano a la mi-gración, forzosa, ilegal: otro modo de exiliarse. Afirma Chávez-Campos:

Y es que el exilio no es otra cosa. De lo que se trata es de autocompadecer-se y dejar que la nostalgia se apodere de los sentidos. […] [a pesar de sus esfuerzos de confundirse, de identificarse con el pueblo norteamericano] siguen siendo migrantes ilegales. Y aunque tengan papeles el status queda. Son ciudadanos de tercera en un mundo para blancos. Lo que ellos creen que dejaron atrás en México es nomás lo que imaginan. Todo son espejismos. Ni saben qué dejaron, ni qué están ganando. Pinche argumento cancionero: No soy de aquí ni soy de allá.

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Rumbo al Centenario

De lo que se trata, al fin, es de la raíz, el origen, el afán de constituir (descubrir, recuperar) la identi-dad. Este fragmento (como toda la narrativa sobre la migración, sobre la frontera como herida y sobre los chicanos como pueblo) se conforma a partir de la idea de la raíz al aire, sin sustento: el des-arraigo. La organización del espacio y la constitución de un lugar propio (individual y colectivo) suceden en lo concreto y en el imaginario.

Literatura y metaliteratura, texto novelístico que trasgrede sus límites y reflexiona sobre el he-cho la idea de qué más se puede decir, qué más se puede escribir cuando alguien ha muerto. Perso-najes de libro o de noticiero nacional, cifras de una estadística oficial o trabajadores indocumentados que nadie reconoce, los migrantes que aparecen en Muros de sed intentan reconstruir su historia a partir de una contradicción (condición sine qua non de la identidad mexicano-estadounidense), la de no pertenecer del todo a la sociedad norteameri-cana en la que viven y trabajan, pero que los discri-mina y de la que reniegan; pero al mismo tiempo, no son habitantes ya de ese otro espacio, al sur de la frontera, de cualquier pueblo que es signo de la pérdida y de la identidad que se refrenda en las holidays y en las llamadas telefónicas interna-cionales para ponerse al día con los chismes que, de tan lejanos, se tornan en mentiras a medias. El fenómeno migratorio, y los textos de carácter lite-rario construidos en torno, son más complejos que

el mero relato de las peripecias del paso del río Bravo o el desierto, la violencia asociada al tráfico de perso-nas, armas y drogas; es un fenómeno cultural que se extiende en el tiempo y se filtra en todos los procesos sociales, políticos, económicos, colectivos e indivi-duales, íntimos, de la población que se marcha al otro lado, pero también de la que se queda.

Lo chicano, en esta perspectiva del desarraigo, es una forma de establecerse, de reconocer la identidad y el desamparo, el origen común (¿mestizo, en Gonzalo Guerrero y Zazil Há?) pero al mismo tiempo el extraña-miento, como se presenta en este fragmento de Trópi-co de la naranja, de Karen Yamashita:

El Sur de sus sueños había sido un largo viaje. Podía recordarlo todo. Éste era nomás un momento de trán-sito. A medida que se aproximaba podía escuchar el canto de la frontera una y otra vez: Atrápalos y échalos de vuelta. Atrápalos y échalos de vuelta. Atrápalos yéchalos de vuelta. Éste era el principio del Norte de su sueño, pero aun así lo interrogaron. Sostuvieron la frontera contra su garganta como un gran cuchillo. «¿Cómo te llamas?».—Cristóbal Colón.—¿Cuántos años tienes?—Quinientos y tantos años.—¿Cuándo naciste?—Doce de octubre de mil cuatrocientos noventa y dos.—¿Dónde naciste?—En el Nuevo Mundo.

—Eso te convierte en un...—Poscolombino.—No pareces poscolombino. ¿A qué te dedicas aquí?—Supongo que ustedes me considerarían un men-sajero.—¿Y cuál es tu mensaje?—¿Ninguna nueva es una buena nueva?—¿Es una pregunta? Dime, ¿hablas inglés?—Sí.—¿Dónde aprendiste a hablar inglés?—En la Universidad de Harvard.—¿Así que estudiaste en los EU? ¿Dónde?—En Harvard, en la School of Business. Estuve ahí al mismo tiempo que Carlos Salinas de Gortari. Lue-go en la Universidad de Stanford, en Economía, con Henrique Cardoso. También en la Universidad de Columbia con Fidel Castro; hice mi tesis ahí sobre teoría política, ve usted. Y finalmente en Annapolis; lo que estudié ahí es un secreto.—¿Dónde está tu visa? ¿Tu pasaporte?—¿No que me estaban esperando?

