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TADEO HAI:NKE . :399 pues visten á la europea ; pero conservan el traje de tapada con sayas ó basquiñas de la misma hechura y tamaño ; pliéganla á lo largo, con pliegues longitudinales y transversales, de el mismo modo que el manto con el cual se tapan perfectamente la cara, descubriendo sólo la órbita del ojo, de manera que al más celoso marido y al más vigilante padre es imposible, cuando no muy difícil, el conocerlas . Adquiere, con este ahuecado vestido, la figura femenina un volumen tal, que no da pie para inferir su arte y venír en conocimiento de la tapada, á menos que la voz, la figura de los brazos U otras semejantes señales den indicios de la persona . »Pero al paso que con tan cuidadoso esmero procuran taparse aquellas damas desde la cintura arriba, tienen otro no menor por descubrir los bajos, desde la liga hasta la planta del pié . La más recatada limeña descubre sin escrúpulo la mitad de la caña de sus piernas . Y por muy escandaloso que parezca á nuestras europeas este traje, el uso común de él en todo aquel país acostumbra insensiblemente la vista, y hace al fin que no cause la menor novedad, por extraño y chocante que parezca al principio ... . Madrid, 18 de Octubre de 1901 . CESÁREO FERNÁNDEZ DURO . IV . CARÁCTER DE LA CONQUISTA ESPAÑOLA EN AMÉRICA Y EN MÉXICO SEGÚN LOS TEXTOS DE LOS HISTORIADORES PRIMITIVOS, POR GENARO GARCíA (1). El título que se estampa en la portada de los libros no siempre anticipa idea del contenido de srls páginas ni revela los propósi- tos del autor . A veces es inapropiado el reclamo con que aquél (1) México . Oficina tipográfica de la Secretaria de Fomento, 1901 . En 8 mayor, 959 páginas .

Conquista Española en América

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sobre la conquista de a

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  • TADEO HAI:NKE .

    :399

    pues visten la europea ; pero conservan el traje de tapada consayas basquias de la misma hechura y tamao; pliganla lolargo, con pliegues longitudinales y transversales, de el mismomodo que el manto con el cual se tapan perfectamente la cara,descubriendo slo la rbita del ojo, de manera que al ms celosomarido y al ms vigilante padre es imposible, cuando no muydifcil, el conocerlas . Adquiere, con este ahuecado vestido, lafigura femenina un volumen tal, que no da pie para inferir suarte y venr en conocimiento de la tapada, menos que la voz, lafigura de los brazos U otras semejantes seales den indicios dela persona .Pero al paso que con tan cuidadoso esmero procuran taparse

    aquellas damas desde la cintura arriba, tienen otro no menor pordescubrir los bajos, desde la liga hasta la planta del pi. La msrecatada limea descubre sin escrpulo la mitad de la caa de suspiernas . Y por muy escandaloso que parezca nuestras europeaseste traje, el uso comn de l en todo aquel pas acostumbrainsensiblemente la vista, y hace al fin que no cause la menornovedad, por extrao y chocante que parezca al principio . . . . .

    Madrid, 18 de Octubre de 1901 .

    CESREO FERNNDEZ DURO.

    IV .

    CARCTER DE LA CONQUISTA ESPAOLA EN AMRICA Y EN MXICOSEGN LOS TEXTOS DE LOS HISTORIADORES PRIMITIVOS,

    POR GENARO GARCA (1).

    El ttulo que se estampa en la portada de los libros no siempreanticipa idea del contenido de srls pginas ni revela los propsi-tos del autor. A veces es inapropiado el reclamo con que aqul

    (1)

    Mxico . Oficina tipogrfica de la Secretaria de Fomento, 1901 . En 8. mayor,959 pginas .

