Comunidad Segun Max Weber

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    Papeles del CEIC # 58, marzo 2010 (ISSN: 1695-6494)Pablo de Marinis

    La comunidad segn Max Weber: desde el tipo ideal de la Vergemeinschaftunghasta lacomunidad de los combatientes

    CEIC http://www.identidadcolectiva.es/pdf/58.pdf

    Pablo de Marinis

    Papeles del CEIC, 2010

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    ResumenLa comunidad segn Max Weber: desde el tipo ideal dela Vergemeinschaftunghasta la comunidad de loscombatientes

    AbstractThe community according to Max Weber: from the idealtype of the Vergemeinschaftung up to the community of

    the soldiers

    La problematizacin de la comunidad es omnipresenteen la contemporaneidad. Tanto en la forma deartefactos construidos desde arriba por laprogramtica estatal, como en la forma deagrupamientos identitarios conformados desdeabajo, proliferan por doquier las referencias

    comunitarias. Pero no es la primera vez que estosucede: tambin a finales del siglo XIX y comienzos delXX la problemtica de la comunidad estaba al ordendel da en la agenda poltico-intelectual. De manerasdiversas, los socilogos clsicos intentaron dar cuentade ella. Este texto pondr el foco en el pensamientode Max Weber. All, no slo se ver una concepcin dela comunidad entendida como antecedente histricode la sociedad moderna (rasgo que justamente lashistorias de la sociologa suelen enfatizar en mayormedida), sino tambin otras dos nociones de lacomunidad: en una, ella aparece como conceptosociolgico fundamental, como un tipo ideal abstractoy general de relaciones sociales; en la otra, la

    comunidad adquiere un carcter poltico-utpico deprimer rango, y es el nombre que se le pone a aquellosacontecimientos que quizs puedan recalentar el lazosocial en un contexto societal signado por laracionalizacin y el desencanto. De la mano de esteanlisis, se espera encontrar en aquellas viejaselaboraciones weberianas alguna inspiracin paracomprender los perfiles de estas variadasconfiguraciones comunitarias del presente.

    The problematization of community is omnipresent incontemporary times. Whether as an artefact con-structed from above by State programmatic, or asidentitarian groupings formed from the bottom up,references to community proliferate everywhere. Nev-ertheless, this is not entirely new: also between thelate XIX and the early XX century, community was ahigh priority on the political-intellectual agenda. Indifferent ways, classical sociology sought to accountfor this issue. This paper will focus on the work of MaxWeber. There, we will not only find a conception ofcommunity as historical background of modern society(feature that histories of sociology often emphasize toa greater extent), but also two other notions of com-munity: one, in which it appears as a fundamentalsociological concept, as a general and abstract idealtype of social relations; the other one, in which com-munity acquires a political-utopian character, as the

    name of what may be able to reheat social bonds in asocietal context marked by rationalization and disen-chantment. Hand in hand with this analysis, we expectto find in those old weberian concepts some inspirationto understand the various configurations that commu-nity is currently undergoing.

    Palabras claveComunidad, sociologa clsica, Max Weber

    Key wordsCommunity, classical sociology, Max Weber

    Papeles del CEICISSN: 1695-6494La comunidad segn Max Weber:desde el tipo ideal de laVergemeinschaftunghasta lacomunidad de los combatientes

    Pablo de MarinisCONICET - Universidad de Buenos Aires

    E-mail: [email protected]

    Volumen 2010/1# 58

    marzo 2010

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    ndice

    1)

    Introduccin: sobre la proliferacin actual de motivos comunitarios, y sobre lasociologa clsica (que pens en ellos un siglo atrs) .................................................21.a Brevsimo excurso sobre la distincin sociologa histrica vs. sociologa sistemtica ...8

    2) Los mltiples rostros de la comunidad en la obra weberiana............................... 102.a La comunidad en el contexto de un relato histrico.................................................112.b La comunidad como tipo ideal sociolgico..............................................................162.c La comunidad como artefacto poltico-utpico........................................................20

    3) A modo de conclusin................................................................................... 264) Bibliografa ................................................................................................. 32

    1) INTRODUCCIN: SOBRE LA PROLIFERACIN ACTUAL DE MOTIVOS COMUNITARIOS,Y SOBRE LA SOCIOLOGA CLSICA (QUE PENS EN ELLOS UN SIGLO ATRS)

    Un conjunto de entusiastas consumidores de whisky Jack Daniels reunidos

    en la red social de Facebook. Los clientes de la empresa de telefona mvil Movistar.

    Un colectivo de indgenas de la etnia otom que viven en el estado mexicano de

    Hidalgo. Los residentes del alternativo y multicultural barrio de Sternschanze, en

    Hamburgo. Los profesores y los estudiantes de la Carrera de Sociologa de la Uni-

    versidad de Buenos Aires. Los padres, docentes y alumnos de la escuela N 3 del

    Distrito Escolar N 7 de la ciudad de Buenos Aires. Los beneficiarios del Programa

    Familia Emprendedora, del Ministerio de Desarrollo Social de la provincia argentina

    de Jujuy. Los floggers que se renen en las escalinatas del Shopping Abasto de

    Buenos Aires. Un conjunto de personas que se encuentran peridicamente a comer

    bizcochos de marihuana en un pueblo cercano a Albacete. La agrupacin Putos

    Peronistas del Partido de La Matanza. La entidad supranacional que nuclea a Boli-

    via, Per, Ecuador y Colombia. Los judos de Guatemala. Los residentes salvadore-

    os de la ciudad de Toronto. Un grupo de jvenes punks evangelistas de un barrio

    suburbano de Buenos Aires. El equipo de investigacin que lleva a cabo un proyecto

    sobre teoras sociolgicas de la comunidad en el Instituto de Investigaciones Gino

    Germani.

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    Todos estos colectivos tienen en comn el hecho de que se nombran a s

    mismos y/o son nombrados por otros como comunidades.1 La conciencia acerca de

    las aejas e intensas implicancias semnticas del trmino puede estar en mayor o

    menor medida presente segn los casos, pero invariablemente sobrevuela en todos

    ellos una connotacin positiva, del orden de la fraternidad, la unidad, la unin, la

    solidaridad, la comunin y la cohesin,2 de aquello que compartimos y nos dis-

    tingue de los otros, de lo que nos identifica como lo que somos, de lo que habla de

    nuestros orgenes y legados culturales, nuestras inclinaciones, gustos, afanes y,

    probablemente tambin, nuestros destinos compartidos. A menudo tambin lo

    hacen, pero estas comunidades no siempre crecen desde abajo y de manera es-

    pontnea, reuniendo y cobijando energas que previamente haban estado disper-

    sas. A veces ellas son solamente el efecto deliberada y estratgicamente pergeado

    por analistas consultores, burcratas de Estado y expertos de marketing, que en-

    cuentran en la comunidad un formato ms amigable, manejable y, sobre todo, me-

    nos oneroso para descargar su batera de focalizadas intervenciones.3

    La problematizacin de la comunidad es, pues, omnipresente en la contempo-

    raneidad. Y parece haberse intensificado en las ltimas dcadas, cuando, paralela-

    mente, lo social, como entidad emprica y como concepto sociolgico parece haber

    perdido peso, autoevidencia, densidad.4 Las ciencias sociales y humanas intentan,

    con suertes diversas, ponerse a la altura de estas realidades emergentes, que cons-

    tituyen un fuerte desafo a su histrico legado intelectual. No es para menos. En

    1 Me consta personalmente: de algunos de ellos, yo mismo soy (o he sido) miembro.2 Sobre la resonancia casi siempre positiva de la comunidad, vase Bauman (2003: 7).3 Sobre el complejo juego de relaciones que se da entre comunidades operadas desde arriba ycomunidades invocadas desde abajo, es decir, comunidades como objeto de gobierno y comoterritorio de identidad y sentido, ya pueden encontrarse algunas sugerencias en de Marinis (2005).4 Son precisamente estas tesis las que, inspirados en cierto Foucault, vienen planteando desde hacealgunos aos los llamados estudios sobre gubernamentalidad (governmentality studies), en especial(aunque no solamente) en el campo acadmico anglosajn. A modo de ejemplo, vase Rose (1996;1999) y Dean (1999). Ms modestamente, y en el campo de habla castellana, de Marinis (1999).

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    efecto, habiendo sido testigo ellas mismas (y, ms an, co-productoras) de aquella

    invencin de lo social (Osborne y Rose, 1997; Donzelot, 2007), se enfrentan ahora

    a la tarea de revisar aquel legado y establecer qu, si todava algo, puede poseer

    alguna vigencia para enfrentar el desafo de comprender este presente de esquivos

    y reconfigurados objetos de anlisis.

