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RESUMEN Origen El consumo de drogas ilícitas, y en particular del cannabis, por parte de la población joven está muy extendido y está asociado diferentes tipos de males psi- cológicos y sociales. Pero la relación que se establece entre el consumo y las consecuencias psicosociales puede no ser de tipo causal. Una relación causal sugeri- ría que el consumo recreacional es un problema de salud pública sustancial. Una relación no causal sugeri- ría que es poco probable que la política para la reduc- ción de daños psicosociales basada en la prevención del consumo de drogas produzca una mejora en la salud pública. Las pruebas cruzadas no pueden aclarar cues- tiones de causalidad; las pruebas longitudinales o inter- vencionales son necesarias. En general, los estudios anteriores no han sido sistemáticos, han incluido prue- bas cruzadas y no han tenido en cuenta la cantidad de problemas metodológicos asociados su interpretación. Métodos Hicimos una revisión de estudios longitudinales de la población general señalando las asociaciones entre el consumo ilícito de drogas por parte de los jóvenes y el daño psicosocial. Descubrimientos Identificamos 48 estudios como relevantes, de los cuales 16 eran de mayor calidad y proporcionaban pruebas más sólidas. Se observaron asociaciones bas- tante consistentes del consumo de cannabis con logros académicos pobres y el consumo de otras drogas ilíci- tas. Se observaron asociaciones menos consistentes entre el consumo de cannabis y los problemas de salud psicosociales y de conducta problemática. Todas estas asociaciones parecían poderse explicar a través de mecanismos no causales. Interpretación Las pruebas a nuestro alcance no son suficientes para afirmar que exista una relación causal importante entre el consumo de cannabis por parte de los jóvenes y los daños psicosocial, aunque tampoco excluyen la posi- bilidad de que dicha relación exista. La falta de pruebas de relaciones causales sólidas hace que no pueda califi- carse el consumo de drogas ilícitas de perjuicio para la salud pública. A la vista del alcance del consumo de dro- gas ilícitas, es obvio que se necesitan más pruebas. INTRODUCCIÓN El consumo de drogas ilícitas entre los jóvenes parece estar extendido y en crecimiento. El cannabis es la sustancia ilícita que más se consume, aunque el con- sumo de psicoestimulantes también es común: el consu- mo de opiáceos parece menos común. La mayoría de los consumidores no acuden a servicios de tratamiento para la drogadicción y las consecuencias de su consu- mo no son claras. Dejando aparte los problemas físicos, preocupa el hecho que el consumo de drogas ilícitas, en especial el consumo de cannabis, puede causar proble- mas psicológicos y sociales. Se ha podido observar que el consumo de cannabis está relacionado con problemas de salud del tipo psicológicos, con el consumo de otras drogas ilícitas, con el absentismo escolar, y con la con- ducta antisocial. La base causal de estas asociaciones no ha podido establecerse. Si las asociaciones no son revista de toxicoman as RET 11 RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 43 - 2005 Consecuencias psicológicas y sociales del cannabis y otras drogas ilícitas consumidas por los jóvenes: informe sistemático de estudios longitudinales de la población general John Macleod, Rachel Oakes, Alex Copello, llana Crome, Matthias Hckman, Thomas Oppenkowski, Helen Stokes-Lampard, George Davey Smith Este Artículo publicado en la revista “The Lancet”, 2004.

Consecuencias psicológicas y sociales del cannabis y otras drogas

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RESUMEN

Origen

El consumo de drogas ilícitas, y en particular delcannabis, por parte de la población joven está muyextendido y está asociado diferentes tipos de males psi-cológicos y sociales. Pero la relación que se estableceentre el consumo y las consecuencias psicosocialespuede no ser de tipo causal. Una relación causal sugeri-ría que el consumo recreacional es un problema desalud pública sustancial. Una relación no causal sugeri-ría que es poco probable que la política para la reduc-ción de daños psicosociales basada en la prevención delconsumo de drogas produzca una mejora en la saludpública. Las pruebas cruzadas no pueden aclarar cues-tiones de causalidad; las pruebas longitudinales o inter-vencionales son necesarias. En general, los estudiosanteriores no han sido sistemáticos, han incluido prue-bas cruzadas y no han tenido en cuenta la cantidad deproblemas metodológicos asociados su interpretación.

