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CONFERENCIA "EL CONTEXTO HISTÓRICO DE LAS LEYES DE REFORMA"

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LEYES DE REFORMA

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Page 1: CONFERENCIA "EL CONTEXTO HISTÓRICO DE LAS LEYES DE REFORMA"

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOM DE MÉXICO

ESCUELA NACIONAL COLEGIO DE CIENCIAS Y HUMANIDADES

PLANTEL VALLEJO

PONENCIA: LA CIRCUNSTANCIA HISTÓRICA DE LAS LEYES DE REFORMA

POR: MOISÉS GÓMEZ ROJAS

ORGANIZADOR: FRANCISCO MARCELINO CASTAÑEDA

MÉXICO, D. F. A 15 DE OCTUBRE DE 2009

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La independencia política del país no resolvió los grandes problemas sociales como la desigualdad, la discriminación racial, la miseria de gran parte de la población, etc. Esta situación llevó a los mexicanos a enfrascarse en una guerra civil, con el fin de encontrar una identidad política propia.

Unos, trataban de imitar el sistema monárquico español, mantener la situación política intacta y seguir con sus privilegios de grupo. Otros, pretendían cambiar la situación guiados por el ejemplo republicano de Francia y Estados Unidos. Fue entonces que se formaron dos partidos políticos:

Por un lado el partido conservador, integrado por españoles y criollos ricos. Éstos, pretendían que México se mantuviera con un régimen monárquico con fueros y privilegios al ejército y la iglesia. Por otro lado, el partido liberal, conformado por criollos y castas pobres, pretendía que el país adquiriera un sistema republicano que garantizara la igualdad natural y política de todos los hombres. Los republicanos se dividieron en federalistas y centralistas, quienes también protagonizaron pugnas políticas, muchas veces violentas.

Una vez lograda la independencia, en 1821, Iturbide proclamó el Primer Imperio Mexicano. Sin embargo, el poder de Iturbide se había construido sobre una endeble maraña de alianzas en un ingenuo intento por mantener el sistema corporativo, heredado de la época colonial.

Ante la declaración del Primer Imperio Mexicano, el cual mantenía intactos los intereses de los peninsulares, los liberales proclamaron el Plan de Casa Mata. Este plan marcó el nacimiento del federalismo mexicano y, al triunfar sobre el Imperio de Iturbide, se cristalizó con la promulgación de la Constitución de 1824.

Algunas consecuencias del federalismo:

La soberanía delegada a los estados por la constitución de 1824, afectaba la política que regía la vida de extranjeros residentes en México, pero las potencias extranjeras dirigieron sus reclamaciones al gobierno federal, que sólo podía instar a los estados a resolverlas.

Es posible que esta fuera una de las consideraciones para optar por el centralismo en 1835 y una de las razones de que al restaurarse el federalismo en 1846, en medio de la guerra con Estados Unidos, México sufriera una dolorosa prueba: no todos los estados de la federación colaboraron en la defensa.

En marzo de 1833 fueron elegidos como presidente Antonio López de santa Anna y como vicepresidente Valentín Gómez Farías. Sin embargo, el presidente dejó el poder en manos de su vicepresidente. Entonces Gómez Farías impulsó su reforma a la constitución de 1824 apoyando ideas liberales, como la abolición de los fueros eclesiástico y castrense y la desamortización de los bienes de manos muertas, es decir, la venta de las tierras en posesión de la Iglesia. Esta decisión provocó enfrentamientos violentos entre liberales y conservadores.

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Debido a la gran agitación política que provocó la reforma de Gómez Farías, Santa Ana decidió regresar al poder y controlar las múltiples revueltas en el país. Esta situación fortaleció considerablemente a aquellos que añoraban la estabilidad y aparente bonanza del régimen español. Se debatían entre el conservadurismo y el liberalismo, buscando cómo conciliar el orden con la libertad, la tradición con el progreso, las costumbres viejas con las ideas nuevas.

Creyeron factible esta conciliación a través del proyecto de las Siete Leyes. Esta nueva constitución consagró en México los derechos de los ciudadanos. Estableció un cuarto poder, llamado “Supremo Poder Conservador”, formado para regular los actos de los otros poderes. Limitaron las prerrogativas del ejecutivo y el legislativo y ampliaron las del judicial. Mantuvieron el carácter republicano, representativo y popular, pero con un sistema de centralización del poder. Dividieron la república en departamentos, con funciones restringidas y control desde el centro, pero permitieron cierto juego político a las regiones.

Como consecuencia de la promulgación de las Siete Leyes y la subsiguiente adopción de un régimen centralista en el país, los habitantes de Tejas de origen anglosajón –territorio que pertenecía a Coahuila- decidieron separarlo de la república mexicana. Esta decisión también estuvo influida por el decreto del presidente Vicente Guerrero de abolir la esclavitud, lo cual fue pernicioso para los tejanos que eran esclavistas.