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    excita la atencin del lector, y veces la extrava distrayndo-la, como ocurre en la obra de que me voy ocupar .D . Genaro Garca no se ha propuesto, lo que me parece, es-

    tudiar ni deducir el Carcter de la Conquista Espaola de Am-rica, para ello hubiera tenido que hacer compulsa escrupulosa decuanto se ha escrito sobre la materia, que no es poco ; describirante todo las regiones conquistadas ; de su modo social de ser, desu vida, creencias, costumbres, recursos, gobierno ; de cuanto esnecesario su conocimiento, y emprendida igual investigacinen la nacin conquistadora, tratar de los orgenes del suceso, decmo se realiz, por quines, con qu plan idea, hasta llegar alresultado que produjo .Pues bien ; de los pueblos americanos nada dice el autor, los

    supone conocidos y juzgados suficientemente . Del pueblo espa-Iol extiende, en cambio, tanto la consideracin, que la lleva lostiempos de la dominacin romana y la contina travs de losperodos histricos fin de mostrar cmo se fue consolidando elcarcter de los iberos, y poner en relieve las condiciones de losque pasaron Amrica en cuerpo .

    Trata, pues, de fallar pleito como abogado de una de las par-tes sin oir los alegatos de la contraria, que tanto equivale elplan constantemente seguido, de elegir, truncar y coser con hilode su fbrica-nada fino por cierto-textos de determinados es-critores, con exclusin de los que no convienen su objeto .

    El mismo lo indica : de historias de extranjeros como las dePrescott y Robertson, no hay que fiar ; de las que trabajaron au-tores mexicanos : Bustamante, Riva Palacios, Orozco, Chavero,por ligeros unos, por ofuscados, otros, por rutinarios los ms,tampoco se puede sacar substancia, y no se diga nada de los dela especie llamada clerical, que no son dignos de mencin . Es deadvertir que la peor de todas es la del mentecato D . Antonio deSols (paginas 246 y 445) .

    Historiadores hay muchos ; de los que el Sr. Garca cataloga Ypone al final de su libro, puede adquirirse copiosa leccin ; sinembargo, l est por los primitivos : Oviedo, Martir de Angleria,Lpez Goniara, Daz del Castillo, Corts, Herrera, le satisfacen Ybastan, por las minucias, las competencias, las cuestiones y aull

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    los chismes que consignan, que es de lo que se ha complacido enformar caudal .Dicho queda que los textos aparecen de tal manera compuestos

    y presentados, que verlos los que los escribieron, repetiran, se-guramente, que en el credo catlico puede leerse :

    Poncio Pilatos fue crucificado, muerto y sepultado . . .Mas ha de tenerse en cuenta que modificar tales textos es de

    todo punto necesario, en opinin del compilador, si ha de rendir-se tributo la verdad, la justicia y la memoria ultrajada delos infortunados indgenas, porque la historia de la conquistaest groseramente falseada ; es serie de panegricos encomisticospara los conquistadores y de acerbas diatribas para los vencidos.Aun despus de la independencia . de aquellos pases se han ocul-tado los documentos, haciendo de la conquista un cuadro engao-so, en el que las figuras de los espaoles, aunque un tanto reba-jadas, aparecen colosales todava (pginas 4 10) .

    Insisto en que D . Genaro Garca no ha tenido intencin de es-tudiar ni deducir el carcter de la conquista espaola de Amri-ca ; el ttulo equvoco y las generalidades de que se vale, no qui-tan que sea Mexico, la Nueva Espaa, el objetivo de su libro,ni el recuerdo de cosas pasadas, que su pensamiento acaricie lasfuturas, si no me equivoco . Veamos el modo.Anticip que trata del pueblo espaol desde la dominacin

    romana, y no ms atrs, porque le importa la constanca de ha-ber sido sus provincias de las primeras del mundo que abrazaronel cristianismo, verificndolo - dice - con fervor exceso, queprovoc la persecucin de los Emperadores .Venidos los godos, la intransigencia religiosa se acentu ms

    y ms ; el clero infundi el odio inextinguible cualquiera otracreencia, utilizando las costumbres groseras y la brutalidad deinstintos de ese pueblo, dcil instrumento de la ignorancia .Por un momento cambi completamente el aspecto de la patria

    al invadirla los moros . Destruida la monarqua gtica, bajo ladominacin liberal mahometana, progres Espafia, inicindoseel perodo ms glorioso de su civilizacin . Pero aun siendo losrabes caballeros, no trascendi su hidalgua aquellas gentes .Bajo el cetro de los reyes de Asturias reapareci el espritu reli-

