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 Conflictos neutralizados La Palabra presenta inn ume rab les escenas de con fli cto en la vid a de las per son as que mar car on una difere nci a en la his tor ia del pue blo de Dio s.  Algunos de ellos, como Jacob, Elí y oboam, mane!aron mal las situaciones y pag aron un alto precio por su necedad. En otr os cas os, los involucrados mostraron profunda sabiduría. En el presente artículo e"aminaremos tres de estas sit uaciones, int ent ando identificar la cau sa del conflicto, el camino tomado para su resoluci#n y el resultado obtenido. Abraham y Lot – La generosidad revelada (Gé 13.5–13)  A. El conte"to La prosperidad que acompa$# a Abram como resultado de su obediencia a la vo% de Dios, saliendo hacia la tierra prometida, tra!o sus problemas. Alguien ha observado que el &"ito puede r'pidamente convertirse en un problema y, en el caso de Abram, el crecimien to de sus reba$os pro du! o e"act amente esto( )*ubo contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot+ -./0. El problema era sencillo, pero potencialmente podría ser el comien%o de una guerra. 1. La resoluci#n La clave de la intervenci#n de Abram la encontramos en el verso 2( )3o haya ahora altercado entre nosotros dos ni entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos+. Esta es una de las claves para resolver e"itosamente un conflicto( tener una convicci#n inamovible de que nuestra condici#n de hi!os de Dios aut om' tic ame nte e"cluye cie rtos tipos de compor tamientos , como la gritería, la maledicencia, la vengan%a o la murmuraci#n. 4uando perdemos de vista que estamo s tratando con per sonas que Dios valora profun damente, corremos el peligro de actitudes de desprecio y condenaci#n. El segundo paso que tom# Abram fue la de repartir las tierras. )53o est' toda la tierra delante de ti6 7o te ruego que te apartes de mí. 8i vas a la mano i%quierda, yo ir& a la derecha9 y si a la mano derecha, yo ir& a la i%quierda+ v. :0. A Abram correspondía la elecci#n de las tierras, pero mostr# preferencia hacia su sobrino, adoptando la misma actitud que 4risto, quien no consider# el ser igual al Padre como al go a lo cual af er rarse ;il <. =0 . Esta post ur a solamente se puede asumir cuando una persona tiene absoluta convicci#n de que su vida, sus pertenencias y su futuro est'n en manos de Dios. 3o necesita maniobrar para conservarlas, pues sabe que el Padre vela por su bienestar y de esta man era , puede res olv er los confl ict os en un espír itu de confi ada quietud.

Conflictos neutralizados

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Conflictos neutralizados

Conflictos neutralizados

por Christopher Shaw

Tres situaciones de conflicto en la Palabra nos ofrecen valiosa instruccin para resolver con xito los desafos y contratiempos en nuestra propia vida.

La Palabra presenta innumerables escenas de conflicto en la vida de las personas que marcaron una diferencia en la historia del pueblo de Dios. Algunos de ellos, como Jacob, El y Roboam, manejaron mal las situaciones y pagaron un alto precio por su necedad. En otros casos, los involucrados mostraron profunda sabidura. En el presente artculo examinaremos tres de estas situaciones, intentando identificar la causa del conflicto, el camino tomado para su resolucin y el resultado obtenido.

Abraham y Lot La generosidad revelada (G 13.513)

A. El contexto

La prosperidad que acompa a Abram como resultado de su obediencia a la voz de Dios, saliendo hacia la tierra prometida, trajo sus problemas. Alguien ha observado que el xito puede rpidamente convertirse en un problema y, en el caso de Abram, el crecimiento de sus rebaos produjo exactamente esto: Hubo contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot (13.7). El problema era sencillo, pero potencialmente podra ser el comienzo de una guerra.

