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Comisión para la Conmemoración del Centenario de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo Rodrigo Pardo Fernández, responsable.Ana Cristina Ramírez Barreto, Patrimonio cultural. Helmut Horkheimer Vázquez Torres, director de la Facultad Popular de Bellas Artes, Actividades artísticas COMITÉ DE CULTURA Continuar leyendo pág.2 ... Medardo Serna González L a libertad, la justicia social y la dignidad humana son an- helos de las sociedades de to- dos los tiempos. Su consecución no es automática, sino que requiere la participación ciudadana para darles cauce a través de procesos sociales de perfeccionamiento comúnmente graduales, aunque en la historia so- Hidalgo: alumno, funcionario, maestro

COMITÉ DE CULTURA - gacetanicolaita.umich.mx · movimiento de la Independencia de México. ... miles de mujeres y hombres dispuestos a pagar los costos de su libertad, ... de forjador

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Comisión para la Conmemoración del Centenariode la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo

Rodrigo Pardo Fernández, responsable. Ana Cristina Ramírez Barreto, Patrimonio cultural. Helmut Horkheimer Vázquez Torres, director de la Facultad Popular de Bellas Artes, Actividades artísticasCOMITÉ DE CULTURA

Continuar leyendo pág.2 ...

Medardo Serna González

La libertad, la justicia social y la dignidad humana son an-helos de las sociedades de to-

dos los tiempos. Su consecución no es automática, sino que requiere la participación ciudadana para darles cauce a través de procesos sociales de perfeccionamiento comúnmente graduales, aunque en la historia so-

Hidalgo: alumno, funcionario, maestro

C2 Lunes 9 de mayo de 2016. Año 5 No. 98.

Rumbo al CentenarioRumbo al Centenario

bresalen aquellos que llegan a ser verdaderos saltos cuánticos, como lo fue el movimiento de la Independencia de México. Esta lucha épica fue alimentada por miles de mujeres y hombres dispuestos a pagar los costos de su libertad, seres humanos admirables que depositaron su confianza en líderes decididos y com-prometidos con las grandes transformaciones, como don Miguel Hidalgo y Costi-lla, a quien en este día honramos en el 263 aniversario de su natalicio.

Su vida y obra es de todos conocida, aunque no siempre bien valorada y apre-ciada por las nuevas generaciones de mexicanos de hoy día. Esto no debe inquie-tarnos, ya que tampoco lo fue en su tiempo, al grado tal que el tribunal de la fe lo declaró hereje y apóstata de la religión, a través de sendos bandos de excomunión que actualmente siguen generando polémica entre la gente.

La época de Hidalgo coincide con el inicio de uno de los movimientos más bri-llantes en la historia reciente de la humanidad: la Ilustración. Fue un periodo de renovación y apogeo de la escolástica moderna de inusitados alcances en la vida social y política de la Nueva España. En este contexto se forjó la personalidad in-telectual de Hidalgo, en tres importantes etapas de su vida que tienen una gran actualidad hoy en día: como alumno, como funcionario y como maestro. Estas facetas de Hidalgo estuvieron estrechamente asociadas al Colegio de San Nico-lás Obispo, la obra trascendental de Vasco de Quiroga en materia de educación y alma máter de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

En su paso como alumno del Colegio de San Nicolás, el joven Miguel Hidalgo fue un estudiante destacado y recibió merecidos elogios de profesores y dignida-des del cabildo eclesiástico de Valladolid. Del 20 de octubre de 1767 al 20 de febre-ro de 1770 llevó el curso de artes en el colegio de San Nicolás con el maestro José Joaquín Menéndez Valdés, y en el colegio jesuita de San Francisco Xavier de esta misma ciudad cursó la retórica bajo las enseñanzas de José Antonio Borda; se gra-duó como bachiller en Artes en la Real y Pontificia Universidad de México el 30 de marzo de 1770, y el 12 de abril de 1773 obtuvo la cátedra de teología en Valladolid.

Como funcionario fue un eficiente administrador y guía: año con año entregaba al cabildo de la catedral, patrono del Colegio, las cuentas de ingresos y egresos de la institución. En el Colegio de San Nicolás desempeñó con honradez los cargos de vicerrector, tesorero y rector entre 1787 y 1792, tiempo en que en esta ciudad campeaban los aires de modernidad, introducidos por los vecinos de Valladolid que formaban parte de la Sociedad Económica de Amigos del País.

