“A tiros de arcabuz, golpes de espada y soplos de peste, avanzaban los implacables

y escasos conquistadores de América. Lo contaron las voces de los vencidos. […] Los

españoles <<estaban deleitándose. Como si fueran monos levantaban el oro, como que se

sentaban en ademán de gusto, como que se les renovaba y se les iluminaba el corazón.

Como que cierto es que eso anhelaban con gran sed. Se les ensancha el cuerpo por eso,

tienen hambre furiosa de eso. Como unos puercos hambrientos ansían el oro>>, dice el texto

náhuatl preservado en el Códice Florentino.” (Galeano, 2003)

“[...] insaciable avaricia [de los españoles], su crueldad mayor que la del tigre, su

repugnante, monstruoso y abominable lujo: su incendio de casas, su detestable saqueo y

pilaje [...] su lujuriosa e inhumana desfloración de matronas, esposas e hijas, su

incomparable y sodomítica violación de muchachos, que los semibárbaros españoles

cometieron en presencia [... de] padres, esposos o parientes [...]” (Arnauld, 1594)

Ésta es la visión que se ha consolidado a lo largo de Latinoamérica en los últimos

dos siglos de revisión histórica.

OBJETIVO: Echar abajo las representaciones e imaginarios formados en torno al

“conquistador” gracias a la “Leyenda Negra” que ha prevalecido y se ha consolidado en los

últimos dos siglo. No es una apología a los conquistadores, más bien es una mirada hacia su

humanidad, buscando la objetividad, buscando y dejando en claro que más que ambiciosas

y sedientas máquinas de sangre –estereotipo que hace de una realidad, lo cual no niego–

eran personas, en muchos casos débiles, temerosos y temblorosos ante la inmensidad que

era este Nuevo Mundo ante sus ojos.