B. La resolucin

La clave de la intervencin de Abram la encontramos en el verso 8: No haya ahora altercado entre nosotros dos ni entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. Esta es una de las claves para resolver exitosamente un conflicto: tener una conviccin inamovible de que nuestra condicin de hijos de Dios automticamente excluye ciertos tipos de comportamientos, como la gritera, la maledicencia, la venganza o la murmuracin. Cuando perdemos de vista que estamos tratando con personas que Dios valora profundamente, corremos el peligro de actitudes de desprecio y condenacin.

El segundo paso que tom Abram fue la de repartir las tierras. No est toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de m. Si vas a la mano izquierda, yo ir a la derecha; y si a la mano derecha, yo ir a la izquierda (v. 9). A Abram corresponda la eleccin de las tierras, pero mostr preferencia hacia su sobrino, adoptando la misma actitud que Cristo, quien no consider el ser igual al Padre como algo a lo cual aferrarse (Fil 2.6). Esta postura solamente se puede asumir cuando una persona tiene absoluta conviccin de que su vida, sus pertenencias y su futuro estn en manos de Dios. No necesita maniobrar para conservarlas, pues sabe que el Padre vela por su bienestar y de esta manera, puede resolver los conflictos en un espritu de confiada quietud.

C. El desenlace

La consecuencia inmediata de la intervencin de Abram fue que las tensiones entre los pastores de Lot y los suyos cesaron. Por ser parte de un pueblo espiritual, sin embargo, asegur una consecuencia que iba ms all de lo inmediato. Al poco tiempo Jehov dijo a Abram, despus de que Lot se apart de l: "Alza ahora tus ojos y, desde el lugar donde ests, mira al norte y al sur, al oriente y al occidente. Toda la tierra que ves te la dar a ti y a tu descendencia para siempre." (13.1314). Es importante tomar nota de esta segunda consecuencia, porque muchas veces nuestra intervencin puede asegurar una resolucin temporal, pero no una bendicin a largo plazo. Queda claro que Abram honr a Dios con una actitud de generosidad que abri las puertas para una mayor bendicin en su vida. Aquel que acta dentro de los principios de la Palabra no tiene forma de perder!

Moiss, Miriam y Aarn La mansedumbre ejemplificada (Nm 12.115)

A. El contexto

El libro de Nmeros aporta la segunda escena en esta serie: Miriam y Aarn hablaron contra Moiss a causa de la mujer cusita que haba tomado. Ellos decan: Solamente por Moiss ha hablado Jehov? No ha hablado tambin por nosotros? (vv. 1, 2). Llaman la atencin al menos dos detalles del pasaje. El primero, que aparentemente la raz del problema era la esposa de Moiss. Da la impresin que Miriam y Aarn la desestimaban por su origen no hebreo, y el desprecio es el inicio del odio. Solamente podemos despreciar a otros cuando la opinin que tenemos de nosotros mismos es ms alta de lo que deberamos.

El segundo detalle remite a la soberbia presente en este desprecio, luego de descalificar a la esposa de Moiss, Miriam y Aarn se sintieron con libertad tambin de cuestionar su autoridad. Del mismo modo que fue juzgado el hijo del Hombre por juntarse con pecadores, estos dos descartaron a Moiss por la compaera que tena. Su cuestionamiento, sin embargo, revelaba algo ms profundo que la incapacidad del profeta: una ambicin personal por acceder al puesto que l ocupaba. Aunque podemos disfrazar nuestras crticas, con frecuencia no son ms que un indicio de las malas actitudes que ya estn alojadas en nuestro propio corazn.

B. La resolucin

La intervencin en el problema tiene dos partes. El relato dice que lo oy Jehov. Moiss era un hombre muy manso, ms que todos los hombres que haba sobre la tierra (vv. 2, 3). En la primera, observamos que Dios tom nota de los comentarios de Aarn y Miriam. Esta realidad debe inculcar en nosotros un temor santo. A menudo creemos que lo que hablamos no son ms que palabras. No obstante, Jess advirti que toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darn cuenta en el da del juicio (Mt 12.36). Aun cuando no veamos ningn tipo de disciplina inmediata, es un asunto serio hablar mal de otros, y especialmente de los que estn en autoridad.

