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CONSIDERACIONES FINALES 433

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CONSIDERACIONES FINALES

433

Son muchos y de muy variada índole los aspectos

abordados por Cerda en su comentario a las Geórgicas de Virgilio.

Conscientes de que entrar en el análisis profundo de cada uno de

ellos requeriría más tiempo y espacio del que por desgracia

disponemos, nos vemos obligados a posponerlos para épocas

venideras, bajo la forma de estudios más concretos. Aquí hemos

pretendido dar una visión general de su comportamiento ante el

texto del poeta latino, de qué forma estructura su comentario y

los objetivos que se propone en cada una de las partes, la

originalidad de alguna de sus interpretaciones y, sobre todo, una

valoración del texto que presenta su edición.

Pero quedan postergados -aunque perfilados-

algunos detalles de su comentario que nosotros consideramos de

notable importancia. Existe, por ejemplo, el interesante capítulo

de las fuentes del poema virgiliano, aspecto éste al que Cerda

dedica buena parte de atención. Efectivamente son muchas las

notas en las que afirma, o bien se limita a sugerir, que tal o

cual pasaje del poeta latino se inspira en este u otro autor

anterior. Estas fuentes cabría dividirlas en diversos grupos.

Así, el primero podría estar formado por todos aquellos autores y

sus pasajes que han servido a Virgilio para documentarse en los

temas referentes a la agricultura, la ganadería o la apicultura.

Este grupo, a su vez, tendría que ser dividido en autores

griegos, entre los que podemos citar a Hesíodo, Teofrasto,

Jenofonte, Nicandro o Aristóteles, y autores latinos, entre los

que se encuentran Varrón y Lucrecio.

Por otra parte, otro grupo lo formarían aquellos

autores que han servido al poeta latino como fuente para

ciertos giros, expresiones y usos metafóricos, esto es, las

fuentes formales y estéticas del poema. También en este nuevo

grupo podríamos efectuar la separación entre autores griegos,

como Homero, Apolonio, Calimaco, y latinos, Ennio y Lucrecio por

dar algún ejemplo.

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Capítulo aparte estaría dedicado al epilio de

Aristeo, que cierra el libro IV y con ello el poema, cuya fuente

principal, señalada por Cerda desde el inicio del mismo, es

Homero. Durante su desarrollo, en los notas correspondientes, el

jesuíta presenta los pasajes del poeta griego sobre los que ha

podido inspirarse el latino.

Esta faceta del comentario de la obra de

Virgilio, ha sido emprendida desde época temprana. Baste recordar

los nombres de Servio y Macrobio, sobre todo el de este último,

que en este sentido pueden ser considerados los pioneros. Sin

embargo, sus logros no son en modo alguno comparables por los

conseguidos por un humanista, Fulvio Ursino, cuya obra -publicada

sin su conocimiento, si creemos las palabras de su editor

Plantino en la presentación de la misma, por la excesiva humildad

que caracterizaba a este importantísimo virgilianista- ha marcado

una senda que se extiende hasta los estudios de nuestros días.

En efecto su confrontación de Virgilio con autores griegos ha

servido claramente de inspiración a otros autores posteriores,

entre los que cabe citar a Germanus (Vaillant de Gueslis) y al

propio Cerda. Un interesante esquema gráfico, con el que se

pretende resumir de forma clara y sencilla las sucesivas

aportaciones de los estudiosos de la obra virgiliana en este

sentido, partiendo de Servio y Macrobio, y pasando por los

humanistas aquí citados, hasta nuestros días, lo presenta

G.N.Kanuer en la obra que dedica a la confrontación del poema de

la Eneida con Homero . Por supuesto, nuestro ilustre comentarista

toledano figura en el mismo, formando parte importante en esa

cadena. Otros autores posteriores han puesto en su punto de mira

la localización de las fuentes griegas del poema virgiliano, lo

cual demuestra el gran interés que despierta esta faceta del

G.N.Knauer Die Aeneis und Homer, Góttingen 1979 (1964).

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2 comentario . Sería interesante comprobar la deuda que tales obras

tienen con las de Ursino, Germano o Cerda, de las que a buen

seguro se ha servido para la realización de las suyas.

Pero no es éste el único punto de atracción que

encierra el comentario de nuestro autor. Muy en relación con él

se halla también la gran atención que presta al capítulo de los

imitadores de Virgilio, como pueda ser el caso de Columela, 3

Juvenal, Lucano o Plinio , las autores cristianos y, en especial,

el poeta griego Opiano que, como repite frecuentemente Cerda a lo

largo de su comentario, encuentra en Virgilio una fuente de

inspiración para sus poemas sobre la caza y la pesca.

