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Condiciones de vida de los reos en las cárceles nacionales Las cárceles en el país se convierten en jaulas inhumanas para los privados de libertad; según la constitución de El Salvador fueron creados los centros penitenciarios con objeto de corregir a los delincuentes, educarlos y formarles hábitos de trabajo, procurando su readaptación y la prevención de los delitos, Sin embargo, las condiciones en las que se vive no parecen ayudar a la rehabilitación de una persona privada de libertad o de proveerle de salud, alimentación adecuada o garantías básicas para su atención. Unos 598 pandilleros comparten un espacio de unos diez metros de largo por tres de ancho, diseñado inicialmente para albergar a 150 personas. En esa área apenas se puede caminar y mucho menos hay un espacio para sentarse cómodamente a leer un libro que contribuya al proceso de la rehabilitación. Plásticos en el techo y hamacas que sirven de cama, colgadas del techo para aprovechar al máximo el poco espacio, dificultan paso de luz y aire lo que contribuye al encierro de la humedad y la oscuridad, generando también las condiciones para el deterioro de la salud. La falta de tuberías hace que el agua, mezclada con orines, restos de basura y hasta excremento, circulen libremente por el pequeño patio en donde algunos se agrupan para ver una película o para jugar en una lona que simula una cancha de futbolito y en donde hacen la fila a la hora de servir la comida. Los presos han aprendido a convivir con el olor a encierro y orina que se respira en el ambiente, a utilizar retretes sin puertas, sin agua potable y a ver salir ratas y cucarachas de éstos. Y poco pueden hacer para invertir su tiempo en actividades para aprender algún oficio. El pequeño taller que tiene el penal no tiene herramientas. Los espacios en los que reciben

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Page 1: Condiciones de Vida de Los Reos en Las Cárceles Nacionales Aspo

Condiciones de vida de los reos en las cárceles nacionales

Las cárceles en el país se convierten en jaulas inhumanas para los privados de libertad; según la constitución de El Salvador fueron creados los centros penitenciarios con objeto de corregir a los delincuentes, educarlos y formarles hábitos de trabajo, procurando su readaptación y la prevención de los delitos, Sin embargo, las condiciones en las que se vive no parecen ayudar a la rehabilitación de una persona privada de libertad o de proveerle de salud, alimentación adecuada o garantías básicas para su atención.

Unos 598 pandilleros comparten un espacio de unos diez metros de largo por tres de ancho, diseñado inicialmente para albergar a 150 personas. En esa área apenas se puede caminar y mucho menos hay un espacio para sentarse cómodamente a leer un libro que contribuya al proceso de la rehabilitación. Plásticos en el techo y hamacas que sirven de cama, colgadas del techo para aprovechar al máximo el poco espacio, dificultan paso de luz y aire lo que contribuye al encierro de la humedad y la oscuridad, generando también las condiciones para el deterioro de la salud. La falta de tuberías hace que el agua, mezclada con orines, restos de basura y hasta excremento, circulen libremente por el pequeño patio en donde algunos se agrupan para ver una película o para jugar en una lona que simula una cancha de futbolito y en donde hacen la fila a la hora de servir la comida. Los presos han aprendido a convivir con el olor a encierro y orina que se respira en el ambiente, a utilizar retretes sin puertas, sin agua potable y a ver salir ratas y cucarachas de éstos.

Y poco pueden hacer para invertir su tiempo en actividades para aprender algún oficio. El pequeño taller que tiene el penal no tiene herramientas. Los espacios en los que reciben a sus familias los días de visitas no son tampoco los mejores.

Es obligación de las autoridades de dar las condiciones básicas de saneamiento de vida, pero los recursos con los que cuentan no son suficientes y la situación es preocupante por los problemas de salud se agravan. Para nosotros no importa porqué están adentro, lo importante es que también son seres humanos que se merecen vivir con las condiciones básicas de saneamiento.

El director de Centros Penales, Nelson Rauda, ha explicado que desde la institución se trata de “dignificar el derecho de los privados de libertad”, porque las personas que están cumpliendo alguna condena en un penal tiene derecho a obtener información televisiva, radial y periodística, según lo manda la ley.

Es imperioso cumplir con ciertos estándares de infraestructura y otras condiciones para suplir las necesidades básicas de los privados de libertad. Locales que permitan su reinserción, que permitan recibir a sus visitas familiares e íntimas, que permitan la convivencia y con las condiciones de hacinamiento que tenemos es muy difícil, señala Rauda.

Y es que no es lo mismo tener a una persona en un cuarto que tener a 30 personas, ya que –como explica el director- de momento las autoridades de Seguridad aseguran que el déficit económico para tratar el hacinamiento en los penales es muy alto.