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COMUNICACIÓN HISTORIA MILITAR (COMPLUTENSE, OCTUBRE DE 2013)

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“PARADIGMA MILITAR EN EL DESARROLLO DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA EN ANDALUCÍA. LAS –DOS OCUPACIONES- DE ANTEQUERA (MÁLAGA) AGOSTO DE 1936- FEBRERO DE 1937”.

Miguel Ángel Melero Vargas

Universidad de Málaga

ANTEQUERA Y ANDALUCÍA, 18 DE JULIO DE 1936

La comarca de Antequera representa uno de los principales casos paradigmáticos ligados a las operaciones militares desarrolladas durante la guerra civil en territorio andaluz, tanto en lo que respecta a la ocupación de las tropas sublevadas, como al intento de contención de esta por parte de las fuerzas leales a la República.

Y es que, una vez fracasada la sublevación iniciada en Melilla el 17 de julio de 1936 en la zona antequerana como en las colindantes –la franja más meridional de las provincias de Sevilla y Córdoba, gran parte de Granada, así como la totalidad de la provincia de Málaga

1- tendrán que pasar

casi seis meses para que el conjunto de la extensión de su término municipal, cercano a los 750 Km2,

fuera finalmente ocupado y controlado por el Ejército rebelde.

Una situación excepcional, resultado en buena parte de la situación geoestratégica de la zona antequerana, ubicada en la confluencia de las provincias mencionadas, y por ello en el epicentro de un cruce de caminos que, en determinadas fases de la guerra, iba a proporcionarle un especial protagonismo como uno de los escenarios principales en el teatro de operaciones militares en Andalucía.

Vamos a analizar por tanto un proceso con dos ramificaciones, atribuibles a dos contextos bélicos y objetivos militares distintos, aunque complementarios tanto en el origen de su ejecución, por tratarse de dos momentos que surgen de una situación de estancamiento del avance sublevado, como en la finalidad última, que no era otra que la del triunfo total de éstos en Andalucía, o al menos la de la consolidación y el control de una buena parte de ésta para seguidamente volcar sus acciones militares más hacia el Norte.

De estos dos contextos militares, el primero gira en torno a la necesidad de romper el aislamiento en que había quedado sumida Granada tras el tenue triunfo de la sublevación en la capital, y su fracaso en la provincia, y que la mantenía prácticamente un mes después de iniciada la guerra, rodeada por hostiles Almería, Jaén y Málaga, provincias en su totalidad leales a la República, y que dejaban a la granadina muy alejada y apenas débil y peligrosamente comunicada con Sevilla, principal punto neurálgico y bastión de los rebeldes andaluces

2.

Es por ello que dentro del objetivo marcado por Queipo de Llano de auxiliar a Granada, terminando con su cerco y permitiendo su comunicación, no solo con Sevilla, sino con el resto de capitales que prácticamente a mediados de agosto ya se encontraban bajo control sublevado –Cádiz, Córdoba y Huelva- se entiende la ocupación de Antequera y la zona Norte de su término, Fuente de Piedra, Humilladero y Mollina, que junto con el propio municipio antequerano serán rendidas entre el 11 y el 12 de agosto de 1936, y a las que se unirán en los días siguientes Bobadilla, Alameda y Cartaojal, ocupadas los días 14, 19 y 26 del mismo mes, respectivamente.

En cuanto a la segunda etapa, la ocupación de Antequera el día 12, como las posteriores de Archidona y Loja –en esta última en que se produce el enlace con las tropas sublevadas salidas de Granada, escenificándose la ruptura definitiva del aislamiento granadino- los días 15 y 18 de agosto de 1936, respectivamente, no solo suponían el logro del objetivo fijado por el Mando rebelde en las órdenes de operaciones dictadas en los primeros días de agosto, sino que dejaban seriamente

1 El último –y probablemente más completo- acercamiento a los aspectos generales de la guerra civil española,

sintetizados magníficamente hasta convertir la obra en un manual imprescindible para un mejor conocimiento del conflicto español en CASANOVA, J.: España partida en dos, Barcelona, Crítica, 2013, p. XI. 2 MARTÍNEZ BANDE, J. M.: La campaña de Andalucía. Madrid, Servicio Histórico Militar, 1986, p. 101.

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amenazada la capital malagueña, y con ella sentenciada la totalidad de la provincia, para un futuro cercano.

Será pues como parte fundamental de este objetivo de ocupar Málaga, que comienza a tomar forma desde finales de 1936, pero que se culmina en los primeros días de febrero del año siguiente, donde se incluya la conquista, con un especial protagonismo de las tropas italianas del Corpo Truppe Volontarie, de los municipios y anejos antequeranos de su zona Sur, Valle de Abdalajís, Villanueva de Cauche y Villanueva de la Concepción, entre el 6 y el 7 de febrero de 1937.

Dos momentos por tanto entre los que, como ya ha sido comentado, transcurren prácticamente seis meses marcados por la trayectoria de estas “dos antequeras”, como en la coexistencia entre ambas, en el caso que nos ocupa desde una perspectiva de evolución en los frentes de guerra; una la ocupada y plenamente direccionada hacia una nueva realidad marcada por la autoridad y la represión militares, de implantación de un Nuevo Régimen, como de acoso militar a la zona leal; y otra en que persiste una situación de retaguardia republicana, aunque principalmente centrada en el intento de contención de un hostigamiento militar que será ya imparable en febrero de 1937.

Un tránsito que permitirá analizar el desarrollo de las operaciones militares, de los efectivos de los cuerpos en lucha, como por supuesto de la absoluta desigualdad entre ambos contendientes, así se trate de efectivos humanos, armamento, estrategias o disciplina, con el trasfondo de cómo la ocupación de Antequera, en sus dos fases, significó un punto de inflexión en el desarrollo de la Guerra Civil en Andalucía

3.

La desde hacía meses proyectada sublevación contra la República presentaba un panorama poco menos que confuso en Andalucía, lo que la convertía en una empresa poco factible. Eso era al menos lo que se deducía de los informes remitidos por Queipo de Llano a “El Director” Mola pocos días antes del inicio de ésta, y por los que solo Cádiz parecía mostrar su apoyo sin reservas al levantamiento, pero donde sin embargo los rebeldes lograrían contar, a 18 de julio, con la mayor parte de los medios militares de la Segunda División, la integridad de los navales de la base principal de San Fernando y aproximadamente la mitad de los efectivos de las fuerzas de Orden Público -Guardia Civil, Carabineros, Seguridad y Asalto- que ascendían a cincuenta y dos compañías o escuadrones

4.

A pesar de ello, la situación de los sublevados en Andalucía, una semana después de la proclamación del Estado de Guerra, confirma con su inestabilidad las previsiones de Queipo.

Solo se controla Sevilla y parte de su provincia -donde fuerzas mandadas por el general vallisoletano, así como por el comandante de la Legión, Antonio Castejón, conquistarían la totalidad de la capital andaluza, verdadero bastión obrero, republicano e izquierdista entre el 18 y el 22 de julio-

5, parte de la de Cádiz –con tropas comandadas por el Gobernador Militar, López Pinto, como

por el general gaditano José Enrique Varela Iglesias6, y que se harán cargo de la capital entre los

3 Sin ánimo de ser exhaustivos, el estudio de la guerra civil en Andalucía, desde los pioneros trabajos, exclusivos

sobre esta etapa en un marco regional, se ha abordado, a partir de los años ochenta del pasado siglo, en todas las provincias de Andalucía, siendo éstos cada vez más prolíficos, y contribuyendo a ir completando y perfeccionando el conocimiento de la Guerra Civil Española en Andalucía, a través de ese apasionante puzle que conforman las diferentes investigaciones de carácter local y comarcal. Todos aparecen recogidos en MELERO VARGAS, M. Á.: De la Esperanza al Sometimiento. Frente Popular, guerra civil y primer Franquismo en una ciudad andaluza: el caso de Antequera, Málaga, Tesis Doctoral, 2013.