Como decíamos, estos aspectos de indudable

interés del comentario de Cerda, no gozan en nuestro estudio de

un tratamiento individualizado, aunque se hallan perfectamente

2 Podemos citar aquí algunos de ellos, como F.G.Eichhoff Études grecques sur Virgile ou recueil de tous les passages des poetes grecs imites dans les Bucoliques, les Georgiques et l'Enéide avec le texte latin et des rapprochements littéraires. vol.I Paris 1825 (las páginas 113-316 dedicadas a las Geórgicas). A. Knoche Vergilius quae Graeca exempla secutus sit in Georgicis Lipsiae 1877. H.Morsch De Graecis auctoribus in Georgicis a Vergilio expressis Halle 1878. K.Brandt De auctoribus quos in componendis Georgicon libris adumbraverit Vergilius Prog.Gymn.Salzwedel 1884. Otros muchos estudios de esta índole aparecen recogidos en el completo estudio bibliográfico presentado por Werner Suerbaum " S p e z i a l b i b l i o g r a p h i e zu Vergils Geórgica" en AUFSTIEG UND NIEDERGANG DER ROMISCHEN WELT ed. Η.Temporini-W.Haase, Berlín 1980 II. 31.1 pp. 395-499 (esp. pp.481-89). 3 Sobre lo cual pueden citarse obras como la de W.Schroeter De

Columella Vergilii imitatore Diss. Jena 1882; E.Stettner De L.I.M.Columella Vergilii imitatore> Progr.Triest. 1894; B.Baldwin "Columella's sources and how he used them". Latomus 22, 1963, pp.785-791. D. Joly "Juvénal et les Georgiches" en Hommages á J.Bayet (ed. M.Renard-R.Schilling), Bruxelles-Berchmen 1964. E.Paratore Virgilio Geórgico e Lucano ASNP II 12, 1943 pp.40-69. R.T.Bruére Pliny the Eider and Virgil Cph. 51, 1956 pp.228-245.

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indicados en el cuadro sinóptico que hemos confeccionado a partir

del Index rerum memorabilium incluido en la obra del toledano,

donde resaltamos los puntos más sobresalientes que trata en cada

una de sus notas. Así, con ex más el nombre del autor en concreto

se precisa que nos hallamos ante el señalamiento de una fuente, y

con hinc más el nombre del autor, de un imitador de Virgilio.

Seguimos enumerando otros atractivos que encierra

la obra del toledano para el estudioso de las Geórgicas. En el

Prefacio Ad lectorem comenta:

in illustrandis praeceptis Georgicorum parcus non fui,..ut plurima (testimonia) coniungerem, mouit me aliorum interpretum inopia: uidebam enim non satis hanc Virgilii partem esse illustratam.

En efecto, esta parte de su comentario está bien

nutrida de citas y ejemplos con los que pretende, como él dice,

ilustrar los preceptos del poeta. Se pone así al descubierto la

estrecha relación del poema virgiliano con las obras de otros

autores, anteriores y posteriores (se incide por tanto en el

capítulo de fuentes e imitadores), lo cual nos da ocasión de

contemplar en pequeños mosaicos cómo los temas se repiten

paulatinamente. De la mano de Cerda nos introducimos en un

género, el de la poesía didáctica, de larga tradición; es como

realizar un largo paseo, que se inicia en sus orígenes y que

continua hasta autores más recientes, como es el caso de

Poliziano. En ocasiones, aquello que no es tratado por Virgilio

lo complementa Cerda con citas de otro autor. En este punto, es

reacio a las críticas contra el poeta, al que se le acusa, como

hace Séneca, de haberse preocupado más del aspecto formal que del

contenido y la veracidad de sus consejos. El jesuíta no acepta

tales reproches, y se alza más de una vez en espada defensora de

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4 su amado Virgilio . Para el, sus preceptos y consejos se

fundamentan en el profundo conocimiento que de los temas

relacionados con el trabajo de la tierra tiene el poeta, y

siempre tratará de demostrar que así es efectivamente. En caso de

que haya diversidad de opiniones entre los autores que recoge en

sus notas, formados los bandos, él optará sin lugar a dudas por

el encabezado por Virgilio. Por otra parte, él mismo ha procurado

buscar información entre personas entendidas en la materia, lo

cual es señal de un espíritu inquieto que busca en todo momento 5

cerciorarse de la validez de los consejos del poeta latino .