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    gioso exagerado, mezcla peregrina de odio ciego y de falsa pie-dad, hasta aniquilar el progreso alcanzado . El catolicismo des-arroll y exacerbo de manera inaudita la crueldad espaola y stase manifest con frecuencia, desligada de toda idea o sentimientoreligioso, constituyendo rasgo psicolgico peculiar de la raza.Buena prueba de ello suministra el Cid, que sirviendo moros

    y cristianos fue cruelsimo ; Alfonso I de Aragn, que no le iba la zaga, siendo gran catlico ; el rey Fernando III, cuyo procederinconcebible con los infieles, sirvi para que la plebe comenzase mirarle como santo, y para que ms tarde le canonizase laIglesia ._Por qu Alfonso X fue aborrecido? Por su mansa condicin y

    el apego las letras, cualidades ambas abiertamente contrarias alespritu turbulento y obscurantista de la nacin .Ni Jaime I de Aragn ni Enrique III de Castilla se le aseme-

    jaban ; sus resoluciones de matanza general de judos les hicieronpopulares, como lo fueron los reyes Fernando Isabel, autoresde la expulsin de aquellos trabajadores industriosos, despojadosde sus bienes, instauradores de la Inquisicin, que, quemando yconfiscando, encarnaba en el pensamiento y en la conciencia dlas masas.

    Carlos V no amengu en un pice la fantica crueldad del pue-blo : Felipe II, su hijo, la acrecent, si cabe, acabando de matarel progreso intelectual . Naturalmente, la falta de cultura, lascostumbres groseras y la preponderancia del militarismo, fueronfecundos abonos para que el fanatismo cundiese inficionndolotodo (p. . 33) . La salvaje atrocidad de D . Juan de Austria en laguerra de los moriscos de Granada lo proclama .

    Estos precedentes, por los que rpidamente paso, sealan, alparecer del autor, los rasgos principales del carcter nacional . Demuy atrs admita no haber cosa ms meritoria ante Dios que elexterminio de infieles ; fcil era, por tanto, predecir que el proce-der de los conquistadores en Amrica sera despiadado .Llegada oportunidad de resear el descubrimiento, sin dejar el

    Sr . Garca su sistema de citas y referencias, lo extrema, incu-rriendo en deslices que no pueden pasar sin denuncia de falsedadnotoria . Sirvan de ejemplo stos :

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    No fu posible encontrar nmero suficiente de personas quequisieran acompaar Coln en su viaje. La empresa se habraretardado, pues, indefinidamente, si Fernando Isabel, por realprovisin, no hubiesen animado todos los criminales queemigrasen, concedindoles amplio indulto . . . El descubrimientode Amrica qued encomendado, por tanto, una turba de faci-nerosos de la peor especie (pginas 42-43) .

    Otras providencias anlogas hicieron que afluyesen las In-dias casi todos los criminales de Espaa (pg . 43) .En el nmero incluye los eclesisticos, que adolecan de la

    depravacin moral de los seglares y les excedan en srdidacodicia, mvil general de todos . Prelados, clrigos y frailes sien algo competan era en exprimir los indios y acaparar ri-quezas .Asimismo pone en la lista los caudillos sin excepcin algu-

    na . Cristbal Coln y su hermano Bartolom, que no eran espa-oles, pero que participaban de sus malas cualidades, quiz porser catlicos, iniciaron la conquista en la Isla Espafola, conside-rando los indgenas como animales 0 cosas sin valor . Trat-ronlos con la ms horrible inhumanidad, esclavizndolos, que-mndolos, despojndolos de cuanto posean .Otro tanto ejecutaron los que seguan sus pasos : Ojeda, La

