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Mandalas
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Cómo colorear un mandala I
Mandala es una palabra que en
sánscrito significa círculo, aunque eso
es una definición muy básica y que
describe de manera sumamente pobre lo
que es un mandala. Ese "circulo" es una
representación simbólica de la unión del
individuo con el infinito, es decir, con el
universo y también representa la
integridad, la totalidad. Un mandala se
puede empezar a construir desde el
centro, que representa el individuo,
hacia fuera, el infinito. Pero también es
posible hacerlo al revés, de fuera hacia
adentro, desde el todo, lo abstracto, hasta
lo particular. A través del tiempo, los
mandalas se han usado para meditar, como técnica para aliviar el estrés, como forma de curación y
también como herramienta para el seguimiento de la evolución de ciertos trastornos psicológicos.
Todas esas aplicaciones son válidas, pero también es válido colorearlos por placer. Colorear mandalas
mejora la concentración y la atención, a la vez que ayuda a desconectar durante un tiempo de todo lo
que nos preocupa. Solamente hay que tener en cuenta unas cuantas indicaciones a la hora de
colorearlos.
Antes de empezar es importante observar el mandala atentamente, estudiar su simetría y sus formas.
Así podremos hacernos un esquema mental de lo que significa para nosotros y de las emociones que
queremos expresar al colorearlo. No hay una forma correcta de colorear un mandala, siempre que
respetemos orden y simetría. Para unos predominará el dibujo de los círculos que se abren desde el
centro, para otros el de los radios, mientras que otros combinarán ambos elementos. En cualquier caso,
es importante que antes de empezar identifiquemos esa simetría y nos ajustemos a ella, que
establezcamos una relación entre nosotros y el mandala que vamos a colorear, que éste sea, en
definitiva, una parte y una proyección de nuestro yo, aquí y ahora.
La simetría en los mandalas Muchas veces, cuando le digo a alguien que nunca ha coloreado un mandala, que lo primero que hay
que hacer es buscar la simetría de cada mandala, me preguntan qué quiero decir exactamente, así que
creo que me toca explicar este punto de una manera un poco más extensa y con algunos ejemplos
gráficos. Para ello, he tomado un mandala muy sencillo y lo he coloreado de diferentes maneras,
teniendo en cuenta diferentes formas de ver su simetría teniendo en cuenta los dos aspectos básicos, es
decir, los radios y los anillos:
La simetría de los anillos Normalmente los mandalas se construyen desde el centro hacia fuera, y algunas veces sus elementos
van formando anillos concéntricos formados por estructuras diferentes. Una forma de colorearlos
puede ser tomando como base esos anillos. Ese sería el caso, por ejemplo, del mandala que hay en el
gráfico del Premio Mandala 2008, en el lateral del blog.
La simetría de los radios La otra cosa que define a los mandalas es su radiación. Pueden tener radiación 1 o 0, y en ese caso los
dibujos no se repiten (ese sería el caso de los mandalas de los 5 elementos, por ejemplo), o pueden
repetirse un número determinado de veces. A veces se repetirán el mismo número de veces todos los
anillos, como en este mandala que he escogido como ejemplo (el centro tiene radio 1/0, pero eso es muy
habitual), y otras veces la radiación puede variar dependiendo del número de elementos que quepan en
cada anillo, como en este caso . Otra forma de colorear un mandala podría ser tomando como base de
la simetría los radios, tomados de forma alterna, o en grupos.
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Cómo colorear un mandala II
Muchas veces un amigo, un terapeuta, un
médico o un psicólogo nos recomienda colorear
mandalas para superar ciertos problemas de
ansiedad, estrés o depresión o, simplemente,
para mejorar nuestra capacidad de
concentración. El problema es que no suelen
decirnos cómo hay que colorearlos ni nos
explican la mejor manera de sacar provecho de
esa experiencia.
Aquí voy a dar unos cuantos consejos,
basados sobre todo en la experiencia personal,
para poder hacer un seguimiento de nuestra
propia evolución.
1. ELECCIÓN DEL MANDALA Seamos un poco viscerales. Conviene escoger
el mandala que realmente nos apetezca
colorear en cada momento. Da igual si ya lo hemos coloreado en el pasado, o incluso si llevamos varios
días seguidos coloreando el mismo mandala. Si realmente nos apetece hacer ese mandala y no otro por
algo será. Seguramente nos daremos cuenta de que, en estados de ánimo similares, tendemos a
escoger mandalas parecidos y a colorearlos de una manera parecida.
2. EL LUGAR Y EL MOMENTO ADECUADOS Conviene escoger un sitio tranquilo, donde no vayamos a ser molestados, y también escoger un
momento del día en el que sepamos que podremos finalizar nuestra tarea sin interrupciones. Si bien
no es obligatorio acabar el mandala de una sentada, sí que es recomendable hacerlo así. También
conviene que escojamos un lugar donde nos sintamos cómodos y estemos a gusto. Podemos poner
música pero no es recomendable tener la televisión o la radio encendidas. No es lo mismo escoger una
música que esté en consonancia con nuestro estado de ánimo que tener que absorber lo que se emita en
la tele o en la radio.