Métodos

Hicimos una revisión de estudios longitudinales dela población general señalando las asociaciones entre elconsumo ilícito de drogas por parte de los jóvenes y eldaño psicosocial.

Descubrimientos

Identificamos 48 estudios como relevantes, de loscuales 16 eran de mayor calidad y proporcionabanpruebas más sólidas. Se observaron asociaciones bas-tante consistentes del consumo de cannabis con logrosacadémicos pobres y el consumo de otras drogas ilíci-tas. Se observaron asociaciones menos consistentes

entre el consumo de cannabis y los problemas de saludpsicosociales y de conducta problemática. Todas estasasociaciones parecían poderse explicar a través demecanismos no causales.

Interpretación

Las pruebas a nuestro alcance no son suficientespara afirmar que exista una relación causal importanteentre el consumo de cannabis por parte de los jóvenes ylos daños psicosocial, aunque tampoco excluyen la posi-bilidad de que dicha relación exista. La falta de pruebasde relaciones causales sólidas hace que no pueda califi-carse el consumo de drogas ilícitas de perjuicio para lasalud pública. A la vista del alcance del consumo de dro-gas ilícitas, es obvio que se necesitan más pruebas.

INTRODUCCIÓN

El consumo de drogas ilícitas entre los jóvenesparece estar extendido y en crecimiento. El cannabis esla sustancia ilícita que más se consume, aunque el con-sumo de psicoestimulantes también es común: el consu-mo de opiáceos parece menos común. La mayoría delos consumidores no acuden a servicios de tratamientopara la drogadicción y las consecuencias de su consu-mo no son claras. Dejando aparte los problemas físicos,preocupa el hecho que el consumo de drogas ilícitas, enespecial el consumo de cannabis, puede causar proble-mas psicológicos y sociales. Se ha podido observar queel consumo de cannabis está relacionado con problemasde salud del tipo psicológicos, con el consumo de otrasdrogas ilícitas, con el absentismo escolar, y con la con-ducta antisocial. La base causal de estas asociacionesno ha podido establecerse. Si las asociaciones no son

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11RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 43 - 2005

Consecuencias psicológicas y sociales del cannabis yotras drogas ilícitas consumidas por los jóvenes:informe sistemático de estudios longitudinales

de la población generalJohn Macleod, Rachel Oakes, Alex Copello, llana Crome, Matthias Hckman, Thomas Oppenkowski,

Helen Stokes-Lampard, George Davey Smith

Este Artículo publicado en la revista “The Lancet”, 2004.

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causales, las políticas para la reducción de los daños,basadas en la prevención del consumo de drogas, noserán efectivas. Sin embargo, una asociación causal sig-nificaría que el consumo recreacional de drogas ilícitas,visto su alcance aparente, representa un problema desalud pública importante aunque pase sustancialmentedesapercibido.

Las explicaciones causales por las asociaciones enteel consumo de drogas y los daños psicosociales compitencon tres explicaciones alternativas: la causalidad inversa,según la cual el consumo de drogas es una consecuenciade los problemas psicosociales en vez de una causa; elsesgo, por el cual la asociación es objeto de metodologíade estudio; y el efecto de confusión provocado por elhecho que el consumo de drogas se asocie con otros fac-tores que predisponen a problemas psicosociales.