    Cosa, Bobadilla, Nicuesa, Ponce de Len, Velzquez; iban buscaroro matando ; conquistaban segn la usanza espaola, quemando los caciques y allanando las provincias (pg . 266) . Todos aque-llos facinerosos daban grandes pruebas de cristiandad : oan misa,confesaban y comulgaban, tomaban aliento y fuerza en la religinpara entregarse desenfrenadamente al despojo y la carnicera(pg . 273) . Hernando de Soto, que no hizo en la Florida ms quedevastar, dio seales de ardientsimo cristiano (pg. 117) . Nezde Balboa, cruelsimo en la rapia, descubridor del Mar del Surmerced los indgenas, por ferviente catlico fue reputado enEspaa digno de honor (pg . 124) . Despus de todo, fcil era los espaoles comprar con el oro que robaban, absoluciones pa-peles, y purgados con ellas de todos sus anteriores crmenes, que-daban en aptitud para cometerlos de nuevo con entero desaho-e (pginas 262-326) .

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    Hernando Corts merece, naturalmente, privilegiada atencinal autor, que rectifica las apreciaciones de los anteriores .Se ha ponderada tanto su valor, que le parece necesario reba-

    jar bastante y colocarlo en la justa medida . Como los conquista-dores todos, en general, tenda en sus relaciones enaltecer lospropios mritos, contndolos cada paso en lucha con miles ymiles de enemigos (pg . 153) . En realidad, la conducta de estecapitn ruin, avaricioso, criminal, fue repeticin fiel de la obser-vada por Atila, el azote de Dios, que se vanagloriaba de que lahierba no crecera ms donde su caballo haba pisado : entre am-bos devastadores del linaje humano haba, sin embargo, una di-ferencia profunda, saber : que Atila fue un brbaro del siglo v,y Corts un letrado del siglo de oro (pg . 172) .Aun hay otra, me parece m, no tan pequea que haya po-

    dido escapar la penetracin del Sr. Garca . Atila invadi Eu-ropa la cabeza de 500.000 soldados, mientras que 500 no lle-gaban los de Corts al llegar las playas de un imperio que con-taba 16 .000 .000 de habitantes, y desguazar las naves que loshaban conducido para no tener motivo de arrepentimiento . Lascifras son tanto ms de notar viendo entre los cabos sueltos delautor; declaracin de que el pueblo mexicano haba sido siempreheroico y siempre invencible ; haba fundado el imperio ms vas-to y floreciente del Nuevo Mundo (pg. 161), implantado la es-plendorosa civilizacin que los espaoles destruyeron (pg. 9) .No se conforma el autor con las narraciones hasta ahora cono-

    cidas de la vandlica empresa; la exorna por s propio, valindo-se, por supuesto, del testimonio de los historiadores primitivos,de los cuales, por rareza, ha transcrito que los habitantes deCempoala, Totonaca, Tlaxcala, Texcoco y otros pueblos o regio-nes ms, recibieron Corts amistosamente, quejndose de queIiotecuhzoma, emperador, que se haca adorar cmo dios, les to-maba el oro-dulcifiquemos el verbo-les oprima, les tiranizabade forma que no lo podan aguantar .Lo que omiti el Sr. Garca es que adems les haca frecuente

    guerra con objeto de tomar prisioneros para sacrificarlos al doloHuitzilopochtli en solemnidad de las fiestas cvicas v palatinas .

    .De uno de los referidos historiadores primitivos, deJ Andrs de

    Siguiente

  • CONQUISTA ESPAOLA EN AMRICA Y EN MXICO .