Por los autores citados en sus notas -como

Dalechampius, A.Matthiolus o I.Ruellius- sabemos que ha manejado

bibliografía actual sobre materias tales como botánica o

medicina; a los mapas y descripciones geográficas de A.Ortelius

Así en I 1/100, a un ataque de Plinio contra Virgilio, responde Cerda con otro ataque: ait Poeta optandas agricolae hyemes serenas, aestates húmidas, contra quem late Plinius 1.17 c.2. Qui, postquam ostendit hyemes deberé esse hyemes serenas, aestates húmidas...ita demum absoluit: "ergo, qui dixit hyemes serenas optandas, non pro arboribus uota facit"...Aperte Plinius Virgilium notat notandus ipse. Las habas y el mijo según el poeta han de plantarse en primavera. Plinio habla de dos épocas, verano o primavera, dependiendo de la costumbre que se sigue en Italia o la de otros pueblos. De este argumento se sirve Cerda para defender a Virgilio del ataque de Séneca, I 9/215: hinc facile euertes claumniam Senecae Epist.87 <LXXXVI 16.7> contra peritum uatem, ubi ait illum non praecepisse quid uerissime, sed qui decentissime diceretur; nec agrícolas docere uoluisse, sed legentes delectare. 5 Así se expresa en IV 1/1 tratando la cuestión de si las abejas fabrican la miel o tan sólo la recogen de las flores: studiose rem hanc quaesiui ab hominibus qui scientissimi in re apum etc. En II 3/275, donde el poeta habla de qué forma plantar las vides, más o menos apretadas, según el terreno de que se trate, comenta Cerda que Teofrasto y Columela no coinciden con los consejos del poeta, al que sigue Plinio; y dice así: ergo, qui non sum agrícola, cui credam? Virgilione et Plinio an Ttheophrasto et Columellae? Sequor primos dúos intuens morem Hispaniae, ubi natus, ubi uiuo. Hispani enim laxiores arbores disponunt in macro solo, densiores in ubere.

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acude en busca de consulta; en la obra De coloribus de

A.Thylesius busca lo necesario para la identificación y

equivalencia de colores. Apoyándose en los testimonios de hombres

de ciencia, en la nota I 13/58 desmiente la noticia difundida en

la antigüedad de que los castores se castran a sí mismos para

escapar con vida de la persecución de los perros y cazadores. Por

contra, sin embargo, nos sorprende su ingenuidad, que le lleva a

dar crédito al tema de la generación espontánea de las abejas a

partir de un buey muerto .

Otro aspecto de su obra que puede ofrecer

cierto interés es el referido a los comentarios y explicaciones

sobre el léxico. Los usos especiales o metafóricos de algunos

términos, giros o expresiones por parte del poeta latino, los

encontramos en sus notas perfectamente documentados con toda

suerte de autores griegos y latinos, con lo que se pretende

señalar el origen de los mismos así como su posterior difusión.

Así en I 15/32 ilustra con ejemplos el empleo del adjetivo tardus

referido a los meses estivales; en I io/93 el del verbo adurare

en relación al frío; en II 6/19 del sustantivo ala aplicado al

humo, o en II 30/217 el de messis para indicar el tiempo de la

vendimia o la recogida de la miel. También encontramos

explicaciones como la de por qué al plátano se le denomina

caelebs (I 4/2), a Ceres alma (I 4/7), a Febo Nomius (III 2/1),

al Océano ταυρόκραι̂ ος , o -ya más en relación con la

Explica del siguiente modo cómo a partir de la observación alguien pudo intuir este método de generación, IV 8/295: potuit enim accidere aliquando, ut ex boue destinato tantum ad sacrificium, cum iam esset corruptus, apes exsisterent, ex qua re, et saepius obseruata, Aegyptii artem meditarentur. Pero esto se debe a una confusión de la apis mellifica con la eristalis tenax, cuyas larvas se alimentan de la carne putrefacta de los toros. La identificación de éstas última con las abejas fue seguramente el origen de este tremendo error.

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interpretación del texto virgiliano- analiza expresiones como

frumenta sata (III 22/176), spicula coeca referida al aguijón de

las abejas (IV 17/237), imparibus armis (IV 11/245) y un largo

etcétera que puede verse en el índice de los temas tratados en

las notas.