Sería plausible que una relación causal entre elconsumo de drogas y los daños psicosociales se media-ra a través de dos mecanismos: directamente, a travésde vías neuropsicológicas; o, indirectamente al involu-crarse en la cultura criminal asociada al consumo desustancias ilegales. Las revisiones anteriores de laspruebas relevantes no han sido sistemáticas y han utili-zado estrategias de búsqueda restringidas. Muchas delas pruebas son cruzadas y provienen de muestras muyescogidas. Dichas pruebas se limitan a intentar desci-frar las verdaderas relaciones causales y su posible rele-vancia para la salud pública. Es por ello que hemos lle-vado a cabo un repaso sistemático de los estudios lon-gitudinales de la población general que relacionan elconsumo de drogas ilícitas por parte de los jóvenes conlos daños psicológico y social subsiguientes.

MÉTODOS

Estrategia de búsqueda y criterios de selección

En julio de 2000 hicimos una búsqueda en lasbases de datos electrónicas generales MEDLINE,EMBASE, CINAIL, PsycLIT y Web of Science; y lasbases de datos especializadas del Lindesmith Center,DrugScope, US National Institute on Drug Abuse andSubstance Abuse and Mental Health ServicesAdministration, y Addiction Abstracts, con un conjuntode términos de búsqueda consensuados (los autores los

habían puesto a nuestra disposición). La búsqueda seactualizó en julio de 2001 y de nuevo en junio de 2003.Los informes de adicciones se revisaron manualmenteen los periodos que la base de datos electrónica nocubría. Se pidió a los expertos en la especialidad de lasadicciones (sus datos estaban disponibles si se pedían)que identificaran las pruebas que difícilmente se encon-trarían mediante otro sistema. Se tuvieron en cuentatanto las pruebas publicadas, como las no publicadas ylas no publicadas en inglés (que se tradujeron).

Incluimos todos los estudios prospectivos basadosen la población general que medían el consumo de cual-quier droga ilícita por parte de individuos de 25 años omenores en el momento del consumo y relacionamosestos datos con cualquier daño psicológico o social eva-luado posteriormente.

Evaluación de calidad

La evaluación de calidad se llevó a cabo tras lasbúsquedas iniciales en julio de 2000. Dos técnicos eva-luaron la calidad metodológica de los estudios de formaindependiente con relación a los criterios establecidos(tamaño de la muestra y representatividad, edad, dura-ción y finalización del seguimiento, validez y fiabilidadaparentes de las medidas de exposición y resultado, y elgrado de precisión para los factores de confusión poten-ciales. No se utilizó ningún tipo de puntuación formalcuantitativa de calidad, ya que puede conducir al errory dar una falsa sensación de objetividad.

Los técnicos hicieron una evaluación total inde-pendiente de la calidad de los estudios basada en loscriterios ya mencionados, y los distribuyeron entreestudios de alta calidad, estudios de calidad dudosa yestudios de baja calidad. Se consideró que los estudioseran de mayor calidad si había una baja probabilidad deque hubiera sesgo de selección, la exposición a las dro-gas se medía con un instrumento validado, el segui-miento se llevaba a cabo durante varios años, y los aná-lisis estaban se ajustaban a los factores de confusiónmás importantes. La validez y la relevancia de las con-secuencias psicosociales también se tuvieron en cuenta.Desde un principio, el grado de acuerdo entre los técni-cos fue elevado (_>0.9). Luego hicieron la puesta encomún y acordaron qué estudios de alta calidad y de

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dudosa calidad requerían un examen más detallado. Secontactó con los autores de los artículos correspondien-tes a los estudios en cuestión y se les pidió que aporta-ran cualquier dato relevante que no hubiera sido publi-cado.

Evaluamos el potencial de la síntesis cuantitativade los resultados de los estudios en relación con los cri-terios de combinabilidad. También hicimos un resumendescriptivo de los resultados.

Papel de los patrocinadores

Los patrocinadores del estudio no tuvieron ningúnpapel en su diseño o en la recopilación, síntesis e inter-pretación de los datos y la redacción del informe.