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    Tapia, pudo copiar la descripcin del famoso Tzompantli, dondehaba 136 .000 calaveras ensartadas, que se reemplazaban, poradorno, y de cualquiera podra repetir las ceremonias de corona-ciOn de los emperadores y de dedicacin de los templos, en al-guna de las cuales se hace subir 80 .000 el nmero de vctimashumanas sacrificadas . Slo que en tal caso podra argirle la ra-zn, que ni la codicia, ni la opresin, ni la crueldad eran priva-tivas de los catlicos espaoles, toda vez que se manifestaban enla maravillosa civilizacin mexicana, con una agravante, que porcierto refiere, acaso sin pensarlo.Decan los mexica los castellanos durante el sitio de la capi-

    tal : Mir cuan malos y bellacos sois, que aun vuestras carnesson malas para comer, que amargan como las hieles, que no laspodemos tragar de amargor (pg . 304) .Cuestin de costumbre o de gusto tal vez, que no afectara

    las raras virtudes de los indios . El autor anota como observacinperegrina que el pueblo espaol, abominando sin misericordiani piedad los indgenas porque algunos de ellos sacrificaban sus enemigos ante los altares de los dioses, admiraba y santifica-ba la vez con exagerado misticismo el sacrificio que Abrahamno vacil en hacer de su propio hijo al Dios de Israel (pg. i) .Otros reparos hechos en la relacin del sitio de Tenochtitlan,

    sirven tan bien como el anterior para apreciar el criterio del se-or Garca .Los mexicanos- va diciendo-luchaban, no contra una sola

    provincia, sino contra toda la tierra (pg. 261), y hacianlo en ac-titud sin ejemplo en la historia, que habra mantenido indefini-damente en su temeroso desaliento los espaoles, si D . Fernan-do Ixtlitxochitl - el Sr . d e Tezcoco - no hubiese dicho al fin Corts, advirtiese que tena vergenza de lo poco que hacan, yque mirase que los espaoles se apocaban, que le pareca que l-Ixtlitxochitl-entrara por aquellas calles, y los espaoles de-trs (pg. 310) .Los panegiristas de la conquista aprovechan neciamente el

    transporte de los bergantines preparados para levantar Cortshasta las nubes, entonando en su loor falaces cantos epopyicos .Aunque convenimos con uno de esos panegiristas- Prescott-

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    que la empresa era cosa extraordinaria y sin ejemplo en la His-toria ; reclamamos el honor de la hazaa para los nicos quie-nes pertenece, para los tlaxcalteca, que fueron los que dierontodo recaudo de gente para cortar la madera, y con gran diligen-cia y presteza se hicieron su costa, y hechos llevaron Texcoco, la laguna de Mxico, que hay 18 leguas por tierra, la tablazny ligazn de ellos los naturales de Tlaxcala sus cuestas, pormontes y sierras y malos caminos (pag , 254) .

    Corts, siempre con gran temor (pginas 284-300), prosigui elsitio, huyendo de vez en cuando como huy la Noche triste, enla que varios espaoles haban quedado tendidos de miedo y es-palito sin herida alguna (pg. 223), no recobrndose los demsen la corrida hasta Tlaxcala, durante la que soaron con la bata-lla de Otumba, que slo existi en la imaginaciOr de los ham-brientos y desfallecidos castellanos (pg . 228) .

    Segua el cerco, turbado el aventurero espaol ante la dignaaltivez de aquel pueblo que pareca formado de reyes tan slo(pg . 257) . La heroicidad sin igual era patrimonio comn detodos sus hijos sin distincin de edades ni sexos (pginas 296-309) ;se mantenan estoicamente impvidos cual dioses inconmoviblesde la libertad (pg. 320) ; sucumban impasibles como divinas es-tatuas marmreas que cayeron de sus pedestales ; jams quisieronpaz (pg. 321) .

    Al final, ni aquel cuadro hondamente desgarrador bastabapara despertar algn dbil sentimiento de conmiseracin en loscastellanos que, antes bien, azuzados por su legendaria ferocidad,esperaban el momento del ataque con la misma febril impacien-cia que sus perros de presa (pg. 321) . La chusma espaola com-parable apenas una manada de repugnantes lobos, despedazabasin compasin la muchedumbre inerme de mujeres y niosque slo trataba de encontrar hierbas y races con qu calmar losenloquecedores martirios del hambre (pg. 313) .Poco interesaba Corts y los suyos conservar el rincn ms

    miserable de Mxico despus de haber destrudo la ciudad ente-ra; tampoco podan los espaoles preocuparse de la suerte de lospocos mexicanos que quedaban en pie, supuesto que ya habanhecho perecer casi toda la poblacin, Lo nico que les impor-