Pero sobre todo, Hidalgo destacó por su vocación de maestro, de forjador de nuevas generaciones de hombres, conscientes de que sólo con el trabajo, la de-dicación y el esfuerzo se podía salir adelante en la vida. No exageramos al decir que Hidalgo fue un notable reformador en cuanto a métodos pedagógicos, pues su Verdadero método de estudiar Teología Escolástica, presentado por él en latín y español, así lo demuestra. Esto le valió un gran elogio del deán de la catedral, el doctor José Pérez Calama, quien se refirió al joven bachiller diciendo:

Veo que es usted un joven que cual gigante sobrepuja a muchos ancianos que se lla-man doctores y grandes teólogos; pero que en realidad son meros ergotistas, cuyos discursos o nociones son telas de araña... Y habrá usted palpado que no todos los que se llaman teólogos, aunque traigan anillo, penetran, calan el latín. El joven que estudie teología, como usted denota haber estudiado y expone en su Disertación, desde luego podrá decir super senex intelexi, porque esta preferencia está concedida al que escudri-ña y maneja la Sagrada Escritura y los Santos Padres.

Hidalgo fue un hombre culto y visionario que estuvo atento a lo que ocurría en el exterior y su posible aplicación en la Nueva España, teniendo el gran tino de inte-grar lo global con lo local. Era consciente de la importancia del dominio de los idio-mas, ya que desde entonces eran indispensables para entender un mundo cada vez más interconectado. Conocía a la perfección el latín, el francés y el italiano, que aunados a sus estudios sobre gramática, retórica, filosofía y teología, le per-

Discurso pronunciado por el doctor Medardo Serna González, rector dela Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, el 8 de mayo de 2016

con motivo del 263 aniversario del natalicio de Miguel Hidalgo y Costilla.

mitieron encontrar y comprender en libros de autores europeos, que difícilmente llegaban a la Nueva España, ideas innovadoras que habían sido fundamentales para llevar a cabo movimientos sociales de vanguardia como la independencia de las trece colonias inglesas en 1776 y la Revolución francesa de 1789.

Por otra parte, su conocimiento del purépecha, otomí y náhuatl le facilitaron acercarse a estos pueblos originarios y conocer de manera directa la opresión a que eran sometidos por unos cuantos, que sólo veían a la Nueva España como fuente de riqueza sin respetar la dignidad de los naturales.

Las ideas innovadoras a que tuvo acceso, por su eminente preparación inte-lectual y su mentalidad abierta, le permitieron al cura Hidalgo adecuar su pensa-miento a la acción necesaria para transformar la realidad de la Nueva España. Esto lo llevó a destacar por su praxis revolucionaria, ya que “fue un hombre que preparó su labor práctica con una honda reflexión teórica”. Hidalgo “conoció, meditó y de-sarrolló las doctrinas filosóficas que luego llevaría a la acción, estudió e investigó, leyó y escribió, aprendió y enseñó, pensó y razonó los fundamentos de lo que más tarde realizaría como ser social y económico, como político y conductor de pue-blos, como soldado y jefe, como revolucionario y libertador”.

El historiador michoacano Carlos Herrejón Peredo refiere en su obra Hidalgo. Maestro, párroco e insurgente, que fueron solamente 123 los días transcurridos desde el levantamiento armado en Dolores, aquel memorable 16 de septiembre de 1810, hasta su caída en el Puente de Calderón el 17 de enero de 1811. Sin em-bargo, ese periodo de tiempo tan corto fue suficiente para motivar el orgullo y la dignidad de un pueblo para alcanzar su libertad, inspirando a sus seguidores, entre ellos José María Morelos y Pavón, como ejemplo de lucha y tenacidad por la conquista de la independencia con justicia e igualdad.

En este día que evocamos su nombre los exhorto respetuosamente a que no sólo tengamos presente a Hidalgo en esta fecha, sino permanentemente como un modelo de vida a seguir, especialmente en el desarrollo de dos funciones claves para el progreso de la sociedad: la educación con calidad y pertinencia, y el servi-cio público con eficiencia y transparencia.