RESULTADOS

Localizamos más de 200 publicaciones derivadasde 48 estudios longitudinales sobre asociaciones entreel consumo de drogas por parte de los jóvenes y lasconsecuencias psicológicos o sociales. Cinco estudiosno habían sido publicados en inglés. Todos eran obser-vacionales. Todos habían publicado sus resultados enrevistas con revisores, pero tras el contacto personalcon lo autores, se pudieron identificar también publica-ciones en libros y resultados no publicados. Muchosestudios utilizaban medidas compuestas en cuanto alconsumo de drogas ilícitas, de forma que era imposibleinferir los efectos específicos de las drogas. La mayoríade los resultados específicos hacían referencia al canna-bis. Muchos estudios indicaban pérdidas importantesdurante el seguimiento y hacían poco esfuerzo, o ningu-no, en intentar ajustar las estimaciones ante posiblesfactores de confusión. 16 estudios fueron clasificadoscomo alta calidad (tabla 1). Los 32 estudios restantesestán resumidos en función de los descubrimientosostensibles y con una breve crítica metodológica en latabla 2. Se examinaron todos los estudios, pero la eva-

luación se centró en las pruebas aportadas desde elnúmero 16 de la tabla 1.

Las estrategias de reclutamiento, y por lo tanto larelación precisa entre la población del estudio y lapoblación general, variaban sustancialmente (tablas 1 y2). En todos los estudios, la exposición a las drogas ilí-citas se media a través de las declaraciones de los par-ticipantes, no corroboradas. Aunque algunas de lasmedidas se repetían a lo largo de los estudios, no hubodos estudios que midieran la exposición a las drogas ilí-citas y sus consecuencias psicosociales de la mismamanera. Además, los factores de confusión potencialesse evaluaron de manera inconsistente en los estudios.Debido a todo esto, creímos que la síntesis cuantitativa(el metanálisis) podía conducir al error y por lo tanto nola llevamos a cabo.

Nosotros presentamos nuestros descubrimientosprincipales mostrando las relaciones que se establecenentre el consumo de cannabis y los logros académicos,el consumo de otras drogas, la salud psicosocial, la con-ducta antisocial y otros problemas sociales. Las estima-ciones aproximadas y las estimaciones basadas en datosque ilustran estos resultados se describen en la tabla 3.También se resumen los descubrimientos sobre las rela-ciones entre el consumo de otras drogas ilícitas y losproblemas psicosociales. Se citan las publicacionesclave y existe una lista completa que puede solicitarsesi se desea.

El consumo de cannabis pudo asociarse de formaconsistente a logros académicos pobres. Los estudiosmás relevantes indexaron este resultado a través demedidas objetivas y aparentemente válidas. La fuerza ymagnitud de la asociación eran distintas. Las estimacio-nes basadas en datos significaban la atenuación, enmuchos casos sustancial, de los factores de confusión.

El consumo de cannabis pudo asociarse de formaconsistente al consumo de otras drogas. En todos los

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estudios relevantes, excepto en uno, el consumo de otradroga se indexó siguiendo las declaraciones de los par-ticipantes sin que éstas se corroboraran (en un estudiose corroboró la utilización de drogas inyectablesmediante una inspecciones de los lugares donde seinyectaban). La fuerza y la magnitud de estas asociacio-nes eran distintas, si bien en un estudio ambas eran sus-tanciales. Las estimaciones basadas en datos significa-ban, por lo general, la atenuación de los factores deconfusión.

El consumo de cannabis se asoció de manerainconsistente con los problemas psicosociales. Algunosestudios no encontraron asociación alguna, pero otrosmostraban asociaciones entre el aumento del consumoy el aumento de los problemas. Dentro de estos estu-dios, los patrones de asociación con problemas psicoso-ciales específicos no eran consistentes. En la mayoríade los estudios, los problemas psicosociales se indexa-ron a través de las declaraciones de los participantes

acerca de los síntomas, y algunos hacían su evaluaciónrespondiendo a criterios de diagnóstico estándar. Elresultado fue, sólo en un estudio, de enfermedad men-tal clínica (esquizofrenia). Este informe mencionabatambién una asociación aproximada entre el consumode cannabis y la mortalidad por suicidio, pero no apor-taba datos. La asociación aproximada con todas las cau-sas de mortalidad desaparecía al ajustar los datos refe-rentes a los factores de confusión. La comprobación deotras estimaciones de incremento de problemas psico-sociales en relación con los factores de confusiónpotenciales significaba su atenuación, que en muchoscasos era sustancial.

