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CONFIRMACIÓN DE LA DIVINIDAD DE JESÚS 1. INTRODUCCION En el capitulo anterior hemos visto los principales argumentos históricos narrados en los Evangelios que dan testimonio de la Divinidad de Jesús de Nazaret. En este capítulo veremos diversas confirmaciones de tales testimonios. Podemos decir que pasamos de las palabras a los hechos incuestionables, de las afirmaciones y atribuciones divinas de Jesús y de sus discípulos a los criterios externos y objetivos que hacen creíbles tales afirmaciones. El signo principal de la Divinidad de Jesús, su Resurrección gloriosa, será analizado más adelante. 2. ALGUNOS «ACONTECIMIENTOS» EN LA VIDA DE JESUS MANIFIES-TAN SU CONDICION DIVINA Las palabras y las actitudes divinas de Jesús están confirmadas por unos hechos o acontecimientos históricos, que exigen su Divinidad y la demuestran; en otras palabras: no hay modo de entender los hechos siguientes, atestiguados de modo inequívoco por las fuentes históricas de los Evangelios, si se rechazase su personalidad divina: 2.1. La Encarnación Lucas y Mateo concuerdan que Jesús fue concebido por obra del Espíritu Santo y que nació de María Virgen; además, estos textos son complementarios entre sí para esclarecer las circunstancias de este acontecimiento extraordinario: Lucas respecto a María; y Mateo respecto a José. Según Lucas, el ángel dijo a María: «Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús... El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el hijo engendrado será llamado Santo, Hijo de Dios» (Lc 1,26-38). Mateo confirma la narración de Lucas al decir el ángel a José: «No temas recibir en tu casa a María, tu esposa, pues lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo» (Mt 1, 18-25) 1 . Además hay que decir que la Encarnación es el fundamento de los milagros de Jesús. Como afirma Juan Pablo II, «se puede decir que la Encarnación es el "milagro de los milagros", el "milagro" radical y permanente del orden nuevo de la creación. La entrada de Dios en la dimensión de la creación se verifica en la realidad de la Encarnación de manera única y, a los ojos de la fe, llega a ser "signo" 1 Cfr. Juan Pablo II: Redemptor hominis, n.1; CatIglCat, nn. 461-463. TEMA 0

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CONFIRMACIÓN DE LA DIVINIDAD DE JESÚS

1. INTRODUCCIONEn el capitulo anterior hemos visto los principales argumentos históricos narrados en los Evangelios que dan testimonio de la Divinidad de Jesús de Nazaret. En este capítulo veremos diversas confirmaciones de tales testimonios. Podemos decir que pasamos de las palabras a los hechos incuestionables, de las afirmaciones y atribuciones divinas de Jesús y de sus discípulos a los criterios externos y objetivos que hacen creíbles tales afirmaciones. El signo principal de la Divinidad de Jesús, su Resurrección gloriosa, será analizado más adelante.

2. ALGUNOS «ACONTECIMIENTOS» EN LA VIDA DE JESUS MANIFIES-TAN SU CONDICION DIVINALas palabras y las actitudes divinas de Jesús están confirmadas por unos hechos o acontecimientos históricos, que exigen su Divinidad y la demuestran; en otras palabras: no hay modo de entender los hechos siguientes, atestiguados de modo inequívoco por las fuentes históricas de los Evangelios, si se rechazase su personalidad divina:

2.1. La EncarnaciónLucas y Mateo concuerdan que Jesús fue concebido por obra del Espíritu Santo y que nació de María Virgen; además, estos textos son complementarios entre sí para esclarecer las circunstancias de este acontecimiento extraordinario: Lucas respecto a María; y Mateo respecto a José.Según Lucas, el ángel dijo a María: «Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús... El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el hijo engendrado será llamado Santo, Hijo de Dios» (Lc 1,26-38). Mateo confirma la narración de Lucas al decir el ángel a José: «No temas recibir en tu casa a María, tu esposa, pues lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo» (Mt 1, 18-25)1.Además hay que decir que la Encarnación es el fundamento de los milagros de Jesús. Como afirma Juan Pablo II, «se puede decir que la Encarnación es el "milagro de los milagros", el "milagro" radical y permanente del orden nuevo de la creación. La entrada de Dios en la dimensión de la creación se verifica en la realidad de la Encarnación de manera única y, a los ojos de la fe, llega a ser "signo" incomparablemente superior a todos los demás "signos"-milagros de la presencia y del obrar divino en el mundo. Es más, todos estos otros "signos" tienen su raíz en la realidad de la Encarnación, irradian su fuerza atractiva, y son testigos de ella. Hacen repetir a los creyentes lo que escribe el evangelista Juan al final del Prólogo sobre la Encarnación: "Y hemos visto su gloria, gloria como de Unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad" (Jn 1, 14)»2.¿Cuál es la fuente de esta información inaudita? Lucas ofrece elementos suficientes para identificar una de las fuentes de información utilizadas por