Nosotros le apostamos a la educación de calidad al alcance de todos; creemos en los maestros responsables y comprometidos que con su trabajo diario en el aula contribuyen con su ejemplo y vocación de servicio, como lo hiciera Hidalgo en su tiempo, a preparar hombres y mujeres con conocimientos éticos y profesio-nales, indispensables para el desarrollo humano.

Asimismo, tenemos confianza en que, a pesar de las dificultades y carencias económicas, continuaremos trabajando todos los sectores de la sociedad para consolidar nuestro sistema educativo, donde cada una de las partes directamente involucradas en la sagrada misión de educar haga lo que le corresponde para salir de la ruta de decadencia en que estamos: que los sindicatos actúen como tales sin menoscabo de las atribuciones de las autoridades educativas y viceversa, en beneficio de las niñas y los niños, así como de los jóvenes michoacanos que están pidiendo a gritos un mejor futuro. Ellos merecen un mejor porvenir, que juntos podemos construir si encontramos mejores formas de relación y participación en pro de la libertad humana. No sin afrontar con convicción y organización los retos del sector público, estamos seguros que seguiremos avanzando en la consolida-ción de la vida pública solamente con funcionarios honestos y eficientes, pasando por el fortalecimiento de las instituciones que nos hemos dado los mexicanos a través de una intensa participación ciudadana que tenga como sellos distintivos la responsabilidad, el respeto y la tolerancia a la pluralidad. Sólo así será posible la unidad de la sociedad en la diversidad, con paz y desarrollo social.

Vale la pena vivir por la liberación pacífica basada en la educación y el crecimien-to sustentado en la justicia social. Por nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Por ellos respetuosamente invito a todos a que, como Hidalgo, desde nuestra con-dición y nuestra trinchera, seamos excelentes alumnos, funcionarios y maestros.

Es cuanto.

C3Lunes 9 de mayo de 2016. Año 5 No. 98.

Rumbo al Centenario

Agradezco la invitación del doctor Medardo Serna González, rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo para participar en la ce-remonia conmemorativa al natalicio número 263 de don Miguel Hidalgo y

Costilla, quien es un personaje indispensable en la conformación del estado na-cional mexicano.

Expreso mi gratitud también al ingeniero Silvano Aureoles Conejo, goberna-dor constitucional del Estado de Michoacán de Ocampo, a quien agradezco la hospitalidad con la que esta entidad distingue a los visitantes, ya que de esta forma confirma la imagen afable, trabajadora y protagonista que han tenido en nuestra historia. Muchas gracias Señor Gobernador.

Muy grato es expresar mis saludos y gratitud a la comunidad universitaria de esta institución, entre la que orgullosamente puedo contar a entrañables amigos.

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Es la segunda vez que la Máxima Casa de Estudios de Michoacán me distingue con el honor de nombrarme orador oficial en uno de los eventos que son alta-mente representativos para su comunidad.

En esta ocasión quizás sea el de mayor relevancia por el significado que ad-quiere la figura homenajeada, para la Universidad Michoacana y para la ciudad de Morelia donde se encuentra situado el majestuoso Colegio de San Nicolás de Hidalgo, en cuyos muros se destila la savia liberal, la lucha insurgente y, con toda seguridad, se inscribe un enorme anecdotario histórico de etapas trascendenta-les en el devenir de nuestro país.

El origen espiritual, el crecimiento reformista, la madurez liberal y la actua-lidad científica y humanista, le convirtieron en un bastión del pensamiento in-surgente que protagonizó cambios de enorme impacto para nuestro pueblo y, que hoy en día confirman a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo como depositaria de una enorme trascendencia en la construcción del bienestar social de los michoacanos.

Es así que a partir de su oferta educativa compuesta por estudios de bachille-rato, técnico superior, licenciatura, especialidad, maestría y doctorado, así como de la enorme trascendencia histórica, científica, humanista y cultural, confirma su lema de ser “cuna de héroes, crisol de pensadores”.

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Al hablar del nombrado “Generalísimo Miguel Hidalgo” es posible hacer un re-cuento de las fechas que de manera escrupulosa sus biógrafos han recopilado, en un cúmulo de acontecimientos que a lo largo de nuestra formación académica nos han sido transmitidos y, que en muchos de los casos, permanecen como el activo intangible de una realidad que se transforma a través del tiempo, de ma-nera vertiginosa.