Un espíritu eminentemente pedagógico es el que

envuelve toda la obra del toledano. Tantos años dedicados a

la enseñanza de la lengua, la retórica y la poesía latinas han

marcado decisivamente el carácter de su comentario. El que

introduzca las citas de tantos y tantos autores, ya sean

fuentes, ya imitadores de Virgilio, no es en realidad un fin en

sí mismo, si hemos de creer en sus palabras expresadas en el

Prólogo Ad lectorem y continuamente a lo largo de muchas de sus

notas. El objetivo que se propone es poner al alcance del lector,

del iniciado en la composición de versos latinos, la mayor

cantidad posible de ejemplos de los que poder abastecerse en sus 7

composiciones . De ese nutrido grupo de citas, cada cual podrá

elegir el modelo que mejor se avenga a su sensibilidad o al

espíritu de su obra. Planta cara a los aburridos manuales de

poesía, cargados de preceptos, y se decide por un aprendizaje

eminentemente práctico. La imitación de un modelo, en el que se g

ha de cuidar la elección, marca las pautas . En IV 45/147,

7 En sus notas procura siempre que es posible un espacio para la

imitatio. Así se expresa en II 5/537: addam in fine aliquid de imitatione, quae praeterire est nefas. Q

Por supuesto, para él, el modelo ideal está encarnado en la figura de Virgilio, el Príncipe de los poetas. Comenta en IV 1/345: talem te poetam uolo qualem te Virgilius esse poetam docet. Allí mismo, y tras confrontar al poeta latino con Homero, para el que por supuesto llueven las críticas, aconseja a los nobles: hinc principes discant adhibere cantores qui Latinum poetam aemulentur, non Graecum.

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analizando los versos del poeta, en los que juega combinando dos

metáforas, una que tiene como transfondo el mundo del circo, la

otra una metáfora náutica, y a la vista de otros ejemplos que

allí recoge, se acuerda de aquellos qui pertinaticer haereant

uulgari praecepto de persistendo semper uni eidemque metaphorae.

Las citas aducidas, y de autores de categoría como la de

Virgilio, demuestran que ello no tiene por qué ser así.

De este espíritu pedagógico del que hablamos

encontramos otras huellas en su comentario. Tal es el caso, por

ejemplo, de las numerosas notas en las que, a continuación del

término o la expresión virgiliana objeto de análisis, señala el

equivalente griego. Naturalmente esto puede ayudar al lector a

incrementar sus conocimientos del léxico de esa lengua. En este

sentido, la obra de Germano ha sido sin lugar a dudas su más fiel

aliado. Por otra parte, la mayoría de citas griegas a las que da

cabida en sus notas, suelen ir acompañadas de la correspondiente g

versión latina , cosa que no hace el comentarista francés: con

ello facilita indudablemente la comprensión de los textos. Esto

también puede ser un indicador del nivel de conocimiento de la

lengua griega, que, aunque poco a poco ha ido adquiriendo mayores

dimensiones, no alcanza al de la latina.

En el Prólogo Ad lectorem aclara que en lo

referente a las versiones latinas de autores griegos, se ha

servido de traductores de reconocido prestigio: tan sólo en casos

excepcionales él ha intervenido en este punto . En el comentario

9 Una de las pocas ocasiones en las que no hace esto es en la nota III 17/136. La razón es que en dicha nota hablará de un tema escabroso, como es el sexual; dice así: adimam interpretationes pudori consulens.

Ad Lectorem: in conuertendis auctoribus e Graeco sermone in Latinum, sequutus sum probatissimos interpretes, huius reí litem

441

de las Geórgicas., tan sólo en una ocasión se decide Cerda a dar

su propia versión latina de un texto griego, en concreto de un

fragmento de la Ilíada de Homero. Sin ningún tipo de reparos,

reta al lector a que compare el resultado de la misma con la

traducción de Eobano , para ver cuál, a su juicio, es mejor

Tampoco hemos de olvidar recordar aquí las

frecuentes notas que dedica al comentario sobre asuntos y

costumbres de la Antigüedad, como sucede en III 2/49, donde

expone los distintos premios que conseguían los vencedores de los

certámenes olímpicos, o en III 17/24 y 19/25 acerca de la escena

del teatro romano y su funcionamiento, sobre el instrumental

utilizado para el sacrificio de las víctimas en III 19/492 o el

empleo de la percusión en las fiestas de Cibeles en IV 18/64; es

decir aquellos temas en los que puede hacer gala de su extensa

erudición y que conforman lo que nosotros denominamos el

comentario de realia.

Todas estas cuestiones, que en ocasiones

trascienden el comentario propiamente dicho del texto virgiliano,

confieren a la obra de Cerda la categoría de un pequeño manual

enciclopédico, por la cantidad y variedad de noticias en él

contenidas. Aunque su propósito es no perder nunca de vista en

sus explicaciones los versos del poeta latino, y ceñirse

exclusivamente a éste, sin embargo alguna vez se permite la

licencia de hacerlo.

La primera intención la encontramos reflejada,

meam non faciens, nisi quid illi peccent: tune enim adhibendae sunt manus uulneribus interpretum.