1 Cfr. Juan Pablo II: Redemptor hominis, n.1; CatIglCat, nn. 461-463.2 Cfr. Juan Pablo II: Discurso, 13-I-1988, n.5

TEMA

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él: «María guardaba todo esto y lo meditaba en su corazón» (Lc 2,19-51). Como señala Juan Pablo II, María «pudo dar testimonio, después de la muerte y resurrección de Cristo, de lo que se refería a su propia persona y a la función de Madre precisamente en el tiempo apostólico, en el que nacieron los textos del Nuevo Testamento y tuvo origen la primera tradición cristiana»3.El testimonio evangélico de la concepción virginal de Jesús por parte de María constituye un «signo» especial, un criterio externo y objetivo, del origen divino del Hijo de María. El hecho de que Jesús no tenga un padre terreno, porque ha sido engendrado «sin intervención de varón», pone de relieve la verdad de que Jesús es el Hijo de Dios, de modo que cuando asume la naturaleza humana, su Padre continua siendo exclusivamente Dios.

2.2. La Resurrección gloriosa: Jn 20, 17-28El testimonio de Juan sobre la Resurrección manifiesta la Divinidad de Jesús; y es el fundamento de la fe en Él: tiene sentido creer en el Resucitado. La Resurrección es el signo último y definitivo al que se refieren los milagros de Jesús: signos para la vida nueva de la gracia.

2.3. La Ascensión a los cielosEste acontecimiento, narrado por Marcos y Lucas, es el hecho histórico final de la vida terrena de Cristo. Jesús retorna al Padre y «fue elevado al Cielo y se sentó a la derecha de Dios» (Mc 16,19), significa que Cristo hombre participa en el poder soberano de Dios mismo, que le «ha entregado todo poder en el cielo y en la tierra» (Mt 28,18). Ningún ser humano puede por sí mismo elevarse sobre la tierra; el testimonio de los Apóstoles sobre la Ascensión de Jesús es otra confirmación de su Divinidad. Por eso los Apóstoles proclaman que Jesús ha sido constituido Señor y Cristo4.

3. LA «DOCTRINA» DE JESUS MANIFIESTA SU DIVINIDADLa doctrina predicada por Jesús también manifiesta y exige su personalidad divina: Jesús vincula su doctrina a Dios, la enseña con autoridad divina, las gentes la reciben con la admiración de lo que viene de Dios, y la sabiduría y sublimidad de ella –aunque superan la capacidad de la inteligencia humana– abren nuevas perspectivas sobrenaturales a los hombres y la convierten en motivo de credibilidad.

3.1. Origen divino de la doctrina de JesúsJesús afirma que su doctrina tiene origen divino: «Mi doctrina no es mía, sino de Aquel que me ha enviado. Si alguno quiere hacer su voluntad, conocerá si mi doctrina es de Dios, o si yo hablo por mí mismo» (Jn 7,16-17; Jn 8,28). De ahí que se presente como el único Maestro (Mt 23,8), cuya palabra no pasará (Mc 13, 31).

3.2. Jesús enseña con autoridad divinaNo solo en cuanto al modo de exponerla, sino en cuanto a su contenido propio: los que escuchaban a Jesús «se maravillaban de su doctrina, pues les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas» (Mc 1,22). Además, Jesús no se limita a «interpretar» o a «glosar» la Ley o la doctrina que había sido revelada en el Antiguo Testamento, sino que se comporta como el Legislador soberano que da la Ley de Dios de un modo nuevo, aclara su pleno significado

3 Cfr. Juan Pablo II: Discurso, 28-I-1987, n.64 Cfr. CatIglCat, nn. 659-667

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y restablece lo que había sido deteriorado, mostrando su conciencia de ser «igual a Dios».En el Sermón de la montaña se recoge una síntesis de la enseñanza de Jesús; en la narración según Mateo aparece con claridad el poder soberano de Jesús sobre la doctrina que Israel ha recibido de Dios: Jesús declara el valor permanente de esa enseñanza y el deber de observarla, pero al mismo tiempo enseña el nuevo espíritu evangélico de caridad y de sinceridad con que ha de ser aceptada y vivida: «Se les ha dicho..., pero yo les digo». Los contenidos principales de esta enseñanza son los siguientes:

a) La doctrina de Jesús es la plenitud de la Ley: Mt 5,17-20; b) estimula a superar la ira: Mt 5,21-26; c) pide pureza de corazón: Mt 5,27-30; d) exige la indisolubilidad del matrimonio y ensalza el valor de la virginidad:

Mt 5,31-32; 19,3-12;e) requiere la sinceridad de palabra y de vida: Mt 5,33-37; f) demanda el perdón y la caridad mutua: Mt 5,38-42; g) reclama el amor a los enemigos: Mt 5,43-47; h) conclusión: «Sed perfectos»: Mt 5,48.

3.3. La doctrina de Jesús causa admiraciónLa doctrina de Jesús suscita la sorpresa y la admiración de lo que viene de Dios: «La muchedumbre que le oía se maravillaba diciendo: "¿De dónde le viene a este tales cosas, y que sabiduría es esta que le ha sido dada"?» (Mc 6,2).

a) en el colofón del sermón de la montaña: Mt 7,28-29; b) entre los vecinos de Nazaret: Mt 13,53-56; c) en Cafarnaúm: Mc 1,21-22;d) entre la muchedumbre de Jerusalén: Mc 11,18.

3.4. Expresa la sabiduría de DiosLa doctrina de Jesús va más allá de la capacidad de la inteligencia humana; es una doctrina original tras la cual se intuye la sabiduría y el misterio inefable de Dios. Al analizar el mensaje de Jesús, se puede comprobar que no constituye un desarrollo del legado cultural de los siglos anteriores, sino que es una doctrina radicalmente nueva y que proclama la salvación sobrenatural. La elevación de la enseñanza de Jesús resalta de una manera particular en los nuevos conceptos de Dios, del hombre y del mundo, conceptos que invitan a aceptarlos por su luminosidad y porque ofrecen un sentido nuevo y pleno a la existencia humana.

a. Concepto de Dios: Dios es un ser trascendente y, al mismo tiempo, es inmanente al hombre y al mundo: Dios está «en los cielos» (Mt 5,34; Jn 1,18) y es un Padre que cuida con ternura de los hombres (Mt 6,25-32). Es ser único y Trinidad de Personas: (Mt 28, 19). Es Espíritu puro (Jn 4,24) y, a la vez, «se encarnó y habitó entre nosotros» (Jn 1,14).

b. Concepto del hombre: criatura hecha a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,27). Elevado a la condición sobrenatural de hijo de Dios (Jn 1,12). Vale tanto que Jesucristo se entregó a la muerte para salvarlo (Rom 8,31-39). Lo que se haga en favor de un hombre necesitado, Cristo lo valora como hecho a él mismo (Mt 25,31-46).

c. Concepto del mundo material: Dios creó el mundo como una realidad buena (Gn 1,31). Ha sido redimido por Cristo (Rom 8,19-23). Será

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transformado al final de los tiempos en «los nuevos cielos y la nueva tierra» (2P 3,13; Apoc 21, 1).

4. LOS MILAGROS DE JESUSLa predicación apostólica afirma que Dios acreditó la misión de Jesucristo con «milagros, prodigios y señales» (Hch 2,22). En efecto, Jesús acompaña frecuentemente su predicación con numerosos milagros, para ofrecer motivos de credibilidad: «Recorría Jesús toda la Galilea enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia del pueblo. Su fama se extendió por toda Siria; y le traían a todos los que se sentían mal, aquejados de diversas enfermedades y dolores, a los endemoniados, lunáticos y paralíticos, y los curaba» (Mt 4,23-24).

4.1. DefiniciónSon las acciones sensibles y extraordinarias que Jesús realiza como signos de su Divinidad y que hacen presente la salvación. Santo Tomás define el milagro como «aquello que se efectúa fuera del orden de toda la naturaleza creada. Evidentemente, esto no puede hacerlo más que Dios»5. San Agustín: «los milagros del Señor son signos de misterios», «todo acontecimiento insólito que sobrepase de modo manifiesto las esperanzas o capacidades del que lo admira»6. El milagro suele considerarse también como «aquel hecho cuya realización no puede explicarse por ninguna de las causas creadas, físicas o espirituales»7.Explicando un poco más:

Para que haya milagro, se requiere que la acción sea sensible, que sea perceptible por los sentidos de modo que podamos tener experiencia cierta: por ejemplo, la conversión del agua en vino en las bodas de Caná o la resurrección de la hija de Jairo.