Desde los estudios literarios debe entenderse la aparición reiterada de los discursos ficcionales sobre la migración (siempre, de algún modo, tes-timoniales) y sobre la cultura chicana relacionada, como un fenómeno mucho más complejo, con-fundido de manera íntima con lo social, lo ideoló-gico, con el poder y la miseria, la idealización del sueño de vida americano y la pérdida de las raíces.

...un espacio geográfico imaginado ..., la

frontera (encuentro, fin, ruptura, inicio),

condiciona, en cierta medida, el modo de

narrar...

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Rumbo al Centenario

Manuel de la Peña y Peña, presidente interino de los Estados Unidos Mexi-canos, a todos los que las presentes vieren, sabed: Que en la ciudad de Guadalupe Hidalgo se concluyó y firmó el día 2 de febrero del presente

año un tratado de paz, amistad, límites y arreglo definitivo entre la República Mexicana y los Estados Unidos de América, por medio de plenipotenciarios de ambos gobiernos, autorizados debida y respectivamente para este efecto, cuyo tratado con su artículo adicional, es en la forma y tenor siguiente:

* * *TRATADO DE PAZ, AMISTAD, LÍMITES Y ARREGLO DEFINITIVO,

ENTRE LA REPÚBLICA MEXICANA Y LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA

Artículo 1. Habrá paz firme y universal entre la República mexicana y los Estados Unidos de América, y entre sus respectivos países, territorios, ciuda-des, villas y pueblos, sin excepción de lugares o personas.

Artículo 2. Luego que se firme el presente tratado, habrá un convenio en-tre el comisionado o comisionados del gobierno mexicano, y él, o los que nombre el general en jefe de las fuerzas de los Estados Unidos, para que ce-sen provisionalmente las hostilidades, y se restablezca en los lugares ocupa-dos por las mismas fuerzas el orden constitucional en lo político, administra-tivo y judicial, en cuanto lo permitan las circunstancias de ocupación militar.

Artículo 3. Luego que este tratado sea ratificado por el gobierno de los Es-tados Unidos, se expedirán órdenes a sus comandantes de tierra y mar, pre-viniendo a estos segundos (siempre que el tratado haya sido ya ratificado por el gobierno de la República mexicana) que inmediatamente alcen el bloqueo de todos los puertos mexicanos, y mandando a los primeros (bajo la misma condición) que a la mayor posible brevedad comiencen a retirar todas las tro-pas de los Estados Unidos que se hallaren entonces en el interior de la Repú-blica mexicana a puntos que se elegirán de común acuerdo, y que no distarán de los puertos más de treinta leguas: esta evacuación del interior de la Repú-blica se consumará con la menor dilación posible comprometiéndose a la vez el gobierno mexicano a facilitar, cuanto quepa en su arbitrio, la evacuación de las tropas americanas; a hacer cómodas su marcha y su permanencia en los nuevos puntos que se elijan, y a promover una buena inteligencia entre ella y los habitantes.

La evacuación de la capital de la República Mexicana por las tropas de los Es-tados Unidos, en consecuencia de lo que queda estipulado, se completará al mes de recibirse por el comandante de dichas tropas las órdenes convenidas en el presente artículo, o antes si fuere posible.

* * *Artículo 5. La línea divisoria entre las dos Repúblicas comenzará en el golfo de México, tres leguas fuera de tierra, frente a la desembocadura del río Grande, llamado por otro nombre río Bravo del Norte, o del más profundo de sus brazos: si en la desembocadura tuviere varios brazos, correrá por mitad de dicho río, siguiendo el canal más profundo donde tenga más de un canal, hasta el punto en que dicho río corta el lindero meridional de Nuevo México; continuará luego ha-cia el Occidente, por todo este lindero meridional (que corre al Norte del pueblo llamado Paso) hasta su término por el lado de Occidente; desde allí subirá la línea divisoria hacia el Norte por el lindero occidental de Nuevo México, hasta donde este lindero esté cortado por el primer brazo del río Gila (y si no está cortado por ningún brazo del río Gila, entonces hasta el punto del mismo lindero occidental más cercano al tal brazo, y de allí en una línea recta al mismo brazo, continuará después por mitad de este brazo); y del río hasta su confluencia con el río Colo-rado, desde la confluencia de ambos ríos la línea divisoria, cortando el Colorado, seguirá el límite que separa la Alta de la Baja California hasta el mar Pacífico.

Los linderos meridional y occidental de Nuevo México de que habla este artí-culo, son los que se marcan en la carta titulada: “Mapa de los Estados Unidos de México, según lo organizado y definido por las varias actas del congreso de dicha República, y construido por las mejores autoridades; edición revisada que publi-có en Nueva York en 1847 Disturnell, de la cual se agrega un ejemplar al presente tratado, firmado y sellado por los plenipotenciarios infrascritos.