    A primera vista lejos de ellas, aunque a la vez inspirado por algunas pregun-

    tas y preocupaciones que atraviesan firmemente la contemporaneidad, el foco de

    este trabajo se pondr en las dcadas que rodearon el anteltimo cambio de siglo enEuropa. Fue tambin aqulla una poca en la cual, como hoy, la problemtica de la

    comunidad estaba a la orden del da, y constitua el centro de las disquisiciones de

    un sinnmero de hombres prcticos as como de diversos racionalizadores de im-

    genes del mundo (antroplogos, economistas, historiadores, filsofos, socilogos),

    cada uno con su orientacin analtica particular. Tal parece haber sido el caso inclu-

    so en aquellos tiempos en los que los lmites entre los espacios disciplinarios no ten-

    an an el alcance y la profundidad que habran de tener apenas pocas dcadas

    despus. En el marco de toda aquella vasta y diversificada produccin intelectual,

    aqu nos concentraremos en la sociologa, ms en concreto, en lo que se conoce

    como la segunda generacin de padres fundadores que tuvo su campo de actua-

    cin a finales del siglo XIX y comienzos del XX.

    Enfrentados a la tarea de comprender la emergencia y los perfiles del mundo

    moderno y de anticipar sus posibles callejones sin salida, los socilogos clsicos seabocaron (entre otras muy diversas tareas) a la realizacin de una compleja cons-

    truccin conceptual acerca de la comunidad, planteada a menudo en fuerte tensin

    con su par dicotmico: la sociedad. Ferdinand Tnnies fue, indiscutiblemente, un

    precursor a este respecto. En el presente trabajo se intentar demostrar que comu-

    nidad pudo asumir por entonces significados muy diferentes para estos clsicos, y

    no slo aquellos que las perspectivas convencionales de la historia de la disciplina

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    suelen enfatizar, es decir, los que resultaron de una mirada nostlgica del orden

    premoderno, o de una consideracin de la comunidad como lo meramente sido, co-

    mo lo definitivamente pasado. Junto a esta dimensin que, por cierto, tambin estu-

    vo presente en ellos,5 hubo en algunos de los autores de esta generacin sociolgi-

    ca otras dos orientaciones o actitudes acerca de la comunidad.

    Anticipando ahora brevemente el argumento que luego se desplegar con

    mayor detalle: la tarea de los clsicos no se restringi meramente a un ejercicio de

    recuperacin de la vieja comunidad entendida como pasado, como antecedentehistrico de la sociedad moderna, sino que tambin incluy un esfuerzo cientfico-

    sociolgico de comprensin del formato que pueden asumir actualmente(queda cla-

    ro que se habla de la actualidad de ellos) las relaciones interindividuales y las formas

    de convivencia humana bajo condiciones de modernidad, donde comunidad apare-

    ce como una entre esas posibilidades; y, por ltimo, comunidad puede asumir tam-

    bin un carcter programtico, utpico y poltico de primer orden, al mismo tiempo

    manifestando una crtica del presente as como anunciando una posibilidad y un fer-

    viente deseo de recuperacin de dimensiones comunitarias para el porvenir, como

    una va de salida del pozo ciego al que, desde su punto de vista, haba conducido a

    la humanidad la racionalizacin moderna.

    En resumen, se han establecido hasta ahora tres limitaciones a los alcances

    del presente trabajo. Una, de carcter disciplinario. En virtud de ella, ser precisa-

    mente la sociologa la que merecer la mayor atencin. En segundo lugar, un recortegeneracional o temporal: son los socilogos de finales del siglo XIX y de comienzos

    del XX quienes en mayor medida han problematizado la comunidad, en una forma

    que a la generacin sociolgica anterior (la de Comte y Saint-Simon) y al materialis-

    5 En dosis diversas segn los autores y las pocas en las que realizaron sus respectivas intervencio-nes

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    mo histrico de Marx todava no le haba resultado posible. Una tercera limitacin

    ser de carcter espacial-nacional: Alemania. All, la problematizacin sociolgica

    de la comunidad adquiere perfiles distintivos, que la hacen especialmente interesan-

    te para una exploracin detallada, en su contrapunto con otra palabra clave que, por

    cierto, tambin es muy alemana: racionalizacin.6

    Dicho esto, slo restara especificar qu autores van a abordarse en concreto

    en este artculo. Sobre el tan incidentalmente citado como poco profundamente es-

    tudiado Ferdinand Tnnies nos hemos ocupado en otros trabajos.7

    Un anlisis ex-haustivo de las (comparativamente, mucho ms esquivas) referencias simmelianas

    acerca de la comunidad se encuentra en curso en el equipo de investigacin que

    coordino.8 As, pues, nos habremos de referir aqu a Max Weber. Desde luego, al

    tratarse justamente de l, sabemos que no estamos discutiendo un autor marginal o

    perifrico, como en cierto modo lo es hoy Tnnies. Sin embargo, no son numerosos

    los trabajos donde, como en el que aqu se presenta, se ponga especficamente el

    foco en los variados alcances y significados que la comunidad asumi en su pensa-

    miento.9

    Retomando el argumento planteado ms arriba: no slo en Weber, aunque

    aqu sern exploradas principalmente en su obra, pueden hallarse tres problemati-

    zaciones diferentes (complejamente articuladas, superpuestas, slo analticamente

    diferenciables) acerca de la comunidad:

    6 Son conocidas las importantes diferencias que hubo entre una lnea alemana (centrada en la ra-cionalizacin) y una lnea francesa (cuya palabra clave fue diferenciacin) en la sociologa definales del siglo XIX y comienzos del XX. Los perfiles distintivos de la lnea alemana aparecen muyclaramente desarrollados por Breuer (1996), quien reconstruye un detallado recorrido intelectual queva de Tnnies a Weber, pasando por Sombart, Scheler y Simmel. Hacindose (y hacindole a losautores) otras preguntas, tambin Liebersohn (1988) trabaja sobre Tnnies, Weber y Simmel, peroadems sobre Troeltsch y Lukcs.7 de Marinis (en prensa); Alvaro (2010).8 Torterola (2009) ya ha avanzado al respecto.9 Por ejemplo, vanse los trabajos de Haidar (2010) y Torterola (2010).

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    1) Una incorpora el concepto de comunidad como fundamental para la consti-

    tucin-fundacin de un discurso sociolgicoformal, abstracto y con elevadas preten-

    siones de cientificidad. Se trata de una contribucin para una especie de sociologa

    sistemtica o de sociologa pura que pretende describir la realidad tal cual es,

    aceptando con resignacin las duras realidades de la vida moderna.

    2) Otra apuntala este discurso sociolgico formal y vaciado de historia por

    medio de una consecuente narracin histrica, que supo tambin llevar consigo una

    actitud en cierto modo nostlgica respecto del pasado comunal de la sociedad mo-derna.10 En esta problematizacin, se vislumbra un esfuerzo por desplegar una es-

    pecie de sociologa histrica que intenta comprender y explicar causalmente un

    presente moderno eminentemente societal, partiendo de la consideracin de un pa-

    sado comunal.

    3) La tercera problematizacin de la comunidad involucra una actitud de pro-

    yeccin utpica, que supone la utilizacin de este concepto como dispositivo teri-

    co-ideolgico que permite, por un lado, condenar el presente eminentemente socie-

    tal al que condujeron los procesos de modernizacin, y a la vez proyectar o esbozar

    los perfiles de un futuro comunitario (as sea fragmentario, acotado, excepcional,

    puntual, local, episdico) como posible salida del pozo ciego al que ha conducido la

    racionalizacin moderna. En esta empresa, los instrumentos de la ciencia se dispo-

    nen para apuntalar una suerte de imaginacin poltica. Esto no implica una ciencia

    inundada de valores, o meramente puesta al servicio de la propaganda ideolgica,sino una situacin en la que, de la mano de una demarcacin precisa de mbitos y

    de incumbencias, se aspiraba no obstante a establecer fructferas relaciones entre

    ambos campos de intervencin: la ciencia y la poltica, el saber y el poder, la razn y

    la pasin.

    10 Esto acontece en mayor medida en Tnnies que en Weber, conviene aqu subrayar al paso.

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    Las dos primeras problematizaciones sociolgicas acerca de la comunidad en

    Weber se sobrevolarn rpida y brevemente (2.a y 2.b), dado que este anlisis se ha

    hecho mejor, y ms exhaustivamente, en algunos otros (pocos) textos, que sern

    oportunamente citados. Un nfasis mayor estar puesto en la tercera problematiza-

    cin, en la que la comunidad es considerada como una suerte de utopa poltica

    (2.c). Es esta versin de la comunidad la que, comparativamente, ha sido menos

    explorada. Adems, dado su carcter de artefacto o invencin, y en vistas de que

    tambin nuestra poca es prolfica en comunidades inventadas como las que se

    mencionaron al comienzo del artculo, quizs sea esta variante de la comunidad la

    que posea mayor vigencia y actualidad a la hora de reflexionar acerca de algunas de

    las numerosas y variadas cuestiones comunitarias que atraviesan nuestro presen-

    te. El trabajo se cerrar en (3), articulando en la forma de breves y fragmentarias

    conclusiones el anlisis de la problematizacin weberiana acerca de la comunidad

    con algunos desafos que nos suministra nuestra poca, a la vez tan comunitaria

    como postsocietal.

