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Judith Alcaraz Sánchez, 3 de ESO ‘A’ - 4 de marzo de 2015 Y de repente me doy cuenta de que este lugar no es mi casa. Estoy sola en una habitación enorme con paredes blancas y alguna mancha roja, parecida a una salpicadura de sangre. No hay ventanas, no hay estanterías, no hay nada excepto una puerta blindada y la cama en la que me he despertado. Me quedo pensativa durante un rato pero no consigo recordar nada, ni siquiera como he llegado a este sitio. Pero inesperadamente un ruido aterrador suena por toda la habitación mientras la pesada puerta se va abriendo lentamente. Dos hombres vestidos de blanco entran en la cámara, se acercan rápidamente hacia mí, me cogen por mis extremidades y me sacan a empujones. Inmediatamente me suben a una camilla que me aguardaba en el pasillo y me atan las manos, los pies, la cintura y el cuello a la cama. Me dan una vuelta por el edificio y yo sigo sin recordar nada pero, por lo que veo, parece ser que estoy en un manicomio. Cada vez que paso por delante de alguna sala con ventanas me asusto cada vez más, y eso que no puedo levantar bien la cabeza porque la tengo atada a la cama. Primero he visto un hombre mayor con una camisa de fuerza, gritando y moviendo rápidamente su cuerpo para intentar quitársela; luego veo dos niñas pequeñas, que estaban jugando a pasarse una pelota pero, cuando me fijo, compruebo que no es ninguna pelota, sino sus cerebros; y ahora veo un chico joven dándose cabezazos contra el cristal de la ventana y sangrando por la frente. Y después de traumatizarme con lo que acabo de ver y morirme de miedo

Concurso St. Jordi

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Judith Alcaraz Snchez, 3 de ESO A - 4 de marzo de 2015Y de repente me doy cuenta de que este lugar no es mi casa. Estoy sola en una habitacin enorme con paredes blancas y alguna mancha roja, parecida a una salpicadura de sangre. No hay ventanas, no hay estanteras, no hay nada excepto una puerta blindada y la cama en la que me he despertado. Me quedo pensativa durante un rato pero no consigo recordar nada, ni siquiera como he llegado a este sitio. Pero inesperadamente un ruido aterrador suena por toda la habitacin mientras la pesada puerta se va abriendo lentamente. Dos hombres vestidos de blanco entran en la cmara, se acercan rpidamente hacia m, me cogen por mis extremidades y me sacan a empujones. Inmediatamente me suben a una camilla que me aguardaba en el pasillo y me atan las manos, los pies, la cintura y el cuello a la cama. Me dan una vuelta por el edificio y yo sigo sin recordar nada pero, por lo que veo, parece ser que estoy en un manicomio. Cada vez que paso por delante de alguna sala con ventanas me asusto cada vez ms, y eso que no puedo levantar bien la cabeza porque la tengo atada a la cama. Primero he visto un hombre mayor con una camisa de fuerza, gritando y moviendo rpidamente su cuerpo para intentar quitrsela; luego veo dos nias pequeas, que estaban jugando a pasarse una pelota pero, cuando me fijo, compruebo que no es ninguna pelota, sino sus cerebros; y ahora veo un chico joven dndose cabezazos contra el cristal de la ventana y sangrando por la frente. Y despus de traumatizarme con lo que acabo de ver y morirme de miedo al ver que estas imgenes se me han quedado grabadas en la mente y se repiten en mi cabeza inconscientemente, los dos hombres que conducan mi camilla se detienen, giran a la derecha del pasillo y me llevan con ellos hacia otra de las mltiples salas del manicomio. Esta vez, la habitacin en la que me han hecho entrar huele a sangre podrida y, cuando me doy cuenta, estoy rodeada de diversos cajones con cuchillos y bisturs de todos los tamaos. Estoy muy inquieta, no paro de moverme, intento desatarme de la cama pero es intil, y me pongo como una histrica a chillar lo ms fuerte que puedo.Entonces, empiezo a escuchar un ruido raro, algo parecido a un timbre. Abro los ojos y me despierto. Son las siete y media y tengo que ir al instituto.