4 CUENCA TORIBIO, J. M.: Historia General de Andalucía. Sevilla, 2005, p. 867.

5 MADRILEJOS, M.: Diccionario onomástico de la guerra civil. Las fuerzas en presencia, Barcelona, 2006, p. 297.

6 Varias son las obras biográficas realizadas en torno a la figura de José Enrique Varela Iglesias, en buena medida

con un marcado carácter apologético –escritas muy recientemente tras la muerte de este- y por el que se ensalza la vida y hechos del general gaditano. Entre ellas destacan PEMÁN, J. M.: Un soldado en la historia. Vida del Capitán General Varela, Cádiz, 1954, p. 178, GALINSOGA, Luis y FRANCO SALGADO ARAUJO, Francisco: Centinela de occidente (Semblanza biográfica de Francisco Franco) Barcelona, 1956, p. 248, GARCÍA DE LA ESCALERA, I.: El general Varela, 1954, MARIÑAS GALLEGO, F. J.: General Varela. De Soldado a General, Barcelona, 1956, p. 96, o FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, S.: De la gesta española, breviario de la conquista de Ronda) Cádiz, 1939. Otras reseñas biográficas del militar, no tan marcadas ya por la exaltación de su persona, aparecen en obras como la de MARTÍNEZ

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días 18 y 19- y Huelva, a excepción de su capital, - en la que la deserción de guardias civiles, de Asalto, carabineros y un regimiento de Infantería de Sevilla, provocan igualmente el control rebelde a partir del 29 de julio- centro urbano y alrededores de Córdoba

– controlada desde el mismo 18 de

julio, gracias al apoyo prestado por Guardia Civil y Guardia de Asalto- y la capital granadina –donde la negativa de los jefes de los regimientos locales, Guardia Civil y Guardia de Asalto de secundar a Campins en el mantenimiento de la lealtad a la República, provocan la sustitución de éste y el control rebelde de la capital granadina

7-.

Mientras, Almería, Jaén y Málaga son testigos presenciales de los primeros fracasos de la sublevación.

En la primera de ellas por la actuación combinada de elemento civil, militar y de las fuerzas de orden, así como en Jaén fundamentalmente por la indecisión de la Guardia Civil

8, cuyo

comportamiento resultará también decisivo para el fracaso del levantamiento en Málaga, al igual que ocurra en la propia zona antequerana, donde la actitud mostrada por este Instituto Armado de neutralidad primero, y posteriormente de apoyo decidido al mantenimiento de la legalidad republicana, resultará decisiva para contener, al menos durante veintiséis días, el envite rebelde sobre Antequera

9.

El hecho es que este inicial panorama de incertidumbre para los sublevados, comienza sin embargo a cambiar favorablemente y de forma sustancial en los primeros días de agosto, debido a una serie de factores como la llegada de apoyo del Ejército de África, a través de la operación conocida como “Paso del Estrecho”, los días 4 y 5 de agosto, o el fracaso de la ofensiva republicana comandada por el general asturiano José Miaja sobre Córdoba, y que marca el inicio de rotundos y continuados fracasos republicanos en el escenario militar andaluz, motivados por la falta de coordinación entre unidades milicianas y Ejército, errores tácticos graves, dudas, indecisiones, indisciplina y deslealtades, como por un reforzamiento rebelde a partir de la entrada en la península del III Tabor de Regulares de Ceuta.

Un contexto en el que ya Antequera debía comenzar a tener un peso específico en el desarrollo del conflicto en la región andaluza, por ser parte de la ruta por la que, desde Málaga y hasta Sevilla, debía transportar a parte de las tropas procedentes de Marruecos, pero que no llegará sin embargo a materializarse, debido al fracaso de la sublevación en la capital malagueña.

Sin duda un importante revés, junto al que Queipo de Llano debía hacer frente a otra serie de objetivos urgentes para evitar el estancamiento y garantizar la definitiva estabilización rebelde, como la ocupación de Huelva -cuyo control del puerto resultaba fundamental- y sobre todo el socorro desde Sevilla a provincias como Granada y Córdoba, aisladas y sin fuerzas, separadas de la capital andaluza por un itinerario débil y peligroso, y con las que era urgente establecer enlace.

Y es precisamente dentro de este último objetivo, donde se encuadran y entienden las operaciones que culminen en la “primera” ocupación de Antequera, la de la propia ciudad como la de la zona Norte de su término, en agosto de 1936.

BANDE, op. cit., p. 34. En un tono mucho más desapasionado se presenta el estudio realizado hace pocos años sobre el general, NÚÑEZ CALVO, J. N.: General Varela: Diario de operaciones, 1936-1939, Almena, 2004. Las últimas obras sobre su figura, ambas del pasado año, corresponden a MARTÍNEZ RODA, F.: Varela. El general antifascista de Franco, Valencia, 2012, así como a VELASCO DE CASTRO, R.: Nacionalismo y colonialismo en Marruecos (1945-1951) El general Varela y los sucesos de Tetuán, Alfar Ixbilia, 2012. 7ÁLVAREZ REY, L. y LEMUS LÓPEZ, E. (eds.): Historia de Andalucía Contemporánea, Huelva, 1998, pp. 439-446.

8MARTÍNEZ BANDE, op. cit., pp. 18-24.

9 La actitud de la Guardia Civil ante la guerra en Andalucía en MELERO VARGAS, op. cit. Asimismo v. VARGAS

GONZÁLEZ, A.: “La Guardia Civil ante el 18 de julio. Corazón partido”, La Aventura de la Historia, 105 (2007), pp. 25, 36, 39 y 40.

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LOS DÍAS PREVIOS A LA “PRIMERA OCUPACIÓN”. DE LA SUBLEVACIÓN A LA OCUPACIÓN DE LA RODA DE ANDALUCÍA. LOS PLANES CONTRA EL AISLAMIENTO

Con el fracaso en la ciudad de la sublevación de julio de 1936 Antequera inicia una nueva etapa de retaguardia republicana en guerra, caracterizada por nueva organización política y económica revolucionaria que coexiste con una nueva coyuntura militar, y por la que la ciudad se convierte en base de operaciones de las primeras expediciones punitivas a municipios vecinos en los que sí había triunfado la sublevación, con la intención de controlar la ubicación enemiga y frenar un hipotético avance rebelde, cuya amenaza se vislumbraba clara, sobre todo procedente de la provincia de Sevilla.

Así las cosas, la principal prioridad se centra en el cercano municipio sevillano de La Roda de Andalucía, a escasos 30 kilómetros de Antequera; un importante nudo ferroviario en ese momento

10,

y en el que había triunfado desde un principio la sublevación11

, aunque poco después, y tras un intenso enfrentamiento de tres días entre la Guardia Civil apostada en el cuartel de la localidad, y cerca de un millar de milicianos y obreros llegados en tren desde Málaga y Antequera, sería recuperado para la causa republicana

12; una importante inyección de moral para la poco

experimentada y peor armada tropa republicana, que sin embargo supo aprovechar su desventaja material y de efectivos

13 para proseguir con el control de otros municipios cercanos, como el

cordobés de Puente Genil14

, y sobre todo el granadino de Loja, los días 21 y 23 de julio respectivamente, y en ambos casos tras enfrentamientos con la Guardia Civil de ambos municipios

15.

Mientras, fuerzas sublevadas permanecen apostadas muy cerca de La Roda de Andalucía, en el también municipio sevillano de Estepa, donde reciben el 27 de julio la Orden General de Operaciones en que se dictaban las instrucciones del Mando sublevado para el ataque a la zona de Estepa- Puente Genil- La Roda de Andalucía; un ataque que, con un importante despliegue humano y de medios, y con el comandante de la Legión, Antonio Castejón, al mando, culminaría con la ocupación de los dos pueblos primeros entre el 27 y el 28 de julio, así como del tercero el día 29

16,

provocando el urgente desplazamiento del Alcalde antequerano, el socialista Antonio García Prieto, a Málaga, en busca de refuerzos con los que fortalecer y organizar nuevas columnas.