Y para evitar toda dificultad al trazar sobre la tierra el límite que separa la Alta de la Baja California, queda convenido que dicho límite consistirá en una línea recta,

tirada desde la mitad del río Gila en el punto donde se une con el Colorado, hasta un punto en la costa del mar Pacífico, distante una legua marina al Sur del punto más meridional del puerto de San Diego, según este puerto está dibujado en el plano que levantó el año de 1782 el segundo piloto de la armada española don Juan Pantoja, y se publicó en Madrid el de 1802 en el Atlas, para el viaje de las goletas Sutil y Mexicana; del cual plano se agrega copia firmada y sellada por los plenipotenciarios respectivos.

Para consignar la línea divisoria con la precisión debida en mapas suficientes, y para establecer sobre la tierra mojones que pongan a la vista los límites de ambas Repúblicas, según quedan descritos en el presente artículo, nombrará cada uno de los dos gobiernos un comisario y un agrimensor que se juntarán antes del término de un año, contado desde la fecha del canje de las ratificaciones de este tratado, en el puerto de San Diego, y procederán a señalar y demarcar la expresada línea divisoria en todo su curso, hasta la desembocadura del Río Bravo del Norte.

* * *La línea divisoria que se establece por este artículo, será religiosamente respetada

por cada una de las dos Repúblicas; y ninguna variación se hará jamás en ella, sino de ex-preso y libre consentimiento de ambas naciones, otorgado legalmente por el gobierno general de cada una de ellas, con arreglo a su propia Constitución.

* * *“Primera manera de pago: Inmediatamente después que este tratado haya sido ra-

tificado por el gobierno de la República mexicana, se entregará al mismo gobierno por el de los Estados Unidos en la ciudad de México, y en moneda de plata u oro del cuño mexicano, la suma de tres millones de pesos. Por los doce millones de pesos restantes, los Estados Unidos crearán un fondo público que gozará rédito de seis pesos por ciento al año, el cual rédito ha de comenzar a correr el día que se ratifique el presente tratado por el gobierno de la República mexicana, y se pagará anualmente en la ciudad de Washington.

* * *En la ciudad de Querétaro, a los veintiséis días del mes de mayo del año de 1848,

reunidos el Excmo. Sr. D. Luis de la Rosa, ministro de Relaciones de la República mexica-na, y los Excmos. Sres. Nathan Clifford y Ambrosio H. Sevier, comisionados con plenos poderes del gobierno de los Estados Unidos de América para hacer al de la República mexicana las explicaciones convenientes sobre las modificaciones que el senado y go-bierno de dichos Estados Unidos han hecho al tratado de paz, amistad, límites y arreglo definitivo entre ambas Repúblicas, firmado en la ciudad de Guadalupe Hidalgo el día 2 de febrero del presente año, después de haber conferenciado detenidamente sobre las indicadas variaciones, han acordado consignar en el presente protocolo las siguientes explicaciones, que los expresados Excmos. Sres. comisionados han dado en nombre de su gobierno y desempeñando la comisión que éste les confirió cerca del de la República mexicana.

* * *2o. El gobierno americano, suprimiendo el artículo lo del tratado de Guadalupe, no ha intentado de ninguna manera anular las concesiones de tierras hechas por México en los territorios cedidos. Esas concesiones, aun suprimiendo el artículo del tratado, conservan el valor legal que tengan; y los concesionarios pueden hacer valer sus títulos legítimos ante los tribunales americanos.

Conforme a la ley de los Estados Unidos, son títulos legítimos en favor de toda propie-dad mueble o raíz, existente en los territorios cedidos, los mismos que hayan sido títulos legítimos bajo la ley mexicana, hasta el día 13 de mayo de 1846 en California y en Nuevo México, y hasta el día 2 de marzo de 1836 en Texas.

* * *Y habiendo aceptado estas explicaciones el ministro de Relaciones de la República

mexicana, declara en nombre de su gobierno, que bajo los conceptos que ellas impor-tan, va a proceder el mismo gobierno a ratificar el tratado de Guadalupe, según ha sido modificado por el senado y gobierno de los Estados Unidos. En fe de lo cual firmaron y sellaron por quintuplicado el presente protocolo, los Excmos. Sres. ministros y comisio-nados antedichos.

(L.S.) (Firmado) Luis de la Rosa.(L.S.) (Firmado) Nathan Clifford.(L.S.) (Firmado) Ambrosio H. Sevier.

Archivo General de la Nación, Gobernación, leg. 1893, caja 2383, exp. 2, f. 55.

Tratado de Guadalupe Hidalgo, mayo 30 1848Tratado de paz, amistad y límites entre la República Mexicana y los Estados Unidos de América