    1.a Brevsimo excurso sobre la distincin sociologa histrica vs.

    sociologa sistemtica

    La distincin sociologa histrica vs. sociologa sistemtica despunt con

    toda su fuerza en el mundo acadmico alemn recin en la dcada del `20. Interesa

    aqu desarrollar brevemente en qu consisti tal distincin, dado que Weber anticip

    sus contenidos unos pocos aos antes de que emergiera. Adems, porque dos de

    las nociones de comunidad presentes en su obra y, por el momento, apenas rese-

    adas arriba, participan de ambos lados de la misma.

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    En efecto, la temprana intervencin de Weber en aquellos debates se mont,

    a su vez, en los coletazos de la Methodenstreit,11 y en particular retom los aportes

    que a aquella disputa haba realizado el filsofo neokantiano Wilhelm Windelband al

    distinguir entre ciencias ideogrficas y ciencias nomotticas. La sociologa hist-

    rica y la sociologa sistemtica, enarbolando cada una a su manera diferentes

    pretensiones de cientificidad, procuraron distanciarse claramente de lo que por en-

    tonces se caracterizaba como la sociologa enciclopdica propia del siglo XIX

    (Comte, Spencer, etc.), por una parte, y del materialismo histrico, por la otra.

    La sociologa histrica, por un lado, estaba bsicamente comprometida con la

    elaboracin de teoras del devenir histrico de la sociedad burguesa. Muy influen-

    ciada por el existencialismo fenomenolgico y quizs tambin luego por el decisio-

    nismo schmittiano, la sociologa histrica rechaz decididamente el evolucionismo y

    las visiones teleolgicas de la historia, y procur develar la especificidad y el carc-

    ter nico e irrepetible de las configuraciones sociales e histricas que sometieron a

    anlisis. Por otro lado, la sociologa sistemtica se orient a la elaboracin concep-

    tual abstracta de las relaciones sociales fundamentales, de las formas que asumen

    los agrupamientos humanos y de la estructura esttica de la sociedad.12

    11La disputa por el mtodo fue una importante controversia que se dio en las ciencias sociales yhumanas a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Comenz como una confrontacin entre la es-cuela austriaca de economa y la escuela histrica alemana, y luego se ramific en variadas direccio-nes. Los temas de esta disputa fueron variados: las semejanzas y las diferencias metdicas entre lasciencias naturales y las histrico-culturales, el papel de los juicios de valor en la actividad cientfica,etc. Los escritos metodolgicos weberianos tomaron posicin ante todos estos temas (1973). Una delas mejores sntesis de esa disputa, y de la forma en que ella influy sobre el pensamiento de Weber,sigue siendo el pionero trabajo de Rossi (1973).12 No podr aqu desarrollarse de qu manera ambas tradiciones sociolgicas fueron continuadasposteriormente. Apenas se dir que el principal y ms famoso heredero de esa sociologa sistemti-ca habra de ser Talcott Parsons.

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    Esta distincin entre ambos tipos de sociologa es de tal importancia que

    RaymondAron, en su fundamental trabajo de 1935 (1965),13 organiz su libro dedi-

    cando un captulo especfico a cada uno de ellos. Pero el tercer captulo lo destin a

    la consideracin de la obra de Max Weber, un autor que, a su juicio, combin de

    manera precursora elementos histricos y sistemticos, yendo con ello ms all de

    los sesgos y unilateralidades que ambas perspectivas habran de tener posterior-

    mente. De los mltiples rostros de la comunidad en la obra weberiana que se tra-

    tarn a continuacin, el primero est sin duda emparentado con la sociologa histri-

    ca, mientras que el segundo lo est con la sistemtica. El tercero, a su vez, tiene

    unas especificidades que hacen imposible inscribirlo en alguno de ambos tipos de

    sociologa, como luego se ver.

    2) LOS MLTIPLES ROSTROS DE LA COMUNIDAD EN LA OBRA WEBERIANA

    Klaus Lichtblau (2001) sostiene que Tnnies podra ser incluido dentro de ese

    tipo de autores que se caracterizan por elaborar una nica y fundamental distincin

    conceptual que se repite permanentemente a lo largo de toda una obra, ofrecindole

    a sus lectores en cierto modo un tema con variaciones, una y otra vez la misma

    meloda bsica: comunidad-sociedad.14 Pero, tambin segn Lichtblau, muy distinta

    debera ser la consideracin de la obra de Weber. Se tratara en este caso de un

    pensamiento en el cual se presentan numerosas distinciones conceptuales, las que

    son permanentemente reelaboradas, y que por tal motivo hacen necesaria una re-construccin posterior de los sinuosos recorridos de la historia de la obra.15 El cam-

    13 Un trabajo sin duda pionero en la realizacin de un acercamiento entre esas tradiciones de pensa-miento relacionadas histricamente de manera tan complicada, como lo fueron la alemana y la fran-cesa.14 A este mismo grupo pertenecera - siempre segn Lichtblau - un autor como Habermas. En el casode este ltimo, la distincin conceptual fundamental sera trabajo-interaccin, o accin orientada alxito-accin orientada al entendimiento.15 En este caso, la analoga es establecida por Lichtblau entre Weber y Luhmann.

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    biante y ambiguo significado del concepto de comunidad en la obra weberiana es un

    buen lugar en el cual someter a contrastacin esta hiptesis de lectura.16

    Tal como se anticip ms arriba, comunidad no siempre arrastra los mismos

    significados, en ningn autor, y menos an en Weber. Como no podra ser de otro

    modo al tratarse de l, se presentarn en lo que sigue (de manera ideal-tpica!) tres

    significados distintos de la comunidad en diversos textos suyos. Se insiste en lo

    ideal-tpico para enfatizar el carcter meramente analtico de la distincin. En efec-

    to, como se ver, en la realidad los significados de estos enunciados pueden nopresentarse en forma pura, clara, prstina, sino que por lo general aparecern en-

    tremezclados, superpuestos, entreverados, sobreimpresos, solapados.

    2.aLa comunidad en el contexto de un relato histrico

    Es un lugar comn en muchos trabajos sobre historia de la sociologa atribuir-

    les en bloque a los socilogos clsicos una visin nostlgica de la comunidad perdi-

    da debido al avance incontenible y arrollador de los procesos de modernizacin so-

    cial que ellos intentaron comprender. Grave transicin histrica del siglo XIX, es el

    sintagma preferido por Nisbet (1996: 101), y que justamente as formulado o en for-

    mas parecidas es utilizado por muchos otros para describir estos mismos procesos.

    En efecto, Tnnies no ahorra graves palabras para connotar el proceso de moderni-

    zacin como una desintegracin incontenible en su progresivo avance (1947:

    272).17

    16 En una lnea que en este aspecto se parece a la de Lichtblau interviene Ferraresi (2003), paraquien la elucidacin del significado del concepto de comunidad en Weber slo puede hacerse cabal-mente si se considera la obra en su conjunto, y no slo los escritos polticos y las partes polticas deEconoma y Sociedad. Esto es justamente lo que este autor hace en el libro que aqu se cita.17 No es sta la nica caracterizacin acerca de la modernidad esgrimida por Tnnies, pero la pre-sencia de afirmaciones de este tipo es indiscutible, en especial en sus primeras obras. Cf de Marinis(en prensa) y la variada bibliografa que all se cita. Ver tambin Farfn (1998; 2007), uno de los po-cos autores de habla castellana que se ha ocupado especficamente de la obra tnniesiana.

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    Poniendo nfasis en posiciones de esta ndole, toda la sociologa clsica del

    siglo XIX podra quedar reducida apenas a una mera sociologa del orden, refuta-

    dora o, en el mejor de los casos, crtica interlocutora del materialismo histrico, y

    temerosa observadora de la ebullicin revolucionaria de las masas, una sociologa

    que simplemente se dedicara a rememorar con incontenible nostalgia los apacibles

    tiempos idos del mundo premoderno.18 Esto, adems, se suele hacer sin realizar

    distincin alguna entre las diferentes generaciones sociolgicas, a las que el mote

    de nostlgicas no les puede caber del mismo modo, como se intentar demostrar

    aqu.