Ejercicios como el que hoy nos convoca además de que inevitablemente nos lleva a esos espacios comunes en los que con fervor y un alto sentido de orgullo recordamos la trascendencia del liderazgo con el que don Miguel Hidalgo guió al pueblo y abanderó el afán libertario que permeaba en el contexto internacional, representan también una invaluable oportunidad para reflexionar en torno a la vigencia del pensamiento de nuestros héroes, el cual debe seguir acunando las grandes proezas y las transformaciones en la actualidad.

De esta suerte, el tramo de historia que va desde el nacimiento del prócer en Guanajuato en 1753 hasta el fatídico 1811 en Chihuahua es relativamente breve, pero su magnitud, ha perdurado y continuará persistiendo a través del tiempo.

Como lo señalo, la revisión histórica que fundamenta nuestra reflexión de hoy traza múltiples aristas; sin embargo, por la naturaleza del acto y, sobre todo, del escenario al que hemos sido convocados es inevitable resaltar la vocación acadé-mica del prócer, quien además de las cualidades inherentes a su persona, vislum-bró en la lectura y el conocimiento, los medios más adecuados para el inicio de toda transformación.

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La formación académica es el lazo más fuerte que tejió con la comunidad nicolai-ta, ya que fue precisamente el Colegio de San Nicolás el recinto que disipó la pre-ocupación de su padre, don Cristóbal Hidalgo y Costilla ante el cierre temporal del Colegio de San Francisco Javier, así que luego de pasar un tiempo en su natal Tejupilco en el Estado de México, advirtió en la entonces ciudad de Valladolid, el suelo fértil para que sus hijos, Joaquín y Miguel, continuaran sus estudios.

Es así que en los albores de su adolescencia –sus biógrafos señalan los 12 años– el joven Miguel Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte llega a este colegio, como lo hicieron incontables generaciones de jóvenes de la región, y como lo hacen en la actualidad nuestros jóvenes mexicanos en su tránsito hacia las universidades, con la esperanza de encontrar una vocación que le dé sentido a su vida, que sea el medio para alcanzar sus sueños y que contribuya a su pleno desarrollo.

Hidalgo arribó así al Colegio de San Nicolás, en el que pudo atender la inquie-tud permanente por el conocimiento, en un programa educativo que contempla-ba la enseñanza de la lengua latina y tarasca –ya en Tejupilco había aprendido el otomí–, y ahora sus conocimientos se ampliaban a los campos de la filosofía, el arte y las ciencias teológicas. Estas últimas se convertirían en su principal área de formación, la cual si bien generó elogios y el reconocimiento de clérigos impor-tantes de su tiempo, también ocasionó algunos inconvenientes al ser señalado como promotor del “libertinaje intelectual”.

Asimismo se distinguió por su astucia, la cual le valió ganarse en este claustro el mote de “zorro”. Fue un estudiante brillante, lo que le que brindó la posibilidad de viajar a la capital de la Nueva España para graduarse como bachiller en la Real y Pontificia Universidad, lo cual constituyó su pasaporte para volver al Colegio de San Nicolás ahora no como alumno, sino como un respetable profesor, más tar-de como directivo y, finalmente en 1790 como rector; sin duda, esta última una de las más altas distinciones a las que todavía en la actualidad, un universitario puede aspirar.

Acucioso lector, fue conocida su simpatía hacia los autores que constituyeron el cimiento de la denominada ilustración novohispana con su acercamiento a los textos de Voltaire y Juan Jacobo Rosseau, que al lado de Diderot y Raynal senta-ron la base ideológica de la revolución francesa y, en consecuencia, se convirtie-ron en referentes de consulta del pensamiento liberal y progresista que surgió en la etapa final de la Nueva España y la fundación del estado nacional mexicano.

Es así que el ideario de don Miguel Hidalgo y Costilla va conformándose a par-tir del análisis y la reflexión crítica en torno a conceptos como la soberanía, la tolerancia religiosa, la libertad de comercio, así como de la observación perma-nente del contexto social en el que va a fraguarse la revolución de independencia, que marcará el punto de partida en el sendero de la figura que una vez lograda la independencia de México, se convertiría en el “Padre de la Patria”.