La segunda faceta resaltada en este incidente es la actitud de Moiss, pues actu con la misma mansedumbre que Cristo tuvo ante sus acusadores. Esta actitud es esencial para el ministerio del lder, pues Dios no lo llama a defender su puesto, ni su persona. Cuando el lder se tensa y comienza a argumentar, en lugar de afianzar su autoridad, la pierde. Pero si da amplio lugar para que Dios acte, afirma a la vez que el Seor lo ha puesto en esa funcin y ni l mismo puede escaparse de ella sino hasta que el Padre as lo indique. En este caso, el respaldo de Jehov fue la manifestacin visible del agrado de Dios en la postura humilde de su siervo.

C. El desenlace

El profeta confi que el Seor hara lo que fuera necesario, y su confianza no fue defraudada. Entonces la ira de Jehov se encendi contra ellos; y se fue. Y la nube se apart del tabernculo, y he aqu que Miriam estaba leprosa como la nieve; y mir Aarn a Miriam, y he aqu que estaba leprosa (vv. 910). El Seor se encarg de disciplinar a estos dos que se haban rebelado contra Moiss. Primeramente comparti con ellos una revelacin: Cuando haya entre vosotros profeta de Jehov, le aparecer en visin, en sueos hablar con l. No as a mi siervo Moiss, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablar con l, y claramente, y no por figuras (vv. 78). Observe qu interesante! Moiss no elabor una lista de las evidencias que l consideraba confirmaban su autoridad. Ms bien dej que Dios proveyera la evidencia. Por esta misma razn no se sinti con autoridad para castigar a Miriam y Aarn.

La evidencia de que la actitud de Moiss era realmente genuina es la intercesin de l para que Dios sanara a su hermana. Este es uno de los caminos ms eficaces para mantener alejada de nuestros corazones la amargura hacia aquellos que nos han generado conflictos. Cuando los convertimos en motivo de oracin el Seor derrite en nosotros cualquier dureza que se pueda haber formado. Ser porque Cristo haba orado previamente por Pedro que pudo luego restaurarlo con tanta ternura? En el caso de Moiss, seguramente su actitud mansa fue una de las razones que movieron a Aarn a arrepentirse, cuando reconoci que haban actuado locamente (v. 11).

Pablo, Bernab y los judaizantes El dilogo en accin (Hch 15.129)

A. El contexto

En la medida en que la iglesia creca, empezaron a surgir algunas tensiones por la insistencia de los creyentes judos en imponer los ritos de su pueblo sobre los creyentes gentiles. Ese conflicto pone de manifiesto una triste realidad: son muy raras las ocasiones en que una divisin es impulsada por un recin convertido. Ms bien, quienes han estado por largo tiempo en el mbito religioso son los ms propensos a los altercados. En este caso, el conflicto tena sus orgenes en una diferencia de visin. Pablo y Bernab queran llevar el evangelio de gracia a los gentiles, mientras que cierto segmento dentro de la Iglesia segua una lnea dura que perseveraba en el histrico pecado de Israel, el no mirar con compasin hacia las naciones que deban bendecir.

A este problema se le sum una segunda complicacin: Pablo y Bernab tuvieron una discusin y contienda no pequea con ellos (v. 2). Es decir, a pesar de los intentos de llegar a un acuerdo, el dilogo simplemente se degener en una tremenda discusin por la cual no podan llegar a ningn acuerdo. Aunque haban llegado a Jerusaln para buscar socorro de aquellos que tenan mayor autoridad en la iglesia, el debate no dej de ser intenso. Debemos sealar, no obstante, que la discusin se dio precisamente porque los hermanos queran trabajar en armona. Bien podran haberse trasladado a otra zona, sacudindose el polvo de los pies; sin embargo, primeramente intentaron un acercamiento de posiciones.

