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Compasión y Generosidad Compasión y Generosidad En esta noche sin luna, en el silencio de mi pequeño mundo nocturno de música y velas, recordé la mirada de un hombre, repartiendo folletos de actividades culturales en un barrio de tradiciones y bohemia, en Santiago. Se acercó y me entregó uno, me pidió cooperación, lo miré a los ojos, le di una moneda y me miró cálidamente: gracias, que le vaya bien señorita, a usted también, le contesté, sentí algo especial, me sentí bien y seguí caminando. Ayer, caminando por Viña del Mar, una ciudad bella, en la costa, iba caminando absorta en mis pensamientos y disfrutando del iluminado y cálido día, por un puente y un señor, con su brazo mutilado, sentado en una silla de ruedas, con un cántico, su ritual, pidiendo monedas. Todos pasaban y nadie le daba una, le di una moneda. Qué tenga buen día señorita...usted también. Ese mismo día, cruzando la calle, una señora ciega con su bastón iba junto a mí pero iba desviando su camino hacia la ruta de los autos, nadie hizo nada, me adelanté y la tomé del brazo y la guié, quisiera haberla acompañado más. Hermanos ciegos, mutilados, viejitos abandonados, cesantes esperanzados, que deambulan por las calles. Ver cómo se iluminan sus ojos o se asoma un esbozo de sonrisa, al darles la mano o una moneda de aliento. Una moneda, un brazo amigo, compasión y generosidad dibuja un arcoiris en el rostro de un ser desvalido. Qué nos cuesta!… nada. Sólo un minuto de amor y compasión. El día de mañana, quién sabe si nosotros estaremos igual.

Compasión y Generosidad

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Compasión y GenerosidadCompasión y Generosidad

En esta noche sin luna, en el silencio de mi pequeño mundo nocturno de música y velas, recordé la mirada de un hombre, repartiendo folletos de actividades culturales en un barrio de tradiciones y bohemia, en Santiago. Se acercó y me entregó uno, me pidió cooperación, lo miré a los ojos, le di una moneda y me miró cálidamente: gracias, que le vaya bien señorita, a usted también, le contesté, sentí algo especial, me sentí bien y seguí caminando.

Ayer, caminando por Viña del Mar, una ciudad bella, en la costa, iba caminando absorta en mis pensamientos y disfrutando del iluminado y cálido día, por un puente y un señor, con su brazo mutilado, sentado en una silla de ruedas, con un cántico, su ritual, pidiendo monedas. Todos pasaban y nadie le daba una, le di una moneda. Qué tenga buen día señorita...usted también.

Ese mismo día, cruzando la calle, una señora ciega con su bastón iba junto a mí pero iba desviando su camino hacia la ruta de los autos, nadie hizo nada, me adelanté y la tomé del brazo y la guié, quisiera haberla acompañado más.

Hermanos ciegos, mutilados, viejitos abandonados, cesantes esperanzados, que deambulan por las calles. Ver cómo se iluminan sus ojos o se asoma un esbozo de sonrisa, al darles la mano o una moneda de aliento. Una moneda, un brazo amigo, compasión y generosidad dibuja un arcoiris en el rostro de un ser desvalido. Qué nos cuesta!… nada. Sólo un minuto de amor y compasión.

El día de mañana, quién sabe si nosotros estaremos igual.