Esas acciones sensibles deben ser extraordinarias, acciones que «no siguen el curso ordinario de las leyes naturales» y, en consecuencia, causan admiración por ser inexplicables humanamente. En el milagro el hombre se encuentra ante una acción que supera las fuerzas y las leyes de la naturaleza. Es decir, el milagro no puede ser realizado por un simple hombre y motiva a aceptar «algo más» de lo que encontramos en el mundo.

El milagro puede superar las fuerzas de la naturaleza en cuanto a la substancia del hecho –por ejemplo, la resurrección de un muerto–, y en cuanto al modo de realizarlo –por ejemplo, una curación instantánea–. Sin embargo, no parece correcto decir que esas acciones extraordinarias están en «contraposición» con las leyes naturales, o que las anulen o violenten, sino que implican solamente cierta «suspensión» experimentable de su función ordinaria. Más bien hay que afirmar que los milagros están en la línea de la misma naturaleza, aunque por encima de la capacidad normal de actuar de esta. El milagro no introduce «un desorden en el mundo creado», sino un «orden superior»8.

En otras palabras: cuando hace un milagro, Jesús activa las fuerzas de la naturaleza mediante su intervención divina, y produce un efecto que va más allá de la posibilidad normal de acción de la naturaleza. Esto no elimina ni frustra la causalidad que Dios ha comunicado a las cosas en

5 Cfr. Summa Theologiae, I, 110,46 Sermones, en Pensamientos de San Agustín, BAC, Madrid, 1977, p. 240; Cfr. CatIglCat nn. 547-5507 Cfr. A. Lang: Teología Fundamental, I, p. 1248 Cfr. L. Bouyer: Diccionario de Teología, voz «Milagro»

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su creación, ni viola las «leyes naturales» establecidas por Él mismo e inscritas en la estructura de lo creado, sino que exalta y, en cierto modo, ennoblece la capacidad de obrar de la naturaleza, como sucede precisamente en las curaciones descritas en el Evangelio; por ejemplo, dar vista a un ciego de nacimiento, o dar fuerza instantánea a los miembros tullidos de un paralitico.

Para que haya milagro, debe excluirse la posibilidad de que esa acción admirable pueda ser ocasionada por fuerzas ocultas desconocidas o por la acción del demonio. Desde esta perspectiva, el milagro es un signo externo y objetivo de la acción de Dios en el mundo y, en concreto, de la credibilidad de la Revelación sobrenatural y de la Divinidad de Jesús. Como afirma el Conc. Vat. I, los milagros «son signos certísimos de la Revelación divina acomodados a la inteligencia de todos»9. En definitiva, los milagros externos y palpables están ordenados por Dios para probar una verdad de fe y, en primer término, la Divinidad de Jesús.

En cuanto «hechos», los milagros «pertenecen a la historia evangélica, cuyos relatos son creíbles en la misma y aun mayor medida que los contenidos en otras obras históricas. Está claro que el verdadero obstáculo para aceptarlos como datos, ya de historia ya de fe, radica en el prejuicio antisobrenatural... Es el prejuicio de quien quisiera limitar el poder de Dios, o restringirlo al orden natural de las cosas, casi como una auto-obligación de Dios de ceñirse a sus propias leyes. Pero esta concepción choca contra la más elemental idea filosófica y teológica de Dios, Ser infinito, Subsistente y Omnipotente, que no tiene límites, salvo en el "no-ser" y, por tanto, en el absurdo»10.

En armonía con las demás acciones, los milagros de Jesús son signos de salvación: mediante los «milagros, prodigios y señales» que ha realizado, Jesús ha manifestado su poder de salvar a los hombres del pecado que impide la salvación del alma inmortal y separa al hombre de Dios; en otras palabras, los milagros de Jesús hacen presente la salvación.

4.2. Tipos de milagrosLos tipos de milagros realizados por Jesús suelen clasificarse del modo siguiente:

curaciones de enfermos, resurrecciones de muertos, dominio sobre las fuerzas de la naturaleza expulsión de demonios.