Sin embargo, los diversos ataques e intentos de reconquista llevados a cabo en los días siguientes por parte de las fuerzas republicanas, resultarán infructuosos, por el desigual enfrentamiento de fuerzas, lo que lleva a un cambio radical en el planteamiento republicano: los nuevos intentos de incursión serán sustituidos por el éxodo masivo de población civil hacia Antequera.

El hecho es que, mientras que en buena parte de Andalucía no existían signos claros de decantación por ninguna de las dos fuerzas enfrentadas

17, tras la ocupación de La Roda de

Andalucía, los generales Franco, Queipo de Llano y Orgaz acuerdan establecer en ésta la base de una Columna de operaciones, comandada por Varela, y con el objetivo de acabar con el aislamiento

10

PRIETO PÉREZ, J. O.: República, guerra civil y franquismo en Aguadulce, Sevilla, 2012, p. 139. 11

AGMAV. C. 1295, Cp. 16, D. 14/3. Más información sobre los sucesos ocurridos en La Roda de Andalucía en PRIETO PÉREZ, J. O.: La Roda de Andalucía, desde la Guerra de la Independencia al fin del Franquismo, Sevilla, 2009. Otro de los interesantes estudios locales de esta zona limítrofe con el término antequerano en VELASCO HARO, M.: Los Corrales: Referencias históricas de un pueblo andaluz, Los Corrales, 2002. 12

PRIETO PÉREZ, J. O.: “República, guerra civil y represión en la Sierra Sur”, Actas de las VIII Jornadas de Historia sobre la provincia de Sevilla. La Sierra Sur entre los siglos XIX y XX, Asociación provincial sevillana de cronistas e investigadores locales, pp. 100-101. 13

Las fuentes hablan incluso de la construcción de autos y camiones blindados, a los que añadían tubos de chimeneas, simulando ser cañones. El Sol de Antequera. Nº extraordinario. 12 de agosto de 1938, p. 7. 14

Una visión de estos sucesos desde la literatura nacionalista en PÉREZ DE OLAGUER, A.: El Terror Rojo en Andalucía, Burgos, 1938. 15

Archivo Municipal de Málaga. El Popular. 30 de julio de 1936. 16

Archivo General Militar de Ávila –en adelante AGMAV- Caja 2580 –en adelante C.- Carpeta 1/6 –en adelante Cp.- 17

Un reflejo de la situación militar de Andalucía en estos días en MARTÍNEZ BANDE, op. cit., pp. 64, 78, 79, 102, 105, 106 y 117.

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granadino y restablecer y consolidar las comunicaciones terrestres con Andalucía occidental; algo para lo que Antequera iba a tener una importancia vital.

LA OCUPACIÓN DE LA ZONA NORTE DE ANTEQUERA

La ocupación por parte de los sublevados del territorio más septentrional de la comarca antequerana se desarrolla a lo largo del mes de agosto de 1936, y de la que la fase principal es sin duda la desarrollada entre los días 11 y 18 -en los que se produce la caída de la propia Antequera, como de los municipios y anejos correspondientes a su término municipal como Fuente de Piedra, Humilladero, Mollina y Bobadilla- por ser en ella donde se gesta el cumplimiento de la misión de romper el cerco granadino a través de la ocupación de Archidona y Loja.

Después se sucederán acciones auxiliares, centradas en el restablecimiento de las comunicaciones entre Granada y Sevilla, así como con Córdoba, en la eliminación de los reductos republicanos que de manera dispersa aún operaban por la zona, como en la incorporación a los intereses rebeldes los enclaves de Alameda y Cartaojal.

A las 3:45 de la mañana del 11 de agosto de 1936 el general Varela, procedente de Córdoba –donde había llegado el 4 de agosto para hacerse cargo de la difícil situación de la plaza – salía desde Estepa con dirección a La Roda de Andalucía

18 acompañado de su Estado Mayor, el coronel Sáenz

de Buruaga19

, como Jefe de Vanguardia, y seis comandantes: Rafael Corrales -encargado de dirigir el Grueso de la tropa-

Manuel Aguilar Galindo –Jefe Principal de Artillería-, y los comandantes de

la 6ª Bandera del Tercio, de las fuerzas de Marinería y de la Compañía de Sanidad.

La carretera que transcurría entre el municipio sevillano de La Roda de Andalucía y el malagueño de Fuente de Piedra se convertía en el punto de encuentro para una Columna Varela compuesta de un Grueso de tropa de aproximadamente tres mil doscientos hombres

20, muy potente y moderno

para la época21

, y que a las cinco de la tarde del 11 de agosto, se encontraba preparada –con dotación de municiones, combustible, grasas y remolque al completo y con abastecimiento de dos días de rancho frío correspondiente a los días 12 y 13- y dispersa entre el municipio cordobés de Puente Genil y los sevillanos de Estepa, Lora de Estepa, Casariche y el propio de La Roda de Andalucía.

Con una Vanguardia compuesta de estaciones ópticas, baterías de 70 y 75 milímetros y autos blindados, como acompañamiento de una Compañía de Zapadores y dos Tábores de Regulares de Ceuta y Melilla, y un Grueso en que tendrían cabida fuerzas de Infantería, Legión, Marinería y Regulares, junto con efectivos de Sanidad Militar, así como una mayor dotación de Artillería -compuesta por ametralladoras, obuses y baterías- las fuerzas sublevadas se dirigen hacia unos

18

Archivo Municipal de Cádiz –en adelante AMC-. Archivo del Capitán General José Enrique Varela Iglesias –en adelante ACGJEVI- 89-1. Diario de operaciones de la Campaña de Liberación. 1936- 1939. 19

La biografía de Sáenz de Buruaga en www.guerracivil1936.galeon.com. Biografías del Bando Nacional. 20

La cifra de tres mil doscientos hombres ha sido obtenida a través de un cálculo estimativo –similar al que se utilizará para el resto de cálculos de tropa - por el que una Compañía estaría compuesta por aproximadamente doscientos hombres, un Pelotón por doce, una Sección por cuarenta y ocho o un Tabor y un Batallón por mil, entre otros. De la misma forma, y según órdenes remitidas por el Cuartel General del Generalísimo para enero de 1938, la plantilla provisional reducida para Batallón de Infantería estaría compuesta de un Jefe Comandante, veintitrés oficiales –cinco capitanes, diecisiete subalternos y un médico- cuarenta y dos suboficiales –de los que treinta y seis corresponderán a sargentos- y setecientos diecinueve miembros de tropa –de los que quinientos sesenta y nueve serán soldados de 2ª y cien ostentarán la graduación de Cabo-. A éstos acompañarán treinta y dos mulos y un caballo, así como dos camiones, al margen del armamento, compuesto por seiscientas cincuenta y cuatro armas largas –de las que quinientas noventa y dos serán fusiles y el resto mosquetones- dieciocho ametralladoras, seis morteros y ciento nueve pistolas. En lo que respecta al Escuadrón de Caballería Motorizada, éste se compondría de cinco oficiales, once suboficiales y ciento veinticinco soldados. AGMAV. C. 1503. Cp. 1. 21

AGMAV. C. 2580, Cp. 4. Por otro lado, la relación de las fuerzas que componían la columna, efectuada tanto en las obras de los autores Martínez Bande y Parejo Barranco, como en la propia prensa local, resulta incompleta. v. PAREJO BARRANCO, Antonio: Historia de Antequera, Antequera, 1987, pp. 390-391, MARTÍNEZ BANDE, op. cit., p. 109, y El Sol de Antequera. Nº 663. 16 de agosto de 1936, p. 4. El Sol de Antequera. Nº 664. 23 de agosto de 1936, p. 6.

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objetivos de los que las informaciones obtenidas arrojan escasa disposición para la resistencia, quizás con excepción de Mollina, donde la participación de jornaleros del municipio se prevé más activa; o la incertidumbre con respecto a Antequera, sobre la que las informaciones son contradictorias, en cuanto a las fuerzas republicanas que aún permanecen en la misma, sobre la actitud de la Guardia Civil -un grupo de unos cincuenta hombres parapetados en el Cuartel- o sobre la actividad o no de un cañón de defensa antiaérea situado en el castillo de Papabellotas.