    Distinguir entre diversas generaciones sociolgicas es un recurso bastante

    habitual en las historias de la disciplina. Lamo de Espinosa (2001), por ejemplo,

    habla de cinco generaciones de socilogos. Para nuestro argumento, interesa afir-

    mar que no sera adecuado atribuir una inclinacin nostlgica a la generacin de

    Comte (la generacin de los fundadores, segn Lamo) del mismo modo que a la de

    Weber o Durkheim (los institucionalizadores). Esto se debe, sobre todo, a la dife-

    rencia temporal: la modernidad sociolgica (no la histrica, ni la filosfico-poltica,

    cuya emergencia podra datarse mucho tiempo antes) hizo emerger a finales del si-

    glo XIX una serie de fenmenos con una contundencia tal que autores como Comte

    y Saint-Simon, a comienzos y mediados del mismo siglo, no habran podido siquiera

    imaginar, fenmenos relacionados con las impresionantes transformaciones polti-

    cas, econmicas, sociales, que por entonces se volvieron decididamente vertigino-

    sas.

    18 Es notable cunto de esta imagen de la sociologa clsica como emprendimiento conservador o,cuando menos, reacio a un futuro de signo socialista se puede ver ya anticipado en Lukcs (1976).Se trata en este caso de una perspectiva que habra de resultar muy influyente en ciertas historias dela sociologa posteriores, de raz marxista, como la de Zeitlin (1970). Mucho ms balanceada, menossesgada (aunque no meramente limitada a la historia de la sociologa, sino considerando un campocultural mucho ms amplio) es la visin de Ringer (1995).

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    Robert Nisbet ha sido sin duda un gran historiador de la sociologa, pero es un

    exponente de este tipo de mirada sesgada que entiende la perspectiva de los clsi-

    cos acerca de la comunidad casi exclusivamente en clave de nostalgia, dejando as

    de lado otras posibilidades que los propios textos tambin permiten entrever, como

    se espera demostrar aqu. Una posicin tan unilateral como la de Nisbet impide vi-

    sualizar los matices, los cambios de posicin, las contramarchas que los autores fue-

    ron dando, al vaivn de los profundos cambios acaecidos en la poca, de los deba-

    tes que ellas generaron, as como de las diversas etapas que fue atravesando la

    disciplina sociolgica en el camino hacia su consolidacin institucional. Indudable-

    mente, visiones de este estilo reducen complejidad. Por ejemplo, cuando Nisbet

    afirma que toda la sociologa del siglo XIX est imbuida de un tinte de nostalgia en

    su propia estructura (1996: 104). O como cuando condensa la compleja empresa

    sociolgica en un conjunto de ideas-elemento, una de los cuales es justamente la

    comunidad. Pero es alto el precio que se debe pagar por realizar simplificaciones de

    este tipo. Como luego se ver, una actitud nostlgica acerca de la comunidad estuvosin duda presente en algunos textos de los clsicos de la disciplina, pero no fue la

    nica, ni siquiera la ms importante actitud que asumieron.

    De las tres problematizaciones acerca de la comunidad que se considerarn

    en este trabajo sta es la que tiene un mayor carcter o una mayor ambicin de cor-

    te histrico-universal.19 En este caso, los mojones comunidad y sociedad mar-

    can los puntos de inicio y de llegada de un proceso histrico de transicin de la tra-

    dicin a la modernidad, proceso que en Alemania fue por lo general comprimido con

    la palabra clave de la racionalizacin (en Weber20 y Tnnies esto es evidente) y en

    19 Anticipando parte de los argumentos que siguen: la siguiente problematizacin ser de corte mspropiamente cientfico-sociolgico (2.b), y la ltima ser de carcter ms bien poltico (2.c).20 Paradigmticamente, y slo por citar un texto, puede mencionarse la introduccin de 1920 a losEnsayos de Sociologa de la Religin(1987), donde la racionalizacin aparece fuertemente realzada

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    Francia, por otro lado, con la de diferenciacin (Durkheim).21 Sin embargo, ms all

    de lo que pueda haber en comn entre los socilogos que localizaron a la comuni-

    dad en una perspectiva histrica, hay tambin enormes diferencias entre ellos.

    As, por un lado, pueden tener lugar referencias histricas ciertamente neutra-

    les, en el mero sentido de describir lo que haba antes, y lo que hay ahora, y que

    tienen muy poca o una imperceptible carga valorativa. As se lee en Weber, por

    ejemplo en algunos tramos del Excurso de los Ensayos de Sociologa de la Reli-

    gin(1987), donde el relato histrico no se carga de valoraciones (o, al menos, secuida mucho de hacerlo) y asume un tono marcadamente descriptivo-reconstructivo

    de un proceso histrico complejo.

    Hay adems otras posiciones en las cuales tambin se sostiene que antes

    haba esto, y ahora hay esto otro, pero agregando valoraciones muy fuertemente

    positivas acerca del resultado de ese proceso. Los ejemplos de valoracin positiva

    de la modernidad societal, en este caso, son las abundantes referencias en los tex-

    tos weberianos a los derechos del hombre como conquista eminentemente moder-

    na, lo mismo que sus menciones en las cuales aparece una nocin de irreversibili-

    dad del cambio histrico, verificada en la imposibilidad, para el hombre moderno,

    de siquiera poder imaginar como podra ser posible tolerar el vivir bajo otras condi-

    ciones.

    Es justamente a este Weber al que Mommsen denomina un liberal en la si-

    tuacin lmite (1981), dado que para Weber esas libertades pudieron emerger de lamano de otros procesos, de carcter inevitable, que a su vez pueden ponerlas en

    riesgo, como por ejemplo la burocratizacin de las instituciones modernas. As, se

    como signo de la poca y como tendencia inmanente de un proceso histrico especfico de Occiden-te.21 No debe dejar de recordarse aqu que el alemn Simmel tambin se dedic y muy fuertemente alanlisis de la diferenciacin, tan pronto como en 1890.

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    pregunta Weber: Ante este predominio de la tendencia a la burocratizacin, qu

    posibilidad queda todava, realmente, de salvar algunos restos de una libertad de

    movimientos de algn modoindividual? Porque, al fin y al cabo, creer que nosotros

    () podramos vivir hoy sin estos logros de la poca de los derechos humanos, es

    querer engaarse a s mismo de la manera ms torpe (1991: 145-6; el subrayado es

    de Weber).22

    Ms all de la neutralidad de los juicios, o de la valoracin positiva o negativa

    del proceso de racionalizacin y de sus consecuencias, Weber ha aportado razoneso explicaciones histricas acerca de por qu las transformaciones se han dado de

    cierta manera y no de otra. Mientras que Tnnies pretende dar cuenta de un proceso

    evolutivo general que va de la comunidad a la sociedad, a menudo tambin genera

    la sensacin de que se le escabulleran los pasos intermedios, o que no le interesa-

    ra mayormente describirlos en detalle. En Weber, en cambio, la explicacin genti-

    ca-histrica ocupa un lugar fundamental. Esto puede verse ya desde sus obras de

    juventud, por ejemplo, en el trabajo sobre la situacin del campesinado al Este del

    Ro Elba (1990). Localizado en un contexto territorial y epocal determinado, explica

    all Weber de qu manera el avance de la economa monetaria y de las relaciones

    de mercado capitalistas en Prusia Oriental destruyeron la comunidad de intereses

    previamente existente entre los trabajadores rurales y los terratenientes.23 Y, desde

    luego, este formato de la argumentacin histrica continuara en varios de los escri-

    tos que posteriormente iran a reunirse en ese verdadero palimpsesto que es Eco-

    noma y Sociedad(1984).

    22 Por dems, y pese a que ha pasado en la recepcin posterior como un pensador eminentementenostlgico, no escasean tampoco en Tnnies referencias similares, en el sentido de defender el pro-greso, la ilustracin, el desarrollo y la civilizacin como hechos positivos (1947: 10).23 Este texto del joven Weber es cuidadosamente desmenuzado por Haidar (2010).