PRINCIPALES MILAGROS DE JESÚSMilagros sobre la naturaleza Mateo Marc

osLucas Juan

Conversión de agua en vino en Bodas de Caná

2,1-11

Primera pesca milagrosa 5,1-11Jesús camina sobre el lago 14,23-33 6,45-

526,15-

21Primera multiplicación de los panes 14,13-21 6,31-

449,10-

176,1-15

9 Cfr. De fide catholica, c. 310 Cfr. Juan Pablo II: Discurso, 9-XII-1987, n.7

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Segunda multiplicación de los panes 15,32-39 8,1-10La tempestad calmada 8,23-27 4,36-

418,22-

25Maldición de la higuera 21,18-22 11,12-

25Segunda pesca milagrosa 21,1-

13

Expulsiones de demonios Mateo Marcos

Lucas Juan

Un poseso en Cafarnaúm 1,23-28

4,36-37

Los endemoniados de Gadara 8,28-34 5,1-20 8,26-29

Un endemoniado mudo 9,32-34 11,14-15

Curaciones de personas Mateo Marcos

Lucas Juan

La suegra de Pedro 8,14-15 1,29-31

4,38-39

El criado Malco 22,50-51

La mujer cananea 15,21-28

7,24-30

Un leproso 8,2-4 1,40-45

5,12-16

Diez leprosos 17,12-19

El criado del centurión 8,5-13 7,1-10 4,46-54

El paralítico de Cafarnaúm 9,2-8 2,1-12 5,16-26Paralítico de la piscina de Betzata 5,1-15El hombre de la mano seca 12,9-13 3,1-6 6,6-11La hemorroísa de Cafarnaúm 9,20-26 5,25-

348,43-48

Dos ciegos 9,27-31El endemoniado ciego y mudo 12,22-

30Dos ciegos de Jericó 20,29-

3410,46-

5218,35-

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El ciego de Betsaida 8,22-26

El ciego de nacimiento en Jerusalén 9,1-12La mujer encorvada 13,10-

17Un hidrópico 14,1-6Un sordomudo cerca de Sidón 7,31-

37Un muchacho lunático 17,14-

189,14-

299,37-42

Resurrecciones de muertos Mateo Marcos

Lucas Juan

El hijo de la viuda de Naím 7,11-17

La hija de Jairo en Cafarnaúm 9,18-26 5,21-43

8,46-56

Lázaro en Betania 11,1-45

5. SIGNIFICADO DE LOS MILAGROS DE JESUSLos milagros de Jesús tienen gran riqueza de significados; se dice que gozan de una «polivalencia» de significación y de eficacia salvadora, relacionada con el misterio de la muerte y Resurrección de Jesús. Los principales significados son los siguientes:

5.2. Signos de la Divinidad de JesúsLos milagros de Jesús son signos para reconocer su poder divino: El propio Jesús lo expresa con toda claridad a los judíos: «Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; pero si las hago, crean en las obras, aunque no me crean a mí, para que conozcan y sepan que el Padre está en mí y yo en el Padre» (Jn 10,37-38). Al Respecto dice Juan Pablo II: «Por muchas que sean las discusiones que se puedan entablar o, de hecho, se hayan entablado acerca de los milagros (a las que, por otra parte, han dado respuesta los apologistas cristianos), es cierto que no se pueden separar los "milagros, prodigios y señales", atribuidos a Jesús e incluso a sus Apóstoles y discípulos que obraban "en su nombre", del contexto autentico del Evangelio. En la predicación de los Apóstoles, de la cual principalmente toman origen los Evangelios, los primeros cristianos oían narrar de labios de testigos oculares los hechos extraordinarios acontecidos en tiempos recientes y, por tanto, controlables bajo el aspecto que podemos llamar critico-histórico, de manera que no se sorprendían de su inserción en los Evangelios. Cualesquiera que hayan sido las contestaciones que han tenido lugar en tiempos sucesivos, de las fuentes genuinas de la vida y enseñanza de Jesús emerge una primera certeza: los Apóstoles, los Evangelistas y toda la Iglesia primitiva veían en cada uno de los milagros el supremo poder de Cristo sobre la naturaleza y sobre las Leyes. Aquel que revela a Dios como Padre Creador y Señor de lo creado, cuando realiza estos milagros con su propio po-

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der, se revela a Sí mismo como Hijo consubstancial con el Padre e igual a Él en su señorío sobre la creación»11. Veamos algunos ejemplos:

Jesús manifiesta que tiene un poder que corresponde a Dios, no a un simple hombre, en los siguientes milagros:

en la curación del leproso (Mc 1,40-42); en la resurrección de la hija de Jairo: (Mc 5,41-42); en la resurrección de Lázaro: (Jn 11,43-44).

La gente reconoce la Divinidad de Jesús al ver los milagros que hacía: los Apóstoles, al ver a Jesús andar sobre las aguas, le adoran y

confiesan: «Verdaderamente eres Hijo de Dios» (Mt 14, 33); las muchedumbres creyeron que venía de parte de Dios (Jn 2, 23); Nicodemo: «Rabbi, sabemos que has venido de parte de Dios como

Maestro, pues nadie puede hacer los prodigios que lo haces si Dios no está con él» (Jn 3,2);

incluso sus enemigos temen que las muchedumbres creyeran en Él a causa de sus milagros (Jn 11,47-48).