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    taba era salvar los tesoros fabulosos allegados por el imperio me-xicano durante siglos ; si los castellanos inmigraban en Amrica,doblase una inextinguible sed de oro ; los que ac llegaron,jams tuvieron otro fin que enriquecerse ; de all, pues, que Cor-ts entablara nuevas negociaciones de paz (pg . 319) .Hasta aqu, las muestras . Quiz pequen de excesivas, mas no

    habindome propuesto discutir las opiniones del autor ni exami-nar siquiera si se acomodan con la veracidad y la justicia, cualpretende, preciso era alargarlas para noticia somera del libro, ytodava sera incompleta omitiendo que en la investigacin deocurrencias de la conquista ha encontrado el Sr . Garca un es-paol digno de elogio ; un espaol excepcional, excelso, irrepro-chable, sublime ; el R . P. Fr. Bartolom de las Casas (pgs . 4-7) .Su entusiasmo por este abogado de los indios llega al punto dedesautorizar los escritores mexicanos que, de acuerdo y confor-midad, ensalzaron como inmaculado tambin y modelo de virtu-des otro monje misionero, Fr . Toribio de Benavente Moto-linia, porque fue-dice-(pg. 379), el mulo ms procaz que tuvoel varn impecable : os llamarle vago, bullicioso y falto de sosie-go, embustero y torcido, prodigando en cambio alabanzas servi-les los conquistadores, pues fu el propio Motolinia quien afir-m que ninguno como Corts am y defendi los indios en esteMundo Nuevo (pg. 382) .Verdad es que algunos de los escritores aludidos, aunque me-

    xicanos, adolecan del defecto capital que encuentra en el nues-tro, D . Marcelino Menndez y Pelayo ; sometan sus obras lacensura de la autoridad eclesistica (pg . 434) .Tengo para m que la estimacin del obispo de Chiapa ha sido

    inspirada al Sr. Garca ms que por la doctrina el proceder,por la lectura de la Brevsima relacin de la deslruicin de lasIndias, libro tan conforme con el suyo, y fundo la creencia en laobservacin de que, fuera de aquellas pginas, deja de parecerleinfalible el Padre dominicano .Por ejemplo ; estamp ste en su Historia de las Indias, trabajo

    muy distinto, que el Comendador : Nicols de Ovando era varnprudentsimo, amigo de justicia, honestsimo en su persona, decodicia y avaricia muy `grande enemigo. . . El Sr. Garca le rectifi-

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    ca y enmienda . Ovando fue monstruosamente cruel, inhumano,feln, asesino (pginas 102-104) : uno de tantos .

    Podra manifestarse extraeza de que en tarea de la ndole dela presente se haga abstraccin de datos conocidsimos y de elo-cuente significacin, ya en el perodo colonial, ya en los poste-riores >a la independencia, durante los que los Estados de Texas,Nuevo Mxico y California, cambiaron de rgimen : la suerte dela poblacin en ellos no es indiferente al juicio ; no es para callartampoco que en pleno siglo xx, sin traspasar los lmites del golfomexicano, se queman hombres vivos por otros que ni son espa-oles, ni tienen Inquisicin, ni gastan escapularios : no es sobra-da ninguna de tales noticias cuando de buena fe se investiga,como lo ha hecho un catedrtico de historia en Mxico, que no,es, por cierto, de los chapados la antigua, asentando (1) :Algunas veces, en medio de la exaltacin de los partidos, ha