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Toda versión biográfica de don Miguel Hidalgo y Costilla, en un tramo de la ruta invariablemente toca puerto en su estancia en el Colegio de San Nicolás, como un factor determinante en el clímax de su historia, identificado quizá en la fase previa al grito de independencia en la madrugada del 16 de septiembre de 1810 en Dolores.

De igual forma se enaltecen los conocimientos y las cualidades que desarrolló en este claustro, el mismo que en nuestros días continúa siendo garante del libre pensar, del libre actuar, pero sobre todo, de una admirable vocación solidaria con la sociedad y con el entorno.

Es por esto que hoy, más allá de venerar aquella imagen encanecida que ase-meja quizás el final de una etapa o la figura paterna de transformador, tenemos frente a nosotros la oportunidad de reflexionar en torno de la esencia humana del

CCLXIII aniversario del natalicio de don Miguel HidalgoRafael López Castañares

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Rumbo al Centenario

hombre que provocó con su golpe de timón, uno de los virajes más trascenden-tales para nuestra historia.

Aquel hombre al que debemos recordar este día por su vigor, con el cual evo-camos la energía, los sueños, el arrojo y la determinación con la que los universi-tarios cultivamos en las aulas nuestros ideales, casi en su totalidad, orientados a lograr el bien común, con la convicción en que la libertad e independencia del ser humano, es un valor intrínseco que le pertenece y que nadie puede administrarle.

La reflexión en torno a la historia del país y sus etapas destacadas y destacables debe alejarnos de una –hasta ahora– irremediable separación entre héroes y vi-llanos. Es necesario sumar esfuerzos en proyectos de largo aliento donde el bien común permita rescatar y potenciar el sentido de pertenencia a este suelo que es nuestro. Observar la historia a través de una lente objetiva de reflexión autocríti-ca, pero ante todo, con una actitud propositiva en la construcción de consensos benéficos para el país.

El próximo año la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo cumplirá cien años en la formación de profesionales en esta región del país. En este tiem-po ha sido pionera de cambios sustanciales en la educación superior como ser la primera institución educativa autónoma de Latinoamérica.

Su antecedente histórico, se ha mencionado, el ilustre Colegio de San Nicolás ha sido punto de convergencia para como el hoy recordado: don Miguel Hidalgo y Costilla; asimismo don José María Morelos y Pavón, don Pascual Ortiz Rubio; su benefactor don Melchor Ocampo y, en épocas más recientes, el doctor Ignacio Chávez.

En virtud de ello, es muy importante el ejercicio de reflexión que inicia con esta ceremonia y que sin duda se irán sucediendo en un conjunto de eventos que mostrarán a la sociedad y al país entero, la trascendencia que las universidades públicas mexicanas tienen para el país, y en concreto, la enorme misión que esta Universidad ha desarrollado al contribuir al desarrollo social, económico, polí-tico, científico, tecnológico, artístico y cultural de Michoacán, de México y del mundo, formando seres humanos íntegros, competentes y con liderazgo para generar cambios en su entorno.

La agenda de la educación superior –lo sabemos– cuenta aún con asignatu-ras pendientes: calidad, cobertura, financiamiento, pertinencia, inclusión social, entre otros de similar importancia; sin embargo, en la visión de esta casa de es-tudios, se percibe de forma muy concreta el sitio al que se pretende llegar en la docencia, en la investigación y en los estudios avanzados, en la extensión y la vinculación, así como en la difusión cultural, desde luego, sin detrimento de fortalecer las tareas adjetivas como el motor de impulso que, con toda certeza, permitirá a esta universidad fortalecer la calidad de sus programas y confirmar el aprecio social de los michoacanos.

Es así que no me resta más que agradecer la distinción que me hacen de sentir-me en este momento parte de la comunidad nicolaita, y expresar mi deseo de que el lema que identifica a esta institución signifique el punto de partida para lo que habrá de ser una magnífica celebración por el centenario de la creación de este crisol del pensamiento libre.

¡Viva el legado de Don Miguel Hidalgo y Costilla!¡Viva el Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidalgo!¡Viva la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo!

Palabras del Director General del Ceneval, doctor en Química Rafael López Castañares, en el CCLXIII Aniversario del Natalicio de Don Miguel Hidalgo; Colegio Primitivo y Nacional de San Nicolás de Hidal-go, 8 de mayo de 2016.