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    2.b La comunidad como tipo ideal sociolgico

    As como en la problematizacin acerca de la comunidad presentada en el

    apartado anterior, sta apareca inserta en un relato histrico de larga duracin, aqu

    se considerar un aporte conceptual orientado a la constitucin de un campo disci-

    plinario genuinamente sociolgico, relativamente autnomo de otro tipo de discur-

    sos. En suma, un claro intento por fundar una disciplina cientfica que pudiera expli-

    car y comprender las complejas realidades de la poca, respetando y promoviendo

    los cnones de la cientificidad que prescriban, como se sabe, una localizacin es-

    pecfica de los valores en el proceso de la investigacin, por la cual los juicios de

    valor nada tenan que ver con la actividad cientfica, puesto que ella deba dedicarse

    exclusivamente a producir juicios de hecho.24

    En el caso de Weber, los primeros pasos hacia una sociologa formal, abs-

    tracta, sistemtica y conceptualmente rigurosa se encuentran en el famoso ensayo

    Sobre algunas categoras de la sociologa comprensiva de 1913, que sera publi-

    cado luego en la compilacin de ensayos sobre doctrina de la ciencia (1973) que

    realiz Marianne Weber luego de la muerte de su marido.25 Los captulos cronolgi-

    camente ms nuevos de Economa y Sociedad (1984), por su parte, habran de

    completar el recorrido all iniciado.26 No quiere con esto decirse que se trate en todos

    estos textos de intentos compactos y unvocos, donde slo se haya manifestado una

    pretensin de cientifizacin de la sociologa en una direccin abstracta y formal.

    24 Para que quede clara nuestra posicin, se dir aqu simplemente que la neutralidad valorativaweberiana no debe entenderse como una simple extirpacin de todos los valores del proceso de lainvestigacin, como a menudo las lecturas influidas por Parsons han tendido a sealar. Aguilar Villa-nueva (1984) es muy elocuente y claro al respecto.25 Ese libro incluye tambin los ensayos en los cuales se explican detalladamente los temas antesmencionados (la relacin entre juicios de hecho y juicios de valor, el papel de los valores en lainvestigacin histrico-cultural, etc.). Vanse especialmente los ensayos sobre la objetividad cognos-citiva de 1904 y la neutralidad valorativa de 1917.26 El debate sobre las partes nuevas y viejas de Economa y Sociedadha dado numerosos frutos.Uno de ellos, sinttico, relevante y relativamente reciente, es el de Mommsen (2000).

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    Como luego se demostrar, no slo estos textos, sino la obra completa de Weber

    est atravesada por ambivalencias, matices, marchas y contramarchas, en las que

    una asptica pretensin de cientificidad y una apasionada vocacin poltica se van a

    mezclar en dosis de muy dificultoso discernimiento.

    Si bien estos textos han sido abundantemente abordados por los comentaris-

    tas, sigue sin saldarse totalmente la discusin acerca de las relaciones que habran

    existido entre ellos. As, mientras algunos sostienen que entre 1913 y 1920 habra

    habido una suerte de refinamiento del instrumental conceptual, otros sostienen queen esos aos habra tenido lugar un desplazamiento importante en el pensamiento

    weberiano, cambiando incluso rasgos bsicos de su orientacin, por lo cual se em-

    pezaran lentamente a morigerar (an sin abandonarlas nunca del todo, por supues-

    to) sus inclinaciones histrico-universales, tomando la direccin hacia una sociologa

    de carcter ms abstracto y tipolgico, de corte ms bien individualista metodolgi-

    co.27

    En el ensayo de las categoras de 1913, habitualmente reconocido como la

    primera formulacin de la sociologa comprensiva weberiana, aparece una larga y

    engorrosa enumeracin de trminos en los que, en el medio de un primer intento por

    formular una teora de la accin, se articulan algunas referencias a la comunidad. Se

    trata, tambin aqu, de los famosos tipos ideales, pieza clave de la metodologa

    weberiana.28 Los conceptos ms importantes para mencionar aqu son aqu actuar

    en comunidad (Gemeinschaftshandeln), actuar en sociedad (Gesellschaftshan-deln) y actuar por consenso (Einverstndnishandeln).29

    27 Lichtblau (2003) explica muy bien cules son las notas distintivas de estas dos sociologas de MaxWeber. Sobre Weber y el individualismo metodolgico pueden consultarse los diferentes trabajoscontenidos en Naishtat (comp) (1998). Un punto de vista diferente lo ofrece Nocera (2006).28Unos pocos aos antes y con mucho menos xito que Weber, a esto mismo Tnnies le haba dadoya el nombre de conceptos normales. Vanse al respecto los comentarios que el propio Tnniesrealiza en (1942: 10).29 En Fitzi (1994) hay una cuidadosa reconstruccin de todos estos conceptos.

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    Algunos aos despus, en el famoso captulo de los conceptos sociolgicos

    fundamentales de Economa y Sociedad(1984: 5-45), todos estos conceptos habr-

    an de desaparecer, y en el marco de un intento de clasificacin de las relaciones

    sociales pasarn a ocupar un lugar destacado los conceptos de comunizacin y

    socializacin (Vergemeinschaftung y Vergesellschaftung), llanamente traducidos

    por los traductores espaoles del Fondo de Cultura Econmica como comunidad y

    sociedad, respectivamente, operacin a travs de la cual lamentablemente le quita-

    ron a los trminos la connotacin procesual que el prefijo ver pretenda otorgar-

    les.30 En efecto, en Economa y Sociedad, comunidad y sociedad aparecen mu-

    cho menos como constructos fuertes en un sentido ontolgico que como dimensio-

    nes, rasgos o aspectos que pueden estar presentes, incluso de manera simultnea,

    en cualquier relacin social. De hecho, Vergemeinschaftungy Vergesellschaftung

    aparecen enmarcados en su intento de clasificacin tipolgica de las relaciones so-

    ciales.

    Por dems, en captulos correspondientes a la parte vieja de este libro, hay

    tambin abundantes referencias weberianas a las comunidades domsticas, co-

    munidades tnicas, comunidades polticas, hasta llegar a la - a todas luces pa-

    radjica - comunidad de mercado. Pero el tono de todas estas comunidades es

    ciertamente diferente al que habra de tener en momentos posteriores. En esta parte

    de su obra, Weber parece todava manejar una nocin de comunidad bastante neu-

    tral, casi equivalente a grupo.31 Luego, pasar a tener mucho ms peso en sus

    consideraciones el carcter procesual de una configuracin de la vida colectiva que

    deviene comunidad o sociedad, tipos que incluso podrn coexistir en una y la mis-

    ma configuracin. As, el foco pasar a colocarse en el posicionamiento subjetivo de

    30 Vase, al respeto, la curiosa nota que estos traductores introducen en la pgina 33, en la cual ex-plican de manera muy poco convincente las decisiones terminolgicas que tomaron.31 As lo ve Schluchter, en el reportaje que le hace de Marinis (2008, 187).

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    los participantes en una determinada relacin social, poniendo ya sea el nfasis en

    la sensacin de formar parte de un todo (Vergemeinschaftung), o bien en la perse-

    cucin racional de fines o ajuste de intereses (Vergesellschaftung).

    En qu medida hubo influencias de Tnnies sobre Weber en las ms que

    cambiantes nociones de comunidad del segundo tambin es todava objeto de inte-

    resantes discusiones. En este contexto pueden mencionarse los diferentes recono-

    cimientos que Weber realiz expresamente de su deuda con la obra de Tnnies. Por

    ejemplo, en el ensayo sobre las categoras de 1913, Weber reconoce la centralidadde la obra siempre importante de Tnnies como antecedente para la suya (1973:

    175). Aos despus, en los escritos que luego seran publicados bajo el ttulo de

    Economa y Sociedad, el tono del comentario cambia ligeramente: ahora se trata

    apenas de das schne Werk (la bella obra) de Tnnies (1984: 5). As, analizar

    cunto del pensamiento de Tnnies permanece en Weber es un tema de investiga-

    cin en s mismo. Del ensayo de las categoras hasta Economa y Sociedadhay un

    largo trecho, y los conceptos de Vergemeinschaftungy de Vergesellschaftungque

    Weber desarrolla en el ltimo libro mencionado quizs conserven mucho menos del

    pensamiento de Tnnies que los textos anteriores.32

    Si bien estos temas requeriran un desarrollo mucho mayor, en lo que sigue (y

    hasta el final del trabajo) se intentar explicar el significado y los alcances de un re-

    gistro muy diferente de la nocin de la comunidad en Weber, precisamente el que en

    mayor medida revela una tonalidad o un cariz utpico.

    32 As, por ejemplo, lo ve Villacaas (1996: 46), y tambin Schluchter, desde otro punto de vista, en laentrevista que le hace de Marinis (2008:187). Cf. Lichtblau (2000).

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    2.cLa comunidad como artefacto poltico-utpico

    En este tercer registro la comunidad no aparece como lo pasado, como lo si-

    do, como aquello que los progresos de la modernizacin disolvieron o destruyeron

    (como se vio ms arriba sobre todo en el caso de su trabajo acerca de los campesi-

    nos al Este del Ro Elba), ni tampoco como un tipo puro en el contexto de sus

    conceptos sociolgicos fundamentales, sino como una posibilidad siempre abierta,

    como una eventualidad, como una posibilidad de recalentamiento de los lazos so-

    ciales an en (y quizs debido a) los contextos abiertos por una racionalizacin y un

    desencantamiento crecientes.