Esta concentración rebelde causa lógica alarma entre el Mando republicano, como se recoge en la conferencia telegráfica mantenida a las 7:30 de la mañana del 12 de agosto entre el recién nombrado Comandante Militar de Málaga, Rafael Sánchez Paredes y un miembro del Ministerio de la Guerra, y donde señala una “seria complicación”, agravada por unas fuerzas republicanas que “están cansadas y son flojas por naturaleza”, y donde reclama “respuesta efectiva porque siempre que hablo me la ofrecen pero nunca me la dan”. Todo ello para intentar frenar el avance imparable de unas fuerzas sublevadas que “indudablemente tratan de abrirse paso a Málaga por Antequera o unirse por Archidona y Loja con Granada”.

22

Efectivamente la ocupación de Fuente de Piedra y Humilladero, los primeros objetivos, se produce “sin pegar un tiro”

23, a pesar incluso de la presencia de aviación republica, dos Breguet

sexquiplanos y un Wiker.

Mucho mayor será la resistencia en el siguiente objetivo, Mollina, con la oposición de guardias de Asalto, carabineros y milicianos

24, al margen de numerosos vecinos del municipio, de los que

catorce caerán abatidos como consecuencia del enfrentamiento.

Tras la caída de Mollina, y guarnecida militarmente junto con Fuente de Piedra y Humilladero, el camino sobre Antequera quedaba ahora totalmente expedito, y sobre ella se iniciaba ahora la decisiva marcha para una ocupación en la que va a desarrollarse la exitosa táctica de ataque empleada por la Columna sublevada: vuelos de reconocimiento y bombardeos intimidatorios previos a la ocupación, primera exploración de vehículos ligeros de vigilancia para comprobar la veracidad o no de los informes de situación recibidos, y finalmente ocupación por envolvimiento, con una Vanguardia de Legionarios, Regulares y Artillería, aprovechando en el caso de Antequera los puntos altos naturales de la ciudad.

De la misma forma Varela, ya a las puertas de la ciudad, ordena la distribución defensiva de las tropas en diferentes puntos estratégicos, tras lo que a las diez y media de la noche del 12 de agosto de 1936, rodeado del coronel Castejón, de su Cuartel General y escolta de guardias civiles, así como de una fila de legionarios, hace su entrada a caballo en una Antequera que, huida y replegada población y autoridades, ofrecía una desoladora estampa de “calles vacías”

25, y que solo

comenzará a recuperar pulso cuando los guardias civiles que permanecían desde hacía días parapetados en el cuartel, comiencen a salir después de colgar la bandera blanca del balcón principal

26.

Era el final de una maratoniana operación “bien planeada y mejor ejecutada”27

–de gran mérito teniendo en cuenta la gran heterogeneidad de la tropa- gracias sobre todo a esa ya comentada forma de proceder en base al envolvimiento y aprovechando las horas de oscuridad

28, de unas columnas

22

AGMAV. C. 228, Cp. 8. Documento 1/3 –en adelante D.- 23

Articulo anónimo y sin poder especificar medio en que aparece, titulado “Notas de un carnet” y conservado en AMC. ACGJEVI. 24

ABC. Edición Sevilla. 13 de agosto de 1936, p. 2. La edición de este periódico puede ser consultada digitalizada a través de www.hemeroteca.abcdesevilla.es 25

GIMÉNEZ REYNA, Francisco: Memorias de un cirujano rural (Antequera y Málaga en la primera mitad del siglo XX) Málaga, 1989, p. 152. 26

AGMAV. C. 1295, Cp. 15, D. 4/ 8 y AMC. ACGJEVI. 89-1. Diario de operaciones de la Campaña de Liberación. 1936- 1939. 27

AGMAV. C. 1276, Cp. 48, D. 1/ 23. 28

También existía la posibilidad de aprovechar la hora de mediodía, ya que, al tratarse de verano, podía aprovecharse la limitación en el radio de acción de la Aviación republicana, por el recalentamiento de los motores de los aviones, debido a las altas temperaturas

28- siendo claras las instrucciones sobre la manera de proceder ante un hipotético

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sobre las que destacaban su “suma rapidez, saltando rápidamente entre unas poblaciones y otras. En ellas abrían paso los blindados, en caso de poder contar con ellos, o voluntarios a caballo. Tras ellos, el grueso de la tropa, legionarios, regulares, guardias civiles, Marina, voluntarios de Falange… y a la llegada de los pueblos, ligeros tiroteos y la maniobra elemental de envolvimiento, con objeto de cortar la retirada al enemigo”

29.

Por su parte, solo la actuación de la aviación parece representar una amenaza por parte de unas fuerzas republicanas, estériles ante el empuje sublevado, con diversas incursiones desde estos primeros momentos y en las semanas posteriores hasta su progresiva desaparición, tanto a fuerzas de ocupación como sobre todo a la población.

No es de extrañar por ello que el Mando republicano transmita al Ministerio de Guerra su sensación de abandono por parte de Madrid, como sus nulas opciones de reconducir una situación tan poco favorable, aún reconociendo los intentos de convencer “a todo el mundo de que será cosa fácil, para mantener el espíritu”

30, e incluso más allá, ignorando primero, tanto en los partes

oficiales del Ejército de la República como en la prensa leal31

, la ocupación de la ciudad, e incluso haciendo circular pocos días más tarde falsas noticias sobre una brillante –e irreal- reconquista de Antequera por fuerzas leales al Gobierno de la República

32.

Nada más lejos de una realidad dentro de una situación militar malagueña en la que sí que resultaba cierto que la ocupación de la ciudad antequerana marcaba un punto de inflexión en el transcurso de la guerra en Andalucía, con un escenario militar aún confuso y poco definido.

Málaga quedaba ahora a tan solo cincuenta kilómetros, pero las órdenes no se alterarían, ni en la misión final ni en el itinerario a seguir, y Archidona y Loja se convertirían en los últimos obstáculos antes de dejar el camino libre a Granada.

Ambas serían ocupadas, también sin oposición, y de la misma forma que Antequera, el 15 y el 18 de agosto, respectivamente, con fuerzas salidas desde Antequera, donde Varela tendría su Cuartel General hasta que el 31 de agosto partiera hacia el frente de Córdoba.

Así finalizaría el aislamiento granadino, pero de la misma forma comenzaría el nuevo rol de una ciudad absolutamente militarizada, de trinchera, frontera y línea de frente, así como base de operaciones para otras empresas militares, y asediada y amenazada, sobre todo a través de los bombardeos aéreos, por un cada vez más debilitado Ejército republicano.

LOS DÍAS SIGUIENTES

Desde su ocupación, Fuente de Piedra, Humilladero, Mollina y Antequera iban a quedar guarnecidas con fuerzas que alcanzarán prácticamente los mil setecientos efectivos, y de los que mil cuatrocientos permanecerán en Antequera, unos –Marina y Regulares- como parte de la guarnición en la ciudad, y el resto como parte de la Columna que se encaminaría hacia los próximos objetivos, Archidona y Loja.

Sin embargo, y antes de esto, es completada una brillante operación auxiliar, la ocupación el día 14 de agosto de Bobadilla, anejo antequerano y un muy importante nudo ferroviario, cuyo control suponía la eliminación de cualquier amenaza postrera de ataque por tierra desde Málaga a través de las comarcas de Guadalteba, Campillos o Ronda.

bombardeo enemigo –distancia de seguridad de hasta doscientos metros entre cada camión, cuerpo a tierra con absoluta quietud de las tropas transportadas y ocultación de vehículos, materiales y Estación de Radio, entre árboles, abrigos naturales o en lugares de los pueblos ya ocupados. AGMAV. C. 1276, Cp. 29. Asimismo AMC. ACGJEVI. 68- 14. 29

LOJENDIO, L. M.: Operaciones militares de la guerra de España. 1936- 1939, Barcelona, 1967, p. 101. 30

AGMAV. C. 228, Cp. 8, D. 1/ 29. 31

NADAL SÁNCHEZ, A.: Guerra Civil en Málaga. Málaga, Arguval, 1984, pp. 356-357. 32

La Vanguardia. 20 de agosto de 1936, p. 3. La edición de este periódico puede ser consultada digitalizada a través de www.lavanguardia.es/hemeroteca.