El consumo de cannabis se asoció de forma incon-sistente a las conductas antisocial y problemática. En lamayoría de los estudios estos resultados se indexaron através de declaraciones de los participantes que no secorroboraron. En algunos estudios la corroboración sebuscó en otras fuentes. En los estudios que sí hablaban

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de asociaciones entre un mayor consumo y conductaproblemática, la comprobación de las estimaciones enrelación con los factores de confusión potenciales sig-nificaban su atenuación, que en muchos casos era sus-tancial.

Las pruebas de que existen modificaciones en elefecto según el sexo y el origen étnico (en los casos enque se diferenciaron estos rasgos por separado) eraninconsistentes en los diferentes estudios. El consumo decannabis en una edad temprana sí se asoció de formaconsistente a problemas posteriores mayores.

Hubo dos estudios que mostraron asociacionesentre el consumo de cocaína y opiáceos y posterioressíntomas patológicos; los resultados estaban mezcla-dos. Las anfetaminas y el éxtasis (3,4 mentilenedioxi-metanfetamina, MDMA) aparecían como drogas ilíci-tas ampliamente consumidas. No identificamos ningúnestudio que cumpliera nuestros criterios y que mostraralos efectos del consumo de las anfetaminas o el éxtasis.

DISCUSIÓN

En nuestro análisis encontramos pocas pruebasprocedentes de estudios longitudinales de la poblacióngeneral acerca de las consecuencias a la exposición acualquier droga ilícita que no fuera el cannabis.Confirmamos la existencia de pruebas de las asociacio-nes entre el cannabis y los daños psicosociales; sinembargo, el alcance y la fuerza de estas pruebas fueronmenores de lo habitual. Es más, la naturaleza causal deestas asociaciones está lejos de ser clara. Algunas pare-cen seguir al menos algunos de los criterios tradiciona-les que establecen causalidad. Son bastante consisten-tes; la causa parece preceder al efecto, lo que sugiere unmecanismo plausible. Sin embargo, el criterio de espe-cificidad en la asociación ya no se ve cumplido deforma tan consistente. En muchos estudios (tablas 1 y2) el tabaco y el alcohol mostraron asociaciones simila-res a las del cannabis con las consecuencias psicosocia-les. Este descubrimiento no sugiere que haya un meca-nismo causal mediado a través de los efectos neuropsi-cológicos de una droga específica o la participación enel comercio de sustancias ilegales, ya que el tabaco y elalcohol tienen efectos neuropsicológicos distintos y noson sustancias ilegales. La existencia de una relación de

dosis-respuesta, en la cual la magnitud de las conse-cuencias variaría según la magnitud de la exposición esotro criterio que se cita a menudo. En muchos estudios,la existencia de una relación así era imposible de eva-luar ya que sólo se examinaron las categorías de expo-sición binarias. En los casos en que se observaron másde dos categorías de exposición, se anotaron los resul-tados de forma graduada de mayor a menor exposición.La interpretación de estos gradientes era complicadadebido al hecho de que en casi todos los estudios seevaluaba la frecuencia del consumo de drogas y no delas dosis. La cantidad consumida está ligada, probable-mente, a la frecuencia, y la medición de frecuencia per-mitía inferir el alcance de la drogadicción, lo cual esrelevante para los mecanismos sociales de causalidad.

Sin embargo, las pruebas empíricas han demostra-do que hay asociaciones que pueden cumplir estos cri-terios y a pesar de ello no ser necesariamente causales.Se tienen en cuenta explicaciones alternativas de causa-lidad inversa, sesgo, y efecto de confusión.