    Un buen punto de partida para considerar este otro registro de la comunidad

    lo constituye el conocido excurso de los Ensayos de Sociologa de la Religin

    (1987). Como se sabe, condensado en apenas 30 maravillosas pginas, Weber pre-

    senta all un esquema general de una teora de la modernidad que tiene por pala-

    bra clave la racionalizacin, y donde se pone el centro del argumento en la diferen-

    ciacin de esferas de valor (1987: 437) que la modernidad trajo consigo, regidas

    cada una por especficas legalidades internas (1987: 441), donde se muestran las

    tensiones entre ellas mismas, y adems entre cada una de ellas y la dimensin ti-

    co-religiosa de la existencia. En cada una de estas esferas la comunidad va a

    asumir significados muy diferentes, como se intentar mostrar en lo que sigue.

    Antes de iniciar el despliegue analtico por separado de cada una de las esfe-

    ras, Weber indica un primer momento de gran conflictividad para el individuo en lo

    que hace a sus tradicionales inscripciones o inserciones comunitarias previas, en el

    marco del largo y complejo proceso de racionalizacin de las imgenes del mundo.

    Se trata de las tensiones que surgieron entre las nuevas comunidades religiosas

    surgidas a la luz de las profecas de salvacin y la comunidad natural de linaje

    (1987: 441). Devaluando fuertemente el significado de estas ltimas, el individuo se

    vio as sumergido en una nueva tica religiosa de la fraternidad (1987: 442), la que,

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    a su turno, y ya bajo condiciones de modernidad, tambin habra de volverse impo-

    sible e impracticable. Para explicar de qu manera tuvo lugar este proceso, no es

    casual que la primera esfera de valor que desarrolla Weber sea la econmica. El

    argumento es bien conocido: la racionalizacin de la economa (y sus notas distinti-

    vas: empresa prctica, dinero, mercado, clculo, etc.) dio lugar a un cosmos abs-

    tracto e impersonal, y a medida que la economa capitalista fue siguiendo ms sus

    propias leyes inmanentes, se fue haciendo ms inaccesible a cualquier relacin ima-

    ginable con una tica religiosa de la fraternidad (1987: 443). Es decir, la modernidad

    capitalista (ese orden impersonal que resulta - sobre todo aunque no solamente - de

    la racionalizacin de la esfera econmica) hace imposible la comunidad, y la tona-

    lidad tica peculiar que, tpico-idealmente, la impregnaba.

    Sin embargo, esto no habla de una absoluta imposibilidad de toda forma de

    comunidad. La fragmentacin de las esferas caracterstica de la modernidad permite

    que lo que es vlido para una de ellas no necesariamente deba regir para las otras.

    As, el anlisis que Weber realiza de la racionalizacin de la esfera poltica demues-

    tra que hay otro lugar imaginable para la comunidad. El relato histrico de Weber

    toma all como punto de partida el momento en el cual dominaba la religiosidad m-

    gica o la religiosidad de los dioses funcionales (1987: 445). Estos dioses acredita-

    ban su poder luchando contra otros de igual rango, y exactamente lo mismo hacan

    las comunidades que los adoraban. La irrupcin de las religiones universalistas (y de

    la tica fraternal que a ellas iba asociada) dio inicio a tensiones entre esta tica y el

    orden poltico del mundo. Este orden poltico, al racionalizarse, despersonaliz la

    relacin entre los que mandan y los que obedecen. El universalismo religioso de-

    rrib las barreras constituidas previamente entre los mbitos naturales de dominio.

    Posteriormente, ya con el surgimiento del aparato burocrtico estatal tuvo lugar

    adems una clausura territorial, en la cual se localiz el actuar del homo politicus

    racional, y pas a dominar por doquier el pragmatismo objetivo de la razn de Esta-

    do (ibdem).

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    Es justo en este punto cuando el argumento weberiano realiza un vuelco. Tal

    como se apunt ms arriba, economa racional y tica de la fraternidad no pueden

    sino sacarse chispas. La poltica, por su parte, en ciertas y determinadas ocasiones,

    puede entrar en directa competencia con la tica religiosa (1987: 446). Pero esto, a

    su vez, permitira la apertura de otras posibilidades para la emergencia de comuni-

    dad, aquel constructo prcticamente imposible bajo el ngulo de observacin de la

    mera racionalizacin de la economa. El argumento weberiano se vuelve en este

    punto explosivo, (nunca mejor dicho) justo en el momento en que comienza a refe-

    rirse al fenmeno de la guerra. Ya no se tratara, entonces, de la amenaza del uso

    de la violencia (ese universal, esa verdadera constante de la poltica en la visin we-

    beriana) sino del crudo paso el acto de esa amenaza. En este texto escrito entre

    1915 y 1916, justo en medio de la Primera Guerra Mundial, afirma Weber que la

    guerra crea en las modernas comunidades polticas un pathosy un sentimiento de

    comunidad, entrega y comunidad de sacrificio entre los combatientes (ibdem).

    No es poco lo que afirma Weber, que llega a comparar estos fenmenos modernosderivados de la guerra con los que en el pasado produjeron las comunidades de

    hroes imbuidas de una tica de la fraternidad.

    Como si esto no fuera ya suficiente en lo que hace a fenmenos de masas,

    incorpora Weber a su argumento algunas consecuencias individuales, personales,

    subjetivas de la guerra. Entre ellas, la ms importante, es la que le proporciona al

    guerrero la percepcin de un significado y una sacralidad de la muerte. Prosigue

    Weber: La comunidad del ejrcito sobre el campo de batalla se siente hoy () co-

    mo una comunidad hasta la muerte: la comunidad ms grande de todas (ibdem).33

    33 Todo el texto de Losurdo (2003), pero en especial su captulo 1, est lleno de referencias por elestilo tomadas de la obra weberiana. Tambin son ilustrativos diversos pasajes de la biografa de sumarido que escribe Marianne Weber, en especial en el captulo 16, donde da cuenta del entusiasmo yla emocin que despert en Weber (y en ella misma) la Gran Guerra, cuando un amor ardiente a lacomunidad rompe los lmites del yo (1995: 713). Las diversas posiciones de los clsicos de la socio-

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    Una posicin bastante similar apareca ya en Economa y Sociedad, en el ca-

    ptulo sobre las comunidades polticas, uno de los pasajes de esa obra que fueron

    escritos antes del estallido de la Primera Guerra Mundial (1984: 661-694). Otra vez,

    resulta all fuertemente resaltada la vinculacin intrnseca entre guerra, violencia y

    comunidad (poltica). As, comunidad poltica es aquella cuya accin consiste en

    que los partcipes se reservan la dominacin ordenada de un mbito () y de la

    accin de los hombres situados en l de un modo permanente o slo provisional,

    teniendo preparada para el caso la fuerza fsica, normalmente armada (1984: 661).

    Pueden verse aqu dispuestos ya varios elementos (como el anclaje territorial

    y la eventualidad del uso de la fuerza fsica) que posteriormente habran de ser

    constitutivos de su ms conocida definicin de Estado. Sin embargo, Weber va un

    paso ms all: Pues la comunidad poltica, an ms que otras comunidades con

    carcter de instituto, est constituida de tal modo y plantea tales exigencias a sus

    participantes, que gran parte de stos solamente han de cumplirlas porque saben

    que detrs de ellas hay la posibilidad de que se ejerza una coaccin fsica (1984:

    662). Es la seriedad de la muerte la que aqu se introduce con el fin de proteger

    eventualmente los intereses de la comunidad. Tal circunstancia introduce en la co-

    munidad poltica su pathosespecfico. Tambin produce sus fundamentos emotivos

    permanentes (ibdem).

    En suma, son niveles de anlisis muy diferentes de la comunidad (aunque

    siempre estn articulados) los que aparecen implicados en los dos textos de Weberque se han considerado hasta ahora en esta parte del trabajo. Por una parte, en una

    orientacin de carcter histrico-universal, poniendo nfasis en transformaciones

    institucionales y macrosociales (los fenmenos de masa), Weber explica de qu

    loga ante la Primera Guerra Mundial han sido sintetizadas por Joas (1989). Abarcando un arco tem-poral ms amplio, sobre las complejas relaciones entre guerra, violencia y teora social, vase Joas yKnbl (2008).