Helius Eobanus (1488-1540), poeta e historiador; además de unas traducciones de Teócrito y de Homero al latín, escribió unas Annotationes in Virgilii Geórgica. 12 IV 9/261: quos uersus (Homeri) ex tempore reddidi ipso pene

calami ductu. Conferat lector cum Eobani opere, utra praestat.

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por citar un ejemplo, en la nota IV 6/5. Señala allí que sobre el

tema de la organización de las abejas existe multitud de

noticias; él sólo tratará de aquello directamente relacionado con

el poeta, extra hunc nihil uagabor, comenta. Pero este principio

es vulnerado páginas después. Dedica en IV 17/406 una larguísima

nota donde recoge las interpretaciones alegóricas que se han dado

de la figura de Proteo. La razón, dice, es quia i l l i , quibus

incumbunt ista, parcius de hac re -y además añade- et

comparatione mei, parcissime. La disculpa está servida. Pero ya

anteriormente ha hecho esto otras veces. En III 7/406 se propone

presentar un completo cuadro de ejemplos acerca de los elogios

que se han vertido sobre los perros. El afirma que esto no se

sale del tema virgiliano -en efecto el poeta habla entonces de 13 los perros-, pero la relación con él, ciertamente es escasa . En

II 8/495, nota en la que recoge un pasaje de T.Livio, donde se

describe la sobriedad y rectitud de espíritu de Apio Claudio,

presiente Cerda haber sobrepasado los límites del comentario de

Virgilio; de ahí que exclame: potest aliquando similis aberratio

licere interpreti.

Aprovechando el marco del comentario virgiliano,

observamos que en algunos momentos ofrece una interpretación de

pasajes de otros autores como pueda ser el caso de Juvenal (II

332/395, IV 13 /264 ) , M a r c i a l ( I I 6/506, 28/531, IV 7 / 3 7 9 ) ,

Propercio (III 25/29), Ovidio (I n/476), Manilius (I 15/244) o

Plinio (IV 7/260). Esto evidentemente también transciende

el umbral de la explicación de los versos del poeta latino,

aunque en algunos casos puede estar justificado al tratarse de

pasajes de los que se sirve para la ilustración de los mismos.

13 III 7/406: sed quoniam hic custodia canum attingitur, non

ingratum erit audire, ñeque contra mentem Virgilii, quaepiam canum elogia.

443

En cuanto al gran número de citas que

recoge en sus notas, además de lo farragoso del hecho, que a

menudo entorpece la lectura de la obra, el principal obstáculo

para el lector radica en la poca precisión a la hora de remitir

al pasaje de que se trata. Por lo general, y cuando lo hace, se

limita a indicar el libro y, en algunos casos, como puedan ser

los de Plinio u Ovidio, el capítulo o el número del poema. Pero

lo que nunca hace es señalar el verso exacto. Para esto hay dos

explicaciones. La primera es que, hasta fechas relativamente

tardías no se acostumbra a numerar los versos de cinco en cinco,

como ya sucede en su edición. La edición de Mancinelli o la de

Nebrija, más reciente, tampoco numeran los versos del texto

virgiliano. Otra explicación es que, a pesar de que Cerda pueda

disponer ya de ediciones en las que se enumeran los versos, al

haberse servido de las obras de otros humanistas o incluso de

repertorios de citas, y no indicarse allí con mayor precisión el

pasaje o el verso de que se trata, tampoco lo encontramos en la

obra del toledano. Por otra parte, la numeración de los capítulos

de obras como la de Plinio, no coinciden, como es sabido, con

nuestra actual clasificación, lo cual es otra dificultad. Además,

sucede que la lectura de muchos de los pasajes citados no se

corresponden con la que nos brindan las actuales ediciones. Por

poner algún ejemplo, la cita de Varrón L.L.V 108, que Cerda

recoge de la siguiente forma: olea granáis orchitis, quoá ea

antiquitus orchemora, se lee así en nuestras ediciones: olea

granáis orchitis quod eam Attici ορχιρ μορ<ΐ>α<ι>>. Y no hablamos

ya de las citas de pasajes griegos que además de las variantes

que presentan, el excesivo uso de ligaduras y abreviaturas, amén

de falsos cortes entre palabras y errores atribuibles a los 14 tipógrafos, dificultan enormemente su lectura

14 Además Cerda recoge términos griegos de cuya existencia no

tenemos noticia, como es el caso de εσγορατα, el equivalente

444

Otro problema reside en la atribución de las

obras, como ocurre, por ejemplo, con las tragedias de Séneca

-cuya paternidad no debe ser muy clara para Cerda, pues

acostumbra a citarlo como Auctor más del nombre de la tragedia

(si exceptuamos el caso de la Octauia, que efectivamente parece

no ser obra del escritor latino)- la Consolatio ad Liuiam -de

cuyo autor no sabemos nada con certeza, pero que Cerda atribuye a

Albinovano- o un De uiris illustribus, de autor incierto, que 15 adjudica a Plinio . En relación con esto también hay que

mencionar su caprichosa forma de nombrar a ciertos autores. Así a

Cicerón lo encontramos citado como Cicero o bien como Tullius, a

Estacio como Statius y con más frecuencia como Papinius, o al

propio Virgilio al que además Virgilius o como Maro se refiere 1 fi

continuamente con los apelativos de Vates o Poeta.