Los problemas psicosociales pueden ser más unacausa que una consecuencia del consumo del cannabis,especialmente en los que se refiere a las asociacionesentre el consumo y las enfermedades mentales. Algunosestudios comprobaban los síntomas psicosocialesdeclarados en el inicio de los mismos y excluían inci-dentes ocurridos durante el primer estadio del segui-miento. Sin embargo, los problemas psicosociales nodeclarados, o los subclínicos, pudieron haber precedidoy precipitado el consumo de cannabis. Los individuoscon una tendencia preexistente a padecer dificultadespsicosociales podrían tener una mayor inclinación adesarrollar patrones de consumo de drogas problemáti-co (por ejemplo, los individuos deprimidos tienden aempezar a fumar tabaco y son menos proclives a dejar-lo que los individuos que no están deprimidos). El con-sumo de cannabis también puede exacerbar predisposi-ciones a problemas psicosociales ya existentes.

La exposición al consumo de cannabis y la expe-riencia en problemas psicosociales puede haberse aso-ciado tanto con el reclutamiento como con la retenciónen los estudios, haciendo que la selección del sesgopudiera afectar a la asociación aparente entre el consu-mo de cannabis y los daños psicosociales. El sesgo de

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medición es otra posibilidad. Algunas pruebas empíri-cas sugieren una validez razonable a las declaracioneshechas por los participantes sobre su consumo de dro-gas, aunque otras pruebas muestran que en algunassituaciones - especialmente en los estudios de pobla-ción general en los que el estatus de consumo de drogaspor parte de los participantes no se ha registrado previa-mente - este método puede no ser fiable. La clasifica-ción errónea y al azar del estatus de consumo de drogasllevará simplemente a la dilución de los efectos aparen-tes, pero la clasificación errónea sistemática, especial-mente si se refiere a tanto a la exposición como a losresultados de la medición, puede llevar a conclusionesfalsas. Por ejemplo, un individuo puede tener una ten-dencia general a valorar la conducta conformista o laconducta inconformista, y esa tendencia puede influen-ciar en sus declaraciones. En un caso así, se podríaesperar que hubiera asociaciones artificiosas entre

declaraciones de un gran consumo de cannabis y ungran consumo de otras drogas, u otras conductas noconformistas. Puesto que la mayoría de asociacionesdel consumo de cannabis con el consumo de otras dro-gas se basan de forma exclusiva en las mediciones delas declaraciones de los participantes, el efecto de estetipo de sesgo ha demostrado ser capaz de generar aso-ciaciones fuertes y sustanciales entre medidas que, vis-tas de manera individual, parecen tener una alta validez.

No tener en cuenta el efecto de confusión es proba-blemente el reto interpretacional más serio en la epide-miología observacional. Tanto el consumo de cannabiscomo los resultados psicosociales adversos parecentener antecedentes comunes relacionados con variasformas de problemas de la infancia y factores relaciona-dos con el grupo paritario y la familia. La relación entreel consumo de cannabis y los daños psicosociales puede

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simplemente reflejar estas asociaciones; el consumo decannabis podría tratarse de un exponente, y no unacausa, de una trayectoria vital más proclive a desembo-car en este tipo de resultados adversos.

No hay medios completamente fidedignos paraidentificar las asociaciones de confusión dentro de losdatos observacionales, y son muchas las ocasiones enlas que pruebas observacionales de aparente consisten-cia han resultado ser engañosas. La importancia de esteasunto en la epidemiología del consumo de drogaspuede haberse infravalorado. En concreto, el puntohasta que el efecto de confusión puede superarse a tra-vés de las estadísticas corroboradas parece habersesobrevalorado. La corroboración es útil, pero su poderpara hacer desaparecer el componente de confusión enuna asociación depende de la precisión y el alcance dela medición de los factores de confusión. Sólo tres delos estudios incluidos en nuestro análisis ofrecía medi-ciones prospectivas de los índices de los primeros fac-tores vitales que podían cubrir tanto el consumo de dro-gas como los daños psicosociales. Sin embargo, noparece probable que incluso estas mediciones fuerancompletas o precisas.