5.3. Signos de la acción salvadora de JesúsRealizando milagros Jesús se presenta como el Salvador de los hombres respecto al pecado, al demonio y a la muerte:

al curar al paralítico de Cafarnaúm: «Hijo, tus pecados te son perdonados» (Mc 2,1-12).

al curar al endemoniado de Gerasa (Mc 5,1-20). al resucitar al hijo de la viuda de Naím, a la hija de Jairo y a Lázaro

5.4. Signos del Reino de DiosLos milagros de Jesús también son signos del Reino de Dios, que ha irrumpido en la historia del hombre y del mundo: «Si arrojo a los demonios por el Espíritu de Dios, es que ha llegado a ustedes el Reino de Dios» (Mt 12,28). Como había sido anunciado en el AT muchas veces, Jesús da vista a los ciegos, hace hablar a los mudos y oír a los sordos, resucita a los muertos y arroja a los demonios (cfr. Lc 4,16-22). Estos hechos anticipan los bienes sobrenaturales que Dios dará a los fieles al final de los tiempos; por ejemplo, las curaciones corporales son expresión sensible de la salvación y de la felicidad eterna del cielo.

5.5. Signos de la realidad sacramental presente en la IglesiaEn los milagros de Jesús también se anuncia la realidad sacramental que es propia de la Revelación cristiana. Procede del poder divino de Cristo y de su acción salvadora, y ha sido confiada a su Iglesia. Veamos algunos ejemplos:

a. La curación del ciego de nacimiento (Jn 9, 1-41) es signo del sacramento del Bautismo.

b. La conversión del agua en vino en Caná de Galilea (Jn 2,1-11) inaugura la nueva creación, la de la gracia. Signo del sacramento del matrimonio.

c. La curación del paralítico (Mc 2,1-12) es signo del poder de Jesús de perdonar los pecados, luego encomendado a sus Apóstoles y a sus sucesores en el ministerio sacerdotal (Jn 20,22-23).

d. El milagro de la multiplicación de los panes (Jn 6,1-15), realizado cerca de Cafarnaúm el día anterior a la promesa de la Eucaristía (Jn 6,22-59), es un signo de este sacramento.

11 Juan Pablo II: Discurso, 2-XII-1981, n.1

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5.6. Signos de la presencia de Jesús en la IglesiaLos milagros de Jesús también son signos de su presencia constante en la Iglesia.a. La tempestad calmada (Mc 4,35-41) es signo de la presencia constante de

Cristo en la «barca» de la Iglesia; en la pregunta a los discípulos: «¿Por qué tienen miedo? ¿Aun no tienen fe?» (Mc 4,40), se ve «la voluntad de Jesús de inculcar en los Apóstoles y discípulos la fe en su propia presencia operante y protectora, incluso en los momentos más tempestuosos de la historia, en los que se podría infiltrar en el espíritu la duda sobre la asistencia divina»12.

b. Su caminar sobre las aguas (Mc 6,45-52) es otra señal de su presencia y asegura una vigilancia constante sobre sus discípulos y su Iglesia: «Soy yo, no teman».

c. Las pescas milagrosas (Lc 5,1-11; Jn 21,1-14) son para los Apóstoles y para todos los miembros de la Iglesia señales de la fecundidad evangelizadora y apostólica, si los fieles se mantienen unidos al poder salvífico de Cristo; en la primera pesca Jesús dice a Pedro que, en adelante, será «pescador de hombres» (Lc 5,10); tras la pesca que tiene lugar después de la Resurrección, Jesús dice a Pedro: «Apacienta a mis ovejas» (Jn 21,17).