    llegado suponerse nociva para la nacin mexicana el habersido descubierta y conquistada por Espaa ; pero prescindiendode lo intil de tal cuestin, Espaa di Mxico lo que ella mis-ma tena, y satisfizo las mayores exigencias aun bajo el aspectode la vanidad, pues aquella nacin era la ms poderosa del si-glo xvl . Las afinidades y simpatas de raza hicieron que se veri-ficara en parte entre la espaola y la mexicana una verdaderafusin, de lo que result que no se destruyera la ltima, comoha sucedido en otras colonias .Pero, al principiar, lo he manifestado ; D. Genaro Garca ha

    ofrecido al pblico una obra con ttulo falaz; obra preconcebidaen difamacin de Espaa que es al mismo tiempo despertadordel odio de castas latente y que slo espera oportunidades pararevelarse, como en 1799 la del complot de Pedro de la Portilla,fraguado fin de lanzar del pas los gachupines ; en 1802, el

    (1)

    Compendio de la historia de Mxico desde los primeros tiempos hasta la cadadel segundo imperio, escrito para uso de los colegios de instruccin superior de laRepblica, por el Licenciado Lus Prez Verda, antiguo profesor de Historia y Cro-nologa en el Liceo de Varones de Jalisco, Catedrtico de Derecho internacional en laEscuela de Jurisprudencia, representante de aquel Estado en los Congresos naciona-les de Instruccin pblica, etc . Segunda edicin . Pars, librera espaola de Ciarnierhermanos, 1892 .

  • CONQUISTA ESPAOLA EN AMRICA I' EN MXICO .

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    sueo del indio Mariano de restablecer la monarqua de Mote-cuhzoma ; en 1823, la profanacin del sepulcro de Hernan Cortscon intento de aventar sus cenizas ; posteriormente, con motivode la ereccin de estatua Cuanhtemoctzin, segn el Sr. Garca,ejemplar de lbs ms grandes capitanes ; dechado de los reyes mseximios (pginas 329-330), y entre todas la elevacin de D . LlenitoJurez y Garca, presidente de la Repblica, indio puro, de bue-nas entrafias .Es evidente que con tales miras, mejor que recordar como es-

    critores indgenas notables, raz de la conquista misma, donFernando de Alva Ixtlilxochitl 9 D. Fernando Alvarado Tezozo-moc, a D . Domingo Francisco Chimalpahin, es de efecto decla-mar que (pg . 398) : Faltos los naturales de solaces y descansosque dilataran su comprimido nimo ; escasos de recuerdos queles consolaran en las tristes horas de su existencia ; sin abrigaresperanza de dicha ni de alivio ; despreciados siempre ; impoten-tes aun para quejarse ; condenados eterna opresin mortal . . .todas estas causas hicieron que las razas indgenas de Amricano slo perdieran una una las infinitas cualidades que con so-brados bros lucieron gloriosamente en sus das de libertad, sinoque degenerasen con inconcebible rapidez, y al fin cayeron enel lastimoso estado en que todava las miramos al fenecer el si-glo xix .Empero, esas razas infortunadas, rescatadas ya de la servi-

    dumbre y colocadas de nuevo en medio propicio, volvern ma-nifestarse prsperas y pujantes ; luego que empiecen sentir lamgica influencia de una eficaz educacin fsica, intelectual ymoral ; sus facultades, aunque profundarziente adormecidas, nohan podido morir, y antes bien son susceptibles de alcanzarpronto y vigoroso desarrollo . Mxico debe sus ms preciadasinstituciones, las que dieron origen y ser su actual progreso, un miembro de esas mismas razas, al imperecedero y ya nom-brado D. Benito Jurez, que, con inteligencia superior y energanunca quebrantada, extirp de nuestro suelo el obscurantismopernicioso hondamente arraigado la sombra secular de la do-minacin espaola .