En cuanto a una valoración de su comentario, dada

la presentación del mismo en tres apartados, argumentum,

griego, según él y Germano, de palearía (III 6/51); φυλλομοαηορ (que además aparece escrito erróneamente como φηλλομαρύχ») un sustantivo del que no hay testimonios, aunque si existe el verbo φυλλομαρεω y el adjetivo φυλλομαι;^ "que echa muchas hojas" (I 15/m); φιλειρηι>ος , forma tampoco atestiguada, que Germano, y por ende Cerda, utiliza para señalar el paralelo griego de la expresión virgiliana placitam oliuam (φιλειρηίΌΡ ελοα«μ) C u 6/425). De los errores a los que aludíamos, podemos poner algunos ejemplos, como \xvw\ por μηι>η (I 4/353), πυχι>όω por τιυκμόω, χαλόω por χαλάω (I 24/419), εγκεκειρηκει;

p 0r έγκεχείρηκει; (IV 2/6β).

15 Petrarca fue uno de los primeros en creer que así se trataba,

cf.R.Sabbadini Le scoperte dei codici latini e greci ne' secoli XIV e XV Firenze 1967 (1905), pag.24. 1 fi Caso particular es el de Aulo Gelio, al que denomina Agellius,

producto de una mala lectura de A.Gellius, Cf.E.R.Curtius Literatura Europea y Edad Media Latina vol.I pag.84. Leemos en la nota I 22/138: Latinus Callimachus; aunque al finalizar la misma aporta la aclaración: Latinus Ule Callimchus est Propertius.

445

explicatio y notae, hemos de decir que los dos primeros

encierran para nosotros mucho menos interés que el último. Esta

particular estructura de la obra, que responde a los

presupuestos pedagógicos establecidos por la Ratio Studiorum, se

basa en un progresivo acercamiento del lector, o el discípulo, al

texto. Naturalmente, a los objetivos fijados para los argumenta,

donde se pretende conseguir una primera toma de contacto,

mediante la exposición de la idea o ideas centrales del fragmento

en cuestión, puede concedérseles cierto valor, si se juzgan bajo

el prisma de la enseñanza de textos; pero desde el punto de vista

del comentario de la obra virgiliana carecen de interés. De las

explicationes casi puede decirse otro tanto. Exceptuando aquellos

casos en los Cerda ofrece su propia interpretación del texto, la

mayoría de las explicaciones puntuales de términos proceden de

Servio; por lo demás se limita a parafrasear el texto. Un hecho

que parece confirmar el poco interés que despiertan estos dos

apartados de su comentario es que en la edición de Emmenessius,

que recoge una selección de las explicaciones de varios autores,

entre los que se encuentra Cerda, se ignoran ambos por completo.

Ciertamente, el mayor valor de la obra del toledano reside en sus

notas. De ellas, de los principales aspectos que en las mismas

trata, hemos estado hablando hasta ahora.

En su momento hemos hecho algunas observaciones

referentes a la originalidad del comentario de Cerda. Desde este

punto de vista, su comentario a las Geórgicas no encierra grandes

particularidades, sobre todo en el aspecto de ideas, contenidos o

interpretaciones novedosas. No quiere decir esto que no las haya.

Se ha acusado a Cerda de ser un compilador sin

originalidad, afirmación que, uno de sus pocos estudiosos, 17 J.Stevens ha procurado quitar importancia contestando que,

17 J.Stevens "Un humaniste espagnol: le pére Juan-Luis de la Cerda,

commentateur de Virgile", pag.220.