Desde 1833, el tejano Samuel Houston escribía al presidente de loa Estados Unidos, Andrew Jackson, que México estaba en guerra civil, sin leyes que los gobiernen y los protejan, con un gobierno despótico, con gobernantes deshonestos, y que era el momento de llevar a cabo sus planes de anexionarse Tejas. Los esclavistas sufrieron un nuevo golpe cuando el presidente Vicente Guerrero expidió un decreto por el que todos los esclavos eran libres.

Ante los intentos de independencia de los tejanos, Santa Ana llevó a cabo las campañas para someter a los separatistas. Armó un ejército a base de levas y se dirigió a someter a los separatistas, mostrando un interés por mantener la endeble unidad del país. Sin embargo, fue derrotado por los tejanos en San Jacinto, Tejas.

Como consecuencia de la derrota del ejército mexicano en el intento de frenar la separación de Tejas, el presidente de Santa Ana fue obligado a firmar los tratados de Velasco. Con estos tratados Santa Ana se vio forzado a aceptar la independencia de Tejas. Ante la situación política adversa a su persona el presidente de México se fue exiliado a Cuba.

Casi dos años después del conflicto con Tejas, en 1838, el país enfrentó un grave problema internacional. Efectivamente, Francia decidió una aventura imperialista en México, para convertirlo en su colonia.

El pueblo de México, en son de burla, llamó a este conflicto “la guerra de los pasteles”, debido a que Francia reclamaba una indemnización por los daños ocasionados a ciudadanos franceses durante las revueltas provocadas por las

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rivalidades entre liberales y conservadores, en la que incluyó los daños sufridos a la pastelería de un francés radicado en la ciudad de México.

Con la guerra de los pasteles, Santa Ana tuvo la oportunidad de regresar al país y enfrentar a los franceses en Veracruz. Este conflicto terminó con la intervención de Inglaterra quien obligó a los franceses a pactar con México y retirarse de las costas mexicanas. Con este conflicto, Santa Ana nuevamente se encumbró en la política mexicana y el pueblo lo aceptó olvidando su pasado.

Poco tiempo después, en 1843, los conservadores se apropiaron del gobierno y decidieron abolir las Siete Leyes, para dar paso a las Bases Orgánicas. Este documento de carácter constitucional le dio al país una sólida organización política y un orden constitucional centralista donde se establecieron “los principios y el imperio de la ley y la libertad. Se afirmaría el orden que allanaba el camino de la civilización, con el fin de respetar todas las ideas y conciliar todos los intereses”.

Sin embargo, los militares eran una amenaza para la formación de un gobierno fuerte, ya que la mayoría de ellos aspiraban al poder, con lo que no terminaba el ambiente de inestabilidad política que debilitaba al país. Esta situación fue aprovechada por los Estados Unidos, quienes buscaron la forma de entrar en guerra con México para arrebatarle territorio.

En medio de una crisis doméstica que permeó todos los aspectos de su estructura como estado, México tuvo que enfrentarse a una guerra en total desventaja, a la invasión armada y a la pérdida de una porción considerable de su territorio. Así, un país joven como México, débil económica, militar e institucionalmente, pero poseedor de territorio y recursos, era presa de las ambiciones y presiones externas.

Todo ello, combinado con el expansionismo estadounidense que fue una de las características distintivas de ese país; por ejemplo, las crisis de 1819 y de 1837 obligaron a muchos residentes de los estados del oeste medio a trasladarse a Tejas, en el caso de la primera, y a Oregon y California en el caso de la segunda.

En 1847 la guerra entre México y Estados Unidos se inició y, por las condiciones de anarquía que vivía México, el ejército estadounidense ocupó el centro del país prácticamente sin resistencia alguna de parte del ejército mexicano.

Derrotado México, ambas partes firmaron los Tratados de Guadalupe Hidalgo. Con estos tratados, México aceptó el río Bravo como límite meridional de Tejas y la cesión de los territorios de Nuevo México y California; por su parte, Estados Unidos pagaría a México 15 millones de dólares “en consideración a la extensión” que adquiría la nueva frontera entre los dos países. Santa Ana tuvo que enfretar nuevamente el exilio y viajar a Colombia.

México habría de recibir una “indemnización”, lo que implicaba una reparación por la ocupación y conquista. Además, el tratado contenía la protección de los derechos de los mexicanos que quedaban ahora bajo la autoridad norteamericana, y que se convertían en el tercer grupo étnico que no había

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inmigrado voluntariamente a Estados Unidos, junto con los indígenas y los africanos.

Cuatro años después, en julio de 1852, estalló en Guadalajara un motín encabezado por José María Blancarte, proclamando el Plan del Hospicio. En este plan, los conservadores pedían la destitución del presidente Mariano Arista, el desconocimiento de los poderes federales y el llamado de Santa Ana que, con amplísimas facultades, convocaría un nuevo congreso constituyente que diera paso a un proyecto conservador, como así sucedió. Santa Ana fue traído de regreso del extranjero y tomó posesión de la presidencia de la república el 20 de abril de 1853 una vez triunfante el Plan del Hospicio. Sería esta la última vez que se sentaba en el sillón presidencial pero, a diferencia de las anteriores, estaba decidido a permanecer en el poder.