5.7. Los milagros son llamadas a la feLos milagros están ordenados y estrechamente vinculados a la llamada a la fe, pues el milagro acontece en unión orgánica con la Palabra de Dios que se revela. La Revelación es una invitación de Dios a la fe, a creer lo que Él anuncia para la salvación de los hombres. El milagro es «señal» particularmente intensa que confirma la presencia y la operatividad de la Palabra de Dios anunciada. La llamada a la fe en relación con el milagro tiene dos formas:

a. En algunas ocasiones, la fe precede al milagro y es condición para que se realice:

María en la Encarnación: Lc 1. 26-38. 45; María en Caná de Galilea: Jn 2,1-11; Jairo ante la enfermedad y muerte de su hija: Mc 5, 36; el padre del epiléptico: Mc 9, 22-24; Marta ante la resurrección de su hermano Lázaro: Jn 11,25-27; la hemorroisa: Mt 9,20-22; el ciego Bartimeo: Mc 10,46-52; la mujer cananea: Mt 15,21-28.

b. También encontramos ocasiones en las que la fe es un efecto del milagro, está motivada por él:

los discípulos «creyeron en Él» (Jn 2,11) después del milagro en Caná de Galilea;

los Apóstoles creen que Jesús es «el Santo de Dios» (Jn 6,66-69) después de la multiplicación milagrosa de los panes cerca de Cafarnaúm;

la fe es el fin por el cual Jesús realizo sus milagros como expresa el Evangelista Juan: «Muchos otros signos hizo Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritos en este libro. Estos han sido escritos para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengan vida en su nombre» (Jn 20,30-31).

12 Cfr. Juan Pablo II: Discurso, 2-XII-1987, n.4

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5.8. Signos del orden sobrenaturalPor último, los milagros demuestran la existencia del orden sobrenatural: mediante ellos se constata que el orden de la naturaleza no agota toda la realidad y que el destino del hombre es el Reino de Dios.

6. LOS MILAGROS «EN EL NOMBRE DE JESUCRISTO»A lo largo de la historia nos encontramos con muchos milagros realizados por cristianos. ¿Qué sentido tienen esas acciones prodigiosas? Tales milagros no aparecen como expresión de un supuesto poder divino de esos hombres, sino de su estrecha unión con Dios, pues siempre los realizan «en el nombre de Jesucristo» y con un fin sobrenatural. Se puede decir que tanto los Apóstoles como los santos que se suceden de generación en generación realizan esos milagros como "prolongación" de los milagros de Jesús y, consiguientemente, como llamada continuada a la conversión y a la fe.

a. Milagros de los Apóstoles: Los Hechos de los Apóstoles da testimonio de que «los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo» (Hch 5,12) «en el nombre de Jesucristo». Pedro curó a un paralítico de nacimiento en Jerusalén (Hch 3,1-11), a

numerosos «enfermos y poseídos del espíritu inmundo» (Hch 5,16), al paralítico Eneas en Lida (Hch 9,32-35) y resucitó a la cristiana Tabita en Joppe (Hch 9,36-42). El diácono Esteban realizo «grandes prodigios y signos» (Hch 6,8). Pablo curó en Listra a un hombre cojo de nacimiento (Hch 14,8-10), hizo muchos milagros en Éfeso (Hch 19, 11) y resucitó a Eutico en Tróade (Hch 20, 9-12).

b. Milagros de los santos. También nos encontramos con numerosos milagros realizados por santos a lo largo de los tiempos. Sobre la historicidad y el sentido de tales prodigios son esclarecedoras las siguientes palabras de Juan Pablo II: «La vida de los santos, la historia de la Iglesia, y, en particular, los procesos practicados para las causas de canonización de los Siervos de Dios, constituyen una documentación que, sometida al examen, incluso al más severo, de la crítica histórica y de la ciencia médica, confirma la existencia del poder de lo "alto" que obra en el orden de la naturaleza y la supera. Se trata de "signos" milagrosos realizados desde los tiempos de los Apóstoles hasta hoy, cuyo fin esencial es hacer ver el destino y la vocación del hombre al Reino de Dios. Así, mediante tales "signos", se confirma en los distintos tiempos y en las circunstancias más diversas la verdad del Evangelio y se demuestra el poder salvífico de Cristo, que no cesa de llamar a los hombres (mediante la Iglesia) al camino de la fe. Este poder salvífico del Dios-Hombre se manifiesta también cuando los "milagros-signos" se realizan por intercesión de los hombres, de los santos, de los devotos, así como el primer "signo" en Caná de Galilea se realizó por la intercesión de la Madre de Cristo»13.

La riqueza y grandiosidad de todos estos significados indican muy bien que nos encontramos ante acciones divinas, que ofrecen al hombre un nuevo sentido de su existencia llamada a la salvación sobrenatural.