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8

Mientras, la respuesta republicana se mantenía reducida al ataque aéreo, aunque con importantes efectos en una población cuyo estado anímico preocupa ya seriamente a Varela, que así se lo transmite a Queipo de Llano:

“La población civil [está] desmoralizada… y aunque reaccionó a la presencia de la Columna, con los bombardeos eficaces y las bajas sufridas, ha vuelto a deprimirse”.

33

Varela no quiere proseguir con los objetivos militares previstos hasta recibir ayuda aérea que contrarreste el ataque republicano, tanto a la ciudad, como a la Columna, pero culmina a pesar de ello la ocupación de Archidona el 15 de agosto, mientras que prepara la definitiva de Loja.

Y entre ambas ocupaciones Antequera vuelve a ser fuertemente castigada, cuando el 16 de agosto sufra 1 hora y 55 minutos de bombardeo, con ciento diez bombas arrojadas que buscaban primordialmente los cuarteles provisionales de las fuerzas sublevadas, como la sede del Estado Mayor y Cuartel General de Varela, no causando bajas, aunque sí un estado de conmoción que lleva a Varela a manifestar de nuevo a Queipo de Llano la gravedad de la situación, con una Antequera defensivamente desvalida por aire, en primera línea de frente con territorio republicano y con una población civil atemorizada y deprimida

34, por la ofensiva aérea republicana, como por el hecho de

saber que la ocupación de otros municipios debía continuar, con la consiguiente salida de las tropas sublevadas de la ciudad.

Las quejas de Varela a Queipo son transmitidas a su vez por éste a Franco, que se limita a responder que “es muy urgente la comunicación con Granada por carretera”

35; una respuesta parca

pero suficiente para entender que el avance hacia Loja no debía demorarse, como así sería, cuando se garantizara por fin la llegada de ayuda aérea

36, teniendo una eficacia inmediata, y permitiendo

que la tarde del 18 de agosto de 1936, la Vanguardia de la Columna Varela tomara contacto con las fuerzas salidas de Granada. El objetivo militar sublevado había culminado exitosamente.

Mientras, el repliegue republicano se ha bifurcado hacia el Sur - en torno a las sierras que, con dirección a Málaga, rodean a la ciudad, como en los cortijos cercanos en esta dirección- y el Oeste –hacia los municipios granadinos de Venta de Zafarraya y Alhama de Granada, tras la ocupación de Loja-.

De ellas destaca la zona Sur, donde se acantonan las fuerzas salidas de Antequera, a las que se unirán las que han avanzado desde Málaga, estableciéndose en tres puntos: una columna entre Villanueva de Cauche y Casabermeja, el conocido como Batallón de Milicias Nº 5, “de Antequera” o “García Prieto”

37, formado por seiscientos hombres entre milicianos y soldados, y comandado

por el del que tomaba su nombre, y que a la postre sería último Alcalde antequerano en la República, otra en Villanueva de la Concepción, y una tercera en Valle de Abdalajís

38.

Tres núcleos desde los que las fuerzas republicanas mantendrían una actuación, más de defensa activa y de intento de contención que de contraataque, a través de acciones limitadas en el tiempo y la estrategia -casi exclusivamente a través de los bombardeos de su Aviación-. De ellos, el primero será sin duda el de mayor gravedad, el propio 13 de agosto, generando la ofensiva aérea republicana sobre la zona de Antequera entre este día y el 30 de agosto más de cinco horas de vuelo y doscientas cuarenta bombas lanzadas, y con un saldo de cuarenta y un muertos y casi doscientos cincuenta heridos

39.

33

AGMAV. C. 1276, Cp. 28. 34

ABC. Edición Sevilla. 14 de agosto de 1936, p. 4. 35

AGMAV. C. 1295, Cp. 23, D. 1/ 9. 36

GIL BRACERO, R.: “La tragedia de todos: odios y violencia durante la guerra civil”, en ÁLVAREZ REY y LÉMUS LÓPEZ (eds.) op. cit., p. 440. 37

PAREJO BARRANCO A. y otros: Veinte antequeranos del siglo XX. Antequera, 2003. 38

AGMAV. C. 1295, Cp. 23, D. 1/ 2 y 3. 39

El estudio de los bombardeos en Antequera durante la Guerra Civil, se nutre de fuentes que van desde la prensa local, hasta archivos militares y municipales, pasando por la información indirecta que pueda ofrecer –en este caso en cuanto a las víctimas- el Registro Civil, hasta llegar a los testimonios orales. Al margen de estas, y para un estudio más

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NO SOLO GRANADA

La ruptura del cerco granadino, como ya se ha visto, iba a verse acompañada de otras operaciones militares encaminadas al restablecimiento total de las comunicaciones entre Granada, Sevilla y Córdoba, como a la dotación de seguridad a las mismas a través del control de las zonas férreas, o la erradicación de los reductos republicanos

40.

Una labor en la que resulta fundamental la presencia, ahora sí, de apoyo aéreo, mermando notablemente la amenaza aérea republicana, y dejando el ataque reducido al saqueo esporádico y nocturno de pocos hombres sobre fábricas, fincas y cortijos de la zona, como a los intentos de sabotaje.

Es por tanto en este contexto en el que se producen las ocupaciones de Alameda -19 de agosto- y Cartaojal –el día 26- culminándose con este último enclave el sometimiento de la totalidad de la zona Norte antequerana.

El 1 de septiembre de 1936 Varela abandonaba Antequera con destino al difícil frente de Córdoba, y la ciudad quedaba temporalmente en una situación de reserva por la que se convertía en escenario de base de operaciones y punto de partida hacia otros frentes y actuaciones militares posteriores, así como asentada en una situación paradigmática por la que iban a convivir dos antequeras, la que asiste al proceso de construcción de un Nuevo Régimen y la que supone la prolongación de una etapa de retaguardia republicana, interrumpida en toda la zona Norte del término en agosto, pero que se mantiene en su zona Sur hasta las operaciones que culminen con su ocupación, como con la de la propia Málaga, en febrero de 1937.

DE LA ZOZOBRA Y EL ESTANCAMIENTO AL INICIO DE LA “SEGUNDA OCUPACIÓN”

Los meses de septiembre y octubre de 1936 resultan, desde lo militar, absolutamente intensos en el conflicto en Andalucía, sobre todo en la zona cordobesa

41.

En este sentido, a la victoria sublevada en Cerro Muriano los días 5 y 6 de septiembre, o la ocupación de Ronda, el 16 –consolidándose posiciones en los días siguientes que facilitarán el enlace con Cádiz-, entre el 22 y el 26 del mismo mes son ocupados los municipios cordobeses de Espejo y Castro del Río, cercanos ya a la provincia de Jaén, mientras que paralelamente se realizan labores de ocupación en Montefrío, Alcalá la Real y Moclín, donde se establece el frente hasta el final de la contienda.

Ya en octubre, durante sus dos primeras semanas tiene lugar la ofensiva sobre la cuenca minera cordobesa de Peñarroya, pieza codiciada, no sólo militarmente, sino sobre todo por la gran riqueza económica de toda la comarca.

Terminada la acción sobre Peñarroya, Andalucía dejará de ser, hasta el mes de diciembre en que se retomen las ofensivas en las provincias de Córdoba y Jaén, escenario fundamental en el teatro de operaciones de la Guerra Civil en España.

