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Juan Crespo
La buena escucha humaniza, abre el corazón y cura heridas; porque la auténtica escucha constituye un
acto supremo de amor y de respeto. Pero la escucha sana tanto al que
habla como al que escucha. Si esto es verdad, el gran problema está en
cómo escuchar para que pueda llegar a ser una puerta de la
interioridad.
Tanto la palabra como el silencio tienen un gran poder; pueden confrontar, sostener, liberar, estimular, motivar; también
pueden herir, hundir, humillar, matar. Pero cuando nacen de una
verdadera escucha son actos sanadores.
Se escucha con los mismos canales con los que se recibe la comunicación: la palabra, el silencio, la mirada, la postura, la actitud, el
gesto de la cara, la sonrisa, un abrazo, estando al lado de, sintiendo con… Se necesitan cultivar algunas actitudes: compasión, acogida, ofrenda de
sí, empatía, consideración incondicional, respeto.
ESCÚCHATE A TI MISMO
Siéntate, relaja tu mente y tu cuerpo … cuenta despacio 10,9,8,
… cuando llegas a cero te has situado en la edad más temprana que puedas recordar; estás en la
casa con los tuyos … recorres cada una de las salas y rincones
… Saludas a la familia … escuchas palabras, risas
sentimientos, … cuando hayas acabado, vuelves a contar de 0,1,2, … 10. Dibujas la casa y
pones en cada habitación lo que has escuchado y sentido; lo mismo con cada uno de los miembros de tu familia. Lo
puedes comentar con ellos; también es buena materia para
orar.
ESCÚCHA A LOS OTROS
Durante una semana te propones hablar poco y escuchar más; procura
no preocuparte por responder, sino por comprender lo que escuchas desde la perspectiva de la otra persona. Al final
de cada día responde a estas preguntas:
¿Qué es lo que menos me ha gustado escuchar?
¿Qué es lo que más me ha encantado escuchar?
¿Cuándo escucho atentamente, qué escucho y a quién escucho?
¿Cómo me he sentido y cómo se han sentido los otros?
ESCÚCHA LA PALABRA
Lee la curación del sordomudo – Mc 7, 13-37 -. Imagínate a ti en medio de la escena. Mira a los personajes, lo que dicen, lo que hacen. Identifícate con el sordomudo. Siente los oídos cerrados, las manos de Jesús sobre ellos.
Pídele que te los abra, que te enseñe a escuchar … Oye en tu interior la palabra de Jesús: ¡”Ábrete”!.
EJERCICIOS PARA DETENER EL DISCURSO INTERNO Y DISTORSIONADOR DE LA ESCUCHA
Divagación Mental: Tomo conciencia, la escucho como un simple ruido ambiental y cambio a la atención activa de la escucha.
La Oración: Escucho las voces y sentimientos de los demás seres del planeta, especialmente de los pobres; los miro y oro por ellos.
El Trabajo: Tomo contacto con la realidad de la vida; a través del trabajo comprendo y me solidarizo con todos los seres; termino todo lo que empiezo, mantengo el orden y la limpieza, …
Las valoraciones y emociones primarias: Soy consciente de ellas; me doy cuenta que hay otras formas de vivir y otros puntos de vista diferentes; acojo con bondad a las personas que tienen valoraciones distintas a las mías.
La crítica destructiva: Me doy cuenta cuando hablo mal, pienso o descargo agresividad o crítica destructiva contra de los que me rodean; respiro con tranquilidad y percibo sensorialmente el ambiente; toma contacto con mi interior y dejo a un lado el mundo censurante de los otros y de sus vidas privadas; les deseo el bien y la paz.