13 Cfr. Juan Pablo II: Discurso, 13-I-1988, n.7

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7. LAS PROFECÍAS SOBRE JESÚS

7.1. ConceptoOtro de los argumentos objetivos que confirman la Divinidad de Jesús es el de las profecías. Se entiende por profecía el anuncio cierto de acontecimientos futuros que no pueden ser conocidos por causas naturales y que, por eso, son signos ciertos de la Revelación, adaptados a la inteligencia de todos14. El Evangelio de Juan presenta a Jesús como el Profeta mesiánico: «Este es verdaderamente el Profeta que viene al mundo» (Jn 6,14). Jesús se presenta como el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento: «hoy se ha cumplido esta Escritura que acaban de oír» (Lc 4,21).En la Sagrada Escritura encontramos numerosas profecías; las que principalmente nos interesan, como confirmación de la Divinidad de Jesús, son las siguientes: las que anunció el propio Jesús y las del Antiguo Testamento sobre la venida del Mesías Salvador que tuvieron su cumplimiento en Jesús.

7.2. Profecías de JesúsJesús hizo anuncios de futuro concretos o profecías. Las que se referían a sí mismo tuvieron, efectivamente, cumplimiento en su vida. Son tanto más significativas cuanto comprobamos la sorpresa e incluso la incredulidad por parte de sus discípulos. Veamos las predicciones más importantes: Su pasión, Muerte y Resurrección (Mc 8, 31-32)15; El abandono de sus discípulos y la negación de Pedro (Mc 14,26-31); La traición de Judas (Mc 14,10-11; Jn 6,70-71). La destrucción del Templo de Jerusalén (Mt 24, 2. 15-20; Mc 13, 14-19)16; La perennidad de la Iglesia (Mt 16, 18). La persecución de sus discípulos (Mt 10, 16-28; Jn 15,20; 16,24). El fin del mundo con la resurrección de los cuerpos (Mt 22, 23-33; 25, 46;

Jn 5, 28-30). El juicio universal (Mt 16,27; 25,31-46).

7.3. Profecías mesiánicas del Antiguo TestamentoEn el Antiguo Testamento hay numerosas profecías que señalan notas características del Mesías o Salvador que Dios promete enviar a la tierra17. Los autores dan la mayor importancia a las profecías siguientes, cuyo cumplimiento tiene lugar en Jesús: El anuncio de la redención salvadora en el relato del pecado original (Gn

3, 9-15). El Emmanuel (Is 7,14). El Dios fuerte (Is 9,5). El árbol de Jesé (Is 11, 1-3). El siervo doliente de Yhwh (Is 42 y 53). El Hijo de Dios (Sal 2,6-8). El Hijo del Hombre (Dan 7, 13-14).Los Evangelios, especialmente el de Mateo, recogen el cumplimiento en Jesús de numerosas profecías del Antiguo Testamento, para mostrar su Divinidad. He aquí algunos ejemplos: Mt 1, 22: El Mesías es el Emmanuel.

14 Cfr. CatIglCat, n. 15615 Cfr. Ibid. n. 60116 Ibid. n. 58517 Ibid. nn. 64 y 489

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Mt 2, 15.23: Su estancia en Egipto (Oseas 11, 1). Mt 8,17; 12,17.39; Juan 1, 29. 36: El Mesías es el Siervo doliente de Yhwh. Mt 13,35: realiza la revelación en parábolas (Sal 78,2). Mt 21,4: Su entrada triunfal en Jerusalén (Zac 9,9). Mt 27,9: Será vendido en treinta monedas de plata (Zac 11,12-13; Jer

32,6-9). Lc 4,17-21: El Mesías es el ungido de Dios (Is 61,1-2). Lc 7,22: El Mesías hará milagros (Is 35,5; 61,1). Lc 24,25-27: la redención de los hombres se realiza por la pasión y muerte

del Mesías (Dt 18, 15; Sal 22; Is 53).El propio Jesús muestra el cumplimiento de las profecías mesiánicas como prueba de su Divinidad: «Escudriñen las Escrituras, ya que ustedes piensan tener en ellas la vida eterna; pues ellas dan testimonio de mí» (Jn 5,39).San Pedro, el día de Pentecostés, para demostrar que Jesús de Nazaret es el Mesías anunciado por los profetas, a la multitud congregada en Jerusalén recuerda los milagros realizados por Jesús, así como su muerte, su Resurrección y su gloriosa Ascensión a los cielos: «A Jesús Nazareno, hombre acreditado por Dios ante ustedes con milagros, prodigios y señales que Dios realizo entre ustedes por medio de Él, como bien saben, a Éste, que fue entregado según el designio establecido y la presciencia de Dios, lo mataron clavándole en la cruz por manos de los impíos... A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Y ha sido exaltado a la derecha de Dios... Por tanto, sepa con seguridad toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien ustedes crucificaron» (Hch 2,22-24.32-33.36).