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    manera las inserciones de los individuos van cambiando su forma, as como tambin

    los grupos su contenido. As, gracias a la Eigengesetzlichkeit de cada mbito dife-

    renciado de accin, no es difcil verificar la imposibilidad prctica de la comunidad en

    la esfera de la economa,34 pero puede evidenciarse su emergencia o reactivacin

    en circunstancias polticas especficas, como las que dan lugar a la formacin de

    ciertas comunidades polticas y (en casos extremos aunque abrumadoramente re-

    ales en el mismo momento en que Weber escriba su excurso) en situaciones de

    guerra.35

    Otro concepto, central para las reflexiones weberianas sobre la esfera polti-

    ca y con amplias implicancias comunitarias, es el de democracia plebiscitaria del

    lder. Fue desarrollado en los ltimos aos de su vida, por ejemplo en algunas de

    las partes nuevas de Economa y Sociedad y en varios de los textos que fueron

    reunidos bajo el ttulo de Escritos Polticos(como en el famoso Politik als Beruf, o

    Parlamento y Gobierno en una Alemania Reorganizada). Si bien no se lo desarro-

    llar en detalle aqu,36 en referencia a l slo cabe mencionar un aspecto que ya es-

    tuvo presente en las reflexiones precedentes. A saber, que en sus descripciones

    ms amplias y generales de la tonalidad predominante en la poca histrica en la

    que le toc vivir, es decir, en sus caracterizaciones de conjunto del orden social mo-

    derno, Weber suele presentar un panorama epocal signado por tendencias racionali-

    34 Por dems, en uno de los captulos viejos de Economa y SociedadWeber considera la - a todas

    luces paradjica - comunidad de mercado (1984: 493-497). De ella se ocupa tambin Ferraresi(2003: 303-308).35 Pero no slo eso (que ya no sera poco): en su anlisis de la esfera ertica (1987: 453-458), We-ber deja entrever que otra de las comunidades posibles en condiciones de modernidad es el matri-monio jurdicamente regulado. Cf. Gonzlez Garca (1995). De todos modos, el anlisis que aqu seofrece se centrar en las esferas econmica y poltica ms que en las otras que trata Weber en suexcurso (esttica, intelectual, etc.), dado que aqullas permiten ejemplificar de manera ms clara,respectivamente, ya sea tanto la (relativa) imposibilidad como la posibilidad de la emergencia de lacomunidad.36 Sobre este tema, pueden consultarse los trabajos ya casi clsicos de Mommsen (1981) y Beetham(1979). Ms reciente es el trabajo de Breuer (1996).

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    zadoras, fragmentadoras, individualizadoras y abstractizantes (si se me permite

    este ltimo trmino) de carcter masivo, aplanador, contundente, apabullante, gene-

    radoras de ese cosmos impersonal que constituye la maquinaria del capitalismo

    moderno y de sus dos componentes esenciales: burocracia y mercado. En el contex-

    to de estas tendencias de conjunto, o debido a ellas, no es mucho el espacio que

    puede quedar abierto para algn registro de comunidad. El ejemplo ms claro es el

    de la racionalizacin de la vida econmica, que deja a los individuos a la deriva,

    persiguiendo cada uno de manera racional sus fines particulares, pero nadando en

    un mar de fondo signado por la prdida de sentido (Sinnverlust) y la indiferencia

    axiolgica.

    Sin embargo, frente a ellas, como cua introducida o como palo en la rueda

    de esas tendencias de carcter masivo, Weber resalta la posibilidad (fcticamente

    ya comprobada en ciertas y determinadas circunstancias, o incluso deseable de cara

    al futuro) de la aparicin de acontecimientos excepcionales, extraordinarios y extra-

    cotidianos, de carcter disruptivo, que puedan contrarrestarlas, permitiendo a indivi-

    duos y grupos dar sentido a lo que no lo tiene, ni podra, en principio, tenerlo jams.

    El ya mencionado ejemplo de la guerra es uno de estos acontecimientos. Y otro es

    la constitucin de comunidades polticas caracterizadas por un alto nivel de adhesin

    y compromiso emotivo con un lder carismtico por parte de las masas de segui-

    dores.

    Para concluir: la guerra (como abrumadora y excepcional realidad) y el lide-razgo carismtico (como proyecto o utopa poltica) son unos de los pocos espacios

    de experiencia vital que, an en contextos donde la tonalidad predominante viene

    marcada por una racionalidad formal de carcter societal, permiten el surgimiento o

    la recreacin de alguna forma de comunidad. Esta comunidad es tomada por los

    lderes como objeto de salvacin (Aronson, 2007: 222). Y, por otra parte, a sus

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    miembros les permite - gracias a la comunizacin emotiva que en ella surge

    constituir y restituir un sentido de totalidad (ibdem: 224).

    Los niveles de anlisis implicados en ambas experiencias son bien diferentes,

    aunque todos ellos resultan eficazmente entrelazados en el marco de los desarrollos

    conceptuales weberianos. As, la referencia a la guerra le permite a nuestro autor

    desplazar su foco desde los grandes procesos histricos hacia las ms profundas

    intimidades del sujeto, y as articular ambos planos, justamente considerando el po-

    sicionamiento subjetivo de ese sujeto que debe enfrentarse a la ardua tarea de darsentido no slo a su propia vida vaciada de sentido por la maquinaria de la racionali-

    zacin moderna, sino a la eventualidad de su propia muerte. Algo anlogo sucede

    con la comunidad poltica de cuyo seno brota el liderazgo carismtico. Los indivi-

    duos, atribulados por el sin-sentido, buscan atar sus destinos a algo que los tras-

    ciende, hacia un futuro de redencin que el lder indica como deseable, lder en

    quien depositan su fe de manera incondicional.37 El ejercicio de dar sentido est

    existencial e individualmente anclado, pero permite (y esto es lo fundamental para

    este artculo que trata sobre la comunidad) constituir colectividades de carcter

    totalizante en las que se rompen los lmites del yo:38 la comunidad de los guerreros

    y la comunidad de fieles seguidores del lder.

    3) A MODO DE CONCLUSIN

    Luego de haber simplemente enumerado al comienzo del artculo variadosexponentes de esta proliferacin de motivos comunitarios que circulan en la actua-

    37 Como bien se sabe, la combinacin de guerra y lder carismtico alcanzara en Alemania unasdimensiones espantosas, muy pocos aos despus de que Weber expresara todo esto. Losurdo(2003) no tiene as inconvenientes en colocar a Weber como antecedente de la Kriegsideologie. Demi parte, debo decir que pongo reparos a este tipo de ejercicios, aunque no pueda explicarlos endetalle aqu.38 La frase es de Marianne Weber (ver ms arriba, nota 33).

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    lidad, el texto pas a considerar las muy diversas problematizaciones acerca de la

    comunidad presentes en la obra de Max Weber (en pocas palabras: comunidad co-

    mo tipo histrico, como tipo ideal y como utopa poltica).

    La recreacin de los textos weberianos se realiz a los fines de ver si en stos

    puede encontrarse alguna sugerencia conceptual que permita echar al menos cierta

    luz sobre el carcter y el sentido de estas comunidades que abundan en el presente.

    Desde luego, la potencial fertilidad de estas sugerencias slo podra ponerse fe-

    hacientemente a prueba a travs de anlisis empricos detallados, descripcionesfenomenolgicas o relevamientos etnogrficos de estas diversas comunidades, todo

    lo cual, desde luego, no podr realizarse, ni siquiera esbozarse aqu. En cualquier

    caso, se aspira provisionalmente a preparar el terreno conceptual para que esta ta-

    rea pueda tener lugar.

    Como se ha visto, el mayor nfasis en esta exposicin ha estado puesto en

    aquellos textos weberianos donde la comunidad es presentada como una proyec-

    cin utpica, esto es, en esos registros de comunidad caracterizada mayormente

    como artefacto contratendencial, como una suerte de palo en la rueda de la mo-

    dernidad que se inserta en un contexto signado mayormente por abstracciones, pr-

    didas de sentido o, en otros vocabularios tericos, alienaciones.

    De manera paralela o yuxtapuesta a estos apasionados ensayos weberianos,

    en este trabajo tambin se ha mostrado la transicin que Weber habra consumado

    hacia una teora de la accin o hacia una teora sociolgica de carcter ms bienindividualista, transicin que en sus ltimos textos estara ya casi completada. As,

    la Vergemeinschaftung, tal como se ve en los primeros captulos de Economa y

    Sociedad (1984: 33; 1980: 21), no implica un abandono total del clsico esfuerzo

    weberiano por explicar tendencial e histrico-estructuralmente los procesos de larga

    duracin que abrieron su paso a la modernidad. Pero todo esto acontece poniendo

    el foco sobre todo en sensaciones, sentimientos, posicionamientos (Einstellungen)

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    del sujeto. As, para el ltimo Weber, una relacin social se acerca al tipo de la co-

    munizacin cuando el posicionamiento de la accin de sus participantes reposa en

    una sensacin subjetiva de pertenencia comn, de pertenencia conjunta (Zusam-

    mengehrigkeit). Y en ello, lo afectivo y lo tradicional (es decir, aquellos tipos que se

    encuentran en los escalones ms bajos del gradiente de racionalidad que presenta

    en su famosa tipologa de la accin social) juegan un papel relevante.