42

Mientras, en Antequera, tras la estabilización a partir de septiembre, de los frentes que separaban las zonas republicana y nacional en la zona, la actividad militar queda reducida a incursiones de

generalizado u orientativo de otras zonas geográficas, es abundante la bibliografía, que corresponde fundamentalmente a ciudades de importancia dentro del litoral mediterráneo. Así, para un estudio global véanse los trabajos recogidos en MELERO VARGAS, op. cit. 40

Igualmente importante será el restablecimiento de las comunicaciones telegráficas de Córdoba- Granada y Sevilla- Granada, cuyas líneas, con enormes destrozos entre Puente Genil y Antequera, convergían en Loja, y que serán restablecidas tras ser enviado a la localidad granadina, el Jefe de Reparaciones del Cuerpo de Telégrafos de la zona Centro, con sede en Córdoba. AMC. ACGJEVI. 41

ÁLVAREZ REY y LEMUS LÓPEZ (eds.), op. cit., pp. 439-446. 42

ÁLVAREZ REY, Leandro y LEMUS LÓPEZ, Encarnación (Eds.) (1998): Op. Cit. Págs. 439- 446.

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reconocimiento y hostigamiento por parte de los sublevados, así como a la escolta de los convoyes que realizaban su trayecto entre Granada, Sevilla y Córdoba, y a leves y esporádicos ataques aéreos por parte de republicanos, que habían vuelto a lanzar sus bombas sobre la ciudad a finales de octubre, casi dos meses después de los últimos bombardeos.

Antequera, fuertemente militarizada por albergar la cabecera de una División y la Plana Mayor de la misma

43 -también sería sede del Gobierno Civil de la Málaga sublevada a partir de noviembre

de 1936- asume su rol de ciudad de trinchera y núcleo distribuidor de fuerzas hacia otras zonas del Sur, mientras que al otro lado de las sierras que conducen a Málaga, permanecen apostadas las fuerzas leales al Gobierno de la República, un número aproximado de seis mil seiscientos catorce hombres, o lo que es lo mismo, más de la mitad del total de efectivos republicanos en todos los frentes de la provincia, así como prácticamente la cuarta parte del cómputo global de fuerzas que, incluyendo las de la propia capital, alcanzaba los veintisiete mil hombres.

De los tres subsectores republicanos antequeranos, los mencionados anteriormente de Villanueva de Cauche, Villanueva de la Concepción y Valle de Abdalajís, será el primero de ellos el que concentre el mayor número de efectivos, constituyendo en cuanto a efectivos prácticamente el 60% de los tres; una superioridad manifiesta que la llevaba a guarnecer un mayor área, o a ejecutar la doble misión de defensa de la zona como de planeamiento de ataques contra las vías que comunicaban Granada con Sevilla y Córdoba, a través de la zona antequerana.

A los tres subsectores se unirá un número indeterminado de milicianos, quedando bajo las órdenes de mandos con escasa profesionalización y preparación, así como con déficit de armamento, lo que convertiría la guarnición de los más de cincuenta kilómetros que separaban el perímetro entre el sector de Villanueva de Cauche y el de Valle de Abdalajís, en una tarea harto complicada.

El hecho es que la situación era de práctico estancamiento militar, fiel reflejo de lo que estaba ocurriendo en otras zonas, fundamentalmente Madrid, donde la estabilización de los frentes tras los diversos intentos fallidos de ocupación, había provocado un tenso compás de espera que marcaba la necesidad de abrir un nueva etapa marcada por la superación del estancamiento a través de la intervención extranjera, fundamentalmente Alemania e Italia, y para el caso de Málaga la segunda de éstas, concretada a partir del pacto secreto firmado con Franco en Salamanca el 28 de noviembre de 1936, por el que este aceptaba la política mediterránea de Mussolini a cambio de obtener su apoyo militar.

44

De esta forma, en diciembre los italianos ya habían enviado a España un fuerte contingente de Aviación y Artillería, compuesto de cazas, bombarderos, baterías y tanques, a la vez que planeaba el envío de los Camisas Negras, milicianos fascistas voluntarios, de los que tres mil llegarán a Cádiz el 22 de diciembre, y que alcanzarán los ocho mil en enero.

Con ellos se crea la I Brigata Volontarie45

, dirigida por el general Mario Roatta “Manzini”. Por esos días unos cuarenta y cuatro mil italianos se encontraban en España conformando el Corpo Truppe Volontarie

46.

Franco traslada en enero de 1937 a Mussolini la intención de que Málaga sea el primer objetivo sobre el que operen las fuerzas italianas:

43

AHPM. Legajo 1027. 44

BEEVOR, A.: La Guerra Civil Española, Barcelona, 2005, p. 289, PRESTON, P.: Franco. “Caudillo de España”. Barcelona, 1994, WINGEATE PIKE, D.: Franco y el eje Roma- Berlín- Tokio. Alianza Editorial, 2010. Ya en lo que respecta al aspecto meramente económico, v. MARTÍN-ACEÑA, P.: El oro de Moscú y el oro de Berlín. Finanzas y expolio en tiempos de guerra. RBA Libros, 2012, así como SÁNCHEZ ASIAÍN, J. A.: La financiación de la Guerra Civil española. Una aproximación histórica. Crítica, 2012.

45 Para un estudio más detallado sobre la llegada e intervención italiana en la ofensiva sobre Málaga, v. PRIETO

BORREGO, L. y BARRANQUERO TEXEIRA, E.: “La Batalla de Málaga”, en SALAS ALMELA, L. (coord.) (2008): Ruta por las batallas históricas de Andalucía. Entre la épica y la violencia, Consejería de Turismo, Comercio y Deporte. Junta de Andalucía, pp. 218-222, así como PRIETO BORREGO, L. y BARRANQUERO TEXEIRA, E.: Población y guerra civil en Málaga: Caída, éxodo y refugio, Málaga, CEDMA, 2007, pp. 121 y ss. 46

v. PRESTON, P.: La guerra civil española, Madrid, 2006.

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“S. E. le Chef de mon gouvernement, informé par moi que V. E. Considère la possibilité d´une opération pour l´occupation de Malaga”

47

Así, el 19 de enero oficiales italianos desplazados a Antequera realizan breves incursiones en territorio republicano, con la intención de conocer su disposición en su camino a Málaga, mientras que el día 27 desde el Cuartel General del Generalísimo se solicita al Mando italiano el envío de información detallada sobre las unidades italianas en organización e instrucción, así como de las necesidades de las mismas, ya que “están muy pronto en condiciones de ser empleadas”.

48

Efectivamente el 3 de febrero quince batallones, veintiocho carros de combate y más de once baterías de diferentes calibres y especialidad, acompañados de cincuenta piezas de Artillería, un Hospital de Campaña, un Equipo Quirúrgico y Servicios de Ingenieros e Intendencia, conformarían un Ejército de doce mil hombres sobre los que descansaría la misión principal

49, junto con las

fuerzas sublevadas, de ocupar Málaga.

El 5 de febrero Franco se encuentra en Antequera donde ha llegado para coordinar con Queipo de Llano como con Roatta una ofensiva final que preveía sin grandes dificultades

50, viajando a Sevilla

esa misma tarde, y de ésta a Salamanca para supervisar nuevas acciones en el frente de Madrid.

Ese mismo día inician la gran ofensiva conjunta sobre Málaga un total de nueve columnas, de las que tres, dos italianas y una española, tendrán como punto de origen de la ofensiva final, Antequera, y con el objetivo respectivamente de las ocupaciones de Valle de Abdalajís –columna española o Erquicia- Villanueva de la Concepción –columna italiana o Rivolta- y Villanueva de Cauche –columna italiana motorizada o Arnaldi-.

Antequera, “la fronteriza”, como la definiera José María Pemán, que también se encontraba como Franco en la ciudad el 5 de febrero

51, iba a dejar pronto de serlo.

La trayectoria de las tres columnas antequeranas será bastante desigual en las operaciones de asalto final a Málaga. Así en Villanueva de la Concepción, por la acentuada desigualdad en cuanto a efectivos y Artillería, será sobre la que se experimente un mayor avance italo-español, siendo abandonada por unas fuerzas republicanas que preparan su repliegue hacia la sierra de El Torcal, y de las que Arthur Koestler será uno de los testigos de excepción, asombrado de los efectos que los tanques italianos, “esas endiabladas máquinas”

52, producían.