446

frente al gran número de citas y observaciones que toma de otros

estudiosos, también encontramos entre sus notas otras muchas

citas fruto de una búsqueda personal, cosa que, como vimos en

otro apartado, no se guardaba de ocultar. No se limita a

incorporar a sus notas los comentarios de otros, sino que,

además, procura complementarlos aduciendo nuevos ejemplos. Un

dato que habla de este comportamiento suyo, nos lo ofrece el

propio Cerda en el Prólogo Ad lectorem. Al referirse a la

ilustración de los preceptos virgilianos concernientes al tema de

la res rustica -como veíamos en el pasaje citado líneas más

arriba- confesaba haberse mostrado generoso, algo que alguien

podría reprocharle; a ello lo había movido sobre todo la penuria

de ejemplos que ofrecían otros comentaristas. Según se desprende

de sus propias palabras, no es que él sea novedoso en este punto,

pues ya otros lo habían abordado en sus obras. Sin embargo debe

reconocérsele exhaustividad. La falta de originalidad se ve

compensada así por su esforzada labor de búsqueda, de horas y

horas de lectura e interminables anotaciones. Aunque -también es

verdad- en ocasiones el producto final de las mismas sean unas

larguísimas notas difíciles de digerir para cualquier lector. Por

ello no es de extrañar que Emmenessius haya actuado a modo de

censor, recortando bastantes de las notas de Cerda que recoge en ,. . , 18 su edición

18 El propio Cerda es consciente de la extremada extensión de

algunas de ellas, y en este sentido lo hemos visto justificarse aduciendo una y otra vez la frase quid est interpretis si hoc non est? Cf., por ejemplo, III 17/24, 5/480, IV 8/295. En el Prólogo Ad lectorem promete ser mucho más conciso en sus comentarios a la Eneida: tu diligentia nostra fruere, et labores nostros in Aeneidem exspecta multo istis breuiores. Sin embargo en el saludo a su segundo editor, Horacio Cardón, que aparece en el primer tomo del comentario a los libros de la Eneida (ed.1612) ha de justificar la falta de brevedad prometida: scio me olim promisisse lectori meo breuiores in Aeneidem labores, sed ab hac promissione minime abeo. Si enim aestimentur rerum pondera et mores, quibus Aeneis spectanda prae Bucolicis et Georgicis est,

447

Uno de los reproches que se pueden hacer a Cerda,

y con él a la mayor parte de la crítica del Renacimiento y del

Humanismo, es su posición tan extremistaque le lleva casi al

desprecio de la poesía homérica al compararla con la virgiliana.

Esta batalla sin sentido, de la que J.César Escalígero fue uno de

los mayores promotores, y cuya influencia se deja sentir paso a

paso en la obra del toledano, sufrió un cambio drástico de

posiciones en el siglo XIX, pero no para mejor, pues la crítica

se convirtió entonces en antivirgilianista y acérrima defensora

de Homero

El ciego amor que siente Cerda por la poesía de

Virgilio le impide actuar con objetividad. Para él, el poeta

latino pasa por encima de Homero, incluso del mismísimo Cicerón

en el manejo de las artes retóricas, según vimos en su momento.

La inflexibilidad que en este sentido caracteriza a Escalígero, y

de la que tenemos sobradas muestras en su obra Poetices libri

septem, de continua referencia para nuestro Cerda, es, como

decimos, la principal culpable de esta cuestión. Los estudios del

griego poco a poco han ido ganando terreno y adeptos entre las

filas de los humanistas. La posibilidad de que el latín perdiera

la supremacía de la que había gozado hasta entonces, es probable

que inquietara a más de uno. Se cuenta que Escalígero mantuvo a

su hijo José Justo totalmente apartado del estudio de la lengua y

literatura griegas. Sólo cuando su padre murió, tuvo ocasión de 20 iniciar su aprendizaje de las mismas . ¿En el fondo de tantos y

tan crudos ataques a la poesía de Homero, no habrá en realidad

non dubito quin haec pars bono aestimatori multo breuior quam illa appareat. 19 Cf. Arturo M.Cayuela S.I. Humanidades Clásicas Zaragoza 1940,

p p . 3 5 7 s s . 20

Cf. R . P f e i f f e r Historia de la Filología Clásica t o m . I I p a g . 1 9 6 .

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una pugna entre lengua latina y lengua griega o, por decirlo de

otro modo, entre enconados latinistas y helenistas, para los

cuales las figuras de Virgilio y Homero son sus máximos

representantes? Sea como fuere, Cerda se deja arrastrar en esta

cuestión, confesándose profundo admirador del poeta latino, al

que ensalza continuamente, al tiempo que lanza cada vez que puede

sus dardos contra los versos del épico griego. Resulta sin

embargo curioso que en este punto no haya adoptado la posición de

Germano, al que sigue tantas veces, el cual avisa desde el

Prólogo de su obra que se mantendrá al margen de la disputa

Virgilio-Homero. Se muestra el francés en esta cuestión mucho más

sensato que nuestro Cerda.