    Si esta aseveracin, si al cmulo de lugares comunes an-

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    BOLETN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA .

    cuands que repite el autor, hubiera de responderse, lo hara cum .plidamente la aplicacin de reflexiones del catedrtico D . JuanOrtega Rubio, al ocuparse de los parecidos juicios de M . Pelle-tan (1), en estos trminos (2) indicadores de que ni aun origina-lidad hay en las pginas del Sr. Garca :La obra de Espaa, escriben los historiadores extranjeros,

    lo mismo en el descubrimiento del Nuevo Mundo que en lasConquistas de Mjico y el Per, es de destruccin y su caminoest sealado con el pillaje, el saqueo y la muerte . En aquellas re-giones apartadas, aaden, los conquistadores exterminaron losvencidos, derramaron torrentes la sangre de los iudgenas y lesredujeron la esclavitud, fraguaron tirancas reacciones, levan-taron por todas partes montones de ruinas, y todo sabiendas,premeditadamente, y con conciencia del mal que ejecutaban .

    Espaa, dice un moderno publicista, pone la primera el pieen Amrica ; pero aquella nacin devota, no sabe ya pensar nitrabajar, no sabe mas que asolar, destruir y rezar su rosario :mata, saquea, pasea la cruz y la hoguera travs de Mjico, ydeja all, para bienvenida, la inquisicin y la esclavitud .

    Por ventura, preguntamos nosotros, las naciones ms cultasy ms adelantadas de Europa ; han obrado con sus conquistas yguerras, con ms humanidad que los espaoles? Qu conductaobservaron los rusos en Polonia, los ingleses en la'India y losfranceses en Argel? Se comprende que en el siglo xvi, siglo deviolencias, desrdenes y guerras, poca de odios, de intolerancia,de fanatismo y de persecuciones ; en aquellos tiempos de luchasangrienta entre catlicos y protestantes, luteranos y calvinistas,episcopales y puritanos, arminianos y gomaristas, los espaoles semostrasen duros, y hasta si se quiere crueles, con otros hombresde diferente raza, de inferior cultura y de absurdas creencias re-ligiosas ; pero en el siglo xvni, cuando se vislumbraba una era depaz y de ventura, acuchillar en una aldea de Polonia 1 .000 hom-bres mujeres y nios, y saquear sistemtica y tirnicamente la

    (1)

    Pelletan, Profesin defe del siglo xtv . Madrid, 1867 .(2)

    Vida y liechos de D. Pedro de la Gasca . ?Revista Contenzpornea .i Tomo 0XXIII,cuad. ni, nm . 611

  • CONQUISTA ESPAOLA EN AMRICA Y EN MXICO .

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    India, como lo hizo el Gobierno ingls de Bengala, y en l si-glo xix, en que las ideas de la libertad, justicia, igualdad y fraternidad haban penetrado lo mismo en la cabaa del pastor queen el palacio del rey, lo mismo en la miserable aldea que en lasuntuosa ciudad, es incomprensible la guerra de exterminio y laconquista sangre y fuego como en Argel .Lo que Espaa hizo en Amrica lo hubieran realizado todos

    los pueblos de Europa, en igual caso y en idnticas circuns-tancias .M . Pelletan hubiera debido recordar que en pleno siglo xlx,

    para el intento de someter nuestra Espaa al yugo de Napolen,el ejrcito francs cometi atrocidades, a las cuales, supuesta ladiferencia de costumbres, tal vez no lleguen la de 1Qs rudos espa-oles del tiempo de Carlos V, y es sabido que Murat y los otrosmariscales del Emperador ni rezaban el rosario, ni eran dirigi-dos por la Inquisicin . El cortessimo Corts, como le llam Cer-vantes, consigui por medio de una poltica tolerante y expansi-va, que los habitantes de Tlascala le ayudaran en la heroica ymemorable empresa: tendr M . Pelletan noticia de alguna pro-vincia espaola que hiciera otro tanto en favor de Jos Bona-parte?

    Madrid, 1 . de Octubre de 1901 .

    CESREO FERNNDEZ DURO .

    v.

    INSCRIPCIN RABE DEL MUSEO DE VORA.

    Designado por nuestro digno Director para informar la Aca-demia acerca del contenido de una inscripcin Grabe existente enel Museo de vora, de la cual han sido remitidos calcos por elSr. D . Antonio Francisco Barata, conservador de aquel Museoarqueolgico, anejo la Biblioteca de su cargo, he procedido a

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