También los avances sobre Valle de Abdalajís han sido notables, habiendo sido ésta prácticamente ocupada.

Sin embargo Villanueva de Cauche se convierte en un problema sobre unos italianos que no logran el objetivo final de su ocupación.

A pesar de ello, la actuación de las tres columnas antequeranas había sido en este primer día, sin duda la más destacada de las nueve que operaban en el objetivo final del asalto a Málaga. Así un día más tarde las fuerzas italo-españolas, con el apoyo auxiliar de Falange, logran entrar en Villanueva de la Concepción, casi al mismo tiempo en que la columna Erquicia hacía lo propio en Valle de Abdalajís.

47

AGMAV. C. 2605, Cp. 67/ 1. 48

AGMAV. C. 2604, Cp. 3/ 11. 49

COVERDALE, J. F.: La intervención fascista en la guerra civil española, Alianza Editorial, 1979. 50

PRESTON, P., op. cit., 1994, p. 274, así como FRANCO SALGADO-ARAUJO, F.: Mi vida junto a Franco, Barcelona, 1977, pp. 216-219.

51 El Sol de Antequera. Nº 688. 7 de febrero de 1937, p. 3.

52 KOESTLER, A.: Spanish Testament. Londres, 1937. La obra, traducida al español, aparece bajo el título Diálogo con

la muerte: un testamento español. Véase asimismo un interesante estudio sobre la experiencia de Koestler en la ofensiva y caída de Málaga en SÁENZ CAMACHO, A.: “Arthur Koestler. Testigo de excepción en la caída de Málaga (8-2-37) Jábega, 61.

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Mientras, el ataque de la columna Arnaldi, “es inmenso”53

, como también la resistencia, hasta el punto de que en él aparecen documentadas las primeras bajas italianas en las columnas antequeranas que tomaron parte en las operaciones de ofensiva final sobre Málaga: once italianos perderían la vida en el combate

54; un contratiempo no previsto por un Mando italiano que, ahora sí, terminaba

ocupando Villanueva de Cauche.55

El 7 de febrero de 1937, siete meses del inicio de la sublevación, y seis desde la ocupación de la zona Norte, quedaba sometida la totalidad del término antequerano, como un día más tarde lo fuera el conjunto de la provincia malagueña.

EL “MATERIAL” BÉLICO HUMANO. COMBATIENTES EN AMBOS BANDOS: DESEQUILIBRIO MILITAR Y PROBLEMÁTICA INFORMATIVA

La consideración de Antequera como retaguardia temprana nacionalista, ha venido acompañada de notables carencias de tipo informativo, sobre todo en lo que se refiere a la investigación y conocimiento de los antequeranos que van a permanecer tras la ocupación de la ciudad, en zona republicana.

Junto a los huidos, encarcelados, asesinados o residentes en municipios y ciudades de la zona gubernativa, resulta especialmente significativo el caso de los combatientes integrados en unidades militares republicanas –ya permanecieran en combate o fueran muertos en actos de servicio- cuyo devenir resulta confuso y poco conocido.

De hecho, vuelve a ser la documentación generada por el propio bando sublevado, como inmediatamente después desde el Franquismo, la que aporte los en muchos casos, únicos datos existentes sobre combatientes republicanos, fundamentalmente los procesos militares incoados contra muchos detenidos a lo largo de la guerra y tras la finalización de ésta, como autores de delitos considerados por los sublevados como de auxilio y adhesión a la rebelión.

En todo caso, esta documentación tampoco resulta definitiva para dilucidar la pertenencia o no al Ejército Popular de vecinos de Antequera, y mucho menos cuantificar de forma exacta –e incluso aproximada siquiera en muchos casos- el número de combatientes que defendieron, a través de las armas, la legalidad republicana.

Por ello, los mencionados procesos militares, junto al estudio de los informes de conducta, los expedientes carcelarios o la prensa –al margen de información aislada en algún archivo militar o institucional como el del Gobierno Civil de Málaga- constituyen las principales fuentes de información sobre los combatientes republicanos de Antequera; una documentación rezumada en represión, por ser la naturaleza de la mayor parte de ésta la de la concatenación de testimonios que prueben la responsabilidad política o el delito de sangre, pero una información en definitiva limitada, por el desconocimiento de numerosos datos, pero sobre todo por la tergiversación y ocultación de otros muchos, estableciendo un paradójico oxímoron por el que se garantizaría la ausencia de garantías de obtener datos veraces y completos.

Pero también existen motivos meramente militares, ya que hablamos en su mayoría de unidades que, tras la ocupación de Málaga, pierden la esencia de su estructura inicial, generando dos procesos paralelos, el de los que vuelven a Antequera para convertirse en víctimas de los diferentes grados de represión ejercida sobre ellos, y los que permanecen más allá de Málaga, encuadrándose en brigadas que van a operar en otros frentes, fundamentalmente el cordobés, así como en zona almeriense. Tal

53

AGMAV. C. 668, Cp. 8, D. 2. AGMAV. C. 1292, Cp. 1.

54 Enterrados en Antequera, el Ayuntamiento de la ciudad costeó la colocación de once lápidas para los fallecidos.

AHMA. Fondo Municipal. Secretaría. 55

AGMAV. C. 1295, Cp. 15, D. 4/ 58

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es el caso de los batallones Pablo Iglesias56

, Lenin57

, Metralla58

o la ya mencionada anteriormente Raya

59, al margen del ya estudiado Batallón Nº 5 García Prieto o Antequera, o las brigadas mixtas

51 y 52, entre otras unidades.

En todo caso, el conocimiento de los combatientes antequeranos que sirvieron en el Ejército de la República, es terreno abonado sometido más al azar que a la certeza documental y al celo informativo, siendo inevitablemente estas carencias la que marquen el estudio de este fundamental vertiente militar dentro del conflicto civil español.

Estas carencias quedan demostradas en el estudio detallado de aquellos sobre los que existe constancia de participación como combatientes en el Ejército de la República, como por ejemplo en el hecho de prácticamente una tercera parte de los casos estudiados, no ofrezcan información concreta sobre la unidad militar o la ubicación geográfica en que prestaron sus servicios.

Muy pobres son también los datos para el resto de unidades, desde las que, y aún sin organización y de una forma preliminar, desarrollaron sus servicios en las operaciones sobre La Roda de Andalucía, Benamejí, Puente Genil o Loja, como las que continúan con su labor más allá de Málaga. En todas ellas la información es paupérrima, y hace temer en que resulte irrecuperable.

Sin embargo, y a pesar de su limitación, sí que al menos permite establecer análisis interesantes, como el de la estrecha relación entre la participación de los combatientes como integrantes de las filas republicanas en los frentes, y el proceso represivo posterior iniciado contra éstos por este hecho.

En todo caso, esta desolación informativa con respecto a los combatientes republicanos contrasta sin embargo con las múltiples vías de obtención de datos sobre los soldados que prestarán sus servicios a favor de la causa sublevada.

En este caso la variedad de fuentes es riquísima, resultado por ejemplo de las múltiples iniciativas que, con el objetivo de incentivar económica, laboral y moralmente a los soldados de Franco y a sus familias, van a llevarse a cabo.

56

El Batallón de milicias socialistas Nº 8 Pablo Iglesias, que tuvo como Mando militar al Teniente de Carabineros Antonio Lanjarín Fernández y como comisarios políticos a Enrique Mowbray y Manuel Melgar Valle, iniciará su actuación en El Chorro, donde relevará al Batallón Méjico, y regresando a Málaga para encuadrarse primero en la 51ª Brigada y posteriormente en la 86ª, con destacada actuación en Valle de los Pedroches, destacando Pozoblanco y Baena. ABC. 7 de octubre de 1936. pp. 9-10, LÓPEZ ROMERO, L.: Joaquín Pérez Salas y la batalla de Pozoblanco, Pozoblanco, 2003, ÉNGEL, C.: Historia de las Brigadas Mixtas del Ejército Popular de la República, Almena, p. 115, SÁLAS LARRAZABAL, R.: Historia del Ejército Popular de la República, La esfera de los libros, 2006, pp. 1402-1404.