Los factores de confusión potenciales medidos, ytambién los no medidos, pueden evaluarse a través detécnicas como la regresión de los efectos fijados y lamodelación variable latente. Estos acercamientos per-miten una corroboración de datos más sofisticada. Elvalor mayor de la comprobación es permitir la compa-ración entre las estimaciones corroboradas y las nocorroboradas, pero pocos estudios proporcionabanambos tipos de estimaciones. Los ejemplos más ilustra-tivos de los que sí lo hacían se encuentran resumidos enla tabla 3. La atenuación de las estimaciones hacia elvalor nulo en la corroboración sugiere la existencia delefecto de confusión en cuanto a los factores de corrobo-ración. Siendo así, se puede deducir que hay factores deconfusión residuales.

Las estimaciones inalteradas o reforzadas sugierenque difícilmente los factores corroborados conllevanconfusión - aunque sí es posible que la haya en otro fac-tor. En la tabla 3 casi todas las estimaciones basadas endatos estaban sustancialmente atenuadas hacia el valornulo. Con la atenuación de esta magnitud relativa inclu-

so pequeños grados de medición imprecisos de los fac-tores de confusión podrían ser tomados como efectosresiduales.

Los análisis de sensibilidad son otro medio paraexplorar la posibilidad de existencia de los criterios deconfusión. Una aplicación reciente de este principio endatos norteamericanos mostró que un efecto de confu-sión con un factor denominado “propensión al consumode drogas” podía explicar las asociaciones entre el con-sumo de cannabis y el consumo de otras drogas. Tantolos factores ambientales como los genéticos podenentrar dentro de esa “propensión”.

Hay más pruebas contra un explicación causal sim-ple de las asociaciones entre el consumo de cannabis yel daño psicosocial que remiten a los patrones de lapoblación con esos resultados. Por ejemplo, la inciden-cia de la esquizofrenia parece estar fuertemente asocia-da con la exposición al cannabis durante un periodo detiempo bastante corto (riesgo relativo de incidencia decuatro a cinco veces durante seguimiento de 10 a 30años). El consumo de cannabis parece haber aumenta-do de forma sustancial entre la gente joven en los últi-mos 30 años: del 10% que en 1969/70 afirmaban haber-lo probado, al 50% del año 2001, en Gran Bretaña ySuecia. Si la relación entre el consumo y la esquizofre-nia realmente fuera causal, y teniendo en cuenta un ries-go de incidencia en cinco veces, la incidencia de laesquizofrenia debería haberse doblado desde 1970. Sinembargo la tendencia de la población en cuanto a laincidencia de la esquizofrenia sugiere que la incidenciareal ha sido estable o incluso ha bajado un poco duran-te el periodo de tiempo mencionado.

Todas estas consideraciones sugieren que una expli-cación no causal es posible en la mayoría de asociacio-nes entre la exposición al cannabis y los daños psicoló-gicos y sociales. Es importante clarificar estas cuestionesya que las pruebas que cumplieran los requerimientospodrían provenir de muchas fuentes. Las cohortes denacimiento proporcionan un diseño prospectivo idealdentro de los cuales se puede investigar el papel de losfactores operantes en el primer estadio de vida. Resultancaras y consumen mucho tiempo, y asegurarse de que elseguimiento se lleva a cabo de forma completa es todoun reto. Sin embargo, pudimos identificar dos estudios

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que adoptaban este diseño con éxito. Observamos tam-bién otras cohortes de nacimiento que se están llevandoa cabo y cuyos participantes están entrando ahora en laadolescencia. Estos estudios podrían proporcionar infor-mación muy valiosa, especialmente si incorporan medi-ciones que no se basen exclusivamente en datos declara-dos por los participantes (no corroborados).