Santa Ana no pensó, como antaño, en pedir licencias ni en retirarse a sus haciendas para jugar a los gallos o para perseguir mujeres. En 1853, vendió el territorio norteño de La Mesilla. Con el dinero obtenido de esta venta, pretendía continuar con sus despilfarros en banquetes y bailes, mientras el país se encontraba sumido en el desorden y en el atraso económico. Además, se hizo coronar y llamarse Alteza Serenísima, como las monarquías europeas y con derecho a nombrar heredero al trono de México.

Esta situación molestó a los mismos conservadores que lo habían llevado al poder y las expresiones de reclamo fueron enfatizadas por Lucas Alamán, conservador que buscaba un orden en el país con fines de industrializarlo.

Los excesos cometidos por Santa Ana lo dejaron solo; con ello los liberales se sublevaron contra su gobierno con el plan de Ayutla. Este plan fue promulgado por Ignacio Comonfort y Juan Álvarez en 1855 y concluyó con la deposición de Santa Ana. Los liberales se dispusieron a crear una nueva legislación y crearon la Constitución de 1857. Este documento golpeó considerablemente los intereses de los conservadores.

Los conservadores, rápidamente se agruparon y proclamaron el Plan de Tacubaya encabezado por Félix Zuloaga. Este plan, cancelaba la Constitución de 1857 y planteaba convocar un nuevo congreso constituyente. El plan triunfó con la complicidad del presidente Comonfort, quien había gobernado con poderes absolutos. El 17 de diciembre de 1857, los conservadores proclamaron el plan de Tacubaya, que era un verdadero golpe de estado.

El propio presidente Comonfort, estuvo de acuerdo con él y se retiró del poder rápidamente. A la postre, Comonfort dio marcha atrás a su actitud proclive a los conservadores y restituyó a Benito Juárez en el poder, quien había sido nombrado Ministro de la Suprema Corte de Justicia.

Con la renuncia del presidente Comonfort, los conservadores colocaron a Félix Zuloaga en la presidencia. Así empezó otra la guerra entre liberales y conservadores, conocida como “guerra de tres años o “guerra de reforma”, la cual terminó en 1861 a favor de los liberales encabezados por Benito Juárez. En el

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contexto de esta guerra los liberales proclamaron las Leyes de Reforma en 1859. Estas leyes iban orientadas a debilitar las dos instituciones pilares de los conservadores: la Iglesia y el ejército.

En 1861 la guerra de reforma llegó a su fin. Algunos sectores populares festejaron ruidosamente la victoria militar de los liberales sobre los conservadores. Sin embargo, este júbilo espontáneo duró poco por las medidas liberales en relación a la tierra.

En junio de este mismo año, a propuesta de Juárez, el congreso decretó la suspensión de pago de la deuda externa por un lapso de dos años. La medida causó protesta airada de los representantes en México de los países acreedores. Ante la amenaza de las potencias de usar la fuerza, en noviembre el gobierno de Juárez decidió reanudar el pago de la deuda. Los representantes de Francia, Inglaterra y España, ya habían celebrado para entonces la convención de Londres, donde acordaron que sus países actuarían juntos para cobrar los adeudos, sin tratar de apoderarse del territorio de México ni de intervenir en sus asuntos internos.

En un primer acuerdo, celebrado en la soledad, Veracruz, las autoridades mexicanas lograron acuerdos con los ingleses y españoles, pero no con los franceses que ejecutaban los planes de Napoleón III, quien ordenó la invasión de México, violando el convenio de la soledad. Así dio inicio la invasión francesa en 1862.

Después de varias batallas, la bandera francesa ondeaba en la Catedral de la ciudad de México. Simbolizaba el trofeo de los franceses. Dos años después, arribaría al país un gobernante de “sangre azul”. En efecto, en 1864 llegan a México Maximiliano de Habsburgo que representaba el poder de Francia sobre México y formando el II Imperio Mexicano.

Los conservadores vitorearon la entrada de Maximiliano a la ciudad. Sin embargo, una buena parte del pueblo mexicano tomaba las armas para combatir a los franceses. Finalmente, los franceses abandonan el país derrotados por los liberales y, en gran parte, por el propio Napoleón III quien abandonó a Maximiliano porque sus problemas en Europa eran más importantes que México es abandonado por Napoleón III quien se ocupaba más de sus problemas europeos.

Sin apoyo militar francés, Maximiliano fue apresado y fusilado junto con los conservadores Miguel Miramón y Tomás Mejía Mejía. Con la muerte de Maximiliano los liberales proclamaron el triunfo definitivo de la república en 1867.

El país se preparaba para una etapa de paz y tranquilidad.

Moisés Gómez Rojas