3. LLEVAR UN REGISTRO También es conveniente tener un cuaderno o una carpeta en el que llevemos un registro de los
mandalas. Podemos, por ejemplo, numerar los mandalas por detrás y luego, en ese cuaderno anotar el
número, la fecha en que lo hemos coloreado, y las cosas que hemos pensado y sentido antes, durante y
después de acabarlo. También podemos dejar un espacio en blanco para hacer anotaciones posteriores.
4. ELECCIÓN DE TÉCNICA Yo recomendaría, al menos para empezar, que se utilizaran técnicas con las que uno estuviera
familiarizado y se sintiera cómodo. Siempre tendremos tiempo de incorporar nuevas técnicas y de
experimentar. Otra vez, lo mejor es hacer lo que nos pida el cuerpo.
5. ELECCIÓN DE LOS COLORES Alguna gente se plantea de antemano qué colores quiere utilizar. Sin embargo, yo recomiendo dejarse
llevar en cada momento y escoger los colores uno a uno. Planificar los colores a lo mejor resulta en un
mandala más armonioso a nivel visual, pero ese no es el objetivo del mandala. El objetivo es expresar lo
que llevamos dentro y, de la misma manera que al hablar de un tema podemos sentirnos arrastrados
hacia otro tema, el hecho de usar un color puede hacer que sintamos la necesidad de usar otro. Decidir
los colores de antemano resta espontaneidad y expresividad al mandala. No pasa nada si siempre
escogemos los mismos colores, seguro que con el tiempo iremos evolucionando y sentiremos la
necesidad de incluir otros colores en nuestro trabajo. De todas maneras, si estamos coloreando
mandalas para Feng Shui, sí que vamos a tener que decidir los colores de antemano para ajustarnos a
los elementos que queramos representar. En ese caso el objetivo es totalmente diferente al que tenemos
cuando coloreamos mandalas como forma de terapia personal
.
6. SIMBOLOGÍA DE COLORES Y FORMAS Se ha dicho mucho en cuanto a la simbología de los colores y hay mucha información en la red. Lo
único que yo quiero añadir, porque me parece muy importante, es que seguramente lo mejor que
podemos hacer es olvidarnos de ella, al menos de entrada. Lo que quiero decir es que, además de la
simbología y el significado que tienen los colores en sí mismos, cada uno de nosotros le damos un
significado a cada color, y cada color provoca en nosotros sensaciones y emociones diferentes. A la
hora de usar el color como terapia, ese significado personal es seguramente el que más peso tiene.
En cuanto a la simbología de las formas, algo que tendría más peso si en lugar de colorear
construyéramos nuestros mandalas, pasa lo mismo. Lo importante es poner los elementos que
nosotros queramos poner, sin tener en cuenta lo que se supone que significa cada uno.
7. INTENTAR ACABAR LO QUE SE EMPIEZA A veces podemos sentirnos incómodos al colorear un mandala. Es recomendable intentar acabar lo que
se empieza, pero solo nosotros podemos evaluar hasta qué punto nos sentimos incómodos con lo que
estamos haciendo. Evidentemente, si colorear un mandala determinado nos produce mucho estrés, lo
mejor será parar y escoger otro, o parar y dejarlo para otro día. Si bien es posible seguir con el mandala
en otro momento, yo recomendaría guardarlo inacabado durante un tiempo y, solo después, decidir si
merece la pena seguir, o empezar de nuevo con el diseño totalmente en blanco.
8. NO ESTAMOS HACIENDO UNA OBRA DE ARTE, ESTAMOS SACANDO LO QUE LLEVAMOS DENTRO
Tengamos esto siempre presente. Algunas veces tenderemos a no usar determinadas combinaciones de
colores, o a no mezclar técnicas, o a hacer o dejar de hacer cosas por cuestiones artísticas. No estamos
creando una obra de arte, lo que queremos es expresarnos, así que todo vale. Podemos mezclar técnicas,
podemos usar collage en un trozo de mandala y acuarelas en el siguiente. Podemos mezclar colores
que supuestamente no combinan bien. Nosotros decidimos.
9. DEJAR REPOSAR LO QUE SE TERMINA Antes he dicho que puede ser útil volver sobre lo que ya se ha hecho, observar el mandala terminado y
anotar más cosas, pero no hay que abusar. Tenemos que aprender también a pasar página y volver
sobre las cosas solo cuando sea necesario.
10. ACEPTAR LOS RESULTADOS A nivel estético unos mandalas podrán gustarnos menos y otros más que otros, pero todos valen, todos
forman parte de nosotros y son la representación de un momento concreto en nuestra evolución
personal.
11. SER UNO MISMO Este consejo es el que resume todos los anteriores y es el más importante. Lo primordial es hacer lo que
uno quiera hacer, como y cuando se quiera hacer, sin tener en cuenta ni hacer caso de las influencias
externas. Al colorear un mandala estamos trabajando por y para nosotros mismos. No tenemos la
obligación de explicar lo que hacemos ni de compartir nuestro trabajo con nadie. Podemos enseñar en
mandala si nos apetece, pero no estamos obligados a explicar por qué hemos escogido un diseño y unos
colores determinados, ni tampoco estamos obligados a explicar lo que sentíamos durante todo el
proceso.