El principio de Mendel de la aleatoriedad resulta útilen la epidemiología cardiovascular y del cáncer. Si elnivel de exposición a una causa ambiental putativa se veafectado sustancialmente por un polimorfismo particulargenético, entonces el análisis del efecto mediante geno-tipo difícilmente será confundido por factores ambienta-les. El estudio de los polimorfismos que afectan la afini-dad de los neuroreceptores a los componentes psicoacti-vos del cannabis puede tener potencial a este respecto.Sin embargo, el impacto estadístico de la mayoría de estetipo de estudios es bajo, por lo que el tamaño de lasmuestras debiera ser mayor. Así pues, los estudios expe-rimentales son la solución tradicional al problema delsesgo de selección y el efecto de confusión. Si la reduc-ción experimental en la exposición al cannabis estuvieraasociada a la reducción de los problemas psicosociales,estaríamos ante pruebas más contundentes para demos-trar una relación causal. En la actualidad este acerca-miento está limitado por la ausencia de intervencionesque reduzcan la exposición al cannabis de forma sustan-cial y fiable. Existe preocupación acerca de los efectosdel consumo del éxtasis en la salud pública; los mismosprincipios deberían guiar a los investigadores para quepudieran proporcionar pruebas relacionadas con estadroga. Las pruebas de los efectos de los opiáceos en lasalud pública parecen ser las que más fácilmente se hanobtenido a través del seguimiento las cohortes de pobla-ción de consumidores de opiáceos.

En este estudio no tuvimos en cuenta las conse-cuencias en la salud física. Está claro que algunos tiposde drogas ilícitas causan grandes daños físicos, pero elalcance de este problema fuera de la población en trata-miento no está tan claro. Es probable que el consumo decannabis esté asociado con algún daño físico, ya quemuchos consumidores lo fuman junto con tabaco. Elconsumo intermitente en la adolescencia o la edad adul-ta temprana puede tener efectos pequeños, pero los

datos confirman que este patrón de consumo predomi-na y que la capacidad para medir otros patrones de con-sumo es limitada. Las pruebas que encontramos en losestudios resultaron ser poco corroborables. Sólo unestudio contenía el dato de la mortalidad hasta la edadadulta media y este dato no mostraba ningún aumentocon el consumo de cannabis, sin embargo, el mismoestudio no mostró tampoco ningún incremento en lamortalidad asociado al consumo de tabaco.

La política sobre drogas en ocasiones está justifica-da en base a la relación causal entre el consumo de dro-gas y el daño psicosocial. Hemos observado que noexisten pruebas consistentes que demuestren dicha rela-ción. Sin embargo, sería ingenuo asumir que las prue-bas científicas son, por lo general, un factor determi-nante en política, especialmente aquí.

No hay ninguna estrategia de búsqueda que puedagarantizar la identificación de todas las pruebas rele-vantes. Nuestra búsqueda fue la más exhaustiva en estecampo de las que conocemos y la actualizamos recien-temente. Sin embargo, es probable que nos dejáramosalguna prueba potencialmente relevante. Dadas lascuestiones generales de interpretación que ya hemoscomentado, parece poco probable que nuestras omisio-nes pudieran haber cambiado nuestras conclusiones deforma sustancial. La calidad de nuestra evaluación erainevitablemente subjetiva; sin embargo, la considera-mos como una guía para los lectores para facilitar latarea de revisar nuestro trabajo. Sólo nos pusimos encontacto con autores de estudios de alta calidad paraidentificar más pruebas, aunque de nuevo no parece queeste camino introdujera ningún sesgo sustancial.

A pesar de nuestra amplia preocupación, no vemosninguna prueba de peso que indique que el consumo decannabis en sí mismo tenga consecuencias importantesen la salud psicológica y social. Este descubrimiento noes equivalente a la conclusión de que el consumo de can-nabis está exento de tener nada que ver con los dañospsicosociales; los problemas existentes con las pruebasde que disponemos hacen que sea igualmente imposiblecorroborar esta tesis. Se necesitan mejores pruebas enrelación al cannabis, cuyo consumo está muy extendido,y en relación a otras drogas que, aunque su uso no estétan extendido, pueden tener efectos importantes.

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