57 Organizado en Vélez de Benaudalla, y comandado por el comunista Adriano Romero, ocupó Motril y otros pueblos de

la zona, integrándose en la Columna Octubre. En diciembre de 1936 consta de más de mil hombres, a los que se unirán, tras la ocupación de Málaga, miembros del Regimiento de de Infantería de Vitoria Nº 8. N. d. A.

58 El comité de Milicias de Málaga sería el encargado de la organización de este batallón compuesto casi exclusivamente

por comunistas. Tras la ocupación de Málaga parte de éste se incorporaría a la defensa de Pozoblanco. N. d. A.

59 Patrulla de milicianos creada en Málaga con elementos de la FAI, que coordinaba en la capital malagueña el

Comité de Defensa, y cuyo Jefe era el apodado como “El Raya”; una unidad que para la provincia se tornaría en columna, bajo el seudónimo de “la columna que más rayó” - El Sol de Antequera. Nº 678. 29 de noviembre de 1936, pp. 1-2, RAMOS HITOS, J. A.: Guerra civil en Málaga (1936-1937) Revisión histórica, Málaga, Arguval, 2003, p. 396- cubriendo el frente de guerra por el sector de Casabermeja-Villanueva de Cauche-Villanueva del Trabuco, así como otros pueblos colindantes - AJTMMA. Causa 830/1944. - y que tras la ocupación de la capital pasó a formar parte, junto con los batallones Garcés y Pedroches, de la 73ª Brigada, que operaba en el sector Norte o de Pozoblanco, uno de los tres en que se dividía el sector de Córdoba - LÓPEZ ROMERO, op. cit.

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Así, cada una de las ayudas desarrolladas a favor de estos combatientes, como las de apoyo infraestructural, a través del alojamiento de soldados y mandos, la asistencia hospitalaria, las ventajas laborales, los subsidios al combatiente y al ex combatiente, las medidas para la colocación de los mutilados, o la exención en el pago del de alquiler y los gastos de luz y agua, al margen de otras fuentes como los libros de registro de quintas, el Registro Civil, las informaciones que con distinto carácter sean publicadas en prensa, los numerosos homenajes de la población a sus “héroes nacionales”, e incluso la existencia de un listado de combatientes, van a traer aparejada una nutrida información sobre los antequeranos que prestarán sus servicios en el Ejército rebelde, tanto en su pertenencia a las unidades militares, como los frentes de participación.

Sin embargo, a pesar de ser múltiples las fuentes de información, y de que estas permiten un cotejo que lleva a establecer una relación de combatientes con un muy bajo margen de error, en la mayoría de los casos no hay datos sobre las unidades militares a las que pertenecen los combatientes.

DESIGUALDAD Y FRACASO REPUBLICANO

Varias fueron las circunstancias que desembocaron en el nefasto desenlace para la causa republicana en las operaciones militares para la ocupación de la zona antequerana, y en los que las conquistas enemigas parecían verse facilitadas por aspectos como la escasez de abastecimientos, los problemas derivados de la huida de población civil desde la provincia a la capital, o sobre todo el desequilibrio entre fuerzas en lucha, en cuanto a tropas, técnicas y medios, lo que también enlaza con la sensación de abandono de que se siente víctima Antequera, como Málaga, con respecto al Gobierno de Madrid, y que contrasta de manera definitiva con el más que decisivo apoyo italiano a la causa sublevada –y también un abandono que meses antes fue momentáneo cuando no llegaba el apoyo aéreo reclamado por Varela, pero que terminó asistiendo a la columna sublevada-.

La organización y la comunicación entre tropa y Mando –decisiva ya en agosto para hacer funcionar grupos tan heterogéneos como dentro de una sola Columna Varela- también resultó fundamental, y en ella radica uno de los aspectos clave en el éxito de las columnas aliadas, y que a su vez constituye uno de los puntos débiles dentro del Ejército Republicano, incapaz por otro lado de aprovechar las fisuras organizativas y de estrategia de las que también adolecieron los italianos, o su desconocimiento de un terreno montañoso sobre el que las posibilidades de defensa mayores.

Poco podía hacer el Mando republicano frente a la eficacia de la guerra celere italiana, pero menos podía hacer frente a su propia inefectividad por aire o tierra, o a su inferioridad técnica, de tropas y medios, a su desorganización una indisciplina –frente a la preparación del Mando sublevado para el control moral, o la instrucción diaria e intensiva- que se había convertido en un obstáculo cotidiano, resultado de la falta de directrices de un Mando que cambiaba con alarmante frecuencia en pleno inicio de la ofensiva final sobre Málaga, generando un grado de improvisación que situaba a los combatientes republicanos en una inestabilidad similar a la de los que seis meses antes se habían enfrentado al Ejército de África

60, pero sobre todo un estado de desconcierto que iba a

motivar, a partir del 5 de febrero, el desmantelamiento de los frentes, seguido del desplazamiento espontáneo de los combatientes hasta la capital.

Con ellos, pronto este primer “desastre militar”61

se trasladaría a una Málaga en la que los mandos militares y políticos republicanos planeaban ya la retirada, dejando a los representantes del Frente Popular la responsabilidad de organizar la evacuación civil, pero sin mostrarles en cambio la verdadera gravedad de la situación bélica.

60

PRESTON, op. cit., 1994, p. 275, KOESTLER, op. cit., pp. 186-204 y 216, CHALMERS MITCHELL, P.: Mi casa de Málaga. Memorias de un aristócrata escocés en la España republicana, Renacimiento, 2010, pp. 238-242 y AZAÑA, M.: La velada en Benicarló, Reino de Cordelia, 2012, p. 40. 61

Así se define la situación en PRIETO BORREGO y BARRANQUERO TEXEIRA, op. cit., 2007, p. 142.

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Málaga se preparaba por tanto para una huida insólita y paradigmática, no ya tanto por el número de los que pretendían ser evacuados, sino por el hecho de que precisamente fueran los mandos militares los primeros en efectuar la retirada

62, nerviosos, avergonzados y desesperados

63, por

delante de una población civil que en pocas horas quedará innecesariamente expuesta a la extrema violencia del enemigo.

El fracaso republicano es evidentemente militar, pero con un acentuado trasfondo político. Varios han sido los trabajos que han reflejado el proceso abierto sobre los considerados responsables de la pérdida de Málaga. En él trasluce como el abandono de Málaga a su suerte fue visto por los comunistas como resultado de una actitud, no ya negligente, sino de verdadera traición de unos mandos militares de plena confianza de Largo Caballero

64, cuyo comportamiento consideraban de

“dejación militar expresa”65

, cuando supieron que la demora en la entrega de armamento, fuera quizás provocada para acelerar una ocupación que para algunos podría resultar incluso recomendable para el reforzamiento de los frentes

66.

El análisis de todos los factores y estudios realizados sobre los hechos que rodearon la ocupación de Málaga, vuelven a situarnos en la creencia de que ésta se produjo, más por ser víctima de su propio abandono, que por méritos militares enemigos

67, pero acelerando en definitiva un fatal

desenlace para los intereses republicanos, que sin embargo algunos incluso previeron más rápido68

.

62

Ibidem, p. 140.

63 PRIETO BORREGO y BARRANQUERO TEXEIRA, op. cit., 2008, pp. 223, 225 y 227.

64 LARGO CABALLERO, F.: Mis recuerdos. Cartas a un amigo, México, 1976, pp. 200-201.

65 PRIETO BORREGO y BARRANQUERO TEXEIRA, op. cit., 2008, p. 234.

66 Ibidem, p. 141.

67 ASENSIO TORRADO, J.: El general Asensio. Su lealtad a la República, Barcelona, 1938, p. 82.

68 AZAÑA, op. cit., pp. 46-47.