    Se ha hablado muchas veces del revival contemporneo de la comunidad.

    Tambin en este artculo. Este revivaltiene lugar de maneras muy distintas. A veces,comunidad aparece como el mejor - y ms econmico - recurso que se les ocurre

    utilizar a los actuales gestores de las polticas de Estado, justo en el momento en el

    que sociedad aparece cada vez ms como un territorio de gobierno demasiado ex-

    tenso, inmanejable, ingobernable y, sobre todo, oneroso. Por otro lado, cuando cla-

    se social o ciudadana nacional aparecen como algo que a los diversos colectivos

    les queda demasiado grande e incluso incmodo, comunidad es tambin la for-

    mula desde la cual se enarbolan reivindicaciones, se formulan demandas, se esta-

    blecen agendas y cursos de accin, y se construyen referencias identitarias. Ambos

    formatos de la comunidad (el tecnolgicamente inventado desde arriba, o el cons-

    truido desde abajo) no se mantienen en estado puro, dado que por lo general

    suelen aparecer entrelazados, entreverados, mezclados, se reconvierten uno en el

    otro, u obtienen sus apoyos uno del otro, o entran en tensin. La enorme compleji-

    dad de estas relaciones y la relativa novedad de estas configuraciones exigen reno-

    var el instrumental conceptual disponible para comprenderlas. Qu podra aportar

    Weber a estos fines?

    Dadas las profundas ambigedades de su pensamiento, no sorprende que

    podamos relacionar las posiciones weberianas con ambas orientaciones de la co-

    munidad: la que se inventa tecnolgicamente desde arriba (la que se pretende eri-

    gir donde previamente slo existan individualidades anmicamente dispersas), y

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    tambin la que se construye lenta y penosamente desde abajo (para, a su vez,

    constituir un cierto todo que, en cualquier caso, siempre resulta ser ms acotado y

    restringido que aquella sociedad que problematizaron otros socilogos clsicos

    contemporneos de Weber).

    Tanto en la comunidad de los combatientes como entre los seguidores del l-

    der carismtico queda claro que se est hablando de relaciones de autoridad, de

    mando y de obediencia. Justamente en ellas es posible detectar la ambivalencia

    presente en ese juego doble que se da entre lo ascendente de quienes desdeabajo confieren autoridad, de quienes autorizan y se constituyen como seguidores

    de algo o de alguien en quien depositan su confianza y su lealtad, y lo descendente

    de quien desde arriba convoca, aglutina, moviliza y, adems, tiene xito en hacer-

    lo. Resulta notable que, en ambos casos, en el polo de la autoridad se encuentre el

    Estado. Esto no implica sostener automticamente que en la lectura weberiana el

    Estado sea sin ms equivalente a la comunidad, pero s que es posible detectar la

    importancia de la autoridad estatal en el proceso de conformacin de comunidades,

    al menos en estas variantes utpico-polticas que se han examinado aqu.

    Ahora bien, aquellos tiempos de guerra, y de bsqueda desesperada de me-

    canismos de contencin del fenmeno burocrtico, eran tiempos ciertamente excep-

    cionales, y as eran percibidos por sus propios contemporneos. La guerra rompe

    las rutinas y la tranquilidad al menos relativa de los tiempos de paz, y el liderazgo

    carismtico altera la estabilidad tanto de lo tradicional sostenido desde tiempos in-memoriales como de las rgidas formalidades procedimentales. Es en ese sentido

    que la comunidad puede emerger como proyecto, como utopa poltica, asumiendo

    mayormente un formato de artefacto contratendencial que no se da de manera na-

    tural o automtica, sino que debe ser construido activa y deliberadamente.

    Si se hiciera aunque sea una ligera comparacin entre las propuestas comuni-

    tarias que por entonces se hacan, tan firmemente ancladas en su poca, y nuestro

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    tiempo de hoy tambin signado por un intenso proceso de reactivacin comunitaria,

    quizs pudiera sacarse la conclusin de que Max Weber ya no tiene mucho para

    decirnos. Pero posiblemente sera sa una decisin apresurada. An para una po-

    ca como la nuestra, aquellas viejas sugerencias weberianas probablemente conser-

    ven todava algo de vigencia, puesto que parecen ser apropiadas para circunscribir

    las ambivalencias siempre presentes en las comunidades empricas y, sobre todo,

    permiten visualizar a estas ltimas como resultado de relaciones complejas en las

    que se articulan intenciones y propsitos no siempre coincidentes, consideradas ya

    sea desde uno o desde el otro lado de la relacin (o del conjunto de relaciones) que

    toda comunidad supone (suponiendo, de manera quizs algo reduccionista, que all

    slo puede haber dos lados).

    Desde luego, afirmaciones tan generales como las que se estn haciendo

    aqu requeriran algn nivel de especificacin emprica. Ms all de su comn de-

    nominacin como comunidades, no es mucho lo que puede haber en comn entre

    un conjunto de consumidores de una determinada mercanca o servicio (donde en

    algunos casos pueden desplegarse ms o menos autnticos lazos de identificacin

    construidos entre ellos sobre la base de afinidades, tanto como deliberados afanes

    de instrumentalizacin o manipulacin de esos lazos por parte de actores econmi-

    camente interesados en que ello suceda) y los destinatarios de un programa de pol-

    tica pblica (que a veces se organizan desde abajo en formatos comunitarios para

    precisar sus demandas y hacerlas valer, y otras veces apenas son el resultado es-

    tadstico de un puado de consultores que los construyen como tales desde arri-

    ba). Por lo general, en realidad, ambas cosas son las que suceden: lo autntico y

    natural se articula de manera siempre conflictiva con lo construido, manipulado y

    burocratizado. Si a esto le agregamos que en la base de las afinidades comunita-

    rias no slo hay pautas de consumo, sino un conjunto de otros factores - a primera

    vista tan dismiles entre s - como orientaciones sexuales, confesiones religiosas,

    pertenencias tnicas, estilos de vida, actividades laborales, prcticas contracultura-

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    les y muchos en principio incontables etcteras, el panorama se complejiza an

    ms.

    Tambin debera ser tarea del anlisis emprico detectar en qu sentido el

    papel del Estado es significativo y efectivo o bien incidental o nulo en la conforma-

    cin de todas estas comunidades. Finalmente, habr que analizar en detalle en qu

    sentido comunidad designa un conjunto de sensaciones genuinamente sentidas y

    compartidas por sus partcipes; o bien es el nombre que voluntariosa e interesada-

    mente se le asigna a colectivos u otras entidades compuestas por individuos disper-sos, atomizados, fragmentados, es decir, que portan cualquier significado menos el

    que suele asociarse a la casi por definicin cohesiva y abigarrada - semntica de

    la comunidad; o bien, finalmente, es el espacio donde, en dosis de dificultoso discer-

    nimiento, lo natural y lo arbitrario coexisten conflictivamente.

    En suma, y para concluir, lo que importa subrayar es que frente a esa domi-

    nacin universal de la no fraternidad que hoy suele llevar el nombre de neolibera-

    lismo, y que en los tiempos de Weber se llamaba, sin ms, capitalismo, la comu-

    nidad vuelve a estar al orden del da como artefacto poltico-tecnolgico de primer

    orden, pero tambin como recurso predilecto de sentido e identidad. A su vez, la

    sociedad,39 est en el hospital, y quizs a esta altura ya haya que ir a ponerle flores

    en el cementerio donde yacen algunas entidades sociales (y algunos conceptos so-

    ciolgicos fundamentales).40 Sin embargo, posiblemente el viejo Weber pueda to-

    dava suministrar alguna herramienta til para comprender todo esto.39 Esto se dice al menos en el sentido que tiene el trmino en el registro durkheimiano-parsoniano, esdecir, como totalidad o estructura de individuos interdependientes, sostenidos por una matriz bsicade valores cohesivos. Porque sabido es que Weber fue ciertamente reacio al uso del concepto desociedad, y dedic sus mayores esfuerzos tericos a reemplazarlo por formulaciones que le permi-tieran tomar distancia de las posiciones a las que repudiaba por su cercana al organicismo. VaseLichtblau (2000: 423), y Tyrell (1994).40 Desde luego, para no aparecer como temeraria, una afirmacin de esta ndole requerira necesa-riamente de profundizaciones. En ellas, entre otras cosas, cabr entonces preguntarse qu ha que-dado (si algo) en pie del potencial explicativo actual de aquella polaridad conceptual (Gemeinschaft-

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