En cuanto al valor que ha de ser concedido a la

edición del texto virgiliano que presenta Cerda, y con esto ya

finalizamos, es quizá uno aspectos que más nos han desilusionado. 21 Lisardo Rubio reseña la existencia en la Biblioteca del Cabildo

de Toledo de una colación de códices donde se recogen variantes

de lectura de las églogas virgilianas. Al final del último folio

aparece el nombre de Cerda, por lo que todo hace pensar que tal

trabajo es obra de nuestro humanista. Pero con toda probabilidad,

tal colación de códices no procede de una consulta directa de los

mismos. Según Rubio, los códices colacionados son un codex

Romanas, otro oblongus, un Longobardicus y un Mediceus.

Precisamente éstos son los nombres de los cuatro códices

utilizados por Pierius Valerianus en su obra Castigationes

Virgilianae. Por tanto, hemos de pensar que dichos folios de la

Biblioteca del Cabildo sean unos apuntes tomados de la obra de

Pierius, al que Cerda cita en bastantes ocasiones.

Hemos de concluir que Cerda no se ha servido en

21 L.Rubio Catalogo de los manuscritos clasicos latinos existentes

en España Madrid 1984, p.537.

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absoluto de códices para la realización de su edición. Por otra

parte, y como ya vimos en su momento, a éstos sólo se acudía en

casos realmente necesarios, donde la dificultad de ciertos

pasajes lo reclamaban. Siguiendo la costumbre extendida en el

Renacimiento y el Humanismo, su edición está elaborada sobre la

base de una edición anterior, sobre la que, presumiblemente, ha

realizado los cambios, emendationes, que le han parecido

convenientes. En las notas son bastantes las ocasiones en las que

recoge alguna variante de lectura, en relación a la que él

presenta. Sin embargo, su propia edición ofrece muchas variantes,

de las que no tenemos ni siquiera el testimonio de otras

ediciones contemporáneas a la suya. Pero a estas variantes, en

ningún momento se refiere él en sus notas. Si aceptamos que son

obra del propio Cerda, y no simples confusiones tipográficas,

esto no sería un buen síntoma de su forma de proceder en relación

a la crítica del texto, pues nos presentarían a un Cerda

caprichoso que cambia a su antojo lo que no le gusta del texto,

no teniendo en cuenta, no ya el testimonio de manuscritos, sino

tan siquiera el de otras ediciones. De todas formas de la

procedencia de estas "variantes" no podemos asegurar nada con

certeza, pues, por contra, son muchas las ocasiones que Cerda

parece mostrar predilección por una variante que reseña en sus

notas, y sin embargo no aparece en el texto. Esto se corresponde

con el espíritu conservador que suelen mostrar todas las

ediciones de esos siglos, siempre fieles a la letra de las

editiones uulgatae.

Si bien es cierto que a la edición de Cerda no se

le puede conceder un excesivo valor, tampoco se ha de llegar al

extremo de afirmar que el toledano permanece al margen de las

cuestiones relativas a la crítica de textos. Una crítica textual,

que en su época es aún incipiente, y que por tanto no puede ser

juzgada con excesiva severidad. Pero las frecuentes observaciones

a propósito del texto virgiliano e incluso de otros autores,

griegos y latinos, son el índice de una cierta preocupación por

450

!f¡ estos temas, ni en mayor ni en menor medida de lo que podemos

encontrar en los comentarios de Germano, Emmenessius o Taubmanus.

Pero salvando ciertas distancias, consideramos

que el comentario del padre Cerda es una obra que no puede ser

olvidada, menos aún en el caso de un estudioso del mundo

virgiliano. Todos sabemos que el tiempo es inflexible, y que los

años vuelven perecederas ciertas obras. Esto es innegable que, en

algunos aspectos, también sucede con la obra del toledano. Sin

embargo todavía es posible encontrar en ella cierta frescura, aún

puede proporcionar material útil para el estudio de la poesía

virgiliana.

La falta de originalidad la compensa con trabajo

y esfuerzo; lo que toma de otros procura ampliarlo con

aportaciones propias. En comparación a otros comentarios, el suyo

es el que ofrece una visión más completa del texto de Virgilio.

No se fija un único objetivo; sus notas rezuman de erudición: las

fuentes, las imitaciones, las cuestiones de lengua y estilo,

explicaciones de giros, términos y metáforas, las costumbres de

los antiguos, la religión, temas de zoología y botánica...de todo

esto y de otras muchas cosas está nutrida su obra.

Probablemente, por ello, su comentario sea uno de los más

sobresalientes de cuantos se escriberon en su tiempo, y de ahí

que su fama haya perdurado tantos y tantos años.

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