B. La resolucin

La decisin de la iglesia fue sumamente sabia. Por eso se dispuso que Pablo, Bernab y algunos otros de ellos subieran a Jerusaln, a los apstoles y a los ancianos, para tratar esta cuestin (v. 2). En ocasiones no se puede avanzar por medio del dilogo entre los que estn en conflicto, pues los temas son de muy difcil resolucin o los nimos estn muy encendidos. El compromiso de los que estn en Cristo, entonces, es buscar todos los caminos posibles para llegar a un acuerdo. Jess mismo dio instrucciones de que si no se lograba convencer a un hermano se deba llamar a un testigo (Mt 18.16). En este caso, la iglesia local decidi apelar a un tercero para mediar en la situacin.

Se destacan tres elementos en el relato de Lucas. Primero, hubo tambin en Jerusaln una gran discusin (7). Esto no indica, para nada, que el encuentro fue negativo. Ms bien nos da la pauta de que se permiti a los hermanos una plena participacin en la discusin del asunto. Muchas veces no llegamos a una resolucin porque estamos demasiado apurados en lograr una definicin y no se respeta el proceso de dilogo necesario.

En segundo lugar, observamos que los ancianos y apstoles dieron oportunidad a Pablo y Bernab para testificar de lo que estaban experimentando en el ministerio, contando cun grandes seales y maravillas haba hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles (vv. 4, 12). Este detalle es importante porque muchas veces los debates se desarrollan en el marco de lo terico. Los fariseos no crean que Jess poda sanar a un ciego de nacimiento (Jn 9), pero el hecho es que el hombre ya no era ms ciego! En ocasiones debemos ajustar nuestra teora a la realidad, pues los frutos de una vida consagrada hablan con la misma elocuencia de la mejor teologa (Mt 7.16).

En tercer lugar, se mostr profundo respeto por las figuras claves en la iglesia, que en este caso eran Pedro y Jacobo. Ambos apstoles intervinieron en los momentos ms lgidos de la discusin y aportaron consejos sabios para el grupo. Aunque ninguna persona tiene un monopolio sobre la verdad, Dios ve con agrado que su pueblo se sujete y honre a aquellos a quienes l ha dado mayor responsabilidad en su casa.

C. El desenlace

El encuentro en Jerusaln produjo dos resultados preciosos para la Iglesia. Primeramente se estableci un antecedente acerca del valor del dilogo. Es evidente que todos los presentes mantuvieron un actitud de sensibilidad espiritual, pues en la resolucin pudieron declarar confiadamente que le haba parecido bien al Espritu Santo y a nosotros el acuerdo logrado (v. 28). Semejante logro solamente es posible cuando nos vestimos de la misma actitud de Cristo no haciendo nada por rivalidad o por vanidad; antes bien, con humildad, estimando cada uno a los dems como superiores a l mismo. No buscando su propio provecho, sino el de los dems (Fil 2.34).

A la vez, el encuentro dej definitivamente asentado que el cuerpo de Cristo posee una maravillosa variedad de manifestaciones, teologa que Pablo desarrollara extensamente en sus cartas (especialmente 1 Co 12). Gran parte de los conflictos que surgen en el mbito de la iglesia tienen sus orgenes en una actitud de desprecio hacia quienes no piensan, visten o creen exactamente como nosotros deseamos. Esta es la misma actitud de Miriam y Aarn y deshonra la originalidad con la que Dios nos ha creado. Nuestras diferencias deben ser motivo de celebracin, no de divisin!

Conclusin

Los conflictos pueden tener orgenes sumamente variados, y su resolucin tambin demanda de nosotros gran flexibilidad y sensibilidad. Sea cual sea la estrategia que implementemos, no cabe duda de que Dios le da mayor peso a las actitudes de los involucrados que al desenlace del conflicto. Tengamos cuidado, entonces, para que siempre haya en nosotros un espritu manso, humilde y compasivo. El Seor proveer de todo lo dems!

Apuntes Pastorales, edicin abril junio de 2006 / Volumen XXIII Nmero 3